las misiones culturales ambulantes

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S~ndero s
LAS MISIONES CULTURALES AMBULANTES
Desde el año de 1930 hemos venido tratando de for mar ambiente propicio a la idea de organizar unas mi5iones culturales ambulantes, compuestas de cine sonoro, libros para préstamos y cartil!as para obsequios
a los campesinos. Hemos dicho que ellas deben ir de
preferencia a las aldeas más abandonadas, y que, para complementarlas, debería el p,"obierno instalar una
radiodifusora de propiedad de la Biblioteca Nacional,
desde donde se trasmitan a los pueblos buena música
y conferencias educativas.
Durante algunos meses, esta última parte del programa se estuvo cumpliendo, con excelente5 resultados, por medio de la H J N. Y en cuanto al cine, debemos informar al público que ya tenemos en nuestro poder los primeros cuatro aparatos y las primeras películas.
Resulta, pues, de extraordinario interés, sobre todo
para quienes nos han tacha<j.o de ilusos, saber que en
paises europeos se está llevando a cabo hoy la misma
idea que en Colombia se propuso hace ya tres afios y
va en vía de realizarse también. Léase el articulo que
reproducimos a continuación, tomado de la revista
"Cinema Educativo", de Roma, entrega correspondiente a julio de 1930.
Si el articulo que hoy damos a la luz se hubiera
publicado en a.lguna entrega anterior a 1930, las personas que nos han oído disertar en diversas oportunidades sobre las proyectadas misiones ambulantes
podrían pensar que nos habíamos limitado a repetir
ideas tan semejantes que casi parecen redactadas en
las mismas palabras. Marcamos esta curiosa coincidencia tan sólo para que se vea que no íbamos descaminados al abogar por el establecimiento de las
misiones colombianas.
Las Misiones Pedagógicas se organizaron
por Decreto de 29 de mayo de 1931. Hé aquí
el preámbulo de la disposición oficial, de noble
desinterés :
"El Ministro que suscribe estima necesario
y urgente ensayar nuevos procedimientos de
influencia educativa en el pueblo, acercándose
a él y al Magisterio primario, no sólo con la
prescripción de la letra impresa, sino con la
palabra y el espíritu que la anima y realiza la
comunión de ideas y de aspiraciones.
"Se trata de llevar a las gentes, con preferencia a las que habitan en localidades rurales,
el aliento del progreso y los medios de participar en él, en sus estímulos morales y en los
ejemplos del avance universal, de modo que los
pueblos todos de España, aun los apartados,
participen en las ventajas y goces nobles reservados hoy a los centros urbanos."
El ilustre pedagogo don Manuel B. Cossío,
alma del Decreto, es el presidente del Patronato que dirige las Misiones Pedagógicas. TaIl\bién damos a continuación copia de las palabras del señor Cossío, con las cuales se inaugura la primera misión, celebrada en Ayllón
(Segovia) :
"Somos una escuela ambulante que quiere
ir de pueblo en pueblo. Pero una escuela
donde no hay libros de m~trícula, donde
no hay que aprender con btgrimas, donde no
se pondrá a nadie de rodillas como en otro tiempo, donde no se necesita hacer novillos. Porque
el gobierno de la república que nos envía nos
ha dicho que vengamos ante todo a las aldeas,
a las más pobres, a las más escondidas, a las
más abandonadas, y que vengamos a enseñaros
algo; algo de lo que no sabéis por estar siempre tan solos y tan lejos de donde otros lo
aprenden, y porque nadie hasta ahora ha venido a enseñároslo; pero que vengamos también, y lo primero, a divertiros. Y nosotros
quisiéramos alegraros, divertiros casi tanto
como os alegran y divierten los cómicos y los
titiriteros.
"Esta escuela recreativa es para todos, chicos y grandes, hombres y mujeres; pero principalmente para los grandes, para los que se
pasan la vida en el trabajo, para los que nunca
fueron a la escuela y para los que no han vuelto a ella desde niños, lo cual constituye una
grave injusticia ya que los mozos y los viejos
de las ciudades, por modestos que sean, tienen
ocasiones fáciles de seguir aprendiendo toda la
vida y también divirtiéndose, porque están en
medio de otros hombres que saben más que
ellos, porque viven en sociedades de enseñanza,
porque todo lo tienen a mano, porque la instrucción y las diversiones se les entran por ojos
y oídos. Porque hasta los escaparates de las
tiendas se convierten allí en diversión y enseñanza. Y como de esto se hallan privadas las
aldeas, la república quiere hacer ahora una
prueba, un ensayo, a ver si es posible empezar,
al menos a deshacer semejante injusticia. Para
eso nos envía a hablar con vosotros y deciros
en estas reuniones, siempre con imágenes y
visiones que os sean gratas, que os diviertan,
aquello que quisiéramos que vosotros supiéseis
y que, incorporándose a vuestra inteligencia y
a vuestros corazones, os alegrará más la vida."
Primeras Misiones. Durante el primer año,
d trabajo voluntario de los misioneros-jamás
retribuídos-se ocupó de las provincias de Segovia, Guadalajara, Cáceres, Madrid, León, Asturias, Avila, Cuenca.!. Soda, Lérida, (Valle de
Aran), Huesca, Palencia, Burgos, Alava. Algunas misiones tuvieron que ir a lugares tan
apartados que obligaron al equipo ambulante
de maestros a utilizar el caballo, el burro o a
caminar a pie largas distancias.
.
~asta marzo de 193? no se h~ hecho la pri-
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mera misión marítima y ha sido a Cabo de Palos, provincia de Murcia, con la colaboración de
dos miembros directivos de la Universidad Popular de Cartagena (Murcia): Antonio Oliver
Belmas, fundador y secretario de la institución
y la que suscribe este trabajo, vocal y profesora de la Universidad Popular citada.
Material de las Misiones. Llevan éstas un
gramófono con discos de música popular entre
los que destacan los cantados por la Argentinita, artista folklorista española; música selecta de Bach, Haendel, Mozart, Beethoven, Schubert, Mendelshon, Weber, Chopin, Listz, Wagner, Bramhs, Strauss, Debussy, Mussorgsky,
Borodin, Korsakoff, Grieg, Ravel, Strawinsky,
Esplá, etc.
Libros bien escogidos con romances clásicos
y populares, letrillas, cuentos, poemas.
Un aparato de cine Kodak con diversos y
magníficos rollos de película educativa y recreativa.
Con este material y el espíritu de los m~s io­
neros se realiza todo el trabajo.
En los pueblos que más lo necesitan, se deja un gramófono con su colección de discos
escogidos y una Biblioteca. (Esto no es regular; depende del criterio del director de la misión, que ha de encontrar personas capacitadas
para continuar la labor iniciada por la misión).
Programas. El trabajo se reparte previamente entre los misioneros. Pero esto no da
resultados fijos. La gente que asiste a las sesiones tiene un pulso desconocido e irregular.
A veces, o casi siempre, hay que buscar el mf)tivo de las charlas en el mismo ambiente, en el
tono espiritual de los asistentes al acto. Y entonces, conseguidos el interés y la amenidad.
ya la atención está pendiente del gesto y de
la voz del que habla.
Se leen versos, prosas y se comentan sencillamente. Igual a mayores que a chicos.
Se pasan films de alegría y de enseñanza.
Por ejemplo, Charlot vagabundo-y sobre éste
queremos hacer una observación-La Princesa
Rana, Las islas Hawai, París, etc., como La extracción y aprovechamiento del cauchú y La
pesca de la ballena.
Se ponen discos de música durante la proyección del film y ~e cantos populares en los
entreactos.
Durante el día, pues las citadas sesiones tienen lugar desde las 7 de la tarde en adelante,
se visitan las escuelas, se tiran unos metros
de película con los niños y mayores del pueblo;
se entra a las casas, se habla con los vecinos en
tono amistoso de los asuntos locales; se cuentan cosas de la ciudad, se preguntan cosas del
campo.
y a los cuantos días-dos por lo regular en
cada pueb80-aoaba la misión pedagógica.
Examen de la utilidad que representa. Es muy
raro que vuelva la misión al pueblo que visitó
una vez. Así que la alegría y la instrucción fueron veloces. Si llegan Biblioteca y gramófono,
más aún se les ahonda la nostalgia a los visitados. Lo acertado sería constituír pequeños
grupos en cada provincia que ostentando la representación del Patronato Nacional de Misiones Pedagógicas, y provistos de material y con
sus gastos justificados a cargo del Patronato
repitieran las visitas y las sesiones cult~rales
tantas veces como hiciera falta a los pueblecillos más abandonados. Lo contrario, que es
el dejar el sabor de un mundo mejor para no
reiterarlo, es más bien proporcionar un nuevo
dolor a los humildes. Para dar alegría se han
creado las Misiones; por ello habrá que reformar ese aspecto parcial de su actuación rural,
tan celebrada y agradecida en todas partes.
El cinematógrafo. Ya hemos dicho que es
uno de los elementos, el principal, de las Misiones. Lo constituyen films de risa y de enseñanza.
El bien que, pedagógicamente, reporta el cinema hay que comprobarlo en estas sesiones
de la Misión Pedagógica. Se paSq la película y
uno de los misioneros va explicando breve y
oportunamente sus escenas, comparándolas al
mundo que conocen, los que miran con toda su
alma al ecran improvisado. (Suelen darse la~
sesiones en locales feíf!imos: cuadras, patios y
si hace buen tiempo ya es posible tender una
sábana y aprovechar el aire libre para la
sesión) .
Estos films, que en la población rural de España debían ser en su mayoría de agricultura,
tienen una enorme responsabilidad en las Misiones. El espíritu primario de los pueblerinos
se entrega al acto de ver con toda su energía.
Un mundo distinto-mares, cielos, bosques,
ciudades-se agita ante sus ojos. Se pueden
producir el desconsuelo y el optimismo; se puede hacer el daño inmenso de desapimar al hombre ignorante, de desplazarle de su mundo; o
se puede hacer la obra magnífica de animarle
a vivir, perfeccionando su existencia, adquiriendo cultura, conservando y acrecentando su
alegría de vivir.
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(El vagabundo de Charlot que es un film bello, documental interesantísimo de la obra del
genial Chaplin, tiene un peligro: el que en él
sale retratada con muy negras tintas una familia de gitanos que roba a una niña para explotar su trabajo en la tribu.
Esta película enciende en los niños, irreflexivos y vehementes, un desprecio y un odio -que
ellos creen de veras que merecen los gitanos . ..
de suerte que al peligro de presentar odiosa
una parte del género humano se suma la posibilidad de proyectar el film en lugares donde vivan gitanos, que quizá se sientan heridos -por
el desprecio del pueblo. No hay que olvidar jamás que se trata de instruír y de distraer a
gentes de cerebros y sensibilidades sin cultivar).
A los hombres del campo hay que enseñarles
films del mar, de la costa, de la vida de sus hermanos los obreros del mar. Y films que enseñen modernos procedimientos de riego, de
aprovechamiento de talo cual cultivo. E, igualmente, a la inversa, se procederá con los hombres de la costa.
La labor del cine educativo quedaría incompleta sin la explicación reflexiva del misionero;
no conviene deslumbrar enseñando a París o a
Nueva York: hay que mostrar los peligros y
las dificultades de la vida en esas grandes urbes. Ensalzar la hermosa y saludable quietud
del campo para no hacerlo odioso cuando los
ojos están repletos de velocidades distantes.
La obra habrá de ser esencialmente humana,
si se la quiere buena. Enseñar recreando, jamás entristeciendo. Que nunca se despierte el
desdén, el afán de abandonarlo, hacia el pueblo, la tierra que viera nacer a los que ahora
saben, por el fiTm, de otro mundo más perfecto.
De artes, de oficios: de éstas hay que llevar
muchas películas a los humildes. En naciones,
como España, donde el cinema que explota está
en manos de empresas particulares, es muy
difícil obtener la proyección constante de tales
films, que únicamente caben en la cinemateca
del Patronato de Misiones Pedagógicas. Pero
es indispensable recuperar el cinematógrafo de
las empresas; nacionalizarlo en lo que se refiere a enseñanza, y si se nos aprieta, hasta a
turismo.
Llevan, sin embargo, las misiones unos metros de película hermosísimos sobre la vida de
Salamanca, trajes, costumbres, etc. Y cuando
el Ministerio de que dependen preste toda su
atención al cinema educativo, i qué inmensa labor podrán desarrollar los misioneros pr0yectando films en el corazón de España!
Los misioneros. Con un elogio que no hacemos muy grande porque no se nos crea excesivamente entusiastas de nuestros compatriotas,
diré que es muy difícil encontrar gentes jóvenes tan dispuestas a trabajar y a sacrificarse
desinteresadamente, como las muchachas y
muchachos españoles. Entre los misioneros figuran también muchos profesores que apro·
vechan vacaciones o fiestas para incorporarse
al equipo ambulante de la Misión Pedagógica.
Los misioneros sólo llevan pagados viajes y
manutención. No perciben absolutamente ninguna retribución económica por el tiempo que
gastan en realizar su trabajo ni por las ropas
y el calzado que estropean.
Han de saber mecánica y electricidad para
hacer funcionar el cine y corregir los defectos
que encuentren en el material. Viajan abrumados por éste en condiciones de exagerada incomodidad.
¿ Cómo no creer en el espíritu abnegado, de
resignación, de los españoles?
Bien es verdad que el espíritu que anima al
Patronato de Misiones Pedagógicas quiere reclutar su personal entre los que sientan puramente la causa de la cultura.
De las misiones más duras hay un film impresionado a trozos por los mismos misioneros.
Brindamos a nuestros simpatizantes la idea de
pedir una copia de él al Patronato de Misiones,
cuyo infatigable secretario, don Luis A. Santullano no encontraría segruamente ninguna
dificultad que oponer. Este film puede dar a
~onocer el esfuerzo realizado por la república
para conducir al pueblo español por el camino
del conocimiento y del progreso.
Resumen. ¿ Es que no podrían constituírse
comités que, ayudados por el Comité del Cinema educativo, recorrieran pueblos de menor categoría proyectando films de enseñanza recreativa?
Para lograrlo debemos requerir la ayuda de
las empresas productoras, que al fin recibirían
el beneficio. Y de los Estados. Y de todos los
que sientan lo que llamaremos "estado de pasión del cine".
Porque es el cinema el dueño del porvenir.
Y en perfeccionarlo, divulgarlo, debemos concurrir universalmente.
(De "Cinema Educativo", Roma, julio de 1933)
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