Respuesta al señor Suárez /

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RESPUESTA AL SR. SUAREZ
Después de 1mber declarado el ReñoJ' Suárez en El NIIcionalistlt, que al leer el artículo de EL DÍA relativo á él,
quedó tan tranquilo" corno después de leer la relación de
la última lluvia de asteroides," desmiente su serenidad
presentándose á un Juzgado con extenso memorial en
que pide al Director de este peri6dico l1na declaraci6n
sobre cosas relacionadas con loque en él Re dicen, y no sobre
hechos del mismo declarante ó del peticionario, sino sobre conceptos que uaya podido formal' de actos ajenos, 6
sobre conocimiento de las cosas que haya tenido el peticional'io, como si el testigo hubiera vÍ\'ido dentro de aquél,
hubiera sido su compañeJ'o intimo, ó pudiera dar cuenta de los pensamientos de tan Rombrfa inteligencia, Sobre
esto ha forjado el acadéinico sofista un artículo en qne
nos ocupaJ'emos, concretándonos á lo sURtancial, y desechando las elucubraciones retóricas.
Parece quc el señor Suárez quiso imitaJ' el pJ'oced~r
del DiJ'ectoJ' de EL DÍA, cuando, tachado de calumniadoJ' por un empleado públicO, oCUl'I'ió á los Tribunales
para poner cn manos de ellos Su causa, presuntando á la
vez la prueba p:tlmaria de su inocencia y de la verdad COIl
que había hablado. No procede así el seÍlor Suarez, que en
su manía de las declaraciones judiciales ua llegado uasta la
auto-interrogaci6n, porque desconfía, y con motivo, de su
propia palabra no expresada ~Dte ,Juez, y ha adquirido
tan consumada habilidad en la manera de formular sus
peticiones con lazos y preguntas capciosa8, que con cl
tiempo podrá formal' modelos para los rábulas de la" Balanza de Astl'ea." N6tese bien cuánta uifel'cncia existe
entre el proceder d,e los dos periodistas, con la circunstun
•
-2cia bien atelltlible ele que el Director de Er, DíA nu puede !Jacer, supuesto que lu quisiera, comparecer á un .Juz·
gaelo :~I Refior l:luárez, por HU :llta categoría de Consejero ¡J(. Estado, y demás campanillas y prerrogativa •.
El Dirtetor de 1% DíA ocune á I:t Justicia y deja en
BUS mallos la causa para q lle olla la falle; el señor Sll{u-ez
llama á nn Juez pam que oiga una declaración, y Inégo
asume el juzgamiento de su propia causa, como se ha
acostumbraelo yá á hacerlo eu el Consejo de Estado en
las cuestioued de prensa. Dígalo el seiior Pérez y Soto.
Vamos á responderle por partes siguiendo el mismo orden
que él !Ja seguido en su artículo Otra respuesta.
I •
Que el seLior l:luárez escribía á Oartagena contra el
Reiior Oaro, sienelo Ministro de dicho señor. Quien habla
contm \In individuo como lo asevera D. Carlos Martínez
Silva del sefior Suárez, que 11 amab:\ al señor Caro
" MONSTRUO DB ~rALDAD," bien puede escribir cartas
contra él. Pero si el seiior elicho quiere convencerse
de lo que le respondimos antc el oTuez, acérquese aloldo
del empleado á quien le pidió que le pagara su remate pen'Iieule de hOllOS colombianos, y pregúntele qué se le dijo
cuanuo tUI·O que discutir con otro el asunto, en tal ocahiúll. Si <¡nedamos desmentidos, uos comprometemos á
elar $atisfacción públiua al seilOr Su.\réz. No citamos
nombres, por que tlO queremos someter {, nadie á los ultra.1l'~ de este individuo, que tiene la falt:\ de pudor de se¡",hu' COIllO cuismosos i los mismos que hace víctimas de
"1" incontinencia de su lengua," eOlllo sucedió en el graylsimo caso de 10H seiiorcs "\.b:ulía lIIéndez y Escobar. Y á
propósito i ¡Jlll· qué no preguntarla nada el selior Suárez
sobrn este incidente especiaHsilllo en su interrogatorio!
Nosotros 110 t·uvimos Ilnnca relaciones, ni correspoll-
- 3dencia de ninguna especie con el señor Núñez, ni con sn
familia, ni liemos ido jamás {¡ Cartagena, ni tenemos relacionados allí; de suerte que de nosotros Ilunca pudo
surgir la especie que el señor Snárez combate lloy, y que
sabe llieu de dónde procede, porque llabrfamoB tenido que
darle algún fuudamento siquiera verosímil. Si tenemos la especie como cierta y fundada, es porque la oímos
á quien nos merecía crédito, que á su vez estaba convencido de ella; conocemos también su origen, como lo
conocen otras personas. Esto es todo.
En esta parte hay un incidente del escrito del señor
Suárez, que vamos á tratar con profundo desagrado, porque nos repugna el tema, y porque HOS obliga á señalar
intimidades de familia; pero cuando llay alguien que, sin
decoro, se atreve á tocar á diario el santuario del llogar y
de la vida privada, profanar algo muy sag¡'ado de que
no puede él formarse idea, es necesario bablar nna vez por
todas con absoluta claridad para adquirir el derecllo de
proceder de otra mauera, cuando se repita el abuso.
Dice el seüor Suárez: "Ninguna prueba de su aserto
presenta el sefior Conclla, sino apenas un amago de complicación respeto de Sil mejor protector y antiguo amigo
el señor Caro."
Nosotros 110 queremos complicar eu uada al señor
Caro, ui él queda complicado en nada indebido con haber recibido la especie que nosotros oímos también, ó
con haberse ocupado en ella; estamos convencidos de
que .'1 en su conciellcia sabe, que hoy, como ayer, como
siempre, llemos respetado la verdad; que él, si lograra
despojar su corazón pOi: un instante de reseutilnientos,
diría con elltereza y jUsticia, que jamás llemos dicho cosa
inexacta, ni llemos faltado á la verdad. Pero ni pedimos
RU testimonio, ui lo queremos. Allá él con Dios. Nuestra
palabra será juzgada por la opiuión, y en todo caso nuestm conciellcia nos basta. Lamentamos que saliera tIe
-4nuestra boca ese nombre, y si pudiéramos, lo recogeríamos, no porque hubiéramos faltado á un deber, sino para
no tener que repetirlo varias veces aquí.
El sefior Ooncha no ha recibido protecci611 de ningÍln extrafio; nadie ha sido SIL l1tejor lJrotector, porque no los ha
tenido, y dice esto, uo en un arranque de soberbia, sino
como una obligación para con la memoria de su padre,
como un tributo de piedad filial {\ la santa mujer á cuyos
esfuerzos, desvelos y sacrificios heroico~, debe en el mundo
cuanto es y tiene.
El sefior Ooncba tuvo por padre (. un bombre que vivió luchando á brazo partido con la fortuna; que se ganó
honradamente el pan cuotidiano; que cnmplió con sus
deberes de padre hasta el último instan1!e de su vida, y
dejó un techo á sus hijos para que se abrigaran, y modestos medios de viril'. A la muerte de aquél, el hijo había empezado yá estndios superiores, )' la "iuda, que qnedaba en
penosas circunstancias, mnltiplicó susencrgías, se quitó de
los labios lo indispensable para continuar cou el bijo huérfano la tarea que cl padre no pudo terminar. La Universidad Oatólica dióle una beca dc externo, y allí adelautó
algo en su carrera. 'l'res años miÍs tarde entró como dependiente ell una Librería de esta capital, cuyo duefio conoció de cerra hasta cntonces, ganando nn sueldo de $ 16,
que luégu se elevó hasta $ -lO. Trabnjaba allí ,Jurante
todo el eHa, llevaba la contabilidad y la correspondencia
del propietario. Duró allí dos aiios, después de los cuales
el Tribunal de OUlldinamarca, le nombró Juez de Zipaqni"" si n conocimiento de Sil patrón, que no SllpO el
!Jecho sino cuando Concha se lo !Jizo saber para que le
buscara nll reemplazo. Aiio y medio después, estando aún
Ooncha ell Zipaquil'á, nombróle Fiscal eu Bogotá el doctor
José Domingo Ospina CamaclJo, antiguo amigo de su
padre. En breve promovióle. él mismo á IIna Fiscalía superior, y más tardo (, la del Tribunal. Durante toda esta
- 5-
última. época Concha ni aún había tenido ocasión de cultivar relaciones con su antiguo principal. Por entonces
recibió aquél de su madre una cantidad producto de la
venta de una finca para que emprendiera algún trabajo.
No conocía él otro negocio que el de libros. y viuo entonces :í su memoria que, cuando había sido dependiente,
babía oído repetidas veces al dueño de la Librería en que
sirvió, que deseaba deshacerse de ese establecimiento,
que había venido á menos porque las ocupaciones de su
dueño no le permitían atender á él. Hablóle y quedó
cerrado el negocio, comprando Concha una parte de la
existencia, encargándose de lo demás corno consignatario de casas extranjeras yagente de periódicos, y obligándose á arreglar todas las cuentas corrientes en el
~xtranjero. Así se realizó, y Concha continuó en su trabajo con el apoyo exclusivo de la madre que le había puesto
en el camino del comercio, en el cual ha continuado durante más de diez años.
Reanudál'Onse por entonces las relaciones de Concha
y su antiguo patrón. Las opiniones políticas vinieron á
estrecharlas. El primero vino á ser cntonces Secretario
de Gobierno del General Cuervo, nombramiento que éste
hizo precisamentll para eludir una recomendación de
otro nombre, que hacía el Presidente de la República
entonces, y algún otro, corno consta en carta del mismo
General Cuervo, que Concha conserva.
l!'undó Concha por entonces periódico para sostener
la candidatura vicepresidencial que se debatía eu contraposición á la del General Vélez, cou fondos suministrados
por particulares, é hizo allí con otras amigos l'l1da campaña. Cuando triunfó su candidato, no volvió á pisar la casa
de éste, lIi cuando fué Presidellte volvió á su Palacio sino
una ó dos veces pala tratar asulltos de negocios particulares, y más tarde, uuando fué llalnado á desempeñar un empleo inferior en categoría á los que antes había recibido y
-6desempeñado, y que aceptó, no como un ascenbo en la carrera poHtica, sino por sentimiento de amistad personal.
J<Jsto es, brevemente expuesto, todo lo habido entre el
señor Ooncha, y la persona á quien el señor Suárez llama
mljor protector, Nunca, ni una sola vez, ni en el pen~amiento, pidió Ooncha á aquel hombre un servicio, un
favor, la más ligem ventaja. Los ¡¡ne nunca han podido
vivir sino de hnmillaciones y caldas, sujetos corno canes
al favor del pan oficial, que les suministra un amigo,
no pueuen comprenuer que haya amistad sino por prolección, ni alcanzan qne haya afecto entre dos bombres
uignos que",' estiman mutuamelltl', y Ilue no tienen
entre ,,1 los vlnculos uel interés, ¡ Sel:. tolerable que
touos estemos sometiuos al \.¡¡ rasero de ~sos corazones
que 110 ~e lu\u sentido latil' jamás 1'11 pre.cncia de lo que
vieron como encarnación dcl m~rito y la virtlld, que nunca
ban pasado por esa hora de juvcnil cntusia"mo en que la
aumimción por un hombre ó un raurlillo, 1I1'\'<ln hasta el
sacrificio! i Haza de Sylock.q, que mide I'n oro los más puros fil'lItirnientos del alma!
Porque Concha 110 estaba ligado á a'luel.u antiguo
amigo, Hino por la cstimacióu que renula á las \'irtnues y
méritos que \'eÍ<~ eotoncc~ en loste; porqm' !lO tenía la
marca UC Sl'ITidumblc que impone el fa\'ol' recibido; pOl'([ue 110 hahía cnnjenado su inteligencia ni su Iibel'tau, pudo
retirarse con la fre!lte alta del últimll empleo que uesempeü6, oyenuo las palabras de aplauso por su conuucta, del
mismo Yireprcsidellte, que no tu\'o que sciial:ule la. pucrtas como á otros por SIIS deslealtades. POI' C.ll. cuanuo MI
conciencia le dijo, acertada ó enóncamentc, que no debla
acompaiiar en IIlla Ilue\'a sellda que emprendla á su antiguo amigo, pudo chwarse firmo en su puesto, en el qne el
instinto mismo le illdicabn fijarse, y no tm'o que correr,
como encaucllado lebrel en pos de un amo, al contrario de
otros qlle, con las sangrientas señales aún en cllolllo, van
.,It
¡
-7besando las huellas de quien humillándolos sabe dominarlos con afrentoso látigo!
JI
Quiere el ~eiior Suárez, desde su solicitud de declaracióu, confundir la firma de UII (teta, de que no ba hablado
EL DÍA, cou la firma de uu decreto, cosas muy diversas. Eu
toda la solicitud de declaración, se observa que el seiior Suárez quiso tergiversar todas las afirmaciones de EL Dü.. Lo
que él pretendía era que su director escribiera articulo de
periódico sobre la mesa del Juzgado, dictáudolo al Secretario del mismo, y cou la pauta sumiuistrada por tercera
mano al señor Juez. Peregrino periodismo j peregrino sistema de seguir una polémica gra~e en que 110 se puede replical·.
Pues, bien, EL DíA uo ha dicbo, uo ba bablado de
actas sino de decretos, .v bay dos gra~ísimos y sustanciales ell el asnnto, que son los legislativos, nÍlmeros 101 y
129 de 1895, suscritos ambos por el seúor Suárez, como
Ministro de Relaciones Exteriore~. Una de esas era la
firma de que se trataba, una de esas era la firma que se
decía no existir. Aqui conviene copiar textualmente las
palabras del sefior Suárez: "El Consejo de Miuistros
opin6 porque la reclamación Puncbard se dirimiese arbitralmente j pero lo concerniente á la Constituci6n del
arbitramento quedó á cargo del Ministerio de Hacienda.
Nombrado el sefior ...Valeke árbitro por parte de los reclamantes, algunos escritores pretendian bacer responsable
al Ministro de Relaciones Exteriores de esta designaci6n ,
lo qne era tan injusto como atribuirla, fuera ella conveniente (, iuconveniente, á cualquiera otro de los Ministros
que uo hubiera siJo el de Hacienda. Alguna person:t
capaz de hacer diferencia entre la opini6n del Consejo
favorable al arbitramento, y la designaoi6n personal de
-8-
•
los {ubitros, explicó eso en El llera/do, de su propio motivo, y sin inspiracioues ni conocimiento del Ministro de
Helacioncs Bxteliores, el cnal, aunque 808pech6 quién
pocHa ser ¡LUtor del referido suelto, lo ha ignorado hasta
estos días."
El párrafo trascrito contiene casi tantas inexactitudes
como palabras. Porque l~, es inexacto que el Consejo de
)Iinistros fuera quien decidiera que el asunto había de someterse ~ arbitramento. La cláusnla XLV del Oontrato de
~t dc 8 eptiembre de 18!l2, establecla que" 'roda diferencia <Iue ocurra entre el Gobierno y los cootratistas con
re~pecto á los derechos y obligaciones que nacen del prcsente contrato será dirimi(]¡t por arbitradores .... n 2?, si
el seiior \Valcke fué "nombrado árbitro por parte de los
reclamantes," mal podía ser responsable de ello el Ministro
de lIacienda, como lo asevera el sefio!' Su:lrez; pero en
esto también dice una inexactitud, porque los ~rbitros uo
fueron nombrados por cada una de las partes, sino "de
común acuerdo," como lo dice el compromiso de arbitramento. Pero aquí surge en la penumbra, ~ pesar de la
voluntad del seflor Suárez de disimularla, la verdad de 108
hechos .• IIabr~ quien crea que el seiíor Uribe, Ministro de Hacienda, procedió en la determinación del
personal de arbitradores, por su propia cueota sin consultar al Yicepresidente! • Podría haberlo hecho aunque
hubicm querido! La respuesta no es dudosa. Luego al
bacer l"ualt]uier car¡;o al seiíor lhibe en esta materia, Sil
lu haci .. al "icepresidcntl'. Ahora bien ':ste, y de ~Ilo d:~
fe y h)st.inwllio ~I seiiol' Concha Ri a.lgo vale, Il U nca.
]Jrocedió l'n l'slos asuntos, desde que SI' empezaron las
dificultades diplomáticas, ,in consultar con su MinistlO de
Helaciones l~xteriorcs en cada cuestión. Y esto cra obl'io,
elllIin istro mn. quien debía susteutar cualquier debate
gravo que so preselltara en la Oancillería; él quien debía
haber seguido minuto por minut<J todos los incidentes, y
•
1
-9quien podla informar COIl qué armas contarla el país
en cualquier momento dado. Por sabio é ilustrado que sea
un Presidente, necesita ell ciertos momentos declinar en
el Ministro respecti\'o todos sus poderes, y esto necesariamente tiene que suceder en los asuntos internacionales.
Pues el seiíor Suárez en este a~unto, todo lo sabia, estaba
al coniente de todo, illclnsi\'e de. cómo se iba á formal' el
Tribunal de Arbitradores; pero cuando esto no gustó al
público .... quedó satisfecho con que se le quitara su parte de muerto de eucima, y se le echara al seflor Ministro Uribe, que para el caso era lo mismo que echársela
al seiior Caro. Hoy mismo lo bace él directamente. No
podrá negarlo, porque está en El Nacionalista, con su
firma al pie. Falta ahora que llame al escritor de EL DÍA
ante el Juez, para que declare si ese cscrito es suyo ó nó,
conforme á su ridícula manla.
De suerte que, aun aceptando la versión del propio
seiior Suárez, resulta que él, después de tratar con el
seúor Vicepresidente los asuntos, se hacia el que los iguoraba, y, por lo ».icnos dejaba que se pusieran exclusivamentesobre la cabeza de aquél todas las responsabilidades
que, caballerosamente, debiera haber compartido como sn
:hf inistro con él. Hé aqul el tipo del Ministro fitlelísimo,
que se arroga hoy el derecho de juzgar á las gentes leales
que saben cumplir, llegada la hora, su elemental deber.
Pues bien, se ba hablado en el supuesto ile que el
señor Suárez hubiera ilicbo la wrdad ell algull:~ ocasión
al explicar lo dicuo en El Heraldo, ,l' allora I'a á I'erse
que entonces [~ltó á ella, como queda ,lcmostrado que
lo bizo en todo lo demás. Repítase la kctllra de las palabras trascritas de iliello señor, y I'éase 1" 'Iue realmente
dice elllÍlmero 548 de El Hemlclo de Ii,:cha 24 (le Septiembre de 1895, que se copia:
.. --_ ... ---- ............... ----
------
-- ------ -. - -
" ,Por qué el Gobierllo, después de la tan justa como
-10contundente argumentación del Ministro de Relaciones
Exteriores, ~r drj6 imponer ese Tribunal de arbitralllmlQetc., etc. ,
" A la verdad, no no~ explicamos aÍln cómo después
do babel' abrumado el selior Suárez con tan incontestables
razonamientos :\1 selior Jeener, SE COSVI~O AL FL~, SIN
(lUI~ SF SIWA
pon
QUÉ, EN CO~STIT{)íR liS 'fRIIlUNAL,
tlue según las propias palabras del selior Suárez en la eorre:;!londellcia aludida vendría {\ eliminar el Poder ,Tl!llil'Ía I del país.
" Dejalllos, (llles, por nuestra par tI' {¡ salvo la re.pon"abilid:1l1 en e.te graw negocio del selior Ministro de Helacione:; gxt('tiore~, ¡JlleS PS de suponer qnl' .11 conl'iccióll
anlt ,1 _'1[jni.~lro ingle,' , DEIllÚ SEIt 1, .\ )trs)lA .\~T~; El,
(,()'~E.IO I)E )lIXISTI:OS QO: .\l'TOmZÚ Al, DIlII.\CmXDA
1',\lL\ l ' Ir:~t.\lt 1,,\ E~CRlTUR.\ 1)]-; CO)!I'HO)nSO"
,"
COlllp[lresc eso con las palabras que Sl1[lICZ atribuye
¡\ BI 1f, mido, y dígase si dicho :;eftor COlliSerl'a siquiera
IIn "estigio de respeto :í la verdad, E/Haa/do uo trató
de lit deúf/llación jll'/'SOnallh los lÍrbilros sino de la conslilllci6n del aruitramento mismo, qtW el ticlior Suárez
había firmado en ~I Decreto lOl, ,le que no se ocupó el
escritor de BllIan/do. Como esto periódico salvaba la
respoll,abilidatl del ~eílor ::;uárez en la con.titución del
arbitramento, y COII\O al misU\o ticmpo la firma de este
Mclior apareoía cn el ))ecn'lo número 101, que autorizaba
al Ministto ,le IlrLCienda p~~ra firmar el eompromiso arbitral, ora l'iaw quo tal firma había .ido Ruplantada, y el
autor ti" (' .. a suplantación ó nno de 108 autores no podhl Ser .ino el \Ticepresideutl' de la H.epública. Así
debía entenderlo cl público, y así lo entendió, y esto fUlÍ
lo qne Ooncha contradiju, hablando en t1cfen~a del Vicepresidente por honor patrio, por tributo de desinteresada
amistad que lo llevó siempre Ii bacer frente por su cuenta
-11-
propia álos ataques que recibía esa persona, que luégo ba
correspondido tal labor insultándole por boca de sus familiares. IlIde ¡me. De allí que el sellor Suárez consagrara
á Concha ese odio reconcentrado y profundo, que respira
en todos sus escri tos.
i Cuál era el deber para cualquiera otro que hubiera ocupado el puesto del seüor Suárez, ante las afirmacioues de El Hemltlo r Dirigirse á dicho peri6l1ico,
dar las gracias por las benévolas palabras á su respecto,
y decir poco más 6 mellos: "Es verdad que yo en la controversia diplomática sostuve que no debía haber arbitramento, y que así aparece en la correspondencia cruzada
entre el Miustro inglés y yo; pero luégo por tales 6 cuales motivos, ó por razones que no son para dichas en público, couville en la constitucióu de ese tribunal .Y firmé
el decreto legislativo número 101 de 1895, como aparece
eu el alegato del defensor de la Nación." No así el seüor
Suárez: parapetado en profundo silencio, tras de la correspondencia diplom{ltica IJIlblicada en el Diario Oficial,
dejó al mellOS correr la deducción legitima beeha por las
gentes, que la repetían hasta hace poco, y que echaban sobre la cabeza del Viuepresideute una falta gravísima de
que uo han sabido defenderlo ninguno de sns amigos de
los últimos tiempos, como no saben defenderle de nada
en que tengan que exponer algo, ó hacer frente á algutl>1
tempestad que contra él se desencadene.
El señor Vicepresidente esperó para ver qué actitud
asumiría su Ministro ante las declaraciones de El Hrl"U/do, y cuando se convenciú ele que 110 rompería el innoble
silencio con que arogía las coronas inmerecidas para su
cabeza, mientras que dejaba tranquilamente que por su
causa se echara una afrenta sobre las de sus colegas y
sobre su superior, el Jefe de la Nación; el Vicepresidente de la República, decimos, eH el Consejo de Ministros que volvió {, rennirse después de la publicación de
-l~-
El /{cmlllo, replirniendo una justa iodigoaoiÓD, CCHl 16"('ras y prccisas pala\Jlas, y sin citar 01 caao, expolO Jo ....
eonsli tuía 1:1 solidarida(! eu el Gobieroo; la gravedad del
hccho de (lile los periódicos trocaran las opiniooes emitl.
das CII los Conscjos, para hacer gravita!, sobre uoa sola
cabeza las responsahilidades á todos comoo68, y las pernitiosas cOllticcncntias (le aquello, El COO8ejo oyó en
IlIudo silCII('io aqll\'lIas palabms; todos sablan á quién
' han dirigidas, .v Ojab:l!I sobre él 108 ojos, Pocas horas
.lespuús se Plcs\'lItab:l 1:1 renuncia del Ministro dll Reladolles g" teriorCR, Tal era 1:\ j u8ticia de las quejas
.1cl seiior "iccpresideote, quo habían alcanzado á atrave.
sal' la epidellllis de aquel indlduuo, que sólo sabia reounciar ell las homs difíciles ue crisis, como lo dijo el mismo
Haa/do, p:~ra asegurar una Subsecretaria, menos expuesta lus vielltos embmvecidos ue la polltica.
El sciim Conch:t 110 ~m, yá por entonces Secretario
del Consejo de ~Iinistros; pero prcseució aquellos s u _
por haber sido llamado
1:\ sesión como Pl'ocu ....wor gencral. Jam:\s le pcruouar{\ el sciiol' Smirez que haya aido
inl'oluntalio testigo de aquel l'pisodio houl'oslsimo de 8U
carrera púulica, cn que tánto II~ ul'i1lado por" 8U8 grau"es l¡lCnltade~ intclectuale~" y csperialmente por HII "IDOralidad" (1),
Por eso el 8(';'01 Su:\rez Vil en los dicboH de Coooha
.. dl,lirios de CUfl'IIllO," como dijo JI oracio: así le conveu,lrí:\ que fncra, Olla cosa verá ljniú 1,\ opinión pílblica en
to.lo ello,
111
r.
r.
DIjo l' l Director .le EL Dj.\ lint' el seüol' Suál'ez tratab¡\ de8t1e ahora ,I,' annlar su te,tilDooio porqlle no le
scda l''''()I.d,le clI:lndo se tmtam .10 lo deliuir ciertas re8J1on~;~bilid:1I1c"." DIl aquí dllduce el aludido que se trata
•
-13-
de una" acusación futura" y que Concha ha dicho: "yo
puedo demostrar que Suárez es un malvado, y se lo probaré cuando me \'enga en voluntad, no cuando él me lo
exija; entre tanto el mundo que se sahorea con el infortunio ajeno Y aplaude las caídas reales ó soñadas de los
homurcs, plantará á Suárez un sambenito y lo horrará del
número de las personas honradas .... " Solo una im~gi­
nación enfermiza y una conciencia intranquila, pueden
deducir de las sencillas palabras .Ie EL DíA: "daré mi
testimonio cuando se trate de definir ciertas responsabilidades," el tremebundo vestiglo que asoma en el párrafo
transcri too
El señor Suárez tuvo parte importantísima en sucesos
de gran trascendencia para el país; este señor, siempre
que puede, trata de eludir las responsabilidades de sus
actos, ó \"e con regocijo que se le quiten los sambenitos, que por algunos de esos actos le pone la opinión pública, para trasladarlos á los cuerpos de los demás; y cuando así no lo logra, busca con tesón quien le ayude á
llevar ,,~ carga, porque carece de valor moral para asumir
él sólo la resflOnsabilidad de heohos en que [m colaborado en
primer lugar con otros. Cuando se trate de definir, por
quienes estudien los sucesos contemporáneos, esos actos,
se apreciará el testimonio del Director de EL DíA, que
desde ahora trata de anular el seüor Suárez, porque
así como en otroR tiempos, y aun hoy mismo en otros lugares, cuando hay un testigo importuno se suprime su
testimonio, suprimiendo materialmente al hombre, en este
caso se pretende hacerlo desaparecer anulándolo moralmente, lo que equivale {\ aquello. Pero cada esfuerzo que se
hace para obtener este resultado, dificulta miÍs .Y más obtener el fin propuesto, y ocasiona lluevo daDO á la causa
de quien usa de tales procederes, como viene viéndose.
Sorprende que el que con tan aparente tranquilidad
mira los cargos que se le haf! hecho por su conducla corno
-
14-
:'Iliniotro, d~s!,\\'Orab!tl á los i"leH'oc, del paí.; que quieD
habiendo incnrrido en la gmvlsimafalta dedellCOuucerell
parte el lutlrilo d!' unlallll" :\1 bitral entre nacion88 y haher PlOllllc,to la deslllcmhl~lciún ,Iel tl'nitorio patrio, teIIil'"do lu{ogo la necia vanidad de pretender que 111 concepto
prime sobre 1'1 de todos sus conciudadallos; que qllien ha
guardado tan poca lealtad para ('on 6U partido, SIII copartidal io~, sus cOlllpafieros, y sn. amigos; sorprende que el tal,
decimos, éntlC en IIeur6ticos paroxismos porque se le
anuncie, lo mismo que él sabia: un testimouio que senitII para .. definir las responsabilidacleR " en asuntol en que
,,1 tuvo iugerencia,
El Director de Er, DIA IJO puede tratar á (ondo hoy
ciertas cuestiones que Re rozall con la diplomacia Intimamente, 6 que ROII CII un todo pertiueutes á ese ramo,
porlJue be lo vedan consideraciones de carácter diverso.
LO ¡¡rimel' lugar, la ley \'igentc de ¡¡rellsa que le aplicarla
el mismo seiior ~uárez-quiell uo couoce el capitulo de
impedimentos y recusaciones de la ley judicial-prohibe á
los escritores tratar libremente cstos asuntos (de paIIO&qul
está la raz6n por qué el scíior COllcha 110 babrla podido
hablar del 'L'rat.1do do Venezuela ell 1894), Eo seguudo
Iligar, supuesto que el sefior COllcba quisiera arrostrar las
penas de 1;\ ley de imprenta, un elemental sentimiento
patri6tico le Impide decir C()S,l~ que pudieran dañar al
país, cuanclo tiste tiene suspensa en Europa sobre la cahez:! una cspada que pes:~' más de "cisrientas mil libras
,'st('rlillas: la reclamación l'ullchal'll.
Aqul pudiera tellninaroc est" OSI'lito; pero para que
'" re¡1 que nn hay ánimo pUl parte del escritor á quien
,,1 sei,o,' ~u(¡I{'z ataca, d,' "starse "afilalluo el cuchillo
ludu el ticlupu qUtl quiera," n"pondil dicho "eúor Sulirez
las s,',willas pH'gunta, quo ,-an en segui,la, 110 tormu1'lIlas ante ,1 uez ni ell papel selladu, sino ante un tribunal
más elevado, que t'S ,,1 de 1:, opini6n pública, que rarn vez
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se engaña: ¡ :¡"ué <11. sí (. nó, cousultado en todos los incidentes del asunto PU'lcba!'!l desde que se suspendió el
cnmplimieuto de los contratos del Ferrocarril dEl Antioquia' ,Tomóse 6 nó su pa"ecer por el Vicepresidente de
la República. cuando se trató de .~ber si la uo constitución del arbitramento podía cousidera! ~c como denegación
de jllsticilt, que diera cabida á la acc1l5n diplomática'
¡Procedió entonces ó uó el Jefe del Ejecuti\, de acuerdo
con el coucepto de Sil Ministro de Relaciones JJxteriores,
emitido únicamente en presencia del seílOr J osé Vicente
Ooncba' ¡ Discutióse, sí ó nó, en Cousejo de Ministroo <'1
Tratado de Venezuela de 189.J-, articulo por artículo, ó
limitóse la discusión al preámlmlo en que Venezuela reconocía el Laudo, y quedó á OSCLU'as el uebate cuando solicitado un mapa por algunos U" los Ministros presentes,
no acertaron á. darse explicación satisfactori¡\ y cumplida de la medida, límites é importancia de las cesiones territoriales 7
Contestadas estas preguntas simple y sencillamente
cou un sí ó un nó, 110 COII memoriales de curia, ui con
citas de Horacio, se sabrá si el señor Suárez asume Ó
liÓ las responsabilidades que le iucumbell en asuntos
magnos, ell que está de por medio la dignidad é intercses
considerables de la patria, Si el sefior Suárez toma, por
respeto á la verdad y á la justicia, el triste papel que le
corresponde, quedarán de una vez" definidas las responsabilidades," y estará fallado el proceso; si, por el contrario, niega su \'erdadera ingerellcia en tales cuestiones ó
elude el interrogatorio, quedar{\ por uecidirse lo que baya
realmente en ello, y culpa sel,ii del seÍlor Suárez, no (lel
Director de EL DÍA, que ~tquél quede atado no al pie de
un altar, que aquí no se trata de altares, sino en un lugar
mny dil'erso, cn que lo cla\'ará y analizará ]¡t Historia.
Sabe el Director de EL DíA que este escrito será
quizá oombatido por 10R mismos que él pudiera fiworecer:
.... 111-
¡ qué importa! La verdad pre\'alcc~"¡' al tia, i -..Iri
para confundir á cuanto~ lIe interpongan ('n la .-100.
Las mismas nocbeR del polI> .·-.!nen al fin su aurora.
Cuando los tlÍun"il'Os J,.~t;ido, Antonio y OctaylO, ee
I ellnieron cerc:\ de r,,>'.ul.i:\ para "reconstituir la~­ ,
¡
blica," ijegún Sil "xpresi,ín, dil"P 1111 historiador contemporáneo, como ~" conucian reripl'OGamente. tomarOIl UIIOII
contm o,t..$, lt1utua~ pn'l'auciones: lIegaro:! basta el!Clllcarso ur u• (, otro, de lIIicclo de qnp alguno llevara puñal
ocultu. Dc lo que mellos . e trató fué de recollstitulr la
:hepública: se llal>16 sólo ,le la partija del poder y de
satisfacer la8 incli\'itlllales \'enganza~, Dion Casio observa
. que,:'L pesar de odiarse mO"[¡lllIlente, estu"ieron de acuerdo
en la venganza, y ~acrific"rou " ~IIS antiguos amigo~, porque podh ell ellos llIás el odio que la gratitud. ¡ Qué de
raro tendrla el que ('n esta tefTible y nefanda mascarada
del llaciollalismo. que también quic!le dei'trulr la República, el Dirc¡,(1) ele El. ni \ rUl'ra tilia tic las "Ictimas
<le la \·engan?a de hombres tIlle, dCll'"tándo,r mutuamente,
tienen la reli~ir.n l'omlín t1~1 odio \...
•
Bogotá, }·'clH pm
~I
,l.. 1RH:--,
,
J. V. C.
,I
•
N'ou.-l·!sttl artlcul.} df>O¡.., I\Jt\fE'lt r en .EL Dí.!; pero tanto por su.
Ultnli!SI1, (;¡ mo porque .~ deseA .• 1"~M.r t'1 peri6dicll de polt:mica peno.
nRI~, Be le publiu IX.f !ll.'pl'lrado.
C~\)\...t\\.l.--
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