El franquismo - wikidepartamentosociales

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EL FRANQUISMO: DESARROLLISMO Y CRISIS (1959-1975)
EL VIRAJE DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA
A partir del gobierno de Franco de 1957 entran los tecnócratas: una generación de
políticos más técnicos cuyo principal dogma era el crecimiento económico como forma
de estabilidad social, que supliese la falta de libertades. Este cambio en el gobierno
se produjo por la mala coyuntura económica de la agotada autarquía y la presión
internacional al régimen.
Mediante el Plan de Estabilización (1959) se perseguía que la economía española
entrara en los mercados internacionales para crecer económicamente de una manera más
estable y menos protegida.
Estos objetivos habían de conseguirse mediante unas nuevas políticas económicas:
- Mejora del sistema fiscal y disminución del déficit público.
- Liberalización de precios y libre competencia.
- Fomento de las inversiones extranjeras y del libre comercio. Convertibilidad de la
peseta.
Los planes de Desarrollo Económico y Social fueron añadidos al anterior programa
en los 60. Se promulgaron tres planes, con una duración de 4 años, cuya finalidad
era impulsar desde el Estado el crecimiento de la economía debido al sector público.
Destacan los polos de desarrollo, que pretendían reducir los desequilibrios económicos
regionales.
EL DESARROLLISMO ECONÓMICO
El Plan de Estabilización de 1959 inicia un proceso de crecimiento económico que no
se detendrá hasta la crisis mundial del petróleo en 1973. Esta época es conocida
como desarrollismo.
UNA INDUSTRIALIZACIÓN ACELERADA
El sector industrial actúo como motor de la economía española y, entre 1960 y 1973,
el incremento de la producción industrial alcanzó tasas del 10% anual. Este crecimiento
fue debido a la mejora de la productividad, posible gracias a los bajos salarios, a la
importación de tecnología y a la inversión de capitales extranjeros.
Se favorecieron las exportaciones y, poco a poco, se estimuló la subida de los salarios y
la difusión de las compras a plazos, lo que aumentó la demanda de bienes de consumo.
Los sectores industriales que lideraron el desarrollo tecnológico fueron la industria
química, energética, siderúrgica, la construcción naval y el sector del automóvil. Las
zonas con tradición industrial (Vizcaya, Cataluña, Asturias) continuaron su crecimiento,
y Madrid creció hasta convertirse en un gran centro industrial. Aparecieron también
otros enclaves industriales menores en Valencia, Zaragoza, El Ferrol, Vigo, Sevilla,
Cádiz, Huelva y Valladolid.
LA RECONVERSIÓN DE LA AGRICULTURA TRADICIONAL
Las transformaciones económicas en 1960 provocaron la crisis de la agricultura
tradicional, que se sostenía por la abundancia de mano de obra, los bajos salarios y por
un mercado escaso y poco diversificado. Aún perduraban los latifundios y minifundios, con
reducida productividad.
El desarrollo de la industria impulsó el éxodo rural, que provocó el descenso de la
mano de obra campesina e hizo que aumentasen los salarios. Los empresarios agrícolas
iniciaron un proceso de mecanización y de utilización de abonos químicos que
intensificaron los cultivos. Por otro lado, la mejora de la renta provocó una
diversificación de la demanda: disminuye el consumo de cereales y legumbres y
aumenta el de productos ganaderos y hortofrutícolas. El gobierno estimuló también la
concentración parcelaria y la construcción de nuevos regadíos.
EL AVANCE DEL SECTOR TERCIARIO
En 1960, la importancia del sector servicios aumentó considerablemente en España. En
ello influyeron el intenso proceso de urbanización, el aumento de las redes de distribución
y comercio, la mejora de los medios de transporte y de comunicación, y el turismo.
El "boom" turístico supuso una elevada fuente de ingresos y el aumento de la actividad
hotelera. Se debió a la sociedad del bienestar y a las vacaciones pagadas de los
trabajadores europeos, que encontraban en España un destino barato, cálido y con
abundancia de playas.
El sector bancario invirtió grandes capitales en empresas industriales y obtuvo
abundantes beneficios. Este crecimiento fue favorecido por la prohibición de actuar en
España a la banca extranjera, pero también frenó la modernización del sector.
El comercio internacional aumentó. Las principales exportaciones dejaron de ser los
productos agrícolas y fueron los productos manufacturados. Sin embargo el déficit
comercial era negativo, pero se solucionaba con los ingresos procedentes del exterior
(turismo, etc.).
LAS LIMITACIONES DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA
La prolongada etapa de crecimiento, con un aumento anual del PIB muy superior al
del resto de Europa, implicó una mejora de las condiciones de vida de los españoles. Sin
embargo, el modelo de crecimiento económico franquista tenía grandes limitaciones.
Los cambios se concentraron en el sector industrial y de servicios, mientras que el
sector agrario quedó abandonado, en una situación de atraso y con gran parte de su
población huyendo del campo. La industria española no pudo absorber a toda la población
y ésta se vio obligada a emigrar fuera de España.
La gran dependencia de la tecnología y las inversiones extranjeras implicaba
un gasto importante, además de la supeditación a las decisiones de las empresas
extranjeras. Lo mismo sucedía con los recursos financieros, dada la debilidad del
sistema financiero español.
Por último, los beneficios del crecimiento no significaron un aumento significativo del nivel
de desarrollo del país, pues el Estado no cumplió su papel de redistribución ni impulsó la
creación de infraestructuras adecuadas para dar solidez y continuidad al crecimiento.
CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO Y CAMBIO SOCIAL
La población en la década de 1960 pasó de 30,4 a 33,8 millones de personas, hasta
los 35,8 millones en 1975. Este aumento fue la consecuencia de un descenso de la
mortalidad y aumento de la esperanza de vida, y de la política natalista impulsada por
Franco ("baby boom").
También fueron importantes los movimientos migratorios que se produjeron. Hubo
un éxodo rural de Andalucía, las dos Castillas, Aragón y Extremadura, debido a la
maquinaria agrícola. Más de 1,3 millones de españoles salieron a Francia, Alemania
y Suiza. Las consecuencias fueron que algunas zonas quedaron despobladas y en las
grandes ciudades se produjo chabolismo.
El desarrollo de la economía consolidó una sociedad capitalista industrializada. Esta
redistribución favoreció un crecimiento de los profesionales autónomos y los funcionarios.
La expansión de la economía provocó una transformación de la sociedad, que dejó
atrás la miseria de la posguerra. El aumento del poder adquisitivo permitió la entrada de
España en una sociedad de consumo (frigoríficos, televisores, automóviles como el Seat
600, etc.), que queda reflejada en los anuncios de televisión.
Se impuso una nueva Ley General de Educación que remodeló el sistema educativo
y permitió reducir el analfabetismo, alcanzando el mismo nivel educativo que otros
países avanzados. La mujer empezó a dejar la casa para entrar en el mundo laboral y
educativo. Muchas alcanzaron niveles universitarios altos y fueron las portadoras de una
nueva mentalidad feminista.
Estos cambios también supusieron un cambio en la Iglesia para adaptarse a los nuevos
tiempos. Por ello tras el Concilio Vaticano II se produjo un distanciamiento de la época
del régimen y una paulatina secularización de la sociedad.
REFORMISMO FRANQUISTA E INMOVILISMO
EL GOBIERNO DE LOS TECNÓCRATAS
La ascensión política del almirante Carrero Blanco significó el reforzamiento en el
gobierno de los tecnócratas, vinculados al Opus Dei. A partir de 1962 se incorporaron
nuevos ministros de carácter tecnocrático, como López Rodó, y falangistas, como Manuel
Fraga Iribarne.
El objetivo de estos gobiernos era una renovación política que modernizase la
administración, la legislación y las instituciones del país. Su programa se centraba en
la creencia de que la prosperidad económica de la población cimentaría la paz social
y supliría la falta de libertades, por lo que se realizaron mejoras para aumentar el
bienestar social.
LAS REFORMAS LEGISLATIVAS
Se recompusieron las leyes represivas de la posguerra, que dejaban los delitos de
oposición al régimen en manos de la jurisdicción militar. En 1963 se creó el Tribunal
de Orden Público (TOP), que remitía estos delitos a la jurisdicción civil, aunque no
disminuyó la represión.
En 1966, Fraga promovió la Ley de Prensa, que suprimía la censura previa y permitía la
publicación de nuevas revistas periódicas y libros hasta entonces prohibidos.
En 1967 se aprobó la Ley de la Seguridad Social, que amplió la cobertura social
con cargo al Estado (enfermedad, vejez, viudedad...). Se aprobó la Ley de Libertad
Religiosa, que reconoció la igualdad y la libertad de práctica de todas las religiones,
y la Ley Orgánica del Estado, que retocaba algunas Leyes Fundamentales, depuraba
el lenguaje fascista y confirmaba la institución monárquica del régimen. Además,
manteniendo la concentración de poderes del dictador, separaba entre el Jefe de Estado
y el Presidente del Gobierno.
En 1969, de acuerdo con la Ley de Sucesión, Franco designó como su sucesor a Juan
Carlos de Borbón, hijo de Juan de Borbón, de quien Franco desconfiaba por su postura
democrática. Este nombramiento agravó las tensiones entre tecnócratas y falangistas: los
primeros apostaban por la sucesión monárquica como una garantía renovadora, mientras
que los segundos pretendían impulsar las instituciones del Movimiento como garantía de
la continuidad inalterable del régimen.
LAS RELACIONES INTERNACIONALES
En 1962 España solicitó el ingreso en la Comunidad Económica Europea, pero le
fue denegado debido a su régimen dictatorial. En 1970 se consiguió un Acuerdo
Preferencial que permitió reducir considerablemente los aranceles y favoreció las
exportaciones españolas.
España participó también en el proceso de descolonización africano. Francia pactó
con el rey de Marruecos el reconocimiento de la independencia de la zona francesa del
protectorado franco-español en 1956, lo que forzó a España a retirarse de Marruecos.
En 1968, se concedió la independencia a Guinea Ecuatorial bajo la presión de Naciones
Unidas y los nacionalistas ecuato-guineanos y en 1969 se cedió a Marruecos, tras una
pequeña guerra, el territorio de Ifni. España sólo conservó el Sahara Occidental, hasta
1975.
EL TRIUNFO DEL INMOVILISMO
Las diferencias entre aperturistas e inmovilistas estallaron públicamente en 1969 a
raíz del escándalo Matesa, una empresa que protagonizó un fraude financiero y las
denuncias por corrupción implicaron a algunos altos cargos del régimen. Los inmovilistas
culparon a la apertura informativa de la Ley de Prensa de haber desprestigiado el régimen
y los tecnócratas fueron expulsados del gobierno. Carrero Blanco restringió la Ley de
Prensa y aumentó la represión.
De este modo, el Estado de excepción (1969 y 1970) se convirtió en un recurso
frecuente ante las huelgas y el naciente terrorismo. El Consejo de guerra en Burgos
(1970), con la petición del fiscal de 6 penas de muerte contra militantes de ETA, hizo
estallar las protestas populares e internacionales, pero ello no supuso ningún giro político,
pues Franco siguió recurriendo a la represión de la oposición y se reforzaron las posiciones
inmovilistas del régimen.
CONFLICTIVIDAD SOCIAL Y OPOSICIÓN POLÍTICA
LOS MOVIMIENTOS SOCIALES DE OPOSICIÓN
Las huelgas y reivindicaciones de los trabajadores fueron la principal oposición al régimen
desde 1960, aumentando los conflictos laborales. Las autoridades franquistas actuaban
contra toda protesta con métodos represivos.
Estas huelgas produjeron un nuevo sindicalismo. En 1964 nació Comisiones Obreras
(CCOO), un sindicato que impulsaba la libertad sindical, derechos civiles, etc. A partir
de 1967 un grupo de sindicalistas vinculado a las Juventudes Obreras Cristianas se
separaró de CCOO y fundaron la Unión Sindical Obrera (USO). La protesta estudiantil
se consolidó a partir de 1960, sobre todo en Madrid y Barcelona, creando sindicatos
democráticos de estudiantes.
La difusión de los postulados reformistas del Concilio Vaticano II propiciaron que dentro
de la Iglesia católica se expandieran actitudes antifranquistas entre los sacerdotes
jóvenes, y una parte de la jerarquía eclesiástica se distanció del régimen. La reivindicación
democrática también llegó al ejército, donde un grupo de oficiales creó la Unión Militar
Democrática (UMD).
LA OPOSICIÓN POLÍTICA
La extensión de una conflictividad social impulsó el crecimiento y la recomposición de la
oposición política al franquismo.
A pesar de su ilegalidad, los partidos de izquierdas se reactivan. El Partido Comunista
de España (PCE), dirigido por Santiago Carrillo, era el de mayor implantación social, al
que hay que sumar el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
La Democracia Cristiana contaba con líderes como José María Gil Robles y Joaquín
Ruiz-Giménez. En 1962 participaron en el Congreso del Movimiento Europeo, donde se
reunieron las diferentes oposiciones del régimen para reivindicar la necesidad de una
España democrática, y que el franquismo calificó como el "contubernio" de Munich.
Los partidos nacionalistas, como Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y el Partido
Nacionalista Vasco (PNV) resurgieron. En 1974 nació Convergencia Democrática de
Cataluña (CDC), dirigido por Jordi Pujol, y en el País Vasco apareció el grupo terrorista
ETA en 1959.
LA CRISIS DE LA DICTADURA
LA CRISIS POLÍTICA DEL RÉGIMEN
En 1973, Luis Carrero Blanco fue nombrado presidente del gobierno, convirtiéndose en
la persona clave de unir las fuerzas franquistas y de asegurar la continuidad del régimen
tras morir el dictador. Estos planes quedaron truncados en diciembre de ese mismo año
cuando fue asesinado por ETA en un atentado en Madrid.
A partir de ese momento se produce una fractura entre quienes apuestan por la
permanencia del régimen (inmovilistas o "búnker"), y quienes defendían la necesidad
de un cambio progresivo creando asociaciones políticas dentro del Movimiento
(aperturistas).
En Enero de 1974 se formó un gobierno presidido por Carlos Arias Navarro. Con
el llamado "espíritu del 12 de febrero" se anunció una nueva Ley Municipal que
permitiese la elección de los alcaldes y las diputaciones provinciales, y una nueva ley
sobre asociaciones políticas.
Los sectores ultraderechistas denunciaron el inminente peligro de destrucción del régimen
y forzaron una nueva dinámica en la que, con Franco enfermo, el gobierno de Arias
Navarro se decantó hacia el inmovilismo. La falta de reformas hizo que los ministros
aperturistas saliesen del gobierno, demostrándose la incapacidad del régimen para
democratizarse desde dentro.
EL AUGE DEL ANTIFRANQUISMO
A partir de 1973 la protesta obrera y estudiantil aumentó considerablemente y los
grupos de oposición promovieron la creación de organismos unitarios para reivindicar
la democratización del país e impedir la continuidad del franquismo.
En 1971 se creó la Asamblea de Cataluña, que agrupaba toda la oposición catalana.
Entre 1974 y 1975 se constituyen diferentes plataformas políticas que agrupan desde
el PCE a personalidades de la derecha democrática, que acaban uniéndose en la
Coordinación Democrática en 1976.
En los últimos años de la dictadura se recrudeció la violencia política. ETA incrementó
sus atentados y apareció un terrorismo ultraizquierdista (FRAP y GRAPO). En 1974 fue
ejecutado el anarquista Puig Antich, al año siguiente un decreto-ley antiterrorista instauró
un Estado de excepción permanente, y en septiembre fueron ejecutados cinco activistas
de ETA y del FRAP.
LA MUERTE DEL DICTADOR
La enfermedad de Franco se agravó entre 1974 y 1975. El conflicto del Sáhara surge
porque este territorio, rico en fosfatos, era ambicionado por Argelia, Mauritania y
Marruecos. En 1973, los saharauis crearon el Frente Polisario, una formación
nacionalista que abogaba por la independencia. España aceptó la descolonización y
permitió un referéndum de autodeterminación en el territorio, pero el rey Hassan II de
Marruecos, con apoyo norteamericano, organizó la Marcha Verde, una invasión pacífica
que movilizó a miles de civiles. Ante el peligro de conflicto bélico con Marruecos, el 14
de noviembre se firmó el Acuerdo de Madrid, que suponía la entrega del Sáhara a
Marruecos y Mauritania.
Franco falleció el 20 de noviembre de 1975, dejando un régimen anacrónico y en profunda
crisis.
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