Los volcanes Santa María y Santiaguito se hallan a pocos

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LOS VOLCANES SANTA MARÍA Y SANTIAGUITO
NOTA PREVIA
Los volcanes Santa María y Santiaguito se hallan a pocos kilómetros de la ciudad de
Quetzaltenango y son perfectamente visibles, si no hay bruma o cenizas, desde la llanura de
Urbina, donde se ubica el Hogar Luis Amigó.
Ambos volcanes están activos y, en realidad, forman parte el uno del otro. El Santa
María tiene una altitud de 3772m. En 1922, tras una erupción del Santa María se creó una nueva
chimenea volcánica, dando lugar al volcán Santiaguito. Este sigue activo desde entonces y en el
momento actual forma un cono de unos pocos cientos de metros de alto, alcanzando una
elevación de unos 2.500 m.
De este modo, desde la cumbre del Santa María se puede observar perfectamente el
cráter del Santiaguito y su actividad en forma de fumarolas, al tiempo que se le oye
perfectamente emitir sonidos como de una caldera en ebullición.
Durante todo el año pasado, 2012, se registraron frecuentes nubes de cenizas que
llegaron a cubrir de una fina capa amarillenta la ciudad de Quetzaltenango y en lo que va de este
año 2013, en un par de ocasiones se ha repetido el fenómeno.
El día 17 de marzo de 2013, un día antes de que regresáramos al Hogar, de nuestra
estancia en Honduras, las Hermanas del Hogar, junto con las niñas decidieron subir al Santa
María. Como nosotros no participamos de esa experiencia, les hemos pedido a las muchachas de
básico que la escriban y eso es lo que os presentamos aquí.
Volcán Santa María
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Las autoras del relato:
De pie, de izquierda a derecha Rosalinda y Cindy.
Sentadas, de izda a dcha. Carla, Azucena y Lesvia
Ellas cursan los siguientes estudios, que tienen una duración de tres años y equivalen a
la secundaria:
Rosalinda (16 años) 1º Básico
Cindy (16 años) 1º Básico
Carla (16 años) 3º Básico
Azucena (15 años) 1º Básico
Lesvia (15 años) 1º Básico
2
Ahí va nuestra historia con el volcán
Al principio de este año, decidimos que sería bueno hacer la experiencia
de subir a un volcán. Por fin llegó el día. Las chicas del Hogar, las
Hermanas, los amigonianos con sus hijos, todos nos fuimos a caminar al
volcán Santa María para tener una aventura extraordinaria. Éramos como
unas cuarenta y cinco personas. Todas esas personas que nos quieren y
nosotras nos pusimos de acuerdo para salir temprano. Fuimos en carro y
encontramos un parqueo al pie del volcán, junto a una montaña más
pequeña.
Casi todas, al bajar del bus, dijimos: Es mi primera vez de subir a un
volcán de Quetzaltenango, porque antes no había tenido la oportunidad de
subir a volcanes. Antes de empezar a subir, nos pusimos a orar, porque es
bueno hacerlo antes de una actividad, sobre todo si es la primera o es una
experiencia.
Empezamos la marcha y caminamos y caminamos y caminamos
cuesta arriba. Mientras subíamos íbamos comiendo mangos y otras
galguerías. También cantábamos canciones y estábamos muy contentos.
Pero, algunas personas empezaron a sentirse cansadas, otras tenían miedo
de vomitar o de desmayarse, otras empezaron a tener mal de altura. Así que
unos se paraban y otros seguían. Al ver que unos se paraban, otros se
devolvían para ayudarlos. De manera que el grupo que al principio andaba
junto se fue dividiendo, pero luego vimos que era mejor, para ayudarnos,
subir lo más juntos posible.
3
Finalmente, nos detuvimos para tomar la refacción. Todos
compartíamos lo que llevábamos; unos ponían una cosa y otros, otra. Y
luego seguimos caminando y caminando más arriba cada vez.
Al fin de cabo, llegamos a la cima del volcán y vimos las maravillas
que Dios creó para nosotros. Pudimos contemplar el mundo desde arriba.
Todo se miraba extraordinario y hermoso desde la cima del volcán. Pero lo
más hermoso que pudimos ver fue la puesta del sol. Al atardecer, después
de que habíamos comido y unos estaban jugando y otros conversando, de
pronto el sol empezó a caerse y a poco salía la luna y se miraban las
estrellas.
Por allí había otros grupos de gente, unos hacían sus casitas para
dormir, otros hablaban o rezaban, otros jugaban o contaban historias.
Cuando llegó la noche, empezó una llovizna, viento y hacía mucho frío, así
que la noche era complicada para dormir. Para quitarnos el frío encendimos
una fogata y allí, alrededor, nos pusimos para estar un poco calientes. Nos
habíamos hecho casitas con plásticos y estos se volaron con el viento, así
que la única forma de estar calientes era cerca del fuego y muy juntitos.
A pesar del frío nos dormimos, pero una serpiente salió de detrás de
un tronco, la serpiente era cada vez más grande, se fue acercando al fuego,
cuando nos paramos del miedo de ver a la serpiente y nuestro cuerpo
temblaba y no podíamos correr, vimos en la roca escritas unas palabras que
decían: Ayúdense unos a otros. Todo esto nos dio terror y nos despertamos
del todo, pensando que había sido un mal sueño.
Todavía era de noche y se miraban muchas estrellas fugaces pasar,
también se oía el viento y todo eso daba un poco de miedo. Pero ya
empezaba a amanecer, al llegar el nuevo día, salió el sol y pudimos ver
hasta la costa y cómo salía humo del volcán Santiaguito que está más abajo
y se oía como un ruido de olla cociendo.
4
Ya llegó la hora de marcharnos. La noche había sido linda, pero
extraña. Nos tomamos fotos para que se viera que habíamos estado allá.
Recogimos toda nuestra basura y nuestras cosas, y empezamos a bajar en
fila del volcán. Mientras bajábamos había otra gente que subía entonces,
parecía que iban a hacer allá rituales y oraciones. En la bajada nos
resbalamos, nos caímos, nos ensuciamos y nos quemamos la piel por el sol
y el viento. A pesar de todo, le dimos gracias a Dios porque vivos salimos y
vivos regresamos.
Al volver al Hogar estábamos muy contentas de haber hecho la
experiencia y nos pasamos días acordándonos de lo que allí habíamos visto,
hablado y compartido. Esta es toda nuestra historia con el volcán.
Volcán Santiaguito, desde la cumbre del Santa María
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