EL PILAR Nº 11- Junio 2006 ______________________________________________________________________ LAS MUJERES EN EL QUIJOTE.Coordinadora: Mª Jesús Domínguez Sío. Profesora de Lengua. AL KADAOUI, Soufian EL HADJ, Ali HAIK, Abdelkrim IBAÑEZ FONSECA, Arturo KASTITE, Issam TEMSAMANI, Nabil De la lectura de El Quijote y la reflexión sobre sus tipos femeninos se puede deducir el compromiso, que podríamos llamar prefeminista de Cervantes. Como hombre de su época, el autor nos ofrece dos clases claras de mujer: la idealizada y la mujer real, de carne y hueso. La primera recuerda a las heroínas de los libros de caballerías, que enloquecieron al protagonista, y las segundas obedecen a la observación de tipos humanos abundantes en todos los lugares por donde don Miguel anduvo cobrando sus alcabalas. A la idealización renacentista pertenecen desde figuras como Dulcinea hasta Dorotea, Luscinda, Zoraida y Marcela. Esta última es un auténtico prototipo de actitudes femeninas contemporáneas: “Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos” (I, 14). Esta idealización se hace evidente en el bautismo a que las circunstancias las someten (Aldonza: Dulcinea; Dorotea: Princesa Micomicona; Zoraida: Lela Marién o María;…). El retrato de las idealizadas está lleno de hermosura, gracia, discreción, conciencia, modestia… Y, en contraste con el ideal, están las mujeres honestas y virtuosas, de espíritu práctico, como el ama y la sobrina del protagonista, o las pobres analfabetas, condenadas por su pobreza a sobrevivir como sirvientas o mozas del partido. Así vemos a Maritornes y las muchachas de la venta de Palomeque, criadas para todo, que venden o regalan su cuerpo a los arrieros o caminantes. Pero, incluso cuando éstas se burlan del caballero y su modo de expresarse, ellas también han gustado de los relatos caballerescos, denominados por Maritornes “lindos” libros. Como es de todos sabido, don Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá de Henares, hijo de una hidalga empobrecida y de un modesto cirujano. Estudió con los Jesuitas, en la universidad de Salamanca y en la academia madrileña de López de Hoyos. En 1569 entró al mando del cardenal Acquaviva y la batalla de Lepanto, la más alta ocasión que vieron los siglos le dejó inútil la mano izquierda. Capturado por los turcos en 1575, los importantes documentos que le hallaron, firmados por don Juan de Austria, hacen que los frailes trinitarios tarden cinco años en liberarlo. Cuando, por fin, llega a su patria, sufre la cadena de fracasos que le sitúan como recaudador de impuestos por tierras manchegas y andaluzas. La cárcel de Sevilla y otras deshonras le impidieron obtener permiso para trasladarse a las Indias. Fracasó también en su EL PILAR Nº 11- Junio 2006 ______________________________________________________________________ intento de convertirse en un dramaturgo o novelista de éxito, sólo la protección del conde de Lemos le ayudó a continuar escribiendo, aunque siempre inmerso en la pobreza. Escribirá muy tarde su obra maestra Don Quijote de la Mancha, en 1605, la primera parte, y un año antes de su muerte (1615), la segunda. Don Quijote de la Mancha es, desde entonces, un clásico de la literatura universal. La dama de los pensamientos del protagonista, Dulcinea del Toboso, es un personaje imaginado por don Quijote, que surge por la necesidad de tener una amada a quién encomendarse, condición sine qua non para todo caballero andante. El viejo hidalgo manchego sigue fielmente las pasos del amor cortés, que el autor parodia. En realidad, la supuesta hermosísima Dulcinea no es más que una pobre aldeana llamada Aldonza Lorenzo, de la cual –se nos dice- don Quijote estuvo enamorado. La antítesis del ideal se muestra en la siguiente anécdota: la moza era famosa entre sus vecinos por lo bien que sabía salar cerdos. Llamábase Aldonza Lorenzo, y a esta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos, y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla Dulcinea del Toboso, porque era natural del Toboso; nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto (I, 1). Según María Zambrano, Cervantes vive la literatura bajo la figura de mujer y la filósofa sospecha que don Miguel, el recaudador de impuestos, se quedó de alguna manera prendado de la campesina Aldonza, que sería quizás un amor platónico de madurez, y utiliza la escritura para librarse de esa obsesión. El nombre de Aldonza es despectivo y burlesco, apelativo que haría reír a los lectores contemporáneos del autor, quienes recordarían los siguiente refranes: A falta de moza, buena es Aldonza Bien le suena el pandero a Aldonza… Ante este problema, incompatible con la idealización, don Quijote decide cambiarle el nombre a su amada, por el eufónico y musical de Dulcinea. Marcela representa otro modelo de mujer, es la doncella independiente, autora de su propio destino, ella es el único personaje bucólico del sexo femenino en la obra. De carácter fuerte, refleja el ser humano liberal y autónomo propio de hoy, incluso puede recordar a protagonistas de la modernidad, como la Nora de Casa de muñecas de Ibsen. Su belleza e inteligencia son el señuelo de la atracción sentida por todos quienes la conocen, así como de la pasión de Grisóstomo, enamorado obsesivamente de ella y convertido en suicida al no sentirse correspondido: … se murmura que ha muerto (Grisóstomo) de amores de aquella endiablada moza de Marcela, la hija de Guillermo el rico, aquella que se anda en hábito de pastora por esos andurriales… (I, 12) Tiene una personalidad adelantada a su época, por ello actualmente es muy abundante el comportamiento de la joven que retrasa o evita el compromiso conyugal para disfrutar de su vida en libertad. De ahí que don Quijote defienda la utopía de la independencia femenina, afortunadamente ya realidad en buena parte del mundo, al EL PILAR Nº 11- Junio 2006 ______________________________________________________________________ defender ante los pastores, que la acusan de cruel y asesina, el derecho de Marcela a la libertad. Dorotea, hija del rico Clenardo, es otra individualidad, seducida y abandonada por don Fernando, quien, después de darle palabra de esposo, la sustituye por Luscinda, la dama de Cardenio. Representa en la trama de amores cruzados a la mujer espontánea y valiente, decidida a reivindicar sus derechos. Protagonistas ella y Luscinda de un relato incluido en la narración principal, manifiestan el carácter decidido y digno de unas mujeres maltratadas por la injusticia de una sociedad androcéntrica. Se denuncia la usurpación y el abuso del orden feudal. Dorotea es una gran aficionada a los libros de caballerías, lo que justifica su audacia para desempeñar el papel que la vida le asigna e, incluso, la eficacia de su rol teatral como Princesa Micomicona: un juego burlesco en el que se refleja el tópico de doncella menesterosa. Los ricos matices con que el autor adorna al personaje obligan al lector a identificarse con el heroísmo de la joven, que se lanza a la aventura del mundo afrontando todos los peligros para salvar la honra. Su origen campesino no le impide administrar inteligentemente la hacienda de su padre. Por su actitud y resolución representa también una imagen de mujer moderna. El noble don Fernando, en oposición al personaje femenino, es un traidor que, aprovechándose de su superioridad social, la ha desposeído de su reino amoroso. En la época en que se crea el personaje hay una gran divulgación del tipo de mujer vestida de hombre, abundante en la dramaturgia barroca de Lope de Vega o Tirso de Molina, precisamente como antítesis de la doncella menesterosa y siempre dependiente de la voluntad varonil. En general, Dorotea, junto con el barbero y el cura, hacen reír al lector con las amargas aventuras del ingenioso hidalgo. EL PILAR Nº 11- Junio 2006 ______________________________________________________________________ Luscinda es otro personaje representativo de la ideología cervantina con respecto a la mujer, y complementario del anterior. Ella es la hermosa, amada por Cardenio, de la que se encaprichará su amigo y protector, el duque Don Fernando, después de seducir y abandonar a la rica plebeya Dorotea. Cardenio, humillado y loco, se irá a Sierra Morena, a donde también acudirá Dorotea disfrazada de pastor, y este derrotero hará que la historia de las dos parejas se entremezcle con la principal. Es importante hacer notar que Cervantes subraya la idea del amor herido de Cardenio además de la libertad de Luscinda. Esta técnica de crear simpatía por el personaje nos lleva a los lectores a sentir la emoción heróica de la lucha por la libertad. Luscinda tiene la voluntad y personalidad que todo ser humano posee y por esto será ella quién decidirá si quedarse con Fernando o Cardenio. Otro personaje femenino interesante es Camila, la esposa de Anselmo, el protagonista de El curioso impertinente, una de las novelitas que Cervantes intercala en la primera parte de su narración. Anselmo, su cónyuge, está obsesionado con demostrarse a sí mismo la virtud de su esposa y, por ello, provoca constantemente las ocasiones para que ella pueda ser deshonesta, al favorecer situaciones ilícitas con Lotario, amigo íntimo de su esposo, el cual dice: ...el deseo que me fatiga es pensar si Camila, mi esposa, es tan buena y perfecta como yo pienso, y no puedo enterarme en esta verdad si no es probándola-… (I, 33) Finalmente Camila, mujer de carne y hueso, se siente abandonada por su marido y goza de la encantadora compañía del amigo. Termina, pues, por caer victima de la necedad del “curioso impertinente”. El personaje de Camila tiene el sabor de lo fantástico, no de novela realista, por eso queda excluida de la trama principal. Su función es –como quiere el autor- entretener a los que estaban en la venta al mismo tiempo que a los lectores del relato caballeresco. La protagonista es un claro ejemplo de mujer inocente, utilizada para el propósito obsesivo de su marido. Zoraida es, tal vez, la única figura netamente legendaria de la obra de Cervantes. Toda la historia del cautivo está fuertemente idealizada, su intenso deseo de convertirse al cristianismo se explica por la influencia de la nodriza, una cautiva cristiana que le hablaba de la Virgen María. La nueva fe de la protagonista le obliga a elegir entre los cautivos españoles a aquel que la llevará a la Península y se convertirá en su esposo. Apenas hubo oído esto el moro, cuando, con una increíble presteza, se arrojó de cabeza en la mar, dónde sin ninguna duda se ahogara, si el vestido largo y embarazoso que traía no le entretuviera un poco sobre el agua. Dio voces Zoraida que le sacasen, y así, acudimos luego todos… (I, 41) Zoraida elige su destino: abandona y traiciona a su padre, algo atípico entre los musulmanes, que exige tenacidad y voluntad enérgicas. Buenas pruebas de la idealización de la historia son que Zoraida es rica, hermosa, y casta; que su belleza y espiritualidad infunden veneración e incitan el amor de los hombres sin despertar el deseo sexual; que sus tesoros tampoco despiertan la codicia de los presos; que esta muchacha, vestida lujosamente y cubierta de joyas, oro, perlas y diamantes, se muestra ante todos preparada EL PILAR Nº 11- Junio 2006 ______________________________________________________________________ para huir; que, tanto su entereza espiritual como su pureza, guardada inviolable a través de riesgos, son cualidades de esencia legendaria; que entre los cautivos españoles su mera presencia inspira una lealtad y confianza indispensables para efectuar la fuga de una cárcel – los baños de Argel- infectada de renegados y traidores. El nombre de Zoraida resulta simbólico, en su significado ‘Pléyades’, ‘estrella’ que guía a los prisioneros a la libertad. De todo ello, deducimos que el sentido de la justicia, equidad y libertad de don Quijote no distingue entre mujer o varón, lo que era un gran avance en la sociedad contemporánea. Al realizar esta segunda lectura y análisis de las mujeres en la obra, descubrimos en el autor a un feminista avant la lettre, tal como fueron en sus obras Lope de Vega y Tirso de Molina, pero es, sobre todo, don Miguel de Cervantes quien denuncia más intensamente el abuso que se ejercía sobre la mujer y ejerce el deber masculino de no coaccionar ni oprimir su voluntad. Toda el libro Don Quijote de la Mancha es un canto a la libertad y como prueba de su éxito a lo largo de los siglos, reproducimos la anécdota, protagonizada por el general Hugo -padre del poeta y dramaturgo Víctor Hugo- al mando de las tropas napoleónicas durante la guerra de invasión, ordenó dejar intacto el pueblo del Toboso, por ser la patria chica de Dulcinea, en homenaje de gratitud a la inmortal obra de Cervantes. BIBLIOGRAFÍA: CERVANTES, Miguel, Don Quijote de la mancha, Ed. Planeta, Barcelona, 1994 ESPINA, Concha: Mujeres del Quijote, Trifaldi, Madrid, 2005 MARTÍNEZ, Ana: Entrevista a Lidia Falcón en el diario La Verdad, Albacete, 2005 VARIAS AUTORAS: El Quijote en clave de mujer/es, Madrid, Instituto de Investigaciones Feministas, 2005. http://www.h-net.org/~cervantes/csa/articf81/murillo.htm http://servicios.laverdad.es/albacete/pg051128/prensa/noticias/Cultura_Albacete/20051 1/28/ALB-CUL-279.html http://www.uibcongres.org/congresos/ponencia.ct.html?cc=28&mes=4&ordpon=5