PDF Available - IPSA Online Paper Room

Anuncio
¿REVOLUCIÓN SIN GUERRILLAS, GUERRILLAS SIN REVOLUCIÓN?
La vigencia del concepto Revolución en las Guerrillas Contemporáneas
El caso del Ejército de Liberación Nacional en Colombia
José Francisco Puello-Socarrás
UNSAM-CLACSO
La violencia colectiva es una de las formas más frecuentes de
participación política… parte integral del proceso político
occidental
Charles Tilly, The chaos of the living city
Año 1992. Se cumplen cinco siglos del Descubrimiento de América y el Ejército de
Liberación Nacional (ELN) alista la celebración del V Centenario1. Para este grupo
insurgente, al parecer, no habría nada que celebrar.
La fecha que recuerda los quinientos años del “encuentro” entre culturas ha llevado al ELN
a la declaratoria de uno de los paros armados más crueles en la historia reciente de
Colombia, paradójicamente – dirán algunos -, en las tierras bautizadas en honor a El
Descubridor, Cristóbal Colón2.
Hoy por hoy, en medio de los festejos en diferentes países de América Latina y que ahora
conmemoran dos siglos desde las Revoluciones de Independencia, parece interponerse una
gran interrogante - y por qué no, una sostenida curiosidad - sobre cuál será el “ritual” que
en esta oportunidad la guerrilla elenista perpetrará de cara al Bicentenario.
Estos sucesos, quizás para muchos más anecdóticos que con algún tipo de flagrancia,
interesan no sólo por conocer qué valoraciones de la gesta independentista terminarán
imponiéndose en las solemnidades bicentenarias del ELN. Por supuesto, también interesa
saber el cómo.
1
En septiembre de 1.992, el ELN anunció para el mes de octubre la celebración bélica del V centenario a
través de lo que denominó Operación Vuelo de Águila. Esta operación, según el grupo guerrillero, “llevaba
tres años de preparación”. Desde octubre y hasta noviembre de 1.992, la organización guerrillera intensificó
los sabotajes – “aunque disminuyó los combates” – en el territorio nacional. La operación también se enmarcó
en medio una estrategia defensiva de la guerrilla frente a la ofensiva militar permanente que se llevó a cabo
durante esa época y, tácticamente, como un “mecanismo de presión” ante la reanudación de las negociaciones
de paz que se adelantaban con el Gobierno colombiano, previstas para el 31 de octubre del mismo año. La
respuesta gubernamental consistió en desplegar una fuerte contraofensiva militar facilitada por la declaratoria
de “Estado de Conmoción Interior”. Leal Buitrago, Francisco, “Militarizada la Pacificación” en El Tiempo (21
de marzo de 1.993) y Corte Constitucional de Colombia, Sentencia No. C-031 (1° de febrero de 1.993).
2
Según el historiador Gonzalo Fernández Oviedo y Valdés (1478-1557), el verdadero apellido de El
Descubridor era “Colom” y del cual, en todo caso, se derivaría el nombre de Colombia. Francisco de Miranda
lo utilizaba también para nombrar al Nuevo Mundo: “la tierra de Colón”.
Y es que a casi dos décadas del mencionado paro guerrillero y en contraste con el
acontecimiento del V Centenario, inspiración - entre otras cosas, insistimos - de las
operaciones violentas que tuvieron lugar como una forma de protesta, si se quiere, una
denuncia histórica, ante la tragedia que significó la “Colón-ización” Europea para los
pueblos americanos, el Bicentenario animaría un debate a primera vista distinto. No sólo
debido al calidoscopio de interpretaciones que vienen ahora suscitándose frente a distintos
hechos históricos, acontecimientos políticos y situaciones sociales resucitadas con la excusa
del onomástico independentista. En especial, las ideas y proyectos que sensiblemente
gravitan en torno al tema de la Revolución.
Y más allá que para esta ocasión las reivindicaciones (ó vindicaciones) por parte del ELN
podrían no modificarse y, al contrario, seguir conservando la connotación violenta del
pasado, definitivamente su sentido será resueltamente otro3.
Bajo las múltiples cuestiones que insinúa este marco el presente ensayo tiene como
propósito explorar el concepto/concepción de La Revolución en el imaginario político
reciente de los movimientos subversivos contemporáneos. Toma como estudio de caso al
Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Colombia, intentando introducir la discusión en
torno a la vigencia/actualidad o caducidad/extemporaneidad de su imaginario
revolucionario.
La trayectoria de argumentación es sencilla. Primero, propone un marco teórico y
metodológico desde el cual mediar en el fenómeno imaginario y cognitivo presente en el
ideal revolucionario del ELN. En segundo lugar, problematiza, el momento de constitución
histórica de la insurgencia elena y partiendo de una perspectiva politológica, la relación
entre la violencia revolucionaria, los imaginarios políticos y las prácticas discursivas que
implican las resistencias insurgentes. Así es posible instalar un parámetro de comparación
en la evolución propia del imaginario político en el movimiento armado elenista y sus
transformaciones emergentes más recientes.
Finalmente, rastreamos los giros en los repertorios políticos del ELN y teniendo como eje
la trayectoria discursiva derivamos las novedades en su concepción revolucionaria así como
la dimensión que ellas adquieren bajo el nuevo escenario global. Finalmente, bosquejamos
las condiciones del concepto de Revolución, a la luz de las condiciones políticas, sociales y
3
Cabe contemplar igualmente una modificación en las “formas de expresión/actuación” como consecuencia
de una valoración (sentido) distinta del Bicentenario. Por ello, es preciso indicar que la lógica que aquí se
interpone en la investigación política de los imaginarios de la Revolución (en este caso en el ELN y, en otras
exploraciones del autor, en conjunto con el Ejército (Neo)Zapatista de Liberación Nacional - EZLN) es de
carácter simbólico y no “formal”. La lógica formal es un parámetro epistémico utilizado en la tradición
convencional que prevalece en los estudios clásicos de las ciencias sociales, inapelable en la gran mayoría de
aproximaciones de la denominada “Violento-logía” (colombiana) que pretende analizar fenómenos de este
tipo. Desde nuestra perspectiva, entonces, una misma acción puede tener dos significados/sentidos diferentes
tanto como un mismo “sentido” puede materializarse a través de dos acciones diferentes sin que esto
signifique “incoherencia”.
2
culturales a comienzos del siglo XXI y las perspectivas que podrían ser proyectadas en el
marco de los fenómenos de contestación guerrillera en el futuro, llamando la atención sobre
algunas especificidades al respecto, como contribución específica y general a los estudios
de este tipo.
Nuestra tentativa no pretende un análisis histórico ni sociológico – aunque acudimos
eventualmente a estos elementos – sino simplemente inventar una síntesis esquemática
desde la cual sea posible aproximar un fenómeno de importancia politológica actual.
I. MEDIACIONES
Preliminares teórico-metodológicos
Antes que todo, consideramos pertinente exponer algunas mediaciones preliminares de
orden analítico, metodológico y conceptual, con el fin de hacer explícito la modalidad de
argumentación que se intenta en este análisis.
a. Nuestra tentativa procura privilegiar los elementos simbólicos, normativos y cognitivos
presentes en los fenómenos guerrilleros contemporáneos como una vía alternativa para
interrogar la dimensión política de los imaginarios, específicamente, el de Revolución4.
Aspira entonces tomar distancia de los estudios convencionales, los cuales
inveteradamente han enfatizado los componentes lógico-inductivos para aproximar estos
fenómenos. La racionalización e instrumentalización, la más de las veces a limine, de las
realidades socio-políticas de la violencia y de sus actores acompañada de una
discriminación impertinente entre lo empírico y lo imaginario - para hoy simplista y
anacrónica - son dos de los obstáculos más restrictivos que, desde nuestro punto de vista,
caracterizan esta modalidad de estudios. Específicamente, el denominado campo de la
Violentología clásica y muy particularmente el de la “nueva Violentología”, se caracterizan
por un uso (casi exclusivo) de herramientas analíticas lógico-formales que impugna con
algún tipo de iconoclasia otras alternativas de investigación las cuales consideran
problemáticas5.
Por ejemplo, los estudios sobre los movimientos guerrilleros en Colombia tienen la
tendencia a exacerbar los componentes militaristas de orden táctico-estratégico y los
cálculos económicos (racionales) y políticos (instrumentales) supuestamente previstos
4
Para una versión teórica del léxico y relaciones entre Mito / Imaginarios Políticos / Política, que aquí
utilizamos, cfr. Puello-Socarrás, José Francisco, Política: Mito, Filosofía y Ciencia. Desde la politología
hacia la Mítico-Política, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2006 y “El mito de la Política. Entre
filosofías logomíticas y ciencias mitológicas” en Ciencias Sociales. Revista de la Escuela de Sociología y
Ciencias Políticas, No. 23, Quito, Universidad Central del Ecuador - Ediciones Abya-Yala, II Trimestre de
2.005.
5
Como su mismo nombre lo indica, Violento-logía: “una aproximación a la Violencia desde la lógica
(formal)” – y la razón instrumental, añadimos -. Con este calificativo me refiero al abundante acervo de
investigaciones existentes sobre la Violencia, en Colombia principalmente.
3
en/por los actores como una forma de “descubrir” las causas (eficientes, suficientes y
necesarias) y “diagnosticar” los resortes de la violencia insurgente. De esta forma, los
elementos de orden simbólico y la misma dimensión política de los imaginarios presentes
en estos fenómenos se omiten o, en el mejor de los casos, se minimizan6. Esta literatura
resulta así en su mayoría limitante con el fin de acceder a un mayor (no necesariamente
“mejor”) conocimiento sobre estas manifestaciones societales.
Es indudable que este tipo de investigaciones plantean de entrada una peculiaridad
excepcional que, emanada de la clandestinidad en la que se encuentran estas
organizaciones, impone diferentes restricciones. Entre ellas, el acceso fluido a
informaciones primarias ó de primera mano mediante entrevistas o alguna herramienta
etnográfica siempre convoca complicaciones que, en la mayoría de los casos, resultan
indudablemente embarazosas. Estos obstáculos son ciertamente indiscutibles. Pero, aún
reconociendo estas dificultades, el esfuerzo por contar con un conocimiento ‘en caliente’ –
en palabras de Levi-Strauss - y más próximo a los actores, resulta ser una obligación para
ampliar el panorama de las comprensiones7.
b. Indagar la Memoria, las voces, producción subjetividades y sujetos, desde los actores
mismos, es un hecho crucial8.
Contrario a ciertas posturas que califican la alternativa de reconstruir las voces “desde
los actores” como unilaterales o parcializadas - más grave aún, en ciertas ocasiones se las
tacha de apologéticas de los grupos armados y de la Violencia -, este camino resulta ser de
gran utilidad metodológica y, como lo insistimos, una exigencia insoslayable a la hora de
constituir un conocimiento otro, más complejo y profundo sobre las realidades que
convocan estos fenómenos9.
6
Exponentes de la “nueva Violentología” como Paul Collier, investigador del Banco Mundial, en el marco de
los enfoques de política comparativa encuentra que: “(…) la violencia civil está asociada con la apropiación y
el saqueo por grupos de insurgentes de los ingresos de exportaciones primarias… La gran mayoría de los
movimientos insurgentes, más que expresión política, son una forma de crimen organizado, para extraer
rentas… Estadísticamente no hay relación entre el conflicto civil y las causas objetivas de las injusticias
(grievance)” [Subrayo]. Revista Dinero, “Nueva Violentología” (5 de diciembre de 2000).
7
Algunos autores que posan de “versados” violentólogos, fieles a los enfoques lógico-racionales terminan
ellos mismos irracionales e inconsistentes (epistemológicamente hablando) cuando sus aproximaciones
desestiman la reconstrucción de los ‘universos de sentido’ (las memorias, los imaginarios, las narrativas, etc.,
“desde adentro” de los actores). Tal sería el caso de la dimensión política que los movimientos insurgentes se
reivindican para sí, más allá de su “ficción o realidad” objetivas. Pues, ¿cómo calificar algo que no se conoce
(o es desconocido desde sus lógicas internas)? Desde los principios de la lógica clásica, estas conclusiones –
además de irónicas – sería “auto-contradictorias” e incompatibles con las pretensiones que se intentan bajo
argumentos que, sólo en apariencia, resultan científicos.
8
Se trata de las investigaciones que han estado atentas a reconstruir la memoria de los actores insurgentes y
ofrecer así “una mayor comprensión de los imaginarios, visiones y prácticas políticas, estructuras
organizativas, formas y mecanismos de relacionamiento con la sociedad y el estado” e, incluso también, las
“estrategias de su accionar militar”. Medina Gallego, Carlos, Conflicto armado y procesos de paz en
Colombia. Memoria casos FARC-EP y ELN, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2009, p. 29.
9
Es el caso de las investigaciones realizadas desde hace varios años por el profesor Carlos Medina Gallego y
que, al decir de Andrés Peñate: “(…) Aunque este trabajo peca en consultar sólo las fuentes del ELN y, por lo
4
Nuestra aproximación está atenta entonces al hecho según el cual los movimientos
insurgentes, y en general, los actos de contestación y resistencia construyen y producen
“sentido”; justamente, esta sería una de sus “funciones primordiales”10.
No hay que olvidar que las formas de expresión política en tanto producción de
representaciones y prácticas son asaz sintomáticas de las “dis-posiciones” y “posiciones” –
habitus, en los términos de Bourdieu – de los grupos insurgentes en el campo de las luchas
eminentemente políticas, por ejemplo, cuando intentan alcanzar y/o legitimar objetivos,
acciones ó reclamos, una cuestión que primordialmente se provoca a través de una
“inmersión” en los actores11.
Y aunque todavía esta dimensión analítica convoca grandes controversias, la intersección
entre los imaginarios, las ideologías y doctrinas políticas y las mentalidades permite
rastrear la manera cómo los actores conciben, instituyen, destituyen y constituyen
diferentes tipos de acciones contestatarias y, específicamente, desarrollan las luchas
políticas que ellos suscriben, aspectos todos que deben ser progresivamente integrados en
los análisis. Un criterio de exploración como éste se sintoniza consistentemente con los
llamados estudios sobre contentious politics (“contiendas políticas”) donde el tópico de las
revoluciones ha sido una preocupación constante.
La insistencia por explorar “el punto de vista de los actores en un contexto en particular” y
aspirar a precisar “por qué ciertas acciones son llevadas a cabo, y otras no” son aspectos
claves para multiplicar las explicaciones en torno a fenómenos políticamente significativos,
como se procura en todas estas pesquisas12.
tanto, produce una visión parcial, a veces casi apologética, de esta organización, provee datos muy
interesantes” Peñate, Andrés, “El sendero estratégico del ELN: del idealismo guevarista al clientelismo
armado” en Deas, Malcom y María Victoria Llorente (eds.), Reconocer la guerra para construir la paz,
Bogotá, Editorial Norma, 1999. Jesús Bejarano reclamaba, ante este tipo de prejuicios, una apertura en las
investigaciones sobre la Violencia practicadas por la Violentología convencional. Cfr. Bejarano, Jesús
Antonio, Una agenda para la Paz, Bogotá, Tercer Mundo, 1995.
10
Cfr. Eyerman, Ron y Andrew Jamison, Social Movement. A cognitive approach, University Park,
Pennsylvania University Press, 1991 y Eyerman Ron, “La praxis cultural de los movimientos sociales”, en:
Ibarra Pedro y Benjamín Tejerina, Los movimientos sociales, Editorial Trotta, Madrid, 1.998, págs. 139-163.
11
Cfr. Bourdieu, Pierre, “Espacio social y poder simbólico”, en: Cosas dichas, Barcelona, Gedisa, 1988, pp.
127-142.
12
Ross, Howard, “Culture and Identity in comparative political analysis” en Lichbach, Mark y Alan
Zuckerman (eds.), Comparative politics. Rationality, Culture and Structure, Cambridge, Cambridge
University Press, 1997, pp. 71-72. Evaluando los trabajos sobre las ‘Revoluciones Sociales’ del tipo Theda
Skocpol, Tilly y Tarrow han subrayado la importancia de no omitir la ideología – en un sentido amplio –
como una “variable” de investigación inapelable para explicar estos procesos (“fallidos” y “exitosos”). Cfr.
McAdam, Doug, Sidney Tarrow y Charles Tilly, “Toward an integrated perspective on social movements and
revolutions” en Lichbach, Mark y Alan Zuckerman (eds.), Comparative politics. Rationality, Culture and
Structure, Cambridge, Cambridge University Press, 1997 (2002), p. 154.
5
c. ¿Cómo avanzar en el tratamiento y análisis de las cuestiones imaginarias en el campo
de la ideología política contemporánea y, puntualmente, en el fenómeno de los
movimientos insurgentes actualmente existentes?
Nuestro particular estudio de caso: la reconstrucción del concepto de Revolución, tiene
como eje referencial las trayectorias discursivas del ELN. En particular, pretendemos
rastrear su vigencia teniendo como fuentes documentos producidos por el grupo insurgente
y, más recientemente, los planteamientos y exposiciones de motivos, fruto de las
negociaciones que el grupo insurgente ha mantenido con las administraciones del
Gobierno Nacional de Colombia desde la década de los noventa y hasta el presente13. Lo
anterior por varias razones.
La trayectoria y los escenarios que ofrecen los procesos de paz y las memorias recogidas
alrededor de este marco permiten identificar una pauta interesante para recrear la
reconstrucción del concepto/concepción revolucionaria de ELN con base en sus propias
prácticas discursivas históricas pero sobre todo las “actualizadas”14.
No sólo porque alrededor de ellas se enmarcarían las coyunturas cambiantes del régimen
político y procesos institucionales recientes in situ – invocando su actualidad vigente –
sino porque, de alguna manera, este espacio ha venido incidiendo en las formas y reformas
de la lucha política que se atribuye para sí el ELN. Además, porque también suministrarían
elementos materiales para comprender las decisiones tácticas y estratégicas que modelan
las formas de acción y los instrumentos de actuación que, en nuestro criterio, configuran un
horizonte de sentido consistente para la guerrilla insurgente y que de manera coherente, por
decirlo de alguna manera, constituyen un escenario discursivo “abierto” pero también
cambiante.
Sin embargo, la razón principal que sustenta esta elección está en que los diferentes
escenarios que han venido convocado los diferentes momentos de los Procesos de Paz con
esta guerrilla constituyen un lugar estructural de controversias y debates, un auténtico foro
político para revelar las claves políticas del ELN de su imaginario revolucionario.
¿Cuál es la importancia central que le conferimos a esta dimensión heurística? A través de
los forums se conseguiría “capturar” más puntualmente:
13
En este trabajo nos remitimos a la excelente documentación realizada por: Medina Gallego, Carlos, ELN:
Una historia de sus orígenes, Quito, Rodríguez, 2001 y Conflicto armado y procesos de paz en Colombia.
Memoria casos FARC-EP y ELN, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2009, ya citada.
14
Solamente con fines prácticos, nos referimos aquí a las narrativas como el aspecto argumentativo de la
“voluntad de verdad” del discurso en su carácter general-abstracto mientras los repertorios (discursivos)
apuntarían a la particularidad-concreta. En conjunto, interrelacionan un campo de saber (narrativas) y un
campo de poder (repertorios discursivos), multiplicidad de prácticas, estrategias, relaciones e interacciones, lo
que, en palabras de Foucault sería una formación discursiva. En este sentido: “(…) el discurso no es
simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que [“se
lucha”], y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse”. Foucault, Michel, El
orden del discurso, Buenos Aires, Tusquets, Buenos Aires, 1992.
6
- Las abstracciones-reales que los actores producen, reproducen, comparten y
disputan política y socialmente. En el caso de la concepción revolucionaria es
posible situar y delimitar el campo donde tiene efectividad el concepto/concepción
de Revolución en su sentido más abstracto y, consecuentemente, permite desagregar
desde allí los “principios” que lo constituyen y que toman alguna forma en
específico o, en todo caso, se organizan alrededor de un conjunto de ideas-guía15;
- Los principios de acción ó “formas de acción” y sus “instrumentos”;
conjuntamente: las acciones-vía16. Mediante éstas, se logran traducir ‘en concreto’
los principios metafísicos (a) y, al mismo tiempo, las prácticas que se derivan de las
ideas-guía básicas, coherente y consistentemente.
Esquemáticamente, podríamos esbozar las dinámicas cognitivo-normativas mediante la
figura 1.
Este análisis identifica así diferentes “eslabones” o estratos cognitivos/normativos que
permiten discernir entre niveles generales y/o “universales” (desde el punto de vista
ideológico, los escenarios “macro”) y “micro-niveles”, dominios mucho más singulares y
específicos. En los primeros emergerían las ideas-guía – siempre más unitarias y rígidas mientras en los segundos, las acciones-vía – relativamente diversificadas y más flexibles -.
Hay que destacar que en este esquema de representaciones y prácticas las “normas
globales” son en últimas las que cristalizan ciertas “lógicas de lo apropiado” alrededor de
los sistemas de comportamiento sociopolíticos en general y al interior de los subsistemas
que conforman los procesos de contestación particulares. Este nivel resulta así
arquitectónico. Por un lado, como un lugar de enunciación de las dinámicas más
“estructurales” en torno a los procesos de transformación de los referenciales básicos
(ideas-guía) utilizados en las luchas contestatarias; y, por otro lado, en vista de que allí se
localizarían los “sistemas de sentido” de los que se desprenden “los conjuntos de prácticas”.
15
Las abstracciones-reales son conceptos/concepciones producidas y reproducidas colectivamente que, como
todo concepto, nunca son unilateralmente “abstractos”. Articulan de antemano la Realidad Social y le otorgan
un significado, un sentido y un “marco” a la efectividad donde hacen posible las “prácticas”. Cfr. SohnRethel, Alfred, Trabajo material y trabajo manual. Una revolución en el ámbito de la filosofía marxista. Un
primer esbozo para una teoría materialista del conocimiento, Barcelona, El Viejo Topo, 1979, p. 28.
También, cfr. Žižek, Slavoj, “¿Cómo inventó Marx el síntoma” en Žižek (comp.), Ideología. Un mapa de la
cuestión, México, FCE, 2000; El sublime objeto de la ideología, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003 y The
parallax view (shorts circuits), Cambridge, MIT Press, 2006.
16
Desde luego, nuestra noción mantiene como fuente de inspiración las vías-voces de Guattari y también el
concepto de repertorios modulares de contestación, en tanto marco definido de acción social que al decir de
Tilly son a la vez estratégicos y culturales. Cfr. Tilly, Charles, Roads from past to future (Legacies of Social
Thought), Oxford, Rowman y Littlefield, 1997 y, especialmente la excelente reseña teórico-metodológica de:
Archila Neira, Mauricio, “Poderes y Contestación”, Revista Controversia (Bogotá, CINEP), No. 173,
Diciembre 1.998, pp. 29-56.
7
Figura 1. Eslabones, niveles y estratos cognitivos-normativos en contentious politics
N
a
r
r
a
t
i
v
a
R
e
p
e
r
t
o
r
i
o
s
ESLABÓN I
Principios
Generales
Meta-sistema
Sociedad
Global
ESLABÓN II
Principios
Específicos
Sistema Social
Condiciones
ESLABÓN III
Formas de
Acción
Subsistemas societales
Políticas
Económicas
Culturales
Situaciones
ESLABÓN IV
Coyunturales
Instrumentos
Fuente. Con base en Puello-Socarrás (2008b).
Bajo esta idea cabe igualmente la posibilidad de poder balancear las variables ideológicas
(entendidas como “pautas meta-sistémicas” de la actividad humana) y los sistemas
cognitivo-normativos, entendidos como “estructuras simbólicas” que ordenan la realidad y
la proveen de un significado específico.
En síntesis, los marcos cognitivos (cognitive frames) definirían las visiones del mundo que
establecen principios de acción (contestataria) y sus modalidades de praxis. Ambas
convergen finalmente en un sistema estructurado de instrumentos considerados legítimos a
la hora de justificar/descalificar e interpretar/reinterpretar las relaciones sociales de poder
generales y particulares, consistentes - materialmente hablando - con el sistema de acción.
Ahora bien, los cuatro estratos “normativos” ó dimensiones cognitivas pueden ser
detallados de la siguiente manera17:
En el primer eslabón (ó nivel más abstracto de la sociedad) se generan visiones o
interpretaciones del mundo, es decir, versiones sobre el orden/desorden de lo social. Aquí,
los preceptos abstractos circunscriben normativamente “lo que es posible” en una sociedad
17
En otras oportunidades hemos ensayado un esquema análogo para trabajar la dimensión cognitiva en la
producción de políticas públicas pero que resulta ser versátil en su aplicabilidad para el caso que nos ocupa.
Cfr. Puello-Socarrás, José Francisco, “La dimensión cognitiva en las políticas públicas. Interpelación
politológica” en: Revista de Ciencia Política (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia) No. 3, Enero –
Junio de 2.007, pp. 65-102; “Instituciones, análisis social y desempeños teóricos” en: Derecho y Sociedad
(Bogotá: Universidad INCCA de Colombia) No. 1, Vol. 1, Mayo de 2.008, pp. 113-130 y “El mito neoliberal. Enfoques cognitivos y política económica en Colombia (1988-2000)” (Disertación de tesis de
maestría), Bogotá, Escuela Superior de Administración Pública, 2008a.
8
dada, identificando y justificando la existencia de diferencias entre individuos y/o grupos y
asignando una escala jerárquica a la variedad de los procesos sociales.
Este nivel es el ámbito por excelencia de los principios generales (o “meta-físicos”) que
influirían sobre los procesos de definición e identidad de los actores en su forma más
amplia, estableciendo, de forma paradigmática, la hermenéutica social que define e impone
un tipo de representaciones políticas y socio-económicas comunes, las condiciones de su
evolución, estabilidad/inestabilidad y permanencia/transformación, así como las formas de
regulación sobre las relaciones de fuerza desplegadas alrededor de los procesos de lucha y
contestación políticas18. Se trata, por así decirlo, de un “meta-sistema”19.
El segundo eslabón normativo lo conforman los principios específicos. Estos proceden y
emergen desde las ‘visiones de mundo’ precedentes (los “principios generales”) pero en
una escala, digámoslo así, más concreta. Cobran relevancia en razón a que definen las
“sentencias deductivas e hipotéticas” (inferencias) que permiten a la postre la
operacionalización de los valores (abstractos) bajo una modalidad singular (concreteness)
al interior del sistema social. En este estrato se ubican las apelaciones (appeals) derivadas
del principio general.
El tercer eslabón normativo tiene que ver con las formas de acción. Los principios de los
estratos superiores están estrechamente vinculados con “consideraciones prácticas de los
métodos y medios más apropiados para alcanzar los valores y objetivos definidos”20. En
virtud de ello, los marcos cognitivos y normativos no se limitarían a constituir simples
mapas mentales sino que instituirían modos de prácticas y modalidades de
comportamientos. Las formas de acción así interpelan directamente los dominios o
subsistemas (económico, político, cultural, etc.) específicos en la sociedad.
Finalmente, el estrato normativo menos abstracto y, en consecuencia, el más concreto de
todos, se relaciona con los instrumentos (cuarto eslabón).
Cada nivel cognitivo va acotando inmediatamente los alcances y especificaciones de los
instrumentos - necesarios y potenciales - y la importancia relativa de cada uno de ellos en
una dimensión propiamente instrumental. Por lo tanto, los instrumentos de contestación
(modalidades) resultan siempre estar en correspondencia recíproca con las exigencias
cognitivas del sistema “como un todo”, desde arriba (top-down) y hacia arriba (bottom-up),
respondiendo a los sentidos otorgados a los problemas, su magnitud y su importancia vis-ávis su materialización efectiva.
18
Esta idea se aproxima bastante al “moral metafísico” de Charles Taylor para quien la imagen de un orden
moral no necesariamente reproduce el statu quo sino que es radicalmente contingente. Así, puede “estar tanto
detrás de prácticas revolucionarias, como del respaldo del orden establecido”. Taylor, Charles, Imaginarios
Sociales Modernos, Barcelona, Paidós, 2006, p. 43.
19
Etkin, Jorge y Leonardo Schvarstein, Identidad en las organizaciones: Invarianza y cambio, Buenos Aires,
Paidós, 1.995, pp. 44-65.
20
Surel, Yves, “L’integration européenne vue par l’approche cognitive et normative des politiques
publiques”, Revue Française de Science politique, Vol. 50, No. 2, 2.000, p. 498.
9
Así las cosas, las acciones contestatarias y sus modos y modalidades, es decir, las formas de
expresión bajo las cuales adquieren “existencia/sentido social” (v.gr. actos de lucha y
resistencias) imposibilitan descontar el plano abstracto que les otorga su consistencia
(Imaginario ideológico) 21. Si bien este trasfondo cognitivo no las determina de una vez y
para siempre, sí las condiciona ó constriñe y, en últimas, les “da forma”, las “con-figura”.
Por tal razón, la relación entre lo empírico y lo imaginario aquí es inseparable; pretender su
escisión, falaz.
II. INSURGENCIA Y REVOLUCIÓN
Desde los ‘viejos’ Discursos hacia las ‘nuevas’ prácticas
1. La Irrupción Insurgente22
Resistencia en ‘Illud Tempus’
El Ejército de Liberación Nacional nace el 4 de julio de 1964. Empero, su primera irrupción
en la vida pública se produce el 7 de enero de 1965 a través de la toma armada del
municipio de Simacota, población del departamento de Santander en el nororiente
colombiano.
En el desarrollo de estas acciones dan a conocer el Manifiesto de Simacota, declaración
inaugural donde se enuncian los propósitos de esta guerrilla, haciendo suya la consigna: “Ni
un paso atrás, ¡Liberación o Muerte!”23.
21
No hay teoría que no se traduzca en una praxis concreta ni práctica que no se remita a una dimensión
teórica (en su nivel más abstracto, una “manera de ver” la realidad social y problematizarla). Aquí, desde
luego, no se pretende subordinar lo teórico a lo práctico pues mantenemos su carácter de inseparabilidad;
tampoco asumimos algún tipo de “unidad” automática o inmediatez. Ni una dimensión teórica impotente ni
una dimensión de las praxis que sea arbitraria. Este es un viejo dilema que hoy por hoy inspira total
actualidad: la postergación de la práctica frente a la teoría revolucionaria y la superioridad de una sobre la otra
o, si se quiere, la disyuntiva dogmatismo versus pragmatismo. Cfr. Bonnet, Alberto, “Teoría y praxis: una
perspectiva adorniana”, Herramienta, No. 36 (Buenos Aires), Octubre de 2.007.
22
Con base en: Hernández, Milton (Comandante del ELN), Rojo y Negro. Aproximación a la historia del ELN
Ejército de Liberación Nacional, Rosario, Estrategia, 2006. En el prólogo a la “primera edición”, Nicolás
Rodríguez Bautista, Comandante del ELN, manifiesta: “En una vida histórica tan corta como la del ELN, no
es fácil escribir porque los protagonistas vibramos con los hechos de ella, y pedir que todos interpretemos las
vivencias de la misma manera es ir contra la dialéctica (…) Lo que aquí se expresa no pretende ser la última
palabra; es simplemente la reflexión y el análisis que reflejan las personalidades de una organización
guerrillera que se inspiró en ideólogos como Ernesto Che Guevara, y que tuvo como maestros a grandes
hombres como Camilo Torres Restrepo, Luis José Solano Sepúlveda, Manuel Vásquez Castaño, entre otros”.
Destacamos, precisamente, la pertinencia de acudir a fuentes como éstas, consecuentes con los fines y el perfil
de exploración que aquí se pretende.
23
El Manifiesto denunció “la dominación violenta, la explotación del pueblo y el saqueo de los bienes y
recursos nacionales por parte de la oligarquía y los imperialistas de Estados Unidos. Situación que hoy
continúa” [subrayo]. ELN, “El Tesoro de Simacota”, Revista Insurrección No. 95, enero de 2008. La
10
No obstante y aunque el Manifiesto de Simacota es visto como el momento fundacional
dentro de la lucha revolucionaria elenista y, en adelante, infatigablemente invocado como
punto de partida de la subversión elena, el significado de la primera toma guerrillera
desborda sus detalles meramente circunstanciales y no puede interpretarse ex nihilo.
Vista en profundidad, se trata de “una historia devenida en Historia” que intenta hacer
transversal y sostener en el Tiempo, fundamentar y constituir, el sentido eminentemente
histórico en las luchas. En últimas, el carácter subversivo, políticamente legítimo, que
implicaría la “re-actualización” de las resistencias en los términos del ELN 24:
(…) Antes de la Conquista la región estaba habitada por tribus que a la llegada de los
españoles opusieron feroz resistencia. Ya en Colombia, en una demostración de deseo
libertario y de justicia, surge en Santander la insurrección comunera y se extiende hasta
Santa Fe de Bogotá, capital del virreinato, y hasta Venezuela, aunque con una visión
diferente de lo que actualmente llamamos internacionalismo, plegándose algunas
poblaciones a la lucha para hacer llegar la chispa hasta Mérida…
(…) además… en la población de Silos, durante el levantamiento de los incas al mando de
Túpac Amaru, se proclama a éste como su autoridad y se reconoce la lucha anticolonial
con desconocimiento al Rey de España…
(…) Desde la proclamación de la independencia son los habitantes de estas tierras los
primeros en ponerse en pie de lucha contra la dominación y participan de manera
destacada en las guerras que nos llevaron a lograr la primera independencia…
(…) La tradición de lucha continúa y en los dos últimos siglos su presencia en las guerras
civiles es una constante; muchas de ellas tuvieron su inicio en la región y algunas, su final.
Se cuenta también la participación en la insurrección del 28 de julio de 1929 dirigida por
el Partido Socialista Revolucionario, que la aplazó a última hora no pudiendo avisar a todo
el país, produciéndose levantamientos en el Líbano, San Vicente de Chucurí, Las Gómez,
entre otras poblaciones…25.
Simacota, por lo tanto, no resultaba una elección casual. Tampoco aspira ser una historia
sobre la lucha para el ELN sino la continuación de las luchas del ELN en la Historia. Con
consigna, seguramente, una paráfrasis recuperada del líder colombiano de la Revolución Comunera, José
Antonio Galán: “!Ni un paso atrás, lo que ha de ser que sea!”.
24
La fundamentación mítico-simbólica por excelencia. En este caso: “(…) La historia en el mito es siempre
historia ‘conciente’, ante todo: ‘historia comprendida’, ‘vivida’, en fin, el mito remite, sin duda, a un sentido
histórico. Si se quiere, acudiendo a un juego de neologismos anglófonos, podríamos decir que el mito es history, “high story”, History. Una historia venida a Historia. Visto en sus consecuencias vital-existenciales,
Historia, sentida y vivida, aunque aisladamente, bajo otra subjetividad, puede reducirse a una simple story”.
Puello-Socarrás, Op. Cit. (2006), p 33.
25
Hernández, Milton (Comandante del ELN), “Santander: la insurrección de un pueblo”, Op. Cit.
11
ello, habilitaban el Restablecimiento de un proyecto todavía inconcluso y que, a pesar de
las interrupciones, resulta ininterrumpido26.
Esta breve referencia, si bien discursiva sobre los orígenes de la guerrilla elenista, revela
sólo algunos de los muchos elementos presentes en relación con los contenidos y las formas
de la politización estratégica y simbólica - al exterior y al interior - del ELN en el panorama
de su existencia. Expresa al mismo tiempo las definiciones nacientes y sucedáneas que, en
términos organizativos, militares, etc., fueron paulatinamente adoptadas/adaptadas por la
guerrilla elenista.
En todo caso, vinculando para sí una tradición de rebeldía revolucionaria personificada por
héroes y heroínas históricos (y, al mismo tiempo, ¡míticos!) de la “primera independencia”
en Colombia, el ELN se proponía promulgar su disposición por mantener vigentes – y
“vivas” - sus propias luchas y resistencias27.
La emergencia revolucionaria
Desde otro punto de vista, esta primera irrupción elena aparece en el marco de un auge en
el ciclo de movimientos insurreccionales en Colombia.
Como en el caso del ELN, la década del sesenta en el país se caracteriza por la emergencia
de guerrillas - autoproclamadas e identificadas como revolucionarias -, en su mayoría fruto
de distintos rezagos políticos, sociales, culturales y organizacionales, heredados de las
antiguas autodefensas campesinas del período inmediatamente anterior conocido como La
Violencia (1948-1953) –.
Este pasaje tristemente célebre en la historia colombiana fue testigo de una violencia
política y civil generalizada y para muchos sin antecedentes, animada constantemente por
los partidos políticos tradicionales (Liberal y Conservador). La solución prevista para
terminar con la confrontación interpartidista condujo al Pacto del Frente Nacional,
compromiso político establecido entre ambas élites partidarias y en donde se decide
renunciar a la competencia electoral en la disputa por el Poder Político y más bien
intercalarlo entre ambos partidos durante los siguientes cuatro períodos constitucionales
26
La Revolución ‘del Común’ ó Comunera (1781) fue liderada por José Antonio Galán y Lorenzo Alcantuz,
dos campesinos de la región y considerada como el antecedente de la Independencia Nacional de Colombia en
1810. Los motines más violentos se desarrollaron en Simacota, Mogotes, Barichara y Curití, poblaciones del
municipio de Santander. En otros casos, ciertamente paradigmáticos, como el del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN), los mecanismos simbólicos al respecto son idénticos lo que mostraría una
tendencia bastante llamativa desde el punto de vista de los movimientos guerrilleros contemporáneos.
27
“(…) Además, Simacota no era cualquier lugar. Esa es zona de mucha historia, tierra de los comuneros que
se alzaron contra España. Cercano está El Socorro, el pueblo donde los españoles colgaron a José Antonio
Galán, el líder de los comuneros. Le cortaron la cabeza, los brazos, los pies, y pusieron partes de su cuerpo en
todos esos pueblos en lo que él luchó. El Socorro es la tierra de Galán, y Simacota es la tierra de Lorenzo
Alcantuz, uno de los principales capitanes de la lucha de los comuneros... Fabio nos hablaba de todo eso.
Simacota no era una coincidencia, en esto todo tiene su concatenación…”. Hernández, Milton (Comandante
del ELN), “Santander: la insurrección de un pueblo”, Op. Cit.
12
consecutivos (dos períodos cada uno, para un total de dieciséis años). A la luz de las
nacientes guerrillas, entre ellas la elenista por supuesto, el “pacto” (excluyente) fue uno de
los principales detonantes que llevaron al alzamiento en armas.
A pesar de que existen otros muchos aspectos, particularmente de carácter internacional,
que influyeron en delinear un contexto ciertamente favorable a este tipo de incursiones, sin
embargo, la Revolución Cubana de 1958 es definitivamente el suceso paradigmático de la
época. Constituía la demostración de que la “Revolución es posible”. Y, específicamente
para el naciente ELN, una prueba histórica que permanecería como un auténtico Mito
Político, guía de su concepción ideológica y de sus prácticas revolucionarias.
Desde un primer momento, el ELN no sólo se proclama simplemente como una guerrilla
revolucionaria. Además valora y se inspira en los legados de la gesta cubana, centralmente,
la figura del Che Guevara, quien figurará no sólo como un ícono ideológico sino también
como un verdadero personaje conceptual de La Revolución elena y, más allá, guía de sus
prácticas.
Cuba de todas maneras no señalaría únicamente las esperanzas y posibilidades reales de la
Revolución y el horizonte. También mostraría para el ELN, el camino.
La Revolución no podrá desestimar la lucha política armada. Y aunque “lo militar” no
parecía sugerir matemáticamente la única vía, la postura armada sí mostraría ser unívoca28.
Para el ELN este argumento sería crucial a la hora de propiciar una ruptura necesaria con lo
que consideraban la “concepción reformista y conciliadora” en el movimiento de masas
asociado a los acalorados debates de la época29. En síntesis - proponían en ese momento -:
la vía armada no sólo es la más consecuente sino al mismo tiempo la más revolucionaria.
La idea era pues “hacer la revolución social por medio de la lucha armada”.
¿Qué Revolución?
Desde el “Programa de Simacota” y hasta entrada la década del setenta el ideal y la
necesidad de la Revolución para el ELN resulta ser indiscutible. Un tema de irremediable
urgencia y actualidad históricas. Sustenta desde luego las razones para la conquista y toma
del poder político con el fin de garantizar las transformaciones en la sociedad colombiana.
28
“(…) sin el desarrollo de lo militar, ligado a un proyecto político con arraigo popular es imposible la
conquista de las metas propuestas”. Hernández, Milton (Comandante del ELN), “Cuba: La revolución
posible”, Op. Cit.
29
“(…) El fervor revolucionario de la época le imprimió a los procesos latinoamericanos una dinámica en la
que un conjunto de principios éticos y morales comenzaron a orientar la formación de los revolucionarios,
dotándolos de unas características de cultura política, convicciones solidarias, humanismo profundo, entrega
absoluta, valor, heroísmo y certeza en el triunfo de la revolución y en la justeza de la lucha armada como
única vía posible para la conquista de la felicidad de los oprimidos. Páginas gloriosas de abnegación y
sacrificio sin límites están escritas con la sangre generosa de esta generación rebelde…” [Subrayo].
Hernández, Ibídem.
13
Aunque todavía tenuemente establecidas, las ideas-guía que habían inducido el qué de la
Revolución en abstracto, necesariamente debían generar los cómos que fijarían la existencia
del imaginario eleno, es decir, lo revolucionario en ‘concreto’. Como en cualquier
emergencia de un proyecto político se precisaría el desarrollo y la realización de un trayecto
histórico. Y éste sólo podía ser precipitado a través de la definición y puesta en marcha de
sus acciones-vía para reclamar “para sí” la validez de su propia apuesta.
Durante este lapso, la acción-vía privilegiada fue la armada. Precisamente ésta, más allá de
aparecer como una cándida consigna pragmática o simplemente un método más en las
luchas de resistencia insurgente, se convierte en una firme credencial subversiva, al mismo
tiempo, filosófico-política y programática. A su alrededor se intenta pues hacer converger
una identidad de grupo y, especialmente, la unidad en los “ideales revolucionarios”
elenos30.
En este complejo proceso de definiciones la institucionalización bifronte en el ELN discursiva y de sus primeras prácticas - tendría en sus líderes fundadores (como Fabio
Vásquez Castaño y Víctor Medina Morón) y a través de relaciones privilegiadas con
sectores intelectuales y universitarios (como lo mostró la militancia del sacerdote Camilo
Torres) decisivas referencias que presionarían hacia una improvisación – en el buen sentido
de la palabra –paradigmática en la evolución histórica de la concepción revolucionaria
elena. La anatomía de la Revolución, si bien todavía imprecisa para ese momento, mostraba
ser - en todo caso y de la mano de estos eventos - cada vez más dinámica, animada por la
inmediatez de las coyunturas y la premura que significaba la urgencia de consolidarla.
De hecho, el perfil subversivo eleno que se perfila, empieza a mostrar la apropiación de
algunos signos privativos. Entre otros, el rechazo a la vía electoral como una alternativa
para la consecución de los objetivos revolucionarios – posición que termina consagrando
cierta actitud antielectoral – revela en qué medida se irán cristalizando formas particulares
de pensamiento que suscitan, a su vez, acciones revolucionarias propias (por supuesto,
también mecanismos específicos) e igualmente fronteras definidas de un marco general
sobre el cual se fijaría el sentido de La Revolución31.
La lucha armada, insistimos, el camino auténtico y sintéticamente revolucionario, posaría
entonces apelar a cierta potestad superior, situación que se ratifica constantemente en medio
de las praxis beligerantes. Con ello, no sólo se allanaría un horizonte construido desde lo
intelectual-abstracto y “desde arriba”. Esto sería imposible de sostener sino se tiene en
cuenta que “desde abajo” y a través de las prácticas reales, la perspectiva de alcanzar una
30
“La palabra revolución ha sido desgraciadamente prostituida por nosotros, los que pretendemos ser
revolucionarios. Se ha utilizado con ligereza, como una afición, sin un verdadero respeto y sin una verdadera
profundidad…”, Palabras de Camilo Torres, discurso de mayo de 1965 en la Universidad Nacional de
Colombia.
31
“(…) el pueblo no cree en las elecciones. El pueblo sabe que las vías legales están agotadas. El pueblo
sabe que no queda más que la vía armada…. Todo revolucionario sincero tiene que reconocer la vía armada
como la única vía que queda....”. Palabras de Camilo Torres, discurso de enero de 1966 titulada: “Proclama al
Pueblo Colombiano”.
14
unificación en torno a una concepción revolucionaria naciente se desarrolla, sin lugar a
ningún tipo de escisiones, in vitro y in vivo.
Las dinámicas discursivas y la “teorización” aplicada (y a la inversa, la aplicación
teorizada) de lo revolucionario “en y desde” el ELN se construyen subordinadas a las
necesidades que plantea su fortalecimiento militar en tanto organización guerrillera,
especialmente, si se toma en cuenta que es una época donde – proponían ellos mismos –
“era difícil ubicar todos los elementos concretos por desarrollar” de cara a la Revolución.
En adelante, la ida y vuelta de la realidad revolucionaria, la utopía y la cotidianeidad,
parecen corresponderse y mal que bien preservarse mutuamente.
En este marco, el contentious - contentivo y contenido - de La Revolución, emanado de su
narrativa básica de transformación radical y compuesta, por supuesto, por sus ideas-guía,
va modelándose alrededor de tres cuestiones básicas: la restauración de la Soberanía
Nacional, la instalación de un Gobierno Popular y las exigencias sobre el establecimiento
de un Orden Político y Social con “Justicia para Todos”. Todos ellos para este período
conforman los principios específicos de la Revolución y poco a poco van traduciéndose en
un conjunto de praxis, ya en propiedad acciones-vía elenas, que son organizadas alrededor
de un referencial explícito alrededor de la contestación violenta. El carácter militar, no
obstante, planea obtener - casi por inercia - repercusiones y productividad políticas
acumulativas.
Si bien es cierto que al mismo tiempo sería imposible no registrar la presencia de otro tipo
de manifestaciones (como la agitación política y social a través de protestas, participación
en huelgas y también de acción ideológica desde medios escritos con diferentes tentativas
de periódicos y revistas), la preeminencia de lo militar sin duda eclipsa la faceta política
general. La subestimación de la dimensión eminentemente política, considerada en todo
caso sustantiva en las luchas de resistencia, no irrumpe tanto a causa de un voluntarismo
pragmático sino justamente a pesar de él32.
En esta causación, la forma de actuación que se configura en tanto lucha armada previene
la instalación y extensión de mecanismos considerados para el ELN pertinentes: la Guerra
de Guerrillas y el denominado Foco Militar (foquismo), instrumentos ambos que sugieren
ser acogidos como responsables de la afirmación de esta guerrilla.
Así, la insistencia en que la lucha debe ser político-militar pero enfáticamente armada como
la “forma principal de lucha del pueblo colombiano y el campo o las zonas rurales, como
escenario básico para la construcción del Ejército de Liberación Nacional”, evidencia y, en
32
“(…) Comienza a producirse una marcada separación entre la lucha de los sectores sociales y la lucha
armada, que condujo a la reafirmación desde el Estado Mayor… al auge de lo militar en detrimento de las
luchas sociales y las formas organizativas naturales de la población”. Hernández, Milton (Comandante del
ELN), “Cuba: La revolución posible”, Op. Cit. Otros elementos como el ejercicio político a través del Frente
Unido [de Camilo Torres], la agitación social, el trabajo clandestino urbano y la coordinación con las bases
sociales fueron progresivamente “abandonados” en esta etapa de preeminencia militar.
15
buena parte, termina corroborando desde lo discursivo, la constitución de las bases sociales
fundacionales del nacimiento eleno como también sus posteriores evoluciones.
Ahora bien, estas definiciones que para ese momento podrían incluso calificarse de
rudimentarias pero que en su mayoría se forjan como resultado de las coyunturas
específicas que tiene que enfrentar el ELN en su corta duración, provocan rápidamente
nuevas disyuntivas. Esta vez, sujetas a un clima que favorecería un mayor énfasis en
cuestiones más amplias y estratégicas pero que, de igual manera, continuarían incidiendo en
la dialéctica que describe la trayectoria conceptual revolucionaria ahora en un largo plazo y
frente a la creciente complejidad que debía ser asumida ante un nuevo panorama, en
particular, del escenario político.
La muerte de Camilo Torres en 1966 definitivamente es un acontecimiento que marca
inflexión en la formación aún precaria del ELN. No sólo por el impulso mediático que
representó la inserción del “cura” Torres – personaje de conocido renombre en los círculos
académicos e intelectuales y en la actividad política de la época - para la organización y el
impacto que naturalmente causó su muerte entre las filas elenas en términos morales y
éticos, políticamente hablando. Particularmente debido a que los grandes debates en torno a
la consecución de los “objetivos estratégicos” del ELN entran en una etapa de redefinición
que cuestiona críticamente las certidumbres sobre el éxito revolucionario y, por lo mismo,
al mismo concepto de la Revolución que hasta entonces se habían estimado.
Acciones-vía
Ideas-Guía
Tabla 1. Esquemática cognitiva del concepto Revolución en el ELN. (Irrupción y hasta mediados década 70s)
Niveles Cognitivos
(eslabones)
Principio general
Principios Específicos
Formas de Acción
Instrumentos
Fórmulas y Mecanismos
Políticos
Revolución
Soberanía Nacional
Orden Social y Político con
“Justicia para todos”
Gobierno Popular
“Amor para todos”
Militar
Lucha Armada
Objetivo / Contenidos
(targets)
Conquista y Toma del Poder
Político
Reforma Agraria
Desarrollo Nacional
Estado Laico
Violencia con características
políticas
Vs Oligarquías Criollas e
Imperialismo Usamericano
Guerra de Guerrillas
Concepción “foquista”
Fuente: Autor.
Desde este momento cobran relevancia interna los debates frente a las relaciones
históricamente problemáticas, retrospectivamente hablando, entre “lo político” y “lo
militar” hasta el punto de ser condensadas en dicotomías del tipo: lucha armada vs lucha
política, e inclusive, amenazando, en poco tiempo la existencia del ELN como
organización. No obstante el hecho sugiere, en adelante, una reformulación en los
esquemas cognitivos relacionados con la concepción de La Revolución en el ELN.
16
2. Una ‘Nueva Subversión’: ¿giros ó herejías?
Apuntes en torno a una ‘nueva historicidad’
El derrumbe del denominado ‘bloque socialista’ mundial sería una de las principales
inflexiones que persuadirían en el cambio de siglo sobre el supuesto y definitivo triunfo del
sistema capitalista. Igualmente, dejarían la impresión que la apuesta revolucionaria estaría
simplemente destinada a la extinción histórica y su sujeto, condenado al fracaso.
El convocado “fin de la Historia” es una época que se propone certificar entonces bajo el
proto-argumento de una nueva historicidad (en realidad para sus defensores, la
consumación, en muchas ocasiones vacilante, de un largo proceso histórico) que La
Revolución resultaría clausurada o, por lo menos, suspendida en su carácter post-capitalista.
Para los más optimistas, estaría más comprometida que nunca.
Bajo la tópica ideológica de los nuevos tiempos, la Cuba de Fidel por ejemplo, modelo
inspirador tanto para La Revolución en general como para los anhelos de las Liberaciones
Nacionales latinoamericanas en particular - y que había podido mantener una relativa
vigencia incluso entre sus detractores (más allá de los resabios ideológicos) -, es
normalizada como un vestigio de “esperanzas obsoletas” y, en definitiva para estas
posturas, habría perdido irreversiblemente toda validez y significado.
Desde entonces, consecuencias de todo tipo - especialmente en términos políticos originarían múltiples rupturas que estremecen el ciclo revolucionario. Primero, apartándolo
aparentemente del impulso original que mal que bien venía acumulando un par de décadas
atrás de la mano de las irrupciones insurgentes inaugurales a partir de mediados del siglo
XX y, en un segundo momento, imprimiéndole un nuevo aire.
El panorama de la etapa finisecular y el inicio del nuevo milenio plantean, de todos modos,
un par de situaciones de irrevocable magnitud que para nuestro caso son imposibles de
obviar. En conjunto, resultan ser hitos que delinearán, en adelante y en específico, la
dialéctica pendular y también las disyuntivas revolucionarias en la región.
Por un lado y en medio de un espacio mundial profundamente globalizado bajo la impronta
de la hegemonía neoliberal – es decir, en medio del proyecto contrarrevolucionario, tal y
como lo enunciaran, entre otros, Milton Friedman -, el espanto que recorrerá el mundo
tendrá en el Terrorismo su referencia más espontánea. Lo anterior, no sólo como fruto de
las reacciones mundiales que tuvieron como excusa los desafortunados hechos del 11 de
Septiembre de 2001 en Nueva York. En su mayor parte como un proceso de reactualización
en las políticas contrainsurgentes y de la antigua (y ahora “novedosa”) Doctrina de
Seguridad Nacional, iniciado un par de años atrás, auspiciado desde luego casi
exclusivamente por los sucesivos gobiernos usamericanos.
17
Así, una vez diluida la “amenaza comunista”, se dispone de una nueva punta de lanza
internacional y global, perfeccionada por la indiscutible necesidad política que le atribuyen
a la lucha antiterrorista los intereses dominantes del establishment a nivel planetario33.
En este marco, lo contestatario reaparece incómodo aunque irresistiblemente más
sospechoso que en el pasado. Más allá de sus alcances y presunciones, justificada o
injustificadamente, revolucionario o no, se equipara a “terrorismo”. El doble efecto de
equivalencia y homogeneización, singularización y rarefacción que de allí se desprenden
significarán desafíos insondables para el ideal revolucionario.
Pues si, por un lado, las dinámicas globalizantes podrían ampliar y eventualmente
unificarían las luchas más allá de los espacios tradicionales también enrarecerán las
resistencias puntuales; esto incluye, por supuesto, a las propiamente revolucionarias,
restándoles así capacidad, sentido, poder y, en últimas, su razón de ser. Por otro lado, el
acertijo del terrorismo profundizará el dilema sobre el carácter legítimo de la violencia
rebelde. La iconoclastia que logra posicionar la hegemonía reinante frente a los repertorios
de lucha, los escenarios tradicionales de resistencia y sus actores, a nivel político y social a
través de la discursiva sobre el terrorismo, impone la imposibilidad práctica de encontrar
rebeldes políticamente legítimos y, al mismo tiempo, la facilidad de vindicar cualquier
expresión subversiva – así sea mínimamente contestataria - como “terrorista”.
Ello sin descontar que a las condiciones eminentemente políticas se les tendría que sumar el
cálculo de las oportunidades de éxito de los movimientos alzados en armas y la viabilidad
real del contenido militar constitutivo de sus fuerzas que en este momento son puestos en
duda, por el carácter internacionalizado de las reacciones y sus inmensos apoyos políticos,
financieros y, en la mayor parte de los casos, directamente militares.
En este aspecto las contingencias son diversas. Sin embargo, la más llamativa tiene que ver
con la consolidación de una novedosa modalidad de guerra civil. La lucha contra el
terrorismo y por implicación lógica la que se libra versus los movimientos insurgentes y la
violencia rebelde que aún “sobreviven” – escenario en el cual, vale decir, las guerrillas
colombianas suponen ser un caso ejemplar -, será implementada en medio de guerras
civiles irregulares, lo cual contempla dinámicas diferentes y más complejas desde diversos
aspectos, escenarios, actores, subjetividades y territorialidades.
Si se las compara con sus antecesoras, entre otras cuestiones, el apoyo social (exclusivo),
aunque ya presente en el pasado, ha entrado a ser parte sustantiva de las nuevas
dinámicas34.
33
Baste referirse a los documentos oficiales de la CIA, primero: Mapping the global future 2020
(“Cartografía del futuro global”) y, especialmente, el segundo: “Latinoamérica 2020: pensando los escenarios
de largo plazo”, conclusiones de un seminario realizado en Santiago de Chile (7 y 8 de junio de 2004), en el
marco del Proyecto Global Trends 2020 del National Intelligence Council de los Estados Unidos, en donde
explícitamente se mencionan los movimientos indígenas y étnicos como un elemento desestabilizador de la
región, insinuados como amenaza terrorista. Cfr. CIA, “Mapping the global future 2020: Report of the
National Intelligence Council's 2020 Project”, Foreign Affairs, Vol. 84, No. 3, 2005.
18
Las estructuras formales de los ejércitos son ahora relativamente “débiles” frente a la
“robustez” que implican, por ejemplo, las redes de cooperación desde la población civil o
sus bases sociales así como el despliegue de estrategias derivadas del control social
(mediante dispositivos como el terror, la intimidación, la amenaza, el desplazamiento
forzado y la muerte). La generación de “apoyos” se tornará en consecuencia un factor
sustancial35.
Conjugando ambas observaciones es evidente que la preeminencia estricta de “lo militar”
está reevaluada - por lo menos, parcialmente -, tanto desde el punto de vista abstracto como
de las praxis en concreto, desde lo estratégico y lo táctico.
De otro lado y hablando propiamente desde América Latina y el Caribe, la eclosión de un
contexto heterogéneo pero ciertamente unificado en torno al descontento que ha generado
el desgaste del modelo neoliberal en la región ha venido proponiendo en el imaginario
político colectivo una apertura. En cierto sentido, la construcción progresiva de promesas
alternativas de nuevo cuño calificadas en adelante y con igual vacilación de parte de todos
los espectros ideológicos de “izquierda”. Muchas de ellas han adquirido (o se han
autodenominado) inclusive el rótulo de revolucionarias.
Este proceso, sin querer desconocer las complejidades a las que se ha visto sometido, se
iniciaría el 1° de enero de 1994, día en que el mundo amaneció en la Selva Lacandona con
la incursión del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas (México) y,
hoy por hoy, registra entre sus más recientes presencias, la conquista electoral del gobierno
(aunque no aún del poder político) por parte del Frente de Liberación Nacional Farabundo
Martí (FLNM) en El Salvador.
Estas manifestaciones de todas maneras han sido variopintas. Pero, a pesar de ello, señalan
la presencia de un calidoscopio convergente y, sobre todo, si se examinan sus principales
pretensiones – por lo menos, en lo discursivo –, un tono ciertamente elástico pero al fin y al
cabo con tintes contrahegemónicos. En medio de las simpatías ó distanciamientos que cada
uno de estos procesos o el giro en su conjunto puedan provocar, la cuestión democrática
realmente existente se ha logrado no sólo relativizar (en un más allá de la formalidad
electoral a la que apunta, ampliando su semántica) sino también, con igual ímpetu,
institucionalizar (como la forma de gobierno más legítima y que más seduce,
manteniéndose como una condición sine qua non de las apuestas). Así, parecería imposible
descartarla de cualquier agenda transformadora. Este elemento por supuesto ha sido
absorbido por la paradigmática revolucionaria que hoy creemos parece estar en plena
reactualización.
34
Al respecto, cfr. Medina, Carlos, Op. Cit. (2009).
Como sucede en las guerras civiles “(…) La base social y política… es mucho más extensa que la
plataforma militar, el escenario de la guerra va más allá del simple teatro militar de operaciones”. Medina,
Carlos, Ibidem. (2009), p. 49.
35
19
Adelante de las numerosas consideraciones que pueden existir al respecto y que, por
supuesto, desbordan las pretensiones de este análisis, resulta un hecho que las nuevas
tendencias históricas - evidentemente de signos contrapuestos - introducen
condicionamientos colosales a los imaginarios y prácticas revolucionarias tanto como a la
misma concepción de La Revolución hoy. Quizás solamente el desenlace en el largo plazo
de la actual crisis capitalista – en el sentido más amplio de la expresión – ofrecerá
respuestas en verdad firmes para esta encrucijada y, posiblemente, nos permitirá acceder a
pruebas más positivas en torno a la normalización de la apuesta revolucionaria para el siglo
XXI.
De todas maneras, estas situaciones vistas retrospectivamente proporcionan elementos para
interpretar buena parte de los giros y de las rupturas (también sus continuidades) detectadas
en los ‘viejos y nuevos’ movimientos insurgentes actualmente existentes y, en particular,
permiten valorar contrastes de todo tipo frente a sus trayectorias preliminares.
Especialmente para el caso del ELN, las condiciones de su permanencia en un ciclo
subversivo que está cerca de cumplir medio siglo de existencia casi ininterrumpida.
¿Guerrilla sin Revolución?
A casi tres décadas desde su primera aparición, la década de los noventa marca para el
Ejército de Liberación Nacional una época que marca un punto de inflexión histórico en su
existencia insurgente.
Comporta la gestación de grandes desafíos como movimiento rebelde y la proyección de
diferentes definiciones como organización subversiva que, analizadas en pretérito, revelan
las principales configuraciones en su concepción revolucionaria actual y, especialmente, la
vigencia que este grupo proclama para su apuesta revolucionaria.
Los rasgos que constituirán esta vez la matriz cognitiva básica de la Revolución se podrían
disimular en principio como simples cambios. Sin embargo, stricto sensu significarán
profundos giros.
En este momento, la coyuntura política en la que se inserta la guerrilla elenista resulta tan
novedosa como paradójica. Primero, planteábamos antes, desde un punto de vista global y
local y, luego, a nivel regional, el cambio de siglo mostrará un panorama muy diferente.
Con escenarios volátiles y de mayor complejidad que, en resumen, establecen una distancia
verdaderamente dramática si se lo compara con los que experimentó en su origen durante la
década de los sesentas36. Sobre todo, la legitimidad de los grupos guerrilleros y de la
violencia rebelde, entre otras cuestiones, está puesta en duda.
36
Desde la década de los 70s y hasta mediados de los 80s, el ELN se ve involucrado en una etapa de crisis y
recomposición que tiene en la década de los noventa el resultado de un largo proceso histórico que aquí
obviamos con el fin de enfatizar los dos momentos comparativos.
20
Más allá de un conjunto innumerables de situaciones puntuales que enmarcan la evolución
cognitiva del imaginario revolucionario, llama la atención la ampliación de las accionesvía, las formas de acción y sus instrumentos correspondientes frente a una relativa
cristalización los principios revolucionarios (tanto los generales como los específicos) y las
ideas-guía.
En primer lugar, el concepto de La Revolución desde las ideas-guía del ELN parece
mantenerse irrevocable. No sólo al continuar convocando sus primeras referencias
esenciales sino que, además, por lo visto, se actualiza sin llegar a desvirtuar estos
contenidos.
Respondiendo a la tesis original elena que postulaba en principio el objetivo de la toma del
poder político se insiste complementariamente en la convicción de construir poder social
(como forma de “contra-poder” estatal). La provocación de cierto estilo de “poder dual” en
el marco del proceso revolucionario garantizaría para el ELN una formulación más
compleja en la relación históricamente conflictiva entre ‘lo político’ y ‘lo militar’.
La novedad sería reeditar “lo político-militar” en su auténtica dimensión (de hecho,
fundamento elenista originalmente previsto) escapando de escindir o sobreponer un
elemento sobre el otro y apostar así por una construcción social y una co-institución
política del poder con un carácter unitario. Se trataría de una dialéctica que buscaría evitar
posiciones vanguardistas típicas en el funcionamiento de los tradicionales grupos
revolucionarios y que la misma guerrilla elenista había instalado en el pasado. Los nuevos
referentes que componen la discursiva elena parecen querer certificar algún tipo de
autonomía social y política a la lucha revolucionaria, en adelante autodenominada
“popular” y ganar más legitimidades y apoyos.
La incursión de un nuevo principio revolucionario (específico, en este caso), el Poder
Popular, en la matriz cognitiva plantea un espacio que modifica el sentido de varias de sus
prácticas37.
El “Poder Popular” permite la revitalización de las formas de acción político-militares de la
confrontación armada. Se traduce prioritariamente en el mecanismo de la Guerra Popular
Prolongada (GPP) y la idea de articular la lucha armada con la movilización social y
37
“La idea del poder popular, antes de ser un aporte eleno, es un aporte del MIR-Patria Libre notable en la
supervivencia de la guerrilla Patria Libre que actuaba en las sabanas de la Costa Atlántica [Colombiana],
donde las condiciones tradicionales de una guerrilla no estaban presentes y en las que su mejor aliado fue el
alto grado de colaboración de la población civil… [pero] Si bien la concepción del poder popular no había
sido esbozada por el ELN, el MIR-PL consideraba que la praxis de esta guerrilla era la más consecuente con
este principio”. Copete, José, “El ELN y el concepto de revolución”, Working Paper presentado en el marco
del seminario de Mitos Políticos e Imaginarios Sociales, Universidad Nacional de Colombia (I-2008), mimeo.
21
política encuentra en este modelo (GPP) su definición inmediata; más allá, un instrumento
específico, en los Frentes de Guerra creados por el ELN para tal fin38.
Aquí, se introduce una dimensión política y societal que se desprende del principio de
“Poder Popular” bajo dos giros de importancia39. Primero, desde el punto de vista político,
al propiciar una ruptura con la antigua concepción “antielectoral” y abstencionista que se
había abrogado allende el ELN. Esta retractación fue tal, hasta el punto de reconocer en la
vía electoral una oportunidad adicional para construcción de poderes locales y que la
participación electoral podría ser productivamente revolucionaria. Inclusive, el grupo
insurgente terminará apoyando varias propuestas electorales desde que en Colombia se
instituye la elección popular de autoridades locales. En segundo lugar, y desde la dimensión
societal, lograr movilizar y consolidar organizaciones autogestionarias y mantener así
incidencia y “control popular”40. Desde luego, se trata de responsabilizarse de la
Organización Popular, la cual promueve proyectos productivos y las condiciones para la
creación e implementación de espacios de justicia paralela guerrillera.
En este marco, se ha producido una suerte de tránsito en el ELN desde una guerrilla menos
militar, en concepción y estructura, hacia una organización más de tipo sociopolítica. Sin
abandonar la faceta de la confrontación, invoca un nuevo matiz del cual parecen devenir las
praxis incorporadas y sus procesos de consolidación a lo largo del tiempo41.
Vinculado a las nuevas disposiciones, la problemática de la nación y de la soberanía,
retoman ambas centralidad aunque bajo un nuevo espectro si se las compara con los
primeros reclamos. Los avatares de la globalización han reproducido una consolidación
característica frente a las exigencias de Soberanía Nacional e imponen una dependencia
directa con los principios específicos de Democracia Social y la Paz con Justicia Social.
Aquí vale llamar la atención que, desde los noventa, el escenario de la guerrilla en el ELN
ha entrado en negociaciones de paz con sucesivos gobiernos colombianos.
38
Los Frentes de Guerra serían aparatos político-militares de presencia militar y de actividad política.
Aguilera, Mario, “Las guerrillas y las construcciones de poder popular” en Estrada Álvarez, Jairo (comp.),
Izquierda y Socialismo en América Latina, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2008, pp. 339-351.
39
En el I Congreso del ELN de 1986 se adopta formalmente la tesis de la GPP. El de Construcción del Poder
Popular, en su III Congreso en 1989. Según datos no confirmados pero que pueden ser ilustrativos de la
composición actual en el ELN, por cada 1 hombre en armas, existen alrededor de 8-10 hombres vinculados a
organizaciones sociales y movimientos. Este cálculo se aproxima al de Carlos Medina Gallego quien habla de
“la proporción del ELN es de dos (2) hombres-arma por 14 hombres vinculados a movimientos sociales”.
Intervención del profesor Medina Gallego en la convocatoria de la Fundación Arco Iris, en relación con el
proceso Gobierno-ELN realizado en Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana (Viernes 12 de octubre de
2007).
40
Aguilera, Mario, Op. Cit., p. 344.
41
De hecho, plantean que la Detención de la Guerra y la finalización del Conflicto se debe Priorizar la
Acción Política, los Preceptos Humanitarios y Deslinde con el Narcotráfico. Sin embargo, algunos análisis
plantean que “(…) el ELN a través de 25 años de acción puramente militar, no ha podido pasar del simple
estadio de la supervivencia”. Neira, Enrique, “Un caso intrincado de violencia: Colombia” en Nueva
Sociedad, No. 105 (Bogotá), enero-febrero 1990, p. 141-152.
22
Ante esta nueva estructura de oportunidades, el tema de la Democracia y de la Paz figura
como un punto necesario de la proyección guerrillera. Desde luego, estratégicamente
articulado a un ambiente hostil desde el punto de vista de las consecuencias militares que
han afectado a la insurgencia elena producto de la estrategia militarista del Estado
Colombiano en esta época y el apoyo internacional del tipo Plan Colombia a lo que se
suma el escalamiento del conflicto con grupos paramilitares auspiciados informalmente por
sectores estatales
Pero, mucho más allá, las trayectorias del “foro de negociaciones” permiten vislumbrar con
mayor claridad que en el pasado, las particularidades actuales en el ELN.
En este punto, el frente político de las negociaciones de Paz ha llevado no sólo a tener un
espacio social más visible y abierto para sus propuestas sino también la ocasión para
instalar en su formas de acción un instrumento como la Convención Nacional (un ‘nuevo
pacto’ constitucional con fuerte presencia de la sociedad civil), mecanismo que hace parte
de la lucha política que actualmente incorpora. En todo caso, las conversaciones de paz, en
la generalidad de sus demandas mantienen una fuerte consistencia con la nueva matriz
cognitiva de La Revolución.
Sin duda hoy, los objetivos del ELN estarían más lejos de la “conquista (absoluta) del
Poder Político” (en el corto y mediano plazo y, mucho menos, por la vía militar) que en
lograr la progresiva “legitimidad” en el ejercicio (parcial) de su propio poder en las zonas
donde tiene vigencia e influencia, cuestión que sin abandonar sus originales ideas-guía han
podido adoptar/adaptar acciones que ciertamente amplían sus repertorios y complejizan su
existencia insurgente, desde su discursiva, proclamada eminentemente revolucionaria.
Acciones-vía
Ideas-Guía
Tabla 2. Esquemática cognitiva del concepto Revolución en el ELN (década 90s en adelante)
Niveles Cognitivos
(eslabones)
Principio general
Principios Específicos
Formas de Acción
Instrumentos
Fórmulas y Mecanismos
Políticos
Revolución
Soberanía Nacional
Democracia Social
Paz con Justicia Social
“Nuevo Gobierno”
“Poder Popular”
Político-Militar
Confrontación Armada
(Irregular)
Política
Negociación Política
Societal
Redes / Movimientos Sociales
Guerra Popular Prolongada
Frentes de Guerra
Convención Nacional
Organización Popular
Fuente: Autor.
23
Objetivo / Contenidos
(targets)
Toma del Poder Político
Construcción del Poder Social
Vs. Monopolio estatal fuerza
legítima
Vs. Poder Político Establecido
Vs. Hegemonía
III. ¿LA REVOLUCIÓN ERRABUNDA?
Algunas (In)conclusiones
Hemos intentado proponer un horizonte teórico y conceptual que, de la mano de un caso de
estudio, posibilite entender el fenómeno imaginario y positivo de La Revolución hoy en las
guerrillas contemporáneas.
En este momento en particular, los impactos de una nueva y supuesta historicidad donde la
Revolución estaría a priori abandonada y destinada al fracaso, no permiten explicar la(s)
razón(es) por las cuales, diferentes subjetividades hoy por hoy existentes mantienen la
violencia rebelde como una opción liberadora. En estos casos, o se niega olímpicamente la
realidad y a este tipo de subjetividades se las señala de irracionales – rechazando, de paso,
la posibilidad de analizarlas pues su estudio resultaría nada menos que una necedad - o, en
el mejor de los casos, cuando - casi a regañadientes - se acepta su existencia, se las tilda de
anacrónicas, premodernas ó subdesarrolladas; en últimas – volvemos con aquí con LéviStrauss – “salvajes”.
El caso del Ejército de Liberación Nacional en Colombia permite subrayar algunas nuevas
cuestiones.
El ELN ha mantenido y mantiene hoy una idea de Revolución. Tanto en abstracto como en
lo concreto de sus prácticas, en una continuidad histórica que cumple casi medio siglo.
Desconocerlo, es simplemente cerrar los ojos, la boca y los oídos a las voces que provienen
desde los actores y sujetos que construyen su identidad sobre ideas y acciones que
viabilizan su existencia. La guerrilla elenista se constituye por sus prácticas discursivas y
aún todavía mantiene sus convicciones inaugurales vigentes42.
Empezando porque el ideal revolucionario de transformación radical de las estructuras
materiales y simbólicas en determinada sociedad, su concepción de Revolución, permanece
intacta. No existen cambios sustantivos en sus principios originales43. Aunque sí en la
complejidad con la que ha sido absorbidas diferentes situaciones a lo largo y ancho de su
trayectoria como grupo insurgente lo cual confirma los giros desde el punto de vista de la
inclusión de nuevos principios específicos y de las acciones-vía más concretas que los
realizan.
De hecho, el nuevo escenario en el que está inscrito la violencia rebelde permite interpretar
de qué manera se ha reconfigurado la concepción revolucionaria en el ELN, en lo que
Demetriou denomina los procesos de certificación y legitimación de la violencia
42
“Convocó a la unidad popular y a la lucha revolucionaria, para lograr una patria digna. Llamamiento que
hoy sigue vigente”. Los motivos de lucha y los medios asumidos hace 43 años siguen siendo actuales”.
43
A esta interpretación sobre la mantención de “objetivos revolucinarios” también llega: Larose, Peter,
“Coercion, compromiso, and co-optation under the new security dilemma: adressing Colombia’s armed
groups”, Centre of International Relations, CIR Working Paper (Vancouver) No. 42, March 2005, p. 11,
acudiendo a otro tipo de análisis y fuentes documentales.
24
insurgente44. Esto se verifica a partir sobre todo de cómo el ELN reactualiza ‘lo
revolucionario’ desde las acciones específicas y las nuevas prácticas que adopta la guerrilla
elenista posicionándose como actor político de su sujeto revolucionario, buscando legitimar
sus propias apelaciones.
No obstante, vale la pena llamar la atención sobre otra cuestión vinculada. Aquí, el futuro
(revolucionario) causa al pasado (insurgente). De ninguna manera, la renovación de las
praxis revitaliza “lo revolucionario”. No se reedita el concepto Revolución discursivamente
sino que se transforman las prácticas, aquellas que precisamente lo traducen, reactualizan y
ajustan su(s) horizonte(s) de sentido(s). Lo revolucionario es pues, entonces, “la causa” de
nuevas prácticas; su permanencia explica su innovación. Precisamente, las acciones-vía en
la comparación de los dos períodos objeto de estudio se amplían en el tiempo para dar
cabida a estos giros.
En esta forma, La Resistencia Insurgente adquiere visos de proyección no sólo política sino
también ontológica, desde el punto de vista revolucionario, seguramente, por condiciones
específicas. Pues, la misma dinámica del conflicto actual y, especialmente, aquellos de
larga duración como el que se desarrolla en Colombia, han llevado a que la guerra más que
un enfrentamiento político, militar o estratégico meramente instrumental se haya convertido
en un complejo estilo de vida para los actores en conflicto en las nuevas coordenadas.
Así las cosas, la concepción revolucionaria y el concepto mismo de Revolución son hechos
paradigmáticos – en el sentido de Kuhn – que dependen de situaciones políticas e históricosociales específicas. Tal vez estemos presenciando una ruptura, cierta revolución de La
Revolución bajo un nuevo paradigma. En este marco, posiblemente, la acción rebelde e
insurgente en la manera como diferentes movimientos y, particularmente, los fenómenos de
las guerrillas contemporáneas - menos militares y más societales - se han manifestado
recientemente, adviertan sobre nuevas transformaciones en este escenario. Por tal razón,
hablábamos de concebir lo simbólico y cognitivo desde en su dimensión de habitus.
Agradecimientos.- A los miembros del Grupo de Trabajo CLACSO: “El Bicentenario: dos
siglos de Revoluciones a la luz del presente”, dirigido por la doctora Beatriz Rajland; a los
estudiantes participantes del Seminario Mitos Políticos e Imaginarios Sociales en la
Universidad Nacional de Colombia, especialmente, José David Copete, Diana Chavarro,
David Esteban Córdoba, Sandra Montealegre, Alejandro Castillo y Orlando Schneider. Al
doctor Carlos Medina Gallego por sus amables contribuciones respecto al tema de las
revoluciones y las guerrillas contemporáneas.
José Francisco Puello-Socarrás (Bogotá, 1977). Politólogo, miembro del Grupo de
Trabajo CLACSO: “El Bicentenario: dos siglos de Revoluciones a la luz del presente”.
44
Demetriou, Chares, “Political violence and legitimation: the episode of colonial Cyprus”, Qualitative
Sociology, Vol. 30, No. 2, Junio de 1997, pp. 171-193.
25
Bibliografía
Aguilera, Mario, “Las guerrillas y las construcciones de poder popular” en Estrada
Álvarez, Jairo (comp.), Izquierda y Socialismo en América Latina, Bogotá, Universidad
Nacional de Colombia, 2008
Archila Neira, Mauricio, “Poderes y Contestación”, Revista Controversia (Bogotá,
CINEP), No. 173, Diciembre 1.998
Bejarano, Jesús Antonio, Una agenda para la Paz, Bogotá, Tercer Mundo, 1995.
Bonnet, Alberto, “Teoría y praxis: una perspectiva adorniana”, Herramienta, No. 36
(Buenos Aires), Octubre de 2.007.
Bourdieu, Pierre, “Espacio social y poder simbólico”, en: Cosas dichas, Barcelona,
Gedisa, 1988
CIA, “Mapping the global future 2020: Report of the National Intelligence Council's 2020
Project”, Foreign Affairs, Vol. 84, No. 3, 2005.
____ “Latinoamérica 2020: pensando los escenarios de largo plazo”, conclusiones del
seminario Global Trends, Santiago de Chile (7 y 8 de junio de 2004).
Copete, José, “El ELN y el concepto de revolución”, Working Paper presentado en el
marco del seminario de Mitos Políticos e Imaginarios Sociales, Universidad Nacional de
Colombia (I-2008), mimeo.
Demetriou, Chares, “Political violence and legitimation: the episode of colonial Cyprus”,
Qualitative Sociology, Vol. 30, No. 2, Junio de 1997.
ELN, “El Tesoro de Simacota”, Revista Insurrección No. 95, enero de 2008.
Etkin, Jorge y Leonardo Schvarstein, Identidad en las organizaciones: Invarianza y
cambio, Buenos Aires, Paidós, 1.995
Eyerman Ron, “La praxis cultural de los movimientos sociales”, en: Ibarra, Pedro y
Benjamín Tejerina, Los movimientos sociales, Editorial Trotta, Madrid, 1.998
Eyerman, Ron y Andrew Jamison, Social Movement. A cognitive approach, University
Park, Pennsylvania University Press, 1991
Foucault, Michel, El orden del discurso, Buenos Aires, Tusquets, Buenos Aires, 1992.
Hernández, Milton (Comandante del ELN), Rojo y Negro. Aproximación a la historia del
ELN Ejército de Liberación Nacional, Rosario, Estrategia, 2006.
26
McAdam, Doug, Sidney Tarrow y Charles Tilly, “Toward an integrated perspective on
social movements and revolutions” en Lichbach, Mark y Alan Zuckerman (eds.),
Comparative politics. Rationality, Culture and Structure, Cambridge, Cambridge
University Press, 1997 (2002)
Medina Gallego, Carlos, Conflicto armado y procesos de paz en Colombia. Memoria
casos FARC-EP y ELN, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2009
___________________, ELN: Una historia de sus orígenes, Quito, Rodríguez, 2001
Neira, Enrique, “Un caso intrincado de violencia: Colombia” en Nueva Sociedad, No. 105
(Bogotá), enero-febrero 1990
Peñate, Andrés, “El sendero estratégico del ELN: del idealismo guevarista al clientelismo
armado” en Deas, Malcom y María Victoria Llorente (eds.), Reconocer la guerra para
construir la paz, Bogotá, Editorial Norma, 1999.
Puello-Socarrás, José Francisco, Política: Mito, Filosofía y Ciencia. Desde la politología
hacia la Mítico-Política, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2006
_________________________, “La dimensión cognitiva en las políticas públicas.
Interpelación politológica” en: Revista de Ciencia Política (Bogotá: Universidad Nacional
de Colombia) No. 3, Enero – Junio de 2.007.
_________________________, “Instituciones, análisis social y desempeños teóricos” en:
Derecho y Sociedad (Bogotá: Universidad INCCA de Colombia) No. 1, Vol. 1, Mayo de
2.008a.
_________________________, “El mito neo-liberal. Enfoques cognitivos y política
económica en Colombia (1988-2000)” (Disertación de tesis de maestría), Bogotá, Escuela
Superior de Administración Pública, 2008b.
_________________________, “El mito de la Política. Entre filosofías logomíticas y
ciencias mitológicas” en Ciencias Sociales. Revista de la Escuela de Sociología y Ciencias
Políticas, No. 23, Quito, Universidad Central del Ecuador - Ediciones Abya-Yala, II
Trimestre de 2.005.
Ross, Howard, “Culture and Identity in comparative political analysis” en Lichbach, Mark
y Alan Zuckerman (eds.), Comparative politics. Rationality, Culture and Structure,
Cambridge, Cambridge University Press, 1997
Sohn-Rethel, Alfred, Trabajo material y trabajo manual. Una revolución en el ámbito de
la filosofía marxista. Un primer esbozo para una teoría materialista del conocimiento,
Barcelona, El Viejo Topo, 1979
Surel, Yves, “L’integration européenne vue par l’approche cognitive et normative des
politiques publiques”, Revue Française de Science politique, Vol. 50, No. 2, 2.000
Taylor, Charles, Imaginarios Sociales Modernos, Barcelona, Paidós, 2006
27
Tilly, Charles, Roads from past to future (Legacies of Social Thought), Oxford, Rowman y
Littlefield, 1997
Žižek, Slavoj, “¿Cómo inventó Marx el síntoma” en Žižek (comp.), Ideología. Un mapa
de la cuestión, México, FCE, 2000
__________, El sublime objeto de la ideología, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003
__________, The parallax view (shorts circuits), Cambridge, MIT Press, 2006.
dIXI!
28
Descargar