Confirman que la preparacion intelectual retrasa el Alzheimer

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Confirman que la preparación intelectual retrasa el
Alzheimer
Los enfermos con más años de estudio mantienen sus habilidades cognitivas
Un equipo de investigadores de Estados Unidos ha constatado que la preparación
intelectual retrasa la aparición de los síntomas del Alzheimer, en personas que
presentan daños cerebrales relacionados con esta enfermedad, como las llamadas
placas amiloides. Un estudio llevado a cabo durante cinco años con pacientes con
Alzheimer, dementes o no, reveló que aquellas personas que habían pasado más
años estudiando conservaban sus habilidades cognitivas, a pesar de sufrir las
alteraciones cerebrales relacionadas con esta enfermedad. Según los científicos,
los resultados de la investigación suponen la constatación de la existencia de la
llamada “reserva cognitiva”, una cualidad que aumentaría la flexibilidad del
cerebro ante un daño neuropatológico. Por Yaiza Martínez.
Científicos del Centro de Investigación del Alzheimer de la Washington University School of
Medicine en Saint Louis (Estados Unidos) han constatado que la preparación intelectual retrasa
la aparición de los síntomas del Alzheimer, en personas que presentan daños cerebrales
relacionados con esta enfermedad.
Esta constatación apuntala la teoría de que la llamada “reserva cognitiva” resultaría para el
cerebro como la preparación física para el resto del organismo: una importante ayuda a la hora de
afrontar cualquier problema que se presente.
Los especialistas denominan “reserva cognitiva” a la mejora de las habilidades en el
pensamiento, la capacidad de aprendizaje y la memoria, resultante del uso constante del cerebro.
Se cree que dicha “reserva” aumenta además la flexibilidad del cerebro ante un daño
neuropatológico.
Años de estudio
Según publica la Washington University School of Medicine en un comunicado, los
investigadores descubrieron que algunos de los participantes en el estudio, en cuyos cerebros
aparecían unas placas que han sido relacionadas con la enfermedad del Alzheimer, puntuaron
más alto que otros en la misma situación, en los tests realizados para medir las habilidades
cognitivas.
Los participantes con puntuaciones más altas fueron los que habían pasado más tiempo de su
vida estudiando, señalan los científicos.
Según la directora de la investigación, la neuróloga Catherine Roe, la buena noticia de este
descubrimiento es que “una educación más avanzada podría permitir a la gente hospedar las
llamadas placas amiloides y otras patologías cerebrales relacionadas con el Alzheimer sin llegar
a experimentar el declive de sus habilidades cognitivas”.
Las placas amiloides están compuestas por una proteína conocida como beta-amiloide que el
cerebro de todos los humanos produce, aunque de manera limitada. En pacientes con Alzheimer,
sin embargo, el equilibrio en la producción de esta proteína está alterado, lo que lleva a su
acumulación.
Tomografía por emisión de positrones
Actualmente, los diagnósticos completamente concluyentes de la enfermedad del Alzheimer sólo
se pueden hacer a través de exámenes cerebrales post-mortem. En vida, los especialistas
diagnostican la enfermedad gracias a una técnica denominada tomografía por emisión de
positrones (TEP).
La TEP es una técnica no invasiva con la que se puede medir la actividad metabólica de los
diferentes tejidos del cuerpo humano. Está basada en detectar y analizar la distribución que
adopta en el interior del cuerpo un trazador o radioisótopo (variante de un elemento cuya energía
puede detectarse), administrado a través de una inyección.
El trazador utilizado por los científicos en este caso fue el compuesto Pittsburg B (PiB), capaz de
revelar la presencia de las placas amiloides, cuya aparición supone un cambio en el cerebro que
numerosos neurólogos han relacionado con el desarrollo del Alzheimer.
Según explican los investigadores en un artículo aparecido en la revista Archives of Neurology,
las mediciones se realizaron en pacientes que fueron evaluados entre agosto de 2003 y enero de
2008, en el mismo Centro de Investigación del Alzheimer.
Roe señala que la técnica aplicada había sido utilizada anteriormente para analizar a enfermos de
Alzheimer con demencia ya presentada, y sus niveles educativos. Pero el presente estudio es el
primero en incluir tanto a enfermos de Alzheimer con demencia como a personas con las placas
amiloides, pero sin demencia.
Placas y alta puntuación
Además de escanear los cerebros de los participantes utilizando el PiB y de someter a éstos a
tests para evaluar sus habilidades cognitivas, a los pacientes también se les clasificó según su
experiencia educativa: nivel de enseñanza secundaria o menor, el nivel de experiencia
universitaria o graduado escolar.
Tal y como esperaban los científicos, aquellos participantes cuyos cerebros mostraban pocas
evidencias de placas amiloides puntuaron más alto en los tests. Pero, entre la mayoría de los
participantes con altos niveles de placas amiloides en el cerebro, puntuaron más bajo en éstos
aquéllos que tenían poco nivel de estudios, mientras que los que habían estudiado más a lo largo
de su vida puntuaron más alto.
A pesar de presentar claras muestras fisiológicas de que el Alzheimer estaba ya arrasando sus
cerebros, en este subgrupo las habilidades cognitivas no habían comenzado a ser minadas.
En próximos estudios, Roe y sus compañeros de investigación analizarán otros posibles
aumentadores de la reserva cognitiva, como los hobbies, las actividades sociales e intelectuales o
los desafíos mentales derivados de los deberes profesionales.
Reserva cognitiva y demencia
El estudio de Roe es similar al realizado por científicos del Albert Einstein College of Medicine
de Nueva York, cuyos resultados aparecieron publicados en la revista Neurology a finales de
2007.
En dicho estudio, los científicos descubrieron que la gente con más años de educación
experimentaban un inicio más tardío de la pérdida de memoria asociada, en este caso, con la
demencia.
Sin embargo, una vez iniciado el deterioro de la memoria, el declive era más rápido para los más
estudiosos, en comparación con los enfermos que habían estudiado durante menos años en su
vida.
En concreto, los investigadores descubrieron que una persona con una educación formal de
alrededor de 16 años experimentaba una tasa de pérdida de memoria un 50% más rápida, en
comparación con personas que sólo habían estado estudiando durante cuatro años.
Esta investigación se llevó a cabo con 488 personas, 117 de las cuales presentaban demencia,
que es la perdida progresiva de las funciones cognitivas, debido a daños o desórdenes cerebrales
no atribuibles al envejecimiento normal. Esta alteración cognitiva diversos déficits cognitivos,
pero afecta particularmente a la memoria, el lenguaje y la atención.
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