Real Jardín Botánico de Madrid

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LOS JARDINES BOTÁNICOS
En el mundo existen cerca de 1400 jardines botánicos y arboretos, con unos 100 millones de visitantes al año.
Como unos 500 se encuentran en Europa, y una treintena de ellos, entre jardines botánicos universitarios y no
universitarios, en Italia.
Italia, a lo largo de la historia, ha sido pionera en la construcción de jardines botánicos; las primeras
estructuras de este tipo, actualmente desaparecidas, fueron fundadas en Italia en el siglo XIII en Roma, en el
Vaticano, y en el siglo XIV en Salerno
Estos jardines tenían la función de mostrar las plantas de uso médico, igual que los jardines botánicos
universitarios todavía existentes realizados en el siglo XVI en Pádova, Pisa y Florencia. Pero la mayor parte
de los jardines botánicos italianos fueron fundados en la segunda mitad del siglo XVIII y en el XIX.
Actualmente en los jardines botánicos ha adquirido una gran importancia la función educativa, poniendo
especial énfasis en la problemática ambiental y en la función de los jardines como centros de conservación ex
situ de las especies en vías de extinción.
Debido al enorme desarrollo de la sistemática vegetal, como consecuencia de la introducción de la
nomenclatura ideada por Linneo, los jardines botánicos se convirtieron en lugares de estudio y observación, al
mismo tiempo que se experimentaba y cultivaban nuevas especies.
REAL JARDÍN BOTÁNICO DE MADRID
CARACTERÍSTICAS:
Situación Geográfica:
Latitud : 40º 25' N
Longitud: 3º 41' W
Altitud : 640 m.
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Superficie: 8 Ha.
Clima: Mediterráneo
El 17 de octubre de 1755, Fernando VI ordenó la creación del Real Jardín Botánico de Madrid, como una
institución nueva de tintes reformadores, vinculada a la enseñanza de una disciplina eminentemente práctica:
La Botánica. Su gestación debe contemplarse dentro de la política borbónica, preocupada por la creación en
nuestro país de establecimientos técnicos y científicos al modo de la Europa ilustrada. Su primera ubicación
fue el Soto de Migas Calientes, en las inmediaciones de lo que hoy se denomina Puerta de Hierro, a orillas del
río Manzanares. Contaba con más de 2000 plantas, recogidas por José Quer, botánico y cirujano, en sus
numerosos viajes por la Península u obtenidas por intercambio con otros jardines botánicos europeos.
A partir de 1774, Carlos III dio instrucciones para su traslado al actual emplazamiento del Paseo del Prado,
formando parte del entramado científico creado en el nuevo eje madrileño de la ciencia, donde se inaugura en
1781.
Los primeros proyectos de instalación fueron diseñados por el arquitecto real Francisco Sabatini, a él se debe
la traza del perímetro hexagonal, se construyeron las tres terrazas escalonadas para salvar el desnivel entre los
límites del Buen Retiro y el futuro Paseo del Prado, se ordenaron las plantas según el método de Linneo, y se
construyo también la verja que rodea el Jardín, en particular la Puerta del Rey, que se abre hacia el Paseo.
La distribución tardo−barroca propuesta por Sabatini para el espacio interior fue rechazada por no acomodarse
a las funciones científicas y docentes del Centro, y sustituida por otra, de organización más clásica, elaborada
por Juan de Villanueva. Las nuevas instalaciones del Prado fueron inauguradas en el otoño de 1781; pocos
años después, en 1794, se ultimaría la construcción del Pabellón Villanueva, inicialmente destinado a la
impartición de la docencia y como contenedor de los herbarios y la biblioteca del Real Jardín, en él se
encuentra la Cátedra donde impartió sus clases Antonio José Cabanilles.
En 1808, la Guerra de la Independencia trajo al Jardín años de abandono y tristeza, en los que son destacables
los esfuerzos de Mariano de La Gasca, por mantenerlo dentro de las corrientes científicas europeas.
A mediados del siglo XIX, bajo la dirección de Mariano de la Paz Graells (1809−1898), se modificó el nivel
superior del Jardín, el Plano de la Flor, alterándose su trazado, hasta entonces organizado en cuadros, como el
resto del Real Jardín. De estas fechas data el estanque central y el busto de Carlos Linneo que lo preside,
también de estos años es la Estufa de las Palmasy la instalación, en el paseo alto, de las cuatro estatuas en las
que se representan a los botánicos José Quer (1695−1764), Simón de Rojas Clemente (1777−1827), Mariano
Lagasca (1776−1839) y Antonio José Cabanilles (1745−1804), todos ellos vinculados a la historia de este
establecimiento científico. También en época de Graells se instaló un zoológico, que doce años más tarde,
siendo ya director Miguel Colmeiro, se trasladó al Jardín del Buen Retiro.
En la década de 1880 a 1890, el Jardín sufre importantes pérdidas. En 1882 se segregan dos hectáreas para
construir el edificio que actualmente ocupa el Ministerio de Agricultura, con lo que su superficie queda
reducida a las ocho hectáreas actuales. En 1886, un ciclón derribó en su recinto 564 árboles de gran valor.
En el primer tercio del siglo XX se inician con seriedad las investigaciones en el campo de la micología, y
adquieren un elevado nivel las desarrolladas en el de la micromicetologóa.
En 1939, el Real Jardín Botánico pasa a dependen del Consejo Superior de Investigaciones Científicas
−CSIC−.
El edificio de investigación, con entrada propia desde la calle Claudio Moyano, fue construido en la década de
los sesenta, del pasado siglo, siendo de los años noventa el actual invernadero de exhibición. El Real Jardín
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goza de la calificación de artístico desde el mes de octubre de 1942.
En 1974, tras décadas de penuria y abandono, fue cerrado al público para abordar profundas obras de
restauración, que acabaron devolviéndole su estilo original.
La actual estructura del Real Jardín, recuperada tras las restauraciones iniciadas en 1978, mantiene, en sus dos
terrazas inferiores , la organización neoclásica con la que fue concebido en sus inicios: el rectángulo que
configura cada una de estas terrazas queda simétricamente dividido en cuadros de 10 pies de lado, en cuyo
centro se inserta un fontín de piedra berroqueña del que mana agua. La terraza superior mantiene la
ordenación romántica que recibió a mediados del siglo XIX.
ORDENACIÓN DE LAS PLANTAS:
Terraza de los Cuadros:
En esta se presentan las colecciones de plantas ornamentales, medicinales, aromáticas, endémicas y de huerta
reunidas alrededor de los fontines. En el extremo sur del paseo central se encuentra la rocalla.
Terraza de las Escuelas Botánicas:
En esta terraza se sitúa la colección taxonómica de plantas. Estas se encuentran ordenadas por familias y
filogenéticamente, alrededor de doce fontines. Se puede recorrer el reino vegetal desde las plantas más
primitivas a las más evolucionadas.
Terraza del Plano de la Flor:
Esta parte del Jardín ofrece una variada representación de árboles y arbustos, distribuidos en figuras rodeadas
por setos de durillo. Durante su reconstrucción en el siglo XIX, se construyeron el estanque y busto de
Linneo, y al extremo norte, el invernadero llamado de las palmas.
La entrada al Real Jardín se realiza por la Puerta de Murillo , que se abre a la plaza de igual nombre
inaugurada en septiembre de 1789; la Puerta del Rey, queda reservada para el acceso exclusivo de la Familia
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Real.
La entrada nos enfrenta con el Paseo de Quer, central del nivel inferior o Terraza de los Cuadros, entre esta
terraza baja y la terraza media corre el Paseo Gómez Ortega, construido en dos niveles separados por una
línea de sillería granítica y delimitado por un seto de mirto recortado; en el quedan situadas las cuatro estatuas
de los botánicos españoles a los que antes nos referimos.
En el mismo centro de la terraza intermedia, la de las Escuelas Botánicas, presidiendo toda la composición del
Real Jardín, se levanto, en 1981, con motivo del bicentenario de la inauguración, una estatua de bronce de
Carlos III, ocupando así el lugar que le había estado reservado desde la fundación misma del Real
Establecimiento.
La terraza superior, el Plano de la Flor, queda separado de las inferiores por una baja barandilla de hierro; se
marca así una separación entre los planos didácticos − los de los plano inferiores− y éste, dedicado al paseo y
al disfrute estético.
La masa arbustiva presenta aquí una distribución irregular, sólo abierta en su parte central para permitir la
visión en perspectiva del Paseo de Carlos III, central en el Real Jardín mediante el que se une la Puerta del
Rey con la entrada del Pabellón Villanueva, defendido, en su frente, por un estanque en cuyo centro se eleva
el busto de Carlos Linneo y en cuyas cercanías crecen un par de cipreses de los pantanos.
En los laterales de esta terraza, y aún por detrás del Pabellón Villanueva, hoy dedicado a exposiciones
temporales, corre un emparrado donde se muestra una colección de vides. Entre los árboles y arbustos más
llamativos de este Plano de la Flor figuran los árboles de Júpiter, cedros del Líbano, parasoles de China y
quizás el árbol mas fotografiado de todo el Jardín, una palma Canaria.
El Real Jardín cuenta con cuatro invernaderos; uno, anejo al edificio de investigación, construido en 1987,
queda destinado a los fines propios del edificio; los otros tres se sitúan en el lado norte. El más antiguo, la
estufa de las palmas, fue construido en 1852 y muestra una colección de plantas tropicales. Junto a él se sitúa
el moderno invernadero de exhibición, concluido en 1993; en donde se recrean tres ambientes: tropical
húmedo, subtropical y tropical seco, permitiendo así reconstruir el hábitat adecuado para plantas de
procedencia africana, asiática y, especialmente, sudamericanas, de las que el Real Jardín tiene una magnifica
colección; la energía que permite el mantenimiento de estas colecciones es de origen solar. Por último, en el
plano de la terraza de las Escuelas Botánicas, queda el invernadero del jardincillo, dedicado a la
multiplicación, levantado en 1976.
EL HERBARIO.−
Desde su fundación en 1781, se recogen, desecan y almacenan plantas en los locales del Jardín. Con el
transcurso de los años, y especialmente con los resultados de las expediciones científicas a América el número
de plantas almacenadas va aumentando, aunque no llega a formar un Herbario General propiamente dicho. Es
en 1846, cuando se crea un Herbario General. Se reúnen así unas catorce mil plantas representadas por unas
trece mil fanerógamas y un millar escaso de criptógamas. Quedan aparte las colecciones de las expediciones
científicas a tierras exóticas.
En la actualidad el herbario cuenta con aproximadamente un millón de ejemplares provenientes de todo el
mundo.
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