la catedral dentro de la catedral: el coro catedralicio

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LA CATEDRAL DENTRO DE LA CATEDRAL:
el Coro Catedralicio
E L CORO CATEDRALICIO ES UNA ESTRUCTURA QUE, POR DIMENSIONES Y
La ubicación, tiene un importante impacto arquitectónico sobre la totalidad
del edificio. Se trata de un conjunto monumental complejo, tanto desde el
punto de vista arquitectónico y artístico en general, pero también desde la
perspectiva iconográfica, litúrgica, espiritual, simbólica, social y funcional
en sentido extenso: actúa casi como elemento autosuficiente, un espacio religioso reservado a los canónigos para sus rezos y cánticos, como una "catedral
dentro de la catedral", tal es su monumentalidad y conmoción espacial. El
emplazamiento del coro de la Catedral de León, como el de otros conjuntos
catedralicios españoles, ha sido históricamente un tema discutido y controvertido. Cuando a partir de hacia 1460 se talla la sillería de nogal por los
maestros de filiación flamenca Juan de Malinas y Copin de Ver, se destinaron
dos tramos del presbiterio y uno del crucero para la ubicación del coro, posiblemente sustituyendo al primitivo coro medieval. Ya mencionamos los dos
intentos realizados durante el siglo XVI para tratar de trasladar el coro a la
nave por parte del Cabildo, para tratar así de adaptarse a los preceptos emanados del Concilio de Trento, a la par que el recinto coral asumió una extraordinaria importancia como capilla musical. Al mismo tiempo el coro se enriqueció artísticamente con numerosos trabajos arquitectónicos y escultóricos: se realizó su cerramiento o antecoro, levantado entre 1530 y 1532 por
Juan de Badajoz como maestro de obras y Pedro de Salamanca, Juan de
Angés y Guillermo Doncel en las tareas escultóricas, para reanudarse los trabajos en 1552 y, algunos años más tarde, en 1560, es cuando Rodrigo Gil de
Hontañón y Juan de Vallejo recomendaron su traslado a la nave central, decisión abortada por la intervención del rey Felipe II. Mientras tanto, Baltasar
Gutiérrez remató la obra de cantería y Esteban Jordán concluyó los relieves
de alabastro con escenas de la Natividad y, nuevamente, en 1584 el obispo
Trujillo insistió en un nuevo intento de trasladar el coro, petición en este
caso denegada por el papa Gregorio XIII. Tras estos fallidos intentos de trasladar el coro a la nave, este cambio de ubicación se consumó finalmente a
finales del año 1745; las razones argumentadas por el Cabildo catedralicio se
centraron en cuestiones de seguridad —recordemos que por estos año la catedral acababa de experimentar un catastrófico colapso— y bajo pretexto de
colocar los andamios necesarios para la obra del crucero y linterna en el área
ocupada por el coro. Esta ubicación del coro en la nave central de la catedral
era coincidente con los principios tridentinos en los que se recomendaba
potenciar la visibilidad de las ceremonias litúrgicas durante la celebración de
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Izquierda: Trascoro de la Catedral de León.
[Foto: Archivo Edilesa/Norberto].
Doble página siguiente:
Izquierda: Matías Laviña Blasco.
Planta de la Catedral de León con la devolución
del coro al presbiterio (1865 ca).
Archivo de la Catedral de León.
Derecha: Demetrio de los Ríos y Serrano.
Estudio de comparación de las ubicaciones del coro
en la nave y el presbiterio (1885 ca).
Archivo de la Catedral de León.
[Fotos: Archivo Edilesa/Norberto].
Juan Bautista Lázaro de Diego.
Estudio para la ubicación del coro en el ábside
de la Catedral de León...
la misa y la exposición del Santísimo en la capilla mayor, cuestiones que
impedía la aparatosa fábrica del coro ubicada en el presbiterio, además de
que esta ubicación reposaba en un concepto del coro como un espacio acotado dentro de la iglesia para uso de eclesiásticos, cuando su función era la de
servir de lugar de culto para toda la comunidad religiosa. A ello debemos
sumar que el coro emplazado en el presbiterio suponía un entorpecimiento
para la concepción escenográfica barroca del templo, pues impedía la visión
de la cúpula y ocultaba el gran retablo barroco. El coro de la Catedral de León
ha permanecido desde mediados del siglo XVIII en este emplazamiento en
la nave central del edificio. Pero la cuestión de la ubicación del coro constituyó un tema muy debatido durante el proceso de restauración. Las circunstancias históricas, estéticas y puramente arquitectónicas habían variado considerablemente y ello afectó al sentido que el coro tenía para los arquitectos
restauradores. La problemática sobre si era necesario, deseable, o incluso factible, el traslado del coro suscitó una interesante polémica debido a que el
debate se planteó desde diversas perspectivas que permitían ser utilizadas
en sentidos contrapuestos: los argumentos históricos, litúrgicos, económicos
y los estrictamente arquitectónicos fueron empleados tanto para justificar
el traslado como para negar esta alternativa. Fue el arquitecto Demetrio de
los Ríos y Serrano quien, desde que se ocupó de la dirección de las obras de
restauración en 1880, realizó las propuestas de traslado ante el Ministerio
de Fomento, a medida que avanzaban los trabajos en la catedral; sin embargo, Demetrio de los Ríos no llegó a formalizar su propuesta de traslado en un
proyecto, en el que trabajaba cuando le sorprendió la muerte. La investigación documental presentada por Ríos se orientó a demostrar que el espacio
genuino y original que correspondía a la sillería de coro en la catedral gótica era el comprendido en el presbiterio. Además la ubicación del coro en el
presbiterio se consideró como la más lógica situación dentro de la estructura general del templo gótico, pues el mismo proceso histórico-constructivo
así lo confirmaba: de la primitiva situación de los coros en el ábside de las
iglesias, en el período gótico pasaron a colocarse en el presbiterio como la
adecuada subordinación de las sillerías a las nuevas condiciones espaciales
introducidas por el sistema constructivo gótico. Los traslados ejecutados desde el siglo XVI en las catedrales españolas se interpretaron por la historiografía artística decimonónica como un profundo desconocimiento de las con-
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diciones espaciales, constructivas e históricas del sistema gótico. Estos argumentos que fundamentaban la conveniencia de devolver el coro a su emplazamiento primitivo en el presbiterio fueron mayoritariamente apoyados por
las instituciones y opinión pública leonesa; sin embargo, el Cabildo de la
Catedral de León fue desde el primer momento el principal enemigo del proyecto de traslado. En un informe de 6 de mayo de 1891 expresó las razones
de su oposición al traslado: las condiciones climatológicas, la opinión facultativa de la Academia de San Fernando y las necesidades litúrgicas fueron
los fundamentos de su razonamiento, siendo en este último punto donde
realmente se encontraba el fondo del problema, pues el Cabildo sostenía que
la colocación del coro en el interior de la catedral antes que un problema
estético o arquitectónico era sobre todo "una cuestión de carácter casi exclusivamente litúrgico y ritual" y, como tal, era a los Prelados y Cabildos a quienes debía reconocerse verdadera competencia para juzgar la posición más
conveniente del coro: el esplendor y la grandeza del culto requerían que el
coro estuviera colocado en la nave de la catedral, tanto para la mejor celebración de los oficiantes y capitulares como para la conveniencia de los fieles,
puesto que el Cabildo entendía que la colocación del coro en el presbiterio
impediría la vista de los oficios divinos a los fieles. En este conflicto entre la
arquitectura y la liturgia, el Cabildo expresó su juicio rotundo de que debía
ceder el arte ante las necesidades del culto divino: "somos los amantes del arte
—concluía el Cabildo su informe— pero no sus idólatras, y entendemos que
tratándose de la casa de Dios deben anteponerse a la contemplación estética
y a las exigencias del arte la necesidad y conveniencias del culto". Por el contrario, los defensores de trasladar el coro al presbiterio fundamentaban su
opinión en los beneficios visuales que se obtendrían con la eliminación del
coro de la nave; la pureza de estilo y la armonía de proporciones de la catedral
se consideraba menguada con la colocación del coro en el lugar donde la vista buscaba la grandeza de formas del edificio. Demetrio de los Ríos elaboró
un proyecto de traslado en que trataba de resolver los problemas que planteaba esta operación que, como dijimos, no llegó a ser remitido como tal al
Ministerio debido a la defunción del arquitecto. La comparación de las descripciones que Demetrio de los Ríos ofrece de su hipótesis sobre la primitiva colocación del coro en el presbiterio, con respecto a los planos donde propone el traslado permite comprobar claramente las divergencias existentes
253
... Anteproyecto de traslado del coro al ábside
de la Catedral de León. León, 17 de abril de
1893.
Archivo General de la Administración.
C-8063, Lg. 8847.
entre la investigación arqueológica y el proyecto arquitectónico. Las modificaciones que introduce Demetrio de los Ríos en su proyecto con respecto a
su hipótesis sobre la disposición original del coro son considerables y afectan
sobre todo a cuatro elementos fundamentales, a saber, el número y colocación
de las sillas, las escaleras de acceso al piso alto, los muros de cerramiento del
coro por los costados y el trascoro actual o antecoro original: el arquitecto
está convencido de que el número de sillas era en su origen el mismo que
en la actualidad, es decir una totalidad de 76 estalos, dispuestos 38 a cada
lado; el problema que se planteaba era adaptar las sillas al presbiterio en
una disposición en que primara la espacialidad interior del edificio. Demetrio de los Ríos fundamentaba su hipótesis sobre la disposición original del
coro en el presbiterio en un plano trazado por Matías Laviña copia de una
planta de "un rancio papel", conservado en el Archivo de la Catedral de
León. Esta planta muestra, según la descripción que de la misma hace
Ríos, el mismo número de sillas que en la actualidad y en una disposición muy semejante: 22 sillas arriba, 18 en cada costado y 4 vueltas en
escuadra en la parte interior de los muros del antecoro; la diferencia más
acusada se encontraba en las escalerillas para subir que en lugar de ser dos
como en la actualidad eran tres, dos en los extremos y una en la mitad de
la sillería baja: "está en la planta bien expresado el antecoro —decía Demetrio de los Ríos—, que se extendía hasta rebasar por el N. y por el S. los
gruesos baquetones de las pilas torales, Sudeste y Nordeste; las sillas altas
que volvían en escuadra a respaldarse contra el muro de dicho antecoro,
eran cuatro, contándose hasta diez y ocho en cada costado. Para tomarlas
se subía por tres escalerillas a los extremos y mitad de la sillería baja, y
para subir a la cabeza de los muros laterales de cerramiento, donde estaban
órganos y cantores, había dos escaleras en cada uno de ellos, terminando
el macizo que formaba el suelo de la sillería alta en un zócalo cilíndrico
bastante saliente en los extremos orientales, hacia el altar mayor" (La Catedral de León, 1895 vol. I, pp. 99 y 100).
El propio arquitecto declaraba al describir esta traza originaria que no se
guió por ella para las restauraciones, por no considerarla "infalible" en las
disposiciones que mostraba. Sin embargo, más bien parece que estas divergencias entre el proyecto de traslado trazado por Demetrio de los Ríos y la
reconstrucción histórica de su disposición original obedecen a la necesidad de
someter la sillería al realce de las condiciones espaciales del edificio; con este
criterio suprime el antecoro (o trascoro actual) de su proyecto de traslado;
esta supresión obedecía a la causa ya señalada por la Junta de Construcciones
Civiles en su informe donde apuntaba que la conservación de este cerramiento ocultaría la visión del altar y presbiterio a los fieles, y por lo tanto, de
las ceremonias del culto. En el plano del Proyecto de restauraciones parciales de
1885 ya se muestra claramente la supresión del trascoro en la situación propuesta para el coro en el presbiterio; esta eliminación la repitió verbalmente en su comunicación de 16 de abril de 1891: "No ha de ocultar el que esto
habla, que el trascoro, obra del Renacimiento, (...), tenía que separarse del
lugar extraño que hoy ocupa, autorizándose por el Gobierno su colocación en
el lugar del antecoro que antes ocupara, o en otro del Templo donde se disfrutase sin el daño que el mismo proporciona".
Al suprimir del proyecto el antecoro se planteaba el problema de colocar las
4 sillas altas y 3 bajas que se encuentran por la parte interior del muro, vueltas en escuadra con respecto a las laterales, por el lado interior del trascoro. En
la planta de 1885 conserva el número total de sillas y resuelve este problema
mediante la prolongación de los muros laterales del coro que se extienden y
superan las pilas del presbiterio, segundas hacia el este contando desde las
torales; en este plano puede verse además cómo retoma la idea, respecto a su
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hipótesis de disposición original del coro, de las tres escaleras para subir al
piso superior de sillas; de este modo resultaría una distribución de los 76 estalos de la sillería del modo siguiente: 21 sillas superiores en cada lado dispuestas en línea y 17 sillas bajas entre las tres escaleras; esta alineación de la
sillería daría lugar a la supresión de los tableros de esquina. Otros detalles
interesantes de este primer plano son la disposición de los púlpitos, accesibles
desde el piso superior de la sillería, y la ausencia de muros laterales de cerramiento, con la consiguiente falta, por tanto, de escaleras interiores. El proyecto final de 1891 de Demetrio de los Ríos es mucho más elaborado y trata
de resolver en todos los detalles los problemas arquitectónicos que planteó la
Junta de Construcciones Civiles en su informe de 27 de junio de 1891.
Presenta este proyecto también esenciales diferencias tanto con respecto al
estado actual del coro como de la reconstrucción histórica descrita por Demetrio de los Ríos; asimismo introduce considerables diferencias a su idea anterior que hemos visto desarrollada en la planta de 1885. La primera característica que llama la atención es la supresión de estalos: al eliminarse el trascoro se suprimen tres sillas altas en cada lado, la cuarta se conserva vuelta en
ángulo recto en el pasillo de este piso superior de la sillería, con lo que se mantienen los tableros de esquina en los dos costados; también se suprime una de
la dos escaleras de acceso al piso superior en cada lado y en consecuencia dos
sillas en la parte baja de la sillería; es decir, se eliminan en este proyecto diez
sillas en total, cinco en cada costado. El antecoro se elimina del proyecto, y en
su lugar, por lo que puede observarse en las plantas, dispone una verja en el
nivel superior del peldaño que se encuentra en la entrada del presbiterio.
Además de la radical supresión de sillas, otra de las transformaciones más llamativas es la que se refiere a los muros de cerramiento del coro por sus costados: se propone la supresión del actual cerramiento apoyándose en la baja estima que merecían los muros actuales desde el punto de vista de la crítica artística, considerados por Demetrio de los Ríos de escaso valor al haberse adulterado considerablemente por el "churriguerismo": "Al descender dicho coro a
la nave, todo lo trasladado con semejante objeto recibió el sello de la época en
la cual este trastorno se realizaba. De los costados, labrados en piedra de Boñar,
sólo subsistieron las repisas de las tribunas, consagradas al órgano y a los
ministriles, ensayándose en los huecos de puerta, nichos y demás composición arquitectónica las torcidas líneas y estagados adornos del churriguerismo" (La Catedral de León, vol. I, p. 107); además, la colocación de los muros
en la nave, llevó a la mutilación de los dos pilares intermedios donde estos
muros iban encajados. El proyecto de reconstrucción de los muros de los costados del coro consta de dos hojas en las que realiza un estudio comparativo
entre los muros del coro en su estado actual y los muros proyectados para sustituirlos en el presbiterio; la primera diferencia se observa en planta con la
disminución del grosor de los muros en el cerramiento proyectado, disminución que también se acusa claramente en el corte transversal. Esta reducción
de los muros hace que no se mutilen las columnas exteriores adosadas a los
pilares, que además se incorporan en el alzado como elementos ordenadores de
la arquería neogótica. El alzado del proyecto de cerramiento del coro por los
costados de Demetrio de los Ríos es totalmente diferente al aspecto actual: se
suprime el lenguaje clásico del cerramiento actual y se dispone en su lugar una
arquería gótica ciega, formada por ocho arcos apuntados separados en dos tramos por la columna del pilar central; esta arquería es básicamente igual a la
arquería ciega que recorre el interior del templo por sus muros laterales interiores; se eleva también sobre un basamento de dos hileras de piedras y está
también rematada por una línea de cornisa; se diferencia en el trazado más
complicado de los arcos del coro, apuntados en su extradós y en la decoración
de las enjutas con figuras de ángeles que presenta el proyecto de Demetrio de
los Ríos; la disposición de la arquería sigue un ritmo simétrico en dos tramos
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Demetrio de los Ríos y Serrano.
Planta de la Catedral de León con las dos
ubicaciones del coro. Anteproyecto inconcluso de
traslado del coro al presbiterio (1891 ca).
Archivo de la Catedral de León.
{Foto: Archivo Edilesa/Norberto].
acotados por las columnas de los pilares y se articula también por los tres huecos abiertos, dos para acceder a las escaleras y uno ciego, que introducen un
interesante juego de claroscuros en el muro. La parte superior se decora con
una ventana circular enmarcada por un octógono y con cuatro círculos interiores; el muro remata en un un antepecho calado que muestra un diseño muy
similar al que se proyectó para rematar los paramentos en la parte exterior del
edificio. Radical transformación, por lo tanto, la que planteaba Demetrio de
los Ríos en su proyecto de traslado del coro de la nave al presbiterio: la supresión total del trascoro, la de un número considerable de sillas y la total reconstrucción de los cerramientos laterales del coro, son las características fundamentales de este proyecto.
Demetrio de los Ríos y Serrano. Muros del coro.
Estado actual. Anteproyecto inconcluso de traslado
del coro al presbiterio (1891 ca).
Archivo General de la Administración.
C-8063, Lg. 8847.
[Foto: Archivo General de la Administración].
Demetrio de los Ríos, como antes dijimos, no llegó a elevar el proyecto al
Ministerio debido a que le sorprendió la muerte antes de darle la total conclusión. Su sucesor en la dirección de las obras de restauración de la Catedral
de León, Juan Bautista Lázaro de Diego, con unos criterios diferentes en la
manera de concebir la restauración, propondrá de modo decisivo la permanencia del coro en la nave. Juan Bautista Lázaro al ser nombrado para la dirección de la restauración de la Catedral de León se ocupó de proseguir las obras
y proyectos que había dejado sin terminar Demetrio de los Ríos. La pavimentación de la nave y el presbiterio continuaba aún sin realizarse debido al
aplazamiento de la resolución sobre la colocación definitiva del coro; entre la
documentación que Lázaro encontró en las oficinas de las obras se hallaba el
proyecto de traslado del coro al presbiterio, incompleto y sin firmar, que el
nuevo arquitecto se encargará de tramitar. Juan Bautista Lázaro remitió el
proyecto de su antecesor a la Dirección General de Construcciones Civiles y
lo acompañó de un estudio suyo y de una comunicación donde afirmaba claramente su propuesta de no alterar la actual disposición del coro en la nave:
"el arquitecto que suscribe se cree en el deber de manifestar que por su parte retira la proposición hecha por el Señor Ríos y tiene el honor de proponer
a V.E. se continúe la ejecución del proyecto de pavimento aprobado por Real
Orden de 9 de septiembre de 1889, sin alteración alguna en la situación del
coro". Estas palabras las fundamentaba Juan B. Lázaro en un análisis de los
inconvenientes que presentaba el proyecto de Demetrio de los Ríos desde el
punto de vista estrictamente arquitectónico.
La principal crítica que Juan Bautista Lázaro hace al proyecto de Demetrio de
los Ríos se fundamenta en las radicales transformaciones que habrían de introducirse de ser aprobado este proyecto que "conduce forzosamente —dice Lázaro— a inventar o componer nuevos y no pocos elementos que serán siempre
extraños y postizos en un edificio como éste". La incompatible conservación
del trascoro, convertido en antecoro en el presbiterio, con la necesaria visibilidad del altar mayor, llevaban el problema a un extremo en que no era posible una solución de compromiso. Demetrio de los Ríos propuso, como hemos
visto, la radical supresión del trascoro que llevaba aparejada la consiguiente
eliminación de sillas en el número y forma ya descritos, solución ésta inadmisible para Lázaro; en cuanto a la sustitución de los costados del coro por el
cerramiento neogótico propuesto por Demetrio de los Ríos, Juan Bautista
Lázaro afirma en principio su concordancia en formas y decoración con el estilo general del edificio que realzaría estéticamente el aspecto interior de la
catedral; la objeción que observa Lázaro es que, a pesar del cambio formal del
nuevo cerramiento, la persistencia de su estructura y disposición como muro
grueso y elevado perjudicaría a la espacialidad interior del edificio, "con lo
cual se perdería el bello efecto del templo precisamente en su parte más interesante que es en aquella en que por tener cinco naves ofrece bellísimas y variadas perspectivas". A estos inconvenientes más importantes suma Lázaro otros
que derivarían de la aplicación del proyecto de Ríos, como la conservación de
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los desniveles en el emplazamiento que ocultaría la visión del altar mayor por
el facistol central, la falta de comodidad para el servicio litúgico al situarse los
púlpitos a espaldas del coro y con el acceso por las naves colaterales, además de
las reparaciones que habrían de efectuarse en los pilares de la nave central
cuando se eliminaran lo muros actuales, ya una vez desaparecidos los medios
auxiliares de encimbrados para efectuar estas reparaciones. Sin embargo, a
pesar de esta crítica que Lázaro realiza del proyecto que preparaba su antecesor, él mismo reconoce que "la actual situación del coro es harto inconveniente". Por ello el problema de la colocación del coro en el interior de la catedral se presentaba como un problema sin solución al admitir las dificultades
que las dos opciones de ubicación —nave y presbiterio— presentaban desde el
punto de vista arquitectónico. Como solución para resolver el problema, Juan
Bautista Lázaro presentó un anteproyecto, firmado el 17 de abril de 1893,
con la colocación del coro en la capilla mayor en un intento de resolver los
inconvenientes que señaló en las dos ubicaciones anteriores. Sin embargo, hay
que adelantar que esta propuesta la presentó Lázaro más bien como ejercicio
arquitectónico al problema de la situación del coro, pues él mismo realiza una
fuerte autocrítica de su trabajo, para llegar a la solución con la que comenzaba su informe: no mover el coro de su situación en la nave central de la catedral. El plano de Lázaro está realizado con el objetivo de lograr una colocación
de la sillería que perjudique lo menos posible la percepción interior de la
estructura y sistema de proporciones del edificio. Para ello la colocación del
coro en el ábside evitaría los problemas de visibilidad que presentaban las
otras soluciones. Juan Bautista Lázaro fundamentó su anteproyecto en que
los cinco intercolumnios de la parte poligonal del ábside ya se encontraban
cerrados, con lo que prodrían ser utilizados como trascoro sin la necesidad de
tocarlos, mientras que para cerrar los dos tramos rectos del presbiterio se
podrían utilizar "los retablos platerescos del trascoro actual". Sin embargo, el
mismo arquitecto señalaba los numerosos inconvenientes de su trabajo: sería
preciso alejar el altar mayor al segundo de los dos intercolumnios de la capilla mayor, tendría que buscarse un nuevo emplazamiento para el órgano y
músicos (sugiere sobre la puerta principal del oeste), además de las deficiencias
en el servicio litúrgico; pero el más grave inconveniente se presentaba precisamente en lo que fundamentaba su crítica al proyecto de Demetrio de los Ríos:
el traslado del coro de la nave al ábside obligaría a adaptar la sillería a un espacio para el que no fue concebida, como puede verse en la planta y detalle de los
ángulos, y además de que tendrían que suprimirse un número considerable de
sillas. A pesar del carácter decisorio de los informes del arquitecto director y
órganos consultivos, unánimes en el rechazo al traslado, la cuestión del coro de
la Catedral de León no se zanjó aún, aunque las conclusiones adoptadas en estos
informes fueran posteriormente las definitivas. Las aspiraciones de los partidarios del traslado del coro llegaron nuevamente al Ministerio de Fomento:
en la sesión parlamentaria del 24 de julio de 1896 a propósito de la discusión
del presupuesto, el Ministro de Fomento Linares Rivas instó a Lázaro a que
buscara una solución para el emplazamiento del coro en la catedral. Juan Bautista Lázaro contestó al Ministro con la reiteración de la conclusión a la que
llegó en su comunicación de 1893, "en cualquier parte adonde se llevara el
coro estorbaría". Con la inauguración de la catedral en el año 1901, tras la finalización oficial de la restauración, el coro continuó en la nave; no obstante, al
año siguiente se inició en la capital leonesa otra violenta campaña periodística, encabezada por Clemente Bravo, para solicitar de nuevo el traslado del coro
al presbiterio como poco antes se realizó en la catedral de Oviedo. A pesar de
todos estos esforzados intentos, la complejidad que revestía el traslado y la
negativa del arquitecto Lázaro se volvieron a imponer y el coro permaneció
definitivamente en la nave como uno de los pocos proyectos del plan integral
de restauraciones de la Catedral de León que no llegó a consumarse.
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Demetrio de los Ríos y Serrano. Muros del coro.
Proyecto neogótico. Anteproyecto inconcluso de
traslado del coro al presbiterio (1891 ca).
Archivo General de la Administración.
C-8063, Lg. 8847.
[Foto: Archivo General de la Administración}.
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