LA IMPOSIBLE DISUASIÓN DEL HÉROE TRÁGICO* JosÉ VTE. BAÑULSOLLER Universitat de Valencia (España) Los personajes y, en general, las figuras dramáticas, como ya advirtió Aristóteles, adquieren entidad a través de la acción, es la acción la que les va dando cuerpo, podría decirse que son acción. Del conjunto de rasgos que presentan los personajes aquellos que tienen en común son los que conforman las diferentes figuras dramáticas. El héroe trágico es una de ellas, y uno de sus rasgos defmitorios, el más acusado, es la consistencia en la línea de acción, lo que Aristóteles llama T?I ÓkaXóv, una de las exigencias que plantea Aristóteles a los caracteres trágicos en su Poetica (1454a16-36). La transgresión de esta exigencia caracterológica la ejemplifica Aristóteles con la IJigenia en Aulide de Eurípides, una Ifigenia que primero rechaza la muerte, incluso argumentando que es preferible vivir en la ignominia a morir con honra (v.1252), y que más tarde cambia de actitud y se muestra dispuesta al sacrificio. Desde esa exigencia caracterológica vamos a examinar dos personajes trágicos, el Etéocles de Esquilo, un indudable héroe trágico, y el Creonte de Sófocles. 1.- En los Siete contra Tebas Etéocles cierra el parlamento con el que se cierra la escena de los siete pares de guerreros con unas palabras que contienen la afirmación de que él mismo se va enfi-entar a su hermano. Sus primeras palabras tras este parlamento y el diálogo que mantiene con el coro constituyen la descripción del séptimo oponente, del propio Etéocles. Y lo hace con una expresión que en sí es contradictoria: ... Tic ÜXAos p m 0 E~ V ~ L K ~ T E T O S ; Ü ~ x o V T ~T' Ü ~ X U WKU\ K ~ o L Y V ~ I T Q K I ~OLS, Ex0pbs aUv i@p@ o ~ f p o p a t .... 675 ''¿qué otro con mayor justicia? 1 contra un jefe un jefe, y contra un hermano un hermano, 1 enemigo contra enemigo me voy a colocar " En el combate singular puede ser justo que se coloque a p x o v ~ iT' Üpxov, ("contra un jefe un jefe") pero no ~ a o t y v r í r q~ á o t ("contra s un hermano un hermano") Lo que mueve a Etéocles no es la defensa de lapolis, que, en tanto que obligación suya, el coro le recuerda, sino el odio al hermano, odio en el que se explica la dureza de estas palabras. Bien lo ve el coro, que en docmios, como corresponde a su estado de ánimo, le pide cuatro veces que renuncie (668 SS.,692 SS.,698 s. y 705 SS.). A lo largo de la tragedia, el temor por la ciudad, que estaba en primer plano, ha ido ce* El presente trabajo se encuadra dentro de una línea de investigación, "Adaptación del Teatro Clásico al Teatro Moderno Occidental", GV98-09-116, subvencionada por el Programa de Projectes d'lnvestigacid i Desenvolupament Tecnoldgic de la Generalitat Valenciana. 544 JosÉ VTE. BAÑULSOLLER diendo terreno a la maldición que pesa sobre la estirpe de Layo. Cuando en los versos 672676 Etéocles declara que él mismo va a enfrentarse a Polinices, se opera en el coro un cambio: hasta este momento su preocupación han sido las consecuencias para la ciudad del ataque que sufie. Ahora el coro toma consciencia plena de a qué se está enfrentando realmente la ciudad. Y el coro consciente ya de que se enfienta a la maldición, como revelan las que son sus primeras palabras: OiGinou TÉKOS, V. 677, va a intentar a partir de ese momento persuadir a Etéocles de que desista de su empeño fiatricida. Pero una vez más verá hstado su intento de intervenir en los acontecimientos, aunque sea de forma indirecta, por lo que tendrá que aceptar la situación, como ya hiciera antes, al principio de la tragedia: ET. o í y ~ o o v(i) ~áXatva,p t @iXovs @$EL. 262 Xo. oty& ovv &Mots né-ioopa~~b pópo~pov. 263 "Etéoc1es.- Calla, desgraciada, no asustes a los nuestros Coro.- Callaré. Con los demás sufiiré el destino." Y es que el coro pretende algo que en realidad es imposible, que él héroe trágico no actúe como un héroe trágico El diálogo entre el coro y Etéocles gira en tomo a dos temas: Etéocles argumenta con la muerte con honor y la fama; el coro, por su parte, con el deseo desmesurado y la ate.. Etéocles con la maldición; el coro con un posible acercamiento a los dioses y con la dilación en el tiempo como factor de atenuación. El primer argumento que esgrime el coro es el carácter indeleble de la sangre de un fiatricidio, w.677-682. Etéocles replica esgrimiendo la fama y la honra en la línea de la ética aristocrática que Ayante, Ulises y Fénix en la célebre embajada pretenden que siga el Aquiles homérico, un Aquiles que ya no quiere seguir los dictados de esa ética, aunque al fmal volverá a la lucha, pero por otras razones. En la la estrofa el coro, consciente de la situación, le advierte que está siendo arrastrado por una ate; Etéocles arguye la maldición que pesa sobre su linaje. En la antístrofa el coro invoca de nuevo el fiatricidio; Etéocles alega esta vez la maldición que sobre él y su hermano lanzara Edipo. En la 2a estrofa, el coro aconseja intentar la vía de la reconciliación con la divinidad, consejo que es rechazado por Etéocles concluyendo con unas palabras en las que la ÜBpts se deja ver: ET. ~i OUV ET' Üv o a i v o ~ p ~ÓXÉBptov v pópov 704 "Etéoc1es.- ¿Por qué, pues, tendría que adular un destino de muerte?" En la antístrofa el coro aconseja dejar enfiar las cosas e intentar entonces la reconciliación, a lo que responde Etéocles con la maldición de Edipo, pero bajo una forma nueva, un sueño que debió tener lugar en Edipo,la 2"pieza de la trilogía. En su respuesta retoma Etéocles la última palabra del coro y con ella la imagen de la ebullición de la cólera: ayav S ' dAq6~TsZVUTT~WV@ a v ~ a o p á ~ ~ v 710 &&ts,T T ~ T ~ $ W Vx p q p á ~ u vSamjptot. "Coro.- Ahora, cuando está a tu lado, porque la deidad 1 si cambiara su voluntad con un giro del tiempo, 1 quizá podría venir con un soplo 1 más apacible; pero ahora aún hierve. Etéoc1es.- Pues le hicieron hervir las imprecaciones de Edipo; demasiado certeras las visiones fantasmagóricasde mis ensueños, 1 particiones de los bienes paternos." La actitud del coro y su consejo pretenden aplacar a los dioses, retrasar el enfrentamiento personal provocando con ello una dilación del cumplimiento de la maldición y con ella su posible atenuación por el efecto benéfico del tiempo. Pero la respuesta de Etéocles (v. 7 13) muestra su impaciencia por salir a enfrentarse a Polinices. El coro concluye, como hiciera al principio (v. 681), argpnentando la gravedad del fratricidio, a lo que Etéocles responde con las que son sus últimas palabras: Xo. dM' aÚrá¿M+ov a i p a Gp&aoea~ ~ÉXELS; 718 ET. ~ E W V~ L O Ó W O V OÚK uv <K@ÚyOts K ~ K U . "Coro.- Pero ¿quieres tú segar la sangre de tu propio hermano? Etéoc1es.- Cuando las dan los dioses, no puedes escapar de las desgracias." Con la marcha de Etéocles al combate se van también las últimas esperanzas del coro. Se inicia así la escena siguiente, el segundo estásimo, w.720-791, en el que el coro realiza una verdadera recapitulación de la trilogía. Pero la impiedad de Etéocles más que en las últimas palabras que pronuncia, se halla en la esperanza que abriga no sólo él sino también su hermano de salir victoriosos del combate violentando los designios divinos, tal y como lo podemos leer referido a Polinices en la descripción que de él hace el mensajero, en especial en los w.637 s. y 646-648, y a Etéocles en sus propias palabras. El hijo de Edipo sabe que el camino emprendido está marcado por la divinidad, y en ese conocimiento coincide con el Aquiles homérico, pero Etéocles quiere ir más allá, pretende pasar por encima del destino, y esta diferencia, esencial, le aleja del Aquiles homérico. Aquiles conoce la alternativa de su destino pero no se rebela buscando un tercer camino: en el Canto 9 de Ilíada vemos que ya ha tomado una decisión: la de dejar la lucha y llevar una vida tranquila renunciando con ello a la fama heroica. Y si bien es cierto que cambia su decisión llevado por el dolor que le causa la muerte de Patroclo, nunca pretende cambiar el destino: lo vemos con claridad en el Canto 24, cuando él y Priamo unen su llanto, el anciano por su hijo muerto, él por su amigo y por su padre, que pronto será un nuevo Príamo. En suma, la pretensión del coro de disuadir a Etéocles choca con la consistencia de carácter del héroe trágico, con la consistencia de su acción. 2.- En la tragedia de Sófocles la divinidad o la Moira, si se prefiere, se sirve del carácter de los héroes trágicos para ir tejiendo su destino, un destino anunciado al que no pueden sustraerse. Y es ahí donde se abre una puerta a la esperanza en la medida en que el discunir vital del hombre es concebido como resultado de una serie de acciones y reacciones, de las acciones de los hombres y el tejer de la Moira . A la divinidad, por tanto, le es posible en ese marco de acción modificar en algo el destino anunciado, y al hombre, por su parte, por medio de sus acciones contribuir a esa modificación. Pero el destino anunciado se cumple tanto en el caso de los héroes de Sófocles como en el de los héroes de Esquilo, la diferencia radica en la procedencia de los impulsos que les van conduciendo hacia su destino. En el caso de Sófocles es la divinidad la que mueve los hilos. Naturalmente a tal fin la divinidad se sirve de todo cuanto tiene a mano, incluso de esos rasgos de carácter que favorecen la acción, y en última instancia poduede llegar a intervenir directamente, como hace en Filoctetes. Pues bien, en ese marco de acciones y reacciones, a Edipo se le presenta en Edipo en Colono una alternativa de destino: se le plantea la posibilidad de volver a Tebas en compañía de Creonte y con su sola presencia contribuir decisivamente a la victoria de uno de los dos bandos, o bien seguir su destino acabando sus días en el denlo de Colono. Si este Edipo, el de Sófocles, hubiera regresado a Tebas, seguramente habría muerto como nos cuenta la Ilíada. Pero no es así; este Edipo no regresa, sino que en uno de sus arranques de ira no sólo sigue el destino que le ha sido anunciado, sino que además condena a Creonte a un destino semejante al suyo maldiciéndolo (865~s.).Su acción, en tanto que héroe trágico, es consistente hasta el final. El Edipo de Sófocles actúa como motor de la maldición que pesa sobre su linaje. La maldición que Edipo lanza a Creonte además de la palabra está en el hecho de no ir con él a Tebas, dando lugar a que los dos hermanos se den mutua muerte y Creonte se vea en la tesitura de asumir el poder. Y va a ser el ejercicio del poder el que le traerá la ruina, el que hará efectiva la maldición lanzada contra él y su familia por Edipo. Las Fenicias de Eurípides presenta a un Creonte muy diferente al de Sófocles. Nos es mostrado como un buen ciudadano preocupado por una polis que las circunstancias, merced al lamentable destino del linaje de Layo, han puesto en sus manos. En la disposición que toma con relación a Edipo vemos al gobernante que asume la responsabilidad del poder y lo ejerce sabiendo a qué se enfkenta: V OÚK 06v o ' &áow +SE yíjv O ~ K E ~ETL. oar& yap ~ L r nT ~ ~ p ~ ooÚ i a pfl s TTOTE 1590 006 TI~VSE Y ~ VO ~ K O ~ V T O S€6 T@&LV TTÓ)\Lv. 'AM' ~ K K O ~ ~Ka1 C O ráS' U . OUX Ü ~ ~ EMyw L oÚS' ix0pbs &v oós, SL&SE TOUS d)\áo~opas TOUS (506s SEOOLKL~S (li TL ~ f T lTá@QKUKÓV. "Así pues, no permitiré que tú habites esta tierra a partir de ahora 1 pues con total claridad dijo Tiresias 1 que si tú la habitas jamás le irán las cosas bien a esta ciudad. 1 Vete pues. Y esto no por soberbia te lo digo 1 ni porque sea enemigo tuyo, sino porque a causa de los demonios vengadores 1 tuyos temo que esta tierra sufka algún mal". Edipo nada tiene que objetar a esta medida, pues sabe que Creonte está actuando correctamente, por lo que se limita a lamentar la suerte que el destino ha deparado a su estirpe desde que su padre Layo, desoyendo las advertencias que por tres veces le hiciera llegar Apolo, lo engendrara en Yocasta, sellando con ello su suerte y la de Edipo. Y en esta misma tragedia de Eurípides encontramos también la interdicción de inhumar el cadaver de Polinices, pero no tiene su origen en Creonte, sino en Etéocles, que antes de ir a enfrentarse a su hermano ordena a Creonte que, si muere en el combate dando muerte a su hermano, esto es, si la maldición se cumple, el cadaver de Polinices no sea inhumado. Y Creonte una vez en el poder, da a esta disposición última de Etéocles la forma correcta, que no se le dé sepultu- LA IMPOSIBLE DISUASIÓNDEL HEROETRÁGICO ra en el territorio de Tebas: KP. ... TToXuv~i~ousV ~ K U V E K B ~ X E T' af3amov q 0 6 ' 6pov E(% ~8ovós. K q p ú & ~ a 62 ~ m?o~ KaGpeio~sT ~ S E ' &~~V 6 s av V E K ~ O V TÓvS' ij K ~ T ~ O T &A$ y i KUAÚTTTOV, ~ U V ~ T O6.~TaMá~ETa1. V 1630 "El cadaver de Polinices 1 arrojadlo insepulto de los límites de este territorio. Y proclamo a todos los Cadrneos lo siguiente: el que sea cogido coronando este cadaver o cubriéndolo de tierra, con la muerte pagará." Esta fórmula recoge la legislación ateniense al respecto y la encontramos también recogida en Platón Leyes 909 c. Pero el Creonte de Sófocles es diferente. El Creonte de Edipo Rey es un simpático y despreocupado sinvergüenza, que vive feliz a la sombra del poder, es el Creonte que aún no se ha visto en la circunstancia de asumir el poder, de pretender hacer algo que está más allá de sus límites. Creonte no sirve para ejercer el poder, y la acción lo va a poner de manifiesto, pero cuando se da cuenta, ya es demasiado tarde. Al igual que el Edipo de Edipo Rey, cuando se da cuenta de la realidad, cuando se desvela la identidad del criminal tan afanosamente buscado, ya es demasiado tarde. En las palabras del Creonte de Edipo Rey tenemos una de las claves para entender la Antígona de Sófocles, en el hecho de que Creonte, que no tiene madera de gobernante, asume el poder llevado por las circunstancias,y una vez en él lo ejerce sin tener sentido de la medida y desde la inseguridad y el miedo, por lo que, desquiciado por el peso del poder, en todas ve partes conjuras contra su persona. La acusación que lanza contra Creonte y Tiresias en Edipo Rey, aunque hecha en uno de sus arranques de ira, es verosímil, no se puede decir lo mismo de la acusación de Creonte contra Antígona. Creonte, al igual que hiciera Edipo, pretende inconscientemente ser algo que no puede ser. Edipo pretendió que el destino que sobre él pesaba, no se cumpliera, pretendió no ser Edipo, no haber matado a su padre ni haber desposado a su propia madre y engendrado descendencia en ella, pero la verdad, el verdadero ser de Edipo, al final sale inevitablemente a la luz. Creonte pretende ejercer el poder no estando capacitado para ello, y la maldición que en Edipo en Colono, w. 868-870, Edipo lanza contra él y su familia, debiera de haberlo puesto en guardia de los peligros que puede esconder para su familia el trono de Tebas. Pero cuando se da cuenta, cuando la verdad sale a la luz, entonces, al igual que le ocurriera a Edipo, ya es demasiado tarde, su destino se cumple, al igual que el de Edipo. Pero para medir mejor la acción de Creonte, es conveniente que la compararemos con otra tragedia de Sófocles en la que se plantea también la interdicción de dar sepultura a un guerrero caído, se trata de Ayante. El argumento es conocido: Ayante ofendido por el resultado del sorteo de las armas de Aquiles desea matar a los jefes aqueos. Atenea desvía su acción y la dirige hacia los rebaños y pastores. La vergüenza que su acción fallida provoca en él le lleva al suicidio. Tras lo cual se decide que nadie dé tierra a su cadáver. Los argumentos que se esgrimen en contra de tal decisión son semejantes a los que oímos en la Antígona, pero ni Menelao ni Agamenón, ni siquiera Odiseo, tienen el carácter del Creonte de Sófocles. Pero veamos esos arggentos. En unos versos en los que resuenan las palabras JosÉ VTE.BAÑULSOLLER 548 del célebre pasaje de Antígona, pregunta Menelao a Teucro que está intercediendo por Ayante para que sea enterrado: ME. EyW yap av +Étatpt Gatpóvwv vópous; 1130 TEY. EL ~ o i r sBavóvras OÚK E& B~TTTELVí-rapdv. "Mene1ao.- ¿A caso yo estoy reprobando las leyes de los dioses? Teucro.- Sí, si no permites enterrar a los muertos con tu presencia." Y Odiseo, a pesar de que ha sido el objetivo principal contra el que Ayante ha dirigido su acción homicida, intercede también ante los Atridas en favor de Ayante, y lo hace esgrimiendo entre otras cosas también las leyes no escritas de los dioses: a~ouÉ vuv. TOV av6pa T Ó V ~ E I T ~ O S 0éWv pfi T X ~ S U ~ ~ T T T O6V6 ' hvakyfi-rws p a X ~ i v . pq6' fi pía oé FqGapWs v t q o á ~ w TOOÓVSE p m l v WDTE f i v G í q v - r r a ~ ~ i v r ~ c i p o iyap { v no@' OGTOS EX~LOTOS o~pa-roii, 05 ' ~ p á q o aTWV 'AXLXXE~WV OnXwv, & M ' a ú ~ b vE pnas OVT ' iyW T O L Ó V ~' E poi oij T&V á ~ t p á o a t p ' av, W ~ T E pi) G ~ E L V EV ' av6p ' i k i v ~ ~ L O T O 'VA p y ~ í w v ,0uot Tpoíav ci+t~óF~oBa, n h j v 'AxtMÉws. ~ U T 'OÚK av EvGí~wsy ' &TLIJ.~COLTÓ oot. v, ~ o i i sBEWV vópous oú yáp T L ~ o i i ~ o aXXa ~ ~ E ~ P O&v. L S OA. "0diseo.- Escucha &&a. A este hombre, por los dioses, 1 no te atrevas a insepulto así cruelmente exponerlo, 1 y que la violencia a ti en modo alguno te venza 1 para odiarle hasta el punto de pisotear la justicia. IPues también para mí era el peor enemigo del ejército 1 desde que me hice con las armas de Aquiles, 1 pero no le deshonraría hasta el extremo de no decir 1 que un solo hombre he visto como el más valiente de los Argivos, cuantos 1 a Troya arribamos, después de Aquiles. 1 De modo que en justicia al menos no podría ser deshonrado por ti, 1 pues no a éste sino las leyes de los dioses Idestruirías." Ante tales arbOUmentos finalmente los Atridas, en el ejercicio del poder, ceden, y lo hacen porque conocen los límites dentro de los cuales discurre su acción, son conscientes de los límites del poder y lo ejercen con seguridad y sin temor: Ar. TÓV OA. au' TOL €6 ~ÚpavvovE Ú O E F V 06 ~ U ~ L O V . 1350 XÉYOUOL T O ~ S+~XOLS T1pd.s V É ~ E L V . "Agamenón.- No es fácil que un tirano sea piadoso. 0diseo.- Pero sí que honre a los amigos que le dan buenos consejos." Reconoce Agamenón la dificultad del ejercicio del poder unipersonal, la dificultad de sustraerse a la tentación de caer en el exceso, en la injusticia. La respuesta de Odiseo establece una relación entre la acción a través del discurso, de la palabra, €6 XÉyouot, y la posición ante los hechos desde la cual se ejerce la acción, ~ l j o @ é l v . Pero los Atridas reconsideran finalmente la medida y ceden, cosa que no hará Creonte. Y es que el carácter de estos héroes es diferente del de Creonte. Pero pasemos a la Antigona LA IMPOSIBLE DISUASIÓN DEL HÉROETRAGICO 549 de Sófocles. En ella vemos cómo Hemón intenta disuadir a su padre de que reconsidere su decisión y desista. Las palabras de Hemón son razonables y están cargadas de sensatez. Establece Hemón una relación directa entre el conocimiento, +$vas (v. 683), y la divinidad. Las leyes a que se están reñriendo no están grabadas en piedras, sino en la mente de los hombres por la divinidad. De modo semejante la divinidad hace partícipe al hombre de la justicia: AI. T ~ ~ T E &o1 P , +úootv civ@xh~ots+$vas váv~wv60 ' &-riK ~ ~ ~ TCTr&ra~ov. W V 683 "Hemón.- Padre, los dioses han puesto en la naturaleza de los hombres el entendimiento 1 como el mayor de todos los bienes que existen." Y sigue Hemón aportando argumentos, en esta ocasión esgrime la capacidad de aprendizaje como fuente de sabiduría y también la vieja máxima de nada en exceso, referida en este caso a la obstinación de Creonte: a U ' avSpa, KE'~ TLS oo+Ós, TO ~ ~ V ~ ~ V E ITÓM' aioxpbv oÚSEv ~ a TOi pfi TE~VELV ayav. L V710 "pero el hecho de que un hombre, incluso si es un sabio, aprenda 1 muchas cosas nada vergonzoso es y el que no se obstine en exceso." Ya las palabras de Teseo en Edipo en Colono parecen anunciar el talante que como gobernante de Tebas tendrá Creonte, palabras de Teseo a Creonte en Edipo en Colono 912ss, en los que el legendario rey de Atenas recrimina a Creonte: Crrd ^Spa~as OÜT' &poU ~a-ratíws 068' 6v rrí+w~asahOs OÜTE oíjs X~OVÓS, 8 o - r ~Sí~at ~ ' ao~oUoav~ioeXBWv_ITÓXLV ~aveuV Ó ~ O U ~paívouoavoÚGÉv, ELT' d@is TU IíjoS~Iíjs yíjs Kúpt' 68' CTTELCTT~EUOV ayas 8' ¿ X Pi~ ~ ~ E L S 1~apLo~aoat ..K~~ pía. ~ ap íOL ~ÓhtvK É V ~ V ~ ~(O80Úhp' V TLVU <Gotas ~ i v a t ,K@' loov T$ pqS~ví. 915 "has actuado no de forma muy digna de mí 1 ni de aquellos de los que has nacido tú mismo ni de tu propia tierra, 1 porque entrando en una ciudad que observa la justicia 1 y que nada decide fuera de la ley, tú desprecias 1 las leyes vigentes en esta tierra irrumpiendo así en ella 1 y te llevas lo que deseas y lo pones a tu lado por la fuerza.]y mi ciudad vacía de hombrese o una esclava 1 la consideras, y a mí igual a nada." Frente a la ciudad el déspota, fiente a la observancia de la justicia y la adecuación de la acción al marco de la ley, el desprecio de las leyes y la acción personal desmesurada y la violencia, fiente al concepto griego de polis como una comunidad civico-religiosa el concepto no griego de una ciudad vacía, o lo que es peor, habitada por esclavos. En boca de Teseo se nos presenta un Creonte cuyo concepción del poder y del Estado son no griegos, porque para el griego eso es cualquier cosa menos unapolis. Y esta misma concepción de la polis vuelve a aparecer ahora en boca del propio Creonte en Antígona, en diálogo con su hijo Hemón, cuando está intentando disuadir a su padre: JosÉ VTE.B ~ LOLLER S KP. OS TOÜ K ~ ~ T O U V T O S I) TÓXLS v o p í S ~ ~ a t ; Al. K ~ X W S kpfipqs y ' av oir yfis apxots póvos. "Creonte.- ¿No se considera que la ciudad es del que la gobierna? Hemón.- Tú gobernarías bien en solitario una tierra desierta " 738 Nos hallamos ante la soledad del tirano, soledad del que confunde el gobernar con el mandar. Desde su inseguridad, desde el miedo, acosado por su propia incapacidad, que no por la indefensa Antígona, Creonte se sirve de la violencia y del miedo, y reacciona de forma desmesurada por el miedo, un miedo no definido y por ello desmesurado, tan desmesurado como el poder que desarrolla, pero que lo envuelve y lo lleva a actuar como un animal acorralado, pero acorralado por sí mismo, por su propia locura. La rigidez, la falta de flexibilidad, los excesos y la violencia de quien se siente inseguro en un puesto que le viene grande. En el uso del poder, está en manos de Creonte el ceder permitiendo el enterramiento de Polinices, tal y como hacen los Atridas con el cuerpo sin vida de Ayante, o en todo caso adecuar su resolución a derecho restingiendo su prohibición a la jurisdicción territorial de lapolis, tal y como hace el Creonte de las Fenicias de Eurípides, pero este Creonte es incapaz de actuar de otro modo, no puede ceder, pues de lo contrario no sena un héroe trágico. 3.- Como ya hemos dejado dicho antes, los personajes y, en general, las figuras dramáticas adquieren entidad a través de la acción. El héroe trágico es una de esas figuras, y uno de sus rasgos defmitorios, el más acusado, es la consistencia en la- línea de acción, lo que Aristóteles llama TO ÓpaXóv, una de las exigencias que en su Poetica plantea Aristóteles a los caracteres trágicos. La transgresión de esta exigencia la ejemplifica Aristóteles con la qgenia en Aulide de Eurípides: TOU 82 Q V W ~ & O U I) ÉV AÚXi8t 'I$L~ÉMLQ' o Ú ~ E v yap EOLKEV I) ~ K E T E Ú O W ~ T-?J Úo~Épq.(1454 a 3 1-33) "Y de (carácter) inconsistente la Ifigenia en Áulide, pues en nada se parece la que suplica a la de después." Una Ifigenia que primero rehusa por todos los medios la muerte, llegando a aramentar que es preferible vivir en la ignominia a morir con honra (v.1252), más tarde cambia de actitud y se muestra dispuesta al sacrificio. Tras la apreciación de Aristóteles hay un cambio en la concepción del héroe tragico, cambio formulado aunque en otro sentido por A. Lesky, en su Historia de la Literatura Griega (Madrid 1976). En opinión de Lesky en esta tragedia se observa algo que no es extraño en las últimas tragedias de Eurípides, una complejidad psicológica de los caracteres que explica ese cambio radical en la actitud de la hija de Agamenón. Dice Lesky: "En general, el griego exigía que los personajes de la poesía elevada, particularmente de la tragedia, fuesen constantes en su @Úo~s. Eurípides quedó aislado con todo el contenido psíquico de su Ifignia en Aulide, ni siquiera el principal comentador de su arte logró comprenderlo. Aristóteles censuró la obra en su Poética , pues la Ifigenia poseída por el miedo de la muerte no puede compaginarse, formando un personaje armónico, con la otra Ifigenia que se sacrifica heroicamente."@ág. 427) LA IMPOSLBLE DISUASION DEL *ROE TRAGICO 551 Pero tras la apreciación de kistóteles y la explicación de Lesky lo que en realidad hay es un hecho de naturaleza dsamática h t o de los tiempos desde los que escribe Eurípides, el cambio de la visión del mundo y el consiguiente cambio del héroe trágico. El héroe trágico ya es otro, no por ello menos trágico, pero el mundo en el que se va a mover, donde va a desassollar su acción se desplaza hacia su interior, se interioriza, y es en su interior en donde se van a producis los verdaderos efientainientos trágicos.