Guión de la Eucaristia

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COLOMBIA
Eucaristía, celebrando el Día Nacional del Migrante
Domingo 20 de Septiembre del 2015
IGLESIA SIN FRONTERAS, MADRE DE TODOS
Texto de 22 líneas
Todos los años la Iglesia Católica nos invita en cada país a tomarnos un momento de
reflexión sobre las personas migrantes y en situación de desplazamiento. El Papa Francisco
este año nos recuerda: “La Iglesia sin fronteras, madre de todos, extiende por el mundo la
cultura de la acogida y de la solidaridad, según la cual nadie puede ser considerado inútil,
fuera de lugar o descartable. Si vive realmente su maternidad, la comunidad cristiana
alimenta, orienta e indica el camino, acompaña con paciencia, se hace cercana con la oración
y con las obras de misericordia”. (7 líneas)
Colombia, que se enorgullece por ser dignamente representada en el exterior por artistas,
científicos y deportistas, sigue siendo también un país que exporta víctimas de la violencia y
desigualdad social. Centenares de compatriotas han regresado especialmente de Venezuela
y todavía numerosas son las familias en situación de desplazamiento interno así como
migrantes solicitantes de refugio que recorren el país dirigiéndose a Estados Unidos de
América (EUA), y venezolanos especialmente estudiantes en espera de regresar a su país,
según ellos, cuando hayan las condiciones. (7líneas)
Deben conmovernos los miles de náufragos del Mediterráneo y los fallecidos por los
senderos del oriente europeo y los desiertos entre México y EUA. En la encíclica sobre la
ecología el Papa insiste: “Es evidente la incoherencia de quien lucha contra el tráfico de
animales en riesgo de extinción, pero permanece completamente indiferente ante la Trata de
Personas, se desentiende de los pobres o se empeña en destruir a otro ser humano que le
desagrada”. Hoy renovemos nuestro interés de aliviar la situación que viven muchos
migrantes, desplazados, refugiados o víctimas de la Trata de Personas. Solamente así
podremos formar aquella “Iglesia sin fronteras, madre de todos”. (8 líneas)
Monición inicial: (Se sugiere hacer procesión de entrada y presentar ofrendas incluyendo migrantes
y diversidad de culturas presentes en el ámbito que se celebra).
Celebramos la Jornada de oración y solidaridad con el Migrante y Refugiado 2015. Una Iglesia
sin fronteras, Madre de todos, es el Lema en este 2015. El camino es lugar de aprendizaje, de
evangelización. Millares de colombianos están de camino, migrando o en situación de
desplazamiento al interior de nuestro país y otros cuantos están en situación de refugio en los
países vecinos. También Colombia es lugar de tránsito como de destino de muchos inmigrantes.
En efecto, afirma el Papa Francisco en su mensaje “la Iglesia abre sus brazos para acoger a
todos los pueblos, sin discriminaciones y sin límites, y para anunciar a todos que «Dios es amor»
(1 Jn 4,8.16). Después de su muerte y resurrección, Jesús confió a sus discípulos la misión de
ser sus testigos y de proclamar el Evangelio de la alegría y de la misericordia”.
Monición de las Lecturas y el Evangelio:
La sabiduría viene de Dios y está con el justo; es Dios que le acompaña y sostiene. La sabiduría,
afirma el apóstol Santiago, es amante de la paz y se manifiesta con misericordia y buenas obras
buscando ante todo la justicia. Jesús saca tiempo para sus discípulos y a ellos les confía la
continuación de su servicio. El servidor será el primero y más importante. Acojamos con
sabiduría esta Palabra.
Primera Lectura
Lectura del libro de la Sabiduría (2,12.17-20):
Se dijeron los impíos: «Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras
acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; veamos si
sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo
auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la
tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte
ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.»
Palabra de Dios.
Salmo 53,3-4.5.6 y 8
R/. El Señor es mi fuerza, roca y salvación (cantado).
Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras. R/.
Porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte,
sin tener presente a Dios. R/.
Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (3,16–4,3):
Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de
arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y
buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la
justicia. ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras
pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no
alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís,
porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones.
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,30-37):
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no
quería que nadie se entera se, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del
hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres
días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?». Ellos
no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó,
llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de
todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño
como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me
ha enviado.»
Palabra del Señor.
ORACION DE LOS FIELES
Introducción del Presidente:
En la Palabra de hoy se nos llama la atención de la siguiente manera: “os combatís y os hacéis
la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal”. Mantengamos la
confianza en Dios que nunca nos abandona y, al contrario, quiere que sepamos dirigirnos a él
como sus hijos. Con humildad oremos al Señor diciendo:
Padre compañero de camino, instrúyenos y escúchanos.
1. Por nuestra Iglesia, el Papa Francisco, los Obispos y sacerdotes: que el servicio sea la
prioritaria manera de evangelización, siendo instrumentos que favorezcan la presencia
del propio Jesús en la cercanía con el pueblo de modo especial con los más necesitados;
oremos al Señor.
2. Por las autoridades nacionales, departamentales y municipales, para que se empeñen en
la garantía de los derechos básicos de la población: trabajo digno, salud, educación y
alimentación; oremos al Señor.
3. Numerosa es la población que continua en situación de desplazamiento a lo largo y
ancho de nuestro país; y muchos los que han huido y buscado refugio en Ecuador,
Venezuela, Panamá, Europa y otros países: para que, con la cooperación de las
autoridades y de todos nosotros, como buenos samaritanos, les ayudemos a recuperar
su dignidad y el bienestar de sus familias; oremos al Señor.
4. En esta Jornada Nacional de oración y unidad con los migrantes seamos señal de que la
Iglesia es madre con el corazón abierto al mundo entero, sin fronteras, y sale al
encuentro de los más necesitados. Pedimos por los agentes de pastoral del Migrante y
todos los cristianos, para que, motivados por el propio Jesús peregrino, renovemos ese
compromiso de acercarnos y atender al hermano que está caído en el camino, o que hoy
continúa llegando desplazado, con el mismo espíritu como lo hizo el buen samaritano;
oremos al Señor.
5. Por el buen éxito del proceso de Paz en nuestra Colombia: para que esto sea un
compromiso y una oportunidad para todos y en nuestras comunidades sepamos
construir espacios de diálogo, perdón y solidaridad como hermanos e hijos de Dios
Padre; oremos al Señor.
Celebrante:
Padre, servidor de tu pueblo, promotor de paz y esperanza, que quisiste que tu Hijo Jesucristo
se hiciera migrante y peregrino entre nosotros, escucha bondadosamente estas súplicas que te
presentamos por medio del mismo Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
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