La renovación faraónica de Egipto

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EL MUNDO. JUEVES 27 DE DICIEMBRE DE 2012
EM2 / CIENCIA
ARQUEOLOGÍA
El país africano modernizará las anticuadas instalaciones del Museo Egipcio de El Cairo y construirá
un espectacular nuevo complejo para exhibir su patrimonio histórico junto a las tres pirámides de Guiza
La renovación faraónica de Egipto
de Amigos del Museo. Su primera
fase incluye una limpieza a fondo
de la icónica cúpula central. El edificio, que acaba de renovar su sistema de iluminación, completará
un lavado de cara insuficiente para
parte de los académicos consultados en 2015, el año para el que está fijado también la inauguración
del Gran Museo Egipcio.
La nueva institución, que se
construye actualmente en la meseta de Guiza a dos kilómetros de las
majestuosas pirámides, es un macroproyecto de 117 hectáreas que
promete ser el mayor centro en
historia de Antiguo Egipto. Bajo el
auspicio del mediático Zahi Hawas
y la UNESCO, la iniciativa nació en
2002 y aspira a rejuvenecer la exhibición del arte faraónico.
FRANCISCO CARRIÓN / El Cairo
Especial para EL MUNDO
El tiempo parece enflaquecer súbitamente cuando se cruza el umbral
del Museo Egipcio de El Cairo. El
templo mundial del arte faraónico
guarda el polvo de décadas entre
las vitrinas atestadas de ataúdes,
estatuillas o vasijas. En sus más de
100 salas, el vacío es tabú. Y el
atracón nubla la vista: más de
100.000 piezas se amontonan como si tratase de un barco con la
bodega repleta del legado de una
de las civilizaciones más fascinantes de la historia.
Desde su inauguración en 1902,
millones de amantes de la Egiptología han cumplido con el voto de peregrinar hasta el edificio de estilo
neoclásico y fachada salmón que
alberga el tesoro. Han aprovechado
la oportunidad para deslizarse por
algunas de las épocas del Antiguo
Egipto –Tinita, Imperio Antiguo,
Medio o Nuevo– con tan solo vagar
por sus estancias hasta perder cualquier noción temporal. «La filosofía
del Museo pertenece al siglo XIX.
Opera como un almacén más que
como un centro cultural», se queja
a EL MUNDO el decano de Historia de la Universidad Americana de
El Cairo, Jaled Fahmi.
Una existencia demodé que desde este mes tiene cita con el lifting.
El Ministerio de Antigüedades ha
ordenado que el Museo –situado
en uno de los extremos de la plaza
Tahrir que fue el corazón de las revueltas contra Hosni Mubarak– pase por quirófano en tres fases. La
primera, por ejemplo, remozará la
sala 37 en la que descansa el ajuar
funerario de Hetepheres, la madre
del faraón Keops. Tras los trabajos,
la colección de vasijas de oro, pulseras de plata o mobiliario lucirá
en una sala que, según la directora
del Museo Salwa Adberramán, será modernizada para ofrecer una
nueva visión a los visitantes.
«Se necesita una renovación total, posiblemente a través de un
concurso internacional. El museo
es una institución histórica que no
ha sido bien conservada», explica
el catedrático de Arquitectura de la
Universidad de California Nezar Al
Sayyad. Las patologías que aquejan a uno de los museos más emblemáticos del planeta concitan
cierta unanimidad: las salas están
abarrotadas; los objetos lanquidecen pobremente identificados mediante leyendas escritas aleatoriamente en árabe, inglés o francés y
la estructura general de la visita
carece de una narrativa única.
«El Museo Egipcio no cuenta
una historia ni transmite un relato
coherente. A veces la exhibición
está organizada por temas como
en la famosa sala de los animales
momificados pero en otras ocasio-
Proyecto polémico
Recreación artística de la entrada principal del Gran Museo Egipcio, presidida por la estatua de Ramsés II. / EL MUNDO
nes se desarrollan en torno a un
período o a personajes como el rey
Tutankamón y su tesoro», critica
Mohamed el Shahed, doctorado en
Estudios de Oriente Medio e Islámicos en la Universidad de Nueva
York y autor de la web sobre arte y
arquitectura Cairobserver.com.
Y si el examen de los males despierta afinidades, la discordia reina
en la receta. El proyecto gubernamental –del que solo han trascendido las grandes líneas– será financiado inicialmente por la Sociedad
Tesoros desprotegidos
En los dos últimos años, los miles de pedazos del Antiguo Egipto
que reposan en el Museo de Tahrir han sido testigos del periodo
más trepidente del país en décadas. Y no siempre ha sido una
observación inocua. A finales de enero de 2011, el edificio fue
asaltado mientras la multitud se sacudía el miedo. Entonces una
cadena humana veló por el inmueble. Un mes después, la policía
militar estableció intramuros del Museo su centro de operaciones,
donde decenas de civiles denunciaron arrestos y torturas. Elevado a
símbolo, se ha desempolvado la posibilidad de unir este singular
almacén con el río Nilo a través de un túnel subterráneo.
Más allá de la remodelación, la egiptóloga Fayza Haikal identifica
como principal problema «el mantenimiento de los museos egipcios,
que sufren a menudo falta de financiación y de personal
cualificado». En cambio, para el historiador Jaled Fahmy, la ausencia
de un compromiso con la divulgación es la verdadera calamidad.
«El Museo no tiene dimensión educativa ni producción intelectual.
Los estudios de museología y conservación deben ser impartidos en
las universidades egipcias», arguye.
Diseño de la
fachada principal
del Gran Museo
Egipcio, que se
construirá junto
a las tres
pirámides
de Guiza. / E. M.
«En su página web, el Gran Museo
avanza que ofrecerá al visitante
«una experiencia educativa y cultural única y agradable» tirando además de últimas tecnologías como
la realidad virtual. Su interior,
agregan, será un derroche de espacios amplios, estancias diáfanas y
luminosas y techos altos para alojar colosos o contemplar desde la
distancia el horizonte mágico de
las tres pirámides de Guiza. La estatua de Ramsés II, que protagonizó en 2006 un aparatoso viaje desde Tahrir hasta su nuevo hogar,
presidirá la entrada.
Las dimensiones faraónicas de
un sueño que crece en mitad del desierto a golpe de cientos de millones
de dólares –aportados por gobiernos y organizaciones extranjeras–
no entusiasma a algunos expertos.
«No tiene sentido crear un museo
tan caro cuando la ciudad que lo rodea y sus infraestructuras se están
derrumbando», opina El Shahed,
más partidario de regenerar el centro de la ciudad a partir de la rehabilitación del Museo de Tahrir.
«Un gran pedazo de tierra junto al
museo ha estado vacío durante 20
años y se podría haber realizado una
magnífica extensión conectada a la
antigua», agrega. Una opinión que
secunda el historiador Jaled Fahmy:
«¿Por qué levantar un museo gigantesco en mitad del desierto donde solo puede ser visitado por los turistas
y no en el centro urbano donde vive
la mayoría de los cairotas?».
El plan de las autoridades, no
obstante, es dividir la inmensa colección de arte faraónico para
mantener abiertas ambas instalaciones. «Tal vez el Gran Museo
puede centrarse en el Imperio Antiguo y Tahrir en el Nuevo», sugiere Al Sayyad. A su juicio, el edificio
color salmón debería seguir hospedando en su bodega «las principales piezas para quienes no puedan
visitar el Gran Museo».
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