respuestas a nuevas incertidumbres

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sociedad
“Sectas” y movimientos alternativos:
Respuestas a nuevas
incertidumbres
¿Cómo se produce el ingreso de personas a
estas agrupaciones? El desencanto con la vida
promueve la integración a nuevas opciones, en
busca de una nueva identidad.
Espacios educativos y formativos como la escuela y la universidad resultan fundamentales para
que las personas valoren el rol de “lo religioso”
en tanto instancia de conocimiento y respeto
hacia quien piensa distinto.
Luis Bahamondes González
Doctor en Ciencias de las Religiones
CISOC, U. Alberto Hurtado
L
os acontecimientos pasados vinculados al episodio de la
muerte de un recién nacido, en lo que se ha denominado
la “secta de Colliguay”, vuelven a reabrir un viejo debate.
¿Posee una carga valórica el concepto de “secta”? ¿Existe un
tratamiento correcto por parte de la sociedad, y específicamente
de los medios de comunicación, hacia este tipo de movimientos?
La discusión sobre el fenómeno de las sectas es de larga
data. Importantes investigadores1 han debatido acerca de este
término, que históricamente ha sido utilizado de manera prejuiciosa como sinónimo de agrupación pagana, peligrosa o
delictual. Sin embargo, etimológicamente el vocablo “secta”
posee la raíz latina secare/sectare, entendida esta como “cortar”, “separar”, “trozar” o “desgajar”, la que se emparentó con
la terminología griega hairesis, de donde nace el concepto de
herejía. Esta relación es fundamental para comprender el tratamiento negativo que reciben habitualmente los miembros
que se apartan del tronco religioso-histórico y que es, a su vez,
reinterpretado libremente por el resto de la sociedad. Otra variante en la raíz de secta es sequor-sequi, secutus/secuta,2 la
que haría referencia a “seguimiento” y se relacionaría con la
idea de seguir a un líder.
Si bien en su raíz latina secare/sectare, solo nos habla de
separarse o apartarse de algo, las interpretaciones tendieron en
el tiempo a cargar negativamente el concepto, al punto de que
Ernst Troeltsch, Max Weber, Bryan Wilson, entre muchos otros.
Guerra Gómez, Manuel: Diccionario enciclopédico de las sectas. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1998.
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en la actualidad resulta discutible que lo sigan empleando las
investigaciones en ciencias sociales. Es por ello que consideramos la denominación Nuevos Movimientos Religiosos (NMRs),
como un intento pluralista y respetuoso para tratar agrupaciones que se encuentran al margen de lo socialmente reconocido.
Considerando la diversidad de cultos y tradiciones religiosas,
Champion3, postula la idea de una “nebulosa místico-esotérica”
en la sociedad contemporánea, que comprende tanto a nuevas
corrientes religiosas como a diversas prácticas con raíces ancestrales. Esta “nebulosa” posee, de acuerdo a esta autora,
siete características fundamentales. Entre ellas, destaca “lo
experimental”, que alude a que cada individuo a través de sus
vivencias y experiencias debe ser capaz de distinguir y elegir
las opciones correctas para mejorar su vida, en lo cual el “hacer
y practicar” es parte del aprendizaje espiritual. La adscripción
a un grupo determinado puede llevar a “la transformación de
uno mismo”, pues la persona puede ser seducida por una “ética
del amor” que asegura un comportamiento moralista y justo,
pudiendo ser liderado por un sujeto “carismático”, capaz de
ofrecer métodos para alcanzar la “salvación” soñada, promoviendo una “concepción monista del mundo”.
El caso de la “secta de Colliguay” trae a la memoria otros
casos, como los de las “secta de Pirque”, “secta de Santa Ana”,
“secta del Profeta de Peñalolén”, “secta del Profeta de Pelequén”, etc., ocurridos en el país y con gran repercusión mediática. No obstante, la representación de estos episodios en los
medios periodísticos, así como la que se refleja en las declaraciones de autoridades y líderes de opinión, ha estado marcada
por elementos sensacionalistas y de alarma pública, extendiendo muchas veces los calificativos negativos a otras agrupaciones religiosas minoritarias presentes en el país.
Bajo este escenario, cabe preguntarse: ¿cómo se produce el
ingreso de personas a este tipo de agrupaciones? Podríamos
establecer una secuencia tentativa. Primero, el desencanto y
la desilusión de la vida llevarían a diversos individuos a buscar
sentido en instituciones convencionales. Luego, esta búsqueda se extiende a otras alternativas, que incluyen agrupaciones
religiosas o pseudoreligiosas. Una vez al interior de estas, las
personas reconocen sus propias debilidades y carencias, y gracias a diversos espacios de socialización comienzan a fortalecer paulatinamente su autoestima. Se generan de ese modo
arraigo con la agrupación, identificación y compromiso total
con la comunidad y su líder y, finalmente, conformación de una
nueva identidad.
DIVERSIDAD RELIGIOSA, PLURALISMO Y TOLERANCIA
La sociedad chilena ha pasado lentamente de un catolicismo predominante a un escenario de diversidad de creencias.
Este cambio es visible no solo en el ámbito institucional con el
aumento progresivo de las iglesias protestantes y evangélicas,
sino también por el mayor número de las denominadas religiones o prácticas religiosas alternativas (esoterismo, umbanda,
cienciología, etc.). Sin embargo, en Chile, país formalmente católico, todavía resultan extrañas aquellas agrupaciones religiosas ajenas a la tradición cristiana. Los NMRs suelen ser mirados con desconfianza, lo que es alimentado por el recurrente
imaginario que tiende a ligar sectas y satanismo.
De acuerdo a nuestras notas de campo, en ciertas personas resulta prácticamente automática esta asociación. Es una
imagen en gran medida motivada por el impacto mediático
de reportajes de televisión o medios periodísticos que suelen
identificar a este tipo de entidades como peligrosas, diabólicas, contrarias al cristianismo y, por ende, separatistas del
“camino del bien”. Es así como progresivamente los términos
secta y satanismo comenzaron a acercarse, según la perspectiva de algunos. Como consecuencia de este modo de pensar,
Mientras algunas nuevas agrupaciones religiosas
son minoritarias en Chile, en su lugar de origen ellas
cuentan con miles de seguidores. Otras que han sido
cuestionadas en Europa, en nuestro país ostentan
incluso el carácter de organismo consultor en la OEA.
agrupaciones religiosas y prácticas rituales deben cargar con
la desconfianza que genera lo desconocido, lejano, extraño y,
por lo tanto, cuestionable.
Pese a lo anterior, en los últimos años hemos presenciado
una suerte de boom en beneficio de aquello distinto a las religiones y prácticas tradicionales.
El escenario religioso ha cambiado en el Chile de los últimos treinta años. La modernidad tardía —o posmodernidad—
ha instalado la idea de que se debe garantizar la diversidad
en distintos niveles como manera de asegurar la presencia de
quienes han sido postergados, olvidados o silenciados. Es un
escenario propicio para la expresión de lo diverso en las manifestaciones políticas, culturales, feministas, étnicas, ambientalistas, urbanas o religiosas. Es un desencanto que provoca
no solo formas alternativas de asociatividad, sino que también
motiva una búsqueda constante de respuestas donde lo religioso está involucrado.
Junto con esto, hay que tener presente que los jóvenes ya
no valoran los cánones morales impuestos, pues les resultan
lejanos y propios de un sistema tradicional que sienten que no
los representa. La desconfianza comienza a ganar terreno y la
búsqueda personal es el antídoto a la imposición institucional.
En este contexto los NMRs no solo surgen como agrupaciones
alternativas que otorgan sentido al diario vivir, sino que también como generadoras de espacios que intentan combatir la
desilusión y la tristeza propias de una sociedad de consumo e
individualista; provocan alegrías y esperanzas frente a un futuro en constante construcción y en el que sus miembros, por
lo demás, se consideran motores de cambio social. Hoy estas
agrupaciones, según Clarke4, ya no se presentarían como una
Champion, Françoise. “Lo religioso flotante, eclecticismo y sincretismos”. En Delumeau, Jean. (Dir.) El hecho religioso: Enciclopedia de las grandes religiones. Madrid, Alianza, 1995.
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La presencia de actos delictuales ha ido moldeando
el imaginario social. Es un ejercicio sumamente
peligroso, pues el germen de la intolerancia comienza
a anidarse en la sociedad.
oposición a las Iglesias dominantes o a la sociedad en general
(característica prototípica que se les atribuía a las “sectas”).
Tendrían más bien una disposición inclusiva, actuando como
alternativas a las religiones ya establecidas.
La diversidad de los NMRs y su capacidad de adaptación
en contextos culturales disimiles ha generado reacciones contradictorias. Mientras algunas de estas agrupaciones son minoritarias en Chile —como los Hare Krishna—, en su lugar de
origen cuentan con miles de seguidores. Otras que han sido
cuestionadas en Europa —Nueva Acrópolis—, en nuestro país
cuentan con reconocimiento jurídico y ostentan el carácter de
organismo consultor en materia educacional de la OEA.
Según Dawson5, estos NMRs buscan readaptar a un nuevo
contexto tradiciones ya instituidas. Sus prácticas proselitistas,
litúrgicas, de financiamiento y su estética se desenvolverían en
un escenario donde cobra valor el pragmatismo. En muchos casos, tienden a ser comparables con el sistema organizacional
de una empresa.
NUEVAS COMUNIDADES DE SENTIDO
El modelo de vida ascética se bate en retirada en la era posmoderna y ha cobrado suma importancia la satisfacción pronta
de las necesidades6. Se persigue inmediatez, alivio y disfrute al
instante. En este escenario debiesen multiplicarse alternativas
religiosas: la búsqueda permanente resulta una constante para
sujetos ávidos de nuevas experiencias y sensaciones, que el
mercado religioso debe proveer. Françoise Champion7 ha hablado de “religiones a la carta” al describir la actual capacidad
de los individuos para elegir la expresión que más les acomode
o bien para crear su propia vía alternativa, fusionando elementos de otras creencias o generando un sistema religioso nuevo
que responda a sus necesidades. La búsqueda de la felicidad
en tiempos de crisis fortalece la exploración incesante. Ante
esta realidad han proliferado en los últimos tiempos lo que
Champion denomina “religiosidades paralelas”, entendidas en
el contexto occidental como “todas las religiones no cristianas, los diversos esoterismos y todas las creencias y prácticas pararreligiosas antiguas (videncia, por ejemplo) o nuevas
(meditación, por ejemplo)”8. En este contexto, Parker9 sostiene que, los sujetos no solo están mezclando religiones en los
tiempos actuales, sino que más bien reinventando sus propias
expresiones y formas religiosas. Estas nuevas “comunidades de
sentido” se enmarcan en un ambiente de pluralismo religioso
reforzado con el retorno a la democracia en 1990 y que, en el
plano jurídico, encontró respuesta en 1999 al promulgarse la
Ley N° 19638. Tal norma regula la constitución jurídica de las
iglesias y organizaciones religiosas, y reconoce derechos a las
personas naturales en el ejercicio de su libertad de creencia y
a las entidades en el de organizarse internamente en pro de la
consecución de sus fines10.
EL VALOR DE LO RELIGIOSO
La diversidad religiosa presente en nuestro país ha traído
consigo mayor amplitud en la oferta de alternativas, pero también frecuentes interrogantes frente a aquellas manifestaciones, agrupaciones o fenómenos religiosos que escapan a la
“religión hereditaria” y que muchas veces son vistas con desconfianza por la mayoría. La ocurrencia de algunos actos delictuales cometidos por algún integrante de estos movimientos
ha ido moldeando el imaginario social referente a agrupaciones religiosas minoritarias. Se han generado así tópicos comunes que los medios de prensa emplean constantemente, como
vínculos con lo demoníaco, enriquecimientos ilícitos, pérdida
de libertad, lavado de cerebro, castigos físicos y psicológicos,
práctica de extraños rituales, etc. Estos elementos son usados
por la prensa para caracterizar a diversas agrupaciones y tipificarlas de “sectas”. Tal ejercicio resulta sumamente peligroso,
pues con ello el germen de la intolerancia comienza a anidarse en la sociedad y las respuestas pueden ser insospechadas.
Basta recordar las persecuciones que han debido enfrentar diversas agrupaciones religiosas en el mundo (judías, cristianas,
musulmanas, hindúes, etc.) por el solo hecho de cargar con el
estigma de ser peligrosas o destructivas. Pero en un Estado de
derecho son los tribunales de justicia los encargados de calificar
y sancionar los actos delictuales, no debiendo existir espacio a
una estigmatización injustificada ni a la difusión de prejuicios
sobre las entidades a las que pertenecen quienes los cometen.
Clarke, Peter B. (ed.): Encyclopedia of New Religious Movements. New York, Routledge, 2006.
Dawson, Lorne L.: Anti-modernism, modernism, and postmodernism: struggling with the cultural significance of new religious movements. Sociology of Religion, 59 (2), 1998.
6Una aproximación interesante a este tema hace la socióloga María Angélica Thumala en su libro Riqueza y piedad. El catolicismo de la elite económica chilena. Santiago de Chile, Random
House Mondadori S.A., 2007.
7Champion, Françoise: “Lo religioso flotante, eclecticismo y sincretismos”. En Delameau, Jean. (Dir.): El hecho religioso: Enciclopedia de las grandes religiones. Madrid, Alianza, 1995.
8Champion, Françoise, op. cit., p. 717.
9Parker, Cristián: “Mentalidad religiosa post-ilustrada: Creencias y esoterismo en una sociedad en mutación cultural”. En: Alonso, Aurelio (comp.): América Latina y el Caribe. Territorios
religiosos y desafíos para el diálogo. Buenos Aires, CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, febrero de 2008.
10Su Artículo 6 enumera una serie de derechos de las personas, como profesar y manifestar la creencia religiosa que libremente elijan o abstenerse de elegir alguna; practicar en público o
privado, tanto individual como colectivamente su creencia religiosa; recibir asistencia religiosa dondequiera que se encuentre y recibir e impartir enseñanza e información religiosa por
cualquier medio. Se reconoce a los padres el derecho de elegir para los hijos que tengan bajo su cuidado la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
Lo propio hace el Artículo 7 de la misma ley, pero respecto de los derechos de las “entidades religiosas”, a las cuales se les atribuye no solo la facultad de ejercer libremente su creencia y
de difundirla, sino que también se les otorga la facultad de “establecer su propia organización interna y jerarquía; capacitar, nombrar, elegir y designar en cargos y jerarquías a las personas
que correspondan, y determinar sus denominaciones”.
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El respeto a la dignidad humana implica la aceptación de la
diversidad, la tolerancia, el respeto y el derecho a la participación, todo lo cual constituye la columna vertebral de las prácticas democráticas, cuyo sustento jurídico lo constituyen los
Derechos Humanos. Recordamos que el Artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos señala: “Toda persona
tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión
o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su
creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en
privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.
EL ROL DE LOS ESPACIOS FORMATIVOS
En un escenario como el de la sociedad actual, donde la desconfianza y los miedos parecen invadirnos, espacios educativos
y formativos como la escuela y la universidad resultan fundamentales para que las personas valoren el rol de “lo religioso”
en tanto instancia de conocimiento y respeto hacia quien piensa
distinto. Tales espacios debieran ser también, por supuesto, un
escenario privilegiado para un adecuado discernimiento acerca
de lo que atenta contra la integridad del ser humano.
La dramática noticia de la “secta de Colliguay” nos lleva a
reflexionar acerca del rol de los derechos humanos y el papel
que estos juegan como valor ético-moral entre nosotros. Nos
encontramos frente a una sociedad diversa, que se desenvuelve en un contexto de globalización y posmodernidad donde la
información mediatizada provoca efectos duales. Si consideramos los medios educativos como un lugar de socialización
privilegiado, resultan interesantes los conflictos y desafíos
que significa que estos deban desenvolverse en un área bombardeada por estímulos visuales (televisión, Internet, etc.). Se
trata, es cierto, de variables mediáticas que en muchos casos
fomentan el individualismo y el consumo, y segregan y discriminan, ya sea por género, condición étnica, religión o situación
socioeconómica. Pero, por otro lado, al liberalizarse el acceso
a la información y derribarse las fronteras espacio temporales,
Lo que se persigue hoy es la inmediatez, el alivio y
el disfrute al instante. Bajo este escenario, pueden
multiplicarse alternativas religiosas que respondan a
aquella premisa.
son realidades que han logrado favorecer que se configuren
nuevos tipos de identidades.
Son los espacios religiosos nacientes que no se encuentran
regulados y se desenvuelven al margen de lo permitido, los que
se han transformado en escenarios atractivos para los jóvenes
y que, en algunos casos, han terminado con el aislamiento de
sus familias y de su entorno más cercano. Existe una búsqueda
constante donde el compañerismo, la idea de reconocimiento
social, la participación o el afecto, entre muchos otros, suelen
ser elementos atractivos y detonantes en el ingreso de individuos a diferentes tipos de agrupaciones (tribus urbanas, pandillas, agrupaciones religiosas, etc.).
Una adecuada integración en estos casos requiere de esfuerzos de diálogo y convivencia, y la red familiar y los ámbitos educativos deben transformarse en vías de socialización e
información válidas ante la inquietud de individuos deseosos
de nuevas experiencias. MSJ
el vaticano estudia nuevos movimientos religiosos
Una Consulta sobre los Nuevos Movimientos Religiosos se realizó a mediados
de mayo pasado en la Casa Santa Marta
del Vaticano, organizada por el Consejo
Pontificio para el Diálogo Interreligioso.
En la sesión participaron cuarenta representantes de varios dicasterios vaticanos, universidades pontificias, la Conferencia Episcopal Italiana y el Vicariato
de Roma. El mencionado Consejo Pontificio se ocupa desde hace algún tiempo
de este tema junto con la Congregación
para la Evangelización de los Pueblos y
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los consejos pontificios para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y de
la Cultura. Desde 1986, año en que fue
publicado el breve informe provisional titulado “El fenómeno de las sectas y nuevos movimientos religiosos, desafío pastoral”, fruto de un cuestionario enviado
dos años antes a las conferencias episcopales, los dicasterios mencionados
han proseguido el trabajo de reflexión.
Se publicó una antología de textos
de la Iglesia católica sobre Nuevos Movimientos Religiosos con el título Sectas
y nuevos movimientos religiosos: textos
de la Iglesia católica (1986-1994).
En la reciente reunión en el Vaticano —encabezada por el cardenal JeanLouis Tauran, presidente del Consejo
Pontificio para el Diálogo Interreligioso— se trataron diversos temas teniendo como referencia la realidad de los
Nuevos Movimientos Religiosos. Entre
muchos otros, la Nueva Evangelización,
la relación entre católicos y pentecostales, y el fenómeno de las entidades
New Age.
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