EL CUCHILLO

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EL CUCHILLO
JESUS L. TOBARES
(AÑO 1977)
INDICE
EL CUCHILLO.................................................................................................... 1
FACON............................................................................................................... 2
DAGA ................................................................................................................. 2
PUÑAL ............................................................................................................... 3
LOS USOS DEL CUCHILLO .............................................................................. 4
ARMA PELIGROSA ........................................................................................... 6
A FALTA DE PALA............................................................................................. 7
EL CUCHILLO Y EL INDIO ................................................................................ 8
EL CUCHILLO EN LA HISTORIA PATRIA........................................................ 9
LAS PROHIBICIONES ..................................................................................... 11
PAREMIOLOGÍA.............................................................................................. 12
SUPERSTICIONES.......................................................................................... 12
A MODO DE EPILOGO.................................................................................... 13
EL CUCHILLO
(Algunos aspectos históricos y folklóricos)
Antes de abordar los aspectos concretos que se refieren a los usos del
cuchillo, a su adopción por el gaucho y el indio, a las supersticiones y refranes
que les son referidos, a las prohibiciones sobre su uso, etc., vamos a intentar
una breve diferenciación entre los términos “facón”, “daga” y “puñal” que
ordinariamente se emplean como sinónimos. Para ello recurrimos a la opinión
de autorizados escritores que se han ocupado del tema.
FACON
Según don Federico Oberdi “…la voz “facón” es aumentativo de faca y
procede del latín “falx” es decir, cuchillo corvo. De acuerdo con su
conformación ofrece un solo filo y su lomo puede ser liso o tajado”.1
Justo P. Sáenz (h) escribe: “Arma blanca entre cuchillo y espada, de una
longitud que varía de los treinta a los ochenta centímetros, con hoja recta y
ancha, como de cuatro centímetros con filo y contrafilo. Puede tener o no “ese”
(guardamano) defendiendo su empañadura, pero lo esencial para que dicha
arma sea facón y no daga, es el ancho de la hoja, bastante mayor en aquél que
en ésta. En ello únicamente consiste su diferencia. La voz que lo designa, es
de origen portugués y deriva de faca”.2
Tito Saubidet por su parte enseña: “cuchillo grande, recto y puntiagudo,
con guardia. Puede tener dos filos y es usado por el gaucho como arma de
pelea. Los hay de todo tamaño. Entre la empuñadura y el gavilán lleva una
media luna y más corrientemente una S; de ahí viene sumir el facón hasta la S.
antiguamente se hacían de una espada o sable roto. Muy estimados por su
temple de acero eran los hechos de lima”.3. Apropósito dice José Hernández en
el “Martín Fierro”: “Yo tenía un facón con S, que era de lima de acero”.Para
Francisco I. Castro es “arma de combate. De dimensiones mucho mayores que
el cuchillo, mide de 50 a 70 centímetros, y aún más. Se lo construía
generalmente de hojas de sable en desuso, lleva filo de un solo lado, hoja de
punta aguda, larga y delgada…”.4
DAGA
Los mismos autores exponen su opinión sobre la daga: “Se caracteriza –
dice Federico Oberti- por tener una hoja angosta, larga y de un doble filo en
cuyo extremo superior, en su unión con el cabo o empuñadura, lleva el un
Federico Oberti “sin más amparo que el cielo ni otro amigo que el facón”. Diario La Prensa 13 de
febrero de 1966.
2
Justo P. Sáenz (h) “Equitación Gaucha” pág. 243, Edit. Peuser, Bs. As. 1959
3
Tito Saubidet “Vocabulario y Refranero Criollo” pág. 161, Edit. Kraft, Bs. As. 1962
4
Francisco I. Castro “vocabulario del Martí Fierro” pág. 127, Edit. Kraft, Bs. As. 1957
1
crucero o S, destinado a contener o repeler los golpes del rival. Lleva
asimismo, por ambos lados, un acanalamiento dispuesto en sentido
longitudinal”.5
“Arma blanca –expresa Saubidet- tipo facón, sin S ni media luna. Más
angosta que éste y de dos filos”.6
“Esto –dice Castro- como el facón, arma de combate. Se las fabrica con
hojas de espadas que no se usaban. De hoja larga y delgada, lleva filo en los
dos lados y el corte de su hoja tiene la forma de un rombo cuyos ángulos
agudos corresponden al filo de cada lado. La forma de la hoja y el doble filo es
lo que determina las características de la daga. Se las construye de todas
dimensiones, desde la más pequeñas hasta las de longitudes enormes, como
la de Juan Moreira, que medía 73 centímetros de hoja”.7
PUÑAL
Oberdi lo define así: “El puñal, cuyo nombre en nuestra habla procede del
latín: pugna, esto es, arma indicada para la pelea, para herir o aplicar de punta.
Debe considerárselo como de escasa longitud, lleva filo total por uno de sus
lados y hasta la cuarta parte del reverso o lomo, al que se le domina contrafilo.
Carece de gavilán, travesaño u otro tipo de guardamano semejante a la daga”.8
Para Saubidet es “arma blanca de acero y de mucha punta que lleva una
S, cruz o guardia, entre la empañadura y la hoja. Antes se le llamaba así al
facón o cuchillo chico, generalmente de plata. Es arma más fina que el facón.
Suele ser metal y elegante empuñadura”.9
Castro hace esta caracterización: “De forma semejante al cuchillo, de
hoja con líneas más rectas que éste y punta muy delgada; además del filo de
todo un lado lo lleva también en el primer tercio del lado del lomo”.10
5
Federico Oberti, obra citada.
Tito Saubidet obra citada
7
Francisco I. Castro obra citada
8
Federico Oberti, obra citada
9
Federico Oberti, obra citada, pág. 315
10
Francisco I. Castro obra citada pág. 127
6
LOS USOS DEL CUCHILLO
Quizá uno de los usos más antiguos que se le han dado al cuchillo en
territorio argentino, es el de servir para matar la res vacuna, es decir para
carnear. Aquí debemos distinguir tres operaciones sucesivas donde se emplea
el cuchillo: el degüello, el desollado y el despojamiento. Para la primera tarea
es forzoso el uso de un cuchillo largo y puntiagudo de tal modo que sea posible
provocar una sangría completa del animal.
Además el paisano utilizaba el cuchillo para cortar la carne en lonjas, es
decir para hacer el charqui. Y por cierto que cuando se trataba de comer el
asado, su herramienta fundamental era y sigue siendo el cuchillo.
Si de cortar lonjas se trata, no hay otro instrumento más adecuado.
Con el lomo se soban los tientos y con el filo se descantillan.
Descantillar es eliminar los ángulos o bordes filosos del tiento delgado
que se utiliza para hacer una bomba, un botón o una costura. El paisano toma
el lazo entre sus manos y apoyando la hoja del cuchillo sobre la yema del dedo
derecho, le saca el extremo a otro una especie de “Viruta” tan fina y uniforme
que más parece una obra hecha a máquina entre un trabajo de artesano.
El gaucho utilizaba también el cuchillo para cortarse las uñas de las
manos y los pies. El Coronel Mansilla estando entre los indios, un día después
de almorzar, se sentó en el suelo y con la mayor naturalidad, sacó el cuchillo y
comenzó a cortarse las uñas de los pies. Era una costumbre paisana que él
practicaba ex profeso en esa circunstancia por conveniencia diplomática…
El cuchillo es también bisturí, y cumple acabadamente su función cuando
sin ningún auxilio, en pleno campo, el paisano experimenta la incómoda y a
veces dolorosa alternativa de clavarse una espina.
Para cerdear un bagual en plena pampa no siempre se tiene la
precaución de llevar las tijeras. Y entonces la herramienta más práctica es el
cuchillo. Si es un “ajeno” el que ha caído en desgracia, con mayor razón se
utilizará aquel instrumento gaucho, porque el natural perjuicio de quitarle la
cerda se sumará el hecho de “afrentarlo” como para que el dueño no pueda, sin
caer en ridículo ensillar el animal por mucho tiempo.
El paisano utiliza con frecuencia el cuchillo para arreglar los vasos de sus
caballos y para rasquetearlo cuando no tiene a mano un adminículo más a
propósito. Aquella operación se llama “desvasar”.
En las hierras es frecuente hacer la castración de los machos que han
llegado a una edad determinada. Un año los terneros, dos años los potrillos.
Para ello se usa un cuchillo de hoja chica, corto, firme, generalmente quebrado
en la punta que ha sido convenientemente arreglado y con el cual no se han
cortado ajos ni cebollas. A este cuchillito apto para castrar se le llama
“mangurrero”.
También se utiliza el cuchillo para señalar. La señal en los animales se
práctica mediante cortes en las orejas. La señal puede ser patria (despuntada),
agujero (orificio, redondo), martillo (corte arriba o abajo en ángulo recto),
horqueta (ángulo agudo practicado en la punta de la oreja), rajada (corte lineal
del centro hacia la punta de la oreja), muesca (media esfera pequeña), etc.,
etc.
Entre carona y carona el paisano y el soldado de la caballería solían
llevar un largo facón que lo mismo servía para la pelea como para arreglar una
isleta donde encontraran refugio los ganados, o para abrirse paso entre el
monte cerrado. A ese tipo de facón usado ahora solo por el hombre de la zona
boscosa, se le llama “caronero”.
Cuando aparece el alambrado en la pampa argentina, muchas veces el
gaucho en su andar “cortando campo” se encuentra con que una tensa línea de
hilos y postes le cierra el paso. Como no entra en sus cálculos ni le parece
justo dar una vuelta de una lengua para retomar el camino, allí nomás junto al
torniquetero o a un poste firme, “hacha” el alambre. Para ello emplea la parte
trasera del filo, el “gavilán”. Después le avisará al puestero (como una
gauchada) que en el esquinero le han roto el alambrado y al propio tiempo le
pedirá permiso por la puerta más cercana…
Para cortar un pedazo de alambre se coloca éste sobre la puerta de un
poste y con un solo golpe firme se produce el seccionamiento.
Según don Lucio V. Mansilla los indios daban al cuchillo otro uso muy
original: “descubren a inmensas distancias, sin equivocarse jamás, los objetos,
distinguiendo perfectamente si el polvo que asoma lo levantan animales
alzados o jinetes que corren. Cuando vacilan, dudando de si el objeto se
mueve o no, recurren a un medio muy sencillo para salir de dudas. Toman el
cuchillo por el cabo, lo colocan perpendicularmente en la nariz y dirigen la
visual por el filo que sirve de punto de mira; y es claro que, si el objeto se
desvía de él, no está inmóvil”.
He recorrido de Don Justo Ontiveros 11 la referencia de que su padre
utilizaba en la misma forma el cuchillo porque así era posible “mirar más lejos”.
El nombrado Coronel Mansilla regaló al cacique Baigorria una navaja
para afeitarse que el indio utilizó para picar tabaco. Mirándose en la superficie
tersa y brillante de la navaja el indio le dijo al militar:
-Lindo.
-Es verdad, le contestó Mansilla. –“No te degollarás con ella”- Y
agregando, al mismo tiempo que hacía el ademán de afeitarse: -“Mejor es para
esto”. Entendió el indio y repuso: -“cuchillo”. Quería decir que el cuchillo era
más apropiado para afeitarse.12
Entre los usos “menores” que se le dio al cuchillo hay uno
verdaderamente curioso y que no ha sido hasta hoy investigado en su
significación psicológica el arma de fuego (fusil o carabina) de inmediato le
dibujaba en la culata a punta de facón, su marca de fuego o las iniciales de su
nombre. El arma no tenía para él la significación de un bien del Estado sino una
“prenda” propia a la cual le aplicaba, como se aplica el ganado, su marca
individualizante.
Cuando el carro culateaba, un tajo oportuno con el cuchillo evitaba que se
ahorcara el varero. Al mismo tajo salvador se recurría cuando alguien quedaba,
por accidente, colgado del estribo, o un animal rebelde se enredaba sin
posibilidad de liberarlo de la atadura.
Si con los citados usos del cuchillo tenemos ya bastante, queda uno más
por mencionar. Mucho antes que el hombre civilizado usara el teléfono, el
11
12
Justo Ontiveros, Rivadavia y Buenos Aires –San Luis.
Lucio Mansilla “Una excursión a los indios ranqueles” pág. 163, Edit. Espasa Calpe, Bs. As. 1962.
gaucho ya lo conocía e improvisaba su instalación. Cuando las orejas del
caballo, el vuelo de un pájaro o la carrera de un avestruz denunciaba una
presencia cercana y sospechosa, el paisano echaba prestamente de pie a
tierra. Desenvainada su cuchillo y clavándolo en el suelo aplicaba su oído al
cabo para recibir con nitidez las vibraciones de la certeza terrestre. Por ellas
sabía distinguir si se trataba de una galera que avanzaba por el camino, de
paisanos que boleaban yeguas o del malón que se acercaba. Y entonces otra
vez el cuchillo, metido en su vaina pero apegado a la carne palpitante del
hombre, volvía a ser amparo en la soledad. Por eso el cuchillo no solo formó
parte del atuendo gaucho sino que fue para él un verdadero fetiche al que
confió su suerte. Sabía el gaucho por instinto que la muerte lo aguaitaba a
cada paso y que solo el facón hecho cruz en el tirador lo salvaría.
ARMA PELIGROSA
El paisano ha usado y sigue usando el cuchillo como arma blanca; como
instrumento de pelea. La lista de heridos y muertos a cuchillo en nuestra
Provincia ha de resultar quizás más larga de lo que suponemos. Citaremos
unos pocos casos.
En el siglo pasado el Comisario de Policía de Santa Bárbara (actual San
Martín) Pedro Pablo Celiz, instruye sumario a Juan Cuello (peón del Coronel
Prudencio Vidal Guiñazú) por muerte de una puñalada al cabo Lorenzo Morán.
El hecho ocurrió en la pulpería de Don Pedro José Corvalán. (Había en Santa
Bárbara otra pulpería de Don Francisco Pereyra).
Presenciaron el hecho Frenando Chávez, maestro de posta de Arroyo de
los Vilchez; José garcía, Francisco Miranda y Francisco Escudero, este había
estado trabajando rato antes con Cuello en la sala de armas y afirma que a
Morán “le salieron las entrañas”. El hecho ocurrió posiblemente el 23 de
noviembre de 1836 porque el 24 se inicia el sumario.13
En 1842 Alberto Lucero mata en Renca a Hubino Mora de una puñalada
en una jugada de monte. Mora era el tallador.14
En otra jugada de monte en Los Cerros Blancos (Carolina) José Quiroga
mata de una puñalada a Ramón Lucero.15
En julio de 1852 es muerto Félix Gómez “habiendo sido atrozmente
degollado y tener nueve heridas mortales siete en el cuerpo, una en la cabeza
y otra en un brazo…”.16
Archivo Judicial de San Luis –Expediente Criminal Nº 10 -1837.
Archivo Judicial de San Luis –Expediente Criminal Nº 5 - 1842
15
Archivo Judicial de San Luis –Expediente Criminal Nº 3 - 1847
16
Archivo Judicial de San Luis –Expediente Criminal Nº 3 - 1852
13
14
En “El Gigante” lugar llamado El Retamito en mayo de 1854 Benito
Orozco mata a cuchillo a Victoriano Aguilar con quien había estado bebiendo.17
En enero de 1858 en esta ciudad Martiniano Poblet mata a cuchillo a Don
Justo Panelo.18
El cuchillo sirvió, asimismo, para construir la lanza que el soldado
empuñaba en el combate. Generalmente se utilizaba un palo de tala y en la
punta se colocaba el cuchillo de hoja angosta y firme, punta aguda, que era
asegurado con tientos frescos. Cuando el cuero se secaba el cuchillo quedaba
fuertemente asegurado.
En nuestro Archivo Histórico se conserva un documento por el cual José
Mariano Carreras comunica a Don Pablo Lucero que se están alistando las
varillas de tala para astas de lanzas.19
A FALTA DE PALA
Sabemos también que el hombre argentino utilizó con frecuencia el
cuchillo para cavar. En efecto, en las regiones donde no existían pajas, árboles,
postes o matas resistentes; para tener sujeto el caballo debía hacer lo que se
llama la estaca pampa. Para ello se cava con el cuchillo un hoyo de regular
profundidad; se ata en la punta del lazo o maneador un hueso de vaca o se le
hace un nudo doble al lazo y se lo entierra, apisonándolo luego. En razón de
que el caballo tira de lejos, el lazo forma con el nivel de la tierra un ángulo
agudo y la estaca no puede ser desenterrada. Mientras más largo el lazo mayor
seguridad ofrece el procedimiento.
Pero no solo para hacer la estaca pampa el gaucho utilizó el cuchillo a
modo de pequeña pala. Existe en el Archivo Judicial de San Luis un curioso
expediente donde procesa a un tal Nicasio Vázquez. “Su patria es Mendoza,
soltero y su ejercicio es arriero”. Traían cargas a flete de Mendoza a Quines. A
la vuelta mataron al patrón en las inmediaciones del Gigante y para hacer
desaparecer el cuerpo del delito (él y Manuel Roldán) cavaron la sepultura con
el cuchillo.20
Aquella célebre noche de octubre de 1877 en que los indios de Pincén le
robaron del corral “los blancos” al Coronel Conrado Villegas, debieron utilizar
lanzas y cuchillos para rebajar los bordes de la zanja que protejía al corral. Por
el fondo de éste sacaron “los blancos” que fueron rescatados a fuerza de
coraje, baquía y casualidad.
Archivo Judicial de San Luis –Expediente Criminal Nº 3 - 1854
Archivo Judicial de San Luis –Expediente Criminal Nº 23 - 1858
19
Archivo histórico de San Luis –Carpeta Nº 89 documento 8289 19/3/1842
20
Archivo Judicial de San Luis –Expediente Criminal Nº 1 -1846
17
18
EL CUCHILLO Y EL INDIO
Cuenta don Lucio V. Mansilla que después de una noche de excesos
alcohólicos encontró a su anfitrión obsequiar a su visitante. Después de dar con
el animal en tierra un indio le dio un balazo en la cabeza dejándola sin sentido.
Cuando Mansilla le preguntó el porqué, Mariano le contestó:
-“Para que no brame, hermano. No ve que da lástima matarla así”. O sea
que antes de usar el cuchillo para degollar, el indio desmayaba al animal para
que no experimentara el dolor del puñal penetrándole las entrañas. ¡Cosas de
la barbarie!
Una noche en el toldo de Mariano Rosas, Mansilla se vio obligado a
cumplimentar a sus amigos. A Epugner Rosas (hermano de Mariano) le regaló
su linda capa roja traída de Francia. Al cacique le obsequio una prenda más
gaucha. “Tomé mi lindo puñal –dice el Coronel literato- y dándoselo le dijo;
Tome hermano; usted úselo en mi nombre. Lo recibió con agrado, me dio la
mano y me lo agradeció”.21
En una oportunidad un oficial de las huestes del Coronel Villegas
persigue a Pincén “cuyo caballo amancado pierde terreno. Puesto a tiro, el
oficial descerraja su arma y el cacique se viene al suelo. Echando pie a tierra el
cazador se arrima a su presa: -“Estás muerto, Pincén”, -“encogido nomás
estando- y con un salto sesgo de puma o relámpago empuñando su facón,
atraviesa al confiado”.22
En abril de 1841 el cacique Painé le escribe al Gobernador de Córdoba
Manuel López. Habla de la entrega del unitario Cabral a Rosas y le pide tabaco
y seis cuchillos.23
En agosto del mismo año Painé remite otra carta a López y le pide 140
yeguas, 20 mazos de tabaco, 12 cuchillos, 2 frenos, y un par de espuelas de
fierro. Le manda de regalo 6 ponchos y 4 jergas.24
El 20 de junio de 1878 desde Poitagüe Baigorria le escribe una carta al
entonces Ministro de Guerra y Marina General Julio A. Roca y entre otras
cosas le dice: “Señor Ministro: También le digo que si me puede hacer el
servicio de mandarme dos piezas de paño, una de paño de fino y otra de
pañete. Compadre, también le digo que si me puede hacer el favor de
mandarme una docena de monturas aperados de todo chapeados, riendas de
plata, estribos y espuelas de plata. Compadre, le digo que también me haga el
favor de mandarme dos tiradores abotonados y dos puñales cabo de plata”.
El Teniente Coronel Clifton Golney enumera las armas que el indio
acostumbraba llevar en sus malones; “la infaltable lanza de colihué o de
tacuara, de unos 18 pies de largo, provista generalmente de una aguda
Lucio Mansilla “Una excursión a los indios ranqueles” pág. 105, Edit. Espasa Calpe, Bs. As. 1962.
Luis Franco “los grandes caciques de la pampa” pág. 97/98, Ediciones del Candil, Bs. As. 1967.
23
Archivo histórico de San Luis –Carpeta Nº 86 documento 7984
24
Archivo histórico de San Luis –Carpeta Nº 87 documento 9019
21
22
moharra de bayoneta robada al huinca o de cuchillo o tijera, y guarnecida de
crines o plumas rojas; boleadoras de piedra forradas de cuero, compuestas de
dos bolas unidad al extremo de un tiento por sendos ramales del mismo
material; cuchillo bien afilado, que conseguían en algún malón o por canje en
las pulperías o pueblos; lazo de unos 25 metros, trenzado de cuero crudo”.25
EL CUCHILLO EN LA HISTORIA PATRIA
En la tarde del 11 de abril de 1870 asesinan al General Justo José de
Urquiza en su palacio de San José. Según el testimonio del Coronel Anderson,
quien primero disparó con el revólver hiriendo a Urquiza al lado de la boca, fue
el tuerto Alvarez (cordobés). Luego caído ya Urquiza, Nico coronel –protegido
del General- le pegó dos puñaladas y tres el cordobés Luengo, el único que
venía de militar.26
Octavio R. Amadeo sostiene que fue Nico Coronel quien lo baleó entre el
ojo y la nariz y luego le aplicó siete puñaladas.27
Según el testimonio de Marcelina Galván, de sierra de San José
(Misiones), criada del General Urquiza; quien primero disparó con revólver
sobre el General fue un tal Luna. “El primero le erró, pero le acertó después. El
General corrió al salón de las armas, situada cerca del comedor, pero no
alcanzó a llegar y cayó herido en el umbral de la puerta, donde lo apuñalaron
los asesinos”.28
No obstante las diferencias entre los distintos testimonios, cabe concluir
que el General fue inicialmente herido a tiro de revólver y luego rematado a
puñaladas.
El 12 de noviembre de 1863 es asesinado en Loma Blanca (La Rioja) el
General Angel Vicente Peñaloza (El Chacho). Conforme al testimonio de
Ricardo Vera, jefe de vanguardia de la división de Irrazábal, él mismo (es decir
Vera) intimó rendición al caudillo. Este no opuso resistencia y le entregó su
puñal, única arma que tenía en ese momento.29. De inmediato mandó el parte a
su superior Mayor Irrazábal quien llegó y sin más atravesó de un lanzazo al
inerme Caudillo y ordenó rematarlo a tiros de carabina. Luego “El Teniente
Juan Junt del 6 de línea, hizo cortar una oreja al cadáver del jefe asesinado y la
envió de regalo, en un sobre, a Don Natal Luna; después cortaron la cabeza
del caudillo y la enarbolaron sobre un poste en la plaza de Olta”.30
El 16 de febrero de 1835 en Barrancas Yaco es asesinado Juan Facundo
Quiroga (El Tigre de los Llanos) que viajaba en una galera en compañía del Dr.
Alberto A. Clifton Goldney “El cacique Namuncurá pág. 79, Edit. Claridad, Bs. As. 1961
Jorge Newton “Urquiza –Vencedor de la tiranía” pág. 339, Edit. Claridad, Bs. As. 1956
27
Octavio r. Amadeo “Urquiza” diario La Nación, 16/11/1950
28
Declaración hecha al Ingeniero Molina Massey.
29
El puñal del Chacho, de original factura, es exhibido actualmente en el Museo Histórico Nacional.
30
Fermín Chávez “Vida del Chacho” págs. 98/99, Edt. Teoría, Bs. As. 1967
25
26
José Santos Ortiz puntano nacido en Renca. Quiroga regresaba de una
frustrada misión encomendada por Juan Manuel Rosas.
El historiador Ramón J. Cárcano describe así el momento culminante de
Barranca Yaco: “La gente está ya pronta en sus puestos. Próximamente a las
onces horas se siente del norte el galopar de caballos y el ruido de un rodado
que avanza. Todos en guardia. Al volver un recodo aparece la galera del
General Quiroga, conducida por cuatros peones montados y dos postillones. El
capitán (Santos Pérez) se adelanta y ordena “alto”, y grita después: “Maten
car…” Las tres emboscadas avanzan rápidamente, y descargan sus armas.
Cuatro peones quedan heridos. El instante es supremo. Quiroga asoma la
cabeza y exclama: “¡Eh! No maten a un General”. Santos Pérez, que a caballo
al costado esperaba el movimiento, le dispara un tiro de pistola sobre el ojo
izquierdo, el General fallece instantáneamente. El capitán trapa en el acto a la
galera, y traviesa con su espada al Doctor Ortiz, en el mismo instante que éste
exclama ahogado por la angustia: ¡No! ¡No es preciso esto!”. Llama luego al
sargento Basilio Márquez de veintiún años, y le ordena “despenarlos”. Quiroga,
ya muerto recibe un golpe en la cabeza y un puntazo de cuchillo en la
garganta. Su secretario, moribundo, es degollado, y la sangre copiosa de los
dos amigos se confunde en su destino”.31 Pero no solo Quiroga y Ortiz
murieron en Barranca Yaco. También los peones y un postillón de 12 años
fueron pasados al cuchillo.
En la mañana del 8 de febrero de 1819 se sublevan en San Luis los
prisioneros realistas entre los que se encontraban Ordoñez, Morla, Morgado,
Primo de Rivera, Carretero, Ruiz Ordoñez, Burgillo, etc. la conspiración fue
tramada en la “quinta de los oficiales” propiedad de don Marcelino Poblet
situada en la esquina de Mitre y Ayacucho de la ciudad de San Luis.
Quien delineó e impulsó el plan fue el Capitán Carretero y antes de salir
el contingente a cumplir su cometido, aquel militar repartió entre los
complotados, palos y cuchillos.
Debido a la falta de madurez del movimiento y a la rapidez y energía con
que fuerzas del orden y el pueblo puntano reaccionaron, el movimiento fue
sangrientamente sofocado.
El Teniente Gobernador Vicente Dupuy fue tomado por asalto en su casa
(Pringles y Rivadavia) y fueron Carretero, Morla, Ordoñez Primo de Rivera y
Burgillo los encargados de cumplir ese objetivo. Dupuy sostuvo dura lucha
cuerpo a cuerpo con los rebeldes hasta que obtuvo auxilio y los insurgentes
fueron abatidos. Dupuy mismo explico la forma en que los revolucionarios
sucumbrieron: “Yo los mandé degollar en el acto y expiaron su crimen en mi
presencia y a la vista de un pueblo inocente y generoso, donde no han recibido
sino la hostilidad y beneficios. El Coronel Morgado murió en mis manos…”32
Según relatan los historiadores puntanos Juan W. Gez y Reynaldo A.
Pastor33, en la noche del 12 de enero de 1863 después de visitar al
Gobernador Don Juan Barbeito, el Coronel José Sandes por entonces
comisionado Nacional en San Luis, al pasar por la esquina de Colón y
Ayacucho fue apuñalado por un desconocido que huyó al amparo de las
sombras. El agresor había permanecido oculto tras una pila de ladrillos
Ramón J. Cárcano “Juan F. Quiroga” pág. 186, Edit. Losada, Bs. As. 1960
Reynaldo A. Pastor “San Luis –su gloriosa y callada gesta” pág. 41 y siguientes. Bs. As. 1970
33
Juan W. Gez “historia de la provincia de San Luis” t II pág. 182, Talleres Gráficos de J. Weiss y
Preusche, Bs. As. 1916
31
32
colocada sobre el cordón de la vereda. El puñal quedó clavado en el costado
derecho del Coronel que de inmediato se lo arrancó conteniendo la hemorragia
con la mano. Poco después fue atendido por el Dr. Norton. Este médico
puntano y el Dr. Edmundo Day de Mendoza practicaron al Coronel Sandes una
operación para extraerle la punta del puñal que se le había alojado en una
vértebra34.
LAS PROHIBICIONES
No son frecuentes las disposiciones de orden particular o estatal que
prohíben el uso del cuchillo. La más antigua disposición que hemos encontrado
en tal sentido es una Ordenanza de la Capitanía General de Chile prohibiendo
cargar puñal, cuchillo, etc., a negros, mulatos, indios o mestizos.35
El cabildo de San Luis dispone en octubre de 1801, la prohibición a toda
clase de persona del uso del cuchillo, puñal, daga y toda especie de armas
cortas y el que fuere hallado con cualquiera de estas armas sufrirá la pena,
siendo español de dos pesos o quince días de cárcel, y no siéndolo la de
cincuenta azotes y treinta días de servicio en obras públicas.36
Por acta del 3 de enero de 1807 el Cabildo Puntano reitera la prohibición
de andar con cuchillo.
Por decreto del Gobernador Don Pablo Lucero, se prohíbe cargar
cuchillo, como así también todo juego de “embite” y juego de naipe.37
Por decreto del Gobernador Juan Barbeito del 27 de julio de 1862 se
establece: Art.11 “Todo el que cargue cuchillo será castigado con ocho días de
trabajo en las obras públicas, o pagará ocho reales de multa y el que, sin
corresponderle por su empleo, trajere consigo armas de chispa o espada, las
perderá a favor del Estado”.38
Don Juan Manuel de Rosas en sus estancias impuso también severas
prohibiciones de cargar cuchillo. “Ley para todos –dice su biógrafo Manuel
Gálvez- para él mismo. Penas severas a los que falten. Llevar cuchillo en día
festivo, en que son fáciles los altercados, tiene dos horas de cepo. Quiere
concluir con la costumbre de pelear con cuchillo por cualquier cosa. Por esto,
ha ordenado que los sábados, al retirarse del trabajo, los peones entreguen
esas armas a los capataces. Y no tolera olvidos. Al que salga al trabajo sin el
lazo y las boleadoras, cincuenta azotes a calzón quitado”.39
José Hernández, el esclarecido autor del “Martín Fierro” aconseja: “A los
peones no se les debe admitir facón, porque no sirve para el trabajo. Deben
Juan W. Gez “historia de la provincia de San Luis” t II pág. 183,
Archivo histórico de San Luis –Carpeta Nº2 documento 175 20/7/1765
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acta del 10 de octubre de 1801.
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Archivo Histórico de San Luis –Carpeta Nº 89 documento 8285 16/3/1842.
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Boletín Oficial –agosto de 18 de 1886 –Año 1º Nº 30.
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Manual Gálves “vida de Juan Manuel rosas” págs. 35736, Edit. Tor, Bs. As. 1943.
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usar cuchillo y siempre bien afilado. A esta precaución deberán ellos mismos
alguna vez la salvación de sus vidas en los peligros consiguientes de sus
trabajo, o podrán salvar la de algún compañero. No debe jamás admitírseles
armas de fuego. Se debe prohibir que los peones jueguen de manos, ni en
cuchillo. De boca cuanto quieran”.40
PAREMIOLOGÍA
Numerosos refranes que el pueblo ha ido elaborando a través del tiempo
en torno al cuchillo. Así por ejemplo cuando el facón, la daga o simplemente el
cuchillo de uso corriente, ha sido afilado con esmero y al pulsarlo en la yema
del pulgar deja la evidente impresión de satisfacer el más exigente en materia
de filo, se dice que corta un pelo al aire.
Si se trata de una persona de mal carácter que siempre hace a los demás
objeto de agresión verbal por cualquier insignificancia, se dice que anda con
cuchillo a media vaina.
Si en cambio el individuo actúa ocultando una intención aviesa o traidora,
se dice que anda con el cuchillo bajo el poncho.
Cuando alguien critica a una persona por defectos de los que aquel
también adolece, se impone la exclamación: se asusta el muerto del
degollado.
Lo corrió con la vaina es refrán corriente cuando una persona se
impone a otra con meras apariencias y es similar a este otro: Lo corrió con la
parada.
Si en la casa de una persona falta alguna cosa o elemento que no
debería faltar por la actividad, oficio o profesión propia de aquél, se dice: En
casa de herrero cuchillo de palo.
SUPERSTICIONES
Naturalmente supersticioso, el hombre de campo le da al cuchillo otros
usos que lindan con la magia.
Cuando se aproxima una tormenta de apariencia amenazante por su
color oscuro, relámpagos que dibujan sobre el horizonte su quebrada línea de
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José Hernández “Instrucción del Estanciero” pág. 371, Edit. Peña del Giudice, Bs. As. 1953.
fuego, y el sordo rumor que anuncia viento y granizo; desenvaina el paisano su
cuchillo, hace con él una cruz en el suelo y se santigua. A este ancestral rito se
llama “cortar la tormenta”.
Si a un animal le ha entrado la “bichera” no recurre a los específicos de la
veterinaria. Sale al campo, ubica a la bestia por las gotas de sangre que va
perdiendo al caminar, y luego concienzudamente, determina un lugar donde
haya dejado un rastro nítidamente marcado. El terreno debe ser de una
consistencia tal que permita extraer con su forma intacta, una masa de tierra
del tamaño aproximado a la mano abierta. No se presta para ello el terreno
medanoso o que contenga arena o ripio.
Desnuda su puñal y antes de comenzar el rito se cerciora que nadie lo ve
y que por las vecindades no anda cristiano viviente. Con prolijo ademán corta la
masa de tierra donde ha dibujado el rastro y lo da vuelta dejándolo en el mismo
lugar. Mientras esto hace, reza una oración y concluido el rito se santigua. Es la
milenaria ceremonia rural de “dar la vuelta el rostro”.
Las sombras de la noche esperan agazapadas en el camino para soltar
su hechicería de luces malas y “aparecidos”. Contra esa fuerza oculta nada se
puede hacer. Lo más corajudos no podrán pasar y tendrán que volverse. Es
inútil emplear al látigo para que la mula o el caballo avancen. A veces es un
perro negro que se ha echado en el camino. O una luz que corre por el
alambrado y se detiene en el paso del río, el badén o la tranquera.
El paisano ancestralmente creyente, saca su cuchillo y con él hace tres
cruces en el aire para ahuyentar la aparición que es cosa de mandinga. O toma
simplemente el puñal de la hoja para esgrimarlo como un amuleto salvador
porque el puñal con S forma una cruz que puede más que el corazón o la
fuerza bruta.
A MODO DE EPILOGO
Desde niño el hombre de nuestros campos se ensaya en bolear, enlazar
y vestirse. Es el aprendizaje para sus obligaciones tareas de adulto y para la
pelea con cuchillo.
Solo dos palitos requiere el visteo. Y con ellos se irán eslabonando con la
complejidad del ñandutí, los arabescos de la estocada, los amagos y las fintas.
El balanceo del cuerpo, sustentado por un pie que se adelanta agresivo y otro
que sirve de apoyatura a retaguardia, perfilan la imagen del hombre
comprometido en el lance que por ahora es chanza y pasatiempo. Y cada vez
que una “pisada” desbarata el intento del golpe de vista de quien sale indemne.
Porque ha saberse que se vistea en público, como una exhibición y como
forma de lucimiento. Pero en el fondo es el ensayo para la lucha sin
espectadores, hombre a hombre, donde se jugará a cara o cruz el último
galope de la sangre.
Tres prendas materiales no pueden faltarle nunca al gaucho: El caballo, la
guitarra y el cuchillo. Un día un penado que ya cumplía su condena me pidió
que le buscara trabajo en la ciudad. Supuse que no quería volver al teatro de
su delito (un homicidio) consumado en sus pagos de Carolina, por
comprensibles razones que se relacionan especialmente con la predisposición
de venganza que deja en los familiares de la víctima, la acción del victimario.
Cuando le averigüé porqué quería quedarse en la ciudad me respondió: “¡Qué
voy a volver… Cuando me pusieron preso tuve que vender el caballo…!”
La guitarra, ya se sabe, no falta en el más humilde rancho. Podrá ser
marcha la pobreza: “Ni siquiera la silla para el huésped –como decía Agüero- ni
tenedor ni cuchara, pero allí he visto yacer sobre la única almohada, con cintas
en el cuello como una muchacha, dormida y desnuda, la guitarra”. Cuando el
paisano vuelve de la “Junta de maíz” de Córdoba o Santa Fe, de la cosecha
fina de La Pampa Central; de la vendimia de Mendoza, nunca deja de traer un
cuchillo (el mejor que contemplaron sus ojos en los escaparates de la ciudad)
para regalárselo al hermano, al cuñado o al compadre, o destinarlo al uso
propio. Por eso cuando en un “cabo de novena” se rifa un cuchillo, el centro de
interés del hombre está pendiente de esa bolsita de género que contiene “los
bolillos” y que dirá, por designio del azar, cual es el afortunado dueño de la
prenda.
Le gusta al paisano coleccionar cuchillos. Uno de ellos de la zona de
Laguna Larga que había atesorado docenas de puñales, dagas y facones de
todo tipo y tamaño, le decía a Juvencio O. Véliz que solo le faltaba conseguir
uno que tuviera en la hoja esta inscripción: “Sean eternos los laureles…”
Por el cuchillo que porta puede deducirse la personalidad del hombre.
Si es puñal cabo de plata, seguramente será un paisano amante del lujo.
La Pampa del puñal correrá parejo con la brillazón del pretal, los casquillos de
las riendas, las cabezas del basto, la pontezuela y las copas del freno.
Si el cuchillo es de grandes dimensiones, no ha de estar su dueño entre
los campeones del coraje. Detrás del arma descomunal se parapeta siempre la
cobardía de quien poner distancia entre su eventual contrincante y su
sobrevalorada dimensión de carne y hueso.
Si en la reunión del pago (casorio, cumpleaños, cuadrera, acabo de
novena, baile de San Vicente), alguien anda mostrando ostentosamente el
cuchillo para que lo sepan hombre fuerte, el dueño es el profano que habla en
alta voz, que no invita a tomar sino que obliga, y a quien la plata le hace creer
que todo se puede comprar, hasta los encantos de la “flor del pago”. Andar
mostrando el cuchillo no entra en el patrimonio de actitudes del paisano
decente; eso es propio del “compadrón”.
Cuando el cuchillo puntado, filoso y de medianas dimensiones va
escondido entre las ropas del hombre y este no alardea de guapo, ¡cuidado! Es
arma peligrosa y argumento definitivo que pone fin a cualquier entre dicho.
Normalmente vela en la vaina como un perro fiel hasta la terquedad. Pero
cuando sale de ella no vuelve sin antes limpiar en la mata de pasto su mancha
de culpa y sangre.
Por la forma y el largo del cuchillo se puede medir la dimensión del alma
humana, porque aquel no es simplemente complemento del atavió o del ropaje.
Es garantía de seguridad frente al peligro, compañía en la soledad, herramienta
en el trabajo, amuleto salvador. Síntesis de todos los instrumentos que las
manos del hombre manejaron desde los oscuros días del grito gutural y la
caverna.
***FIN***
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