Preciosa, ¿la gitana hechicera?

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Preciosa, ¿la gitana hechicera?
María de los Ángeles Vera Traverso
FHUCE- Montevideo
J
ulio Caro Baroja sostiene que, cuando los pueblos son mutuamente hostiles ante grupos étnicos diferentes, recurren con frecuencia a la acusación
de brujería. Sin embargo, con los gitanos, nos encontramos más que, ante
herejes, con un grupo que tenía la quiromancia como un auténtico negocio
y un medio de vida que ha sido utilizado por ellos para sobrevivir a lo largo
de siglos, engañando a los incrédulos con mentiras, sin que esto represente
un problema religioso sino social y étnico (Caro Baroja, 1980, 85-86).
El pueblo gitano, según Caro Baroja, tenía una división del trabajo de
acuerdo con el sexo: por un lado, los hombres se dedicaban al robo y comercio de animales, mientras que las mujeres eran hechiceras y echadoras de la
buenaventura, o bailarinas y recitadoras, según la edad, la belleza y el genio
(idem, 118). Los gitanos utilizan su poesía popular para atraer al público.
Cervantes, muy atento a esto, introduce el tema de la danza desde el
comienzo. Preciosa es una exquisita bailadora y por eso es contratada junto
a su grupo para bailar en el palacio. Las representaciones del cuerpo y de
los movimientos de éste que son aceptados y valorados, se actualizan en
prácticas concretas y en experiencias individuales y colectivas. En la danza,
la construcción y normalización de los cuerpos se lleva a cabo por medio
de diferentes estrategias de entrenamiento, donde se ponen en juego modos
específicos de disciplina para desarrollar habilidades, técnicas y hábitos.
Preciosa danza, y lo hace tan bien que despierta la admiración de los espectadores. En La Gitanilla también se resalta la poesía, en los versos que canta
Preciosa, y el narrador nos dice que son villancicos, coplas, seguidillas y
zarabanda (Cervantes, 2010, 62).1
Si bien Preciosa canta poemas en honor a la reina Margarita, también
utiliza en su poesía términos populares y nada apropiados para una joven
recatada. Cuando Preciosa danza y canta en la iglesia de Santa María, algunos
1
M. Moliner sostiene que son danzas populares españolas y estrofas de cuatro o siete versos,
usadas en canciones populares, que en algunos tiempos estuvieron censuradas (M. Moliner, II,
1125b).
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oyentes exclaman “Lástima que esta mozuela sea gitana” (idem, 65). Posiblemente el narrador, a través de estos oyentes, deja entrever el pensamiento
de lástima..., tal vez si no fuera gitana, podría lograr un mejor lugar en la
sociedad. Y otros más groseros exclaman: “¡Dejen crecer a la rapaza, que ella
hará de las suyas!” (idem, 66). Parecería que su belleza y dotes en la danza
y el canto no sirvieran de nada debido a su condición de gitana. ¿Hará de
las suyas? Sólo cabe pensar que estas personas se refieren al hurto y al sexo.
El narrador nos está mostrando la desigualdad de oportunidades que
se dan esa sociedad para las jóvenes, que no solamente no pertenecen a la
nobleza, sino que, además, son parte de un grupo marginado. Asimismo,
a la condición de gitana, se le suma la de ser mujer, subordinada al orden
patriarcal. En La Gitanilla queda en evidencia la posición que tenían las
gitanas en su entorno, esto queda bien claro cuando, finalizada la ceremonia
de aceptación de Andrés como integrante del pueblo, un gitano viejo toma la
palabra y le dice que le entrega a Preciosa, y que la puede tomar por esposa
o por amiga, que puede hacer lo que fuere su gusto (idem, 101).
Pero Preciosa, a pesar de ser criada como gitana, no piensa lo mismo,
sino que sabe que posee una joya y es su virginidad (idem, 85). Lo único que
posee Preciosa para medrar, obtener un buen casamiento, y sólo la entregará
en el matrimonio (idem 85-86). Preciosa sólo vende su joya –su cuerpo, su
virginidad–, a cambio de un matrimonio santo, es decir, cristiano, único
matrimonio socialmente aceptado en la España del Siglo de Oro. La joven
gitana demuestra pensar diferente del resto de los gitanos, cuando le dice
a Andrés que habla por la ley de su voluntad (idem, 103). No actúa como
el resto de las mujeres gitanas, a pesar de que la entregaron a Andrés. Ella
no se brindará hasta que pasen los dos años de adaptación, de inserción al
mundo de la Gitanilla, matrimonio mediante. Ella antepone su voluntad
no sólo a las costumbres gitanas, sino también a las normas sociales de la
época, en las que, el padre decide el matrimonio de sus hijos. Y continúa
Preciosa reafirmando su voluntad y su libertad: “Estos señores bien pueden
entregarte mi cuerpo; no mi alma, que es libre y nació libre” (idem, 103).
En defensa de su libertad, Preciosa es un personaje femenino similar a
Marcela, en el Quijote. Preciosa, más allá de ser gitana que no se somete a
esas costumbres del pueblo que la crió, en el texto se hace constantemente
referencia a esa práctica de libertad que no es usual en las mujeres del Siglo
de Oro. Cuando Preciosa y otras gitanas entran a un salón donde las llaman
unos caballeros para que canten y dancen, la gitana de nombre Cristina se
rehúsa a entrar pues había hombres solos, a lo que Preciosa responde que
se debe “guardar de un hombre solo y a solas” (idem, 73).
La gitanilla se toma la libertad de entrar, sin dar mucha importancia al
qué dirán, en una sociedad tan conservadora como la española del siglo
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XVII. En el transcurso de la novela, el narrador nos va mostrando de a
poco esas pequeñas tomas de desafiantes decisiones de una jovencita, que
va adquiriendo poder en su medio –a tal punto que los gitanos no la contradicen aunque el hombre tuviera la última palabra en el tema–, cuando le
dice a Juan de Cárcamo que su voluntad es casarse por la iglesia cristiana.
Si bien la Gitanilla no está caracterizada como la típica mujer gitana, esta
hermosa joven, (que sabemos desde el primer párrafo que no es tal), “lee la
buenaventura en las líneas de la mano a quien por dicho servicio le pague
alguna moneda”.
El narrador nos venía presentando el retrato de una joven virtuosa, pero
–como ya nos tiene acostumbrados Cervantes–, irrumpen las características
más terrenales de los gitanos, que se asemejan a la realidad: la gitanilla sabe
leer las manos y pide por ello recompensa económica. Preciosa, haciendo
referencia al poema que le escribiera el paje, sostiene que la pobreza es
enemiga del amor. La gitanilla remarca el valor del dinero y lo antepone al
amor. Cuando es interrogada por su sabiduría, ella responde que los gitanos se adelantan a sus años, que deben ser agudos y astutos (idem, 76). La
propia Preciosa reconoce las características negativas de su gente, pero la
justifica pues tiene que ganarse la vida, y sostiene “que no hay muchacha
de doce que no sepa lo que de veinte y cinco” (idem, 77), y para obtener
dinero, deben ser hábiles, y expertas timadoras, afirmando de esta manera
que a las gitanas, en la mentira, la estafa, y el robo, las enseña el “diablo”.
Otra referencia se hace a la enseñanza que le da la vida, y esta vez, lo
manifiesta su abuela cuando afirma que tiene a “Satanás en su pecho” (idem,
87). Esa escuela de vida a la que hacía referencia Preciosa, la hace más sabia
que un estudiante de la universidad y la propia gitana vieja se asombra de
su sabiduría. Cuando Preciosa va con su abuela a la casa del teniente para
leerles la buenaventura a las damas, la abuela les pide que le den la palma de
la mano a Preciosa (idem, 78). La buenaventura es una práctica de las hechiceras y muy usada por las mujeres gitanas, que estas mujeres realizaban para
quitarles el dinero a crédulas personas que solicitaban de ellas ese servicio.
Según González de Amezúa, estas prácticas son a las que menos importancia les daba la Inquisición, que apenas las registraba, puesto que el Santo
Oficio no las consideraba peligrosas como los conjuros de las brujas (González de Amezúa, 1982, 30). En verdad, la buenaventura que practica Preciosa
no pasa de ser más que inventos espontáneos que surgen de su gran poder
de observación y psicología que ella naturalmente posee. Cuando Preciosa
se percata de que no querían pagarle por su buenaventura, porque supuestamente, “no había dinero”, le pide a la esposa del teniente una cruz de oro
o de plata para predecirle el futuro (Cervantes, 2010, 78). Aquí no sólo se
muestra embustera en cuanto a predecir el futuro, sino que, hábilmente,
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solicita una cruz de mayor valor. Pero como no la hay, se conforma con
un dedal de plata. El narrador pone en boca de Preciosa un improvisado
poema a través del cual le predice el futuro a doña Clara. Tal vez ésta sea
una forma de resaltar aún más su habilidad para los versos y como forma de
mostrar la característica más realista de la gitanilla. Dado que doña Clara y
unas doncellas se burlan de Preciosa al negarle dinero para leer sus manos,
la gitanilla reacciona, sin perder la compostura, con un poema con tintes
burlescos y agresivos: la compara con animales, la trata de ramera, y le habla
indiscretamente de un lunar íntimo. Márquez Villanueva, analiza la retórica
y la simbología presente en este poema (Márquez Villanueva, 1985/86,
741-768). De acuerdo con este crítico, los términos usados por Preciosa,
como “arrimar la vara”, “caídas de espaldas”, tienen carácter erótico. Este
vocabulario no sería el adecuado para una joven recatada y discreta, aunque
esté enojada por no recibir dinero a cambio de la lectura de las manos. Aquí
Preciosa trasgrede los códigos del decoro existentes en la época.
Otra práctica de hechicería de las mujeres gitanas, –que era al mismo
tiempo que la quiromancia, trasmitida de madre a hija–, es el curar con
hierbas. La abuela de Preciosa, quien le enseñara a su nieta putativa todas
estas artes, es la que cura a Juan de Cárcamo, utilizando romero, (Cervantes, 2010, 109), una hierba que según creencias populares, tenía poderes
mágicos. En el caso de Preciosa, no ocurre lo mismo cuando cura a Juan
de Cárcamo mediante un soneto con aspiraciones a ensalmo2 que le dice al
oído, pero cuando se le pide que la escriba en papel queda evidente que el
soneto es un engaño. De esto se desprende que Preciosa no actúa como una
hechicera, pero sí actúa como una gitana que utiliza con astucia e inteligencia sus bien aprendidos trucos para sugestionar a los incautos enfermos
(idem, 97). Cervantes muestra en esta novela dos mundos muy diferentes:
el de los españoles cristianos nobles regidos por su reglas sociales, y el de
la otredad gitana, un mundo subalterno, marginado. Los gitanos sin educación se resisten a la aculturación, viven del hurto, no utilizan la hechicería
como tal, sino ciertos trucos y engaños para sobrevivir –como la lectura
de las manos–, utilizan hierbas para “curar” a enfermos, acompañadas por
ensalmos sin mucho sentido.
Pero también este mundo gitano tiene su lado exótico en sus danzas y
cantos, puesto que viven en comunidades nómadas, en campamentos montados al aire libre, donde se prodiga alegría y amor por la naturaleza. Esos
gitanos que se casan entre ellos, y pueden tener más de una concubina, al
mejor estilo de los jeques árabes. Pero estos gitanos también ejercen violencia
a la hora de un supuesto adulterio de sus mujeres. La Gitanilla es una novela
2
El Ensalmo es una oración utilizada en hechicería para curar. Los ensalmadores son quienes utilizan
los ensalmos para curar. Les toca el examinar a tales, a los señores Inquisidores (Covarrubias, 354).
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en la que se enaltece el matrimonio y se ensalza el amor conyugal, con una
fuerte influencia erasmista. En ella se trasmite el amor que puede atravesar
diferencias sociales. Juan de Cárcamo se enamora de Preciosa en cuanto la
ve, y por ese amor, decide transformarse en gitano bajo el nombre de Andrés
Caballero. El final feliz es cuando los padres de Preciosa, al identificarla
como a su hija Constanza, al verla enamorada de Juan de Cárcamo, deciden
entregársela a éste por esposa.
Preciosa, personaje híbrido, por un lado de origen noble, pero criada
por gitanos, nos muestra a una joven que fue absorbiendo desde niña toda
esa cultura popular de las gitanerías. Es bella y discreta, pero basta que la
contradigan para que deje traslucir lo que su interior oculta: una joven con
vocabulario popular, con tintes eróticos, que finge conocer el “arte” de la
quiromancia y de la curación utilizando “palabras mágicas” que ella inventa
en el momento, y que de mágicas no tienen nada, y son sólo un embuste
para recibir dinero. De lo que se desprende que no es una auténtica hechicera, sino que actúa como tal para embaucar incautos. El narrador por un
lado, nos presenta a una Preciosa idealizada, (es bella, sabe cantar, danzar,
y es letrada), y por otro, nos muestra un personaje con características más
terrenas: fue educada en el arte de hurtar y en la lectura de las manos, siendo
éste su modo de subsistencia.
En la idealización del personaje, el narrador llega hasta una propuesta
casi feminista, puesto que, Preciosa, sobrepone su voluntad a la de los gitanos ancianos en lo referente al uso de su libre albedrío en la elección de
pareja para el matrimonio. Preciosa se comporta como una buena cristiana,
al no consentir la unión fuera del matrimonio religioso, a diferencia de las
costumbres del pueblo que la crió. Pero Preciosa no se enamora del paje, se
enamora de un acaudalado caballero que decide dejar su vida de noble para
insertarse en ese mundo gitano, pero sin dejar su dinero. Preciosa utiliza sus
encantos físicos y su cuerpo virgen para poder medrar. El único valor que
podía tener en esa época una joven que no era noble, además de su belleza,
era su virginidad, y esto Preciosa lo tenía muy claro.
En las prácticas de libertad que el narrador pone en boca de Preciosa,
ésta se va convirtiendo en Constanza, la noble que eligió a otro noble para
su matrimonio, aunque igualmente para ello se requiriera de la voluntad
de sus padres. La joven gitana hasta el momento de ser identificada como
Constanza, sostenía un discurso de gitana. Habla con ceceo, se identifica
como gitana, pero de pronto ante la violencia que ejercen los gitanos sobre
la mujer gitana, ella se rebela e impone su discurso que, para esos tiempos
y para una jovencita, era muy avanzado. Foucault sostiene que “el discurso,
por más que en apariencia sea poca cosa, las prohibiciones que recaen sobre
él, revelan muy pronto, rápidamente, su vinculación con el deseo y con el
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poder. El discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los
sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se
lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse” (Foucault, 1996, 6). De
acuerdo con lo que sostiene Foucault, Preciosa parece querer adueñarse de
un poder social al que aparentemente no pertenece. Esto queda realmente
afirmado en el final de la obra, cuando se revela la verdadera identidad de
Preciosa, ella inmediatamente se olvida de su discurso de gitana como si
nunca lo hubiese sido, y asume el papel de doncella, confesándole a su madre
que por haberse considerado gitana, y por haber pensado que mejoraba su
suerte el casarse con Juan de Cárcamo, “alguna vez le había mirado con ojos
aficionados; pero que en resolución ya había dicho que no tenía otra voluntad
que aquella que ellos quisiesen” (Cervantes, 2010, 131).
Es el discurso propio de una doncella de la nobleza, de acuerdo con las
costumbres de la sociedad de la época. Preciosa-Constanza no es una gitana
hechicera, sino una doncella letrada y conocedora del discurso propio de
su estatus social. Pero a pesar de que Preciosa asume inmediatamente su
papel de noble, Preciosa continúa siendo llamada por Preciosa, y no con su
nombre de nacimiento, porque a pesar de su origen, ella lleva consigo todo
las enseñanzas del pueblo gitano.
Bibliografía
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“La buenaventura de Preciosa”, Nueva Revista de Filología Hispánica, 34.2: 741-68.
Foucault, Michel, 1992. El orden del discurso.
Buenos Aires: Letrae.
Resumen:
La Gitanilla es una novela en la que se enaltece el matrimonio, ensalzándose el amor conyugal,
con una fuerte influencia erasmista. En ella se trasmite el amor que puede atravesar diferencias
sociales. Preciosa, personaje híbrido, de origen noble, pero criada por gitanos, nos muestra a
una joven que fue absorbiendo, desde niña, toda esa cultura popular de las gitanerías. Es bella
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y discreta, pero basta que la contradigan para que deje traslucir lo que su interior oculta: una
joven con vocabulario popular, con tintes eróticos, que finge conocer el “arte” de la quiromancia y de la curación utilizando “palabras mágicas” que ella inventa en el momento, y que de
mágicas no tienen nada, siendo sólo un embuste para recibir dinero.
Palabras claves:
La Gitanilla, gitana, hechicera
Abstract:
La Gitanilla is a novel that enshrines the matrimony by means of exalting marital love, with
a strong Erasmist influence. The kind of love presented through its pages it is one capable of
overcoming social differences. Preciosa –a hybrid character, of noble origins but brought up
by gypsies– is shown before us as a young woman who has been assimilating all the traditional culture of the gitanerías since her childhood. She is beautiful and discreet, but someone
contradicting her would be enough for her to reveal what she is hiding inside: She uses lower
class vocabulary with erotic hints; she pretends to know the “art” of palmistry and healing
through “magic words” that have nothing to do with magic, and are only a deception used to
obtain money.
Keywords:
La Gitanilla, gypsy, sorceress.
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