Corazón de héroe Tomoko Matsuoka Recuerdo que de niña memoricé el capítulo 11 de Hebreos, y este menciona varias formas espantosas de morir: «Fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a espada; anduvieron de aquí para allá cubiertos con pieles de ovejas y de cabras; destituidos, afligidos, maltratados (de los cuales el mundo no era digno), errantes por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra»1. Aquello me hizo pensar en lo dolorosa que debía ser la muerte. Yo sabía que era bastante cobarde para tolerar el dolor, así que me puse pensar en cuál sería la muerte menos dolorosa, y si me tocara morir optaría por esa. En realidad no quería deshonrar a Dios con mi debilidad. Hoy en día me causa gracia mirar hacia atrás y recordar las preocupaciones de mi niñez. Ahora me doy cuenta que en realidad mi problema era que siempre he sentido que me faltaba valor. El otro día al escribir un artículo se me ocurrió buscar la definición de la palabra «coraje», y descubrí que tiene origen en la palabra francesa coeur. En un sitio web de etimología explica que la palabra francesa original significaba «“corazón, sentimientos más profundos, temperamento”. En el inglés medio la palabra “courage” tenía el sentido más amplio de “tus pensamientos”, y por ende “valor” pero también “ira, orgullo, confianza, vigor” o cualquier clase de inclinación humana.»2 Hoy en día coraje significa «impetuosa decisión y esfuerzo del ánimo, valor». En la Biblia hay incontables relatos de personajes que actuaron con valentía. En casi cualquier libro de la Biblia hay ejemplos de ello. Hebreos 11 enumera a muchos de estos personajes valientes: «¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.»4 Al pensar en los hombres valientes que menciona este capítulo, los orígenes de la palabra «coraje» cobran mayor sentido: ellos tuvieron coraje porque sus corazones estaban en el lugar correcto. Todos estos hombres que hicieron semejantes hazañas tenían algo maravilloso en común, algo que era la fuente de su coraje. En Salmo 37:31 el rey David dice del hombre justo que: «La ley de Dios está en su corazón, y sus pies jamás resbalan»5. No olvidemos el conocido relato bíblico sobre los tres muchachos hebreos a quienes les dijeron que adoraran la imagen dorada y si no los lanzarían al horno de fuego. Esos muchachos se plantaron firmes y dijeron que no iban a postrarse ante la imagen. Dijeron las siguientes palabras, seguramente pensando que iban a ser las últimas: «Oh Nabucodonosor, no necesitamos defendernos delante de usted. Si nos arrojan al horno ardiente, el Dios a quien servimos es capaz de salvarnos. Él nos rescatará de su poder, su majestad; pero aunque no lo hiciera, deseamos dejar en claro ante usted que jamás serviremos a sus dioses ni rendiremos culto a la estatua de oro que usted ha levantado.»6 Aunque lea este relato en la protección de mi hogar y con miles de años separándome de los hechos, la fuerza de su convicción resuena en sus palabras; no hay titubeo alguno ni intento de negociar un castigo menos fatal. Para tener el valor necesario en una experiencia así, creo que hay que retroceder un poco en el tiempo. Dudo que sus padres les dijeran alguna vez: «Algún día os traerán ante un espantoso rey, habrá un horno de fuego y tendrán que optar entre la muerte y adorar a un ídolo. Cuando eso suceda recuerden optar por el horno.» Creo que más bien habrán dicho algo así como: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas»7. «Torre fuerte es el nombre del Señor; a él correrá el justo, y será levantado»8. No creo que los padres de Sadrac, Mesac y Abed-nego supieran lo que el futuro les depararía a sus hijos, o de qué manera o en qué momento tendrían que ser valientes. Pero había algo que ellos sí podían controlar: lo que sus hijos guardaban en el corazón. Proverbios 4:23 expresa muy bien este concepto: «Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida»9. En la Nueva Traducción Viviente el mismo versículo dice: «Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque éste determina el rumbo de tu vida». De manera que aunque no estés rodeado de dificultades o riesgos físicos hoy mismo, cabe suponer que habrá momentos difíciles en tu vida —en lo mental o lo emocional— que requerirán valor moral y determinación para hacer lo correcto. Creo que lo que hagas en esos momentos tendrá raíz en un simple hecho: será lo que guardaste en tu corazón lo que determine el color de tu coraje. A todos nos gustan los buenos relatos de héroes, y a mí en particular me encantan los que tienen como protagonista a un personaje con capa y medias. Sin embargo, en la vida real no nos toca decidir si tendremos ese gran momento heroico de rescatar a alguien o salvar el día de alguna manera, pero sí controlamos lo que almacenamos en nuestro corazón. Es así que podemos estar listos para los momentos imponentes de la vida, y también para las circunstancias cotidianas que requieren valentía. Así que la pregunta para hoy es: ¿Qué estás almacenando en tu corazón? Notas a pie de página 1. Hebreos 11:35–38. 2 http://www.etymonline.com/index.php?term=courage. 3 http://www.merriam-webster.com/dictionary/courage?show=0&t=1305771775. 4 Hebreos 11:32–34. 5 Nueva Versión Internacional. 6 Daniel 3:16–18 NTV. 7 Deuteronomy 6:5 NVI. 8 Proverbs 18:10. 9 Nueva Versión Internacional. Traducción: Esteban Sabbatasso y Antonia López. © La Familia Internacional, 2011 Categorías: valentía, confiar en Dios