Florencia Vargas, madre trabajadora que decide dejar el circo para buscar estabilidad para su familia Florencia, es una madre de tres hijos que decidió dejar su vida en el circo, para buscar estabilidad laboral cerca de su familia, oportunidad que encuentra en un proyecto del Programa Servicios Sociales que ejecutó en el 2013 Fundación TPH Concepción. Florencia trabajó como trapecista en el circo desde los 19 años, llegó el 2013 a Concepción para quedarse a vivir junto a su familia, sin embargo, no pudo encontrar por cuenta propia un empleo permanente, es así como gracias a su apoyo familiar se entera de la posibilidad de participar de una capacitación en oficio en TPH Concepción. Asistente de Atención Al Cliente Polifuncional, es el curso del que decide ser parte Florencia, en esta instancia encuentra un espacio que le permite empoderarse y descubrir competencias para lograr la inserción laboral con éxito. “A mí este curso de capacitación me cambió a mil la vida, descubrí habilidades que pensé que no tenía, me di cuenta que podía ser más tolerante, que era capaz de trabajar en equipo y que podía aprender las cosas. Y ahora con este trabajo que tengo, me siento feliz, bonita y una mujer inteligente, con esta platita que gano puedo disfrutar con mi familia, con mis hijos, puedo comprarles zapatillas nuevas, invitarlos a tomarse un helado y también puedo tener mi espacio fuera del hogar” Madre Trabajadora en busca de un empleo ¿Cómo era tu vida antes de comenzar tu participación en el Programa? Antes de llegar Concepción trabajé en el circo como 5 años, mi vida era gris, llena de luces pero gris igual, porque en el circo todo es tan bonito todo lleno de luces, pero yo no tenía a mis hijos, ellos estudiaban acá en Conce, entonces ese punto era bien complicado, no tenía momentos de estar con ellos, estaba solo con Florencia la menor de ellos. A mis hijos los veía solo en vacaciones de verano. Por esta razón decidimos irnos a vivir a Concepción, para poder estar más con los niños. El 3 de febrero llegamos, estuve todo febrero en la casa, ya me estaba amargando, me estaba dando el “aburrimiento”, hasta un punto que lo único que quería era volver al circo; todo el día encerrada de buzo y de zapatillas, sin arreglarme jamás para nada, aparte que no tenía los medios para hacerlos, no podía más. Hasta que de pronto supe del curso de TPH, mi apoyo familiar me habló de este curso y yo me vine a inscribir apenas pude. Llegué acá a la casa y me dijeron “la llamamos” antes del 5 de agosto, pero no me llamaron nunca, ya estábamos a 1° de agosto y dije “ya no quedé”. Pero el 3 de agosto me llaman y me dicen que me acerque a la Fundación y vine, y me dicen que estoy seleccionada en un curso…. ¿Con qué expectativas llegaste al Programa? De primera no tuve muchas expectativas, entré bien desmotivada, de hecho me preguntaba a mí misma ¿qué voy a ir hacer allá sino tengo enseñanza media?, me decía a mí misma “no me imaginó a mí ahí”, al final dije “voy a ir más que nada por hacer algo por mí”, pero sé que no voy a tener opción de trabajar. Con el paso del tiempo, me di cuenta de que si iba a tener opciones de trabajo, y no me di ni cuenta cuando ya estaba haciendo la práctica. Fui la primera a la que llamaron a práctica, y de nuevo pensaba porque a mí, si mis compañeras tienen mucho más mérito que yo. Y pensé lo más fácil es “botemos a la Florencia aquí, eso me imaginé”. Y rápidamente me di cuenta que no es así, sino que hay una preocupación, las niñas que gestionaban esas oportunidades, siempre iban donde mi jefe a preguntar por mí, y yo escuchaba que mi jefe decía que estaba contento con mi desempeño, eso me ponía más contenta. Cuando le cuentas a tu familia que participarás de un curso de capacitación ¿Cuál es su reacción? La primera reacción fue atroz, o sea nadie estaba de acuerdo con esta decisión, todos me decían “¿qué vas hacer tú ahí?”, yo mientras tanto trataba de decirles que no era así, además todo eso que ellos decían se lo traspasaban a mi marido, entonces yo ahí tuve un caos con mi esposo, incluso se fue de la casa dos días, él no quería saber nada de mí. Todo estaba mal, hubo un momento, cuando el curso ya había comenzado, en que dije “¿mi familia o ésto?”, pensaba que yo me vine a Concepción por mi familia y eso es lo que tengo que hacer quedarme aquí por mi familia. Después lo conversamos como familia y como matrimonio, la última decisión estaba en mis manos, yo decidí quedarme en el curso y terminar. Programa Servicios Sociales ¿Cómo fue ese primer día de capacitación? ¿Qué sentiste? Cuando llegué el primer día a clases, llegué como un pollito, sentía que era igual que ir por primera vez a primero básico, aparte que hace 17 años que yo no estaba en una clase. No me acordaba ni de lenguaje ni de números. Empezamos el curso y fue algo como tan lindo, no sé cómo describirlo, fue algo especial, era como volver a tener a 16 años. Este fue como mi liceo, porque yo no llegué al liceo, yo no tuve la opción de seguir estudiando. Así que todo esto me cambió la vida, podría decir al 100 pero fue a mil. Porque para venir a este liceo ahora tenía que arreglarme, vestirme con otra “ropita”, ya no era el buzo, la zapatilla, la polera ancha sin pintarme sin arreglarme, tenía que saber llegar preparada este liceo. ¿Cómo fue tu experiencia de aprendizaje en conjunto con los facilitadores y las facilitadoras? Nos apoyaron mucho, no era como estar en un colegio con ellos, sino que era como estar en casa, eran muy preocupados, no solo de la parte teórica, siempre que nos veían mal nos preguntaban qué pasó, en otro lado no ocurre eso, era como si te conocieran de toda la vida. ¿Consideras que las herramientas adquiridas durante el proceso de capacitación contribuyeron a tu desarrollo? Cuando llegué pensé que nada de eso me serviría, que esto sería algo simple, igual que otras capacitaciones, pero después comencé a darme cuenta de que esto tenía matemáticas, lenguaje, clases para aprender a vender y además una clase de autocuidado. En verdad todo lo que nos hicieron me sirvió, aunque en un momento pensé que quizás no todas las cosas eran necesarias, pero gracias a eso logré con éxito mi inserción. ¿Qué habilidades descubriste gracias a la experiencia que viviste? Yo pensaba que no era capaz de trabajar en grupo, de hecho la señorita Oriana consiguió hacerme entender, que si era buena para trabajar en equipo. Para mí siempre el circo fue una familia, pero nunca me di cuenta de que yo ahí cumplía diferentes roles y trabajaba con muchas personas, en verdad siempre estuve trabajando en equipo, solo que no lo reconocía. Inserción y el éxito laboral Cuando iniciaste tu práctica laboral ¿cómo viviste ese nuevo proceso? Primero fui con mucho miedo a la entrevista, miedo por no tener enseñanza media, porque sabía que era capaz de trabajar, pero siempre tenía ese miedo. Me di cuenta de que el mundo laboral es diferente, siempre hay mucha competencia, pero a mí me tocó un buen lugar, no sé si yo me gané la lotería, el Kino o todos esos premios juntos porque quedé en un lugar muy especial, conocí inmediatamente a buenas compañeras, la verdad es que me sentí acogida y apoyada. TPH no me dejó ahí no más, sino que las chicas del equipo de gestión siempre iban y preguntaban por mí, y eso me hacía sentir que no estaba sola iniciando este camino. Para tu familia e hijos el hecho de que tú trabajaras provocó cambios en la cotidianeidad de ellos ¿cómo enfrentaron contigo esta nueva etapa? El primer día, cuando yo fui a la práctica todos en mi casa me decían, “no sé no te imagino Florencia trabajando ahí”, porque ellos saben que yo soy poco tolerante, sobre todo mi mamá, ella me decía “hija es que yo no te imagino ahí, pero te tengo fe”, y lo que más me decía era “hija por favor si algo te parece mal no te arranques, no te quiero ver aquí llorando”. Así que después vieron que en la tarde llegué contenta, así que todos estábamos felices, nos cambió la vida a todos. Ahora que ya tienes un trabajo con contrato indefinido, ¿disfrutas de nuevos momentos? ¿Cuáles son tus próximas metas? Ahora con este trabajo que tengo, me siento feliz, bonita y una mujer inteligente, con esta platita que gano puedo disfrutar con mi familia, con mis hijos, puedo comprarles zapatillas nuevas, invitarlos a tomarse un helado y también puedo tener mi espacio fuera del hogar. Por eso también quiero terminar mi enseñanza media, porque es una deuda que tengo conmigo, y continuar trabajando para que con nuestra familia podamos tener nuestra casita ya que todavía estamos viviendo en una casa rodante.