…………………………..UNOS SUEÑOS …………………. Recuerdo un sueño, un hermoso sueño, yo estaba en el bosque más grande y más verde de lo que nunca había visto. La presencia de la serenidad y de la plenitud en este lugar me hizo sentir aún mejor, más allá de la belleza del lugar, se producía una alquimia entre mi cuerpo, mi mente y la naturaleza. Era la naturaleza y era yo. Yo era los árboles, las hojas, las yemas; yo era el agua del rio, el cielo. Yo era la paz. No recuerdo los detalles, no sé si mi hermana mayor, Alice, estaba allí, no sé si había mis amigos los konigans, recuerdo solo la sensación que yo experimenté, los colores que vi, y este recuerdo de pureza que aún me penetra. Louise BAUDE Camille ROSSELL-VILAGINES: Este sueño, lo hacía cuando tenía ocho años: Me levanté en un sitio muy familiar, pero no veía casi nada, todo era muy oscuro pero desde ese lugar, podía ver la luna, muy grande, que me iluminaba. Era muy extraño porque podía ver las paredes que me rodeaban, la puerta, ese armario tan parecido al mío………… Me costó mucho ver que ésta, era mi habitación, ¿pero, por qué la luna? ¿Por qué no había techo? ¿Por qué todo era tan frio? Y ¿Por qué podía sentir este miedo que me llenaba poco a poco? Puse mi manta en mis hombros y empecé a caminar. Salí por esa puerta blanca y atravesé la casa donde encontré a mis padres discutiendo, les pregunté por qué todo se parecía a un lugar donde había pasado un tornado o un rebano de zombis y me respondieron que todo acabaría saliendo bien, que no me preocupara pero eso me hizo sentir peor, seguro de que había pasado algo, algo muy grave. Mis padres me miraban extrañamente, y yo tenía la sensación de que también estaban preocupados. De repente, tiré la manta en el suelo y corrí hasta la puerta principal, la abrí: todo era aún peor que en la casa, los arboles desnudos se arrancaban de este suelo tan seco y lleno de objetos destrozados, baldosas y hormigón. A demás, mis vecinos habían desaparecido y en su lugar, había hienas que se escondían detrás de los arbustos. Al ver esos ojos amarillos en medio de las hojas calcinadas, yo temblaba. En este momento, pensé en mi hermano, estaría llorando si viera esas bestias, pero ¿Dónde estaba él? Probablemente en un sueño profundo……. Me di la vuelta y caminé hacia la casa rara que en realidad era nuestra, cerré la puerta y me marché en dirección de la habitación de mi hermanito. La encontré abierta….. Su cuerpo estaba tumbado en el suelo, inerte……. Laurie TREILHOU recuerda: ………………… Una noche, soñé que estaba en un lugar desconocido con mi familia, pero yo era feliz y no estaba desorientada por la extraña situación. Empecé a hablar con mi hermano que me informó que estábamos en Seúl. Sorprendida y a la vez muy emocionada de estar en la ciudad de mis sueños, corrí hacia la puerta para ver la ciudad pero era imposible abrirla. Busqué rápidamente ventanas pero no encontré ninguna. Sin embargo, la habitación era iluminada por la luz natural Empecé a preocuparme de verdad: el lugar que parecía ser un paraíso, se convirtió en una pesadilla. En ese momento, no estaba segura de que estaba en Seúl, la única cosa que era cierta era que la casa estaba volviéndose cada vez más extraña. Además, ya no veía a mis padres ni a mis hermanos. Presa de pánico recorrí la casa con la esperanza de salir. Finalmente, encontré una habitación, pero a medida que me adelantaba, la luz se convertía en un negro preocupante, de manera que a los pocos metros ya no distinguía nada. Caminé gracias a las paredes cuando, de repente, anti una manija. Conseguí abrir la puerta, pero antes de saber lo que sería de mí y lo que había fuera, DRING, DRING……. El despertador sonó y esta pesadilla me dejo una extraña impresión. Loïck GUTIERREZ: Como cada día, el despertador sonó a las ocho en punto. Me levanté y me hice un café. Después, me asomé a la ventana y miré al cielo: una gran nube impedía que los rayos del sol me calentaran el rostro. Me dije: hoy, va a hacer un tiempo asqueroso. De repente, la nube desapareció y el sol me deslumbro. Sorprendido, me di cuenta de que, en realidad, la nube era un Zeppelin. ¿Qué diablos hacia un Zeppelin en esta ciudad? Terminé de prepararme y fui al cole. Cuando Salí a la calle, toda la gente vestía trajes antiguos y bombines. Eso me pareció muy extraño. Las calles ya no eran de alquitrán, sino de adoquines. Ya no pasaban coches, sino carros. La gente no se paseaba con auriculares o portátiles sino que algunos leían un periódico, otros fumaban un puro. Me dirigí hacia un bar, suponiendo que hoy no pasaría el bus….. De alguna forma, la situación no era tan dramática ya que no tendría que soportar a mi profesora de español. Caminando, asistía al extraño fenómeno. La gente se comportaba de manera muy extraña, los panaderos gritaban para atraer a la clientela, y un chico con una boina vendía periódicos. De repente, tuve una duda. El camarero estaba limpiando la barra: escupió en el tablón de madera y le pasó un tropo sucio. “Buenas días, me podría decir ¿qué día es hoy por favor? El posadero, siguió limpiando, y no me hizo ni caso. Durante un momento, creí que no podía oírme. Pero, al cabo de unos segundos, me contestó: “El 4 de diciembre” -“Y ¿de qué año? El mesonero levanto la cabeza y me echó una mirada no muy agradable: “ !Pues, de 1884! ” De repente, una mano me toco la espalda. Me di la vuelta y vi a un hombre negro muy alto. “Huck, ¡Qué sorpresa!, ¿Qué haces aquí?” “¿Quién es usted? Yo no me llamo Huck.” “? No recuerdas?” ¡Soy Jim, el esclavo de Miss Watson!” De repente, recordé que en el colegio, mi pesada profesora de español, nos ensenaba la novela picaresca, precisamente Las aventuras de Huckleberry Finn. La novela fue publicada el 4 de diciembre de 1884, justo la fecha que me dio el mesonero. De hecho, tres de los personajes eran Huck, Miss Watson que desempeño el papel de maestra para el chico, y su esclavo Jim. Estaba muy nervioso, no entendía muy bien lo que ocurría. Por mi cabeza, pasaron todas las desventuras que había vivido Huck, y francamente, no me apetecía nada ponerme en su pellejo. Quería volver a mi casa, cuando de repente….. Sonó el despertador a las ocho en punto, como cada dia.