1.2. El Contrato de Hipoteca en los siguientes niveles: créditos

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El Contrato de Hipoteca en los siguientes niveles: créditos hipotecarios, hipotecas abiertas, hipotecas de aeronaves y la
hipoteca en el Derecho Internacional Privado I Roque Molla, Guillermo Servan Bauzón, Adela Legazcue y Carlos Parodi —
__________________Rev A.E.U., vol 77, Ng 7-12, p. 217-22,7 (juL/dic. 1991).____________________
1.2. El Contrato de Hipoteca en los siguientes niveles: créditos hipotecarios,
hipotecas abiertas, hipotecas de aeronaves y la hipoteca
en el Derecho Internacional Privado.
Por los Eses. ROQUE MOLLA, GUILLERMO SERVAN BAUZÓN,
ADELA LEGAZCUE Y CARLOS PARODI
ESCRIBANA TERRA COREO.- Estimados
colegas: en la noche de hoy, un grupo interdisplinario se referirá al problema de las hipotecas. Se
podría decir que es una especie de clase abierta
que también tiene como finalidad incentivar a
los colegas a que ingresen a otras materias y no
sólo se ciñan a lo relativo al Derecho Civil.
Es sabido por todos, que en los últimos años
hemos buscado expandir nuestras fuentes de
trabajo, ver qué otros contratos podíamos otor­
gar, hacer sucesiones en la vía notarial, etcétera,
pero no debemos perder de vista que hay otros
Derechos además del Civil, como ser, por ejem­
plo, el Comercial, el Marítimo y el Aéreo, en
donde los escribanos podemos actuar. En tal
sentido, en caso de que sea posible, formaremos
un Taller sobre Derecho Marítimo y Derecho
Aéreo, con la esperanza de que ingrese un mayor
número de escribanos ya que ofrece un campo de
investigación muy importante.
En primer lugar, el escribano Roque Molla
va a realizar una exposición acerca de las hipo­
tecas sobre inmuebles, es decir, aquéllas que
garantizan una obligación civil. Posteriormen­
te, el escribano Servan Bauzón se referirá a las
hipotecas que garantizan una deuda comercial.
En tercer término, la escribana Adela Legazcue,
integrante de la Comisión de Derecho Aéreo y
Marítimo, va a exponer sobre Derecho Marítimo
y, finalmente, hará uso de la palabra el escriba­
no Carlos Parodi, quien se encarga de la coordi­
nación de la mencionada comisión.
Antes de ceder la palabra a tan distinguidos
disertantes, deseo recalcar que la hipoteca sobre
bienes muebles sólo se da en el caso de las naves
y de las aeronaves. Obviamente, ello tiene una
gran incidencia en el Derecho Internacional Pri­
vado, pues en este momento prácticamente
ningún país se puede dar el lujo de tener un
barco de cabotaje o un avión que transite, exclu­
sivamente, dentro de sus propias fronteras, por
lo que en general se plantean problemas vincu­
lados al Derecho Internacional Privado.
La hipoteca siempre se vincula con la obli­
gación que le da origen, aunque a veces se habla
de ella sin particularizar especialmente la deu­
da que la origina. Vamos a analizar la hipoteca
desde el punto de vista del Derecho Privado
nacional, pero también vamos a tener en cuenta
las soluciones que dan las Convenciones Inter­
nacionales, con la particularidad de las hipote­
cas referentes a naves y aeronaves.
ESCRIBANO MOLLA.- Adhiero totalmen­
te a lo expresado por la escribana Terra Corbo en
cuanto a la búsqueda, a través de la investiga­
ción jurídica, de nuevas fuentes de trabajo, o
antiguas pero que están un poco olvidadas.
Asimismo, deseo resaltar la inquietud que
desde hace tiempo tenemos con los colegas inte­
grantes de la Comisión de Derecho Comercial, de
empezar a manejarnos con la expresión Derecho
Privado más que con Derecho Civil y Derecho
Comercial, ya que es la directiva que está si­
guiendo la legislación modernay, además, desde
el punto de vista científico entendernos que debe
ser así.
En cuanto a la hipoteca, nuestra intención
es buscar un punto de apoyo en la legislación -o
sea, en el Código Civil- con respecto a los concep­
tos que vamos a emitir. Justamente, en función
de lo limitado del tiempo del que disponemos, no
vamos a realizar un desarrollo de determinada
temática que merecería un tratamiento más
extenso, el cual ya fue establecido en un trabajo
conjunto que realicé con mi hermano, el doctor
Carlos Molla, que se va a publicar en el Revista
de Derecho Comercial y la Empresa y en el
Anuario de Derecho Civil del corriente año.
Con respecto a la hipoteca, si bien quizás
cuando uno está muy seguro de algo es cuando
más equivocado puede estar, es posible sostener
que es uno de los contratos en los cuales no puede
caber ningún tipo de duda en cuanto al trata­
miento que el codificador pretendió darle. Si
había un contrato (1) que Narvaja conocía con
profundidad, era justamente, el de hipoteca,
(1) Más allá de la revisión que ha pretendido la moderna doctrina con respecto a la asignación de la categoría contrato a
la hipoteca.
218
porque había sido redactor de la Ley Hipoteca­
ria, y no hizo más que incorporarla, práctica­
mente, al Código Civil.
La hipoteca nuestra se basa en principios
incontestables, si se puede decir que en el De­
recho hay algo incontestable. Nuestra hipoteca
es convencional, por oposición o abjurando el
codificador de las hipotecas legales y judiciales;
es pública, justamente para impedir el desa­
rrollo de las famosas hipotecas ocultas de la
época medieval; es especial pues requiere que el
objeto y el crédito -esto sí precisa un pequeño
desarrollo- estén claramente determinados en el
contrato de hipoteca; esindivisible, concepto que
es renunciable por las partes -el escribano Parodi va a realizar una referencia a este punto en
lo que hace a las hipotecas que tienen por objeto
las aeronaves-; y, finalmente, es un contrato
accesorio, esto es, accede a una obligación prin­
cipal.
Con respecto al tratamiento que ha tenido el
contrato de hipoteca en los países de Derecho
escrito o continental -designación dada por
oposición al sajón, cuyo desarrollo primario co­
rrespondió a las Islas Británicas- se aprecian
dos grandes vertientes: por un lado, la mayoritaria, que siguió las directivas del Derecho Ro­
mano; y, por otro, la minoritaria, por ejemplo, el
Derecho alemán, que siguiendo las enseñanzas
de Savigny se apartó del lincamiento dado por el
Derecho Romano.
Tenemos, entonces, una primera gran ver­
tiente, sucesora del Derecho Romano, que es la
que nos rige a nosotros. De todos los conceptos
que hemos manejado o de los principios sobre los
que se apoya la hipoteca, a los efectos del tema
puntual al que nos queremos referir -esto es, las
llamadas hipotecas abiertas- interesa el trata­
miento del principio de la especialidad y del
principio de la accesoriedad. En nuestro con­
cepto, estos dos principios son indiscutibles en
cuanto a su vigencia como de la esencia de la
hipoteca; esencia en el sentido de que su no
existencia determina, a la vez, la inexistencia
del propio concepto hipoteca para nuestro orde­
namiento.
El Derecho alemán se apartó radicalmente
de este principio de la accesoriedad e implantó lo
que se conoce como la hipoteca autónoma, esto
es, como contrato principal, o sea, aquélla que
puede constituir el titular sin una referencia
precisa a una obligación determinada. El siste­
ma alemán es muy complejo e interesante por­
que tiene distintos tipos de hipoteca entre los
que figura la nuestra, y tiene este otro del que
estoy hablando y que se llama la deuda territo­
rial, o sea, la posibilidad de que el titular de un
inmueble lo afecte como hipoteca, como contrato
REVISTA DE LA A.E.U. - T. 77 (7-12), 1991
principal, sin una referencia directa a determi­
nada obligación, es decir, sin la nota de acceso­
rio, que es la esencia del nuestro.
Por supuesto, esto implica una toma de
posición en cuanto a si la hipoteca autónoma
existe o no en nuestro Derecho. Entendemos que
no, a pesar de la infeliz redacción del artículo
2326, al cual también vamos a hacer referencia.
Y decimos que entendemos que no, porque el
concepto que maneja el contrato de hipoteca a la
luz del Código Civil debe revestir de esencia -o
sea, que los particulares no pueden derogarlojno
es un elemento natural, sino esencial- la nota de
especialidad.
La nota de especialidad está determinada
en el artículo 2334 del Código Civil, cuando el
numeral 22 establece que la inscripción de la
hipoteca deberá contener: La fecha y la natu­
raleza del contrato a que acceda la hipoteca y d
archivo en que se encuentre.
Obsérvese, pues, que la especialidad es do­
ble. En primer lugar, por supuesto, en cuanto al
objeto, que sin duda debe estar suficientemente
determinado. Para poner el ejemplo más común
-porque de los otros bienes susceptibles de ser
hipotecados van a hablar los colegas-, en el caso
de la hipoteca de inmuebles, debe estar sufi­
cientemente determinado el bien sobre el cual se
pretenda el nacimiento del derecho real de hi­
poteca.
No obstante, no es suficiente con la mención
o con la descripción del inmueble en el contrato,
para que se cumpla con este presupuesto, que es
la nota de especialidad, sino que también es
necesario que esté determinada la obligación a
la que accede el contrato de hipoteca. Digo
obligación, y no contrato, como se establece en el
Código, porque entiendo que la hipoteca puede
acceder a cualquier tipo de obligación o de re­
lación obligatoria no necesariamente relativa a
un contrato, sino que puede ser a otro tipo de
negocio jurídico. Pero lo que sí debe tener -y en
esto es en lo que quizá Narvaja quiso poner
énfasis, y de ahí, quizá, la mención ala expresión
"contrato"- es no solamente existencia, sino
causa.
Concretamente, el punto es si la hipoteca
puede acceder a una obligación, o relación obli­
gatoria, que todavía no ha nacido. En nuestro
concepto, ala luz del sistema hipotecario que nos
rige, esto es absolutamente imposible, porque el
principio de especialidad obliga a que la refe­
rencia a la obligación a la que accede, se esta­
blezca en el propio contrato de hipoteca. Es decir,
la obligación o la relación obligatoria, tiene que
haber nacido; no puede ser una obligación fri­
tura.
Esta situación no debe confundirse con las
DOCTRINA
llamadas obligaciones eventuales. La obligación
eventual -punto muy discutido en doctrina, so­
bre todo en la extranjera- es sumamente con­
fundible con la obligación futura. Para nosotros,
sin embargo, existe una diferencia enorme, que
es la que permite el distingo. La obligación
eventual es aquella que puede acontecer o no,
pero que necesariamente está encartada en lo
que se llama la relación base, que justamente va
apermitir o no su advenimiento. El ejemplo más
claro es el de la situación de hipotecas consti­
tuidas en garantía de un pago de una pena
pactada para el caso de incumplimiento. Como
todos sabemos, el incumplimiento es una vici­
situd que puede ocurrir a mérito de una relación
obligatoria que hizo nacer un contrato, pero
puede perfectamente no ocurrir.
Más concretamente, puede suceder que las
partes hayan reglamentado la situación -tam­
bién vicisitud- que se llama incumplimiento,
mediante el pacto de una pena para el caso de
incumplimiento de una obligación contenida en
el contrato, y que dicha pena esté garantizada
por una hipteca. Esto es, la pena -que, en defini­
tiva, va a ser la obligación que va a poder ser
ejecutada en caso de no cumplimiento, por mé­
rito de la ejecución hipotecaria-, en cuanto a su
nacimiento, va a ser eventual, va a estar supe­
ditada al incumplimiento de la parte deudora;
pero está inserta en esa relación base. Esta es la
diferencia, entonces, con la obligación futura.
No ocurre lo mismo con las hipotecas lla­
madas abiertas, o sea, las constituidas para
garantizar los créditos que en el futuro puedan
otorgarse, o de los cuales pueda resultar acree­
dor el titular del pretendido derecho real de
hipoteca.
Esta situación, que como todos sabemos es
muy común, en nuestro concepto debería mere­
cer una sanción legislativa. A nuestro entender,
la circunstancia todavía es más clara en cuanto
a la imposibilidad de darse esta situación, con
respecto a la pretensión de la vinculación, como
garantía hipotecaria, de obligaciones instru­
mentadas en títulos valores, y más específica­
mente, en vales, de acuerdo con la nueva ter­
minología que le ha dado la ley 14.701. Digo esto
porque es imposible, más que jurídicamente,
materialmente, establecer la relación entre el
vale -que por definición es literal, autónomo,
abstracto e independiente- con la relación acce­
soria de hipoteca, porque es imposible, justa­
mente, cumplir con el principio de especialidad.
Sabemos que se ha pretendido solucionar el
problema. Tuve oportunidad de hablar sobre él
-y esto no lo involucra desde el punto de vista de
su posición, sino simplemente lo menciono- con
el doctor Sagunto Pérez Fontana en oportunidad
219
de la charla que dimos en el Banco de la Repú­
blica, con motivo de los diez años de la sanción de
la ley 14.701, y nos decía que para él la situación
se solucionaba, simplemente, con la mención en
el contrato de hipoteca y con la anotación del
vale, opinión que, con todos los respetos, no
compartimos, por cuanto -y en esto estoy sujeto
a la corrección que me puedan hacer los distin­
guidos compañeros de la Comisión de Derecho
Registrai- el Derecho Registrai se maneja con un
principio rector, que es el de legalidad, y por
tanto el Registro debe rechazar aquellas situa­
ciones no establecidas por ley.
Si hay algo que todos tenemos bien claro, es
que la ley 14.701, de títulos valores, señaló en
forma muy severa cuáles son los elementos que
puede contener este papel para acceder a dicha
categoría, y cuáles no puede contener, justa­
mente, para no desvirtuar la misma. En la ley de
títulos valores no encontramos la posibilidad de
esta mención a la situación de que está garan­
tizado con una hipoteca.
Mi opinión creo que se ve reforzada, en
primer lugar, por el hecho de que los países de
Derecho continental que siguieron la senda del
Derecho Romano -básicamente España e Italiareformaron sus legislaciones para introducir
esta figura que se conoce como hipoteca cam­
biaria, esto es, la que accede a una obligación
principal llamada título valor.
No obstante haberlas legislado, las dificul­
tades no han cesado y dichas legislaciones han
sido criticadas. Lo concreto y lo puntual es que la
ley en dichos países lo permite y, por lo tanto,
hay que admitirla. La situación fue solucionada,
justamente, por el sistema del que hablaba el
Profesor Pérez Fontana, esto es, con un verda­
dero sistema de contraseña, anotándose en el
título valor la constitución de la hipoteca y
anotándose también en la hipoteca, la referencia
al título valor para que el Registro pudiera hacer
el seguimiento de la hipoteca que estaba acce­
diendo a esa garantía.
El otro argumento que también entendemos
importante surge a raíz de una sugerencia que
nos hizo el escribano Servan Bauzón, que com­
partimos, y es la posibilidad de la emisión de
obligaciones o debentures por parte de socieda­
des anónimas. Coincidimos con el escribano
Servan Bauzón -por supuesto, él lo va a explicar
con mucha mayor autoridad- en cuanto a que en
este caso se respeta el principio de especialidad
porque, justamente, la Ley de Sociedades Co­
merciales obliga, en cuanto a la emisión de
debentures (artículo 439), a que contengan se­
rie, número de orden de cada título, etcétera.
Hay una identificación que viene por vía legis­
lativa.
220
Para terminar, señalo que en cuanto al
principio de especialidad, no es caprichosa la
posición que tomó Narvaja.
El principio de especialidad fue establecido
por Narvaja con una dirección político-legisla­
tiva clarísima, que él mismo se encarga de
ilustrar. Es, justamente, para posibilitar la cir­
culación de la propiedad inmueble, que como
todos sabemos, en el siglo pasado equivalía a la
circulación de la riqueza. Permitir este sistema
de autocongelamiento de la propiedad inmueble
a través de estas llamadas hipotecas abiertas, va
de frente contra esta aspiración del codificador.
En la medida de admitir este tipo de hipotecas,
se acaba algo característico de nuestro sistema,
y que todos conocemos, que son los rangos que
tienen las hipotecas: de primer grado, de se­
gundo gradoy de ulteriores grados. En la medida
en que exista por parte de un acreedor, la posi­
bilidad de dirigir continuamente o llenando de
contenido a su derecho real de hipoteca, es im­
posible que pueda, el segundo o el ulterior grado,
subir ala calidad de primero, porque el titular de
ese derecho de crédito nunca va a ver agotada su
posibilidad en cuanto a la perseguibilidad de la
satisfacción del mismo a través de la ejecución
de hipoteca.
Por supuesto que el tema da para mucho
más, pero como me he excedido del tiempo que
me corresponde, simplemente culmino seña­
lando que en nuestro concepto, las llamadas
hipotecas abiertas son inviables en el Derecho
Positivo uruguayo, mereciendo, a los efectos de
su admisión, un tratamiento a nivel legislativo.
ESCRIBANO SERVAN BAUZON. Al re­
ferirme a la hipoteca comercial, tengo que re­
cordar que hace unos 50 años, aquel gran Pro­
fesor de Derecho Comercial que fue el doctor
Miguel U. Rocca se hacía la pregunta de si
realmente existía, y concluía en que, evidente­
mente, en el Código está tipificada la hipoteca de
naves; pero, fuera de eso, ¿en qué otros casos
existe la hipoteca comercial?
El contrato de hipoteca es accesorio y, en
consecuencia, la hipoteca puede tener natura­
leza comercial cuando accede a un contrato co­
mercial. Puede ser, también, en el caso de un
préstamo de los contemplados en el Código de
Comercio, cuando ese préstamo sea de natura­
leza comercial.
El escribano Molla ya se ha referido a un
caso que, si bien es corriente, es de naturaleza
muy especial. Cuando se abre un crédito y se dice
que va a ser utilizado en vales, evidentemente
que esa hipoteca no accede a los vales sino al
crédito, que es lo principal. Comparto la opinión
de que ahí no son identificables; por lo tanto, si
hablamos de unahipoteca que accediera exclusi­
REVISTA Uíü LA A.ü.u. - i. / / (í-12),
vamente a los títulos valores, no sería posibl*
por esa falta de identificación.
Sin embargo, la nueva Ley de Sociedades
Comerciales contempla un caso concreto en e]
que podemos hablar de que estamos frente auna
hipoteca de naturaleza comercial.
Como innovación, se establece la posibilidad de emitir debentures u obligaciones nego­
ciables, y el artículo 440 establece que: Las
obligaciones negociables o debentures podrán
emitirse con una garantía real, que afecte bienes
determinados de la sociedad o de terceros.
Hace unos 10 años, una institución finan­
ciera me había consultado sobre la posibilidad
de emitir obligaciones con garantía hipotecaria,
porque el Banco Hipotecario sostenía que tenía
el monopolio de emitir títulos con garantía hi­
potecaria. Mi opinión, en aquel momento, era
que ese monopolio existía para emitir títulos con
garantía hipotecaria sobre bienes de terceros, y
no sobre bienes propios. Obsérvese que aquí la
ley, si existía monopolio, lo ha destruido, porque
permite que la sociedad anónima pueda emitir
obligaciones con garantía de bienes propios o de
terceros.
Un detalle importante es que las garantías
reales se otorgarán antes de la fecha de emisión
de las obligaciones. Vamos a ponernos en la
posición de que estamos redactando un contrato.
Vamos a tener que controlar, en una cláusula de
antecedentes, una serie de elementos, entre
ellos, la autorización para emitir los títulos y la
identificación de la emisión.
El artículo al que se refería el escribano
Molla, o sea, el 439, dice: Contenido de los títu­
los.- Las obligaciones deberán contener las si­
guientes enunciaciones: ...4) Serie, número de
orden de cada título, su valor nominal en la
moneda en que se haya contraído el impréstko,...
-que puede ser en moneda nacional o extranjera... así como los pactos de reajuste en su caso y si
el título representara varias obligaciones, el nú­
mero correspondiente a cada una. Y otro de los
contenidos es: 8) Garantía constituida, si la
hubiera.
Estimo que es esencial, en esa hipoteca que
tiene que ser otorgada antes de la fecha de
emisión, que se identifique la emisión en cuanto
a su monto y al número de títulos, y yo digo,
señalando, además, la identificación de los nú­
meros del 1 a tal, y las series, si existieren.
El artículo 440 agrega: Para su inscripción
en los Registros Públicos correspondientes, di­
cha garantía real solamente individualizará los
títulos a ser emitidos. Justamente, hay una
emisión que va a ser posterior, pero, de cualquier
manera, esta hipoteca en garantía tiene que
identificar perfectamente bien los títulos.
DOCTRINA
Yen cuanto a quiénes otorgan el contrato de
hipoteca -porque, lógicamente, si no se han
emitido las obligaciones, todavía no hay tene­
dores- el mismo artículo establece: Las escritu­
ras públicas o documentos privados serán otor­
gados por la sociedad deudora y por el primer
fiduciario en representación de los futuros debenturistas. Aquí se hace mención a los docu­
mentos públicos o privados porque, lógicamente,
puede haberse constituido una prenda en lugar
de la hipoteca.
Señalo que en este caso, entonces, hay un
fiduciario que es el que va a representar a esa
masa de futuros debenturistas. El fiduciario no
es elemento esencial; es el más natural y el
normal cuando se va a hacer una emisión pú­
blica, pero nada impide que la emisión de obli­
gaciones sea absorbida por un grupo pequeño, de
tres o de cuatro personas, y entonces no se
requiera un fiduciario, suscribiendo estos indi­
viduos el contrato de hipoteca
Agrega el mismo inciso del artículo 440: No
será necesario realizar inscripción alguna al
momento de transferir las obligaciones o los
cupones correspondientes. ¿Por qué? Porque la
hipoteca, que es previa, garantiza toda la cir­
culación hasta la cancelación de esas obligacio­
nes.
El último inciso del artículo 440 establece:
Los derechos emergentes de la garantía real se
transferirán de pleno derecho por la sola tras­
misión del título representativo de la obligación
o de los cupones correspondientes.
Quiere decir que, constituida la garantía,
hasta que se cancele se mantiene, a pesar de los
cambios que pueda haber en la titularidad de los
mismos.
Dice el inciso primero del artículo 441 que:
Para cancelar la garantía será necesario que la
sociedad exhiba o bien los títulos emitidos, in­
utilizándolos o sustituyéndolos por un duplicado
cuando subsista crédito sin aquélla, o un certi­
ficado notarial y una declaración suscrita por los
representantes de la sociedad con firmas auten­
ticadas en los cuales se acredite que la emisión de
obligaciones no se ha realizado, bajo la respon­
sabilidad civil y penal del escribano actuante y
los representantes de la sociedad.
Es interesante porque aquí también cae el
escribano como responsable, civil y penalmente.
No nos sorprende porque siempre estamos en el
medio.
Añade el inciso segundo del artículo 441: Si
hubieran obligacionistas que no se presentaran a
cobrar el importe de sus títulos, se podrán con­
signar al fiduciario, siendo ello suficiente para la
cancelación de la garantía. Transcurrido el tér­
mino de seis meses a contar del vencimiento, el
221
fiduciario procederá a realizar la consignación
como se prevé en las normas vigentes sobre títulos-valores.
O sea que este es uno de los pocos casos
claros en los que podemos hablar de una hipo­
teca comercial.
¿Cuáles son las consecuencias en cuanto ala
naturaleza civil o comercial de la hipoteca? En­
tiendo que en aquellos países en los que existe
una jurisdicción civil y comercial diferente, se
justifica que la naturaleza entre a jugar un papel
importante. Aquí sólo puede tener efectos dentro
del Derecho Internacional, como señala la es­
cribana Terra Corbo. Si se trata de documentos
que tienen efecto internacional, ahí sí va a in­
teresar si el crédito es comercial y, por lo tanto,
la hipoteca accesoria es comercial, pero no en los
casos normales, en que la circulación en nuestro
país va a significar que los incumplimintos van
a ir a la única jurisdicción existente.
Ahora dejo la palabra a los colegas, que van
a referirse a las hipotecas de aeronaves y de
naves.
ESCRIBANA LEGAZCUE.- Después de las
excelentes exposiciones realizadas por los cole­
gas que me precedieron, es mi intención intro­
ducirlos en el conocimiento de la hipoteca naval.
Para ello, y a efectos de centralizar el tema,
me interesa concentrarme en aquellos aspectos
que hacen a la hipoteca naval en el concierto de
las garantías, y que en algunos casos también
marcan distinciones con respecto a las hipotecas
de aeronaves.
Dentro de estos aspectos peculiares tene­
mos, en primer término, la solemnidad. El ar­
tículo 767 del Código de Comercio ya indica
claramente que la hipoteca deberá constituirse
en instrumento público e inscribirse en el Re­
gistro de Hipotecas, y agrega, además: sin cuyos
requisitos no tendrá valor alguno, ni se contará
su fecha, sino desde la inscripción.
O sea, se otorga en una escritura pública y
necesariamente debe inscribirse en el Registro
de Hipotecas, donde también se inscriben las
hipotecas de inmuebles. No debemos confundir
con el Registro de Naves, al cual solamente se le
envía una comunicación y toma nota adminis­
trativamente de su constitución.
El Registro de Naves opera en la órbita del
Ministerio de Defensa Nacional. Es una depen­
dencia del Comando General de la Armada, y en
el tema específico de la hipoteca de naves, so­
lamente toma conocimiento de su constitución.
En cuanto a la capacidad, nos acerca a este
concepto el artículo 770 del Código de Comercio,
que expresa que constituye la hipoteca el que es
capaz de enajenar, término que, por otra parte,
técnicamente no es muy adecuado. No obstante,
222
el artículo 2331 del Código Civil, en la nueva
redacción dada por la ley 15.080, del 21 de
noviembre de 1980, dice: La hipoteca no podrá
tener lugar sino sobre bienes raíces que seposean
en propiedad o usufructo y sobre naves o diques
flotantes. O sea que, claramente, nos está indi­
cando que puede constituirla aquél que tiene la
propiedad del bien.
Hay una situación muy especial, que sim­
plemente la cito, que es una hipoteca que podría
constituir el capitán del buque para salvaguar­
dar deudas contraídas en el curso del viaje; pero
tampoco se aparta del principio general, porque
la puede constituir cuando reviste la calidad de
copartícipe, y como copartícipe en la propiedad.
Así que podemos afirmar que no escapa del
principio general.
Evidentemente, se puede comparecer por
mandatario, pero en ese caso se requiere un
mandato especial y expreso. Así que en ese
aspecto, salvo estas puntualizaciones, rigen las
mismas disposiciones del Derecho Civil para la
hipoteca de los bienes raíces.
Otro aspecto que interesa resaltar es el
objeto sobre el que recae la hipoteca. La hipoteca
naval grava siempre bienes muebles, que son el
buque y/o el dique flotante. Como se dice en el
Derecho argentino, grava bienes muebles esen­
cialmente registrables.
Aclaro que en nuestro Derecho hay pocas
disposiciones que realmente regulan la hipote­
ca naval, a diferencia del Derecho argentino,
cuya Ley de Navegación tiene un Capítulo prác­
ticamente dedicado al tema de la hipoteca na­
val. Quizá muchas de las dudas y de los temas
estén tratados detalladamente en esas dispo­
siciones.
Volviendo al tema del objeto de la hipoteca,
como señalamos, grava al buque y a los diques
flotantes. En tal sentido, en el contrato de hipo­
teca de naves conviene individualizar clara­
mente el bien sobre el que recae (datos técnicos).
Como se viene indicando puede ser un bu­
que que posea pasavante o un buque con ma­
trícula.
El pasavante es el documento que expide el
agente consular uruguayo en el extranjero, en
ocasión de la compra de un buque que va a tomar
la bandera uruguaya, por el que se habilita al
uso de la bandera en su viaje al puerto de
matriculación, en territorio nacional. Es un do­
cumento administrativo que simplemente habi­
lita al uso -no le confiere la bandera ni es ma­
trícula- para el viaje de matriculación. En tal
sentido, y en el entendido de que no estamos en
presencia de una matrícula, no se puede decir
que ese buque con pasavante pueda ser hipote­
cado; sólo aquél que tiene la bandera nacional
REVISTA DE LA Ã.E.U. - T. 77 (7-12), 199i
puede ser hipotecado según las leyes nacionales
(artículo I- y siguientes, Título I, Tratado de
Navegación Comercial Internacional de 1940).
Inclusive, un buque con pasavante puede
cambiar de bandera; o sea, no está obligado a
tomar la bandera para el cual se expidió el
pasavante, lo cual podría hacer volver ilusoria la
garantía. Por tanto, queda claro que en estos
casos es imposible constituir la hipoteca.
Para ello, es imprescindible que el buque
tenga matrícula. Podríamos decir que ésta es
como un padrón, como un elemento identifícatorio del bien, que le confiere la nacionalidad.
Se inicia la obtención de la matrícula -digo
"se inicia" porque no es tan sencilla su obtención,
sino que lleva un trámite extenso y se debe
presentar cantidad de documentación- con la
gestión ante la autoridad marítima del puerto al
cual arriba el buque y culmina con una decisión
del Poder Ejecutivo por la que le otorga la ma­
trícula (artículos 29 y siguientes de la ley 10.945
del 10 de octubre de 1947).
Mientras tanto, el buque puede operar con
una matrícula provisoria, y en los hechos así
ocurre en la mayoría de los casos; pero con esa
matrícula provisoria, con garantías que se han
depositado y con obligaciones que el armadory el
propietario asumen, ya se puede decir que el
buque tiene una bandera y que, por consiguien­
te, está en condiciones de ser hipotecado.
Pasemos a ver cuáles son los elementos de
individualización del bien. Por supuesto, son
conocidos los elementos que se exigen en un bien
inmueble, aunque quizá cuando se trata de un
buque resulta más difícil establecer qué datos
hay que tener en cuenta para su individualiza­
ción. Son datos técnicos del buque que necesa­
riamente debe contener la escritura.
Sabemos que el buque tiene una Patente
Nacional de Navegación, que vendría a ser lo que
centraliza la matrícula del buque. Puede tener
matrícula de ultramar y/o matrícula de cabotaje,
según el tipo de navegación al que se encuentre
afectado. Todas esas menciones deben constar
en el contrato: si tiene matrícula de ultramaro
cabotaje, su número; si tenía matrícula anterior,
porque hubo alguna enajenación o algún cambio
al respecto, también deben constar esos datos.
Es importante, también, que figure su nombre,
porque la Ley de Abanderamiento (10.945 cita­
da) nos está diciendo que el buque tiene un
nombre, el cual no se puede repetir en ninguna
de las embarcaciones matriculadas con la ban­
dera uruguaya. Inclusive hay que seguir un
proceso bastante difícil cuando se quiere cam­
biar el nombre de la nave, lo que culmina con una
resolución del Poder Ejecutivo autorizando ese
cambio de nombre.
DOCTRINA
Otros datos técnicos para la individualiza­
ción son la eslora, la manga, el puntal -son
elementos que hacen, más que nada, a la dimen­
sión del bien- así como el tonelaje que posee.
Estos elementos figuran en la Patente Nacional
de Navegación, donde se expide la matrícula.
Están todos perfectamente individualizados y
hay que referirse a ellos al formular el contrato
de hipoteca.
En cuanto a los datos técnicos, además de
losya vistos, hay dos certificados más, que son el
de arqueo y el de francobordo. El certificado de
arqueo se refiere a la medición que se hace del
buque. Hay un perito arqueador que mide téc­
nicamente, en base a un manual, la profundi­
dad, la eslora, el ancho, y todos esos datos figu­
ran, no solamente en la matrícula, sino también
en ese certificado de arqueo. O sea que se pueden
complementar perfectamente y deben coincidir
unos con los otros.
Otro aspecto que me interesa resaltar es el
siguiente. Ya dijimos que solamente se puede
hipotecar el buque que tiene matrícula, que
tiene bandera, pero se plantea el tema muy
interesante que es el del buque en construcción.
Sobre este tema no existe previsión expresa en
nuestro Derecho Positivo, aunque sí existe en el
Derecho argentino.
Evidentemente, cuando hablamos del con­
trato de hipoteca sobre un buque en construc­
ción, en realidad éste aun no está terminado, no
existe como tal. Entonces, ahí se plantea el
problema de cuál es el objeto sobre el que recae
la hipoteca. De acuerdo con el literal b) del
artículo 23 de la ley 10.793, de Registros, se
admite que las deudas que se constituyan por
construcción, mejoras y conservación relativas a
buques y diques flotantes, se inscriban en el
Registro de Hipotecas. Sin embargo, reitero, no
hay previsión en cuanto a la inscripción del
buque en construcción como tal.
Por el contrario, en el Derecho argentino,
(ley 20.094 de 1973, artículos 499, 502, 503 y
507) a partir de la suscripción del contrato de
construcción con el astillero, se está en condicio­
nes de proceder a realizar la hipoteca del buque
en construcción. No es que se hipoteque un
buque, sino que ésta recae sobre los materiales
que se van a destinar a la construcción del
buque, materiales que el Registro expresa­
mente indica que deben individualizarse y se­
ñalizarse de forma tal que su destino sea la
construcción de un buque determinado, indivi­
dualizado perfectamente con sus medidas téc­
nicas. Una vez construido, esa hipoteca que
afectaba a los materiales pasa automáticamen­
te al buque terminado, con la misma preferencia
y prelación.
223
Esa es un poco la solución que da el Derecho
argentino, pero, evidentemente, en el nuestro no
hay previsión legal; solamente la mención a las
deudas por construcción, mejoras y conserva­
ción.
Otro tema es el relativo ala relación entre la
hipoteca y los privilegios marítimos. En este
aspecto, está vigente, en nuestro país, la Con­
vención de Bruselas de 1926, relativa a Privi­
legios e Hipotecas Marítimas, que ha sido rati­
ficada por el Uruguay en 1970 (ley 13.855 de 4 de
julio de 1970). Hasta el presente, a dicha Con­
vención han adherido 23 Estados.
En esa Convención se sientan también
ciertos principios generales, de los cuales hemos
hecho mención en esta exposición. Uno de ellos,
por ej emplo, es que las hipotecas, prendas, arras
sobre navios regularmente establecidos según
las leyes del Estado contratante del que depende
el navio e inscripto en un Registro Público, sea
correspondiente al puerto de matrícula o sea en
una oficina central, serán considerados como
válidos y respetados en todos los países contra­
tantes.
O sea, la disposición acuerda a la hipoteca
naval inscripta un reconocimiento y validez in­
ternacionales, hasta el punto de que la prefiere
ante otros créditos privilegiados que pueda
crear la legislación nacional de un Estado con­
tratante. Hasta el momento, hay cinco créditos
privilegiados que, según la Convención, pueden
prevalecer sobre la hipoteca. Simplemente, me
voy a limitar a mencionarlos: ellos son los gastos
judiciales adeudados al Estado por derechos de
faros, puertos, impuestos; los créditos resul­
tantes por salarios de la tripulación y capitán;
las remuneraciones por asistencia o salvataje y
la contribución del navio a las averías; las in­
demnizaciones por abordaje como así daños que
se causen a las obras en los puertos, muelles y
vías navegables; y los créditos provenientes de
contratos realizados o de operaciones efectuadas
por el Capitán fuera del puerto de matrícula, en
virtud de sus poderes legales y para hacer po­
sible las necesidades reales de conclusión del
viaje.
Me interesa resaltar que los privilegios
marítimos se originan, principalmente, a los
efectos de garantizar la navegación en sí misma
y otras actividades del deudor, como ser créditos
para construcción, mejoras, etcétera; pero la
hipoteca naval es siempre voluntaria en tanto
que los privilegios, sobre todo, se imponen por
una voluntad legal. Es decir, es la ley la que está
marcando que la hipoteca cede frente a ciertos
privilegios.
También me interesa destacar, a los efectos
de que estén informados, que el tema de la
224
importancia internacional de la hipoteca ha
tenido una evolución que ha pasado de la Con­
vención de Bruselas de 1926 hasta la de Bru­
selas de 1967, en que también volvió a tratarse
el tema de las hipotecas y los privilegios, lle­
gando a los últimos proyectos que se están
elaborando a nivel de las Naciones Unidas con
miras a obtener una reglamentación que uni­
formice el tema del tratamiento de la hipoteca
naval y los privilegios marítimos. Estos proyec­
tos, que son del año 1989 están, por un lado, en
sede de la Organización Marítima Internacio­
nal y, por otro, de la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
Espero, con esto, haber aclarado aunque sea
algunos aspectos.
ESCRIBANO PARODI. En una reunión
que mantuvimos con los colegas de la Comisión
de Derecho Aéreo decidimos, simplemente, ha­
cer mención a algunos aspectos que, de alguna
forma, vayan introduciendo el tema aéreo en
esta sede.
En principio, quisiéramos informar la nor­
mativa vigente, para que los colegas que tengan
que actuar en esta materia puedan acudir a su
estudio. Las disposiciones son: el Código Aero­
náutico -o sea, la ley 14.305- Sección II, Capítulo
IV, artículos 45 y siguientes y los artículos 43 y
44 respecto al régimen de requisitos y solemni­
dad; normas integrativas, de acuerdo con el
artículo 3s del mismo Código, de Derecho com­
parado y doctrina; el decreto reglamentario del
Código Aeronáutico en sede de Registros, que es
el 647/79, de 13 de noviembre de 1979 ; y luego la
normativa general o el sistema legal de fondo,
que está legislado en el Código Civil o en el
Comercial. Aparte de ello, por tratarse de bienes
de tránsito internacional, hay normativas de
Derecho Internacional Privado: concretamente,
el Convenio de Ginebra de 1948, ratificado por
nuestro país por el decreto-ley 15.399, de 26 de
mayo de 1983, aplicable a las situaciones que
digan relación con aeronaves de otros Estados y
en su vinculación con nuestra jurisdicción.
Una vez planteado el cuerpo normativo,
para que de alguna forma sirva de base, haremos
referencia a algunos puntos generales a efectos
informativos.
El tema solemnidad es una peculiaridad en
cuanto a excepción, respecto a la hipoteca in­
mobiliaria y a la de naves. En el caso de las
aeronaves, se puede documentar la correspon­
diente escritura, ya sea en documento público o
privado, con el requisito de la certificación co­
rrespondiente de firmas. Quiere decir que acá ya
tenemos una diferencia con la hipoteca, que
recae sobre otro tipo de bienes.
REVISTA DE LA A.È.U. - T. 77 (7-12), 199!
Respecto a la capacidad, podemos anotar
algunas particularidades.
Calificando la naturaleza jurídica de las
aeronaves, como bienes muebles (registrables),
como ya hemos expresado oportunamente, ve­
remos como opera el art. 271 del Código Civil, en
la especie.
Esta norma estipula la necesidad para los
padres de obtener venia judicial para poder
enajenar los bienes inmuebles de sus menores
hijos sometidos a patria potestad. Pero nada
estipula para los bienes muebles, por lo cual
para este tipo de bienes podemos concluir que no
será necesario obtener venia alguna para proce­
der a su enajenación.
La duda, y en virtud de lo que veremos, se
plantea en sede de hipoteca. ¿Por qué?
Ello porque el inciso 29 del precitado art.
271, no distingue entre inmuebles/muebles,
Simplemente, no hace referencia alguna a la
naturaleza de los bienes alcanzados por la nor­
mativa. Por tanto y en una primera instancia y
en una interpretación exclusivamente exegéti­
ca, podríamos concluir en que como el intérprete
no debe distinguir cuando la norma no lo hace,
alcanzaría la exigencia legal de venia judicial
para el caso de hipoteca sobre bienes muebles.
Sin embargo, deberíamos tomar en cuenta
algunos elementos más para determinar sí eso
es tan así.
Un primer elemento o argumento sería so­
bre la base de un principio general: el que puede
lo más puede lo menos.
Por tanto, si el legislador no exige en sede de
enajenación la obtención de venia alguna, acto
dispositivo por excelencia, ¿qué razón puede
asistirle para exigirlo ante la constitución de un
derecho real de garantía, como lo es la hipoteca?
Pero además, en sede de tutela, el legislador
en el artículo 310 de dicho cuerpo normativo
concretó la exigencia de venia en los bienes de
naturaleza "inmueble", únicamente dejando
fuera de tal exigencia a los muebles concreta­
mente. Entonces, debemos preguntarnos, ¿es
que el legislador estaría planteando una mayor
exigencia a los administradores: padres, que a
los terceros, como el caso de los tutores? No
parece tener ello mayor sentido.
Sin perjuicio de lo anotado, existe otro ar­
tículo, éste en sede de hipoteca, que nuevamente
nos trae oscuridad sobre el tema, y es el 2327,
cuando establece que para poder constituirse
hipoteca, en caso de incapaces, deberá efec­
tuarse bajo el cumplimiento de todos los requi­
sitos necesarios para la enajenación.
Si bien la hipoteca del Código Civil reside
sobre bienes de naturaleza inmueble, la gene­
ralización del instituto a otro tipo de bienes, cual
DOCTRINA
sea aeronaves en el caso que nos ocupa, y la
característica de derecho de fondo que tiene el
Código Civil en la materia, nos trae nuevas
dudas sobre el tema.
Sólo interesa dejar planteado el tema.
Desde la óptica del Registro Nacional de
Aeronaves, por tratarse de un tema que a lo
sumo podrá devenir en una eventual "nulidad
relativa" por falta de venia, ello no obstará a la
inscripción correspondiente, ya que el registra­
dor solamente está obligado a no inscribir actos
que padezcan nulidades absolutas (artículo 3s,
numeral I, a) del decreto 647/79).
En sede de sociedad conyugal, el artículo 59
de la ley de 1946 no hace expresa mención al caso
délas aeronaves. Por ende, no sería necesario la
obtención del consentimiento del cónyuge a los
efectos del gravamen en sede de aeronaves.
Y un caso especial, que ya no sería de ca­
pacidad sino de "poder normativo", es el de las
instituciones aerodeportivas o aeroclubes, que
el decreto 647/79 obliga a que para gravar ae­
ronaves obtenga previamente autorización del
Poder Ejecutivo. Este sería un requisito esen­
cial, de tal forma que su inexistencia aparejaría
la invalidez de esa hipoteca y, por consiguiente,
si la nulidad es absoluta, no sería inscribible en
el Registro.
Veamos ahora otra característica, relacio­
nada con los bienes susceptibles de hipoteca.
Cuando hoy hablaba el escribano Molla sobre
ello, hizo mención a la posible excepción en
Derecho Aeronáutico, y así es. El propio Código,
en el artículo 45, establece el principio general
de que: Las aeronaves matriculadas en la Repú­
blica... -por lo cual, coincidente un poco con lo
que es en materia de naves, tienen que estar
previamente matriculadas y con bandera na­
cional- ... podrán ser hipotecadas, en todo o en
sus partes, aun cuando estén en construcción.
Quiere decir que en materia aeronáutica se
puede hipotecar la aeronave en su totalidad,
pero también se pueden hipotecar "partes" de
ella. Esta es una particularidad que no sucede
con los inmuebles. Por ejemplo, a nadie se le
ocurre hipotecar un hall o un living, pero sí en
materia aeronáutica, porque hay partes que
integran la aeronave que tienen un valor inde­
pendiente y pueden ser objeto de garantía para
el acreedor.
En el Derecho argentino, de acuerdo con el
artículo 41, eso está limitado a los motores. Las
aeronaves tienen una vida útil que está en
función, en parte, de la cantidad de horas de
vuelo. Entonces los motores tienen la posibili­
dad de ser cambiados cuando tienen esa canti­
dad de horas, y como son de alto costo de repo­
sición, los fabricantes deben buscar, en la facili­
225
tación del crédito, la garantía de una hipoteca.
Un poco tratando de lograr la posibilidad del
otorgamiento de los créditos por parte de los
fabricantes.
Así que se puede hipotecar todo, parte y
también las aeronaves en construcción, aunque
en nuestro país no tenemos fábricas de aviones.
Sí tanto Brasil como Argentina tienen fábricas
aeronáuticas, y de alguna forma en el futuro esto
puede llegar a alcanzarnos, MERCOSUR me­
diante.
Las únicas aeronaves que están excluidas
son aquellas que están en una etapa de matriculación provisoria (art. 34. del Código Ae­
ronáutico). Simplemente me limito a citarlo, y
no quiero entrar en detalles porque podría
aparejar una confusión. Específicamente, en el
inciso segundo del art. 45 del Código está
prevista la exclusión de la posibilidad de la
hipoteca sobre aeronaves con "matrícula
provisoria" En esa etapa no es posible salvo
que esa hipoteca sea necesaria para la
adquisición de la aeronave. Es decir, no
operaría como bien de garantía para créditos
que no estén causados, exclusivamente, por el
saldo de precio de la adquisición.
Otra diferencia con las naves es que en sede
de aeronaves existe un Registro Nacional en el
que funcionan todas las secciones regístrales.
Quiere decir que la Sección Hipotecas opera
independientemente del Registro de Hipotecas
inmobiliario. No es necesaria la comunicación ni
tampoco la inscripción de aeronaves en el Re­
gistro de Hipotecas inmobiliarias. Opera en el
Registro Nacional, se inscribe solamente ahí, y
así lo determina el propio Código Aeronáutico.
Asimismo, en el Decreto Reglamentario se
excluye la posibilidad de las prendas sin des­
plazamiento, quizá para aclararlo y no llamar a
confusión. La medida de garantía inscribible,
registrable y, consecuentemente, que genera los
derechos de oponibilidad de los derechos ins­
criptos, están basados, exclusivamente, en la
hipoteca y no en la prenda sin desplazamiento.
En nuestro Derecho no existe esa posibilidad
(art. 29 del decreto 647/79).
Al decir de Gamarra en su Tratado, en línea
dogmática el criterio es el siguiente: la hipoteca
es una garantía real que recae sobre cosas registrables. La prenda es una garantía real sobre
cosa no registrable. Por tanto, el legislador,
siguiendo a la doctrina más moderna, plantea la
cosa en su verdadera y correcta acepción. Ya no
puede subsistir la antigua y clásica afirmación
de que la hipoteca tendría por objeto cosa in­
mueble y la prenda cosa mueble.
El legislador se ha encargado de rectificarlo
en la expresión de la propia norma.
226
El otro tema que podría ser de interés refe­
renciar, son las menciones del artículo 46,
que son esenciales y que deben constar en la
hipoteca. Solamente deseo resaltar el numeral
3fi, que habla de seguros que cubran el bien
gravado. Queremos especificar que el tipo de
seguro que el legislador requiere, es el "del
casco", porque es el que protege al bien y el que,
eventualmente ante la desaparición, entra a.
operar en sustitución de ese bien como garantía
del crédito. No es para otro tipo de seguros, como
puede ser de responsabilidad civil frente a ter­
ceros, que es garantía de los terceros superficiarios pero no del eventual acreedor.
A título simplemente informativo señalo
que en materia aeronáutica existe el "seguro
obligatorio", y según el uso que se le dé a la
aeronave -sea comercial, de instrucción, entre­
namiento, de placer, o uso privado y de acuerdo
con la envergadura- tendrá determinados se­
guros que cubrir por los riesgos que esa aeronave
está generando. El mero hecho del vuelo genera
un riesgo a terceros que no tienen nada que ver
con la actividad en sí, como pueden ser los
superficiarios. Eso está cubierto por determi­
nado tipo de seguros; pero en materia de hi­
potecas, cuando habla de seguros, hay que
interpretar que el legislador hace mención a los
seguros de casco.
Existe una distinción, sobre la que no qui­
siera entrar, entre pérdida de las aeronaves y
destrucción o inutilización, porque el legislador
le da una solución diferente (art. 49, numerales
1 y 2 del C.A.).
En materia de construcción, requiere pre­
sentar determinados recaudos, planes de cons­
trucción aprobados por la División Técnica (art.
31 del decreto 647/79).
Con respecto a la preferencia, de acuerdo
con el artículo 54 del Código Aeronáutico en la
hipoteca aeronáutica existe una graduación de
créditos privilegiados, similar a los conceptos
que se manejaron recién en materia de buques:
emolumentos a la tripulación, créditos por uti­
lización de aeródromos, etcétera; pero específi­
camente el legislador, en el artículo 47 hace
mención a la preferencia del derecho hipoteca­
rio, y dice: Los bienes afectados por este grava­
men garantizarán al acreedor el importe del
préstamo o saldo de precio, intereses, tributos y
costos con el derecho de preferencia a que refiere
el artículo 54. Entonces, hace una inclusión de la
hipoteca en el artículo 54. Sería un privilegio de
primer orden.
Quiero hacer una pequeña acotación a lo
que señaló el escribano Molla respecto a las
hipotecas sobre crédito abierto. En el artículo 46
del Código Aeronáutico, que recién menciona­
REVISTA DE LA A.E.U. - T. 77 (7-12), 199i
mos, es necesario que se establezca concreta­
mente el monto del crédito garantizado, el in­
terés, plazos y lugar de pago convenido, recepcionando así el legislador, en forma expresa el
principio de "especialidad", debiéndose deter­
minar la obligación a la cual accede el contrato
de hipoteca. En materia aeronáutica por tanto
se estaría dando pie a avalar la posición dei
escribano Molla en cuanto a las hipotecas sobre
créditos abiertos. No obstante, se inscribieron en
el Registro algunas hipotecas -porque fue una
realidad que surgió en su momento por la ope­
rativa bancaria de los últimos tiempos- y a los
efectos de salvar el escollo planteado se exigió
para posibilitar sus inscripciones la relación de
los datos exigidos por la norma, del título valor
-librado simultáneamente con su otorgamiento-, '
De no haberse librado título valor alguno, al ¡
faltar referencias concretas que permitan cum- <
plir con lo dispuesto por el art. 46 del Código
Aeronáutico, de esencial existencia, no es de
recibo proceder a la inscripción del acto así
documentado. Ese vale, evidentemente, no iba a
tener todas las condiciones del crédito total,
porque sus intereses y sus plazos estaban cir­
cunscriptos al monto que era otorgado en ese
momento. De librarse otros, a posteriori, debería
precederse a su presentación al Registro a los
efectos de proceder a su anotación marginal en la
inscripción originaria.
Hay algunas diferencias más. Para la ex­
tinción de la inscripción hay una caducidad
de cinco años, cosa diferente a lo que sucede
con la hipoteca inmueble y con la posibilidad de
reinscripción pero con un máximo de 20 años
(art. 17 del decreto 647/79). En ese sentido los
tiempos están más actualizados, porque yo
pienso que incluso en sede inmueble, los perío­
dos de prescripción o caducidad que se dan en
determinados derechos están previstos en fun­
ción de otras épocas. Creo que la actualización
que se ha hecho de los medios de comunicación y
las formas de enterarse que tenemos hoy en día,
ameritaría una reducción de los plazos en
sede inmueble, ya que todavía se está ope­
rando con el plazo de treinta años. Puede ser que
en 1865 treinta años fuera un plazo razonable;
pero hoy creo que es más que excesivo. Cual­
quier acreedor tiene tiempo suficiente de salva­
guardar sus derechos con una protección menor
en el tiempo.
En materia aeronáutica, como vimos el
plazo es más razonable.
En el aspecto fiscal, deseo hacer una pe­
queña acotación que hay que tener en cuenta,
porque no hay que olvidar que en materia de
préstamos hipotecarios rige el impuesto del 4%.
Ahora, en función de que eso nació de la Ley del
DOCTRINA
Departamento Financiero de la Habitación del
Banco Hipotecario y después fue contemplado
por la ley 13.728, de Vivienda, entendemos que
todo el sistema opera en la medida en que los
gravámenes estén afectando "préstamos so­
bre bienes inmuebles" En este caso, el Im­
puesto a las Hipotecas, en materia aeronáutica
no lo estaría gravando porque la naturaleza de
bien mueble lo estaría excluyendo de ese gra­
vamen fiscal.
Sí se pagan derechos de inscripción, de
acuerdo con la ley de tasas del Registro de
Aeronaves (ley 14.685 del 15/8/77). Tenemos
una ley especial, y todos los actos que se inscri­
ben presuponen el pago de una tasa como con­
traprestación al servicio prestado. La tasa es del
dos por mil sobre el monto garantizado de hi­
poteca.
Esa es otra particularidad que, eventual­
227
mente, no opera en sede de la inscripción de las
hipotecas de inmuebles.
Por supuesto, hay otros temas de interés en
materia aeronáutica, pero no sería hoy el lugar
ni la hora adecuados para tratarlos. Como el
quehacer aeronáutico está muy vinculado a dife­
rentes jurisdicciones y a diferentes Derechos con
distintos orígenes -el anglosajón, por ejemplo,
que es totalmente diferente al nuestro-, se habla
como figuras similares o vinculadas de la hipo­
teca sobre flota aérea, la hipoteca abierta, la
hipoteca sobre la empresa, o sea, diferentes
formas que si entramos a desarrollarlas con sus
particularidades, excederíamos en mucho el fin
que perseguimos hoy, que es hacer un panel
multidisciplinario y meramente informativo.
Sí nos comprometemos, con el grupo de la
Comisión de Derecho Aéreo, a seguir investi­
gando este tema.
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