La reivindicación feminista de Marcela frente a las voces dialógicas de una audiencia cervantina Alex Cazco Marquette University Quéjese el engañado, desespere aquel a quien le faltaron las prometidas esperanzas, confíese el que yo llamare, ufánese el que yo admitiere; pero no me llame cruel ni homicida aquel a quien yo no prometo, engaño, llamo ni admito. (DQ I Cap. XIV 76)1 Estas fueron algunas de las sabias palabras de la pastora Marcela durante su defensa pública a la acusación de la muerte de Grisóstomo, historia que tuvo lugar en la primera parte de Don Quijote de la Mancha del capítulo XI al XIV. Si bien es cierto, su aparición en el funeral de Grisóstomo se asemeja a un evento milagroso, parecido al de Gelasia en el Libro VI de La Galatea, puesto que también se la describe subida en una roca para “contemplar el cuerpo del enamorado pastor que había intentado suicidarse” (Berndt-Kelley 365). Otros críticos como Pierre L. Ullman, Herman Iventosch, Ruth El Saffar y Erna Berndt-Kelley señalan que Marcela es una encarnación de una virgen secularizada, que se parece a Diana2 de La Arcadia o que contiene elementos de Astrea3 (Berndt-Kelley 365-367). Además, Luis Rosales y Renato Poggiolo han coincidido en el simbolismo que este personaje encierra, como portadora de la libertad y dueña de su propio ser (Berndt-Kelley 365). Todas estas características atribuidas a Marcela se generan gracias a su discurso reivindicador en el capítulo XIV, el cual erradica las opiniones expuestas por el vulgo sobre su posible culpabilidad –capítulos XI al XIV− y reconstruye su posición como mujer libre dentro de un marco patriarcal. Dichos capítulos se pueden analizar como una audiencia4 cervantina, ya que Miguel de Cervantes incluye voces que representan delegados, mediadores y abogados, donde el lector es el encargado de formar su propio juicio después de haber escuchado a ambos bandos. El propósito de esta monografía es de demostrar cómo las voces dialógicas que intervienen en la audiencia cervantina estimulan la construcción del argumento final reivindicador y feminista de la pastora Marcela, al presentarse como un ser individual, soberano y libre de ataduras. Debemos de recordar que en el siglo XVI “el discurso judicial constituía una clave retórica en el Siglo de Oro Español” (García 41). Según Martha García, en España sólo se requerían dos elementos para llamar a una corte: “el cuerpo del delito y los testigos” (49). Por lo tanto, mediante este episodio tipo audiencia, los demandantes poseen ambos elementos e intentan hacer justicia a la memoria de Grisóstomo. Condenan a Marcela de mujer melindrosa, despiadada, soberbia y por último homicida. Todos estos argumentos labran el camino para la defensa de la acusada, quien refutará en su discurso sobre las injusticias atribuidas a su persona, el cual tiene por objeto principal desmentir y exigir la soberanía de su cuerpo y alma. En primer lugar, la intervención del zagal en el capítulo XII, como informante de la noticia funesta de Grisóstomo, es la primera referencia heterodiegética5 por parte de los demandantes. Este personaje nos comunica “que murió esta mañana aquel famoso pastor estudiante llamado Grisóstomo” (Cervantes 64), con motivo de informar al pueblo este evento que conmociona los sentimientos de muchos para así solicitar justicia ante el desdén de Marcela. Luego prosigue su testimonio al decir: “y se murmura que ha muerto de amores de aquella endiablada moza de Marcela, la hija de Guillermo el rico, aquella que se anda en hábito de pastora por esos andurriales” (Cervantes 64). La imagen que él nos presenta de Marcela se inclina automáticamente hacia la culpabilidad de la misma al llamarla endiablada o satánica por no corresponderle a quienes la cotejan ya que esto irrumpe con el trato convencional hacia los hombres de esa época. Por lo tanto, se puede entender que la mujer tiene la obligación de responder recíprocamente a cuanto hombre la desee –algo que Marcela impugnará en su discurso al mencionar que el amor es voluntario. Por otra parte, Cervantes añade una segunda voz a esta audiencia, la de Pedro como relator auxiliar. Antes de que este narrador heterodiégetico intervenga, Don Quijote funciona como “moderador del tribunal” (García 49), puesto que le cede la palabra a Pedro. Dicho personaje confiere a reiterar lo antes dicho por el zagal, pero con detalles más fehacientes que opacan aún más la figura de Marcela ante los ojos de los espectadores. Al Pedro mencionar la hermosura de Marcela, “creció la niña con tanta belleza, que nos hacía acordar de la de su madre, que la tuvo muy grande” (Cervantes 65), subyace a la mujer por ser ‘hermosa’, tratándola como objeto y no como ser humano. Él, a su vez, acusa a Marcela de que su belleza es la causante de tantos daños en la humanidad. Luego, no deja de inculpar a la pastora, llegándola a comparar con una plaga cuando dice: “y con esta manera de condición hace más daño en esta tierra que si por ella entrara la pestilencia” (Cervantes 66). Por medio de estos versos, Pedro rebaja la reputación de la mujer que no es recíproca con aquel que la pretende y la tilda de malévola y perjudicial. Sin embargo, el papel de este cabrero no sólo es de denunciar la maldad de Marcela por tratar de dictaminar su destino, sino que se compromete a averiguar sobre otros desilusionados por el amor de Marcela: “Aun no sé yo la mitad de los casos sucedidos a los amantes de Marcela; mas podría ser que mañana topásemos en el camino algún pastor que nos lo dijese” (Cervantes 67). Al igual que el zagal, Pedro introduce la duda en los espectadores sobre la verdadera culpabilidad de su ser juzgándola de engañosa y cancerígena hacia cualquier hombre que la desee. Otro de los demandantes que se hace presente en esta audiencia cervantina para reclamar justicia por su amigo Grisóstomo, es el fiduciario6 Ambrosio. Este pastor encarna el papel de abogado defensor de su amigo, puesto que fue testigo de los sinsabores causados por Marcela y es el portador de sus taciturnos escritos, “en él me ha contado mi desdichado amigo la historia de su desventura” (Cervantes 72). Ambrosio eleva los dones de Grisóstomo a un nivel casi místico: “Ese es el cuerpo de Grisóstomo, que fue único en el ingenio, solo en la cortesía, estremo en la gentileza, fénix en la amistad, magnífico sin tasa, grave sin presunción, alegre sin bajeza” (Cervantes 71), para comprobar su inocencia ante el rechazo de Marcela. Al presentarse ante Don Quijote y los cabreros, Ambrosio denuncia que su amigo “rogó a una fiera, importunó a un mármol, corrió tras el viento, dio voces a la soledad, sirvió a la ingratitud” (Cervantes 71), ratificando la maldad que dicha pastora siembra en los corazones de sus amantes. En contradicción, Ambrosio también admite el recato, la bondad, el buen crédito y la buena fama de Marcela (Kelley 368), al mencionar “que cuando este desdichado escribió esta canción estaba ausente de Marcela […] Y con esto queda en su punto la verdad que la fama pregona de la bondad de Marcela; la cual fuera de ser cruel, y un poco arrogante, y un mucho desdeñosa, la misma envidia ni debe ni puede ponerle falta alguna” (Cervantes 74). Aunque por un lado la acusa de esquiva, él reconoce que su amigo fue presa de los celos: “así le fatigaban a Grisóstomo los celos imaginados y las sospechas temidas como si fueran verdaderas” (Cervantes 74), haciéndola exenta a Marcela de cualquier culpa aunque luego la cuestione nueva y públicamente por cumplir con la voluntad de Grisóstomo y con su epitafio en la tumba. Este epitafio resume la historia desde el punto de vista masculino, después de la intervención de Marcela, y tiene como objetivo “consignar a Grisóstomo a la posteridad, restituyéndole su carácter arquetípico de víctima y héroe del amor” (Ruiz 369): Yace aquí de un amador el mísero cuerpo helado, que fue pastor de ganado, perdido por desamor. Murió a manos del rigor de una esquiva hermosa ingrata, con quien su imperio dilata la tiranía de amor. (Cervantes 77) Al considerarla ‘esquiva hermosa ingrata’, Ambrosio refuerza aquella imagen elaborada por el vulgo y por los amantes de Marcela, algo que la pastora rectifica y corrige en su discurso diciendo que no eligió ser hermosa y que “no todas las hermosuras enamoran” (Cervantes 75). Por otro lado, la voz de Vivaldo como delegado de la comunidad de pastores, se menciona en el capítulo XIII. Este pastor difunde la historia que el pueblo rumora, repitiendo a su vez lo dicho por Pedro y el zagal sobre el retraimiento de la hermosa Marcela. Sin embargo, en Vivaldo revive el personaje de Grisóstomo al ser el lector de la “Canción de Grisóstomo”. La intención de este personaje no es más que para calumniar a Marcela y que su reputación sea conocida entre todos los pueblos y generaciones, “antes haced, dando la vida a estos papeles, que la tenga siempre la crueldad de Marcela, para que sirva de ejemplo en los tiempos que están por venir, a los vivientes, para que se aparten y huyan de caer en semejantes despeñaderos” (Cervantes 72). Marcela entonces responderá a esta acusación lasciva con su discurso feminista. La intervención no diégetica de Grisóstomo mediante la “Canción de Grisóstomo” reitera lo dicho por el zagal, Pedro, Vivaldo y Ambrosio, acerca del desaire por parte de la pastora. Martha García hace referencia a este pasaje poético y lo llama “argumento de ultratumba” (44) por su dimensión testimonial durante el entierro, dándole voz a un personaje imprescindible ya fallecido. Su suicidio fue un método de escape y disminución al sufrimiento acaecido por Marcela. Esta canción ha generado críticas múltiples, pero su tema sigue ligado al grito desesperado de un hombre que ve en la muerte la única salida a sus problemas: Diré que la enemiga siempre mía hermosa al alma como el cuerpo tiene, y que su olvido de mi culpa nace, y que en fe de los males que nos hace, amor su imperio en justa paz mantiene. Y con esta opinión y un duro lazo, acelerando el miserable plazo a que me han conducido sus desdenes, ofreceré a los vientos cuerpo y alma, sin lauro o palma de futuros bienes (Cervantes 74) Estas líneas muestran el deseo latente de morir de Grisóstomo por el ‘desdén’ de la bella Marcela, quien en su manifiesto aludirá que a Grisóstomo “lo mató su impaciencia y arrojado deseo” (Cervantes 74) y no la actitud de la misma. Si bien es cierto, los personajes antes mencionados exponen su exégesis de la historia para condenar a la pastora Marcela puesto que su posición feminista la hace parecer cruel. Sin embargo, la aparición de Marcela reivindica el derecho como mujer de defender su honor proveyendo su propia historia como último testigo, la cual fue propiamente labrada por cada uno de los argumentos misóginos de los otros narradores. El discurso de la pastora Marcela adquiere ventaja ante la “Canción de Grisóstomo” porque ella nunca condena la decisión suicida de la víctima; al contrario, ella va “a volver por mi [si] misma, y a dar a entender cuán fuera de razón van todos aquellos que de sus penas y de la muerte de Grisóstomo me [la] culpan” (Cervantes 75). Según Roberto Ruiz en su artículo “Fragmentación, delegación y narración colectiva en el episodio de Marcela y Grisóstomo”, Grisóstomo pasa de ser el virtuoso amante petrarquista a ser un insensato empeñado en lo imposible porque pretende a Marcela sin que ella le corresponda (368). Además, Marcela reitera que la intención primordial de su rechazo no radica en la ambición, “yo, como sabéis, tengo riquezas propias y no codicio las ajenas” (Cervantes 76). La pastora actúa como “su abogado defensor, reclamando su derecho al habeas corpus” (García 54). Este personaje no sólo habla para resguardar su honra sino la de todas las mujeres, creando un ‘manifiesto feminista’−como lo menciona Lidia Falcón (Gabriele 522) − con el objetivo de abogar por el derecho a disponer de su voluntad aunque no sea lo tradicional para las mujeres de su época. Recordemos lo que nos dice John Gabriele sobre las mujeres del siglo XVI, “la mujer es definida en términos de su cuerpo, por virtud de su sexo […] lo aceptable es ser madre y esposa” (512,513). Por lo tanto, vemos que Marcela no condena el sistema patriarcal de valores o se opone a la función típica de la mujer sino que trata de reivindicarse como ser humano ante una sociedad machista, eligiendo el camino de la autarquía7; es decir, decidiendo su propio destino. Lo feminista del episodio de Marcela se puede observar desde otro punto de vista. Al Cervantes transponer los papeles tradicionales del género, dándole a la mujer un conducta racional y al hombre una conducta suicida, subvierte el sistema de valores creado por el sistema patriarcal según Martha García (49). Por ejemplo desde su aparición Marcela se muestra en control de la situación al decir: “No vengo, ¡Oh Ambrosio!, a ninguna cosa de las que has dicho” (Cervantes 75), reiterando su autoridad en una forma masculina y como preámbulo de su apología. En contraste, tenemos los comentarios de Pedro y de Ambrosio, que nos informan sobre la resolución de los hombres de llegar a la desesperación, lo cual difiere con la “idea tradicional de los hombres como individuos fuertes y agresivos” (Gabriele 514). Podemos notar que la mujer defiende sus derechos de libertad por sí sola, actuando como abogado defensor, algo nunca antes visto en la España del siglo XVI. También, el papel de Don Quijote es de oyente pasivo, quedándose al margen de la situación mientras se discurren las opiniones de ambos bandos y dejando que se teja la historia de una forma autónoma. Por lo tanto, los hombres se presentan como seres pasivos y débiles, mientras Marcela adopta características masculinas para así desmentir las calumnias misóginas contra ella. Según Martha García en su artículo “Las mujeres del Quijote: sus voces, imágenes e influencia en la narrativa”, al igual que Zoraida, Dorotea, y la Duquesa, Marcela despliega atributos que la sitúan en ambos hemisferios; “mujer y monstruo, dulce criatura y mujer bélica, virgen y pecadora, abnegada y egoísta […] de acuerdo a la óptica patriarcal que imperaba en la sociedad barroca” (39). Es así como se presenta esta figura de doble reputación que escoge el contexto bucólico para disfrutar de su soltería sin acatar con los preceptos de su sociedad8. Cabe recalcar que las opciones de las mujeres bajo el sistema patriarcal en el siglo XVI y XVII eran: casarse, entrar a un convento o ser prostituta (O’Connor 374). Por lo tanto, este personaje escoge un camino distinto y encuentra su refugio en el universo pastoril, así como Don Quijote se refugia en los libros de caballería, para conseguir la libertad que tanto anhela y que se le es negada (Marín Pina 316). Ella argumenta persuasivamente cada punto expuesto por los demandantes, demostrando un control total y sabio razonamiento de sus verdades para así llenar el vacío de la historia. Todo esto, conlleva a que la pastora Marcela se transforme en autora y narradora de su propio episodio porque se rehúsa a permanecer callada (Gabriele 518). Para su apología, Marcela usa cinco argumentos feministas en respuesta a los comentarios del pueblo y amigos de Grisóstomo. El primero alude a todos aquellos hombres que consideraron que por hermosa debía amarlos, “Hízome el cielo, según vosotros decís, hermosa […] más no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama” (Cervantes 75). Mediante dichas líneas, Marcela se libera de cualquier compromiso que su belleza le acarrea, dándoles a entender que es independiente a la hora de decidir y que no eligió ser hermosa: “cuanto más, que habéis de considerar que yo no escogí la hermosura que tengo, que tal cual es, el cielo me la dio de gracia” (Cervantes 75). Y luego, pasa a su segundo razonamiento que enfatiza su respuesta al decir “el verdadero amor no se divide, y ha de ser voluntario, y no forzoso” (Cervantes 75), aludiendo a que el amor debe ser mutuo y que no se puede corresponder a alguien de quien uno no está enamorado. El tercer argumento que la pastora emplea subraya su libertad de decisión y por ende prefirió lo campos para así disfrutarla, “Yo nací libre, y para poder vivir libre, escogí la libertad de los campos” (Cervantes 75). Su libre albedrío desde su nacimiento la ayuda a evadir el matrimonio y seguir con su celibato hasta que su corazón decida. Marín Pina comenta en su artículo “Don Quijote, las mujeres y los libros de caballerías” que: Marcela rechaza el matrimonio porque supone una pérdida de libertad, pues aunque se intenta dotar a la casada de una posición social honorable y se le hacía responsable de la armonía y bienestar de la casa, del buen gobierno doméstico, se le exigía a la vez el sometimiento al marido, como se deja muy claro en la Perfecta casada de Fray Luis (315). Sin embargo, es importante mencionar que desde el instante en que Marcela le comunica a su tío que no quiere casarse aún, según lo que cuenta Pedro en el Capítulo XII, esta mujer marca su deseo feminista que se antepone al de su aparición. Por otra parte, el cuarto argumento hace referencia a que ella nunca le dio esperanzas a nadie, por ende, la terquedad de Grisóstomo fue la que lo condujo a la muerte: “y si los deseos se sustentan con esperanzas, no habiendo yo dado alguna a Grisóstomo ni a otro alguno, en fin, de ninguno dellos, bien se puede decir que antes le mató su porfía que mi crueldad” (Cervantes 76). El quinto y último razonamiento de Marcela apunta hacia el tema de los celos. Ella alega que nadie puede tener celos de alguien que no le corresponde, y así menciona: “y entiéndase de aquí en adelante que si alguno por mi muriere, no muere de celoso ni desdichado, porque quien a nadie quiere, a ninguno debe dar celos” (Cervantes 76). Los motivos ya citados la convierten a Marcela en un personaje distinto al resto de las mujeres de Don Quijote. De hecho, John P. Gabriele señala en su artículo “Competing Narrative Discourses: (Fe)Male Fabulation in the Episode of Grisóstomo and Marcela”, que Marcela es atípica porque ella no se conforma con la imagen tradicional de la mujer de objeto del deseo masculino (508). Su ‘manifiesto feminista’ elaborado a base de las acusaciones del pueblo y de Grisóstomo la hacen proyectarse como un personaje libre, independiente y soberano tanto de su cuerpo como de su alma. Ella, al declarar su versión de los hechos, enmienda la historia, antes distorsionada por sus pretendientes, y defiende la vida que ha escogido llevar: “le dije yo que la mía era vivir en perpetua soledad, y de que sola la tierra gozase el fruto de mi recogimiento” (Cervantes 76). Marcela hace escuchar su voz y es franca como cuando ella dice: “que no será menester mucho tiempo ni gastar muchas palabras para persuadir una verdad a los discretos” (Cervantes 75), lo cual fortifica su posición feminista al desear aplazar el papel tradicional que le corresponde para cuando el cielo le de la dicha de amar por su propia elección y no cuando el hombre lo dictamine. Por lo tanto, aunque se la muestra silenciosa durante las acusaciones de sus pretendientes al principio, estas calumnias le ayudan a construir uno de los primeros discursos feministas del siglo XVII, ya que justifica cada una de sus acciones y deshace cada argumento expuesto por las víctimas de su supuesto menosprecio. Por ende, Marcela es autónoma, independiente, soberana, honesta, directa y sobre todo sale exenta de cualquier vituperio mordaz, ya que ella públicamente declaró su intención ante todo aquel que la quiera cortejar: “esta fiera, este basilisco, esta ingrata, esta cruel y esta desconocida, ni los buscará, servirá, conocerá ni seguirá en ninguna manera” (Cervantes 76). Con estas palabras, Marcela se marcha ilesa de cualquier difamación dirigida hacia las de su género –e inclusive Don Quijote reconoce que ella no es la culpable de la muerte del desafortunado Grisóstomo – defendiendo así una vez más su posición feminista dentro del contexto patriarcal del siglo XVII. Notas 1 Todas las citas referentes al libro de Don Quijote de la Mancha proceden de la edición de Martin Riquer 2004. 2 Diana es la virgen cazadora que andaba por los montes de la Arcadia, libre de las obligaciones domésticas que ataban al género femenino (Berndt-Kelley 365). 3 Astrea, la diosa de la Justicia que abandonó la tierra al final de la edad dorada para transformarse en la constelación de Virgo (Berndt-Kelley 367). 4 Acto de oír las personas de alta jerarquía u otras autoridades, previa concesión, a quienes exponen, reclaman o solicitan algo. (Real Academia Española, vigésima segunda edición) 5 "Hetero" significa otro, desigual, diferente, y "diégesis" significa historia. Se trata de aquellos narradores que cuentan la historia desde fuera del mundo del relato, generalmente en tercera persona (Real Academia Española, vigésima segunda edición) 6 Heredero o legatario a quien el testador manda transmitir los bienes a otra u otras personas, o darles determinada inversión. (Real Academia Española, vigésima segunda edición) 7 Dominio de sí mismo (Real Academia Española, vigésima segunda edición) 8 Marcela rompe el estereotipo, el modelo acuñado por los tratados de educación femenina y por una sociedad claramente patriarcal, más si cabe después del Concilio de Trento 1545-1563 (Marín Piña 314). Obras citadas Berndt-Kelley, Erna. “En torno a la “maravillosa visión” de la pastora Marcela y otra “ficción poética””. Vervuert Verlag. (1989): 365-371. Print. Cervantes, Miguel de. Don Quijote de la Mancha. Ed. Martin de Riquer. España: Editorial Planeta, 2004. Print. Gabriele, John. “Competing Narrative Discourses: (Fe)Male Fabulation in the Episode of Grisóstomo and Marcela.” Hispanic Review 71.4 (2003): 507-524. Web. 04 Nov 2009. <www.jstor.org/stable/3247019>. García, Martha. La función de los personajes femeninos en Don Quijote de la Mancha y su relevancia en la narrativa. Pontevedra: Editorial Academia del Hispanismo, 2008. 3958. Print. Iventosch, Herman. “Cervantes and Courtly Love: The Grisóstomo-Marcela Episode of Don Quijote.” PMLA 89.1 (1974): 64-76. Web. 04 Nov 2009. <www.jstor.org/stable/461669>. Marín Piña, Ma. Carmen. “La aventura de leer y las mujeres del Quijote.” Boletín de la Real Academia Española. 85. (2005): 417-423. Print. _______. “Don Quijote, las mujeres y los libros de caballerías.” Cervantes y su mundo colectivo. Ed. Kurt Reichenberger and Dario Fernández-Morera, 2005. 309-340. Print. O’Connor, Thomas Austin. “Marcela, seguidora de Artemis: El fundamento social, cultural y mítico del episodio de Marcela y Grisóstomo.” Cervantes y su mundo: volumen colectivo. Ed. Kurt Reichenberger and Darío Fernández-Morera, 2005. 369-390. Print. Ruiz, Roberto. “Fragmentación, delegación, y narración colectiva en el episodio de Marcela y Grisóstomo.” Perspectivas sobre la cultura hispánica. Servicio de Publicaciones Universidad de Córdoba, 1997. Print.