obedece a la necesidad de plantear la elección de unos de los tantos medios audiovisuales disponibles, en este caso: El cine. No es una decisión antojadiza y obedece a ciertas razones de índole pedagógica y didáctica. El cine se ofrece como un espacio privilegiado para el trabajo de aula. En primer lugar, porque es un género artístico con una tradición propia y es la principal industria audiovisual mundial: su penetración aumenta mediante su difusión por televisión y la multiplicación de canales por cable y satelitales, acrecentando su impacto y difusión en un mundo globalizado. En segundo lugar, el trabajo sobre el cine permite profundizar no solo en el lenguaje cinematográfico referido a las películas, sino también en el lenguaje específico que comparte con la publicidad, los documentales y la televisión. Vale decir, en este sentido, el cine nos otorga una visión inclusiva de otros medios audiovisuales que también podemos analizar. Finalmente, y en tercer lugar, porque ofrece una narración ficticia con todos los atractivos que nuestra cultura ha desarrollado en torno al contar y escuchar historias. La ficción en específico, habla de nuestro propio mundo desde otra realidad (Alonso, 2002). El cine, en otras palabras, muchas veces funciona como un espejo de la humanidad. Tomando en cuenta estos antecedentes, consideramos imprescindible situar los medios audiovisuales en un rol más esencial al interior del contexto escolar y, por cierto, del aula, en un mundo que se comunica muchas veces a través de imágenes en movimiento. 58 ¿De qué manera está presente el cine en nuestra escuela? En nuestro contexto curricular actual, algunas asignaturas artísticas o humanistas como Artes Visuales, Artes Musicales y Lenguaje consideran, en mayor o menor medida, el cine en el aula, pero más como apoyo a ellas que por sí mismo. Para Ken Robinson, el