trabajo de verano para los estudiantes de español 6/ 6ib

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TRABAJO DE VERANO PARA LOS ESTUDIANTES
DE ESPAÑOL 6/ 6IB
Necesitas leer El conde Lucanor de Don Juan
Manuel. Se trata de una colección cuentos
unidos por la presencia de dos personajes: el
conde Lucanor y su consejero Patronio. En esta
obra se presentan problemas y respuestas a
través de cuentos o ejemplos. En la biblioteca
virtual Miguel de Cervantes encontrarás la obra
completa. : http://www.cervantesvirtual.com/obra‐
visor/el‐conde‐lucanor‐‐0/html/
Asimismo necesitas imprimir la guía de lectura
y hacer todas las actividades. La guía de lectura
será evaluada como homework/ practice.

En
las
primeras
semanas
realizarán otras actividades
también
se
por nota como
trabajos escritos/ orales y una prueba.
Necesitas leer estos 12 cuentos:
I. Lo que sucedió a un rey y a XIV.
un ministro suyo
Milagro
que
hizo
St. XXX. Lo que sucedió al Rey
Domingo cuando predicó en el Abenabet
entierro de un comerciante.
de
Sevilla
con
Romaiquía, su mujer/
II. Lo que sucedió aun hombre XVIII. Lo que sucedió a don XXXII. Lo que sucedió a un rey
bueno con su hijo.
Pedro Meléndez Valdés cuando con los burladores que hicieron
se rompió una pierna.
el paño.
VII. Lo que sucedió a una mujer XX. Lo que sucedió a un rey XXXV. Lo que sucedió a un
que se llamaba doña Truhana
con un hombre que le dijo que mancebo que casó con una
sabía hacer oro.
muchacha muy rebelde
XI. Lo que sucedió a un deán XXVII. Lo que sucedió con sus XLV. Lo que sucedió a un
de Santiago con don Illán, el mujeres a un emperador y a hombre que se hizo amigo y
mago de Toledo
Alvar Fañez Minaya.
vasallo del diablo.
La sociedad medieval en El conde Lucanor
En este libro de cuentos, escrito por el infante don Juan Manuel en el siglo XIV, encontramos la Edad Media en
todo su esplendor y en toda su miseria. Se reflejan en estos extraordinarios relatos las costumbres de una
sociedad hasta cierto punto extraña para nosotros y, desde luego, muy distinta de la imagen que de ella nos ha
transmitido el cine.
A pesar de la rígida estructuración social de la Edad Media, los tipos humanos que aparecen en esta colección
de cuentos son muy diversos. El mundo nobiliario aparece representado por el conde Lucanor y, puesto que
también asoma aquí su figura, por su autor y, claro está, por algunos de los protagonistas de los relatos, que
pertenecen a ese estamento social.
Pero en las páginas de este hermoso libro también nos encontraremos clérigos, santos, ladrones, honrados
labradores, reyes moros en suntuosas cortes, humildes familias moras preocupadas por problemas cotidianos,
magos y hechiceras, pícaros y estafadores, incluso, al mismo diablo.
Veremos también imágenes de la guerra, combates entre caballeros para defender el honor de una dama,
reflejos de la vida de las mujeres y de los niños, las peregrinaciones a Tierra Santa, los grandes problemas
morales y éticos de la época, notan distintos de los nuestros como cabría pensar, pero también las simples
preocupaciones de cada día, las vestimentas medievales, el arte de la cetrería...
El didactismo de los cuentos
Los cuentos de don Juan Manuel son verdaderas obras de arte, gran literatura, pero, cuando este gran señor
medieval los escribió, no solo tenía propósitos artísticos, sino que pretendía, sobre todo, enseñar, difundir
lecciones morales. Para don Juan Manuel la escritura estaba necesariamente asociada al didactismo y a la
propagación de unas verdades que, evidentemente, son las de su propia clase social, porque el infante escribe
desde la perspectiva de un gran señor de la época y para los de su misma condición social.
Desde muy pronto, tanto los críticos como los lectores percibieron que en esos ejemplos, además de lecciones
sobre el comportamiento humano, había unos relatos de una calidad literaria extraordinaria. En este sentido, la
obra de don Juan Manuel es la culminación de toda la riquísima cuentística medieval. No hay un libro como
este. Algunas de sus narraciones son insuperables, como el cuento de don Illán (Ejemplo VII). Así, no es de
extrañar que don Juan Manuel haya sido admirado por escritores tan rigurosos como Baltasar Gracián o,
pasando a la modernidad, Jorge Luis Borges.
Los cuentos propiamente dichos surgen siempre de una pregunta formulada por un gran señor, el conde
Lucanor, a Patronio, su consejero, pero, en muchas ocasiones, mientras estamos leyendo el relato que este
cuenta para poner un ejemplo de cómo comportarse en determinada situación, sentimos que el autor se ha
olvidado de la lección moral y anda afanado en la diversión que le está produciendo la escritura de su cuento.
Nos parece como si, por un momento, la literatura se hubiera apoderado de la pluma de don Juan Manuel y,
entregándose de lleno al arte de narrar, se hubiera olvidado de la lección moral.
Por supuesto, hay que tener en cuenta esa función didáctica del relato, pero, como lectores modernos, no
podemos evitar sentir admiración por el gran cuentista que fue don Juan Manuel y atenuar la importancia de
unas píldoras didácticas no muy diferentes
de las que podríamos encontrar en cualquier otra colección de cuentos medievales. No debemos olvidar que
tanto el contenido didáctico como el propio argumento de muchos de
los cuentos de don Juan Manuel pertenecen a la tradición de la Edad Media.
Algunas de esas narraciones son fábulas, sobre cuya función casi exclusivamente didáctica apenas se puede
dudar; sin embargo, el infante los dota de la calidad literaria que nunca hubieran tenido sin su intervención,
aplicándoles su sabiduría narrativa, es decir, su capacidad para contar.
La conciencia de autor de don Juan Manuel
No hay que olvidar ni restar importancia al hecho de que don Juan Manuel fue nieto del rey Fernando III el
Santo y sobrino de Alfonso X el Sabio, cuya labor como constructor del idioma continuó el infante. Este es otro
de los grandes méritos del escritor. Pero no sabemos si esta palabra, escritor, es la más adecuada, a pesar de
que la crítica ha señalado siempre la conciencia que tuvo como autor este noble poderosísimo y rebelde, que
nunca se llevó bien con ningún rey de Castilla. Su preocupación por la correcta transmisión de su obra le hace
guardar, con todo el celo del mundo, una copia de sus manuscritos. El fuego, sin embargo, se encargó de que
no llegaran hasta nosotros tal y como él quiso.
Es, pues, don Juan Manuel uno de los principales creadores del cuento, un subgénero narrativo muy
importante en la Edad Media por su capacidad para transmitir lecciones morales. La independencia del cuento,
y en general de todos los géneros literarios, del didactismo (al menos de un didactismo explícito) ha sido un
proceso lento que, hasta casi nuestros días, no ha concluido. Cuando, como ocurre en el caso de don Juan
Manuel, la calidad literaria de la narración es muy superior al entramado didáctico, el impulso del cuento como
género fundamentalmente artístico aumenta.
Pero el cuento no es inferior a la novela, el género narrativo por excelencia. La brevedad de aquel, su
capacidad para la condensación, la necesidad del narrador de ir «directamente al grano» le da una
potencialidad extraordinaria y muy distinta de la de la novela, que puede demorarse más en las descripciones,
en el diseño de los personajes y en los vericuetos de la trama. El cuento tiene que resolver todo eso en muy
pocas páginas. Así consigue este género esa capacidad de afectar de modo inmediato la sensibilidad de los
lectores, de dejarlos asombrados, de dibujar una imagen certera del mundo.
Por tanto, disfrutemos de la lectura de los cuentos de El conde Lucanor, de su variedad, de sus personajes,
que cobran vida con medios literarios muy económicos, pero eficaces, delas curiosas costumbres medievales…
Disfrutemos sintiendo que ese mundo no es, después de todo, tan distinto del nuestro, pues tanto en uno como
en otro, el ser humano termina enfrentándose, en las encrucijadas de la vida, a dilemas ante los que tiene que
tomar una decisión. De eso sí podemos seguir aprendiendo.
Fuente: Introducción de El conde Lucanor, Francisco Alejo Fernández, Editorial Anaya
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