INSTITUTO SAN JOSÉ 5 de Marzo de 2014 Miércoles de Ceniza La OLA de Cuaresma ¡Buenos días querida familia josefina! Si han puesto atención, habrán notado que esta misa comenzó de manera inusual. Nos saltamos una parte entera: el rito penitencial en el cual pedimos a Dios que perdone nuestras faltas. En una misa ordinaria es la manera en que comenzamos la misa. Sin embargo, hoy miércoles de ceniza, eso lo que haremos luego de esta homilía. Vamos a caminar hacia el frente, recibiremos las cenizas en la forma de una cruz en nuestra frente y de esa forma le pedimos a Dios que perdone nuestros pecados, haciendo de la cuaresma un nuevo comienzo para nosotros. En el evangelio que hemos escuchado (Mateo 6, 1-6. 16-18), Jesús nos da tres consejos básicos o fundamentos sobre cómo tener éxito espiritual, es decir, sobre cómo relacionarnos con Dios. No solamente los judíos o los cristianos han los han practicado, sino muchas otras religiones. Estas tres cosas son como una OLA: Oración, Limosna y Ayuno. 1) De estas tres, la oración ocupa el primer lugar, porque es importante la relación con Dios. Y al hablar de oración entra todo el conjunto de actividades espirituales que ligan al ser humano con Dios. Desde la Misa a la oración privada, desde la meditación a la oración litúrgica, desde el sacramento de la reconciliación a las diversas formas de religiosidad popular. Para el cristiano lo que cuenta es que, cualquiera que sea la actividad espiritual, sea un verdadero encuentro con Dios Padre en la intimidad del corazón. Ciertamente el que estemos participando de esta eucaristía es muy importante y contribuye a esa relación. 2) En segundo lugar está la limosna. Ahora bien, al hablar de la limosna, podríamos hoy traducirlo como caridad, solidaridad, servicio social, voluntariado, es decir, todas las formas posibles de ayuda a quien pasa necesidad. Jesús nos enseña el estilo propio de hacer caridad: en secreto, sin ostentación alguna, buscando únicamente complacer a Dios y llevar a cabo en el mundo Su voluntad. 3) En tercer lugar, y no menos importante, está el ayuno. ¿A qué se refiere esta práctica? Quedaría muy superficial si la entendiéramos solamente como el dejar de comer cierto tipo de alimentos en un día o momento determinado. Algunos explican que se puede y se debe ayunar de otras cosas aparte de la comida, cosas que nos atrapan y no nos dejan enfocarnos, como el celular con el WhatsApp, Twitter, FB, etc., también nos debemos alejar de los chismes y tanta habladuría en contra de los demás. Claro que, en todas estas cosas el abstenerse puede ser un ejercicio de auto control respecto a los impulsos, pero no es suficiente. En palabras del profeta Isaías, Dios nos aclara cómo debemos entenderlo, cuál es el ayuno que le agrada: “¿No saben cuál es el ayuno que me agrada? Romper las cadenas injustas, desatar las amarras del yugo, dejar libres a los oprimidos, y romper toda clase de opresión. Compartirás tu pan con el hambriento, los pobres sin techo entrarán a tu casa, vestirás al que veas desnudo y no volverás la espalda a tu hermano” (Isaías 58, 6-7). Vemos entonces que ayunar es, por un lado, todo aquello que implique renuncia de uno mismo, desprendimiento de sí para ganar en disponibilidad para con Dios y para con el prójimo. Pueden ser los sacrificios voluntarios, las pequeñas molestias de la vida de cada día, el asumir con decisión y coraje las pruebas de la vida, la lucha constante y valiente contra las tentaciones... Pero además, y sobre todo, es acción liberadora a favor de los demás. Puede implicar cierto sufrimiento, claro, como todo desprendimiento, pero es absolutamente vivificante. Oración, Limosna, Ayuno…teniendo presente la OLA a la que nos invita Jesús en esta Cuaresma, vamos a proceder ahora a las cenizas. Entre los judíos y otras culturas del medio oriente, de quienes el cristianismo tomó muchas costumbres y símbolos, se acostumbraba rasgar la ropa y ensuciarse la cara en señal de arrepentimiento. Con esos símbolos querían mostrar un deseo de cambio y de estar disponibles hacia Dios. En este día algo de eso hacemos con la imposición de la ceniza. Vamos a acercarnos en procesión, lo cual puede parecer algo sin importancia, pero la procesión es un movimiento voluntario. Ese caminar hacia el altar para recibir las cenizas significa algo. Significa que estamos iniciando el viaje de los próximos cuarenta días: la ruta de la cuaresma. Se camina hacia el Señor y se hace con decisión de querer cambiar aquello que nos ha alejado de Él. Y cada uno será marcado en la frente con la ceniza, que es signo de humildad, de arrepentimiento y de un querer ser más humano, más solidario. En el pasado, durante el miércoles de ceniza la persona que distribuía las cenizas decía: “acuérdate que polvo eres y en polvo te convertirás”. Sin embargo hay otra fórmula que también podemos utilizar y que vamos a utilizar ahora porque tiene mucho más sentido. Es la que dice: “Conviértete y cree en el Evangelio”. Al imponer las cenizas en nuestra cabeza, en nuestra frente, se nos está invitando a una verdadera conversión y a la fe en el Evangelio. La cuaresma que hoy iniciamos es una estupenda oportunidad para ser hombres y mujeres para los demás. Pidamos al Señor que nos de su gracia para que así sea. Amén! MG