Habla "la vieja guardia militante" - Coordinadora de Psicólogos del

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Habla "la vieja guardia militante"
Compañeros de la Mesa Ejecutiva de la CPU:
Como protagonistas de algunos de los hechos relatados en la última Revista de CPU (Nro
245/febrero) recogemos la invitación textual: “a rememorar y repasar algunos
acontecimientos que por su trascendencia y relevancia pueden considerarse hitos dentro
de la historia de la agremiación”.
Entendemos que la historia que allí se relata (punto de vista de los entrevistados) tiende a
desconocer e invisibilizar las acciones de la vieja guardia militante de nuestro colectivo.
Quienes testimonian en esta carta, licenciadas Martha Klingler y Martha RodríguezVillamil, hemos tenido una intensa militancia estudiantil en el CEH (Centro de Estudios de
la Facultad de Humanidades), Fuimos; la una, delegada al Consejo de Facultad y la otra,
al Claustro de Facultad por el orden estudiantil. Ambas ocupábamos la Secretaría General
del CEH en distintos períodos, aunque postuladas cada una por dos agrupaciones
estudiantiles enfrentadas por diferentes perfiles ideológicos; UNIDAD y A.D.A.U
(Agrupación de Avanzada Universitaria). Posteriormente, dadas las condiciones en que
podíamos expresarnos en dictadura, tuvimos lugares de trabajo y militancia diferentes. A
pesar de esto, pesó mucho un pasado mutuo, una gran confianza y amistad. Nos
volvimos a encontrar en la experiencia de los niños del exilio (un eslabón más en la serie
de movilizaciones sindicales, estudiantes, caceroleadas, etc. que transcurrieron durante
todo el año 1983).
Hoy, en lo que respecta al contenido de la Revista, queremos hacer notar, como aporte,
que aquí, como pasa en la memoria colectiva del pasado, nos encontramos ante el
desconocimiento de las generaciones posteriores de hitos en la historia de la psicología
que los anteceden. La publicación se refiere en la historia del gremio a hechos que están
distorsionados u omitidos.
Los puntos prioritarios a aclarar nos parece que son: 1) Los orígenes de la Comisión del
Reencuentro y sus cometidos. 2) La Coordinadora de Psicólogos: su formación. 3) Los
niños del exilio.
Los orígenes de la Comisión del Reencuentro y sus cometidos
La idea inaugural de la futura Comisión por el Reencuentro de los Uruguayos surge (como
se dice en el artículo de la Revista de la CPU) en el viaje que Víctor Vaillant hace a
España y otros países, solidarios en la resistencia a la dictadura imperante en nuestro
país. Esta idea toma forma en una comisión en la que se expresan distintos sectores
opositores a la dictadura.
La Comisión por el Reencuentro de los Uruguayos se consolida con la venida de los niños
del exilio en 1983 y va a seguir trabajando varios años más, ofreciendo información,
orientación y asistencia a las personas liberadas o, más tarde, retornados al país. Es en
ese contexto que varios psicólogos sumamos nuestro compromiso y formación profesional
al trabajo de la Comisión. Junto a la asesoría legal, a la atención médica, a la búsqueda
de vivienda, ofrecimos horas de trabajo solidario en atención privada o institucional acorde
a nuestro quehacer específico.
(Aporte de Marta Klingler)
La Coordinadora de Psicólogos: su formación
Por más que la CPU considere hoy la fecha de su fundación hace 25 años, hay diferentes
criterios en el colectivo referidos a cuál debería ser considerada la fecha fundacional. Si
bien en 1987, ya en democracia, se pudo labrar un acta pública, con la validación del
Estado, otros consideran que la fundación ocurrió en dictadura, con otros protagonistas.
Esta contradicción hace que en la Revista figuren las dos fechas (1987 en pág. 10), (1983
en pág. 14).
Podemos afirmar que ninguno de los hoy entrevistados tuvo participación alguna en las
reuniones clandestinas de unificación del gremio ocurridas en el segundo semestre de
1983. Quienes entienden que 1983 es la fecha, consideran que Víctor Giorgi no debería
denominarse como fundador de CPU cuando ese momento era docente de la “Escuelita”
(EUP).
El relato de la conformación de CPU parece transmitir una sensación de reuniones
normales sin referirse al peligro y las normas de seguridad tomadas por los participantes.
Se omite decir que las reuniones eran clandestinas o en casas de familia (en un desarrollo
similar al del resurgimiento de los comités de base del FA), que los delegados no eran
fijos sino que se rotaban, etc. Pero quienes sí participamos de esas reuniones sabemos
que mayoritariamente se realizaron en casa de Doris Hajer, quien por ese entonces era la
Presidenta de APUU. Estábamos inmersos en la gran expectativa de contribuir a la
apertura democrática y ésta también se hizo presente en la marcha estudiantil de la
primavera (setiembre 1983).
(Aporte de Martha Rodríguez-Villamil, con el aval de Doris Hajer)
Los niños del exilio
Habiendo sido nosotras dos las psicólogas que participamos en tareas de planificación y
diseño de dicha experiencia, con reconocimiento explícito gremial (CPU), sindical (AEBU)
y político (partidos opositores a la dictadura militar), damos testimonio desde el lugar de
cada
una.
(Aporte de Martha Rodríguez-Villamil)
“Los niños del avión”, es el título que yo dí a mi relato testimonial (observación
participante) escrita en enero-febrero de 1984, presentada y repartida ante el colectivo
participante en esa fecha, presentada también en otros eventos (“Consecuencias de la
represión en el Cono Sur” -Balnerario Solís”-1986; y -XII Congreso Interamericano de
Psicología-1987 en La Habana, Cuba) y publicada recién en 1990 dentro del libro de mi
autoría “Experiencias en Salud Mental Comunitaria” Ed. Nordan-Comunidad. Pero no hay
en la Revista referencia a alguna a dicha publicación.
Por aquellos años de post-dictadura había escrito la dupla “Los niños del avión” y “Los
niños del asfalto” (prisión política y clandestinidad). Este último no lo publiqué en ese
entonces por razones que se explican en la última edición del libro. En ésta, como ya
había señales de desconocimiento de mi trabajo, sin ser citados en trabajos posteriores,
en el 2009 se publicó esa 3ra. Edición ampliada que incluye ahora “Los niños del asfalto”
y aclara en citas al pie cómo fui designada en las reuniones clandestinas del 83 de la
incipiente CPU, ofreciéndose Carlos Kachinovsky (el apellido es con K y no con C, como
aparece en la revista) a darme su apoyo cuando lo necesitara. Esta última publicación la
sub-titulé “Experiencias en SMC. Niños uruguayos durante la dictadura militar”, para
resaltar que incluye ahora a los niños “del avión” y los “del asfalto”. Mis consideraciones
sobre esta experiencia están todas expresadas allì (*). Sólo me resta recordar, en
memoria de Carlos Kachinovsky, su frase “No te preocupes Martha que algún día
podremos contar los hechos como fueron”.
(Aporte de Marta Klingler)
La posible llegada al Uruguay de un grupo de niños exiliados generó un amplísimo
movimiento de simpatía y respaldo a la iniciativa.
AEBU (Asociación de Empleados Bancarios del Uruguay) puso su sede y todos sus
recursos en la tarea. Es en ese contexto, que siendo psicóloga de la guardería del
sindicato (y estando impedida de participar en cualquier reunión fuera de mi lugar de
trabajo) me integro a la preparación y recepción de la llegada del avión con los niños del
exilio.
Este acontecimiento único, con su cuota de innovación y riesgo, contó, en el local central
de AEBU (lugar de la llegada de los niños) con traductores, médicos, maestras,
encargados de alimentación y alojamiento, psicólogos, etc, deseosos de poner en juego
sus mejores recursos para minimizar los riesgos y hacer de esta experiencia un agujero
más en la debilitada red de sostén social de la dictadura.
Queremos señalar un momento especial en la estadía de estos niños: la visita a las
cárceles, o sea, a los penales de Libertad y Punta de Rieles, que quien escribe estas
líneas visitaba regularmente. Suponíamos que acercar información de cómo preveíamos
que iban a desarrollarse las visitas, ayudaría a disminuir su pacto (con todo el dramatismo
que este término conlleva). Este era, de todos modos, inevitable, sobre todo en lo que
tenía que ver con el encuentro mismo niño-familiar querido preso.
Las reuniones de información a los niños tuvieron lugar en el local de FUECI (Federación
de Empleados del Comercio e Industria), sede inicial de la Comisión por el Reencuentro.
Hablamos en ellas del perímetro de seguridad de los penales, del aspecto de los soldados
y de sus armas, de la revisación a la que serían sometidos, de algún nombre “FAMOSO”
por su destrato a las visitas, de detalles del aspecto del familiar preso: uniforme gris,
número bien visible y, en el caso de los hombres, cabeza rapada.
Visto a la distancia, y fuera de contexto, todos los pasos que dábamos en ese momento
tenían su cuota de temeridad.
Al penal de Libertad llegamos en un auto con Víctor Vaillant y el periodista Zelmar
Lissardi. Cada uno aportó, desde su lugar y responsabilidad, para hacer de esta
“quijotada” (más allá de que habíamos obtenido el permiso para la visita) un hecho real
que sumara a la resistencia ciudadana, sin perder de vista la protección de los niños y sus
familias.
La estadía de los viajeros duró alrededor de 15 días. Sin duda hay muchos comentarios
posibles sobre éste y otros acontecimientos de ese período. La situación que vivimos fue
inédita y los riesgos muchos. Un análisis serio de esta etapa figura en el libro de Martha
Rodríguez-Villamil “Experiencias en SMC. Niños uruguayos durante la dictadura militar”.
Para nosotros, la venida de los niños del exilio configura un hecho histórico más, que
ayudó en la larga marcha por dejar atrás el período de terror que significó la dictadura en
nuestro país. Fue un acontecimiento a favor de la resistencia y la recuperación de la
democracia.
Solicitando la publicación de la siguiente nota, saludamos fraternalmente,
Marta Klingler
Martha Rodríguez-Villamil
(*) Rodríguez-Villamil, M. “Experiencias en SMC. Niños uruguayos durante la dictadura
militar” 3ra. de. 2009 Montevideo Ed. NORDAN
(siguen firmas en el original)
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