Guerra de Independencia Villamartín (1808

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Guerra de la Independencia:
Villamartín, 18081808-1813
FERNANDO ROMERO ROMERO
Guerra de la Independencia:
Villamartín, 18081808-1813
AYUNTAMIENTO DE VILLAMARTÍN
DELEGACIÓN DE CULTURA
1999
Primera edición: Febrero de 1999
© Fernando Romero Romero
Edita: Iltmo. Ayuntamiento de Villamartín
Delegación de Cultura
Diseño y maquetación: FMR
Imprime: CREAIMPER, S.L.
I.S.B.N.: 84-922853-5-4
Depósito legal: CA-95/99
A mi madre y hermanos
ÍNDICE
Prólogo, por Manuel Moreno Alonso ......................................................... 11
Introducción ................................................................................................ 15
1. Levantamiento nacional y primera contribución
de Villamartín a la formación del ejército ................................................19
2. Prisioneros de guerra franceses (I) .......................................................... 23
3. La campaña del Norte. Alistamiento de diciembre de 1808 .................... 28
4. Prisioneros de guerra franceses (II): la evacuación a los pontones ......... 30
5. El alistamiento de 1809 ........................................................................... 37
6. Compañía Urbana y Milicia Honrada ...................................................... 41
7. Contribución para sostenimiento del esfuerzo bélico (1808-1809) ....... 44
7.1. La remonta de los ejércitos nacionales .............................................. 45
7.2. Carretas y bagajes para servicio del ejército ...................................... 49
7.3. Contribuciones en metálico ............................................................... 49
8. Muy Noble y Muy Leal Villa .................................................................. 50
9. Invasión de Andalucía y primera entrada de los
franceses en Villamartín ....................................................................... 55
10. La resistencia a la invasión francesa ...................................................... 59
10.1. La guerra de guerrillas ...................................................................... 59
10.2. La insurrección en 1810 ................................................................... 66
10.3. La Milicia Cívica ............................................................................. 74
10.4. La resistencia armada en 1811.
Expediciones de Begines y Ballesteros .............................................. 79
10.5. La fortificación de Villamartín ......................................................... 89
11. La reforma municipal bonapartista ....................................................... 90
12. La economía de guerra (I): Reformas fiscales bonapartistas ................ 96
12.1. Gastos de mesa de oficiales .............................................................. 97
12.2. Contribuciones para sostenimiento del Ejército y la Marina ............. 97
12.3. El problema de los suministros a tropas estantes y transeúntes ........ 100
13. La economía de guerra (II): Suministros y contribuciones
para sostenimiento del ejército imperial ............................................. 104
13.1. Agotamiento de los recursos económicos del vecindario
y endeudamiento del municipio ....................................................... 104
13.2. La remonta del ejército imperial ..................................................... 119
14. Política anticlerical y nacionalización de bienes ................................. 124
15. La liberación ...................................................................................... 128
16. Gastos de guerra y sostenimiento de los ejércitos
nacionales (1812-1813) ...................................................................... 131
16.1. Contribuciones y suministros .......................................................... 131
16.2. Requisición general para la remonta del 4º Ejército ......................... 133
17. Alegaciones presentadas por el Ayuntamiento para
ser eximido del alistamiento de 1812 .................................................. 134
18. Los horrores de la guerra ......................................................................138
Epílogo ..................................................................................................... 149
Anexo I: Compañía de Urbanos de Villamartín (1809) ........................... 155
Anexo II: Milicia Honrada de Villamartín (1809) ................................... 157
Anexo III: Relación (incompleta) de villamartinenses que sirvieron
en el ejército durante la Guerra de la Independencia .................... 161
Anexo IV: Propietarios de ganado yeguar en Villamartín (1808-1812) .... 164
Anexo V: Propietarios afectados por requisas y robos de ganado
yeguar (1808-1812) .....................................................................166
Siglas y abreviaturas ................................................................................. 169
PRÓLOGO
Por sorprendente que parezca, uno de los episodios más desconocidos de
la historia de nuestros pueblos continúa siendo la Guerra de la
Independencia. Desde luego raro es el pueblo que no conserva en su memoria
colectiva noticias de algunos de sus hechos, que pueden parecer ya con el
paso de los tiempos más o menos legendarios, o páginas, las más de las veces
apasionadas y patrióticas, de algunos de sus hijos. Pero la verdad es que poco
es lo que se ha estudiado de este "gran tema" -tan importante, objetivamente,
por condicionar nuestras formas de vida durante tantos años- por parte de la
historiografía reciente. Por más que intuyamos que muchas de las claves de
nuestra historia contemporánea se encuentran en aquellos años tan decisivos.
Por esta razón un estudio como éste, que desvela todo lo concerniente a
lo ocurrido en la localidad de Villamartín en ese tiempo, no sólo constituye
un intento, perfectamente logrado, de historia local sino también una
aportación fundamental a la historia de la provincia de Cádiz y a la historia
de Andalucía para esos años tan fundamentales y tan mal conocidos de
nuestro pasado histórico. Porque este libro constituye en verdad una
reconstrucción extraordinaria de este período sobre las fuentes de
información disponibles, y que, hoy por hoy, estamos lejos de conocer no
sólo en el entorno de la comarca sino en el marco de marco de nuestra propia
historia regional.
Pues a pesar de las lagunas existentes en la documentación (bibliografía
fragmentaria o demasiado vaga, papeles destruidos o inexistentes), el autor
ha sido capaz de reconstruir varios aspectos fundamentales de la vida de
aquellos años en lo que se refiere tanto al período previo a la invasión como,
después, al de la ocupación, con los consiguientes problemas que marcan
también el inicio de una nueva era en la historia social de Villamartín.
Porque, aquí como en tantos otros lugares, fue entonces cuando se
produjeron los primeros choques ideológicos o enfrentamientos políticos y
11
sociales que dividieron y enfrentaron a la sociedad española a lo largo de
toda su, posterior, historia contemporánea.
Como tantos otros pueblos de toda la nación, Villamartín se sumó al
levantamiento iniciado en Andalucía por la Junta de Sevilla y, acto seguido,
realizó sus primeras contribuciones a la formación de su ejército, que
obtendría la resonante victoria de Bailén. Y cuyo resultado sería patente en la
localidad una vez que las autoridades dispusieron el alojamiento de
prisioneros. A lo que se agrega toda una serie de episodios variados como
son los diferentes alistamientos realizados en el pueblo, la formación de
milicias o el sostenimiento del esfuerzo bélico con la remonta o las
contribuciones en metálico, por todo lo cual la Junta de Sevilla le daría
posteriormente a Villamartín el título de "Muy Noble y Muy Leal Villa".
Dentro de la guerra un aspecto de gran interés que, contra lo que
generalmente se cree, llama la atención del lector es el de la falta de
resistencia de esta localidad a diferencia de otros pueblos comarcanos como
Algodonales, Grazalema, Olvera o Ubrique, pues Villamartín no destacó
precisamente por la resistencia armada de su vecindario por más que, con
posterioridad, se resaltaran los aspectos heroicos de aquélla como ocurrió en
tantas otras villas y lugares de la nación. Un aspecto éste, común a tantas
otras poblaciones grandes o pequeñas, que Fernando Romero estudia con
ponderación al igual que otros episodios de resistencia posterior durante el
tiempo de la ocupación. Pues, durante ésta, la villa vivió los efectos, también
como otras, de una economía de guerra, con los inevitables suministros y
contribuciones para el sostenimiento del ejército imperial, con el
consiguiente agotamiento de los recursos económicos del vecindario y
endeudamiento del municipio.
Estamos, por consiguiente, ante un conjunto de episodios diversos que
constituyen todo un mosaico representativo de cómo una localidad, en este
caso Villamartín, vivió e hizo frente a la guerra. Y que gracias al análisis
riguroso de una monografía como ésta podemos seguir, y entender, de
manera conjunta y exhaustiva en la medida en que los documentos sobre los
que se apoya la historia se han aprovechado al máximo. Y se han expuesto de
forma clara y precisa conforme a los usos de la moderna historiografía. Un
12
terreno éste en el que el autor, que en la actualidad realiza los estudios de
Doctorado en la Universidad de Sevilla, ha demostrado ya toda una
experiencia investigadora. Pues como autor de varios trabajos sobre la
historia de Villamartín, algunos de ellos sobre este período, ha dado ya
pruebas de una dedicación y un interés por la historia contemporánea
realmente destacado, como podrán comprobar, antes que nadie sus propios
paisanos, en esta historia de Villamartín durante la Guerra de la
Independencia. Razón por la que quien escribe estas líneas le ha animado a
que no desmaye y escriba también, como hay que escribir, una historia local
de esta Muy Noble y Muy Leal Villa, cuya vida en los tiempos de aquella
guerra ha sabido reconstruirnos tan acertadamente.
Manuel Moreno Alonso
Departamento de Historia Contemporánea
Universidad de Sevilla
13
INTRODUCCIÓN
El conocimiento que tenemos de la historia contemporánea de
Villamartín presenta grandes lagunas y la Guerra de la Independencia no es
excepción. A ella se dedicaron varios artículos publicados en el anuario
Villamartín, Revista de Feria y Fiestas de San Mateo1 y tampoco faltan
algunas páginas en las aproximaciones a la historia local de las que son
autores los hermanos José y Jesús de las Cuevas y, más recientemente,
Alberto Sanz Trelles y Mª. Jesús de León Morgado2; pero se trata en todo
caso de trabajos fragmentarios y no disponemos hasta la fecha de un análisis
exhaustivo que presente una visión global de los principales acontecimientos
y problemas que afectaron al municipio durante el período de referencia. Ésa
es la carencia que pretende cubrir nuestra monografía.
Nuestro interés por la historia cotemporánea de Villamartín nació en
1994 y tuvo su primer fruto en el trabajo de investigación Estudios de
Villamartín en la Guerra de la Independencia, que resultó galardonado en
1995 con el Premio Histórico-Literario "Hermanos Íñigo Mateos" y del que
1
Entre otros podemos citar: A. MESA JARÉN: "Muy Noble y Muy Leal Villa de
Villamartín" (1958); M. PÉREZ REGORDÁN: "Los caballos de Villamartín en el Ejército
Imperial" (1993); J. BERNAL CISUELA: "Muy Noble y Muy Leal Villa de Villamartín"
(1994). También pueden citarse otros que, sin centrarse en la Guerra de la Independencia o
en la localidad, incluyen alguna referencia, como los de A. LINARES RODRÍGUEZ:
"Hospital de la Concepción" (1982) y M. PÉREZ REGORDÁN: "El viaje del Rey José por
la serranía gaditana" (1994). Varios de estos trabajos acusan la carencia de una perspectiva
general, que ha conducido a malinterpretaciones de la documentación archivística utilizada.
2
J. y J. DE LAS CUEVAS: Villamartín, Cádiz 1962, pág. 33; A. SANZ TRELLES y
Mª.J. DE LEÓN MORGADO: Villamartín, Cádiz 1997, págs. 84-86.
15
dos capítulos fueron publicados en revistas especializadas3. Posteriormente
hemos aportado algunos artículos breves, que aparecieron en medios locales
y comarcales4. El trabajo que ahora presentamos recopila todos aquellos
textos y reorganiza la información para integrarla en una estructura unitaria
en la que también se incorporan elementos novedosos antes no estudiados,
como son la creación de milicias, las reformas municipales o la economía de
guerra.
Las fuentes de información utilizadas son bibliográficas, archivísticas y
hemerográficas. La bibliografía que aporta información sobre Villamartín
durante la Guerra de la Independencia es muy escasa, pero ha sido
imprescindible la consulta de obras generales que nos permitiesen
contextualizar los acontecimientos de Villamartín en un marco más amplio.
Nuestra principal fuente de información han sido los archivos locales. El
Archivo Municipal conserva las actas capitulares, órdenes y comunicaciones
de diversas autoridades, expedientes de alistamiento, de organización de
milicias, de requisas de caballerías y bagajes, de suministros a las tropas,
etcétera. La documentación disponible es, sin embargo, incompleta. La
escribanía sufrió varios saqueos e incendios que destruyeron parte de la
documentación. Sabemos, por ejemplo, que el expediente del primer
alistamiento de tropas de 1808 no se conserva por haberlo destruido los
franceses y que en mayo de 1811 fueron una partida de guerrilleros españoles
quienes irrumpieron violentamente en las dependencias municipales y
quemaron en medio de la plaza cuantos papeles y legajos tuvieron a su
3
"Prisioneros de guerra franceses en Villamartín (1808-1809). Un preludio al
confinamiento de la división de Dupont en la isla de Cabrera" en Historia 16, nº 246
(octubre 1996) págs. 21-29; "Requisas (y robos) de ganado caballar en Villamartín durante
la Guerra de la Independencia, 1808-1812" en Trivium, Anuario de Estudios Humanísticos,
nº 10 (noviembre 1998) págs. 363-379.
4
"Notas sobre Prado del Rey en la Guerra de la Independencia", en Noticiero Pradense,
año XVII (1995) págs. 6-8; "Las octavas de Prado del Rey y las provisiones del ejército de
la sierra", en MANCOMUNA Sierra de Cádiz, nº 0 (abril 1996) págs. 27-29; "Muy Noble y
Muy Leal Villa de Villamartín. Apunte sobre el origen de los tratamientos", en Villamartín
Información, Año I, nº 5, pág. 15 y nº 6, pág. 15; "El asalto y saqueo de las haciendas La
Granja y El Rosalejo por tropas imperiales francesas en 1811", en Villamartín, Revista de
Feria y Fiestas de San Mateo (1996) págs. 26-35.
16
alcance. La mayor parte de la documentación conservada corresponde a los
ramos de hacienda y suministros, pero también nos ha proporcionado
interesante información sobre la relación del Ayuntamiento con las
autoridades francesas y españolas, presencia de tropas y partidas de guerrilla
en el término municipal y los abusos cometidos por unos y otros. En el
Archivo de la Iglesia Parroquial hemos consultado los libros sacramentales y,
principalmente, el registro de enfermos ingresados en el Hospital de San Juan
de Dios, un documento imprescindible para el estudio de la estancia de
prisioneros franceses en el municipio en 1808 y 1809.
La Guerra de la Independencia finalizó en 1814, pero nuestro trabajo se
centra fundamentalmente en los años 1808-1812. Existe documentación para
el período previo a la invasión francesa (mayo 1808-enero 1810) y para la
etapa de ocupación (febrero 1810-agosto 1812); también disponemos de
documentación sobre requisas y alistamientos durante los últimos meses de
1812 y primeros de 1813, pero es muy reducida la directamente relacionada
con la situación de guerra durante la mayor parte de 1813 y 1814, lo que sin
duda se debe al alejamiento del frente bélico; y se da la circunstancia de que
los documentos de mayor interés que contiene el legajo de 1814 se refieren
precisamente a la etapa de ocupación. Villamartín sufría en 1813 las secuelas
de la guerra -los hombres en el frente, la economía destrozada tras dos años y
medio de ocupación enemiga, la población demacrada por el hambre y
miseria que padeció y el casco urbano semiderruido- pero no se respiraba el
ambiente belicista de los años precedentes: cesaron los alistamientos de
mozos, se redujo enormemente la contribución para sostenimiento del
esfuerzo bélico y los reducidos contingentes de tropas que transitaron por el
municipio apenas supusieron carga para el vecindario. El frente bélico se
había alejado y el secular problema de la tierra concentraba desde principios
de 1813 las miradas y preocupaciones de unos campesinos para quienes la
traumática experiencia de la Guerra de la Independencia fue un trágico
paréntesis abierto entre dos hechos fundamentales que marcan el inicio de la
Edad Contemporánea en la historia social de Villamartín: la recuperación del
Campo de Matrera y el polémico reparto de tierras comunales que dividió y
enfrentó al vecindario hasta bien entrado el siglo XIX.
17
1. Levantamiento nacional y primera contribución de Villamartín a la
formación del ejército
España estaba parcialmente ocupada por los ejércitos napoleónicos
desde octubre de 1807. El tratado de Fontainebleau autorizó su tránsito por
territorio español con dirección a Portugal, pero lo que hicieron fue ocupar
paulatina y pacíficamente el norte y centro peninsular, de modo que más de
100.000 soldados franceses estaban establecidos en el país en marzo de 1808.
Sobre el trasfondo de la presencia militar extranjera se produjo el motín de
Aranjuez, por el que Fernando VII arrebató la corona a su padre Carlos IV.
Padre e hijo acudieron a Bayona al encuentro de Napoleón; Carlos con el
ánimo de recuperar el trono y Fernando -que había dejado el gobierno de la
nación en manos de una Junta de Gobierno que ejercía la soberanía en su
ausencia- con el afán de saberse confirmado rey por el emperador de los
franceses, pero el proyecto de Napoleón era despojar de la corona de España
a los Borbones y entregársela a uno de sus hermanos. La revuelta del 2 de
mayo precipitó la abdicación de Fernando VII, a quien se responsabilizaba de
la agresión del pueblo madrileño a la guarnición francesa de la capital, y la
corona quedó vacante. El secretario de Estado y del Despacho Universal de
la Guerra, Gonzalo O'Farrill, calificó los sucesos de Madrid de "incidente
provocado por un corto número de personas inobedientes a las leyes",
mandó tomar medidas para mantener la tranquilidad y buen orden y
recomendó que en los pueblos por donde transitasen las tropas francesas se
siguiese "como hasta aquí franqueándoles generosamente cuantos auxilios
necesiten". Y la Junta de Gobierno nombró a Joaquín Murat lugarteniente
general del Reino, insistiendo asimismo en la conservación de las buenas
relaciones con el ejército imperial: "La buena armonía tan recomendada con
las tropas francesas, debe ahora convertirse en la más estrecha y recíproca
confianza"5. Lo que se produjo en mayo de 1808 fue -en palabras de Miguel
Artola- "la quiebra total de las personas e instituciones representativas del
5
AMV, leg. nº 94 (año 1808) doc. nº 16.
19
Antiguo Régimen. Fracasan los reyes, abandonando innoblemente a su
pueblo; la Junta de Gobierno, tolerando a Murat como su presidente; el
Consejo de Castilla, cursando las órdenes que de aquélla recibiera; las
Audiencias, aceptándolas, y los capitanes generales intentando mantener
una legalidad periclitada". Mientras los órganos representativos de la
legitimidad monárquica se mostraban incapaces de asumir efectivamente el
ejercicio de la soberanía y declarar la guerra a Francia, se desató en las
provincias libres un proceso revolucionario que condujo a la formación de
juntas supremas que asumieron la soberanía nacional en Oviedo, Valladolid,
Badajoz, Sevilla, Valencia, Cataluña y Zaragoza6.
Sevilla fue el centro del levantamiento andaluz. Las autoridades
municipales apaciguaron la revuelta suscitada por la recepción del bando del
alcalde de Móstoles que declaraba la guerra a Francia, pero la ciudad se
levantó el 26 de mayo y se constituyó la autodenominada Junta Suprema de
Gobierno de España e Indias, que hizo irradiar el movimiento a todos los
pueblos y ciudades de su reino y también envió emisarios a los de Córdoba,
Jaén y Granada.
Villamartín se situaba en el área de influencia sevillana. Era un pueblo
de cuatrocientas casas edificadas sobre una ladera en medio del fértil Campo
de Matrera y a orillas del Guadalete, enclavado en el límite de la campiña y
sierra gaditanas, donde confluyen los caminos que conducen de Ubrique a
Sevilla y de Ronda a los puertos; sus 1.700 habitantes subsistían de la
agricultura y ganadería7. En pocos días quedó inundado de bandos, órdenes,
6
Para el levantamiento y formación de las juntas, cfr. M. ARTOLA GALLEGO: La
España de Fernando VII, en R. MENÉNDEZ PIDAL (dir.): Historia de España, tomo
XXXII, Madrid 1978, págs. 37-69. Sobre el levantamiento en Sevilla y Cádiz: J.Mª QUEIPO
DE LLANO, CONDE DE TORENO: Historia del levantamiento, guerra y revolución de
España, Madrid 1953, págs. 64-68; A. DE CASTRO: Historia de Cádiz y su provincia desde
los remotos tiempos hasta 1814, Cádiz 1982, vol. I, págs. 570-605.
7
Los catastros del siglo XVIII y los múltiples padrones de riqueza y estados de capitales
formados durante la etapa de ocupación francesa manifiestan su predominio frente a
cualquier otra actividad económica. El 92'5% del producto anual de todos los gremios
correspondía en 1811 a actividades agropecuarias (labranza, cría de ganados y horticultura);
la agricultura ocupaba el primer lugar con el 82'1% del producto (AMV, leg. nº 97 (año
1811) doc. nº 30). El número de vecinos con otras ocupaciones es variable en los diversos
documentos consultados para el período 1810-1812. En AMV, leg. 97 (año 1811) doc. nº 14
20
manifiestos y decretos entre los que encontramos un ejemplar de la proclama
de constitución de la Junta de Sevilla, que declaraba nula la abdicación de
Fernando VII en Bayona, reprochaba el servilismo de las instituciones de la
nación y declaraba la guerra a Francia. Villamartín no tardó en sumarse a la
insurrección y jurar por rey de España a Fernando VII.
La Junta de Sevilla ordenó la erección de juntas locales en todas las
poblaciones de su reino con más de 2.000 vecinos, haciendo su función los
ayuntamientos en las menores. El objetivo prioritario de la Junta de Sevilla
era la organización de una fuerza capaz de hacer frente al invasor francés:
una fuerza expedicionaria de 13.000 hombres -2º Cuerpo de Observación de
la Gironda- comandados por el general Pierre Antoine Dupont de l'Etang
había partido el 23 de mayo de la ciudad de Toledo con dirección a Cádiz. La
Junta de Sevilla contaba con los dos mejores ejércitos del país: el de
Castaños en el Campo de Gibraltar y el de Solano en Cádiz, pero ordenó la
leva de todos los hombres solteros y viudos sin hijos con edad comprendida
entre los 16 y 45 años, quienes debían presentarse en Sevilla a las órdenes del
comandante general Antonio Gregori.
Las operaciones de alistamiento se hicieron sin demora en Villamartín y
la ocupación de Córdoba por la columna de Dupont precipitó la remisión de
los alistados. El 8 de junio se recibió una orden de la Junta sevillana que
agradecía en nombre del rey la actividad con que se había verificado el
aparecen: 12 arrieros, 2 carreteros, 4 aguadores, 4 albañiles, 4 carpinteros, 1 alfarero, 1
cantero, 2 yeseros, 1 carbonero, 2 herreros, 1 herrador, 6 zapateros, 3 barberos y sangradores,
3 horneros, 5 molineros, 1 agrimensor, 1 medidor de grano, 1 boticario, 1 médico, 1 maestro,
2 escribanos, 1 almotacén, 2 tenderos de quincalla, 4 traficantes de vino y licores, 1 vendedor
de grano y 1 vendedor de aceite; muchos de éstos tenían además pegujales que cultivaban,
por lo que parte de sus ingresos procedía de la agricultura. AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc.
nº 3 indica que en febrero de 1811 había cinco eclesiásticos seculares y 12 monjas
concepcionistas, pero desconocemos el números de religiosos que tenían los conventos de
San Francisco y San Juan de Dios cuando fueron suprimidos en 1810; el mismo documento
señala la existencia de 57 labradores, 104 pegujaleros y 270 jornaleros (inclusos algunos
pegujaleros); 3 mendigos y "50 niños pequeños de ambos sexos que se mantienen de limosna
entre el vecindario de puerta en puerta, unos huérfanos y otros por la pobreza de sus
padres".
21
alistamiento y mandaba que los mozos saliesen inmediatamente, pues el
enemigo se había posesionado de Córdoba y era necesario oponerle una
fuerte barrera8. En los libros de actas capitulares consta que "todos los mozos
solteros y viudos sin hijos desde la edad de dieciséis años hasta cuarenta y
cinco años que se incluyeron en el primer alistamiento, se remitieron al
cuartel general que residía en la villa de Utrera sin perdonar exenciones de
ninguna clase, por cuyo comisionado fueron admitidos, y quedaron cuarenta
y dos individuos que se aplicaron al Regimiento de las Cuatro Órdenes
Militares, habiéndose desechado los demás que se remitieron"9. Cuatro años
después, Bernardo del Río lo recordaría en estos términos:
"Residiendo en esta villa por el mes de Junio o Julio del año de mil
ochocientos ocho, vi personalmente que a consecuencia del alistamiento
que hizo la Justicia de ella, remitió ésta a la de Utrera, y a disposición
del excelentísimo señor don Francisco Javier Castaños, general que
organizaba el Ejército, ochenta y más mozos, de los cuales cincuenta y
pico fueron admitidos, reseñados y destinados a distintos cuerpos,
principalmente al Regimiento de las Órdenes Militares y al de África,
en donde los vi después aprendiendo la táctica y disciplina militar en
dicha villa de Utrera"10.
El cuartel general se instaló el 12 de junio en Utrera, donde estaba
concentrado el ejército sevillano. Tan numerosos eran los voluntarios
presentados que, después de incorporar 2.000 hombres a cada regimiento del
ejército regular, Castaños se vio obligado a despachar a sus casas alrededor
8
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 11. Borrador de representación al intendente
general del Ejército de Andalucía, sin fecha, datable en diciembre de 1812.
9
AMV, LAC, sesión de 10/12/1808.
10
Certificado de 5/3/1813 en AMV, leg. nº 99 (año 1813) doc. nº 12. El expediente del
alistamiento de junio de 1808, donde estaban las órdenes de Castaños, los nombres y el
recibo de los mozos reclutados fue quemado por los franceses, que también destruyeron otros
documentos de la administración municipal. En 1812 el Ayuntamiento necesitó acreditar ante
la Intendencia General del Ejército de Andalucía el número de vecinos que se incorporaron a
filas en 1808 y 1809; para ello se recopilaron los papeles que sobrevivieron a las llamas y
testimonios de ciudadanos de reconocido prestigio que presenciaron los alistamientos y la
destrucción de la documentación municipal.
22
de 12.000 paisanos que consideró inútiles por no querer llevar ningún
regimiento que no fuese organizado. Los reclutas se instruyeron y
maniobraron durante ocho horas diarias en el campo militar de aquella
ciudad y el 26 se celebró una brillante ceremonia en la que Castaños pasó
revista a 25.000 hombres. Sin tiempo para completar el adiestramiento, las
tropas abandonaron Utrera y se dirigieron a Córdoba11.
2. Prisioneros de guerra franceses (I)
Dupont descendió Despeñaperros sin encontrar obstáculo alguno y el 2
de junio concentró sus efectivos en Andújar. El día 7 venció fácilmente la
resistencia presentada por fuerzas españolas en el puente de Alcolea y
procedió a la ocupación de Córdoba, que fue sistemática saqueada durante
nueve días. El día 13 abandonó Córdoba y retrocedió a Andújar, donde
esperaba la llegada de refuerzos. La división de Dupont -compuesta en su
mayor parte de soldados jóvenes e inexpertos- se enfrentó en las
inmediaciones de Andújar y Bailén a los ejércitos organizados por las juntas
de Sevilla y Granada, que contaban con tropas veteranas más los voluntarios
incorporados por Castaños a los cuadros del ejército regular. El resultado de
la batalla fue la capitulación por la que rindieron las armas 17.635 hombres
de las divisiones de Dupont y Vedel12. Las declaraciones de Bernardo del
Río, su hijo el presbítero Juan María, el vicario Juan Dávila Cabezas y el
secretario Andrés de Zúñiga coinciden en señalar que los villamartinenses
alistados en junio de 1808 "batallaron en Bailén"13. La victoria se festejó en
Villamartín el 24 y 25 de julio, con funciones generales de acción de gracias,
11
J. GÓMEZ DE ARTECHE: Guerra de la Independencia, citado en M. ARTOLA: La
España de Fernando VII, pág. 128; G.H. LOVETT: La Guerra de la Independencia y el
nacimiento de la España contemporánea, Barcelona 1975, vol. 1, págs. 181-182.
12
M. ARTOLA: La España de Fernando VII, págs. 126-137; G. H. LOVETT: op. cit.,
vol. 1, pág. 206 estima que el número total de hombres comprendidos en la capitulación de
Bailén se aproxima a 22.000.
13
AMV, leg. nº 99 (año 1813) doc. nº 12.
23
con misa y cántico del Te Deum, celebradas en la iglesia parroquial con
asistencia del Ayuntamiento14
El artículo 6 de la capitulación establecía que las tropas francesas de
Andalucía pasarían a Sanlúcar y Rota para embarcar en navíos ingleses y ser
conducidas al puerto galo de Rochefort, pero la cláusula fue violada por la
Junta de Sevilla. Varios factores confluyeron para que los prisioneros de
guerra procedentes de la batalla de Bailén no fueran repatriados a Francia,
contraviniéndose así los términos de la capitulación de 22 de julio de 1808.
Por un lado la oposición del capitán general de Cádiz, Tomás de Morla,
quien no creía conveniente la liberación de los enemigos que tantos males
causaron a los pueblos de Andalucía; en segundo lugar, la imposibilidad de
trasladar tan numeroso contingente de prisioneros, así por los transportes
como por los excesivos gastos; y por último, los iniciales impedimentos que
lord Collinwood, almirante de la armada inglesa, puso al embarque de la
tropa prisionera en sus navíos. Como consecuencia de todo ello se dilató la
repatriación y las tropas francesas fueron repartidas por los pueblos de
Andalucía15.
Como tantos otros municipios gaditanos, Villamartín recibió a principios
de agosto una orden de Tomás de Morla que disponía el alojamiento de un
contingente de prisioneros de guerra16. El Ayuntamiento comisionó al
teniente alguacil mayor para administrar todo lo concerniente al alojamiento,
custodia y suministros. Los prisioneros serían alojados en las casas paneras
del Pósito, que habrían de acondicionarse, siendo necesarias obras de
albañilería para habilitar el viejo caserón, trabajos de carpintería y limpieza,
además de la adquisición de heno para la hechura de camas, barriles, cubos
14
AIPV, Libro 17 de Defunciones, f. 109.
15
A. DE CASTRO: op. cit., vol. I, págs. 625-627.
16
Correspondencia de 8/8/1808 de Tomás de Morla a Ayuntamiento inserta en AMV,
LAC, sesión de 11/8/1808.
24
y otros utensilios que serían traídos de Jerez de la Frontera por ser ésta la
ciudad más cercana17.
La llegada de los franceses, escoltados desde Lebrija por la Infantería
Provincial de Burgos, constituyó todo un espectáculo para una población de
corto vecindario que por primera vez tenía ante sus ojos las afamadas huestes
napoleónicas. Doscientos soldados y cinco oficiales de la división de Dupont
hicieron entrada en Villamartín el 14 de agosto. Los más eran miembros de
las Compañías 7ª y 8ª del 2º Batallón de la Legión 4ª, contándose también
algunos hombres de otros cuerpos: Guardia de París, Legiones 1ª, 2ª y 3ª. Su
edad oscilaba, salvo unas pocas excepciones, entre 20 y 23 años,
confirmándose así el conocido dato de que la división de Dupont estaba
integrada en su mayor parte por hombres jóvenes e inexpertos en el campo de
batalla. Completaba el séquito un número impreciso de mujeres que no debía
superar la media docena.
La orden de Morla indicaba que, una vez llegados a destino, los
franceses serían custodiados por la milicia local, pero no existía en el
municipio un cuerpo de milicianos capaz de relevar a la Infantería Provincial
de Burgos en la custodia de prisioneros (las primeras noticias sobre la
formación de una milicia datan de 1809), motivo por el que aquélla debió
permanecer en el pueblo hasta el mes de octubre, fecha en que los propios
vecinos asumieron las tareas de vigilancia18.
La estancia de la tropa francesa en Villamartín no debió ser, en sus
inicios, muy penosa. La orden de alojamiento indicaba que los prisioneros se
enviaban a. "los pueblos. más remotos. del teatro de la guerra para que en
17
AMV, LAC, sesión de 11/8/1808 y resumen de gastos ocasionados por la estancia de
prisioneros en leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 14. Los gastos globales ascienden a 76.221'29 rs.
mrvs.: 52.732'5 de salarios de oficiales y soldados franceses en el tiempo de su residencia,
1.581'18 en concepto de salarios a los voluntarios prisioneros pasados al servicio de España,
9.924'21 por estancias en enfermería, curaciones y medicinas administradas a los prisioneros,
y 11.983'21 por salarios, gratificaciones, leña y otros gastos. En leg. nº 94 (año 1808) doc. nº
15 se encuentran vales por 13.000 rs. que fueron entregados para suministros de pan y trigo a
los prisioneros.
18
AMV, LAC, sesión de 6/11/1808.
25
Libro de Enfermería del Hospital de San Juan de Dios (1808), donde
fueron ingresados los prisioneros franceses procedentes de Bailén.
26
ellos sean custodiados, y además estén a cubierto de los insultos que
podrían hacerles algunos díscolos sin respetar la humanidad que se debe
tener con el rendido" y recordaba que el enemigo depuso las armas "a
condición de ser bien tratado". Si bien los destinados a Puerto Real y Puerto
de Santa María fueron agredidos por la multitud y despojados de sus
equipajes, todo parece indicar que en Villamartín no se reprodujo aquella
violencia. La difundida creencia popular en que la guerra se había ganado en
Bailén y la ausencia de instigadores que incitasen a la agresión y el expolio
evitaron que el paisanaje hallase ocasión de atropellar a los rendidos. Más
bien todo lo contrario: un documento fechado en febrero de 1809 manifiesta
que permanecieron "guardando ellos con el vecindario y éste con aquéllos la
mejor armonía"19. La pacífica convivencia permitió que gozasen de una
relativa libertad, no siendo necesario mantenerlos encerrados en el caserón
habilitado como cuartel. Datos, aparentemente insignificantes, como la
inversión de 100 reales en la adquisición de dos camas matrimoniales o el
empleo del servicio de intérpretes para salvar el obstáculo del idioma, pueden
ser buen indicio del clima reinante en las relaciones entre la población y los
huéspedes galos20.
Aunque hasta ahora nos hemos venido refiriendo a "prisioneros
franceses", la expresión no es del todo correcta, pues el ejército imperial
había reclutado tropas procedentes de toda Europa y entre los destinados a
Villamartín se encontraban varios de aquellos extranjeros. Desde el comienzo
19
AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 5.
20
En las disposiciones de la Junta de Defensa de Córdoba sobre el alojamiento de los
prisioneros se indicaba la posibilidad de que trabajasen, siempre de forma voluntaria, en el
campo o en oficios mecánicos con vecinos de las localidades que los recibían (J. CALVO
POYATO: "Las tropelías de Dupont. Antecedentes cordobeses al confinamiento de los
prisioneros franceses en la isla de Cabrera", en Historia 16, nº 97 (1984) págs. 27-33).
También en la provincia de Cádiz se consideró la posibilidad de emplearlos como mano de
obra; así en julio de 1809 el corregidor de Jerez comunicó a diversos municipios que se podía
solicitar el envío de "algunos prisioneros franceses para emplearlos en las faenas y trabajos
del campo y cualesquiera obras en beneficio suyo" (Correspondencia de 31/7/1809 en AMV,
leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 15). Sin embargo, ningún documento confirma que los alojados
en Villamartín trabajasen en labores agrícolas o de otra especie mientras permanecieron en el
municipio.
27
de la guerra las autoridades españolas intentaron atraer a sus filas a los
soldados de nacionalidad no francesa que servían en los regimientos
napoleónicos. Los llamamientos continuaron reiterándose incluso después de
Bailén y 17 legionarios de los destinados a este municipio gaditano se
incorporaron a filas españolas, recibiendo el nombre de "voluntarios pasados
al servicio de España" o "voluntarios prisioneros"21. En el libro de registro
de la enfermería del Hospital de la Purísima Concepción se inscriben como
"Sentado plaza en la bandera española", "bandera española" o "voluntarios
de España" y junto a sus nombres hallamos la indicación de su nacionalidad:
Vico, Piamonte, Saboya, Flandes...22. Permanecieron en el pueblo hasta
octubre de 1808, marchando con los soldados de la Infantería Provincial de
Burgos. Los voluntarios extranjeros, desertores de las legiones francesas,
formaron un batallón de cazadores que a inicios de 1809 fue enviado por la
Junta Central para la defensa de Cádiz.
3. La campaña del Norte. Alistamiento de diciembre de 1808
La capitulación del 2º Cuerpo de Observación de la Gironda dejó
Madrid al descubierto y provocó una retirada generalizada de los ejércitos
franceses que tuvo carácter de huida. José I, que había recibido la corona
española de manos de su hermano Napoleón, evacuó Madrid escoltado por
las tropas de Moncey y los restos de las de Dupont y Vedel, sin detenerse
antes de alcanzar Vitoria. Una gran parte del país quedó así libre de la
presencia militar francesa y fue ocupada por tropas españolas que avanzaban
hacia el Norte. Lejos de renunciar al control de la península, Napoleón lanzó
sobre España una masa de 250.000 hombres de la Grande Armée, entre
quienes los veteranos eran mayoría. El emperador en persona tomó el mando
de su ejército y desarrolló en las provincias norteñas una fulgurante campaña
que arrolló a las fuerzas españolas. ¿Que había sido de los villamartinenses
alistados en junio y que combatieron en Bailén? Bernardo del Río dijo
haberlos visto en Madrid con las tropas de Castaños y que "desde allí
21
AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 14.
22
AIPV, Libro de Enfermería 1769-1814, ff. 155, 156 y 157 v.
28
continuaron con el Ejército a las batallas de Cascante y Tudela, en donde
según después me informaron murieron muchos". Las fuerzas de Castaños
fueron masacradas el 23 de noviembre en Tudela. La campaña napoleónica
culminó el 4 de diciembre con la capitulación de Morla en Madrid23. Las
noticias del frente llegaron a Villamartín, viéndose en el cabildo de 9 de
enero la orden de cortar toda comunicación con la capital por hallarse
ocupada por el enemigo.
En diciembre de 1808 se ordenó un nuevo alistamiento de tropas,
debiéndose incorporar a filas todos los casados y viudos sin hijos, nobles,
ordenados de menores sin beneficio eclesiástico, novicios que no hubiesen
profesado y cuantos voluntarios pudieran tomar las armas24. Inicialmente
surgieron algunas dificultades en la interpretación de la orden y se comisionó
a Cristóbal de Reina y Muñoz para que consultase en Sevilla las dudas
presentadas por el vecindario25; dificultades que debieron resolverse sin
tardanza, pues el día 16 fueron congregados en la casa consistorial todos los
solteros y viudos sin hijos de 16 a 40 años para proceder a la talla, operación
para la que se requirió la presencia del sargento retirado Pedro Saavedra. De
los 74 mozos presentados, 34 tenían la talla prescrita de cinco pies26. Los
nobles tenían "obligación de presentarse voluntariamente" cuando la
necesidad del Estado lo requiriese y Alejandro de las Cuevas presentó a sus
hijos Alonso y José, pero alegó necesitarlos para la crianza de yeguas y
fueron excluidos; también la viuda Antonia González comunicó que su hijo
Francisco Macide, de estado noble, estudiaba en Sevilla y le había escrito
para que se presentase voluntariamente "aunque tiene achaques en su salud y
otros fundamentos que expondrá". La remisión de los alistados no fue
23
M. ARTOLA: La España de Fernando VII, págs. 138-153; J. PANDO DESPIERTO:
"Napoleón en España", en Historia 16 nº 129 (1986) págs. 39-56.
24
AMV, leg. nº 94 (año 1808) doc. nº 16.
25
AMV, LAC, sesión de 10/12/1808.
26
El alistamiento se reguló por la Real Ordenanza de 27/10/1800, algunos de cuyos
artículos habían sido reformados por la Orden de 8/11/1808 que derogaba numerosas
exenciones contenidas en aquélla. Se ha consultado un ejemplar en AMV, leg. nº 94 (año
1808) doc. nº 16.
29
inmediata y el Ayuntamiento fue recriminado por su negligencia27. No
sabemos cuántos hombres fueron conducidos a Sevilla por Cristóbal de
Reina, pero sólo cinco fueron admitidos.
4. Prisioneros de guerra franceses (II): la evacuación a los pontones
La situación de los prisioneros de guerra dio un vuelco tras conocerse el
resultado de la campaña del Norte y la caída de Madrid. La convivencia, que
inicialmente puso ser cordial, no tardó en deteriorarse. El Ayuntamiento
describe la conflictiva convivencia con vecinos y transeúntes en la
correspondencia remitida el 26 de febrero de 1809 al príncipe de Monforte,
sucesor de Morla en la Capitanía General de Cádiz. Villamartín, cruce de
caminos entre la costa, la serranía y el interior, era lugar de paso por donde
diariamente transitaban reclutas, armas y caballerías en dirección a Sevilla:
"con el motivo del anterior y actual alistamiento para el Ejército se
presenta cada día gente del Campo de Gibraltar y demás pueblos de sus
inmediaciones y Serranía en tránsito para la ciudad de Sevilla, ya para
conducir caballos ya paisanos alistados para el Ejército, y luego que
los observan gritan contra los franceses diciendo que mueran, de modo
que se ha visto esta jurisdicción en el mayor apuro para evitar un
rompimiento con los transeúntes y un destrozo entre los vecinos y
paisanos que sólo ha podido contener la maña más que las fuerzas"28.
Las noticias de la campaña napoleónica marcaron un cambio de actitud
frente a los prisioneros de Bailén no sólo en Villamartín. El 7 de diciembre
de 1808 la Junta de Jerez de la Frontera comunicó al gobernador de Cádiz
que la llegada de la orden de alistamiento del día 6 había provocado un motín
en Lebrija: "con motivo de cierta orden de la de Sevilla, dirigida al pueblo
de Lebrija y llegada a él en la mañana de este día a la hora de las diez, para
que todo su vecindario se armase y encaminase a aquélla para defensa de
27
Correspondencia de 18/12/1808 de la Junta Suprema de Sevilla a Ayuntamiento de
Villamartín en AMV, leg. nº 94 (año 1808) doc. nº 16.
28
AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 5.
30
la patria, se suscitó un crecido tumulto y acometió al castillo en que se
hallaban alojados los oficiales prisioneros franceses, todos los cuales, hasta
el número de veinte y dos que en él existían, han sido víctimas del furor del
pueblo". Para evitar tumultos similares, los prisioneros alojados en Jerez
fueron trasladados a la Bahía de Cádiz29. En las mismas fechas, también con
motivo de la orden de alistamiento, se produjeron altercados en Cabra y otros
pueblos cordobeses30.
Para evitar enfrentamientos y agresiones, los legionarios destinados a
Villamartín fueron encerrados durante el paso de alistados. Pero el cuartel era
poco espacioso; el hacinamiento y ausencia de ventilación trajeron la
enfermedad: "han empezado a enfermar no obstante el aseo y demás
precauciones de policía que se han tomado y toman, advirtiéndose ser el
único remedio la ventilación"31. El registro de pacientes de la enfermería del
Hospital de la Purísima Concepción de la Orden de San Juan de Dios aporta
interesante información sobre los prisioneros de guerra alojados en
Villamartín. A partir del 18 de agosto de 1808 entraron en el establecimiento
benéfico 169 legionarios (más del 81% de la población masculina reclusa)
inscritos bajo el epígrafe "Prisioneros Franceses". Es difícil precisar la causa
de internamiento. Los diagnósticos registrados en el Libro de Enfermería son
harto imprecisos: hay dos casos de sarna y los 167 restantes entraron "a curar
de calenturas". El trabajo de los religiosos se incrementó notablemente: sólo
en enero de 1809 ingresaron tantos pacientes como durante todo 1804, 1805
ó 1806, y sólo 3 no eran franceses. Los pagos del Ayuntamiento al prior de la
comunidad en concepto de estancias en la enfermería ascienden a 8.765'55
rs. mrvs.
Al no indicarse la fecha de alta de los prisioneros, resulta imposible
determinar cuántos permanecen ingresados simultáneamente, pero basta una
mirada a las indicaciones de las partidas sobre el lugar donde se colocan para
advertir una concurrencia inhabitual. Todos los pacientes atendidos entre el
29
A. DE CASTRO: op. cit., vol. I, pág. 658.
30
J. CALVO POYATO: op. cit., pág. 30.
31
AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 5.
31
1 de enero de 1800 y 26 de julio de 1808 se alojan en la estancia designada
con el nombre de "sala". Durante el período de permanencia de los
prisioneros franceses se utilizan como alojamiento las dependencias
nombradas "ángulos" y "emfermería" y también, pero con menos frecuencia,
las denominadas "celda", "pie de altar", "pie ventana", "taquilla" y "pie de
taquilla", "cuarto", y "cuarto del ángulo". Las anotaciones sobre la
ubicación de los pacientes sugieren una tendencia a alojar a los españoles particularmente a los militares- en estancias distintas de las ocupadas por la
tropa francesa32.
A mediados de febrero de 1809 descendió el número de ingresos en la
enfermería: sólo 6 en espacio de mes y medio frente a los 58 de enero y
primera quincena de febrero. Un brusco descenso que coincide con las
32
Durante agosto de 1808 y principios de septiembre los pacientes en cuya partida se
indica el lugar de alojamiento se ubican en la sala; posiblemente la sala se ocupa por
completo y esa es la causa de que el 2 de septiembre se aloje un paciente al pie del altar, el 9
en la taquilla y el 10 al pie de la ventana. El día 12 ingresa un infante de la Provincial de
Burgos, que se coloca en el ángulo. Al día siguiente se registra el ingreso de siete pacientes:
tres legionarios que van a la sala o a la taquilla y tres voluntarios pasados a la bandera
española y un pobre español que se alojan en el ángulo, donde ya estaba el soldado de
infantería. También se alojan en el ángulo el pobre ingresado el 14 y dos de infantería que lo
harán el 15; sin embargo los franceses que ingresan el mismo día 15 y siguientes van a la
enfermería, celda o sala; el "voluntario prisionero" pasado al ejército español que entra el 21
y el pobre que lo hace al día siguiente se colocan en el ángulo. Así pues, durante este primer
mes se advierte una tendencia a alojar en el ángulo a los soldados de la Infantería Provincial
de Burgos, civiles españoles y voluntarios franceses pasados a la bandera española, mientras
los prisioneros ocupan la sala y otras dependencias. Sin embargo se registran dos
excepciones: un infante de la Provincial de Burgos atendido el 5 de septiembre en la sala y un
legionario francés el 15 en el ángulo. El 3 de octubre de 1808 ingresan los soldados
españoles Andrés Roxo y Bernardo Marcos, ambos en la celda, donde no se aloja ninguno de
los prisioneros franceses que entran los días inmediatamente anteriores y posteriores. La
separación parece mucho más clara en el período que transcurre entre el 6 de noviembre de
1808 y 23 de marzo de 1809. En estos cuatro meses y medio ingresan ciento trece prisioneros
enfermos, indicándose la ubicación de ciento diez: uno va a la celda, uno al cuarto, dos al
cuarto del ángulo -se trata de una medida de aislamiento, pues son los contagiados de sarna
que entran el 1 de febrero-, veinticinco a la enfermería y setenta y tres al ángulo; en cambio
los ocho españoles atendidos durante este período -cinco pobres, dos campesinos y un pastorse alojan en la sala. Téngase presente que noviembre de 1808 marca el recrudecimiento de las
hostilidades en las provincias del Norte, hecho que pudo incidir en una decidida separación
de franceses y españoles en el Hospital de la Purísima Concepción.
32
primeras noticias sobre el inicio de conflictos entre prisioneros y transeúntes,
a quienes no tardarán en unirse los propios vecinos. No se debe al control de
la enfermedad (es también en estas fechas cuando el Ayuntamiento
informaba a la Capitanía General de la gravedad del brote epidémico), sino a
que -para erradicar el naciente malestar- los franceses fueron encerrados y
sólo excepcionalmente salieron para internarse en el hospital. Desde su
llegada al municipio, 28 prisioneros murieron en la enfermería, otros 33
fallecieron en las casas del Pósito durante el período de aislamiento y quizá
debamos aún añadir un número indeterminado de mujeres, que no ingresaban
en el Hospital de San Juan de Dios y de cuya cifra inicial no ha quedado
registro33.
Buscando remedio para paliar los efectos de la enfermedad que asolaba a
la población reclusa y queriendo aplacar el malestar general suscitado por su
permanencia en la villa, el Ayuntamiento solicitó el 26 de febrero que fuesen
evacuados y enviados a los pontones o a donde la Capitanía General
dispusiese, "pues de lo contrario es de temer una sublevación que
instantáneamente se espera ya de estos vecinos o ya de los que
continuamente transitan por esta villa para el Ejército".
La situación de los pontones no era mejor que la del cuartel de
Villamartín. Navíos desarbolados y amarrados, custodiados por lanchas
cañoneras, servían de albergue a militares y civiles franceses. En enero de
1809 el Marqués de Villel -comisionado de la Junta Suprema para la defensa
y gobierno de Cádiz- trató que los prisioneros fuesen trasladados a las Islas
Baleares, "pues más de dos mil quinientos había enfermos de calenturas
tifóideas, efecto de la aglomeración en los pontones, y para cuyo alivio no
bastaban unas fragatas habilitadas de hospitales"34.
El príncipe de Monforte comunicó al Ayuntamiento que era imposible
trasladarlos a otro destino: "en los pontones no pueden tener cabida a causa
33
Acudimos a AIPV, Libro 17 de Defunciones esperando encontrar las partidas de 61
prisioneros franceses, pero sólo hallamos la de Teresa Collot, esposa de un oficial prisionero,
enterrada el 31 de agosto de 1808.
34
A. DE CASTRO: op. cit., vol. I, págs. 658-666.
33
de hallarse sobrecargados con más de tres mil hombres sobre el número que
deben contener; pero la permanencia en esa villa de los referidos
prisioneros sólo será mientras se pone en ejecución el transporte a las Islas
Baleares de los que se hallan en los pueblos, o en los referidos pontones,
según lo ha resuelto S.M. y en cuya operación se está trabajando con todo
afán y desvelo". Además era necesario evitar todo atentado y conspiración;
pero las razones para protegerlos no eran ya la hospitalidad y humanitarismo
para con el vencido, sino "la necesidad de guardarlos como hasta aquí, para
no exponer la preciosa existencia de nuestros compatriotas que han tenido
la desgracia de caer en manos de nuestros enemigos y quedado sus
prisioneros".
El Ayuntamiento recibió el 30 de marzo correspondencia del capitán
general que solicitaba urgentemente información del número y clases de
prisioneros que había en la villa. El informe se cursó el mismo día: cinco
oficiales, ocho sargentos, ciento diez soldados, cinco ingresados en el
hospital y tres mujeres. El capitán general aún no dispuso la remisión, pero la
creciente tensión había vuelto la situación insostenible en Villamartín:
"cada día más y más continúan los alborotos y desazones en el pueblo
con motivo de las noticias que vienen del Ejército contra los prisioneros
franceses y que a pesar de estar encerrados no tiene esta Jurisdicción
una hora de quietud a vista de los rumores públicos y secretos que
advierte para quitarles la vida".
En estas circunstancias fueron evacuados, de noche y cuando nadie los
veía, sin esperar la autorización de Monforte:
"las noticias del día no permiten esperar la orden superior de V.E. para
alzar los prisioneros de esta villa, pues que el paisanaje con la de haber
sabido la llegada y penetración de los enemigos hasta la capital o casi
a la vera, no hay quien pueda suspenderlos, ni quitarles la intención y
ánimo de matar a los que aquí existen, a pesar de las eficaces
providencias que se han tomado para evitar semejante desastre contra
el espíritu de la hospitalidad y humanidad, y así hemos deliberado que
a deshoras y de noche se saquen de esta villa los dichos prisioneros, y
se remitan a disposición de V.E. para que se destinen al embarque, o
34
donde más estime conveniente, pues de lo contrario, ya no alcanzan, ni
la milicia nuestra, ni nuestras precauciones para evadir los desastres
que ya tenemos a la vista".
Un comisionado del Ayuntamiento, escoltado por la Compañía Urbana
creada en febrero de 1809, los condujo a Cádiz. Ciento veinte soldados,
cinco oficiales y tres mujeres fueron entregados en el cuartel de prisioneros
de la nueva población de San Carlos y quedaron a disposición del capitán
general35. No todos los prisioneros fueron evacuados en abril de 1809; tres
quedaron hospitalizados en la enfermería de los frailes de San Juan de Dios.
Bugnon falleció el 21 de abril; Jean Leonard, ingresado el 4 de abril, entró
por segunda vez el 19 de diciembre y recibió el alta el 14 de enero de 1810.
¿Qué destino aguardó a sus camaradas puestos a disposición del capitán
general? Ya conocemos la suerte de los prisioneros en la Bahía de Cádiz:
millares de hombres enfermos se amontonaban en los pontones, donde
diariamente morían de 15 a 20 por causa del tifus36. Quienes sobrevivieron
fueron confinados a la desierta isla de Cabrera, donde muchos fallecieron por
desnutrición, asolados por enfermedades como el escorbuto, la sarna y gran
variedad de fiebres. No hay acuerdo sobre las dimensiones de la tragedia;
Jean René Aymes estima que el número de prisioneros franceses muertos en
Cabrera debe situarse entre 2.500 y 4.60037. La muerte de los hombres y
mujeres recluidos en las casas del Pósito de Villamartín sólo es el preludio de
una de las páginas más negras de nuestra Guerra de la Independencia.
35
AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 5.
36
G.H. LOVETT: op. cit. vol 2, pág. 290.
37
J.R. AYMES: "Cabrera, la isla de la muerte", en Historia 16, nº 52 (1980) págs. 54-55.
35
CUADRO nº 1
Pacientes ingresados en el Hospital de San Juan de Dios
(1804-1810)
1804
1805
1806
1807
1808
1809
1810
Enero
Febrero
Marzo
Abril
Mayo
Junio
Julio
Agosto
Septiembre
Octubre
Noviembre
Diciembre
3
5
3
5
3
3
3
2
1
1
0
0
0
2
1
2
2
5
7
1
1
2
1
2
4
0
1
0
0
6
7
0
8
2
3
3
2
1
7
7
4
3
5
3
2
0
3
2
1
2
2
1
2
7
8
18
39
24
18
34
39
24
4
3
0
7
11
5
6
4
3
2
2
5
3
2
-
TOTAL
29
26
34
39
156
108
12
FUENTE: AIPV, Libro de Enfermería 1769-1814. Elaboración propia.
CUADRO nº 2
Prisioneros de guerra franceses ingresados en el
Hospital de San Juan de Dios (agosto 1808-abril 1809)
Fecha de ingreso
Nº ingresos
18
30
21
11
33
36
22
2
3
1
1808 agosto (18-30)
1808 septiembre
1808 octubre
1808 noviembre
1808 diciembre
1809 enero
1809 febrero (1-17)
1809 febrero (16-28)
1809 marzo
1809 abril
FUENTE: AIPV, Libro de Enfermería 1769-1814. Elaboración propia.
36
5. El alistamiento de 1809
El 11 de febrero de 1809 se recibió una orden del capitán general de la
provincia, transmitida por la Junta de Arcos, para que se alistasen "sin
distinción ni excusa" cuantos mozos hubiese "útiles para la guerra, sin otra
excepción que el impedimento físico"; un proceso de alistamiento que habría
de ser enormemente accidentado38. Se retrasó primero por dificultades en la
formación del padrón y la remisión de los alistados fue luego suspendida por
una orden de 28 de febrero que solicitaba, además, un informe del número de
vecinos que ya habían sido destinados al ejército. Se pretendía con ello
determinar el cupo de soldados que correspondería a cada municipio en el
reparto de los 30.000 hombres que debían reclutarse en el Reino de Sevilla y
a Villamartín, que ya había contribuido con 48 hombres -42 en el primer
alistamiento y 5 en el segundo, más un reo enjuiciado por estupro a quien la
Justicia impuso la condena de servicio de armas-, se le asignaron 30.
El reglamento establecía la división de los mozos en cuatro clases; sólo
en caso de no ser suficientes los de la primera se pasaría a la segunda para
completar el cupo, y así sucesivamente. La diligencia de exenciones se
practicó en las casas capitulares, donde dos facultativos en medicina
reconocieron a los mozos y libraron del sorteo a 22. Los 57 con la talla
reglamentaria que no alegaron impedimento físico fueron distribuidos por
clases: 33 solteros (1ª clase), 4 casados desde el 6 de diciembre (1ª clase), 18
hijos de viuda o padres sexagenarios (2ª clase) y 2 mozos de casa abierta (3ª
clase). Concurrieron al "cantareo" o sorteo los 37 mozos de la primera clase.
El procedimiento era sencillo: en una cántara se introdujeron 37 papeletas
con los nombres de los sorteados; en otra, siete en blanco y treinta con la
palabra "soldado". Un chiquillo sacaba de la primera cántara la papeleta con
el nombre de un mozo y a continuación otro extraía de la segunda el papel
que decidía su suerte. Cristóbal de Reina condujo a los mozos que salieron
38
Expediente de alistamiento en AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 7. Otros documentos
referentes al mismo proceso de alistamiento se encuentran en leg. nº 99 (año 1813) doc. nº
12.
37
"soldado" a disposición de la Junta de Sevilla, pero el alcalde recibió el 22 de
abril una notificación que daba cuenta del deficiente resultado de las
operaciones de sorteo y remisión:
"Del sorteo celebrado por V. el 30 de Marzo próximo pasado sólo
se han presentado por su comisionado 27 hombres por no haberlo
hecho de José Herrero, Gallego, Miguel Pereira, id., que se fugaron
antes de su presentación; y de Antonio Pérez Rico por haberle
sobrevenido enfermedad después de celebrado aquél.
De aquéllos sólo han sido admitidos y aplicados ocho reemplazos,
quedando en actual servicio siete por haberse fugado Pedro González
Gallego, antes de su reseño en el cuerpo donde fue aplicado.
Han sido desechados por no tener los cinco pies menos una
pulgada, que es la marca a que deben ceñirse en el actual sorteo, don
Juan Barea, Juan Marchán, Francisco de Flores, Esteban Pérez
Gallego, Manuel Díaz, Juan Romero, Lucas García, Juan Domínguez
Valiente y José Domínguez Cardoso.
En virtud por lo alegado y justificado por los interesados que se
expresaron, han sido excluidos del sorteo celebrado Francisco
Rodríguez Sánchez, Antonio Lobo y Andrés Marín por ser hijos únicos
de padres enfermos y sexagenarios que deben alistarse y encantararse
en la 2ª Clase.
También lo han sido don José Pérez Vázquez, José González Ávila y
Francisco Javier Domínguez por ser huérfanos y mantener hermanas
solteras, por cuya razón deben incorporarse en la 2ª Clase.
Igualmente han sido excluidos del citado sorteo don José de las
Cuevas, don José Gil, Juan Díaz Montánchez y Tomás Pérez por haber
justificado ser mozos de casa abierta, debiéndose por ello colocar en 3ª
Clase.
Los siete mozos solteros que salieron en blanco en el mencionado
sorteo son verdaderamente soldados por ser los únicos que se
38
encantararon y alistaron en 1ª Clase, separados de ellos los que no
tengan la marca prevenida.
En virtud de todo faltan para completar el contingente de ese
pueblo veinte y dos hombres que deben reemplazarse en primer lugar
de los siete sobrantes antedichos; y para los que falten, deberá
celebrarse nuevo sorteo entre los hijos de viudas, padres sexagenarios o
impedidos, el que remitirán Vds. dentro del preciso término de 3er día
del recibo de esta orden bajo multa de 200 ducados. Lo que comunico a
Vds. de orden superior para su inteligencia y exacto cumplimiento.
Dios gue. a Vds. ms. as. Real Alcázar de Sevilla y Abril 18 de
1809".
En resumen: un enfermo no presentado, dos fugados, nueve exentos por
falta de talla y diez por alegar pertenecer a las clases 2ª y 3ª; sólo ocho mozos
(26'6% del cupo) fueron admitidos y uno de ellos desertó antes incorporarse
al regimiento de destino. Fueron necesarias al menos otras tres remesas de
mozos hasta completar el cupo de treinta soldados; se trata de un proceso que
no podemos seguir al detalle, aunque sabemos que el criterio de selección se
mantuvo en los límites de la 1ª clase.
Hemos reconstruido un episodio anecdótico que puede ser buen ejemplo
de la picaresca de los muchos jóvenes que recurrieron a todo tipo de
artimañas para no marchar al frente. Nuestros protagonistas son el noble José
de las Cuevas y José Cepeda. José de las Cuevas no fue tallado en diciembre
de 1808 porque su padre decía necesitarlo para la cría de yeguas y contrajo
matrimonio en enero de 1809; la orden de 14 de marzo incluía en el
alistamiento a todos los casados después del 6 de diciembre de 1808 y entró
en el sorteo, pero alegó condición de mozo de casa abierta ante la comisión
de alistamiento de la Junta de Sevilla y fue devuelto; la alegación fue luego
desestimada y nuevamente se le llamó a filas.
Al ser requerido por el Ayuntamiento para completar el cupo del
municipio, José Cepeda capturó al huido Pedro González y se presentó con él
ante la comisión de alistamiento de Sevilla; entregado el prófugo, Cepeda
quedó libre del servicio de armas. Agustín Panal, José Palomo y José de las
39
Cuevas imitaron su ejemplo y, cuando fueron enviados con la cuarta remesa
del alistamiento, cada uno entregó un prófugo y regresaron libres del
servicio. Pero Cepeda no tardó en ser llamado de nuevo: Pedro González no
era prófugo, sino desertor, y su entrega no cubría la plaza vacante en el cupo
de Villamartín; vacante que la comisión de alistamiento reservaba para
Cepeda, quien no tuvo prisas para volver a Sevilla. Para acabar de complicar
la situación, Pedro González, que había sido destinado a la Maestranza de
Ronda, desertó por segunda vez y se requirió al Ayuntamiento que lo
entregase inmediatamente o, caso de no poder verificarlo, buscase un
sustituto. Tras su desafortunada primera deserción, el gallego no regresó más
a Villamartín y el hijo de Alejandro de las Cuevas fue llamado para ocupar su
lugar. El alcalde notificó a los dos jóvenes que se presentasen
inmediatamente en sus respectivos cuerpos, pero Cepeda decía no poder
acudir por estar enfermo y Cuevas había encontrado un nuevo modo de eludir
el alistamiento: alegó estar contratado con el visitador general de las fábricas
de salitre de la provincia, motivo por el que quedaba exento del servicio de
armas sin que nadie debiese ser sorteado en su lugar.
José Cepeda era el único mozo que permanecía en el municipio cuando
el 16 de junio se recibió una circular que exigía la presentación de los
requeridos por la comisión de alistamiento. El alcalde le notificó, por
segunda vez, que pasase a su destino. El tercer aviso llegó a mediados de
agosto, ordenando que se presentase en Écija sin más dilación. El joven alegó
entonces que era sordo y fue examinado por un médico, pero el alcalde lo
hizo conducir a Écija por un hombre armado que lo puso a disposición del
comandante general del Ejército de Reserva. Cepeda -no sabemos si sordo o
buen actor- regresó a Villamartín con un informe de la comisión militar de
Écija que lo declaraba inútil "por sordo habitual incurable" y condenaba al
Ayuntamiento a reintegrar los 96 reales y 8 maravedís desembolsados por
"los socorros que ha recibido y hospitalidades que ha tenido".
Las tentativas de eludir el servicio en el ejército, que iban desde las
exclusiones más o menos legales hasta la deserción, no son excepcionales. La
perspectiva del servicio militar no seducía a nadie y hechos como los
registrados en Villamartín se reproducían en todo el territorio nacional. Todo
ello forma parte la vida cotidiana y de la imagen real de la España de 1808,
40
contrapuesta a la visión tópica e idealizada de un pueblo entero heroicamente
levantado en armas contra el invasor.
6. Compañía Urbana y Milicia Honrada
La Junta de Sevilla y Junta Central dispusieron la creación de cuerpos de
milicianos para el mantenimiento del orden y persecución de malhechores en
los pueblos alejados del teatro de la guerra. La municipalidad de Villamartín
recibió el reglamento de 24 de octubre de 1808 y orden de 24 de noviembre
de la Junta de Sevilla para el establecimiento de una Compañía Urbana, que
en febrero de 1809 estaba formada por un capitán comandante, un teniente
segundo comandante, un alférez, dos sargentos, dos cabos, veintiséis
milicianos de caballería y treinta y seis de infantería (Anexo I)39. Las únicas
noticias que tenemos de servicios prestados por la Compañía Urbana son la
protección y traslado a Cádiz del contingente de prisioneros franceses
alojados en el municipio desde el verano de 1808.
La Junta Central dispuso, por su parte, la creación de una Milicia
Honrada cuyo establecimiento se regulaba por el Reglamento de 22 de
noviembre de 1808. La orden de creación de la milicia se recibió en
Villamartín en febrero de 1809 y la confusión tenida por el Ayuntamiento
entre la Compañía Urbana y Milicia Honrada dio pie a malentendidos que
retrasaron la disolución de la primera y organización de la segunda o -si se
quiere- la reorganización de los urbanos como milicianos honrados40.
Según el número de voluntarios que se alistasen en cada pueblo, se
formarían batallones de quinientos hombres, compañías de sesenta a ochenta
o escuadras de doce a veinte. Los comandantes de milicias debían ser
oficiales retirados o, en su defecto, la persona que eligiese el capitán general
39
AMV, LAC, sesiones de 10/12/1808 y 5/2/1809.
40
Para el establecimiento y organización de la Milicia Honrada seguimos el expediente
AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 3, que incluye el Reglamento de 22 de noviembre de
1808; también LAC, sesiones de 27/6/1809, 3/7/1809, 28/10/1809, 3/11/1809, 26/11/1809 y
6/1/1810.
41
entre tres propuestas por la Junta "de las más distinguidas, honradas y
acaudaladas" que hubiese en el vecindario; también los oficiales subalternos,
sargentos y cabos debían ser oficiales retirados o personas con experiencia en
el servicio de armas. Correspondía a los comandantes fijar el número de días
y horas que debía emplearse en la instrucción de los voluntarios de cada
pueblo, así como el número de voluntarios que debían entrar diariamente en
servicio, advirtiéndose que "en todos los pueblos que no sean plazas de
armas, se ha de mantener constantemente un principal proporcionado a su
vecindario, y las patrullas nocturnas suficientes para cuidar de la seguridad
pública".
El alistamiento de los milicianos honrados de Villamartín se practicó
durante los últimos días de junio y primeros de julio de 1809. El 2 de julio se
habían alistado cuarenta y dos voluntarios y otros nueve vecinos habían
presentado distintas alegaciones de exención; no se presentaron veintiocho
vecinos a entre quienes la municipalidad consideraba útiles para el servicio41.
Al no haber en la villa ningún oficial retirado, la municipalidad propuso
para comandante a Antonio Topete Fuentes y a los maestrantes de la Real de
Ronda José Topete Jiménez y José Pajarero42; para tenientes propuso al
sargento retirado del Regimiento de Ronda Pedro Saavedra, a Vicente del
Río y Francisco Ramos; también propuso dos candidatos para sargentos y
cuatro para cabos. La Milicia Honrada de Villamartín fue aprobada en
octubre. El capitán general de la provincia nombró capitán al acaudalado
José Topete Jiménez, teniente a Pedro Saavedra y subteniente a Pedro
Zapata, .quienes aceptaron los nombramientos y juraron "hacer su encargo
41
El Reglamento de 22 de noviembre de 1808 establecía que debían alistarse todos los
vecinos que tuviesen rentas, sueldos o salarios fijos y los que se mantuviesen con sus tráficos,
oficios y negociaciones; quedaban excluidos los jornaleros y quienes subsistían con su
trabajo personal y diario, pero podían ser comprendidos los maestros. Sólo quedaban exentos
del servicio los menores de quince años y mayores de sesenta, quienes hubiesen recibido
órdenes sagradas y quienes tuviesen enfermedades graves habituales o defectos corporales
notables; no eran motivo de exclusión la falta de claridad en un ojo, defecto de dentadura,
cortedad de talla, ni otros semejantes que eximían del servicio activo en el ejército.
42
En varios documentos aparece José Pajarero, cuyo nombre completo creemos es José
Jiménez Pajarero.
42
bien y fielmente, defendiendo la pura y limpia concepción de María
Santísima, la patria, la religión y a nuestro amado soberano don Fernando
Séptimo". Las primeras diligencias tomadas por el comandante, teniente y
subteniente de la milicia, conjuntamente con los alcaldes ordinarios, fueron el
nombramiento de sargentos y cabos, declarar exentos del servicio a algunos
voluntarios y alistados, declarar la obligación de alistarse otros vecinos que
no lo estaban el 2 de julio y determinar cuál sería -conforme al reglamento de
22 de noviembre de 1808 y circular del capitán general de la provincia de 13
de septiembre de 1809- el uniforme de la milicia: "chaqueta parda que doble
vuelta y solapa anteada, cuello encarnado con las armas de plata de la villa,
vivo encarnado y botón blanco; pantalón pardo con botón blanco y vivo
encarnado por fuera; sombrero de copa alta con presilla de plata y
escarapela encarnada con la divisa de una chapa de plata al frente de él que
diga en su centro Voluntarios Honrados de Villa-Martín".
Durante los meses de octubre y noviembre fueron alistados treinta y
cuatro nuevos milicianos y dados de baja nueve (por traslado de domicilio,
enfermedad, ocupaciones laborales, obligaciones familiares y no disponer de
medios para dejar de ser jornalero). A finales de noviembre integraban la
milicia entre 95 y 106 hombres -inclusos los mandos- sin distinción de arma
(Anexo II).
Poco sabemos de la actividad de la Milicia Honrada desde su
establecimiento el 1 de noviembre, pero creemos que resultó completamente
ineficaz. El capitán Topete dispuso que, por estar los milicianos ocupados en
labores agrícolas y no ser necesaria la continua vigilancia del pueblo, sólo
hubiese guardia los sábados, domingos, días festivos y vísperas; solicitó se le
franqueasen ochenta fusiles y bayonetas por ser pocas las armas que tenían
sus hombres para la persecución de malhechores y ejercicios de
adiestramiento43; también se solicitó autorización del capitán general "para
poner en la Compañía de Milicianos Honrados levantada en esta villa un
43
Los artículos 9º y 11º del reglamento de 22 de noviembre establecían que los milicianos
no gozaban de sueldo y estaba a su cargo el uniforme y armamento, pero las juntas debían
armar a los voluntarios que careciesen de armamento.
43
tambor para que toque los llamamientos de la Compañía, cuide de estar
pronto a los ejercicios que se hagan por el mismo cuerpo y demás órdenes
concernientes a la materia" y, no encontrándose otra persona que pudiese
hacerlo, se nombrase a tal efecto a "un mozalbete de nación francés de este
ejercicio que quedó enfermo en esta villa al tiempo de la remisión a los
pontones de los prisioneros de su nación que se hallaban en ella". La
municipalidad tuvo que afrontar casos de insubordinación de los milicianos a
sus oficiales44. Una de las misiones que estaba encomendada a la Milicia
Honrada era la captura de desertores, pero no se pudo evitar que se fugasen
de la cárcel municipal ocho que eran conducidos a disposición del capitán
general de la provincia. Por otra parte, la milicia de Villamartín carecía de
fuerzas suficientes para custodiar su extenso término, pues ni Prado del Rey
ni Arcos habían establecido milicias y las zonas montuosas colindantes con
ambos quedaban desprotegidas. Y nada podrían ante la invasión enemiga de
1810: la Milicia Honrada se disolvió a la entrada de los franceses y los
milicianos no volvieron a vestir el uniforme pardo y escarlata que los
distinguía.
7. Contribución para sostenimiento del esfuerzo bélico (1808-1809)
La contribución de Villamartín al esfuerzo bélico comprendió, además
de los alistamientos de mozos, el alojamiento y aprovisionamiento de tropas
transeúntes, el pago de la contribución extraordinaria sobre rentas
provinciales y la requisa de bagajes y caballerías para servicio del ejército.
Los movimientos de tropas no debieron de ser muy intensos durante esta
44
Fueron reprendidos por insubordinación los milicianos Francisco Cortés, Pedro
Tinajero Ortega y Bartolomé Calzado; a los dos últimos se les advirtió "que en los sucesivo
traten con la debida subordinación no solamente al teniente de la compañía don Pedro
Saavedra sino también a los demás superiores" (AMV, LAC, sesiones de 26/11/1809 y
2/1/1810). El teniente de milicia Pedro Saavedra era sargento 1º disperso del Regimiento
Provincial de Ronda y quizá por ser militar profesional era el único que lograba imponer su
autoridad; en 1808 había ofrecido sus servicios para dar instrucción militar a los mozos
solteros y casados sin hijos residentes en Villamartín, siendo reconocido por la Junta de
Sevilla por su "mérito" y "celo patriótico".
44
primera etapa de la Guerra de la Independencia, pues Villamartín siempre
estuvo distante del frente y es muy escasa la documentación existente relativa
a la remisión de bagajes; por ello nos detendremos particularmente en las
requisas de caballos para la remonta, aspecto que la documentación
municipal permite estudiar con mayor exhaustividad.
7.1. La remonta de los ejércitos nacionales
Los caballos que en tiempo de paz eran herramienta de trabajo para
unos, medio de transporte para otros, mercancía y fuente de ingresos para los
criadores y tratantes, y objeto de lujo para algún encopetado señorito, fueron
requeridos por su valor bélico desde el inicio de las hostilidades. El primer
proceso de requisa de ganado caballar fue encomendado por la Junta
Suprema de Sevilla al marqués de Grañina y comprendía a todos los caballos
útiles para servir en el ejército. Las operaciones de alistamiento, examen,
embargo y conducción del ganado a la capital hispalense se confiaron a las
autoridades municipales. El vecindario fue convocado para presentar el 10
de julio en la plaza pública todos los caballos de tres años arriba, con
amenaza de cien ducados de multa a quien desobedeciese. Todos los
propietarios y criadores aguardaron su turno -excepto el administrador del
marqués de las Amarillas, que había sido citado un día antes- para el
reconocimiento del ganado. Los 52 animales presentados y reconocidos por
el maestro albéitar se registraron con indicación de clase, dueño y aptitudes,
y 27 (51'9%) se declararon inhábiles por tuertos, zambos, descuadrados,
faltos de anchura, cortos de talla y otras causas sin determinar. Si bien la
orden de requisa afectaba a todos los animales útiles, la excepción de
aquellos que fuesen de absoluta necesidad para el uso de sus dueños permitió
la exclusión de 19 (36'5%) y sólo 6 fueron requisados (11'5%). Por esta
cláusula se libraron del embargo desde los 6 sementales destinados para la
monta de yeguas hasta el capón negro que necesitaban los frailes de San
Francisco "para recoger limosnas y abastecer a la comunidad de los
45
utensilios necesarios", pasando por los que se empleaban en labores agrícolas
y otros menesteres45.
Aquella excepción que permitió la exclusión del 36'5% de los animales
que concurrieron al primer alistamiento no fue recogida por el "Reglamento
para la adquisición de caballos en todo el reino" aprobado por la Junta
Central el 25 de octubre de 1808 y que reguló las operaciones de requisa
hasta octubre de 1809. La limitación de las exenciones por utilidad a los
caballos sementales y aquellos otros que fuesen propiedad de oficiales y
empleados del ejército (reglas IIª y XIVª) incidió en el aumento del número
de bestias requisadas en las operaciones de noviembre de 1808 y febrero de
1809, afectando a 13 la primera y 9 la segunda. La regla Iª establecía que los
caballos serían apreciados por la comisión municipal constituida para la
ejecución de las operaciones de requisa y su importe abonado a los
propietarios. Los precios asignados al ganado requisado indican el descenso
de la calidad media de los caballos machos por haber sido embargados los
ejemplares mejor cualificados, con la sola excepción de los reservados para
sementales. Sólo 2 de los 13 requisados en noviembre de 1808 fueron
tasados en cantidad igual o inferior a 900 reales, mientras sólo 3 de los 9
superaban este valor en febrero de 1809. La disminución del precio medio en
264 reales se vuelve más significativa cuando consideramos que la mayor
parte de los requisados en febrero de 1809 eran de reciente adquisición.
No contándose con suficientes caballos para la remonta del ejército, las
autoridades dispusieron la doma de potros. El corregidor de Arcos de la
Frontera fue comisionado para que los criadores de Arcos, Jerez de la
Frontera, Sanlúcar de Barrameda, El Puerto de Santa María y demás pueblos
circunvecinos domasen todos los potros de hasta tres años de edad; el costo
de la doma se sufragaría del bolsillo de los propios criadores y una vez
finalizada serían reconocidos los potros y comprados con destino al ejército.
El corregidor de Arcos mandó confeccionar un censo de potros cerreros de
tres años arriba, operación para la que los municipales se valieron del registro
45
AMV, leg. nº 94 (año 1808) doc. nº 2.
46
Censo de ganado yeguar de 1809, donde se registraron los
animales extraídos para la remonta del ejército nacional, robados
y requisados para la remonta del ejército imperial francés.
47
general de 1808, resultando haber catorce. Los animales hábiles fueron
justipreciados con valores muy superiores a los caballos del último
alistamiento, con tasaciones que oscilaban de 1.000 a 1.800 reales46.
No existen expedientes de nuevas operaciones de reconocimiento y
embargo anteriores a la ocupación francesa, pero en el censo de 1808 se
encuentran otros animales que no fueron requisados en los procesos
precedentes y a cuyos registros se añadieron las anotaciones marginales
"vendido al Rey", "dado al Rey", "al Rey", "Rey", "llevada para reemplazo"
y "vendido a los húsares"; y en el registro general de 1809 aparecen dos que
fueron remitidos a Sevilla. Se han documentado 48 animales destinados al
ejército antes de la ocupación francesa, pero el período transcurrido desde el
inicio de la guerra hasta la invasión de Andalucía en 1810 no afectó de modo
cuantitativamente significativo a la yeguada villamartinense. Haciendo
abstracción del modo como las requisas afectaron a cada propietario,
atenderemos al volumen global de la cabaña caballar. El registro general de
1808 arroja un total de 391 animales47 a los que debemos añadir al menos 39
caballos enteros, jacas y capones inventariados en julio y no incluidos en
aquél. En el registro general de julio de 1809 se censaron 429 yeguas,
tusones, tusonas, potros, potrancas y sementales48, a los que debe sumarse un
número indeterminado de caballos enteros, jacas y capones desechados en los
alistamientos y que permanecían en el municipio sin ser registrados en dicho
documento; el total de cabezas de ganado puede ser incluso superior al
censado en mayo de 1808. La conservación del número de cabezas de ganado
se debe al aumento del número de yeguas, que no fueron afectadas (sólo dos
en los documentos estudiados) por las operaciones de requisa: 304 en 1809
frente a las 257 de 1808.
46
AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 13. Recibo de la entrega de potros en leg. nº 95
(año 1809) doc. nº 1.
47
AMV, leg. nº 94 (año 1808) doc. nº 1.
48
AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 2.
48
7.2. Carretas y bagajes para servicio del ejército
La requisición y remisión de bagajes para servicio del ejército sólo está
documentada en 1809. En mayo se remitieron a Sevilla 29 carretas y 116
bueyes hábiles para ser empleados en el suministro del ejército; más 14
caballerías menores que fueron devueltas por ser innecesario su servicio49.
En el mes de junio se constituyó -en cumplimiento de la orden de 15 de
mayo de 1809 de la Junta Central- la Junta de Alojamiento y Bagajes, a la
que estaba encomendada la organización y reparto entre el vecindario de los
alojamientos de tropas transeúntes y embargos de bagajes para el ejército. La
Junta debía estar integrada por un regidor, el procurador del Común y un
eclesiástico elegido por el Cabildo. Formaron la de Villamartín el regidor
perpetuo Antonio Preen, el síndico personero del Común Pedro Reina y el
presbítero Juan María del Río, que fue elegido por el clero parroquial; el
Ayuntamiento nombró en octubre al teniente de alguacil mayor Alonso
Topete para auxiliar a la Junta50.
La única operación efectuada por la Junta de Alojamiento y Bagajes de
la que hay constancia es el embargo de 18 bestias menores que fueron
remitidas a Sevilla en agosto y destinadas al transporte de víveres para el
ejército que operaba en Extremadura51.
7.3. Contribuciones en metálico
La contribución en metálico para sostenimiento del esfuerzo bélico se
reguló por el decreto de 1 de julio de 1808 de la Junta de Sevilla, que
restablecía la contribución extraordinaria -impuesta por Carlos IIIconsistente en el recargo de un tercio sobre las rentas provinciales y servicios
49
AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 8.
50
AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 9.
51
AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 10.
49
de millones pagados por los municipios, más el recargo de cuatro reales sobre
el precio de cada fanega de sal. El tercio sobre rentas provinciales suponía
para Villamartín una contribución extraordinaria de 6.288'18 rs. mrvs. por los
cinco últimos meses de 1808 y 15.092'15 por todo 1809. La municipalidad
hubo de ser apremiada por su demora en el pago de la contribución
extraordinaria y en diciembre de 1809 el Ayuntamiento acordó, para evitar el
recurso del reparto vecinal, que se abonase de los fondos del Común52.
8. Muy Noble y Muy Leal Villa
Uno de los hechos más divulgados de la historia de Villamartín durante
la Guerra de la Independencia es la concesión del título Muy Noble y Muy
Leal Villa. El documento de referencia a la hora de tratar la concesión del
título ha sido un acta capitular de 1812 que expresa fue otorgado por la Junta
Suprema de Sevilla:
"Esta villa advirtiendo que los primeros pueblos de Andalucía que
levantaron la bandera de guerra contra Napoleón, que juró
solemnemente a nuestro Rey y señor don Fernando 7º en Mayo de mil
ochocientos ocho que prodigó sus caudales para los gastos de ella, y
los hombres para las armas, por cuyo patriotismo mereció ser titulada
por la Junta Suprema de Sevilla M.N. y M.L. Villa de Villamartín.
[...]"53.
La pregunta por la institución que concede el tratamiento se plantea cuando
hallamos otros documentos que difieren al identificarla. En un acta de 1814
leemos:
52
Correspondencia de 23/7/1808 de administrador general de rentas a Justicias de
Villamartín, en AMV, leg. nº 94 (año 1808) doc. nº 16; LAC, sesión de 19/12/1809.
53
AMV, LAC, sesión de 5/9/1812.
50
"Esta villa cuyos mendrados méritos por su grande amor a su soberano,
a su religión y su patria fue agraciada por la Junta Central establecida
en Sevilla con el glorioso título de Muy Noble y Muy Leal [...]"54.
No podemos precisar la fecha de concesión del título -sólo se puede
indicar un amplio margen temporal que se extiende desde mayo de 1808
hasta enero de 1810- ni la institución de quien procede el nombramiento Junta Suprema de Sevilla o Junta Central- pero ¿por qué se concede? La
respuesta se halla en la tantas veces citada acta capitular de 5 de septiembre
de 1812: por secundar la revolución sevillana y jurar por rey a Fernando VII
en mayo de 1808, por contribuir con hombres y caudales a la formación del
ejército que frenará el avance francés hacia el Sur. Conservamos el
testimonio de una orden de la Suprema de Sevilla, recibida por el
Ayuntamiento el 8 de junio de 1808, que notificaba
"haber visto con el mayor placer los leales sentimientos de esta Muy
Noble y Leal villa de Villamartín y le da las gracias a nombre del Rey
por la actividad con que había verificado su alistamiento"55.
Desafortunadamente no es una transcripción literal y nos quedamos sin
saber si la expresión "Muy Noble y Leal" procede del documento remitido
por la Junta de Sevilla o es, por el contrario, adición del escribano que lo
parafrasea o reconstruye años después; en el primer supuesto, el título se
habría recibido apenas transcurridos unos días desde el levantamiento
sevillano y habría sido otorgado por la Junta Suprema de Sevilla. Otra
circunstancia que invita a considerar la posibilidad de situar el nombramiento
durante las primeras jornadas del levantamiento es la extraña ausencia de
toda referencia al mismo en las actas capitulares de 1808, 1809 y 1810. Es
54
AMV, LAC, sesión de 24/8/1814. Vuelve a aparecer la misma institución en un
documento de 1820: "este Ayuntamiento tiene tratamiento de Señoría, pues no sólo le fue
dado por la Junta Central de la Nación, sino que le tituló Muy Noble y Leal Villa por cuyo
solo título le son propios dichos tratamientos" (AMV, leg. nº 99 (año 1813) doc. nº 30,
registro de salida de correspondencia a jefe superior político de la provincia de Cádiz en
agosto de 1820).
55
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 11. Borrador de representación al intendente
general del Ejército de Andalucía; sin fecha, datable en diciembre de 1812.
51
inexplicable que la concesión del título del que luego se vanagloriarán los
villamartinenses no quedase registrada en el libro de actas capitulares, a no
ser que se recibiera entre finales de mayo y principios de agosto de 1808,
espacio de tiempo en el que no se celebró ningún cabildo (o al menos no ha
quedado documento que lo atestigüe) y, sin embargo, entraron órdenes y
documentos tan importantes como la proclama de constitución de la Junta
Suprema de Sevilla y declaración de guerra a Francia, la orden de constituir
juntas locales, orden de movilización de mozos en edad de alistamiento, etc.
Bandos, órdenes y proclamas recibidos durante aquellos tres meses se
incorporaron a sus respectivos expedientes, pero no quedó registro de su
entrada en el libro capitular correspondiente. La rutina cotidiana de la
administración local se rompió de la noche a la mañana; los preparativos para
la guerra, las incesantes comunicaciones de las nuevas autoridades civiles y
militares y la incertidumbre sobre el curso de los acontecimientos pudieron
ser la causa de interrumpirse la celebración de cabildos con todas sus
formalidades hasta después de Bailén. Y fue quizá en estos días de vértigo
cuando se recibió el tratamiento de "Muy Noble y Muy Leal". Pero dejemos a
un lado las conjeturas y suposiciones. Lo único que podemos decir
ateniéndonos a los documentos estudiados es, repito otra vez, que nos
movemos en el amplio margen cronológico trazado entre mayo de 1808 y
enero de 1810, y no sabemos con seguridad qué junta lo concedió, aunque
los textos vienen a coincidir en vincularlo a la capital hispalense.
La documentación es tan confusa que incluso nos permite sospechar que
el tratamiento nunca se concedió formalmente. Es una hipótesis arriesgada,
pero razonable y no podemos eludir formularla. Pudo ocurrir que la Junta de
Sevilla o la Central se dirigiese en alguna ocasión a Villamartín con los
calificativos de nobleza y lealtad -como sabemos efectivamente hizo la Junta
de Sevilla en su correspondencia con algunos pueblos en deferencia a su
contribución al esfuerzo bélico-, pero sin que mediase un acto de intitulación,
otorgamiento o concesión formal, y que el Ayuntamiento se los apropiase en
1812 como si de un tratamiento institucionalmente otorgado se tratase. Ello
permitiría explicar las ausencias y divergencias: que el documento que lo
otorga no se conserve entre la documentación municipal, que no haya
referencia a su concesión en las actas capitulares de 1808 y 1809, que los
52
documentos del año 1812 y posteriores no coincidan al identificar la
institución que lo otorga y que ni siquiera haya acuerdo en su formulación,
que unas veces aparece como "Muy Noble y Muy Leal" y otras como "Muy
Noble y Leal".
También es inevitable preguntarse si el papel de Villamartín en las
primeras jornadas del alzamiento fue tan destacado como para merecer el
título. Por los datos que conocemos, en Villamartín no sucedió nada
extraordinario respecto a lo acontecido en los demás municipios del área de
influencia sevillana. Todos los pueblos andaluces reconocieron a Fernando
VII por rey, todos se adhirieron a la Junta Suprema que asumió la soberanía
nacional en mayo de 1808. Unos días antes o después, sólo dependía de la
fluidez de comunicaciones, de los muchos o pocos titubeos del alcalde de
turno y de la capacidad para dejarse arrastrar por los aires de patriotismo que
soplaban desde la ciudad. Cierto que muchos villamartinenses se presentaron
en el cuartel general de Castaños, que organizaba el ejército de la Junta de
Sevilla, pero exactamente lo mismo sucedió en otros pueblos. El papel de
Villamartín durante la ocupación enemiga tampoco va a ser particularmente
brillante. La imagen de un pueblo entero levantado en armas y peleando sin
cuartel contra los invasores carece de fundamento. Entre febrero de 1810 y
agosto de 1812, Villamartín será tierra de frontera diariamente transitada por
partidas de patriotas y contingentes del ejército francés que acudirán a tomar
suministros y exigirán la colaboración del vecindario. Las autoridades locales
se verán obligadas a seguir un ambiguo juego de supervivencia que permitirá
contentar simultáneamente a uno y otro partido. La posición de los
villamartinenses ante la presencia gala no será unánime: unos tomarán las
armas y se echarán al monte o prestarán apoyo a los insurgentes, otros
colaborarán abiertamente con el enemigo e intentarán sacar el mayor
beneficio posible de la nueva situación.
53
54
Francisco Gil Romero
Alonso Topete Fuentes
Manuel Taboada Ulloa
Antonio Preen Silva
José Romero García
Diego Orozco Holgado
Andrés de Rete
Salvador González Vega
Francisco Blanco
Salvador Barea
Patricio Rodríguez
Francisco Parrado
Alcalde ordinario 2º voto
Teniente alguacil mayor perpetuo1
Regidor perpetuo
Regidor perpetuo
Regidor anual
Regidor anual
Regidor anual
Regidor anual
Diputado del Común
Diputado del Común
Síndico procurador general
Síndico procurador del Común
Alonso Topete Fuentes
Manuel Taboada Ulloa
Antonio Preen Silva
Vicente Cardoso
Antonio Holgado
Francisco de Rete Sánchez
Fernando Díaz
Pedro Márquez
Salvador Barea
Cristóbal de Reina Muñoz
Francisco Mariano Moreno2
Pedro Guzmán Reina
Francisco de Soria
Francisco Benítez Cortés
1809
Luis Íñigo
Francisco Ramos Mérida
Juan Palomo3
Francisco Blanco
Mateo Moreno4
Alonso Topete Fuentes
Manuel Taboada Ulloa
Antonio Preen Silva
Juan de Peña
Juan Tinajero
Antonio de Zúñiga
José Gil
Pedro Márquez
José Pérez de la Vega
Francisco Álvarez Pérez
1810
2
El cargo de alguacil mayor perpetuo pertenecía a Antonio Topete, que nunca asistió a las sesiones capitulares en 1808-1810.
Desempeña el cargo desde agosto de 1809.
3
Nombrado con carácter extraordinario el 19/5/1810.
4
Nombrado con carácter extraordinario el 19/5/1810.
1
Francisco de Ferreras Carrasco
1808
Alcalde ordinario 1er voto
CARGO QUE DESEMPEÑA
CUADRO Nº 3
Miembros del Ayuntamiento de Villamartín (1808-1810)
9. Invasión de Andalucía y primera entrada de los franceses en
Villamartín
Andalucía estuvo libre de la presencia militar enemiga por espacio de
año y medio, pero la victoria francesa de Ocaña el 19 de noviembre de 1809
supuso la total destrucción del ejército español y dejó libre para el enemigo el
camino del Sur. El desastre militar acentuó el enfrentamiento y rivalidad
entre la Junta Central y la de Sevilla, que en una representación de 19 de
diciembre la responsabilizó de la incapacidad para hacer frente al avance de
las tropas napoleónicas; la Junta de Sevilla manifestó la necesidad de
fortificar Sierra Morena, organizar inmediatamente un ejército de reserva y
habilitar cuantos fondos fueran necesarios para contener al enemigo. Las
débiles tropas españolas tomaron posiciones en Sierra Morena, pero la
fortificación para la defensa de la cordillera quedó sólo en un proyecto sin
realizar.
La Junta Central quiso, inútilmente, movilizar un ejército de 19.819
hombres para frenar la ofensiva francesa. Se asignó a Villamartín el cupo de
52 mozos que debían remitirse en el plazo de seis días: sin talla determinada,
edad de 16 a 45 años y sólo se excluirían quienes tuviesen impedimento
físico visible56. La orden de alistamiento se recibió el 22 de enero, pero nunca
llegó a ejecutarse; dos días antes José Bonaparte y el mariscal Soult habían
avanzado sobre las líneas españolas de Sierra Morena con 60.000 hombres
que batieron sin dificultad las fuerzas que cubrían los accesos de Andalucía57.
La Junta Central preveía la invasión de Andalucía por los ejércitos
napoleónicos y el 13 de enero había decretado su traslado a la Isla de León;
fue la noche del 23 al 24 cuando la mayor parte de sus miembros abandonó
56
AMV, leg. nº 96 (año 1810), doc. nº 13.
57
Para los acontecimientos políticos y militares en Andalucía pueden consultarse las
exposiciones de M. ARTOLA: La España de Fernando VII, págs. 211-213 y J.Mª QUEIPO
DE LLANO, CONDE DE TORENO: op. cit., págs. 236-240.
55
la capital. Las noticias del avance francés y la salida de los centrales
provocaron una gran crispación popular; el omnipresente recelo de la Junta
sevillana cristalizó en un motín que llevó a tachar de traidor al Gobierno que
huía de la ciudad. La Junta de Sevilla asumió de nuevo la soberanía nacional
-como ya hiciera en mayo de 1808- autoproclamándose Junta Suprema de
España.
El conde de Montijo, antes encarcelado por la Central y ahora miembro
de la Junta Suprema de España, envió correos a los pueblos del camino de
Cádiz, ordenando la detención del Gobierno depuesto y propagando la falsa
noticia de que había sustraído grandes cantidades de dinero y joyas. Las
noticias del motín sevillano, deposición de la Central y constitución de la
nueva Junta Suprema de España llegaron a Villamartín y -como en 1808- el
Ayuntamiento secundó a Sevilla. Las autoridades locales temían que la
supuesta traición del más alto órgano de gobierno propiciase la desobediencia
del pueblo y provocara "una verdadera anarquía". Por ello estimó oportuno
publicar su fidelidad a la nueva Junta Suprema, aconsejar al vecindario que
se sometiese a la autoridad de sus magistrados del mismo modo que ellos
obedecían la superior y tomar medidas para evitar invectivas populares contra
la Central:
"manda se publique no haya corrillos en las plazas, calles y casas, que
no se hable directa ni indirectamente contra el Gobierno, cuando sólo
toca juzgar a éste la suprema constituida autoridad"58.
Quedaba terminantemente prohibido hablar contra el Gobierno (la depuesta
Junta Central), pues sólo correspondía juzgarlo a la suprema autoridad (la
nueva Junta Suprema de España). El Ayuntamiento no consintió que el
pueblo llano osase criticar a las autoridades depuestas y acusadas de traición.
No debía pronunciarse; sólo obedecer a la nueva autoridad. Y es que los
gobernantes estaban para mandar y el pueblo para ser gobernado; admitir la
crítica y acusaciones del pueblo a los gobernantes, aun los derrocados,
suponía invertir el orden de valores, conceder al pueblo una autoridad que no
58
AMV, LAC, sesión de 27/1/1810.
56
le correspondía y abrir la puerta de la anarquía. Más valía dejar cada cosa en
su sitio.
El revuelo político de la capital y el temor a la anarquía se vinieron a
sumar al gran miedo que ahogaba a la población: el incontenible avance del
enemigo hacia el Sur. Las noticias y rumores -no siempre ciertos- sobre el
avance y posición del ejército francés debieron ser incesantes. El día 25
partió Víctor de Andújar, con dirección a Sevilla frente a una columna de
50.000 hombres, y el vecindario de Villamartín quedó totalmente
desconcertado cuando el 26 -mientras el francés tomaba Córdoba- entró en el
municipio el Escuadrón de Lanceros de Utrera, que se dirigía a la Serranía de
Ronda con pasaporte del secretario del Despacho Universal de la Guerra de
la Junta Central. Nadie acertaba a comprender por qué las tropas se alejaban
del frente en vez de acudir al encuentro del enemigo y el Ayuntamiento
presentó un oficio al comandante del escuadrón para que quedase retenido en
el pueblo mientras la Junta Suprema era informada de su movimiento y
disponía las instrucciones oportunas59.
La situación militar se agravaba día a día, dilatando al extremo la
conmoción popular. El duque de Alburquerque, al mando del único ejército
organizado que restaba en Andalucía, había recibido órdenes de defender
Sevilla pero, ante la aplastante superioridad gala, renunció a la defensa de la
ciudad y emprendió una frenética carrera hacia Cádiz. Los mandos franceses
tomaron la decisión de ocupar Sevilla, que se entregó el 1 de febrero por
capitulación, y de ese modo permitieron que Alburquerque alcanzase el
puerto gaditano. ¡Un nefasto error estratégico del que nadie -ni el mariscal
Soult ni José Bonaparte- querría luego asumir la responsabilidad!60.
Villamartín fue transitado aquellos primeros días de febrero por numerosos
contingentes de tropas en repliegue ante el progreso francés:
59
En AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8 consta que el Escuadrón de Lanceros de
Utrera recibió 421 raciones de pan, 638 y 4 cuartillos de cebada, 15 raciones de aceite y 66
arrobas de paja en el primer cuatrimestre de 1810.
60
M. MORENO ALONSO: Sevilla napoleónica, Sevilla 1995, pág. 36; sobre la marcha
de Alburquerque a Cádiz, J. PRIEGO LÓPEZ: Guerra de la Independencia 1808-1814,
Madrid 1972-1994, vol. 5, págs. 47-48 y 53-54.
57
"continuamente se verifica el pase de Batallones y partidas de
Caballería e Infantería, unos al Ejército que parece se reúne en Jerez y
otros a la ciudad de Ronda, los más sin pasaportes"61.
Soldados de varios cuerpos fueron atendidos desde el 30 de enero en la
enfermería de los frailes de San Juan de Dios: Regimiento de Caballería del
Príncipe, Regimiento de Infantería de Canarias y Regimiento de Voluntarios
de Sevilla. Y el 3 de febrero, ante la proximidad de las huestes napoleónicas,
abandonaron precipitadamente el establecimiento62. El pánico debió ser
general cuando aquel mismo día se avistó en el camino de Sevilla el 2º
Regimiento de Dragones Imperiales. Por todas partes circulaban aún tropas
españolas dispersas y desorganizadas; algunos oficiales y soldados
permanecieron ocultos en casa del presbítero Juan María del Río mientras los
franceses pernoctaban en Villamartín.
El Ayuntamiento suministró las raciones exigidas por el mando francés y
el regimiento partió por el camino de Bornos al despuntar el sol. La gravedad
de la situación quedó registrada en el acta capitular del día 4:
"Esta villa teniendo en consideración el deplorable estado y críticas
circunstancias en que se halla el Reino, cortada la comunicación con
los demás pueblos de él por la entrada de los franceses en estas
Andalucías [...] y, lo que es más, ignorarse la principal autoridad que
debe referirnos y gobernarnos [...]"63.
La provincia había quedado colapsada por la presencia de las legiones
enemigas. La ocupación de Andalucía había sido, inicialmente, una parada
militar sin obstáculos; apenas dos semanas bastaron para cruzar la región de
Norte a Sur. José Bonaparte había logrado el más espectacular de sus éxitos
militares en el proceso de ocupación de la península, pero Cádiz era una
61
AMV, LAC, sesión de 4/2/1810.
62
AIPV, Libro de Enfermería 1769-1814, f. 171 v.; en AMV, leg. nº 96, doc. nº 8 consta
que en el primer cuatrimestre de 1810 el Regimiento de Caballería del Príncipe recibió 346
raciones de pan, 284 de carne, 472 de menestra, 280 de cebada, 24 arrobas de leña y 154 de
cebada.
63
AMV, LAC, sesión de 4/2/1810.
58
ciudad fortificada, sus habitantes habían trabajado sin descanso en el refuerzo
de las defensas y a su guarnición se sumaron el 4 de febrero los 12.000
hombres que mandaba Alburquerque. Víctor estableció su cuartel general en
El Puerto de Santa María el día 5 y el 6 comenzaron las tentativas de
negociar la rendición de la plaza, pero la Junta gaditana no quiso reconocer
otro rey que Fernando VII. El propio José Bonaparte se trasladó al Puerto,
donde permaneció del 14 al 25 mientras las embajadas afrancesadas
fracasaban en las negociaciones con Cádiz. El sitio se prolongaría hasta
agosto de 181264.
El distrito de Ronda había dado señales de resistencia desde los primeros
días de la invasión y el rey intruso determinó pasar a aquella ciudad; en su
viaje desde El Puerto hizo escala en Jerez de la Frontera, Arcos y tal vez
Villamartín65. Desde Ronda continuó hacia Málaga y Granada, pero los
serranos tomaron las armas y acosaron sin tregua al ejército de ocupación,
mientras José I proseguía su recorrido por las provincias recién conquistadas.
10. La resistencia a la invasión francesa
10.1. La guerra de guerrillas
La Guerra de la Independencia española dio lugar a la primera aparición
histórica de la guerra revolucionaria. Los combatientes españoles
abandonaron la fórmula de la guerra regular y generalizaron un modo inédito
de hacer la guerra: la guerrilla. Debemos a Miguel Artola el análisis de las
causas de aparición y organización de la guerrilla, sus supuestos
64
A. DE CASTRO: op. cit., vol. 1, págs. 695-705; sobre la situación de Cádiz y estancia
del rey en El Puerto de Santa María, J. PRIEGO LÓPEZ: op. cit., vol. 5, págs. 53-61 y 63-67;
sobre Cádiz durante la guerra de la Independencia es referencia obligada la monografía de R.
SOLÍS: El Cádiz de las Cortes. La vida de la ciudad en los años 1810 a 1813, Barcelona
1978; puede verse una exposición más sintética en el artículo C. MARTÍNEZ VALVERDE:
"Consideraciones estratégicas y tácticas sobre el ataque a Cádiz en 1810-1812", en
VV.AA.: Estudios de la guerra de la Independencia, Zaragoza 1982, vol. I, págs. 83-135.
65
M. PÉREZ REGORDÁN: "El viaje del Rey José por la serranía gaditana", en
Villamartín, Revista de Feria y Fiestas de San Mateo (1994) sin paginar.
59
condicionantes y
resumidamente66.
sus
principios
estratégicos,
que
expondremos
La inferioridad militar -numérica, de armamento, preparación, técnica y
movilidad- del ejército español le hizo incapaz de mantenerse en campo
abierto frente al enemigo y se reflejó en el fenómeno característico de la
dispersión, que disolvió las fuerzas españolas en el espacio. El fenómeno
decisivo se produjo cuando decenas de miles de combatientes que perdieron
el contacto con sus unidades -muchas disueltas- se reafirmaron como
combatientes y se organizaron en partidas para proseguir la lucha.
La guerra de guerrilla tiene dos supuestos condicionantes sin los que no
tendría ninguna posibilidad de realizar sus fines bélicos: la inferioridad
militar, que no permite mantener posiciones frente al enemigo, y la unidad de
decisión de la población civil que conduce a una situación de beligerancia
universal. La guerrilla presupone el carácter nacional de la guerra. Los
guerrilleros estarían condenados al inmediato exterminio si no contaran con
la colaboración plena del pueblo -beligerante, pero no combatiente- que
facilitaba a los combatientes los abastecimientos, información, servicio de
correos y sanidad, haciéndose cargo de los heridos e imposibilitados. Pero se
dan ocasiones en que el pueblo entero se afirma no ya como beligerante, sino
como combatiente. El soldado suizo Albert Jean Michel Rocca, que en 1810
fue destinado con su regimiento a Ronda, narra el ataque de los habitantes de
Olvera a sus tropas, disparándoles desde sus casas y desde los cerros a la
salida del pueblo: "Muchos de ellos caían destrozados bajo el fuego
enemigo. Mujeres, o más bien furias desatadas, los rodeaban tan pronto
habían caído y se los disputaban con alaridos atroces para torturarlos hasta
la muerte. Les hincaban cuchillos y tijeras en los ojos y después se
deleitaban con la sangre que brotaba de los cuencos vacíos. [...] Así era
66
M. ARTOLA: "La guerra de guerrillas. (Planteamientos estratégicos en la guerra de la
Independencia)", en Revista de Occidente nº 10 (enero 1964) págs. 12-43; del mismo autor:
La España de Fernando VII, págs. 257-274; sobre la acción de la guerrilla también puede
verse G.H. LOVETT: op. cit., vol. II, págs. 231-280; no tienen desperdicio las breves páginas
de J.R. AYMES: La guerra de la Independencia en España (1808-1814), Madrid 1990
(cuarta edición), págs. 56-64.
60
siempre España: no teníamos que luchar contra ejércitos regulares o
dificultades militares, sino que teníamos que enfrentarnos a los
innumerables obstáculos que nos ponía por delante el espíritu nacional"67.
Artola señala que uno de los principios estratégicos de la guerra de
guerrilla fue el carácter incesante de la guerra que condujo a la beligerancia
permanente, que resultaba decisiva cuando las unidades y soldados franceses
perdían contacto entre sí. La inferioridad numérica y material se compensaba
con una mayor rapidez de movimientos sólo permitida a grupos reducidos de
combatientes. En la ofensiva jugaba un papel de primer orden la sorpresa y la
retirada era un elemento constante de su estrategia, evitándose los combates
en que no existía una certeza absoluta de victoria y recurriéndose a la
dispersión de las fuerzas si era necesario. La guerrilla renunciaba a la
conservación del terreno, no se aferraba a cubrir el terreno ni mantenía una
línea de frente, sino que optaba por una continua movilidad y jugaba con las
posibilidades que le brindaba el espacio geográfico. Era una guerra de
desgaste, prolongada y de objetivos limitados: evitar la llegada de
subsistencias a las guarniciones francesas, destruir sus depósitos, interceptar
correos, aniquilar soldados y unidades aisladas, etcétera. No se perseguía
derrotar al enemigo en el campo abierto, sino hacerle imposible la vida en el
país y destruirlo por completo. Las partidas de guerrilla sólo acudían al
encuentro del enemigo cuando se cumplían las condiciones tácticas de
superioridad de fuerzas en el campo de batalla, rapidez del combate y
garantía de éxito; condiciones que le permitía cumplir la superior movilidad y
con las que en todo momento tuvieron en sus manos la iniciativa de las
operaciones, reduciendo al ejército francés a una postura defensiva o a
inútiles embestidas que no encontraban ante sí más que el vacío.
Gabriel H. Lovett ha insistido en la importancia de la topografía
española para el éxito de la guerra de guerrillas. El terreno montañoso e
irregular resultaba ideal para una guerra de emboscada, rápidas huidas y
67
A.J.M. ROCCA: Memoires sur le guerre des Français en Espagne, París 1814. Cito la
traducción parcial de R. SOLANO RODRÍGUEZ: "La estancia en Olvera de Albert Jean
Michel Rocca durante la guerra de la Independencia", en Olvera, Feria y Fiestas de San
Agustín (1994) sin paginar.
61
hostigamiento constante; servía de guarida a las partidas después de una
incursión y les permitía dispersarse fácilmente cuando se encontraban ante
fuerzas superiores. Concluye diciendo que la actividad de los guerrilleros era
más eficaz cuanto más montañosa era su área de operaciones y cita a Charles
Oman cuando escribe: "El dominio de Soult, el virrey de Andalucía, se
detenía al pie mismo de las montañas, a pesar de que sus dragones
mantuvieran el dominio de las llanuras". El abrupto relieve de la sierra,
refugio de incontables partidas, fue obstáculo infranqueable para un ejército
adiestrado para el combate en campo abierto. Era tal la dificultad que
presentaban las zonas montañosas que a veces los franceses renunciaban a
controlarlas y sólo se aventuraban a organizar algunas expediciones que no
eran capaces de conservar el control del terreno. Ése era el caso de Ubrique,
del que escribe Frasquita Larrea en su diario:
"Veinte y dos veces entraron los franceses en Ubrique hostilmente, pues
este pueblo jamás capituló. Nunca en menos de ocho mil hombres. La
población toda huía a los montes, y desde la punta de estos cerros caían
como granizo las balas sobre los enemigos que pronto se veían forzados
a retirarse"68
Villamartín se levanta entre las llanuras de la cuenca fluvial del
Guadalete y el piedemonte de la sierra norte gaditana y esa ubicación
geográfica ofrece la clave de interpretación del papel que representó durante
la etapa de ocupación francesa: tierra fronteriza entre una serranía infestada
de guerrilleros y una campiña controlada por las tropas francesas del distrito
de Arcos. Era periódicamente transitado por tropas francesas del cantón de
Arcos, pero la ausencia de una guarnición destacada con carácter permanente
durante 1810 y 1811 permitió que las partidas de guerrilla y tropas españolas
de la sierra acudiesen frecuentemente para abastecerse de provisiones. El
Ayuntamiento se refería a los suministros a las partidas como
"extraordinarios y secretos gastos que a cada instante se originan sin poder
absolutamente dejar de hacerse efectivos por evitar consecuencias
68
FRASQUITA LARREA: Diario del viaje a Bornos y Ubrique en 1824, Bornos 1985,
pág. 93.
62
inevitables de otro modo"69. Es difícil, por no decir imposible, establecer el
límite entre la contribución libre y la forzada. Gabriel H. Lovett ha indicado
que algunas partidas que operaban en Navarra sometían a las aldeas de la
provincia a abusivas demandas de provisiones y dinero: "Existieron
indudablemente guerrilleros desaprensivos que expoliaron a sus paisanos
casi tanto como a su enemigo. E incluso los guerrilleros más honestos se
comportaron con poco tino en los momentos de allegar alimento y
pertrechos en ciudades y aldeas". Como expondremos más adelante, también
Villamartín fue víctima de los abusos de las partidas.
A diferencia de otros pueblos comarcanos como Algodonales,
Grazalema, Olvera o Ubrique, Villamartín no destacó por la resistencia
armada de su vecindario al ejército invasor, lo que permitió a su
Ayuntamiento decir en octubre de 1810 que era "un pueblo lo más sumiso y
obediente a S[u].M[ajestad].C[atólica]. el Señor Don José Primero, sin que
las tropas imperiales hayan tenido la menor desazón con sus habitantes, ni
que en su término hayan experimentado la menor desgracia"70. El carácter
fronterizo no permitió alinearse abiertamente y sin tapujos con ninguno de
los contendientes, sino que obligó a adoptar una estrategia de supervivencia,
un ambiguo juego de lealtades fingidas y complicidades encubiertas que
pretendió satisfacer las exigendias de unos y otros y, a la par, contener los
abusos de todos. La colaboración con la guerrilla fue solapada y encubierta.
Veamos algunos casos.
El presbítero Juan María del Río es el único vecino que, habiendo
residido en el municipio durante la ocupación, nos ha dejado testimonio de
su colaboración con los combatientes españoles desde el mismo día de la
entrada de los franceses en Villamartín:
"en la dispersión general del ejército español, en la tarde del día tres de
febrero del año pasado de ochocientos diez en que entró en esta villa la
primera división francesa dragones nº 2, tenía, el don Juan María,
varios soldados y oficiales en su casa en donde los ocultó, y mantuvo,
69
AMV, LAC, sesión de 27/8/1810.
70
AMV, LAC, sesión de 10/10/1810.
63
como a sus caballos hasta que retirado el enemigo para Bornos, al día
siguiente, los hizo se marcharan a la sierra poniéndoles un guía de
confianza".
Se dice que su actividad fue conocida por los franceses y varios oficiales
lo conminaron "con la pena de muerte, si volvía a socorrer a algún otro
soldado español o patriota". Desoyendo las amenazas, continuó prestándoles
auxilio y después de las escaramuzas entre tropas de uno y otro partido en las
inmediaciones del pueblo, sus vecinos lo veían salir al campo para atender a
los heridos: "con el mayor riesgo de mi vida" -decía Juan María del Río"salía frecuentemente al campo durante la dominación francesa, y auxiliaba
a los soldados españoles que encontraba heridos, y traía a esta villa los
difuntos en donde les daba sepultura". Recogió y atendió a un soldado del
Escuadrón de la Romana herido en combate, que una vez repuesto fue
conducido a Prado del Rey en una silla de mano y allí concluyó su curación:
"al mismo tiempo que más de 600 enemigos estaban saqueando este
pueblo, estuve en el más eminente peligro de la vida, porque en la
misma oportunidad, tenía yo recogido oculto bajo mi llave en un cuarto
de San Juan de Dios un soldado español herido de muerte a quien curé
y alimenté con suma vigilancia, y a quien le conservé la vida
poniéndolo después en libertad para que continuara sus servicios por la
patria".
En otra ocasión recogió al oficial Lorenzo Zamora "que había quedado
mal herido y abandonado en el campo en la retirada que hizo el general
Ballesteros de Bornos"; lo ocultó en su casa, curó y alimentó hasta que una
vez restablecido fue llevado a la sierra y continuó su servicio71.
También conocemos la colaboración con la guerrilla de Francisco
Gutiérrez de Piñeres, conocido por su empleo como subdelegado de rentas
71
AMV, leg. nº 99 (año 1813) doc. nº 11. No existe ninguna otra referencia a esa ocasión
en que "más de 600 enemigos estaban saqueando este pueblo"; creemos que puede referirse a
la estancia en Villamartín de la división de Semelé en noviembre de 1811 o al
acantonamiento de la de Conroux de Pepinville en 1812.
64
de Prado del Rey, pero que tenía labor y se avecindó en Villamartín72. Él
mismo decía de su actuación:
"Al tino y acierto con que he mantenido mi trato con los franceses, con
quienes adquirí gran confianza, resultó que, encubriendo yo los
destinos de nuestras tropas me franqueaban ellos sus ideas e
intenciones, cuyas noticias pasaba yo rápidamente a los jefes de
nuestras tropas en la sierra, quienes, sabiendo por mí las operaciones
militares del enemigo, le salían al encuentro y siempre se conseguían
considerables ventajas a nuestras armas"73.
El Ayuntamiento de Villamartín certificó en 1813 que Gutiérrez de
Piñeres aparentaba "mucha confianza con los franceses a quienes encubría
lo cierto de las cosas, y manifestaba las que les eran ordenadas por nuestros
generales sobre los destinos de ellos y sus fuerzas", que introdujo proclamas
por medio de emisarios pagados de su caudal en poblaciones ocupadas por
los enemigos "como sucedió varias veces en esta villa" y que auxilió en
Prado del Rey a cuantos fugitivos pasaban a ella74.
Como siempre ocurre en estos casos, son un reducido número de
miembros de la burguesía, nobleza y clero -Francisco Gutiérrez de Piñeres,
Juan María del Río, su padre Bernardo y el marqués de las Amarillasquienes dejan constancia escrita de su conducta durante la invasión francesa,
pero permanecen en el anonimato los hijos del pueblo que tomaron las armas,
se echaron al monte y formaron la Partida de Villamartín. La Gazeta de
Sevilla informó en mayo de 1810 que "algunos individuos de Utrera, de los
Palacios, de Villamartín, de Bornos y aun de Xerez de la Frontera se han
72
Francisco Gutiérrez de Piñeres fue admitido como vecino de Villamartín en octubre de
1807 (AMV, LAC, sesión de 11/10/1807), pero aparece como hacendado forastero en un
documento de 1812 (Leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 5).
73
E. GONZÁLEZ DE LA PEÑA Y DE LA PEÑA: "Don Francisco Gutiérrez de Piñeres
y del Arenal, Subdelegado de la población de Prado del Rey", en Noticiero Pradense, año
XX (julio 1998), págs. 27-30.
74
AMV, LAC, sesión de 8/2/1813.
65
unido a esas partidas de salteadores"75. Desconocemos los nombres y
apellidos de los villamartinenses que se unieron a la guerrilla, su número y
las acciones en que midieron las armas con el enemigo. Sólo sabemos que la
Partida de Villamartín aparece entre los cuerpos regulares y partidas a
quienes franqueó suministros el Ayuntamiento durante los primeros meses de
1810 y 181176.
10.2. La insurrección en 1810
Las principales ciudades de Andalucía, excepto Cádiz, fueron ocupadas
por los franceses en menos de un mes, pero la resistencia contra la invasión
se organizó en zonas montañosas y poco accesibles como las Alpujarras, las
comarcas de Úbeda y Cazorla, la serranía de Ronda y las de Andévalo y
Aracena. Los serranos del entorno de Ronda se agruparon bajo la dirección
de varios caudillos, entre quienes destacó muy pronto Andrés Ortiz de Zárate
(a) El Pastor, que recibía ayuda del gobernador inglés de Gibraltar y del
comandante español del Campo de San Roque. Los insurrectos se atrevieron
a emprender la reconquista de Ronda y la guarnición francesa se retiró el 14
de marzo a Campillos, pero ocuparon de nuevo la ciudad el día 21 con
refuerzos llegados de Málaga.
No hemos localizado relatos de operaciones militares en Villamartín
durante los primeros meses de ocupación enemiga, pero el pueblo o sus
alrededores pudieron ser escenario de alguna escaramuza: en el Archivo de la
Iglesia Parroquial hallamos la partida de defunción de Cristóbal Vázquez
García, muerto violentamente el 4 de marzo; el día 15 los frailes acogieron en
su enfermería al guerrillero Pedro Fernández, que "se entró a curar de un
tiro" y falleció al día siguiente; y el 18 murió, también "de muerte violenta",
75
Gazeta de Sevilla, 18/5/1810, págs. 342-343.
76
AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8.
66
Francisco Tamayo77. Hay constancia del tránsito de numerosas partidas de
guerrilla. En el expediente de suministros a tropas españolas consta que
durante el primer cuatrimestre de 1810 se franquearon subsistencias a los
patriotas de Puerto Serrano, Prado del Rey, El Bosque, Espera, Bornos,
Algar, a la partida de Villamartín y a la de Fernando Clavijo -a quien
Frasquita Larrea se refiere en su diario como el "famoso partidario y
compañero de Zaldívar"-, sin contar las tropas regulares78. En abril se
pidieron suministros para las partidas destinadas por Ortiz de Zárate a Puerto
Serrano y Prado del Rey; un documento de 1812 indica que se facilitaron
raciones a los guerrilleros los días 1, 2, 5, 14, 15, 16, 17, 24 y 2979.
Los pueblos que ofrecieron resistencia abierta fueron duramente
castigados por el ejército francés. El vecindario de Montellano, con el alcalde
José Romero a la cabeza, repelió el 14 de abril a un destacamento francés de
300 hombres que se dirigía de Utrera a Ronda, causándoles siete bajas. El día
22 se presentó en Montellano otro contingente francés al mando del coronel
Bonnemains e incendiaron el pueblo, pero fueron obligados a retirarse hacia
77
AIPV, Libro 17 de Defunciones, ff. 134 v.; en el folio 139 se registran unas honras
fúnebres celebradas por el alma de Alonso Ramos, que "murió de muerte violenta y se
enterró en el sitio de Los Amarguillos de este término de Villamartín"; Libro de Enfermería
1769-1814, f. 172.
78
Los cuerpos y regimientos regulares registrados en el primer tercio de 1810 son la
Caballería de Farnesio, Caballería del Príncipe, Caballería del Infante, Caballería de
Alcántara, Lanceros de Utrera, Caballería de Calatrava, Lanceros de Jerez, Dragones de la
Reina, Brigada del Ejército de la Mancha, Artillería de Marina, Infantería de Alcalá, Primer
Regimiento de Marina, Voluntarios de Antequera, Infantería de las Alpujarras, Infantería de
España, Real Cuerpo de Artillería, Provincial de Ronda, Caballería de Fernando VII,
Infantería de la Reina, 1º y 2º de Cazadores Francos, Húsares de Extremadura, Caballería de
Santiago, Imperial de Toledo, Carabineros de Extremadura, Carabineros Reales y Estado
Mayor del Ejército de la Mancha. La ausencia de fechas precisas en el documento impide
determinar, en la mayoría de los casos, si se trata de los hombres de Alburquerque en
repliegue hacia Cádiz a principios de febrero o de tropas que transitan tras la llegada de los
franceses. Los suministros entregados durante este período suman 4.871 raciones de pan,
3.404 de carne, 1.506 de vino, 2.768 de menestra, 4.512 de cebada, 248 de grano, 53 de
aceite, 238 fanegas y 9 celemines de trigo, 60 herraduras, 535 clavos, 17 sombreros, 100
arrobas de leña, 1.460 y media de paja y 86 reales de vellón, ascendiendo el costo total a
62.772'12 rs. mrvs. (AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8).
79
AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 29; leg. nº 100 (año 1814) doc. nº 4.
67
Bornos por la llegada de una partida de vecinos de Puerto Serrano y
Algodonales, mandados por Francisco Salcedo y Garpar Tardío Peñalver,
que acudieron en auxilio de Montellano. José Romero se retiró con su familia
a Algodonales, donde murió combatiendo el 2 de mayo.
Algodonales fue sitiado el 1 de mayo por varios regimientos franceses al
mando del general Maransín, que habían sido hostigados por los guerrilleros
cuando marchaban hacia Ronda. Al atardecer se entablaron negociaciones
entre atacantes y defensores de la plaza, pero un capitán francés resultó
muerto de un disparo y las represalias no se hicieron esperar. Algodonales
fue incendiado, hubo 239 muertos -entre ellos el alcalde de Montellano- y
más hubieran sido las víctimas de no mediar el comisario regio de Ronda,
Joaquín Uriarte y Landa, para que el general Maransín pusiera fin al saqueo
del pueblo y salvase las vidas a los 251 algodonaleños que habían sido
trasladados a Ronda para fusilarlos. La Gaceta Extraordinaria de Sevilla de
7 de mayo de 1810 incluyó un comunicado de Soult informando que el
guerrillero José Romero se había atrincherado en Algodonales después de
atacar a una columna francesa en sus inmediaciones: "Ahora sólo ruinas
pueden verse en donde antes se levantaba Algodonales. Este ejemplo terrible
que podría haber hecho desistir al resto de los pueblos de la serranía,
principalmente a Grazalema, que había sufrido antes el castigo, había
surtido poco efecto ya que una fuerte partida de los habitantes de
Grazalema intentó una vez más la suerte de la guerra, con lo que ha
acabado destruido". Gaspar Tardío, el comandante de la partida de
Algodonales, decía que las fuerzas que atacaron Algodonales el 1 y 2 de
mayo fueron 7.500 franceses y que la villa experimentó "todos los horrores
de una guerra destructora y de un enemigo que deseaba el exterminio de la
humanidad: no perdonando la muerte, la violación y saqueo hasta llegar al
extremo de saquear y profanar la iglesia llevándose todo cuanto en ella
había"80.
80
Los sucesos de Montellano y Algodonales han sido recogidos en Gazeta Extraordinaria
de Sevilla de 7/5/1810; Manifiesto de D. Joaquín Uriarte y Landa sobre su conducta política
durante la dominación intrusa, Sevilla 1816, págs. 8-11; J.Mª QUEIPO DE LLANO,
CONDE DE TORENO: op. cit., pág. 255; J. GÓMEZ DE ARTECHE: Nieblas de la historia
patria, Barcelona 1888; J. PRIEGO LÓPEZ: op. cit., vol. 5, págs. 76; J. y J. DE LAS
68
Los franceses también tuvieron algunas bajas en El Bosque, donde les
ocasionaron 8 muertos y 3 heridos. Pero una columna de castigo atacó El
Bosque el 16 de mayo, incendió el pueblo y obligó a los defensores a
retirarse a la Sierra del Albarracín. Los franceses se dirigieron después unos a
Ubrique -en número de 400- y otros a Prado del Rey, pueblo este último
donde Gutiérrez de Piñeres impidió que entrasen a saco81.
Algunos vecinos de Villamartín se habían unido a la guerrilla, pero el
municipio no ofreció una resistencia abierta; y si no la hubo durante las
primeras jornadas de la insurrección, los trágicos sucesos de Montellano,
Algodonales, Grazalema y El Bosque alejaron para siempre cualquier
tentación de plantar cara al ejército invasor.
Se ha indicado que la rivalidad entre los jefes guerrilleros de la sierra
restó eficacia a su actuación contra las tropas enemigas. La Regencia nombró
al jefe de escuadra José Serrano Valdenebro para organizar militarmente la
resistencia, pero los partidarios de Ortiz de Zárate se negaron a obedecerle.
La Regencia también organizó varias expediciones de apoyo a los insurgentes
del distrito de Ronda. La primera de aquellas expediciones la formaban 3.000
hombres que partieron de Cádiz el 17 de junio bajo el mando de mariscal de
campo Luis de Lacy y desembarcaron el 19 en Algeciras. Lacy se dirigió a
Gaucín, donde se entrevistó con José Serrano Valdenebro, y se propusieron
reconquistar Ronda82. En Ubrique se esperaba la llegada de 2.000 hombres y
se ordenó al Ayuntamiento de Villamartín librar cien fanegas de trigo para
suministro de la tropa, de las que veintiséis y media fueron remitidas el día
25 y el resto recogidas el 27 por arrieros venidos desde Ubrique. La orden
CUEVAS: Algodonales, Cádiz 1964, págs. 23-27; F. SOTOMAYOR: "P.L.I.N. (Por La
Independencia Nacional)", en Algodonales, Feria de Santiago y Santa Ana (1987) sin
paginar; F. SOTOMAYOR FLORES: "Algodonales: mayo de 1810 (Nuevos documentos)",
en Algodonales, Feria de Santiago y Santa Ana (1996) págs. 9-20. El trabajo más completo
sobre ambos municipios, en vías de publicación, es la monografía de M. HIDALGO
ROMERO: La Guerra de la Independencia en Montellano y Algodonales.
81
J. y J. DE LAS CUEVAS: El Bosque, Cádiz 1979, págs. 17-21; J. y J. DE LAS
CUEVAS: Prado del Rey, Cádiz 1963, págs. 21-22.
82
J.Mª. QUEIPO DE LLANO, CONDE DE TORENO: op. cit., pág. 272; J. PRIEGO
LÓPEZ: op. cit., vol. 5., págs. 76 y 316.
69
había sido cursada por Francisco Vegazo Rodríguez, quien al recibir las
protestas de la municipalidad de Villamartín por los abusos a que
anteriormente había sido sometido por las partidas respondió:
"no es mi fin ni pensamiento nunca el dar lugar a hacer tropelías con
mis propios hermanos, pues si hubiera admitido las propuestas de
algunas partidas se hubiera hecho queriendo y a la fuerza traer el
grano que yo les mandaba; pero no ignorando los muchos desatinos
que las referidas partidas han causado en esa villa así de grano, como
metálico, no he querido condescender con sus proposiciones"
Francisco Vegazo comunicó al Ayuntamiento de Villamartín que Ronda
debía haber sido atacada la noche del 25 al 26, para cuya operación se habían
aproximado a dicha ciudad todas las tropas y partidas de patriotas residentes
en Ubrique, y que le tendría al corriente del resultado de la ofensiva83. El
ataque sobre Ronda no llegó a realizarse. Lacy y Valdenebro se presentaron
ante la ciudad, pero la encontraron tan fuertemente guarnecida que
renunciaron a atacarla y retrocedieron a Gaucín. Lacy se limitó a efectuar
algunas correrías sin importancia en dirección a Grazalema y Casares,
secundado por algunos jefes de partida y por soldados ingleses de la
guarnición de Gibraltar. Logró algunos objetivos limitados -principalmente la
ocupación del castillo de Marbella- pero fracasó en la tarea de coordinar la
actividad de las partidas con las tropas de línea y su intento de expurgarlas de
contrabandistas y malhechores tendió a incrementar la disensión que ya
existía entre aquéllas84.
El 7 de julio se abre un largo paréntesis de silencio en el que no
encontramos correspondencia de los comandantes españoles con el
Ayuntamiento de Villamartín. La ofensiva francesa sobre la serranía había
interrumpido temporalmente las comunicaciones, pero el silencio cesó el 8 de
octubre con una orden del comandante de Ubrique, Gregorio Fernández,
pidiendo un envío urgente de grano para las numerosas tropas de El Bosque,
pues los enemigos "incendiaron este pueblo e inutilizaron el grano destinado
83
AMV, leg. nº 100 (año 1814) doc. nº 4.
84
J. PRIEGO LÓPEZ: op. cit., vol. 5, págs. 316-317.
70
para la manutención de hombres y caballos". Los villamartinenses se
resistieron a librar el pedido, pero donaron un tributo en grano que
adeudaban desde 1809 los colonos de Prado del Rey85; el producto debido
por los colonos superaba las cantidades necesarias para abastecimiento de la
tropa, pero la oferta no solucionaba las dificultades del comandante
Fernández: la exacción de las octavas requería tiempo y la necesidad de
suministros era muy urgente, motivo por el que se amenazaba con apremios
militares si el libramiento no era inmediato. La proximidad de los franceses
puso al pueblo en grave aprieto y cabía esperar todo género de represalias si
se descubría la colaboración con los insurgentes, pues se habían prescrito
disposiciones que imponían sanciones económicas a los pueblos que
socorriesen o se dejasen robar por las partidas y responsabilizaban a las
justicias de prender a los sediciosos. El comandante de Ubrique aceptó
ejecutar la operación con el mayor sigilo para no despertar suspicacias: las
provisiones se conducirían disimuladamente hasta Prado del Rey, donde
serían recogidas por guerrilleros de El Bosque. El Ayuntamiento se puso en
comunicación con José Serrano Valdenebro, que había regresado de Cádiz
tras un período de convalecencia y otra vez acaudillaba a los serranos. Se
remitió al cuartel general de Gaucín un oficio que exponía los daños que la
acción de la guerrilla ocasionaba al vecindario y solicitaba que se diese fin a
los abusos cometidos. Valdenebro respondió:
"Aun antes de recibir el oficio de V. de ayer representándome los
auxilios que han prestado a nuestras tropas y partidas de patriotas, y
los perjuicios que por éstas se causa a esos vecinos, tenía dadas las
85
Las Nuevas Poblaciones de Armajal y Prado del Rey fueron fundadas en dos dehesas
del Campo de Matrera cuando éste era tenido como propios del Concejo de Sevilla. Cuando
le fue restituido el Campo de Matrera en 1806, Villamartín reclamó los derechos antes
ostentados por Sevilla sobre la colonia, entre los que se encontraba la cobranza de la octava
parte de la producción anual de grano, pero los colonos se negaron repetidamente al pago del
canon, que al parecer sólo pudo ser cobrado durante dos años. Sobre la fundación de Prado
del Rey y pleitos con Villamartín, véase J.F. LÓPEZ RUBIO: "Algunas notas a los pleitos
entre Villamartín y Prado del Rey", en M. AVILÉS y G. SENA (eds.): Las "Nuevas
Poblaciones" de Carlos III en Sierra Morena y Andalucía, Córdoba 1985, págs. 303-310; A.
CABRAL CHAMORRO: La colonización ilustrada y liberal en Cádiz, Sevilla 1996, págs.
71-97.
71
órdenes conducentes para que se comporten con el debido método y se
evite la ruina de ciudadanos honrados y patriotas. A mayor
abundamiento las repito con esta fecha pues mis ardientes deseos por el
bien de la causa pública no me permiten oír semejantes reclamaciones
sin sentimiento: creo que en adelante observarán otra conducta y al
mismo tiempo espero del notorio patriotismo de V. y amor a su legítimo
y desgraciado soberano el señor don Fernando 7º que continuarán
prestando los auxilios que puedan a nuestras tropas y defensores para
que podamos expeler de nuestro suelo esa vil canalla que nos oprime;
con cuyos servicios con los que hasta aquí tiene hechos esa villa pondré
en noticia de nuestro supremo Gobierno a cuyo nombre yo desde ahora
doy a V. las debidas gracias = Dios gue. a Vm. ms. as. Cuartel General
de Gaucín 30 de Octubre de 1810 = José Serrano Valdenebro = Sres.
Justicias de Villamartín".
El comandante de Ubrique insistió el 3 de noviembre en la urgencia de
la remisión, pero a partir del día 6 se mantuvo correspondencia directamente
con el capitán Lázaro Sierra, comandante de las tropas de El Bosque, que
pidió cien fanegas de trigo, algunas reses vacunas y ocho o diez carretadas de
paja. Las carretas debían enviarse al cortijo de José Topete, donde serían
recogidas por una partida suya y desde allí trasladadas a El Bosque. También
pidió noticias "del movimiento que creo deberán tomar los enemigos"86.
Durante el último tercio de 1810 los patriotas de El Bosque y el Escuadrón
de Ubrique recibieron 364 raciones de pan, 218 de carne, 238 de cebada, 22
de grano y 22 de aceite, 163 fanegas de trigo, 12 herraduras y 60 clavos; y no
fueron los únicos en recibir auxilio: también las partidas de Cortes y Jerez,
los Dragones de Villaviciosa y el "Perseguidor de Andalucía"87.
Los escritos del capitán Sierra no son las órdenes frías e impersonales
del comandante Fernández; en ellos encontramos expresiones como "tengan
a bien", "tengan Vs. la molestia" o "siento incomodar a V." que eclipsan el
imperativo. El cambio de tono no debe atribuirse sólo a las órdenes cursadas
86
AMV, leg. nº 100 (año 1814) doc. nº 4.
87
AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8.
72
por Serrano Valdenebro para que se suavizaran los métodos de exacción y se
evitase perjudicar a la población civil; la correspondencia de Lázaro Sierra,
indudablemente más comprensivo con las apuradas circunstancias que
atravesaba el vecindario, deja entrever una afectuosa relación entre el oficial
y algunos municipales. El oficio de 27 de noviembre se abre con la fórmula
"Mi estimado amigo" y finaliza con "expresiones a los compañeros y
amigos"; también la correspondencia de 5 de diciembre se cierra con
locución similar: "expresiones a los compañeros y don Pedro Zapata".
Mientras auxiliaban a las tropas de la serranía, los villamartinenses no
dejaron pasar la oportunidad de reafirmar su patriotismo ante José Serrano
Valdenebro. El 22 de noviembre se envió al cuartel general de Gaucín un
oficio que dejaba constancia de su contribución al sostenimiento del ejército
y solicitaba que, habiéndose agotado los fondos públicos, se admitiesen las
octavas de Prado del Rey para completar los últimos pedidos del comandante
Gregorio Fernández; de este modo se quería dar utilidad -otra vez- a unos
débitos cuya cobranza siempre resultaba problemática. El general aceptó la
oferta y la exacción se practicó durante los meses de diciembre y enero. Un
comisionado del Ayuntamiento se personó en Prado del Rey con una relación
de deudores y Lázaro Sierra se hizo cargo de la recaudación, resultando
cantidades que desbordaban las expectativas de Serrano Valdenebro: 1.052
fanegas de trigo y 623 de cebada cuyo recibo se entregó a las autoridades de
Villamartín y valieron las felicitaciones del general:
"nunca creí que hubiera sido en una suma tan considerable, para cuya
recolección por los medios suaves que yo me había propuesto, tenía por
necesario algunos meses más y así es que en su pronta exacción y
ningún estrépito ni perjuicios a los deudores, conozco el grande pulso y
prudente sagacidad de su manejo que al paso que ha evitado todo
comprometimiento funesto de ambos pueblos con los enemigos, ha
prestado un auxilio a nuestras tropas con el que se ha remediado en
mucha parte el grande apuro en que me hallaba por faltarme los dos
principales ramos de subsistencia para hombres y caballos"88.
88
AMV, leg. nº 100 (año 1814) doc. nº 4.
73
Fue de este modo como el último pueblo de la campiña gaditana prestó
un servicio de inestimable valor a la causa de la independencia en unas
fechas en que el general Serrano Valdenebro se quejaba constantemente en
sus partes y representaciones al Gobierno de Cádiz "de la deplorable
situación en que se hallan los beneméritos patriotas de la serranía", lo que
permitió publicar a los editores del Semanario Patriótico que continuaban
"con una constancia sin ejemplar dando muestras de un valor a toda
prueba" a pesar de estar "casi enteramente abandonados a los meros
recursos que les suministran su acrisolada lealtad y heroísmo"89. La
cooperación con el ejército de la sierra -no sabemos hasta qué punto
voluntaria- se prolongó durante todo 1811, un año muy conflictivo y marcado
por la incursión en la llanura de gruesas expediciones que mantuvieron en
jaque a las divisiones francesas del distrito de Arcos.
10.3. La Milicia Cívica
Cuando los ejércitos franceses iniciaron la ocupación de Andalucía en
enero de 1810, el rey José Napoleón I estimó que la mejor fórmula para
conservar el dominio sobre las ciudades recién conquistadas era involucrar a
los propios españoles en las tareas de policía; ésta es la razón por la que el 6
de febrero decretó la creación de Milicias Cívicas, cuerpos paramilitares de
voluntarios armados con la misión de mantener el orden público en Sevilla,
Córdoba, Granada y Jaén. El 23 de abril firmó un segundo decreto, motivado
con toda seguridad por la insurrección general que se extendía por la Serranía
de Ronda y otras comarcas, disponiendo la formación de milicias en todos los
municipios andaluces. El alistamiento perdió el carácter voluntario y afectó
a todos los propietarios cabezas de familia y sus hijos primogénitos,
artesanos, funcionarios y militares con sueldo del erario público. Diversos
autores coinciden en señalar que se pretendía identificar la Milicia Cívica con
89
Semanario Patriótico, nº XXXIX de 3/1/1811, pág. 170; nº XLII de 24/1/1811, págs.
237-238.
74
una embrionaria burguesía a la que se tendría armada al servicio del régimen
bonapartista90.
Todos los documentos relativos a la organización de la Milicia Cívica se
incorporaron a un expediente que no se ha conservado en el Archivo
Municipal -pudo haber sido destruido en alguno de los saqueos que sufrió la
escribanía durante la guerra-, pero los acuerdos registrados en las actas
capitulares de 1810 permiten aproximarnos a la controversia que rodeó la
tentativa de establecerla en Villamartín.
Encontramos los primeros datos en el acta de 16 de junio: el corregidor
de Jerez acababa de remitir, por orden del comisario regio y prefecto de la
provincia Joaquín María Sotelo, un ejemplar del Real Decreto de 6 de
febrero. El Ayuntamiento examinó el documento y acordó enviar al prefecto,
quien a su vez debería elevarlo al rey y a su ministro de Interior, un oficio
donde exponía diversas circunstancias que impedían la institución de la
milicia a pesar del buen ánimo del vecindario para obedecer las disposiciones
del Gobierno:
1) No había hombres suficientes para el servicio: los pocos vecinos de
Villamartín vivían de la agricultura y sus brazos no bastaban para
atender las faenas del campo; el abandono de sus labores para emplearse
en el ejercicio de las armas ocasionaría un grave perjuicio a la economía
local.
2) No se disponía de armamento y caballerías para equipar a los
milicianos: "las pocas armas y caballos (aún los padres) han sido
sustraídos por los insurgentes, sin tener con que sostenerse contra la
invasión de éstos que es muy continua, y algunas veces en crecidos
números por la proximidad inmediatísima a los pueblos de la sierra,
con quien confina, como último de la campiña".
90
J. MERCADER RIBA: José Bonaparte, Rey de España. 1808-1813. Estructura del
Estado español bonapartista, Madrid 1983, págs. 301-303; C. MUÑOZ DE BUSTILLO
ROMERO: Bayona en Andalucía: El Estado bonapartista en la prefectura de Xerez, Madrid
1991, págs. 242-248.
75
3) Los insurrectos tomarían represalias si se instituía la milicia: no se
haría "sin exponerse a unos insultos continuos contra su Justicia y
vecindario que degenerasen en procedimientos de las mayores pésimas
consecuencias".
4) Las partidas de guerrilla podrían repelerse si se les opusiera una
fuerza militar, pero el cuerpo miliciano que se pretendía establecer no
sería capaz de contener su invasión: "el número de los que deben
alistarse en la milicia según las reales órdenes no llena el suficiente
grueso para una oposición formal".
También se hizo llegar al prefecto un padrón de la población masculina
con expresión de la edad, talla, haberes y oficio de cada vecino; todo ello
para hacer constar que Villamartín no contaba con los recursos humanos y
materiales precisos para organizar la Cívica91. Joaquín María Sotelo devolvió
el padrón con una orden de 24 de junio que mandaba remitirlo al mariscal
Soult, comandante general de los ejércitos franceses de Andalucía. Y así se
hizo, añadiéndose a la documentación precedente un nuevo impedimento que
se sumaba a los ya expuestos:
"los mismos serranos con cuyo terreno confina éste están en
observación del establecimiento de la milicia para que luego que tenga
efecto venir como lo han proferido repetidas veces y quemar el pueblo,
sus haciendas de campo y labores, llevarse sus ganados y pasar por las
armas a cuantos vecinos de esta villa encuentren en su término y
poblado."
El texto concluía apelando a la benignidad del mariscal, a quien se
rogaba tomase providencias para evitar la desolación que pendía sobre un
pueblo que decía haberse manifestado siempre fiel a su monarca y nunca
haber dado el más leve motivo de desconfianza92.
Sin tener aún noticia de la resolución del mariscal Soult, el 11 de agosto
se personó ante el Ayuntamiento el comandante de armas Juan de Wirtz,
91
AMV, LAC, sesión de 16/6/1810.
92
AMV, LAC, sesión de 2/7/1810.
76
quien expuso la precisión de proceder inmediatamente a la constitución de la
milicia. Los municipales le pusieron al corriente de la documentación
remitida a Soult e informaron del grave curso que seguían tomando los
acontecimientos: los insurgentes habían dicho que vendrían para "matar no
sólo al dicho comandante de las armas, sino también a los justicias y
vecinos que se encuentren". De todo ello se había dado aviso a los coroneles
franceses de los cantones de Arcos y Espera, pues la proximidad de El
Bosque y Ubrique -donde por lo común permanecían los guerrilleros de
continuo- hacía temer que efectivamente bajasen a Villamartín. Y de nuevo
se enviaron al mariscal testimonios del acuerdo de 16 de junio, orden del 24,
acuerdo de 2 de julio y padrón masculino del vecindario93.
Cabe ahora preguntarse si las amenazas de la guerrilla eran ciertas o sólo
una ficción del Ayuntamiento para demorar y eludir el alistamiento de
milicianos. Las noticias sobre la inminente formación del cuerpo no debieron
ser bien recibidas por las partidas de guerrilla; el alistamiento era forzoso y
quizá entre los futuros milicianos se encontraban fervientes patriotas con el
único anhelo de librar el país de la presencia gala, pero, al fin y al cabo, se
trataba de instituir una organización paramilitar con la misión de coadyuvar
la acción del ejército de ocupación francés. Charles Oman recuerda que,
incluso cuando el alistamiento era forzoso, los miembros de estos cuerpos
procuraron evitar la entrada de guerrilleros en los pueblos y ciudades
confiados a su custodia, pues en caso contrario temían ser acusados y
juzgados por traición, que sus familiares fueran represaliados o los pueblos
saqueados por las tropas imperiales: "mientras Soult continuara mandando
en toda Andalucía, les convenía mantener a los guerrilleros fuera de sus
murallas"94. Independientemente del espíritu patriótico o colaboracionismo
de los alistados, la milicia era una potencial amenaza para quienes combatían
a los invasores, que temían ver interrumpida la provisión de víveres que se
franqueaban desde Villamartín. Por otra parte, el aviso a los coroneles de
Arcos y Espera desborda los límites de una burda comedia. Creemos que las
93
AMV, LAC, sesión de 11/8/1811.
94
Ch. OMAN: A History of the Peninsular war, citado en G.H. LOVETT: op. cit., vol. 2,
pág. 148.
77
relaciones del Ayuntamiento de Villamartín con los insurgentes pasaron por
momentos de tensión después de la ofensiva francesa sobre la sierra en la
primavera de 1810 y fracaso de la expedición de Lacy a Ronda, por causa de
los abusos cometidos por las partidas, y que ese período de tensión se
prolongó hasta el establecimiento de comunicación con los comandantes de
Ubrique y El Bosque en octubre.
La información registrada en las actas capitulares es muy incompleta a
partir de agosto de 1810. Las alegaciones presentadas a Soult fueron
desestimadas95 y los posibles impedimentos sólo se considerarían una vez
ejecutado el alistamiento, que debía concluirse antes del 15 de octubre. Se
encomendó a los alcaldes la confección de cuatro padrones que
comprendiesen la totalidad del vecindario masculino, especificándose
quiénes debían o no inscribirse en el cuerpo96. Los censos se hicieron sin
audiencia de los interesados, resultando 384 vecinos de quienes 209 debían
alistarse y 175 quedaban exentos; las reclamaciones oportunas se
presentarían, como estaba mandado, una vez que la milicia fuese aprobada y
se comunicara a cada vecino el señalamiento correspondiente. Los padrones
se remitieron al comandante de armas del distrito de Arcos, Eduardo Huncey,
para que los elevase a la superioridad o dictase él mismo, según las
instrucciones que hubiese recibido, las providencias oportunas. Acompañaba
a los documentos un testimonio de cabildo que por enésima vez exponía las
dificultades representadas al prefecto Sotelo, al comandante Juan de Wirtz y
al propio mariscal Soult, insistiendo en que "cuanto tiene manifestado a Su
Excelencia [...] es la pura verdad, dimanada de la sinceridad". Y, tras
lamentar la catástrofe que se avecinaba, apelaba a la "sabia penetración" de
los jefes militares del Imperio:
"y sólo le queda [a Villamartín] la esperanza con que vive de que el
Exmo. Sor. mariscal del Imperio duque de Dalmacia, u otro Sor. jefe a
quien competa, y a quien representa este Ayuntamiento con las veras de
su corazón, hecho cargo de la certeza de lo expuesto, y tomando los
95
AMV, LAC, sesión de 3/9/1810.
96
AMV, LAC, sesión de 3/10/1810.
78
previos conocimientos, que juzgue su sabia penetración por más
oportunos, dictará aquellas providencias que sean concernientes a la
conservación de este pueblo y bien del Estado en general, para cuyo
cumplimiento están la Municipalidad y sus vecinos lo más propicios y
obedientes"97.
Sin el expediente que se formó para la organización de la milicia,
quedamos sin conocer el contenido preciso de las órdenes recibidas y
tramitadas por Huncey, así como el de los padrones que se mandó hacer, pero
sabemos que el municipio quedó finalmente exento de establecer la Milicia
Cívica98. Soult consintió eximir a los villamartinenses de organizar el cuerpo
miliciano que despertaba tantos recelos entre los serranos. Pero si alguna vez
existió aquel enconado enfrentamiento, las relaciones con las partidas y
tropas españolas de la sierra volvieron pronto a la normalidad, dentro de los
límites que imponía el clima bélico. El de Villamartín se suma así a los
numerosos fracasos que supuso la tentativa de crear Milicias Cívicas en la
prefectura de Xerez99.
10.4. La resistencia armada en 1811. Expediciones de Begines y
Ballesteros
En enero de 1811 tuvo lugar en la hacienda El Rosalejo, del marqués de
las Amarillas, un enfrentamiento entre tropas francesas y guerrilleros. La
madrugada del 24 de enero, el coronel Bonnemains sorprendió a una
cuadrilla de cuarenta hombres que había estado operando en el término de
Utrera, más otros treinta pertenecientes a las partidas de Palmetón y de
Fernando Clavijo. El parte del coronel francés decía que los guerrilleros
respondieron a balazos cuando fueron intimados para que se entregasen y que
97
AMV, LAC, sesión de 10/10/1810.
98
AMV, LAC, sesión de 23/11/1810.
99
C. MUÑOZ DE BUSTILLO ROMERO: op. cit., estudia las municipalidades de Jerez y
El Puerto de Santa María, concluyendo que la creación de Milicias Cívicas supuso un
"fracaso total" (pág. 255).
79
"habiendo perdido algunos hombres, no debía ni guardar más
contemplaciones, ni tomar más medidas que la de embestir la casa a la
bayoneta: que todo fue destrozado, y tal la rabia de los perversos, que
algunos a los que se propuso el entregarse, pelearon hasta morir". El
coronel francés afirmaba que entre sus hombres hubo pocas bajas, a pesar de
las grandes dificultades que ofrecía la toma de El Rosalejo, y que debía
"valuarse la pérdida del enemigo en 70 hombres". Pedro Agustín Girón
escribió años más tarde en sus memorias que El Rosalejo había sido refugio
habitual de los guerrilleros de la Sierra de Ronda -que a su juicio bajaban
más bien a robar que a hostilizar a los franceses- hasta que el coronel francés
se cansó de aquel juego y organizó "una expedición para atacar la casa y
quemarla, [...] pereciendo dentro de ella porción de guerrilleros y todos los
criados de la Hacienda, menos el capataz que por un acaso no se
encontraba en ella". La hacienda quedó completamente destruida y Frasquita
Larrea, al avistar las ruinas, escribió en su Diario del viaje a Bornos y a
Ubrique en 1824 que "fue quemada en la guerra de la independencia por
haberse guarnecido en ella una partida de guerrilla española que se dejó
abrasar antes de rendirse"100.
A principios de 1811 no estaban aún organizadas las Compañías de
Guardias Cívicos y de Escopeteros para velar por la tranquilidad de los
pueblos de la prefectura. La autoridad militar temía que elementos
insurgentes se apoderasen de las armas que conservaban ciudadanos leales al
régimen josefista y para prevenir tal peligro el mariscal Víctor decretó, el 2
de febrero, el desarme general de todas las ciudades, villas, aldeas, cortijos y
casas de campo de la prefectura. Los comandantes militares de plaza
recogerían todos los fusiles, escopetas, pistolas, municiones, sables, puñales,
etcétera, exceptuándose sólo las espadas ceremoniales. Los alcaldes y
corregidores quedaban encargados del desarme en los pueblos donde no
hubiese comandante militar y oficiales del ejército pasarían a practicar
inspecciones y registros domiciliarios a las 24 horas de promulgarse el
100
Gazeta de Sevilla, nº 11 de 5/2/1811, pág. 87; P.A. GIRÓN, MARQUÉS DE LAS
AMARILLAS: Recuerdos (1778-1837), Pamplona 1978-1981, vol. II, pág. 285;
FRASQUITA LARREA: op. cit., págs. 61-62.
80
decreto: "Todo individuo que se encuentre en las calles, en los campos o en
otro lugar cualquiera con armas o puñales será arrestado y pasado por las
armas en el término de 24 horas. Esta disposición severa se aplicará a todo
habitante en cuya casa se hayan encontrado armas al tiempo de la visita
domiciliaria". El decreto de desarme se recibió y publicó en Villamartín el
18 de febrero. Sólo se presentaron las espadas del alcalde Francisco Benítez
y de los maestrantes de Ronda José Topete y José Pajarero. El corregidor
decía que ello se debía a que el pueblo había sido ya desarmado varias veces
por las partidas de guerrilla, que también se habían llevado los caballos,
yeguas y monturas.
El peligro de insurrección y alteraciones del orden no residía en que los
vecinos de los pueblos dominados por el ejército imperial, como Villamartín,
Bornos o Arcos, poseyesen o no unas pocas armas. Estaba en que la sierra
continuaba siendo una comarca sólo parcialmente controlada por los
franceses y que ofrecía refugio a partidas de guerrilla que continuamente
acudían a la campiña para proveerse de suministros y acosar al enemigo. De
otro lado estaba la ciudad de Cádiz, bloqueada militarmente por tierra pero
abierta al mar, desde donde continuaban organizándose expediciones de
apoyo a los combatientes de la sierra.
Las partidas de guerrilla seguían actuando en la comarca y durante la
segunda semana de marzo lograron cortar las comunicaciones entre los
pueblos del distrito de Arcos. El Ayuntamiento de Villamartín enviaba
periódicamente partes a las autoridades militares francesas de Arcos, pero
dejaron de llegar a su destino por haberse interrumpido la comunicación por
el camino de Bornos a Arcos. Los partes de los días 7, 11, 13 y 14 de marzo
quedaron retenidos en Bornos sin que nadie los trasladase a Arcos. El día 16
se envió uno al coronel del 2º de Dragones, pero el conductor avistó una
partida de serranos cerca de Bornos y se volvió con el correo. Otro mensajero
fue capturado por hombres del Escuadrón de La Romana que se dirigían a
Zahara, pero fue liberado cuando manifestó que llevaba los partes por la
fuerza. La presencia de partidas de serranos en Villamartín se hizo continua
81
en aquellas fechas101. Tanto es así que se comunicó al prefecto de Xerez que
la diaria ocupación del pueblo por partidas españolas no permitía
proporcionar ningún género de contribuciones o suministros sin ser
sorprendidos, pues este servicio era un movimiento público que no podía
hacerse clandestinamente sin ser advertido por ellos. El estado de suministros
facilitados a las tropas españolas y partidas durante el primer semestre de
1811 nos permite confirmar que, efectivamente, su tránsito por Villamartín
era prácticamente diario al menos desde la segunda quincena de febrero: se
les franquearon provisiones de las que dieron bonos durante 14 días en el
mes de febrero, 29 en marzo, 24 en abril, 19 días durante el mes de mayo y
17 en junio.
Como ya había ocurrido en 1810, la presencia de las partidas españolas
no sólo resultaba onerosa y comprometida, sino que también daba lugar a
situaciones violentas. Serían las tres de la tarde del 18 de mayo cuando se
concentró en la plaza pública una partida de más de ciento cincuenta
hombres armados que se dirigieron a la casa capitular y sorprendieron en ella
a los miembros de la Junta municipal, a quienes "preguntaron con altanería
y descaro por los papeles criminales significando que los iban a quemar". El
escribano Pedro Zapata y los municipales trataron de disuadirlos, pero sus
ruegos y súplicas sólo lograron que fuesen respetados algunos documentos
públicos y capitulares. Los serranos descolgaron de los estantes cuantos
legajos quisieron, los sacaron a la calle y los "quemaron con algazara y
estruendo en medio de la Plaza Pública". Después se marcharon, con gran
vocerío, diciendo que "ya se acabaron las picardías escritas"102. Esta era una
de las muchas acciones que asemejaban a las partidas de guerrilla a una
cuadrilla de malhechores fuera de la ley. Ésa y no otra era la consideración
que merecían a la propaganda francesa los patriotas españoles que combatían
al ejército invasor.
Para los franceses, la guerra había terminado. Así se expresaba en un
edicto de 24 de marzo del mariscal Soult, general en jefe del Ejército
101
AMV, leg. nº 97 (1811) doc. nº 17, f. 17.
102
AMV, leg. nº 97 (1811) doc. nº 17, ff. 43-54.
82
Imperial del Medio Día en España, que consideraba que el ejército
insurreccional había sido totalmente destruido y había cesado todo motivo de
guerra interior en Extremadura y Andalucía; de aquella premisa se seguía que
todas las alteraciones del orden que ocurriesen en adelante no podían ser
ocasionadas "sino por las cuadrillas de bandidos, que no tienen otro objeto
que el robo y la devastación de las propiedades y del país". Pero se
afirmaba que la guerra había terminado para a continuación tipificar
situaciones y conductas que delataban su continuación. La Gazeta de Sevilla
publicó a principios de abril un reglamento que disponía "medidas vigorosas
para dar energía a los hombres honrados, y destruir esas gavillas de
facciosos, que no dejan de excitar contra la desgraciada patria todos los
horrores de una guerra civil". Para ellos no existía "ningún ejército español
fuera del de S.M.C. el rey don José Napoleón" y todas las partidas,
cualquiera que fuesen su número y comandante, debían ser tratadas como
reuniones de bandidos sin otro objeto que el robo y el asesinato103. Aquella
obcecada negativa a reconocer la situación de guerra no era sino un artificio
propagandístico del Gobierno bonapartista.
La comarca de la sierra no sólo fue transitada por partidas de
combatientes poco numerosas. Las fuerzas bajo el mando del general Serrano
Valdenebro que sitiaron Zahara la madrugada del 18 de mayo sumaban según el parte del comandante francés de la plaza- 1.600 combatientes con
dos obuses104. Durante los últimos días de aquel mes y primeros de junio el
entorno de Villamartín fue escenario de operaciones de la 1ª División del 4º
Ejército, que actuaba en la serranía bajo el mando del general Antonio
Begines de los Ríos. Como siempre, la llegada de un contingente de tropas,
representaba un fuerte desembolso para el municipio. El general Begines
anunció su presencia el 28 de mayo desde Prado del Rey, mediante una carta
que ordenaba proporcionarle tantas raciones como fuera posible de pan,
carne y menestra, así como todos los caudales existentes pertenecientes a la
Real Hacienda, propios y arbitrios. La Junta municipal le envió el mismo día
103
Gazeta de Sevilla, nº 30 de 2/4/1811, págs. 209-211.
104
Gazeta de Sevilla, nº 45 de 24/5/1811, pág. 355.
83
28 un oficio que hacía presente los patrióticos sentimientos del vecindario y
ofrecía a Begines cuantos auxilios estuviesen de su parte. Begines respondió
el 29 desde Bornos, alabando la lealtad del vecindario y avisando que
estuviesen preparadas tres mil raciones de pan y otros auxilios cuando esa
noche hiciese entrada en Villamartín con sus tropas. En el estado de
suministros hechos a las tropas españolas durante el segundo trimestre
aparecen el general Begines, Estado Mayor, Brigadas y Botiquín del 4º
Ejército, más numerosas partidas y tropas regulares que formaban parte de su
división: Voluntarios de Valencia, Escopeteros de Getares, Escuadrón de La
Romana, Infantería de Sigüenza, Infantería de Galicia, Cuerpo de Cirugía y
Farmacia, Ingenieros, Real Cuerpo de Artillería, etcétera.
Begines pernoctó en Villamartín la noche del 29 al 30 de mayo, se
embolsó 15.000 reales y marchó hacia Algar después de publicar un bando
que ordenaba la reincorporación a filas de todos los dispersos refugiados en
el pueblo, pero no ha quedado constancia de si los hubo que se incorporasen
a la división105. Desde Algar, el general pidió 600 raciones para la tropa que
pasaría el día 31 a Villamartín. Se continuó abasteciendo a las tropas
españolas, pero su presencia en la comarca era transitoria y era necesario
conservar la buena armonía con los coroneles de caballería de Arcos. El
comandante francés de Arcos escribió el 2 de junio al corregidor de
Villamartín:
"Doy a Vd. infinitas gracias por su afecto y celo por el servicio del
Ejército Imperial. Instruiré al Exmo. Sr. Duque de Bellune de sus
buenos servicios. Agradeceré a Vd. infinito me envíe con la mayor
frecuencia las noticias que tenga sobre el enemigo, su número y
dirección: creo que dentro de unos días estarán Vds. libres de su
presencia"
105
El 1 de junio se recibió correspondencia del capitán Rafael Bonillé -2º ayudante de
Estado Mayor de la Sección de Infantería de la 1ª División del 4º Ejército- interesando
información de los dispersos residentes en el pueblo. No consta en la orden el lugar desde
donde se remite, pero debe tratarse de Prado del Rey, Ubrique o El Bosque.
84
Las tropas españolas ocasionaron graves daños a las francesas en otros
puntos de la sierra. El 3 de junio tuvo lugar la denominada "Sorpresa de la
dehesa de Gaena o de Zaframagón": fuerzas españolas entre las que se
encontraban los Cazadores de Sigüenza y Galicia, Escopeteros de Getares,
Caballería de Madrid, Escuadrón de Caballería de La Romana y los patriotas
de Veas tendieron una emboscada a los franceses que se dirigían de Morón a
Ronda, ocasionándoles 300 muertos y 42 prisioneros106. Algunas de aquellas
tropas españolas se situarían luego en las inmediaciones de Villamartín. El 5
de junio Begines ordenó suministrar todos los auxilios necesarios al capitán
Manuel Madera, comandante del Escuadrón de La Romana, y al teniente
coronel Antonio García de Veas, que estaba al mando de varias partidas. El
día 7 era el coronel francés Ismert quien, desde Arcos, solicitaba la
colaboración de la Junta municipal con el ejército imperial:
"Una columna de Infantería y Caballería que ha salido hoy de Medina
con dirección al Bosque y de allí a la Población del Rey como es muy
factible que esta tropa no hallando víveres en estos dos lugares, se verá
forzada a ir a Villa Martín, será conveniente que tengan ustedes
provisión de víveres para el caso de que vayan a buscarlos o que pasen
por ese pueblo, hagan Vds. sus disposiciones sin ruido a fin de que el
enemigo no entienda ni tome conocimiento del movimiento de esta
tropa"
El día 8 avisó Begines desde Prado del Rey que al amanecer del
siguiente pasaría un destacamento de caballería para recoger 3.000 raciones
de pan y carne. Y el mismo día 8 se recibió también un comunicado del
coronel Ismert, que amenazaba retirar su protección si en plazo de 24 horas
no se abonaba el importe de once yeguas que Villamartín debía suministrar
para la remonta del 2º Regimiento de Dragones Imperiales. Un jinete cabalgó
a Arcos, al amparo de la noche, para abonar el débito al coronel francés sin
despertar sospechas entre las tropas españolas107. Todo ello formaba parte de
106
F. SOTOMAYOR: "P.L.I.N. (Por La Independencia Nacional)".
107
La correspondencia del coronel Ismert al corregidor se encuentra en AMV, leg. nº 97
(año 1811) docs. nº 22 y 23. Copia certificada de la correspondencia del general Begines y
comandantes españoles en leg. nº 100 (año 1814) doc. nº 4.
85
ese difícil juego de supervivencia impuesto por la ubicación fronteriza de
Villamartín entre la campiña y la sierra.
Una de las ofensivas que más daño causó a los franceses en las
inmediaciones de Villamartín fue la del general Francisco Ballesteros, que
partió de Cádiz con un cuerpo expedicionario, desembarcó en Algeciras y
operó en la Serranía de Ronda durante el otoño de 1811. Se producen
entonces importantes movimientos de tropas francesas en las provincias del
Sur. El 22 de septiembre se puso en movimiento desde Montellano la brigada
del general Rignoux, que avanzó en la primera etapa hasta Prado del Rey y
entró el 23 en Ubrique, de donde desalojó a los regimientos españoles de
Carmona y Sigüenza. Rignoux continuó avanzando hacia Jimena de la
Frontera, seguido por la columna de Godinot, que desde Bornos alcanzó
Prado del Rey el día 25 y rebasó Ubrique el 27. Rignoux fracasó frente a
Ballesteros y Godinot retornó a Bornos el 29. Los cinco mil hombres de la
división Godinot permanecieron acantonados en Bornos y Villamartín hasta
que el 10 de octubre se internaron en la serranía por Prado del Rey y El
Bosque para dirigirse luego al Campo de Gibraltar. Las columnas francesas
no consiguieron reducir a Ballesteros, que continuó campeando por tierras
gaditanas y el 4 de noviembre concentró parte de sus tropas en Prado del
Rey. La madrugada del día 5 cayó por sorpresa sobre Bornos, donde se
encontraba el general francés Semelé, quien no tuvo otra opción que retirarse
sobre Jerez mientras sus fuerzas eran dispersadas y los españoles tomaban un
centenar de prisioneros. Una carta de Ballesteros, fechada el 6 de noviembre
en el "Cuartel general en los campos entre Bornos y Poblaciones", expresa
que Semelé "salió en camisa buscando su caballo" y que perdió todo el
bagaje, un obús, todo el parque de artillería, infinidad de caballos y mulas,
dejando el campo sembrado de cadáveres108.
Según informó luego la Junta municipal, las tropas del 4º Ejército
entraron en Villamartín y se apoderaron de provisiones por valor de 325.000
108
J.Mª. QUEIPO DE LLANO, CONDE DE TORENO: op. cit., pág. 368; J. PRIEGO
LÓPEZ: op. cit., vol. 6, 2, págs. 181-208 y 231-233; J. y J. DE LAS CUEVAS: Bornos,
Cádiz 1979, págs. 24-25.
86
reales que se almacenaban para pagar la contribución para sostenimiento del
ejército imperial: 1.550 fanegas de trigo, 485 de cebada, 316 de habas y 40
de garbanzos, 350 ovejas, 22 reses vacunas, 50 arrobas de vino, 8.300
raciones de pan y 4.290 de paja, sin contar la leña y aceite que también
estaban destinados a suministrar a los franceses109.
Ballesteros dio instrucciones para ejecutar un alistamiento de tropas y se
hizo un censo de los solteros y viudos sin hijos en edad de ordenanza: 134
individuos, entre quienes se hallaban 11 dispersos110. La orden de remisión de puño y letra del propio Ballesteros y fechada el 8 de noviembre en el
"Cuartel General de Villamartín"- decía:
"En el preciso término de dos días incluso el de la fecha remitirán Vms.
a mi cuartel general todos los dispersos y desertores que se hallan en
ese pueblo, como igualmente todos los mozos solteros desde la edad de
16 años hasta la de 40 sin excepción de personas, no sirviendo de
disculpa el que los enemigos se encuentren a sus inmediaciones, pues de
la menor demora que note en un punto tan interesante al bien de la
Nación pasará un regimiento a traer a Vms. a mi presencia donde serán
juzgados en consejo de guerra y castigados con arreglo a una falta tan
grave"
Ballesteros no admitía excusas y la Junta municipal -tan negligente en el
cumplimiento de los plazos fijados en anteriores alistamientos- atendió sin
réplica su mandato, entregando la primera remesa el día 9 en el cuartel
general de Prado del Rey. Se presentaron 73 alistados, de los que cinco
fueron devueltos por inútiles. En días inmediatos se sumaron a ellos seis
mozos enviados en una segunda remesa y tres villamartinenses que se
109
AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 25.
110
Los dispersos residentes en Villamartín eran Andrés Domínguez, Antonio Lobo,
Alonso Mendoza y José González Avila, alistados en 1809; Francisco Vázquez, natural de
Villamartín, alistado en el Regimiento de Madrid y disperso en Ocaña; José Velasco, natural
de Bornos y vecino de Villamartín, del Regimiento de Voluntarios de Ubrique; Antonio
Bernal, natural de Algodonales y disperso del Escuadrón de Ubrique; Antonio Montes,
alistado en 1809 y licenciado por Begines; también estaban Cristóbal González Cárdenas,
Cristóbal González Lozano, Antonio Pérez Valverde y Francisco Márquez.
87
unieron a ellos en Ubrique. De Villamartín salieron además cuatro dispersos
con salvoconducto para presentarse al general. Los hombres reclutados por
Ballesteros marcharon de Prado del Rey a Ubrique y desde allí hacia
Castellar de la Frontera y Algeciras.
Los franceses no tardaron en recuperarse del descalabro de Bornos. La
columnas imperiales se pusieron en movimiento desde varios puntos, al
tiempo que las tropas de Ballesteros se replegaban sobre la sierra. Los
cazadores de Bonnemains desalojaron el día 11 una partida española de
Bornos y la persiguieron hasta Villamartín. Semelé concentró dos brigadas el
día 13 en Morón y alcanzó Montellano, mientras los cazadores a caballo de
Bonnemains y los lanceros del Vístula avanzaban más allá de Villamartín y
se adentraban en la sierra111. Semelé entró en Villamartín el 16 de noviembre
con los regimientos 6º, 10º, 12º, 20º y 51º de Infantería, el 2º de Dragones y
el 5º de Cazadores. El general francés y su Estado Mayor se alojaron en el
pueblo durante tres días.
Recuperado el control de la comarca, el comandante del distrito de
Arcos pidió información de quienes marcharon con el 4º Ejército. El alcalde
notificó el número y nombres de los alistados: 94 vecinos de quienes debían
restarse 26 que fueron excluidos, no se presentaron o regresaron al
municipio. Las autoridades locales preservaron de este modo la confianza de
los mandos militares del distrito en su lealtad. No se tiene noticia de ningún
tipo de represalia y el comandante francés presuponía que los hombres
alistados por Ballesteros habían sido llevados "a la fuerza"112.
111
J. PRIEGO LÓPEZ: op. cit., vol. 6, 2, págs. 234-235.
112
Expediente y documentos relativos al alistamiento de Ballesteros en AMV, leg. nº 97
(año 1811) doc. nº 11. El reclutamiento ha sido brevemente recogido en A. SANZ TRELLES
y Mª.J. DE LEÓN MORGADO: op. cit., pág. 85.
88
10.5. La fortificación de Villamartín
Para frenar de una vez por todas las continuas incursiones de partidas y
tropas españolas desde la serranía, con el riesgo de dificultar las
comunicaciones entre Sevilla y las tropas sitiadoras de Cádiz, Soult trató de
asegurar la línea del Guadalete. El conde de Toreno indica que se fortificó
especialmente Bornos, a donde fue enviado el general Conroux de Pepinville
con una división de 4.500 hombres113, pero también Villamartín fue
fortificado y en él estuvo acantonada la división de Conroux desde el 22 de
enero al 7 de marzo de 1812 -creemos que antes de ser destinada a Bornos-.
El 28 de enero comenzaron los "trabajos de la obra de fortificación del
castillo de la villa de Villamartín", construido en la altura de Torrevieja114.
En las obras trabajaron ininterrumpidamente durante varios meses seis
oficiales de albañil, de quince a veinticinco peones y cuatro carpinteros, más
los operarios militares; diariamente se emplearon más de un centenar de
bestias en el transporte y acarreo de materiales de construcción. Las obras de
fortificación causaron grandes daños al casco urbano. Para la construcción
del fortín se adquirieron siete mil quinientas tejas, doscientos quince cahíces
de cal traídos de Morón y ciento veinte fanegas de yeso115, pero el grueso del
material se obtuvo de la demolición de numerosos edificios:
"Notorio es en la provincia la completa destrucción que ha padecido
este pueblo [...] pues que cinco calles enteras de su población fueron
demolidas por el enemigo, sin muchas casas salteadas en lo restante, y
conducidos sus materiales para la obra y construción del fuerte que
hicieron en ella"116.
113
J. Mª. QUEIPO DE LLANO, CONDE DE TORENO: op. cit., pág. 406.
114
Conocemos la ubicación del fuerte por una declaración de bienes de Antonio Topete y
Fuentes en el expediente formado en 1812 para la Contribución Extraordinaria de Guerra:
"dos y media fanegas de tierra en la torre vieja inútiles y sin producir por haber construido
en ellas los franceses el fuerte que tuvieron en esta villa" (AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc.
nº 15).
115
AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 25.
116
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 11.
89
La afirmación de que cinco calles enteras fueron demolidas se encuentra
en diversos textos de 1812 y también tenemos noticia particular de algunos
edificios dañados o afectados por las operaciones de fortificación. El 17 de
junio se dispuso además el cerramiento del casco urbano y el control de los
accesos: fueron tapiadas las salidas de las calles y las puertas traseras de las
casas que daban al campo. Villamartín se convirtió en un recinto cerrado al
que sólo se podía acceder por tres puertas ubicadas en la plaza, calle
Veracruz y entrada de Bornos117.
El acantonamiento del destacamento francés impidió que se continuase
facilitando suministros a las partidas y tropas españolas del 4º Ejército con la
impunidad que se hizo durante los dos años anteriores. La guarnición
controlaba la entrada y salida de personas y el pueblo era celado de noche por
rondas de soldados y paisanos de las que formaba parte un delegado de la
Junta municipal118. Los franceses ejercieron así un control absoluto sobre la
población, que se prolongó hasta que a finales de agosto se produjo la
evacuación general de las tropas que ocupaban Andalucía.
La fortificación de la línea del Guadalete no impidió que Ballesteros
cayese de nuevo, el 1 de junio, sobre Bornos, donde estaba acantonada la
división de Conroux. Pero ocurrió esta vez que una carga de la caballería
francesa obligó a las tropas españolas a replegarse y cruzar el río volviendo
sobre sus pasos; Ballesteros perdió en la retirada 1.500 hombres, muchos de
ellos extraviados119.
11. La reforma municipal bonapartista
A la ocupación militar de Andalucía por las tropas francesas siguieron
importantes reformas de la administración territorial. El Real Decreto de 17
de abril de 1810 dividió el territorio español, a efectos de gobierno civil, en
117
En el callejero actual, las calles Hierros, San Francisco y El Santo.
118
AMV, LAC, sesión de 17/6/1812.
119
J.Mª. QUEIPO DE LLANO, CONDE DE TORENO: op. cit., pág. 406.
90
treinta y ocho prefecturas y ciento once subprefecturas. Villamartín quedó
integrado en la prefectura de Xerez y subprefectura de Jerez de la Frontera.
La prefectura abarcaba el territorio de la actual provincia de Cádiz y parte de
las de Sevilla (El Coronil, Las Cabezas, Lebrija, Los Palacios, Morón y
Montellano) y Málaga (Ronda y su serranía). Para las pretensiones de nuestro
trabajo no es necesario detenernos en la exposición pormenorizada de la
organización de la prefectura de Xerez y sus órganos de gobierno120. Nos
referiremos a algunos aspectos parciales en la medida en que lo requiera
nuestra investigación de ámbito local, que mostrará la subordinación de la
municipalidad de Villamartín a las directrices emanadas de la prefectura en
materia de hacienda, administración municipal y orden público. En este
epígrafe sólo haremos unas breves indicaciones sobre la reforma de la
administración municipal, regulada por el título cuarto del Real Decreto de
17 de abril de 1810.
La Junta municipal de los pueblos menores de 2.000 vecinos, tal era
Villamartín, debía estar formada por diez individuos elegidos en consejo
abierto por los vecinos contribuyentes de la municipalidad y renovar
anualmente la mitad de sus miembros. Sus competencias eran nombrar
directamente a los miembros del gobierno municipal (un corregidor y dos
regidores en los municipios menores de 2.000 vecinos), repartir las
contribuciones entre el vecindario, inspeccionar las cuentas de los empleados
del gobierno municipal y formar el presupuesto de rentas y cargas de la
municipalidad.
El carácter electivo de los miembros de la Junta y del gobierno
municipal significó la introducción de un factor democrático, aunque
censitario, en la institución municipal, aunque desvirtuado luego por la
independencia que adquieren el corregidor y regidores frente al órgano que
los eligió. El corregidor y regidores constituían el órgano ejecutivo del
gobierno municipal. El Real Decreto de 17 de abril de 1810 establece que el
corregidor era "el único encargado del gobierno de la municipalidad"; el
120
Para las reformas administrativas bonapartistas, véase el trabajo citado de C. MUÑOZ
DE BUSTILLO ROMERO.
91
primer regidor estaba encargado de la policía urbana y rural; el segundo
regidor actuaba como auxiliar del corregidor y regidor primero. No obstante
esta definición de funciones, se ha detectado en las municipalidades de la
prefectura de Xerez una actuación colegiada del corregidor con los demás
miembros del gobierno y Junta municipal en el ejercicio de sus funciones,
que parece responder a "un intento de evitar responsabilidades ante una
situación política cuya inestabilidad resultaba obvia"121.
La administración municipal de Villamartín no se reformó hasta 1811.
Durante todo 1810 gobernó la corporación nombrada por el marqués de los
Álamos del Guadalete, que era señor jurisdiccional de la villa. El 31 de
diciembre de 1810, el prefecto Joaquín Leandro de Solís decretó que la
municipalidad se organizase provisionalmente conforme a las siguientes
normas:
1.- Separación del gobierno civil y la administración de justicia. El
gobierno civil sería desempeñado por la municipalidad, compuesta de un
corregidor y cuatro regidores, cuyas funciones son las establecidas por el
Real Decreto de 17 de abril de 1810. La justicia sería administrada por
un alcalde ordinario.
2.- Quedaba nombrado corregidor José Topete Jiménez y regidores
Antonio Domínguez Castilla, Isidoro de la Vega, Juan Álvarez Pérez y
Francisco García Parrado. Francisco Benítez Cortés era nombrado
alcalde ordinario para la administración de justicia.
3.- La corporación cesante quedaba encargada del traspaso de poderes.
4.- Los municipales y alcalde ordinario tomarían posesión de sus cargos
con la fórmula: "Juramos fidelidad, sumisión y obediencia al Rey
Nuestro Señor D. José Napoleón Primero, a la Constitución y las Leyes,
cumplir las obligaciones de municipales de Villamartín con el solo
objeto de la felicidad de la Nación y de la gloria del Rey, conforme a
las disposiciones de la Constitución."
121
C. MUÑOZ DE BUSTILLO ROMERO: op. cit., págs. 213-215.
92
El 31 de enero de 1811 fue aumentado el número de regidores de cuatro
a seis -al parecer a instancias del municipio-, recayendo los nombramientos
en Vicente del Río y Alonso Chacón. Los miembros de la municipalidad corregidor y seis regidores- y el alcalde ordinario tomaron posesión el 13 de
febrero, siendo la primera corporación municipal que prestó juramento de
fidelidad a José Bonaparte122.
La Junta municipal se constituyó definitivamente en marzo. El día 24 se
procedió a la elección de los diez miembros de la Junta conforme a lo
establecido por el Real Decreto de 17 de abril de 1810. Sólo votaron 55
electores, mientras en una estadística cumplimentada tres meses antes consta
que el municipio tenía 410 vecinos. Cabe señalar la uniformidad del voto,
acumulando los diez municipales electos más del 90% de los emitidos;
creemos que la votación pudo estar condicionada por el deseo de complacer
al prefecto de Xerez, pues entre los elegidos se encuentran los seis regidores
cesantes, siendo votado cada uno de éstos por no menos del 95% de los
votantes; el corregidor cesante fue elegido candidato para la Junta general de
la prefectura; también fue elegido el alcalde ordinario designado por el
prefecto en diciembre de 1810 y que creemos continuó desempeñando la
función de administrador de la justicia a la vez que era miembro de la Junta
municipal. Los diez municipales tomaron posesión de sus cargos y el día 25
procedieron a la elección del corregidor y dos regidores, recayendo los
nombramientos en miembros de la propia Junta municipal. Cuando en
noviembre se procedió a la renovación de la mitad de la Junta municipal,
sólo participaron 27 votantes, fueron reelegidos dos de los cinco cesantes y
los nombramientos de regidor primero y segundo recayeron en vecinos que
no eran miembros de la Junta123.
122
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 19; LAC, sesión de 13/2/1811.
123
AMV, leg. nº 97 (año 1811) docs. nº 6 y 7; LAC, sesiones de 23/3/1811, 7/4/1811,
1/12/1811, 17/12/1811 y 14/1/1812.
93
CUADRO nº 4
Miembros de la Junta y Gobierno municipal de Villamartín
(1811-1812)
Elección marzo 1811
Elección noviembre 1811
Junta Municipal
Vicente del Río
Alonso Chacón
Antonio Domínguez
Francisco García Parrado
Juan Álvarez Pérez
Isidoro de la Vega
Pedro Saavedra
Francisco Benítez
Pedro Frutoso
Pedro Tinajero
Vicente del Río
Alonso Chacón
Alejandro de las Cuevas
Francisco García Parrado
Manuel Taboada y Ulloa
Isidoro de la Vega
Pedro Saavedra
Francisco Benítez
Pedro Armario
Pedro Tinajero
Corregidor
Alonso Chacón
Alejandro de las Cuevas
Regidor 1º
Vicente del Río
Mateo Moreno
Regidor 2º
Antonio Domínguez
Antonio Camacho
Candidato Junta
Prefectura
José Topete
Antonio Topete
Candidato Junta
Subprefectura
José Pajarero
José Pajarero
Juez 1ª Instancia
Francisco Benítez (?)
José Topete
FUENTE: AMV, leg. nº 97 (año 1811) docs. nº 6 y 7.
94
“El Excelentísimo Señor Don Pepe Botella”. Caricatura de José
Bonaparte conservada en el Archivo de la Iglesia Parroquial de
Villamartín
95
12. La economía de guerra (I): Reformas fiscales bonapartistas
El establecimiento del Estado bonapartista en Andalucía introdujo
importantes novedades en la hacienda pública, pero no significó un mero
"borrón y cuenta nueva" en el sistema fiscal. Se mantuvieron antiguos
arbitrios municipales como el de paja y utensilios o los impuestos sobre el
pan, vino, carnes, aceite y carbón124. Por otra parte, con afán de continuismo,
mantuvo los débitos anteriores a la ocupación francesa pendientes por los
municipios a favor de la Real Hacienda y, en sentido inverso, los de ésta con
aquéllos. A Villamartín le fueron exigidos 88.292 reales y 18 maravedís por
atrasos en el pago del impuesto sobre la sal, utensilios y otras rentas, que en
el caso del aguardiente se adeudaba desde 1806. El Ayuntamiento, por su
parte, reclamó el reintegro de los suministros a tropas españolas hasta febrero
de 1810125. Sin embargo no creemos que la administración bonapartista se
hiciese cargo de los débitos por suministros a tropas españolas y, por otra
parte, en la documentación municipal no ha quedado constancia de que se
liquidasen los impuestos atrasados y continuase pagándolos durante la etapa
de ocupación. La principal novedad del sistema fiscal fue la introducción de
nuevas figuras fiscales derivadas de la economía de guerra y que tenían como
objeto el sostenimiento del ejército imperial. Nos referiremos sólo a las
innovaciones directamente ligadas a la economía de guerra y obviaremos
otras, tales son la imposición extraordinaria en 1810 de un segundo diezmo
sobre los frutos civiles igual al eclesiástico, la "Contribución extraordinaria
del 10 por ciento sobre casas", el "Derecho de patentes" y el "Impuesto de
pobres"126.
124
C. MUÑOZ DE BUSTILLO ROMERO: op. cit., págs. 340-344.
125
AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8.
126
Para la política fiscal bonapartista remitimos a C. MUÑOZ DE BUSTILLO
ROMERO: op. cit., págs. 331-358.
96
12.1. Gastos de mesa de oficiales
Comenzaremos con una imposición cuantitativamente menor como eran
los "Gastos de mesa". Desde abril de 1810 los generales y oficiales
superiores del ejército imperial percibían mensualmente en concepto de
"gratificación de mesa" -que incluía cubiertos, mantelería, enseres de cocina,
leña, carbón, luz, etc.- una remuneración mensual que percibían directamente
de la prefectura o de la municipalidad. Los gastos de mesa concedidos por el
mariscal Víctor a los generales y oficiales del Primer Cuerpo el 29 de mayo
montaban un total de 63.550 reales mensuales, distribuidos en cantidades
graduadas desde los 300 asignados al comandante de la plaza de Rota hasta
los 1.800 que percibían los generales de división y el ordenador en jefe; los
coroneles Ismert y Bonnemains tenían asignados 750 reales mensuales127. El
cupo repartido a Villamartín para sufragio de los gastos de mesa en 1810
estuvo sujeto a variaciones, pero no descendió de los 12.000 reales
mensuales que, sumados a las desorbitadas cantidades requeridas por el
coronel Bonnemains y su secretario, ascendían a 147.113 rs. en diciembre de
1810128. Si crecidos eran los gastos de mesa de los oficiales, mayores eran los
de contribuciones para sostenimiento del Ejército y la Marina, como se
mostrará en el epígrafe siguiente.
12.2. Contribuciones para sostenimiento del Ejército y la Marina
El abastecimiento de suministros para las tropas imperiales exigió un
esfuerzo de coordinación y centralización. El 5 de marzo de 1810, el mariscal
Víctor dispuso la creación en Jerez de la Comisión Central de Subsistencias,
que se encargaría del abastecimiento de las tropas del Primer Cuerpo: 40.000
hombres y 11.400 caballos a quienes debían entregarse raciones diarias de
pan, carne, vino, aceite, sal y arroz; y para los caballos, paja, cebada, habas
y zahína. La Comisión Central de Subsistencia debía atender además a los
127
Copia certificada del estado de gastos de mesa asignados a los generales y oficiales
del Primer Cuerpo en AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 7, f. 49.
128
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 2.
97
gastos de los hospitales militares y calzado de la tropa. El ordenador en jefe
del Primer Cuerpo era el encargado de dar a conocer a la Comisión las
necesidades del ejército y correspondía a ésta conocer las existencias de toda
especie, distribuir la carga lo más equilibradamente posible entre los pueblos
y coordinar las entregas. La Comisión Central y las juntas locales de
subsistencias se suprimieron en diciembre de 1810 por resultar ineficaces
para coordinar y garantizar el suministro129.
Las contribuciones se solicitaron inicialmente en especie. La Comisión
Central de Subsistencias repartía quincenalmente el cupo de abastecimientos
que correspondía suministrar a cada distrito; el pedido al distrito se repartía
proporcionalmente entre los municipios que lo integraban -Villamartín
pertenecía, con Bornos y Espera, al de Arcos- y, por último, cada municipio
repartía su propio cupo entre el vecindario. El decreto de 22 de agosto de
1810 del mariscal Soult reformó el sistema de reparto de contribuciones entre
los municipios, que pasó a fijarse por meses en lugar de quincenas y bajo la
base de la contribución de paja y utensilios130. El sistema de contribución fue
reformado de nuevo por un decreto de 15 de noviembre que anuló las
requisiciones en especie reguladas por el de 22 de agosto. La contribución en
especie se había mostrado ineficaz y el mariscal duque de Dalmacia suscribió
un contrato con la casa comercial jerezana "Juan Haurie y sobrinos" por el
que ésta adquiría el compromiso de proveer a las guarniciones de Sevilla,
Jerez, El Puerto de Santa María y las situadas en los distintos puntos del
bloqueo de Cádiz. Para compensar la supresión de las requisiciones
correspondientes a la segunda quincena de noviembre y mes diciembre, se
impuso un tributo en metálico de 4.000.000 de reales a repartir entre los
municipios de la prefectura, de los que correspondieron 100.000 a
Villamartín, a los que luego se sumarían 5.000 correspondientes al reparto
del cupo de Alcalá de los Gazules -que había sido evacuado por las tropas
129
C. MUÑOZ DE BUSTILLO ROMERO: op. cit., págs. 219-226.
130
En la documentación municipal se encuentran cuadros-resúmenes de los pedidos
quincenales o mensuales de reses vacunas, ovejas, carneros, carne, trigo, cebada, legumbres,
vino, vinagre y aguardiente al distrito de Arcos y su distribución por pueblos, así como
relaciones de fechas en que debían efectuarse las entregas de pedidos.
98
imperiales- entre los restantes municipios de la prefectura. Desde enero, se
decretó mensualmente el reparto de 2.000.000 de reales. El cupo mensual
correspondiente a Villamartín aumentó progresivamente de 75.000 reales en
enero de 1811 a 80.852 en febrero de 1812. Los decretos establecían los
plazos de pago en la tesorería de Jerez y autorizaban abonar hasta la mitad
del importe en vales de productos adquiridos por los Haurie. A partir de
marzo se repartieron además 200.000 reales mensuales para sostenimiento de
la Marina entre los municipios de la prefectura131. Pero la contribución en
metálico no anuló los pedidos en especie, pues en varias ocasiones se
hicieron a cargo de aquélla, por haberse agotado las existencias de los Haurie
o para acumular reservas de grano fuera del alcance de la guerrilla; además
nunca cesó el suministro de raciones a las tropas transeúntes.
Para agilizar y uniformar la exacción de las contribuciones
extraordinarias para sostenimiento del Ejército y la Marina en todo el
territorio de la prefectura, el reglamento de 20 de julio de 1811 dispuso la
creación en cada municipio de una Junta de Contribuciones, dependiente de
la Junta municipal. Correspondía a la Junta de Contribuciones la formación
de padrones y estados generales de los capitales territoriales e industriales del
municipio y vecindario, que fueron remitidos a Jerez y sirvieron de base para
la distribución equitativa de las contribuciones entre los municipios de la
prefectura. También le correspondía la distribución entre los contribuyentes y
recaudación de la cuota asignada al municipio.
La Junta de Contribuciones de Villamartín se constituyó el 12 de agosto
de 1811, tuvo como sede el extinguido Convento de San Juan de Dios -que
desde abril de 1810 pertenecía a Bienes Nacionales- y fue su presidente
Francisco Benítez. Además de los repartos para el pago de contribuciones,
asumió algunos repartimientos de suministros que correspondía practicar a la
Junta municipal. No obstante depender de la Junta municipal, la de
Contribuciones mantuvo enfrentamientos con el corregidor Alonso Chacón
desde su misma constitución: el 29 de agosto, mientras los franceses entraban
en el pueblo para recoger una partida de grano y en presencia de varios
131
AMV leg. 96 (año 1810) doc. nº 4; leg. nº 97 (año 1811) docs. nº 17, 22 y 23.
99
vecinos, el corregidor insultó a la Junta motejándola de "Junta de la tabla
baja" y diciendo que "se componía de una pajería y que con el repartimiento
(que acaban de ejecutar) se había de limpiar el culo". El 25 de noviembre,
tras incoar el corregidor el último repartimiento practicado por la Junta, ésta
se negó a continuar realizando tareas que no le estuviesen asignadas por el
reglamento de 20 de julio132, pero queda constancia de que continuó
haciéndolo durante 1812 y con Alonso Chacón en calidad de presidente tras
la renuncia de Francisco Benítez.
12.3. El problema de los suministros a tropas estantes y transeúntes
Villamartín careció de guarnición estable hasta 1812, pero fue continua
y regularmente transitado por tropas del cantón de Arcos a las que era
necesario suministrar raciones de pan, carne, vino, grano, paja y otros
efectos. El gasto en raciones franqueadas a las tropas estantes y transeúntes
debía ser reintegrado al municipio, de modo que no representaba un gasto
adicional a la contribución mensual. Esa era al menos la teoría, pero la
realidad era muy otra. El importe de los suministros era difícil de reintegrar,
no sólo por la común indisposición que en todo tiempo y lugar tuvo la
hacienda pública para practicar devoluciones a los contribuyentes, sino
también porque aquellos gastos eran a veces injustificables por no entregar
las tropas francesas el bono o recibo de las raciones consumidas. Entre
septiembre de 1810 y noviembre de 1811 las tropas francesas consumieron
más de doscientos mil reales en raciones por las que no dieron recibo; la
mayor parte de las correspondientes a 1810 habían sido consumidas por los
cazadores a caballo del coronel Bonnemains.
132
AMV, LAC, sesiones de 11/8/1811 y 15/8/1811; Reglamento de 20/7/1811 en leg. nº
97 (año 1811) doc. nº 25; actas de la Junta de Subsistencias en leg. nº 97 (año 1811) doc. nº
26.
100
En 1811 el apoderado de Villamartín en Jerez, Pedro Ovejero133,
gestionaba el reintegro de los débitos con no pocos contratiempos y
dificultades. Mucho sería que pagasen la mitad, decía Ovejero:
"Por lo que hace a las cuentas y suministros hechos, andamos de una
parte a otra para que se abonen, y daremos gracias a Dios vengan a
salir a mitad y, y, &"134
En otra ocasión escribía:
"ni comisarios, ni gobernador, ni en la casa de los Haurie quieren
abonar nada, con que después de andar arriba y abajo, de Herodes a
Pilatos, ha sido preciso tomar la providencia de recurrir a la Prefectura
a fin de que salga una providencia para que abonen las referidas
cantidades"
Más de ocho días había estado intentando liquidar la cuenta de
suministros con el comisario sin adelantar nada y no ocultaba su
escepticismo:
"no hay quien los abone, interin no den la orden que dicen que esta hoy
para que se abonen los recibos de los suministros, más yo me pienso no
se abonará tan presto"135
En julio de 1812 el ordenador jefe del Ejército del Centro dio
instrucciones sobre el procedimiento de liquidación de los suministros136;
papel mojado, porque las tropas francesas evacuaron Andalucía
inmediatamente y con su retirada desapareció toda posibilidad de liquidar la
cuenta de suministros, que en la práctica se había convertido en un gasto
adicional que se sumaba a las ya de por sí altas contribuciones que requería
mensualmente la prefectura.
133
Pedro Ovejero fue nombrado apoderado de Villamartín en Jerez, con sueldo de 200
ducados anuales, en mayo de 1811 (AMV, LAC, sesión de 7/5/1811).
134
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 22.
135
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 23.
136
AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 24.
101
Expediente de suministros dados por el Ayuntamiento de
Villamartín a las tropas imperiales francesas.
102
CUADRO nº 5
Importe en reales de raciones y suministros entregados a tropas
francesas estantes y transeúntes (septiembre 1810 - marzo 1812)
Sep. 1810
Oct. 1810
Nov. 1810
Dic. 1810
Ene. 1811
Feb. 1811
Mar. 1811
Abr. 1811
May. 1811
Jun. 1811
Jul. 1811
Ago. 1811
Sep. 1811
Oct. 1811
Nov. 1811
Dic. 1811
Ene. 1812
Feb. 1812
Mar. 1812
TOTAL
SIN RECIBO
10.436'12
16.575'10
30.696'28
9.137'28
5.690'04
1.252'00
5.666'12
3.411'06
4.668'16
59.231'26
6.655'24
14.636'14
35.256'26
129.952'00
-
CON RECIBO
3.979'14
5.870'22
10.694'10
424'30
5.946'32
20.445'06
13.660'06
45.062'25
204.865'17
88.931'07
6.678'24
170.903'07
78.316'24
164.665'00
TOTAL
10.436'12
16.575'10
30.696'28
9.137'28
5.690'04
5.231'14
5.870'22
16.360'22
3.836'02
10.615'14
79.676'32
20.315'32
59.699'05
240.122'09
218.883'07
6.678'24
170.903'07
78.316'24
164.665'00
333.266'20
820.444'20
1.153.711'06
FUENTE: AMV, leg. nº 98 (año 1812) docs. nº 25 y 29. Elaboración propia.
103
13. La economía de guerra (II): Suministros y contribuciones para
sostenimiento del ejército imperial
13.1. Agotamiento de los recursos económicos del vecindario y
endeudamiento del municipio
El 4 de febrero de 1810, día siguiente a la primera entrada de los
franceses en Villamartín, ya se planteaba como un grave problema para la
hacienda municipal la exigencia de proporcionar suministros a las tropas. A
los requeridos por las españolas que aún transitaban por la comarca se
sumaban ahora las exigidas por las francesas, a quienes en aquella primera
jornada "se suministró cuantos auxilios y raciones pidieron". El
Ayuntamiento decía carecer de fondos y dispuso que se retuviesen todos los
granos decimales existentes en la Cilla del Cabildo Eclesiástico de Sevilla, de
donde se extraerían las cantidades de trigo y cebada que se necesitasen.
Asimismo se acordó solicitar al administrador de los fondos del Común que
manifestase el estado de caudales existentes en efectivo y la relación de
deudores, a quienes se apremiaría para que abonasen sus débitos; y caso de
carecer los deudores de fondos en metálico, se les aceptarían pagos en
especie de carne, grano, paja y vino. Por último, se nombraron responsables
del suministro para cada ramo de provisiones137.
Municipio y contribuyentes estuvieron sometidos a una fuerte presión
fiscal desde febrero de 1810. A las contribuciones quincenales o mensuales
se añadían pedidos extraordinarios ordenados por la Junta Central de
Subsistencias y por los comandantes militares de los cantones inmediatos138,
más las raciones suministradas a las tropas transeúntes y gastos tan
injustificables como los suministros a la guerrilla o las gratificaciones
pagadas a los oficiales franceses para que no entregasen el pueblo a la rapiña
de la soldadesca. En una cuenta de gastos habidos entre abril de 1810 y
137
AMV, LAC, sesión de 4/2/1810.
138
Podemos enumerar algunos: 26.200 reales pagados en junio para calzado de la tropa
de los regimientos de Infantería nº 12 y 16 que estaban acantonados en Bornos; 2.000 para
pantalones del regimiento de Húsares nº 2, acantonado en Espera; 3.000 en paño negro dado
al coronel del 5º de Cazadores para vestuario de la tropa; 34.000 pedidos en octubre para la
construcción de un camino de Sanlúcar a El Puerto de Santa María, etcétera.
104
febrero de 1811 constan 12.247 reales y 17 maravedís "dados a los señores
oficiales franceses en las respectivas ocasiones que han venido a esta villa
con sus destacamentos del 5º de Cazadores a caballo, nº 21 y 12 de
Infantería por vía de gratificación para alivio del pueblo"139.
Cuadro nº 6
Suministros y efectos dados a las tropas imperiales
desde el 3 de febrero hasta el 31 de agosto de 1810
CONCEPTO
CANTIDAD
Trigo, harina
Pan
Cebada, habas y otras semillas
Carne
Reses vacunas y lanares
Vino
Mesas de oficiales
Transportes y bagajes
Hospitales, cuarteles y medicinas
Menestra, queso, manteca, tocino y otros
Leña
Costales
Camas
Aceite, vinagre y aguardiente
Botas robadas
Herraduras
Dinero robado
Paja
Carbón
Hierro
Salarios de sirvientes y propios
5.143 fanegas
717 raciones
1.549 fanegas
11.551 raciones
680
1.824 arrobas
2.548 arrobas
80
2
200 arrobas
TOTAL
139
Rs. mrvs.
205.740'00
37.285'00
56.262'17
20.621'30
361.550'00
75.500'00
73.591'00
48.085'00
10.795'17
3.014'00
3.882'00
1.600'00
10.365'00
1.794'00
1.000'00
2.060'00
1.500'00
17.484'00
800'00
2.340'00
15.190'00
950.399'30
AMV, leg. nº 97 (año 1811) docs. nº 2 y 4.
105
Los gastos en suministros para subistencia de las tropas imperiales hasta
el 31 de agosto de 1810 ascendían a 950.399'30 rs. mrvs. (Cuadro nº 6), de
los que 161.625'17 procedían de granos de la Cilla reducidos a metálico,
117.204'17 de la Depositaría de Rentas Provinciales de la villa, 563.280'30
(59'3%) de repartimientos vecinales al Común y hacendados forasteros y
108.298 (11'4%) de empréstitos no reintegrados a vecinos que anticiparon las
cantidades necesarias. Ante esta situación, el Ayuntamiento acordó reintegrar
los empréstitos con el producto y rendimiento de las tierras comunales del
Campo de Matrera. Con ellos se reintegrarían, entre otros, los anticipos en
metálico, remesas de ganado a Jerez y Medina, reses y raciones suministradas
por particulares a la tropa y ganado dado por algunos criadores para suplir el
que fue quitado a otros vecinos por la guerrilla140.
Las contribuciones resultaban tan gravosas para el vecindario que la
Junta municipal acordó suspender los repartimientos en febrero de 1811 y
afrontar el pago de tributos con los fondos del Común, "consiguiéndose por
ello que estos vecinos que se encuentran en el mayor apuro puedan respirar
algún tanto". A quienes no beneficiaba esta "gracia y equidad" -la exención
de repartimientos- era a los hacendados forasteros, a quienes se cargaría un
repartimiento proporcional al capital que les estuviese graduado. En las
sesiones capitulares de febrero y marzo se adoptaron acuerdos encaminados a
recaudar el importe de toda clase deudas pendientes, que las había anteriores
a 1810. Entre los deudores estaban la Junta municipal de Bornos, que tenía
pendiente el pago de los suministros que le fueron proporcionados por la de
Villamartín para el abastecimiento de las tropas francesas acantonadas en
aquel pueblo en mayo y junio del año anterior, y numerosos hacendados
forasteros que debían las cuotas que les correspondieron en los repartos de
contribuciones hechos desde abril de 1810. Como se trataba de no dejar
escapar ni un solo maravedí, se denegó la petición formulada por los
arrendadores de tierras comunales que solicitaban la condonación de la
tercera parte de la renta correspondiente a 1810 y 1811; la Junta municipal
adujo que esas rentas se destinaban ahora a sufragar los gastos de suministros
y contribuciones y que el vecindario no podía arriesgarse a sufrir "un
140
AMV, LAC, sesión de 27/8/1810.
106
apremio militar a que está próximo y conminado según las órdenes
superiores". Por otra parte, se acordó emplear todos los fondos diezmales
existentes en el pago de contribuciones y reintegros a particulares141.
Pero poco se iba a conseguir con todas aquellas disposiciones, porque a
mediados de marzo estaban pendiente el pago de la mayor parte de la
contribución correspondiente a febrero y la totalidad del mes en curso.
Además se acababa de imponer la nueva contribución para sostenimiento de
la Marina. A principios de abril, la Junta municipal decía no disponer de
fondos para pagar los atrasos ni para solventar la actual y siguientes142. Y por
si todo esto fuera poco, se recibió un oficio del gobernador militar de Arcos
ordenando que un comisionado pasase a aquella ciudad para tratar del
mantenimiento de la tropa de su mando, que debía hacerse entre los pueblos
del distrito.
Arcos tenía que mantener la guarnición de su cantón además de pagar la
contribución mensual en metálico. El importe de los suministros franqueados
para abastecimiento de su guarnición debía serle reintegrado, pero ya hemos
indicado que aquellos pagos se demoraban y ni se reintegraba el importe de
los suministros ni se deducía su valor de los tributos pendientes de ingreso en
la prefectura. De este modo, la promesa del reintegro se aparecía cada día
más irreal y el municipio arcense arrastraba los gastos de abastecimiento
como una carga más; una carga para la que no encontró mejor alivio que
descargarla parcialmente sobre Bornos y Villamartín. Así se propuso al
gobernador militar del cantón y con ese objeto se convocó el 9 de abril una
asamblea a la que asistieron representantes de los tres municipios. Los
diputados de Bornos y Villamartín se negaron a asumir el costo del
abastecimiento de la guarnición arcense, alegando que el artículo 6º del
Decreto de 15 de noviembre de 1810 del mariscal Soult establecía que cada
pueblo debía mantener las tropas de su cantón, excepto aquellas que por
situación pudiesen proveerse en Jerez, El Puerto de Santa María, Puerto Real
141
AMV, LAC, sesiones de 22/2/1811 y 3/3/1811; leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 17, ff.
20-21; id., doc. nº 19.
142
AMV, LAC, sesiones de 14/3/1811 y 7/4/1811.
107
o Chiclana; lo que interpretaban en el sentido de que si la guarnición de
Arcos no podía abastecerse en ninguno de estos centros, entonces era el
municipio arcense solo, sin el concurso de los pueblos circunvecinos, quien
debía mantener su propia guarnición. El coronel francés atendió a las razones
expuestas por los diputados de Bornos y Villamartín, pero Arcos acudió al
prefecto de Jerez, Juan Ponce de León, y obtuvo de éste una orden de 13 de
abril que disponía que ambos pueblos contribuyesen cada uno con una sexta
parte de los gastos. Tres días después salieron de Villamartín 150 fanegas de
trigo para abastecimiento de la guarnición de la cabeza de distrito.
Los representantes de Bornos y Villamartín -Rafael María Saborido y
José Topete- presentaron un recurso contra la disposición del prefecto,
alegando de nuevo que con ello se desobedecía el Decreto de 15 de
noviembre de 1810, que la ciudad de Arcos estaba "atenta más a su
indigencia que a la de los pueblos que componen su distrito" y que a ellos
los consideraba "de su partido en cuanto les perjudica y de modo alguno en
lo favorable". Y esto se justificaba en que la contribución en metálico se le
había calculado a Arcos bajo la consideración de que mantenía las tropas de
su cantón; que si el acantonamiento de la tropa causaba gastos, también
prestaba el servicio de ponerle "a cubierto de las exacciones violentas de las
partidas"; y que si Arcos mantenía su guarnición, ellos estaban cargando con
el gasto de raciones para las tropas transeúntes. Por todas estas razones
solicitaban que quedase sin efecto la orden de 13 de abril y que Arcos
reintegrase los suministros tomados de ambos pueblos. El prefecto denegó
la reclamación, pero la Junta municipal de Villamartín había decidido
recurrir también al gobernador militar de la provincia, con el convencimiento
de que si el recurso no salía por la prefectura lo haría por el gobernador
francés. Y por si incluso éste fallaba, el corregidor Alonso Chacón tenía
108
preparado un pliego de instrucciones para que Francisco Macide143 apelase
en nombre de la municipalidad al mariscal Soult y al conde de Montarco144.
El recurso contra la orden del prefecto no era ni la única ni la más
urgente preocupación de la Junta municipal. Los franceses, impacientes por
el retraso en el pago de contribuciones, ya habían optado por la vía del
apremio militar y el corregidor recibió el día 22 de abril orden de que a la
mañana siguiente estuviesen en Arcos los seis vecinos más acaudalados de
Villamartín, que quedarían retenidos en calidad de rehenes hasta tanto fuese
pagada la deuda con la Tesorería. La orden de Ismert -en francés- se recibió
cerrada con una nota del corregidor de Bornos que incluía la traducción
castellana y el mensaje: "Compañero: ahí le remito a V.S. ese refresco para
que tenga más en que entretenerse; aquí hemos recibido otro igual a ese que
va cerrado". El método de Ismert fue, desde luego, efectivo: los vecinos
fueron convocados el día 23 y desembolsaron 63.320 reales que fueron
enviados a Jerez, mientras Andrés de Zúñiga recaudaba otros 32.982 en
143
El afrancesado Francisco Macide fue nombrado apoderado de Villamartín en Sevilla
en mayo de 1811 (AMV, LAC, sesión de 7/5/1811). Macide había estudiado leyes y fue
empleado por el gobierno intruso como ministro togado de la Audiencia de Cáceres.
Desempeñó aquel cargo hasta 1812, en que se retiró a Francia. En el exilio subsistió gracias a
los fondos que le enviaron su madre Antonia González y, fallecida ésta, su cuñado Vicente
del Río. Regresó a España en 1817 (R. DE LOS RIOS Y MASIDE: Nota genealógica, y
registro de documentos relativos á los antecedentes de familia, de la de los Sres. Rios y
Maside, de Villamartin y otras partes. Manuscrito inédito de 1870, sin foliar, propiedad de
D. Manuel Domecq Zurita).
144
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 3. En las instrucciones de Alonso Chacón a
Francisco Macide se alegaba que Arcos tenía el doble de vecinos que Villamartín y Bornos,
más fondos comunes que ambos y que sus vecinos eran más ricos; que a Arcos se le hacía el
reparto de la contribución mensual teniendo consideración a que tenía tropas acantonadas y
a los demás pueblos del distrito como que no las tenían; que si Arcos mantenía a las tropas de
su cantón, Villamartín y Bornos suministraban a las transeúntes y nunca habían pedido
nada a Arcos, y ahora Arcos "aparentando pobreza" había alcanzado un decreto que les
obligaba a un desembolso mayor que la contribución mensual; que si Arcos tenía tropas
acantonadas, los gastos le serían de abono a cuenta de las contribuciones; que si Arcos tenía
perjuicios con el cantón, también había tenido el beneficio de no ser continuamente acosado
ni robado su término, ni tener que contribuir más que a las tropas imperiales, mientras
Villamartín y Bornos se habían convertido en el "cuartel volátil" de las partidas que tomaban
suministros de los que no cabía esperar fuesen reintegrados, como sí lo esperaba Arcos de
los suyos.
109
Bornos. Los repartimientos que fue necesario practicar en abril montaron
230.767'31 reales para el pago de la contribución del mes en curso, más los
atrasos de enero (1.333'31), febrero (38.000) y marzo (38.000), algunos
"gastos secretos" de marzo (3.000), las 150 fanegas de trigo enviadas a Arcos
(19.346), unos pagos por atrasos que se hicieron al coronel Ismert (21.000) y
gastos de carne, vino y otros eventuales que se fueron presentando (20.000).
El 29 de abril regresó José Topete de Jerez, donde había presentado al
gobernador militar y al prefecto las demandas de la Junta municipal, y sus
noticias dieron un respiro a los contribuyentes. No había sido posible obtener
una rebaja de la contribución mensual ni el reintegro de los suministros a
tropas transeúntes, pues ambos recursos debían hacerse ante el mariscal
Soult, pero sí se había contrarrestado la orden de contribuir al abastecimiento
de la guarnición de Arcos. Además, el gobernador militar de Jerez había
dado orden para que el de la plaza de Arcos auxiliase a Villamartín y Bornos
en la recuperación de las subsistencias que franqueadas a la Junta arcense y
para que se apremiase militarmente a los hacendados forasteros que
adeudaban contribuciones en Villamartín.
La Junta municipal retomó el propósito de no usar del "impertinente
recurso" de los repartos vecinales y trató de recuperar todos los débitos
pendientes a los fondos públicos. En Jerez, el apoderado Pedro Ovejero
gestionaba el reintegro de los suministros a las tropas. La Junta municipal
aceptó rebajar a los arrendadores del Campo de Matrera la mitad de la renta
correspondiente al último pago del año en curso, con tal de que "para salir
de los presentes apuros apronten dentro de ocho días lo que buenamente
puedan cada uno, y dentro de un mes el total hasta el completo de la mitad
que corresponde a Santiago"145. Con quienes no se tuvo ningún género de
compasión fue con los hacendados forasteros que no habían pagado sus
cuotas de contribución.
Es preciso un breve excurso para valorar el lugar de los hacendados
forasteros en la economía local. La economía villamartinense era
145
AMV, LAC, sesión de 20/5/1811.
110
fundamentalmente agropecuaria. La propiedad rústica privada sólo ocupaba
2.431 fanegas del término municipal (8'4%) frente a las 15.403 (53'0%)
comunales y 11.225 (38'6%) de la villa. Las tierras de propiedad municipal
eran cultivadas por vecinos de Villamartín, pero el 56'5% de las comunales
labradas en 1811 eran tenidas en arrendamiento por forasteros. No es que
fuesen muy numerosos, sino que su presencia se superponía a una estructura
desigualitaria de tenencia de la tierra que concentraba el 78'5% de la
superficie labrada en manos de 27 agricultores que sólo representaban el
15'2% de los cultivadores del término. Dieciséis hacendados forasteros
controlaban el 41'2% de las tierras labradas en 1811146. En los padrones de
capitales formados en 1810, 1811 y 1812 para el reparto de contribuciones,
las valuaciones hechas a los hacendados forasteros sumaban un tercio del
total calculado a los contribuyentes del municipio147.
En marzo de 1811 hubo una tentativa de cobrar los 57.505'17 rs. mrvs.
que varios vecinos de Utrera, Arcos y Bornos debían por contribuciones
desde abril de 1810 hasta final de enero de 1811; el entonces corregidor, José
Topete, amenazó con proceder contra los bienes y rentas que tuviesen en el
término de Villamartín si no efectuaban los pagos, pero la mayor parte no lo
hicieron. La deuda total contraída por los hacendados forasteros -vecinos de
Bornos, Arcos y Utrera, pero también de Sevilla, Zahara, Grazalema y
Olvera- a la fecha de 21 de abril ascendía a 120.686'25 rs. mrvs. de los que el
49% eran débitos desde abril de 1810 hasta enero de 1811 y el 51% restante
desde febrero hasta el 15 del mes corriente148. Una vez ordenado por el
gobernador militar de Jerez el concurso de la fuerza militar para apremiar a
los deudores, la Junta municipal actuó con todo el rigor que le permitían las
circunstancias. El 13 de mayo se entregó al corregidor de Bornos una
relación de diecisiete vecinos hacendados en Villamartín que debían 9.635
reales por contribuciones del último trimestre, bajo amenaza de darla al
146
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 8. Elaboración propia.
147
Los capitales valuados a los hacendados forasteros representaban el 33'6% en 1810,
28'7% en 1811 y 34'5% en 1812 (Elaboración propia sobre AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc.
nº 7; leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 12; leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 5).
148
AMV, leg. nº 97 (año 1811) docs. nº 5 y nº 17.
111
coronel del cantón si no pagaban en veinticuatro horas149. Lo que estaba muy
claro para los villamartinenses es que los forasteros no tenían ningún interés
en abonar sus débitos. Así lo entendía y expresaba Francisco Macide, el
apoderado de la Junta municipal en Sevilla, en un escrito que salía al paso de
los recursos interpuestos por el vecino de Utrera José Soler y Sepúlveda para
no afrontar los más de siete mil reales que se le requerían por contribuciones
atrasadas de 1810:
"Los hacendados no tienen interés en evitar un apremio militar, porque
habitan en otros pueblos, mas sí lo tienen en dilatar. El pueblo en
donde están situadas sus haciendas o labores tiene interés en no sufrir
por su causa perjuicios considerables. En esta balanza de intereses se
lisonjea la municipalidad de Villamartín de que V.E. protegerá el suyo,
porque cree que éste se apoya en los principios del interés general. De
lo contrario cabilando los hacendados excepciones para cada pago
conseguirían excluirse de él, y el total de las contribuciones se
disminuirían a lo infinito. Villamartín en este caso tendría que abonar
toda la contribución, para cuya imposición se tuvo presente la
producción de frutos de todo el término, sin considerar si todos ellos
pertenecían o no a los vecinos. De este modo sin duda sería más pronta
la completa ruina de dicha villa, pues la mayor parte de sus productos
pertenecen a los hacendados".
Para Francisco Macide, los recursos interpuestos por Francisco Soler y
otros forasteros no tenían otro origen que la mala fe, y sugería un apremio
militar que los cortase de raíz e hiciese prestar la obediencia necesaria a las
autoridades para conservar el buen orden150.
Las cargas económicas aumentaban a medida que avanzaba el año 1811.
Sólo la estancia de la división de Semelé durante tres días de noviembre
supuso un gasto de 138.142 rs. y durante el primer trimestre de 1812 se
gastaron 682.281'23 en las obras de fortificación y suministros a la división
149
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 22.
150
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 1. En 1811 Francisco Soler y Sepúlveda tenía en
arrendamiento 1.000 fanegas de tierras comunales (AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 8).
112
de Conroux de Pepinville (Cuadros nº 7 y 8). Eran unos pocos vecinos
acaudalados quienes continuamente libraban toda clase de suministros "sin
tener la esperanza de que los demás convecinos los reintegren por carecer
de posibilidad" y en noviembre de 1811 se convocó un cabildo abierto para
buscar el modo de reintegrarles los anticipos; cabildo que no pudo celebrarse
en primera convocatoria por impedirlo la entrada de tropas a las que fue
preciso atender y se aplazó hasta el 23 de noviembre de 1811. La Junta
municipal y ochenta y dos vecinos congregados en el pósito acordaron que
los labradores sufragasen los gastos de suministros, por ser ellos los únicos
que tenían reservas, y reintegrarles los anticipos con el producto de la subasta
de las dehesas El Grullo y Mataparda, que se adjudicarían a ellos si no había
postor; también acordaron embargar las fincas a los hacendados forasteros
que en plazo de nueve días no pagasen sus deudas por repartimientos; y por
"no ser bastantes todos los medios que quedan adoptados para saldar la
deuda pública, tan enorme que se ha contraído con motivo de los
suministros y contribuciones impuestas", se acordó solicitar al prefecto la
enajenación en propiedad de algunas fincas de propios151.
Cuadro nº 7
Gastos de subsistencia de la división del general
Semelé los días 16, 17 y 18 de noviembre de 1811
CONCEPTO
Rs. mrvs.
Gastos de mesa del general y oficiales
9.440 raciones de pan
9.485 raciones de carne
9.867 raciones de vino y aguardiente
2.607 arrobas de leña
17 1/2 arrobas de aceite
390 fanegas de grano
59 carretadas de paja
TOTAL
8.190'00
28.320'00
14.227'17
19.734'00
3.910'17
910'00
48.690'00
14.160'00
138.142'00
FUENTE: AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 25.
151
AMV, LAC, sesiones de 14/11/1811, 20/11/1811 y 23/11/1811.
113
Cuadro nº 8
Gastos causados por el acantonamiento de la división de
Conroux de Pepinville, raciones y obras de fortificación
durante el primer trimestre de 1812
CONCEPTO
Gastos de mesa del general Conroux y oficiales
Rs. mrvs.
97.785'00
Raciones de la tropa de la división de Conroux y fuerte
413.884'03
Suministros y medicinas para el hospital militar
Telas, zapatos, papel, plumas
10.187'00
8.383'00
Correos y guías
20.235'00
Materiales construcción para el fuerte (yeso, cal, tejas)
21.250'00
Leña suministrada al fuerte
44.640'00
Jornales y raciones de conductores de materiales
construcción
5.022'00
Jornales y raciones de operarios de fortificación
21.474'12
Jornales y raciones de conductores de leña
Jornales de empleados en el suministro al fuerte
Bestias para la conducción de materiales de construcción
Bestias empleadas en obras de fortificación
Otros gastos
6.159'00
10.984'00
3.470'00
11.544'00
6.991'08
682.281'23
TOTAL
FUENTE: AMV, leg. nº 98 (año 1812) docs. nº 25 y 29. Elaboración propia.
Tanto menguaron los recursos económicos de Villamartín que el
mariscal Soult decretó eximirlo de nuevas contribuciones desde el primero de
marzo, con la condición de que abonase los atrasos y se hiciese cargo de los
gastos de fortificación y subsistencia de su guarnición. Pero incluso el
mantenimiento de la guarnición -dejando a un lado la obra del fuerte- era
costoso: raciones de pan y carne, salario de los empleados en la matanza de
reses y servicio de carnicería, salario de los empleados en el transporte de
trigo y amasijo de pan, salario de los empleados en el acopio de paja,
conducción al fuerte de ocho carretadas diarias de leña152... El 8 de mayo
152
AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 25.
114
ordenó el corregidor Alejandro de las Cuevas que la Junta de Contribuciones
repartiese entre los vecinos contribuyentes las 342 raciones de pan que
diariamente se debían suministrar al fuerte; desde el 1 de junio eran 380 las
que diariamente que se suministraban a la guarnición y operarios. La Junta
municipal se quejó en julio ante el general Conroux de Pepinville porque la
guarnición consumía más raciones de las que necesitaba153.
Los gastos de mantenimiento de la guarnición y obras de fortificación no
fueron los únicos que hubo de afrontar el municipio, pues el decreto de
exención de contribuciones tuvo un efecto muy distinto del que esperaban los
villamartinenses. Desde el 17 de septiembre de 1810 se habían pagado
506.910'24 rs. mrvs. por contribución (en especie y en metálico), pero los
atrasos acumulados hasta febrero de 1812 sumaban 987.206. El ordenador
jefe del Ejército del Centro, Lenoble, ignorando el decreto, demandó el
abono de la contribución de marzo, abril y mayo, que con la deuda
acumulada hasta febrero y 867.060 reales de recargo por los atrasos sumaba
1.973.989 en junio. Pero es que además tanto el ordenador jefe, como el
gobernador militar, los generales y el prefecto continuaron exigiendo tributos
y suministros: órdenes de pagos en metálico a cuenta de contribuciones
atrasadas, salarios de los operarios del fuerte, fondos para continuar las obras
de fortificación, grano y paja para las tropas del bloqueo de Cádiz, etcétera.
Ante las continuas exacciones, la Junta municipal comisionó al presbítero
Juan María del Río para que presentase los recursos correspondientes ante el
mariscal duque de Dalmacia, el prefecto y el gobernador militar de la
provincia, para que tuviese efecto la exención de contribuciones decretada
por el mariscal y no continuasen exigiéndose otras, como venía haciéndose
por el prefecto y jefes militares154.
Detengámonos sólo en el episodio de aprovisionamiento de la división
de Conroux de Pepinville, que estaba acantonada en Bornos. Durante los
meses de junio y julio se pidieron subsistencias y otros efectos para la tropa;
entre otros pedidos, cien quilos de lienzo, 30 colchones y 30 mantas para el
153
AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 24.
154
AMV, LAC, sesión de 13/7/1812.
115
hospital militar, más una veintena de bestias de carga para los trabajos de
fortificación que allí se ejecutaban. Cuando no fueron remitidas 10.000 libras
de carne que repetidamente se pidieron, el comisario de Guerra en persona
salió con la tropa dispuesto a requisar cuanto ganado encontrase en el
término y se llevó un rebaño de ovejas de José Topete; el general accedió a
los ruegos de devolver el ganado, pero con la advertencia de que las tropas
harían una nueva batida si el pedido no se entregaba inmediatamente. El
impaciente comisario Prepaud no se andaba con rodeos: la orden de aprontar
mil quinientas raciones de pan terminaba con un amenazante "notándose la
menor morosidad me será muy sensible un procedimiento violento del que
Vm. será personalmente responsable". En otra ocasión amenazó: "si para el
día de mañana y hora de las cuatro de su tarde no están en ésta a mi
disposición sesenta fanegas de cebada o habas pasaré con la tropa y exigiré
violentamente lo que le está pedido". Ante aquel estrechamiento, la Junta
municipal tomó una vez más la resolución de desviar la carga hacia sus
deudores, como hiciera en 1810 con los colonos de Prado del Rey y en 1811
con los hacendados forasteros: se comunicó a Francisco Martel y Lucas
González -ambos de Bornos- que debían entregar 150 fanegas de trigo y 50
de habas a la división francesa y se remitieron al comisario Prepaud los
libramientos contra los deudores "para que observe que esta villa ha
cumplido y cumple con sus deberes". Cuando el prefecto pidió 9.700 reales
para gastos de fortificación en la provincia, la Junta municipal también
descargó la exacción sobre un hacendado forastero vecino de Arcos155.
Los repartimientos vecinales habían sido continuos durante 1812, con la
particularidad de no hacerse entre todos los contribuyentes, sino sólo entre
los más acaudalados; por la doble razón de que sólo a éstos se les había
hecho una nueva regulación de caudales y los demás estaban imposibilitados
de hacer nuevos pagos hasta que recogiesen la cosecha. Varios de aquellos
repartimientos afectaron sólo a 125 contribuyentes, dándose la circunstancia
155
Para el resto del capítulo seguimos el expediente AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº
24, que contiene documentación del segundo cuatrimestre de 1812, salvo las excepciones
citadas a pie de página.
116
de que el rico Antonio Topete cargó con el 21'3% de la suma repartida156.
Una vez formado el nuevo estado de capitales en agosto, el remedio acordado
por la Junta municipal para poner fin a aquel desequilibrio fue repartir entre
todos los contribuyentes 800.000 reales, con cuyo importe y el de los débitos
de años anteriores habría suficiente para resarcir a los particulares de sus
anticipos, cubriendo los gastos de fortificación, los últimos suministros y
demás gastos eventuales que sobreviniesen157.
Los datos que se han expuesto en el desarrollo de este capítulo no dejan
duda de la insoportable carga económica que la ocupación francesa
representó para el municipio. No se ha localizado un resumen general de los
gastos ocasionados por el ejército imperial desde su entrada el 3 de febrero de
1810 hasta su evacuación en agosto de 1812. En 1810 se presentó a la
prefectura una cuenta general de gastos desde febrero de 1810 hasta el 16 de
septiembre que ascendía a 1.126.365'19 rs. mrvs.158 y en abril de 1812 se
remitió la cuenta de gastos desde el 17 de septiembre de 1810 hasta el 31 de
marzo de 1812. La segunda cuenta incluía raciones y suministros a tropas
estantes y transeúntes -incluidas las divisiones de Semelé y Conroux de
Pepinville-, salarios y raciones de los operarios de las obras de fortificación,
suministros a la guarnición y salario del comandante monsieur Jacob, gastos
de remonta del 2º de Dragones y 5º de Cazadores, gastos de correos, pagos en
metálico a cuenta de contribuciones, gastos de mesa, enganchamiento de la
Compañía Franca de Arcos, trigo remitido a Arcos y Chiclana, carretas y
bueyes remitidos a Jerez, Puerto Real y El Puerto de Santa María, etcétera.
156
Así ocurrió en el reparto de 300.000 rs. el 12 de abril, 120.000 el 9 de mayo y
100.000 el 29 de mayo para gastos de la guarnición; la misma proporción aportó en el reparto
el 11 de mayo de 50.000 rs. para ingresar en la Tesorería de Jerez; en el reparto de 7.473
raciones de carne el 1 de julio, que afecto a 120 contribuyentes, aportó el 21'5%; en el que se
hizo el 31 de mayo de las 380 raciones de pan diarias para suministro del fuerte, que afectó a
52 vecinos, le correspondió un 27%. Otros repartimientos fueron el de 30 colchones, 30
mantas y 200 libras de lienzo para el hospital militar de Bornos el 3 de junio, que afectó a 91
vecinos; 100 ovejas el 14 de julio; 2.000 fanegas de trigo y 1.000 de cebada para el fuerte
repartidas entre hacendados forasteros el 21; 200.000 rs. para pago de contribuciones
atrasadas el 1 de agosto (AMV, leg. nº 98 (año 1812) docs. nº 13 y 23).
157
AMV, LAC, sesión de 19/8/1812.
158
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 24.
117
Todos aquellos gastos ascendían a 2.163.010'32 rs. mrvs. y la cuenta incluía
además 414.526'12 valor de provisiones llevadas por el general Ballesteros
en noviembre de 1811 y otros suministros a tropas y partidas españolas159.
Estas cifras, más 1.758.167 reales en que se estimaban los perjuicios
padecidos por particulares hasta julio de 1811160, son las que utilizó la Junta
municipal en un escrito dirigido al gobernador militar en mayo de 1812:
expuso que desde febrero de 1810 a marzo de 1812 se habían invertido
3.703.902'29 rs. mrvs. en contribuciones, suministros y gastos del ejército,
más 1.758.167 reales de perjuicios causados al vecindario por motivo de la
guerra hasta julio último, y el incalculable daño causado después,
"principalmente durante la construcción del fuerte pues que este pueblo ha
quedado reducido a menos de la mitad de la población siendo destruido lo
restante para con sus materiales recurrir a la fortificación construida por
cuya razón se han aminorado los capitales y de consiguiente ha quedado la
corta población reducida a una mendiguez y en la mayor miseria". No es
posible calcular al detalle los gastos desde el 1 de abril de 1812 hasta la
evacuación de la guarnición en agosto, pero los expedientes de repartos
vecinales nos permiten establecer un umbral mínimo de medio millón, que
con los gastos anteriores vendrían sumar una cifra cercana a los seis millones
de reales.
En julio de 1812 el ordenador jefe del Ejército del Centro remitió a los
corregidores y municipalidades de la prefectura de Xerez instrucciones sobre
el procedimiento de liquidación de los suministros hechos a las tropas
francesas desde su entrada en Andalucía. Para ello se pidió formar el estado
de las sumas entregadas en la Tesorería de Contribuciones de Jerez, las
pagadas a los Haurie y a los comandantes militares; estado con separación
por meses y clases de los bonos de suministros a la tropa; estado de los
recibos de efectos entregados en los almacenes militares; estado de
caballerías requisadas para la remonta y de cualquier otra entrega
extraordinaria y no prevista. Desde luego aquella liquidación no llegó a
159
AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 29.
160
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 24.
118
verificarse. Y lo que no sospechaban los villamartinenses es que las carretas
y bueyes que tan insistentemente se pedían en aquellas fechas, para la
formación del parque de Jerez, se emplearían en la evacuación de la tropas
francesas de Andalucía.
13.2. La remonta del ejército imperial
Las requisiciones de caballos y gastos de remonta sólo son un aspecto a
tratar en el capítulo de suministros y gastos para sostenimiento del ejército
imperial, pero hemos optado por dedicarle un epígrafe específico, por
permitirlo la documentación conservada y en consonancia con el tratamiento
que se ha dado a la remonta durante la etapa previa a la ocupación francesa
de Andalucía.
Villamartín hubo de contribuir a la remonta de diversos cuerpos de
caballería francesa. El método de exacción de las nuevas autoridades se
diferenció del practicado por las españolas en no requerir todos los animales
de determinadas cualidades, sino un determinado número de caballerías que,
caso de no poder satisfacerse, debían ser compensadas por un pago en
metálico. Los mandamientos llegaban de Jerez y Arcos de la Frontera, pero
no se formaron expedientes específicos y a veces carecemos de información
sobre las medidas tomadas para su cumplimiento. Hallamos noticias de
incautaciones en los legajos de suministros, pero no siempre se especifica el
número de caballos, sus propietarios, importes y fecha de extracción; en
ocasiones no tenemos medios para decidir si dos textos se refieren o no a la
misma operación. En consecuencia, los resultados obtenidos tras el estudio
de este período son forzosamente incompletos en lo que se refiere al número
de animales y propietarios afectados, aunque los censos de 1812 nos
permiten constatar los perniciosos efectos de los casi tres años de ocupación
sobre la yeguada161.
161
La documentación utilizada en esta sección procede de AMV, leg. nº 96 (año 1810)
doc. nº 4; leg. nº 97 (año 1811) docs. nº 17, 22 y 23; leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 29.
119
El primer proceso de remonta del que tenemos noticia es el del
Regimiento de Dragones nº 1, mandado por el coronel Dermoncourt; el
mariscal Soult decretó en septiembre de 1810 que la ciudad de Jerez y su
distrito proporcionasen 69 animales de los que tres correspondieron a
Villamartín, pero pasaron los meses sin que el Ayuntamiento los enviase. La
remonta del 5º de Cazadores, que precisaba 40 caballos del distrito de Arcos
de la Frontera, fue decretada por el mariscal Víctor y en febrero de 1811 se
ordenó que un comisionado municipal acudiese a Arcos con el último
registro de yeguas, para que el reparto se hiciese en proporción a la yeguada
de cada municipio. El documento no fue presentado y en el reparto se reguló
a Villamartín como a Bornos, a quien había correspondido contribuir con
seis. Pasados dos meses, se recibió un oficio del corregidor de Arcos
previniendo que urgía reunir los caballos pedidos al distrito para la remonta
del 5º de Cazadores y no se tardó en suministrar tres yeguas, mientras
quedaban sin remitir las solicitadas para el 1º de Dragones. Tras las órdenes
transmitidas por el corregidor arcense estaba la mano de los coroneles Ismert
y Bonnemains, cuyos regimientos estaban acantonados en Arcos y las
autoridades locales procuraban contentarlos y cumplir sus órdenes con el fin
de granjearse su protección y evitar apremios militares. Interesaba
suministrar caballerías a Bonnemains, de quien podía depender el inmediato
bienestar, antes que a los dragones de Dermoncourt.
Apenas habían transcurrido dos semanas cuando se requirieron otros
once caballos para el regimiento de Ismert, debiéndose presentar el día 22 en
Arcos número suficiente para que el coronel seleccionase los más apropiados.
El número de animales requeridos era esta vez excesivamente alto y los
ganaderos presentaron una partida de jamelgos y potrancas viejas inútiles
para el servicio, de modo que sólo se pudo escoger una yegua que luego hubo
de ser devuelta por vista defectuosa. No se podía reprochar incumplimiento
de lo ordenado pero, para evitar que volviesen a presentarse los desechos de
la yeguada, se dieron instrucciones de las cualidades que debían reunir los
animales: "se encarga se procuren a su gusto, pero es preciso que sean de
6 a 7 años y de la talla de 7 a 8 pulgadas, si no se quiere que el pueblo
tenga que desembolsar 450 francos que vale la remonta". El propio barón
Ismert ordenó que los once animales se remitiesen sin falta, debiendo tener
120
de seis a siete años y "cuatro pies ocho pulgadas de talla", pero se repitió el
desfile de bestias inútiles, pudiéndose escoger sólo una yegua. La segunda se
entregó pocos días después y el 5 de mayo se requirieron las nueve que aún
faltaban para completar la remonta. El coronel emprendió viaje a Jerez de la
Frontera, quedando al mando de la tropa y a cargo de la remonta el jefe de
escuadrón Redon, quien notificó que, si no podían enviarse todas las yeguas
a la vez, las mandasen a medida que las hubiese de la talla y edad prescritas y
que urgía mucho el envío de una para un dragón que tenía a pie. Y para
complacer a monsieur Redon se remitió la que pedía con tanta urgencia, pero
nada más. Precisamente entonces se recibió un comunicado de Jerez
recordando que en diciembre se habían solicitado tres caballos para la
remonta del 1º de Dragones y que el envío no se había verificado; ahora se
exigía que se pusiesen inmediatamente a disposición del oficial encargado de
dicha remonta y se prevenía que fuesen "herrados a la francesa y con ronzal
nuevo de cuero y sus cabezadas". Pero de nada valieron los decretos de Soult
y las urgencias de la caballería imperial; el día 23 se contestó que las yeguas
de todos los criadores habían ido a Arcos para la remonta del 2º de Dragones
y que fueron rechazadas por no guardar las cualidades requeridas.
Redon seguía esperando los caballos de su escuadrón y el 27 de mayo
exigió la inmediata remisión de los ocho que faltaban para completar el cupo
o el abono de 1.800 reales por cada animal no presentado. Y tampoco esta
vez pudo ser complacido. El general Antonio Begines de los Ríos descendió
de la serranía al frente de la 1ª División del 4º Ejército, pernoctando el 29 en
Villamartín. El general regresó pronto a la sierra, pero sus hombres quedaron
en el umbral de la campiña. Cuando Ismert regresó de Jerez encontró la
comarca infestada de guerrilleros y los caballos sin entregar, y el 3 de junio
se dirigió a la corporación municipal en términos amenazantes:
"Deben Vds. suministrar ocho caballos para completar el contingente
pedido por el Sr. Mariscal Duque de Bellune, y como no se ha
verificado, me veo en la precisión de irlas a buscar a esa villa, a menos
que las envíen Vds. mañana por la mañana a las cinco a Bornos
viniendo juntamente el Corregidor, lo que no sucediendo tendrán Vds.
prontas 400 raciones para la tropa que me acompaña".
121
El coronel francés no admitía más dilación: si no se entregaban de
inmediato iría personalmente a buscarlos; y estando el enemigo en las
cercanías no lo haría sin numerosa escolta. El corregidor Alonso Chacón
estimó que no era buen negocio avituallar a la tropa de Ismert, además de no
ser conveniente su presencia en Villamartín mientras continuaban rondando
los hombres de Begines, y contestó que no disponía de caballos y estaba
dispuesto a satisfacer los 1.800 reales exigidos por cabeza. Pero también el
pago en metálico se hizo esperar; Alonso Chacón alegaba necesitar tiempo
para convocar a los criadores y reunir la cifra requerida, pero la causa de la
demora era la permanencia en Villamartín del Escuadrón de La Romana y
varias partidas de guerrilla. El francés comenzaba a poner en entredicho la
lealtad del corregidor y en correspondencia de 8 de junio decía:
"No he podido disimularle el descontentamiento que me da la
retardación en no pagar más pronto lo que toca a la villa de
Villamartín sobre el importe de las yeguas. No me parece a mí preciso
juntar los criadores por eso: una suma de dinero tan pequeña se debe
encontrar al instante, y mucho tiempo ha que no deberíamos tratar más
de este asunto. / Sentiría mucho para ustedes que lograsen de la
presencia del enemigo para traer estas tardanzas. Espero que me
probaran pronto el contrario".
El mismo día remitió Ismert un ultimátum, con amenaza de retirar su
protección y concediendo veinticuatro horas para abonar el importe debido.
Varios vecinos facilitaron la cantidad de 14.432 reales: a 14.000 ascendía el
importe de las yeguas, 32 eran para gastos del emisario y no es difícil
imaginar el destino de los 400 restantes. Un emisario partió de Villamartín a
las doce de la noche, cabalgó hasta Arcos amparado por la oscuridad y
regresó, habiendo cumplido su comisión, con el recibo de once yeguas. El
obsequio de 400 reales garantizaría la permanencia de la municipalidad bajo
la protección del coronel francés.
Hemos topado con uno de aquellos casos de corrupción administrativa
que tanto debieron abundar en los territorios gobernados por los mariscales
122
del Imperio. En los expedientes de suministros a las tropas constan "veinte
y dos mil reales vellón valor de once caballos suministrados al Regimiento
nº 2 de Dragones Imperiales, a razón de dos mil reales cada uno, como lo
comprueba el recibo que acompaña nº 11". El importe de las yeguas
requisadas es inferior al consignado en la nota. El barón Ismert consignó en
el recibo una cantidad que superaba en unos 3.000 reales la efectivamente
desembolsada por Villamartín a cambio de una gratificación de menor
cuantía; el Ayuntamiento obtuvo así el justificante de un gasto que debía
serle reintegrado por la prefectura o por la administración militar. De este
modo el negocio satisfizo a todos: el decreto de Víctor fue (aparentemente)
obedecido, los criadores conservaron sus caballos, el corregidor aseguró el
padrinazgo del honorable Ismert, quien recibió una nada despreciable dádiva,
y se hinchó el valor de los caballos cuyo importe debía reintegrarse al
municipio; al mismo tiempo, las tropas españolas se aprovisionaban en la
villa sin la inoportuna presencia de los dragones de Arcos y el corregidor se
mostraba ante el general Begines como el más contumaz patriota.
Se han hallado otros casos con indicios de irregularidades. En el legajo
98 encontramos una cuenta de "treinta y cuatro mil ochocientos reales vellón
por valor de diez y nueve yeguas escogidas en las yeguadas de esta villa
para el Regimiento de Cazadores nº 5 a razón de mil ochocientos reales
cada una". Es difícil creer que cada una de las yeguas "escogidas" se
apreciase en 1.800 reales; en las requisas cada animal es apreciado
individualmente, y entre los 26 potros y yeguas llevados por el ejército
imperial de cuyo aprecio ha quedado constancia no se encuentra ninguno
cuyo valor sobrepase los 1.320 reales. La excesiva cantidad de 1.800 no es
el precio real, sino la cuantía de la multa que se debía abonar por cada yegua
no presentada: en el legajo 97 hay una nota de tres yeguas llevadas a Arcos
para la remonta del 5º de Cazadores y fueron tasadas en 1.320 reales. El
barón Bonnemains acudió a los criadores sacando cuatro animales el 7 de
agosto de 1811 y seis el día 12: ninguno de ellos superaba el importe de
1.300 reales.
123
14. Política anticlerical y nacionalización bienes
Antes de la ocupación militar de la península, la Francia ilustrada era ya
dibujada por los españoles como una nación impía y atea; aquella imagen se
consolidó con el saqueo de las iglesias de Córdoba por la soldadesca de
Dupont y a partir de entonces la guerra de la Independencia tomó el cariz de
una cruzada por la religión. Todavía hoy es frecuente la representación de las
tropas napoleónicas como una legión demoníaca que arrasaba, expoliaba e
incendiaba cuantas imágenes de santos, ermitas y conventos encontraba a su
paso. La realidad dista de la imagen difundida por la propaganda
antifrancesa. El Estado bonapartista era oficialmente católico y públicamente
mantenía una actitud respetuosa hacia la religión. Eso sí, la política
eclesiástica de José I, lejos del tradicional conservadurismo español, se
distinguió por un reformismo ilustrado que condujo a la supresión de
conventos y desamortización de bienes del clero regular.
Uno de los cuatro decretos expedidos por Napoleón el 4 de diciembre de
1808 en Chamartín redujo en dos tercios el número de conventos existentes
en España, suspendió la admisión de novicios y profesiones religiosas,
concedió una pensión a los religiosos que se secularizasen, aumentó la
asignación del clero secular y confiscó los bienes de los conventos
suprimidos, destinando la mitad de su valor a afianzar los vales reales y
demás efectos de la deuda pública y la otra mitad a indemnizar a provincias y
ciudades los gastos ocasionados por la guerra. Luego José I dispuso mediante decreto de 18 de agosto de 1809- la total supresión de las órdenes
religiosas162.
En Villamartín existían tres conventos: San Juan de Dios, San Francisco
y el de las monjas concepcionistas. Con fecha de 10 y 14 de abril de 1810 se
recibieron órdenes del corregidor subdelegado de rentas de la provincia
pidiendo información sobre la supresión de conventos: cuáles se habían
suprimido, quién había secuestrado sus bienes y quién los administraba. El
Ayuntamiento respondió que se habían suprimido los de San Juan de Dios
y San Francisco; que no se había dado destino a las fincas del primero ni a
162
J. MERCADER RIBA: op. cit., págs. 458 y 462-466.
124
sus semovientes, pero que se había formado el inventario de sus bienes y
rentas; que las alhajas de plata se habían entregado al coronel de caballería de
Arcos y que aún no se había nombrado administrador para dichos bienes
nacionales163. La clausura del convento de San Juan de Dios debe situarse
entre el 21 -fecha de salida del último paciente ingresado en la enfermería- y
31 de abril de 1810. El convento femenino no fue suprimido y en 1811 tenía
12 monjas164.
Las propiedades de los conventos suprimidos se convirtieron así en lo
que se denominó "bienes nacionales", es decir, propiedad estatal. También la
hacienda La Granja, propiedad de los monjes jerónimos de Bornos, fue
nacionalizada y gestionada por el administrador de bienes nacionales de
Villamartín. Del edificio del convento de San Juan de Dios sabemos que fue
designado en agosto de 1811 sede de la Junta de Contribuciones165,
transformándose así en oficina donde se formaban los estados de caudales, se
repartían y recaudaban las contribuciones y, quizás también, se almacenó el
fruto de la cobranza en especie. Ser propiedad del Estado no impidió que el
convento de San Juan de Dios fuese afectado por las obras de fortificación en
1812 ni que La Granja fuese saqueada por la soldadesca francesa y un
batallón de polacos en octubre de 1811; este último incidente quedó
registrado en un oficio del administrador de bienes nacionales, Andrés de
Zúñiga y Guerrero, al corregidor:
"Por uno de los sirvientes de la hacienda de la Granja perteneciente a
los Bienes Nacionales de esta villa que administro, se me acaba de dar
163
AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 7.
164
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 8. Juan Mercader ha señalado que el gobierno
josefista también quiso hacer desaparecer las congregaciones femeninas, pero para ello
empleó "métodos más suaves y persuasivos, a fin de que las propias monjas abandonasen su
clausura voluntariamente y se retirasen a casa de sus parientes u "otras de personas
honradas", anunciándoles que si lo hicieran recibirían una pensión de 200 ducados anuales.
De lo contrario, como muchos conventos fueron suprimidos, no les quedaría otra opción
para seguir la vida monástica que la de acogerse a otras comunidades que les designase el
colector general de conventos, de acuerdo con el ministro del ramo" (J. MERCADER RIBA:
op. cit., págs. 479-478).
165
AMV, LAC, sesión de 11/8/1811.
125
noticia como la división de tropas imperiales compuesta de un batallón
de Polacos nº 4, y otro del regimiento de Infantería Ligera nº 16 han
asolado la huerta de dicha hacienda, y en ella destruido cuantos
muebles había con quebrantamiento de varias puertas; y entre ellas la
de la bodega en que han derramado toda la cosecha de caldos que
contaba de más de 900 arrobas de mosto producidas del corriente
año"166.
Además de las propiedades conventuales se mandó secuestrar los bienes
de todos quienes residiesen en territorio dominado por los llamados
"insurgentes", tal era el caso del marqués de las Amarillas. Gerónimo Girón
y Moctezuma, marqués de las Amarillas, fue miembro de la Junta de
Gobierno nombrada por Fernando VII antes de marchar a Bayona y dimitió
cuando se designó a Murat presidente de la misma, pero luego se manifestó
partidario de los Bonaparte y el 28 de julio de 1808 fue nombrado miembro
del Consejo de Estado de José I; el 8 de marzo de 1809 fue confirmado como
consejero, pero el 1 de octubre -titulado ya exmarqués de las Amarillas- fue
privado de su empleo por orden del rey y borrado de la lista de miembros del
Consejo de Estado167. Gerónimo Girón había huido de Madrid en agosto de
1809 para pasar a la zona libre de la ocupación francesa, pero fue detenido
por orden de la Junta Central y encausado por sospecha de infidencia; su hijo
Pedro Agustín logró que se le permitiese residir en La Carolina; al invadir los
franceses Andalucía pasó a Ayamonte y de allí a Cádiz, donde residió hasta
1812168.
El marqués de las Amarillas poseía el mayor capital de Villamartín
cuando Joaquín María Sotelo ordenó secuestrar sus bienes en mayo de 1810.
Según el estado de caudales del vecindario formado en junio de aquel año,
poseía la hacienda El Rosalejo con sus 300 aranzadas de olivar y 24 de viña,
166
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 36.
167
M. ARTOLA: La España de Fernando VII, pág. 39; J. MERCADER RIBA: op. cit.,
págs. 139-146.
168
P.A. GIRÓN, MARQUÉS DE LAS AMARILLAS: op. cit., vol. I, págs. 43-45 y 314317; vol. II, págs. 58-69.
126
120 fanegas sembradas de cereal (¿arrendadas del común o de la villa?), los
huertos de Alcaudete, dos molinos de pan, dos molinos de aceite, cuatro
casas, un mesón, 24 cabezas de ganado yeguar, 50 de ganado vacuno, 600
lanares, 100 de cerda y 10 asnales. Un oficio de 4 de marzo de 1812 del
administrador de bienes nacionales al corregidor de Villamartín indica que el
secuestro aún no se había practicado casi dos años después de cursarse la
orden, pero no sabemos con exactitud la situación en que estuvieron aquellas
propiedades durante 1810 y 1811, pues el plan de capitales formado en 1811
no incluye al marqués con el resto de los vecinos ordenados por las calles de
su residencia y sí a continuación de los bienes manos muertas (fábricas
parroquiales, patronatos, propiedades conventuales y de cofradías) y de los
bienes nacionales. En el nuevo reglamento de capitales formado en 1812
aparecen ya como confiscados. La relación de bienes nacionales que se
encuentra en este mismo documento no incluye los conventos, la hacienda La
Granja ni dos casas que aparecían como tales en 1811, pero no tenemos
conocimiento de que hubiesen sido enajenados bienes nacionales del término
de Villamartín169.
CUADRO nº 9
Bienes nacionales en Villamartín (1811)
Dos casas en c/ San Sebastián
Una casa en el Puerto de los Lobos (?)
23 aranzadas de olivar en Pajarete
23'5 fanegas de tierra en los ruedos
30 fanegas de tierra en las Rozas
4 cortinales en los ruedos
Hacienda La Granja
Valor (rs.)
Producto (rs.)
20.000
2.500
23.000
7.050
6.000
1.350
60.000
1.060
242
1.320
1.000
500
361
3.300
FUENTE: AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 14.
169
AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 7; leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 14; leg. nº 98
(año 1812) doc. nº 5; sobre la administración y venta de bienes nacionales en la Prefectura de
Xerez, véase C. MUÑOZ DE BUSTILLO ROMERO: op. cit., págs. 295-330 y 398-417.
127
CUADRO nº 10
Bienes nacionales y secuestrados al marqués de las Amarillas (1812)
BIENES NACIONALES
Una casa en c/ San Sebastián
22'5 fanegas de tierra en el Cerrillo de los Carneros
0'5 fanega de cortinal en los ruedos
23 aranzadas de olivar en Pajarete
30 fanegas de tierra en las Rozas
BIENES SECUESTRADOS AL MARQUÉS DE
LAS AMARILLAS
Cuatro casas en la villa
Una huerta en la rivera del Serrecín
Los huertos de Alcaudete con un molino de pan
300 aranzadas de olivar y 24 de viña (Rosalejo)
Cortijo Alberite
Valor (rs.)
10.000
9.000
200
27.000
3.000
Valor (rs.)
68.000
10.000
35.000
851.000
37.000
FUENTE: AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 5.
15. La liberación
La ofensiva emprendida por Wellington en junio de 1812 contra el
ejército francés de Portugal culminó el 22 de julio con la victoria
anglohispana de Arapiles, que implicó la amenaza directa del camino de
Madrid y obligó a replegar las tropas francesas de Portugal y Andalucía. El
rey José Napoleón I pensaba conservar Madrid y el 29 de julio ordenó a
Soult evacuar Andalucía, pero el cumplimiento de la orden se dilató finales
de verano. El cerco de Cádiz no se levantó hasta la noche del 24 de agosto,
doce días después de la entrada de Wellington en Madrid, y el ejército de
128
Soult se dirigió a Valencia, donde debía unirse a los ejércitos del rey y del
mariscal Suchet170.
Las guarniciones francesas de los pueblos de la Sierra de Cádiz se
retiraron el 25 de agosto. A las 9 de la noche evacuaron la ciudad de Arcos y
su castillo, dejando muchos pertrechos de guerra y abundantes provisiones, y
en seguida salieron de Bornos. El parte de operaciones de 26 de agosto del
general Francisco Ballesteros decía:
"En la noche de ayer evacuaron los enemigos toda la línea del
Guadalete, Ronda, y los puntos de Olvera, Zahara y Teba; volaron las
fortificaciones, clavaron la artillería, e inutilizaron las municiones:
seguidamente ocuparon mis tropas a Ronda y Villamartín. Estoy
preparado para si el enemigo ha dejado fuerzas en el sitio de Cádiz
marchar sobre ellas, segun V.E. me previene, y si lo han evacuado
enteramente, seguir su retirada"171.
La Junta municipal que en enero juró obediencia y sumisión a José
Napoleón I, viéndose ahora liberada del "yugo de la tiranía" y expelidos de
su suelo "los monstruos de la destrucción y los enemigos de la naturaleza",
se apresuró a hacer presente a la Regencia que la reconocía como su gran
liberador y que todos los habitantes de Villamartín estaban "lo más
proporcionados para obedecer sus preceptos, como hasta aquí, en nombre
de nuestro católico monarca el señor don Fernando Séptimo, derramar su
sangre y sacrificar sus personas y propiedades por defensa de sus legítimos
derechos hasta que se extermine y borre del libro de los vivientes el
usurpador general de la Europa"172.
El 6 de septiembre se juró la Constitución en la iglesia de San Francisco,
con la celebración de una misa solemne. El presbítero Juan María del Río -de
170
M. ARTOLA: La España de Fernando VII, págs. 277-284.
171
"PARTE Del Excmo. Sr. D. Francisco Ballesteros del 26 de Agosto; sobre la toma de
Ronda y Villamartín. Y otro del xefe del estado mayor del canton de la isla de León",
Imprenta de D. Manuel Muñoz Álvarez, Sevilla. El documento es reproducido en M.
HIDALGO ROMERO: op. cit.
172
AMV, LAC, sesión de 1/9/1812.
129
El acta capitular de 5 de septiembre de 1812 registra el acuerdo de
jurar la Constitución gaditana por el Ayuntamiento de Villamartín
y el reconocimiento de Fernando VII como legítimo monarca.
130
quien se dijo que "tan liberal era que podía llamarse demócrata"173- explicó
a los fieles congregados, que eran "casi todas las personas de distinción del
pueblo y otras muchas de todas clases", las ventajas que proporcionaba la
Constitución y la obligación que tenían de jurarla y obedecerla. La
Constitución fue leída desde el púlpito por el escribano Andrés de Zúñiga y
se juró "ante el Sacramento defender, guardar y obedecer la citada
Constitución, al Rey, a las leyes, la Pura y Limpia Concepción de María
Santísima [y] demás artículos y misterios de nuestra santa fe católica". La
ceremonia finalizó con el cántico del Te Deum, redoble de campanas y salvas
de fuego. La Junta municipal dispuso que los días 8, 9 y 10 se celebrasen
cultos solemnes, repiques, salvas, iluminación general, corridas de toros y
otros festejos "para acabar de enjugar las lágrimas y gemidos con que nos
ha oprimido el tirano de la Europa"174.
16. Gastos de guerra y sostenimiento de los ejércitos nacionales (18121813)
16.1. Contribuciones y suministros
Los gastos de guerra continuaron después de la evacuación de las tropas
francesas, pero en cuantía muy inferior a los de la etapa de ocupación. El
importe de la Contribución Extraordinaria de Guerra establecida por Decreto
de la Junta Central de 12 de enero de 1810 y vigente en todo el territorio
liberado se calculó inicialmente a Villamartín en 1.657'14 rs. mrvs.; en abril
de 1813 se calcularon 1.590'27 mensuales y el total a pagar por los últimos
seis meses de 1.813 ascendía a 11.827'30175. En todos los casos se trata de
cantidades muy inferiores a la contribución para sostenimiento del ejército
francés que -recuérdese- subía de 75.000 reales mensuales.
Se continuó franqueando suministros a tropas nacionales transeúntes al
menos hasta finales de 1813. Durante el último cuatrimestre de 1812 se
suministró al Estado Mayor del 4º Ejército y numerosas unidades militares
173
R. DE LOS RIOS Y MASIDE: op. cit.
174
AMV, LAC, sesión de 6/9/1812.
175
AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 15; leg. nº 99 (año 1813) docs. nº 14 y 25.
131
entre las que se encuentran la Infantería de Navarra, Infantería de Cantabria,
Húsares de Toledo, Escuadrón de La Romana, Guardias Españolas,
Infantería de Madrid, Dragones de Madrid, Dragones de Villaviciosa,
Húsares de la Mancha, Escopeteros de Jerez, Infantería de Ronda, Guardias
de Corps, Infantería de África, Infantería de España, Real Cuerpo de
Artillería, etcétera. En 1815 se hizo el resumen para la liquidación de
suministros a tropas españolas y partidas desde 1810 hasta 1813. Después de
presentados y revisados los recibos por la Contaduría del Ejército de Sevilla,
su importe se fijó en 727.518'29 rs. mrvs. para cuya liquidación efectiva se
requirió el pago de todas las rentas provinciales atrasadas hasta 1814 -que las
había desde 1806- y el de las correspondientes a la etapa de ocupación
francesa. La liquidación de los suministros no se hizo efectiva, después del
pago de rentas atrasadas, al menos hasta 1825176.
CUADRO nº 11
Importe de suministros cuatrimestrales a tropas españolas transeúntes
durante el último cuatrimestre de 1812 y año 1813 por los que se entregaron
recibos
Raciones de pan
Raciones de carne
Raciones de vino
Raciones de aceite
Raciones menestra
Raciones de tocino
Raciones de cebada
Raciones de etapa
Raciones de paja
Arrobas de leña
Pares de zapatos
En metálico
Importe en rs. mrvs.
3º 1812
15.768
9.831
2.007
617
2.595
323
95
230
2
7.420
1º 1813
1.965
11
4
542
742
2
95
157
27
148
2º 1813
424
14
62
19
336
5
-
3º 1813
446
4
19
139
117
662
49
34
2
-
TOTAL
18.603
9.842
2.015
1.192
3.541
2
554
1.250
311
34
4
7.568'00
122.357'17
9.534'16
1.899'19
2.787'23
136.579'40
FUENTE: AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8.
176
AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8.
132
CUADRO nº 12
Suministros cuatrimestrales a tropas españolas transeúntes por
los que se entregaron recibos (1810-1813)
CUATRIMESTRE
1º 1810
2º 1810
3º 1810
1º 1811
2º 1811
3º 1811
Rs. mrvs.
CUATRIMESTRE
Rs. mrvs.
1º 1812
2º 1812
3º 1812
1º 1813
2º 1813
3º 1813
62.772'12
4.441'26
13.783'12
223.533'20
100.425'06
133.516'12
TOTAL :
2.865'17
59.959'22
122.357'17
9.534'16
1.899'19
2.787'23
737.827'02
FUENTE: AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8.
16.2. Requisición general para la remonta del 4º Ejército
Las requisas de ganado caballar prosiguieron tras la liberación de
Andalucía en agosto de 1812, de nuevo para remonta de las tropas españolas.
Tenemos en primer lugar la dispuesta por Francisco Ballesteros, capitán
general de Andalucía y general en jefe del 4º Ejército, quien confió al conde
de Corrés una requisa de "caballos o yeguas machorras de mucha alzada y
resistencia para que puedan servir con utilidad desde luego como
igualmente de toda montura". Los animales incautados el día 20 fueron dos
caballos, ocho yeguas, ocho potros y una potranca entre los que se
encontraban una yegua dispersa y las cabalgaduras de cuatro malhechores
encarcelados en la villa. Un comisionado marchó a Écija con diecinueve
animales cuyos aprecios oscilaban entre 1.000 y 1.400 reales (no fueron
tasados los dos caballos y dos yeguas de los reos). Respecto a las monturas,
el Ayuntamiento informó que todas fueron entregadas a las tropas "en su
primera entrada por Abril de 1810, y siguientes [...] sin que haya en el día
133
algunas ni ocasión de haberlas repuesto por no haber vuelto a montar estos
vecinos ganado alguno caballar".
La Regencia comisionó al coronel Antonio de Rojas, comandante de
escuadrón agregado al Regimiento de Cazadores de España, para que pasase
a las provincias de Andalucía para hacer una requisa general; con el objeto de
coordinar las todas las operaciones, lo nombró comisionado único para toda
la región. El 29 de noviembre llegó a Villamartín un delegado suyo que
ordenó le fuese presentada una relación de las personas que hubiesen
requisado caballerías desde la retirada del enemigo, su número y de orden de
quién lo habían practicado. El 3 de diciembre se le entregó además un censo
de caballos padres, yeguas de dos años arriba y potros de dos y tres años,
siendo embargados cinco animales que se tasaron en 5.900 reales177.
17. Alegaciones presentadas por el Ayuntamiento para ser eximido del
alistamiento de 1812
Una de las más urgentes preocupaciones de las autoridades españolas
tras la evacuación de Andalucía por las tropas francesas en el verano de 1812
fue reforzar el ejército. Para ello se tomaron las medidas de reincorporar a
filas a los desertores y dispersos residentes en el recién liberado Reino de
Sevilla y ordenar un nuevo alistamiento. A partir del 4 de septiembre se
presentaron al Ayuntamiento de Villamartín diez desertores y dispersos que
fueron conducidos a la Isla de León y puestos a disposición del brigadier
Nazario Eguía178. La Real Orden de 2 de septiembre de 1812 dispuso que el
Reino de Sevilla contribuyese a la formación del ejército nacional con 15.000
hombres de las tres primeras clases de la clasificación establecida por la Real
Orden de 4 de enero de 1810 y a Villamartín se asignó el cupo de 44, pero
sólo 18 de los 379 vecinos censados pertecían a las tres primeras clases:
177
Documentos relativos a requisas posteriores a la evacuación francesa en AMV, leg. nº
98 (año 1812) doc. nº 3.
178
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 12; leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 3.
134
"resulta haber en la 1ª clase 16 individuos casi todos inútiles por haber
sido anteriormente desechados por defectuosos; 1 en la segunda
enfermo; otro en la 3ª de más de 40 años; 24 en la 4ª, los más inútiles; y
83 en la quinta, cargados de hijos".
El Ayuntamiento notificó los resultados al intendente general del
Ejército de Andalucía, Francisco Laborda, atribuyendo la escasez de hombres
al alistamiento ordenado por Ballesteros en 1811 y a la conducción de
dispersos en octubre; el número de vecinos incorporados a filas en anteriores
alistamientos triplicaba el cupo ahora asignado y por este motivo se solicitaba
que no se privase al municipio de los pocos brazos útiles que restaban para la
agricultura. El intendente contestó que el cupo se rebajaría a la mitad si el
Ayuntamiento demostraba haber cumplido el que le correspondió en 1808. El
Ayuntamiento alegó entonces que no sólo había cubierto el de 1808, sino que
además se remitieron 30 hombres a la Junta de Sevilla en 1809 y 79 a
Ballesteros en 1811, más los 10 dispersos recientemente conducidos a la Isla
de León:
"y aunque quisiera en continuación con sus acreditados servicios a la
patria, cumplir con la remesa del número que ésta le pide nuevamente,
ve es moralmente imposible su ejecución por no haber otros algunos
más que los pocos que constan del alistamiento y que ninguno, por su
edad, ni circunstancias, en sus personas y salud, le encuentra esta
Justicia capaz de poder tomar las armas por ahora".
Las incesantes reclamaciones de Villamartín, Marchena, Utrera,
Montellano y otros municipios fueron atendidas por la Real Orden de 1 de
febrero de 1813 del Consejo de Regencia, que disponía que a los pueblos que
-habiendo ya obtenido la rebaja de la mitad del cupo por haber cumplido con
el alistamiento de 1808- se hallasen en el caso de tocar a todas las clases de la
Real Orden de 4 de enero de 1810 por haber sido sus mozos reclutados en los
últimos años por disposición de los generales se les rebajaría el número de
éstos de la mitad del cupo restante, con la condición de poder justificarse que
los mozos prestaban servicio o habían fallecido en el mismo. El
Ayuntamiento de Villamartín envió al intendente general Laborda
135
testimonios, certificaciones y recibos de los incorporados a filas en 1808,
1809 y 1811; no pudiéndose presentar inmediatamente los certificados
originales de los comandantes de los regimientos donde servían los
reclutados por Ballesteros, se incluyó la relación de cuerpos donde -según
resultaba de la indagación hecha entre padres y familiares- habían sido
destinados. Cuando Laborda exigió los certificados originales de los
comandantes de regimiento, el Ayuntamiento apeló a la Regencia alegando
que la Real Orden de 1 de febrero de 1813 no precisaba que el justificante
debiese ser de tal naturaleza y solicitando que se considerasen suficientes los
testimonios de familiares hasta tanto se obtuviesen los certificados de los
comandantes. No hemos hallado la respuesta de la Regencia, pero tampoco
recibo ni noticia de remisiones de mozos, por lo que creemos que las
insistentes alegaciones fueron finalmente atendidas y el municipio quedó
exento de contribuir con hombre alguno a la formación del nuevo ejército
que se reclutaba en el Reino de Sevilla179.
En el curso de nuestra exposición se han mostrado datos de
villamartinenses que eludieron el servicio o desertaron de sus regimientos,
pero no debemos olvidar a quienes combatieron sin tregua al enemigo.
Permanecen en el anonimato los nombres de quienes pelearon en Bailén a las
órdenes de Castaños y hallaron la muerte en Tudela o Cascante;
desconocemos los campos donde muchos batallaron, perdieron la vida o
alcanzaron la victoria. Los alistados de 1808 sirvieron en el Regimiento de
las Cuatro Ordenes Militares y en el Regimiento de África. Otros sirvieron en
el Regimiento de Guardias de Infantería Española, Regimiento de Ciudad
Real, 2º Regimiento de Jaén, Regimiento de Marina, Regimiento de Navarra,
Regimiento de Voluntarios de Madrid, Regimiento de Zamora, 2º
Regimiento de Infantería de Irlanda, Batallón de Tiradores de Doyle y
Regimiento de Voluntarios de Ubrique. A comienzos de 1813 estaban once
villamartinenses en el Depósito de la Isla de León, diez habían sido
licenciados por haber quedado inútiles e inhábiles para el servicio y muchos
otros habían caído en el campo de batalla...
179
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 11 y leg. nº 99 (año 1813) doc. nº 12.
136
El número de villamartinenses incorporados a los ejércitos nacionales
desde junio de 1808 es cercano a 150. A ellos habría que añadir un número
impreciso de vecinos que formaron la Partida de Villamartín. La cifra
adquiere todo su sentido cuando acudimos al censo de la población de
febrero de 1811 (anterior al alistamiento de Ballesteros): el municipio tenía
entonces 1.568 habitantes (811 varones y 757 mujeres) de quienes el 41%
eran menores de 16 años180. Y debemos considerar no sólo el aspecto
cuantitativo, sino principalmente el cualitativo: quienes marcharon al frente
eran parte de la población útil más apta para la labor agrícola y ganadera,
mientras en el municipio quedaron los tullidos, ancianos y enfermos
desechados por las comisiones de alistamiento. Los nombres de los fallecidos
y mutilados en el frente se suman a los grandes males infligidos por la
ocupación francesa y Guerra de la Independencia.
Cerramos estas páginas con el relato de un episodio de deserción
ocurrido cuando la guerra estaba próxima a su conclusión. El alcalde recibió
el 31 de diciembre de 1813 un oficio del sargento mayor del Regimiento de
Caballería de Montesa notificando que Juan Jiménez, que asentó plaza el 30
de agosto en la 2ª Compañía, había desertado. Debía ser prendido si se
encontraba en la villa y cualquier noticia de su paradero se comunicaría para
conocimiento del coronel del regimiento. El alcalde averiguó que el desertor
estuvo en casa de su padrastro, "quien no quiso recibirlo aunque le dijo que
venía con licencia temporal"; algunos vecinos dijeron que había desertado
para regresar a su antiguo regimiento, lo cual resulta poco creíble, pero otros
afirmaban "que dijo la misma noche que iba a echarse al contrabando, para
lo que salió a la madrugada siguiente para Ubrique"181. Quizá esta segunda
versión se acerque más a la realidad; la guerra ocasionó el abandono de los
campos, reducción del ganado, destrucción de los pueblos... el contrabando
era un modo de ganar la vida en tiempos difíciles.
180
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 8.
181
AMV, leg. nº 99 (año 1813) doc. sin numerar: "Año de 1813. Reales decretos por
números".
137
18. Los horrores de la guerra
Numerosos documentos de 1812 y 1813 describen los males padecidos
por Villamartín durante la ocupación francesa y dibujan un paisaje desolador.
En todos ellos se reiteran los mismos tópicos: abandono de los campos,
reducción del ganado, conducción de todos los hombres útiles al ejército y
demolición de cinco calles para la construcción del fuerte:
"Pero es de tener en la mayor consideración que a la salida de los
enemigos dejaron el pueblo en una lastimosa situación, que como es
notorio han asolado cinco calles sin haber dejado en ellas una sola
casa habitable, como es público en la comarca, llevándose los
materiales de todas clases de sus edificios para la construcción del
fuerte que formaron, quedando reducidos sus moradores después del
robo y saqueo que les hicieron en sus mismas casas en una completa
miseria, retirándose unos a los montes y otros a la serranía de Ronda, y
otros recogidos en otras casas del centro del pueblo entre amigos y
parientes que los favorecieron, y otros muertos de necesidad; sus
labores, único sustento de este pueblo, reducidas hoy las más pingües a
una tercera parte de lo que tenían antes, por la escasez de toda clase de
ganado que les han quedado particularmente del de labor para llevar
adelante sus comercios y granjerías; toda clase de tiendas y artes
destruidas por falta de operarios para llevarlos adelante, de forma que
este pueblo en la mayor parte se compone de escombros y apenas se
encuentra un hombre de vigor, pues que la mocedad toda sin distinción
se halla en los ejércitos nacionales, siendo la última saca de éstas de
sesenta y nueve hombres mozos y viudos sin hijos que había con talla y
sin ella de que arrastró el general Ballesteros en [noviembre] del año
anterior; por cuyos tan sólidos como verdaderos fundamentos y miseria
en que se halla constituida en la presente época esta villa, cuyo
vecindario no llega a trescientos vecinos útiles. Y que los más de los
cortijos del término labrados por hacendados forasteros, se han
138
retirado los más perdidos, dejándolos abandonados y sin que se
encuentre persona que los cuide"182.
Hemos de ser muy cautelosos ante relatos como el precedente. No son
descripciones neutras, sino exposiciones interesadas en subrayar el daño
causado por la ocupación enemiga. Sin duda fueron muchos y graves los
males sufridos durante la ocupación, pero creemos que el Ayuntamiento
extremaba los términos con la pretensión de eximir al municipio de nuevos
alistamientos de tropa y del pago de contribuciones. Por otra parte, los
estados de caudales y padrones de riqueza que nos permiten conocer el
estado económico del municipio son documentos susceptibles de ocultación
y siempre es arriesgado evaluar la disminución de riqueza a partir de ellos.
Aún así, no podemos eludir un breve balance de los efectos de la Guerra de
la Independencia sobre el municipio.
La principal fuente de riqueza de Villamartín era la agricultura y durante
la Guerra de la Independencia se advierte una progresiva reducción de la
superficie sembrada. Entre vecinos y hacendados forasteros tenían sembradas
9.181'5 fanegas de tierra en mayo de 1809183. Las tierras del término tenidas
por agricultores en julio de 1811 eran 20.460 fanegas que, si las suponemos
sembradas al tercio, serían unas 6.820; la Junta municipal decía que a las
12.199 fanegas de tierra que cultivaban los vecinos no podía cargarles
"producto alguno, así en el año anterior de 1810 como en el corriente por
cuanto en el primero fue la cosecha tan estéril, que el mejor apenas triplicó
la simiente, los más doblaron, y muchos no cogieron ni aún lo que
sembraron, de que les ha sobrevenido inconsiderable atraso,
particularmente a aquellos que no tenían otros objetos que la labor, y así se
evidencia por los aforos del año corriente de haberse sembrado en este
término la mitad del año anterior"; tampoco tuvieron beneficios en 1811
porque las partidas de serranos y tropas españolas se habían llevado "toda su
cosecha dejándolos en la mayor miseria"; y de las 8.261 fanegas que tenían
arrendadas labradores forasteros y debían estar sembradas al tercio, se decía
182
AMV, LAC, sesión de 10/12/1812.
183
AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 11.
139
que no lo estaban "por la decadencia de los colonos, falta de granos para su
cultivo y continuos daños que incesantemente le causan los serranos, por la
inmediación que tienen a sus pueblos, particularmente al Bosque, con quien
confina este término; por cuya razón todas las han abandonado, y están en
el día sin dueños que las labren para el año entrante de 1812"184. La
superficie sembrada por vecinos y hacendados forasteros en 1812 se reducía
a 4.694 fanegas de tierra185.
Consecuencia de la reducción de la superficie sembrada, malas cosechas,
robos y requisas, fue la carestía de grano y encarecimiento del trigo, pan y
cebada. El precio del pan aumentó progresivamente durante la ocupación
francesa, alcanzando en marzo de 1812 un precio cuatro veces superior al
que tuvo en 1810. Mientras se mantenía el precio de otras subsistencias y
productos, el de la ración de pan ascendía de 48 a 187 maravedís186. En esa
misma fecha el jornal del maestro albañil eran 6 reales, 2 el del peón y 6 el
del carpintero187. El pan no sólo era caro, sino que en 1812 se llegó al
extremo de dejar de amasarlo los panaderos por temor a que se les quitase
para suministrar a la guarnición del fuerte; se creó así una situación que el
corregidor Alejandro de las Cuevas describía como "hambre casi general" y
que se solucionó repartiendo entre los contribuyentes las raciones de pan que
diariamente se debía suministrar al fuerte:
"Están apurados todos los recursos de grano para suministro de
raciones para la guarnición y el fuerte; por cuyo motivo se notan faltas
a la hora de la distribución, en la que es necesario echar mano del pan
de los hornos, causándose en ello perjuicios a los labradores,
184
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 8.
185
AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 27.
186
Tomamos como referencia los precios cargados a las raciones suministradas a las
tropas francesas en el resumen de gastos remitido a la prefectura en abril de 1812 (AMV, leg.
nº 98 (año 1812) doc. nº 29). La diferencia de precios resulta aún mayor en el resumen de
suministros a tropas españolas, ascendiendo el precio de la ración de 30 maravedís en 1810 a
272 en el segundo cuatrimestre de 1812 (AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8).
187
Son los salarios devengados por los operarios de la obra del fuerte (AMV, leg. nº 98
(año nº 1812) doc. nº 25).
140
perentrines y panaderos públicos, que temerosos de que les tomen el
pan no quieren amasar; notándose por ello un hambre casi general"188.
CUADRO nº 13
Precios de raciones suministradas a las tropas
francesas, expresados en maravedís (1810-1812)
SEP 1810
OCT 1810
NOV 1810
DIC 1810
ENE 1811
FEB 1811
MAR 1811
ABR 1811
MAY 1811
JUN 1811
JUL 1811
AGO 1811
SEP 1811
OCT 1811
NOV 1811
DIC 1811
ENE 1812
FEB 1812
MAR 1812
PAN
GRANO
CARNE
VINO
PAJA
LEÑA
48
48
48
48
60
60
60
60
68
68
80
80
84
102
102
102
187
187
187
136
136
136
136
153
170
170
204
204
204
204
204
204
222
255
255
408
408
408
60
60
60
60
60
60
60
60
56
60
60
60
60
60
60
60
60
60
60
56
56
56
56
56
56
56
56
56
56
56
56
56
56
56
56
56
56
56
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
68
FUENTE: AMV, leg. nº 96 (año 1810) doc. nº 8. Elaboración propia.
La ganadería sufrió el impacto de la guerra, por ser requisadas unas
especies para servicio del ejército y otras para suministro de carne a las
tropas. Aunque aumentó el número de cabezas de ganado cabrío y, muy
ligeramente, el asnal (mulos, asnos, burros y jumentos), disminuyó el ganado
lanar, de cerda, yeguar y vacuno (Cuadro nº 14). El ganado vacuno
disminuyó en 199 reses; el número de bueyes y sus propietarios aumentó de
188
AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 13.
141
258 y 10 respectivamente en 1810 a 442 y 51 en 1812, lo que puede deberse
a una ocultación de ganado boyal en 1810 -en cuyo caso sería aún mayor la
reducción del ganado vacuno-, pero también a una simple inespecificación en
el registro de las reses boyales como vacunas. Más de un tercio del ganado
vacuno registrado en 1812 eran animales de labor (los propietarios de los
bueyes eran labradores y pegujaleros) y entre los animales restantes existe
una importante proporción de reses jóvenes menores de tres años (Cuadro nº
15). Tanto el número de reses jóvenes como el de bueyes duplica el de vacas
adultas y creemos que ello es efecto de la requisición y sacrificio de animales
adultos no empleados en labores agrícolas para suministro y racionamiento
de las tropas.
CUADRO nº 14
Cabaña ganadera de Villamartín (1810-1812)
1810
1812
CABRÍO
LANAR
CERDA
ASNAL
VACUNO
675
1.159
3.000
1.867
645
140
247
267
1.457
1.258
CUADRO nº 15
Ganadería vacuna de Villamartín (1812)
Clase reses
Añojo
Eral
Utrero
Vaca
Buey
Novillo cerril
Total reses
Número reses
Precio res (rs.)
150 (11'9%)
240 (19'1%)
176 (14'0%)
238 (18'9%)
442 (35'1%)
12 (0'9%)
120
225
300
420
600
1.258
FUENTE: AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 5. Elaboración propia.
142
También hay una importante reducción del ganado yeguar, como se
desprende de los registros de 1808 y 1812189. El número de cabezas
descendió de 431 a 302 y el de propietarios de 46 a 34. La concentración de
la propiedad aumentó ligeramente: los diez mayores propietarios de 1808
acumulaban el 62% del ganado y los diez mayores de 1812 el 69%. Las
operaciones de requisa y los robos afectaron al conjunto de la población
tenedora de ganado caballar y se ha documentado que fueron afectados 24
(45%) de los 53 propietarios inscritos en los registros de 1808-1809; 37
(70%) de estos propietarios no volvieron a inscribirse en los censos de 1812.
Si los mayores ganaderos vieron mermar sus yeguadas, los menos
afortunados perdieron lo poco que poseían. El 28% de los propietarios
registrados en 1808 tenía un solo caballo y ninguno de ellos vuelve a
aparecer en los registros de 1812; por el contrario, ocho de los diez mayores
propietarios de 1808 seguían siéndolo en 1812190. Más de 200 caballos
fueron tomados de las cuadras de Villamartín durante la Guerra de la
Independencia, sin que podamos determinar hasta dónde alcanza la cifra. Los
propietarios cuantitativamente más afectados fueron los ganaderos y
criadores. Más del 60% de los caballos cuya exacción se ha podido
documentar proceden de seis yeguadas: del marqués de las Amarillas191,
189
Hemos reconstruido el censo de ganado yeguar de 1812 a partir de un estado de
capitales formado antes de la evacuación de las tropas francesas (AMV, leg. nº 98 (año 1812)
doc. nº 5); las requisas de caballos continuaron después de redactado aquel documento.
Existe un censo de la yeguada posterior, fechado en 3 de diciembre de 1812, en el que están
registrados 188 yeguas, 19 potros de dos años, 24 de tres y 3 sementales; no incluye los
animales de edad inferior a dos años y en él no aparecen caballos enteros, jacas y capones
adultos, quizá por no quedar ninguno, pues fueron el principal blanco de requisiciones de
uno y otro ejército hasta su agotamiento (AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 3).
190
Los ocho ganaderos que se mantienen entre los diez mayores son Alejandro de las
Cuevas, Francisco de Ferreras, Antonia González y Vicente del Río, Sebastián de Morales,
Juan Palomo Burguillos, Francisco de Rete, Antonio Topete y José Topete Jiménez; los otros
dos son Pedro Armario, que continúa siendo propietario de ganado yeguar pero con un
número de cabezas muy reducido, y el marqués de las Amarillas. Entre los mayores
propietarios de 1812 aparece José [Jiménez] Pajarero, que en 1808 sólo poseía nueve cabezas
de ganado.
191
En el Anexo V sólo se indica la requisa de ocho animales de la ganadería del marqués
de las Amarillas, pero sabemos que todos sus bienes fueron secuestrados por el Gobierno
bonapartista; en el registro general de la yeguada de 1809 aparece como propietario de treinta
y cuatro animales.
143
Antonio Topete, José Topete, Antonia González y Vicente del Río192,
Alejandro de las Cuevas y Francisco de Ferreras. Se reprodujo un fenómeno
que fue constante en el pago de contribuciones para sostenimiento del
ejército durante la etapa de ocupación francesa en una población donde la
distribución de rentas y riqueza era muy desigual: los precarios recursos de
los menos pudientes se agotaron pronto y las cargas fiscales recayeron sobre
un reducido número de hacendados que sufragaron la contribución debida
por todo el municipio.
CUADRO nº 16
Yeguada de Villamartín (1808-1812)
Yeguas
Potros/as
Tusones/as
Escovillos/as
Sementales
Enteros
Capones
Jacas
Sin clasificar
TOTAL
1808
257
86
40
7
4
24
13
431
1809
304
60
68
1
429
1812
147
49
43
22
4
37
302
FUENTE: AMV, leg. nº 94 (año 1808) docs. nº 1 y 2; leg. nº 95 (año 1809)
doc. nº. 2; leg. nº 98 (año 1812) docs. nº 3 y nº 5. Elaboración propia.
Ya nos hemos referido a los efectos de la construcción del fuerte sobre
el casco urbano. ¿Qué realidad tiene el tópico de la demolición de cinco
192
Antonia González y su yerno Vicente del Río unieron sus capitales durante la Guerra
de la Independencia para preservarlos mejor (R. DE LOS RÍOS Y MASIDE: op. cit.), por lo
que hemos optado por presentar unido el ganado de su propiedad en los Anexos IV y V.
144
calles para la construcción de fuerte? El Ayuntamiento recibió en 1814 un
cuestionario que preguntaba cuántas casas había en el pueblo, cuál era la
calidad y procedencia de los materiales de construcción, cuántas estaban
habitadas, cuántas sin habitar, cuántas arruinadas y cuál era la causa de la
disminución de casas o de su abandono. La respuesta fue: "386 casas
construidas de cal y piedra de regular calidad", de las cuales estaban
"habitadas 261 y 125 sin habitar por estar arruinadas" y que la causa de la
ruina había sido "la invasión de los enemigos". No creemos que aquellas 125
casas arruinadas en 1814 lo estuviesen a consecuencia de la construcción del
fuerte. El informe geográfico y estadístico remitido a la prefectura en julio de
1811 indicaba que muchas casas estaban desiertas "por haber quedado
inhabitables con motivo de estar destruidas por las presentes
circunstancias"193, pero la documentación que conocemos no permite
sostener que Villamartín fuese objeto de obras de fortificación o escenario de
combates que dañasen el casco urbano antes de aquella fecha. Creemos más
bien que los edificios arruinados en julio de 1811 ya lo estaban antes de la
invasión francesa. El pueblo se componía de 280 casas habitadas y 60
arruinadas a mediados del siglo XVIII y, aunque la segunda mitad del siglo
fuese una etapa de expansión y crecimiento194 ¿no continuarían en estado de
ruina a principios del XIX algunas de aquellas casas que ya lo estaban a
mediados del setecientos? Parte de los 125 edificios que en 1814 se decían
arruinados por la invasión enemiga pudieron ser casas ruinosas y
deshabitadas desde el siglo XVIII, cuyos materiales se aprovecharon para el
levantamiento del fuerte; lo que no excluye que también se demoliesen como afirmaba el Ayuntamiento- edificios habitables y se obligase a sus
moradores a buscar refugio en otras casas o abandonar el pueblo. Tenemos
noticia particular de algunos edificios afectados por las obras de fortificación:
las casas paneras del Pósito; el edificio de la Cilla, que "había sufrido mucho
por las fortificaciones" y era "útil a la defensa de la plaza", por lo que el
193
AMV, leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 8.
194
A. SANZ TRELLES y Mª.J. DE LEÓN MORGADO: op. cit., pág. 61-64; Mª.I.
PÉREZ GARCÍA e I.Mª BAZÁN JAÉN: "Villamartín según las repuestas generales del
catastro de ensenada (1752-1755). Aproximación histórica al catastro de Ensenada", en
Villamartín, Revista de Feria y Fiestas de San Mateo (1994) sin paginar.
145
ordenador jefe de Guerra mandó a la Junta municipal buscar otro edificio
para el acopio de diezmos195; el extinguido convento de San Juan de Dios
resultó muy dañado y cuando los frailes regresaron en 1814 se vieron "sin
convento por haberlo arruinado los franceses"196. La Ermita de la Virgen de
los Reyes pudo ser otro de los edificios destruidos para la construcción del
fortín y en 1817 se solicitó autorización para levantar cuatro casas en el solar
que ocupaba, en atención a "la gran necesidad que el pueblo tiene de ellas
por las numerosas que arruinaron en él los enemigos durante su invasión y
dominio"197.
No podemos finalizar sin considerar el efecto más trágico de la guerra
sobre la población, que sin duda es la pérdida de vidas humanas. Los libros
de defunciones de la Parroquia de Villamartín sólo registran tres casos de
muerte violenta y no hay seguridad de poderlos atribuir a acciones de guerra.
Por otra parte, ya hemos indicado el importante número de varones que
sirvieron en el ejército y sabemos que muchos de los alistados desde 1808
fallecieron en el frente, pero no hay documentación que permita
cuantificarlos. Pero no son las muertes violentas y en acción de guerra las
únicas que deben atribuirse a la Guerra de la Independencia. Los libros
sacramentales registran en 1812 un importante aumento del número de
defunciones, cercano al triple de bautismos; es también el año con menor
número de bautismos en las dos primeras décadas del siglo XIX. También en
1813 sobrepasó la mortalidad a la natalidad y fue en 1814 cuando se invirtió
195
AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 24.
196
AIPV, Lib. Enf. 1769-1814, f. 172 v. También otros textos indican que el convento
fue arruinado por los invasores franceses: "La situación de este convento es la más
deplorable, fue destrozado por los franceses" (AMV, leg. nº 108 (año 1822) doc. nº 31).
197
Solicitud de 7/1/1817 de Alonso del Valle, inserta en AMV, LAC, sesión de
23/2/1817. No comparto con Antonio Linares la tesis de que el Hospital de la Concepción y
la Ermita de la Virgen de los Reyes fueron quemados por los franceses en 1810 (A.
LINARES RODRÍGUEZ: "Hospital de la Concepción" en Villamartín, Revista de Feria y
Fiestas de San Mateo (1982), sin paginar; "La Virgen de los Reyes" en Villamartín, Revista
de Feria y Fiestas de San Mateo (1994), sin paginar). Los daños sufridos por el convento de
San Juan de Dios se deben a la construcción del fuerte y la conservación de las imágenes que
se veneraban en ambos edificios puede ser indicativo de que la destrucción del convento y la
ermita no fue un simple acto de saqueo y vandalismo.
146
la relación y comenzó el proceso de recuperación de la población. La causa
del aumento de mortalidad en 1812 debe buscarse en las precarias
condiciones de vida creadas por la guerra: la deficiente alimentación, efecto
de la carestía, y el hacinamiento de la población por la demolición de casas
para la construcción del fuerte. A finales de 1812 se decía que la falta de
carnes saludables había originado y acrecentado las enfermedades y que
muchos vecinos habían fallecido por el "hambre y miseria que sufrieron"198.
CUADRO nº 17
Movimiento demográfico en Villamartín (1808-1815)
AÑO
1808
1809
1810
1811
1812
1813
1814
1815
BAUTISMOS
93
80
76
89
64
71
90
84
DEFUNCIONES
76
108
70
67
162
109
84
61
FUENTE: AIPV, Bautismos, libros 24 y 25; Defunciones, libro 17.
Elaboración propia.
198
AMV, LAC, sesión de 10/11/1812; leg. nº 97 (año 1811) doc. nº 11.
147
Epílogo
La Guerra de la Independencia constituye una unidad histórica con
límites cronológicos bien definidos y elementos diferenciadores que permiten
un tratamiento autónomo del período. Pero el solo análisis de problemas
específicos de la situación de guerra, como son los procesos de alistamiento
de tropas, organización de milicias, abastecimiento del ejército o acciones
militares y de la guerrilla no permite justipreciar el significado del período
que abarca nuestro estudio en el marco general de la historia villamartinense.
Partimos de la firme convicción de que la historia social de Villamartín sólo
puede reconstruirse sobre el eje vertebrador de la lucha por la tierra. La
traumática experiencia de la Guerra de la Independencia marca un cambio de
etapa; no por efecto inmediato de la invasión, confrontación bélica e
implantación del Estado bonapartista, sino por superponerse a una profunda
transformación del régimen de tenencia de la tierra, que dio inusitada
intensidad a las luchas sociales que agitaron el municipio durante la primera
mitad del siglo XIX.
El siglo XIX alumbró en Villamartín una promesa de prosperidad. El
importante esfuerzo económico que para el Común de vecinos supuso la
reactivación del pleito por la propiedad del Campo de Matrera -usurpado por
el Concejo de Sevilla desde el siglo XVI- se vio recompensado por la
sentencia de 28 de noviembre de 1806 de la Chancillería de Granada, que
resolvió el litigio a favor de Villamartín199. El Común de vecinos solicitó el
reparto de las tierras sin esperar la resolución definitiva del pleito, que no se
199
El Pleito de Matrera sigue siendo un gran desconocido no obstante tratarse de un
hecho crucial en la historia de Villamartín. A falta de un estudio crítico exhaustivo,
remitimos al lector al texto clásico "Algunas noticias aprovechables para la historia de
Villamartín", publicado como apéndice del libro A. POLEY Y POLEY: Cádiz y su
provincia, Sevilla 1901; el texto de Poley es seguido muy de cerca por A. SANZ TRELLES y
Mª.J. DE LEÓN MORGADO: op. cit., págs. 46-51 y 106-108.
149
zanjaría hasta 1818. Creían que las tierras comunales, que hasta entonces
habían sido disfrutadas por un reducido número de labradores forasteros a
quienes las arrendaba Sevilla, beneficiarían a todos por igual. Pero la ilusión
de un reparto igualitario quedó truncada en el cabildo abierto de 6 de enero
de 1807 por la imposición violenta del criterio de proporcionalidad a los
caudales de cada vecino: el reparto se haría con "arreglo a las labores y
facultades de cada uno" y a los artesanos, jornaleros, viudas y demás
individuos que no tuviesen labor se les consideraría "prudentemente, sin
sobrecargarles con más tierra que aquellas que sean compatibles con su
fuerzas y facultades". La disconformidad de quienes reclamaban un reparto
igualitario pospuso su ejecución hasta que el acuerdo capitular de 6 de enero
fuese ratificado por el Consejo de Castilla y las tierras comunales
continuaron siendo disfrutadas por hacendados forasteros, que controlaban
hasta un tercio de la riqueza del municipio. En esta coyuntura se encontraba
Villamartín cuando los ejércitos franceses invadieron la península. La Guerra
de la Independencia representó la apertura de un paréntesis entre dos hechos
cruciales que son la restitución del Campo de Matrera en 1806 y su
repartimiento en 1812.
El espejismo de una victoria definitiva sobre el invasor francés afianzado por la presencia del contingente de prisioneros en el pueblo- hizo
volver la mirada hacia el secular Pleito de Matrera en el verano de 1808. El
escribano Bernardo del Río emprendió viaje a Madrid en septiembre,
después de derrotados los franceses en Bailén, liberada la capital y
aparentemente restablecida la normalidad en el país, pues se creía que un
rápido avance de los ejércitos españoles hacia el Norte no tardaría en
expulsar a los franceses al otro lado de los Pirineos. El motivo de su viaje era
proseguir las gestiones del pleito, pues Sevilla había presentado recurso de
segunda súplica en la Sala de Mil y Quinientas del Consejo de Castilla. Pero
Bernardo del Río se equivocó al emprender el viaje con tanta precipitación:
la paz fue fugaz y la victoria una ilusión. No pudo imaginar que el propio
Napoleón Bonaparte cruzaría la frontera al frente de sus mejores ejércitos y
que Madrid se entregaría el 4 de diciembre. Quedó atrapado en el Madrid de
150
Bonaparte hasta que en 1811 emprendió la huida y, atravesando tierras de
España y Portugal, embarcó rumbo a Cádiz:
"en el año de 1811 [...] regreso desde Madrid a Cádiz, perseguido por
el Gobierno intruso, que me buscaba por mi adhesión al Gobierno
legítimo del Rey, y para preservar los papeles de mi comisión, y otros
pertenecientes al Ministerio de Indias que reservadísimamente dejó
encargado a mi custodia el ministro de dicho ramo, a quien
afortunadamente los entregué en Cádiz, sin retribución alguna, después
de haber atravesado España y Portugal con un criado fiel y antiguo,
que vive en esta villa, llamado don Cristóbal Guerrero, sufriendo
infinitos trabajos y desembolsos para librarme de los muchos e
inminentes peligros en que me vi en pueblos y caminos tortuosos,
huyendo siempre de los dichos, puesto que no podía venir a esta villa
ocupada por los franceses como lo estaba casi toda España"200.
El Ayuntamiento había retomado el asunto del reparto del Campo de
Matrera en varios cabildos celebrados durante la ocupación francesa201, pero
la tierras continuaron sin repartir hasta que Bernardo del Río regresó en
1812, una vez evacuadas las tropas enemigas. Nuestro personaje, que se
presentó con el nombramiento de jefe superior político de Palencia, aseguró
que el acuerdo capitular de 6 de enero de 1807 había sido ratificado por el
Consejo de Castilla, pero que la repentina invasión enemiga impidió la firma
y libranza del despacho en 1808. Esta supuesta aprobación, más la precaria
situación a que había quedado reducida la economía local durante la
ocupación enemiga urgieron el reparto de las tierras comunales como
remedio para impulsar la agricultura. Así se expresa el acta de 18 de octubre
de 1812:
"En este Cabildo General convocado por la Justicia y Ayuntamiento
con llamamiento expreso y antelación de días, sobre cuyo efecto han
200
Cuentas presentadas por Bernardo del Río el 20 de junio de 1818, insertas en AMV,
Libro 48 de Actas Capitulares.
201
AMV, LAC, sesiones de 20/4/1811, 27/4/1811, 28/4/1811, 1/5/1811 y 20/5/1811.
151
tenido todos muchas y anteriores conferencias públicas y privadas, se
convino, que respecto que las tierras ganadas en el pleito seguido en la
Chancillería de Granada contra la ciudad de Sevilla, son propias de los
vecinos de esta villa por juro de heredad, conforme a la ejecutoria
despachada, y posesión real corporal judicialmente tomada en veinte y
cuatro de Diciembre de mil ochocientos seis. Que los mismos vecinos en
cabildo abierto celebrado en seis de Enero de mil ochocientos siete
acordó se hiciese entre ellos repartimiento en propiedad de las mismas
tierras, cuyo acuerdo, con audiencia fiscal fue aprobado con otros por
el Real Consejo de Castilla en Noviembre de mil ochocientos ocho, días
anteriores a la invasión de los enemigos en la Corte, cuyo transtorno
impidió las firmas y la libranza del correspondiente despacho. Y que los
crecidos suministros que este patriótico vecindario ha prodigado a
favor de nuestros ejércitos nacionales, partidas de guerrillas y justa
causa, aun estando en medio de las bayonetas enemigas bajo su
dominio, junto con la feroz inhumanidad de ellos lo han constituido en
una ruinosa lamentable situación, así en lo material de la población,
cuya mitad han demolido y reducido a escombros, como en lo formal de
su agricultura, ganados y demás bienes que les han robado; razones
por las cuales no se debe omitir efectuar el citado repartimiento, con
que se reanimará la industria agrícola de esta villa casi paralizada, y
recuperará algún tanto los destrozos padecidos, acuerda este Común de
conformidad, nemine discrepante: Que en cumplimiento del Articulo
Segundo de la Escritura de Carta Puebla de cuatro de Febrero de mil
quinientos tres, que se manda observar en la Ejecutoria, se proceda al
expresado reparto desde luego y sin demora [...]"202.
Antonio Cabral Chamorro ha estudiado el reparto de tierras comunales,
que se hizo a finales de 1812 y principios de 1813 e indica que
"prácticamente la totalidad de los vecinos de la villa obtuvieron su suerte",
pero también subraya que no fue igualitario. Los vecinos fueron divididos en
seis clases, según sus "labores y facultad", para el reparto de 16.708 fanegas
202
Testimonio de cabildo en AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 36.
152
y el resultado fue que a doce vecinos de "méritos" que representaban el 2'5%
de los agraciados les correspondió el 16% de la tierra repartida, mientras a
los pegujaleros y braceros que representaban el 76% de los agraciados les
correspondió el 56% de la tierra. Los labradores y personas de "mérito" que
resultaron mejor agraciados en el reparto fueron Bernardo del Río (741
fanegas), Antonio Topete (307), José Topete (300), el marqués de las
Amarillas (200), Antonia González (192), Francisco de Ferreras (140),
Francisco Benítez (115), Vicente del Río (100), Juan Palomo (100),
Francisco de Rete (100), Alejandro de las Cuevas (88) y José Pajarero (72);
todos ellos eran ya de por sí sólidos labradores con tierras propias y en
arrendamiento, a quienes los repartos vinieron a consolidar como los grandes
propietarios burgueses de la localidad. Antonio Cabral señala asimismo que,
aunque los repartos desigualitarios fueron "para escandalizarse si se quiere",
la estructura de la propiedad fue seriamente alterada en favor de los grupos
intermedios, de braceros y pegujaleros203.
Pero sea cual fuere el efecto del reparto de tierras para impulso de la
agricultura, muchos vecinos quedaron disconformes por considerarse
perjudicados. A principios de 1813 se denunció a la Comisión Superior
Política que lo primero que hizo Bernardo del Río cuando regresó a
Villamartín fue destituir el Ayuntamiento y nombrar uno a su medida,
maniobra para la que se valió de un farsante a quien hizo pasar por
comisionado especial y regio; y que fue este Ayuntamiento, actuando bajo su
dirección y al amparo de la también falsa aprobación dada por el Consejo de
Castilla al acuerdo capitular de 6 de enero de 1807, quien repartió las tierras.
Quienes se sintieron perjudicados en el reparto denunciaron así que la
operación carecía de base legal y que todo aquello no era sino una oscura
conspiración de Bernardo del Río y José Topete para despojar al Común de
las tierras que legalmente le pertenecían; una conjura en la que se consintió
203
A. CABRAL CHAMORRO: Propiedad comunal y repartos de tierras en Cádiz
(Siglos XV-XIX), Cádiz 1995, págs. 200-205.
153
la violencia, la falsificación de documentos y la impostura204. Fue el inicio de
un nuevo pleito que dividió y enfrentó a la población de Villamartín durante
décadas; no tan largo, pero sí tan ruidoso como el de Matrera. Comenzó así
una nueva etapa en la lucha por la tierra, que desde entonces se manifestó en
el litigio entre los partidarios y detractores del reparto de 1812; polémico
repartimiento que acaso no hubiera tenido efecto en una situación de
normalidad, sin las excepcionales condiciones creadas por la ocupación
francesa y Guerra de la Independencia.
204
A. SANZ TRELLES y Mª.J. DE LEÓN MORGADO: op. cit., págs. 109-116; F.
ROMERO ROMERO: "Bernardo de los Ríos y el polémico repartimiento del Campo de
Matrera", en Villamartín. Revista de Feria y Fiestas de San Mateo (1995), págs. 125-139.
Desde luego no creemos que fuese un impostor el comisionado regio Ángel Martínez del
Pozo, lo que no excluye una actuación arbitraria al servicio de los propósitos de Bernardo del
Río.
154
Anexo I
Compañía de Urbanos de Villamartín (1809)
Capitán comandante:
Cristóbal de Reina Muñoz
Teniente 2º comandante: Pedro Saavedra
Alférez: José de las Cuevas Armario
Sargentos:
Mateo Moreno Guzmán
José Pérez de la Vega
Cabos:
Salvador Barea
Diego Rubiales
Milicianos de caballería:
Juan Palomo
Juan de Peña
Alonso Pérez González
Juan Pérez del Río
Francisco de Retes (menor)
Viente del Río
Francisco Rodríguez Benítez
José Romero
Diego Sánchez Infante
Francisco Tenorio
Nicolás Trujillo
Isidoro de la Vega
Antonio Zúñiga
Juan Álvarez Pérez
Francisco Armario Castro
Mateo de la Calle
Juan Camacho
Francisco Cortés y Castro
Alonso Chacón
Pedro Frutoso
Vicente Ramón García
José Gil
Sebastián Gil
José Gutiérrez
Sebastián de Morales
José Moreno
Milicianos de infantería:
Antonio Alfalla
Mariano Bermejo
Martín Bonilla
Antonio Camacho
Juan Cardoso
Juan Antonio Casanueva
Juan Díaz Montánchez
Francisco Javier Domínguez
Fernando Clavijo
Francisco Conejo
Francisco Contreras
Francisco Delgado
Francisco Díaz Carrasco
Francisco de Paula Holgado
Miguel Enríquez
Bartolomé García
155
Eusebio Pérez
Fernando Ponce
Cristóbal de Rete
Pablo de Rete Serrano
Pablo Sánchez
Pedro Tinajero Ortega
Santiago del Valle
José de la Vega
Rodrigo Ventura
Sebastián García
Salvador González
Pedro Guzmán Reina
Antonio Holgado
Martín Labrador
Antonio Lobo (menor)
Pedro Maldonado
Pablo Moreno
Juan Nadales
Antonio Pérez (menor)
156
Anexo II
Milicia Honrada de Villamartín (1809)
Vecinos de Villamartín hábiles para el servicio en la Milicia Honrada, con expresión
de los presentados voluntarios hasta el 2 de julio de 1809, fecha de declaración de
habilidad de los no voluntarios y, en su caso, fecha de exención.
Capitán:
Teniente:
Subteniente:
Sargento primero:
Sargentos segundos:
Cabos primeros:
Cabos segundos:
José Topete Jiménez
Pedro Saavedra
Pedro Zapata del Mármol
Antonio Preen y Silva
Mateo Moreno Guzmán
Salvador Barea
Isidoro de la Vega
Vicente Cardoso
Francisco Ramos
Antonio Hormigo Saavedra
Luis Íñigo
Antonio de Vega Camacho
Juan Conejo
Antonio Holgado
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
29/10/1809
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
29/10/1809
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
29/10/1809
2/7/1809 voluntario
Milicianos:
Francisco Acosta
Juan Álvarez Lavado
Francisco Armario
Pedro Armario
Clemente Astudillo
Cristóbal Barea
Pedro Barea
Francisco Benítez Cortés
Francisco Blanco
Diego Calvillo
2/7/1809
2/7/1809
2/7/1809
2/7/1809
2/7/1809 voluntario
2/7/1809, exento el 29/10/1809
29/10/1809
2/7/1809 voluntario
29/10/1809
2/7/1809, exento el 29/10/1809
157
Bartolomé Calzado
Francisco Contreras
Francisco Cortés y Castro
Alejandro de las Cuevas
Alejandro de las Cuevas (menor)
Alonso Chacón
Fernando Díaz
Francisco Díaz Carrasco
Juan Díaz Montánchez
Juan Doblas
Antonio Domínguez Alfalla
José Domínguez Zapata
Pedro Domínguez Zapata
Vicente Ramón García
Luis Fernández
Luis Fernández (¿duplicado?)
Manuel Fernández
Pedro Frutoso
José Gil
Francisco Gil
Sebastián Gil Castaño
José Gutiérrez
Pedro Guzmán
Francisco de Paula Holgado
Juan Holgado Moreno
Juan Holgado (¿duplicado?)
Antonio Jarén
José Jiménez Pajarero
Francisco Lavado
Juan Lobo
Juan Maldonado (menor)
Gaspar Manzano
Pedro Márquez
Blas Martínez
Diego Martínez
Francisco Mariano Moreno
Francisco Maside
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
3/11/1809
2/7/1809 voluntario
3/11/1809
2/7/1809, exento el 3/11/1809
2/7/1809
2/7/1809
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
3/11/1809
2/7/1809 voluntario
2/7/1809, exento el 29/10/1809
3/11/1809
3/11/1809
2/7/1909
2/7/1809
29/10/1809
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
2/7/1809
3/11/1809
3/11/1809
2/7/1809 voluntario
3/11/1809
2/7/1809 voluntario
3/11/1809
29/10/1809
3/11/1809
2/7/1809, exento el 29/10/1809
3/11/1809
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
158
Francisco Méndez
Francisco Méndez (¿duplicado?)
Francisco de Montes
Juan de Molina
Sebastián de Morales
Esteban Moreno
Fernando Lucas Moreno
José Moreno
[Juan] Moreno
Diego Orozco
Juan Orozco
Juan Palomo
Francisco Parrado
Cristóbal de Peña
Juan de Peña
Tomás Pérez
Alonso Pérez González
Antonio Pérez Reina
José Pérez Vázquez
José Pérez de la Vega
Diego Pineda
Francisco Portillo
Andrés Ramírez
Alonso Ramos
Andrés de Rete
Cristóbal de Rete
Francisco de Rete Sánchez
Pedro de Reyes Manzano
Bernardo del Río
Martín del Río
Vicente del Río
Patricio Rodríguez
Francisco Rodríguez Benítez
José Romero
Juan Romero
Diego Rubiales
2/7/1809
3/11/1809
2/7/1809
2/7/1809
2/7/1809 voluntario
29/10/1809
29/10/1809, exento el 26/11/1809
2/7/1809 voluntario
3/11/1809
3/11/1809, exento el 26/11/1809
3/11/1809
2/7/1809
29/10/1809
29/10/1809
2/7/1809 voluntario
2/7/1809
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
2/7/1809; exento el 3/11/1809
26/11/1809, voluntario
2/7/1809
3/11/1809
2/7/1809 voluntario; exento 29/10/1809
3/11/1809
2/7/1809
2/7/1809 voluntario
3/11/1809
29/10/1809, ausente
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
2/7/1809
2/7/1809
159
Alejandro Ruiz
Francisco Ruo [?]
Cristóbal Sánchez (menor)
Diego Sánchez Infante
Francisco de Soria
Pedro Soriano
Manuel Taboada y Ulloa
Francisco Tenorio
Juan Tinajero
Pedro Tinajero Ortega
Antonio Topete
José Topete Manzano
Nicolás Trujillo
José de la Vega
Salvador de Vega
Rodrigo Ventura
Andrés de Zúñiga
Antonio Zúñiga
2/7/1809 voluntario
2/7/1809
3/11/1809
2/7/1809 voluntario
29/10/1809
3/11/1809
2/7/1809 voluntario
2/7/1809
29/10/1809
2/7/1809
2/7/1809 voluntario, ¿exento?
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
2/7/1809, exento el 29/10/1809
2/7/1809
2/7/1809
2/7/1809 voluntario
2/7/1809 voluntario
FUENTE: AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 3; LAC, sesiones de 3/11/1809 y
26/11/1809.
160
Anexo III
Relación (incompleta) de vecinos de Villamartín que sirvieron en el ejército
durante la Guerra de la Independencia, con expresión del año de alistamiento y
cuerpos donde sirvieron.
NOMBRE Y APELLIDOS
ALIST.
José Acevedo
Miguel Enríquez Alpiste
Juan Barea
José María Barranco
Juan Benítez
Miguel Benítez Villar
Luis Benítez
Juan Camacho
Francisco Cardoso
Pedro Casanueva
Juan Casildo Romero
Cristóbal Castaño
Francisco Cortés Vázquez
Alejandro de las Cuevas Armario
Juan Chacón Tinajo
?
1811
1811
1811
1811
1809
?
1811
1811
1811
1811
1811
1811
?
1811
Andrés Domínguez
José Domínguez Chinchilla
Juan Domínguez León
Diego Chinchilla Domínguez
Manuel Díaz Porrazos
Miguel Díaz Montánchez
José Domínguez Guzmán
José Domínguez Zapata
Juan Domínguez León
Juan Domínguez Carvajal
José Estrada
Antonio Fernández Marqués
Andrés Frutoso
Lucas García
Juan García Muñoz
Juan García Vázquez
1809
1811
1811
1811
1811
1811
?
1811
1811
?
1811
1811
1811
1811
1811
1811
CUERPO / OBSERVACIONES
Regimiento de África
Regimiento de Ciudad Real
Regimiento de Guardias de Infantería Española
En el Depósito de la Isla de León en 1813
Regimiento de Guardias de Infantería Española
Fallecido en la Isla de León
Batallón de Tiradores de Doyle
Batallón de Tiradores de Doyle
Regimiento de Guardias de Infantería Española
Batallón de Tiradores de Doyle
Colegio de Cadetes de la Isla
Batallón de Tiradores de Doyle. Licenciado por
mutilado
Licenciado por mutilado
2º Regimiento de Jaén
Fallecido
2º Regimiento de Jaén
En el Depósito de la Isla de León en 1813
Batallón de Tiradores de Doyle
Batallón de Tiradores de Doyle
Licenciado por mutilado
2º Regimiento de Jaén
Batallón de Tiradores de Doyle
Licenciado por mutilado
2º Regimiento de Jaén
2º Regimiento de Jaén
Batallón de Tiradores de Doyle
161
José García Peluca
Antonio Ginés
Alejo González
José González Ávila
Antonio González Sánchez
Sebastián Narciso Jaime
José Jiménez
Juan Jiménez
Antonio Lobo
Francisco Leal
Juan López
Pedro de Luna
Pedro Llanete
Antonio Maldonado
Juan Maldonado
Andrés Marín
José Mateo Garrido
1811
1811
1811
1809
1811
1811
¿1811?
1811
1809
1811
1811
1811
?
1811
1809
1811
1811
Carlos Manzano
?
Gaspar Manzano
Juan Marchán
Francisco Márquez
José Márquez
Lorenzo Márquez
Miguel Márquez
Andrés Méndez Sánchez
Francisco Méndez de Luna
Alonso Mendoza y Loza
Antonio de Montes Cabrera
Cristóbal de Montes
Juan Antonio de Montes
José Simón de Montes
Miguel Naranjo
José Palomo
Agustín Panal
Nicolás Pérez
Juan Pérez Maldonado
Francisco Pérez Panduro
Domingo Pérez Providencia
Juan Pérez Serrano
José Pérez Vázquez
1811
1811
?
1811
1811
?
1811
1811
1809
1809
1811
1811
1811
1811
1811
1811
1811
1811
1811
?
1811
1811
Licenciado por mutilado
En el Depósito de la Isla de León en 1813
Batallón de Tiradores de Doyle
Depósito de la Isla de León en 1813
Regimiento de Navarra
Regimiento de Caballería de Montesa
Licenciado por mutilado
Batallón de Tiradores de Doyle
Batallón de Tiradores de Doyle
Depósito de la Isla de León en 1813
Regimiento de Guardias de Infantería Española
2º Regimiento de Jaén.
En el depósito de la Isla de León en 1813
2º Regimiento de Infantería de Irlanda.
Mutilado de guerra
En el Depósito de la Isla de León en 1813
Fallecido
Regimiento de Guardias de Infantería Española
Batallón de Tiradores de Doyle
Licenciado por mutilado
Licenciado por mutilado
Licenciado por Begines
Batallón de Tiradores de Doyle
Regimiento de Marina
En el Depósito de la Isla de León en 1813
Batallón de Tiradores de Doyle
Batallón de Tiradores de Doyle
2º Regimiento de Jaén
Fallecido en la Isla de León
En el Depósito de la Isla de León en 1813
Batallón de Tiradores de Doyle
2º Regimiento de Jaén
162
Diego Pineda
Manuel del Puerto
Cristóbal Ramírez Lozano
Francisco de Rete Méndez
Francisco de Rete Peña
Juan de Reyes
José Rodríguez Redondo
Salvador Rodríguez
Pedro Rodríguez Muelas
Francisco Rodríguez Sánchez
José Sánchez Hermoso
Domingo Sánchez
Isidro Sánchez
Juan Segundo de Mora
José Sucilla Márquez
Miguel Tamayo Pérez
Andrés de Toro
Pedro de Toro
Andrés Vázquez
Juan Vázquez
Francisco Vázquez
José Velasco
Pedro Zambrano
Fernando Zepeda
1811
1811
?
?
1811
1811
1811
1811
?
1811
1811
1811
1809
1809
1811
1811
1811
1811
1809
1811
?
?
1811
1811
Batallón de Tiradores de Doyle
En el Depósito de la Isla de León en 1813
Regimiento de Ciudad Real
2º Regimiento de Jaén
2º Regimiento de Jaén
Fallecido en la Isla de Léon
Regimiento de Voluntarios de Madrid
Regimiento de Ciudad Real
Batallón de Tiradores de Doyle
Regimiento de Zamora
Regimiento de Guardias de Infantería Española
En el Depósito de la Isla de León en 1813
Regimiento de Guardias de Infantería Española
Regimiento de Voluntarios de Madrid
Regimiento de Voluntarios de Ubrique
Regimiento de Guardias de Infantería Española
2º Regimiento de Jaén
163
Anexo IV
Propietarios de ganado yeguar en Villamartín, con expresión del
número de cabezas de ganado que poseen (1808-1812).
Juan Alvarez Pérez
Marqués de las Amarillas
Pedro Armario
Francisco Benítez
Antonio Camacho
Francisco Cortés
Francisco Cortés Chaparro
Alejandro de las Cuevas
José de las Cuevas
Alonso Chacón
Antonio Domínguez
Francisco de Ferreras
Pedro Frutoso
José Gago
Antonio Gandul
Vicente García
Sebastián Gil Castaño
Francisco Gil del Pozo
Francisco Gil Romero
Pedro Giraldo
Antonia Glez. / V. del Río
Antonio Gutiérrez
José Gutiérrez
Francisco de Paula Holgado
Antonio Hormigo
José Infante
José Jiménez Pajarero
Juan Lavado
Francisco Macides
Juan Maldonado
Pedro Manzano
Blas Martínez
Juan de Molina
1808
1809
1812(a)
1812(b)
37
12
8
1
1
30
8
3
24
1
6
1
8
10
52
7
5
1
10
9
6
1
6
7
1
6
34
14
9
23
5
7
4
25
8
7
8
9
55
5
11
7
6
6
6
5
9
4
12
2
19
5
2
19
8
1
6
50
3
11
-
7
3
15
6
14
4
8
29
3
2
25
-
164
Sebastián de Morales
José Moreno
María Moreno
Mateo Moreno
Ana Navarro
Juan Palomo Burguillos
Antonio Pascual
Juan Pascual Argamasilla
José Pérez de la Vega
Francisco Portillo
Andrés Ramírez
Francisco Ramos Mérida
Cristóbal de Reina
Cristóbal de Rete
Francisco de Rete
Pedro del Río
Fco. Rodríguez y Hno.
Patricio Rodríguez
José Romero García
Juan Romero
Diego Sánchez Infante
Pablo Sánchez
Ana María Serrano
Ana María Topete
Antonio Topete
José Topete Jiménez
Nicolás Trujillo
Isidoro de la Vega
Andrés de Zúñiga
Antonio de Zúñiga
Convento de Concepcionistas
Convento de San Francisco
16
4
8
5
14
7
1
16
1
3
2
9
1
11
1
39
27
4
1
1
1808: AMV, leg. nº 94 (año 1808) docs. nº 1 y 2.
1809: AMV, leg. nº 95 (año 1809) doc. nº 2.
1812 (a): AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 3.
1812 (b): AMV, leg. nº 98 (año 1812) doc. nº 5.
165
16
2
3
6
15
9
6
18
4
2
10
10
34
23
4
8
5
-
14
8
14
1
2
1
5
1
11
3
3
12
4
33
26
7
1
2
1
-
7
7
19
9
3
8
3
28
23
7
4
-
Anexo V
Propietarios afectados por requisas y robos de ganado yeguar en
Villamartín durante la Guerra de la Independencia, con expresión del
número de animales requisados y robados (1808-1812)
A B C D E F
G H I
J
K L M T
Juan Álvarez
Marqués de las Amarillas
Pedro Armario
Francisco Benítez
Alejandro de las Cuevas
Alonso Chacón
Antonio Domínguez
Francisco de Ferreras
Pedro Frutoso
José Simón Gago
Antonio Gandul
Vicente García
Francisco Gil
Sebastián Gil
Antonia González
José Infante
José Jiménez Pajarero
Juan Lavado
Juan Maldonado
María Moreno
José Moreno
Juan Palomo Burguillos
Antonio Pascual
Alonso Pérez
Francisco Portillo
José Ramos García
Francisco de Retes
Vicente del Río
Patricio Rodríguez
Pedro Saavedra
Diego Sánchez Infante
Ana María Topete
Antonio Topete
José Topete
Nicolás Trujillo
Convento de Franciscanos
Sin determinar
2
1
1
1
1
-
2
1
1
1
1
1
1
2
2
1
-
1
1
2
1
1
1
1
1
-
3
2
2
1
1
-
- 1 - 4
- 3
2 3
- - 1
- 11
- - - - 1
1 1
- 1 8
- 1
2 2
- 1
- 2
1 1
- - 2
1 - - - 1 4
- 6
- - - 4
- 1 19
- 4
- - - -
1
5
1
2
1
1
1
1
1
2
-
2
1
-
1
2
1
1
2
2
1
1
1
-
1
1
4
2
1
1
1
1
1
-
TOTAL
6
13 9
9
11 78 16 3
3
9
13 14 5
166
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
-
1
1
1
1
1
-
2
8
5
4
16
2
1
21
1
1
2
3
3
4
19
1
7
1
4
3
2
7
2
1
1
1
7
9
1
1
5
2
29
9
1
1
2
189
A: Requisa de julio de 1808.
B: Requisa de noviembre de 1808.
C: Requisa de febrero de 1809.
D: Potros domados y embargados en 1809.
E: Caballos requisados por el ejército español en fecha no determinada.
F: Caballos robados según registro general de 1809.
G: Requisados por el Ejército Imperial según registro general de 1809.
H: Remonta del 5º Regimiento de Cazadores en abril de1811.
I: Remonta del 2º Regimiento de Dragones en 1811.
J: Yeguas y potros requisados por el coronel Bonnemains en agosto de 1811.
K: Extraídos por el 27º de Cazadores en mayo de1812.
L: Requisa general en septiembre de 1812.
M: Requisa general en diciembre de 1812.
T: Total.
167
SIGLAS Y ABREVIATURAS
AIPV:
Archivo de la Iglesia Parroquial de Villamartín
AMV:
Archivo Municipal de Villamartín
doc./ docs.: documento / documentos
LAC:
Libros de Actas Capitulares
leg. / legs.: legajo / legajos
mrv. / mrvs.: maravedí / maravedís
r. / rs.:
real / reales de vellón
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