Opinión ¿Conductora del principal noticiero de la TV pública o esposa del ministro de Hacienda? Artículo publicado en Interprensa, boletín de IPYS. Claudia Lagos Lira, Santiago de Chile.- Desde hace dos años, la periodista titulada de la Universidad Católica de Chile, Consuelo Saavedra, llega todas las noches a la casa de millones de chilenos presentando cuáles han sido las principales noticias del día. Antes de ser la mujer-ancla de uno de los noticieros con más audiencia en Chile, sus primeros aprontes fueron como presentadora de noticias y entrevistadora política incisiva en el Canal 2 Rock & Pop, desaparecido en 1999. Distintas encuestas y reconocimientos la sitúan como una figura creíble dentro del abanico de profesionales de la TV. Ya en 1996, la Asociación de Periodistas de Espectáculos (APES) la premió como la mejor figura juvenil del año. En 2000, la revista El Sábado de El Mercurio la nombró como Líder 2000 entre decenas de jóvenes talentos: Saavedra estaba ad portas de iniciar una beca de la Fundación Nieman para especializarse en la Universidad de Harvard. El Sábado dijo entonces de ella que “de apariencia frágil y hablar apresurado” en el Canal 2 “se lució demostrando un estilo de pocas concesiones con la contraparte que no escatimaba en acorralar al entrevistado… También incursionó en radio, en la que confirmó que posee la virtud más codiciada del gremio: credibilidad”. Un sondeo de la empresa Collect y revista Wiken, de El Mercurio, durante el 2005 señala que es la conductora más conocida de la televisión. Además, para el 64% de los entrevistados, la periodista tiene cercanía. La revista femenina Ya de El Mercurio del 31 de enero del 2006 la entrevistó como una de “las tres conductoras más emblemáticas de las noticias televisivas” (http://diario.elmercurio.com/2006/01/31/ya/reportaje/noticias/183EE3B4-DAFB4ED3-8B31-4E2A3F3B33B5.htm?id=%7B183EE3B4-DAFB-4ED3-8B314E2A3F3B33B5%7D) En Boston, mientras cursaba su beca Nieman, comenzó una relación con quien hoy es su marido, el economista Andrés Velasco, quien jurará el próximo 11 de marzo como ministro de Hacienda del gabinete de Michelle Bachelet. El vínculo entre su matrimonio con quien será la máxima autoridad económica del país y su rol como presentadora del principal noticiero de la TV abierta apenas ha sido discutida. ¿Hay conflictos de intereses? ¿Es prudente que la periodista deje la primera línea de fuego de la información mientras tenga una relación tan estrecha con un secretario de Estado? ¿Hay pautas al respecto en TVN o en otros medios de comunicación? ¿Qué casos se han registrado antes y qué lecciones podemos sacar? ¿Basta con transparentar los intereses involucrados? Tal vez uno de los pocos que insinuó un posible conflicto fue Artemio Lupin en su columna en El Mostrador, luego del primer debate presidencial en diciembre, cuando Bachelet era apenas candidata y Velasco se contaba entre sus principales asesores. Lupin se preguntaba si acaso Saavedra, que fue una de las integrantes del panel de periodistas que condujo el debate, debería haberse inhabilitado “porque su esposo es un alto representante de Expansiva (www.expansiva.cl), un think tank ligado a Bachelet”. El columnista señalaba: “¿en algún momento le habrá dicho ‘suaviza la mano con la Michelle?’ O: ‘Flaca, ¿por qué no te cagái (perjudicas) a la (precandidata de la democracia cristiana, Soledad) Alvear?’. Sería pensar mal de Saavedra, la chica más matea del Canal Rock & Pop” (http://www.elmostrador.cl/modulos/noticias/constructor/detalle_noticia.asp?id_ noticia=159095). Muy cerca de sus fuentes La periodista María Shriver es conocida por ser parte del llamado clan Kennedy y como esposa de Arnold Schwarzenegger. Mientras éste se dedicaba a representar héroes en la pantalla gigante, no hubo problemas. Pero a principios del 2004, luego de que éste fuera elegido gobernador del Estado de California, Shriver renunció a NBC News alegando posibles conflictos de intereses entre ambos roles. También en Estados Unidos otro caso que genera controversia es el de Andrea Mitchell, una de las reporteras de política internacional más importante de la NBC y, además, esposa de Alan Greenspan, quien hasta hace poco fue el mandamás de la Reserva Federal de Estados Unidos (el equivalente al Banco Central): el cargo más importante de la economía estadounidense, quien baja o sube intereses en EE.UU. y en el mundo. El blog de CBS (http://www.cbsnews.com/blogs/2005/09/20/publiceye/entry867082.shtml) ponía en cuestión el asunto, destacando que “Mitchell puede ser uno de los mejores ejemplos de periodistas (especialmente en Washington) que caminan sobre la delgada línea que hay entre cubrir a los poderosos y desenvolverse entre ellos”. A propósito del libro de Mitchell, “Talking Back : ...to Presidents, Dictators, and Assorted Scoundrels”, el columnista del Washington Post, Jonathan Yardley, escribió: “sí, los periodistas son humanos” y tan vulnerables como cualquier otro (o más, quizás, debido a “nuestro ego”), “pero la solución al problema es muy fácil: simplemente decir que no” (http://www.washingtonpost.com/wpdyn/content/article/2005/09/19/AR2005091901535.html). Los ingresos económicos de Mitchell, por ser esposa de Greenspan, son públicos. Pero, ¿basta con transparentar los intereses involucrados? El caso de Mitchell quizás nos da luces sobre lo que debe hacerse para evitar suspicacias respecto de los posibles beneficios económicos que ella pudiera obtener de su relación marital. Sin embargo, no nos da muchas pistas acerca de qué hacer para evitar las áreas grises que se producen en virtud de su rol como periodista. Más cerca, en Argentina, conocemos otro caso. La novia de Aníbal Ibarra (el jefe de gobierno de Buenos Aires) es Muriel Balbi, una periodista que de un día para otro se transformó en “movilera” (reportera que despacha en directo) del Canal 9 de TV abierta. Ibarra enfrenta actualmente un juicio político por la tragedia del local nocturno Cromagnon, donde murieron unas 200 personas. ¿Cómo cubrirlo desde los micrófonos, en vivo y en directo? Abrir el debate Entre las principales preocupaciones de un grupo de periodistas durante un seminario de ética organizado por el International Center of Journalists (www.icfj.org) en julio del 2004 en Washington D.C., se cuentan los conflictos de intereses por desempeñar más de un trabajo; la agenda de los canales públicos dependiendo del gobierno de turno; la independencia de los periodistas; la influencia de los políticos en la prensa y cómo compatibilizar valores como la libertad y la responsabilidad; la exactitud y la imparcialidad e independencia. A eso podemos sumarle que uno de los problemas en América Latina, en general, y en Chile, en particular, es la dificultad de acceder a información pública. Muchos periodistas señalan, primero, desconocer el marco normativo al respecto y, segundo, asumen que prefieren privilegiar fuentes propias y mecanismos extraoficiales para acceder a información. En este contexto, se derivan preguntas acerca del manejo de las fuentes informativas de parte de los periodistas y los límites en esa relación marcada por la informalidad y el acceso privilegiado. Como señala Eugene Goodwin, “existen muchísimos desacuerdos sobre qué constituye realmente un conflicto de intereses. La creencia que prevalece en la actualidad en este campo es que los directores, editores, reporteros, fotógrafos y aquellas personas que se dedican a la elaboración de noticias, deben evitar otras actividades fuera de su oficina, así como la compañía de personas que pudieran influenciar indebidamente su capacidad para procesar las noticias con imparcialidad” (citado por Miguel González, en “La ética periodística en el nuevo milenio”). Según el mismo González, esto responde a que “no es fácil escribir un artículo sobre asuntos en los que hay que involucrar algún amigo, más aun cuando éstos son personas influyentes en distintos sectores de la vida social o sentimental del periodista”. Para el caso de Consuelo Saavedra, TVN cuenta con sus Orientaciones Programáticas, un manual que dice qué se puede y qué no hacer en pantalla y detrás de ella. Pero en el tema que nos convoca, hay poco material al cual recurrir. El manual determina que “en ningún caso es permitido usar información privilegiada proveniente de la actividad en el canal para beneficio personal o de personas relacionadas por parentesco o amistad” y agregan que “las actividades realizadas en TVN por un profesional no deben beneficiar directa o indirectamente a sus familiares o personas vinculadas a él. Ante cualquier duda, se debe consultar a las autoridades de las áreas que puedan ser afectadas”. Pero de ahí, ¿cómo podemos derivar pautas concretas de prácticas periodísticas que aborden este problema? Según recordó esta semana el diario Las Últimas Noticias (LUN), Consuelo Saavedra señaló en septiembre del 2004 que si su esposo adquiría mayor protagonismo en la campaña de Bachelet, " yo tendría que dar un paso al lado". Más tarde, la periodista aseguró que eso “no tiene nada que ver con mi trabajo… Mi trabajo es puertas afuera y confío en que todo lo que he mostrado profesionalmente para atrás, sea suficiente aval como para que no haya duda de mi postura en cuanto a mi trabajo” (LUN, 4 de marzo 2005). Tras el nombramiento de Velasco como ministro de Hacienda del futuro gobierno de Bachelet, ni él ni la periodista han querido referirse al tema (http://www.lun.com/Politica/detalle_noticia.asp?idnoticia=C387488739027778& cuerpo=701&seccion=802&subseccion=901) y Saavedra ya está al aire con el noticiero central de TVN, el que, según la medición de Time Ibope (www.peoplemeter.cl), estuvo entre los 10 programas más vistos de la televisión abierta chilena durante enero. Del mismo modo, según publicó el diario La Tercera del 12 de febrero pasado, el canal no considera que la labor de Saavedra en TVN sea incompatible con la función pública de su esposo. A pesar de varios intentos de parte de esta corresponsalía, el Departamento de Relaciones Públicas de TVN no respondió ninguno de los correos electrónicos enviados. ¿Qué pasará en períodos de elecciones? El 2008 se renovarán las autoridades municipales y el 2009, la presidenta y los parlamentarios. ¿Cómo se cubrirán las diferencias entre los diversos bloques políticos ante la discusión del presupuesto fiscal anual? ¿Cómo asegurar imparcialidad frente a las críticas a las cuales está expuesto el ministro de Hacienda cotidianamente, por ser quien maneja la billetera del Estado? Es cierto que no es el primer caso de un periodista vinculado afectivamente a una autoridad política. Sin embargo, es tal vez el caso donde sus protagonistas tienen más exposición pública. Como sea, son preguntas legítimas y necesarias para adelantarse a posibles suspicacias o conflictos. La ética no acepta fórmulas ni respuestas definitivas y es un lugar común decir que hay que analizar caso a caso. El problema aquí es que apenas ha sido parte del debate público, profesional o académico.