HERRAMIENTAS (CONCEPTOS) Cualquier estudio que se considere serio sobre cualquier tema, pero sobre todo dentro de la búsqueda del conocimiento como medio para llegar a Dios, debe considerar seriamente revisar en la Lingüística, Historia, Arqueología, Antropología y las ciencias en general, una correcta definición de aquellos conceptos que le serán necesarios para un apropiado razonamiento y apreciación de los datos, fuentes y en general de las diferentes formas de conocimiento obtenidas dentro de dicha búsqueda. Es por ello que nos hemos dado a la tarea de agregar previo a este análisis Bíblico, algunas herramientas conceptuales, que permitirán a nuestros visitantes un mayor grado de iluminación a la hora de escudriñar las Escrituras, sugerimos no cesar en la búsqueda siempre de conceptos claros y valederos, y mantener siempre la mente y el corazón puestos en Dios, confiados en que en el hombre mismo y en la vida de este desde que comenzó todo hasta la fecha, se encuentran las respuestas que buscamos, que Dios mismo nos ayude a encontrar el camino de regreso a Él, el camino de regreso a nuestro verdadera morada. “Si verdaderamente quieres conocer a Dios, busca en el hombre mismo, toma lo que te sirve, desecha lo que no, recuerda que este fue creado a su imagen y semejanza” Pastor. José Roberto Hidalgo Solano, basado en Genesis 1:26 / Antropología. (De antropo- y -logía). f. Estudio de la realidad humana. || 2. Ciencia que trata de los aspectos biológicos y sociales del hombre. Microsoft® Encarta® 2009. © 1993-2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Hermenéutica Hermenéutica, arte de interpretar textos para fijar su verdadero sentido. En un principio se utilizó en el estudio de la teología y se aplicó específicamente a la interpretación de las Sagradas Escrituras, pero su uso se ha ampliado desde el siglo XIX hasta abarcar las teorías filosóficas del significado y la comprensión, así como las teorías literarias de la interpretación textual. Los teóricos de la hermenéutica del siglo XIX, como Friedrich Schleiermacher y Wilhelm Dilthey, entendían la comprensión como un proceso de reconstrucción psicológica, es decir, de reconstrucción, por parte del lector, de la intención original del autor. En este sentido, el texto es la expresión de los sentimientos de su autor y los intérpretes deben intentar ponerse en el lugar del autor para revivir el acto creador. El problema de esta concepción es principalmente su exceso de fe en el género humano: presupone que todo el mundo tiene la misma capacidad para superar las dificultades que entraña todo proceso de comprensión. Se basa en la creencia de que es posible alcanzar una única interpretación correcta. Sin embargo, una visión algo más escéptica de la interpretación sostiene que no hay razones fundadas para emitir un juicio y por lo tanto se corre el riesgo de hundirse en la ciénaga del subjetivismo y el relativismo (el descubrimiento de que el conocimiento no es absoluto). El filósofo alemán Martin Heidegger y su discípulo Hans-Georg Gadamer describían este dilema como un círculo hermenéutico, en alusión al modo en que la comprensión y la interpretación, la parte y el todo, se relacionan de manera circular: para comprender el todo es necesario comprender las partes, y viceversa. Tal es la condición de posibilidad de toda experiencia y toda investigación humanas. Véase también Procesualismo. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Exégesis Exégesis, conjunto de procedimientos por los que se llega a comprender un texto. En las religiones basadas en un libro sagrado, como ocurre en el cristianismo, el trabajo de la exégesis es permanente, ya que se trata de interpretar un texto para hacerlo más comprensible y accesible. En la Iglesia de los primeros siglos eran dos las corrientes exegéticas principales: una interpretaba el texto de una forma literal y la otra de forma simbólica. Con el tiempo se han incorporado a la exégesis diversos métodos y procedimientos científicos. El Concilio Vaticano II, según queda establecido en la constitución 12 Dei Verbum, dice que para conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiarse con atención lo que los autores querían decir y lo que Dios quería dar a conocer. Hay que tener en cuenta los géneros literarios y prestar atención al modo de pensar, de expresarse, de narrar, que se usaba en tiempo del escritor. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Espíritu Santo Espíritu Santo, en la fe cristiana, la tercera persona de la Trinidad, siendo las otras Dios Padre y Dios Hijo. En el Nuevo Testamento Jesucristo se refiere al Espíritu Santo como 'el Consolador... que mi Padre enviará en mi nombre' (Jn. 14,26). Con lentitud se fue elaborando una teología del Espíritu Santo, sobre todo en respuesta a las polémicas sobre la relación de Jesucristo con Dios Padre. En el año 325, el Concilio de Nicea condenó como herejía la doctrina arriana, según la cual el Hijo era una criatura que no era igual al Padre ni coeterna con él. En el año 381 el Concilio de Constantinopla condenó la prolongación lógica de esa opinión, que el Espíritu Santo había sido creado por el Hijo. El concilio declaró: 'Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre. Junto con el Padre y el Hijo recibe adoración y gloria'. Posteriores declaraciones sólo introdujeron un cambio doctrinal importante, el añadido en el siglo IX de filioque al credo de Constantinopla. Ese añadido, que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, ha sido fuente de discordia desde entonces entre la cristiandad oriental y la occidental. 2 El Espíritu Santo es representado en las Sagradas Escrituras por medio de símbolos: la paloma (Mc. 1,10), simbolizando paz y reconciliación; un torbellino (He. 2) que simboliza la fuerza, y lenguas de fuego (He. 2) en representación del éxtasis de los creyentes. El Espíritu Santo es considerado el santificador, que dirige y guía a la Iglesia y a sus miembros. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Pneuma. m. Fil. Aliento racional que, en la filosofía estoica, informa y ordena el universo. Microsoft® Encarta® 2009. © 1993-2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Homilía Homilía, sermón informal sobre una parte de la Biblia, destinado a explicar la acepción literal y la significación espiritual o moral del texto. La lectura de la Sagrada Escritura durante los servicios religiosos públicos y la explicación de sus lecciones en forma popular prevaleció entre los judíos incluso en tiempos antiguos y fue adoptada por las Iglesias cristianas primitivas. Se hicieron numerosas colecciones de homilías en tiempos antiguos, y gran parte de la literatura de la edad media es homiliaria. Los Libros de las homilías son dos colecciones de sermones, publicadas en 1547 y 1563, que fueron más tarde combinadas y se consultan con frecuencia en las polémicas sobre las doctrinas de la Iglesia anglicana. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Inspiración. (Del lat. inspiratĭo, -ōnis). f. Acciónón y efecto de inspirar o inspirarse. || 2. Ilustraciónón o movimiento sobrenatural que Dios comunica a la criatura. || 3. Efecto de sentir el escritor, el orador o el artista el singular y eficaz estímulo que le hace producir espontáneamente y como sin esfuerzo. || 4. Cosa inspirada. Microsoft® Encarta® 2009. © 1993-2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. 3 Misticismo INTRODUCCIÓN Misticismo, un conocimiento inmediato, directo, intuitivo de Dios o de una realidad esencial, adquirido por medio de experiencias religiosas personales. Hay grandes variaciones tanto en la forma como en la intensidad de la experiencia mística. Sin embargo, la autenticidad de tal experiencia no depende de la forma, sino tan sólo del tipo de vida posterior a ella. La vida mística se caracteriza por un aumento de productividad, serenidad y alegría, mientras los aspectos interiores y exteriores armonizan en unión con lo divino. Se han elaborado complejas teorías filosóficas con el objetivo de explicar el fenómeno del misticismo, incluida su manifestación en algunos credos seculares en apariencia ateos. Misticismo. (De místico 2 e -ismo). m. Estado de la persona que se dedica mucho a Dios o a las cosas espirituales. || 2. Estado extraordinario de perfección religiosa, que consiste esencialmente en cierta unión inefable del alma con Dios por el amor, y va acompañado accidentalmente de éxtasis y revelaciones. || 3. Doctrina religiosa y filosófica que enseña la comunicación inmediata y directa entre el hombre y la divinidad, en la visión intuitiva o en el éxtasis. Microsoft® Encarta® 2009. © 1993-2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. MISTICISMO CRISTIANO San Pablo fue el primer gran místico cristiano. Los textos del Nuevo Testamento más conocidos por su marcado acento místico son las epístolas de Pablo y el Evangelio de Juan. Sin embargo, el misticismo cristiano como sistema procede del neoplatonismo a través de la obra de Dionisio el Areopagita, o de un filósofo posterior al que se conoce como Pseudo-Dionisio. El filósofo escolástico del siglo IX, Juan Escoto Eriúgena, tradujo las obras en griego de Pseudo-Dionisio al latín, introduciendo de este modo la teología mística del cristianismo oriental en la Europa occidental, donde se fusionó con el misticismo del prelado y teólogo cristiano primitivo san Agustín de Hipona. En la edad media, el misticismo estuvo con mucha frecuencia asociado al monacato. Alguno de los más famosos místicos se encontraban entre los monjes, tanto de la Iglesia oriental como de la occidental, en particular a los hesiquiastas del monte Athos del siglo XIV en aquélla, y san Bernardo de Claraval, san Francisco de Asís y San Juan de la Cruz en ésta. El monasterio francés de Sainte Victoire, cerca de París, fue un centro importante de pensamiento místico durante el siglo XII. El conocido místico y filósofo escolástico san Buenaventura, fue discípulo de los monjes de Saint Victor. San Francisco, cuyo misticismo procedía del Nuevo Testamento sin referencia al neoplatonismo, permanece como una figura dominante en el misticismo moderno. Entre los místicos holandeses se hallan Jan van Ruysbroeck y Gerardo Groote el Grande, este último 4 religioso reformador y fundador de la orden conocida como los Hermanos de la Vida Común. La figura de Johannes Eckhart (siglo XIII), mencionado como Maestro Eckhart, es considerada como el primer místico de la tradición alemana. Otros importantes místicos alemanes fueron Johannes Tauler y Heinrich Suso, seguidores de Eckhart y miembros de un grupo llamado los Amigos de Dios. Uno sus miembros escribió la Teología alemana, que influyó en Martín Lutero. Entre sus prominentes figuras posteriores se incluye a Tomás de Kempis, conocido autor de la Imitación de Cristo. Entre los místicos ingleses de los siglos XIV y XV están Margery Kempe y Richard Rolle, Walter Hilton, Juliana de Norwick, y el anónimo autor de The Cloud of Unknowing, un influyente tratado sobre la oración mística. Entre los más importantes místicos cristianos hay un importante grupo de mujeres, sobre todo santa Hildegarda, santa Catalina de Siena y santa Teresa de Jesús. La mística francesa del siglo XVII Juana María Bouvier de la Motte Guyon introdujo en Francia la doctrina mística del quietismo. Por su búsqueda de libertad espiritual, a veces a costa de fórmulas teológicas y disciplina eclesiástica, el misticismo podría haber contribuido al origen de la Reforma, aunque sin duda hubiera entrado en conflicto con las autoridades religiosas protestantes como lo hizo con las jerarquías católicas romanas. La Contrarreforma inspiró los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola. The Practice of the Presence of God de Brother Lawrence fue una obra clásica francesa del siglo XVII. Los más notables místicos alemanes protestantes de la época fueron Jacob Boehme, autor de Mysterium magnum, y Kaspar Schwenkfeld von Ossig. El misticismo también tuvo su expresión en la teología de numerosas sectas protestantes y constituye una destacada característica entre los anabaptistas y los cuáqueros. En Nueva Inglaterra, el famoso teólogo congregacional Jonathan Edwards mostró una fuerte tendencia mística, y el renacimiento religioso que comenzó en su época y que se difundió por Estados Unidos en el siglo XIX procede en gran medida de su peculiar facultad de asumir principios místicos y subraya el sentimiento en su modo más intenso como una intuición directa de la voluntad de Dios. El misticismo se manifestó en Inglaterra en las obras de los platonistas de Cambridge; en las del escritor piadoso William Law, autor de Serious Call to a Devout and Holy Life, y en el arte y la poesía de William Blake. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. 5 OTROS ENFOQUES DE LA SABIDURIA DE DIOS DIFERENTES FORMAS DEL PENSAMIENTO HUMANO Y SU CORRESPONDIENTE RAZONAMIENTO, FUERON DISEÑADAS POR DIOS CON EL FIN DE QUE CADA HOMBRE CUMPLA CON SU PROPOSITO DENTRO DEL PLAN Y CADA QUIEN APORTE DENTRO DE ESTE, LO QUE A DE APORTAR. (EN SU MAYORIA LOS CONCEPTOS AQUÍ RECOPILADOS FUERON TOMADOS DE LA ENCICLOPEDIA ESTUDIANTIL ENCARTA, BAJO CONOCIMIENTO DE ESTOS) Religión 1 INTRODUCCIÓN Religión, en términos generales, forma de vida o creencia basada en una relación esencial de una persona con el universo, o con uno o varios dioses. En este sentido, sistemas tan diferentes como budismo, cristianismo, hinduismo, judaísmo y sintoísmo pueden considerarse religiones. Sin embargo, en un sentido aceptado de una forma corriente el término religión se refiere a la fe en un orden del mundo creado por voluntad divina, el acuerdo con el cual constituye el camino de salvación de una comunidad y por lo tanto de cada uno de los individuos que desempeñen un papel en esa comunidad. En este sentido, el término se aplica sobre todo a sistemas como judaísmo, cristianismo e islam, que implican fe en un credo, obediencia a un código moral establecido en las Escrituras sagradas y participación en un culto. En su sentido más específico el término alude al sistema de vida de una orden monástica o religiosa. Es imposible encontrar una definición satisfactoria de religión o una forma realista de clasificar los diversos tipos de lo que llamamos religión a causa de las importantes diferencias de función entre los diversos sistemas conocidos. Un examen y comparación general de religiones sería por lo tanto engañoso si el material a evaluar fuera asumido en su totalidad como de la misma naturaleza. Es un accidente histórico que los primeros estudiosos europeos de culturas extranjeras o primitivas utilizaran el término religión para denominar un fenómeno del que sólo tenían un conocimiento rudimentario. Llegaron a la conclusión de que las otras culturas debían tener instituciones del mismo tipo y papeles que las que tenían el cristianismo o el judaísmo en sus respectivas culturas. Afirmaciones y creencias tan arraigadas como prematuras constituyen el origen de gran parte de tales discrepancias. Un examen de las religiones a la luz de los conocimientos más avanzados debe comenzar por lo tanto limitando el término religión a aquellas instituciones para las que ha sido utilizado de forma habitual: el judaísmo y sus variantes, el cristianismo y el islam. Aunque esta limitación resulte algo arbitraria tiene sin embargo el mérito de facilitar una significación más clara limitándola a instituciones que tengan numerosos puntos de coincidencia. 6 El siguiente paso será examinar las llamadas religiones identificadas en otras culturas, fijando el grado de equivalencia con el término en su acepción más restringida y utilizando después nuevos sistemas para clasificarlas cuando no se haya encontrado correspondencia. Dicha correspondencia no es cuestión de acuerdo o desacuerdo doctrinal, por ejemplo, en cuanto a nociones de Dios o de conducta moral. Es cuestión de decidir si las instituciones a las que se ha llamado religiones tienen la misma función en sus diversos contextos culturales como, por ejemplo, las que cumple una institución como el cristianismo en Occidente. Otra dificultad que se presenta al intentar examinar las religiones desde el punto de vista histórico es la noción común de la denominada religión primitiva, como forma de sentimiento y práctica religiosa humana más antigua y elemental. Sin embargo, no es seguro asumir que las formas no occidentales de cultura que carecen de desarrollo tecnológico sean por ello representativas de los primeros pasos en la carrera humana hacia las ideas espirituales. Cuanto más se sabe sobre diferentes criterios de culturas, más dificultades aparecen para adecuarlas en un sencillo esquema evolutivo o en un sistema de criterios claro. Se va a relacionar el tratamiento de la religión con un informe comparativo de las tres formas principales de conciencia sobre la relación humana con el universo o la deidad; una fundada en las religiones primitivas, otra en las religiones definidas de una forma más común, y la tercera, en los diversos sistemas orientales de creencias y prácticas que pueden calificarse como 'caminos de liberación'. Los ritos sociales y morales quedan fuera del ámbito de este artículo. 2 RELIGIONES PRIMITIVAS La diversidad de sentimientos y comportamientos conocidos como religión primitiva constituyen un tipo de conciencia que la civilización occidental ha perdido. 2.1 Mundo interior y exterior El rasgo principal de la conciencia religiosa primitiva, según se ha estudiado en pueblos polinesios y africanos, es la ausencia de cualquier frontera definida entre el mundo espiritual y el natural, y por lo tanto entre la mente humana o ego y el mundo circundante. El filósofo francés Lucien Lévy-Bruhl llamó a esta ausencia de límites participación mística, indicando una sensación de fusión entre el organismo humano y su medio ambiente. Este sentimiento puede describirse como correspondiente en su campo a la moderna comprensión intelectual de la interrelación de la humanidad y la naturaleza en la ciencia de la ecología. Una ausencia de límites similar predomina también entre los mundos de la experiencia consciente y del sueño, o entre la voluntad individual y las emociones espontáneas y los impulsos de la psique. Como resultado, el mundo exterior en su conjunto está cargado de poderes que pueden llamarse mentales o espirituales. Los objetos materiales, como rasgos estables y comprensibles del mundo exterior, no existen, ya que todas las cosas parecen comportarse de un modo tan caprichoso como los acontecimientos en los sueños. Descontrolados, cuando los contenidos de la experiencia se encuentren en este estado de ánimo, parecerán tan vivos, misteriosos y fascinantes, así como terroríficos, que toda la naturaleza se verá bañada por una atmósfera impresionante y misteriosa. El historiador religioso alemán Rudolf Otto se refirió a una atmósfera así llamándola 'numinosa'. 7 2.2 Atmósfera numinosa En un sentido más amplio, la atmósfera numinosa está ligada al mundo natural en su totalidad y a cada objeto dentro de él. Un buen ejemplo puede verse en el sintoísmo, una religión 'primitiva' que se practica actualmente en la sofisticada civilización de Japón. El término sintoísmo (en japonés, shin, 'espíritu') significa 'el camino de los dioses' o 'el camino del espíritu'. Según el sintoísmo, cada roca, animal, o corriente tiene su propio shin o kami (en japonés, 'dios' o 'diosa'). Sin embargo, es una equivocación llamar dios a kami en alguno de los sentidos que la palabra tiene en Occidente; de igual forma el término shin significa 'espíritu' sólo en un sentido muy vago, ya que se utiliza con frecuencia como una simple exclamación, similar a '¡maravilloso!'. El sintoísmo no tiene sistema de doctrina, credo, ni ideas religiosas formuladas; se preocupa por expresar admiración, respeto y temor hacia todo lo que existe. Esta preocupación implica el tratamiento de cada cosa como si fuera una persona, no siempre en el sentido de que esté habitada por algún fantasma o espíritu con forma humana, sino en el sentido de tener una vida misteriosa propia y autónoma que no hay que dar por supuesto. Como es obvio algunas entidades como el sol, la luna, el océano y ciertas montañas y lugares de peculiar fuerza y belleza parecen cargadas con mayor fuerza de la atmósfera numinosa que otras. Como la intensidad de lo numinoso es distinta en cada lugar particular, también los aspectos o cualidades de la atmósfera difieren. Los antropólogos utilizan a menudo las palabras polinesias mana y tabú para tipificar los aspectos positivos y negativos de lo numinoso. Cuando aparece como mana es potente y práctica, pero si lo hace como tabú es temible y prohibida. En las religiones primitivas no sólo las cosas externas y lugares sino también los seres humanos resultan a veces susceptibles de ser cargados con lo numinoso de una forma peculiar. El tipo de persona dotada de acceso especial al mana, o aspecto terrenal de poder en estas religiones, es el chamán o hechicero. Este papel es muy diferente del sacerdote o pastor en una religión como el cristianismo, ya que el poder del chamán no tiene un origen tradicional sino personal. Es su propio descubrimiento particular realizado en solitario a partir de las relaciones con los sueños. Lo numinoso es más que la sensación de temor y misterio en presencia de un mundo extraño. La ausencia de una frontera clara entre la mente humana y su entorno, en un mundo en el que tanto los acontecimientos exteriores como los interiores parecen suceder, provoca éxtasis y miedos. Entre los navajos, por ejemplo, este aspecto cautivador de lo numinoso es llamado hozon, término referido a una sensación de intensa belleza y de paz, que puede ser evocada con rituales de canto, danza y pintura en la arena. Estos rituales de magia compasiva, ya sean para provocar hozon, lluvia o buenas cosechas, tienen su origen en el mismo sentimiento de fusión entre el mundo humano y el natural y entre los acontecimientos de la mente y los del mundo exterior. 8 2.3 Ritual El ritual tiene un importante papel en las culturas primitivas, aunque no sea reconocible en sentido alguno como diferente de la llamada actividad práctica. Es más bien un intento para influir o armonizar uno mismo con el ciclo de la naturaleza mediante la representación dramatizada o simbólica de acontecimientos tan fundamentales como la salida y puesta del sol, la alternancia de las estaciones, el cambio de fases de la luna, la siembra y la cosecha anual. Además, el ritual supone la interpretación externa de los grandes temas míticos que en estas culturas ocupan el lugar de las doctrinas religiosas. El ritual, como aparece en las religiones primitivas, puede por lo tanto describirse como una forma de arte que expresa y celebra la significativa participación de la humanidad en los asuntos del universo y de los dioses. En culturas donde prevalece este tipo de sentimiento sobre el mundo, ninguna esfera de la vida es reconocible de un modo concreto como religión. La religión está tan implicada en lo cotidiano que es imposible distinguir lo sacro de lo profano. Sólo aparecen grados mayores o menores de lo sagrado. La religión no existe como actividad específica y los miembros de estas culturas tendrían una enorme dificultad para referirse a su religión. No podrían distinguir los rituales previos a una buena caza de lo que la cultura occidental llamaría pura técnica de caza. Formas simbólicas de lanzas, barcos y utensilios domésticos no constituyen para ellos adornos superfluos sino partes funcionales del objeto, que evocan a mana para su uso práctico. 2.4 Mito Estas culturas tampoco tienen doctrinas religiosas o conceptos abstractos sobre la naturaleza del numinoso y su diferencia de todo lo demás. Espíritu es un sentimiento más que una idea; su lenguaje más apropiado no consiste en conceptos sino en imágenes. Así pues, en lugar de doctrina religiosa hay mito, o un conjunto asistemático de historias transmitidas de generación en generación, puesto que estos relatos representan en forma indefinida el significado del mundo. Según las primeras interpretaciones antropológicas del mito, como la del antropólogo escocés sir James Frazer, los dioses y héroes míticos personifican los cuerpos celestes, los elementos; y los llamados espíritus de las cosechas y los rebaños y los mitos son explicaciones ingenuas de la naturaleza. Una interpretación posterior es la aportada por el psicólogo y psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, que sugirió que los mitos se basan en sueños y fantasías que dan expresión concreta a los procesos psicológicos inconscientes. Según Jung el inconsciente psicológico, como el cuerpo humano, tiene más o menos la misma estructura en todos los pueblos. Esta uniformidad justifica los extraordinarios parecidos entre los temas mitológicos de culturas de todo el mundo que no están relacionadas entre sí. Estaba convencido además de que esos procesos inconscientes determinan el desarrollo mental y espiritual de las personas, y que por esta razón la imaginería mitológica y su representación en el ritual, es un tipo de sabiduría destinado a consagrar el orden de la vida. Por eso, al creer que una danza tribal ayuda a la salida del sol, la representación del rito ofrece a los miembros de la tribu un significado, el de desempeñar un papel significativo en la marcha del universo en su totalidad. Una explicación del mito, en cierto modo similar, ofreció el investigador cingalés Ananda Coomaraswamy en sus estudios sobre cultura india e indonesia; creyó que los grandes temas míticos eran parábolas de una filosofía intemporal, un conocimiento intuitivo del destino y la 9 naturaleza humana que siempre ha estado accesible a quienes en verdad desean sondear las profundidades de la mente humana. La filósofa americana Susanne K. Langer sostiene que el mito proporciona el primer ejemplo de ideas generales y, por lo tanto, de pensamiento metafísico. Según Langer el lenguaje está mejor capacitado para expresar ideas nuevas por medios metafóricos que por medios literales. Quizá haya que abandonar la suposición de que los mitos solar y de la fertilidad son intentos rudimentarios para explicar fuerzas naturales, como las explica la ciencia. Así como las culturas con mitos no distinguen entre espíritu y naturaleza, o religión y vida, tampoco discriminan verdad simbólica o fantasía de verdad literal o realidad. No se trata de confundir mito con realidad, puesto que la idea de realidad literal aún no se ha planteado. 3 LAS RELIGIONES Las religiones surgen en culturas donde sus componentes han desarrollado un fuerte sentido de diferenciación entre mente humana y entorno natural, conciencia subjetiva y realidad objetiva, y por lo tanto entre espíritu y materia. Este sentido de diferenciación va ligado al desarrollo de civilizaciones agrícolas estables, donde la división del trabajo requiere que los individuos desempeñen papeles diferentes en la comunidad. En las culturas cazadoras, cada individuo varón es maestro en todas las artes necesarias para la supervivencia, pero en las culturas agrícolas se requiere un grado de cooperación mucho mayor entre individuos con diferentes artes y papeles. Tal cooperación exige a su vez formas más precisas de comunicación entre las personas y por lo tanto de convención, o común acuerdo, respecto a los símbolos de comunicación, en especial a lo que atañe al lenguaje y a su cometido. 3.1 Lenguaje, convención y roles Un lenguaje es más eficaz cuanto más amplio es su vocabulario. Un gran número de palabras indica además un alto grado de conciencia en la distinción entre cosas y entre acontecimientos diversos. Cada palabra es el signo distintivo de un tipo de experiencia, y el fundamento de la clasificación consiste en que discrimina unas cosas de otras. La necesidad de desempeñar diferentes papeles en la comunidad también distingue a unos individuos de otros y para evitar confusiones requiere que los individuos se identifiquen con sus deberes. Muchos nombres, por ejemplo herrero, panadero, sastre, carpintero y calderero, indicaban en principio roles desempeñados en sociedad. La palabra latina persona procede del término que confería valor simbólico a las máscaras que llevaban los actores en el teatro grecorromano, y a su vez cada una de las máscaras identificaban los papeles que interpretaban los actores. Las personas desarrollaron una conciencia de su unicidad y separación de los demás, basada en parte en la aceptación de roles particulares en la sociedad. La separación de los individuos por el rol y la creciente percepción de la distancia respecto al mundo por el lenguaje, se produjo a través de una convención, que es a la vez divisiva y cohesiva. Sin embargo las convenciones son complejas y se aprenden con cierta dificultad. Por eso las diferencias pactadas por la sociedad tienen que ser respetadas, lo mismo que ocurre con los niños, que deben ser disciplinados para aprender un idioma y para manejar las reglas de los juegos, del protocolo o las morales. La propia vida de la comunidad depende de la observación de las convenciones de comunicación. La instrumentalidad de una religión consiste además en 10 garantizar el sistema completo de convenciones o las reglas de pensamiento y lenguaje, conducta y rol. Para el judaísmo y el cristianismo la idea de salvación es inseparable de la idea de pertenecer a una comunidad, la del llamado pueblo elegido; es decir, la Iglesia, considerada como un conjunto de miembros o una asamblea (en latín ecclesia) sea Israel o la comunión de los santos. Las relaciones entre un sistema de convención social y un sistema de creencias sobre el universo requieren una explicación adicional. La convención social incluye recursos como gramáticas, vocabularios, números y signos, sin los cuales una persona puede percibir el mundo pero no pensar sobre él. El lingüista americano Benjamín Lee Whorf sugirió que la estructura del lenguaje, es decir del instrumento de reflexión de una persona, determina la opinión de ese individuo sobre la estructura de la naturaleza. Por eso es comprensible que tanto las tradiciones religiosas semíticas como la indo-aria conciban el universo como si hubiera sido creado por la palabra de Dios. Si el mundo es explicado, dominado y descrito por el pensamiento, es natural suponer que haya sido creado por el pensamiento, y que las leyes de la naturaleza que la reflexión descubre son la palabra o la ley de Dios, subyacente al mundo como una pauta primordial. Puesto que una cultura elabora una imagen coherente y ordenada del mundo, es natural que sus miembros crean que el poder de lo numinoso que está tras el mundo sea coherente y ordenado, y que tenga unidad. Su comprensión progresiva de que el orden natural del mundo tiene un modelo inteligente aparece acompañada de la sensación de que ellos no inventaron este modelo, aunque lo hubieran descubierto, que alguien debe conocer en su totalidad. Por lo tanto ellos lo atribuyen a una inteligencia diferente de la propia. Cuanta más gente aprecia la complejidad del modelo más se maravilla de la inteligencia que hay en su trasfondo, y a partir de ahí se comienza a formular una concepción madura de Dios, como un ser que excede en sabiduría y poder, y que es inmensurable y más grande que cualquier mortal. De esta forma, contemplando la maravilla de su propia estructura física, el salmista de la Biblia escribió: 'maravillosa por extremo es para mí esta ciencia; sublime; no la entiendo' (Sal 139,6). 3.2 Teísmo Religión en este sentido, es teísmo, sin excepciones. Implica la creencia en un dios personal, vivo y espiritual, distinto del mundo que ha creado de igual forma que la mente humana se siente distinta de aquello que conoce. Existen, sin embargo, diversas formas de teísmo. El Antiguo Testamento muestra un progreso desde henoteísmo (creencia según la cual existe una deidad suprema y otras inferiores) a monoteísmo (creencia de que este dios es el único Dios y al que se debe temor y fidelidad absolutos). Otras variantes son el politeísmo, creencia en muchos dioses derivada del paganismo y que suele incluir al menos una vaga percepción de que lo mucho es un aspecto de lo uno; el panteísmo, creencia de que Dios engloba todas las cosas en el universo (aunque este tipo de creencia sea en la historia una idea filosófica más que una creencia religiosa); y panenteísmo, una creencia según la cual cada criatura es un aspecto o una manifestación de Dios, que es concebido como el actor divino que desempeña a la vez los innumerables papeles de humanos, animales, plantas, estrellas y fuerzas de la naturaleza. 11 La religión es por lo tanto fe comunitaria en, y conformidad con, el modelo que el pensamiento descubre o ha sido revelado, como voluntad o mandamiento de la inteligencia que se encuentra más allá del universo. La comunidad se vincula a este modelo como pauta de vida, que consiste en tres elementos: el credo, el código y el culto. Credo es la fe en el modelo revelado y en la inteligencia divina que lo constituyó. Código es el sistema de leyes humanas y morales que cuentan con sanción y autorización divina, que incluye las reglas de participación activa en sociedad. Culto es el ritual de ceremonias o actos simbólicos por medio de los cuales la comunidad pone su conciencia en armonía con la mente de Dios, ya sea mediante danzas ceremoniales o reconstrucciones dramatizadas de las acciones de Dios, o por el sacrificio de alimentos celebrados en común por Dios y su pueblo. La misa cristiana o la comunión procede de este último tipo. 3.3 Salvación La salvación religiosa es en síntesis la idea de la incorporación a una comunidad divina, a través del sometimiento a los deseos de Dios. En fases posteriores de la tradición semítica, la salvación comenzó a englobar la idea de la supervivencia más allá de la muerte, primero mediante la resurrección milagrosa del cuerpo y después, como resultado de las influencias griegas, en virtud de la mortalidad inherente del alma. Sin embargo, la salvación quedaba subordinada y condicionada al ingreso en la comunidad divina. Después de la muerte, aquellos que no se han incorporado son proscritos espirituales enviados, por ejemplo, al gehena judaico, al infierno cristiano o al iblis islámico. Por otra parte, la salvación después de la vida mortal es concebida como un estado de íntima unión con Dios en el que, sin embargo, se mantiene la personalidad diferente de cada miembro. Aunque se considera que salvarse depende del cumplimiento de una regla de vida, todas las tradiciones religiosas reconocen que por sus propias facultades las personas no puede cumplir las condiciones de salvación. Las escrituras hebreas, que judaísmo, cristianismo e islam consideran de revelación divina, contienen la idea de una caída inicial, o pecado original, cometido por el primer hombre y la primera mujer, Adán y Eva, y como consecuencia, la voluntad humana está en esencia pervertida por el egoísmo y la soberbia. Por lo tanto, la salvación es imposible sin ayuda divina. Las tres religiones enseñan lo mismo, que Dios es sobre todo amor y misericordia y que su objetivo final es la redención de toda la humanidad. Cuando los individuos se arrepienten de sus faltas, Dios ofrece su gracia con generosidad; es decir, la salvación considerada como un premio para quienes no la merecen. En la tradición cristiana, el único mediador o dador de gracia es el Jesús de Nazaret histórico, considerado como la personificación humana o encarnación del propio Dios. Jesús ama tanto al mundo que viene a sufrir su dolor, a soportar su carga, y a transformarlo desde dentro. Por lo tanto, en el presente esquema de clasificación, judaísmo, cristianismo e islam pueden llamarse las tres 'religiones mundiales', es decir, religiones que tienen como ideal la totalidad de la especie humana. Otras creencias de carácter más local se adaptan a la definición de religión, aunque estén más vinculadas concretamente con determinados esquemas de cultura. Estas creencias surgen de la comunidad sij en India y el zoroastrismo, la religión de los persas, en India e Irán. Entre ciertas 12 formas de religión, que ya no se practican, figuran los cultos de Ra y Osiris del antiguo Egipto y los misterios clásicos del mundo grecorromano. 4 LOS CAMINOS DE LA LIBERACIÓN En Asia existen ciertos tipos reconocidos de experiencia espiritual que en Occidente tienen lugar sólo de una forma casual y con un reconocimiento mínimo de las tradiciones religiosas oficiales. Estos tipos de experiencia no deberían identificarse siempre con el misticismo, o el sentimiento de unión con Dios, que puede producirse en un contexto teístico y religioso. Por lo tanto parece más apropiado utilizar un concepto como 'caminos de liberación' para describir estas formas de experiencia espiritual, ya que todas ellas se ocupan de la emancipación de la conciencia humana de ideas y sentimientos provocados por los condicionamientos sociales. Es decir, por los propios sistemas de convención que garantiza una religión, en el sentido habitual del término. Estos caminos, sin embargo, no deberían ser considerados antirreligiosos, ya que no pretenden destruir la religión y la convención sino utilizarlas sin verse condicionados por ellas. Intentan superar el concepto del mundo, adquirido a través del uso del pensamiento y el lenguaje; consideran que este concepto favorece divisiones y diferencias y tiende a hacer que las personas desatiendan su inseparabilidad del universo total. Entre los principales caminos de liberación están los que aparecen en el hinduismo (de forma muy clara en el vedanta y el yoga), el budismo y el taoísmo. 4.1 Hinduismo Dentro de la complejidad cultural del hinduismo, que se puede considerar panenteísta, existen una serie de darshana o puntos de vista también legítimos, que el individuo puede adoptar. Los más notables son el vedanta, basado en las doctrinas de los Upanisad, un conjunto de escritos poéticos; y el yoga, una forma de meditación que se considera nativa de la India. Tanto el vedanta como el yoga se ocupan de la liberación del mundo, considerado como una ilusión de realidad. Lo más frecuente es que no se estudie el vedanta o el yoga hasta que el individuo ha llegado a la mitad de su vida, se ha establecido en su casta, que puede ser considerada su rol o vocación, y está preparado para transmitir sus obligaciones sociales a los hijos. Por eso el vedanta y el yoga no suelen enseñarse a los niños, como se hace con las Escrituras y las creencias de una religión como el cristianismo, sino sólo a los adultos ya disciplinados en los caminos de la sociedad. Estos caminos implican renunciar en concreto a la propia identidad, abandonar la tarea de mantener las obligaciones sociales y prepararse para morir, y esto se explica porque la muerte, cuando le llega a una persona que todavía cree que es un individuo aislado, se considera una calamidad. Según el vedanta, la idea de que el mundo es una pluralidad de cosas distintas es considerada maya o una ilusión, producto de la forma convencional de pensamiento. Puesto que maya tiene la significación original de 'medir', el mundo se considera medido o señalizado por estas divisiones y clasificaciones de la experiencia humana, que hacen posible las palabras y las ideas. Para describir una curva complicada hay que medirla como si constituyera una serie de puntos distintos. De la misma forma, para describir y pensar sobre la naturaleza hay que desglosarla en 13 unidades o términos manejables; es decir, cosas y acontecimientos. Este procedimiento, útil en todo caso, sugiere que los acontecimientos son separables entre sí, que uno podría suceder sin el otro, y que el placer podría existir sin dolor o la vida sin la muerte. Una impresión parecida predomina respecto a la separabilidad de las cosas. El vedanta sostiene que todas las distinciones son relativas entre sí y que contrarios como el conocedor y lo conocido, o el sujeto y el objeto, son distinciones tan indisolubles como las dos caras de una moneda. En otras palabras, el mundo sólo se puede separar en cosas independientes mediante el pensamiento. En la realidad concreta el mundo es una unidad inseparable o, de forma más precisa, una no dualidad, ya que la unidad es también un pensamiento o idea que sólo existe en relación con la idea de diversidad. El verdadero estado del mundo no es unidad o multiplicidad. El verdadero estado del mundo es más bien inmensurable, indescriptible e indefinible. Un hombre, por lo tanto, puede reconocer que en su más profunda consciencia (atmán, en hinduismo) no es ese individuo separado sino un brahman o la indefinible totalidad. Sin embargo ha sido inducido a considerarse como un ser separado por el necesario carácter divisivo del pensamiento. No se puede decir qué es el brahman, ya que la realidad básica del mundo no pertenece a clase alguna a la que se pueda aplicar una palabra. Aunque un brahman no pueda ser captado en palabras o ideas, puede sin embargo ser experimentado, y la realización de esta experiencia es la función del yoga. Esta realización consiste en la llamada unificación de consciencia; es decir, en la renuncia transitoria de todo pensamiento divisivo y en el abandono de todas las ideas y conceptos sobre la vida. El mundo podrá ser experimentado entonces en su estado original, real e inseparable. Este tipo de experiencia no significa, como podría suponerse, dejar la mente en blanco, lo mismo que la realidad concreta de la naturaleza no es la colección de cosas separadas que concibe el pensamiento, ni un mero espacio vacío. Si el estudioso de las religiones comparadas fuera a preguntar a un cristiano y a un vedantista por sus ideas de lo que es real con carácter definitivo, el vedantista quedaría en silencio o diría lo que no es, mientras que el cristiano describiría los atributos positivos de Dios, es decir, su amor, sabiduría e inteligencia. El estudioso podría asumir por lo tanto que este último reconoce un Dios que existe de un modo demostrable, y el primero un dios que es casi nada en absoluto. Se utilizan dos diferentes modos de hablar para caracterizar experiencias espirituales. La expresión religiosa se parece a intentar describir el color a una persona ciega diciendo con qué color podrían compararse, por ejemplo, las variaciones de temperatura. La vía de liberación intenta al parecer describir a la persona ciega lo que no es color. Ambas formas de hablar serían válidas. Una religión expresa la realidad última en términos específicos tales como los del pensamiento y la imaginación, y de este modo su concepto de Dios queda determinado y definido. Una vía de liberación dejaría el pensamiento al margen, en favor de la experiencia directa y del sentimiento, y por esta causa su concepto sería indeterminado e indefinido. 14 4.2 Budismo El budismo, la doctrina de Gautama Buda, surge como un movimiento de clarificación y reforma del hinduismo. En muchos aspectos, los objetivos del budismo son los mismos que los del vedanta y el yoga. Gautama Buda, sin embargo, evitó dar nombre, incluso el más simple, a aquello que se considera básicamente real, ya en su aspecto universal en cuanto brahman como en su aspecto humano, el yo más profundo o atmán. Creía que tales términos eran transformados en ideas y formas de pensamiento con tanta facilidad que restarían valor a la experiencia directa. Su doctrina era que las personas sufren a causa de la avidya, o ignorancia, de la total relatividad del mundo de las cosas y los hechos. El pensamiento es avidya ya que es un proceso de ignorancia, es decir, no puede concentrase en ningún aspecto de la experiencia sin ignorar todos lo demás. Es una forma de contemplar la vida faceta por faceta y no como totalidad, y conduce a su vez al apresamiento (trishna, en el budismo) o intento de arrebatar las partes deseables de experiencia del conjunto; sin embargo, puesto que el bien se halla siempre asociado al mal, esta separación jamás puede realizarse. Del mismo modo, no se puede experimentar un sólido sin un espacio circundante, estando espacio y sólido relacionados entre sí. Abandonar la codicia conduce al ideal budista de nirvana, que Gautama Buda se negó a definir excepto en términos negativos, como el vedantista define la liberación. La doctrina de Gautama Buda conduce a un malentendido al que vedanta es propenso también: que se puede buscar la liberación como un escape del sufrimiento o como un permanente estado de beatitud. Líderes religiosos budistas posteriores, en especial los de la escuela Mahayana, corrigieron este malentendido señalando que la búsqueda del nirvana como un escape seguía siendo codicia. Por eso su ideal del individuo sabio iba más allá del más antiguo concepto hindú de abandono del mundo, es decir, del mundo social, como preparación para la muerte. Incluía el regreso a la actividad plena de la sociedad una vez liberado, hasta el punto en que, libre del miedo, uno pudiera dedicarse a practicar actos de compasión con quienes siguen en la esclavitud de maya. Sin embargo la doctrina budista propugna moralidad y piedad, no como un mandamiento sino como una acción voluntaria, a la que la persona libre se compromete sin esperanza de recompensa ni temor a recibir un castigo. En el budismo no aparece ningún pensamiento donde se presente la conducta moral como obediencia a un modelo divino, ya que considera las normas morales como reglas de gramática, es decir, convenciones humanas necesarias para la existencia social, aunque sin ninguna autoridad absoluta. Aunque Buda no dio nombre a lo que consideraba realidad absoluta, los maestros budistas posteriores hablaron del verdadero estado del mundo como sunyata, o 'vacío', significando más en concreto 'vacío de cualquier característica definible' o 'inclasificable'. Esta actitud filosófica no equivale en sentido alguno al ateísmo o nihilismo occidentales, ya que lo que está vacío no es la propia realidad sino cada una de las ideas en que la mente humana intenta apresarla. 15 4.3 Taoísmo Atribuido a los filósofos chinos Lao-tsé y Zuang-zi, el taoísmo es la forma específica china de un camino de liberación. En ciertos aspectos se parece al budismo y esa es la razón de que se utilizaran términos taoístas en la traducción de textos budistas del sánscrito al chino. Sin embargo, se aparta más aún que el budismo de los conceptos occidentales de una religión; debe su origen a filósofos adscritos a una corriente surgida del fácil de seguir escepticismo filosófico chino, que estudia la utilidad de la discriminación intelectual y lingüística, y tiene poco que ver con los dioses, los espíritus o los cultos. Como el vedanta y el yoga, el taoísmo fue adoptado en general por personas mayores que habían desempeñado su papel en sociedad según los esquemas básicos de convención proporcionados por el confucianismo en China. En común con el budismo Mahayana, el taoísmo permite el regreso del sabio liberado a los asuntos materiales. Su texto principal, el Tao Tê –King o Daodejing, atribuido a Lao-tsé, fue escrito como un manual de consejos para los gobernantes. El verdadero taoísmo, tal como aparece en las doctrinas de Lao-tsé y Zuang-zi, debe distinguirse con el máximo cuidado del culto taoísta de adivinación, alquimia y magia, que solo tiene de taoísta el nombre; es más bien una supervivencia de la religión china nativa. El taoísmo puro nunca llegó a organizarse y ha seguido siendo la obra de investigadores y filósofos independientes, tanto en China como en Japón, durante más de 2.000 años. Considera el universo natural como la operación del tao, que elude toda comprensión verbal e intelectual. La experiencia del tao debe realizarse a través de guan ('contemplación silenciosa de la naturaleza') y de wu-wei ('la ausencia de tensión mental y física'), que representan el equivalente a la actitud budista del no apresamiento. El taoísmo subraya con insistencia la unión del individuo y la naturaleza, sugiriendo que el control del entorno puede lograrse no luchando sino cooperando con él, como un marinero que cambia el rumbo de su embarcación cuando el viento se pone en contra. El taoísmo es la filosofía subyacente en el jujitsu, la llamada forma cortés de defenderse basada en el empleo de la propia fuerza del adversario para derrotarlo. De la misma forma, enseña que uno debe controlarse confiando, más que oponiéndose, en los sentimientos e instintos naturales propios, canalizándolos en la dirección que uno quiera que tomen en lugar de resistirse a ellos. 5 RELIGIÓN COMPARADA El estudio de las tradiciones religiosas del mundo coincide con la expansión política y económica de Europa occidental. 5.1 Primeros investigadores occidentales Los misioneros jesuitas del siglo XVII incluían con especial relevancia a los italianos Matteo Ricci en China y Roberto de Nobili en India, y el español san Francisco Javier en Japón. En el siglo XVIII se despertó un gran interés entre los investigadores y los filósofos por las traducciones latinas de textos confucionistas y taoístas realizadas por los jesuitas. Durante cierto tiempo se idealizó la cultura china, especialmente por los deístas, que encontraron en ella pruebas para su tesis de que la moralidad podía crecer sin religión dogmática. Entre los pioneros en este campo 16 están los filósofos alemanes Johann Gottfried von Herder y George Friedrich Wilhelm Hegel, y el filólogo británico Friedrich Müller. Su trabajo lo continuaron el filósofo británico Edward Caird en The Evolution of Religión (1894) y el teólogo holandés Cornelius Petrus Tiele en Elements of the Science of Religión (1897-1899). Pero debe destacarse la obra del filósofo y psicólogo estadounidense William James en Las variedades de la experiencia religiosa (1902), primer estudio serio de psicología de la religión. 5.2 Siglos XIX y XX En los siglos XIX y XX hubo notables aportaciones especializadas al estudio de la religión comparada en los trabajos chinos realizados por el investigador francés Noël Julien, llamado Stanislas Julien, y por el misionero jesuita Leon Wieger; en los estudios budistas del indianista y filólogo holandés Jan Hendrik Kern y del orientalista británico Thomas William Rhys Davis; en el estudio del vedanta del filósofo e investigador de sánscrito alemán Paul Deussen; los estudios sobre taoísmo y confucianismo del misionero y sinólogo británico James Legge, y en los estudios relativos a la India del investigador sánscrito sir Monier Monier-Williams. Gran parte de la obra sobre religiones comparadas la emprendieron misioneros que buscaban puntos en común entre las creencias ajenas y el cristianismo, así como algunas pruebas de la superioridad espiritual del cristianismo. Los filólogos realizaron otro trabajo, cuyo interés residía en la forma lingüística más que en el contenido de los escritos sagrados de otras culturas. Sin embargo, el conflicto progresivo entre religión y ciencia en el mundo occidental a finales del siglo XIX y principios del XX tuvo como resultado un general descontento de las variantes fundamentalistas de la creencia cristiana. Este descontento llevó a su vez a una actitud más comprensiva hacia el resto de las religiones. En este siglo, el estudio de las formas de liberación, en particular, ha realizado importantes avances, ayudado sobre todo por la obra de eminentes investigadores asiáticos como los indios Surendra Nath Dasgupta y sir Sarvepalli Radhakrisnan, los japoneses Daisetzu Teitaro Susuki y Junjiro Takakusu, el chino Fung Yu-lan y el cingalés Ananda Coomaraswamy. En las tres décadas anteriores a su muerte, el nombre del historiador de las religiones norteamericano, de origen rumano, Mircea Eliade se convirtió en sinónimo de los estudios comparativos. Investigó lo sagrado en creencias, ritos y experiencias religiosas de todos los pueblos y de todas las culturas. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Predestinación. (Del lat. praedestinatĭo, -ōnis). f. Destinación anterior de algo. || 2. Rel. por antonom. Ordenación de la voluntad divina con que ab aeterno tiene elegidos a quienes por medio de su gracia han de lograr la gloria. Microsoft® Encarta® 2009. © 1993-2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. 17 Predestinación 1 INTRODUCCIÓN Predestinación, en la teología cristiana, enseñanza en la que el eterno destino de una persona viene predeterminado por la inalterable ley de Dios. Sin embargo, la predestinación no implica la irremediable negación del libre albedrío. La mayoría de los exponentes de la doctrina ha mantenido que sólo es el destino final del individuo el que está predeterminado, no las acciones del individuo, que siguen siendo fruto de la libre voluntad. La doctrina toma por costumbre una de las dos formas: predestinación única o predestinación doble. 2 PREDESTINACIÓN ÚNICA La predestinación única es la menos severa de enseñanza. Se basa en el conocimiento de la presencia de Dios y de su amor, y en la aceptación concurrente de que Dios garantiza el don de su presencia como un acto de gracia absoluta. Con el fin de subrayar que el don de Dios está, de forma independiente, determinado por él y no es, bajo ningún concepto, una respuesta a ciertos actos humanos, algunos cristianos han afirmado que su relación con Dios depende sólo de Él y de su eterna ley establecida antes de la creación del mundo. Este punto de vista sólo se menciona en dos ocasiones en el Nuevo Testamento, en Romanos 8 y Efesios 1. 'Porque a los que conoció de antemano, los destinó también desde el principio a reproducir la imagen de su Hijo... Y a los que desde el principio destinó, también los llamó y a los que llamó, también los puso en camino de salvación; y aquellos a quienes puso en camino de salvación, les comunicó su gloria' (Rom. 8, 29-30). Estos versos llevan consigo la idea de la predestinación única, porque sólo están relacionados con la predestinación de la vida con Dios. 3 PREDESTINACIÓN DOBLE La predestinación doble es la consecuencia que se deriva de la predestinación. Si algunos pueden disfrutar de la presencia de Dios por su eterna ley, otros deben entonces estar separados de Dios toda la eternidad, también de forma inapelable. Debido a que la salvación y la gloria están predestinadas, se comprende que la condena y la destrucción pueden también ser predestinadas. El primer teólogo que anunció una doctrina de predestinación doble fue san Agustín en el siglo V. Sin embargo, no tuvo muchos sucesores. El exponente más conocido de la predestinación doble fue Juan Calvino: 'Llamamos predestinación a la eterna ley de Dios, mediante la cual determina en sí mismo lo que Él desearía ser para cada hombre. Debido a que no todos han sido creados en igualdad de condiciones; mejor dicho, para algunos la vida eterna es ordenada de antemano, para otros la eterna condena'. (Institutio 3. 21. 5). Después de san Agustín, los teólogos católico-romanos rechazaron la predestinación doble, insistiendo en que no existe ninguna predestinación hacia el mal y que aquellos que sufren condena son los únicos responsables de ello. Los anglicanos se han sumado también a la 18 doctrina de la predestinación única. En el siglo XVII, el teólogo protestante holandés Arminio, cuyas enseñanzas inspiraron el movimiento llamado arminianismo, criticó la injusticia de la doctrina calvinista sobre la predestinación y formuló una versión modificada de ésta que permitía la libre voluntad humana. Los teólogos protestantes liberales han tendido a ignorar o negar la predestinación tanto en su forma única como doble. La afirmación más influyente de la doctrina de la predestinación única fue realizada en el siglo XX por el teólogo suizo Karl Barth, quien sostenía que la voluntad de Dios se revela en Jesucristo, y que todos son elegidos a través de Él. Así, la doctrina de la predestinación es prácticamente universalista, es decir, todos tenemos prometida la salvación. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Filosofía 1 INTRODUCCIÓN Filosofía, término derivado del griego, que significa ‘amor por la sabiduría’. Esta definición clásica convierte a la filosofía en una tensión que nunca concluye, en una búsqueda sin término del verdadero conocimiento de la realidad. 2 RASGOS DE LA FILOSOFÍA Es posible, sin embargo, ofrecer una descripción de la filosofía como ‘saber racional totalizante, crítico de segundo grado’. La filosofía es una forma de conocimiento que pretende ofrecer explicaciones de los temas que analiza empleando la razón y los argumentos racionales (a diferencia de la fe o la autoridad). En segundo lugar, la filosofía es un saber de tipo general y totalizante, pues pretende ofrecer respuesta a cuestiones de tipo general y mantiene siempre una perspectiva totalizante sobre las mismas. En tercer lugar, la filosofía es un saber crítico, pues analiza los fundamentos de todo lo que considera y nunca se limita a aceptarlos de forma ingenua. Finalmente, la filosofía es un saber de segundo grado, que emplea los datos y contribuciones de las ciencias, que son siempre un conocimiento de primer grado sobre la realidad. 3 CARÁCTER INTERDISCIPLINAR E INTERROGATIVO La filosofía es un saber eminentemente interdisciplinar, ya que emplea las aportaciones de diferentes disciplinas científicas y de distintos tipos de saber, sin limitarse a ninguno de ellos; en este sentido, la filosofía va más allá de las habituales especializaciones del saber científico. Este rasgo es una derivación de su carácter general y crítico. Debe señalarse que en filosofía posee un gran valor la actitud interrogativa, y se ha dicho que en ella son más importantes las preguntas que plantea que aquellas respuestas que pueda ofrecer: tal consideración es consecuencia del carácter crítico que caracteriza a la filosofía. 19 4 FILOSOFÍA TÉCNICA Aunque suele afirmarse que todo hombre o mujer es un filósofo, la filosofía ha desarrollado a lo largo de su historia un conjunto de conceptos y métodos que conforman una técnica y una sensibilidad conceptual muy determinada; de ahí que sea necesario destacar el carácter técnico que posee gran parte del trabajo filosófico. Es éste un rasgo que no ha hecho sino aumentar en los dos últimos siglos, cuando el análisis filosófico se ha visto enriquecido con un elevado nivel de complejidad, que exige un conocimiento especializado. 5 PROBLEMAS INTEMPORALES Es evidente que muchos de los análisis que se realizan en filosofía mantienen una cierta conexión con la sociedad y la época en la que esos análisis se han realizado. Sin embargo, muchos de los problemas filosóficos poseen un carácter general que sobrepasa el marco histórico y social en el que han surgido. Esto es lo que explica, en cierto modo, el carácter intemporal de algunas de las cuestiones filosóficas más relevantes, como es la pregunta por el ser, el sentido del cambio, el concepto de sujeto, la estructura de la trascendencia o el alcance del conocimiento. 6 RAMAS DE LA FILOSOFÍA Es posible distinguir varias áreas de investigación filosófica: ontología y metafísica (análisis crítico de la estructura de la realidad); teoría del conocimiento, epistemología o gnoseología (análisis del origen, estructura y alcance del conocimiento); lógica (estudio del razonamiento o argumento válido); ética (teoría de la acción humana y de sus valores); estética (teoría de la belleza y del arte); y, por supuesto, la historia de la filosofía, en cuanto ésta no se limita a una exposición de las distintas doctrinas filosóficas, sino que pretende reconstruir críticamente determinadas argumentaciones o sistemas filosóficos. Cabe señalar, asimismo, la existencia de una variedad de análisis filosóficos de determinadas ramas de la ciencia o de la actividad humana, que constituyen áreas especializadas como son la filosofía de la historia, la filosofía de la ciencia, la filosofía del derecho o la filosofía de las ciencias sociales, entre otras. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Relativismo Relativismo, término que posee distintos significados en diferentes ramas de la filosofía. En teoría del conocimiento, se entiende por relativismo la imposibilidad de que existan verdades absolutas; al no existir éstas, sólo se puede conocer en forma relativa al contexto y circunstancia de esas verdades. En ética, el relativismo supone que no es posible considerar algo que sea bueno o malo absolutamente; es decir, que no hay referencias absolutas para la bondad o la maldad: éstas siempre dependen de determinadas circunstancias de la acción. Muchas 20 veces se ha identificado relativismo con escepticismo, aun cuando semejante equiparación no es precisa, ya que el relativismo no plantea una postura tan radical como el escepticismo. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Relatividad. f. Cualidad de relativo. || 2. Fís. Teoría que se propone averiguar cómo se transforman las leyes físicas cuando se cambia de sistema de referencia. || ~ especial. f. Fís. La formulada por el científico alemán Einstein, basada en que la luz se propaga con independencia del movimiento del cuerpo que la emite, y en que no hay ni puede haber fenómeno que permita averiguar si un cuerpo está en reposo o se mueve con movimiento rectilíneo y uniforme. Microsoft® Encarta® 2009. © 1993-2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Subjetivismo. m. Predominio de lo subjetivo. Microsoft® Encarta® 2009. © 1993-2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Esoterismo Esoterismo, en términos generales, serie de conocimientos cerrados y ocultos para la mayoría de las personas, pero accesibles para los ya iniciados. En un sentido más estricto, es el conjunto de enseñanzas, doctrinas o técnicas simbólicas destinadas a unos cuantos iniciados que deben buscar lo que hay más allá de lo externo, es decir, lo interno, lo que permanece oculto. El adjetivo esotérico lo aplicó por primera vez Clemente de Alejandría en el año 208 de nuestra era refiriéndose a las enseñanzas que Aristóteles impartía a sus discípulos ya instruidos. Sin embargo, todos aquellos discursos que fueron recogidos en un lenguaje común y destinados al público se denominaron exotéricos. El concepto esoterismo proviene, pues, del adjetivo esotérico, mientras que exoterismo es lo abierto, lo que no requiere ningún conocimiento previo. Algunas prácticas exigían una manera de ser —en cuerpo y alma— que adoptara una forma diferente de aproximarse al mundo: desde el interior y buscando la metafísica de las cosas, es decir, ir más allá de lo físico. La alquimia o el druidismo serían casos de esoterismo: ambos exigen una serie de conocimientos ocultos que se proyectan hacia la búsqueda de algo alejado de los sentidos físicos. Al mismo tiempo, el esoterismo rechaza por naturaleza que esos conocimientos se divulguen, ya sea porque hay que preservar el secreto (el arcano) para que no se envilezcan y pierdan su valor, por seguridad (para no exponerse a los peligros de los experimentos de la alquimia), o por razones políticas (para no ser perseguidos debido a las prácticas heréticas —véase Herejía). 21 El esoterismo exige, en resumen, la ocultación y el secreto, y es contrario a la propaganda que pretenden las religiones o las filosofías que buscan adeptos. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Gnosticismo 1 INTRODUCCIÓN Gnosticismo (del griego gnosis, 'conocimiento revelado'), movimiento religioso esotérico que floreció durante los siglos II y III y supuso un desafío para la cristiandad ortodoxa. La mayoría de las sectas gnósticas profesaban el cristianismo, pero sus creencias eran diferentes a las de la mayoría de los cristianos de los primeros tiempos de la Iglesia. Para sus seguidores el gnosticismo prometía un conocimiento secreto del reino divino. Chispas o semillas del Ser Divino cayeron desde este reino transcendental hasta el universo material, que es malo en su totalidad, y fueron encarceladas en los cuerpos humanos. El conocimiento podría volver a despertar a esos elementos divinos que de este modo volverían a su propia casa en el reino espiritual. 2 ORÍGENES Los textos gnósticos no revelan nada de la historia de las sectas y de las vidas de sus maestros más importantes. En consecuencia, la historia del movimiento tiene que deducirse de las tradiciones reflejadas en los textos opuestos al gnosticismo. No se ha resuelto la cuestión de si este movimiento se desarrolló primero como una doctrina no cristiana independiente, pero lo cierto es que las sectas paganas gnósticas existieron. La mitología gnóstica puede haber nacido de la especulación judía establecida en Siria y Palestina a finales del siglo I, que a su vez recibió la influencia de las religiones dualistas persas, de modo preponderante del zoroastrismo. Hacia el siglo II, los maestros gnósticos cristianos habían sintetizado esta mitología con la especulación metafísica platónica y algunas tradiciones cristianas heréticas. Los gnósticos cristianos más importantes fueron Valentín y su discípulo Tolomeo, que fueron influyentes en la Iglesia de Roma durante el siglo II. Todos ellos, a la vez que seguían formando parte de la comunidad cristiana, se reunían en pequeños grupos para practicar sus enseñanzas y rituales secretos. 3 MITOLOGÍA Para explicar el origen del universo material, los gnósticos desarrollaron una complicada mitología. Del Dios original no cognoscible se habían generado por emanación una serie de divinidades menores; la última de estas divinidades, Sofia (sabiduría), manifestó el deseo de conocer al Ser Supremo no cognoscible. De este deseo ilegítimo nació un dios deforme y malvado, un demiurgo que creó el universo. Las chispas divinas que moraban en la humanidad habían sido enviadas por Dios para su redención. Los gnósticos identificaban el dios mal con el Dios del Antiguo Testamento, al que consideraron como el esfuerzo de ese dios para mantener a la humanidad sumergida en la ignorancia y el mundo material, y para castigarla por su intento 22 de alcanzar el conocimiento. Fue siguiendo esa idea como interpretaron la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, el diluvio y la destrucción de Sodoma y Gomorra. 4 GNOSTICISMO Y CRISTIANISMO A pesar de que muchos gnósticos se consideraban a sí mismos cristianos, algunas sectas asimilaron sólo los elementos menores del cristianismo en un conjunto de textos gnósticos no cristianos. Los cristianos gnósticos se negaban a identificar el Dios del Nuevo Testamento, el Padre de Cristo, con el Dios del Antiguo Testamento, y elaboraron una interpretación no ortodoxa del ministerio de Jesús; así, escribieron evangelios apócrifos (como los evangelios de Tomás y de María) para justificar su afirmación de que Jesús expuso a sus discípulos la verdadera interpretación gnóstica de sus enseñanzas: Cristo, el espíritu divino, habitó el cuerpo del hombre Jesús pero no murió en la cruz, sino que ascendió al reino divino del cual había venido. Los gnósticos rechazaban así el sufrimiento, la muerte expiatoria de Jesús así como la resurrección del cuerpo terrenal. También rechazaban otras interpretaciones literales y tradicionales del Evangelio. 5 RITOS Algunas sectas gnósticas rechazaron todos los sacramentos; otras conservaron el bautismo y la eucaristía, interpretándolos como signos del despertar de la gnosis. Otros ritos gnósticos estaban destinados a facilitar la ascensión del elemento divino desde el alma humana hasta el reino espiritual. Se recitaban himnos y fórmulas mágicas para ayudar a alcanzar una visión de Dios; otras fórmulas se recitaban en el momento de la muerte para impedir que los demonios pudieran capturar el espíritu ascendente y encarcelarlo de nuevo en un cuerpo. En la secta de Valentín se practicaba un rito especial, llamado la cámara nupcial, para celebrar la reunión del espíritu perdido con su parte celestial. 6 ÉTICA Las enseñanzas éticas de los gnósticos iban desde el ascetismo hasta el libertinaje. La doctrina de que el cuerpo y el mundo material son malos llevó a algunas sectas a renunciar al matrimonio y a la procreación. Otros gnósticos los mantuvieron porque sus almas eran totalmente ajenas a este mundo, y no importaba lo que en él hicieran. Los gnósticos rechazaron en general los mandamientos morales del Antiguo Testamento a los que consideraron parte de los esfuerzos del dios del mal para atrapar a la humanidad. 23 7 FUENTES La mayor parte del conocimiento que se tiene del gnosticismo viene de los textos cristianos opuestos a este movimiento de los siglos II y III, que aportan las únicas citas en griego de los textos gnósticos originales. La mayoría de los textos gnósticos que han sobrevivido están en copto, lengua a la que fueron traducidos cuando los gnósticos se fueron a Egipto a finales del siglo II y III. En 1945 un campesino egipcio encontró 12 códices que contenían más de 50 escritos gnósticos en copto cerca de Nag-Hammadi; se ha determinado que estos códices fueron copiados en el siglo IV en los monasterios de la región. No se sabe si los monjes eran gnósticos, si estuvieron interesados por la naturaleza ascética de los escritos, o si habían reunido los textos dentro de un estudio más completo de la herejía. 8 HISTORIA POSTERIOR Hacia el siglo III el gnosticismo empezó a sucumbir ante la oposición y persecución de los cristianos ortodoxos. En parte como reacción a la herejía gnóstica, la Iglesia reforzó su organización centralizando la autoridad en la figura del obispo, que redobló esfuerzos para suprimir a los gnósticos organizados de una forma precaria. Además, conforme la teología y la filosofía ortodoxas cristianas se fueron desarrollando, las primeras enseñanzas mitológicas gnósticas empezaron a parecer raras y toscas. Tanto los teólogos cristianos como el filósofo neoplatónico del siglo III Plotino atacaron la idea gnóstica de que el mundo material es malo en esencia. Los cristianos defendieron su identificación del Dios del Nuevo Testamento con el Dios del judaísmo y su creencia en que el Nuevo Testamento es el único conocimiento revelado. El desarrollo del misticismo cristiano y el ascetismo satisficieron la mayoría de los impulsos que habían dado lugar al gnosticismo y muchos gnósticos se convirtieron a las creencias ortodoxas. A finales del siglo III, el gnosticismo como movimiento diferenciado, parecía haber desaparecido. 9 GRUPOS SUPERVIVIENTES Una pequeña secta gnóstica no cristiana, los mandeos, existe todavía en Irak e Irán aunque no está claro que formen parte del movimiento gnóstico original. A pesar de que las sectas antiguas no han sobrevivido, periódicamente han reaparecido aspectos del mundo gnóstico bajo numerosas formas: la antigua religión dualista llamada maniqueísmo y las herejías medievales de los albigenses, los bogomilos, los paulicianos; la filosofía judía mística medieval conocida como la cábala; la especulación mística en torno a la alquimia del renacimiento; la teosofía del siglo XIX; el existencialismo y el nihilismo del siglo XX, y los escritos del psicólogo suizo del siglo XX Gustav Carl Jung. La esencia del gnosticismo ha mostrado ser muy perdurable: la idea de que el espíritu interior de la humanidad tiene que ser liberado de un mundo que es por su propia naturaleza engañoso, opresivo y malo. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. 24 Agnosticismo Agnosticismo, doctrina que afirma que la existencia de Dios y otros seres espirituales no es ni segura ni imposible. El término, derivado del griego agnostikos (no conocido), fue introducido en inglés en el siglo XIX por el biólogo británico Thomas Henry Huxley. La postura agnóstica se diferencia tanto del teísmo, que afirma la existencia de tales seres, como del ateísmo, que niega su existencia. Aunque considerada como una forma de escepticismo, el agnosticismo es más limitado en su ámbito, puesto que niega la fe en creencias metafísicas y teológicas más que en todas las creencias. El fundamento del agnosticismo moderno está en las obras del filósofo escocés David Hume y del filósofo alemán Immanuel Kant, quienes señalaron las falacias lógicas de los argumentos tradicionales para explicar la existencia de Dios y del alma. Como el agnosticismo, el empirismo, también conocido como positivismo lógico, rechaza tanto el ateísmo como el teísmo, y mantiene que las afirmaciones metafísicas no tienen sentido. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Ateísmo Ateísmo (del griego, a, no; theos, Dios), doctrina que niega la existencia de la divinidad. El ateísmo se diferencia con claridad del agnosticismo, doctrina que afirma que la existencia de una deidad nunca podrá ser probada o refutada. Mucha gente ha sido llamada atea de forma impropia sólo porque rechazaba alguna creencia popular en la trascendencia. Para los romanos, los primitivos cristianos eran ateos porque negaban a los dioses romanos. Los partidarios de varios grupos cristianos han aplicado el término a cualquiera poco dispuesto a aceptar los dogmas de su doctrina. Así, un librepensador, como el filósofo francés y escritor Jean-Jacques Rousseau, el escritor francés Voltaire, o el filósofo político anglo-americano y escritor Thomas Paine, aunque suscrito a una forma de deísmo, pueden con frecuencia ser considerados como ateos. La filosofía sankhya, uno de los grandes sistemas del pensamiento hindú, el budismo y el jainismo han sido todos descritos como doctrinas ateas porque todas ellas niegan un dios personal. Con el desarrollo del conocimiento científico y la consecuente explicación del fenómeno formalmente considerado sobrenatural, el ateísmo se ha convertido en una tendencia filosófica más natural y aceptada. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. 25 Empirismo Empirismo, en filosofía occidental, doctrina que afirma que todo conocimiento se basa en la experiencia, mientras que niega la posibilidad de ideas espontáneas o del pensamiento a priori. Hasta el siglo XX, el término empirismo se aplicaba a la idea defendida sobre todo por los filósofos ingleses de los siglos XVII, XVIII y XIX. De estos filósofos ingleses, John Locke fue el primero en dotarlo de una expresión sistemática, aunque su compatriota, el filósofo Francis Bacon, había anticipado algunas de sus conclusiones. Entre otros empiristas también se cuentan David Hume y George Berkeley. Opuesto al empirismo es el racionalismo, representado por pensadores como el francés René Descartes, el holandés Baruch Spinoza y los filósofos de los siglos XVII y XVIII Gottfried Wilhelm Leibniz y Christian von Wolff. Los racionalistas afirman que la mente es capaz de reconocer la realidad mediante su capacidad para razonar, una facultad que existe independiente de la experiencia. El pensador alemán Immanuel Kant intentó lograr un compromiso entre el empirismo y el racionalismo, restringiendo el conocimiento al terreno de la experiencia, a posteriori, y por ello coincidía con los empiristas, pero atribuía a la mente una función precisa al incorporar las sensaciones en la estructura de la experiencia. Esta estructura podía ser conocida a priori sin recurrir a métodos empíricos, y en este sentido Kant coincidía con los racionalistas. En los últimos años, el término empirismo ha adquirido un significado más flexible, y ahora es utilizado en relación con cualquier sistema filosófico que extrae todos sus elementos de reflexión de la experiencia. En Estados Unidos William James llamó a su filosofía empirismo radical y John Dewey acuñó el término de empirismo inmediato para definir y describir su noción de la experiencia. El término leyes empíricas se aplica a aquellos principios que expresan las relaciones que, según se aprecia, existen entre los fenómenos, sin que impliquen la explicación o causa de los fenómenos mismos. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Reforma 1 INTRODUCCIÓN Reforma, movimiento religioso surgido en el siglo XVI en el ámbito de la Iglesia cristiana, que supuso el fin de la hegemonía de la Iglesia católica y la instauración de distintas iglesias ligadas al protestantismo. La Reforma, precedida por la cultura del renacimiento y, de alguna forma, seguida por la Revolución Francesa, alteró por completo el modo de vida de Europa occidental e inició la edad moderna. Aunque se inició a principios del siglo XVI, cuando Martín Lutero desafió la autoridad papal, las circunstancias que condujeron a esa situación se remontan a fechas anteriores y conjugan complejos elementos doctrinales, políticos, económicos y culturales. 26 2 CONDICIONES QUE PRECEDIERON A LA REFORMA A partir de la revitalización que vivió el Sacro Imperio Romano Germánico desde que Otón I el Grande se convirtiera en emperador en el 962, los papas y emperadores se vieron involucrados en una continua contienda por la supremacía en los asuntos temporales y terrenales. Este conflicto concluyó, a grandes rasgos, con la victoria del Papado, pero creó profundos antagonismos entre Roma y el Imperio, que aumentaron durante los siglos XIV y XV. La animosidad provocada por los impuestos papales y por la sumisión a los delegados pontificios se extendió a otras zonas de Europa. En Inglaterra, el principio del movimiento para lograr una independencia absoluta de la jurisdicción papal empezó con la promulgación de los estatutos de Mortmain (1279), Provisors (1351) y Praemunire (1393), que redujeron, en gran medida, el poder de la Iglesia en el control del gobierno civil sobre las tierras, en el nombramiento de cargos eclesiásticos y en el ejercicio de la autoridad judicial. El reformador religioso inglés del siglo XIV John Wycliffe atacó con audacia al propio Papado, arremetiendo contra la venta de indulgencias, las peregrinaciones, la excesiva veneración a los santos y los bajos niveles morales e intelectuales de los sacerdotes. Para hacer llegar sus ideas a individuos de cualquier extracción social, tradujo la Biblia al inglés y comenzó a predicar en esta lengua y no en latín. Sus enseñanzas se extendieron a Bohemia, donde encontraron un fuerte partidario en Jan Hus. La ejecución de Hus por herejía, en 1415, desencadenó casi de inmediato el estallido de las denominadas Guerras Husitas, que revelaron una violenta expresión del nacionalismo bohemio nunca suprimido por completo, a pesar de las duras campañas represivas emprendidas por las fuerzas combinadas del Emperador y del Papa. Estas luchas fueron precursoras de la guerra civil religiosa que tuvo lugar en Alemania ya en tiempos de Lutero. En Francia, en 1516, un concordato entre el Rey y el Papa puso a la Iglesia francesa, de forma sustancial, bajo la autoridad regia. Los concordatos firmados con otras monarquías nacionales también prepararon el camino para la aparición de iglesias nacionales. Ya en el siglo XIII, el Papado se había hecho vulnerable a los ataques y reproches de los reformistas, debido a la codicia, inmoralidad e ignorancia de muchos de sus miembros en todas las esferas de su jerarquía. Las extensas posesiones de la Iglesia, libres de cargas, que constituían, según cálculos diversos, entre una quinta y una tercera parte de todas las tierras de Europa, estimularon el resentimiento por parte del campesinado. La llamada cautividad de Babilonia que vivieron los papas durante el siglo XIV, cuando tuvieron su sede en Aviñón, y el consiguiente Gran Cisma de Occidente, provocaron graves perjuicios en la autoridad de la Iglesia y dividieron a sus partidarios en seguidores de uno u otro papa. Los miembros de la Iglesia reconocieron la necesidad de afrontar una reforma interna. En el Concilio de Constanza (14141418) se debatieron ambiciosos programas que proponían la reorganización de la totalidad jerárquica, pero ningún proyecto consiguió un apoyo mayoritario y no se instituyó ningún cambio radical. El humanismo, la revitalización de la formación clásica y la inquietud doctrinal y especulativa, que comenzaron a desarrollarse en el siglo XV en Italia, desplazaron al escolasticismo como filosofía principal en Europa occidental y privaron a los líderes de la Iglesia del monopolio sobre la enseñanza que antes habían ostentado. Los miembros legos estudiaban literatura antigua y eruditos de la categoría del humanista italiano Lorenzo Valla evaluaron de forma crítica las 27 traducciones de la Biblia y otros documentos que eran la base del dogma y de la tradición de la Iglesia. La invención de la imprenta con tipos de metal móviles incrementó en gran medida la circulación de los libros y extendió las ideas de renovación espiritual por toda Europa. Los humanistas que vivían fuera de Italia, como Erasmo de Rotterdam en los Países Bajos, John Colet y Tomás Moro en Inglaterra, Johann Reuchlin en Alemania y Jacques Lefèvre d’Étaples en Francia, aplicaron nuevas normas a la evaluación de las prácticas de la Iglesia y al desarrollo de un conocimiento más preciso de las Escrituras. Estos eruditos estudios sentaron las bases sobre las que Martín Lutero y Juan Calvino reivindicaron que la única autoridad religiosa posible era el juicio individual aplicado al estudio de la Biblia. 3 MOVIMIENTOS NACIONALES La Reforma protestante fue emprendida en Alemania por Lutero en 1517, al publicar sus 95 Tesis, que desafiaban la teoría y la práctica de las indulgencias papales. 3.1 Alemania y la Reforma luterana Las autoridades papales ordenaron a Lutero que se retractara y se sometiera a la autoridad de la Iglesia, pero él replicó con mayor radicalidad, haciendo un llamamiento a la reforma, atacando el sistema sacramental y recomendando que la religión se mantuviera en la fe individual basada en las normas contenidas en la Biblia. Amenazado de excomunión por el Papa, Lutero quemó ante sus seguidores, en la plaza pública, la bula o decreto papal de excomunión y con ella un volumen de la ley del canon. Este acto de desafío simbolizaba una ruptura definitiva con todo el sistema de la Iglesia católica. En un intento por frenar las revueltas, el emperador Carlos V y los príncipes alemanes y eclesiásticos se reunieron en 1521 en la Dieta de Worms e instaron a Lutero a retractarse. Éste se negó una vez más y fue declarado fuera de la ley. Durante casi un año permaneció escondido, escribiendo panfletos en los que exponía sus principios y traduciendo el Nuevo Testamento al alemán. Aunque sus obras habían sido prohibidas por edicto imperial, fueron distribuidas en público y se convirtieron en poderosos instrumentos para hacer de las grandes ciudades alemanas importantes centros del luteranismo. El movimiento reformista se extendió vertiginosamente entre el pueblo, y cuando Lutero abandonó su retiro, fue recibido en su casa en Wittenberg como un líder revolucionario. Los territorios alemanes del Imperio se habían dividido, de forma inapelable, por motivos religiosos y económicos. Aquellos que estaban más interesados en preservar el orden tradicional, como el Emperador, algunos príncipes y el alto clero, apoyaron a la Iglesia católica. El luteranismo estaba apoyado, principalmente, por los príncipes del norte de Alemania, el bajo clero, los comerciantes y amplios sectores del campesinado, que aprovecharon la situación como una oportunidad para obtener una mayor independencia tanto de las esferas religiosas como de las económicas. Las Guerras Campesinas (1524-1526) fueron un reflejo de esta tentativa. Los campesinos intentaron mejorar su mísera situación económica y, así, sus reivindicaciones, que contenían algunos puntos defendidos por Lutero desde el punto de vista religioso, invocaban la emancipación del número de servicios reclamado por los terratenientes, tanto seglares como eclesiásticos. Lutero desaprobó la utilización de sus doctrinas para justificar una revuelta social y, aunque en un principio procuró buscar una salida pacífica al conflicto, pronto se volvió contra los campesinos y en su panfleto Contra las hordas de campesinos asesinos y ladrones (1525), les 28 condenó por recurrir a la violencia. Esto le valió ganarse el apoyo de numerosos miembros de la nobleza. Los campesinos fueron derrotados, pero la escisión producida entre los católicos y los luteranos se incrementó. En 1526 se alcanzó un mínimo compromiso, al conceder el Emperador que los estados reglamentasen, sólo en sus dominios, la cuestión religiosa. En la Dieta de Spira (1529), la mayoría católica logró revocar el anterior acuerdo, lo que hizo que los luteranos elevaran hasta el Emperador su más enérgica protesta. Desde entonces se les empezó a llamar protestantes, denominación que, posteriormente, se extendió a todos los grupos reformistas opuestos al dirigismo de Roma. En 1530, el erudito y reformista religioso alemán Philip Melanchthon concibió un estatuto de la fe y los dogmas luteranos, conocido como Confesión de Augsburgo, que fue sometida al emperador Carlos V y a la facción católica. Aunque no consiguió reconciliar las diferencias entre los católicos y los luteranos, se estableció como fundamento y credo de la nueva Iglesia luterana. Las guerras contra Francia y los turcos impidieron durante un tiempo que Carlos V dirigiera sus ejércitos contra los luteranos. Pero en 1546 el Emperador quedó libre de compromisos internacionales y, tras aliarse con varios príncipes alemanes como el duque Mauricio de Sajonia, declaró la guerra a la Liga de Esmalcalda, constituida por los príncipes protestantes. Las fuerzas católicas tuvieron éxito al principio, derrotando a los protestantes en la batalla de Mühlberg. No obstante, tras pasarse Mauricio de Sajonia a las filas protestantes, obligó a Carlos V a firmar la paz. Este conflicto, motivado por cuestiones religiosas y que terminó por convertirse en una guerra civil entre los distintos príncipes del Imperio, terminó con la Paz de Augsburgo (1555). Sus términos declaraban que cada uno de los príncipes del Imperio podría elegir entre el catolicismo y el luteranismo como religión de su territorio, a la que deberían adscribirse todos sus súbditos. El luteranismo, profesado por casi la mitad de la población alemana, consiguió finalmente ser reconocido de modo oficial. De tal manera que el antiguo concepto de comunidad cristiana, unida en el terreno religioso en Europa occidental bajo la suprema autoridad del papa, fue desbancado. 3.2 Escandinavia En los países escandinavos, la Reforma tuvo lugar de forma pacífica a la vez que el luteranismo se extendía hacia el norte desde Alemania. Las monarquías de Dinamarca y Suecia patrocinaron el movimiento reformista y rompieron por completo con el Papado. En 1536, una asamblea nacional celebrada en Copenhague abolió la autoridad de los obispos católicos en toda Dinamarca. En este mismo sentido, Cristián III, rey de Dinamarca y Noruega, instó a Johann Bugenhagen, reformador religioso alemán y amigo de Lutero, para que organizara una Iglesia nacional luterana en Dinamarca, siguiendo las premisas de la Confesión de Augsburgo. En Suecia, los hermanos Olaus y Laurentius Petri dirigieron el movimiento encaminado a adoptar el luteranismo como religión oficial del Estado, lo que ocurrió en 1529 con el apoyo del rey Gustavo I Vasa y la Asamblea nacional sueca. 29 3.3 Suiza El temprano movimiento reformador suizo, contemporáneo del alemán, fue conducido por el teólogo Ulrico Zuinglio, quien en 1518 efectuó una vigorosa denuncia de la venta de indulgencias. Zuinglio expresó su oposición a los abusos de la autoridad eclesiástica mediante sermones y discursos públicos en la plaza del mercado y ante el Consejo de la ciudad de Zurich. Al igual que ya manifestó Lutero, Zuinglio consideraba la Biblia como única fuente de autoridad moral y se esforzó por eliminar todas aquellas fórmulas y costumbres católicas no fundamentadas en las Escrituras. Desde 1523 hasta 1525, bajo su liderazgo, en Zurich fueron quemadas reliquias, prohibidas las procesiones, así como la adoración a las imágenes y a los santos, liberados los sacerdotes y monjes de sus votos de celibato y reemplazada la misa por un rito eucarístico más sencillo. Estos cambios, mediante los que la ciudad se rebeló contra la Iglesia católica, fueron realizados por medio de medidas legales adoptadas en votaciones del Consejo de Zurich. Los principales defensores de estas innovaciones, los comerciantes, expresaron así su independencia de la Iglesia de Roma y del Sacro Imperio. Otras ciudades suizas, como Basilea y Berna, adoptaron reformas análogas, mientras que el conservador campesinado de otros cantones se mantuvo fiel al catolicismo. Al igual que en Alemania, la autoridad del gobierno central era demasiado débil para reforzar la conformidad religiosa y prevenir la guerra civil. Estallaron dos breves conflictos entre los cantones protestantes y los católicos en 1529 y en 1531. En el segundo de éstos, que tuvo lugar en Kappel, Zuinglio fue asesinado. Tras establecerse la paz, cada cantón fue autorizado a elegir su religión. El catolicismo prevaleció en las regiones montañosas del país y el protestantismo en las grandes ciudades y valles fértiles. Esencialmente, esta misma división persiste hoy en día. En la generación que sucedió a la de Lutero y Zuinglio, la figura dominante de la Reforma fue Juan Calvino, teólogo protestante francés que huyó de la persecución religiosa en su país y, en 1536, se estableció en la nueva e independiente República de Ginebra. Calvino lideró la estricta instauración de las medidas de reforma instituidas tiempo atrás por el Consejo de la ciudad de Ginebra e insistió en promulgar otras nuevas, incluyendo el canto de los salmos congregacionales como parte del culto eclesiástico, la enseñanza del catecismo y la confesión de fe de los niños, el establecimiento de una severa disciplina moral en la comunidad por parte de pastores y miembros de la Iglesia y la excomunión de pecadores notables. La organización de la Iglesia de Calvino se inspiraba en modelos democráticos e incorporó ideas de gobierno representativo. Pastores, profesores, presbíteros y diáconos fueron elegidos para ocupar puestos oficiales por los miembros de la congregación. Aunque la Iglesia y el Estado estaban oficialmente separados, lo cierto es que cooperaban de forma tan estrecha que Ginebra era de hecho una teocracia. Para reforzar la disciplina de la moral, Calvino instituyó una rígida inspección de conducta familiar y organizó un consistorio, compuesto de pastores y legos, con grandes poderes sobre la comunidad. El vestido y comportamiento personal de los ciudadanos estaban prescritos hasta el más mínimo detalle. Bailar, jugar a las cartas, a los dados y otras diversiones quedaron prohibidas, mientras que la blasfemia y la obscenidad fueron castigadas con severidad. Bajo este rígido régimen, los disidentes fueron perseguidos e incluso condenados a muerte. Tal fue el caso del humanista español Miguel Servet. Para animar a la lectura y comprensión de la Biblia, se proporcionó a todos los ciudadanos una educación elemental. En 1559, Calvino fundó una universidad en 30 Ginebra que fue famosa por la formación de pastores y profesores. Más que ningún otro reformador, Calvino organizó las diversas interpretaciones del pensamiento protestante en un sistema claro y lógico. La difusión de sus obras, su influencia como pedagogo y su gran habilidad para estructurar la Iglesia y el Estado en los términos de la Reforma, despertaron la atención internacional e imprimieron a las Iglesias reformadas de Suiza, Francia y Escocia, el profundo sello del calvinismo, tanto en la teología como en lo referente a su organización. 3.4 Francia La Reforma fue iniciada en Francia, a principios del siglo XVI, por un grupo de místicos y humanistas que se reunían en Meaux, cerca de París, bajo el liderazgo de Lefèvre d’Étaples. Como Lutero, Lefèvre d’Étaples estudió la Epístola a los romanos de san Pablo y fundamentó sobre esa lectura su creencia en la salvación por la sola fe individual; negó también el dogma de la transubstanciación. En 1523 tradujo el Nuevo Testamento al francés. En un principio, sus obras fueron bien recibidas por los representantes de la Iglesia y el Estado, pero conforme comenzaban a extenderse por Francia las doctrinas radicales de Lutero, la obra de Lefèvre d’Étaples fue considerada pareja de aquella y él y sus seguidores fueron declarados proscritos. Muchos protestantes influyentes huyeron de Francia y se asentaron en Suiza, hasta que consiguieron reforzarse en número y filosofía gracias al conocimiento de la reforma calvinista llevada a cabo en Ginebra. Más de 120 pastores educados en Ginebra por Calvino regresaron a Francia antes de 1567 para ganar prosélitos al protestantismo. En 1559, los delegados de 66 iglesias reformadas francesas se reunieron en un sínodo nacional que tuvo lugar en París, para redactar una confesión de fe y una regla disciplinaria basadas en las puestas en práctica en Ginebra. De ese modo se organizó la primera Iglesia nacional protestante de Francia. Sus miembros fueron conocidos como hugonotes. A pesar de todos los esfuerzos para suprimirlos, los hugonotes se convirtieron en una comunidad gigantesca y la división del país entre facciones protestantes y católicas condujo a las denominadas guerras de Religión francesas (1559-1598). Uno de los capítulos más trágicos de esta lucha fue la masacre de la Noche de San Bartolomé, durante la cual fueron asesinados un gran número de protestantes. Durante el reinado de Enrique IV los hugonotes se impusieron durante un breve periodo, pero, dado que más de una novena parte de los franceses seguía siendo católica, el rey pensó en la necesidad urgente de convertirse al catolicismo y afianzarse en el trono. Sin embargo, siguió protegiendo a sus seguidores hugonotes y proclamó, en 1598, el Edicto de Nantes, que otorgó la libertad religiosa parcial a los hugonotes. El Edicto fue revocado en 1685 por Luis XIV y el protestantismo fue, de hecho, erradicado del país. 3.5 Países Bajos El protestantismo fue bien acogido en los Países Bajos por la burguesía, clase social que se había desarrollado como tal durante la edad media. El emperador Carlos V, con mayor poderío militar en este territorio que en los territorios alemanes, intentó frenar la expansión de las doctrinas protestantes, quemando en las plazas públicas los libros de Lutero e instituyendo la Inquisición en 1522. Sin embargo, estas medidas no tuvieron éxito y, hacia mediados del siglo XVI, el protestantismo estaba muy asentado en las provincias septentrionales; las provincias 31 meridionales (en el actual territorio belga) permanecieron, de forma predominante, fieles al catolicismo. La mayoría de los neerlandeses se unieron al calvinismo, que sirvió para afianzar su nacionalismo contra sus dirigentes católicos españoles. La guerra de los Países Bajos se inició en 1566 y no finalizó hasta 1648, cuando España, en la Paz de Westfalia, reconoció de forma oficial como Estado independiente a las Provincias Unidas, nombre con el que se habían constituido las provincias del norte en 1579. 3.6 Escocia La Reforma surgió en Escocia entre algunos sectores de la población ya hostiles a la Iglesia católica. El clero católico ya había sido desacreditado en el siglo XV por los lolardos, seguidores de las doctrinas de John Wycliffe. Los mercaderes y la pequeña nobleza se mantuvieron muy activos para continuar con la reforma religiosa, que sirvió también como vehículo para conseguir la autodeterminación nacional y la independencia de Inglaterra y Francia. En consecuencia, el protestantismo se expandió con rapidez a pesar de las medidas represivas de la monarquía procatólica de Escocia. El primitivo movimiento religioso reformador, iniciado por líderes como el mártir Patrick Hamilton, se encontró de pronto bajo influencia luterana. La verdadera revolución, conseguida bajo el liderazgo de John Knox, discípulo de Calvino, implantó el calvinismo como religión nacional de Escocia. En 1560, Knox persuadió al Parlamento escocés para que adoptara una confesión de fe y un libro disciplinario siguiendo el modelo establecido en Ginebra. Con posterioridad, el Parlamento creó la Iglesia de Escocia, presbiteriana, y proporcionó fondos para su gobierno, que se sustituyó mediante sesiones de un kirk (iglesia) local y mediante una asamblea general que representaba a las iglesias locales de todo el país. María I Estuardo, reina católica de Escocia, intentó desbancar a la nueva iglesia protestante, pero después de una lucha de siete años, ella misma se vio obligada a abandonar el país. El calvinismo triunfó en Escocia, excepto en unos pocos distritos del norte, donde se impuso con fuerza el catolicismo, en particular entre las familias nobles. 3.7 Inglaterra La revuelta inglesa contra Roma se diferenció de las insurrecciones de Alemania, Suiza y Francia en dos aspectos. En primer lugar, Inglaterra era un Estado en el sentido moderno de la palabra, con un gobierno central fuerte; así pues, en vez de dividir el país en facciones regionales o partidos y desembocar en una guerra civil, la revuelta fue nacional, es decir que el rey y el Parlamento se unieron para transferir a aquél la jurisdicción eclesiástica que el papa había ejercido con anterioridad. En segundo lugar, mientras que en los países continentales la campaña para la reforma religiosa entre el pueblo precedió y causó la ruptura política con el Papado, en Inglaterra la escisión política se produjo primero como resultado de la decisión personal de Enrique VIII al divorciarse de su primera mujer, y el cambio en la doctrina religiosa tuvo lugar posteriormente durante los reinados de Eduardo VI e Isabel I. Enrique VIII deseaba divorciarse de su mujer, Catalina de Aragón, porque no le había dado un heredero varón y temía que esto supusiera el final de su dinastía. Su matrimonio con Catalina, que se hubiera considerado ilegal bajo la ley eclesiástica, puesto que ella era la viuda del hermano del rey, había sido permitido únicamente por dispensa papal. Enrique VIII adujo que la dispensa papal contravenía la ley eclesiástica y que el matrimonio era por lo tanto nulo. El Papa defendió la 32 validez de la dispensa y se negó a anular el matrimonio, tras lo cual Enrique pidió el consejo de reformadores, de nobles y de las facultades de las grandes universidades europeas. Ocho facultades universitarias apoyaron su petición. Zuinglio y el teólogo Oecolampadio también consideraron su matrimonio nulo, pero Lutero y Melanchthon lo consideraron legal. El rey aceleró el curso de los acontecimientos al casarse con Ana Bolena en 1533 y dos meses más tarde obtuvo del arzobispo de Canterbury su divorcio de Catalina. Enrique VIII fue excomulgado por el Papa, pero tomó represalias obteniendo en 1534 el permiso del Parlamento para aprobar un acta que nombraba al monarca y a sus sucesores jefes supremos de la Iglesia de Inglaterra, estableciendo así una Iglesia nacional anglicana independiente. Posteriores legislaciones suprimieron los ingresos papales y terminaron con su autoridad política y religiosa en Inglaterra. Entre 1536 y 1539 los monasterios fueron suprimidos y sus propiedades requisadas por el Estado. Enrique VIII no tenía interés en ir más allá de estos cambios, que eran motivados sobre todo por consideraciones políticas más que doctrinales. De hecho, para prevenir la expansión del luteranismo, obligó al Parlamento a aceptar en 1539 la promulgación de un conjunto de edictos conocidos como los Seis Artículos, que convirtió en herético el hecho de negar los principales dogmas teológicos del catolicismo medieval. La obediencia al Papado siguió considerándose, sin embargo, delito. En consecuencia, muchos luteranos fueron quemados por herejía y los católicos que se negaron a reconocer la supremacía eclesiástica del rey también fueron ejecutados. Bajo Eduardo VI, las doctrinas y prácticas protestantes aborrecidas por Enrique VIII fueron introducidas en la Iglesia anglicana. Los Seis Artículos fueron revocados en 1547 y los reformadores continentales, como el alemán Martin Bucero, fueron invitados a predicar en Inglaterra. En 1549, fue publicado el Libro de la Oración Común en lengua vernácula y considerado texto de uso obligatorio para dar unidad al servicio de la Iglesia anglicana. En 1552 se publicó un segundo Libro de Oración y se adoptó un nuevo credo de 42 artículos. Sin embargo, María I intentó restaurar el catolicismo como religión estatal y durante su reinado murieron en la hoguera muchos protestantes. Otros se trasladaron a países continentales, donde sus opiniones religiosas, a menudo, se radicalizaban a través del contacto con el calvinismo. Se llegó a un acuerdo final bajo Isabel I en 1563. El protestantismo fue restaurado, y se persiguió a los católicos. Los 42 artículos del credo anglicano, adoptados bajo Eduardo VI, quedaron reducidos a los actuales Treinta y nueve artículos. Este credo es protestante y más próximo al luteranismo que al calvinismo, pero la organización episcopal y ritual de la Iglesia anglicana es la misma, en esencia, que la de la Iglesia católica. Un gran número de personas en la época de Isabel I no consideraba a la Iglesia anglicana lo bastante reformada y opuesta a Roma. Fueron conocidos como disidentes o inconformistas y al final formaron o se convirtieron en miembros de numerosos grupos calvinistas como los presbiterianos, puritanos, separatistas y cuáqueros. 3.8 Grupos y sectas menores Además de las iglesias luterana, anglicana y el conjunto formado por las denominadas iglesias reformadas, creadas durante la Reforma, surgió un gran número de pequeñas sectas como consecuencia natural del rechazo protestante a la autoridad tradicional y la exaltación del criterio personal en materias religiosas y de conciencia. Una de las más destacadas, la de los anabaptistas, encontró muchos partidarios en toda Europa, en particular en Alemania, donde jugaron un papel importante en las Guerras Campesinas. Fueron perseguidos por los católicos al 33 igual que por los luteranos, los zuinglianos y otros grupos protestantes, y muchos de ellos fueron condenados a muerte. Otro destacado movimiento, el unitarismo, consiguió un considerable número de seguidores en Suiza, Alemania, Países Bajos y Polonia. 4 RESULTADOS DE LA REFORMA A pesar de la diversidad de las fuerzas reformadoras del siglo XVI, la Reforma tuvo resultados muy importantes allí donde triunfó. En general, el poder y las riquezas perdidas por algunos nobles y por la jerarquía católica pasaron a la clase media y a los monarcas. Varias regiones de Europa ganaron independencia política, religiosa y cultural. Incluso en países como Francia y lo que hoy es Bélgica, donde el catolicismo se mantuvo, se desarrolló un nuevo individualismo y nacionalismo en materia cultural y política. El énfasis protestante con respecto al juicio personal en el ámbito religioso aumentó el desarrollo de los gobiernos democráticos basados en la elección colectiva realizada por votantes individuales. La destrucción del sistema medieval favoreció a la banca y al comercio al eliminar las tradicionales restricciones religiosas y abrió el camino para el crecimiento del capitalismo moderno. Durante la Reforma, las lenguas nacionales y la literatura avanzaron en gran medida debido a la extensa difusión de la literatura religiosa escrita en las lenguas vernáculas en lugar del latín. La educación popular también fue estimulada gracias a las nuevas escuelas fundadas por Colet en Inglaterra, Calvino en Ginebra y los príncipes protestantes en Alemania. La religión ya no era tanto una parcela privilegiada del alto clero, sino una expresión directa de las creencias de la población. Sin embargo, la intolerancia religiosa no disminuyó y los enfrentamientos religiosos continuaron siendo frecuentes durante cerca de un siglo. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. La Biblia “…A TODO EL QUE ESCUCHE LAS PALABRAS DEL MENSAJE PROFETICO DE ESTE LIBRO LE ADVIERTO ESTO: SI ALGUNO LE AÑADE ALGO, DIOS LE AÑADIRA A EL LAS PLAGAS DESCRITAS EN ESTE LIBRO. Y SI ALGUNO QUITA PALABRAS DE ESTE LIBRO DE PROFECIA, DIOS LE QUITARA SU PARTE DEL ARBOL DE LA VIDA Y DE LA CIUDAD SANTA, DESCRITOS EN ESTE LIBRO…” (LIBRO DE APOCALIPSIS CAPITULO 22: 18-19) AGREGADO A ESTE ESTUDIO POR PARTE DEL MINISTERIO CRISTIANO MONTE MORIAH 1 INTRODUCCIÓN Biblia, también llamada Santa Biblia, libro sagrado o Escrituras, de judíos y cristianos. Sin embargo, las Biblias del judaísmo y del cristianismo difieren en varios aspectos importantes. La 34 Biblia judía son las escrituras hebreas, 39 libros escritos en su versión original en hebreo, a excepción de unas pocas partes que fueron redactadas en arameo. La Biblia cristiana consta de dos partes: el Antiguo Testamento y los 27 libros del Nuevo Testamento. Las dos principales ramas del cristianismo estructuran el Antiguo Testamento de modo algo diferente. La exégesis del Antiguo Testamento leída por los católicos es la Biblia del judaísmo más otros siete libros y adiciones (véase la tabla adjunta). Algunos de los libros adicionales fueron escritos en su versión primitiva en griego, al igual que el Nuevo Testamento. Por su parte, la traducción protestante del Antiguo Testamento se limita a los 39 libros de la Biblia judía. Los demás libros y adiciones son denominados apócrifos por los protestantes y libros deuterocanónicos por los católicos. El término Biblia llegó al latín del griego biblia o ‘libros’, forma diminutiva de byblos, el término para ‘papiro’ o ‘papel’ que se exportaba desde el antiguo puerto fenicio de Biblos. En la edad media, los libros de la Biblia eran considerados como una entidad unificada. 2 ORDEN DE LOS LIBROS El orden y el número de los libros es distinto entre las versiones judía, protestante y católica de la Biblia. La Biblia del judaísmo se divide en tres partes bien diferenciadas: la Torá, o Ley, también llamada libros de Moisés; Profetas, o Neviím, dividida en Profetas Antiguos y Profetas Posteriores; y Hagiográficos, o Ketuvim, que incluye Salmos, los libros sapienciales y literatura diversa. El Antiguo Testamento cristiano organiza los libros según su contenido: el Pentateuco, que se corresponde con la Torá; los libros históricos; los libros poéticos o sapienciales, y los libros proféticos. Hay quienes han percibido en esta organización una cierta sensibilidad en cuanto a la perspectiva histórica de los libros: primero, los relativos al pasado; a continuación, los que hablan del presente; por último, los orientados hacia el futuro. Las versiones protestante y católica del Antiguo Testamento ordenan los libros en la misma secuencia, aunque los protestantes incluyen sólo los libros que aparecen en la Biblia judía. El Nuevo Testamento incluye los cuatro Evangelios; los Hechos de los Apóstoles, que es la historia de los primeros tiempos del cristianismo; las Epístolas, o cartas, de Pablo y otros autores; y el Apocalipsis o Libro de la Revelación. Algunos libros identificados como epístolas — en particular la Epístola a los Hebreos— son en realidad tratados teológicos. 3 USO La Biblia es un libro religioso, no sólo en virtud de su contenido, sino también del uso que le dan cristianos y judíos. Se lee en la práctica totalidad de los servicios de culto público, sus palabras conforman la base de la predicación y la instrucción, y se emplea en el culto y estudio privados. El lenguaje de la Biblia ha moldeado y dado forma a las oraciones, liturgia e himnos del judaísmo y del cristianismo. Sin la Biblia, estas dos religiones habrían sido mudas. Tanto la importancia reconocida como la real de la Biblia difieren de una forma considerable entre las diversas subdivisiones del judaísmo y del cristianismo, aunque todos sus fieles le atribuyen un mayor o menor grado de autoridad. Muchos reconocen que la Biblia es la guía íntegra y suficiente para todos los asuntos de la fe y de su práctica; por su parte, otros respetan 35 la autoridad de la Biblia a la luz de la tradición o de la continuidad de la fe y de la práctica de la Iglesia desde los tiempos de los apóstoles. 4 INSPIRACIÓN BÍBLICA Los primeros cristianos heredaron del judaísmo una concepción de las Escrituras que daba por sentado que constituían una fuente autorizada. En un principio no se propuso ninguna doctrina formal acerca de la inspiración de las Escrituras, como es el caso del islam, que sostiene que el Corán fue dictado desde los cielos. Sin embargo, por lo general los cristianos creían que la Biblia contenía la palabra de Dios tal y como fue transmitida por su Espíritu: primero a través de los patriarcas y profetas y más tarde por boca de los apóstoles (véase Apocalipsis). De hecho, los autores de los libros del Nuevo Testamento aludieron a la autoridad de las Escrituras hebreas en apoyo de sus alegaciones con respecto a Jesucristo. La doctrina de la inspiración de la Biblia por el Espíritu Santo y de la infalibilidad de su contenido surgió en realidad durante el siglo XIX como respuesta al desarrollo de la crítica bíblica, estudios científicos que parecían poner en entredicho el origen divino de la Biblia. Esta doctrina sostiene que Dios es autor de la Biblia; por eso la Biblia es Su palabra. Los científicos bíblicos y los teólogos han propuesto numerosas teorías para explicar esta doctrina, que van desde un dictado verbal directo de las Escrituras por Dios, hasta una iluminación que ayudó al autor inspirado a comprender la verdad que expresaba, tanto si ésta era revelada como aprendida por la experiencia. 5 IMPORTANCIA E INFLUENCIA La importancia e influencia de la Biblia entre cristianos y judíos puede explicarse, en general, en términos externos e internos. La explicación externa es el poder de la tradición, de las costumbres y del credo: grupos religiosos que manifiestan estar guiados por la Biblia. En cierto sentido, el verdadero autor de las Escrituras es la comunidad religiosa, que las desarrolló, las reverenció, las utilizó y las canonizó (es decir, las incluyó en listas de libros bíblicos reconocidos de una forma oficial). Por otra parte, la explicación interna es lo que numerosos cristianos y judíos continúan sintiendo como poder del propio contenido de los libros bíblicos. El antiguo Israel y la primitiva Iglesia conocían muchos más textos religiosos que los que constituyen la Biblia actual. Sin embargo, los escritos bíblicos fueron venerados y utilizados por lo que decían y por cómo lo decían. Fueron canonizados con rango oficial porque la gran mayoría de los creyentes los utilizaba y creía en ellos. La Biblia es el auténtico documento fundamental del judaísmo y del cristianismo. Es de público conocimiento que la Biblia, en sus centenares de diferentes traducciones, es el libro de mayor difusión en la historia de la humanidad. Es más: en todas sus formas, la Biblia ha sido influyente hasta llegar a extremos insólitos, y no sólo entre las comunidades religiosas que la consideran sagrada y la reverencian. En especial, la literatura, el arte y la música del mundo occidental tienen una enorme deuda con los temas, motivos e imágenes de la Biblia. Algunas traducciones al inglés, como la así llamada “Biblia Autorizada” (o versión del rey Jacobo, 1611) o la traducción de la Biblia al alemán por Martín Lutero (terminada en 1534), no sólo influyeron en la literatura sino que también promovieron el desarrollo de ambos idiomas. Estos efectos siguen 36 vigentes en las naciones en proceso de formación, donde las traducciones de la Biblia a la lengua vernácula contribuyen a moldear las tradiciones lingüísticas futuras. 6 EL ANTIGUO TESTAMENTO Es notable que el cristianismo incluya dentro de su propia Biblia las escrituras íntegras de otra religión, el judaísmo. El término Antiguo Testamento (de la palabra latina para ‘alianza’) se aplicó a estas Escrituras sobre la base de las obras de Pablo y de otros primitivos cristianos, que diferenciaron entre la ‘Antigua Alianza’ que Dios estableció con Israel y la ‘Nueva Alianza’ sellada a través de Jesucristo (véase, por ejemplo, Heb. 8,7). Como la primitiva Iglesia creía en la continuidad de la historia y de la actividad divinas, incluyó en la Biblia cristiana los registros escritos de la antigua y de la nueva alianza. 6.1 Literatura del Antiguo Testamento El Antiguo Testamento puede considerarse desde numerosas y diversas perspectivas. Desde el punto de vista literario el Antiguo Testamento (de hecho, la Biblia entera) constituye una antología, una colección de muchos libros diferentes. No es en absoluto un libro unificado por lo que respecta a sus autores, su fecha de composición o su estilo literario. Por el contrario, representa una auténtica biblioteca. En general los libros del Antiguo Testamento y las partes que los componen pueden clasificarse como narraciones, obras poéticas, escritos proféticos, códices legales o apocalipsis. En su mayoría, se trata de categorías amplias que incluyen diversos tipos o géneros diferentes de literatura y tradiciones orales. Ninguna de estas categorías se limita al Antiguo Testamento, ya que puede hallarse en otras literaturas antiguas, en especial la del Oriente Próximo. Sin embargo, es necesario subrayar que algunos estilos no quedaron al fin incluidos en el Antiguo Testamento. Las cartas o epístolas, tan importantes en el Nuevo Testamento, no se encuentran en el Antiguo en forma de libros separados (a excepción de la Carta de Jeremías en algunas tradiciones manuscritas). No es posible hallar tampoco autobiografías, dramas ni sátiras. Sorprende de una forma especial el hecho de que la mayor parte de los libros del Antiguo Testamento contiene varios géneros literarios. Por ejemplo, el Éxodo incluye narraciones, leyes y poesía; la mayoría de los libros proféticos incorporan narraciones y poesía, además de los géneros proféticos como tales. 6.1.1 Narraciones Tanto en su contexto como en su contenido, la gran mayoría de los libros del Antiguo Testamento son narraciones, es decir, recogen y refieren los acontecimientos del pasado. Si tienen, como casi todos, una trama (o al menos el desarrollo de una tensión y su resolución), una caracterización de los personajes y una descripción del escenario en el que se producen los acontecimientos, son relatos. Por otra parte, muchas obras narrativas del Antiguo Testamento son historias, aunque no se ajusten a la definición científica del término. Una historia es una narración escrita del pasado guiada por los hechos, en la medida en que el autor pueda determinarlos e interpretarlos, y no por consideraciones estéticas, religiosas o de otra índole. 37 Las narraciones históricas del Antiguo Testamento son obras más populares que críticas, ya que los autores recurrieron a menudo a tradiciones orales, algunas de ellas poco fiables, para escribir sus relatos. Además, todas las narraciones se compusieron con un propósito religioso. Pueden, en consecuencia, llamarse historias de salvación, ya que su propósito es demostrar cómo participó Dios en los acontecimientos humanos. Ejemplos de dichas obras son la Historia deuteronomística (desde el Deuteronomio hasta el 1 y 2 Reyes), el Tetrateuco (desde el Génesis hasta el libro de los Números) y la Historia del Cronista (1 y 2 Crónicas, Esdras y Nehemías). La así llamada Historia de la sucesión del trono de David (2 Sam. 9-20, 1 Re. 1-2) es la narración bíblica que más se acerca al concepto moderno de la historia. El autor presta atención a los detalles de los eventos y personajes históricos e interpreta el curso de los acontecimientos a la luz de las motivaciones humanas. No obstante, puede intuirse la intervención divina en el trasfondo de los textos. Otros libros narrativos son: Rut, un breve episodio; Jonás, un relato didáctico; y Ester, una novela histórica o una leyenda festiva. Es probable que estos libros tengan su origen en cuentos populares o leyendas. En los libros deuterocanónicos pueden encontrarse algunos relatos didácticos: Tobías, Judit, Susana y Bel y el dragón. En los libros del Antiguo Testamento pueden hallarse muchos de estos y otros géneros narrativos. El Génesis, como la mayoría de las demás obras narrativas, está compuesto de diversos relatos individuales, muchos de los cuales circulaban de forma oral e independiente. Las historias patriarcales del Génesis (11-50) han sido denominadas leyendas, sagas y, con mayor precisión, sagas familiares. Muchas de ellas son etiológicas, es decir, que explican un lugar, una práctica o un nombre en términos de su origen. 6.1.2 Obras poéticas Entre los libros poéticos del Antiguo Testamento se incluyen Salmos, Job, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares (canónicos), Eclesiástico (deuterocanónico) y Plegaria de Manasés (apócrifo). Sabiduría tiene mucho en común con los libros poéticos sapienciales, aunque no es poesía. La mayoría de los libros proféticos están escritos de acuerdo con las reglas líricas hebreas, aunque son lo bastante distintos como para que puedan ser diferenciados. 6.1.2.1 Características generales La poesía hebrea tiene dos características principales, una fácil de reconocer incluso en una traducción, y una segunda más difícil de discernir. La característica más obvia es el uso del parallelismus membrorum o paralelismo de versos u otras partes. Por ejemplo, el significado de un versículo puede reformularse o repetirse en un segundo versículo, como en Sal. 6,1: “Yahvé, no me corrijas en tu cólera, en tu furor no me castigues”. Se trata, como resulta obvio, de sinónimos. Por otra parte, la segunda línea de la unidad puede exponer el aspecto negativo de la aseveración de la primera, como en Prov. 15,1: “Una respuesta suave calma el furor, una palabra hiriente aumenta la ira”. En otros casos, la segunda línea puede ampliar o explicar la primera y en otras circunstancias el paralelismo es pura formalidad. Una importante ventaja de la mayoría de las traducciones modernas de la Biblia es que mantienen la forma poética del hebreo, permitiendo al lector disfrutar y comprender la estructura del original. 38 La otra característica importante de la poesía hebrea es el ritmo, que parece haberse basado en el número de acentos en cada línea. Una de las métricas más fáciles de reconocer es la de la kiná (endecha o lamentación), en la que la primera línea tiene tres sílabas acentuadas y la segunda, dos. Los libros poéticos abarcan una gran diversidad de géneros. Los más difundidos son los diversos cantares de adoración (Salmos) y la poesía sapiencial. Además, la Biblia incluye un libro de poesía amorosa, el Cantar de los Cantares. 6.1.2.2 Poesía lírica La literatura cultual (del culto religioso) de Israel era poesía lírica; es decir, poesía pensada para ser cantada. La mayoría de estos libros, aunque no todos, están recopilados en Salmos. Muchos son himnos: canciones de alabanza a Dios, a sus obras a favor de Israel o a su creación. Otros son lamentaciones de la comunidad o cantares de queja que, de hecho, son oraciones de petición, cantadas por el pueblo cuando se veía enfrentado a una situación difícil. Casi una tercera parte de los Salmos son lamentaciones individuales, cánticos utilizados por o en nombre de individuos al borde de la muerte o del desastre. Una vez que la nación o el individuo han sido salvados de sus infortunios, se cantan poesías de acción de gracias. Unos pocos salmos, como 2, 45 y 110 celebran la coronación de un rey en Israel como egregio siervo de Dios. 6.1.2.3 Poesía sapiencial La poesía sapiencial incluye colecciones de refranes de sabiduría y poemas breves, como en Proverbios, y largas composiciones, como en Job, Eclesiastés y Eclesiástico. Los materiales sapienciales más concisos son proverbios, refranes y admoniciones, por lo general de uno o dos versos de longitud. Algunos eran sin duda refranes tradicionales o populares mientras que otros llevan el sello de la reflexión y la composición creativa. Proverbios 1-9 contiene un conjunto de poemas sobre la naturaleza de la propia sabiduría, mientras que Job es una composición poética larga en forma de diálogo enmarcado en un cuento popular. Eclesiastés es una obra un tanto inconexa y Eclesiástico es un libro escrito por un maestro judío que más tarde tradujo su nieto. La temática central de los refranes sapienciales abarca desde los consejos prácticos para una vida provechosa y próspera, hasta reflexiones acerca de la relación entre transitar por el camino de la sabiduría y obedecer a la ley revelada por la divinidad. A Job, al menos en cierto sentido, le atormenta el sufrimiento de los justos, en tanto que Eclesiastés es una triste reflexión acerca del significado de la vida por parte de alguien que se halla a las puertas de la muerte. 6.1.3 Materiales proféticos Los profetas eran conocidos en otras regiones del antiguo Oriente Próximo, pero ninguna otra cultura desarrolló un cuerpo de literatura profética comparable al de Israel. Por ejemplo, los antiguos autores egipcios escribieron obras literarias llamadas ‘profecías’, pero por su forma y contenido eran diferentes de los libros proféticos de la Biblia. 39 La mayoría de los libros proféticos hebreos contienen tres tipos de literatura: narraciones, oraciones y discursos proféticos. Por lo general, las narraciones son relatos o reseñas de la actividad profética, atribuidos al propio profeta o contados por una tercera persona. Incluyen descripciones de visiones, reseñas de acciones simbólicas, relaciones de actividades proféticas (como, por ejemplo, los conflictos entre los profetas y sus opositores) y narraciones o notas históricas. Uno de los libros de la colección profética, Jonás, es en realidad un relato acerca de un profeta, y contiene un solo versículo de mensaje profético (Jon. 3,4). Las oraciones incluyen himnos y peticiones, como las lamentaciones de Jer. (por ejemplo, Jer. 15,10-21). En la literatura profética predominan los discursos, ya que la actividad inherente del profeta consistía en difundir la palabra de Dios relativa al futuro inmediato. Los mensajes más comunes son profecías de castigo o de salvación. Tanto unas como otras están contextualizadas, como la mayoría de los discursos proféticos, por fórmulas que identifican las palabras reveladas por Dios; por ejemplo, “oráculo de Yahvé”. Por lo general, la profecía de castigo explica las razones de éste en términos de injusticia social, arrogancia religiosa o apostasía y asimismo detalla la naturaleza del desastre, militar o de otra índole, que recaerá sobre la nación, grupo o individuo a la que va dirigida. Las profecías de salvación anuncian la inminente intervención de Dios para rescatar a Israel. Otros discursos incluyen las profecías contra las naciones extranjeras, discursos de aflicción que enumeran los pecados del pueblo, admoniciones o advertencias (véase Profecía). 6.1.4 Leyes La materia legal es tan destacada en las Escrituras hebreas que el judaísmo llamó Torá (del hebreo torah, ‘ley’) a los primeros cinco libros y los primitivos cristianos a la totalidad del Antiguo Testamento. Los textos legales son dominantes en Éxodo, Levítico y Números. El quinto libro de la Biblia fue denominado Deuteronomio (‘segunda ley’) por sus traductores griegos, aunque el libro es en síntesis un informe de las últimas palabras y hechos de Moisés. Contiene, no obstante, numerosas leyes, por lo general en el contexto de la interpretación y la predicación o el sermón. Según la tradición bíblica, la voluntad de Dios fue revelada a Israel a través de Moisés al establecer la alianza en el monte Sinaí. En consecuencia, todas las leyes —a excepción de las contenidas en Deuteronomio— pueden encontrarse desde Éxodo 20 hasta Números 10, donde se relatan los acontecimientos que tuvieron lugar en Sinaí. Los especialistas han detectado en las leyes hebreas dos modalidades principales, las apodícticas y las casuísticas. La ley apodíctica está representada por los Diez Mandamientos (Éx. 20,1-21; 34,14-26); (Dt. 5,6-21), aunque no se limita a ellos. Estas leyes, que por lo general se encuentran en compilaciones de cinco o más, son sucintas manifestaciones, inequívocas y sin ambigüedades de la conducta humana que Dios exige. En caso de ser positivas, se denominan mandamientos; si son negativas, se trata de prohibiciones. Por otra parte, cada una de las leyes casuísticas consta de dos secciones. La primera establece una condición (“Si un hombre roba un buey o una oveja, y los mata o vende...”) y la segunda las consecuencias legales (“...pagará cinco bueyes por el buey, y cuatro ovejas por la oveja”, Éx. 21,37). Por lo general, estas leyes se refieren a los problemas que pueden surgir en la vida rural y urbana. Las leyes casuísticas 40 son similares en su forma, y a menudo en su contenido, a las normas recogidas en el Código de Hammurabi y otros códigos legales del antiguo Oriente Próximo. 6.1.5 Escritos apocalípticos El apocalipsis, como género diferenciado, surgió en Israel en el periodo posterior al exilio, es decir, tras el cautiverio de los judíos en Babilonia entre el 586 y el 538 a.C. Un apocalipsis o revelación expone una serie de acontecimientos futuros mediante una larga y detallada reseña de un sueño o de una visión. Utiliza imágenes de fuerte contenido simbólico y con frecuencia extravagantes, que a su vez son explicadas e interpretadas. Los escritos apocalípticos suelen reflejar la perspectiva histórica que tiene el autor de su propia era, en un momento en que las fuerzas del mal se aprestaban para librar su batalla final contra Dios, tras lo cual nacería una nueva edad. Daniel es el único libro apocalíptico, como tal, de las Escrituras hebreas, y su primera mitad (capítulos 1 al 6) es en realidad una serie de historias legendarias. Sin embargo, partes de otros libros son en muchos aspectos similares a la literatura apocalíptica (Is. 24-27; Zac. 9-14; y algunas partes de Ezequiel). Entre los apócrifos, Esdras es un apocalipsis. El judaísmo de los dos últimos siglos a.C. y del primer siglo d.C. produjo muchas otras obras apocalípticas que nunca fueron consideradas canónicas. Entre ellas se incluyen Enoc, Guerra de los Hijos de la Luz y los Hijos de la Oscuridad, y el Apocalipsis de Moisés. Véase Pseudoepígrafos. Hasta hace poco tiempo, la mayoría de los especialistas sostenía que el desarrollo de la literatura y el pensamiento apocalípticos estuvo muy influido por la religión persa. Este punto de vista está siendo objetado por la identificación de las raíces de la literatura apocalíptica en el propio pensamiento israelita, en especial en la concepción del futuro por parte de los profetas, así como en las más antiguas tradiciones del Oriente Próximo. Véase Escritos apocalípticos. 6.2 La evolución del Antiguo Testamento No cabe ninguna duda de que todos los libros del Antiguo Testamento no tuvieron su origen en la misma época y en el mismo lugar. Por el contrario, son el producto de la evolución de la fe y la cultura israelitas durante al menos un milenio. En consecuencia, otra perspectiva literaria analiza los libros y sus elementos constituyentes en términos de sus autores y de su historia literaria y preliteraria. En la práctica, todos los libros atravesaron un largo periodo de transmisión y evolución antes de llegar a ser recopilados y canonizados. Es más: es necesario distinguir entre los puntos de vista tradicionales judíos y cristianos en cuanto a la autoría y datación de los libros, por una parte, y su historia literaria real como ha sido reconstruida por los especialistas a partir de las pruebas contenidas en los libros bíblicos y en otros lugares, por la otra. El presente artículo no tiene por objeto presentar una reseña detallada de la historia literaria del Antiguo Testamento. Muchos de los hechos reales se desconocen, la historia es larga y por lo general complicada, y las conclusiones más antiguas deben revisarse cada cierto tiempo a la luz de nuevos hallazgos y métodos de investigación. Sin embargo, es posible resumir el perfil general de dicha historia. 41 Casi todos los libros del Antiguo Testamento recorrieron un largo camino desde el momento en que se pronunciaron o escribieron las primeras palabras hasta que adquirieron su forma definitiva. En este proceso participaron muchas personas, como narradores, autores, editores, oyentes y lectores. Y en este devenir les cupo un papel importante, no sólo a los individuos, sino a las diferentes comunidades de fe. Detrás de muchas de las actuales obras literarias pueden discernirse tradiciones orales. Por ejemplo, la mayoría de los relatos del Génesis circularon de forma oral antes de ser transcritos. Los discursos proféticos, hoy en forma escrita, se transmitieron primero de modo oral. De hecho, todos los Salmos, tanto si fueron escritos como si no, se compusieron para ser cantados o recitados en voz alta durante las ceremonias religiosas. Sin embargo, no sería prudente deducir que la difusión oral fuera tan sólo precursora de la literatura escrita, y que cesó una vez que se escribieron los libros porque está probado que las tradiciones orales coexistieron con el material escrito durante muchos siglos. 6.2.1 El Pentateuco Según la tradición judeo-cristiana Moisés fue el autor del Pentateuco, los primeros cinco libros de la Biblia. Sin embargo, tal aseveración no aparece en ninguno de estos libros. La tradición tiene su origen en la forma en que son denominados por los hebreos, libros de Moisés, aunque con ello quisiesen significar relativos a Moisés. Ya en la edad media, los eruditos judíos reconocieron que existía un problema con la tradición: Deuteronomio (el último libro del Pentateuco) relata la muerte de Moisés. En realidad, los libros son obras compuestas por autores anónimos. Sobre la base de numerosas copias y repeticiones, incluyendo dos designaciones diferentes para la deidad, dos relatos separados de la creación, dos historias entrelazadas del diluvio, dos versiones de las plagas de Egipto y muchas otras pruebas, los especialistas modernos han llegado a la conclusión de que los escritores del Pentateuco utilizaron varias fuentes distintas, cada una de un escritor y de un periodo diferentes. Las fuentes difieren en su vocabulario, estilo literario y perspectiva teológica. La más antigua es la Jehovística o Yahvista (J, porque utiliza el nombre divino Jahvé, transcrito también como Jehová, o Yahvé), que por lo general suele datarse entre los siglos X o IX a.C. La segunda es la Elohísta (E, porque utiliza el nombre general de Elohím para designar a Dios), y suele situarse en el siglo VIII a.C. A continuación está la Deuteronómica (D, limitada al Deuteronomio y a unos pocos pasajes de otros libros), de finales del siglo VII a.C. La última es la Sacerdotal (P, de ‘priest’, sacerdote en inglés, por su énfasis en la ley cúltica y en los asuntos sacerdotales), situada en los siglos VI o V a.C. J incluye una reseña narrativa completa desde la creación hasta la conquista de Canaán por Israel. E ya no es una narración completa, si es que alguna vez lo fue; su material más antiguo se remonta a Abraham. P se concentra en la alianza y en la revelación de la ley en el monte Sinaí, aunque sitúa ambos elementos dentro de una narración que se inicia en la creación. Ninguno de los autores de estos documentos, si es que fueron individuos y no grupos, fue un autor creativo en el sentido moderno del término. Más bien trabajaron como editores que recopilaron, organizaron e interpretaron tradiciones más antiguas, tanto orales como escritas. En consecuencia, la mayor parte del contenido de las fuentes es mucho más antiguo que las propias 42 fuentes. Algunos de los materiales escritos más antiguos son pasajes extraídos de obras poéticas como Paso del Mar (Éx. 15), y parte del material legal tiene su origen en antiguos códigos. Una opinión reciente sugiere que los relatos individuales del Pentateuco fueron compilados bajo un epígrafe que aludía a diversas temáticas trascendentales (la promesa a los patriarcas, el éxodo, la travesía del desierto, Sinaí y la conquista de la Tierra Prometida), adquiriendo su forma básica en torno al 1100 a.C. En cualquier caso, el relato de las raíces de Israel se conformó en y bajo la influencia de la comunidad de la fe. 6.2.2 Historia deuteronomística En los últimos años, Deuteronomio, Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel y 1 y 2 Reyes han sido reconocidos como un relato unificado de la historia de Israel desde los tiempos de Moisés (siglo XIII a.C.) hasta el exilio en Babilonia (el periodo que arranca desde la caída de Jerusalén en el 586 a.C. hasta culminar en la reconstrucción en Palestina de un nuevo Estado judío tras el 538 a.C.). Por cuanto el estilo literario y la perspectiva teológica son similares a las del Deuteronomio, esta reseña se ha dado en denominar Historia deuteronomística. Sobre la base de los últimos acontecimientos que reseña, entre otras evidencias, se ha llegado a la conclusión de que puede haber sido escrita en torno al 560 a.C., durante el exilio. Sin embargo, es posible que al menos una edición fuera anterior. El escritor (o escritores) de la obra tenía como objetivo registrar la historia de Israel, así como dar cuenta de la catástrofe que recayó sobre la nación a manos de los babilonios. Por un lado, trabajó como lo haría cualquier otro historiador, recogiendo y organizando fuentes más antiguas, tanto escritas como orales. Empleó materiales muy heterogéneos, incluyendo relatos de los profetas, relaciones de diversa índole, crónicas más antiguas e incluso registros de la corte. De hecho, suele derivar al lector a sus fuentes (por ejemplo, Jos. 10,13; 2 Sam. 1,18; 2 Re. 15,6). No obstante aplicó también la visión del teólogo, quizá de alguien que ya tenía firmes convicciones acerca del curso y significado de los acontecimientos que iba registrando. Estas convicciones hallaron su expresión en la forma en que organizó el material y añadió los discursos, que él mismo había escrito, en boca de los principales protagonistas (por ejemplo, Jos. 1). Creía que Israel había sido sojuzgada por Babilonia debido a la desobediencia a la ley de Moisés (como en Deuteronomio), en especial por adorar dioses falsos en altares paganos; creía asimismo que los profetas habían advertido del exilio mucho tiempo antes de que se produjera. 6.2.3 Los libros poéticos Resulta muy difícil datar o atribuir a un determinado autor o autores tanto la poesía cultual como la sapiencial del Antiguo Testamento, sobre todo por contener tan pocas alusiones históricas. Se considera que David es el autor de Salmos porque, según la tradición, cantaba y componía. De hecho, sólo 70 de los 150 salmos se identifican de modo inequívoco con David, y muchísimos menos datan de la época de este rey hebreo. Las atribuciones a David y a otros se hallan en los encabezados, añadidos mucho después que los Salmos fueran escritos. La identificación de Proverbios y de otros libros sapienciales con Salomón tiene su origen en la tradición de la gran sabiduría de este monarca, y es fiable por cuanto promovió instituciones que desarrollaron este tipo de literatura. La poesía sapiencial contiene algunos de los materiales más antiguos de las 43 Escrituras hebreas (en los refranes y proverbios), y las composiciones como Eclesiastés y Eclesiástico algunos de los más recientes. Salmos se convirtió en el libro de himnos y oraciones del Segundo Templo de Israel, pero muchos de los cánticos son anteriores a la construcción del santuario. Contienen motivos, temas y expresiones que Israel heredó de sus predecesores cananeos. Muchas voces hablan en y a través de los Salmos, pero sobre todas se oye la expresión de una comunidad que se entrega a la oración. 6.2.4 Los libros proféticos Muy pocos libros proféticos, si acaso, fueron escritos en su integridad por la persona con cuyo nombre han sido designados. Es más: en la mayoría de los casos, incluso las palabras del profeta original fueron registradas por otros. La historia de Baruc, escriba de Jeremías (Jer. 36 y también Is. 8,16) ilustra uno de los métodos con los que las palabras pronunciadas por los profetas se convirtieron en libros. Las diversas manifestaciones de los profetas deben de haber sido recordadas y recopiladas por sus seguidores y, según lo indicaran las circunstancias, transcritas. Más tarde, la mayoría de los libros fueron editados y ampliados. Por ejemplo, cuando Amós (c.7 55 a.C.) se utilizó en tiempos del exilio, se le dio un final nuevo y esperanzador (Am. 9,8-15). Isaías refleja siglos de la historia israelita y la obra de varios profetas y otras personalidades; Is. 1-39 se basa sobre todo en el profeta original (742-700 a.C.); los capítulos 40 al 55 son obra de un profeta desconocido del exilio, denominado Segundo Isaías (539 a.C.); y los capítulos 56 al 66, identificados con el Tercer Isaías, provienen de diversos escritores del periodo posterior al exilio. 6.3 El canon La Biblia hebrea y las versiones cristianas del Antiguo Testamento fueron canonizadas en distintos momentos y lugares, aunque el desarrollo de los cánones cristianos debe entenderse en los términos de las Escrituras judías. 6.3.1 El canon hebreo En Israel, la idea de un libro sagrado data, como mínimo, del 621 a.C. Durante la reforma de Josías, rey de Judá, cuando se estaba rehabilitando el Templo, el sumo sacerdote Jilquías descubrió “el libro de la Ley” (2 Re. 22). El rollo era probablemente la parte central del actual Deuteronomio, pero lo importante es la autoridad a la que se atribuyó. Más respeto se concedió al texto leído por Esdras, el sacerdote y escriba hebreo, ante la comunidad a finales del siglo V a.C. (Neh. 8). La Biblia hebrea se fue convirtiendo en Sagradas Escrituras a lo largo de tres etapas diferenciadas. La secuencia se corresponde con las tres partes del canon hebreo: la Torá, los Profetas y los Hagiográficos. Sobre la base de las pruebas externas, parece evidente que la Torá o Ley fue aceptada como texto sagrado entre las postrimerías del exilio de Babilonia (538 a.C.) y 44 el cisma samaritano del judaísmo, hacia el 300 a.C. Los samaritanos reconocen como Biblia sólo a la Torá. La segunda fase fue la canonización de Neviím (Profetas). Tal y como lo indican los encabezamientos de los libros proféticos, las palabras de los profetas que habían quedado registradas comenzaron a considerarse palabra de Dios. A todos los efectos, la segunda parte del canon hebreo se concluyó a finales del siglo III a.C., no mucho antes del 200 a.C. Entre tanto se compilaban, leían y utilizaban otros libros en el culto y el estudio. Hacia la época en que se escribió Eclesiástico (c. 180 a.C.), se había desarrollado la idea de una Biblia tripartita. El contenido de la tercera parte, Ketuvim (Hagiográficos), se mantuvo bastante fluido en el judaísmo hasta después de la caída de Jerusalén en poder del Imperio romano, en el 70 d.C. Hacia finales del siglo I d.C., los rabinos de Palestina ya habían determinado y cerrado la lista definitiva. En el proceso de canonización obraron tanto fuerzas positivas como negativas. Por una parte, la mayoría de las decisiones ya habían sido adoptadas de facto: Torá, Profetas y la mayor parte de Hagiográficos venían sirviendo como Escrituras desde hacía varios siglos. La controversia giró sólo en torno a unos pocos libros de los Hagiográficos, como Eclesiastés y Cantar de los Cantares. Por la otra, se escribían y difundían otros muchos libros religiosos, que aducían ser también la palabra de Dios. Entre éstos se incluían los actuales apócrifos de los protestantes (algunos de ellos deuterocanónicos para los católicos y ortodoxos, y otros apócrifos también para éstos), algunos de los libros del Nuevo Testamento, y muchos más. En consecuencia, la decisión oficial de establecer una Biblia debe considerarse como la respuesta a un planteamiento teológico: ¿según qué libros definirá el judaísmo su propia doctrina y su relación con Dios? 6.3.2 El canon cristiano El segundo canon, el que hoy es la versión católica del Antiguo Testamento, surgió primero como una traducción de los primeros libros hebreos al griego. El proceso se inició en el siglo III d.C. fuera de Palestina, debido a que las comunidades judías de Egipto y de otros lugares necesitaban las Escrituras en el idioma de su propia cultura. La mayoría de los libros adicionales de esta Biblia, incluyendo suplementos de libros más antiguos, tuvo su origen entre las comunidades judías no palestinas. Hacia finales del siglo I d.C., cuando se recopilaban y difundían los primeros escritos cristianos, existían ya dos versiones de las Escrituras del judaísmo: la Biblia hebrea y el Antiguo Testamento en griego (conocido como Septuaginta). Sin embargo, la Biblia hebrea marcaba la norma oficial de la teología y la práctica. Ninguna prueba indica que en el judaísmo haya existido alguna vez una lista oficial de Escrituras en griego. Los libros adicionales de la Septuaginta fueron reconocidos de forma oficial sólo por el cristianismo. Los escritos de los primeros padres de la Iglesia contienen numerosas y diversas listas, pero es evidente que prevaleció el Antiguo Testamento en griego, más extenso. El último paso importante en la historia del canon cristiano tuvo lugar durante la Reforma protestante. Cuando Martín Lutero tradujo la Biblia al alemán, redescubrió lo que otros (destacando de modo muy notable san Jerónimo, el erudito bíblico del siglo IV) ya sabían: que el Antiguo Testamento original estaba escrito en hebreo. Eliminó de su Antiguo Testamento todos 45 los libros no incluidos en la Biblia volver al texto y al canon acaso autoridad de la Iglesia la autoridad Libros Deuterocanónicos; Apócrifos judía y los tildó de apócrifos. Esta medida tuvo por objeto más antiguos y por consiguiente mejores, y oponer a la de aquella versión más antigua de la Biblia. Véase Apócrifos; del Nuevo Testamento. 6.4 Los textos y las versiones antiguas Todos los traductores contemporáneos de la Biblia intentan recuperar y utilizar el texto más antiguo, quizá el más fiel al original. No existen copias originales ni autográficas, sino centenares de manuscritos diferentes con numerosas versiones distintas. En consecuencia, todo intento de determinar cuál es el mejor texto de un libro o versículo concretos debe basarse en el trabajo meticuloso y en el juicio de los científicos. 6.4.1 Textos masoréticos Con respecto al Antiguo Testamento, la principal diferenciación es la existente entre los textos en hebreo y las versiones o traducciones en otros idiomas antiguos. Los testimonios más importantes y por lo general más fiables en hebreo, son los textos masoréticos, obra de los eruditos judíos (denominados masoretas) que se encargaron de la tarea de copiar y transmitir con fidelidad la Biblia (véase Masora). Estos sabios, que trabajaron desde los primeros siglos de la era cristiana hasta la edad media, también insertaron en el texto la puntuación, las vocales (el texto hebreo original contiene sólo consonantes) y diversas notas. La Biblia hebrea modelo que se utiliza en nuestros días es la reproducción de un texto masorético escrito en 1088. El manuscrito, en forma de códice o libro, se encuentra en la colección de la Biblioteca Pública de San Petersburgo. Otro texto masorético, el Códice de Alepo (primera mitad del siglo X d.C.) es el sustrato básico de una nueva edición del texto que está preparando la Universidad Hebrea de Jerusalén. El Códice de Alepo es el manuscrito más antiguo de la Biblia hebrea íntegra, aunque data de más de un milenio después de que se escribieran los últimos libros bíblicos, y quizá más de 2.000 años después de los primeros. No obstante, se conservan manuscritos hebreos más antiguos —masoréticos y de otra índole— de libros individuales. Muchos de ellos, que datan del siglo VI, fueron descubiertos a finales del siglo XIX en la guenizá (depósito en el que se guardan los escritos inutilizados o desechados para evitar que se profane el nombre de Dios escrito en ellos) de la sinagoga de El Cairo. Numerosos manuscritos y fragmentos, muchos de ellos de la era precristiana, fueron recuperados en la región del mar Muerto desde 1947 (véase Manuscritos del Mar Muerto). Aunque muchos de los manuscritos más importantes son bastante tardíos, en particular los textos masoréticos conservan una tradición textual que se remonta cuando menos a un siglo antes de la era cristiana. 46 6.4.2 La Septuaginta y otras versiones en griego Las versiones más valiosas de la Biblia hebrea son las traducciones al griego. En algunos casos las versiones griegas presentan un material superior al de la hebrea, ya que se basan en textos hebreos más antiguos que los que nos han llegado hasta hoy. Muchos de los manuscritos griegos son mucho más antiguos que los manuscritos de la Biblia hebrea íntegra, y fueron incluidos en copias de la Biblia cristiana completa que datan de los siglos IV y V d.C. Los manuscritos más importantes son el Códice Vaticano (en la Biblioteca del Vaticano), el Códice Sinaítico y el Códice Alejandrino (ambos se encuentran en el Museo Británico). La versión griega más importante se denomina Septuaginta (en griego, ‘setenta’), porque la leyenda afirma que la Torá fue traducida en el siglo III d.C. por 70 (o 72) traductores. Tal vez, la leyenda sea cierta en algunos aspectos: la primera traducción al griego incluía sólo a la Torá y fue realizada en Alejandría en el siglo III a.C. Más tarde se tradujeron las demás Escrituras hebreas, aunque parece lógico que esta tarea fuese realizada por otros eruditos cuya pericia y concepciones eran distintas. Se emprendieron muchas otras traducciones al griego, que en su mayoría se conservan sólo gracias a fragmentos o citas de los primeros padres de la Iglesia y otros. Entre ellas se incluyen las versiones de Áquila, Símaco, Teodoción y Luciano. El teólogo cristiano Orígenes (siglo III) estudió los problemas que presentaban estas versiones diferentes y preparó una Hexapla, una crítica textual en la que organizó en seis columnas paralelas el texto hebreo, el texto hebreo transliterado al griego, y las versiones de Áquila, Símaco, Teodoción y Luciano. 6.4.3 Pešitta, Antigua latina, Vulgata y los Targum Entre otras versiones merecen mencionarse la Pešitta, o siríaca, iniciada con toda probabilidad en el siglo I d.C.; la Antigua latina, que no fue traducida del hebreo sino que procede de la Septuaginta en el siglo II; y la Vulgata, traducida del hebreo al latín por san Jerónimo a finales del siglo IV d.C. Otras versiones que deben considerarse son los Targum arameos. En el judaísmo, cuando el arameo sustituyó al hebreo como idioma cotidiano, se hicieron necesarias traducciones, primero para acompañar la lectura oral de las Escrituras en la sinagoga, y más tarde transcritas al papel. Los Targum no eran traducciones literales, sino más bien paráfrasis o interpretaciones del original. Los dos Targum más importantes son el que tuvo su origen en Palestina y los revisados en Babilonia. En el último decenio se descubrió un manuscrito íntegro del Targum palestino, el Neofiti I, guardado en la Biblioteca del Vaticano. De los Targum babilónicos, los más conocidos son el de Onquelos (Pentateuco) y el de Jonatán (Profetas). Las versiones suelen ser testimonios cualificados, en ocasiones los mejores, del texto original. Además, incluyen importantes pruebas de la historia del pensamiento entre las comunidades para las que la Biblia constituía un texto fundamental. 47 6.5 El Antiguo Testamento y la historia En casi todas sus páginas el Antiguo Testamento reclama atención hacia la realidad y respeto hacia la importancia de la historia. El Pentateuco y los libros históricos contienen historias de salvación; los profetas hacen constantes referencias a hechos del pasado, del presente y del futuro. Como la historia de Israel se recoge en el Antiguo Testamento, llegó a organizarse en una serie de acontecimientos o periodos fundamentales: el éxodo (incluyendo los relatos desde los patriarcas hasta la conquista de Canaán), la monarquía, el exilio de Babilonia y el retorno a Palestina con la restauración de las instituciones religiosas. 6.5.1 Separación entre la interpretación y la historia Es importante diferenciar entre la interpretación que hace el Antiguo Testamento sobre lo ocurrido, y la historia crítica. Para escribir una reseña creíble, el historiador necesita fuentes más o menos fiables, contemporáneas de los propios acontecimientos. La principal fuente de información acerca de la historia de Israel es el Antiguo Testamento y, por lo general, a sus autores les preocupaba en esencia el significado teológico del pasado. Es más: la mayoría de los documentos son posteriores (en algunos casos datan de varios siglos después) a los sucesos que describen. No existe un cuerpo significativo de pruebas escritas que se remonte al periodo anterior a los tiempos de la monarquía, instaurada con la unción de Saúl como primer rey de Israel en el siglo XI a.C. Otras pruebas, obtenidas a partir de escritos u objetos, se han recuperado gracias a la arqueología, aunque todas las evidencias, tanto bíblicas como arqueológicas, deben evaluarse de manera crítica (véase Arqueología bíblica; Ciencia bíblica). Sin duda, todos los textos bíblicos que ha sido posible fechar contienen importante información histórica. Revelan hechos relativos al periodo en que fueron escritos, aunque ello no significa que hayan de incluir reseñas exactas y literales sobre los acontecimientos que relatan. 6.5.2 El núcleo histórico La existencia de Israel fue parte de la historia del antiguo Oriente Próximo. Al igual que otros pequeños pueblos del Mediterráneo Oriental, Israel estuvo a merced de las grandes potencias de entonces —Egipto, Asiria y Babilonia— y pudo prosperar de forma independiente sólo cuando éstas decaían o se enfrentaban entre sí. 6.5.2.1 La historia antigua y el desarrollo de Israel Existe un considerable cuerpo de información relativo a la historia del antiguo Oriente Próximo a partir del III milenio a.C., aunque una historia detallada de Israel sólo puede comenzar en torno a los tiempos de David (1000-961 a.C.). Ello no significa que no haya nada que decir acerca de las épocas precedentes o que toda la información de los sucesos anteriores a David sea inexacta. Implica que es muy difícil separar las pruebas históricas de las interpretaciones posteriores y que se conocen con certeza pocos detalles. Los relatos de Génesis sobre los patriarcas, por ejemplo, no fueron concebidos como historia. La historia se refiere a acontecimientos públicos; las narraciones de los patriarcas son episodios familiares, en su mayor parte centrados en asuntos privados. Sin embargo, las pruebas arqueológicas han demostrado que el entorno o 48 escenario de estos relatos puede proporcionar un cuadro bastante fidedigno de cómo era la vida durante la edad del bronce tardío. Los relatos sugieren que los antepasados de Israel eran seminómadas y aportan indicios acerca de sus creencias y prácticas religiosas. Un cuidadoso análisis de los registros bíblicos y un uso prudente de las pruebas arqueológicas permiten situar el éxodo desde Egipto en la segunda mitad del siglo XIII a.C. No obstante, se desconoce incluso la ruta del éxodo. Sobre este particular el Antiguo Testamento conserva al menos dos tradiciones relevantes. Es posible que no participaran todas las tribus de Israel, y lo más probable es que lo hicieran sólo las tribus de José. En Josué 1-12 y Jueces 1-2 se encuentran dos versiones diferentes de la entrada de Israel a la tierra de Canaán. Las sucintas manifestaciones que aparecen en Josué dan cuenta de que los israelitas, bajo el mando de Josué, conquistaron el territorio de manera repentina, mientras que Jueces 1-2 y otras tradiciones apoyan la conclusión de que cada tribu fue ocupando su territorio de manera gradual, y transcurrieron varias décadas, si no siglos, antes de que Israel adquiriese su territorio. Así, el periodo de las conquista y el de Jueces se superponen. Por lo general, durante los dos siglos posteriores al 1200 a.C., las tribus llevaron a veces existencias separadas y otras veces conjuntas, para convertirse en una nación (Israel); sólo tras un proceso gradual. 6.5.2.2 La monarquía La monarquía surgió en torno al siglo XI a.C., en un clima de enfrentamientos internos y amenazas externas. Las luchas intestinas giraron en torno a la forma de gobierno adecuada para la nación. Mientras que algunos favorecían el estilo más tradicional de liderazgo carismático en épocas de crisis, otros deseaban una monarquía estable. Triunfó la monarquía debido a la amenaza exterior de los filisteos, superiores en el orden militar, que ocuparon cinco ciudades de la llanura costera. Saúl unió a las tribus e instauró la monarquía, pero murió junto a su hijo Jonatán en una batalla contra los filisteos. David se convirtió en rey, primero del sur y más tarde de toda la nación. Tras encargarse de eliminar de una vez por todas la amenaza filistea, instauró un imperio que abarcó desde Siria hasta la frontera con Egipto. Su reinado fue largo y próspero, aunque no carente de luchas intestinas por la posesión de su trono. Le sucedió su hijo Salomón, quien estableció una corte siguiendo el modelo de otros monarcas orientales. Salomón construyó un palacio y el gran Templo de Jerusalén, exprimiendo al máximo los recursos del país para realizar sus grandiosos proyectos. 6.5.2.3 Los reinos de Israel y Judá Tras la muerte de Salomón, las tribus del norte se rebelaron bajo el mando de su hijo Roboam. Las dos naciones, Israel en el norte y Judá en el sur, nunca volvieron a reunirse, y con frecuencia lucharon entre sí. En Judá la dinastía de David continuó hasta la ocupación del país por los babilonios (597-586 a.C.), aunque en Israel abundaron los reyes y las dinastías. El periodo de la monarquía dividida estuvo señalado por amenazas de parte de los asirios, los arameos y los babilonios. Israel, con capital en Samaria, cayó en manos del ejército asirio en el 722-721 a.C., siendo sus gentes deportadas e instalándose extranjeros en su lugar. Judá sufrió dos humillaciones a manos de los babilonios: la rendición de Jerusalén en el 597, y su destrucción en el 586 a.C. En ambas ocasiones se deportaron cautivos a Babilonia, pero como no 49 se asentaron extranjeros en Judá y los cautivos gozaron de cierta libertad, al menos la de asociarse entre sí, la vida del pueblo continuó tanto en Babilonia como en su país natal. El exilio fue un desastre que desde hace mucho tiempo los profetas habían anunciado como castigo divino, aunque la experiencia llevó a los israelitas a reconsiderar su propio significado como pueblo y a transcribir e interpretar sus antiguas tradiciones. Véase Cautividad de Babilonia. 6.5.2.4 El periodo posterior al exilio En el año 538 a.C. el pueblo fue liberado de Babilonia tras haber sido instaurado el Imperio persa por Ciro II el Grande. Los profetas Esdras y Nehemías fueron los líderes de la época posterior al exilio, cuando se restablecieron las instituciones y se reconstruyó el Templo. Judá pasó a ser una provincia persa y sus habitantes gozaron de una relativa autonomía, en especial en el orden religioso. En algún momento durante este periodo la historia de Israel devino en la historia del judaísmo, aunque su fecha exacta es objeto de polémica. Para más información, véase Judíos; Judaísmo. A principios de la era cristiana, el pueblo había sobrevivido al surgimiento del imperio de Alejandro Magno (333 a.C.), a la revolución y al régimen de los Macabeos (168-165 a.C.) y al establecimiento del control romano sobre Palestina (63 a.C.). Tras ser sofocada una rebelión en el año 70 d.C., que provocó la destrucción de Jerusalén, su vida cambió por completo. 6.6 Temas doctrinales del Antiguo Testamento Los temas doctrinales del Antiguo Testamento son ricos, profundos y diversos. En estos escritos no puede hallarse una teología única, ya que surgieron de numerosos individuos y comunidades durante varios siglos. Reflejan no sólo una evolución del pensamiento, sino también diferencias e incluso conflictos de opinión. Por ejemplo, coexisten diferentes interpretaciones de la creación y en más de una ocasión los profetas desafiaron los juicios de los sacerdotes. Los temas del Antiguo Testamento son coherentes por sí y entre sí, aunque no se trata de una teología sistematizada. La canonización de la Biblia, aunque determinó una lista oficial, también reconoció una diversidad sustancial. 6.6.1 El Dios de Israel El tema teológico más obvio del Antiguo Testamento es a la vez el más recurrente e importante: Yahvé (el nombre de Dios en el Antiguo Testamento; véase Dios; Yahvé) es el Dios de Israel, del mundo entero y de la historia. Esta temática se reitera a partir de Éx. 20,3 (“No habrá para ti otros dioses delante de mí”) hasta las demás Escrituras hebreas, y constituye el pilar del resto de las reflexiones teológicas. Sin embargo, sería engañoso identificar este tema con el monoteísmo. Se trata de un término demasiado abstracto para los textos en cuestión y en todos, si se exceptúan algunos de los materiales menos antiguos, se da por supuesta la existencia de otros dioses. Por lo general, los otros dioses se consideran subordinados a Yahvé y en cualquier caso Israel debe mantenerse fiel al único Dios. Se afirma que ese Dios es el creador del mundo, el rey activo de la historia que salva y juzga, todopoderoso pero preocupado por su pueblo. Se 50 revela a sí mismo de varias formas: a través de la ley, de los acontecimientos y de los profetas y sacerdotes. El lenguaje característico del Antiguo Testamento acerca de Dios vincula el nombre de Yahvé con los acontecimientos: “Yo, Yahvé, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre” (Éx. 20,2). Israel reconoce quién es Dios más en términos de lo que ha hecho o hará que en términos de su naturaleza intrínseca. Así, la historia adquiere una especial importancia como esfera de la acción divina y de la interacción con su grey. La única salvedad significativa a esta acepción del lenguaje histórico se encuentra en la literatura sapiencial. 6.6.2 La alianza y la ley Otros dos temas fundamentales del Antiguo Testamento, la alianza y la ley, están relacionados de forma estrecha. Alianza posee numerosos significados, incluyendo un acuerdo entre naciones o individuos, pero sobre todo se refiere al pacto entre Yahvé e Israel sellado en el monte Sinaí. El lenguaje relativo a la alianza tiene mucho en común con el de los tratados del antiguo Oriente Próximo, ya que tanto aquélla como éstos se confirman mediante juramentos. Yahvé aparece tomando la iniciativa en el establecimiento de la alianza al elegir a un pueblo. Quizá la formulación más sencilla de la alianza es la frase: “Yo os haré mi pueblo y seré vuestro Dios” (Éx. 6,7). Se concebía que la ley se había otorgado como parte de la alianza, compromiso por el cual Israel se convirtió en el pueblo de Dios. La ley contiene normativas de conducta en relación con los demás seres humanos y reglas sobre las prácticas religiosas, aunque no transmite un código de instrucciones para afrontar todos los aspectos de la vida. Más bien parece señalar los límites que el pueblo no podrá transgredir sin romper la alianza. 6.6.3 El ser humano El Antiguo Testamento hace hincapié en el concepto de los seres humanos en comunidad, algo importante para un pueblo que ha establecido este tipo de alianza. El ser humano individual era concebido como un cuerpo animado, como sugiere Gén. 2,7: “Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente”. Ese ‘aliento’ no debe considerarse como un ‘alma’, sino como ‘vida’. En el Antiguo Testamento, el ser humano era concebido como una unidad de materia física y vida, una integridad que era un regalo de Dios. En consecuencia, la muerte era una realidad vívida. Las visiones de una vida después de la muerte o de la resurrección aparecen como raras excepciones, y con mucha posterioridad, en el pensamiento israelita. Otro tema que aparece en los profetas y que resulta básico en otras partes es que Yahvé es un Dios justo que espera de su pueblo justicia y rectitud. Ello incluye la equidad en todos los asuntos humanos, la protección del débil y el establecimiento de instituciones justas. Al tratar éstas y otras materias, no es de sorprender que las Escrituras judías proporcionasen los cimientos de dos religiones universales, el judaísmo y el cristianismo. 51 7 EL NUEVO TESTAMENTO El Nuevo Testamento consta de 27 documentos escritos entre el 50 y el 150 d.C., dedicados a cuestiones de creencias y prácticas religiosas en las comunidades cristianas del mundo mediterráneo. Aunque hay quienes han señalado que en estos documentos subyacen originales en arameo (en especial el Evangelio de Mateo y la Epístola a los Hebreos), todos ellos llegaron hasta nosotros en griego, quizá el idioma original en que fueron redactados. 7.1 Texto, canon y primeras versiones Durante un tiempo algunos eruditos cristianos consideraron al griego del Nuevo Testamento como un género especial de idioma religioso, concebido por la providencia como el vehículo óptimo para la fe cristiana. Hoy ha quedado en evidencia, a partir de escritos extrabíblicos del periodo, que la lengua del Nuevo Testamento es la koiné o griego común, que se utilizaba en los hogares y mercados. 7.1.1 Manuscritos y crítica textual Los manuscritos griegos del Nuevo Testamento que han llegado hasta nuestros días, completos, parciales o en fragmentos, suman unos 5.000. Sin embargo, ninguno es autógrafo, original de su autor. Es probable que el más antiguo sea un fragmento del Evangelio de Juan, datado en torno al 120-140 d.C. Las similitudes entre estos manuscritos son más notables si se consideran las diferencias cronológicas y los referidos a su lugar de origen, así como los métodos y materiales de escritura. Sin embargo, entre las divergencias se incluyen omisiones, adiciones, terminología y orden de las palabras. Comparar, evaluar y fechar los manuscritos; organizarlos en grupos afines y desarrollar criterios para evaluar cuál es el texto que tiene más probabilidades de corresponderse con el que en verdad escribieron sus autores, son tareas propias de los críticos. Para sus evaluaciones se sirven de miles de citas de las escrituras que aparecen en las obras de los primeros padres de la Iglesia y en una serie de antiguas traducciones de la Biblia a otros idiomas. El fruto del trabajo de los críticos textuales es una edición del Nuevo Testamento en griego que ofrece no sólo el que se considera el mejor, sino que también incluye notas que indican versiones divergentes en los principales manuscritos. Estas variantes suelen aparecer en las traducciones como notas al pie en las que se indica qué opinaban sobre el particular otras autoridades antiguas (véanse, por ejemplo, Mc. 16,9-20; Jn. 7,53-8,11; He. 8,37). Las ediciones críticas del Nuevo Testamento griego han venido apareciendo con cierta regularidad periódica a partir de la obra del erudito holandés Erasmo de Rotterdam. 7.1.2 Escritos precanónicos Los 27 libros del Nuevo Testamento no son más que una fracción de la producción literaria de las comunidades cristianas en sus primeros tres siglos. Los principales tipos de documentos del Nuevo Testamento (evangelios, epístolas y apocalipsis) fueron muy imitados, atribuyéndose los nombres de los apóstoles u otras figuras señeras a escritos concebidos para llenar el vacío del 52 Nuevo Testamento (por ejemplo, sobre la infancia y juventud de Jesús) y satisfacer el apetito de más milagros, así como para alegar revelaciones más novedosas y completas. Durante esta época circularon hasta 50 evangelios. Muchos de estos escritos cristianos no canónicos han sido recopilados y publicados como Apócrifos del Nuevo Testamento. El conocimiento de la literatura de este periodo se amplió en gran medida gracias al descubrimiento en 1945, de la biblioteca de un grupo cristiano herético, los gnósticos ( véase Gnosticismo), en Nag-Hammadi (Egipto). Esta colección, escrita en copto, ha sido traducida y publicada. Los especialistas han prestado especial atención al Evangelio de Tomás; uno de los 12 apóstoles que pretende recoger los proverbios, 114 en total, que Jesús le transmitió en persona. 7.1.3 El canon No existen registros claros para documentar cuáles fueron los elementos determinantes para que la Iglesia adoptase un canon oficial de los textos cristianos, ni tampoco de su proceso de formación. Para Jesús y sus seguidores, la Torá, Profetas y los Hagiográficos del judaísmo eran las ‘Santas Escrituras’. Sin embargo, la interpretación de estos escritos estaba regida por las obras, las palabras y la persona de Jesús tal y como las comprendieron sus fieles. A los apóstoles que conservaron las palabras y hechos de Jesús y que continuaron su misión se les atribuyó una autoridad especial. Que Pablo, por ejemplo, pretendiera que sus epístolas fuesen leídas en voz alta en las iglesias e incluso intercambiadas entre éstas (Col. 4,16; 1 Tes. 5,26 y ss.) indica que en las comunidades cristianas se estaban desarrollando nuevas normas sobre las creencias y la práctica religiosa. Esta norma constaba de dos partes: el Señor (conservado en los “Evangelios”) y los Apóstoles (sobre todo en las “Epístolas”). Seguir el rastro de la historia de la evolución del canon del Nuevo Testamento tomando como guía los libros mencionados o citados por los primeros padres de la Iglesia constituye un proceso incierto, ya que es más lo que silencia que lo que declara. Al parecer, el primer intento de establecer un canon tuvo lugar en torno al 150 d.C., por obra de un cristiano herético de nombre Marción, cuya aceptable relación incluía el Evangelio de Lucas y 10 epístolas paulinas, editados con una fuerte orientación antijudía. Quizá la oposición a Marción fue la que dio impulso a los esfuerzos tendentes a elaborar un canon aceptado de forma general. Tal vez hacia el 200 d.C., 20 de los 27 libros del Nuevo Testamento se consideraban autorizados. Aquí y allá prevalecían preferencias locales, existiendo algunas diferencias entre las Iglesias occidental y oriental. En general, los libros que durante un tiempo fueron objeto de polémica, aunque más tarde se incluyeron en el canon, eran Santiago, Hebreos, 2 Juan, 3 Juan, 2 Pedro y Apocalipsis. Otros libros que gozaron de amplia aceptación popular aunque al final resultaran rechazados, fueron Bernabé, 1 Clemente, Hermas y el Didaké; los autores de estos libros suelen ser denominados padres Apostólicos. La carta pastoral 39 que san Atanasio, obispo de Alejandría, envió a las iglesias que se hallaban bajo su jurisdicción en el año 367, acabó con toda duda acerca de los límites del canon del Nuevo Testamento. En dicha pastoral, que se conserva en una colección de los mensajes anuales de la Cuaresma dictados por Atanasio, relaciona como canónicos los 27 libros que siguen siendo los constitutivos del Nuevo Testamento, aunque los organizó de forma diferente. 53 Estos libros del Nuevo Testamento, en su orden actual, son los cuatro Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), Hechos de los Apóstoles, Romanos, 1 Corintios, 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 Tesalonicenses, 2 Tesalonicenses, 1 Timoteo, 2 Timoteo, Tito, Filemón, Hebreos, Santiago, 1 Pedro, 2 Pedro, 1 Juan, 2 Juan, 3 Juan, Judas y Apocalipsis. 7.1.4 Primeras versiones Por cuanto el Nuevo Testamento se escribió en griego, la historia de la transmisión del texto y de la determinación del canon suele pasar por alto las primeras versiones, muchas de las cuales son anteriores al texto griego más antiguo que ha llegado a nuestros días. La rápida expansión del cristianismo más allá de las regiones en las que prevalecía el griego requirió traducciones al siríaco, al latín antiguo, al copto, al gótico, al armenio, al georgiano, al etíope y al árabe. Las versiones en siríaco y latín aparecieron ya en el siglo II y las traducciones al copto comenzaron a aparecer en el siglo III. Estas primeras versiones no eran, en modo alguno, traducciones oficiales, aunque se hicieron para suplir las necesidades regionales de culto, predicación y enseñanza. En consecuencia las traducciones quedaron ancladas en dialectos locales y a menudo incluían sólo partes seleccionadas del Nuevo Testamento. Durante los siglos IV y V se hicieron esfuerzos por reemplazar estas versiones regionales por traducciones más homogéneas que tuvieran una mayor aceptación. En el 382, el papa Dámaso I encargó a san Jerónimo la preparación de una Biblia en latín. Conocida con el nombre de Vulgata, reemplazó a varios textos en latín antiguo. En el siglo V la Pešitta siríaca sustituyó a las versiones existentes en este idioma, que a la sazón eran las más populares. Como suele ser el caso, con gran lentitud las antiguas versiones cedieron su lugar a las nuevas. 7.2 La literatura del Nuevo Testamento Desde un punto de vista literario los documentos del Nuevo Testamento pueden clasificarse en cuatro tipos o géneros principales: evangelios, historia, epístolas y apocalipsis. De los cuatro, sólo los evangelios responden en apariencia a un estilo literario que tuvo su origen en la comunidad cristiana. 7.2.1 Evangelios Un evangelio no es una biografía aunque guarde algunas semejanzas con las biografías de héroes, humanos o divinos, del mundo grecorromano. Un evangelio es una serie de reseñas individuales de hechos o dichos, cada una de las cuales mantiene una cierta unidad, aunque estén organizados con el objeto de crear un efecto acumulativo. Al parecer, los autores de los Evangelios tuvieron cierto interés en resaltar el orden cronológico, aunque no fue una de sus prioridades. Lo que influyó en mayor medida sobre la organización del material fueron los temas teológicos y las necesidades de los lectores. Por ello podría esperarse que, aunque los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento se centran en la vida de Jesús de Nazaret y los cuatro son evangelios desde el punto de vista literario, existiesen diferencias entre ellos. Y así es. A excepción de los relatos del arresto, juicio, muerte y resurrección de Jesús (episodios similares en los cuatro libros), los Evangelios difieren en importantes detalles, perspectivas y énfasis de interpretación. 54 Sobre estos particulares es el Evangelio según san Juan el que más se distingue de los demás. En este Evangelio, Jesús aparece descrito de forma más obvia como divinidad omnisapiente, omnipotente y superior. Los otros tres se denominan Evangelios Sinópticos (vistos juntos) porque a pesar de sus diferencias, si se organiza en columnas paralelas el texto de Mateo, Marcos y Lucas, sus coincidencias son tales que pueden apreciarse de un modo visual, hasta tal punto que han generado numerosas hipótesis acerca de sus relaciones. La opinión especializada más difundida sostiene que Marcos fue el primer Evangelio que se escribió y sirvió como fuente inspiradora para Mateo y Lucas. Lo más probable es que estos dos últimos recurrieran a otros textos además de a esta fuente común, una hipótesis basada en la gran cantidad de material común que no se encuentra en Marcos. Esta fuente, que existe sólo en la teoría ya que no ha podido ser identificada, ha sido denominada Q, o Quelle (en alemán, ‘fuente’). En su prólogo el autor del Evangelio de Lucas dice haber investigado numerosas narraciones sobre Jesús (Lc. 1,14). 7.2.2 Historia La mejor representación de la narración histórica en el Nuevo Testamento se halla en Hechos de los Apóstoles, el segundo de dos volúmenes (en ocasiones denominados Lucas-Hechos) atribuidos a san Lucas. Estos dos libros relatan la historia de Jesús y de la Iglesia que surgió en su nombre como una narración continua, centrada en la historia de Israel y del Imperio romano. La historia se presenta desde el punto de vista teológico, es decir, que interpreta el proceder de Dios en un acontecimiento concreto o con una determinada persona. Hechos se destaca en el Nuevo Testamento por recurrir a la narración histórica como vehículo para la proclamación de la fe cristiana. 7.2.3 Epístolas En el mundo grecorromano la epístola o carta constituía un estilo literario bastante generalizado y constaba de la firma, dirección, saludo, alabanza o acción de gracias, el mensaje y la despedida. San Pablo encontró que este estilo congeniaba con respecto al que mantenía para dirigirse a las iglesias que había fundado, y resultaba cómodo y didáctico para un apóstol itinerante. Este estilo adquirió gran popularidad en la comunidad cristiana y fue empleado por numerosos jerarcas y escritores de la Iglesia. Las epístolas que escribieron, algunas de las cuales aparecen en el Nuevo Testamento, son en realidad sermones, exhortaciones o tratados, apenas encubiertos por los rasgos del género epistolar. 7.2.4 Escritos apocalípticos Los escritos apocalípticos aparecen en todo el Nuevo Testamento, pero su uso es predominante en el libro llamado Apocalipsis (o Revelación). Por lo general, los apocalipsis se escribieron en épocas de graves crisis de una comunidad, tiempos en los que la gente mira más allá del presente y de lo humano en busca de ayuda y esperanza. Esta literatura es muy visionaria, simbólica y pesimista en cuanto a la situación global del mundo y esperanzadora sólo en términos de lo invisible que está más allá de lo material y de la victoria que está más allá de la historia. Las visiones del fin del mundo se caracterizan por la retribución y la recompensa a los 55 justos. Al parecer, Apocalipsis fue escrito durante la persecución desencadenada contra los cristianos bajo el emperador romano Domiciano (81-96 d.C.). Véase Escritos apocalípticos. 7.2.5 Formas literarias Dentro de estos cuatro estilos literarios principales, aparecen diversas formas: poemas, himnos, fórmulas confesionales, proverbios, historias milagrosas, bienaventuranzas, diatribas, listas de obligaciones y parábolas, entre otros. Los estudios recientes han prestado gran atención a la forma literaria no sólo como elemento imprescindible para la comprensión del contenido, sino también como vehículo mediante el cual el lector puede compartir la experiencia creada en determinado pasaje. Las formas tienen el poder de crear mundos y definir relaciones, y no son meros accesorios del contenido. En las obras de los especialistas bíblicos de antaño se prestaba gran atención a la parábola, que durante siglos fue considerada como una alegoría. A finales del siglo XIX el científico bíblico alemán Adolf Jülicher adoptó una nueva orientación para realizar la interpretación de las parábolas. Insistió en que las parábolas del Nuevo Testamento deben ser entendidas como símiles reales más que como alegorías. Así, sostuvo que los relatos de Jesús deben entenderse como ejemplos cuyo significado podía volverse a enunciar formulando temas o propuestas sencillas. Las parábolas han llegado a ser aceptadas como obras del arte literario con una fuerza y función similar a la de la poesía, por lo cual no deben destruirse parafraseándolas, resumiéndolas ni compendiándolas. Como arte literario, una parábola no se limita a presentar su argumento, sino que además actúa sobre el lector, creando, modificando o incluso rechazando una determinada concepción de la vida y de la realidad. También se están efectuando estudios académicos de otras formas literarias del Nuevo Testamento. 7.3 La historia en el Nuevo Testamento El Nuevo Testamento no es una colección de máximas, reflexiones y meditaciones desvinculadas de la realidad histórica. Por el contrario, sus documentos se centran en una figura histórica, Jesús de Nazaret, y aluden a los problemas que debieron enfrentar sus seguidores en una gran diversidad de contextos específicos dentro del Imperio romano. No obstante, esta preocupación por los acontecimientos, los personajes y las situaciones históricas no significa que el Nuevo Testamento se someta a intereses históricos o cronológicos en exclusiva. 7.3.1 Determinación del contexto cronológico amplio La reconstrucción histórica del periodo basada en las fuentes del Nuevo Testamento presenta una serie de dificultades. En primer lugar, los documentos están organizados según un criterio teológico, y no desde una perspectiva cronológica. Los Evangelios están situados en primer lugar porque relatan la historia de Jesús, aunque fueron escritos entre el 70 y el 90 d.C., hasta unos 60 años después de su muerte. Hechos de los Apóstoles data también de esta época. Sin embargo, las epístolas de Pablo son anteriores y han sido situadas en la década entre el 50 y el 56 60 d.C., ya que fueron compuestas en el transcurso de la obra misionera de Pablo. Los demás libros, que pueden datarse entre el 90 y el 150 d.C., reflejan la situación de la Iglesia en el periodo postapostólico. En segundo lugar, los documentos no demuestran demasiado interés en la historia como proceso cronológico, en parte porque sus autores creían en la inminencia del final de los tiempos. En tercer lugar, el Nuevo Testamento no es un solo libro, sino un compendio eclesiástico, conservado con el propósito específico de emplearse para el culto, la predicación, la enseñanza y la polémica. Cuarto, todos los documentos fueron escritos por defensores de la fe cristiana con el objeto de proclamar e instruir en la fe; en consecuencia, aunque contienen referencias históricas, no constituyen informes históricos. Añádanse a estas dificultades la falta de muchas referencias acerca de Jesús y de sus seguidores en otras fuentes contemporáneas y se comprenderá por qué son escasas las posibilidades de completar una historia detallada. No obstante, los especialistas coinciden en cuanto al contexto cronológico general. Los principales puntos de apoyo se encuentran en Lucas y Hechos, que sitúan la narración de la vida de Jesús y los comienzos de la Iglesia dentro del contexto de la historia judía y romana. El Evangelio de Lucas afirma que Jesús comenzó su ministerio en el decimoquinto año de reinado de Tiberio (Lc. 3,1), que sería el 28-29 d.C. Los cuatro Evangelios coinciden en que Jesús fue crucificado cuando Poncio Pilatos era gobernador de Judea (26-36 d.C.). El ministerio de Jesús tuvo lugar entre el 29 y el 30 d.C. si se acepta la versión de que duró un año, o entre el 29 y el 33 d.C. según la teoría de que se prolongó entre tres y cuatro años. 7.3.2 Las narraciones de la infancia Antes de su vida pública, poco se sabe de Jesús. Era originario de Nazaret de Galilea, aunque tanto Lucas como Mateo sitúan su lugar de nacimiento en Belén de Judea, cuna ancestral del rey David. Sólo los libros de Lucas y Mateo contienen relatos de su nacimiento e infancia, que divergen en numerosos detalles. Lucas (1,5-2,52) narra estos relatos entretejiendo en ellos poemas y canciones prestados del Antiguo Testamento que expresan la preocupación de Dios por los pobres y desheredados. Mateo (1,18-2,23) moldea su relato sobre el modelo de la narración que sobre Moisés recoge el Antiguo Testamento. Así como Moisés pasó su infancia entre los ricos y sabios de Egipto, también Jesús fue visitado y reverenciado por magos ricos y sabios. Así como Moisés huyó y vivió oculto de un malvado rey que pretendía exterminar a los varones hebreos recién nacidos, también Jesús fue salvado de la masacre de Herodes el Grande (rey de Judea que murió en el 4 a.C., por lo que es probable que Jesús naciera entre el 6 y el 4 a.C.). El resto del Nuevo Testamento guarda silencio acerca del nacimiento de Jesús. En el transcurso de la historia de la Iglesia, algunos cristianos han insistido en que las narraciones de la infancia deben tomarse de forma literal, mientras que otros las han considerado como uno de los muchos modos de expresar la creencia en la relación de Jesús hacia Dios como su Hijo. La tendencia del Nuevo Testamento a proclamar el significado de los acontecimientos sin presentar la versión del narrador sobre los propios hechos siempre ha dado lugar a la disensión entre quienes se dedican a la investigación histórica. 57 7.3.3 Los apóstoles y la iglesia primitiva Tras el ministerio de Jesús, descrito en los cuatro Evangelios, el movimiento religioso que había alentado quedó bajo la dirección de los 12 hombres que había elegido para ser sus apóstoles. La mayoría desapareció en la oscuridad y la leyenda de los tiempos, aunque tres de ellos se mencionan como líderes continuadores: Santiago el Mayor, asesinado por Herodes Agripa I en el año 44 d.C. (fecha de la muerte del propio rey); Juan, su hermano, que al parecer vivió hasta una edad provecta (Jn. 21,20-24); y Pedro, uno de los primeros dirigentes de la Iglesia de Jerusalén, que también realizó varios viajes misioneros y, según la tradición, sufrió martirio en Roma a mediados de la década del 60. Además de los tres, Santiago, llamado hermano de Jesús, se destacó en la Iglesia de Jerusalén hasta que fue asesinado durante un motín popular en el 61. Antes del estallido en Jerusalén de la rebelión judía contra Roma en el 66, los cristianos abandonaron la ciudad y no estuvieron implicados en la violencia que destruyó Jerusalén en el 70. La mayor parte de la atención del registro que aparece en Hechos de los Apóstoles se centra en la figura de Pablo, un judío de Tarso que se convirtió al cristianismo en las cercanías de Damasco entre el 33 y el 35 d.C. Tras 14 años de silencio Pablo comenzó a escribir sus epístolas, realizando una obra misionera que le llevó por Siria, Galacia, Asia Menor, Macedonia, Grecia y Roma. Al parecer, sus días acabaron en Roma en los primeros años de la década del 60. Las epístolas de Pablo y Hechos ofrecen al lector algunos datos acerca de la vida de estas primitivas comunidades cristianas y sobre su relación con las culturas hegemónicas. Los demás libros del Nuevo Testamento aportan escasa información histórica y casi ninguna base para permitir una datación exacta. En general, parecen haber sido escritos por una comunidad de segunda o de tercera generación. En estos documentos, los seguidores inmediatos de Jesús ya han muerto, se han disipado el entusiasmo inicial y las expectativas del regreso definitivo de Jesús para terminar la historia y es evidente la necesidad de preservación, consolidación e institucionalización (véase Escatología; Segunda venida). Se identifica a los herejes y apóstatas, se los ataca y se insta a los miembros a adoptar una tenacidad que les permita enfrentar a las persecuciones por venir. La Segunda Epístola de Pedro, acaso el último de los libros del Nuevo Testamento que se escribió, muestra un vigoroso esfuerzo por restablecer las antiguas expectativas sobre el inminente final de la historia. Este intento de recuperar el celo y la convicción de tiempos pasados es, en sí mismo, el indicio del final de una época. 7.4 Principales temas del Nuevo Testamento Al igual que los temas teológicos del Antiguo Testamento, los del Nuevo tienen un contenido rico y variado. 7.4.1 Dios En ningún otro tema se refleja de manera más clara o coherente la continuidad entre el Nuevo Testamento y el Antiguo que en las enseñanzas acerca de Dios. Toda opinión sobre que el Dios 58 de Jesús o de la primitiva Iglesia era diferente del Dios del judaísmo fue rechazada como herejía. El Dios del Nuevo Testamento es el creador de toda la vida y sustentador del Universo. Este único Dios, origen y final de todas las cosas, toma la iniciativa de atraer con amor a toda la humanidad, celebrando alianzas con quienes respondan a su mensaje y comportándose con ellos de manera justa y misericordiosa, con tino e indulgencia. Dios nunca ha abandonado el mundo vacío de sus testigos, habiéndose revelado en muchas ocasiones, formas y lugares. Pero el Nuevo Testamento sostiene que Jesús de Nazaret es una revelación singular de Dios. La persona, palabras y actividad de Jesús fueron comprendidos como la comparecencia de sus seguidores ante la presencia de Dios. En los días de sus inicios dentro del judaísmo, la Iglesia pudo asumir la fe y centrarse en el mensaje de Jesús como revelador de Dios. Sin embargo, más allá de los límites del judaísmo, la fe en el único Dios verdadero se convirtió en el elemento básico para la proclamación del cristianismo. 7.4.2 Jesús El Nuevo Testamento presenta su concepción de Jesús en los títulos, retratos y descripciones de su persona y reseñas de su obra y su palabra. En el contexto del judaísmo, el Antiguo Testamento proporcionó títulos y parábolas que los escritores del Nuevo Testamento utilizaron para transmitir el significado de Jesús a sus discípulos. Fue descrito, por ejemplo, como un profeta igual que Moisés, como rey davídico, como el Mesías prometido, como segundo Adán, como sacerdote igual que Melquisedec, como figura apocalíptica igual que el Hijo del Hombre, como el Siervo Sufriente de Isaías y como Hijo de Dios. (Para una reseña íntegra de la vida de Jesús, véase Jesucristo; para un análisis teológico de su persona, véase Cristología.) La cultura helenista aportó otras imágenes: una divinidad preexistente que bajó a la Tierra, realizó su obra y retornó a la gloria; el Señor por encima de todos los emperadores; el mediador eterno de la creación y la redención; la figura cósmica que reúne en sí misma la suma de la creación en un todo armonioso. Los Evangelios presentan el ministerio de Jesús como la presencia de Dios sobre la Tierra. Sus palabras revelaron a Dios y al modo de obrar de Dios con su pueblo; sus acciones demostraron el poder curativo de Dios al integrar el cuerpo, la mente y el espíritu; su martirio y muerte son testimonio del inquebrantable amor de Dios; y su resurrección fue la señal de que Dios aprobaba la vida, la muerte y el mensaje de Jesús. San Pablo y otros discípulos desarrollaron conceptos acerca de la muerte de Jesús como el sacrificio y la expiación por los pecados y presentaron la resurrección de Jesús como garantía de la resurrección de sus discípulos. Los documentos escritos durante la persecución (1 Pe., Ap.) interpretaron el sufrimiento de Jesús como modelo para los cristianos en la hora del martirio. 7.4.3 Espíritu Santo Algunos de los profetas de Israel habían caracterizado como ‘últimos días’ aquellos en los que Dios derramaría su Espíritu sobre la humanidad entera. El Nuevo Testamento sostiene que esta promesa se cumplió en tiempos de Jesús. Por ello, en todo el Nuevo Testamento se menciona el Espíritu de Dios, una expresión que representa la presencia activa de la divinidad. Esta entidad es denominada de diversos modos, como Espíritu, Espíritu Santo, Espíritu Vivificante, Espíritu de Cristo o Espíritu de la Verdad (véase Espíritu Santo; Trinidad). El Espíritu otorgó la fuerza a 59 Jesús y permitió que la Iglesia continuase lo que Jesús había comenzado a hacer y a predicar. Dentro de cada uno de los discípulos, el Espíritu generó las cualidades adecuadas para esa vida y dispuso a la persona para trabajar en aras del bien de la comunidad. Es comprensible que la categoría ‘Espíritu’ estuviese sujeta a una amplia variedad de interpretaciones, creando problemas en numerosas confesiones. El Nuevo Testamento refleja la lucha en pos de la búsqueda de criterios claros para determinar si una congregación o persona estaba en realidad bajo la influencia del Espíritu Santo. 7.4.4 Reino de Dios Según el Nuevo Testamento, el mensaje central de Jesús fue el Reino de Dios. Llama al arrepentimiento en preparación para el reino ‘inminente’. El Reino de Dios se refería al reino o dominio de Dios y, según las enseñanzas de Jesús, se anuncia que dicho reino está presente. Sin embargo, esta presencia no fue total ni completa, por lo cual en ocasiones se hace referencia a ella como acontecimiento futuro. Los estudiosos del Nuevo Testamento han discutido sobre si Jesús y sus seguidores esperaban o no que el Reino de Dios llegase a estar presente por completo en su generación. La irresolución de este debate queda reflejado en dos expresiones que suelen utilizarse para caracterizar a las enseñanzas del Nuevo Testamento con respecto al reino: ‘ya’ y ‘todavía no’. 7.4.5 Salvación El Reino de Dios no parece haber sobrevivido como temática central del mensaje de la Iglesia. Según el Nuevo Testamento, la Iglesia no se identifica a sí misma como reino y en sus predicaciones comenzó a hablar cada vez más de la salvación. Este término solía aludir a la reconciliación de las relaciones de una persona como Dios y a la participación en una comunidad que fuera a la vez reconciliada y reconciliante. En este sentido, la salvación era una realidad actual, aunque no en su integridad. La salvación se consumaría en una vida plena, más allá de la lucha, futilidad y mortalidad que caracterizan este mundo. Pablo creía que en el cumplimiento último del propósito de Dios, la salvación alcanzaría dimensiones cósmicas. El reino de la redención coexistiría con el reino de la creación. Ello implicaba que al final, incluso las fuerzas del mal que, según el Nuevo Testamento, habitan los cielos, la tierra y las regiones subterráneas, se armonizarían con el benevolente plan de Dios. Esta visión final es diferente a la de Apocalipsis, donde el final se caracteriza por la reivindicación y recompensa a los santos, y la condena eterna de los perversos. 7.4.6 Ética Hasta que ese tiempo llegue los seguidores de Cristo deben manifestar, a través de su conducta y sus relaciones, que están reconciliados con Dios. Tal es el mandato del Nuevo Testamento íntegro, heredado del Antiguo: la vinculación inseparable entre la creencia religiosa y una conducta ética y moral. La Torá, Profetas y Hagiográficos habían insistido sobre esto, y el Nuevo Testamento mantiene su énfasis en ello. La vida terrenal es denominada de diversas formas como recta, santificada, bondadosa, fiel. Los libros del Nuevo Testamento están repletos de 60 instrucciones acerca de esta vida, no sólo en un sentido íntimo, sino también en relación con los vecinos, los enemigos, los familiares, los amos y esclavos, los funcionarios del gobierno y con el propio Dios. Estas instrucciones se inspiran en el Antiguo Testamento, en las palabras y el ejemplo de Jesús, en los mandatos apostólicos, en las leyes de la naturaleza, en las listas de obligaciones familiares y en los ideales de los moralistas griegos. Se entendía que todos estos factores tenían su origen común en Dios, que espera que su propia lealtad sea correspondida con la lealtad de quienes se han reconciliado como familia de Dios. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. 61