La charla que unió a Lionel Richie y Kevin Spacey

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LATERCERA Jueves 25 de febrero de 2016
Sociedad
Espectáculos
Viña 2016
La charla que unió a Lionel
Richie y Kevin Spacey
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[ EVENTO ] La figura que abre la jornada de hoy contó algunos
de sus secretos personales en un íntimo encuentro con el
actor a principios de mes, en la antesala de su reconocimiento
estelar en los Grammy. Por Claudio Vergara, desde Los Angeles
COLUMNA
Las Reinas:
el verdadero
show
Por Alvaro Bisama
V
RR El cantante con Spacey y el presidente de los Grammy en el reconocimiento de la cita. FOTO: AFP
L
IONEL Richie intentando rapear. Lionel
Richie imitando los
modos relamidos de
su amigo Michael
Jackson. Lionel Richie emocionado al
rememorar la primera vez que enfrentó el racismo. Toda una rutina
que el artista reservó para el anfitrión más apropiado: el Presidente
de la República.
O al menos el de la ficción. El pasado miércoles 10, el actor Kevin
Spacey, célebre por representar al
mandatario Frank Underwood en
la serie House of cards, encabezó
una extensa conversación con el
cantante, ante una exclusiva audiencia de 500 personas y que funcionó como previa a la ceremonia de
los Grammy, donde fue galardonado como la Personalidad del año.
Es el estatus fulgurante con que el
originario de Alabama abrirá esta
noche el Festival de Viña: pocas
veces un astro de tanto protagonismo en la fiesta más importante de
la música tiene como parada siguiente los cerros y los caminos
arenosos que conducen a la Quinta. “Pero yo armé una carrera durante más de 40 años no para ser famoso: el verdadero sentido de la
fama está en ayudar a los necesitados, en algún momento fui uno de
ellos”, soltó Richie en el inicio de la
charla, al referirse al otro propósito del evento: todo lo recaudado
en entradas, cuyos precios iban de
US$1.500 a US$8.500, iba a la fundación benéfica MusicCares.
A partir de ahí, el hombre de Hello miró en reversa a su niñez. “Con-
Richie también se
presentará este sábado 27
en Movistar Arena.
Entradas en Puntoticket.
sideré seriamente convertirme en
sacerdote. Era el futuro que muchos
niños negros veíamos por esos
años. Pero luego pensé que mejor
no. Tenía a la música en mi mente.
Mi abuela, que vivió hasta los 102
años y era pianista clásica, hizo
todo lo posible por enseñarme, pero
yo nunca aprendí a leer ni una sola
partitura. Una vez me retó y preferí decirle: ‘Abuela, Marvin Gaye y
Stevie Wonder se graduaron en la
universidad de Motown y en la de
la vida. Yo no necesito esto’”.
Luego, el artista, según relataba –
siempre con su estampa increíblemente juvenil pese a sus 66 años-,
se fascinó con la popularidad que
vino con The Commodores. “No
podía creer que había gente que
gritara por ti. Admiré por años a
Lennon y McCartney, siempre cantaba en la ducha sus canciones, y
ahora me topaba con algo parecido”. En esa vorágine, el buque insignia fue la canción Easy –que de
seguro incluirá hoy-, cuya primera línea (“Easy like sunday morning”) la hizo pensando “en esos
pueblos donde yo crecí y donde no
existe la resaca: todo muere el día
sábado a las 10 de la noche, por lo
que el domingo por la mañana es
muy fácil”.
En ese momento, el foco gira a
Spacey. El actor revela que su sue-
ño es imitar a presentadores como
el clásico Johnny Carson, cambia el
tono de voz y le pregunta a su contertulio por qué eligió ser baladista y no rapero. “¿Tú me ves a mí rapeando?”, contrapregunta Richie.
Para recalcar aún más la carencia de
dotes en el arte de rimar, se para de
su silla, mueve los brazos a la usanza de un pandillero en plena esquina e imita la voz fanfarrona de
algún jerarca del hip hop: está claro que lo suyo es el romanticismo.
El público ríe, pero también cambia de actitud cuando el intérprete, con los ojos al borde de las lágrimas, detalla su primer cara a cara
con el racismo. “Cuando tenía nueve años, me acerqué a tomar agua
en una fuente que decía ‘sólo para
blancos’. Había unos chicos que
nos empezaron a insultar y mi padre decidió salir corriendo. Años
después, lo encaré: ‘¿por qué no
hiciste nada, por qué no peleaste
con ellos?’. Ahí él me respondió:
‘porque si los hubiese atacado, ellos
me habrían matado. Y entre ser un
hombre y ser tu padre, yo quería seguir siendo tu padre’ ”.
Para que el encuentro no extraviara su intensidad, el protagonista
central desenfundó un puñado de
historias notables: contó que cuando compuso We are the world en la
casa de Michael Jackson, fue atacado por la pitón y el perro del propio
Jacko; y cuando los Commodores
telonearon a The Wailers en 1980 en
Nueva York, Bob Marley lo invitó al
mayor cigarrillo de marihuana que
ha visto en su vida. “Nunca me
acuerdo si tocamos o no en ese
show”, remata entre carcajadas.b
amos a tratar de entenderlo porque no tiene
mucho sentido. O quizás
sí. Una de las tradiciones
del Festival de Viña es elegir una
reina. Viene de 1984. Quienes votan son los periodistas de espectáculos. La reina antes podía salir
de cualquier parte. Ahora solo
puede ser propuesta por los canales, parece. Se trata de un peculiar rito de paso. La candidatas
hacen obras sociales, practican
deportes en la playa y se exhiben
en traje de baño. La que gana se
lanza a la piscina del Hotel
O’Higgins cuando es coronada.
Se tira un piquero y luego emerge
desde el fondo del agua para ser
grabada y fotografiada por decenas de medios. La semidesnudez
de la ganadora es una obligación.
La reina recibe un premio en joyas. Todas las elecciones parecen
una locura y un despropósito
aunque muchas veces son el mejor show del Festival. Tienen su
drama: son guerras sangrientas,
las víctimas quedan heridas en el
ego. Cada elección está llena de
imágenes y momentos imborrables, como la del concejal RN Andrés Celis paseándose con la modelo Luciana Salazar y contestando llamados de S.Q.P. por
cualquier cosa. Salazar fue elegida reina y, cómo no, se desnudó
en la piscina. O la de la argentina
Rocío Marengo, que le ofreció entradas a La movida del Festival a
unos niños para se metieran al
agua mientras coronaban a Tonka Tomicic. O la de Daniella Chávez, a la que La Red le quitó el
apoyo por haber hecho un show
sexual con un oso de peluche. O
la de Francisco Saavedra, un experto en hacer ganar a sus candidatas que tras el año pasado,
abandonó la competencia, exhausto. Saavedra se pasó el 2015
recordando donde pudiera su
condición de exitoso pero retirado generalísimo de las ganadoras.
Por supuesto, hay más. Quizás el
Festival es esto. La música no importa. Las polémicas extrañas, intensas y delirantes sí. Los televidentes no pueden distinguir mucho, todo parece exagerado. Es la
Me imagino que las
polémicas seguirán: la
elección de la Reina del
Festival es una teleserie
en tiempo real.
necesidad de acaparar el drama,
de darle a este show la profundidad de una tragedia. Este año no
es la excepción: el centro es la pelea entre Vanessa Borghi y Nicole
Moreno, “Luli”. Moreno va por
Canal 13. Borghi por Mega. Moreno le robó la alfombra roja a
Borghi. La gente pifió a Borghi.
Borghi le ocupó el camarín a Moreno. Moreno jugó mal a las paletas. Borghi se sintió por la persecución sufrida. Apareció una tercera candidata, Giselle Gómez.
Las candidatas cocinaron. El plato era risotto de mote. Fue en el
Hotel O’Higgins, no podía ser en
otra parte. El generalísmo de
Borghi es Karol Dance, quien se
llama así en homenaje a Juan Pablo II. El generalísimo de Moreno
es Juan Pablo Queraltó, quien fue
uno de los mejores partner que
tuvo Felipe Avello. No sé si Giselle
Gómez tenga generalísimo. Gómez es panelista de Toc Show, el
programa de trasnoche de Juan
Carlos Valdivia en UCV. Tanto el
canal y el programa negaron tener relación alguna con ella. No
sé cómo sigue el asunto. Hay un
partido de fúbol, creo. Me imagino que las polémicas seguirán; la
elección de la Reina del Festival
es una teleserie en tiempo real. El
relato siempre está a punto de
quebrarse pero en realidad se dobla. O solo se infla. Marca el fin de
febrero, el último suspiro de banalidad antes de que marzo caiga
encima. Por el momento todo
está hecho de murmullos. Ninguno tiene mucha importancia pero
esos murmullos son la magia de
Viña, quizás. Esa magia es viscosa
y divertida al ser una comedia
cruel hecha de escándalos y datos
inútiles, de la explosión de vidas
que se queman a lo lejos para arder como celebridades.
Escritor y crítico de TV
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