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Posesión demoníaca
Lic. María Inés Di Franco
Los misterios de la mente desde la antigüedad siempre interesaron al hombre tanto al
de ciencia como a los cultos, a los filósofos y al ingenuo.
La creencia dramática de que la vida humana no solo contiene el bien está presente
desde las religiones más antiguas y para exculpar a Dios de la existencia del mal; la
creación de ángeles y demonios.
Allende los mares Freud abre una brecha y es en 1893 cuando estudia el mecanismo
psíquico de los fenómenos histéricos.
En el devenir de la cura, nos enseñan Freud y Charcot la relación esencial entre el
paciente y el médico y que durante la hipnosis se puede provocar el ataque histérico se
halló que encierra el recuerdo de un trauma psíquico o una serie de traumas que se
evidenciaron en la fase alucinatoria.
Una niña venía sufriendo desde varios días atrás ataques de convulsiones que se
suponían epilépticas.
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Hipnotizada con el fin de establecer un diagnóstico diferencial, sufrió en el acto uno de
tales ataques, e interrogada sobre lo que en aquel momento acontecía y veía contestó: “el
perro, que viene el perro”, resultando que el primer ataque por ella padecido fue a raíz de
haber sido perseguida por un perro rabioso. “
El ataque histérico no tiene que ver con el demonio ni con las influencias de los malos
espíritus Freud escribe acerca “Una neurosis demoníaca en el siglo XVII”, habiendo
estudiado minuciosamente la vida artística y subjetiva del pintor bávaro Cristóbal Haitzmann
dice:
“Los casos de posesión diabólica corresponden a nuestra neurosis, para cuya
explicación acudimos nosotros de nuevo a la acción de poderes psíquicos. Los demonios
son para nosotros malos deseos rechazados; ramificaciones de impulsos instintivos
reprimidos.
Haitzmann, caería en cuerpo y alma bajo la potestad del demonio; durante nueve años,
ese es el estilo de esta clase de pactos.
Freud adscribe la causa que movió su pacto con el diablo a la melancolía en que cayó
el pintor después de la muerte de su padre; por lo tanto si logra un sustituto del padre
recobraría la alegría y la capacidad de trabajo.
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Elige al demonio como sustituto del padre, y esto a Freud no deja de sorprenderle.
Un demonio es considerado un espíritu impuro, el cual puede causar una posesión
demoníaca y puede ser expulsado por el ritual del exorcismo.
La noticia fue en octubre de 1949, exactamente el 26. El histórico Convento de las
Clarisas; convertido en Hospital desde hacía un siglo iba a ser vendido para construir un
hotel cinco estrellas.
La capilla ya casi a la intemperie, guardaba enterrada en sus criptas tres generaciones de
obispos. Debían desocuparlas y entregar los restos a quienes pudieran reclamarlos o llevarlos
a una fosa común.
Sorprendió a Gabo el primitivismo como esos obreros desenterraban a los muertos; y es
el recuerdo de este acto que le produjo estupor; y me pregunto ¿presencia del Unheimlich?
Entiendo que este encuentro con lo siniestro llevó su pluma al máximo realismo mágico
de “del amor y otros demonios”.
Es en la tercera hornacina del altar mayor del lado del Evangelio; allí estaba la noticia;
saltó la lápida en pedazos y una cabellera viva de un color cobre intenso se derramó fuera de
la cripta.
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El maestro de obra quiso sacarla completa con la ayuda de sus obreros y cuanto más
tiraban de ella más largos y abundante parecía, hasta que salieron las últimas hebras todavía
prendidas a un cráneo de niña.
El sepulturero le da a Gabriel García Márquez una explicación; que el pelo después de
muerto sigue creciendo a un centímetro por mes, y entonces veintidós metros sería un buen
promedio para doscientos años.
Al premio Nobel de literatura esto no le sorprendió, porque cuando era niño, su abuela le
contaba una leyenda que “una marquesita de doce años cuya cabellera le arrastraba como
una cola de novia, que había muerto por el mal de rabia por el mordisco de un perro, era
venerada en todo el Caribe por sus muchos milagros. La idea de que esa tumba pudiera ser la
suya fue la noticia de aquel día y el origen de este libro“. El libro lo escribe en 1994 en
Cartagena de Indias.
Trama:
En el esplendor y decadencia de la América esclavista del siglo XVIII, se escribió la
historia de Sierva María de Todos los Ángeles, la marquesita recluida en un convento, allí se
enfrentará con el prejuicio y la ignorancia de su tiempo. Los horrores de la Inquisición, la
enfermedad y el dolor inagotable del amor sin esperanzas.
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Sierva María fue criada con las tradiciones de los esclavos yorubas, a pesar de ser la hija
del marqués de Casalduera y de doña Bernarda Cabrera, una mestiza brava de la llamada
aristocracia de mostrador; seductora, rapaz, parrandera y ávida de sexo, astuta para los
negocios de esclavos; que sin amar al marqués se casó con él y le fue infiel con un esclavo
que le daba placer.
Así están las cosas cuando doña Bernarda da a luz a Sierva María.
Dominga de Adviento, una negra de ley gobernó la casa hasta el día de su muerte, ella
era quien crio y cuidó de la niña con las demás esclavas negras, bajo sus creencias. Después
de la muerte de Dominga de Adviento, el padre hizo que Sierva María viviera en la casa con el
y su madre.
En esa casa el esplendor del pasado se había desvanecido y se habían consumido los
últimos saldos de la grandeza.
Dominga se había convertido al catolicismo, pero sin renunciar a las creencias y su fe
yoruba.
Esta mujer tenía autoridad para mediar entre el marqués y su esposa doña Bernarda los
esclavos convivían Dominga los sacaba a escobazos cuando encontraba a los esclavos
sodomizando y fornicando con diferentes personajes.
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Nadie era libre en ese ambiente excepto la niña que bailaba y lo hacía con gracia, con lo
africanos y cantaba con voces distintas y en las diferentes lenguas de África; imitando pájaros
y animales ante el desconcierto; además las esclavas le pintaban la cara con humo negro.
Le colgaban collares y cintas de colores encima del escapulario del bautismo.
Le cuidaban el cabello cobrizo que nunca le cortaron y se lo enrollaban con trenzas.
Para Sierva María esta transmisión debió de ser lúdica.
Era una muchachita de cuerpo escuálido, tímida de piel lívida, de ojos color azul y el
cabello cobrizo, se parecía a su padre y su forma de ser le hacía parecer invisible.
Un perro que se lo consideró rabioso mordió a Sierva María en el mercado.
Una india andariega avisa al marqués que su hija había sido mordida por un perro que
según parece estaba enfermo de rabia.
El marqués despidió a la india sin creerle argumentando que si algo grave le hubiera
pasado a la niña él sería el primero en saberlo.
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El marqués siempre pensó que amaba a su hija aunque nunca le prestaba atención pero
el miedo al mal de rabia le obligaba a confesarse que se engañaba a si mismo por
comodidad. La madre tenía conciencia de no amarla ni de ser correspondida por Sierva María
y ambas cosas le parecían justas. Mucho del odio que ambos padres sentían por la niña, eran
la causa de sus sentimientos hacia los padres a los que también parecía odiar.
Cuando el marqués toma las riendas de la casa lo primero que hizo fue espantar a los
esclavos; y devolverle a la niña el dormitorio de su abuela la marquesa de donde Bernarda la
había sacado para que durmiera con los esclavos.
Considero que es entonces donde el padre reconoce a su hija como tal; es la faltante
mirada amorosa de los padres de Sierva María, la razón por la cual fue criada por los negros
y adquirió costumbres y luego era rechazada por supuestamente tener demonios dentro.
La escena es un acto amoroso de un padre que toma en brazos a su hija le quita los
lienzos con los que la vestían las esclavas y la engalana con una camisa de dormir.
Le puso al revés la camisa y ella se la quitó para ponérsela al derecho, era la primera vez
que la vio desnuda y le dolió ver su costillar a flor de piel; y las teticas en botón. No olvidemos
que Sierva María es una niña en la metamorfosis de la pubertad. Pero al marqués lo
conmueve la delgadez extrema de su hija.
En tanto Bernarda, la madre observa la escena e irrumpe burlona, y dice ¡podrían
casarse ustedes, no es mala idea parir marquesitas con patas de gallina para luego venderlas
en los circos!
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En ese mismo gesto el padre la aloja en lo amoroso del vínculo filial, en contraste con la
dimensión incestuosa que le imprime la madre, que la deja sin padre.
El primer acto de amor lo recibe del padre, que no ve las tetillas sino sus costillas, ve la
delgadez y ese hermoso pelo cobrizo jamás cortado.
En este gesto la aloja en la filiación, habilitando el lugar de la seducción y privación que
hace al padre del Edipo.
La viste y no sabe cómo hacerlo, le pone la camisa al revés, la trata como a una criatura,
la niña se duerme en el cuarto cuidada por el padre que coloca el tul de mosquitero para evitar
que la agresión de los murciélagos la sangren.
En el relato de García Márquez a las cuatro de la mañana Sierva María abrió los ojos y
lo vio sentado junto a su cama; era ya la hora de irse, había estado velando su sueño durante
toda la noche, pone un velo a la escena que para la madre no tiene.
La viste para la ocasión con unas chinelas de terciopelo y un vestido de gala que
perteneció a su madre cuando todavía era una niña. El vestido estaba averaguado y
percudido por el tiempo pero casi sin usar, interesante la cuestión del vestido un siglo
después puesto sobre los collares de santería y el escapulario del bautismo.
Le puso un sombrero que no tenía nada que ver con el vestido y le hizo una maletita.
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Que haría al amanecer esta joven casi niña aún junto al Marqués luciendo como Juana
la Loca (que no estaba loca, o tal vez si pero de amor por Felipe el hermoso); la locura del
lado de la demonizada mirada de la Inquisición.
“Verás el mar a toda hora desde las ventanas “- “Vas a temperar unos días con las
hermanitas de Santa Clara”
“No le hará falta nada”, es la tornera del domingo quien lo dice, y en ese momento la
trenza mal prendida se desenrollo casi hasta el piso la tornera no creyó que fuera natural. El
padre trató de peinarla, la niña lo apartó y se la arregló sin ayuda con una habilidad que
sorprendió a la religiosa de turno.
“Hay que cortársela dijo”
“Es una manda a la Santísima Virgen hasta el día que se case “- dijo el marqués.
Es el Obispo frente al incrédulo quien afirma que no es que creas en Dios sino que Dios
siga creyendo en ti, así convence al marqués que a su hija la habita el demonio y la envíe al
convento para que la exorcicen.
El encuentro:
Cuando Cayetano la va a exorcizar, ella le supone un saber y entre ambos aparece el
amor.
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La iglesia para creer en la presencia parcial o total del demonio en las personas, tiene
que comprobar que el sujeto sea hablado en dos o más lenguas desconocidas, esta niña está
habitada por el idioma portugués y dialectos derivados del mismo, lenguas africanas e
indígenas y el español le había sido transmitido hacía muy poco tiempo.
La metamorfosis de la pubertad descripta por Freud, en tres Ensayos era ignorada en
esos tiempos; pero mora en ambos y es expresada por Cayetano en la poesía irrumpiendo en
el la necesidad de un placer mayor.
El dulce lamentar de Garcilaso habla en el endecasílabo del Soneto X.
¡Oh dulces prendas por mi mal halladas!
dulces y alegres cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía
y con ella en mi muerte conjurada.
Cayetano inicia recitando el primer verso y la niña declama el siguiente, en un dueto
artístico que incluye el sentimiento amoroso.
El amor se instala llevando la sexualidad infantil a su verdadero cause interrumpida por la
latencia.
Me pregunto por el cruce de lenguas, desde donde Sierva María contesta en el castellano
culto un verso de Garcilaso, el soneto por él escrito durante el dolor de la muerte de su amada
Isabel Freyre.
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¿Cómo María sabe responderle? Metáfora formidable del amor.
La sexualidad habla otra lengua, la iglesia diría has copulado con el demonio; como los
íncubos o súcubos que mantienen relaciones sexuales con la víctima mientras esta duerme.
Son los demonios íntimamente ligados a los placeres sexuales, que adquieren nombres
distintos. Según Lacan el correlativo de la pesadilla es el íncubo o el súcubo, es ese ser que
pesa con todo su peso opaco de goce extraño sobre el otro que lo aplasta para su goce, el ser
que pesa por su goce es cuestionador, que se despliega en la dimensión del enigma.
El cruce de culturas está en la lengua, la iglesia habla otra lengua.
Una religiosa mira la escena de amor entre Cayetano y Sierva María, “espía” la escena,
podría decirse Pía de piadoso y como nombre propio, su contrario es “impía”, sin piedad, lo
impiadoso de la agresividad de la pulsión escópico, la religiosa que no entorna la mirada,
aplastada por la violencia del goce, transforma el amor en demonio.
Lo que sigue es el castigo, a Sierva María le cortan el pelo, y a Cayetano lo torturan.
La posesión demoníaca es esa instilación de lo incestuoso en relación a la niña que la
deja sin padre, la madre y subrogados, la demonizan.
El pelo como significante de la belleza símbolo de feminidad y objeto de la mirada del
Otro atributo sexual cobrizo, marco de incipiente hermosura.
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Sierva María fue encontrada muerta de amor en la cama con los ojos radiantes y la piel
de recién nacida.
“Los troncos de los cabellos le brotaban como burbujas en el cráneo rapado”
El mito de los milagros sigue existiendo después de muerta la niña y aún en la actualidad
después de García Márquez.
Bibliografía
Freud Sigmund: Tres ensayos para una teoría sexual- Ballesteros T II
Freud Sigmund: Estudios sobre la histeria- Ballesteros O. C. Tomo I
Freud Sigmund: Una neurosis demoníaca en el siglo XVII Ballesteros O.C
Lacan Jacques Los cuatro conceptos fundamentales Seminario XI
Lacan Jacques Aún Seminario 20 Paidós
Lacan Jacques Seminario 10 “La angustia”
Márquez Gabriel García “Del amor y otros demonios”
Seminario “los estados límites” Pablo Kovalovsky y otros
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