Diario La Ley, núm. 8442, Sección Tribuna (16 de diciembre de 2014)

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La preclusión de alegaciones del artículo 400 de la Ley de Enjuiciamiento Civil
(Comentario a la STS, Sala 1.ª, núm. 522/2014, de 8 de octubre)
David VÁZQUEZ GARCÍA
Secretario Judicial. Letrado del Gabinete Técnico de Información y Documentación del Tribunal
Supremo (Área Civil)
Diario La Ley, Nº 8442, Sección Tribuna, 16 de Diciembre de 2014, Año XXXV, Ref. D-422, Editorial LA
LEY
LA LEY 8844/2014
I. ANTECEDENTES FÁCTICOS DEL CASO
Para mejor comprensión de las alegaciones formuladas, expondremos resumidamente los hechos
que dieron lugar a los pleitos formulados.
D.ª Ana María, casada en régimen de gananciales con D. Ignacio, viene ejerciendo el comercio con
el conocimiento y consentimiento de este; en el marco de ese ejercicio concede un préstamo a D.ª
María Antonieta por un importe de 318.336,42 euros, quien, en garantía de pago de dicho
préstamo constituye, con fecha 30 de marzo de 2004, una hipoteca sobre un caserío sito en la
localidad de Aia, propiedad de su madre D.ª María Ángeles; para la constitución de dicha hipoteca
utiliza un poder otorgado por D.ª María Ángeles en virtud del cual se autoriza a D.ª María Antonieta
(su hija) a hipotecar el caserío propiedad de la primera para garantizar la devolución de un
préstamo a favor de la apoderada.
II. PRIMER PLEITO. RESOLUCIONES DE PRIMERA Y SEGUNDA INSTANCIA. LA
IMPOSIBILIDAD DE EJECUCIÓN
D.ª María Ángeles, propietaria del caserío hipotecado, interpone una demanda ante los juzgados de
Azpeitia en la que pretende la nulidad de la hipoteca constituida sosteniendo que el poder otorgado
a su hija D.ª María Antonieta (a quien demanda junto con D.ª Ana María) autorizaba a aquella a
hipotecar el caserío propiedad de la demandante para la obtención de un solo préstamo, que ya fue
concertado el día siguiente a la fecha de otorgamiento del poder (4 de diciembre de 2002) por lo
que, agotadas en su día las facultades conferidas en el poder, la operación concertada entre las dos
codemandadas no podría calificarse como un contrato de préstamo hipotecario, sino como un
acuerdo de financiación entre las partes, ajeno al poder otorgado por la actora.
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El JPI núm. 2 de Azpeitia dictó sentencia con fecha 29 de marzo de 2006 desestimando la
demanda interpuesta por D.ª María Ángeles y entendiendo, en esencia, que el poder otorgado por
la actora permitía a su hija D.ª María Antonieta formalizar, en representación de su madre,
sucesivas hipotecas sobre el caserío siendo, por tanto, válida la constituida con fecha 30 de marzo
de 2004 y objeto del procedimiento.
Apelada la sentencia, la Sección 2.ª de la AP Guipúzcoa, en sentencia de fecha 27 de febrero de
2007 centra la cuestión en la necesidad de determinar el alcance de las facultades conferidas a la
apoderada, mediante el documento otorgado. Analizando el poder, concluye que se autorizaba a
D.ª María Antonieta a constituir una sola hipoteca en garantía de devolución de un solo préstamo,
por lo que el poder se agotó en el año 2002 cuando se constituyó una primera hipoteca en
garantía de un préstamo de 162.273 euros. Por ello, el 30 de marzo de 2004, D.ª María Antonieta
no tenía la libre disposición de la finca que hipotecaba ni se hallaba autorizada al efecto, lo que lleva
a la Audiencia a declarar la nulidad de la obligación contraída, aunque nada se dice sobre el contrato
principal de préstamo, que subsiste, pues en nada afecta a la actora D.ª María Ángeles.
Se intenta la casación de esta sentencia ante la Sala Primera del TS, pero el recurso se inadmite,
por lo que la sentencia de apelación deviene firme.
En trámite de ejecución de sentencia, solicitada la inscripción de la sentencia en el Registro de la
Propiedad de Azpeitia y librado el oportuno mandamiento por el Juzgado, el Registrador de la
Propiedad rechaza la anotación. En esencia, el Registrador mantiene que D.ª Ana María está casada
en régimen de gananciales con D. Ignacio, por lo que, conforme al art. 94 Reglamento Hipotecario,
la hipoteca se inscribió con carácter presuntamente ganancial, al no manifestarse que el préstamo
se realizó con carácter privativo. Asimismo, como la sentencia declara subsistente el préstamo,
aunque anule la garantía, para la cancelación del derecho real rige la regla del art. 82 Ley
Hipotecaria y según la cual es necesaria sentencia firme recaída en un juicio en el que la demanda
vaya dirigida contra todos aquellos a quienes el asiento que se trata de rectificar conceda algún
derecho; en este caso, es claro que al estar inscrita la hipoteca con carácter presuntivamente
ganancial, resultan beneficiarios tanto D.ª Ana María como D. Ignacio, quien no tuvo intervención
en el procedimiento judicial lo que impide la cancelación de la inscripción de hipoteca.
III. SEGUNDO PLEITO. RESOLUCIONES DE PRIMERA Y SEGUNDA INSTANCIA. EL RECURSO
EXTRAORDINARIO POR INFRACCIÓN PROCESAL
Ante la imposibilidad de ejecutar la sentencia obtenida a su favor, D.ª María Ángeles interpone
nueva demanda (ahora contra D. Ignacio y D.ª Ana María) en la que insta del Juzgado la
declaración de que la hipoteca constituida sobre el caserío de Aia fue otorgada en el marco de una
operación de préstamo consentida y ejecutada por D. Ignacio, que ha venido consintiendo el
ejercicio del comercio por su esposa D.ª Ana María, que la nulidad de la hipoteca declarada en el
procedimiento anterior es igualmente oponible a D. Ignacio no interviniente en el mismo y que, por
consiguiente, procede la inscripción registral de la primera sentencia, dictada en el procedimiento de
apelación 2295/2006.
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El JPI núm. 2 de San Sebastián dictó sentencia que estimó sustancialmente la demanda,
condenando a los demandados a estar y pasar por las siguientes declaraciones:
— La hipoteca constituida por D.ª Ana María para su sociedad de gananciales con D. Ignacio sobre
el caserío de Aia fue otorgada en el marco de una operación de préstamo consentida por este.
— La nulidad de la hipoteca declarada en la sentencia dictada en la apelación 2295/2006 por la que
se acuerda la cancelación de la inscripción registral, es igualmente oponible al codemandado no
interviniente en el primer procedimiento y a su sociedad de gananciales con D.ª Ana María.
— Que procede la inscripción registral de la primera sentencia dictada en el recurso de apelación
2295/2006.
Interpuso recurso de apelación D.ª Ana María e impugnó la sentencia D. Ignacio, recurso de
impugnación que fueron estimados por la Sección 3.ª de la Audiencia Provincial de Guipúzcoa en
sentencia dictada con fecha 10 de octubre de 2012.
La sentencia de apelación, entiende que el punto clave para abordar el recurso, no ha sido
examinado por el JPI; así, argumenta que «en virtud de la preclusión de hechos y fundamentos
jurídicos, el efecto negativo de la cosa juzgada se extiende también a cuestiones no resueltas pero
conexas con las ya decididas, como son las alegadas en un litigio que hubiesen podido invocarse en
otro juicio anterior y guarden identidad sustancial con su objeto, esto es a las cuestiones no
deducidas pero deducibles, de modo que, a efectos de litispendencia y de cosa juzgada, los hechos
y los fundamentos aducidos en un juicio se considerarán los mismos que los invocados en otro
juicio anterior si hubiesen podido alegarse en éste, al margen de los hechos nuevos y distintos
posteriores a la completa preclusión de los actos de alegación (arts. 222.2, párrafo segundo, y
400.2 LEC). Ello conlleva una obligación de exhaustividad para el actor, con la carga de acumular
las acciones que tenga contra el demandado y de alegar en la demanda los distintos hechos,
fundamentos o títulos jurídicos en los que pueda fundarse lo que pide en ella, que resulten
conocidos o puedan invocarse al tiempo de interponerla, sin que sea admisible reservar su
planteamiento para un proceso ulterior, sin perjuicio de las alegaciones complementarias y de los
hechos nuevos o de nueva noticia permitidos en la Ley con posterioridad a la demanda y a la
contestación ( art. 400.1 LEC). La consecuencia de la regla contenida en el art. 400 LEC es que se
amplía, a los efectos preclusivos, el ámbito objetivo de las cuestiones deducibles en un
determinado juicio (STS 17 de junio de 2009), a fin de resolver el problema generado por el
planteamiento sucesivo de pretensiones sobre el mismo objeto pero con fundamentos diferentes
en distintos procesos, manteniendo en el tiempo la incertidumbre jurídica sobre una determinada
situación en detrimento de la seguridad jurídica...»
De acuerdo con esta argumentación, concluye que D.ª Ana María y D. Ignacio ya estaban casados
en régimen de gananciales cuando se constituyó la hipoteca, por lo que todas estas circunstancias
ya eran conocidas o podían serlo cuando se interpuso la primera demanda; por esta circunstancia,
el momento preclusivo para interponer la demanda también contra D. Ignacio en solicitud de
nulidad de la hipoteca y extensión a su persona y a la sociedad de gananciales de los efectos
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registrales de la nulidad, era el primer juicio ordinario, no pudiendo plantearse de nuevo la
pretensión en un proceso ulterior como el actual.
La Actora, D.ª María Ángeles interpone recurso extraordinario por infracción procesal ante la Sala
1.ª del TS; en el recurso invoca la infracción del art. 400 LEC en relación con el art. 222 del mismo
cuerpo legal señalando que no se ha tenido en cuenta la existencia de un hecho nuevo, como es la
negativa del Registrador a inscribir la nulidad de la hipoteca, que en el segundo procedimiento se
demandó a otra persona (D. Ignacio) respecto del que se deducen pretensiones específicas y que
la acción del segundo procedimiento es totalmente diferente a la ejercitada en el primero, y sus
efectos jurídicos no son los mismos.
IV. LA SOLUCIÓN DEFINITIVA DE LA CONTROVERSIA
La Sala 1.ª del TS, dictó sentencia con fecha 8 de octubre de 2014 estimando el recurso
extraordinario por infracción procesal interpuesto por D.ª María Ángeles y confirmando la sentencia
de primera instancia.
En esencia, la Sala 1.ª no comparte los argumentos contenidos en la sentencia de apelación.
Considera que el apartado segundo del art. 400 LEC («a efectos de litispendencia y de cosa
juzgada, los hechos y los fundamentos jurídicos aducidos en un litigio se considerarán los mismos
que los alegados en otro juicio anterior si hubiesen podido alegarse en éste») está en relación de
subordinación respecto del apartado primero de dicho precepto («cuando lo que se pida en la
demanda pueda fundarse en diferentes hechos o en distintos fundamentos o títulos jurídicos,
habrán de aducirse en ella cuantos resulten conocidos o puedan invocarse al tiempo de
interponerla, sin que sea admisible reservar su alegación para un proceso ulterior») y únicamente
se justifica su aplicación cuando en ambos procesos se deduzca —en las demandas de uno y
otro— igual pretensión.
Sin embargo, entiende que este no es el supuesto que se da en el caso examinado, en el que la
pretensión es la misma, pero no hay identidad de sujetos en la forma a que se refiere el art. 222.3
LEC, identidad de sujetos necesaria para apreciar el efecto negativa de cosa juzgada material; en
definitiva, de lo que se trata con el segundo procedimiento es de subsanar la falta de litisconsorcio
pasivo necesario existente en el anterior proceso por cuanto en aquél no figuró como demandado
quien finalmente se ha entendido —y así lo exigió el Registro de la Propiedad— que debió serlo.
Vemos, por lo tanto, que la Sala 1.ª considera que la preclusión de alegaciones que prevé el art.
400 LEC y su relación con la institución de la cosa juzgada no resulta de aplicación cuando lo
pretendido en el ulterior procedimiento es la subsanación de la falta del debido litisconsorcio. Sin
embargo, la Sala 1.ª precisa que no se trata de traer nuevos sujetos al proceso como
demandados para evitar los efectos de la cosa juzgada, circunstancia esta que la Sala ha
considerado improcedente en diversas resoluciones (SSTS de 26 de mayo y 8 de julio de 2004, de
19 de abril de 2006 y de 31 de enero de 2007).
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