EL MAGICO ROBLE Y LA HERMOSA FLOR Había una vez un reino

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EL MAGICO ROBLE Y LA HERMOSA FLOR
Había una vez un reino muy lejano conformado por 2 regiones, en una Vivian las personas
más adineradas y en la otra vivían las personas más pobres.
En la región donde Vivian las personas más acaudaladas, estaba ubicado el castillo en el cual
vivía un príncipe increíblemente rico, al cual solo le importaba su riqueza y el mundo
material, pocas veces se le veía compartir con las personas del otro lado del reino, las cuales
Vivian muy felices en su pequeña comarca, siempre agradeciendo a Dios por las bondades
recibidas día tras día.
En esa pequeña comarca del reino vivía una hermosa princesa llamada Flor, su casa era
pequeña y humilde pero tenía una característica muy especial pues contaba con un jardín
mágico donde crecían los robles más bellos de toda la región y de ellos brotaban las flores
rosadas más lindas, grandes y brillantes que despertaban la admiración de los pobladores
tanto ricos como pobres del reino.
Un día el príncipe cansado de tantas pretendientes que lo buscaban solamente por su riqueza,
decidió hacer extensiva la noticia de que se casaría con la mujer que le llevase al castillo el
regalo más valioso y sincero del reino.
Días después empezaron a llegar regalos de todo tipo; desde piedras preciosas hasta animales
exóticos, pero hubo un regalo que le causo cierta inquietud y curiosidad al príncipe.
¿Qué regalo sería?
El regalo que despertó tal curiosidad al príncipe fue una semilla, si, una semilla sucia, verde y
demasiado pequeña. El príncipe de inmediato mando llamar con su mayordomo a la mujer
que le había dado tal presente. Y a pesar de lo sucedido fingió estar enfadado cuando se
presentó la mujer de dicho regalo.
Aquella mujer era nada más y nada menos que la princesa Flor, la cual explico al príncipe el
¿Por qué? De su regalo. Y le dijo:
Esa semilla representa lo valioso que te puedo regalar mí querido príncipe: ella representa mi
espiritualidad, mi corazón y lo más importante la esencia de las personas que vivimos del otro
lado del reino. Solo cuando se llene de cariño y amor germinará y será más bella que ninguna
otra. Tan bella que tu corazón sentirá su calidez.
Terminadas sus palabras la hermosa princesa se marchó tranquilamente, dejando al príncipe
más inquieto de lo que estaba al momento de recibir el obsequio. Durante el paso de los días y
largos meses seguían llegando suntuosos regalos al castillo, pero la semilla que el príncipe
guardaba con mucho aprecio seguía intacta. “No podía germinar”.
Una mañana el príncipe desmotivado por no evidenciar cambio alguno en el regalo que la
hermosa princesa le había dado, opto por arrojar la semilla a un pequeño rincón de su jardín
que estaba ubicado cerca de una fuente cristalina; a los pocos segundos vio como empezó a
salir un fantástico roble y de sus ramas unas fantásticas flores rosadas que con su brillo
resplandeciente embellecían cada vez más el apacible otoño que había por esa época en el
reino.
Entonces el príncipe reflexionó: Que el mismo debería de ser como el agua y la tierra que
germinaron la pequeña semilla, las cuales pueden diferenciar lo inútil y simple de algo útil y
valioso, a pesar de la desesperanza.
Días después el príncipe decidió cambiar su estilo de vida en el reino y así como sucedió con la
tierra y el agua de aquella fuente, dedico sus esfuerzos, riquezas y conocimientos en saber
diferenciar lo inútil de lo útil y lo material de lo verdaderamente valioso para su espíritu.
El príncipe acabo con el lujo, sus riquezas y excesos, dedico mucho tiempo en llevar comida,
educación y abrigo a las personas pobres del otro lado del reino sabiendo el, que en aquella
comarca vivía la hermosa princesa Flor.
Todo aquel que trataba con el príncipe terminaba encantado con su forma de ser, su carácter y
su carisma, admirándole así mismo la flor rosada de aquel roble que siempre llevaba colgada
en su abrigo.
En una de las visitas realizadas por el príncipe ha aquella comarca se reencontró con la
princesa Flor, la cual no podía reconocer al príncipe el cual en sus recuerdos estaba aquella
persona materialista y egoísta que solo le importaban sus riquezas y sus lujos. Pero aquel
príncipe con su calidez explico a la princesa la pasión y el amor por lo que hacía, que era
brindar por la igualdad de todo el reino. Y agradeció inmensamente a la princesa por aquella
semilla que un día le había obsequiado; en muestra de su gratitud le propuso que se
convirtiera en su esposa argumentándole que solo ella había podido convertirlo en una
persona piadosa y generosa.
La princesa comprendió que aquel príncipe había cambiado positivamente, aprendiendo la
lección que la semilla mágica le había dado, y ella viéndolo como una persona nueva y buena,
decidió aceptar su propuesta, se casaron y vivieron felices por siempre.
El adoptando el nombre del Rey Roble y ella La Reina Flor.
Por: Familia Mejía Salazar.
Estudiante: Estefanía Mejía Salazar
ENSEÑANZAS
Solidaridad: La princesa se dio cuenta que el príncipe necesitaba una ayuda para poder
cambiar su estilo de vida materialista, ella se solidarizó y le obsequió la semilla para dicho fin.
Todas las personas debemos ser solidarias cuando otra persona lo necesite.
Amor: La princesa pensó en las personas de su comarca y demostrándoles su amor regalo la
semilla mágica al príncipe para que el pudiera sentir todo el carisma de aquellos pobladores.
El amor se debe trasmitir de una manera sana y en cada acto de nuestras vidas.
Espiritualidad: El Príncipe se dio cuenta que las riquezas eran mundanas y materiales que
lo importante está en la espiritualidad la cual se ve reflejada en los buenos actos que se hacen
a los demás.
Es necesario tener una vida espiritual con fe en Dios, para así disfrutar
correctamente de los bienes materiales.
Respeto: El Príncipe comprendió que todos en el reino son iguales indiferente de las
condiciones económicas, y decidió cambiar su estilo de vida por una vida más piadosa
Todos necesitamos ser venerados, apreciados y reconocidos por nuestros
semejantes siempre y cuando lo que hagamos sea de una manera correcta y
transparente y así nos daremos cuenta del valor del respeto.
Responsabilidad: El príncipe se responsabilizó de sus actos y mejoró su calidad de vida y la
de los habitantes del reino.
Cada persona debe ser responsable de sus actos y de las consecuencias que
estos den como resultado sean buenas o desacertadas.
Alegría: El príncipe se dio cuenta que la princesa había notado su cambio y acepto
convertirse en su esposa y reina.
Todos tenemos derecho sentir placer producido por un suceso favorable que
suele manifestarse con un buen estado de ánimo y que es inmensamente
satisfactorio cuando este sentimiento se produce por el servicio a los demás.
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