Nuevos espacios para la fantasía

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Nuevos espacios para la fantasía
La creatividad en el aula
*Artículo publicado en Revista de Literatura. Centro de Comunicación y Pedagogía.
En algunas ocasiones, la fantasía se convierte en un animal en peligro de extinción.
Queda relegada al silencio en el aula, postergada por las prisas y los temarios, por la desidia
de los estudiantes o por las prioridades del profesor. Corre el riesgo, entonces, de ser
devorada por la Nada. Sin embargo, las posibilidades didácticas de lo fantástico resultan
infinitas sirviendo como punto de arranque de múltiples proyectos, propuestas o
actividades de creación literaria con los alumnos. Isabel Ruiz de Francisco y José Luis
Correa Santana recalcan en su ponencia Expresión Escrita y Enseñanza de la Literatura la
necesidad de que “el estudiante participe en el fenómeno literario. No como mero
espectador, tal y como ocurre frecuentemente con la lectura, sino en su legítima condición
de actor principal, creador o recreador de la literatura”. En esta línea de trabajo se sitúan las
propuestas didácticas: Pequeño Catálogo de Oficios Imposibles, Cuentos Medievales y Guía de Mundos
Dormidos para Viajeros Sonámbulos.
Estamos rodeados de metáforas y en ellas no solo estriba la base de cuentos y
poemas sino una forma, a menudo inconsciente, de pensar, sentir y observar el mundo.
George Lakoff y Mark Jonson lo explican de la siguiente manera en su obra Metáforas de la
vida cotidiana: “Para la mayoría de la gente, la metáfora es un recurso de la imaginación
poética… Nosotros hemos llegado a la conclusión de que la metáfora, por el contrario,
impregna la vida cotidiana, no solamente el lenguaje, sino también el pensamiento y la
acción”. Desde mi punto de vista, la metáfora encierra en sí misma un potente mecanismo
para la imaginación y la creatividad, el poder de transformar, de transgredir, de sorprender y
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extrañar, la raíz del juego… Y esa intuición de lo metafórico permite al alumno explorar en
su capacidad para inventar, sugerir ideas, acercarse a lo fantástico y encontrar su forma
personal de contar, su estilo. Tolkien no aceptaba un tono peyorativo para hablar de la
fantasía y la definía como “la manifestación más elevada del Arte, casi su forma más pura, y
por ello, cuando se alcanza, la más poderosa”. En el aula, ese poder se concreta en
pequeños e inmensos detalles... Janer Manila señalaba en Pedagogía de la Imaginación Poética
que “nuestro conocimiento se fundamenta casi siempre en la racionalidad. Conocemos las
cosas, no por ellas mismas, sino en relación a otros objetos y fenómenos. Esta capacidad de
relación es la base de nuestras seriaciones y de las clasificaciones de tipo lógico. La
metáfora , sin embargo, relaciona elementos de ámbitos extraños y esa relación representa
una nueva forma de explorar la realidad, una nueva forma de investigación y de
conocimiento”. Y este recurso constituye una preciada llave para la fantasía del alumno.
Decía Pennac en Como una novela que “leer no soporta el imperativo”… Tampoco lo
soporta escribir. Hace años me di cuenta de que los alumnos escribían con mucho más
entusiasmo, tanto en prosa como en verso, si sus creaciones se encaminaban a un futuro
lector y no se entendían como un mero ejercicio de clase que corregiría el profesor y que
acabaría almacenado en la estantería de un departamento o devuelto a su autor cubierto de
correcciones. Así surgió la idea del Pequeño Catálogo de Oficios Imposibles. Los cuentos iniciales
de los alumnos se enviaron en formato de tarjetas de cartulina, acompañadas de
ilustraciones, a un hospital infantil de Madrid. Se percibían como un regalo para niños
pequeños y transmitían mensajes positivos, su estructura resultaba muy sencilla y las ideas
partían de binomios fantásticos. El entusiasmo de los alumnos me llevó a seleccionar los
cuentos más originales, a añadir actividades de creación de microrrelatos y a pedir la
colaboración del departamento de Educación Plástica y Visual para elaborar nuevas
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ilustraciones que configuraran esta publicación escolar. De esta manera, lo que había nacido
en forma de cartas a niños desconocidos se transformó en un pequeño libro de cuentos
que editó la Diputación de Badajoz.
En su ponencia Búsqueda del sentido de la lectura y escritura, Manuel Gutiérrez Mieres
insistía en que “hay que desarrollar la imaginería, la fantasía, que muchas veces se ve
obstaculizada por imposiciones”. ¿Cuáles son esos obstáculos para la fantasía en el aula?
Quizá tendríamos que preguntarnos qué sentido tiene la escritura para el propio alumno,
sentarse al otro lado y pensar qué le conmueve o que le animaría a imaginar, de qué modo
podría contar desde dentro, qué propuestas podrían despertar en él un interés, cómo
sugerir asociaciones mentales e hipótesis fantásticas, qué le impide desarrollar la
originalidad, por qué le abruma el papel en blanco, de qué recursos dispone para estructurar
un relato, de cuántas palabras, de cuántas ideas descabelladas, qué le impulsaría a arriesgarse
y a atravesar la barrera de la lógica, cuándo se siente forzado y, por supuesto, deberíamos
preguntarnos qué valor concede el profesor a la imaginación.
Los alumnos poseen la rara habilidad de presentir la fe o el ateísmo del profesor a la
hora de iniciarles en la escritura, del mismo modo que los caballos huelen el miedo en sus
jinetes. La valoración positiva del proceso creativo implica tanto a profesores como
alumnos y condiciona, en gran medida, los resultados de este tipo de propuestas de
creación literaria, de aproximación a lo fantástico. En una entrevista concedida a El País,
Ana María Matute aludía al momento en que Alicia atravesaba el espejo y señalaba:
“siempre me ha parecido uno de los momentos más mágicos de la historia de la literatura,
quizá el que ofrece el mito más maravilloso y espontáneo: el deseo de conocer otro mundo,
de ingresar en el reino de la fantasía a través, precisamente, de nosotros mismos. Porque no
debemos olvidar que lo que el espejo nos devuelve no es otra cosa más fiel y al mismo
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tiempo más extraña que nuestra propia realidad”. Habría que despertar entonces en el
alumno ese deseo de atravesar el espejo y animarle a pasar al otro lado…
El diccionario de la RAEL define la imaginación como “la facultad del alma que
representa las imágenes de las cosas reales o ideales; como la imagen formada por la
fantasía”. Rodari iba más allá al afirmar que la “imaginación no es una facultad cualquiera
separada de la mente, es la mente misma, en su integridad, la cual, aplicada a una actividad
más que a otra, se sirve siempre de los mismos procedimientos. Y la mente nace en la
lucha, no en la calma”. Los cuentos de los alumnos surgen también en una lucha, una
batalla personal contra el miedo, la apatía o la desconfianza, en una particular oposición no
solo de conceptos sino de actitudes y estados de ánimo. Aunque algunos de los textos
partan de una idea original, que ha podido aparecer en un momento de inspiración, después
requieren de un esfuerzo, de un proceso más largo, de una reelaboración. Precisan de
cuidados los cuentos. Kurt Spang los definía como “el arte de la omisión” y Ana María
Matute los describía de la siguiente manera: “los cuentos son en prosa lo más parecido a la
poesía, o sea, lo máximo a través de lo mínimo”.
¿Por qué el cuento hiperbreve como punto de partida? A la hora de animar a la
escritura, este subgénero supone la condensación y la síntesis en estado puro, se caracteriza
por su intensidad, la unidad de efecto y el desenlace imprevisto. Presenta generalmente una
sola imagen que actúa como metáfora de situación y se prescinde de lo accesorio. En
ocasiones, el microcuento incluye una situación cotidiana que refleja algo trascendente o
una contradicción aparente. Debería, en mi opinión, buscar la sonrisa, la inquietud o la
reflexión del lector, pero, en ningún caso, pasar desapercibido. Entre las ventajas de este
“microgénero” para iniciar en la escritura a los alumnos, destacaría las siguientes: el
desarrollo de la capacidad de síntesis por su extraordinaria brevedad (en una única sesión
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en el aula se pueden escribir, leer y comentar), el fomento del asombro y del extrañamiento
en el lector, la posibilidad de jugar con las metáforas, la búsqueda de la fantasía, el análisis
de elementos narrativos de forma sencilla, el empleo de diferentes figuras estilísticas y el
reconocimiento y ensayo de técnicas narrativas: estilo directo e indirecto, tipos de narrador,
perspectivismo, flash-back, prolepsis, contrapunto, monólogo interior, estructuras,
finales… El Libro de los Abrazos, de Galeano, Despistes y Franquezas, de Benedetti, La Oveja
Negra y demás Fábulas, de Monterroso o Dos veces cuento: Antología de Micorrelatos, de García
Márquez son algunas sugerencias para introducir a los alumnos en la creación de cuentos
ultrabreves.
Tras la publicación de Pequeño Catálogo de Oficios Imposibles, el siguiente proyecto de
animación a la escritura, desarrollado con los mismos alumnos de 3º ESO, se tituló Cuentos
Medievales y presentaba una complicación creciente respecto al anterior. Se pretendía que la
publicación escolar sirviera para que los alumnos afianzaran los conceptos de historia de la
Literatura relativos a la Edad Media a través de aspectos teóricos, de textos, de un léxico
específico y de la propuesta de una serie de temas recurrentes y tópicos para crear los
cuentos y poemas: la dama y el unicornio, los torneos medievales, la catedral, la muerte del
rey y el bestiario, entre otros. También incluía una pequeña incursión en la expresión oral a
través de un juego que recibió el nombre de La caja mágica, basado en la invención de
objetos fantásticos a los que podía recurrir el héroe o la heroína de un posible cuento. La
coordinación con el departamento de Educación Plástica permitió asimismo profundizar en
contenidos artísticos relacionados con la composición, el color, la perspectiva, las
texturas… y con detalles históricos relativos al ideal de belleza, el vestuario o la arquitectura
de la época.
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Según Mateo Díez, “leer es escribir”. Estamos hechos de palabras: escritas,
susurradas, leídas, recitadas… El aula ofrece innumerables espacios para la fantasía: sillas
que se transforman en escenarios para dramatizar un poema, luces que se apagan para
contar un cuento de terror, paredes para proyectar diapositivas realizadas por los propios
alumnos que acompañan una lectura en voz alta; el aula es el espacio perfecto para sugerir
nuevos materiales que sirvan de soporte a la escritura y otras alternativas de creación
literaria a través de la informática e internet: edición de revistas digitales, intercambios con
otros centros escolares, publicación de cuentos y poemas en páginas especializadas en
literatura infantil y juvenil, participación en concursos en la red, grabaciones audiovisuales
elaboradas por los propios alumnos…
Novalis comparaba las hipótesis fantásticas con redes y señalaba: “lanzas la red y,
tarde o temprano, encuentras algo”. Un día lanzamos la red y nos preguntamos si la
creación de ciudades imaginarias podría unir a las áreas de Geografía, Plástica y Literatura
en un proyecto común que sirviera para explicar contenidos propios de cada materia y, al
mismo tiempo, desarrollara la creatividad de los alumnos partiendo de un grupo de 3ºESO
con bajo rendimiento académico y extendiéndolo para alumnos de 4ºESO. De ahí surgió
Las Ciudades que no vio Italo Calvino, un DVD que incluía actividades didácticas, montajes de
ilustraciones, pirámides de población y climogramas fantásticos, grabaciones de voz
realizadas por los propios alumnos de sus cuentos y poemas durante los recreos, el análisis
de los textos e ilustraciones y una breve explicación de cómo surgieron así como una guía
para el profesor que orientaba sobre los objetivos y contenidos abordados desde cada
asignatura. Este trabajo previo se concretó en la publicación escolar Guía de Mundos
Dormidos para Viajeros Sonámbulos.
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Víctor Moreno en Va de poesía aludía a que sus propuestas para fomentar el gusto
por la lectura y escritura de poemas se encaminaban a los jóvenes que, de alguna forma, se
encontraban alejados de ella por diferentes motivos a lo largo de su recorrido educativo. En
esa misma línea, estas sugerencias para animar a la escritura nacen en territorio comanche,
en un desierto de ideas sólo aparente y van destinadas también a los desconfiados y los
incrédulos.
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Bibliografía:
GUTIÉRREZ MIERES,M. (2003) : Canon, literatura infantil y juvenil y otras literaturas.
Búsqueda del sentido de la lectura y escritura. Cuenca.
Edic. de la Universidad de Castilla La Mancha.
JANER MANILA,G. (1989) : Pedagogía de la imaginación poética. Ed. Aliorne.
LAKOSS,G. y JONION,M. (1986) : Metáforas de la vida cotidiana. Ed. Cátedra.
MATEO DÍEZ, L. (6 Abril 2006) : Primer Congreso Nacional de la lectura (Artículo publicado en El País).
MATUTE,A. (18 Agosto 2001) : Babelia. El País.
MORENO,V. (1998) : Va de poesía. Pamplona. Pamiela.
PENNAC,D. (1993) : Como una novela. Barcelona. Anagrama.
RODARI,G. (1998) : Gramática de la fantasía. Textos del Bronce.
RUIZ de FRANCISCO,I. y CORREA SANTANA,J.L. (2003) : Canon, literatura infantil y
juvenil y otras literaturas. Expresión escrita y enseñanza de la literatura.
Cuenca. Edic. de la Universidad de Castilla La Mancha.
SPANG,K. (1993) : Géneros literarios. Ed.Síntesis.
TOLKIEN : Los Monstruos y los Críticos y otros ensayos.
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