capitlo iv - Facultad de Ciencias Sociales

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EL FRENTE POPULAR, LA IZQUIERDA Y EL TERRISMO
Prof. Mag. Fernando López D’Alesandro
1. El terrismo y los antecedentes del Frente Popular
El golpe de Estado de Gabriel Terra se produjo en el momento en que las izquierdas
uruguayas se encontraban en un proceso de búsqueda, tanto dentro como fuera de los
partidos tradicionales. El terrismo fue clave en el primer intento unitario donde los
desencuentros y las coordinaciones sentaron las bases de relaciones que darían sus
frutos mucho tiempo después.
En 1933 la izquierda abrió un amplio abanico de estrategias para enfrentar a la dictadura
de Terra, donde todas las opciones estuvieron en discusión. Pero las elites dirigentes
dificultaron el proceso de unidad que, finalmente, se realizará cuando la sociedad
opositora tome la bandera frentepopulista desde el interior hacia Montevideo.
Las acciones unitarias
El Partido Comunista seguía promoviendo su estrategia de Frente Único y llevó la
propuesta a la oposición y, principalmente, al Partido Socialista. A fines de 1933 el PCU
elevó la propuesta a la dirección del PS y se realizaron varias reuniones entre
representantes de las dos direcciones, donde escrupulosamente se levantaban actas
firmadas por todos. Si bien había disposición a debatir, las desconfianzas no habían sido
superadas1. Este primer acercamiento no prosperó porque los socialistas lo rechazaron
debido a diferencias ideológicas donde la situación uruguaya se mezclaba con la
problemática internacional2.
Los socialistas intentaron convocar a un “block de fuerzas de izquierda” que elaborara un
programa político y se dirigieron a los blancos independientes y a los batllistas que no
aceptaron la propuesta3.
1
El Sol. 21 de diciembre de 1933. Como discutieron la formación del Frente Único los delegados de los
partidos socialista y comunista.
2
El Sol. 22 de febrero de 1933. Nuestra respuesta al P. Comunista. Sobre los sucesos de Austria. El PS
rechazó el Frente Único porque el PCU no había rectificado “viejos errores” que permitieron el ascenso del
fascismo en Europa y porque habían atacado desde Justicia a los socialistas austríacos. Asimismo, decían
los socialistas que aun estaba “fresco” la “deslealtad” del PCU en la última tentativa de crear el Frente
Único a mediados de 1933. El documento es un comunicado de la dirección socialista firmado por el
secretario general José Pedro Cardoso.
3
El Sol. 17 de mayo de 1934. Oportunidad y responsabilidad de las izquierdas.
Quizá el mayor intento unitario fue la convocatoria al mitin por la libertad y la democracia
para el 11 de agosto de 1934 que fracasó por la huelga gráfica. Durante la etapa de
preparación del acto los diarios oficialistas y opositores firmaron un pacto el 10 de junio
por el que acordaban rechazar las exigencias del Sindicato de Artes Gráficas. La huelga
gráfica frustró el acto y amplió la brecha entre los sectores opositores al régimen pues
toda la izquierda apoyó la lucha de los obreros. La circunstancia fue utilizada por el
Partido Comunista para volver plantear el Frente Único.
La propuesta fue relanzada con anterioridad en el campo sindical y alentada por
socialistas y comunistas pero a pesar de las expectativas tampoco prosperó 4. Los
comunistas apostaban al Frente Único “por arriba” hablando con la dirección del PS, pero
no dejaban de lado la idea de realizarlo “por abajo”, por tanto su manifiesto se dirigía
específicamente a los “obreros y estudiantes socialistas” para que se integraran al Frente
Único, subrayando que Frugoni al proponer la unidad “por encima de las clases” en
realidad promovía “desarmarse frente al enemigo común”5.
Si bien los socialistas habían evaluado la actitud de la oposición en la huelga gráfica como
“suicida” para los objetivos políticos que se habían trazado contra la dictadura, tampoco
aceptó la propuesta comunista del Frente Único6. Cuando los socialistas rechazaron la
propuesta, el PCU buscó realizar el Frente Único “por abajo”, sin mayor suerte 7. En
octubre, el PCU y la CGTU, la USU, la FORU, los sindicatos autónomos y la FEUU
convocaron al paro general que no prosperó8.
Carlos Quijano radicalizó su propuesta. Su fracasada “búsqueda de las izquierdas” en
1931 no lo amilanó y la dictadura de Terra había “confirmado” sus análisis ahondando su
“giro a la izquierda”. Para enfrentar a la dictadura proponía la “concertación de las
izquierdas”. La “federación de izquierda” que planteaba debía integrarse con aquellos que
4
El Sol. 5 de abril de 1934. La clase obrera defenderá los sindicatos libres. En una reunión realizada en el
Ateneo Popular se reunieron la USU, la CGTU y los sindicatos autónomos –la FORU estuvo ausentedonde acordaron realizar el Frente Único “proletario”. La ausencia de noticias posteriores nos permite inferir
que la propuesta se agotó al poco tiempo.
5
Justicia. 31 de agosto de 1934. Unidad de acción. Manifiesto del Comité Central del Partido Comunista
dirigido al Partido Socialista, la FEUU, la USU y la FORU.
6
El Sol .31 de agosto de 1934. El suicidio de una oposición.
7
Justicia. 11 de agosto de 1934. La dirección del PS rechaza el Frente Único! En el artículo proponían,
entonces, realizar el Frente Único “por abajo”.
8
Justicia. 18 de octubre de 1934. Fue declarado el paro nacional. Contra la ley de hambre y la dictadura.
Así lo resolvieron la tres centrales obreras, los comité de huelga sindicatos autónomos, F. de estudiantes y
minoristas. Empieza esta noche a la hora 1. Mañana a la hora 16 todos a la Plazoleta del Gaucho.
eran progresistas en base a sus definiciones económicas y a partir de esa clasificación se
debía convocar sólo a las izquierdas “a pesar de los merecimientos de otros y de la
respetuosa consideración que se les debe”. La dictadura sería vencida “oponiéndole un
programa de izquierda” porque vencerla “realmente, importa quebrar sus privilegios, para
evitar en la medida de lo posible, la repetición de la aventura del 31 de marzo”9.
Los socialistas respondieron a Quijano marcando distancia respecto de las compañías de
la ADS. Para el PS la unión de “fuerzas para combatir la dictadura bastará con el
entendimiento de todos aquellos que estén dispuestos a defender en el momento actual,
la democracia, la legalidad”. No se podía “hacer una mezcolanza de tradicionalistas y
avanzados, de conservadores y liberales”. La opción de Quijano significa “sembrar un
confusionismo peligroso, porque desprestigiaría a los componentes de tal “federación” en
beneficio de todos los reaccionarios” 10.
La oposición no pudo unirse como consecuencia de la huelga gráfica, pero la izquierda
tampoco pudo hacerlo como resultado de sus debilidades y enfrentamientos. Unos
estaban en franco proceso de desintegración como la ADS de Quijano; Avanzar si bien
había sido la más votada dentro del batllismo todavía no reaccionaba al terrible golpe de
la muerte de Grauert; los socialistas y los comunistas debían lidiar con su pequeñez
estructural, con sus prejuicios, con sus desconfianzas, con sus diferencias ideológicas y
con sus respectivos ombliguismos. Asimismo su supuesta base social, la clase obrera, no
sólo estaba desorganizada y dispersa, como lo demuestra la debilidad de las tres
centrales obreras, sino que también sufría el impacto de la crisis económica. La situación
no era prometedora, de manera que debieron echar mano a otros recursos estratégicos.
El debate sobre la participación electoral dio comienzo en 1934 y ahondó la crisis de la
oposición.
Abstencionistas y concurrencistas.
Si bien la opción de participar dentro de la legalidad terrista estuvo planteada desde la
convocatoria a la constituyente de 1933, la nueva legalidad producto de la constitución de
1934 desencadenó una profunda discusión dentro de la izquierda uruguaya. Carlos
Quijano fue, quizá, quien se mostró más intransigente respecto del tema. La abstención
9
Acción. 22 de julio de 1933. Artículo de Carlos Quijano. Hacia la izquierda!!
El Sol. El Sol. 20 de julio de 1933. Cosas de Quijano. ¿Izquierda con conservadores?
10
era un imperativo además de no aceptar ningún acuerdo con la dictadura 11, si bien dejaba
abierta la posibilidad de recorrer otros caminos 12. Más adelante, ante la concreción del
Frente Popular, propuesta a la que Quijano adhirió con pasión, propuso la participación
electoral pero ante el rechazo de la misma por el nacionalismo independiente, Quijano
acató la disciplina partidaria, como veremos.
La Agrupación Batllista Avanzar inserta dentro del batllismo tenía un dilema similar. Los
batllistas habían decidido no concurrir a las elecciones de 1934 por entenderlas ilegítimas,
nacidas se una situación inadmisible. Y hasta tanto la situación no cambiara se
mantendría en esa tesitura. La formación del Frente Popular a finales de los 30‟ también
le creó una disyuntiva y debió acatar la disciplina partidaria.
Comunistas y socialistas fueron concurrencistas. Las razones públicas se fundaban en la
intención de “constituirnos en el parlamento en acusadores de los que cometieron la
tropelía del 31 de marzo” 13 sostenía Frugoni, pero el historiador percibe que además de
los principios, las esperanzas de obtener réditos políticos capitalizando la abstención de
los opositores y cierto ambiente general de “entusiasmo” antidictatorial, jugó algún papel
en la elaboración de la estrategia socialista 14, aunque sin suerte. No menor debe haber
sido la intención de no quedar excesivamente volcados a la alianza con las fuerzas
tradicionales, de manera que concurrir a las elecciones también buscaba la ampliación del
pequeño espacio político que los socialistas luchaban por mantener. En carta al congreso
partidario, Frugoni calificaba de “suicida” la “tendencia a menospreciar la acción política y
no ver en el parlamento sino una tribuna de crítica y de agitación”. La prevención se debía
a que el PS “en ningún otro campo tiene capacidad de acción, pues la penetración
socialista en los gremios del Uruguay es empresa ardua, y las otras actividades del
socialismo –cooperativas, bibliotecas, etc- no se organizan con palabras sino con
empresas constantes […]”. El temor a “parecerse” al comunismo estaba presente también
en el trazado de la estrategia –“con la mayor inoportunidad nos equipararía a la [táctica]
comunista”- así como creer que sólo se debía hacer oposición desde los gremios o desde
11
Acción. 30 de noviembre de 1933. Artículo de Carlos Quijano. Composición de lugar.
Acción. 12 de agosto de 1933. Las varias perspectivas. Quijano se preocupó en subrayar que “La única
solución por ahora -¿sabemos acaso qué puede traernos el mañana?- es, precisamente, aquella que en
tiempos normales, no es solución. Mantenerse en la oposición irreductible a la dictadura y, como
corolario forzoso, en la abstención”. La negrita está en el original.
13
El Sol. 8 de marzo de 1934. El Dr. Frugoni opina sobre el llamado a elecciones.
14
Así nos lo sugirió el Prof. Germán D‟Elía. Entrevistas con el autor. Op. Cit.
12
las cooperativas “nos anula” sostenía el líder exiliado. Frugoni creía que el PS debía
participar en el parlamento porque le iba a permitir “crecer”, otra estrategia
desaprovecharía “la atmósfera de entusiasmo y ardor civil que allí reclama la situación
nacional del momento”, lo contrario los transformaría en “un grupito de doctrinarios que
debaten en la abstracción” 15.
Pero la propuesta no fue aceptada sin tensiones dentro del PS. Algunos centros y
militantes no vieron con buenos ojos ampararse en la “legalidad terrista” y, como en el
caso del Centro Socialista de Salto, decidió no acatar la resolución concurrencista del XIV
congreso por lo que el Comité Ejecutivo “aconsejó” a los militantes salteños que dejaran el
“centro a cargo de compañeros que acaten la resolución” 16.
Algo similar sucede con los comunistas. Con su participación anterior en la constituyente,
los comunistas ya habían elaborado sus argumentos y sus “tesis” a favor de la
participación, fundada en la histórica posición de la IC de integrar los parlamentos para
“destruirlos desde adentro” y el terrismo les ofrecía una oportunidad única para ello.
Y usaron el parlamento como caja de resonancia o escenario de escándalos, ganando
simpatías y quedando en la memoria colectiva como hitos de la lucha política uruguaya
por la democracia.
La vía armada.
La dictadura de Terra radicalizó a toda la izquierda y en esa radicalización la vía armada o
la revolución violenta estuvo presente como una variable atendible, si las circunstancias lo
permitían.
Llama la atención al respecto la situación interna del socialismo. En los debates de sus
congresos y reuniones la posibilidad era asumida como la alternativa válida, como el
recurso casi inevitable en las luchas contra las tiranías 17. Luego de haber recorrido todas
las publicaciones socialistas desde la fundación del PS donde la opción por la política era
15
Archivo José Pedro Cardoso (AJPC). Carta de Emilio Frugoni al Congreso del Partido Socialista. Buenos
Aires. 21 de octubre de 1933. Original en el archivo del autor. En otra argumentación, Frugoni sostenía que
la participación en el parlamento podría ser de alguna ayuda en caso de que estallara una revolución
armada, como veremos más adelante.
16
El Sol. 5 de abril de 1934. Sesiones del Comité Ejecutivo.
17
A manera de ejemplo es significativo el intercambio entre Servando Cuadro y Pereyra Sylla en el XIII
congreso del PS, donde debatían si la opción era apoyar “la democracia burguesa”, fundamentada por
Cuadro o promover la revolución. El Sol. 11 de enero de 1934. Continuación de la publicación del los
debates del XIII Congreso Ordinario del Partido Socialista.
prioritaria y donde se apostaba a acumular fuerzas a largo plazo, la presencia de la opción
violenta en los debates del socialismo es llamativa y en cierta forma confirma que en su
seno existían tensiones no resueltas entre un camino “reformista” y otro más o menos
radical. Así la opción por la violencia apareció en el universo socialista, inclusive
aceptando en cierta forma la “dictadura del proletariado” siempre y cuando fuera dirigida
por el PS18. Emilio Frugoni sostenía que “si el Partido Socialista tuviera medios para
arrojarse a una acción armada contra el gobierno o para ser factor decisivo de un
levantamiento en armas, en vez de intervenir en la contienda electoral, desataría la guerra
civil”. E inclusive el mismo Frugoni fundaba la participación electoral del PS en 1934 en
base al supuesto de generar las condiciones para “la preparación de ese movimiento, que
si ha de venir necesita contar para su triunfo y calificación con un ambiente insurreccional
difundido” que los socialistas estaban dispuestos a generar desde la tribuna
parlamentaria. Y subrayaba que si había quienes “se deciden a hacer ese esfuerzo,
nosotros los ayudaremos en la medida de nuestras fuerzas”. Cuando el levantamiento se
produjo el PS se declaró su “aliado moral” 19.
Los comunistas, todavía viviendo su etapa de “guerra de clases” coincidían con la
hipótesis insurreccional y según versiones no confirmadas, cuando se produjo el
alzamiento de enero de 1935 la dirección fue criticada por Eugenio Gómez por no haber
apoyado la insurrección20. Pero como es fácil deducir a pesar de las carencias
documentales, la opción violenta era indiscutible en el Partido Comunista. Sólo debían
18
El Sol. 1 de febrero de 1934. Cuando habrá que levantar la bandera de la dictadura del proletariado. En
el artículo se aclara que “[…] Todas las dictaduras son esencialmente malas; pero si ha de haber una, que
sea la del Partido Socialista y la del proletariado”.
19
El Sol. 14 de abril de 1934. Nota de Emilio Frugoni del 3 de abril de 1934. Ante la insurrección de Paso
Morlán declararon: “El Partido Socialista no tiene la más mínima intervención en los sucesos”, pero
“reafirma su posición de aliado moral de las fuerzas revolucionarias”. El Sol. 1ª semana de febrero de 1935.
El Partido Socialista ante los sucesos de actualidad.
20
Gómez, Eugenio. Historia del Partido Comunista del Uruguay. Op. Cit. P. 99. La versión del “reproche” la
ofrece Gómez en su libro. La obra es un panegírico a su propia persona e intenta demostrar que ya en ese
entonces la dirección del PCU se encontraba conformada por “trostkistas-oportunistas” que habían
permanecido “neutrales”. Gómez, apenas llegado de un viaje, “logró” que se lanzara “un manifiesto de
apoyo a los revolucionarios” y concluye que “los acontecimientos pudieron ser otros con el concurso de la
clase obrera”. No tenemos forma aun de confirmar estos hechos. Los ejemplares de Justicia del año 1935,
año clave para la izquierda uruguaya, existentes en Biblioteca Nacional sólo dan cuenta de dos números de
noviembre. La larga búsqueda de ejemplares de ese año nos llevó a consultar bibliotecas extranjeras,
donde no encontramos nada. Asimismo los testimonios orales brillan por su ausencia. Cuando
comenzamos la investigación del período los pocos sobrevivientes nada recordaban. La Revolución de
Enero de 1935 no quedó en la memoria colectiva.
esperar que “las condiciones” fueran las correctas para el alzamiento o, también, lograr
ganar a una parte del ejército como sostenían en sus tesis.
Con su giro a la izquierda, Carlos Quijano también evaluó la hipótesis insurreccional como
una alternativa atendible. El tono de sus editoriales en la prensa clandestina da clara
cuenta de ello. Su “veta blanca” revolucionaria quizá haya jugado un papel importante en
esas definiciones. A la dictadura “¡Hay que echarla abajo! Con ella estamos en guerra. En
la guerra no se pide ni se da cuartel. No lo pedimos no debemos darlo. Quien no está
contra la dictadura, está con la dictadura. Es un enemigo y como tal hay que tratarlo.
Mientras llega la hora del combate decisivo que todo hace creer se acerca, hay que
prepararse, organizar fuerzas, provocar hábilmente el disturbio, mantener en jaque a los
esbirros de la dictadura. ¡Qué ésta no se consolide y sobre todo que no se consolide en
paz!”. La “voz de orden” era “mantenerse en estado permanente de resistencia” y esperar
“la batalla final” y terminaba convocando “a prepararse para pelear para reconquistar las
libertades usurpadas”21. En definitiva, para Carlos Quijano la violencia era una opción,
pero “como se comprenderá no puede hablarse de ella en un artículo. Esas “cosas” se
hacen si hay que hacerlas y se puede y no se dicen” decía en agosto de 1933. Y advertía
que la dirección del nacionalismo independiente era la encargada de realizar eso que “no
se dice” pero que “cuando se pueda hablar se verá. […] Más no hemos podido ni
podemos hacer. Más no podemos decir” 22, planteaba en un lenguaje que quería ser
críptico, pero que resultaba evidente.
En definitiva, toda la izquierda aceptaba la vía armada como una opción legítima contra la
dictadura, pero que debía ser realizada si las condiciones lo permitían. Pero
independientemente de las evaluaciones políticas o de coyuntura que la izquierda hizo
sobre tal posibilidad, si se producía, iban a apoyar.
Los discursos, tanto el de Quijano como el de Frugoni permiten al historiador inferir algo
que cree ver escondido o camuflado en las palabras y las frases. Quizá guardaban la
esperanza de alguna insurrección o tal vez sabían que algo se estaba preparando23.
21
Rebelión. 8 de abril de 1933. La voz de orden. Poco tiempo después afirmaba que “mientras llega la hora
de la reparación justiciera, hay que armarse, organizarse y no perder la confianza, ni dejarse llevar por
impulsivos escepticismos”. Rebelión. 26 de abril de 1933. No hay que desesperar.
22
Acción. 12 de agosto de 1933. Las varias perspectivas.
23
Aguirre González, Adolfo. La Revolución de 1935. La lucha armada contra la dictadura. Librosur.
Montevideo. 1985. P. 76 y ss. Si tal como señala el autor los preparativos comenzaron en 1933, sería muy
El 27 de enero de 1935 se produjo el alzamiento en Paso Morlán que contó con la
participación de blancos y colorados, tanto batllistas como miembros de Avanzar. La vía
armada intentó, sin suerte, abrirse camino y todos apoyaron o respetaron ese fracaso. La
derrota de la vía insurreccional dejó en claro que la salida de la dictadura iba a ser
política, pero aún en 1934 no encontraban las formas.
2. “¡Paso al Frente Popular!”
El choque de la izquierda con la dictadura era constante y en todo lugar. Quizá la “tiranía”
atizó la veta jacobina que toda la izquierda guardaba en algún lugar de su sensibilidad
revolucionaria y que con el terrismo encontró un escenario propicio para florecer. Sin
embargo las elites dirigentes no pudieron realizar la unidad, habrá que esperar a que la
correntada popular desde el interior precipitara el proceso.
Desde el día de la asunción de su segunda presidencia Terra tuvo que lidiar con una
izquierda que profundizaba sus rebeldías. Emilio Frugoni, por ejemplo, había regresado al
país de su destierro en Buenos Aires amparándose en los fueros parlamentarios. El día
de la asunción de Terra para su segundo mandato pasó a la historia y a la memoria de la
izquierda como uno de los actos épicos más recordados.
Terra estaba jurando cuando Emilio Frugoni lo interrumpió gritando que el juramento no
era válido, porque estaba demostrado que el presidente no cumplía lo que prometía 24.
Frugoni fue atacado de inmediato y golpeado duramente, al igual que Líber Troitiño.
Eugenio Gómez fue desalojado también por la fuerza cuando se entreveró en la trifulca.
Es llamativo, sin duda, que aquellos que no se toleraban políticamente, comunistas y
socialistas, estuvieran codo con codo en el momento de enfrentar la violencia del terrismo
en pleno en aquella sesión parlamentaria de 1934. La situación había creado
solidaridades de hecho, ¿podría fomentarlas en el campo político?
difícil que Quijano o Frugoni no se hubieran enterado de las intenciones revolucionarias. Quizá en los giros
de los artículos transcriptos más arriba se entreve alguna sugerencia al respecto.
24
Siempre se agregó a la versión parlamentaria que no se editó de esa manera, que Frugoni finalizó su
diatriba gritando “perjuro”. El historiador Carlos Machado, en entrevista con el autor, nos dijo que Frugoni le
admitió que no había dicho esa palabra a la que consideraba “antigua”. Parecería que el término fue
agregado en al versión publicada en El Sol por algún simpatizante del líder socialista.
a) El Frente Popular. Una hipótesis.
Durante 1934 Eugenio Gómez viajó a Europa. Su largo viaje lo llevó por primera vez a
Moscú y conoció lo que llamaba “la patria del proletariado”. Es probable que durante 1934
la COMINTERN haya estado elaborando el cambio de estrategia que se iba a hacer
público al año siguiente. La IC iba a definir apoyar los Frentes Únicos amplios como paso
previo o simultáneo a los Frentes Populares, lo que comenzó a aplicarse en Uruguay a
principios de 1934.
Efectivamente, si consideramos los acercamientos de finales de 1933 y principios 1934 al
PS en busca del Frente Único, tanto en su versión “por arriba” como en la opción “por
abajo”, era la primera vez desde 1921 que los “partidos obreros” tendían a un
entendimiento y lo más llamativo es que quien dio el paso fue el Partido Comunista, que
desde mediados de 1933 había aligerado el tono de críticas hacia el socialismo uruguayo.
Ya los términos como “socialfascistas” y otros peores no aparecen en el léxico comunista
y bajaron su hacha de guerra a niveles desconocidos hasta entonces. ¿Quizá ya conocían
las tesis del Frente Popular elaboradas por la IC? No lo sabemos, pero es probable que
las novedades teóricas hayan comenzado a llegar por lo menos a mediados de 1933,
teniendo en cuenta, además, que los comunistas uruguayos estaban al tanto de los
acontecimientos en París, donde socialistas y comunistas unidos habían enfrentado a la
derecha asombrando a todo el mundo.
El giro de la Internacional Comunista y, en consecuencia, del PCU no es un hecho menor.
Las tesis de Dimitrov sobre el Frente Popular abrieron una nueva etapa en la historia del
movimiento comunista. La época de la revolución y del radicalismo había terminado,
ahora el movimiento comunista debía mantener la impronta revolucionaria y clasista, pero
“haciendo política”25.
El vocabulario de los comunistas cambió en forma elocuente y empezaron a hablar de “el
pueblo” “la patria” y “la nación” en lugar de la lucha de clases. El Frente Popular o su
primera fase de Frente Único amplio, buscaba la alianza con sectores ajenos al
socialismo como liberales, radicales, republicanos etc. Debía apoyar gobiernos burgueses
que defendieran los derechos democráticos, especialmente en beneficio de las
coaliciones antifascistas. El Frente Popular, o el Frente Único amplio eran una reacción
25
Eley, Geoff. Historia de la Izquierda Europea. 1850-2000. Crítica. Barcelona. 2003. P.266-267
tardía de la IC al avance del fascismo que buscaba poner fin al aislamiento de los partidos
comunistas, pero para forjarlas estas amplias alianzas se debían fundar en principios
democráticos en lugar de los autoritarios que caracterizaban las conductas de la IC 26.
La estrategia frentepopulista reconocía hechos de vital importancia. Era la primera
revisión del optimismo revolucionario que campeó desde 1917 y la primera vez que la
estrategia bolchevique se ponía en entredicho desde el seno mismo del movimiento
comunista. Los partidos de la IC abandonaban sus pretensiones de ser vanguardia, por el
momento, y asumían que debían compartir con otros el espacio obrero y socialista. Y
esas alianzas se volvían más amplias cuanto más compleja era la sociedad en que se
realizaban. Las estrategias de corto plazo habían terminado. Así, la democracia se
convirtió en el tema unificador de este planteo, lo que generó tensiones en los partidos
comunistas y también en el PCU. Se mantuvo el internacionalismo, pero el patriotismo
democrático sustituyó al purismo extremista. Esto produjo un cambio impensable poco
tiempo atrás, los comunistas integraron el lenguaje de la democracia nacional, empleando
la sintaxis de lo que Gramsci llamaba lo “nacional-popular”, aprovechando las tradiciones
distintivas de cada país. Así integraron las versiones radicales de los cartistas en Gran
Bretaña, el jacobinismo en Francia, las tradiciones del Resurgimiento italiano, de
morenismo en Argentina y en Uruguay el artiguismo e inclusive la versión más radical del
batllismo. Los partidos comunistas hacían suyas las mejores tradiciones democráticas de
cada nación. De esta manera la estrategia frentepopulista volvió a unir el legado de las
luchas proletarias con las de las burguesías progresistas, encuadrándola bajo el manto
del
antifascismo. La “corta ofensiva frontal” fue sustituida por “una larga guerra de
posiciones”, como decía Antonio Gramsci.
Los comunistas tuvieron que aprender a pactar, a acordar, a negociar y, por tanto, a
admitir la existencia de los “otros” como actores políticos válidos si querían conquistar
voluntades para unirlas en sus frentes contra el fascismo. Será una fase de su historia
que los marcará para siempre, y en el Uruguay fueron, sin duda, estupendos alumnos.
26
En Uruguay, recordemos, fue muy clara la expresión de Rodolfo Ghioldi, que presidía el Comité Ejecutivo
Ampliado que expulsó a Celestino Mibelli: “En los partidos comunistas, como en la Internacional
Comunista, no se rinde culto a prácticas democráticas”, Justicia. 27 de julio de 1926. Crónicas del
Ampliado.
Las tesis del Frente Popular aplicadas al Uruguay implicaban un reto muy grande para el
radicalizado PCU. En primer lugar debían desandar el camino sectario que los marcó
desde sus orígenes para luego acercarse a aquellos con los que esperaban construir la
unidad en otras claves, completamente distintas a las que venían desarrollando desde
1921. Los candidatos a la alianza eran todos los sectores democráticos, pero,
principalmente, las izquierdas de los partidos tradicionales y sobre todo el Partido
Socialista.
Pero a pesar de las dificultades el Partido Comunista del Uruguay fue relativamente
exitoso en la aplicación de la nueva estrategia en el mediano y largo plazo, a diferencia de
lo que sucedió con otros partidos no tan lejanos, como el argentino. que marchó de
fracaso en fracaso. ¿Por qué?
Durante el terrismo no hubo, como en la Argentina, una ocupación del Estado “desde
afuera”, muy por el contrario una parte de la elite política, la más conservadora, dio el
golpe de Estado “desde adentro” y mantuvo durante todo el proceso reglas de juego
claras y un sistema de partidos al que inclusive afirmó cuando aprobó la Ley de Lemas.
Uruguay no tuvo “década infame” ni “dictadura fascista” con el terrismo sino una
“república conservadora” donde si bien hubo arbitrariedades, no se ilegalizó a ningún
partido, no se proscribió ningún sindicato y desde 1937 no se clausuró ni se censuró
ningún medio. En clave conservadora, oligárquica y derechista, el terrismo fue también un
síntoma del “triunfo de la política” y del Estado en el Uruguay.
En estos contextos las izquierdas y los partidos comunistas del Río de la Plata tuvieron
resultados diversos en sus estrategias durante el período frentepopulista. El fracaso de la
política y de la democracia en Argentina se hizo sentir duramente en las izquierdas y en el
movimiento obrero y no sólo por las derrotas sino también porque influyó en las formas de
actuar de los partidos. Durante el terrismo el PCU siempre estuvo en la legalidad, votó y
participó en el parlamento, mantuvo su central obrera y promovió abiertamente su
estrategia frentepopulista y a tal grado que el gobierno hizo aprobar la Ley de Lemas para
frustrarla, pero no apeló a la fuerza para lograrlo. En estas condiciones el PCU creció y se
desarrolló, se integró al sistema político y operó con gran soltura y sabiduría, convocando
a la clase obrera, a las clases medias y a los intelectuales a sus cuadros, pero, además,
dándoles protagonismo en su estructura. El PCU tuvo deserciones a lo largo de su
historia, pero no perdió su base proletaria. En Argentina eso no sucedió.
Decíamos que el fracaso de la política y de la democracia en Argentina había influido en
las formas de actuar de los partidos. James, Doyon y Torres27 han demostrado que los
partidos de izquierda en Argentina se caracterizaron, entre tantas cosas, por excluir a los
dirigentes sindicales de sus estructuras directrices. Los obreros dirigían los sindicatos, los
partidos eran “cosa de políticos”. Así, cuando apareciera un movimiento que les diera
protagonismo y los transformara en agentes y dirigentes, no tardarían en pasarse. El
peronismo se explica en gran medida por esta razón.
En Uruguay sucedió exactamente lo contrario. Los partidos de izquierda siempre
integraron a los trabajadores a sus cuadros directrices, los promovieron y les dieron
protagonismo y cuando la clase obrera cambie a finales de los 30‟ esa integración se
volverá masiva y constante y los partidos de izquierda se preocupaban muy
especialmente en darle espacio político a los trabajadores y de hacerlo público. Quizá
debido al “triunfo de la política” y de su Estado integrador, Uruguay no vivió un proceso
“populista” porque no hacía falta. El sistema de partidos funcionaba, el Estado
intermediaba, las clases tenían autonomía relativa respecto del poder, así como sus
organizaciones sindicales, instrumentos que se volverán poderosos con los que
negociarán y también harán política.
En ese contexto, la estrategia frentepopulista si bien no tuvo éxito desde el punto de vista
práctico, “reeducó” al comunismo, lo centró políticamente como un actor atendible y
cuando la Segunda Guerra Mundial impacte en el Uruguay, su protagonismo se
profundizará como nunca antes, utilizando el bagaje teórico y práctico que heredó de la
fase frentepopulista. En el Uruguay triunfó la política y la democracia, y la izquierda supo
insertarse en ese triunfo. Pero junto con el giro estratégico hacia la unidad de las fuerzas
progresistas, también sucedió un cambio cultural, esa transformación que sintonizó a los
comunistas con las tradiciones democráticas radicales de la historia uruguaya.
27
James, Daniel. Resistencia e Integración. El Peronismo y la Clase Trabajadora Argentina. 1946-1976.
Siglo XXI. Buenos Aires. 2006. Torre, Juan Carlos. La Vieja Guardia Sindical y Perón. Sobre los Orígenes
del Peronismo. EDUNTREF. Buenos Aires. 2006. Doyon, Louise M. Perón y los Trabajadores. Los orígenes
del sindicalismo peronista, 1943-1955. Siglo XXI. Buenos Aires. 2006.
Los comunistas ahora en su fase frentepopulista dejaron de lado las críticas a la
“democracia burguesa” como “dictadura de clase” y sostenían que la lucha hacia el
socialismo “sin el imperio de las libertades democráticas, que amparan en todo lo
compatible con el régimen actual la manifestación de las aspiraciones del proletariado y
del pueblo todo, nuestro país no puede conservar la independencia que nos legaran los
guerrilleros del 1800”28. El Partido Comunista comenzó a insertarse en la cultura
uruguaya, en su imaginario y en sus tradiciones y en ese camino llegó a aceptar pautas
que un tiempo atrás le resultaban inadmisibles. Ahora según los nuevos estatutos el PCU
luchaba “por continuar y desarrollar los postulados de la Revolución Artiguista” 29 Pocos
años después la jura de la bandera pasó a ser considerada como una expresión de
“afirmación patriótica” y “de fidelidad artiguista” 30. Y fue en esta época que reapareció en
las páginas de la prensa comunista Francisco Pintos en su papel de historiador. El PCU
quedó así en óptimas condiciones para sintonizar sus propios mitos partidarios con los
mitos de la historia nacional durante su fase estalinista y durante la Segunda Guerra
Mundial este proceso se afirmó. Esta manera de encarar la militancia y las expectativas de
futuro sintonizó con la cultura política reinante en el Uruguay fundada en su pasado histórico,
tanto en sus lecturas nacionales como partidistas, modalidad que el PCU adoptó en esta
época. Ver a la URSS como “la patria del proletariado” y a la COMINTERN como "la voz de
Moscú que siempre tiene razón", así como el papel histórico de la clase obrera y la
inevitabilidad de la victoria, hizo que, desde la izquierda, la cultura comunista fuera
imperecedera, a contrario de los partidos comunistas de los países vecinos. Al igual que
blancos y colorados los comunistas uruguayos crearon sus tradiciones y sus mitos, se
aferraron a ellos, se insertaron en el imaginario social criollo y funcionaron dentro de su
órbita de manera envidiable y eso nació en la fase frentepopulista. Luego el estalinismo, con
sus seguridades fundamentales, sus mitos heroicos y sus verdades absolutas e irrefutables,
fue el basamento sobre el cual la cultura comunista perduró tanto tiempo.
28
Justicia. 21 de agosto de 1936. Artículo de Luis Fierro. Solo el Frente Popular salvará al país. Las
prevenciones sobre la sinceridad de los comunistas a la luz de los hechos.
29
Justicia. 9 de setiembre de 1939. El comunismo brega por continuar y desarrollar los postulados de la
Revolución Artiguista. Estatutos del Partido Comunista.
30
Diario Popular. 19 de junio de 1943. Comentarios Editoriales. La Jura de la Bandera.
b) La izquierda uruguaya y el frente popular en el proceso terrista
La propuesta de unir a la izquierda contra el terrismo nació desde la ADS aunque en
principio en claves internas. Se esperaba encontrar sectores o personas dentro del
nacionalismo que se unieran por izquierda en la lucha contra la dictadura. El fracaso de la
estrategia obligó a Carlos Quijano a seguir adelante con el proyecto pero rompiendo los
límites de su partido. Por eso fue uno de los principales promotores del Frente Popular
como veremos.
Pero para el análisis del proceso y para confirmar nuestras hipótesis el estudio de la
evolución del Partido Comunista y del Partido Socialista y los cambios en sus relaciones y
en sus propuestas es la clave que explica gran parte del proceso. Evidentemente los dos
“partidos obreros” eran los que tenían mayor protagonismo en la época debido a sus
singulares realidades. Mientras la ADS estaba en proceso de desintegración, Avanzar
sufría por un lado el golpe de la muerte de Grauert y por otro debía acatar la abstención
aprobada por el batllismo. Por tanto los socialistas y los comunistas con su actuación
parlamentaria primero y con su incidencia social después, se volvieron los principales
actores de izquierda en la época. El parlamento fue, como siempre, la caja de resonancia
de las propuestas y de los debates mientras que el movimiento sindical, principalmente el
dirigido por los comunistas, era un actor débil. Diferente es la situación del movimiento
estudiantil. Si bien la FEUU fue una organización especialmente dinámica en la lucha
contra el terrismo, y a tal grado que en 1935 el oficialismo estuvo tentado a cerrar la
universidad, la realidad interna del movimiento estudiantil universitario era variopinta,
amplia y diversa, y no se alineó con ningún partido por más que sus definiciones eran
notoriamente de izquierda.
El camino hacia el Frente Popular del comunismo fue sin duda veloz. Si recordamos que
en agosto de 1934 todavía el PCU esperaba construir el Frente Único “por abajo” con los
obreros batllistas, anarquistas y socialistas “descontentos con sus jefes” que “los
conducen a remachar las cadenas de la explotación”31, y consideramos que las primeras
propuestas de Frente Único “por arriba” fueron en diciembre y que luego Eugenio Gómez
hacia sus llamados unitarios en mayo de 1935, el viraje estratégico del PCU se habría
procesado en tres o cuatro meses.
31
Justicia. 14 de agosto de 1934. Vida del Partido. Los movimientos actuales y las tareas del partido.
Resolución del buró político del CC del partido.
Los comunistas lograron en parte su objetivo al conformar un Frente Único con la
Agrupación Batllista Avanzar a mediados de 1935 que finalizó abruptamente en
diciembre. Avanzar acusó al Partido Comunista de “difamar a batllistas y de intentar
quitarles militantes y de no consultarlos sobre la ampliación del Frente Único hacia otros
grupos de la oposición. Avanzar proclamaba que había “tolerado repetidas veces”
agresiones y deslealtades, pero cuando estas “toman carácter de algo permanente y
preconcebido no es posible la labor conjunta” 32.
Los socialistas fueron un objetivo muy difícil de conquistar. A las fracasadas gestiones de
diciembre de 1934, se deben sumar otras de principios de 1935 que el PS rechazó por las
anteriores “deslealtades” del PCU33. Finalmente los socialistas aceptaron que podían
crear “una alianza política accidental” para las futuras elecciones 34, pero por el momento
se conformaban con acordar la fórmula “pacto de no agresión, si; frente popular o único,
no”35.
Los comunistas soportaron la andanada de los socialistas de manera estoica.
Seguramente no querían tensar la situación con sus aliados potenciales y a las duras
respuestas del PS replicaban con un tono desconocido hasta poco tiempo atrás. Jugaban
la carta de la moderación en las réplicas dando cuenta de su nueva manera de hacer
política.
Procesados estos cambios y planteadas las nuevas estrategias de acercamiento, la
izquierda encaró el enfrentamiento al terrismo desde la movilización social, la abstención
y el parlamento. La coyuntura y, principalmente, los cambios procesados dentro del
Partido Comunista generaron un clima distinto al de los últimos quince años, que si bien
no era de “unidad” por lo menos permitía algunas coordinaciones en un ambiente más
cordial. Por supuesto que lo anterior no quiere decir que fueron superadas todas las
contradicciones ni las competencias, pero el “tono” ya no era de “guerra” sino de
discrepancia, roto de vez en cuando por las habituales diatribas de Emilio Frugoni y del
Partido Socialista que nunca superaron la crisis de la fractura de 1921.
32
Avanzar. 29 de setiembre de 1935. Avanzar se retira del Frente Único. El Sol. Segunda semana de
octubre de 1935. El Fin del Frente Único. Avanzar se aleja del Frente.
33
El Sol. Febrero de 1935. Sobre una proposición de Frente Único. Circular interna firmada por el
secretario general, José Pedro Cardoso.
34
El Sol. 2ª semana de febrero de 1936. Más sobre el Frente Único.
35
El Sol. 4ª semana de enero de 1936. La psicología del Frente Único.
c) La Revolución y la Guerra Civil Española y la izquierda uruguaya.
El triunfo de la Unidad Popular el 14 de febrero de 1936 fue visto por muchos como el
ejemplo a seguir. A diferencia del anterior gobierno progresista de 1931, este contaba con
la presencia del Partido Comunista Español, (PCE) y con un cierto apoyo, contradictorio,
de la Federación Anarquista Ibérica (FAI). La victoria de la izquierda española demostraba
que la unión de fuerzas podía detener al fascismo. Y toda la oposición uruguaya saludó la
victoria, casi como si fuera propia. La movilización masiva a favor de la república española
fue considerada como un síntoma claro de que la sociedad uruguaya mantenía su espíritu
democrático y que, además, repudiaba al terrismo con su apoyo a la causa republicana.
Con la movilización por la república “se definieron más claramente los campos, se
galvanizaron los Frentes Populares del interior y se afianzó el de Montevideo” sostienen
Juana Paris y Esther Ruiz, en su trabajo pionero sobre “El Frente en los años „30” 36.
Sin duda la causa democrática española atizó el proceso hacia la unidad en Uruguay,
pero el camino fue difícil y terminó en frustración.
d) La conformación del Frente Popular. Debates políticos y presiones populares.
Los partidos y las agrupaciones políticas estaban estancados en su camino hacia la
unidad. Pero los procesos sociales y los hechos se encargaron de intentar construir
aquello que las organizaciones no podían ni querían realizar.
A mediados de 1935 muchos de los que habían luchado en la frustrada revolución de
enero constituyeron el primer Frente Popular del país en Cerro Largo. Efectivamente, los
jefes de la revolución de enero firmaban el primer manifiesto37, donde levantaban sus
banderas antiimperialistas y antifascistas, y proponían una plataforma de seis puntos 38.
Cuando se constituyó el Comité Central del Frente Popular de Cerro Largo lo integraron
batllistas, blancos independientes y comunistas39.
36
Paris, Juana. Ruiz, Esther. El Frente en los años ’30. Proyección. Montevideo. 1987. P.121.
Basilio Muñoz, Antonio Amestoy, Fernando Guerrero, Héctor Texeira, Francisco Varela, Exequiel Silveira
y Anibal Artigas. Paris y Ruiz, Op. Cit. P. 61.
38
Paris y Ruiz. Op. Cit. P. 61
39
Integraron el Comité Central del Frente Popular de Cerro Largo: Basilio Muñoz, Antonio Amestoy,
Fernando Guerrero, Héctor Texeira y Francisco Varela por el nacionalismo independiente. Ezequiel
Silveira, Aníbal Artigas, Eduardo Pica, Rincón Artigas y Juan Montedónico por los batllistas y Abner Collazo
y Manuel Menchaca por el Partido Comunista.
37
Las tensiones se hicieron sentir pronto, demostrando la fracturas de la oposición. Mientras
los socialistas no integraban el movimiento, los batllistas criticaban duramente a sus
correligionarios frentistas que, polémica mediante, se negaron lisa y llanamente a
separarse del Frente Popular de Cerro Largo. Pero la confirmación del ascendente de
este proceso se encuentra en las movilizaciones masivas; el 27 de diciembre de 1935
asistieron 1.500 personas a una conferencia realizada por el Frente Popular en Melo. La
correntada era demasiado importante como para ser ignorada tanto por la oposición como
por el oficialismo.
A principios de agosto de 1935 se constituyó el Frente Popular de Tacuarembó con varias
novedades en su integración, que incluía a la Agrupación Demócrata Social de Quijano,
Avanzar y al Partido Socialista. La dirección nacional de PS debatió con los socialistas
tacuaremboenses, pero a pesar de los cuestionamientos el proceso siguió adelante.
Luego la cascada de frentes populares se expandió por todo el país. Rocha, Paso de los
Toros, Rivera, Canelones, Salto, Paysandú, Colonia, San José y Artigas fundaron sus
frentes populares, mucho antes de que el VII congreso de la IC aprobara las tesis de
Dimitrov.
Paris y Ruiz concluyen: “Fue pues el interior del país, especialmente el este, quien en los
primeros momentos más intensamente vivió la experiencia frentista de la década.
Frentismo que si bien coincidió con las tendencias internacionales del momento, tuvo,
indudablemente, caracteres propios. Nació en las bases opositoras, superando
disposiciones y vacilaciones partidarias, y pautando un despertar del tradicional quietismo
de la “campaña” que bien vale cargarlo al debe del período dictatorial” 40.
La concreción de los frentes, que contó con el apoyo de casi toda la prensa opositora del
interior, preocupó al gobierno y quizá la ruptura de relaciones con la URSS a finales de
1935 responda a la oleada frentista. Agitar el temor de una probable insurrección
comunista habría sido el antídoto del bloque conservador para contrarrestar el nuevo
fenómeno que, de manera inédita, se había construido por una correntada popular y no
40
Paris-Ruiz. Op. Cit. P. 66. Cuando publicaron su periódico en Montevideo, “Frente Popular” en su
explicación sobre el frentismo, los editores destacaban el carácter eminentemente popular y espontáneo de
la propuesta. La definían como “obra del instinto político de las masas, el Frente Popular es un movimiento
característicamente pasional, el resultado de una fe nueva encendida en la conciencia del pueblo, y, por
tanto, un triunfo del entusiasmo militante, de la acción creadora, sobre el racionalismo seco y esterilizante
de las fórmulas hechas”. Frente Popular. 9 de diciembre de 1936. ¿Qué es el Frente Popular?
por voluntad de las dirigencias políticas. Naturalmente que las direcciones del batllismo,
del nacionalismo independiente y del socialismo no veían con buenos ojos la unión con
los comunistas, pero el movimiento era incontenible.
Carlos Quijano fue el primero que se jugó por entero a favor del frentismo. Lo veía como
el camino inevitable de la oposición a la dictadura, como el instrumento que uniera a
socialistas, comunistas y batllistas “por la libertad” 41.
Sin embargo, a pesar del entusiasmo, el Frente Popular –o los Frentes Populares- se
conformaron como un movimiento, pero nunca pudieron llegar a una expresión política
que disputara el poder. Las contradicciones internas, como veremos, así como ciertas
ausencias, especialmente la del Partido Socialista, lo transformaron más en un
movimiento opositor que en un instrumento que pudiera disputar el gobierno al terrismo.
El 3 y 4 de febrero de 1936 se reunió en Cerro Largo el primer congreso del Frente
Popular. La convocatoria buscó ser lo más amplia posible 42 pero sólo concurrieron
delegados a título individual –salvo Eugenio Gómez en nombre del PCU- que
representaban un espectro extenso de la oposición, pero sin ningún delegado del
socialismo43. Sin embargo 83 delegaciones de fuerzas opositoras integraron el congreso,
que se pronunció a favor de constituir “un gobierno popular nacional” y por “la defensa de
todos los intereses populares y por obtener hasta la más pequeña conquista que satisfaga
las necesidades inmediatas del pueblo”. Incluyeron también definiciones antiimperialistas
y contra el fascismo44. Pocos días después se constituyó el Comité Pro Frente Popular
Nacional. Una de las primeras decisiones del Comité fue convocar a un “Gran Congreso
Nacional” en Paso de los Toros, donde esperaban constituir definitivamente al movimiento
frentista.
El desarrollo del frentepopulismo desbordó a las orgánicas de los partidos que vacilaron
ante la correntada o estuvieron en contra, como en el caso del Partido Socialista a pesar
41
Acción. 15 de noviembre de 1935. Un camino para la oposición. Todo ciudadano libre debe formar en el
Frente Único Popular por la libertad. De nuestro colega “El Pueblo” de Tacuarembó.
42
Los convocantes se dirigieron al PS, al PCU, al PNI, a Avanzar y a la ADS, a las juventudes de los
partidos, a la FEUU a las tres centrales obreras, al Centro de Intelectuales, a las Universidades Populares,
etc.
43
Desde Montevideo concurrieron además de Eugenio Gómez, Zavala Muniz (delegado del Comité
Nacional Batllista), Cerrutti Crossa por las universidades populares; Luis Hierro Gambardela por el
batllismo, Ismael Cortinas por el nacionalismo independiente.
44
Paris-Ruiz. Op. Cit. P.71-73
de que militantes del PS se integraron al movimiento, como fue el caso de la
departamental de Tacuarembó y de Arturo J. Dubra en Montevideo. Sin duda, para un
sistema con una fuerte cultura partidocéntrica un fenómeno como éste se consideraba
una amenaza para las direcciones políticas.
Los partidos opositores vacilaron ante el frentepopulismo para finalmente pronunciarse en
contra y lograron, además, que aquellos blancos y colorados que lo integraban no
pudieran operar electoralmente ratificando la opción abstencionista.
El Partido Socialista en 1936 definió su estrategia a favor de la Concertación Democrática,
porque “el Frente Popular unifica para lo negativo, la Concertación Democrática para lo
positivo”45. Definido el socialismo contra el Frente Popular, blancos y colorados tomaron
posición contraria, luego de duros debates que dividieron casi en mitades tanto al
batllismo como al nacionalismo independiente46. Finalmente triunfó esta opción. Los
partidos seguían siendo el centro de la vida política y era muy difícil desplazarlos de ese
lugar.
Pero el movimiento frentista seguía abriéndose camino y en 1936 la oleada, finalmente,
llegó a Montevideo. En coincidencia con este empuje surgieron en diversos barrios de la
capital comités de o pro Frente Popular. El primero de ellos fue el Comité de la Zona Sur,
integrado por ciudadanos de diversos sectores, publicó un manifiesto donde explicitó su
programa y su estrategia47. En pocas semanas florecieron comités frentistas en toda la
ciudad y la expresión mas importante de esa pujanza fue la aparición el 9 de diciembre de
1936 del periódico “Frente Popular” dirigido por Enrique Rodríguez Fabregat y que
contaba entre sus colaboradores con importantes militantes e intelectuales de todos los
sectores48. De nuevo la prensa era un aglutinador político pero ahora de un fenómeno sin
precedentes en el historia del país.
Ahora bien, cuando el Frente Popular sentó sus bases en Montevideo se vio obligado a
definir su propuesta y su estrategia, así como también debió polemizar con otras
45
El Sol. 2ª semana de noviembre de 1936. El Frente Popular unifica para lo negativo, la Concertación
Democrática para lo positivo.
46
Paris-Ruiz. Op. Cit. P. 90 y ss.
47
Paris-Ruiz. Op. Cit. P. 118.
48
Frente Popular. 9 de diciembre de 1936. Colaboran. El redactor responsable era Arturo R. Figueredo y
colaboraban: Basilio Muñoz (PNI), Andrés Martinez Trueba(batllista), Carlos Quijano (ADS), Edmundo
Castillo (batllista), Justino Zavala Muniz (Avanzar), Luisa Luisi (independiente), Alvaro Vázquez, Eugenio
Gómez (PCU), Alvaro Guillot Muñoz (batllista), José Rogelio Fontela, Eugenio Petit Muñoz (independiente
de izquierda), Pedro Cerutti Crossa (PCU), Manuel Seone (PS), Arturo J. Dubra (PS) y Víctor Dotti (PS).
corrientes de la oposición que cuestionaban su existencia. Y en esas definiciones y
debates quedaron expuestas las fortalezas y las debilidades del frentepopulismo. Los
debates desde el Frente Popular obligaron a definiciones de todos, blancos, batllistas,
comunistas y socialistas.
Los socialistas, como hemos visto, se pronunciaron en contra de cualquier posibilidad
frentista. Sus reparos hacia los potenciales aliados, su temor a que se produjera una
“confusión”, o sea que el PS perdiera perfil ante los demás, especialmente ante los
comunistas, lo llevaron a proponer su estrategia de Concertación Democrática, donde
esperaba unir a los opositores en un organismo coordinador, proyecto que fracasó
estrepitosamente. Los batllistas y los blancos independientes no estaban dispuestos a
avalar una organización que los igualara con partidos menores, cuando su estrategia era
reafirmarse como los “interlocutores válidos” de la sociedad antiterrista.
Sin embargo los socialistas entendían que la unificación de la oposición era fundamental
para derrotar a la dictadura, pero ella se debía realizar manteniendo identidades y con la
mayor cuota de poder posible para el PS. Por eso en 1937 lanzaran la candidatura a la
Presidencia de la República de Emilio Frugoni, instalando un hecho político que
impusieron a la oposición, y sobre todo a la oposición frentepopulista, donde el PS buscó
imponer sus reglas. La propuesta era “prestigiar” la candidatura de Frugoni “por encima”
de todos los partidos y la consigna lanzada por el congreso socialista fue “Ni Confusión ni
Dispersión”49. Para el frentismo la candidatura del líder socialista fue un factor de
distorsión. La oposición blanca y colorada iban a mantener la abstención por tanto los
socialistas buscaban capitalizar esa ausencia electoral obligando a la oposición de
izquierda, por lo menos, a definirse electoralmente por una candidatura que pretendía ser
“unitaria” y “por encima de los partidos”. Así, las esperanzas fueron atizadas por los
pronunciamientos “concurrencistas” de Avanzar y de la Agrupación Demócrata Social,
pero finalmente las izquierdas de los partidos tradicionales acataron la disciplina impuesta
por las mayorías de sus convenciones y se mantuvieron fuera de las elecciones. El peso
de las orgánicas tradicionales tenía demasiado poder aún y tanto Avanzar como la ADS
no estaban dispuestas todavía a quemar las naves y separarse de sus partidos
originarios. Los socialistas supusieron que Frugoni, entonces, se alzaba como el único
49
El Sol. 2ª semana de junio de 1937. El candidato del P. Socialista a la Presidencia de la República está
por encima de los partidos.
candidato opositor y aspiraron a capitalizar la abstención de los partidos tradicionales,
pero sus cálculos fueron frustrados por la candidatura del Gral. Arquitecto Alfredo
Baldomir en la elección de 1938.
El impacto del frentepopulismo marcó a las izquierdas de los partidos tradicionales que se
vieron obligadas a asumir definiciones ideológicas que explicaran la unidad y,
especialmente, la unidad con los comunistas. Efectivamente, la oposición batllista y
nacionalista era variopinta y las reservas al PCU, e inclusive el anticomunismo, obligó a
Avanzar y a la ADS a asumir y a precisar definiciones y estrategias, a debatir hacia
adentro de los partidos tradicionales y, en esas controversias precisaron sus posiciones
que también los cambiaron a ellos mismos. Los comunistas eran un problema para
Avanzar y la ADS, pero eran un aliado en el que poco a poco fueron confiando. Y esas
definiciones influyeron largamente en sus formas de hacer política, lo que se confirmó en
el contexto de la Segunda Guerra Mundial.
Quizá Julio Castro haya sido el que más precisamente planteó la cuestión. La ADS había
resuelto orgánicamente promover el Frente Popular y su decisión chocó con los sectores
conservadores del nacionalismo independiente50 En debate con Rodríguez Larreta, que
proponía igualar en una moción del PNI “los extremismos de izquierda y de derecha”,
Julio Castro respondió afirmando que la URSS luchaba por la paz y que era un aliado de
las democracias, y además “los movimientos fascista y comunistas son profundamente
diferentes en cuanto a sus fines, a sus orígenes y a su actuación respecto a la
Democracia”. Equipararlos “significa hacer el juego a la reacción”. Pero las diferencias de
sistema político eran sin duda un atolladero para la interpretación de la ADS, que Julio
Castro solucionó citando a De Man, subrayando que la equiparación de los soviets con el
sistema fascista era “falsa” pues mientras que en Italia se había eliminado la democracia,
la Revolución Rusa había derrocado al zarismo al que había sustituido con los soviets
“que sería en casi todos sus extremos más democrático que cualquier república
occidental de Europa, si no fuera por la dictadura de partido […]”. Polemizando con Diario
del Plata –vocero del nacionalismo independiente- Castro debió responder al
cuestionamiento sobre la necesidad de que los blancos debían repudiar tanto el fascismo
50
Acción. 27 de junio de 1936. La Convención Demócrata Social resolvió pugnar por la formación del
Frente Popular.
como el comunismo. La izquierda nacionalista recogió el guante y respondió que era
“curioso” que aquellos que pedían profesiones de fe anticomunistas no juzgaran de la
misma manera a “miembros del anterior Directorio y de la Convención nacionalista que
conjuntamente con los fascistas del régimen […] enviaron su adhesión al gobierno
fascista de Burgos”, además de recordar que El Plata aplaudió el golpe de estado de
Uriburu en Argentina51.
Para los batllistas favorables al Frente Popular la alianza con los comunistas era el
principal cuestionamiento que recibían de sus correligionarios más conservadores que
veían en el PCU una fuerza que, llegado el momento, se volcaría contra la democracia.
Andrés Martínez Trueba quiso espantar esos temores señalando que si así fuera, “la
utilidad” que el PCU habría prestado a la democracia haría que ésta “ya no podría ser
destruida”. Por tanto la nueva democracia del futuro se habría construido sobre bases de
tal solidez que si los comunistas se levantaran contra ella “se renovarían las luchas no
solo con el comunismo, sino con todas las demás tendencias en que se dividiera la
opinión pública”52. Avanzar, que había vivido una experiencia negativa en el Frente Único
de 1935 con el PCU, dejó de lado esos recuerdos y sintonizó con los comunistas de
manera más activa que sus correligionarios batllistas. Si bien discrepaban en la valoración
de la democracia, el marxismo los aproximó y las actitudes leales que el PCU tuvo
respecto del Frente Popular hicieron que el grupo fundado por Grauert fuera uno de los
arietes del movimiento y de la alianza con el PCU 53.
En definitiva, los vínculos que la izquierda creó durante el terrismo los cambió a todos.
Primero a los comunistas por las razones y el proceso ya reseñado, pero también el PS,
la ADS y Avanzar se aproximaron entre sí y hacia los comunistas y en ese proceso
dialéctico donde todos se toleraron y se aceptaron, se influyeron mutuamente en sus
definiciones ideológicas que, en gran medida, buscaba justificar y explicar las nuevas
cercanías, luego de más de una década de distancias y duros enfrentamientos. Por
supuesto que lo anterior no debe ser interpretado como el final de las contradicciones, por
51
Acción. 4 de setiembre de 1937. Artículo de Julio Castro. Orientaciones Político-Sociales.
Acción. 4 de marzo de 1939. Llamarnos Comunistas No Es Inexacto, Es Torpe. El Frente Popular se
hará sobre bases democráticas.
53
Frente Popular. 18 de julio de 1937. Artículo de Justino Zavala Muniz. El Deber Batllista del Instante.
52
el contrario, cuanto más cerca estaban más fáciles resultaban los “codazos” por el mismo
espacio. Pero la coexistencia era, sin duda, más tolerable que la de pocos años atrás.
En la relación con los partidos políticos el Frente Popular quedó entrampado en
contradicciones insalvables. Para poder existir no se presentó como un competidor de los
partidos sino como un dinamizador de los mismos. Entonces, ¿para qué existía el Frente
Popular?
A las indefiniciones, las ambigüedades, la falta de militancia y la oposición de casi todos
los partidos, se sumó la definición abstencionista del nacionalismo independiente y del
batllismo. Torpedeado por los partidos opositores, sólo apoyado por Avanzar, la ADS y el
Partido Comunista, maniatado por la estrategia abstencionista del batllismo y del PNI e
ignorado por ellos al igual que por el PS, el Frente Popular se agotó a finales de 1938.
Ahora quedaba el campo libre para la otra experiencia política, que tuvo menos vuelo que
frentismo: La Concertación Democrática. Pero la práctica unitaria de la segunda mitad de
la década de los treinta dejó una huella imperceptible, si, pero imperecedera que en el
largo plazo explica cambios de estilos, de contenidos y de propuestas que tendrán
incidencia en nuestros presentes.
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