seis poemas filiales

XXII CONCURSO LITERARIO
SEIS POEMAS FILIALES
Desiderio Cerrajería Morga
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Un día prometí darte sustento,
cobijo a la intemperie de tu carne,
propiedad a tu nombre aún en ciernes,
un día amaneció y apareciste.
Y fue dulce sentarte entre las piernas,
darte talco, ponerte aguacolonia,
velar en la piecera de tu siesta
y ensoñar el mañana lentamente.
Un mes llegó septiembre y una bata
bordada con la tiza de la escuela
puso en tu vista impreso el alfabeto,
los números primeros y el horario.
Y fue sencillo aviar con los deberes,
preparar la merienda, irnos al parque,
columpiar tu menuda ligereza,
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con un poco de arena hacer montañas.
Y era grato cenar con la cuchara
volando al aeropuerto de tu boca
y leerte después cuentos de siempre
y dejarlos crecer en tu memoria.
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Era la casa un feudo de bonanza,
de alimento y calor puro de leña,
su voz se derretía al contemplarme
y mi voz gutural la bienamaba.
Ella iba de la compra a los fogones,
de las camas revueltas a la cuadra,
de pagar los arbitrios y a la hora
del ángelus la mesa estaba puesta.
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Y su esfuerzo se daba por supuesto,
sus trajines, su mano culinaria,
su esmero en la limpieza, su manera
de darnos lo mejor sin intereses.
Ofrecía los bienes del cobijo,
la alcuza del aceite, la lavanda,
la paga entre semana, su discreta
forma de trabajar sin hacer ruido.
Y la vida pasaba cicatera
a darle algún alivio, con el tiempo
cambió la puerta, el baño, los fusibles
pero en ella lo nuevo fueron canas.
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Llegó la enfermedad, prendió tu cuerpo,
tu estatura medró tras guardar cama,
mi mano se apocaba ante la tuya,
se te hizo chico el pantalón y el barrio.
Y vino un gran camión a hacer mudanza,
se llevó tus pañales y mascotas
y dejó un cargamento de futuro
para llenar de luz tu inteligencia.
De mí ya no tenías más que sobras,
sargazos de peluches y consejos,
palabras repetidas en tu oído,
tus brazos ya eran alas gigantescas.
Músculo de mi sangre primitiva,
espiga de mi trigo hoy mies ajada,
alforja de buen paño, miel sabrosa,
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tronco esbelto del brote germinal.
Adiós pequeño, adiós muchacho mío,
adiós al garabato y a la trona,
firme tu cartabón junto a la escuadra,
el alba es tu compás rumbo a la vida.
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Apenas queda polvo, cataratas
negras tras de estas cuencas ya gastadas...
Pienso en la sencillez de su existencia
y en el diminutivo de mi nombre.
Pienso en ella, en los días que me quedan
por mirar a través de su semblanza,
pienso que también yo deberé irme
y entonces dónde irá lo que aún conservo.
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La cocina económica, el rosario,
la lata de retratos, el brasero,
la caja de los hilos con el huevo
de madera, la pera de la alcoba...
Todo se perderá, páramo amargo,
deshojada corola de recuerdos,
llegará a mi también el desamparo,
la noche y la orfandad definitiva.
Y quedará entretanto este lamento
como si fuera un álamo en la estepa.
Alguien lo leerá, tal vez le apene
y evoque este cariño y lo perviva.
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YO QUE FUERA SEÑOR HOY SOY VASALLO
de ti, galán, doncel ayer infante,
¿dónde quedó el exilio de tu limbo,
en qué desván dejaste la inocencia?
Mi remanso dejó paso a tus aguas,
caudal que ha hecho molino de mis vicios,
virtud de mis defectos, tu corriente
espeja de prestigio mi linaje.
Terrón de mi amargura y de mis ruinas,
oro molido, isla de mi naufragio,
risa de mi aflicción, flor de mi lodo,
alegre letanía de mi réquiem.
Culmina tú la escala de mis montes,
los trechos que quedaron sin cubrirse,
recorre la explanada tras los riscos
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aquellos que deje sin coronarlos.
Y no dejes tu libro sin lectura,
tu paisaje sin alma, tus callejas
sin nombres ni personas que hayan sido
algo que te concierne, parte mía.
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UN DÍA YO TE DIJE QUE LA VIDA
era un dios seminal sin adjetivos
con tu nombre delante, que contaras
conmigo y procurases crecer libre.
Fue un día por venir que ya es historia,
lo deje por escrito, está grabado
en los anales torpes de unos versos
que guardan la memoria de su anhelo.
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Hoy llega mi fracaso con tu hombría,
apenas te he legado mis pestañas,
cumplir lo que es de ley y algunas veces
la sensación de darte un mal ejemplo.
Ya no te puedo dar más que el deseo
de que ignores el resto de mi tiempo,
vana herencia, discurso sin coraje,
torpe estrofa fatal en mi rodada.
Que una lengua de cal limpie mi alma,
que una brisa salina me restaure,
Te queda mi perfil y mi pasado
pero tuyo es el rostro del mañana.
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