Nicolás tiene dos papás

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NICOLÁS TIENE DOS PAPÁS
Nicolás tiene dos papás
Desde su lanzamiento, el libro infantil “Nicolás tiene 2 papás” de la psicóloga Leslie
Nicholls ha generado una fuerte controversia social, respecto de la forma en que los niños
han de ser educados en consideración de la inclusión de las llamadas “minorías sexuales”.
Financiado por la Unión Europea y la Embajada de los Países Bajos, el libro “Nicolás
tiene 2 papás” es una gestión del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual
(Movilh), con apoyo de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji) y la Facultad de
Ciencias Sociales de la Universidad de Chile (Facso), y todo ello bajo el amparo del actual
Gobierno de Chile. En las páginas de éste libro, el pequeño Nicolás narra la cotidianeidad de
su vida junto a Sebastián y Pablo, sus dos “padres”.
La polémica que ha generado en la sociedad chilena la distribución de éste cuento en
cientos de jardines infantiles del país, en estas últimas horas ha incrementado
considerablemente las solicitudes para adquirir el texto que difunde el Movilh.
Tolerancia, libre expresión y discriminación
Debemos tolerar, para no sufrir las consecuencias por ello, ya estamos advertidos, y
debemos cuidarnos de no violar la ley respecto a esto. Pero, detengámonos un momento.
¿Qué es tolerancia? Según Larousse, la tolerancia es el “Respeto a la libertad de los demás,
a sus formas de pensar, de actuar, o a sus opiniones políticas o religiosas”. En base a las
anteriores definiciones, rogamos a nuestros conciudadanos chilenos que toleren también
nuestra forma cristiana de pensar, considerando respetuosamente nuestra fe en la Biblia, en
fin, que toleren nuestra cosmovisión cristiana.
Hay algo que a muchos se les ha olvidado, no es la ley chilena, o algún grupo sexual
minoritario, la que nos obliga a tolerar, es Cristo quien nos ha enseñado a hacerlo, porque él
dijo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mat. 22:39). Es éste amor de Dios el que nos
mueve a señalar el error que los homosexuales, y todos quienes los apoyan, ahora mismo
están cometiendo, porque “El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la
ley es el amor” (Rom. 13:10). El verdadero amor aborrece el pecado, “El amor sea sin
fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno” (Rom. 12:9). Es por amor que señalamos
la conducta homosexual como un pecado [vea “Dios, gais, serpientes y palomas”].
Es sumamente injusto que se coarte nuestra libertad de opinar, pero que a la vez se
opine contra nosotros. Es una total falta de tolerancia lo que estamos viendo todos los días
en los noticiarios, cuando se denuesta a quienes no aceptamos la homosexualidad como una
práctica natural. Es un doble discurso gritar por tolerancia, sin tolerar a los que pensamos
diferente: “¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para
sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mat. 7:1).
No podemos discriminar se nos repite; porque si lo hacemos, sufriremos las
consecuencias legales por ello. Ya estamos amenazados con esto. Pero, ¿qué es discriminar?
Discriminar es “Separar, diferenciar, distinguir una cosa de otra. Dar trato de inferioridad a
una persona o colectividad, generalmente por motivos raciales, religiosos, políticos o
económicos” (Larousse). Nuevamente, y según estas definiciones, aquí se produce una total
inconsecuencia, una hipocresía de los grupos minoritarios sexuales y quienes los apoyan, al
gritar voz en cuello a favor de la no-discriminación y a la vez discriminar activamente a
quienes no aceptamos su proceder. Es Dios quien dice en su palabra, la Biblia, que el
homosexualismo es una inmundicia, una impureza moral (Rom. 1:24), el abandono del uso
natural (Rom. 1:26,27), para hacer cosas no convenientes (Rom. 1:28).
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Por Josué I. Hernández
www.JosueEvangelista.com
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NICOLÁS TIENE DOS PAPÁS
Enfocando el asunto
En medio de la cortina de humo, varios no logran visualizar la raíz del problema que
debemos enfocar. Esta cuestión que estamos tratando ahora, y que nos divide tanto como
nación, no gira en torno a la tolerancia ni la discriminación, ni tampoco trata de la derecha o
la izquierda política del país, ni siquiera el tema tiene relación con algún tipo de temor, como
la homofobia. El asunto gira entorno a qué es la verdad que debamos creer y seguir. Si el
homosexualismo tiene la razón, entonces podrá probarlo sin subterfugios ni falacias,
apelando razonablemente a la verdad y sus consecuencias, sin discriminar vapuleando a
algún partido político o grupo religioso en el proceso que llevan [vea “La verdad sobre la
Homofobia”].
Hasta ahora no se ha probado que la gente nazca gay. Esto es sólo una afirmación
sin prueba, un “ipse dixit”, pero no hay evidencia empírica (científica) de ello. En ninguna de
las discusiones se presenta la evidencia a favor de algún gen gay, ¿por qué será? Sin
embargo, se ha asumido que el homosexualismo es genético, innato e inevitable [vea “La
gente no nace gay”]. Y sobre este supuesto se ha construido todo una estructura jurídica
que lo apoya, con los reclamos a favor del matrimonio y familia homosexual. Sin embargo,
como somos libres tenemos el para opinar, pues todos por igual tenemos derecho a la
libertad de opinión y expresión, y con todo respeto lo afirmamos, siempre creemos que el
homosexualismo es una elección, una decisión errada que se puede revertir, un pecado para
el cual hay poder liberador en Cristo mediante la fe en él (Jn. 8:32; 1 Cor. 6:11).
Dios es el creador de la naturaleza en todas sus formas y expresiones (Sal. 33:6-9;
148:5), y podemos aprender mucho de ella si contemplamos con cuidado. La naturaleza no
es un fin en sí, sino un medio para predicarnos todos los días un sermón (Sal. 19:1; Mat.
6:26-30; Hech. 14:15-17; 17:24-28).
Como sabemos, los niños nacen naturalmente porque hubo intercambio sexual entre
un hombre y una mujer (Gen. 1:27). Esto no requiere mayor argumentación, el intercambio
sexual que permite que nazcan los niños sólo se puede producir naturalmente entre los
espermatozoides de un hombre y el óvulo de una mujer. En la historia de la humanidad
siempre ha sido así, y por esta razón el matrimonio siempre se ha dado entre un hombre y
una mujer. Todos sabemos de la concordancia natural entre los genitales del hombre y la
mujer sanos para la concepción de los niños. Y aunque es muy obvio, bien sabemos que el
derecho y privilegio de criar a los propios hijos, proviene naturalmente de la haberlos
engendrado.
Entonces, lo razonable sería que un niño sin familia pueda ser adoptado por un
hombre y una mujer responsables, para que así el niño pueda de la mejor manera posible
entrar en un ambiente lo más similar a la familia que perdió. En cambio, un niño adoptado
por parejas homosexuales no podrá participar del ambiente natural que necesariamente
debió seguir a su concepción. A su vez, y esto es muy notorio, los homosexuales necesitan
que otros procreen niños para poder adoptarlos, porque los homosexuales no pueden
naturalmente concebir. Entonces, ¿por qué podrían naturalmente adoptar?
Obviamente, el pequeño niño del cuento “Nicolás tiene 2 papás”, es un niño
diferente, porque es uno pequeño de las minorías, pues su “familia” es de un grupo sexual
minoritario, donde la sexualidad es considerada de modo distinto a la sexualidad de la
mayoría, pues sus padres son dos varones homosexuales. Por lo tanto, desde ese punto de
vista, Nicolás tendrá que hacer frente a una experiencia de vida minoritaria, nueva en la
historia de la humanidad, reciente en la historia de la nación, y sumamente diferente a la
acción natural y sexual que hizo posible que Nicolás comenzara a vivir en el vientre de su
madre cuando su progenitor tuvo sexo con ella, y aunque por alguna triste razón dicho curso
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Por Josué I. Hernández
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natural quedó frustrado ¿es poco razonable pensar que Nicolás, quien fue concebido por la
acción de un hombre y una mujer, no necesite de un hombre y una mujer en su crianza?
El pequeño Nicolás será sujetado a un ambiente y formación muy diferente a la de los
demás niños de su edad, él no podrá elegir tolerar, simplemente tendrá que hacerlo apenas
pueda discernir las diferencias. Son los demás padres y niños de la sociedad los que tendrán
que tolerar a esta “familia” que ha adoptado a Nicolás. No se hará justicia con éste pequeño,
porque él, naturalmente hablando, al nacer necesitaba de un papá y una mamá que
reemplazaran a sus progenitores naturales, pero este derecho le fue arrebatado.
El pequeño Nicolás del cuento, tendrá que llevar consigo la carga de ser un causante
de división social y nacional, simplemente porque sus padres exigieron el derecho de
adoptarlo, exigieron que lo natural, un matrimonio heterosexual, fuera reemplazado por una
“familia” de las minorías sexuales. El pequeño Nicolás fue utilizado por grupos minoritarios
egoístas y los que los apoyan, mientras los políticos cobardes temieron expresar su opinión
para no perder votos, y los representantes de las diversas confesiones religiosas amigos de
la Biblia se callaron intimidados [vea “Iglesias, políticos y matrimonio gay”].
Si la vida continúa, y el Señor no viene antes, las futuras generaciones cargarán con
las consecuencias morales de lo que ha hecho esta generación, como también Nicolás, quien
ya adulto, además de los conflictos a los cuales fue sujeto, tendrá que decidir si seguir el
camino sexual de sus “padres” o ser libre conforme a la naturaleza sexual de nuestros
cuerpos, la cual elocuentemente no sólo traza la diferencia entre hombres y mujeres, sino
que permite que ambos se unan en matrimonio, críen hijos y formen lo que históricamente
se ha llamado “familia”.
Conclusión
Llegará el día en que tendremos que dar cuenta a Dios por nuestros hechos, “Porque
es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada
uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2
Cor. 5:10).
“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a
todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el
cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con
haberle levantado de los muertos” (Hech. 17:30,31).
Por lo tanto, “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol
de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad” (Apoc. 22:14).
Amigo, ¿haz lavado tus pecados en la sangre de Cristo (Apoc. 1:5; Hech. 22:16)?
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Por Josué I. Hernández
www.JosueEvangelista.com
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