omar villota sistema mundial

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Sistema mundial de comunicación:
La divergencia entre la comercialización
cultural y las redes ciudadanas
RESUMEN:
A partir del año 2000 la evolución de los grupos de comunicación en el mundo se
enruta por la interactividad y la coexistencia de diversos contenidos en todos los
soportes tecnológicos, con lo que se abre una zanja que oscila entre la
comercialización de la cultura conectada a través de internet y los proyectos de
deliberación pública gestados desde la cibercultura.
Un freno para esta polarización lo plantea la educación, sin caer en el error de los
entornos multimediales opulentos. Aprendizaje desde el conocimiento que se
construye a partir de elementos y sobre todo de experiencias vitales compartidas.
Autor: Omar Villota Hurtado*
El nuevo sistema mundial de comunicación se está desarrollando mediante la polarización de
tendencias caracterizadas por una comercialización de la cultura conectada a través de internet y
por un proyecto de deliberación pública gestado desde la cibercultura que orienta la toma de
decisiones ciudadanas. Si se quiere, es posible entender esta divergencia desde el pensamiento de
José Manuel Pérez Tornero, director del Gabinete de Comunicación y Educación de la
Universitat Autònoma de Barcelona, al afirmar que el sistema mundial de comunicación oscila
entre Microsoft y Berners-Lee.
Recordemos que en 1989 Tim Berners-Lee definió las bases de la Word Wide Web en el Conseil
Européen pour la Recherche Nucleaire –CERN– de Ginebra, Suiza, y un año después creó el
primer browser o navegador web. A partir de esta convergencia de tecnología que integran la
información y la telecomunicación surge la actual comunidad, sociedad objeto aún de
construcción, diseño y estudio.
De otro lado, la evolución de los grupos de comunicación en el mundo se orienta en los 1980’s
hacia los conglomerados de la prensa y la TV nacionales, en los 1990’s los mismos grupos se
diversifican hacia la multimedia con un desarrollo incrementado de la TV de alta definición y la
radio digital privadas y desde el 2000, el sector se encamina por la interactividad y la
coexistencia de diversos contenidos en todos los soportes tecnológicos: texto, audio, imagen e
iconos animados. Visto así el nuevo reparto del sistema de comunicación mundial, los intereses
de internet como negocio en red deben analizarse desde la clasificación de aquellos grupos
mundiales por sus ventas en la industria cultural.
En la actualidad consumimos inmersos en un mercado globalizado por internet, que es la
infraestructura de esta actual sociedad, y cuyos representantes son tan sólo un puñado de
corporaciones –casi todas norteamericanas– que han concentrado sus actividades en el sector de
la comunicación desde los últimos 20 años: AOL/Time Warner, Vivendi Universal, Walt Disney,
Bertelsmann, Newscorp, Viacom/CBS, Sony, ATT. Es fácil entonces discernir que la tendencia
del sector a escala planetaria desarrolla productos y servicios complementarios para cubrir vastos
mercados sociales y políticos. Los nuevos agentes ingresan a un negocio de pocas empresas que
controlan los servicios de telecomunicación, de proveedores de acceso a internet y de agencias de
noticias en red.
En contrapeso a esa balanza de valores financieros ha surgido internet como espacio de redes
ciudadanas, nuevas instituciones, empresas, ONG’s... todas ellas orientadas a la gestión de
conocimiento y de información para el desarrollo. Las relaciones sociales que construyen estas
redes ciudadanas convergen en comunidades virtuales definidas por Howard Rheigold, a quien se
le atribuye el término, como “agregaciones sociales que emergen de la Red cuando un número
suficiente de personas entablan discusiones públicas durante un tiempo permanente y prolongado
para formar redes de relaciones personales en el ciberespacio”.
El circulo finalmente da lugar al paradigma de una nueva cultura del conocimiento. Esto es,
sistemas de información organizados que vinculan a las relaciones sociales para generar nuevos
campos del saber y por tanto, nuevas instituciones que crean y reproducen ese conocimiento
colectivo.
En otro sentido, la sensibilización por el uso de las Tecnologías de Información y Comunicación
–TIC– determina múltiples identidades, importantes obviamente porque interactúan según
intereses, valores, proyectos, soportados en planes y objetivos específicos. Por tanto, si aún
persiste un conflicto ocasionado por el paso de la sociedad industrial a la sociedad del
conocimiento, mayor es el choque al pasar de la sociedad del conocimiento a la cultura del
conocimiento. Y un mediador pos ible es el aprendizaje.
Bajo este panorama, la actual sociedad del conocimiento ha fortalecido a internet como
herramienta tecnológica de trabajo para la difusión de contenidos. Pero estos contenidos han
ocasionado un nuevo conocimiento, que por su almacenamiento y transferencia en redes digitales
se ha virtualizado en una multiplicidad de modos de saber que circulan sin legitimación de las
instituciones tradicionales que lo certificaban como auténtico, evidente y veraz. Esta tendencia de
desarrollo ha ocasionado el estudio a cuatro problemas: ¿quién construye la red: el gobierno o los
privados?, ¿quién tiene acceso a la red: todos o ninguno? Y dependiendo de quién sea el actor
principal, se orientan, entonces, las otras dos cuestiones: ¿los contenidos en internet: son gratis o
pagos?, ¿qué tipo de información es propicia circular en la red?
El flujo de información que mantiene la relación dominante entre consumos y audiencias,
empodera al Imperio de lo económico y de lo político delimitado en “un pequeño grupo de
innovadores que responde a la crisis de rentabilidad sufrida en el capitalismo e introduce nuevas
tecnologías que aumentan dramáticamente la productividad” [1]. Los actuales procesos de
producción abarcan lo informacional y el conocimiento teórico o especializado, lo que origina
algunos frentes importantes como el aumento de la productividad, el mejoramiento de la calidad
del servicio y producto y como ventaja competitiva, que emplea la innovación de productos y
servicios empresariales.
Es todo un círculo que fluctúa desde el desarrollo de diseños computacionales, atraviesa una fase
de inmersión de servicios y productos económicos en redes globales y culmina en emprendedores
que reinvierten su capital de riesgo en las empresas tecnológicas para repetir de nuevo el ciclo.
Tecnologías y Políticas Públicas
El paradigma ocasionado por las TIC se sustenta en la descentralización y ésta es la "evolución
de la democracia electoral a la democracia participativa, donde el rol de la ciudadanía es ser
sujetos de desarrollo" [2].
Por ende las tecnologías, que abrieron una posibilidad en lo público, se están tornando lentamente
en mecanismo válido para apoyar procesos de participación democráticos. Ejemplos reales, los
movimientos de Porto Alegre, Chiapas, Ginebra y comunidades virtuales como Ashaninka,
Mistica, etc.
Bajo esta premisa el potencial de las TIC es realmente transformador de las relaciones políticas –
entendidas como la administración de lo público– debido a que contribuyen continua y
dinámicamente a reformar conceptos, a gestionar información; porque han abiertos espacios de
participación desde lo local -ya sea a través de los servicios web, portales o simples e- mail- con
destino a los actores de la administración pública manifestando opinión, promoviendo iniciativas
directas, participando en decisiones; por cuanto lo que circula por las redes que se construyen es
información pública, en su mayoría. El lado oscuro del ambiente lo presenta el sistema político de
la sociedad del conocimiento como consecuencia de su penetración a la política simbólica y al
apoyo específico del liderazgo personalizado. No olvidemos los casos de fin del siglo 20 cuando
la política mediática vendió nuevas estrellas para el anhelo del electorado en EEUU: los votantes
cambiaron de republicanos a demócratas para elegir presidente en 1992 y de demócratas a
republicanos para conformar el congreso en 1994, otra vez a Bill Clinton en 1996 y nuevamente a
los republicanos en el 2001. "Así pues la gente, descontenta y descorazonada, cambia de una
opción a otra con velocidad creciente, experimentando desengaños sucesivos" [3].
Sin embargo el reparto sectorial y geográfico que efectúan los principales grupos mundiales de
comunicación sigue siendo de orden privado, del mercado del punto com, y por tanto seguirá
presionando desde múltiples bancos de información generalizada y "legislando" desde lo fáctico
en pro de su libertad de información, sin formulación de políticas dentro de un proceso
democrático. Un ejemplo se presentó las últimas semanas del 2003 entre AOL y Wanadoo, filial
de France Télécom. El conglomerado norteamericano demandó por atentar contra el libre
mercado y una traba a la competencia a Wanadoo “al bajar sus precios de venta a los
consumidores por debajo de las reducciones consentidas a los suministradores de acceso a
Internet por el operador France Télécom, incluso hasta el punto de tener perdidas en algunas
zonas", según dijo Stéphane Treppoz, presidente de AOL, en una entrevista al diario "Le Figaro".
Por suerte aún queda un escenario proactivo para la movilización de ciudadanos ante problemas
concretos como priorizar el localismo. El asunto es efecto de optimizar el uso de las tecnologías
al propiciar dinámicas para la formación cultural en contravía de las redes transorganizacionales
de riqueza, información y poder. Este ambiente ha permitido la interacción de otros actores
involucrados esta vez con el proceso de desarrollo de políticas públicas. Como resultado de estas
tendencias, más la fragmentación del sistema político tradicional, encontramos que los "grupos de
interés, los lobbys, las legislaturas y sus comités, los empleados públicos, los consejos
consultivos están influenciando para que las tecnologías presionen sobre la calidad de la
democracia a través de la participación, la credibilidad, la transparencia, la libertad de
información, la responsabilidad y la igualdad política entendida como libertad de expresión,
libertad de asociación y trato a las minorías" [4].
Ante esta recombinación de oportunidades que se presentan, la comunicación digital ha de
incrementar la participación ciudadana en política y entre los ciudadanos para favorecer la
comunicación horizontal. Sin embargo, si a ese volumen de disponibilidad no se le aplican
criterios éticos nacionales, no universales, la calidad de la toma de decisiones no mejorará ni será
realmente democrática y hará más complejo el sistema de formulación de políticas para la
sociedad del conocimiento que emplea las tecnologías de telecomunicación.
Mejor aún, la colaboración activa de los participantes en la comunidad virtual no ocurre por
milagro, se requiere de una provechosa metodología para que la contribución se canalice hacia
los intereses definidos por la propia comunidad de manera efectiva.
Ciberciudadanía y participación
En cuanto las TIC y el desarrollo social es preciso sacar el mejor provecho y optimización de este
entorno digital. De tal manera que en la actualidad el desafío es desarrollar estrategias para
impulsar el trabajo colaborativo de estas comunidades con el fin de generar conocimiento para el
desarrollo humano, superar el freno de las nuevas sensibilidades ocasionadas por la dinámica
tecnológica, ayudar a gestar una nueva sociedad y economía, superar la disolución de las
instituciones sociales, revalorar las actividades humanas, definir la calidad de vida y el bienestar
y otros más.
Por supuesto que por sí sola la tecnología no genera este tipo de propuestas y por tanto se
requieren de alianzas y cooperaciones que se puedan integrar gracias al aprovechamiento y uso
de las TIC. Casos reales se están presentando en Latinoamérica, África y algunos otros países en
desarrollo donde los avances tecnológicos permiten variadas oportunidades de transformación y
mitigación de la pobreza. Pero ¿cómo lograr en el entorno de las redes de telecomunicaciones la
participación ciudadana? A través de dos ejercicios: 1. la ciudadanía que se define al reconocer a
individuos con capacidad de interrelacionar sus derechos con los poderes de la Autoridad. 2. los
deberes y los derechos de los ciudadanos que se han asociado desde membresías a Estados,
definidos territorialmente.
Recombinando los dos anteriores conceptos, obtenemos lo que realmente nos interesa para el
análisis: el ejercicio ciudadano involucra la pertenencia a una comunidad política definida
geográficamente [5]. Pero los procesos de globalización ocurridos -en lo económico, en lo
cultural, en lo político- han debilitado tanto a la capacidad instrumental del estado-nación como a
la ciudadanía, por la desterritorialización ocasionada desde las redes globales y el impacto de la
tecnología.
Este postulado sobre el declive de la ciudadanía, establece lazos con fragmentos diversos e
inconexos entre los diferentes segmentos que componen la sociedad global. Entonces, el modelo
virtual valora la pluralidad y el respeto a las diferencias, une la heterogeneidad con la
participación de la cibercultura en un eje transversal. No obstante, sobre ¿qué concepto?: el del
beneficio social de la ciudadanía o el de los empresarios que apoyan financieramente al sistema
político. La inquietud surge pensando otra vez en la pasada Cumbre de la Sociedad de la
Información, donde la visión y los principios de la declaración oficial no se centraron en el ser
humano.
Lo tecnológico desde luego que está contribuyendo con un cambio de roles y poder,
construyendo paradigmas, fomentando otra división social de trabajo, cuestionando las metáforas
culturales, codificando nuevos lenguajes comunicacionales, integrando relaciones con y entre los
diversos actores sociales. Pero debemos buscar que la hecatombe llegue de día, a plena luz, y no
nos sorprenda con la iluminación de la antorcha que adquirimos por e-commerce. Debemos
aprovechar lo tecnológico para gestionar nuestros contenidos, cooperar con las expectativas
autónomas y propias, hacerlo bien, imaginar nuestro futuro. De otra forma el camino que
andaremos, con duda, sin mapas, sin saber dónde queda, nos llevará a un único lugar ineluctable:
el del sector que más hace e-business, no importa si lo hace bien y para nuestro beneficio.
Así pues "lo fundamental no es tomar el poder, sino recrear la sociedad, inventar de nuevo la
política, evitar el conflicto entre los mercados abiertos y las comunidades cerradas, superar el
colapso de las sociedades en las que aumenta la distancia entre incluidos y excluidos"[6]. Esta
visión se desbordó nuevamente en Ginebra, en diciembre de 2003, y la sociedad civil debió
declarar públicamente en el documento “Construir sociedades de la información” que se atiendan
las necesidades humanas, debido al proceso desilusionante y frustrante de la Cumbre.
Educación en individuos
Según el informe del Banco Interamericano de Desarrollo “Se buscan buenos empleos: los
mercados laborales de América Latina”[7] la educación es un factor de éxito para desarrollar una
fuerza laboral productiva y competitiva pero requiere un ambiente institucional, tecnológico y
económico adecuados que la respalde. Sin embargo el aprendizaje va más allá de la cotidiana y
tradicional enseñanza formal que se recibe antes de incorporarse a la vida laboral.
En el intenso cambio tecnológico la educación continuada es una defensa con la cual se enfrenta
el avance de la tecnología. Y este desafío lo puede afrontar el Estado creando centros de apoyo
para quienes no han terminado la escolaridad básica, flexibilizando las políticas de las
instituciones formales para beneficiar a mayores alumnos, fomentando el aprendizaje en
ambientes virtuales, generando certificados de competencias para ciertos sectores socio
económicos de la productividad. En fin, las sugerencias benefician además a la empresa
ofreciendo condiciones más propicias en inversión, en innovación y alcanzando un mayor grado
de productividad o desarrollando cursos de capacitación para su capital humano. De esta forma se
evita otro desplazamiento, esta vez entre las personas que buscan más educación y las menos
cualificadas.
Otro de los instrumentos de socialización para la democracia es la educación cívica y la
pedagogía constitucional. La construcción de un nuevo comportamiento social, digamos la
democracia participativa, orienta a los actores políticos a influir en los asuntos públicos
fundamentales y los convierte en constructores responsables y tolerantes debido a la
profundización de relaciones y de control entre ciudadanos y decisiones de poder político.
Además rescata los grupos minoritarios y excluidos.
La sociedad permite que sus individuos se apropien de los entornos locales de socialización, se
desenvuelvan en ambientes de conocimiento dinámico, permanente y adecuado a la problemática
y en consecuencia, manifiesten una asequible intervención. Se requiere un auténtico sentido de
pertenencia y concertar sobre los instrumentos y las acciones correspondientes.
Este proceso de participación ciudadana le implica a las instituciones públicas y a las sociales
asumir el liderazgo de la interacción para construir redes de coordinación y participación
comunitaria, desarrollar valores centrados en el cambio social y cultural y realizar estrategias de
racionalización desde los procesos de gestión social. Estos conceptos se entienden mejor en
términos de información desde historias de vida, desde la afirmación o negación del individuo,
donde se involucran actores e identidades virtuales. De tal manera que insisto en la educación de
individuos al amparo de las tecnologías.
Una tercera idea para contrarrestar la concentración inapropiada de procesos es la educación para
reconocer la pluralidad de la sociedad actual y que permita desarrollar múltiples vías de trabajo
en procura de socializar la democracia participativa, antes que profundizar en responsabilidades
propias de la organización comunal. Y la telecomunicación auspicia el espacio. "Este tipo de
construcción de ciudadanía constituye inversión que generará el recurso primordial para avanzar
en la superación de la brecha entre retórica y acción" [8].
De todos modos cualquiera que sea la ruta, el quid de la educación de individuos para colectivizar
la democracia participativa se debe enfrentar a través de la interacción de una multiplicidad de
actores sociales sin relación necesaria pero articulados en una identidad para redefinir su posición
en la sociedad.
Esta identidad de proyecto, como la denomina Castells, produce sujetos tales, que como
individuos crean una historia personal, le otorgan sentido al ámbito de las experiencias de la vida
individual y van contra la institucionalidad y el mercado globalizado.
Con el actual esquema de reparto de la comunicación mundial “las transformaciones se
consideran positivas al facilitar la superación de obstáculos, ampliando las capacidades del
hombre. Otras, sin embargo, están atentando contra la identidad cultural de las comunidades, la
competitividad de las empresas locales y profundizando la desigualdad de oportunidades entre los
grupos sociales dentro de un país y entre las diferentes naciones del mundo”[9].
El desafío lo asumimos nosotros, los individuos, con reglas claras y adaptados a la conexión que
la Red nos facilita para educar. Sin caer en el error de pensar que desarrollando entornos
multimediales opulentos las personas aprenden. El conocimiento se construye a partir de
elementos y sobre todo de experiencias vitales compartidas. ¡Y por el conocimiento somos libres!
NOTAS DE PIE PAGINA:
1 Garnhan, Nicholas. La sociedad de la información como ideología:
una crítica. En: Desafíos de la sociedad de la información en América
Latina y Europa. (1 foro de las comunicaciones: Unicom). Santiago de
Chile: Lom Ediciones, 2000
2 Tenti Fanfani, Emilio. Metamorfosis del Estado y la política: del
poder central al poder local. En: Instituto Internacional de
Gobernabilidad, Colección de Papers No 10. Available from internet:
www.iigov.org/papers/?p=1_0010
3 Castells, Manuel. La era de la información: economía, sociedad y
cultura. Vol. 2: El poder de la identidad. Madrid: Alianza Editorial,
1997. pp 386.
4 Organisation de Coopération et de Developpement Économiques.
Sociedad de la información, políticas públicas y calidad de la
democracia. En: Instituto Internacional de Gobernabilidad, Colección
de reseñas. Available from internet:
www.iigov.org/resenas/?p=6_0110.
5 Richard Flak. The Decline of Citizenship in an Era of Globalization.
Available from internet:
www.transnational.org/forum/meet/falk_citizen.html.
6 Touraine, Alain. Conferencia inaugural. En: Mitos y realidades de la
Globalización. Seminario internacional (Bogotá: Universidad Nacional
de Colombia, mayo 28 de 2002).
7 Banco Interamericano de Desarrollo. Se buscan buenos empleos:
los mercados laborales de América Latina. Octubre de 2003.
Available from internet:
www.iadb.org/NEWS/Display/PRView.cfm?PR_Num=190_03&Langu
age=Spanish.
8 Murillo Castaño, Gabriel. La organización de la sociedad civil. ¿Una
alternativa respecto a los partidos políticos? En: Instituto
Internacional de Gobernabilidad, Colección de documentos. Available
from internet: www.iigov.org/documentos/?p=5_0013.
9 Neuman, María Isabel. Nuevas te cnologías para todos: Una
Comunidad Virtual con MISTICA, proyecto “Metodología e Impacto
Social de las Tecnologías de Información y Comunicación en América
Latina”. Available from internet:
www.funredes.org/mistica/castellano/resena01.html.
* Omar Villota Hurtado
Magíster en Comunicación Digital de la Universidad VIC (Barcelona: España), 2003.
Especialista en Redes de Información de la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá: Colomb ia),
2001. Comunicador Social egresado de la Universidad Los Libertadores (Bogotá: Colombia),
1996. Premio Interamericano de Periodismo Ambiental, categoría internet. Dado por Asociación
Interamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental a News: informativo digital (Acodal) en
2000. Certificado de calidad internet por cumplir excelentes estándares. Dado por DobleU.com al
website Acodal en 2000. Mención internet por contribuir a consolidar la comunidad virtual para
la gestión de información. Dado por la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones al
portal Repamar en 2001. Premio de la industria editorial colombiana, categorías Periódico no
diario y pre-prensa. Dado por Andigraf a La Minga (Ecopetrol), edición mayo -junio 1997 en
1997. Mención en poesía latinoamericana. Dado por la revista Ko’eyú (Venezuela) a selección de
poemas en IV aniversario en 1983.
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