Ensayos sobre ciencia, teología y fe.

Anuncio
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Rogelio Tomás Pontón
Universidad del Centro Educativo Latinoamericano
UCEL
Rosario - 2012
Pontón , Rogelio Tomás
Ensayos sobres ciencia, teología y fe. - 1a ed. - : el autor, 2013.
142 p. ; 23x16 cm.
ISBN 978-987-33-3074-2
1. Ciencias. I. Título
CDD 501
Fecha de catalogación: 19/12/2012
Este libro expresa los resultados de un proyecto de investigación
interuni­versitaria e internacional, radi­cado en UCEL y sometido
a una doble eva­luación externa,
La presente publicación expresa ideas que son responsabilidad
ex­clu­siva del autor.
ISBN Nº 978-987-33-3074-2
Rosario, 2012.
Copyright by Editorial UCEL: Universidad del Centro Educativo Latinoameri­cano.
Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723.
Queda, por esta ley, prohibida y penada su reproducción.
Esta tirada de 200 libros se terminó de imprimir en Diciembre de 2012
en Talleres Gráficos Fervil S.R.L. · Santa Fe 3316 · Tel.: 0341 4372505 ·
[email protected] · 2000 Rosario · Santa Fe · Argentina
Impreso en Argentina / Printed in Argentine.
Dedicado a mi padre, Marcelino Pontón,
con quién comencé discutiendo sobre estos temas,
y a mi nieto Bernardo Di Rienzo,
para que le sirva de orientación en el futuro.
Índice
Índice
Prólogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
1.- Qué piensan los científicos de la religión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
2.- Steven Weinberg y la religión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
3.- El debate Weinberg-Polkinghorne:
¿Tiene el universo un diseñador?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
4.- De cómo en la teoría del multiverso está implícita
la existencia del Ser Infinito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
5.- El gran diseño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
6.- Paul Dirac y la religión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
7.- Los milagros y la mecánica cuántica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
8.- Ciencia y religión según Richard P. Feynman . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
11
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
9.- El debate Dawkins-Collins sobre ciencia y fe . . . . . . . . . . . . . . . . 107
10.- La trascendencia religiosa en los escritos de C. S. Lewis
y un comentario sobre un escrito de Jorge Luis Borges . . . . . . . . . . . 123
11.- Charles Darwin, el origen del hombre y la fe cristiana . . . . . . . 139
12.- El cristianismo y los habitantes de otros mundos . . . . . . . . . . . 145
13.- Comentario crítico al libro de Dan Brown,
“El Código Da Vinci” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
14.- Presentación de un artículo de William Phillips,
Premio Nobel de física 1997 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159
15.- Los osarios de Talpiot y de Dominus Flevit,
¿pertenecen a la familia de Jesús? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
16.- Juan Pablo II y la filosofía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
17.- Recordando al maestro Romano Guardini. . . . . . . . . . . . . . . . . . 181
18.- Los manuscritos del Mar Muerto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
19.- Algunas reflexiones sobre una polémica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191
12
Prólogo
Este pequeño libro es una recopilación de artículos publicados en distintas revistas. Algunos se publicaron en la revista académica INVENIO de la
Universidad del Centro Educativo Latinoamericano y sirvieron de introducción a varios de sus números. Otros en la Revista de la Bolsa de Comercio de Rosario. También hay algunos que recién ven la luz en este libro.
La relación entre la ciencia y la religión ha sido siempre un tema de especial interés para mí. Una discusión con mi padre, siendo todavía un
adolescente, sobre una polémica entre el tribuno santafesino Lisandro
de la Torre y Monseñor Gustavo Franceschi, me llevó a devorar infinidad
de libros sobre temas religiosos: libros bíblicos como también libros filosóficos o científicos que tenían relación con la religión.
Me sirvieron de guía en aquellos años dos eminentes sacerdotes: el padre
Enrique Nardoni, biblista, y el padre Hector Valla, teólogo salesiano.
A través de los años mi posición registró algunos cambios pero no en lo
fundamental. Mis juicios fueron siendo cada vez más amplios y he buscado adaptar el mensaje cristiano a los tiempos que vivimos.
Personalmente creo que la relación entre ciencia y religión es uno de los
temas más profundos que debe abordar el ser humano. En algunos de los
artículos leeremos sobre eminentes científicos que no tienen fe religiosa, pero de los que podemos aprender mucho. En especial me refiero al
profesor Steven Weinberg, un distinguido Premio Nobel de física, que se
considera no creyente, pero que frecuentemente no se puede separar de
la discusión que abordamos aquí.
1.- Qué piensan los científicos de la religión
Desde la época de la ilustración muchos contraponen ciencia y religión
aunque, a decir verdad, tensiones existieron en todas las épocas. Algunos sociólogos prevén que con el paso del tiempo y el mayor desarrollo
científico, la ciencia irá desplazando a las distintas religiones y que, finalmente, éstas desaparecerán o solo subsistirán en personas o comunidades de muy bajo nivel educativo.
Hace aproximadamente un siglo comenzaron a realizarse algunas encuestas para probar la mencionada hipótesis de la desaparición paulatina de la religión ante el avance de la ciencia. Una de las primeras es
la que llevó a cabo el sicólogo James Leuba en 1916, quien llegó a la
conclusión de que la fe religiosa en los científicos era porcentualmente
bastante menor que en el grueso de la población. Del estudio resultaba,
también, que algo más del 40 por ciento de los científicos que contestaron la encuesta creían en un Dios personal.
Larson y Witham, en los años 1997 y 1998, publicaron en la revista Nature dos encuestas sobre el mismo tema. En la primera de esas encuestas
llegaban a resultados no muy distintos de los mostrados por Leuba en
cuanto a que de un numeroso grupo de científicos (alrededor de un millar)
casi un 40% se manifestaba como teísta. En la segunda encuesta, dirigida
a los miembros de la Academia de Ciencias de EE.UU., los científicos que
se manifestaban como teístas llegaban a una cifra bastante menor (7%),
aunque es cierto que el número de los que contestaron la encuesta no fue
numeroso (50% sobre 517 encuestas). Es justo, también, hacer notar que el
entonces Presidente de la Academia, el biólogo Bruce Alberts afirmó que
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
“hay muchos sobresalientes miembros de esta Academia que son muy religiosos”, lo que parecía contradecir lo manifestado por la encuesta.
Hay que tener en cuenta que en esas encuestas se les pedía a los científicos contestar “si ellos creen en un Dios personal al que pueden rezar”, lo
que era una pregunta muy restrictiva. Si se le hubiese hecho esa pregunta a Albert Einstein, que se consideraba religioso pero que no creía en un
dios personal, hubiese contestado que no. Con respecto a este punto es
interesante el artículo de Nancy Abrams y Joel Primack (éste último un
brillante cosmólogo) titulado “Einstein’s View of God” (publicado en el libro
editado por Russell Stannard, “God for the 21 st Century”, 2000).
En 2010 la socióloga Elaine H. Ecklund, de Rice University, publicó un libro
titulado “Science vs. Religion. What Scientist Really Think”, producto de sus encuestas y entrevistas llevadas a cabo entre el 2005 y el 2008. Las encuestas
fueron dirigidas a 2.200 científicos en distintas disciplinas de las 21 universidades “top”estadounidenses, recibiendo contestación de 1.646 de ellos. A
su vez, 275 de esos científicos fueron entrevistados. El trabajo es muy rico
y entra en un análisis que las anteriores encuestas no brindaron.
Una conclusión que saca la autora es que los que suponen que los hombres de ciencia son pocos religiosos están equivocados, cerca del 50% sí
lo son, aunque esa religiosidad puede tener distintos alcances y matices.
Por otro lado, aquellos científicos que se consideran ateos lo son, la mayor
parte de las veces, no por una derivación de su ciencia sino por otros motivos. Recordemos que el mismo Charles Darwin, que en sus últimos años
se consideraba agnóstico, no veía incompatibilidad entre sus conclusiones
científicas y la fe religiosa. Su agnosticismo radicaba, fundamentalmente,
en que no podía explicar el sufrimiento de animales y personas, y más
familiarmente en la muerte de su pequeña hija Anna en 1851.
Según la encuesta de Ecklund, los científicos se manifestaron de esta
manera:
a)
b)
c)
d)
e)
f)
16
34% manifestó no creer en Dios.
30% manifestó no saberlo.
8% manifestó que creía en un Alto Poder, pero que no era Dios.
5% manifestó que a veces creía en Dios.
14% manifestó que a pesar de algunas dudas, creía en Dios.
9% manifestó que no tenía dudas sobre la existencia de Dios.
Rogelio Tomás Pontón
Si aplicamos este porcentaje sobre los 1.646 científicos que contestaron la
encuesta, resulta que 379 de ellos creían en Dios. El mencionado 23% que
manifestó creer en Dios contrasta con el 80% que manifiesta esa creencia
en la población estadounidense (ver pág. 16 del mencionado estudio).
Personalmente no creo que una fría encuesta sea el mejor método para
dirimir una cuestión tan personal como es la relación entre el científico
y sus creencias religiosas, ni que todo se aclare con un determinado porcentaje. Me parece más rico mostrar una lista con un gran número de
científicos de nivel, la mayoría vivientes, que se han manifestado como
creyentes en Dios a través de un sinnúmero de medios.
Recientemente, el brillante Premio Nobel Steven Weinberg manifestó
en su artículo “Sin Dios” (marzo de 2009) lo siguiente: “Concedamos que
ciencia y religión no son incompatibles, después de todo existen algunos
(aunque no muchos) excelentes científicos como Charles Townes y Francis
Collins que mantienen sólidas creencias religiosas”.
Qué entraña la expresión ‘no muchos’ puede ser objeto de discusión. Nosotros mencionaremos, a continuación, una lista de científicos contemporáneos, de fe religiosa, cristianos, judíos o islámicos, pero no creemos
haberlos agotado con esta lista, lo que nos hace pensar que la expresión
‘no muchos’ podría transformarse en ‘no pocos’.
John Polkinghorne.
Fue profesor de Física Matemática en la Universidad de Cambridge. Realizó varios modelos de microfísica para el descubrimiento de los quarks.
Es un ministro de la Iglesia Anglicana. Miembro de la Real Academia de
Inglaterra y ha escrito un sinnúmero de libros (alrededor de 25) sobre el
tema religión y ciencia.
William Phillips.
Premio Nobel de Física 1997. Recibió dicho premio por su trabajo sobre el
enfriamiento de moléculas a través del laser. Es metodista.
Francis Collins.
Dirigió el programa oficial del genoma humano. Es evangélico. Desde el
2009 fue designado por el Presidente Obama para dirigir el Instituto Na17
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
cional de la Salud de EE.UU. y es precisamente uno de los dos mencionados por Weinberg.
Rod Davies.
Ha sido profesor en Manchester y es un importante analista de la radiación de fondo del big bang. Es un predicador metodista.
Eric Priest.
Eminente especialista sobre física solar. Ha dado innumerables charlas
sobre religión.
Antony Hewish.
Premio Nobel de Física por el descubrimiento de los pulsars. Es anglicano.
Charles Townes.
Premio Nobel de Física por la invención del maser y del laser. Tiene 97
años y sigue en plena actividad. Ha sido acreedor de los mayores premios
internacionales y de 27 doctorados honoris causa. Es el otro de los científicos mencionados por Weinberg.
Joseph Taylor.
Premio Nobel de Física por el descubrimiento de un pulsar binario y su
interpretación desde el punto de vista de la teoría de la relatividad general. Es cuáquero.
Simon Conway Morris.
Estudioso del big bang biológico del cámbrico. Es anglicano.
Don Page.
Cosmólogo discípulo de Hawking, evangélico. Partidario de la teoría del
multiverso. Es considerado por Leonard Susskind (no religioso) una mente brillante.
George Ellis.
Cosmólogo sudafricano, compañero de Hawking y coautor con él de un
importante libro. Es uno de los principales teóricos sobre la relatividad
general. Cuáquero.
18
Rogelio Tomás Pontón
Jocelyn Bell.
Colaboradora de Hewish en el descubrimiento de los pulsars. Es dirigente
cuáquera en Inglaterra.
Chris Isham.
Físico del Imperial College. Especialista en gravedad cuántica. Es un creyente cristiano.
Owen Gingerich.
Astrónomo e historiador de la ciencia. Es uno de los principales expertos
del mundo en Copérnico. Es menonita.
Arthur Peacocke.
Biólogo que trabajó sobre la constitución del DNA. Fue un ministro anglicano. Partidario de la teoría de la evolución darwiniana. Ya fallecido.
Nicola Cabibbo.
Físico italiano católico recientemente fallecido y que durante muchos
años fue Presidente de la Academia Pontificia de las Ciencias. Uno de sus
artículos sobre física se considera el de mayor repercusión en esa ciencia
según un sistema elaborado por Google.
Allan Sandage.
Fue considerado el Néstor de los observadores del cielo (astrónomo) desde los años ’50 hasta su reciente fallecimiento. Trabajó sobre la constante de Hubble.
Arthur Eddington.
Eminente astrofísico que fuera gran amigo de Einstein. Fue cuáquero. Ya
fallecido.
Pascual Jordan.
Coautor de la mecánica cuántica y creador de la teoría cuántica de los
campos. Fue un evangélico alemán. Ya fallecido.
Carl von Weisaecker.
Físico atómico, discípulo de Heisenberg, recientemente fallecido. Descubrió el proceso nuclear en el sol.
19
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
William Morgan.
Astrónomo del Observatory Yerkes a quien se debe un importante estudio sobre el espectro de la luz de las estrellas. Ya fallecido.
Arthur Schawlow.
Premio Nobel de Física, coinventor del laser, fue metodista. Ya fallecido.
Charles W. Misner.
Eminente físico católico dedicado a la teoría de la relatividad.
John Barrow.
Físico, cosmólogo y filósofo. Pertenece a la iglesia Unitaria y ha escrito un
sinnúmero de libros sobre ciencia.
Sir Joseph J. Thomson.
Premio Nobel de Física, descubrió el electrón. Ya fallecido.
Louis de Broglie.
Premio Nobel de Física, trabajó sobre la mecánica ondulatoria, ya fallecido.
George Lemaître.
Fue el primero en desarrollar la teoría de la expansión del universo y
el big bang. Fue un sacerdote católico de la Universidad de Lovaina, ya
fallecido.
Donald Lynden-Bell.
Cosmólogo inglés. Cristiano.
Walther Thirring.
Eminente físico austríaco de fe católica.
Juan Maldacena.
Eminente físico argentino partidario de la teoría de las supercuerdas.
Creyente en un Dios personal.
Richard Smalley.
Premio Nobel de Química por su trabajo sobre el carbono 60. Ya fallecido.
20
Rogelio Tomás Pontón
Sir Martin Evans.
Premio Nobel de Medicina.
Colin Humphreys.
Físico británico anglicano. Especialista en materiales de la Universidad
de Cambridge. Ha escrito dos libros sobre la Biblia.
Sir John Houghton.
Climatólogo británico, experto sobre el calentamiento global. Recibió,
conjuntamente con otros especialistas, el Premio Nobel de la Paz. De fe
anglicana.
Arno Penzias.
Premio Nobel de Física de religión judía. Fue, conjuntamente con Wilson,
el descubridor de la radiación de fondo del universo.
Abdus Salam
Premio Nobel de Física. Islámico. Ya fallecido. Recibió el Premio Nobel
con Steven Weinberg por su teoría sobre la unión del electromagnetismo
y la energía débil.
Werner Heisenberg.
Premio Nobel de Física, coautor de la mecánica cuántica, ya fallecido.
Robert Millikan.
Premio Nobel de Física. Presbiteriano, ya fallecido.
Arthur Holly Compton.
Premio Nobel de Física, ya fallecido.
Isidor Issac Rabi.
Premio Nobel de Física, de religión judía, ya fallecido.
Nevill F. Mott.
Premio Nobel de Física, ya fallecido.
Brian David Josephson.
Premio Nobel de Física.
21
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Carlo Rubbia.
Premio Nobel de Física.
William Stoeger
Cosmólogo del Observatorio Vaticano. Jesuita.
George Coyne
Ex director del Observatorio Vaticano. Especialista en la formación de
estrellas. Jesuita.
Werner Arber.
Premio Nobel de Medicina por sus trabajos sobre microbiología y actual
Presidente de la Academia Pontificia de las Ciencias. Es protestante.
Christian Anfinsen.
Premio Nobel de Química, ya fallecido.
Russell Stannard.
Físico experimental británico, uno de los primeros docentes de la Open
University y famoso escritor de libros de ciencia para chicos. Anglicano.
Martin Nowak.
Biólogo matemático de la Universidad de Harvard.
Freeman Dyson
Eminente físico inglés.
Raymond Chiao.
Eminente físico de origen chino.
Henry Norris Russell.
Que fuera el Néstor de los astrónomos norteamericanos en la primera
mitad del siglo pasado. Presbiteriano, ya fallecido.
Ennio De Giorgi.
Eminente matemático católico italiano ya fallecido. Se adelantó a John
Nash en un importante descubrimiento matemático.
22
Rogelio Tomás Pontón
Robert J. Aumann.
Premio Nobel de Economía, especialista en teoría de los juegos. Es rabino
judío.
Emiliano Aguirre Enríquez.
Paleontólogo español que trabajó en los yacimientos pleistocenos de la
Sierra de Altapuerca.
Miguel Crusafont Payró.
Eminente paleontólogo español ya fallecido, que fuera director del Museo de Sabadell.
Gerald Gabrielse.
Físico experimental de la Universidad de Harvard.
William Newsome.
Eminente siquiatra estadounidense.
Robert B. Griffiths.
Especialista en mecánica cuántica de la Carnegie Mellon University.
Stephen Blundell.
Profesor de física de los estados sólidos de la Universidad de Oxford.
Sir Brian Heap.
Profesor de biología y genética, Fellow de la Royal Society.
Ian Hutchinson.
Profesor de ciencia nuclear e ingeniería en el MIT. Trabaja para aprovechar la fusión nuclear.
Denis Alexander.
Investigador sobre el cáncer. Fue director de programa de inmunología en
el Babraham Institute de Cambridge. Fue Presidente del Faraday Institute.
Derek Burke.
Presidente Honorario de la British Nutrition Foundation. Importante
científico en materia de alimentos.
23
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Paul Shellard.
Discípulo de Stephen Hawking, director del programa Cosmos, especialista en teoría de las cuerdas.
Arnold O. Benz.
Astrofísico suizo, especialista en física del sol.
Wilhelm Röpke.
Eminente economista que fuera asesor del gobierno alemán durante el
llamado milagro económico. Ya fallecido.
William F. Albrigth.
Famoso arqueólogo y lingüista nacido en Chile que se dedicó a los estudios bíblicos. Manejaba 26 idiomas y publicó alrededor de 1.000 trabajos
de investigación. De fe metodista, ya fallecido.
Arthur Milne.
Eminente cosmólogo anglicano fallecido en 1950.
Willem B. Drees.
Físico, filósofo y teólogo, editor de la revista Zigon, la revista leader en
‘ciencia y religión’.
Ian Barbour.
Físico y teólogo, el decano de los científicos-teólogos. Cuando estudiaba
el doctorado en física, en los 40s., fue ayudante del físico italiano Enrico
Fermi.
Charles Coulson.
Eminente químico inglés ya fallecido.
Kenneth Miller.
Evolucionista católico, profesor de la Universidad de Brown.
Pierre Grassé.
Eminente zoólogo ya fallecido que dirigió la publicación del tratado de
zoología en 38 volúmenes. Fue miembro de la Academia Francesa. Evolucionista lamarckiano.
24
Rogelio Tomás Pontón
Pierre Teilhard de Chardin.
Paleontólogo de la Compañía de Jesús que publicó cerca de 1.000 trabajos
sobre geología, paleontología, filosofía y teología. Ya fallecido.
Francis Everitt.
Físico, investigador que trata de testear la relatividad general de Einstein.
Recibió el Premio de la NASA.
Gerald B. Cleaver.
Físico especialista en teoría de las cuerdas, profesor en Baylor University.
John R. Lucas.
Lógico y filósofo inglés. Fellow y Tutor del Merton College de Oxford. Ha
trabajado sobre el teorema de Gödel.
S. J. (Sam) Berry.
Profesor Emérito de Genética en College University of London y que fuera
Presidente de la Linnean Society.
Kurt Gödel.
Uno de los lógicos más brillantes de la historia. En sus últimos años desarrolló una versión matemática de la prueba ontológica de la existencia
de Dios. Ya fallecido.
Joan Centrella.
Jefa del laboratorio de astrofísica gravitacional de la NASA.
Robert White.
Profesor de geofísica de la Universidad de Cambridge.
Joel R. Primack.
Profesor de física en la Universidad de California, Santa Cruz. Eminente
cosmólogo. De él es la frase, ante la fotografía del satélite COBE, “the
handwriting of God”. De religión judía.
George Smoot.
Premio Nobel de física 2006, ante la fotografía de la radiación de fondo
del COBE, dijo “was like the face of God”.
25
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Jennifer Wiseman.
Astrofísica de la NASA, trabaja sobre exoplanetas, de fe evangélica.
Max Planck.
Uno de los creadores de la física cuántica. Premio Nobel, ya fallecido.
Max Born.
Eminente físico que desarrolló con Heisenberg y Jordan la mecánica
cuántica (mecánica de las matrices). Premio Nobel de Física. Ya fallecido.
De fe judía.
John Eccles.
Premio Nobel de Medicina por sus investigaciones sobre el cerebro humano. Ya fallecido.
Andrerw Briggs.
Profesor de física y nanotecnología de la Universidad de Oxford.
Wilson Poon.
Profesor de física de la materia condensada de la Universidad de Edimburgo.
Andy Gosler.
Ornitologista de la Universidad de Oxford.
Donald MacKay.
Científico de la comunicación que fuera de la Universidad de Keele.
Stephen Barr.
Profesor de física de las partículas en la Universidad de Delaware. Director del Barton Research Institute de esa Universidad. Es católico y autor
de un importante libro sobre el tema que nos ocupa.
Sir Ghillean Prance.
Eminente botánico inglés.
Russell Cowburn.
Especialista en nanotecnología de la Universidad de Cambridge.
26
Rogelio Tomás Pontón
Cyril Domb.
Fue profesor de física en el King College de Londres y Premio Max Born
1981. Es un judío practicante.
Katherine Blundell.
Profesora de astrofísica de la Universidad de Oxford.
Vera Cooper Rubin.
Eminente astrónoma, practicante judía.
Joseph Murray.
Premio Nobel de Medicina en 1990. Es católico.
Ahmed H. Zewail.
Premio Nobel de Química en 1999. Es musulmán.
Louis Leprince-Ringuet.
Eminente físico de partículas, ya fallecido, de fe católica.
Aaron J. Ciechanover.
Premio Nobel de Química, de religión judía.
David J. Bartholomew.
Eminente estadístico inglés, autor de más de 20 libros, predicador metodista.
Tom McLeish.
Especialista en biología y física molecular (reología) de la Universidad de
Durham.
Bernard Silverman.
Eminente matemático y estadístico, miembro de la Academia Real de
Inglaterra. Es Jefe de Consultores del Home Office. Es clérigo de la Iglesia
de Inglaterra.
Alasdair Coler.
Es un neurologista académico dedicado al estudio de la inmunología de
las terapias de las esclerosis múltiples. Es ministro de la Iglesia Anglicana.
27
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Peter J. Bussey.
Físico experimental de partículas de la Universidad de Glasgow.
Graham Swinerd.
Estudioso de la ingeniería del espacio de la Escuela de Ingeniería de
Southampton.
Michael Hoskin.
Eminente matemático e historiador de la astronomía.
Mike Hulme.
Eminente climatólogo.
Oswald T. Avery.
Eminente biólogo y químico que determinó que en el DNA se encontraba
la información genética. Murió en 1955 y era de religión bautista.
Robert Mann.
Profesor de física del Waterloo College.
Chen Yang ching.
De origen chino, recibió el Premio Nóbel de física. Es cristiano.
Peter Clarke.
Biólogo dedicado a la neurociencia de la Universidad de Lausanne. Ha
sido profersor en la escuela dominical.
Andrew Steane.
Profesor de física de la Universidad de Oxford.
Lionel Tarassenko.
Ingeniero especialista en robótica para medicina. Profesor en Oxford.
Alister McGrath.
Es un teólogo que en sus primeros años se dedicó a la química biológica,
obteniendo un doctorado en ciencias naturales. Ha escrito un sinnúmero
de libros de teología y ciencia.
28
Rogelio Tomás Pontón
Keith Fox.
Profesor de bioquímica en la Universidad de Southampton. Es chairman
de Christians in Science.
Ernest T. S. Walton.
Premio Nóbel de física 1951, de origen irlandés, ya fallecido. Era cristiano.
Allan Chapman.
Profesor de historia de la ciencia, especialmente astronomía, en Oxford.
Ha sido presidente y fundador de la Sociedad Británica de Historia de la
Astronomía.
Donald Knuth.
Profesor emérito de la Universidad de Stanford, eminente especialista en
computación. Luterano.
John H. Brooke.
Eminente profesor de historia de la ciencia de la Durham University. Ha
sido presidente de la Sociedad Británica de la Historia de la Ciencia.
Katharine Hayhoe.
Climatóloga del Texas Tech University. Cristiana.
Rodney Holder.
Astrofísico, director de investigación del Faraday Institute de Ciencia y
Religión.
Jerome Lejeune.
Eminente genetista francés ya fallecido que descubrió, entre otras cosas,
la causa genética del síndrome de Down. De fe católica, se ha iniciado el
proceso de su beatificación.
Henrietta Swan Leavit.
Fue la observadora que comenzó a estudiar las cefeidas, estrellas variables que permiten calcular las distancias en el universo. De fe congregacionalista, murió en 1921.
29
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Geofrey Chew.
Eminente físico estadounidense de fe católica.
Peter Harrison.
Director del Centre for the History of European Discourse de la Universidad de Queensland (Australia). Se dedica al estudio histórico de ciencia
y religión.
Helge Kragh.
Eminente historiador de la cosmología. Ha sido Presidente de la Sociedad
Europea de Historia de la Ciencia y escrito un sinnúmero de libros sobre
la materia. Ha escrito, entre otros, una biografía de Paul Dirac y últimamente “Higher speculations: Grand theories and failed revolutions in
physics and cosmology” (2011).
Giuseppe Del Re.
Eminente químico y epistemólogo recientemente fallecido. Fue profesor
de la universidad de Napoles.
Entre los 131 mencionados hay 31 premios Nobel en sus respectivas disciplinas.
A los mencionados podríamos agregar otros científicos que sobresalieron
en el campo de la física, de la química, de la biología, de la historia y de la
economía. Los mencionados son científicos contemporáneos, vivieron en
el siglo XX o viven actualmente. Ellos siguen la tradición de otros muchos
eminentes científicos de siglos anteriores, entre los cuales no podemos dejar de mencionar a James Clerk Maxwell, un físico a la altura de Einstein.
30
Rogelio Tomás Pontón
Bibliografía
Ecklund, Elaine Howard, Science vs. Religion. What Scientists Really Think,
Oxford University Press, 2010.
Hutchinson, Ian, James Clerk Maxwell and the Christian Proposition, que se
puede bajar de internet.
Larson, E. y Witham, L., Leading scientists still reject God, Nature, 1998. Se
puede bajar de internet.
Pontón, Rogelio, Debates recientes sobre religión y ciencia, en el libro editado
por W. Darós, con la colaboración de Bugossi, Castagnino y otros, “Conflictos epistemológicos entre el conocimiento científico y el religioso”, UCEL
2010. En ese trabajo se analizan los debates entre Weinberg - Polkinghorne y Dawkins - Collins. Se incorpora en este libro.
Pontón, Rogelio, El gran diseño, publicado en la revista Invenio, donde se
analiza el libro de Hawking y Mlodinow con ese título. Se incorpora en
este libro.
Pontón, Rogelio, en tres números de la revista Invenio, de la Universidad
del Centro Educativo Latinoamericano, hemos publicado artículos que
también se refieren al tema que nos ocupa: Dirac y la religión, Steven
Weinberg y la religión, y Ciencia y Religión según Richard P. Feynman y que
se agregan en este libro
Stannard, Russell, God for the 21 st Century, Templeton Foundation, 2000.
En este libro se publican las respuestas de 50 científicos (físicos, biólogos, teólogos y sicólogos) en alrededor de 3 páginas sobre la relación
entre su especialidad y Dios. Un libro similar con el testimonio de 18
científicos ha sido publicado por S.J. (Sam) Berry como editor.
31
2.- Steven Weinberg y la religión
Weinberg es uno de los principales físicos contemporáneos. Nacido en
1933, se entusiasmó por la física desde muy joven. Mientras conducía
su ‘Camaro rojo’ hacia el Instituto de Tecnología de Massachussets (Cambridge, EE.UU.), allá por 1967, se le ocurrió una idea que fue determinante
en la ciencia: “se dio cuenta de que quizá fuese posible utilizar una idea
en apariencia paradójica sobre el orden fundamental de la naturaleza,
llamada ruptura de simetría, para encontrar la unidad subyacente en
dos de las cuatro fuerzas o interacciones fundamentales de la naturaleza” (James Glanz, “Steven Weinberg, físico del todo”, Internet: http://fis.
linuxchile.cl/docs/elpais/weinberg.html).
Las diversas fuerzas de la naturaleza son las siguientes: el electromagnetismo, la fuerza débil, la nuclear fuerte y la gravedad. “La primera, el
electromagnetismo, rige las fuerzas cotidianas de campos eléctricos y
magnéticos, y la segunda, denominada fuerza débil, es responsable de
la desintegración radioactiva de los elementos como el radio o el uranio.
Las fuerzas electromagnéticas son miles de veces más potentes que la
interacción débil, y son transmitidas por una partícula sin masa denominada fotón. La interacción débil la transmiten partículas muy pesadas
denominadas W y Z” (Glanz, ibídem).
Conduciendo su auto, “Weinberg vio que las mismas ecuaciones podrían
describir las dos interacciones, si un tipo de energía denominada campo escalar impregnaba todo el espacio. En efecto, el campo empujaría
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
suavemente las interacciones en diferentes direcciones, de modo que la
simetría subyacente de las ecuaciones se rompería o se escondería. Los
físicos están todavía buscando indicios directos de dicho campo –debería
producir algo denominado partículo de Higgs- pero han aceptado la idea
de Weinberg, ahora denominada teoría electrodébil” (Glanz, art. cit.).
El artículo donde desarrolla su intuición, “A Model of Leptons”, fue publicado en ‘Physical Review Letters’ el 20 de noviembre de 1967 y es el artículo
más citado de la ciencia contemporánea, 5.576 veces (se puede bajar de
Internet y tiene sólo 3 páginas. De difícil lectura para aquellos que como
nosotros somos meros aficionados a la historia de la física). El gran físico
de Princeton, Freeman Dyson, manifiesta que resultó “inmediatamente
obvio que (el artículo) era genial. Era como si de repente se hiciera la
luz”. Por este trabajo, Weinberg coparticipó con el pakistaní Abdus Salam
y el estadounidense Sheldon Glashow el Premio Nobel de Física de 1979.
Sobre la teoría electrodébil se pueden consultar con provecho el siguiente artículo bajado de Internet: ‘Unificación electrodébil: Salam, Weinberg,
Van Deer Meer y Rubbia’, http://omega.ilce.edu.mx:3000/sites/ciencia/volumen2/ciencia3/068/htm/sec 15.htm. En la página web de Weinberg:
http://www.ph.utexas.edu/~weintech/weinberg.html, se puede leer una
pequeña biografía del físico y un listado de sus 250 o más artículos publicados en revistas científicas de primer nivel, incluido sus libros. Sus
principales obras son los siguientes: The Quantum Theory of Fields (tres volúmenes); Gravitation and Cosmology; The First Three Minutes; The Discovery
of Subatomic Particles; Dreams of a Final Theory, Cosmology y Facing up.
Los dos primeros títulos y el sexto son excesivamente técnicos y según
creemos no están traducidos al español (nosotros poseemos el tercer volumen de “The Quantum Theory of Fields”, que versa sobre ‘supersymmetry’ y
el libro “Cosmology”, y son para nosotros un laberinto de simbología matemática de dificilísima lectura). El tercer libro, “Los tres primeros minutos del
universo”, alcanzó una gran popularidad y ha sido traducido a 22 idiomas.
El libro sobre “El descubrimiento de las partículas subatómicas”, es de fácil
lectura y ha sido traducido al español. Los dos siguientes, “Sueños de una
teoría final” y “Plantar cara. La ciencia y sus adversarios culturales”, también
han sido traducidos al español, son de fácil lectura y son recopilaciones
de artículos diversos, algunos de los cuales sobre el tema religioso. Sobre
este tema es fundamental el debate con John Polkinghorne publicado
34
Rogelio Tomás Pontón
en los ‘Annals of the New York Academy of Sciences” con el título “A Universe
with No Designer” (este trabajo está traducido en el libro ‘Plantar cara’), y
hacemos un comentario más adelante.
Además de ser un gran físico Weinberg es una persona de impresionante
cultura, pero sumamente crítico de la religión. Parecería un ser sumamente rígido pero se considera a sí mismo un romántico que adora la
gran ópera y que manifiesta que “no soy capaz de escuchar La Boheme
sin derretirme”. Disfruta charlando con políticos, artistas, escritores y
rancheros, “y tiene amigos fuera de la órbita universitaria, en el corazón
del Bible Belt o cinturón bíblico. ‘Aquí hay muy buen humor’, afirma, y
añade que cuando expone sus puntos de vista acerca de la religión, la
reacción común es: ‘Ya empieza el viejo Steve. No hay quien lo pare’”
(Glanz, op. cit.).
Su sentido crítico a la religión se hizo público en su pequeño libro “Los
tres primeros minutos del universo” (Alianza Editorial, Madrid 1997, original
de 1977), casi sobre el final, cuando manifiesta que ‘cuanto más comprensible parece el universo, tanto más sin sentido parece también” (pág.
132). Vamos a analizar esta frase ya que, a nuestro juicio, parece mostrar
una fisura o contradicción en el pensamiento del gran físico. Weinberg
está en la búsqueda para encontrar una teoría del todo, o teoría final,
una explicación completa de las partículas y fuerzas de la naturaleza.
Desde este punto de vista el universo parece cada vez más comprensible.
Esto llevaría a concluir que el universo tiene un sentido, aunque sólo sea
el sentido de poder explicarse a través de una teoría del todo. Pero Weinberg lo que quiere afirmar es otra cosa. Quiere mostrar que las leyes que
gobiernan el universo son indiferentes a la vida humana, son impersonales. Naturalmente, se encuentra en un gran problema cuando tiene que
explicar como un ser surgido del mero azar de leyes impersonales podría
llegar a comprender esa teoría del todo o teoría final.
Como ya lo intuyera C. S. Lewis en su libro “Milagros”, cap III (capítulo que
diera lugar a su debate con la filósofa Anscombe), es difícil entender como
el cerebro humano, producto del azar, puede llegar a una comprensión
tan exacta del universo como la pretendida por una teoría del todo. Hay
en el pensamiento de Weinberg una fisura entre el ‘universo comprensible’ y el ‘ser humano’, y esto llama la atención ya que su concepción de
la mecánica cuántica, tal como lo expresa en el debate con Polkinghorne,
35
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
es la de una gran unidad entre las leyes del universo (fundamentalmente
las de la mecánica cuántica) y la observación del hombre. Para Weinberg,
‘el observador es parte de la realidad’. Si es así, ¿por qué entonces esa
separación a la que alude en el texto más arriba citado?
En su obra sobre “Sueños de una teoría final” Weinberg dedica un capítulo a
analizar el problema religioso con el título ‘¿Y que pasa con Dios?’, capítulo
donde desarrolla su concepción de que toda la historia de la ciencia marcha hacia una gélida impersonalidad de las leyes de la naturaleza. Sin
embargo, en los últimos renglones manifiesta que “no quiero pensar ni
por un minuto que la ciencia proporcionará alguna vez el consuelo que
la religión ha ofrecido frente a la muerte”. Luego transcribe un texto de
Beda el Venerable, de alrededor del año 700, donde uno de los principales
hombres del rey Edwin de Northumbria, ante la consulta de éste para
decidir la religión a adoptar, manifiesta, después de narrar la historia de
un pájaro que entra al calor de la sala y luego se va, que “el hombre aparece en la tierra para un breve período; pero de lo que fue antes de esta
vida, o de lo que sigue, no sabemos nada”. Weinberg concluye el capítulo
diciendo: “la tentación de creer con Beda y Edwin que debe haber algo
fuera de la sala del banquete es casi irresistible. El honor de resistir esta
tentación es sólo un magro sustituto para el consuelo de la religión, pero
no está totalmente desprovisto de satisfacción”.
Es loable la concepción de Weinberg, pero ¿por qué ignorar el potencial
que arrastra para el ser humano, aun desde el punto de vista científico,
esa ‘tentación casi irresistible’ de creer que hay algo fuera de la sala?
Su más clara intervención en materia religiosa es su debate con Polkinghorne, que comentaremos más adelante. La posición de ambos contrincantes, a pesar de sus grandes diferencias (uno manifiestamente ateo y el
otro un clérigo de la Iglesia Anglicana), tiene puntos de convergencia muy
importantes. Weinberg no es un mero crítico de lo religioso sino alguien
a quien el tema le preocupa enormemente, más aún, alguien que está ‘a
la búsqueda’. Ante una visión amplia como la que manifiesta Polkinghorne, el ateismo irónico de Weinberg pierde parte de su dureza. Dejando
de lado algunas de sus críticas a la historia de la religión y a su rebelión
por el sufrimiento humano, críticas que no cabe más que compartir en
muchos casos, termina admitiendo que es uno de los pocos científicos a
quien le interesa el debate, a pesar de haber sostenido que no es un de-
36
Rogelio Tomás Pontón
bate ‘constructivo’. Afirmó, en algún momento, que si existiera un orden
moral objetivo, ‘eso sería maravilloso’. Él no lo cree, pero la postura abierta de su contrincante lo lleva a decir que “somos probablemente la gente
incorrecta para debatir el uno con el otro.... representamos lo que sería
en el mundo de hoy una minoría”. Como un complemento, digamos que
el físico pakistaní, Salam, que recibiera el Premio Nobel con Weinberg y
fallecido hace algunos años era un devoto islámico.
Recordemos que uno de los puntos fundamentales del debate entre
Weinberg y Polkinghorne giró alrededor del llamado principio antrópico.
De este principio se han dado varias versiones: la fuerte, la débil y otras,
pero lo que en definitiva significa es que “el universo desde sus comienzos
parece estar preparado para nuestra venida”, según afirma el físico Freeman
Dyson. Una serie de relaciones numéricas, que Martín Rees reduce a seis,
parecen mostrar que es difícil, de no aceptar la teoría del multiverso, el
no concluir que existe un Diseñador. De todas maneras, Weinberg manifiesta que a él no le ‘impresiona’ una de esas relaciones como es la de la
formación del carbono como unión de los tres núcleos de helio. La posición de Weinberg, en pocas palabras, es la siguiente: ‘no me impresionan
las coincidencias numéricas, pero si ellas se confirmasen tendríamos la
teoría del multiverso que las explicaría, o quizás una teoría del todo’,
pero en este caso no haríamos más que trasladar el problema: una teoría
del todo arrastraría también coincidencias antrópicas.
Como un complemento del punto anterior se pueden mencionar trabajos que apoyan una interpretación antrópica de la formación del carbono, como el de Csótó, Oberhummer y Schlattl, ”Stellar Production Rates of
Carbon and its Abundance in the Universe” (Science, 289, 88 –2000-). También
se puede consultar el reporte que hizo el astrofísico Bernard Carr de un
seminario celebrado en Cambridge (Inglaterra) desde el 30 de agosto al
1 de setiembre de 2001, en su artículo “Life, the cosmos and everything”
(physicsweb, octubre 2001). Aclaremos que varios de estos autores son
partidarios de la teoría del multiverso.
En castellano se han publicado los libros del astrónomo Martin Rees, “Sólo
seis números” y “Nuestro hábitat cósmico”, en los que se analiza profundamente este tema. Este autor concluye que sólo existen tres posibilidades
en cuanto a las coincidencias antrópicas: a) el teísmo, b) el multiverso o
c) la casualidad. Excluye a esta última posibilidad, pero se inclina por la
37
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
teoría del multiverso, que en el fondo también es ‘casualidad’. Es decir,
de la gran cantidad de universos que se postulan como existentes –infinitos o cuasiinfinitos- en algunos o en uno –el nuestro- se han dado los
números antrópicos que permiten la existencia de la vida inteligente.
De todas maneras, hay que aclarar que esa creencia en universos cuya
existencia no pueden ‘falsearse’, en el sentido de Karl Popper, puede objetarse siguiendo el viejo principio medieval de la navaja de Occam (‘no
hay que crear entes innecesarios’).
Con respecto a la teoría del multiverso asume una posición crítica el físico de Chicago Michael S. Turner, revisando la obra de Rees, “Our Cosmic
Habitat”, en su artículo “A View of Inflation-Eternally Going on Somewhere in
the Multiverse” (Physics Today, diciembre 2002). También es crítico el físico
y teólogo John Polkinghorne en varios de sus libros. Con respecto a la
teoría de los ‘many worlds’ de Hugh Everett, que sirvió de base a muchos
cosmólogos para la concepción del multiverso, puede consultarse la obra
del físico Stephen Barr, “Modern Physics and Ancient Faith”, University Notre
Dame Press, Indiana, 2003, en el capítulo 25 sobre ‘Reinterpreting Quantum
Theory: The Many-Worlds Idea”.
Es importante aclarar que la teoría del multiverso no necesariamente
está en oposición a una concepción religiosa. Distintos científicos, como
el ex Director del Observatorio Vaticano, el Padre George Coyne, y también Paul Shellard, discípulo del cosmólogo Hawking y director del proyecto ‘Cosmos’ de Cambridge y de fuertes convicciones cristianas, aceptan la teoría del multiverso. En marzo de 2003 hubo un simposio sobre
“Universe or Multiverse?” en la Stanford University donde participaron
varios expertos en el tema. En uno de los trabajos titulado “Universe or
Multiverse? A Theistic Perspective”, el filósofo Robin Collins sostuvo que la
teoría del multiverso podría terminar apoyando una concepción teísta.
Cuando finalizábamos este corto artículo pudimos acceder vía Internet
a los dos trabajos conjuntos de los astrofísicos George Ellis (distinguido
profesor de la University of Cape Town y premio Templeton 2004), Ubi
Kirchner (de la misma universidad) y William Stoeger S.J. (sacerdote jesuita, cosmólogo del Observatorio Vaticano y profesor de la Universidad
de Arizona), titulados “Multiverses and physical cosmology” y “Multiverses
and Cosmology: Philosophical Issues”. En una entrevista, el Padre Stoeger
afirma que “There are significant theoretical indications that our universe may
in fact be but one of de billions of other universes”.
38
Rogelio Tomás Pontón
En un posterior trabajo de George Ellis en “Investigación y Ciencia” se
manifestó contrario a la teoría del multiverso.
La teoría del multiverso podría tener reminiscencias de la vieja prueba
ontológica de la existencia de Dios de Anselmo de Canterbury (siglo XI),
prueba que de lo ‘posible’ deduce su existencia. El físico Paul Davies en
“Multiverse or Design? Reflections on a Third Way”, que desarrolló en
la mencionada reunión en la Stanford University, dice que la teoría del
multiverso tiene influencia de la teología. Dice en el mismo: “it is trivially
true that in an infinite universe anything that can happen will happen”.
El punto D de ese artículo se titula “The multiverse is really an old-fashioned god in disguise”.
Con respecto a la pregunta que se hizo a Polkinghorne, en el debate con
Weinberg, de sí “puede imaginarse un argumento extremo de que Dios
no existe”, argumento que apunta –en un sentido popperiano- a convertir a la teología en una ciencia cuyas hipótesis puedan ‘falsearse’, nos
parece interesante su respuesta en el sentido de que no hay que ser obsesivo con respecto a buscar siempre la certeza.
El distinguido filósofo cristiano Richard Swinburne, que fue profesor en
el Oriel College de la Oxford University, ha escrito varios libros tratando
de probar la creencia en Dios en base a la famosa fórmula de la ‘probabilidad’ de Bayes (ver sus libros “The Existence of God” y “The Resurrection
of God Incarnate”, ambos publicados por Clarendon Press de Oxford).
Este es un ámbito que puede dar para más.
Es probable que una concepción de la ciencia ‘sin incertidumbres’ como
la que sostuvo Weinberg en el debate con John Polkinghorne, le haya impedido el agregar algunas palabras sobre la contestación de Polkinghorne a una de las preguntas del público, la referida a la escasez de certezas
aun en la ciencia matemática, como lo demostró Kurt Gödel en su famoso teorema de 1931. Cuando contestando a la última pregunta, Weinberg
diga que la teoría del multiverso, hoy hipotética, se verá confirmada si
se deduce desde una ‘teoría del todo’, dejó un flanco libre a una objeción ya que no aludió para nada a que también ‘la matemática tiene su
aporía’, su incertidumbre. Aunque es un tema sumamente debatido, una
teoría del todo podría estar en oposición al famoso teorema de Gödel de
la incompletitud (ver la discusión que a este respecto tuvieron el Premio
Nobel Murray Gell-Mann y el físico benedictino Stanley Jaki, según narra
39
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
este último en el libro “Spiritual Evolution”). Por otra parte, como dice
Polkinghorne, una Gran Teoría Unificada también necesitaría ser constreñida para que se obtengan los llamados resultados antrópicos.
Concluimos este comentario, por ahora, haciendo notar que la franqueza
de Weinberg cuando escribe sobre religión, aunque ácida, nos obliga a
reflexionar sobre muchas manifestaciones que han desvirtuado el verdadero sentido de la religación con el Ser Supremo. También las religiones
deben ‘purificarse’.
40
3.- El debate Weinberg-Polkinghorne:
¿tiene el universo un diseñador?
En abril de 1999 tuvo lugar en Washington, D.C., un interesante encuentro entre científicos y teólogos, bajo los auspicios de la American Association for the Advancement of Science. De la reunión participaron prestigiosos autores y todas sus exposiciones han sido publicadas en los Annals of the New York Academy Sciences, con el título “Cosmic Questions”.
Es muy provechosa la lectura de todos los escritos pero creemos que el
centro del encuentro fue el ‘magnífico debate’ entre el distinguido físico,
Steven Weinberg, Premio Nobel 1979, y el distinguido físico y clérigo John
Polkinghorne, que fuera profesor de Física-Matemática en la Universidad
de Cambridge y que es Fellow of The Royal Society.
La exposición de ambos pensadores tuvo el siguiente desarrollo: primero habló el profesor Weinberg sobre “A Universe with No Designer”. Luego
expuso el Reverendo Polkinghorne sobre “Understanding the Universe”. A
continuación se le dio algún tiempo a Weinberg, ya que había sido el primero en hablar, para hacer algún comentario sobre lo manifestado por
su contrincante, y a posteriori se le hicieron cinco preguntas a los oradores. Dirigió el debate el conocido astrónomo e historiador de las ciencias,
Owen Gingerich.
El debate fue respetuoso, de amigos (a posteriori del encuentro se publicó
la obra de Weinberg, “Facing Up”, donde se alude a la vieja amistad existente entre los dos físicos).
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
La exposición de Weinberg
Weinberg comenzó su exposición diciendo que para hablar de si el universo tenía sentido o visos de algún objetivo debía definirse primeramente que se entendía por ‘designer’ (diseñador). Expresó su desacuerdo con
aquellos autores que hablan de ‘dios’ o ‘la mente de dios’ para explicar
aquellas relaciones de sentido. Luego insistió que para él, el universo
estaba dirigido por fuerzas ‘impersonales’. Hizo un parangón entre la impersonalidad de las leyes que dirigen el clima y las que dirigen la mente
humana. Dijo así: ‘The human mind remains extraordinarily difficult to
understand, but so is the weather’…Luego manifestó que ‘I see nothing
about the human mind any more than about the weather that stand out
as beyond the hope of understanding as a consequence of impersonal
laws acting over billions of years’.
A continuación sostuvo que no hay excepciones al orden natural, ningún
milagro, a pesar de que las grandes religiones monoteístas están fundadas en milagros: la zarza ardiente, la tumba vacía, un ángel dictando a
Mahoma el Corán, etc. Siguió diciendo que si nosotros fuéramos a ver
la mano de un ‘designer’, la tendríamos que encontrar en los principios
fundamentales que gobiernan la naturaleza, pero esas leyes son impersonales y no juegan ningún rol especial para la vida. No hay principios
vitales, como pretendían Bergson y Obi-Wan Kanobi.
Posteriormente hizo una incursión en la mecánica cuántica. Dijo que en
los primeros tiempos del desarrollo de la misma (se refiere a la Escuela
de Copenhague), los físicos sobrevaluaban la intervención del hombre,
dando una interpretación subjetiva del problema. Pero a partir del trabajo de Hugh Everett (en la década del ’50), ha habido una equiparación
entre el observador y lo observado y se ha desarrollado una formulación
objetiva de la mecánica cuántica, aunque todavía no completamente satisfactoria. Expresó que a pesar que los físicos puedan desarrollar una
teoría final (Teoría del Todo) nunca van a estar totalmente satisfechos
con la misma. Siempre se preguntarán ¿por qué esto o esto otro?
La mecánica cuántica es una teoría que Weinberg estima que sobrevivirá, pero no es lógicamente inevitable que así sea. Podríamos imaginar
un universo gobernado por la mecánica de Newton. Hay irreducibles
misterios que la ciencia no va a eliminar nunca. Pero las teorías religiosas sobre el designio tienen el mismo problema. Aun aceptando un Dios
42
Rogelio Tomás Pontón
amante o inteligente, siempre existirá el interrogante de ¿por qué esta
suerte de Dios y no otro?
Para Weinberg, siempre estará la física en una mejor posición que la religión para dar respuestas satisfactorias dado que a pesar de no tener
respuestas definitivas sobre por qué las leyes de la naturaleza son de una
manera y no de otra, al menos puede explicar por qué no son demasiado
diferentes. Por ejemplo, pequeñas modificaciones en la mecánica cuántica llevarían a teorías con probabilidades negativas u otros absurdos
lógicos. Cuando uno combina la mecánica cuántica con la relatividad,
su fragilidad se incrementa. Las teorías religiosas, por el contrario, son
infinitamente flexibles, con ninguna restricción a inventar deidades muy
diferentes.
A renglón seguido entró a analizar la posibilidad de la mano de un diseñador y partió de la opinión de algunos físicos de que existen algunas constantes en la naturaleza que han sido misteriosamente ‘fine-tuned’ (hechas
a medida) para explicar la vida y que sólo pueden ser explicadas por la
intervención de un diseñador. Weinberg dice que no está impresionado
con estas relaciones o constantes. Por ejemplo, una de las más citadas de
estas relaciones es la que se refiere a la formación del núcleo del carbono
que, partiendo del berilio (dos núcleos de helio), debe encontrarse excitado, en estado de ‘resonancia’, para que se le una otro núcleo de helio. Para
ello remite a una nota donde dice que el estado excitado del núcleo de
carbono es de 7,65 millones de electrón voltios (MeV), arriba de la energía
del núcleo de carbono en su estado normal, el estado de más baja energía.
Siguiendo algunos cálculos desarrollados por varios astrofísicos concluye
que la relación no es tan precisa como habitualmente se dice. En nota
se cita un trabajo de Mario Livio y colaboradores que muestra que “sería
necesario aumentar la energía del estado de excitación en considerablemente más de 0,06 millones de electrón voltios con el fin de reducir en
forma significativa el volumen de carbono y de elementos más pesados
producidos en las estrellas. Dado que 0,06 MeV es menos que el 1% de
7,65 MeV, esto podría parecer hecho a medida en este trabajo. Pero, como
dijo Livio, si consideramos a este estado de excitación del núcleo como un
estado inestable de un núcleo de berilio y un núcleo de helio, entonces
deberíamos comparar 0,06 MeV con la energía de un estado de excitación
en relación con la energía total de un núcleo de berilio y un núcleo de
helio, que es solamente 0,281 MeV, en lugar de compararlo con la energía
43
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
del estado normal. Dado que el 0,06 MeV es el 21% de 0,281 MeV, no es un
ejemplo muy demostrativo de una puesta a punto”.
Luego menciona otras constantes que son esgrimidas para sostener que
el universo es ‘fine-tuned’. “Es el nivel de densidad de energía del espacio vacío, también conocido como constante cosmológica. Podría tener
cualquier valor, pero desde los primeros principios uno debería pensar
que esta constante debe ser muy grande, demasiado grande para permitir que la materia se aglomere en el universo inicial, que es el primer
paso en la formación de las galaxias y estrellas y planetas y personas. Es
muy temprano para decir si éste es un problema real, o si existe algún
principio fundamental que explique por qué la constante cosmológica
debe ser así de pequeña. Pero aun si no existiera dicho principio, los recientes acontecimientos en la cosmología ofrecen la posibilidad de una
explicación de por qué los valores medidos de la constante cosmológica
y otras constantes físicas son favorables para la aparición de la vida inteligente. Sydney Coleman ha mostrado cómo los efectos de la mecánica
cuántica pueden llevar a la obtención de una imagen de la función de
onda del universo donde la función de onda es la suma de varios términos diferentes, cada uno correspondiendo a un ‘estallido’, bang, grande
(o pequeño) en el que lo que llamamos las constantes de la naturaleza
toman todos los valores posibles. También, como ustedes habrán oído
aquí de Alan Guth, en las teorías acerca de la ‘inflación caótica’, de Andre
Linde y otros, se supone que nuestro Big Bang sería solo un episodio de
un universo mucho más grande en el que el big bang estalla todo el tiempo, cada uno con diferentes valores de las constantes fundamentales”.
Weinberg sostiene que estas teorías, por cierto especulativas, pueden explicar aquellas coincidencias y el surgimiento de universos fértiles a la
vida y aun a la vida inteligente. La mayor parte de los otros universos, por
el contrario, serían estériles.
A Weinberg no le impresionan esas coincidencias y, más aún, si vemos lo
que pasa en nuestro mundo, especialmente el mal físico, enfermedades,
genocidios y otras destrucciones (menciona varias situaciones de su vida
familiar), no es esperable que todo esto sea obra de un diseñador benévolo. “Sería una evidencia de la presencia de un diseñador benévolo si
la vida fuera mejor de lo que podría esperar en otras tierras, incluyendo
tierras antrópicas. Una cierta capacidad para la dicha se desarrollaría
a través de una selección natural, como un incentivo para los anima44
Rogelio Tomás Pontón
les que necesitan comer y reproducirse para poder transmitir sus genes.
Podría no ser posible que la evolución produzca animales que sean lo
suficientemente afortunados como para tener el tiempo y la habilidad
para hacer ciencia y pensar en forma abstracta, pero nuestro ejemplo
de qué se produce con la evolución es muy tendencioso, por el hecho de
que es solamente en estos casos afortunados que hay alguien que está
pensando sobre el diseño cósmico”.
“Para mí no es necesario argumentar que el mal en el mundo prueba
que el universo no está diseñado, pero solamente que no hay signos de
benevolencia que puedan haber demostrado la mano de diseñador. Pero,
de hecho, la percepción de que Dios no puede ser benevolente es muy
antigua. Obras teatrales de Esquilo y Eurípides hacen una declaración
bastante explícita de que los dioses son egoístas y crueles, aunque ellos
esperan que los humanos se comporten mejor. Dios en el Viejo Testamento nos exige que seamos capaces de sacrificar la vida de nuestros
hijos ante las órdenes de Él, y el Dios del Cristianismo tradicional y el Islam nos condena a la eternidad si no lo veneramos de la manera correcta. ¿Es ésta una buena manera de comportarse? Ya sé, ya sé, se supone
que no tenemos que juzgar a Dios de acuerdo con los estándares de los
seres humanos, pero verán cual es el problema aquí: si aún no estamos
convencidos de la existencia de Él y estamos buscando signos de su benevolencia, ¿entonces qué otros estándares podemos usar?”.
La exposición de Polkinghorne
El Rev. Polkinghorne comenzó preguntándose, ¿es el universo diseñado?
Si así lo fuera no deberíamos esperar encontrarnos con la inscripción
‘The Heavenly Construction Company’ (Compañía de Construcción Celestial)
como, si no estuviese diseñado, no esperaríamos encontrar estampado
‘Blind Chance Rules’ (Leyes del Azar Ciego). La ciencia por sí misma no nos
puede dar la respuesta a esta cuestión que es metafísica, es decir que va
más allá de la ciencia. Las cuestiones metafísicas deben recibir respuestas metafísicas, dadas por metafísicas razones. La física o la ciencia en
general restringe a la metafísica pero no la determina, de la misma manera que los cimientos de una casa limitan lo que puede construirse sobre ellos pero no determinan la forma que tendrá el edificio. Uno podría
45
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
pensar en otro aspecto metafísico, como es la naturaleza de la ‘causalidad’. Tomemos la mecánica quántica no relativista. ¿Es ella una teoría
indeterminista o no? Niels Bohr dice que sí y David Böhm dice que no.
Sus interpretaciones son completamente contrastantes, pero las teorías
radicalmente diferentes llevan a las mismas consecuencias físicas. No
hay test empírico alguno que pueda probar que una u otra tiene razón, a
pesar de que la mayoría de los físicos (Polkinghorne entre ellos) sigue el
camino de Bohr, pero lo hacen por razones metacientíficas.
Luego Polkinghorne muestra lo importante que es desprenderse de un
‘cientificismo’ estrecho y tender a una visión de conjunto (scope). “¿Cuán
ampliamente abarcador debe ser el entendimiento que nos proporcionará la teoría? ¿Qué rango de experiencia debe uno tomar en cuenta?
Debería estar discutiendo hoy una metafísica concebida generosamente
que toma la experiencia personal tan seriamente como la impersonal,
y debería estar rechazando lo que yo veo como un estrecho ‘cientificismo’”. Según él, aunque nos encontramos impresionados positivamente
por los logros de la ciencia, hay que recordar que ésta se limita a considerar solamente ciertos tipos de experiencia. “Galileo tuvo la brillante
idea, seguida tan estrictamente por sucesivas generaciones de físicos, de
confinar la atención a las cantidades primarias de materia y movimiento,
y dejar a un lado lo que él llamaba características secundarias de la percepción humana, tales como el color”. El rechazo de lo que los filósofos
llaman qualia fue una técnica exitosa, pero no debería entenderse esto
como un acto de juicio ontológico. “Los físicos nos pueden decir que la
música son vibraciones en el aire y la neurofisiología puede describir los
patrones de la excitación de la neurona que resultan de esas ondas radiofónicas que impactan en el tímpano, pero suponer que este discurso
es adecuado al fenómeno de la música sería totalmente engañoso. El
misterio y la realidad de la música se deslizan a través del amplio engranaje de la red científica”.
Sigue diciendo que la metafísica “no puede tolerar un cientificismo tan
empobrecido, dado que su gran objetivo es verdaderamente ser una Teoría del Todo, obtenida no por un truncamiento procusteano de la experiencia hasta que haya sido reducida a una escala tan limitada que puede ser condensada en una fórmula que puede escribirse en una remera,
sino tomando en forma absolutamente seria la riqueza, en sus diversas
capas, de la realidad en la que vivimos. No otorgaré una prioridad auto46
Rogelio Tomás Pontón
mática de lo objetivo sobre lo subjetivo, de lo impersonal sobre lo personal, de lo repetible sobre lo único”.
A partir de la experiencia de los científicos surgen preguntas que van
más allá de lo meramente científico. Tenemos así dos mega preguntas:
¿Por qué es posible la ciencia? ¿Por qué es tan especial el universo?
Dice Polkinghorne que aquellos que tienen el privilegio de ser científicos,
están tan “excitados por el desafío de comprender el funcionamiento del
mundo físico que rara vez nos detenemos a preguntarnos por qué somos
tan afortunados. Los poderes humanos del entendimiento racional exceden ampliamente todo lo que puede ser simplemente una necesidad de la
evolución para la supervivencia, o interpretada plausiblemente como algún tipo de derivación colateral de dicha necesidad. ¿Cómo es posible que
ese tipo de argumento tenga relación con nuestra asombrosa habilidad
para comprender el extraño y ‘contraintuitivo’ mundo cuántico de la física subatómica, o comprender la estructura cósmica del espacio curvo? El
punto se refuerza considerando lo que el físico ganador del premio Nobel,
Eugen Wigner, llamó ‘la efectividad irrazonable de la matemática’”.
“La matemática es un pensamiento humano abstracto. Cuando ésta, la
más austera de todas las asignaturas, demuestra ser la llave para abrir
los secretos del universo físico, algo muy inesperado ocurre. La irrazonable eficacia de la matemática es un fenómeno que los matemáticos, en
su modesta forma de hablar, llamarían ‘no trivial’. No trivial es una frase
matemática que significa ‘altamente significativo’. Esto aumenta la mega
pregunta de por qué éste es el caso”. Según Polkinghorne sería “intolerablemente perezoso encogerse de hombros y decir: ‘Esto es como es –y un
poco de buena suerte para ustedes que son buenos en matemáticas’”.
“Volviendo a la mega cuestión de por qué es la ciencia posible de una
manera tan profunda. He descrito un mundo físico cuya transparencia
racional hace que la física teórica sea posible y cuya belleza racional
conduce y recompensa a aquellos quienes investigan su estructura. En
una palabra, es un universo saturado de ‘los signos de la mente’. Creo
que esto es una explicación atractiva, coherente e intelectualmente satisfactoria sobre el hecho de que hay además una Mente divina detrás
del orden racional científicamente discernido del universo...Yo considero
este ‘entendimiento’ como la base para creer que el universo está diseñado. No estoy haciendo apología por hablar en términos teísticos, dado
47
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
que si el universo está diseñado, ¿quién otro podría ser su diseñador que
el Creador-Dios?”.
La segunda gran pregunta que se hace Polkinghorne es: ¿por qué es tan
especial el universo? Tiene relación con el llamado Principio Antrópico.
Diversas consideraciones lo llevan “a la conclusión de que las leyes de la
naturaleza así como nosotros las observamos en nuestro universo son
precisamente aquellas que permiten el desarrollo de la vida basada en el
carbono, en el sentido que aún pequeños cambios en el poder de la fuerza intrínseca habrían roto los eslabones de la larga, delicada y hermosa
cadena de consecuencias que une el inicio del universo con la existencia
de la vida hoy en la Tierra”. Coincidiendo con el análisis de John Leslie,
en su libro Universos, Polkinghorne sostiene que sería irracional dejar a
un lado el Principio Antrópico como un feliz accidente, y que existen dos
categorías de explicación posible a este principio: o muchos universos
con una vasta variedad de leyes naturales diferentes habiendo resultado
la vida por casualidad en algunos de ellos, el nuestro por ejemplo; o bien
“un único universo que es como es no porque sea ‘ningún mundo viejo’,
sino una creación que ha sido entregada por su Creador solamente con
las circunstancias que permitirían tener una historia fructífera”.
Para Polkinghorne ambas explicaciones son metafísicas. “Eso es lo suficientemente claro en el caso de la creación, pero es también verdad
dentro de las muchas propuestas de universos, que es lo suficientemente
amplia en su alcance en verdad como para servir como una explicación.
Por supuesto, una estructura expandida por la inflación, que contiene
varios dominios diferentes consecuencia de la espontánea simetría rota,
podría dar lugar a vastas regiones en que las constantes de fuerza efectiva difieren y en una de las que podrían tomar valores antrópicos deseables, pero aún así eso requeriría que la Gran Teoría Unificada fuera
constreñida con el fin de permitir que esto ocurriera. Quedará algo específico y necesario de explicar. Yo considero que la cosmología cuántica
y los universos pequeños son muy precarios y especulativos en carácter
en el presente como para depender de ellos. En cualquier caso, la teoría
subyacente tendrá que tomar la forma apropiada. Uno podría comentar
que la teoría cuántica de los campos, la relatividad general y la materia
apropiada ‘no vienen gratis’, como quien dice. Es importante reconocer
48
Rogelio Tomás Pontón
que la productividad antrópica requiere de los tipos de leyes correctas
así como de los valores correctos para los parámetros que aparecen en
esas leyes”.
Para Polkinghorne, la explicación del Principio Antrópico dada por la teoría del multiverso es parcial, mientras que el teísmo se puede apoyar en
otras explicaciones como la inteligibilidad del universo o la experiencia
religiosa (haciendo referencia a este último aspecto dice: que “la historia
de las religiones es un cuento intrincado. Weinberg está en lo cierto al
llevar nuestra atención al triste hecho de que la religión puede hacer que
la gente buena haga cosas malas pero también deberíamos reconocer
que la conversión religiosa con frecuencia ha llevado a la gente mala a
poder hacer buenas cosas)”.
A posteriori, Polkinghorne menciona lo que considera el hecho más sorprendente (y significante) que ha ocurrido desde el Big Bang, y que es el
surgimiento de la propia conciencia aquí en la Tierra (y quizás en otros
lados). En nosotros el universo se ha vuelto consciente de sí mismo. “Ustedes recordarán que Blas Pascal dijo que los seres humanos son como
cañas, por lo tanto insustanciales en la gran escala del cosmos, pero somos cañas pensantes y, por lo tanto, superiores a todas las estrellas, dado
que las conocemos a ellas y nos conocemos a nosotros mismos, y ellas
no saben nada...Mientras tanto, reconozcamos que nuestra conciencia
humana nos permite observar la realidad desde muchas ventanas diferentes. No estamos confinados a la perspectiva científica impersonal de
las cantidades primarias de Galileo, también tenemos acceso a aquellas
cualidades personales que Galileo dejó a un lado. Yo tomo con la mayor
seriedad nuestros encuentros humanos con la belleza y con el imperativo moral. Les veo como si nos mostraran las ventanas hacia la realidad
dentro de la cual vivimos y no, como pienso que hace Steven Weinberg,
como si fueran actitudes humanas construidas internamente a través de
las cuales desafiamos un universo sin sentido y hostil”.
“Yo ya he llevado la atención a la falta de adecuación de la ciencia en la
relación con la música. Su estrategia reduccionista nunca puede hacer
justicia a una obra de arte, dado que una pintura de Leonardo es mucho más que una colección de manchas de pintura con una composición
química conocida. Sería un error desastroso tirar por la borda el enten49
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
dimiento de la estética, dado que debe encontrar su propio lugar en una
verdadera Teoría del Todo. Creo que lo mismo también es cierto para
nuestras intuiciones éticas. Sé algo sobre lo que los antropólogos nos dicen sobre las artimañas culturales de las perspectivas que las diferentes
sociedades imponen sobre su discernimiento de las cuestiones morales.
Por supuesto debemos prestar atención a estos temas pero, cuando ya
todo está dicho y hecho, personalmente no puedo creer que mi convicción de que torturar a los niños está mal sea sólo una convención de mi
sociedad. Es un hecho con respecto a la realidad, la forma en que son las
cosas. Tenemos acceso al conocimiento moral, que es el conocimiento
de un tipo totalmente diferente del conocimiento científico, dado que los
conocimientos éticos son más que estrategias de supervivencia genética
ocultas. Si esto no fuera así, ¿cuáles serían las bases sobre las que Richard Dawkins podría, en la última página de El gen egoísta, incitarnos a
que nos rebelemos contra su influencia?”
A renglón seguido, Polkinghorne se introdujo en el problema del mal y
el sufrimiento, uno de los más difíciles de responder por parte de los
teístas (y, agregamos nosotros, por parte de todos). “¿La historia de la evolución no es un cuento de batallas y competencias, con la muerte como
el costo necesario de la vida, de callejones sin salida, de extinción que ha
lidiado con la muerte de hasta el 99,9% de las especies que han vivido
desde siempre?”. En una apretada síntesis va a mostrar como esta vez ha
sido la ciencia la que ha ayudado sobre este aspecto a la teología. Como
mostró el gran teólogo de la época de Darwin, Charles Kingsley, “Dios
hizo algo más inteligente que producir una creación lista, dado que Dios
creó un mundo ‘que pudiera hacerse a sí mismo’. Si existe un Dios que
es el Dios del amor, entonces la creación nunca podría ser solamente un
teatro divino de marionetas”.
A partir de lo manifestado en el párrafo anterior, “los mismos procesos
biológicos que permiten que algunas células muten y produzcan nuevas
formas de vida –en otras palabras, el mismo motor que ha conducido
los estupendos 4.000 millones de años de la historia de la vida en la Tierra- estos mismos procesos inevitablemente permitirán que otras células
muten y se vuelvan malignas. En un mundo sin magia no sería diferente,
y el mundo no es mágico debido a que su Creador no es un Mago caprichoso. No pretendo ni por un momento que esta comprensión remueva
todas las complejidades planteados por los sufrimientos de la creación.
50
Rogelio Tomás Pontón
Sin embargo proporciona cierta ayuda, en la que sugiere que la existencia del cáncer no es gratuita, como si se debiera a la insensibilidad o
incompetencia del Creador. Todos tendemos a pensar que si hubiéramos
estado a cargo de la creación hubiéramos hecho un mejor trabajo. Hubiéramos conservados las cosas lindas (flores y atardeceres) y nos hubiéramos deshecho de lo desagradable (enfermedades y desastres). Cuanto
más nos ayuda la ciencia a comprender el proceso del universo, más, me
parece a mí, más se asemeja a un ‘paquete ideal’. La luz y la oscuridad
son dos caras de la misma moneda”.
Finalmente, Polkinghorne terminó analizando la llamada muerte del universo y el tema de su aparente futilidad cósmica. Manifestó que el problema planteado por la muerte cósmica en una escala de tiempo de decenas
de miles de millones de años no es diferente al problema planteado por
el más acertado conocimiento de nuestras propias muertes en una escala
de tiempo de decenas de años. “En cada caso, lo que parece estar en duda
es la autenticidad de la preocupación del Creador por las criaturas. ¿Las
criaturas le preocupan a Dios sólo transitoriamente? Aquellos de nosotros que creen en la inalterable devoción a Dios deben responder que las
criaturas le preocupan a Dios para siempre. Lo que nos hace recordar la
muerte cósmica y humana es que un optimismo evolucionista, basado
en el cumplimiento total en términos del desarrollo del proceso presente,
es una ilusión. La muerte es el final real, pero no es el último final, dado
que solamente Dios es último. Hablando como cristiano que soy en esta
época de Pascuas, afirmo mi creencia en que hay un destino más allá de la
muerte. Dicho destino nunca podría surgir naturalmente, pero sólo puede
ser el resultado de un gran acto de redención divina”.
Breve réplica de Weinberg
Terminada la presentación formal de ambos oradores, se le concedió la
palabra a Weinberg. Lo primero que éste manifestó es que no estaba de
acuerdo con la clasificación que había hecho Polkinghorne en cuanto a
que los dos enfoques metafísicos de la mecánica cuántica son la teoría
probabilística de Bohr y la teoría determinista de Böhm. En su concepción, las ecuaciones de la teoría de la mecánica cuántica (por ejemplo la
ecuación de Schrödinger) son deterministas. La oposición debe ser hecha
51
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
entre la concepción moderna determinista, que ve al observador como
parte de la realidad, y el punto de vista de Bohr, que ve al observador
como algo separado.
Polkinghorne contestó que esa era otra manera de presentar la cosa, pero
que también es un argumento metafísico, a lo que acordó Weinberg.
Después Weinberg trató de mostrar que algunas de las coincidencias
antrópicas (fine tuned) no le impresionaban, y volvió a desarrollar más
explícitamente la formación del carbono. Tampoco estuvo de acuerdo de
que algunas de las explicaciones a las constantes, concretamente la teoría del multiverso, fueran metafísicas, más bien eran cuestiones abiertas
para la ciencia.
Con respecto a la concepción de Polkinghorne, expresada en su exposición pero también en escritos anteriores, ‘de lo afortunados que eramos
de que las matemáticas y la mecánica cuántica coincidieran en la interpretación del mundo’, Weinberg trató de explicarlo por la teoría de la
evolución y la adaptación de los seres vivos a ese contexto. En cuanto a
la belleza de las matemáticas, más bien la atribuyó a la interpretación
subjetiva que le daban los matemáticos.
Posteriormente, Weinberg se preguntó si no había algo más allá de la ciencia, y contestó afirmativamente. La belleza estética y la moral son campos
que no pueden interpretarse científicamente. De todas maneras, su postura estoica, aunque admirable, dejó un flanco débil que fue aprovechado
por su contrincante. Pokinghorne mostró que la diferencia fundamental
entre Weinberg y él era que el primero interpretaba que el hombre creaba
un ámbito de sentido en un mundo ‘sin sentido’, mientras la posición de
Polkinghorne era que el hombre, con su actuación, descubría el sentido de
un universo ‘con sentido’. Lo mismo ocurría en materia moral.
La interpretación de Weinberg con respecto a la fundamentación de la
moral no fue clara. Pareció admitir que no existía una moral objetiva
pero, en el desarrollo del debate pareció que la presuponía. Polkinghorne,
por el contrario, contestó: ‘No creo que Steve y yo inventemos un tipo de
moralidad y Hitler y Stalin hayan inventado otro tipo de moralidad. En
que se basa Steve para decir, ‘¿Bien por nosotros?’ y negarlos. Tiene que
haber algo que trascienda la construcción humana, de otro modo este
sentido de valor no funcionaría de la forma que lo hace”.
52
Rogelio Tomás Pontón
Después de la caracterización que hizo Polkinghorne de la diferencia entre el enfoque de él y el de su contrincante, Weinberg manifestó: “bueno,
no estoy en desacuerdo con eso y no estoy en desacuerdo con su caracterización” pero si ese mundo con sentido no es cierto, “entonces seguramente es mejor que no nos engañemos a nosotros mismos pensando que
es así”. A lo que contesto Polkinghorne diciendo que “la cuestión central
de la religión es la cuestión de la verdad. La religión puede hacer todo
tipo de cosas por usted, consolarlo en la vida y en la proximidad de la
muerte, pero en realidad no puede hacer ninguna de esas cosas a menos
que sea verdaderamente cierta”.
Es nuestra interpretación que la convicción demostrada por Polkinghorne impresionó, en esta parte de la discusión, a Weinberg, que manifestó
casi a renglón seguido que pensaba que “John y yo representamos lo que
sería en el mundo de hoy una minoría, somos probablemente la gente
incorrecta para debatir el uno con el otro”.
Preguntas del público a los oradores
Luego, ambos pensadores contestaron algunas preguntas del público
que fueron transmitidas por el astrónomo Gingerich. La primera se refería a la mayor o menor religiosidad de los científicos. Weinberg manifestó
que “en mi experiencia, con solo hablar con colegas físicos en el almuerzo, descubro que la mayoría de ellos no solamente no tiene fe religiosa,
sino que tampoco están interesados en el tema. Yo soy un poco inusual
al estar interesado en el tema”.
Sobre la mencionada pregunta, Polkinghorne contestó lo siguiente: “Mi
impresión es algo diferente. Ciertamente coincido en que la mayoría de
los científicos no son creyentes religiosos en algún sentido tradicional.
La mayoría, desde mi punto de visto, y estoy pensando en mis amigos,
son gente que no pueden ni abrazar la religión ni dejarla de lado. Son
levemente melancólicos con relación a la religión. Les gustaría pensar
que hay un sentido y un propósito más profundo de las cosas. Pero son
cautelosos con la religión dado que piensan que la religión implica aceptar las cosas en forma autoritaria”.
A posteriori se le preguntó a Weinberg lo siguiente: ‘¿Qué sentido tiene
53
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
continuar viviendo en un universo que no tiene un propósito final?’, a lo
que contestó, haciendo referencia a la teoría de Darwin, “creo que Darwin
–y la ciencia en general- eliminaron la idea de que (el mundo) tenía un
plan sobrenatural que imponía un orden moral, pero no decían que debemos portarnos inmoralmente. Nos dejaron aquí para que hagamos o
no elecciones morales y somos libres de hacerlo”. En este momento Polkinghorne acotó que hay un filósofo alemán no creyente, Max Horkheimer, que dijo “que hay un profundo anhelo en el corazón humano de
que el asesino no debería triunfar sobre su víctima inocente. Y algunos
de nosotros abrigamos la esperanza de que el asesino no triunfará finalmente. Pero de aquellos que no puedan abrigar esa esperanza y quienes
viven una vida de nobleza austera frente a un mundo hostil, creo que su
postura es muy admirable”.
Siguió luego una pregunta para Polkinghorne, pregunta que consideramos la más profunda de las que se hicieron: ‘¿Puede imaginarse un
argumento extremo de que Dios no existe? Si no podemos refutar esta
forma de explicación, entonces su creencia es sólo una cuestión de fe.
Pero, ¿cómo podemos estar seguros o convencidos de que no es un mero
pensamiento de deseo?’.
El teólogo contestó así: “Esa es una pregunta muy interesante. Creo que
la certeza, en el sentido de la prueba lógica, es muy rara. No hay mucho
de ella a nuestro alrededor. Kurt Gödel nos dijo que incluso la matemática tiene su aporia; así como dicen los teólogos, sus incertidumbres. Creo
que también es el caso de que hay tipos de relaciones complementarias
entre las cosas que son verdaderamente interesantes, y cosas que pueden probarse. Por lo tanto, creo que no deberíamos volvernos obsesivos
sobre la certeza”.
Siguieron algunas otras preguntas sobre la relación ciencia y religión, a
las que Weinberg contestó que la ciencia era una cuestión abierta y en
ella había menos flexibilidad que en la religión. Con respecto al misterio
religioso contestó que “nunca sabremos si algo de esto es cierto. A menos
que la espada flameante descienda, y a menos que los milagros comiencen a ocurrir nuevamente en una forma reproducible como no lo han
hecho. Nunca habrá ninguna forma de estar seguros sobre la religión”.
Polkinghorne contestó: “puedo decir que, Dios me perdone, si la espada
flameante desciende y decapita a Steve ante nuestro propios ojos eso
54
Rogelio Tomás Pontón
sería un gran problema teológico. Dado que esto sería un acto caprichoso
de un Dios mágico y vengativo y eso no es el Dios en el que yo creo. Usted
ve el problema con los milagros...”.
Weinberg interrumpió: “Sin embargo, es el Dios de su religión tradicional”.
Polkinghorne: “Yo no diría que la tradición religiosa es inmaculada, pero
ciertamente no es el único hilo dentro de esta creencia. El problema con
los milagros es el problema de la consistencia divina. Dios no es caprichoso, pero Dios no está condenado igualmente a la uniformidad lúgubre”.
Hubo una última pregunta para Weinberg sobre en ‘que base más allá de
la fe puede usted justificar que la idea de los universos múltiples es más
válida’, a lo que contestó que esa teoría era una posibilidad y “que cuando me convenza de su verdad, será porque las ecuaciones de la física que
unifican las diversas fuerzas –las ecuaciones de la mecánica cuántica, la
relatividad, todo eso- tengan eso como una consecuencia”. A este respecto, comparó la aceptación de los universos múltiples con otros pasos de
la historia de la investigación científica, por ejemplo, el descubrimiento
de los quarks, que no se ven ni se podrán ver pero que desde el punto de
vista teórico encajan perfectamente con el trabajo de la ciencia.
Al cierre, el astrónomo Gingerich recordó: “Damas y caballeros, déjenme
recordarles que éste es el mismo recinto en el que en abril de 1920 se llevó
a cabo el muy famoso debate Shapley-Curtis sobre la escala del universo,
un debate que ha estado presente en la enseñanza de la astronomía desde entonces. Ustedes tienen el privilegio de haber estado hoy presentes en
este debate, que también podría tomar proporciones míticas”.
Nuestro comentario sobre el debate
No es mucho lo que podemos agregar a este magnífico debate que se
caracteriza por el alto nivel científico de los protagonistas. La posición
de ambos contrincantes es diferente pero no excluyente. Los planteos de
Weinberg, aunque duros en algunos momentos, no son los de un mero
crítico de lo religioso sino de alguien a quien el tema le preocupa enormemente. Ante una visión amplia, como la que manifiesta Polkinghorne,
el ateismo irónico de Weinberg pierde parte de su dureza. Dejando de
lado algunas de sus críticas a la historia de la religión, que en muchos
55
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
casos son correctas, y a su rebelión por el sufrimiento humano, termina admitiendo que es uno de los pocos científicos a quien le interesa el
debate, a pesar de haber sostenido que no es un debate ‘constructivo’.
Afirma, en algún momento, que si existiera un orden moral objetivo, ‘eso
sería maravilloso’. Él no lo cree, pero la postura abierta de su contrincante lo lleva a decir que “somos probablemente la gente incorrecta para
debatir el uno con el otro...representamos lo que sería en el mundo de
hoy una minoría”.
En la réplica inicial que hizo Weinberg de la exposición de su contrincante, nos parece que interpretó parcialmente lo que este último había
manifestado, dado que Polkinghorne no dijo en ningún momento que las
dos únicas teorías de la mecánica cuántica en pugna eran la de Bohr y
la de Böhm, como parece desprenderse de la afirmación de Weinberg: “I
don’t agree that the two metaphysical approaches to quantum mechanics are the probabilistic theory of Bohr and the deterministic theory of
Böhm”. Polkinghorne dio un ejemplo de un problema –la indeterminación- que no puede resolverse desde la mera ciencia. Por otra parte, debemos entender que la expresión ‘metafísica’ que él usa no tiene relación
con el sentido que le da la filosofía clásica, alude más bien a lo que ‘está
más allá de la ciencia’. Sobre este tema se puede ver el posterior libro
de Polkinghorne, “Quantum Theory. A Very Short Introduction”, citado en la
bibliografía, pág. 88-92.
Como éste es un aspecto técnico de difícil comprensión para el lector,
permítasenos recurrir al pequeño libro de Polkinghorne,”Ciencia y Teología. Una introducción”, citado en la bibliografía, donde en las páginas 49-52
aborda de forma sintética y clara las distintas posturas con respecto al
problema de la medida. Allí distingue entre:
La interpretación de la Escuela de Copenhague donde la acción de medir “supone una intervención del mundo cotidiano (clásico) en el mundo
cuántico, lo que provoca que el aparato de medida clásico registre alguna
propiedad del sistema cuántico bajo observación...El problema reside en
que ésta es una imagen dualista del mundo físico (entidades cuánticas +
aparatos) que, sencillamente, no es sostenible. El aparato de medida está
formado por constituyentes cuánticos. No existen dos clase de materia
física, sino una sola. Como mínimo, es necesaria una teoría que explique
por qué los sistemas complejos de gran tamaño (aparatos), a pesar de
56
Rogelio Tomás Pontón
estar compuestos por constituyentes de carácter indeterminista, tienen
la virtud de desempeñar este papel determinativo”. Hay algunas pistas
pero “hasta la fecha no se ha desarrollado en detalle una versión moderna y adecuadamente formulada de la interpretación de Copenhague”.
Todo experimento cuántico ha sido puesto en relación a la mente humana consciente. “Tal vez sea la conciencia, esa misteriosa interfaz entre
la materia y la mente, la que desempeña un papel determinante” (en el
colapso de la ecuación de onda de Schrödinger). El Premio Nobel Wigner
fue un partidario de la misma. Pero es difícil poner límites a esta acción
de la conciencia. ¿También es válida para los animales?
La interpretación de los universos múltiples de Hugh Everett. El colapso
de la ecuación de onda le viene impuesto a la teoría desde afuera y algunos físicos no están dispuestos a aceptar esto. En su opinión, todo lo que
puede suceder sucede de hecho. “Cuando pensamos que sólo una de las
posibilidades abiertas ha tomado cuerpo, estamos siendo engañados por
nuestra perspectiva humana. Según su visión, en cada medición cuántica el mundo se escinde en una serie de mundos paralelos, en cada uno
de los cuales se realiza realmente uno de los resultados posibles”. Según
Polkinghorne, esta propuesta implica una enorme ‘prodigalidad’;
Última propuesta, muy minoritaria, es la de David Bohm y afirma que
en realidad no hay problema alguno. “Las aparentes incertidumbres de
la teoría cuántica se deben, sencillamente, al hecho de que no todos los
factores causales que intervienen nos son accesibles” (variables ocultas).
Marcus Chown, en un glosario de su libro “El universo vecino” (ver bibliografía), dice lo siguiente con respecto a los temas anteriores:
La Interpretación de Copenhague: “Durante muchos años, fue la explicación estándar de por qué el mundo microscópico, o cuántico, parece
tan distinto del mundo cotidiano. Según la versión de Copenhague, un
objeto cuántico como un átomo puede estar en varios lugares a la vez
y es el acto de observarlo el que lo fuerza a aparecer en un lugar u otro.
Puesto que lo que constituye una observación es algo que no está bien
definido, la interpretación de Copenhague está abierta a la interpretación” (pág. 205).
Muchos Mundos: “La idea de que la teoría cuántica lo describe todo y no
únicamente el mundo microscópico de los átomos y sus constituyentes.
57
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Puesto que la teoría cuántica permite que un átomo esté en dos lugares
a la vez, esto implica que cosas mayores, como una mesa, pueden estar
también en dos lugares a la vez. Sin embargo, según la teoría de los muchos mundos, la mente de la persona que observa la mesa se divide en
dos: una que percibe la mesa en un lugar y otra que la percibe en un lugar distinto. Sigue existiendo el peliagudo problema de explicar por qué,
si los átomos pueden estar en dos lugares a la vez, la mente de alguien
no puede estar en dos estados a la vez, percibiendo simultáneamente la
mesa en dos lugares a la vez. Esto se explica por el fenómeno de decoherencia”. (pág. 209).
Decoherencia: “El mecanismo que destruye la extraña naturaleza cuántica de un cuerpo, de modo que, por ejemplo, parece localizarse en diferentes sitios al mismo tiempo. La decoherencia se produce cuando el
mundo exterior ‘sabe’ acerca del cuerpo. El conocimiento puede ser eliminado por un solo fotón de luz o una molécula de aire que golpee el
cuerpo. Puesto que cuerpos grandes, como mesas, se ven constantemente golpeados por fotones y moléculas de aires y, puesto que no pueden
permanecer mucho tiempo aislados de su entorno, pierden la capacidad
de estar en muchos lugares a la vez en un tiempo fabulosamente corto;
demasiado corto para que podamos apreciarlo” (pág. 200).
Con respecto al comentario que hace Weinberg de que no le ‘impresiona’
el principio antrópico de la formación del carbono como unión de los
tres núcleos de helio, hubiéramos deseado que Polkinghorne se hubiera
detenido en su contestación, cosa que no hizo. A posteriori del encuentro
se publicaron una serie de trabajos con respecto a este tema pero no se
puede afirmar que haya un acuerdo sobre las distintas posturas.
La posición de Weinberg sobre el ajuste fino, en pocas palabras, es la
siguiente: ‘no me impresionan las coincidencias numéricas, pero si ellas
se confirmasen tendríamos la teoría del multiverso que las explicaría, o
quizás una teoría del todo’. De todas maneras, es interesante la lectura
del artículo de Geoff Brumfiel citado en la bibliografía sobre la distinta
posición que tienen distinguidos físicos sobre la teoría del multiverso.
Nuestra impresión es que en el caso de una teoría del todo, no haríamos más que trasladar el problema: dicha teoría arrastraría también
coincidencias antrópicas. Por otra parte, no estamos convencidos de la
consistencia lógica del argumento que expresa Weinberg ‘de que si falla
58
Rogelio Tomás Pontón
una explicación recurrimos a otra’. En uno de sus escritos posteriores,
“Living in the Multiverse”, se manifiesta partidario de las coincidencias
antrópicas a tal punto que revierte su argumento, tratando de mostrar
que esas coincidencias terminan yendo en contra de cualquier manifestación religiosa. Si esto es así: ¿para qué entonces atacó la teoría de las
coincidencias antrópicas? ¿No hubiese sido mejor expresar su inmediato
apoyo a la teoría del multiverso?
El cosmólogo Max Tegmark afirma: “Solo hay dos explicaciones posibles.
O bien el universo fue designado específicamente para nosotros por un
Creador, o bien existe una gran cantidad de universos, cada uno de ellos
con valores distintos de las constantes fundamentales, por lo que no es
sorprendente que nos encontremos en uno en el que las constantes tengan el valor exacto que permita galaxias, estrellas y vida” (citado por
Marcus Chown en “El universo vecino”, pág.135. Una opinión similar es la
del cosmólogo Martín Rees, en varias de sus obras).
Con respecto a la teoría de los universos múltiples de Hugh Everett, que
cita Weinberg en su ponencia y que sirvió de base a algunos cosmólogos
para concebir la teoría del multiverso, ya hemos visto que Polkinghorne
la considera más bien una especulación fantástica (“Quantum Theory”,
2002, páginas 52 y 53). A este respecto puede consultarse la obra del físico Stephen Barr, “Modern Physics and Ancient Faith”, University Notre
Dame Press, Indiana, 2003, en el capítulo 25 sobre ‘Reinterpreting Quantum
Theory: The Many-Worlds Idea”. El Dr. Gustavo E. Romero nos hace notar,
creemos que con razón, en una comunicación privada, que la teoría del
multiverso no se basa en la interpretación de Everett de los universos
múltiples, aunque algunos la han relacionado.
De todas maneras, no debería verse incompatibilidad entre la teoría del
multiverso y la existencia de Dios. El distinguido cosmólogo Don Page,
discípulo de Hawking, lo manifiesta claramente en el escrito citado en
la bibliografía. Allí él se define como ‘cristiano evangélico’ con ‘simpatía
hacia la versión de la teoría cuántica de los ‘universos múltiples’ de Everett’” (pág. 2). También pueden verse recientes artículos que se pueden
bajar de internet: “Scientific and Philosophical Challenges to Theism” y
“Does God Love the Multiverse?”
Se ha publicado recientemente la importante obra editada por Bernard
Carr titulada “Universe or Multiverse?”. En la misma, algunos autores
59
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
aceptan la teoría del multiverse desde un punto de vista teísta (ver de
Robin Collins, “The multiverse hipótesis: a theistic perspectiva”).
Lo mismo cabe decir de otro discípulo de Hawking, Paul Shellard, y del
Padre William Stoeger S.I., quién pertenece al Observatorio Vaticano.
Con respecto a la pregunta que se hizo a Polkinghorne de si “puede imaginarse un argumento extremo de que Dios no existe”, argumento que
apunta –en un sentido popperiano- a convertir a la teología en una ciencia cuyas hipótesis puedan ‘falsearse’, nos parece interesante su respuesta en el sentido de que no hay que ser obsesivo con respecto a buscar
siempre la certeza. Este es un ámbito que puede dar para más. En esta
línea es interesante un artículo publicado por el astrofísico argentino
Gustavo E. Romero, titulado “Causation, existence, and creation in spacetimes with non-trivial topology”, en el que trata de validar el argumento
cosmológico de la existencia de Dios llamado Kalam, y concretamente la
primer premisa que dice que “todo lo que comienza a existir tiene una causa
de su existencia”, sacándola del mero ámbito metafísico de que es evidente de por sí y, por lo tanto, no científica, e introduciéndola en el ámbito
de la ciencia a través de la falsación. Tendríamos así una “observational
theology” (este artículo se ha publicado en la revista “Invenio”, 2004).
Es probable que una concepción de la ciencia ‘sin incertidumbres’ como la
que parece sostener Weinberg en algunos momentos, le haya impedido
agregar algunas palabras sobre la contestación de Polkinghorne a una de
las preguntas, la referida a la escasez de certezas aun en la ciencia matemática, como lo demostró Kurt Gödel en su famoso teorema de 1931.
Cuando contestando a la última pregunta, Weinberg dijo que la teoría
del multiverso, hoy hipotética, se verá confirmada si se deduce desde
una ‘teoría del todo’, dejó un flanco libre a la objeción godeliana ya que
no aludió para nada a que también ‘la matemática tiene su aporía’, su
incertidumbre.
Aunque es un tema sumamente debatido, una teoría del todo podría estar en oposición al teorema de la incompletitud de Gödel (ver la discusión que a este respecto tuvieron el Premio Nobel Murray Gell-Mann y el
físico benedictino Stanley Jaki, según narra este último en el libro “Spiritual Evolution”). Por otra parte, como dice Polkinghorne, una Gran Teoría
Unificada también necesitaría ser constreñida para que se obtengan los
llamados resultados antrópicos.
60
Rogelio Tomás Pontón
Aun admitiendo la extraordinaria unidad de pensamiento que tiene
Weinberg, sin ninguna duda una de las principales figuras de la física
contemporánea, nos parece descubrir ciertas fracturas en su pensamiento, como por ejemplo sobre lo que es la ‘conciencia’. Esto se manifiesta
en el hecho de que a pesar de admitir lo importante que es lo que está
más allá de la ciencia, como la moral y la estética, no puede integrarlas
con facilidad en su concepción científica. Esto ha sido percibido por Polkinghorne en el comentario crítico que con posterioridad hizo al libro de
Weinberg “Facing Up”, comentario titulado “Thoughts of a rationalist”.
En él manifiesta Polkinghorne que la prueba ácida del reduccionismo de
Weinberg es su tratamiento de la ‘conciencia’:
“Weinberg acknowledges that consciousness is very far from being understood, but so, he says, is the weather. Here he fails to recognize an
important distinction between two kinds of emergence: the comparatively unproblematic (such as weather systems) and the problematic
(such as mental systems). Weather systems involve exchanges of energy, and there is no insuperable dificulty in believing –to use a favourite
Weinberg metaphor –that here the ‘arrows of explanation’ point down
ultimately to basic physics. On the other hand, mental experiences –
such as seeing red- appear to be qualitatively different from exchanges
between neurons, let alone interactions between quarks”.
La mencionada fisura en el pensamiento de Weinberg ya se manifiesta en
su libro más conocido, “Los tres primeros minutos del universo”, cuando
dice sobre el final que ”cuanto más comprensible parece el universo, tanto más
sin sentido parece también” (pág. 132). Weinberg está en la búsqueda para
encontrar una teoría del todo, o teoría final, una explicación completa de
las partículas y fuerzas de la naturaleza. Desde este punto de vista se entiende lo que afirma que cada vez el universo parece más comprensible.
Esto llevaría a concluir que el universo tiene un sentido, aunque sólo sea
el sentido de poder explicarse a través de la teoría del todo. Pero Weinberg
quiere afirmar otra cosa. Quiere mostrar que las leyes que gobiernan el
universo son indiferentes a la vida humana, son impersonales.
Gustavo Romero nos ha hecho llegar el siguiente comentario sobre el
punto analizado en el párrafo anterior: “No creo que tenga sentido decir
que el universo tiene o no tiene sentido. Las cosas no tienen sentido. Sólo
61
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
los elementos del lenguaje tienen sentido. En particular las proposiciones tienen sentido y referencia, y por ende, significado. No es el universo
lo que es significativo o no, sino nuestro discurso acerca de él. Lo que
si pueden tener las cosas es propósito, siempre respecto a algún sujeto
intencional” (comunicación privada). Estamos de acuerdo con esta acotación de Romero ya que lo que quisimos expresar más arriba apuntaba
más bien a si el universo tiene o no propósito y esta era también, creemos, la intención de Weinberg.
Weinberg, naturalmente, se encuentra en un gran problema cuando tiene que explicar como un ser surgido del mero azar de leyes impersonales
llega a comprender esa teoría del todo o teoría final que él tanto busca.
Esa separación entre ‘universo comprensible’ y ‘ser humano’ llama la
atención ya que su concepción de la mecánica cuántica, tal como lo expresa en el debate, es la de una gran unidad entre las leyes del universo
(fundamentalmente las de la mecánica cuántica) y la observación del
hombre. Para Weinberg, el observador y sus aparatos están gobernados
por las mismas leyes de la mecánica cuántica. En un más reciente artículo (“Einstein’s Mistakes”), al analizar el pensamiento de Einstein sobre
la mecánica cuántica, dice lo siguiente:
“The Copenhagen interpretación describes what happens when an observer makes a measurement, but the observer and the act of measurement are themselves treated classically. This is surely wrong: Physicists
and their apparatus must be governed by the same quantum mechanical rules that govern everything else in the universe” (pág. 5).
Si es así, ¿por qué entonces esa fisura a la que alude en el texto más
arriba citado?
En su obra sobre “El sueño de una teoría final” Weinberg dedica un capítulo a analizar el problema religioso con el título ‘¿Y que pasa con Dios?’,
donde desarrolla su concepción de que toda la historia de la ciencia marcha hacia una gélida impersonalidad de las leyes de la naturaleza. Sin
embargo, en los últimos renglones manifiesta que “no quiero pensar ni por
un minuto que la ciencia proporcionará alguna vez el consuelo que la religión ha
ofrecido frente a la muerte”. Luego transcribe un texto de Beda el Venerable,
de alrededor del año 700, donde uno de los principales hombres del rey
62
Rogelio Tomás Pontón
Edwin de Northumbria, ante la consulta de éste para decidir la religión a
adoptar, manifiesta, después de narrar la historia de un pájaro que entra
al calor de la sala y luego se va, que “el hombre aparece en la tierra para
un breve período; pero de lo que fue antes de esta vida, o de lo que sigue,
no sabemos nada”. Weinberg concluye el capítulo diciendo: “la tentación
de creer con Beda y Edwin que debe haber algo fuera de la sala del banquete es casi irresistible. El honor de resistir esta tentación es sólo un
magro sustituto para el consuelo de la religión, pero no está totalmente
desprovisto de satisfacción”.
Es loable la concepción de Weinberg, pero ¿por qué ignorar el potencial
que arrastra para el ser humano, aun desde el punto de vista científico, esa
‘tentación casi irresistible’ de creer que hay algo fuera de la sala? ¿Acaso el
desarrollo de la ciencia no ha sido en gran medida esa creencia de que hay
algo fuera de la sala? ¿No fue esa precisamente la experiencia de Galileo
Galilei? Él no podía demostrar la concepción copernicana del heliocentrismo (que sólo se pudo demostrar tiempo después con los avances de Kepler
y de Newton), pero su creencia era cierta. El gran físico Charles Tornes,
Premio Nobel de Fisica y coinventor del laser, manifiesta en varios de sus
escritos que la fe es fundamental en el desarrollo de la ciencia.
De todas maneras, y cualquiera sea la posición que asumamos sobre
este debate, suscribimos lo que el astrónomo e historiador de la ciencia,
Owen Gingerich, manifestó como cierre del mismo, que con el tiempo,
bien podría “tomar proporciones míticas”.
Nota: el autor agradece y toma en cuenta el comentario que le hiciera llegar el Dr.
Gustavo E. Romero, Presidente del la Asociación Argentina de Astronomía. Por
supuesto que los errores que esta parte del trabajo pueda seguir conteniendo son
de exclusiva responsabilidad del autor.
63
4.- De cómo en la teoría del multiverso está implícita
la existencia del Ser Infinito
En el capítulo anterior (“El debate Weinberg-Polkinghorne:¿Tiene el universo un diseñador?) hemos analizado el debate de 1999 entre Weinberg
y Polkinghorne, debate que tenía como uno de sus puntos clave el llamado principio antrópico. Tratamos de mostrar en él que Weinberg, que en
ese momento parecía negar el principio antrópico, posteriormente, en
un trabajo titulado “Living in the Multiverse”, parecía más bien inclinado
a aceptarlo como un fundamento de la teoría del multiverso, a tal punto
que lo convertía en un principio ‘antireligioso’.
En esta parte de nuestro trabajo vamos a tratar de mostrar que la teoría
del multiverso, especialmente en uno de sus más importantes cultores
(Max Tegmark), podría llevar implícita la existencia del Ser Infinito, tal
como lo expresa la conocida prueba ontológica de Dios desarrollada hace
mil años por Anselmo de Canterbury.
El surgimiento de la vida, en el planeta tierra o en cualquier otro planeta
de nuestro universo, solo es posible si se dan una serie de circunstancias
muy especiales. Esto es lo que se conoce como ‘principio antrópico’. El mismo fue definido por el astrónomo Martin Rees, presidente de la Royal Society, a través de seis números. Esos números o relaciones numéricas se
dieron desde el primer momento de la existencia del universo hace casi
15.000 millones de años. De haberse registrado ligeras variaciones de los
mismos, la vida, tal como la conocemos, no habría surgido.
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Los seis números que dan título al libro de Rees, “Just Six Numbers”, son
los siguientes:
1) El primero es N, que explica el porqué el cosmos es tan vasto. Dicho número es igual a: 1.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.
000.000 (1036) y mide la fuerza que mantiene unidos a los componentes del átomo dividida por la fuerza de la gravedad. Si N fuese
ligeramente menor, en el orden de unos ceros menos, sólo se habrían desarrollado insectos o formas de vida minúsculas.
2) El segundo número es E y su valor es de 0,007. Define cómo los
núcleos atómicos están firmemente unidos y cómo los átomos del
universo fueron hechos. Su valor controla el poder del sol y cómo
las estrellas transmutan hidrógeno en otros elementos de la tabla
periódica. Si E fuese 0,006 ó 0,008 la vida no habría existido.
3) El tercer número es O y mide la relación entre la densidad real de
materia (galaxias, materia interestelar, materia oscura y energía
oscura) y la densidad crítica (5 átomos por metro cúbico de espacio). O mide la relación entre la fuerza de gravedad y la de expansión. Su valor al comienzo del universo tendría que haber sido 1.
De ser mayor, el universo habría colapsado. De ser menor, nunca
se podrían haber formado las estrellas y las galaxias.
4) El cuarto número es Q y es igual a 1/100.000. Las semillas de todas las estructuras cósmicas (estrellas, galaxias y conjuntos de
galaxias) fueron impresas en el big-bang. Si Q fuera menor el universo jamás se hubiera estructurado. Si fuese mayor, el universo
sería un lugar muy violento dominado por vastos agujeros negros.
5) El quinto número es D y es igual a 3. Son las dimensiones del espacio. Con 2 ó 4 dimensiones la vida no existiría.
6) El sexto número es L y fue descubierto en 1998. Se estima en 0,7.
Es una fuerza llamada de antigravedad. Sólo se percibe a distancias inmensas. Si L fue algo mayor la vida no habría existido.
Según Rees hay tres posibles respuestas al surgimiento de esos números:
a) La mera casualidad
66
Rogelio Tomás Pontón
b) La existencia de un Diseñador inteligente
c) La existencia de un multiverso
Rees se inclina por la opción c, es decir por la existencia de un multiverso, o sea un conjunto cuasi infinito de universos. En la mayor parte de
esos universos la vida no habría surgido, pero en algunos sí, como en el
nuestro.
Rees desecha la ‘mera casualidad’ (opción a) aunque no se le escapa a
nadie que la teoría del multiverso también se basa en la ley de los grandes números (¿casual?). La opción b, es decir la existencia de un Diseñador inteligente también la desecha porque estima que está ‘más allá de
lo que puede decirnos la ciencia’.
Existen algunos autores, como el eminente matemático y físico Roger
Penrose, que aunque no son religiosos, por lo menos en el sentido tradicional, suponen que hay una dirección no azarosa en el origen del universo. Así por ejemplo, Penrose en su obra “Lo grande, lo pequeño y la mente
humana”, afirma lo siguiente:
“¿Qué dice esto sobre la precisión que debe estar implicada en
la puesta en marcha de la Gran Explosión? Es realmente muy,
muy extraordinaria. He ilustrado la probabilidad en un dibujo
del Creador, que apunta con una aguja minúscula al punto del
espacio de fases que representan las condiciones iniciales a partir de las que debe haber evolucionado nuestro Universo si tiene
que parecerse remotamente al universo en que vivimos (el texto
remite a un dibujo). Para apuntar, el Creador tiene que localizar
dicha punta en el espacio de fases con una precisión de una parte en 10 a una potencia de 10 que a su vez está elevado a una
potencia de 123. Si yo pusiera un cero en cada partícula elemental del Universo, seguiría sin poder escribir todo el número. Es un
número inimaginable” (pág. 47).
Con respecto a la posición asumida por Rees, de apoyo a la teoría del
multiverso, cabe preguntarse si no escapa también del ámbito científico. Esos pretendidos universos están más allá de nuestros sentidos y,
67
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
probablemente, jamás podremos hacer contacto con los mismos. Claro
que algunos científicos aseguran que una de las interpretaciones de la
mecánica cuántica, la de Hugh Everett, le podría servir de base. Lo que
este gran físico estadounidense defendió es que, cada vez que un sistema
cuántico tiene ante sí más de un camino, el universo se divide en numerosos universos segregados, en cada uno de los cuales sólo se concreta
una de las posibilidades existentes. Nosotros habitamos precisamente el
universo en el que las cosas acontecen como las observamos, y no nos
es posible comunicarnos con ninguno de los otros universos, en los que
duplicados nuestros observan la actualización de otras alternativas.
Un distinguido físico y músico argentino, Alberto Rojo, profesor en la
Oakland University de Michigan, ha escrito un interesante artículo titulado “El jardín de los mundos que se ramifican: Borges y la mecánica cuántica”,
que se puede bajar de Internet. En él, después de hacer una breve pero
clara introducción a la interpretación de los universos múltiples, muestra como el mundo de ficción de Borges se anticipó en el tiempo en su
escrito “El jardín” (1941) a la teoría de Everett de 1957.
De todas maneras cabe hacerse la siguiente pregunta:
¿Es lógico imaginar infinitos o cuasi infinitos universos para explicar
que en nuestro universo se han dado los números que explican el surgimiento de la vida compleja? ¿No arrastra esa imaginación implícitamente la existencia del Ser Infinito?
El físico Max Tegmak, uno de los principales partidarios de la teoría del
multiverso, manifiesta que “todos los universos lógicamente posibles, existen”,
lo que ha sido interpretado por algunos como una reminiscencia de la
llamada prueba ontológica de la existencia de Dios que desarrolló hace
mil años el teólogo Anselmo de Canterbury en su obra “Proslogion”.
Si se demostrase empíricamente la existencia de los ‘otros’ universos esa
relación no sería válida, pero mientras eso no ocurra (y estimamos que
será muy difícil que esa demostración se logre), la proposición ‘todos los
universos lógicamente posibles, existen’ sería equivalente a la proposición
de Anselmo cuyo núcleo dice que “Dios es un ser tal que nada superior a Él
puede concebirse; suponer que Dios no existe más que en nuestra mente y no en la
realidad equivaldría a afirmar que no es el ser más grande que puede concebirse,
68
Rogelio Tomás Pontón
porque existir realmente es más grande que existir sólo en la mente” (Kolakowski, en la op. cit. en la bibliografía, pág. 92-93).
Como vemos, el teólogo medieval dedujo del mero concepto de “un ser
tal que nada superior a Él puede concebirse”, su existencia. “Según la
tradición que proviene de Kant y de Hume, la falacia del argumento ontológico
consiste en que intenta demostrar que el juicio ‘Dios existe’ es analíticamente
verdadero, mientras que ningún juicio puede ser al mismo tiempo analíticamente
verdadero y existencial en su contenido” (ibídem, pág. 95). Sin embargo, nos
podemos preguntar si hay otro ejemplo de juicio que combine esas dos
propiedades: ser analítico y existencial en su contenido. “Un candidato
a esta quimera imposible es, sospecho, el juicio ‘algo existe’. La razón por la
que puede decirse que este juicio es analítico y, por tanto, ‘necesario’ es que su
negación ‘nada existe’ no es solo falsa, sino también ininteligible y absurda: en
efecto, si hay algo absurdo, es eso. Basándose en este supuesto, uno puede argüir
que ‘algo existe’ es igual a ‘necesariamente algo existe’. Uno se siente tentado a
considerar idéntico este último enunciado con ‘algo existe necesariamente’, lo que
equivaldría a la afirmación de Anselmo: la propia idea de existencia lleva a la
convicción de que hay un ser necesario. Es verdad, sin embargo, que no es lícito,
en términos de lógica modal, inferir ‘algo existe necesariamente’ de ‘necesariamente algo existe’. Si tal inferencia no es permisible, se sigue que podemos sostener la última y negar la primera” (ibídem, pág. 96). Como muy bien sostiene
Kolakowski, no hay regla lógica que pueda decidir esta cuestión entre un
empirista y un metafísico.
De todas maneras no hay que quedarse con un mero análisis de ‘lógica’
del argumento ontológico sino que hay que tener en cuenta también los
presupuestos del mismo. Recordemos que es de Anselmo la frase ‘creer
para entender’ (sobre esto se puede consultar la obra de Cabada Castro
mencionada en la bibliografía).
No abrimos juicio sobre el valor de la prueba ontológico desarrollada
por Anselmo, prueba que ha hecho correr mucha tinta a lo largo de los
siglos. Tomás de Aquino la criticó mientras Buenaventura la defendió;
Duns Scoto la ‘coloreó’; Descartes, Leibniz y Hegel, con modificaciones,
la aceptaron, y Bertrand Russell, a pesar de que no la aceptó, la consideró
un notable ejercicio intelectual. Otros autores la han rechazado, pero el
gran lógico matemático Kurt Gödel la desarrolló con el lenguaje de la
lógica-matemática.
69
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Según nos cuenta Robert Merrihew Adams en la introducción a la prueba
ontológica desarrollada por Kurt Gödel (“Collected Works”, vol. III, ‘Unpublished essays and lectures’, Oxford University Press 1995, pág. 388-389),
Gödel mostró la prueba a Dana Scott, y la discutió con él en febrero de
1970. El estaba muy preocupado por su salud en ese tiempo y no quería
que su prueba desapareciera con él. Más tarde en 1970 habló con Oskar
Morgenstern y le habría dicho que estaba satisfecho con la misma pero
que no quería publicarla ya que no era más que un ejercicio lógico (para
la postura de Gödel ver la obra de John Barrow, Pi in the Sky, mencionada
en la bibliografía en su versión en español. Según Gödel, en cartas a su
madre, “estamos por supuesto muy lejos de poder confirmar científicamente la
imagen teológica del mundo...Lo que llamo concepción teológica del mundo es
la idea de que el mundo y todo lo que hay en él tiene significado y razón, y en
particular un significado bueno e indudable. Se sigue de ello inmediatamente que
nuestra existencia terrenal, puesto que tiene en sí misma un significado a lo sumo
muy dudoso, puede ser solamente el medio para el fin de otra existencia. La idea
de que todo lo que hay en el mundo tiene un significado es un análogo exacto
del principio de que todo tiene una causa, sobre el que reposa toda la ciencia”,
pág. 138.). Un renovado interés actual en torno al argumento ontológico
desde el punto de vista lógico se encuentra en filósofos como Ch. Hartshorne, N. Malcolm y A. Plantinga.
Volviendo al principio antrópico, algunos científicos suponen que la mencionada combinación de números respondería a una ley o teoría más
general que daría explicación de los mismos (teoría del todo), pero esto
no es más que hacer retroceder la respuesta un paso atrás. ¿Cómo se
explicaría semejante fórmula o teoría que combina con tanta precisión
los mencionados números? Claro que un no creyente podría preguntarse
qué diferencia existe entre esa fórmula o teoría y Dios. Sin embargo, la
fórmula no es más que eso, una fórmula que solicita una explicación,
mientras Dios no necesita explicación ninguna pues él es la explicación
de todo.
Los científicos seguirán debatiendo sobre la existencia o no del multiverso. Hay distinguidos físicos que no aceptan su existencia y otros que
sí. Entre los primeros cabe mencionar a Martín Rees, Steven Weinberg,
André Linde y otros. Entre los segundos están Charles Townes, John Polkinghorne y otros.
70
Rogelio Tomás Pontón
Cabría también preguntarse si la existencia del multiverso se opone a la
existencia de Dios. Distinguidos científicos creyentes aceptan la teoría
del multiverso, por ejemplo: William Stoeger, George Coyne, Paul Shellard, Don Page, George Ellis y otros y no ven que haya una oposición de
esta teoría a su concepción religiosa. Hasta el agnóstico Rees sostiene en
“Times on line” del 18 de diciembre de 2005: “Let me say that I don’t see any
conflict between science and religión” (en el artículo ‘God, the universe and me’).
Al término de la revisión de este trabajo pudimos acceder al libro de
Leonard Susskind, “The Cosmic Landscape: String Theory and the Illusion of
Intelligent Design” en su versión en español. El mismo es una defensa del
principio antrópico con el aporte de la teoría de las supercuerdas, de la
que él es uno de los creadores. Para este físico, la única respuesta científicamente razonable es la de la existencia de múltiples universos, pero
como muy bien dice casi al final de su obra, no existe una prueba definitiva sobre si, aún probada la existencia del multiverso, exista o no una
divinidad. Resulta interesante citarlo a este respecto:
“¿Y qué pasa con las preguntas mayores de todas?: ¿quién o qué
hizo el universo y por qué razón? ¿Hay un propósito en todo
ello? No pretendo saber las respuestas. Quienes vieran el principio antrópico como señal de un creador benevolente no han
encontrado consuelo en estas páginas. Las leyes de la gravedad,
la mecánica cuántica y un rico paisaje junto con las leyes de los
grandes números son todo lo que se necesita para explicar la
amabilidad de nuestra región del universo”.
“Pero, por otra parte, nada en este libro disminuye la probabilidad de que un agente inteligente creara el universo con algún
propósito. La pregunta existencial definitiva, ¿Por qué hay Algo
en lugar de Nada?, no tiene ahora más o menos respuesta que
antes de que alguien hubiera oído hablar de la teoría de las cuerdas. Si hubo un momento de creación, está oculto a nuestros
ojos y nuestros telescopios por el velo de la inflación explosiva
que tuvo lugar durante la prehistoria del big bang. Si hay un
Dios, se ha tomado un gran trabajo para hacerse relevante” (pág.
432 y 433 de la versión en español).
71
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
De todas maneras, y emulando la respuesta de Laplace a Napoleón,
Susskind “no necesita la hipótesis de Dios”.
En el mencionado libro, Susskind trató de avalar la existencia de los
universos burbujas (pocket universes) en un multiverso, a través de la
naturaleza de la radiación de fondo (Cosmic Blackbody Background Radiation). Pero el astrofísico George Ellis, le salió al cruce en un comentario titulado “On horizons and the cosmic landscape”, publicado en internet
(15 de marzo 2006). En su respuesta, Ellis afirma que no hay posibilidad
experimental de verificar la existencia del multiverso por la vía manifestada por Susskind.
De todas maneras, la concepción del multiverso, sea o no verdadera, no
da respuesta al interrogante existencial del ser humano, o por lo menos
no lo da en el sentido que sí lo da la creencia en un Ser personal e infinito.
Bibliografía - (Corresponde a los Capítulos III y IV)
Agazzi, Evandro, Filosofía de la Naturaleza, México, FCE, 2000.
Barr, Stephen, Modern Physics and Ancient Faith, University Notre Dame
Press, Indiana 2003.
Barrow, John, Pi in the Sky, Thinking and Being, Oxford University Press,
Oxford y New York, 1992. Hay traducción al español con el título de “La
trama oculta del universo”, Editorial Crítica, Barcelona, 1996.
Barrow, John y Tipler, F. J., The Anthropic Cosmological Principle, Oxford University Press, Oxford y New York, 1986.
Brumfiel, Geoff, “Outrageous Fortune”, Nature, 2006. Internet. En este artículo se hace un análisis de la postura que ante el principio antrópi72
Rogelio Tomás Pontón
co asumen distintos especialistas. El teórico de las cuerdas, Leonard
Susskind, se muestra partidario de la teoría del multiverso y le dio el
nombre ‘string landscape’ a esta multiplicidad de vacíos formadores de
universos. Algunos autores estiman entre 10100 hasta 10500 universos.
Otros físicos, como David Gross, Premio Nobel, sostienen que todo esto
es imposible de probar.
Cabada Castro, Manuel, El Dios que nos da que pensar, BAC, Madrid, 1999.
Desde las páginas 423 hasta 440 se puede consultar un buen análisis
sobre ‘los presupuestos del denominado argumento ontológico’, presupuestos que muchos autores no tienen en cuenta.
Carr, Bernard, Life, the cosmos and everything, physicweb, octubre 2001.
Carr, Bernard (editor), Universe or Multiverse?, Cambridge University Press,
Estados Unidos, 2007.
Coyne, George V., “The Evolution of Intelligent Life on the Earth and Possibly
Elsewhere: Reflections from a Religious Tradition”, en la obra editada por Steven J. Dick, “Many Worlds”, Templeton Foundation Press, Philadelphia
and London, 2000.
Chown, Marcus, El universo vecino, Editorial Liebre de Marzo, Madrid, 2006.
Ellis, George F.R., Physics, complexity and causality, Nature, junio de 2005,
pág. 743.
Ellis, George F. R., “Issues in the Philosophy of Cosmology”, nov. 2005. Internet.
Ellis, George F. R., “On horizons and the cosmic landscape”, mar. 2006, Internet.
Hawking, Stephen, El universo en una cáscara de nuez, Barcelona, Crítica/Planeta, 2002. Citando a Shakespeare, Hamlet, segundo acto, escena 2, pág.
69, dice Hawking que “quizás Hamlet quería decir que a pesar de que los
humanos estemos físicamente muy limitados, nuestras mentes pueden
explorar audazmente todo el universo y llegar incluso donde los protagonistas de Star Trek temerían ir, si las pesadillas nos lo permiten”.
Hawking, Stephen, A Hombros de Gigantes. Las grandes obras de la Física y la
Astronomía, edición ilustrada de Crítica, Barcelona, 2004, pág. 10 y 11.
Hawking, Stephen y Mlodinow, Leonard, Brevísima historia del tiempo, Editorial Crítica, Barcelona, 2005.
73
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Kenny, Anthony, Breve historia de la filosofía occidental, Editorial Paidós, Madrid, 2005 (en esta obra de un distinguido filósofo se puede analizar el
pensamiento de Anselmo de Canterbury).
Kolakowski, Leszek, Si Dios no existe…, Editorial Tecnos, Madrid, 1985. Hay
un excelente análisis del argumento ontológico de Anselmo en las páginas 92-98.
Miller, James (ed.), Cosmic Questions, The New York Academy of Sciences,
N.Y, 2001.
Page, Don N., Predictions and Tests of Multiverse Theories, octubre 2006, Internet.
Page, Don N., Scientific and Philosophical Challenges to Theism, enero 2008,
Internet.
Page, Don N, Does God So Love the Multiverse?, enero 2008, Internet.
Penrose, Roger, Lo grande, lo pequeño y la mente humana, Ediciones Akal, Madrid 2006. La edición original de esta obra fue en 1999. En el 2007 se
publicó en español la obra de Penrose, El camino a la realidad (ediciones
Debate), voluminoso manual de 1.400 páginas editado en inglés hace
un año. En ese volumen desarrolla más ampliamente lo que había afirmado en el libro mencionado anteriormente.
Polkinghorne, John, Has Science made Religion Redundant?, en Science, Religion & Society, Cis-St Edmunds Lecture Series. La traducción del inglés
es nuestra. Las palabras de Polkinghorne son una respuesta a una pregunta que le hiciera en su conferencia el cosmólogo Paul Shellard.
Polkinghorne, John, Ciencia y Teología. Una introducción, Santander, Ed. Sal
Térrea, 2000. La edición inglesa de esta obra es del año 1998. En las páginas 59 a 64 se aborda el ‘principio antrópico’, desde el punto de vista de
la ciencia, y en las páginas 109 a 113 desde una visión teológica.
Polkinghorne, J. C., Quantum Theory: A Very Short Introduction, Oxford University Press, 2002.
Polkinghorne, J. C., From Physicist to Priest. An Autobiography, SPCK, 2007.
Polkinghorne, John, Quantum Physics and Theology. An Unexpected Kinship,
Yale University Press, New Haven and London, 2007.
74
Rogelio Tomás Pontón
Price, Michael Clive, “The Everett FAQ”, http://www.hedweb.com/manworld.htm, febrero 1995.
Rees, Martín, Just Six Numbers, Basic Books, New York, N.Y., 2000.
Shikhovsev, Eugene, “Biographical sketch of Hugh Everett, III”, 2003. Internet.
Stannard, Russell, Science an the Renewal of Belief, Templeton Foundation
Press, Philadelphia and London, 2004. En el capítulo ‘The Significance of
Individual’ se puede ver un claro resumen sobre el principio antrópico.
Susskind, Leonard, The Cosmic Landscape: String Theory and the Illusion of
Intelligent Design, Litle Brown, New Cork, 2005. La versión en español
titulada “El paisaje cósmico. Teoría de las cuerdas y el mito del diseño inteligente” ha sido publicada por la editorial Crítica de Barcelona en el 2007.
Stoeger, Ellis y Kirchner, “Multiverses and Cosmology: Philosophical Issues”, 15
de mayo de 2006. Internet.
Stoeger, William R., “Retroduction, Multiverse Hypotheses and Their Testability”, 14 de mayo de 2006. Internet.
Weinberg, Steven, “Living in the Multiverse”, nov. 2005. Internet.
Weinberg, Steven, Los tres primeros minutos del universo, Ed. Alianza, Madrid, 1980.
Weinberg, Steven, El sueño de una teoría final, Ed. Crítica, Madrid, 2004.
Weinberg, Steven, “Einstein’s Mistakes”, Physicsweb, 2006.
75
5.- El gran diseño
En el mes de setiembre del año 2010 se publicó el libro de Stephen Hawking y Leonard Mlodinow “The Grand Design”, libro que fue ampliamente
publicitado antes de su aparición. Medios muy importantes del mundo,
especialmente británicos, hicieron conocer algunos extractos de la mencionada obra y ya desde antes de su publicación varios críticos hicieron
comentarios sobre sus bondades o no. En este corto artículo vamos a
analizar la obra no desde un punto de vista técnico, que no está a nuestro
alcance, sino desde el llano.
Por provenir la obra de un distinguido físico como Hawking, no se puede
negar que ejerció desde el primer momento un gran impacto. Es que,
como ya se dijo veinticinco años antes cuando la publicación de “Breve
Historia del Tiempo” del mismo autor, existen razones que pueden explicar
los éxitos de librería: a) que el libro no contenga fórmulas matemáticas
complejas y b) que en algunos de sus párrafos se aluda a Dios. En este
sentido, Hawking siempre se caracterizó, en sus obras populares, por
cumplir ese objetivo.
Que Hawking es un físico notable no es algo creado por los medios. Basta consultar al respecto la obra que en su homenaje le dedicaron colegas y discípulos al cumplir su 60 aniversario. La obra fue editada por
Gibbons, Shellard y Rankin y se tituló “The future of theoretical physics and
cosmology”. En sus casi 900 páginas, un sinnúmero de destacados físicos
analizan aspectos de las investigaciones del gran autor. En las páginas
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
finales se listan los artículos científicos escritos hasta ese momento por
Hawking en número cercano a 180.
Para aquellos, como Richard Dawkins, que ven en la última obra de Hawking la sepultura final de la creencia en Dios, les recordamos que varios
de los colegas y discípulos que escriben en dicha obra homenaje, son
teístas y eminentes cosmólogos, como George Ellis, Don Page, Chris Isham y Paul Shellard. Probablemente, a ese número se agreguen otros.
Los científicos serios no creen que la ciencia tenga que demostrar la existencia de Dios, pero tampoco su no existencia. En declaraciones a unos
medios, el coautor de la obra. Mlodinow, manifestó que no es la intención
del libro mostrar la no existencia de Dios sino que el universo está autocontenido. En escritos anteriores Hawking había desarrollado lo que se
llama ‘the Hartle-Hawking no-boundary proposal’.
Otra cosa que debemos agregar al comienzo de este comentario, es que
en muchos de sus libros y artículos populares, Hawking introduce expresiones sobre algunos aspectos de carácter religioso que parecerían
puestos para producir en los lectores ‘cierto escándalo’, lo que se ve en
su libro “Breve Historia del Tiempo”, pero especialmente en el que estamos
comentando.
El libro en la versión inglesa tiene aproximadamente 200 páginas. Poco
tiempo después se editó en español por Crítica con el título de “El Gran
Diseño”. Ambas ediciones están finamente ilustradas y el libro está bien
escrito. También hay que acotar que a lo largo de la obra se hacen interrogantes a los cuales ningún ser humano puede estar ajeno. No hay
duda que los mencionados puntos hacen sumamente atractiva su lectura. Pero también hay que reconocer la crítica que le han hecho algunos
de una cierta arrogancia en las contestaciones. En una revisión de la obra
se dice: “…he had an opinión about everything, and an answer to every
question. Unfortunately, he was also very naive”.
Hay que hacer notar, también, que hay afirmaciones muy discutidas,
como la expresión en las primeras páginas de que la “philosophy is dead”.
Por supuesto, este comentario puede ser algo sobre el que los autores están totalmente convencidos pero, llama la atención, que en páginas posteriores, parecería que las preguntas de orden filosófico no le son ajenas.
78
Rogelio Tomás Pontón
El libro está compuesto de los siguientes capítulos:
1.- El misterio del ser
2.- Las reglas de la ley
3.- ¿Qué es la realidad?
4.- Historias alternativas
5.- La teoría del todo
6.- Escogiendo nuestro universo
7.- El milagro aparente
8.- El gran diseño.
Sobre el final hay un glosario en el que se explican los términos técnicos
usados en los capítulos anteriores.
Cada uno de los capítulos se inicia con alguna historia extraída de la mitología de distintos pueblos o de algún hecho significativo de la ciencia,
a los que los autores agregan comentarios muy sabrosos. Una línea que
cruza una parte del libro es la oposición entre la corriente atomista de
Demócrito y de los jonios, a la cual los autores se alinean, y la posición
filosófica de Platón y Aristóteles, seguida en la edad media por autores
como Santo Tomás de Aquino. Los historiadores del pensamiento filosófico, probablemente, no estarán de acuerdo con algunos de los comentarios que en muchos casos parecen sumamente simples como, por ejemplo, cuando se dice de Aristóteles que rechazaba “la idea de una ciencia
basada principalmente en la observación” (pág. 30).
El principio básico explicitado a lo largo del libro es que el universo se
crea a sí mismo de la nada, idea que no es nueva ya que el físico alemán
Pascual Jordan, coautor de la mecánica cuántica (por otro lado, un autor
que era evangélico), la desarrolló hace muchos años. Se comenta que
Albert Einstein, cuando la escuchó por primera vez, se horrorizó en extremo de la misma. La idea también había sido presentada por Edward
Tryon a comienzos de los ’70. En un artículo publicado por la revista Nature hablaba de la ‘emergencia del universo del vacío cuántico’.
El argumento básico, para expresar la mencionada idea, es que la gravedad tiene que tener energía negativa. Dicen los autores del libro que
comentamos “que a escala del conjunto del universo, la energía positiva
de la materia puede ser contrarrestada exactamente por la energía gravi-
79
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
tatoria negativa, por lo cual no hay restricción a la creación de universos
enteros” (pág. 203).
Los autores dicen explícitamente: “Como hay una ley como la de la gravedad, el universo puede ser y será creado de la nada” (pág. 203).
En el texto que hemos reproducido hay una contradicción. Los autores
presuponen que el universo nace de la nada, pero al mismo tiempo que
hay una ley de la gravedad que actúa en esa nada. Si estamos hablando
de la nada, ¿de dónde proviene la ley de gravedad?
Es probable que cuando los autores hablan de la ‘nada’ están suponiendo
que no es la nada tal como lo entendemos normalmente ya que en esa
nada hay gravedad.
Por otro lado, los autores interpretan que las leyes tienen una habilidad
mágica de hacer cosas. Respecto a esto dice el matemático John Lennox:
“Laws themselves do not create anything, they are merely a description
of what happens under certain conditions” (las leyes en sí mismas no
crean nada, ellas son meramente una descripción de lo que pasa bajo
ciertas condiciones).
Una ley científica nunca hace que algo pase, lo único que hace es describir lo que pasa. La gravedad causa que los planetas giren en órbita
alrededor del sol y que las manzanas caigan hacia el centro de la tierra,
pero no la ley de gravedad. Lo que hace ésta es describir cómo trabaja la
gravedad.
Si no hay nada, no hay gravedad, y si no hay gravedad no hay ley de la
gravedad.
Dice John Lennox:
“Isaac Newton’s laws of motion in themselves never sent a
snooker ball racing across the Green baize. That can only be
done by people using a snooker cue and the actions of their own
arms” (las leyes del movimiento de Isaac Newton en sí mismas
no hacen que la bola de billar cruce el paño verde. Esto solo puede hacerse por la gente usando el taco de billar y la acción de
sus propios brazos).
Para explicar la creación del universo de la nada, los autores recurren a
80
Rogelio Tomás Pontón
la llamada Teoría-M y prometen explicar como es esto pero, lamentablemente, a lo largo del libro no encontramos una explicación clara sobre
qué significa esa teoría.
Retrocedamos unos pasos en nuestra explicación. En las primeras décadas del siglo XX los físicos desarrollaron dos teorías fundamentales: la
teoría general de la relatividad (teoría de la gravedad), desarrollada por
Albert Einstein, y la teoría de la mecánica cuántica, desarrollada por Heisenberg, Born, Jordan, Dirac y Schrödinger. La primera apuntaba a explicar los fenómenos macro del universo y fue la base que posteriormente
otros autores, como Friedmann y el Padre George Lemaître, usaron para
explicar la expansión del universo desde el llamado Big Bang de hace
alrededor de 13.700 millones de años. La segunda teoría tuvo un éxito
aún mayor en la explicación de los fenómenos de la microfísica. El gran
problema que lo ocupó a Einstein en sus últimos años fue el desarrollo
de una teoría del todo, es decir la unificación de ambas teorías, pero sin
éxito.
Tengamos en cuenta que en los primeros instantes del universo éste era
infinitamente pequeño y es por eso que la mecánica cuántica interviene
en su explicación. Desde hace casi cuarenta años, una gran cantidad de
físicos (entre los cuales hay que mencionar al eminente físico argentino,
Juan Maldacena), para lograr la mencionada unificación, desarrollaron
diversas teorías sobre las llamadas cuerdas y finalmente varios de esos
enfoques, fuertemente matemáticos, dieron lugar a la Teoría-M.
Las cuerdas serían los componentes más pequeños del universo y vibrarían continuamente dando lugar a lo que divisamos como partículas.
Estas cuerdas necesitan al menos 10 dimensiones. En los años noventa,
buscando unificar cinco teorías de las supercuerdas, el gran matemático
y físico Edward Witten propuso la Teoría-M y en la misma se identifican
11 dimensiones, actuando la llamada supergravedad entre membranas.
¿Esta Teoría-M es aceptada sin discusión por todos los físicos? ¿Está probada experimentalmente?
¿Se podrá probar en el futuro?
Los anteriores son interrogantes no resueltos. No todos los físicos la
aceptan y algunos de ellos, como Lee Smolin, la han atacado recientemente. Veamos lo que dice el eminente matemático y físico compañero
81
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
de Hawking, Roger Penrose, en su reciente libro “Ciclos del Tiempo” analizando distintas teorías sobre el pre Big Bang:
“Apenas menos fantasiosas, en mi humilde opinión, son esas propuestas
cosmológicas que dependen en su operación de las ideas de la teoría de
cuerdas y su dependencia –tal como está la teoría de cuerdas- de la existencia de dimensiones espaciales extra” (pág. 175).
Pero tampoco está probada experimentalmente y según muchos físicos
es difícil que se pueda probar en el futuro. Los aceleradores de partículas
(como el recientemente inaugurado por el CERN en Ginebra), necesitarían ser muchísimo más grandes, casi imposibles de construir, y esto lo
dice un físico experimental que trabajó en el CERN como es Russell Stannard, de quién recomendamos el pequeño libro citado en la bibliografía.
En base a la Teoría-M, Hawking y Mlodinow, deducen la existencia de
cuasi infinitos universos (10 a una potencia de 500), que explicarían el
‘ajuste fino’ del llamado principio antrópico, es decir una serie de constantes (hasta seis según el libro del gran astrofísico Martin Rees, “Sólo 6
números”) que gobiernan el universo físico. De existir un solo universo no
se podría explicar la existencia de la vida.
De existir múltiples universos queda otro interrogante: ¿no tendrán todos ellos las mismas constantes? De ser así, habría que explicar el ‘ajuste
fino’ de esas constantes.
De todas maneras, hay que aclarar que aun existiendo cuasi infinitos
universos (teoría del multiverso), que Hawking y Mlodinow explican en
los últimos capítulos del libro bajo comentario, la fe en Dios no se ve
resentida, por el contrario. Un eminente discípulo de Hawking, Donald
Page, de fe cristiana, lo sostiene en numerosos artículos que se pueden
bajar de internet. También otros autores como Michael Heller, eminente
físico y sacerdote polaco, quien analiza el tema de los universos múltiples en su reciente obra “Ultimate Explanations of the Universe” en donde
se puede rastrear la idea de un Dios creador de diversos mundos en un
autor del siglo tercero como fue Orígenes de Alejandría.
82
Rogelio Tomás Pontón
Referencias Bibliográficas
Hawking y Mlodinow, El Gran Diseño, Ed. Crítica, Barcelona, 2010.
John C, Lennox, God and Stephen Hawking, Ed. Lion Hudson plc, Oxford,
2010.
Roger Penrose, Ciclos del Tiempo, Ed. Debate, Barcelona, 2010.
Michael Heller, Ultimate Explanations of the Universe, Springer-Verlag Berlín
Heidelberg, 2009.
Hay un sinnúmero de comentarios del libro “El Gran Diseño” en distintos
medios. De ellos recomendamos de Roger Penrose, “The Grand Design”,
en FT.com, del 4 de setiembre año? y del físico experimental Russell
Stannard, “The Grand Design”, en NewStatesman, del 14 de octubre año?
Para una introducción a la teoría de la gravedad, de la mecánica cuántica
y de las cuerdas recomendamos de Russell Stannard su libro “The End of
Discovery”, Oxford University Press, 2010.
Un más detallado libro sobre la teoría de las cuerdas y la M-Theory es
el de Brian Greene, “El Tejido del Cosmos: espacio, tiempo y la textura de la
realidad”, Ed. Crítica, Barcelona, 2006.
Desde un punto de vista más teológico y filosófico, recomendamos el libro
de varios autores “Creation and the God of Abraham”, Cambridge University Press, 2010, donde entre otros se puede leer el trabajo de William
R. Stoeger S.J., “The Big Bang, quantum cosmology and creatio ex nihilo”. El
Padre Stoeger es un cosmólogo del Observatorio Vaticano.
83
6.- Paul Dirac y la religión
Los científicos estudian el funcionamiento de las cosas y se especializan
en distintos ámbitos como la física, química, biología, etc. La religión, por
el contrario, apunta a la relación de una persona con la divinidad y, por
lo tanto, va más allá del ámbito de la ciencia. No hay manera de probar
desde la ciencia la existencia de esa divinidad como tampoco su no existencia. Parafraseando al gran filósofo Martín Buber, la relación del científico con su mundo es una relación de Yo-ello, mientras que la relación
del creyente con su Dios es una relación Yo-Tu.
Por supuesto que el científico, como una persona común, se hace preguntas por el sentido del universo en el que habita y por el sentido particular de su propia vida. Cuando se hace esas preguntas deja a un lado
su trabajo profesional y trata de responder a las inquietudes que tiene
como ser humano.
Se ha dicho, y con razón, que la opinión de los científicos en materia
religiosa no tendría que diferir de lo que manifiesta el común de las personas, sin embargo, al ser un especialista en una rama de la ciencia y habituado al uso de las herramientas de la lógica, se supone que su opinión
debería tener un ‘peso’ mayor que la del común de los mortales. Es por
ello que cada tanto se realizan encuestas entre los científicos pidiéndoles que contesten sobre sus creencias religiosas. Una encuesta no muy
lejana hecha en EE.UU. y donde se le preguntaba a unos 1000 científicos
si aceptaban o no la creencia en un Dios al que podrían rezar dio como
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
resultado casi un 40 por ciento de contestaciones positivas, cifra muy
parecida al resultado de una encuesta similar que se había realizado
alrededor de 80 años atrás. La forma con que se hizo la pregunta dejó
a un lado a aquellos científicos que eran creyentes en un dios pero no
aceptaban que éste pudiera realizar milagros y alterar las leyes naturales
que él mismo había fijado, o que se le pudiese rezar, caso en su momento
de Albert Einstein (el distinguido profesor de física y cosmólogo Joel R.
Primack, con su mujer Nancy Abrams, analizan esto en el escrito citado
en la bibliografía).
De todas maneras, es interesante indagar sobre la creencia en materia
religiosa de algunos grandes científicos. Uno de esos ‘grandes’, sin duda,
es el físico británico Paul M. Dirac que vivió entre los años 1902-1984.
Dirac, para muchos físicos, es considerado el más eminente en su especialidad durante el siglo veinte. Fue uno de los creadores de la mecánica
cuántica y de varias de sus derivaciones, como la del descubrimiento de
la antimateria.
Por haber sido una persona muy humilde es difícil encontrar manifestaciones personales sobre sí mismo y más en materia religiosa. Es común
considerarlo ateo, como por ejemplo manifiesta la “Free Enciclopedia Wikipedia” en la corta biografía de Paul Dirac (se puede bajar por internet).
Por otra parte, comúnmente se recuerda un diálogo entre él y Wolgang
Pauli a mediado de los años veinte (extraído de la autobiografía de Werner Heisenberg citada en la bibliografía), cuando eran dos jóvenes. Vamos a reproducir lo que en esa oportunidad manifestó Dirac contestando a Heisenberg y a Pauli:
“No sé por qué hablamos de religión aquí. Si somos sinceros –y
un científico debe serlo-, es necesario reconocer que en la religión se expresan meras afirmaciones falsas, para las cuales en
realidad no existe justificación alguna. El mismo concepto de
‘Dios’ es un simple producto de la fantasía humana. Puedo comprender el que los pueblos primitivos, expuestos a la superioridad de las fuerzas de la naturaleza más que nosotros ahora,
personificaran estas fuerzas a impulsos del miedo, y llegaran así
al concepto de la divinidad. Pero en nuestro mundo, en el que
86
Rogelio Tomás Pontón
calamos hasta lo más hondo las estructuras de la naturaleza, no
tenemos ya necesidad de semejantes ideas. No puedo admitir
que el reconocimiento de la existencia de un Dios todopoderoso
nos pueda en adelante prestar ayuda alguna. Veo claramente
que esta hipótesis nos lleva inmediatamente a problemas absurdos, como, por ejemplo, a la pregunta de por qué Dios ha permitido la miseria y la injusticia en nuestro mundo, la opresión
de los pobres por parte de los ricos y todos los demás males
que él podría impedir. Si en nuestro tiempo sigue enseñándose
aún la religión, no se debe ello a que las ideas religiosas tengan
todavía capacidad para convencernos, sino a que se alimenta el
deseo encubierto de adormecer al pueblo, a la gente sencilla. Es
mucho más fácil gobernar a hombres pacíficos que a hombres
alborotados y descontentos. A los primeros se les puede manejar y explotar sin obstáculos. La religión es una especie de opio
que se suministra al pueblo para adormecerlo con una felicidad
ilusoria y darle un calmante contra las injusticias que sufre. De
aquí proceden las siempre fáciles alianzas entre los dos grandes
poderes políticos, el Estado y la Iglesia. Ambos necesitan la ilusión de que un Dios bondadoso, si no en la tierra, sí, al menos, en
el cielo, recompensa a aquellos que no se han rebelado contra
la injusticia y han cumplido su deber pacífica y pacientemente” (pág. 107. Debe aclararse, según manifiesta Heisenberg en el
prólogo de su obra, que “los diálogos no pueden ser reproducidos
textualmente. Sólo se aducen literalmente los párrafos tomados
de cartas”).
A las afirmaciones de Dirac contestó Heisenberg: “Lo que haces es acusar
a la religión por el abuso político de la misma, y como de casi todo en el
mundo se puede abusar –también de la ideología comunista, de la que
has hablado hace poco-, no es procedimiento justo el que sigue tu acusación. En última instancia, siempre existirán comunidades humanas, y
tales comunidades tienen que encontrar un lenguaje común con el que
puedan hablar de la vida y de la muerte y de todo el gran contexto armónico dentro del cual se desenvuelve la vida de la comunidad”, y sigue la
contestación (pág. 108).
87
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Nuevamente replicó Dirac diciendo que “por principio no me sirven para
nada los mitos religioso, ya que los mitos de las diferentes religiones se
contradicen entre sí. El que yo haya nacido aquí, en Europa, y no en Asia
es pura casualidad, y de ésta no puede depender el criterio de la verdad,
y, por tanto, tampoco lo que yo deba creer. Yo sólo puedo creer lo que es
verdadero”...y prosigue (pág. 108-109).
Pauli que seguía la conversación, a veces con una sonrisa maliciosa, dijo:
“Sí, sí, nuestro amigo Dirac tiene una religión; y el lema capital de esta
religión reza así: ‘No hay Dios y Dirac es su profeta’” (pág. 109).
La postura de Dirac, quien como dice Heisenberg tenía entonces veinticinco años, manifestaba que “no sentía todavía mucha estima por la
tolerancia” (pág. 107).
Con el paso del tiempo esa postura se fue haciendo más y más tolerante
y en los últimos años de su vida llegó a manifestarle a un periodista que
“religión y ciencia no se oponían”.
También hay que hacer notar que integró la Academia Pontificia de las
Ciencias en las cuales participó en una investigación sobre el creador de
la teoría del Big Bang, el clérigo George Lemaître. Pero esta Academia,
que integran científicos de distintas disciplinas y entre otros más de una
docena de premios Nobel, no exige ser creyente para su incorporación.
Un conocedor profundo del pensamiento científico de Dirac, el físico y
clérigo John Polkinghorne, quien estudió a sus pies, como dice en el prefacio de su obra citada en la bibliografía, manifiesta en varios de sus escritos que a pesar de no estar integrado explícitamente a ninguna iglesia
o religión, Dirac era un hombre religioso.
Nos gustaría cerrar este corto artículo con una cita de uno de sus biógrafos, nos referimos a Abraham Pais. Este participó en el trabajo conjunto
en homenaje del físico inglés que se cita en la bibliografía. En página 29
dice expresamente lo siguiente:
“Regarding religión, he tended towards atheism, as he publicly
expressed only once. As Pauli once said: ‘There is no God and
Dirac is his prophet’. Manci Dirac has written to me, however:
‘Paul was no atheist. Many times did we kneel side bay side in Chapel,
praying. We all know, he was no hypocrite’” (la cita es de Manci Dirac,
88
Rogelio Tomás Pontón
su mujer, letter a A. Pais, November 25, 1995).
Dirac estuvo casado con Manci, hermana de otro gran físico Eugene
Wigner, desde 1937 hasta su muerte en 1984, es decir casi 50 años. Nos
parece que su testimonio tiene un peso mucho mayor que una cita juvenil producto de una discusión. De todas maneras, religioso o no, todos
acuerdan que fue un caballero en el pleno sentido de la palabra, “a kind
of scientific saint” (Polkinghorne, op. cit.).
Bibliografía
Batten, Alan H., “Subtle are Einstein’s thoughts”, publicado en Physicsweb,
setiembre de 2005.
Heisenberg, Werner, Diálogos sobre la física atómica, BAC, Madrid, 1972.
Pais, Abraham, “Paul Dirac: aspects of his life and work”, en la obra de varios
autores Paul Dirac. The Man and his Work, Cambridge University Press,
1999, pág. 1-46.
Polkinghorne, John, Quantum Theory: a very Short Introduction, Oxford University Press, 2002.
Primack, Joel R. y Abrams, Nancy, “Einstein’s View of God” en el libro editado por Russell Stannard, God for the 21st century, John Templeton Press,
2000.
89
7.- Los milagros y la mecánica cuántica
Los milagros son un elemento fundamental del mensaje de algunas religiones, especialmente de la religión cristiana. Lamentablemente, a nuestro juicio, una mala definición de lo que son ha influido para su rechazo,
especialmente a partir de la Ilustración (siglo XVII y XVIII). Esa definición
parte de que los milagros ‘son una alteración de las leyes de la naturaleza
debido a la actuación de un Dios o de dioses’.
La mencionada concepción hace que aquellos que creen que la naturaleza se rige por leyes claramente definidas, como ocurre con la ‘física de
Newton’, interpreten esa alteración como una contradicción en el actuar
de la divinidad. Si Dios ha establecido las leyes de naturaleza, ¿por qué a
posteriori altera las mismas realizando milagros?
Albert Einstein era un hombre religioso y esa religiosidad se manifestaba
en su visión de un mundo reglado por leyes claras y precisas, pero él no podía aceptar la existencia de un Dios personal que movido por las oraciones
de la gente alterase caprichosamente el curso de las mencionadas leyes.
Un famoso teólogo, Rudolf Bultmann, sostuvo que ‘en el mundo de la electricidad y de la radiofonía no tienen ninguna cabida los milagros del Nuevo Testamento’. Para él, era preciso ‘desmitologizar el mensaje cristiano’. Si Jesús
había existido o no, ‘no era importante’, lo importante era el mensaje de
redención de la criatura humana que Dios ofrecía a través del significado
de ‘la Muerte y Resurrección de Jesucristo’. No se debe interpretar esto
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
como que el viejo profesor de Marburgo fuese un hombre de poca fe, por
el contrario, hasta su muerte profesó la fe cristiana, lo que sucede es que
daba una distinta interpretación de ella de la que se da habitualmente.
Es posible que la concepción de Bultmann se interprete como ‘docetismo’, tal como lo hace Joachim Jeremías en un pequeño libro sobre ‘La
historicidad de Jesús’. El docetismo es aquella concepción que deja a un
lado lo carnal y sólo valora lo espiritual, olvidando el claro mensaje del
prólogo del Evangelio de Juan de que Jesús es el ‘Logos que se hizo carne
y habitó entre nosotros’. Esto es llamativo en uno de los principales exegetas de ese evangelio, como fue Bultmann
La concepción de Einstein y Bultmann es la de un ‘mundo cerrado, una
verdadera red de leyes concatenadas’ donde no cabe ninguna alteración
o intromisión desde el mundo ‘sobrenatural’.
Un conocido teólogo, Romano Guardini, definió el milagro de otra manera. Para él ‘un milagro no es una alteración de las leyes de la naturaleza sino
su superación’. En una conferencia dada en la Academia de Baviera dio
un ejemplo sumamente claro de esto. Dijo lo siguiente: ‘supongamos que
tenemos dos bolitas que están depositadas en el suelo. Ambas están regidas por
la ley de gravedad que apunta hacia el centro de la tierra. A los pocos días una de
esas bolitas, que es de metal, sigue manteniendo su lugar, pero la otra, que es una
semilla, empieza a crecer y apunta hacia arriba. No es que la ley de gravedad no
siga operando sobre esa semilla sino que una ley vital de la germinación supera
a la ley de gravedad. Esta sigue operando dado que la disposición del tallo y de
las ramas sólo por la existencia de la gravedad toma la forma que habitualmente
tiene. De la misma manera que la ley biológica supera a la ley de gravedad, sin
anularla, las leyes síquicas superan a las leyes de la vida y las leyes sobrenaturales superan a las leyes síquicas, biológicas y de la gravedad sin anularlas’.
El concepto de que un milagro es la superación de las leyes de la naturaleza y no su alteración es fundamental para interpretar correctamente los
milagros. Pero también hay que tener en cuenta otro hecho que cambió
radicalmente la concepción que tenían los físicos del mundo. Nos referimos al desarrollo de la mecánica cuántica a mitad de los años veinte del
siglo pasado. Para ello ofrecemos una breve introducción a la mecánica
cuántica y su relación con los milagros. Como fuente bibliográfica para
analizar qué es la mecánica cuántica recomendamos los libros de John
Polkinghorne, “Quantum Theory. A Very Short Introduction” (2002) y de Ian G.
92
Rogelio Tomás Pontón
Barbour, “Religión y Ciencia” (2004). Ambos autores son dos distinguidos
físicos y teólogos. Polkinghorne ha sido profesor de física-matemática
en la Universidad de Cambridge durante muchos años y Barbour ha sido
ayudante de Fermi en la Universidad de Chicago.
El tema central de discusión es el de ‘determinismo e indeterminismo’.
La física clásica, es decir la de Newton, expresaba que todo acontecimiento físico estaba determinado causalmente por otro acontecimiento.
Toda la estructura del universo era una red de relaciones causales. Por
supuesto que esta concepción tenía graves problemas cuando había que
incorporar el actuar libre del ser humano.
En 1925 Werner Heisenberg, Max Born y Pascual Jordan desarrollaron la
llamada ‘mecánica de las matrices’ y posteriormente, a comienzos de
1927 Jordan y poco después Heisenberg desarrollaron lo que se conoce
como el ‘principio de incertidumbre o indeterminación’ por el cual no
se puede conocer en forma simultánea la velocidad y la posición de los
electrones dentro del átomo (para este tema se puede consultar la obra
de D. C. Cassidy, “Uncertainty: The Life and Science of Werner Heisenberg”, 1992). Otros autores también participaron en este desarrollo de la
mecánica cuántica como Dirac, Pauli y Schrödinger.
En el libro de Amir Aczel, “Entrelazamiento” (Editorial Crítica, 2004) se
hace un análisis comprensible de la mecánica de las matrices y del principio de incertidumbre: “En el enfoque más abstracto de Heisenberg,
las matrices infinitas representan propiedades de entes observables y
la matemática usada es la manipulación de matrices. La multiplicación
de matrices no es conmutativa, lo que significa que si multiplicamos las
matrices A y B, en el orden AB, el resultado será en general distinto al
obtenido en el orden inverso, en contraste con lo que ocurre en la multiplicación de números que es conmutativa (por ejemplo, 5 x 7 = 35 = 7 x
5) y, por lo tanto, no importa el orden en que se multipliquen…. Un observable (algo que podemos observar acerca de un sistema cuántico) se
representa en la mecánica cuántica moderna mediante la acción de un
operador sobre la función de ondas del sistema. Algunos de estos operadores conmutan, lo que quiere decir que, si aplicamos al sistema uno de
los operadores y después el otro en el orden AB, el resultado es el mismo
que si lo hacemos en el orden inverso: BA. Otros operadores no conmutan, lo que significa que el orden de aplicación de los mismos (y, por
93
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
tanto, el orden en que se realizan las observaciones) sí importa, ya que el
resultado depende de dicho orden....El hecho de que los dos operadores
X (posición de la partícula) y Derivada (momento de la partícula) no conmuten tiene inmensas consecuencias en mecánica cuántica. Nos indica
que no podemos medir la posición y el momento de la misma partícula y
esperar una buena precisión en ambas medidas. Si conocemos una de las
dos cantidades con buena precisión (la que medimos primero), la otra la
conoceremos con escasa precisión. Ello es una consecuencia matemática
de la no-conmutatividad de los operadores asociados con esas dos clases
de medidas. El hecho de que la posición y el momento de la misma partícula no puedan ser determinados con alta precisión se conoce como el
principio de incertidumbre....”.
Ante el principio de incertidumbre o indeterminación los físicos han
adoptado distintas posturas que vamos a resumir siguiendo a Barbour.
a) La incertidumbre puede ser atribuida a la provisional ignorancia humana. Llegará el día en el que se descubrirán leyes exactas. Esta
es la posición asumida por Einstein y que reflotó, posteriormente,
David Bohm. Para Einstein “Dios no juega a los dados”.
b) La incertidumbre puede ser atribuida a limitaciones experimentales
o conceptuales irremontables. Nunca podremos saber como es el
átomo en sí. Esta fue la posición que asumieron en un comienzo
Heisenberg y Niels Bohr.
c) La incertidumbre puede ser atribuida a la indeterminación existente
en la naturaleza. En el universo de las partículas elementales siempre existen diferentes posibilidades. Observar consiste en extraer
de la distribución de probabilidades existente una de las muchas
posibilidades que contiene. Esta es la posición que asumió finalmente Heisenberg y es la que reúne a la mayor parte de los físicos.
d) Una versión más exótica de la indeterminación objetiva es la interpretación de los mundos múltiples propuesta por Hugh Everett. Lo que
él defiende es que, cada vez que un sistema cuántico tiene ante
sí más de un camino, el universo se divide en numerosos universos segregados, en cada uno de los cuales sólo se concreta una de
las posibilidades existentes. Nosotros habitamos precisamente el
universo en el que las cosas acontecen como las observamos, y no
94
Rogelio Tomás Pontón
nos es posible comunicarnos con ninguno de los otros universos,
en los que duplicados nuestros observan la actualización de otras
alternativas (Barbour, op. cit. pág. 286 y 290). Un distinguido físico
y músico argentino, Alberto Rojo, profesor en la Oakland University de Michigan, ha escrito un interesante artículo titulado “El
jardín de los mundos que se ramifican: Borges y la mecánica cuántica”,
que se puede bajar de Internet. En él, después de hacer una breve
pero clara introducción a la interpretación de los universos múltiples, muestra como el mundo de ficción de Borges se anticipó en el
tiempo en su escrito “El jardín” (1941) a la teoría de Everett (1957).
Resumiendo: la mecánica cuántica y su principio de indeterminación nos
parecen mostrar que el mundo, en su base constitucional más elemental
–el mundo de la microfísica- no es cerrado como creía la física de Newton
sino un mundo abierto. Para Jordan la mecánica cuántica destruyó el materialismo (así lo manifiesta en su pequeño libro, “La física del siglo XX”).
Desde ese punto de vista, no habría una contradicción fundamental con
un mundo en el que Dios, sin alterar sus leyes, produzca milagros.
Con respecto a los milagros narrados en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, habrá que hacer un análisis cuidadoso de sus distintos ‘géneros
literarios’ para emitir un juicio sobre su realidad. Algunos milagros del
Antiguo Testamento, como los del Éxodo, han sido interpretados de una
manera ‘natural’ por un eminente físico inglés, Colin Humphreys, en su
libro “The Miracles of Exodus: A Scientist’s Discovery of the Extraordinary Natural Causes of the Biblical Stories” (2003). Por supuesto, ésta es una interpretación discutida (puede verse el comentario de este libro en el artículo “Can physics explain miracles?”, Physicsweb, December 2003, del físico y
teólogo Andrew Pinsent).
Los milagros del Nuevo Testamento también han dado lugar a distintas
interpretaciones. El llamado Racionalismo ha negado desde un comienzo
la posibilidad de los milagros. Distintos autores del siglo XIX como Baur,
David Strauss, Renán y otros han sostenido que los evangelios eran ‘leyendas’ o ‘mitos’ muy posteriores a los acontecimientos. Por el contrario,
Adolf von Harnack, eminente historiador de comienzos del siglo XX, ha
sostenido que los evangelios eran antiguos (ver su trilogía sobre Lucas),
pero no aceptó los milagros. Lo mismo cabe decir de Rudolf Bultmann,
95
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
que fuera uno de los iniciadores de la llamada ‘Escuela de las Formas’
y cuya posición ya hemos mencionado. El tema de los milagros en los
evangelios es abordado equilibradamente en el tercer tomo de la obra
“Un judío marginal” de John P. Meier, probablemente la principal obra sobre la persona histórica de Jesús.
Todo lo anterior no pretende ser una demostración de la existencia de
los milagros sino mostrar que no hay razón científica para sostener que
ellos no son posibles. Hoy nos dice la ciencia que el universo surgió hace
15.000 millones de años (big bang); que de una pequeña partícula casi
infinitesimal surgieron otras partículas, átomos, estrellas y galaxias; que
luego en el corazón de las estrellas se dio la llamada relación triple alfa
(tres núcleos de helio dieron lugar a un núcleo de carbono) que tanto
conmovió al ateismo de Fred Hoyle, su descubridor, que manifestó que
su única explicación era una mano inteligente; que posteriormente se
formaron los elementos más pesados; que esos elementos fueron expulsados del corazón de esas estrellas en explosiones de supernovas; que
pasaron tres generaciones de estrellas y sobre una intrascendente roca
(la Tierra) que gira alrededor de una de esas estrellas (el Sol) apareció la
vida sólo posible por la formación previa de esos elementos; que luego la
vida evolucionó, se desarrolló y dio lugar a seres pensantes que discutimos sobre la posibilidad de los milagros. Esto sí que es un ‘milagro’, como
dice el patriarca de la astronomía, Allan Sandage.
Más arriba se mencionó la teoría de Everett sobre los universos múltiples.
De haber infinitos universos todo esa conjunción de combinaciones de números de las que nos habla el ‘principio antrópico’ podría explicarse casi
naturalmente, pero ¿desaparece el misterio? No lo creemos y para esto vale
la pena leer el último artículo publicado por el recientemente fallecido Bryce DeWitt, “God’s Rays”, en Physics Today (enero 2005). Él, un físico eminente,
fue el que dio a conocer el artículo original de Everett. Para DeWitt el sentido de la vida no se agota en las relaciones de la física o de la biología, también el ‘amor’ juega un papel fundamental. ¿Y qué sentido tiene el amor,
sino la tragedia, si todo ese gran desarrollo fenece en un big crunch?
La resurrección de Jesucristo, el principal de los milagros para el mundo
cristiano, es un signo que nos abre al misterio de nuestra futura resurrección. Él nos asegura contra la opinión de que todo es una comedia
trágica sin sentido.
96
Rogelio Tomás Pontón
Bibliografía
Aczel, Amir, Entrelazamiento, Ed. Crítica, 2004.
Barbour, Ian G., Religión y Ciencia, 2004.
Cassidy, D. C., Uncertainty : The Life and Science of Werner Heisenberg, 1992.
DeWitt, God’s Rays, Physics Today, enero 2005.
Guardini, Romano, Los sentidos y el conocimiento religioso, ed. Guadarrama.
Humphreys, Colin, The Miracles of Exodus: A Scientist´s Discovery of the Extraordinary Natural Cause of the Biblical Stories, 2003.
Jeremías, Joachim, La historicidad de Jesús, Ediciones Sígueme.
Jordan, Pascual, La física del siglo XX, FCE.
Pinsent, Andrew, Can physics explain miracles?, en Physicsweb, december
2003.
Polkinghorne, John, Quantum Theory. A Very Short Introduction, 2002.
Rojo, Alberto, El jardín de los mundos que se ramifican: Borges y la mecánica
cuántica, Web.
97
8.- Ciencia y religión según Richard P. Feynman
En la obra de Richard P. Feynman, “El placer de descubrir” (1), hay un último
capítulo titulado “La relación entre ciencia y religión” que vamos a comentar
en pocas líneas. Feynman fue, sin la menor duda, uno de los físicos más
brillantes del siglo XX, y es por ello que sus comentarios sobre la mencionada relación son para nosotros de muchísimo interés. Desde el comienzo ponemos en claro que no compartimos algunas de sus manifestaciones, aunque hay que destacar el respeto que el gran físico mantiene
en todo momento para aquellos que no piensan como él en esta materia.
Feynman comienza analizando por qué muchos jóvenes que se insertan
en el mundo de la ciencia terminan abandonando la fe de sus padres.
Dice así: “para el estudiante que aprende ciencia hay dos fuentes de dificultad al tratar de conciliar ciencia y religión. La primera fuente de dificultad es ésta: que en la ciencia es imperativo dudar; para avanzar en
la ciencia es absolutamente necesaria la incertidumbre como una parte
fundamental de la naturaleza interior. Para avanzar en el conocimiento debemos seguir siendo humildes y admitir que no sabemos. Nada es
cierto o está probado más allá de toda duda. Uno investiga por curiosidad, porque hay algo desconocido, no porque conozca la respuesta. Y a
medida que uno obtiene más información en las ciencias, no es que esté
descubriendo la verdad, sino que está descubriendo que esto o aquello es
más o menos probable.....Lo que sucede, entonces, es que el joven empieza a dudar de todas las cosas porque no puede tenerlas como una verdad
absoluta. Y así hay un ligero cambio en la pregunta ¿Existe un Dios? a
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
¿Hasta qué punto es seguro que existe un Dios? Este cambio muy sutil es
un gran golpe y supone una separación entre los caminos de la ciencia
y la religión. Yo no creo que un auténtico científico pueda volver a creer
en lo mismo que creía antes” (pág. 197). Más adelante dice: “no creo que
un científico pueda alcanzar nunca ese punto de vista, esa comprensión
realmente religiosa, ese conocimiento real de que existe un Dios: esa certeza absoluta que tienen las personas religiosas” (pág. 198).
La cita de Feynman es discutible dado que divide al ser humano en compartimientos estancos. El sostener que la actitud ante la ciencia es la
de la incertidumbre y ante la religión la de la certeza es una fractura
innecesaria del comportamiento humano. Existe incertidumbre tanto en
la vida del científico como en la vida del religioso, y no porque la materia
objetiva sea diferente (ciencia o religión), sino porque es el hombre el que
vive en un mundo de incertidumbre. Un eminente pensador religioso,
Romano Guardini, decía que la vida de fe se puede comparar a la luz de
una vela, que tiene momentos de gran lucidez y firmeza, y momentos
donde languidece hasta casi apagarse. Desde un punto de vista similar,
el Premio Nobel de Física Charles Townes, coparticipe en la invención del
maser y del laser, sostiene que entre ciencia y religión hay convergencia.
En su escrito “Logic and Uncertainties in Science and Religion” (conferencia
de marzo de 2004) sostiene que habitualmente pensamos que la fe es
algo privativo de la religión, “pero no, la fe es muy común en la ciencia”.
Ahora queremos detenernos en el análisis de la materia objetiva, ciencia
o religión. A pesar de lo que dijimos en el párrafo anterior (‘y no porque la
materia objetiva sea diferente’), nosotros creemos que hay una diferencia
importante entre ciencia y religión. La ciencia analiza aspectos que entran en el rango de lo que el gran filósofo judío Martín Buber llamaba la
relación ‘yo-ello’, mientras la religión corresponde a una relación ‘yo-tu’.
El científico puede quedar impresionado por el misterio del universo –
como ocurre con Feynman cuando nos habla de su apreciación sobre
el misterio y la majestad de la materia- pero su búsqueda es la de comprender el ‘cómo’ de las cosas (quarks, partículas, leyes, mecánica cuántica, relatividad, big bang, simetría, supersimetría, etc.), por el contrario
la materia objetiva de la religión es el ‘por qué’. El hombre religioso no
cree en determinadas verdades sino que cree en Aquel que le transmite
esas verdades, pero por ello vive en una interrogación perpetua, buscan-
100
Rogelio Tomás Pontón
do respuestas que no siempre las llega a comprender. Acaso, Jesús, que es
base de la fe religiosa de muchos, no hizo a su Padre en la cruz la pregunta ‘¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?’ Religión es ‘religarse’
con un ser personal en quien se cree. Es una relación de tipo personal. Es
como creerle a los amigos y seres queridos.
Continúa Feynman con la “segunda dificultad que encuentra nuestro estudiante para conciliar ciencia y religión. ¿Por qué se concluye a menudo
que la creencia en Dios –al menos, el Dios de tipo religioso- se considera
muy poco razonable, muy poco probable? Pienso que la respuesta tiene
que ver con las cosas científicas –los hechos o los hechos parciales- que
el hombre aprende”. Menciona luego lo siguiente: “por ejemplo, el tamaño del universo es impresionante; nosotros estamos montados en una
minúscula partícula que da vueltas alrededor de un Sol entre cien mil
millones de soles en esta galaxia, que a su vez es una entre mil millones
de galaxias. Además, está la íntima relación entre el hombre biológico y
los animales, y entre una forma de vida y otra. El hombre es un recién
llegado a un vasto drama en desarrollo; ¿es posible que todo lo demás
sea tan sólo un andamio para su creación?”.
“Y también están los átomos de los que todo parece estar construido, siguiendo leyes inmutables. Nada puede escapar a ello; las estrellas están
hechas del mismo material, y los animales están hechos del mismo material, pero con tal complejidad como para aparecer misteriosamente vivos,
como el propio hombre. Es una gran aventura contemplar el universo más
allá del hombre, pensar en lo que significa sin el hombre, como lo fue
durante la mayor parte de su larga historia, y lo es en la inmensa mayoría de los lugares. Cuando finalmente se alcanza esta visión objetiva y se
aprecian el misterio y la majestad de la materia, volver la mirada objetiva
al hombre visto como materia, para ver la vida como parte de un misterio
universal de la máxima profundidad, es sentir una experiencia que apenas se puede describir. Normalmente acaba en risas ante la inutilidad de
intentar comprender. Estas visiones científicas acaban en sobrecogimiento y misterio, perdidos en el borde de la incertidumbre, pero parecen tan
profundas y tan impresionantes que la teoría de que todo está dispuesto
simplemente como un escenario para que Dios observe la lucha del hombre entre el bien y el mal parece insuficiente” (pág. 198-199).
101
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Del largo texto citado podemos deducir:
a) Feynman era una persona religiosa. En cada una de las frases se
percibe un asombro ante el misterio. El misterio de la grandiosidad
del universo. El misterio de los extraordinarios desarrollos de la
vida. El sentirse inmenso como parte de un misterio universal que
apenas se puede describir. Apoyándonos en la lectura de “Religión
y Revelación” de Romano Guardini, podemos deducir que Feynman
fue tocado por lo sagrado, por lo ‘numinoso’, que es la primera experiencia del fenómeno religioso (esta experiencia fue analizada
en la obra de Rudolf Otto que lleva el mismo título –Lo Sagrado-).
Lamentablemente, dominado por simples nociones cuantitativas
de espacio y tiempo, no ha explicitado claramente lo que ya percibió Pascal cuando ante el misterio de la inmensidad del universo, decía que el hombre es una débil caña movida por el viento,
“pero una caña pensante”. Las estrellas y las galaxias son inmensas
comparadas con nosotros, pero ellas no saben que existimos, en
cambio nosotros sabemos que ellas están ahí. Es precisamente el
hombre el que a través del desarrollo de la ciencia trata de penetrar en los misterios del universo. ¡Qué extraordinaria simetría la
de las herramientas matemáticas que encajan tan exactamente
en la comprensión del mundo material! (al respecto es interesante
consultar el libro de un físico no creyente, Steven Weinberg, “The
Quantum Theory of Fields, Vol. 3: Supersymmetry”, lleno de intrincadas fórmulas matemáticas que buscan dilucidar los fenómenos
de la naturaleza. Como decía Einstein: “lo más incomprensible de la
naturaleza es que sea comprensible”).
b) Feynman, probablemente por un problema de educación religiosa
–al comienzo de su artículo dice “en vista de mi evidente falta de conocimiento y comprensión de la religión”-, tiene una imagen pequeña
de Dios. Por el contrario, Anselmo de Canterbury decía hace ya
casi mil años que ‘Dios es el ser más grande, que no podemos imaginar
algo mayor. Si no existiera, no sería el más grande”. De ahí deducía su
existencia a través de la llamada ‘prueba ontológica’ (en su escrito
“Proslogium”. En general, la mayor parte de los filósofos han rechazado esta prueba, pero hay que mencionar que uno de los más
extraordinarios lógicos de todos los tiempos, Kurt Gödel, no sólo la
aceptó sino que la expresó en el lenguaje de la lógica-matemática.
102
Rogelio Tomás Pontón
Su desarrollo se puede bajar de Internet).
Feynman termina su artículo analizando lo que para él son las dos grandes herencias de la civilización occidental: la ciencia y la ética cristiana.
Esta última es “la acción basada en el amor, la hermandad de todos los
hombres, el valor del individuo y la humildad del espíritu” (pág. 203).
Equívocamente, a nuestro entender, trata de salvar la ética cristiana,
que acepta, separándola de su metafísica, que daría la impresión que no
acepta, pero he aquí que esa ética se basa en relaciones personales y es
por ello que exige una metafísica personalista. Si lo único real son meros
átomos que se combinan azarosamente como diría Demócrito, ¿dónde
queda la ética, la justicia y el amor? Dios no es una idea, ni siquiera el
misterio de los espacios siderales. Dios es el misterio de una persona que
entra en diálogo con la vida en esta tierra, pero que también puede haber
entrado en diálogo con la vida en otros planetas de la Vía Láctea o de
otras galaxias. Aunque parezca mentira, esto último no es nada nuevo,
ya lo sostenía Orígenes de Alejandría (en el siglo III) y el obispo de París,
Tempier, en un famoso escrito de 1277 donde consideraba que la humildad cristiana exigía aceptar la posibilidad de vida inteligente en otros
lugares del universo (2).
La inmensidad de los espacios siderales, que para Feynman es motivo
de incredulidad, es tomada por otros científicos como un apoyo de su fe.
Asi por ejemplo, el Director del Observatorio Vaticano, el Padre George
Coyne, distinguido planetólogo, profesor de la Universidad de Arizona,
estima que la cantidad de planetas semejantes a la tierra podría estar en
el orden de 1017 y no ve por ello ningún problema hacia su fe, por el contrario. Lo mismo cabría decir del Dean de la astronomía mundial, Allan
Sandage, el hombre que ha intentado medir en los últimos cincuenta
años el tamaño y la edad del universo a través de la constante de Hubble.
Para él, todo es un milagro (3).
103
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Referencias Bibliográficas
(1) Richard P. Feynman, “El placer de descubrir”, Ediciones Crítica, Barcelona, 2000.
(2) En una obra del Conde de Maistre, de la primera mitad del siglo diecinueve, “Las Veladas de San Petersburgo”, podemos leer una cita de Orígenes de
Alejandría. Lamentablemente, no se hace referencia a la obra de la cual
se ha sacado. La cita dice así: “El altar (del sacrificio) estaba en Jerusalem pero
la sangre bañó todo el universo”. Este carácter cósmico de la redención de
Jesucristo, que alude a habitantes de otros mundos, se percibe también
en las epístolas de Pablo a los Colosenses, en los “Principios” de Orígenes
y también en los escritos de Duns Scoto. La referencia al obispo Tempier
la hemos extraído de distintos escritos del historiador de la ciencia y
astrónomo, Owen Gingerich. Un eminente astrofísico contemporáneo,
Edward Arthur Milne, de profunda fe cristiana, analizó detenidamente el
tema de la teología y los habitantes de otros mundos en su obra “Modern
Cosmology and the Christian Idea of God”.
(3) Allan Sandage fue el principal observador del telescopio del Monte
Palomar desde 1952 hasta los años noventa. Ha escrito alrededor de
600 artículos científicos y a pesar de sus casi ochenta años sigue siendo muy activo. Su vida científica y preocupaciones religiosas se pueden rastrear en el hermoso libro de Dennis Oberbye, “Lonely Hearts of
the Cosmos: The Story of the Scientific Quest for the Secret of the Universe”
(1991). Sobre la historia del Observatorio de Monte Palomar se puede
consultar el trabajo de Sandage “The First 50 Years at Palomar: 19491999. The Early Years of Stellar Evolution, Cosmology and High-Energy Astrophysics”, Annu. Rev. Astron. Astrophys, 1999, 37: 445-86. Sobre la postura religiosa de Sandage se puede bajar de Internet su trabajo: “Un
científico reflexiona sobre la creencia religiosa”.
(http://espanol.leaderu.com/docs/ciencia/un_cientifico.html). Conjuntamente con Bedke ha publicado el “Carnegie Atlas of Galaxies”, 1994,
en donde analiza las fotografías de centenares de galaxias en dos espléndidos volúmenes.
104
Rogelio Tomás Pontón
Lamentablemente, después de escribir este artículo, Sandage falleció.
Hasta último momento siguió escribiendo y en una de sus últimas presentaciones le dijo a sus amigos que no estuviesen tristes pues el iba a
un mejor lugar.
105
9.- El debate Dawkins-Collins sobre ciencia y fe
El siguiente es un reciente debate entre el zoólogo Richard Dawkins, de
Oxford, y Francis Collins, que fuera director del programa oficial del genoma humano. Dawkins ocupa la cátedra ‘Charles Simonyi” de Public
Understanding of Science de la Universidad de Oxford. Su campo de investigación ha sido la etología y ha escrito un sinnúmero de libros. El
último es un best seller y se titula “The God Delusión”. Se ha definido públicamente no sólo como ateo sino como un predicador del ateismo. El
Dr. Collins es Director del Nacional Human Genome Research Institute
y ha encabezado el programa oficial del Genoma Humano al frente de
2.400 científicos para mapear los 3.000 millones de letras bioquímicas de
nuestra genética. Ha escrito más de 300 artículos científicos y un libro
titulado “The Language of God”. Su equipo ha ayudo a descubrir la causa
de la fibrosis cystica, de la neurofibromatosis y de la enfermedad de Huntington. Es un cristiano creyente.
Primero vamos a transcribir el debate tal como ha sido publicado por
el Times del 13 de noviembre de 2006, aunque sabemos que algunos
puntos no se incluyeron en la publicación, como la discusión sobre la
historicidad de Jesús y otros, tal como lo manifiesta Collins en “Newsletter” (enero-febrero de 2007), publicación de ASA. Finalmente haremos
algunos comentarios.
Times: Profesor Dawkins, si uno realmente entiende la ciencia, ¿Dios es
una ilusión tal como sugiere el título de su libro?
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Dawkins: La cuestión de si realmente existe un creador sobrenatural, un
Dios, es una de las preguntas más importantes que debemos contestar.
Yo pienso que es una pregunta científica. Mi contestación es no.
Times: Dr. Collins, ¿usted cree que la ciencia es compatible con la fe
cristiana?
Collins: Sí. La existencia de Dios puede ser verdad o no. Pero llamarla una
pregunta científica implica que las herramientas de la ciencia pueden
proveer la contestación. Desde mi perspectiva, Dios no puede estar totalmente contenido dentro de la naturaleza y, por lo tanto, está fuera de la
habilidad de la ciencia dar una respuesta.
Times: Stephen Jay Gould, un famoso paleontólogo de Harvard, argumentó que ciencia y religión pueden coexistir, porque ocupan cajas separadas herméticamente. Parecería que ustedes discrepan.
Collins: Parecería que Gould levanta una pared artificial entre dos visiones comunes que no existen en mi vida. Porque creo fehacientemente
en el poder creativo de Dios, creando en primer lugar todo lo que existe,
encuentro que estudiar el mundo natural me da la oportunidad de observar la majestad, la elegancia, lo intrincado de la creación de Dios.
Dawkins: Pienso que los compartimientos separados de Gould fueron
un ardid meramente político para ganarse a los religiosos tibios hacia el
campo de la ciencia. Pero es una idea vacía. Hay muchos espacios donde
la religión no se mantiene distante del campo científico. Cualquier creencia en milagros es totalmente contradictoria, no sólo con los hechos de la
ciencia sino con el espíritu de la ciencia.
Times: Profesor Dawkins, ¿piensa usted que la teoría de la evolución de
Darwin va más allá que una simple contradicción a la historia del Génesis?
Dawkins: Sí. Durante siglos, el argumento más poderoso sobre la existencia de Dios en el mundo físico fue el llamado argumento del diseño:
las cosas vivientes eran tan hermosas y elegantes, tan aparentemente
diseñadas que solo pudieron ser hechas por un diseñador inteligente.
Pero Darwin produjo una explicación más sencilla. Su vía es un gradual y
mejorado crecimiento comenzando en inicios muy simples, y trabajando
paso a paso mediante pequeños progresos hacia más complejidad, más
108
Rogelio Tomás Pontón
elegancia, más perfección adaptable. Cada paso no es demasiado improbable para que nosotros no lo podamos entender, pero cuando los sumamos en forma acumulativa durante millones de años, tenemos esos
monstruos de improbabilidad, como el cerebro humano o un bosque tropical muy denso donde llueve todo el año. Debería ser una advertencia, a
que nunca más asumamos que porque algo es complicado, lo debe haber
hecho Dios.
Collins: No veo que la narración básica sobre la evolución del Profesor
Dawkins sea incompatible con que la haya diseñado Dios. (¿Darwin?)
Times: ¿Cuándo habrá ocurrido ésto?
Collins: Siendo Dios sobrenatural, Él también está fuera del tiempo y del
espacio. Por lo tanto, al momento de la creación del universo, Dios también pudo haber activado la evolución, con total conocimiento de cómo
iba a resultar, y más aún incluyendo el hecho de estar ahora manteniendo esta conversación. La idea de que Él no sólo puede predecir el futuro,
nos da espíritu y libre albedrío para realizar nuestros deseos, se torna
enteramente aceptable.
Dawkins: Creo que eso es tremendamente desechable. Si Dios quiso
crear vida y seres humanos, sería muy rara la extraordinaria e indirecta
forma de esperar 10.000 millones de años antes de iniciar vida alguna y
luego esperar otros 4 mil millones de años hasta arribar a que se logren
seres humanos capaces de adorar y pecar y todas esas otras cosas que a
la gente religiosa le interesa.
Collins: ¿Quiénes somos nosotros para decir que fue una forma rara de
hacerlo? Yo no creo que sea el propósito de Dios que sus intenciones sean
absolutamente obvias para nosotros. Si a Él le conviene ser una divinidad
que debemos buscar, sin estar presionados a hacerlo, ¿no hubiera sido
razonable para Él usar el mecanismo de la evolución sin colocar señales
o vías obvias para revelar su rol en la evolución?
Times: Sus dos libros sugieren que si las constantes universales, las seis
o más que caracterizan nuestro universo, hubieran variado en algún
modo, eso hubiera hecho la vida imposible. Dr. Collins, ¿puede suministrarnos un ejemplo?
Collins: Si la constante gravitacional hubiera variado en una parte en
109
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
cientos de millones de millones, luego la expansión del universo después
del big bang no hubiera ocurrido de la manera necesaria para que existiera vida. Cuando observamos la evidencia, es difícil pensar que esto fue
simple casualidad. Pero si desea considerar la posibilidad de un diseñador,
esto resulta una explicación pausible para lo que de otra manera es un
evento excesivamente improbable, particularmente nuestra existencia.
Dawkins: La gente que cree en Dios concluye que debe haber un accionador divino de una perilla que activó, a su vez, las perillas de media
docena de estas constantes para que sean exactamente adecuadas. El
problema es que esto significa, porque hay algo vastamente improbable,
que necesitamos un Dios para que nos lo explique. Pero Dios mismo sería
aún más improbable. Los físicos han arribado a otras explicaciones. Una
es que estas seis constantes no son libres para variar. Algunas teorías
unificadas eventualmente demostrarán que están tan ligadas como la
circunferencia y el diámetro de un círculo. Esto reduce las probabilidades
de que todas ellas ocurren independientemente solo para encajar en el
proyecto. La otra vía es la de los multiversos. Esta dice que a lo mejor el
universo que habitamos es uno de un gran número de universos. La gran
mayoría no tendría vida porque tienen una constante gravitacional equivocada. Pero como el número de universos aumenta, las probabilidades
apuntan a una pequeña minoría de universos que tengan las adecuadas
constantes.
Collins: Esta es una elección interesante. Salvo una solución teórica que
yo creo improbable, usted debería decir que hay millones de millones de
universos paralelos allá afuera, que no podemos observar en el presente,
o debe decir que hay un plan. Yo encuentro el argumento de la existencia
de un Dios, que hizo la planificación, más lógico que el burbujear de todos estos multiversos. De manera que la navaja de Occam –Occam dice
que uno debe elegir la explicación más simple y directa- me guía a creer
más en Dios que en el multiverso, que parece una exageración para la
imaginación.
Dawkins: Acepto que hay cosas más grandes y más incomprensibles de
las que podemos imaginar. No puedo entender porqué usted invoca improbabilidad y aún no admite que se está pegando un tiro en su pie por
postular algo igualmente improbable, mágicamente, en la existencia de
la palabra Dios.
110
Rogelio Tomás Pontón
Collins: Mi Dios no es improbable para mí. El no necesita una historia de
su creación, o ser explicado por otra cosa. Dios es la contestación a todas
aquellas preguntas de ¿cómo se ha originado todo?
Dawkins: Creo que ésta es la madre y padre de todo esto. Es una honesta
búsqueda científica descubrir de donde proviene esta aparente improbabilidad. Ahora, el Dr. Collins dice: “Bueno, Dios lo hizo y Dios no necesita
explicación porque Dios está fuera de todo esto”. Bueno, esto es una increíble evasión de la responsabilidad a contestar. Los científicos no hacen
esto. Los científicos dicen: “Estamos trabajando en esto, nos esforzamos
por entender”.
Collins: Por cierto que la ciencia debería continuar para ver si puede hallar
evidencia para los multiversos que puedan explicar por qué nuestro universo está tan bien afinado. Pero objeto la aseveración que cualquier cosa
fuera de la naturaleza está fuera de la conversación. Este es un empobrecido punto de vista a preguntas que nosotros los humanos podemos hacer,
tales como ¿Por qué estoy aquí?, ¿Qué sucede después que morimos? ¿Hay
un Dios? Si usted se niega a reconocer lo apropiado de estas preguntas,
arribamos a la probabilidad cero con respecto a Dios después de haber examinado el mundo natural porque no te convence sobre una base de evidencia. Pero si mantiene su mente abierta sobre que Dios puede existir, puede
apuntar a aspectos del universo que son consistentes con esa conclusión.
Dawkins: Para mí, el enfoque más correcto es decir que somos profundamente ignorantes en estos temas. Necesitamos trabajar más en este
aspecto. Pero de repente, decir que la contestación es Dios, pareciera que
es para terminar la discusión.
Times: ¿Podría la contestación ser Dios?
Dawkins: Podría haber algo increíblemente grande e incomprensible y
que está más allá de nuestro entendimiento.
Collins: Eso es Dios.
Dawkins: Sí. Pero pudiera ser cualquiera de mil millones de dioses. Podría ser el Dios de los marcianos o de los habitantes de Alfa de Centauro.
Las posibilidades de que sea un Dios en particular, Yahweh, el Dios de
Jesús, es por lo menos mínima, la obligación recae sobre usted para demostrar que éste es el caso.
111
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Times: El libro del Génesis ha guiado a muchos protestantes conservadores a oponerse a la evolución y algunos insisten que la tierra sólo tiene
6.000 años.
Collins: Hay creyentes sinceros que interpretan Génesis 1 y 2 en una forma literal que francamente es inconsistente con nuestro conocimiento
sobre la edad de nuestro universo o cómo los organismos vivientes se
relacionan. San Agustín escribía que básicamente era imposible de entender lo que estaba siendo descripto en el Génesis. No se debía entender
como un libro de ciencia. Debía entenderse como la descripción de quien
era Dios y quienes somos nosotros y cual se supone que es nuestra relación con Dios. Agustín explícitamente nos advirtió contra una perspectiva muy estrecha que expondría nuestra fe a parecer ridícula. Si usted da
un paso atrás de esa estrecha interpretación, lo que la Biblia describe es
muy consistente con el Big Bang.
Dawkins: Los físicos están trabajando sobre el Big Bang y algún día pueden o no resolverlo. No obstante, lo que el Dr. Collins ha especificado…,
¿puedo llamarlo Francis?
Collins: Por favor, Richard, hágalo.
Dawkins: Lo que Francis estaba diciendo sobre el Génesis era, por supuesto, una pequeña discusión privada entre él y sus colegas fundamentalistas….
Collins: No es tan privada. Es bastante pública… (risas).
Dawkins: Sería raro que yo interviniera, excepto para sugerir que se ahorraría mucho trabajo simplemente si no los considerara. ¿Por qué hacernos problema con estos payasos?
Collins: Richard, no creo que adjudicarle nombres a gente sincera contribuiría a un diálogo entre ciencia y fe. Eso endurecería más la posición.
En este aspecto, los ateos parecieran más arrogantes y caracterizar la fe
como algo que solo un idiota defendería, no ayudaría en este caso.
Times: Dr. Collins, la Resurrección es un argumento fundamental en la
fe cristiana, ¿junto con el nacimiento virginal y los milagros no hacen
mella a los métodos científicos, que dependen de la constancia de leyes
naturales?
112
Rogelio Tomás Pontón
Collins: Si usted contesta que sí a un Dios fuera de la naturaleza, luego
no hay nada inconsistente para Dios que en raras ocasiones elige invadir
el mundo material de manera que pareciera milagroso. Si Dios hizo las
leyes naturales, ¿por qué no podría el violarlas cuando fuera un momento particularmente significativo para que Él lo hiciese? Y si usted acepta
la idea de que Cristo también es divino, que yo sí, luego su Resurrección
no es en sí mismo un gran salto lógico.
Times: La mera noción de los milagros, ¿desplazaría la ciencia?
Collins: De ninguna manera. Si está en el campo en que yo estoy, un
lugar en que ciencia y fe podrían aproximarse es la investigación sobre
supuestos eventos milagrosos.
Dawkins: Si hay algo que le cierra la puerta en la cara a la investigación constructiva es la palabra milagros. Para un labrador del medioevo,
una radio sería un milagro. Todo tipo de cosas, que se podrían clasificar
como milagros, pueden pasar a la luz de la ciencia actual, de la misma
manera que si en el medioevo apareciera un Boeing 747. Francis continúa diciendo cosas como ‘desde el punto de vista de un creyente’. Una
vez que usted adopta la posición de la fe, se encuentra repentinamente
perdiendo su escepticismo natural y su científica –realmente científicacredibilidad. Ruego me perdone mi descortesía.
Collins: Richard, de hecho, estoy de acuerdo con la primera parte de lo
que usted dijo. Pero le restaría su exposición sobre que mis instintos
científicos son menos rigurosos que los suyos. La diferencia es que mi
presunción sobre la posibilidad de Dios, y por lo tanto lo sobrenatural, no
es cero, y la suya, sí.
Times: Dr. Collins, usted ha descrito el sentido moral de la humanidad
no sólo como regalo de Dios, sino también como señal de que Él existe.
Collins: Hay todo un campo de investigación que ha brotado en estos
últimos 30 ó 40 años –algunos lo llaman psicología sociológica y evolutiva- relacionado con de dónde sacamos nuestro sentido moral y por
qué valoramos la idea del altruismo, y localizando ambas preguntas en
adaptaciones de conducta para la preservación de nuestros genes. Pero si
usted cree, y Richard ha sido claro en esto, que la selección natural opera
sobre el individuo no en un grupo, luego ¿por qué el individuo arriesgaría
su propio ADN haciendo algo desinteresado para ayudar a alguien, de tal
113
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
manera que pudiera disminuir sus posibilidades de reproducción? Convenido, podríamos tratar de ayudar a miembros de nuestra propia familia porque compartimos nuestro ADN. O ayudar a alguien esperando que
ellos nos ayuden recíprocamente. Pero cuando observamos lo que nosotros denominaríamos la más generosa manifestación de altruismo, ella
no se basa en selección de parentela o reciprocidad. Un ejemplo máximo
podría ser el de O. Schindler arriesgando su vida para salvar a más de
1.000 judíos de las cámaras de gas. Esto es lo opuesto a salvar sus genes.
Vemos versiones menos dramáticas todos los días. Muchos de nosotros
pensamos que estas cualidades pueden provenir de Dios, especialmente
desde que justicia y moralidad son dos atributos que rápidamente identificamos con Dios.
Dawkins: ¿Puedo comenzar con una analogía? La mayoría de la gente
entiende que el deseo sexual está relacionado con la propagación de los
genes. La copulación en la naturaleza tiende hacia la reproducción y, por
ende, a más copias genéticas. Pero en la sociedad moderna, la mayoría
de las copulaciones involucran lo contraceptivo, diseñado precisamente
para evitar la reproducción. El altruismo tiene sus orígenes igual que lo
tiene la lujuria. En nuestro pasado prehistórico, hubiéramos vivido en
familias numerosas, rodeados por nuestros parientes cuyos intereses
hubiéramos deseado promover, porque compartíamos nuestros genes.
Ahora vivimos en grandes ciudades. No estamos cerca de nuestros parientes ni con personas que serán recíprocos con nuestras buenas obras.
No importa. De la manera que hay personas involucradas en el sexo contraceptivo que ignoran la motivación por tener bebés, no cruza por nuestras mentes que la razón de hacer el bien esté basada en el hecho de que
nuestros ancestros primitivos vivieron en pequeños grupos. Pero eso me
parece altamente justificable para explicar de dónde provienen el deseo
de moralidad y el deseo de la bondad.
Collins: Que usted argumente que nuestros más nobles actos son un
fallo de la conducta darwiniana no hace justicia al sentido que todos
tenemos sobre los valores del bien y el mal. La evolución puede explicar
algunas fases de la ley moral, pero no puede explicar por qué debiera
tener algún verdadero significado. Si sólo es una conveniencia evolutiva,
no hay en realidad nada bueno o malo. Pero para mí, es mucho más que
esto. La ley moral es una razón para considerar a Dios como plausible, no
sólo un Dios que pone el universo en movimiento, pero un Dios que quie114
Rogelio Tomás Pontón
re a los seres humanos, porque parecemos únicos entre las criaturas en
este planeta que poseemos este intenso sentido de moral. Lo que usted
dice es que fuera de la mente humana explicada por procesos evolutivos,
el bien y el mal no tienen sentido. ¿Usted está de acuerdo con esto?
Dawkins: Aun la pregunta que usted me formula carece de sentido para
mí. Bien y mal, yo no creo que ande por ahí, en ningún lugar, algo que se
llame el bien y algo que se llame el mal. Creo que ocurren cosas buenas
y cosas malas.
Collins: Creo que es la diferencia fundamental entre nosotros. Me alegra
que la hayamos identificado.
Times: Dr. Collins. Sé que usted está a favor de la apertura de líneas de
investigación sobre células madres. ¿Pero no es cierto que muchas personas, debido a su fe, no están a favor, creando así una percepción de que
la religión está evitando que la ciencia salve vidas?
Collins: Primero déjeme decir que al estar en desacuerdo hablo como
un ciudadano privado y no como el representante de la Rama Ejecutiva
del Gobierno de Estados Unidos. La impresión de que la gente creyente
se opone en forma uniforme a la investigación de las células madres
no está documentada por medición alguna. De hecho, muchas personas
de fuerte convicciones religiosas piensan que esto es una apertura con
apoyo moral.
Times: Pero al punto que una persona discute en base a su fe o a las
Escrituras antes que razonar, ¿cómo pueden los científicos responder?
Collins: Fe no es lo opuesto a la razón. La fe se apoya perfectamente
sobre la razón, pero con el agregado de la Revelación. De manera que
tales discusiones entre creyentes y científicos ocurren fácilmente. Pero
ni los científicos ni los creyentes incorporan los hechos en forma precisa.
Los científicos pueden tener sus juicios nublados por sus aspiraciones
profesionales. Y la pura fe, que usted puede considerar como agua pura,
es vertida en vasijas oxidadas llamadas seres humanos, de manera que
muchas veces los buenos principios de la fe pueden ser distorsionados
cuando se endurecen las posiciones.
Dawkins: Para mí, cuestiones morales como la investigación de células
madre, aparecen cuando hay causa de sufrimiento. En este caso clara-
115
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
mente no lo hay. Los embriones no tienen su sistema nervioso. Pero eso
no se discute públicamente. El asunto es ‘¿Son humanos?’ Si es un moralista absoluto, ucsted dice ‘Estas células son humanas y, por lo tanto, merecen algún tipo de tratamiento moral’. La moral absoluta no necesariamente proviene de la religión, pero por lo general sí. Matamos animales
no humanos en mataderos y ellos sí tienen sistema nervioso y sí sufren.
Gente de fe no están interesados en su sufrimiento.
Collins: ¿La moral de las vacas difiere de aquellas de los humanos?
Dawkins: A lo mejor, los humanos tienen responsabilidad moral porque
son capaces de razonar.
Times: ¿Tienen ustedes algunas conclusiones finales?
Collins: Solo me gustaría agregar, que como científico y creyente durante
más de un cuarto de siglo, no encuentro absolutamente nada en conflicto entre lo acordado con Richard en prácticamente todas sus conclusiones sobre el mundo natural, y agregar que puedo aceptar y abrazar la
posibilidad de que hay contestaciones que la ciencia no puede proveer
con respecto al mundo natural, las preguntas sobre por qué en lugar de
las preguntas de cómo. Me interesan los porqués. Encuentro muchas de
estas contestaciones en el campo espiritual. Eso de ninguna forma compromete mi habilidad de pensar como científico.
Dawkins: Mi mente no está cerrada, como usted, Francis muchas veces
sugirió. Mi mente está abierta al maravilloso campo de probabilidades
futuras, que yo ni siquiera puedo soñar, ni usted tampoco, ni nadie. Soy
medio escéptico con la idea de que cualquier maravillosa revelación que
aparezca en la ciencia del futuro resulte como una de las particulares
revelaciones religiosas que la gente soñó. Cuando comenzamos y hablamos sobre los orígenes del universo y las constantes físicas, yo suministré lo que yo creí eran argumentos convincentes contra un diseñador
sobrenatural inteligente. A mí me parece una idea digna. Refutable, pero
no obstante grandiosa y suficientemente digna de respeto. No veo los
dioses olímpicos, o Jesús abatido y muriendo en una cruz, como digno de
esa grandeza. Me parece parroquial. Si hay un Dios, va a ser mucho más
grande y mucho más incomprensible que los que cualquier teólogo de
cualquier religión hayan propuesto.
116
Rogelio Tomás Pontón
Nuestro comentario
El debate es por demás interesante. Nos ha parecido conveniente seguirlo paso a paso esperando ser imparciales en nuestro comentario.
En el primer juego de preguntas, donde ambos científicos expresaron su
posición básica, la del ateismo por parte de Dawkins y la de la creencia
en Dios por parte de Collins, ya se perciben los fundamentos de lo que
manifestarán posteriormente. Creemos que la respuesta de Dawkins es
metodológicamente objetable desde el momento que afirma que la cuestión de la existencia o no de Dios, aunque muy importante, es una cuestión científica. Le fue fácil a Collins refutar esto diciendo que si Dios está
por afuera de la naturaleza, las herramientas de la ciencia no sirven para
dar una respuesta sobre su existencia.
Con respecto al segundo juego de preguntas sobre la tesis del paleontólogo Gould, aunque las respuestas son similares, nos ha parecido más
prudente y profesional la respuesta de Collins dado que Dawkins minusvalora la postura de Gould al afirmar que ésta era meramente oportunista. No creemos que se pueda decir eso de un distinguido científico ya
fallecido, a quien el debate religión-ciencia siempre le preocupó, y al que
dedicó un importante libro a pesar de su agnosticismo. Con respecto a la
contestación de Dawkins a la pregunta sobre si hay contradicción entre
la teoría de Darwin y el Génesis, nos pareció sintética y brillante, claro
que la contestación de Collins, al aceptar la repuesta de su adversario
plenamente, invalidó la pretendida contradicción: para él no existe contradicción entre lo que manifestó Dawkins y la existencia de un diseñador inteligente.
La pregunta que a continuación se le hizo a Collins sobre cuando habría
ocurrido la intervención de Dios en el proceso evolutivo, parece requerir
alguna otra pregunta complementaria, ya que su respuesta parece estar
‘descolgada’ de lo que viene después. De todas maneras, lo que contestó
es correcto desde el punto de vista de la teología cristiana, ya que al estar Dios por afuera del espacio y del tiempo, todo el desarrollo cósmico,
desde el Big Bang (hace 14.000 millones de años), constituye para Dios un
‘universo bloque’, que lo contempla en un solo instante. La contestación
de Dawkins, a posteriori, denota un error teológico: al estar Dios fuera del
tiempo, para Él un segundo puede significar millones de años. De ahí que
la posterior réplica de Collins fue atinada.
117
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
En la contestación a la pregunta sobre las constantes de la naturaleza,
nos pareció más clara y amplia la respuesta de Dawkins. Por el contrario,
Collins se inclinó, muy resueltamente, por la no existencia del multiverso. No afecta a la creencia cristiana la existencia de múltiples universos
tal como lo manifiestan cosmólogos cristianos como Don Page y otros.
Page manifiesta lo siguiente en su escrito “Predictions and Tests of Multiverse Theories” (octubre 2006):
“I should perhaps at this point put my metaphysical cards on the
table and say that –as an evangelical Christian- I do believe the
universe was providentially created by God, and that –as quantum cosmologist with a sympathy toward the Everett ‘many
worlds’ version of quantum theory- I also strongly suspect that
the universe is a multiverse, with different parts having different
values of the physical parameters”.
Lo que llama la atención de la postura de Collins es que anteriormente,
en su libro citado más arriba, manifestó una posición mucho más mesurada. En él le dedica al llamado principio antrópico varias páginas y
menciona las tres respuestas siguientes: a) la teoría del multiverso, 2) la
casualidad en un solo universo y 3) que las mencionadas constantes han
sido fijadas por un diseñador inteligente. Dejando de lado la respuesta
número 2 por totalmente improbable, deja abierta la opción entre la número 1 y la número 3. Se inclina por esta última en base a su aceptación
de la creación del universo de la nada en el Big Bang, lo que sólo puede
ser obra de Dios.
Con respecto a la afirmación de Dawkins de que una teoría unificada
reduciría las probabilidades de que todas las constantes surjan independientemente, no nos parece correcta. Por el contrario, nos parece mucho
más improbable. Más aún, siguiendo al astrónomo Owen Gingerich, en
su obra “God’s Universe” vemos como una contradicción entre una teoría
unificada y la teoría del multiverso. Veamos lo que allí afirma Gingerich
sobre la teoría del multiverso:
“Frankly, I find this an unconvincing solution. The mere fact that
one rare universe is just right seems miracle enough. And by
the way, if there is in the end only one way to make a universe,
118
Rogelio Tomás Pontón
all the multiverses would have to be identical. Their rationale
would evaporate, and we would be left with just one astonishingly congenial universe” (pág. 69).
Unas pocas líneas antes había afirmado Gingerich sobre la teoría unificada lo siguiente:
“Or perhaps for reasons still opaque to us, all of these constants
are forced to have these values because there is no alternative”
(pág. 68).
Si hay una teoría unificada donde todos los valores son los que son y no
pueden ser otros, todos los universos serían exactamente idénticos y, por
lo tanto, “their rationale would evaporate”.
En lo que siguió a continuación, la posición de Dawkins fue más convincente. No fue claro Collins en distinguir la improbabilidad de la teoría del
multiverso de la improbabilidad de Dios. La posterior aclaración de Collins de que la ciencia debía seguir investigando para esclarecer si existía
o no un multiverso, nos parece una rectificación de su previa postura en
contra de esa teoría.
De todas maneras, pocos renglones después, y ayudado por una pregunta
del periodista del Times, Collins hizo una de sus mejores intervenciones.
Cuando Dawkins dijo que la posición más correcta sería la de manifestar
que “somos profundamente ignorantes”, el periodista del Time le dijo si
podría la contestación ser Dios, a lo que Dawkins contestó:
“Podría haber algo increíblemente grande e incomprensible y que está
más allá de nuestro entendimiento”.
Agudamente, Collins le acotó: “Eso es Dios”, lo que desubicó a su rival.
Creemos que éste ha sido el momento más brillante en la intervención
del genetista estadounidense.
Para no quedar mal parado, después de la intervención anterior, Dawkins
manifestó:
119
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
“Sí … Pero pudiera ser cualquiera de mil millones de dioses...”.
A renglón seguido minimizó al Dios judeocristiano, que en ese momento
no era todavía tema de discusión. Esta intervención de Dawkins como la
que hizo al cierre del debate, denotaría una contradicción con su resuelta posición en pro del ateismo en sus innumerables escritos.
Luego vino una pregunta a Collins sobre la interpretación literal que grupos protestantes hacían de los primeros capítulos del Génesis. Su contestación fue la correcta, en el sentido que ya San Agustín había manifestado que el Génesis no era un libro de ciencia. Dawkins manifestó, un poco
arrogantemente, que Collins no tenía que perder el tiempo con los ‘payasos’ (clowns) de los creacionistas, a lo que Collins le contestó que ese tipo
de comentarios no ayudaba al buen diálogo entre la ciencia y la religión.
Luego siguieron varias preguntas sobre los milagros y aunque las posturas de ambos contendientes son distintas, como era lógico suponer,
las contestaciones nos parecen correctas. De todas maneras, creemos
que Collins podría haber definido al milagro no como una violación a las
leyes de la naturaleza, sino como una superación, tal como lo propuso
hace muchos años el teólogo católico Romano Guardini (ver nuestro artículo “Los milagros y la mecánica cuántica”, Invenio, Nº 15, 2005 y en esta
publicación).
Siguieron otras preguntas referidas a la ética. Para Collins el bien es un
valor que forma parte constitutiva de las relaciones humanas y, a su vez,
un reflejo de la existencia de Dios. Para Dawkins, no tiene sentido hablar
del bien y el mal en términos absolutos. Su postura sobre la ética es totalmente relativista. Como terminó contestando Collins: “creo que (esta
postura) es la diferencia fundamental entre nosotros”.
Unido a lo anterior, se le hizo a Collins una pregunta sobre las células
madre donde quedó claro su concepción de que estábamos hablando de
embriones humanos. Su respuesta, a tan delicado tema, fue muy equilibrada. No nos parece correcta la posición de Dawkins cuando afirma que
las “cuestiones morales como la investigación de células madre, aparecen cuando haya causa de sufrimiento”. Su concepción reduccionista,
equiparando un tema ético a si hay o no sufrimiento, nos parece pobre.
De todas maneras, su posterior afirmación en defensa de un mejor trato
120
Rogelio Tomás Pontón
a los animales nos pareció correcta. En este sentido, Collins, quien manifiesta en su libro la influencia que ha recibido de la lectura de las obras
del famoso pensador C. S. Lewis, uno de los iniciadores de la ‘teología de
la vida animal’, podría haber dado una mejor respuesta sobre el trato
que los humanos le deben brindar a los animales.
En el resumen final, no es mucho lo que agregó Collins a lo ya dicho.
Insistió en su postura inicial de que, como científico, no ve ninguna contradicción entre la ciencia y la fe. La postura de Dawkins, por el contrario,
fue interesante ya que mostró una veta que creo que da para mucho. Si
le interpretamos correctamente, dejó un camino abierto hacia la aceptación de Dios, no hacia los dioses olímpicos o hacia el Dios de Jesús.
Terminó diciendo que la idea de un diseñador sobrenatural inteligente le
parece una idea digna, refutable, pero no obstante grandiosa y suficientemente digna de respecto. “Si hay un Dios, va a ser mucho más grande
y mucho más incomprensible que los que cualquier teólogo de cualquier
religión hayan propuesto”.
Un comentario final. Nos parece ridículo que algunas publicaciones hablen de ganadores y perdedores. Tan importante tema no debe tomarse
como la disputa de un match de boxeo. Las posturas de los dos científicos se encuentran limitadas por el entorno temporal y por las preguntas
que les fueron dirigidas, preguntas que en algunos casos no fueron las
mejores.
Seríamos unos hipócritas si no manifestáramos que nuestra posición
está más del lado de Collins que de Dawkins, de todas maneras nos sorprendió mucho más la postura de este último. Creemos que de ahora
en más, el científico de Oxford no debería presentarse como el adalid
del ateismo. Podrá seguir minusvalorando al Dios cristiano que ‘muere
en la cruz’, pero en su mirada hacia el futuro difícilmente podrá dejar
de lado al ‘misterio absoluto’, que para muchos es Dios. Quedará para
futuros contendientes cristianos mostrarle que, como dijo Orígenes de
Alejandría hace 1800 años, “en el altar de Jerusalem, Cristo con su sangre
bañó todo el universo”, y ese hecho es el ‘Misterio Absoluto’. Que este
Ser infinitamente grande y poderoso se haya abajado para convertirse
en un mero individuo que muere como un criminal, eso sí es realmente
misterioso. El misterio, Sr. Dawkins, no desaparece, por el contrario, se
hace infinito.
121
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
¿No es acaso lo anterior mucho más difícil de entender que si existen o
no los multiversos o el proceso evolutivo de la vida? Sólo la fe puede dar
una respuesta. En el momento de revisar este escrito tuvimos acceso al
libro de John Polkinghorne, “Quantum Physics and Theology. An Unexpected
Kinship” que muestra con gran claridad los caminos comunes en cuanto
a sus estructuras racionales que tienen la física cuántica y la teología.
122
10.- La trascendencia religiosa en los escritos de C. S.
Lewis, y un comentario sobre un escrito de Jorge Luis
Borges
Este artículo no trata sobre un científico de las ciencias naturales sino
sobre un escritor de cuentos que a través de los mismos mostraba la
importancia del tema religioso.
El Seminario en el que estamos participando versa sobre “Borges y Tolkien”, dos de los grandes escritores del siglo veinte. Sepan disculparme
ya que no me voy a referir a ninguno de los dos salvo marginalmente.
Además, noto en esta sala la presencia de especialistas en lingüística y
yo soy el menos indicado para hablar ante ustedes sobre aspectos literarios e idiomáticos que me superan.
Pero, autorizado por los organizadores, se me ha permitido que hable
sobre C. S. Lewis, a quien a veces lo llamaré ‘Jack’, que estuvo muy relacionado con el segundo de los mencionados y cuya lectura me ha sido
accesible en parte desde hace años.
La amistad entre Tolkien y Lewis tiene comienzos a finales de la década
del veinte y aunque fue profunda sufrió algunos apagones en algunos
momentos de sus vidas. De hecho, y tal como lo narra Jack en su libro
“Cautivado por la alegría”, fue Tolkien el mayor responsable de su conversión al cristianismo desde su ateísmo o quizás agnosticismo. Pero es
bueno recordar dos frases que Lewis había oído previamente de su abuelo y que decían: una, ‘que nunca te debes fiar de un papista’ y la otra,
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
‘que nunca te debes fiar de un filólogo’, y Tolkien era las dos cosas. De
ahí que Jack no abrazó el catolicismo romano de aquél sino que abrazó
la fe anglicana y esto no dejó de pesar en el enfriamiento posterior en su
amistad. También hay que hacer notar los celos siempre presentes aun
en grandes seres humanos como los que aquí nos ocupan.
Además de la amistad y de ciertas semejanzas entre Tolkien y Lewis,
especialmente insertos ambos en un mundo literario fantástico, existen
características comunes en cuanto a su religiosidad, aunque también diferencias profundas.
Lewis fue gran parte de su vida un apologista, es decir un defensor manifiesto de su fe cristiana y esto se manifestó en innumerables escritos y
conferencias, como “Mero Cristianismo”, “El problema del dolor”, “Milagros”,
“Lo eterno sin disimulo”, etc. , pero también hay que destacar que esa religiosidad cristiana transpira en sus obras para niños (y por qué no, para
adultos) como en los siete libros de “Las crónicas de Narnia” y en otros
escritos de literatura fantástica como la llamada “Trilogía Cósmica”.
También escribió importantes libros académicos como “La alegoría del
amor”,”La literatura inglesa en el siglo dieciséis, excluyendo drama” y otros,
obras que son producto de sus clases, primero como tutor en la Universidad de Oxford y después como profesor en la Universidad de Cambridge.
Sin ser un filósofo intentó desarrollar una original prueba de la existencia
de Dios por la vía del razonamiento, que está expresada en el capítulo III
de su obra “Milagros”. Hoy este tipo de pruebas o vías, como en un tiempo
fueron las de Tomás de Aquino, Duns Scoto y otros ya no son populares
(recordemos el debate radial entre Bertrand Russell y el padre Copleston
de fines de los años cuarenta) pero, así y todo, el camino mostrado por
Lewis sigue siendo debatido por distintos especialistas en la materia.
Permítaseme, con respecto a este tema, aludir a Borges. Él tampoco era
un filósofo pero desarrolló una versión sumamente interesante de la llamada prueba ontológica de Anselmo de Canterbury. En su recopilación
“El hacedor”, desarrolla un corto escrito titulado “Argumentum Ornithologicum”, que no tiene más de diez renglones y que a diferencia de Anselmo que partía “del ser más perfecto que uno puede imaginar”, es decir
de una idea, Borges lo hace de una imagen, ‘una bandada de pájaros’,
aunque también la convierte en una idea ‘matemática’ (ver anexo).
124
Rogelio Tomás Pontón
Pero volviendo a Jack, ya que Borges no es mi especialidad, la caracterización de Lewis como un apologista no se ha perdido y esto lo demuestra
el hecho de que del libro mencionado más arriba, “Mero Cristianismo”, se
siguen vendiendo anualmente alrededor de un millón de ejemplares. En
este sentido, es interesante la lectura “Simply Lewis. Reflections on a Master
Apologist after 60 years” de uno de los bíblicos actuales más importantes,
el Reverendo N. T. Wright, obispo anglicano de Durham, de quien se acaba de publicar en español la monumental obra “La Resurrección del Hijo de
Dios” y que ha sido llamado últimamente “el Lewis del siglo XXI”.
Desde 1942 a 1955 Jack fue el presidente del Club Socrático, en cuyas
reuniones se concentraron famosos filósofos a discutir distintos aspectos
de la filosofía y de la teología. Uno de los debates más famosos es el que
sostuvo con la filósofa católica G.E. M. Anscombe, una de las principales
discípulas de Wittgenstein, en 1948. Según algunos biógrafos, el siempre
invencible Jack habría salido derrotado por la joven de sólo 28 años, lo
que motivó que a partir de allí Jack ya no tuviese ambiciones de filósofo
y que se dedicara con no menos ahínco a expresar sus ideas religiosas a
través de narraciones cargadas de personajes mitológicos, especialmente en libros para chicos.
No estamos de acuerdo con esa posición ya que es la misma filósofa
Anscombe la que lo niega terminantemente en “The collected Philosophical
Papers of G.E.M. Anscombe”, volumen dos, “Metaphysics and the Philosophy
of Mind”, 1981. Más aún, la corrección que hizo Lewis del tercer capítulo de “Milagros”, muestra según la filósofa, su “honestidad y seriedad”
intelectual. La versión original de 1947 del capítulo III de “Milagros” se
titulaba “Las contradicciones en sí del naturalismo” y en él, Lewis discutía la validez del pensamiento racional en un universo donde, como el
naturalismo o materialismo implica, todos los eventos sin excepción son
determinados en última instancia por causas irracionales. Concluía que
en un universo así el pensamiento racional no era válido desde que era
un producto de causas irracionales. Fruto de este debate, en la edición de
1960 introdujo algunas correcciones, como la del título del capítulo, que
pasó a llamarse “Las principales dificultades del naturalismo”.
De todas maneras, si es verdad que Lewis es conocido como apologista
de la fe cristiana, es mucho más conocido por sus obras de ficción que lo
han hecho famoso a nivel mundial y que han sido lectura de millones y
125
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
millones de chicos y grandes, y que desde hace un tiempo se han llevado
parcialmente al cine. En esas obras, como “Las crónicas de Narnia”, personajes mitológicos, animales parlantes y otros son vehículos de transmisión de profundas ideas religiosas y éticas.
Aclaremos, que tanto Tolkien como Lewis tenían una interpretación profunda de los mitos y esto a diferencia de muchos de su época. Los mitos,
para ambos, nos dicen verdades profundas y a veces son más reales que
las propias definiciones científicas. En este sentido, no estarían lejos de
una postura como la asumida por el gran psicólogo suizo Carl Jung, para
quien el inconsciente humano está cargado de mitos que perviven aun
en obras científicas.
¿Cuál es la diferencia entre lo que nos dicen algunas teorías científicas
modernas sobre lo que pasó antes del big bang (hace 14.000 millones de
años) y lo que nos enseña el Génesis en el primer capítulo de la Biblia
sobre el poder de Dios cuando crea la luz en medio de la obscuridad del
caos primordial habitado por el viejo monstruo de los mares?
Es cierto que los libros de ciencia están escritos muchas veces con caracteres matemáticos, mientras el relato del Génesis u otros relatos babilónicos están escritos en un lenguaje plagado de imágenes. Pero aun
un eminente científico agnóstico, como Steven Weinberg, recurre a un
lenguaje cuasi mitológico para expresar sus ideas. En su obra “El sueño
de una teoría final”, transcribe un texto de Beda el Venerable, de alrededor del año 700, donde uno de los principales hombres del rey Edwin de
Northumbria, ante su consulta para decidir la religión a adoptar, manifiesta, después de narrar la historia de un pájaro que entra al calor de la
sala, revolotea y se va, que el hombre aparece en la tierra para un breve
período; pero de lo que fue antes de esta vida, o de lo que sigue, no sabemos nada, como del mencionado pájaro. Weinberg concluye el capítulo
diciendo: “la tentación de creer con Beda y Edwin que debe haber algo
fuera de la sala del banquete es casi irresistible. El honor de resistir esta
tentación es sólo un magro sustituto para el consuelo de la religión, pero
no está totalmente desprovisto de satisfacción”.
Es loable su concepción, pero ¿por qué ignorar el potencial que arrastra
para el ser humano, aún desde el punto de vista científico, esa tentación
casi irresistible de creer que hay algo fuera de la sala? ¿O de que hay algo
más allá de la puerta de un ropero?
126
Rogelio Tomás Pontón
¿Será porque esas narraciones, la del Génesis, los relatos babilónicos, la
historia de pájaro que entra a la sala y se va, o de lo que está más allá
de la puerta del ropero tocan más profundamente las fibras íntimas del
ser humano?
Por otro lado, ¿no nos ha enseñado el famoso matemático Gödel a través
de su teorema de la incompletitud de las limitaciones que nunca van a
poder vencer las matemáticas? ¿No enseñan el filósofo John Lucas y el
matemático Roger Penrose, ambos de la Universidad de Oxford, que las
computadoras están limitadas por el teorema gödeliano mientras el espíritu humano no? ¿No será que ciertas cosas sólo se pueden decir a través
de imágenes y que la cadena del razonamiento lógico tiene sus fisuras?
De entrada manifesté que mi conocimiento de la literatura de Borges es
pobrísimo, pero permítanme incursionar en una historia que cuenta un
gran físico argentino, Alberto Rojo, en su artículo “El jardín de los mundos
que se ramifican: Borges y la mecánica cuántica”. En el mismo dice que el gran
escritor se anticipó a la teoría de los universos múltiples del físico Everett
(1957) en un escrito de ficción de 1941 titulado “El jardín de los senderos que
se bifurcan”.
Recientemente se acaba de publicar un voluminoso libro del físico y matemático inglés John Barrow, titulado “Imágenes del cosmos”, con fotografías y dibujos que muestran qué importante es el mundo de las imágenes
para comprender ciertos éxitos de la ciencia física y química. En uno de
los capítulos de ese libro se puede ver el exitoso descubrimiento del llamado carbono 60, descubrimiento que se logró en parte a través de una
figura geométrica truncada que se asemeja a un balón de fútbol, constituido por 20 hexágonos y 12 pentágonos. Si para expresar la estructura
de la tercera forma estable del carbono (las otras son el diamante y el
grafito) son tan importantes las figuras o imágenes, cuanto más para expresar aspectos de las relaciones humanas o teológicas.
En los cuentos de Narnia el trasfondo religioso y fundamentalmente cristiano es manifiesto. Para acceder al mundo de Narnia hay que trascender
este mundo y eso se logra a través de distintos caminos:
a) El armario en la habitación en “El León, la bruja y el ropero”, por el
que se accede al país de Narnia.
b) El cuerno mágico en “El príncipe Caspian”, que llama a los chicos
127
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
nuevamente al país de Narnia.
c) La ola que sale de la pintura en “La travesía del Viajero del Alba”, que
lleva a los primos a Narnia.
d) La puerta oculta en “La silla de plata” y los anillos mágicos en “El
sobrino del Mago”.
Todos son caminos para acceder a un mundo mágico que nos trasciende.
En ese mundo mágico no sólo se nos presenta una lucha entre el bien y
el mal, como en parte ocurre en “El Señor de los anillos” de Tolkien, sino
que el león Aslan (en el libro “El león, la bruja y el armario”) es una representación clara de la figura de Jesucristo que no solo ofrece su vida en
lugar de uno de los protagonistas, sino que también ‘resucita’. Más aún,
en el momento de su muerte se destruye el lugar de sacrificio, lo que nos
recuerda lo que narra el Evangelio de Mateo sobre el terremoto, la destrucción de tumbas y la aparición de resucitados cuando la hora nona de
la muerte de Cristo.
La presencia del León es impactante. Veamos un corto texto que hemos
extraído del libro “El caballo y el muchacho”, también de “Las crónicas de
Narnia”:
“Shasta se sintió tranquilizado por su aliento, de modo que le
contó que jamás había conocido a su verdadero padre o madre
y que había sido criado con gran severidad por el pescador. Y
después relató la historia de su huida y contó como habían sido
atacados por leones y obligados a nadar para salvar sus vidas; y
todos los peligros en Tashbaan y la noche que pasó en medio de
las tumbas y como las bestias aullaban en el desierto…
-Yo no te llamaría desdichado- dijo la voz potente…
-Yo era el León que te obligó a juntarte con Aravis. Yo era el gato que te
consoló en medio de las casas de la muerte. Yo era el León que ahuyentó
a los chacales mientras tú dormías. Yo era el León que dio a los caballos
renovadas fuerzas sacadas del miedo para los últimos metros que faltaban, a fin de que tú pudieras alcanzar al rey Lune a tiempo. Y yo era
el León, que tú no recuerdas, que empujó el bote en que yacías, un niño
próximo a morir, para que llegase a la playa donde estaba sentado un
hombre, insomne a la medianoche, que debía recibirte.
128
Rogelio Tomás Pontón
-¿Quién eres tú?
-Yo mismo –dijo la voz, en tono profundo y bajo que hizo estremecer la
tierra y repitió-: Yo mismo –fuerte y claro y con alegría; y luego por tercera vez-: Yo mismo –susurró tan suavemente que apenas podías escucharlo, y aun así el susurro parecía salir de todas partes a tu alrededor
como si las hojas susurraran con él.
Shasta no volvió a temer que la voz perteneciera a algo que pudiera
comérselo, ni que fuera la voz de un espectro. Pero lo recorrió una nueva
y diferente clase de temblor. Y sin embargo, también se sentía contento”.
El “yo mismo”, ¿no nos recuerda las palabras de Yahvé a Moisés en el
episodio de la zarza ardiente del comienzo del libro del Éxodo, cuando
ante la pregunta de éste de quien era el que lo enviaba, Dios le contestó
‘Yo soy el que soy’?
A Tolkien nunca le convenció totalmente lo que escribió su amigo en
“Narnia” y una de las cosas con las que menos estuvo de acuerdo fue precisamente esa clara manifestación del hecho cristiano. Y esto, no porque
él no estuviese de acuerdo con dicho credo, sino porque no quería que
hubiese un transposición de lo teológico en la literatura.
También la Trilogía Cósmica de Lewis, integrada por sus libros “Más allá
del planeta silencioso”, “Perelandia, un viaje a Venus” y “Esa horrible fortaleza”
traspiran el mensaje cristiano. Maleldil, que es Dios mismo, descendió
a nuestra tierra y se hizo hombre al igual que Jesucristo. Y él también
está rodeado de ángeles (los eldila). Y por cierto, también tenemos en
la Trilogía Cósmica la presencia del siempre presente demonio. ¿No nos
dice Lewis, en “Las cartas del diablo a su sobrino” que una de las principales
cosas que debe aprender éste (el diablo pequeño) es tratar de convencer
a su discípulo de que el diablo no existe? A este respecto, recordemos que
esta última obra está dedicada a su amigo Tolkien.
Lewis, el apologista y defensor de la fe cristiana, siempre respondió a
consultas que le hacía la gente sobre si había o no vida inteligente en
otros planetas o mundos. En uno de sus escritos, sobre “La religión y la
técnica de los cohetes”, trató de responder a este interrogante desde el punto de vista teológico. Su gran preocupación, si efectivamente existe vida
129
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
racional en otros mundos, es si esas personas están afectadas o no por
el pecado original y por la redención. Así por ejemplo, en “Más allá del
planeta silencioso”, el protagonista, el profesor universitario Ransom, es
raptado y llevado a Marte en una nave, pero allí descubre que ese planeta
está habitado por seres inocentes que viven en armonía con el sistema
solar, llamado Campo del Árbol.
También es digno de comentarse que el eminente escritor contestaba
diariamente las cartas que le enviaban niños y niños, y no son meras
contestaciones de apuro sino profundas respuestas. La última está fechada el día anterior a su fallecimiento. Muchas de esas cartas están
reunidas en un pequeño libro, sumamente simpático, titulado “Cartas de
C. S. Lewis a los niños”.
Uno de los problemas teológicos más difíciles de responder es el de la
Teodicea, es decir como explicar o justificar que un Dios infinito y bueno
haya permitido la existencia del mal en este mundo. Desde la antigüedad cristiana se han dado diversas respuestas a dicho problema, como
por ejemplo que ‘el mal no existe pues es una simple ausencia de bien’
y otras, pero en general no convencen mucho. No hay duda de que es la
objeción más seria que tiene el teísmo.
Y dentro de la problemática que presenta la ‘justificación de Dios’, yo
creo que la dificultad más difícil de responder es la del sufrimiento de los
anímales. Desde un punto de vista racional, en gran parte por su cariño a
los perros (recordemos que tomó el nombre de Jack en recuerdo al perro
de su niñez), Jack lo analizó, primero en el libro “El problema del dolor” y
después en su discusión con el profesor C. M. Joad, en su escrito “El dolor
de los animales. Un problema teológico”, 1950, publicado en el libro “Lo eterno
sin disimulo”.
Sin embargo, a él, que un nutrido público de personas lo iba a escuchar
para recibir respuesta sobre el tema del sufrimiento y a los que les decía
que éste era como el ‘megáfono de Dios’ que nos iba moldeando a lo largo de los años, su propia vida y la de su relación con el ser más querido
le iba a mostrar que el problema del sufrimiento debe aceptarse y no
racionalizarse. Nos hace recordar lo que ocurría a comienzos del siglo
XVI, con los enfermos de sífilis atendidos en los hospitales de la orden
de los antoninos. Esos enfermos no tenían cura, pero cada tanto se les
mostraba el cuadro del genial pintor Mathias Grunewald, donde veían a
130
Rogelio Tomás Pontón
un Cristo, cubierto su cuerpo con las llagas de la enfermedad, como ellos,
que asumía el sufrimiento y “siendo Dios se hacía nada, se aniquilaba
a si mismo, para la salvación de todos”, como nos enseña la epístola de
Pablo a los Filipenses.
La vida de Lewis, salpicada de problemas humanos, encontró su culminación personal en el encuentro con una escritora estadounidense, en
un tiempo atea, marxista y distanciada de un marido alcohólico, nos referimos a Joy Davidman Gresham, con la que terminó casándose en un
verdadero acto de amor. Ese matrimonio tuvo dos etapas, la primera fue
la del enlace técnico, meramente formal, donde Jack accedió al matrimonio legal para permitir que ella y sus hijos pudieran seguir viviendo en
Inglaterra, caso contrario serían deportados a Estados Unidos. El verdadero matrimonio, que fue bendecido por un ministro amigo de la Iglesia
anglicana, se produjo después de que a ella se le descubrió un tumor
de huesos. Este acto de renunciamiento a su posición social y religiosa
es una prueba manifiesta de la altura ética de quien estamos hablando.
La película ‘Tierra de sombras’, con algunos detalles que se pueden discutir, es una excelente versión de esos últimos años del gran escritor, pero
deja una cierta duda sobre la fe de Jack en sus últimos años, después
de la muerte de Joy, dudas que se responden en las obras “Una pena en
observación” y en “¿Si Dios no respondiese?”. No hay duda que su fe fue
afectada, pero fue una última prueba. Acaso no termina el evangelio de
Marcos con la frase de Jesús “¿Dios mío, Dios mío, por qué me has desamparado?”.
131
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Bibliografía
Lewis, C. S., “Las crónicas de Narnia”, 7 libros, Santiago de Chile, Ediciones
Andrés Bello.
Lewis, C. S., “Más allá del planeta silencioso”, Ediciones Andrés Bello.
Lewis, C. S., “Perelandria, un viaje a Venus”, Ediciones Andrés Bello.
Lewis, C. S., “Esa horrible fortaleza”, Ediciones Andrés Bello.
Lewis, C. S., “Cartas del diablo a su sobrino”, Ediciones Andrés Bello.
Lewis, C. S., “Mero cristianismo”, Ediciones Andrés Bello.
Lewis, C. S., “El problema del dolor”, Ediciones Rialp.
Lewis, C. S., “Los cuatro amores”, Ediciones Rialp.
Lewis, C. S., “Milagros”, Ediciones Encuentro.
Lewis, C. S., “Una pena en observación”, Ediciones Andrés Bello.
Lewis, C. S., “La abolición del hombre”, Ediciones Andrés Bello.
Lewis, C. S., “¿Si Dios no respondiese? Letras a Malcolm”. Ediciones Rialp.
Lewis, C. S., “Lo eterno sin disimulo”, Ediciones Rialp.
Lewis, C. S., “Sorprendido por la alegría”, Ediciones Andrés Bello.
Lewis, C. S., “La religión y la técnica de los cohetes”, Ediciones Andrés Bello.
Lewis, C. S., “Cartas de C. S. Lewis a los niños”, Ediciones Andrés Bello.
Lewis, C. S., “La imagen del mundo”, Ediciones Península.
Smilde, Arend, “What Lewis reality did to Miracles”, en Internet.
White, Michael, “C. S. Lewis: el niño que inventó Narnia”, Editorial Emecé.
Lovell, Steven, “C. S. Lewis’s Case against Naturalism”, en Internet.
Gresham, Douglas, “Lenten Lands”, Ediciones Andrés Bello.
White, Michael, “Tolkien. Biografía”, Ediciones Península.
Pearce, Joseph (editor), “J. R. R. Tolkien. Señor de la Tierra Media”, Ediciones
132
Rogelio Tomás Pontón
Planeta DeAgostini-Minotauro. Este libro es una recopilación de trabajos sumamente interesantes sobre distintos aspectos de la obra de
Tolkien, especialmente los relacionados con el trasfondo religioso. Son
recomendables los artículos de Charles Coulombe sobre “El Señor de los
Anillos: una perspectiva católica”, el de Colin Gunton sobre “Un lejano destello del evangelio: la salvación en El Señor de los Anillos” y el de Sean NcGrath
sobre “La pasión según Tolkien”. Tanbién se incorpora la entrevista con
Walter Hooper sobre “Tolkien y C. S. Lewis”.
Carpenter, Humphrey, “J. R. R. Tolkien. Una biografía”, Ediciones Planeta
DeAgostini-Minotauro.
En las biografías de Michael White sobre Tolkien y Lewis se analiza bastante detenidamente la relación entre ambos escritores.
Wright, N. T., “La resurrección del Hijo de Dios”, Editorial Verbo Divino. Este
libro está considerado la obra cumbre sobre el tema.
133
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Anexo: “Argumentum Ornithologicum” de Borges.
Texto:
“Cierro los ojos y veo una bandada de pájaros. La visión dura un segundo o acaso
menos; no sé cuántos pájaros vi. ¿Era definido o indefinido su número? El problema involucra el de la existencia de Dios. Si Dios existe, el número es definido,
porque Dios sabe cuántos pájaros vi. Si Dios no existe, el número es indefinido,
porque nadie pudo llevar la cuenta. En tal caso, vi menos de diez pájaros (digamos) y más de uno, pero no vi nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres o dos
pájaros. Vi un número entre diez y uno, que no es nueve, ocho, siete, seis, cinco,
etcétera. Ese número entero es inconcebible, ergo, Dios existe”.
Es nuestra creencia que en este corto texto se está aludiendo al argumento ontológico desarrollado hace casi mil años por Anselmo de Canterbury. Resumamos este último argumento:
“Dios es un ser tal que nada superior a Él puede concebirse; suponer que
Dios no existe más que en nuestra mente y no en la realidad equivaldría
a afirmar que no es el ser más grande que puede concebirse, porque existir realmente es más grande que existir sólo en la mente”.
El teólogo medieval dedujo del mero concepto de “un ser tal que nada
superior a Él puede concebirse”, su existencia.
Anselmo parte del análisis de una idea y su prueba no es a posteriori, como
son las pruebas de Santo Tomás de Aquino o de Duns Scoto. Mientras el argumento presentado por Borges parte de una visión, es decir algo concreto,
una bandada de pájaros, y parecería ser una prueba a posteriori. Pero después, Borges trabaja con el número de pájaros que componía esa bandada
y de ahí se hace una derivación que se acerca al argumento anselmiano.
Veamos lo que dice Enrique G. de la G.:
“Borges reconoce que el número es inconcebible…La razón de su afirmación es que
el número, a pesar de que se encuentra en el conjunto finito que va del 1 al 10,
no corresponde con ninguno de los números enteros que conforman ese universo:
‘pero no vi nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres o dos pájaros’. Dicho con
otras palabras: el número es inconcebible porque, tratándose de un número entero
menor a 10 y mayor a 1, no corresponde a ninguno de ellos. Ese número es pues
inconcebible. Llamémosle 5’.
134
Rogelio Tomás Pontón
De lo anterior resulta que el número 5’ no sólo es indefinido sino incluso inconcebible.
Nuestra mente contiene el concepto de inconcebible tan fuertemente arraigado
que los lectores entienden la expresión cuando Borges escrite: ‘el número entero
es inconcebible’.
Es imposible dudar que 5’ existió, al menos en la mente de Borges. Puesto que 5’
existió, es posible que otro ser indefinido e inconcebible exista, como 6’ o incluso
Dios. Dios es también un concepto indefinido e inconcebible, al menos en la tradición occidental que acogió a Borges.
En Lógica, las posibilidades implican la necesidad. Es posible, como se dijo, que el
ser inconcebible que llamamos Dios exista. Luego, es necesario que Dios exista.
‘Ergo, Dios existe’.
Como se adivina, este procedimiento es más cercano al argumento anselmiano.
Pero es igualmente falaz. Gaunilón tuvo razón”.
Hasta aquí Enrique G. de la G (ver su artículo en la bibliografía).
Aclaremos que Gaunilón fue un monje que en tiempo de Anselmo criticó
el argumento de éste diciendo que no porque imaginemos la más maravillosa de las islas, ésta tenía que existir. Anselmo rebatió acertadamente
la crítica diciendo que una cosa es una isla, por más maravillosa que sea,
y otra cosa es el ser más perfecto que uno pueda imaginar.
Según Kant el argumento de Anselmo es falaz dado que el juicio ‘Dios
existe’ es analíticamente verdadero, mientras que ningún juicio puede
ser al mismo tiempo analíticamente verdadero y existencial en su contenido.
Pero: ¿no puede haber nunca un juicio analíticamente verdadero y existencial en su contenido?
El juicio ‘algo existe’ es analíticamente verdadero, y por lo tanto necesario, y eso porque su negación ‘nada existe’ es evidentemente falso.
‘Algo existe’ es igual a ‘necesariamente algo existe’ y este último ¿no es
equivalente a ‘algo existe necesariamente’? Este último juicio sería el de
Anselmo.
135
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
La discusión mayor está en la equivalencia entre ‘necesariamente algo
existe’ y ‘algo existe necesariamente’. Es una cuestión difícil de dirimir.
El cosmólogo Max Tegmak, partidario de la teoría del multiverso, dice
que “todos los universos lógicamente posibles, existen”. ¿No está aludiendo a la prueba ontológica?
De todas maneras no hay que quedarse con un mero análisis de ‘lógica’
del argumento ontológico sino que hay que tener en cuenta también los presupuestos del mismo. Recordemos que es de Anselmo la frase ‘creer para
entender’. Es por este motivo que el gran teólogo franciscano San Buenaventura lo defendió.
No abrimos juicio sobre el valor de la prueba ontológica desarrollada por
Anselmo, prueba que ha hecho correr mucha tinta a lo largo de los siglos.
Santo Tomás de Aquino la criticó, Duns Scoto la ‘coloreó’; Descartes, Leibniz y Hegel, con modificaciones, la aceptaron, y Bertrand Russell, a pesar que no la aceptó, la consideró un notable ejercicio intelectual. Otros
autores la han rechazado, pero el gran lógico matemático Kurt Gödel la
desarrolló con el lenguaje de la lógica-matemática.
Según nos cuenta Robert Merrihew Adams en la introducción a la prueba
ontológica desarrollada por Kurt Gödel (“Collected Works”, vol. III, ‘Unpublished essays and lectures’, Oxford University Press 1995, pág. 388-389),
Gödel mostró la prueba a Dana Scott, y la discutió con él en febrero de
1970. El estaba muy preocupado por su salud en ese tiempo y no quería
que su prueba desapareciera con él. Más tarde en 1970 habló con Oskar
Morgenstern y le habría dicho que estaba satisfecho con la misma pero
que no quería publicarla ya que no era más que un ejercicio lógico (para
la postura de Gödel ver la obra de John Barrow, “La trama oculta del universo”, ediciones Crítica, 1996, en donde se cita la carta de Gödel a su madre:
“estamos por supuesto muy lejos de poder confirmar científicamente la imagen
teológica del mundo...Lo que llamo concepción teológica del mundo es la idea de
que el mundo y todo lo que hay en él tiene significado y razón, y en particular
un significado bueno e indudable. Se sigue de ello inmediatamente que nuestra
existencia terrenal, puesto que tiene en sí misma un significado a lo sumo muy
dudoso, puede ser solamente el medio para el fin de otra existencia. La idea de que
todo lo que hay en el mundo tiene un significado es un análogo exacto del principio de que todo tiene una causa, sobre el que reposa toda la ciencia”, pág. 138).
136
Rogelio Tomás Pontón
Un renovado interés contemporáneo en torno al argumento ontológico
desde el punto de vista lógico se encuentra en filósofos como Ch. Hartshorne, N. Malcolm y A. Plantinga.
Para este tema, ver:
G. de la G, Enrique (San Pedro Garza García), “El Dios del silogismo”, en
internet, sobre el llamado ‘Argumentum Ornithologicum” en Borges,
Cantarino, Vicente, “Borges, Filósofo de Dios: Argumentum Ornithologicum”,
en internet.
Cabada Castro, Manuel, “El Dios que nos da de pensar”, Ediciones BAC, 1999.
Desde la página 423 a 440 se analiza el contexto del argumento ontológico de Anselmo.
137
11.- Charles Darwin,
el origen del hombre y la fe cristiana
Cabe preguntarse por la importancia que tiene este tema, y ésta es nuestra respuesta: los dos acontecimientos que en la edad moderna determinaron la visión sobre el lugar del ser humano en el mundo fueron la
teoría de Nicolás Copérnico sobre el heliocentrismo (1543) y la teoría de
Charles Darwin sobre la evolución de las especies y el origen del hombre
(1859 y 1871). Al determinar la visión científica sobre la posición del ser
humano en el mundo, ambas teorías influyeron también sobre la visión
religiosa de la gente.
En el caso de Copérnico y de sus continuadores, Kepler, Galileo y Newton,
las doctrinas religiosas si bien fueron conmovidas por las nuevas teorías,
terminaron asimilándose en gran medida dado que quienes las desarrollaron eran personas decididamente cristianas. En el caso de Darwin la
respuesta no es tan simple. Para su esclarecimiento vamos a seguir el
artículo de Michael Roberts, Vicario de Chirk, Gales (Inglaterra), titulado
“Was Darwin a Christian?”, y publicado por la American Scientific Affiliation (ASA).
A la pregunta que encabeza su artículo, contesta Roberts que sí y no.
Siguiendo a Oscar Wilde, dice que toda pregunta compleja tiene una respuesta simple, y ésta es equivocada. Lo mejor es considerar las distintas
etapas de la vida de Darwin. Este nació en 1809 en un hogar ‘no religioso’.
Su padre no era cristiano pero lo bautizó en la Iglesia Anglicana. Sus her-
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
manas eran más devotas y cuando era un ‘teenager’ le enviaban cartas
sugiriéndole la lectura de la Biblia. Habiendo dejado la Escuela de Medicina en Edimburgo, se dirigió a Cambridge para graduarse como ministro
anglicano en 1831. Estudió matemática y lógica, y leyó con agrado el libro
de Paley, “Natural Theology”. En esa época creía completamente en la historicidad del Nuevo Testamento pero su principal interés fue la historia
natural. Aprendió mucho del profesor John Henslow, un clérigo anglicano
que era también botánico, y con quien Charles quería estudiar teología.
Henslow era muy ortodoxo en sus creencias. De todas maneras, aceptaba
que la tierra existía desde hacía millones de años y no veía ningún conflicto entre la ciencia y la fe.
Poco antes de que Darwin partiera con el ‘Beagle’, acompañó al Rev. Prof.
Adam Sedgwick de Cambridge a estudiar la geología de Gales. Concurría
dominicalmente a la Ruthin Parish Church y planeaba ordenarse de clérigo. No era un evangélico como Sedgwick, pero era un creyente ortodoxo.
En los cinco años siguientes, 1831-1836, durante los que recorrió el mundo en el ‘Beagle’, Darwin escribió poco sobre su fe. Como manifiesta en
su ‘Autobiografía’, comenzó paulatinamente a descreer del Cristianismo
como una ‘Divina Revelación’. A posteriori, y según puede verse en sus notas, se volvió mucho más escéptico. Sin embargo, no dejó de creer en
Dios. Fue influenciado por los libros de F.W. Newman, el hermano del
famoso cardenal, quien después de ser un evangélico anglicano, se dirigió como misionero a Irak, convirtiéndose posteriormente al Unitarismo,
abandonando toda aceptación de la Biblia y de la salvación por Cristo.
Darwin le siguió en este derrotero intelectual.
En 1851, después de la muerte de su pequeña hija Annie de solo diez
años, Darwin perdió su fe en un “Dios de Amor” al no poder compatibilizar esa fe con el sufrimiento. Diez años más tarde le escribió una carta
a Asa Gray, un botánico que apoyaba la teoría evolucionista de Darwin y
que a su vez era cristiano, diciéndole que no podía aceptar que un Dios
benevolente hubiese creado el ‘Ichneumonidae’. De todas maneras, sobre
el final de su obra “El Origen de las Especies” (1859) y en sus sucesivas ediciones, a partir de la segunda, habla de como de unas formas simples de
vida se ha llegado a la maravillosa variedad de animales y plantas que
hoy existen debido al proceso evolutivo fruto de “las leyes impresas en la
materia por el Creador”.
140
Rogelio Tomás Pontón
En la página 63 de su “Autobiografía” dice Darwin, con respecto a su libro
“El Origen de las Especies”, que incluso se ha escrito que la teoría estaba
implícita en el Antiguo Testamento. La referencia es de Naphtali Halevi
que arguye en “Toldot Adam” que la palabra en hebreo en la Torah favorece la teoría de la evolución.
Darwin pasó el resto de sus días oscilando entre un agnosticismo y un
teísmo naturalista, pero según consta en una nota de 1880, ‘no creía en la
Biblia como revelación y en Jesucristo como el Hijo de Dios”.
En los cuarenta años que vivió en Downe (Kent), Darwin fue un soporte
de su iglesia y lo mismo se puede decir de la evangélica South American
Missionary Society. Se dice a veces que Darwin destruyó la creencia bíblica en ‘los seis días de la creación’, pero esto es inexacto. En 1860 no había
ningún clérigo anglicano que creyese en la creación en seis días. En 1879
John Fordyce, un ateo, le escribió a Darwin preguntándole si la evolución
y la creencia en Dios eran compatibles. El naturalista replicó que era
absurdo dudar de eso y dio como ejemplo a sus dos amigos, Asa Gray y
Charles Kingsley. Textualmente dice:
“Me parece absurdo dudar que un hombre puede ser a la vez, un teísta
ardiente y un evolucionista.....Contestando a su pregunta le diré que mi
opinión fluctúa a menudo. En las fluctuaciones más extremadas, no he
llegado nunca a ser un ateo, en el sentido de negar la existencia de un
Dios. Creo que en general (más y más según me hago viejo), aunque no
siempre, la descripción más correcta de mi postura es la de agnóstico”.
De todas maneras, la teoría de Darwin conmovió el mundo religioso
cristiano. Ya en 1860, en un famoso debate en Oxford, se enfrentaron
el obispo de esa ciudad, William Wilberforce, y Thomas Huxley, ladero
de Darwin, y la historia deformada de ese enfrentamiento ha subsistido
hasta el día de hoy.
En la época final de Darwin, un monje de Moravia, nos referimos a Gregorio Mendel, comenzó sus experiencias genéticas con las semillas de
guisantes. Sus escritos fueron redescubiertos años después y contribuyeron posteriormente al desarrollo del llamado ‘neodarwinismo’. Varios de
los científicos que contribuyeron a esta concepción, como Ronald Fisher,
Sewall Wright y Theodosius Dobzhansky eran cristianos.
141
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Durante el último siglo muchos eminentes científicos cristianos aceptaron la teoría de la evolución de Darwin, aunque gran parte del pueblo
evangélico, especialmente estadounidense, sigue teniendo una interpretación literal de la Biblia y se manifiesta totalmente crítico de la teoría
evolutiva. Son los llamados creacionistas, que aceptan que el mundo fue
creado por Dios hace unos 6.000 años. Algunos autores cristianos, como
Michael Behe, aceptan la teoría de la evolución pero al mismo tiempo
aceptan lo que se llama el D.I. (Diseño Inteligente).
Entre los científicos eminentes que aceptan la teoría de la evolución y
que se mantienen como firmes cristianos hay que mencionar al profesor de Cambridge, Simon Conway Morris, que es uno de los principales
expertos de los trilobites de la revolución cámbrica de hace 500 millones
de años y el que fuera director del proyecto internacional del genoma
humano, Dr. Francis Collins. También habría que mencionar al biólogo
Kenneth Miller quien es autor de un importante libro titulado “Finding
Darwin’s God”, obra que ha merecido el comentario elogioso del Presidente de la Academia de Ciencias de Estados Unidos.
Hoy ya no se puede dudar de la teoría de la evolución. Por otra parte, los
cristianos, no tienen que ver sus creencias confundidas por dicha teoría.
Se puede ser cristiano y darwinista, como lo manifiesta Michael Ruse en
una de sus obras, a pesar de que él no profesa la fe cristiana.
142
Rogelio Tomás Pontón
Referencias Bibliográficas
Sobre la relación epistolar entre Gray y Darwin se puede consultar el
artículo de Sara Joan Miles, ‘Charles Darwin and Asa Gray Discuss Teleology and Design’ (publicación de ASA, setiembre 2001). Gray fue un eminente botánico estadounidense, de profunda fe cristiana, que apoyó
en EE.UU. la teoría de Darwin, en contra del naturalista suizo Agassiz,
escribiendo en 1876 su obra ‘Darwiniana’.
Existen interesantes trabajos sobre el darwinismo y la fe cristiana. Un
importante historiador de la ciencia, John C. Greene ha resumido en su
obra “Debating Darwin” (1999), sus investigaciones sobre la concepción
religiosa de algunos de los más eminentes neodarwinistas, como Dobzhansky y Mayr (en esa obra transcribe la correspondencia epistolar
que mantuvo con esos científicos, el primero cristiano ortodoxo y el
segundo ateo).
“La evolución” (ediciones de la BAC), dirigida por Miquel Crusafont Pairó,
Bermudo Meléndez y Emiliano Aguirre, con la colaboración de alrededor de treinta investigadores españoles, la mayoría de ellos de fe
cristiana, es una obra que ya tiene unos treinta años y que a pesar de
que necesitaría alguna actualización sigue siendo una de las mejores
en idioma español.
Edward J. Larson ha escrito un hermoso libro titulado “Evolución. La asombrosa historia de una teoría científica”, 2007. Larson es uno de los principales expertos sobre el famoso juicio de John Scopes, en Dayton (Tennesse) en 1925, juicio que posteriormente se llevó al cine en las películas
“Heredarás el viento” y “El juicio”.
Sobre el origen del hombre la mejor y más actualizada obra que conocemos es la de Stringer y Andrews, “La evolución humana”, 2005.
Sobre Darwin y la religión uno de los libros más completos es el de Williams E. Phipps, “Darwin’s Religious Odissey”, 2002. También es importante la lectura de la “Autobiografía” de Charles Darwin, 2006, que dedica un capítulo final al tema religioso escrito por su hijo, Sir Francis
Darwin.
Una obra sumamente interesante y objetiva sobre el tema que nos ocupa
es la de Nick Spencer, “Darwin and God”, 2009.
143
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
El comentario sobre que en la Torah la palabra sobre Adam favorecería la
evolución se puede consultar en el escrito de Edward O. Dodson, “Toldot
Adam: A Little-Known Chapter in the History of Darwinism”, publicado en
“Perspectives on Science and Christian Faith’, 52, marzo 2000.
Uno de los libros más importantes sobre la evolución y sobre su convergencia es el de Simon Conway Morris titulado “Life’s Solution: Inevitable
Humans in a Lonely Universe”, 2003.
Una de las obras más claras sobre la evolución es la de Richard Southwood,
“La historia de la vida”, 2004.
144
12.- El cristianismo y los habitantes de otros mundos
Desde siempre el ser humano se preguntó si existe vida inteligente en
otros planetas. A pesar del desarrollo que ha tenido la ciencia en los últimos tiempos, la respuesta al mencionado interrogante es sólo especulativa. El reciente libro del distinguido físico Paul Davies, “Un silencio inquietante” (Crítica, 2011), no brinda una respuesta definitiva. Como científico,
Davies parece no aceptar la posibilidad. Así dice en pág. 258 lo siguiente:
“¿Creo yo, Paul Davies, ‘el científico’, que estamos solos? Como
científico, mi mente está abierta a nuevos indicios y, por tanto,
no he tomado una decisión. Puedo asignar algún tipo de probabilidad a la existencia de extraterrestres en función de los hechos
y observaciones recogidos, ponderados según la importancia relativa que atribuya a distintos argumentos. Cuando destilo todo
eso, mi respuesta es que probablemente seamos los únicos seres inteligentes de todo el universo, y no me sorprendería que el
sistema solar contuviese la única vida del universo. Llego a esta
conclusión porque veo que en el origen y la evolución de la vida
intervienen muchos factores contingentes, y porque todavía no
he visto ningún argumento teórico convincente de un principio
universal de aumento de la complejidad organizada…”.
La mencionada respuesta es decepcionante para Davies, el ‘filósofo’, y
sigue diciendo:
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
“Tocado con mi nuevo sombrero, dejo la ciencia a un lado y me
pregunto qué siento acerca de la naturaleza de un universo en
el que estemos solos. Francamente, me deja intranquilo. Me pregunto para qué sirve todo eso que hay ahí afuera si sólo el humilde Homo Sapiens puede verlo. Desde luego, mis colegas más
pragmáticos me dirán que no sirve para nada, que simplemente
está ahí. La idea de que el universo tiene un sentido, dicen, no es
más que la resaca de la religión”.
Por último, Davies, ser humano, que dice: “lo cierto es que me gustaría
mucho creer que el universo es intrínsecamente propicio para la vida y
la inteligencia. Se aviene con mi temperamento el suponer que nuestros
humildes esfuerzos en la Tierra, el trajín diario que consume casi todo
nuestro tiempo y energía, forman parte de algo más grande y con más
significado. No puedo concebir un descubrimiento más emocionante que
el hallazgo de pruebas incontestables de inteligencia extraterrestre”.
Como se puede deducir de las tres citas, Paul Davies, en su búsqueda,
está ‘confuso’ pero, en esa confusión, la única respuesta que da algún
sentido a su búsqueda es la última. Pero no nos podemos quedar en esto,
la existencia de seres extraterrestres no nos puede satisfacer en la búsqueda de una última respuesta.
Lo anterior es importante para lo que sigue.
No vamos a entrar en el análisis del material que tan brillantemente expone Davies, simplemente nos vamos a detener en un problema que se
suscita en las últimas páginas del libro sobre el impacto que la existencia
de alienígenas tendría sobre la religión y en especial sobre el cristianismo.
El autor manifiesta que “la cristiandad es la religión más amenazada por
el concepto de seres extraterrestres porque los cristianos creen que Dios
se hizo humano (en la figura de un disidente político judío). Jesucristo es
llamado Salvador precisamente porque vivió entre nosotros en carne y
hueso para salvar a la humanidad. No vino a salvar a las ballenas o los
chimpancés, ni siquiera a los neandertales, por nobles y merecedores
que esas criaturas sean (o fueran). Jesucristo fue salvador específicamente del Homo Sapiens: un solo planeta y una sola especie” (pág. 236).
146
Rogelio Tomás Pontón
Posteriormente, y después de analizar la postura de varios científicos y
pensadores cristianos, Davies dice que “esta selección de citas pone de
manifiesto que la teología cristiana se encuentra en una aterradora confusión por lo que respecta a los seres extraterrestres…” (pág. 240).
Si, es cierto, los teólogos cristianos están confundidos y, como hemos
manifestado más arriba, esta confusión es propia de toda investigación
científica llevada a cabo por los seres humanos. Son estos los que interrogan y hacen avanzar a la ciencia. De hecho, también los hombres de
ciencia, como Paul Davies, están confundidos sobre este tema, dado que
no saben si efectivamente existen o no seres extraterrestres. ¿Por qué
pedirles a los teólogos que no estén también confundidos?
La teología cristiana afirma que Dios es demasiado grande para que nosotros conozcamos sus designios y si decidió salvar al ser humano mediante
la encarnación en Jesucristo, eso no invalida que pueda hacerlo en otras
situaciones, millares o millones de veces. Por otra parte, el sentido de su
encarnación no es solo la salvación de un hombre pecador sino, también,
su divinización. La teología de la salvación de Anselmo de Canterbury y
de Tomás de Aquino, sigue vigente, pero entra en una etapa superadora
con la teología de Duns Scoto, teología que ya se percibía claramente en
las cartas de Pablo a los Efesios y a los Colosenses. Este proceso de divinización, según el pensamiento cristiano, no se agota en el Homo Sapiens,
como dice Davies, sino que cubre todo el universo con sus distintas manifestaciones de vida. Ya lo decía Orígenes de Alejandría, a principio del
siglo tercero: “Jesucristo con su sangre baño todo el universo”.
La cita que Davies hace del eminente cosmólogo Edward A. Milne, de que
el cristiano se horroriza ante la idea de que el Hijo de Dios padezca en
las miríadas de planetas en donde haya vida inteligente, es una interpretación. ¿Es necesario eso? No lo sabemos. La historia es contingente
y situaciones que se dieron en un lugar podrían no haberse registrado o
registrarse en otros escenarios.
Lo que priva en el escrito de Davies es la creencia de un Dios pequeño, que no difiere mucho de un salvador político, y más si tenemos en
cuenta que considera a Jesús como un mero disidente judío. Si esa es su
concepción sobre Jesús (concepción cuestionable desde el punto de vista
histórico), sería pretencioso que ese Dios tenga que encarnarse y morir
en millones y millones de planetas donde pueda existir vida inteligente.
147
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
En un trabajo publicado en el libro editado por Steven Dick, “Many Worlds”
(2000), el astrónomo y sacerdote George Coyne, que fuera Director del
Observatorio Vaticano, sostiene que podrían existir aproximadamente 10
a una potencia de 17 planetas semejantes a la tierra. Si existe vida y vida
inteligente en esos planetas no lo sabemos.
De hecho, la Misión Kepler de la NASA, que ha descubierto más de 1.000
exoplanetas que tienen posibilidades de vida, acaba de confirmar que
uno de ellos, el Kepler-22System, tendría condiciones ambientales parecidas a las de la tierra. Está situado a 600 años luz de nosotros y da una
vuelta alrededor de su estrella que dura 290 días.
Para que surja la vida inteligente que nosotros conocemos, el universo tiene que ser viejo y muy grande, dado que es la única manera para
que surjan los distintos elementos necesarios para la mencionada vida.
La aparición del carbono a través de la combinación de tres núcleos de
helio (triple alpha) y después, con el agregado de otro núcleo de helio,
del oxígeno, es realmente tan compleja que hizo dudar de su ateismo
al eminente astrofísico Fred Hoyle. Como dice él en un famoso artículo,
“parece que actúa una super inteligencia”. A este respecto se puede leer
el artículo “Ingredients for Life” de Owen Gingerich, en la obra editada por
Russell Stannard, “God for the 21st Century” (2000), o también la obra de
este último “The God Experiment” (2000), con prólogo, precisamente, de
Paul Davies.
Al surgimiento de esos elementos se tiene que agregar, posteriormente a
lo largo de millones de años, una serie de hechos contingentes que han
permitido la evolución de los seres vivos en nuestro planeta, probablemente siguiendo una convergencia tal como lo muestra Simon Conway
Morris en su importante libro “Life’s Solution: inevitable humans in a lonely
universe” (2003).
En el debate que siguió a una disertación de la joven astrónoma Jennifer
Wiseman sobre “Exoplanets, Life and Human Significance” (desarrollada el
año pasado en el Faraday Institute), Conway Morris se manifestó escéptico con respecto a la existencia de vida inteligente en otro planeta y lo
mismo manifestó en su momento el Premio Nobel (por el descubrimiento de la estructura del DNA) Francis Crick.
Si no hay acuerdos entre los científicos con respecto a la posibilidad de
148
Rogelio Tomás Pontón
vida inteligente en otros sistemas, ¿por qué debería existir entre los pensadores cristianos?
De todas maneras, es interesante leer las opiniones de Jennifer Wiseman,
que fuera cabeza del Laboratory for Exoplanets and Stellar Astrophysics de la NASA, y que acepta la posibilidad de vida inteligente en otros
sistemas, y que, por otra parte, no ve que eso se oponga a sus creencias
cristianas.
Bibliografía
Davies, Paul, “Un universo inquietante”, Crítica, 2011.
Wiseman, Jennifer, “Exoplanets, Life and Human Significance”, se puede bajar
por internet.
Morris, Simon Conway, “Life’s Solution: inevitable humans in a lonely universo”, Cambridge University Press, 2003.
Dicks, Steven, “Many Worlds”, Templeton Press, 2000. Ver el trabajo de
George Coyne.
Gingerich, Owen, “Ingredients for life”, in Russell Stannard, “God for the 21st
Century”, Templeton Press, 2000.
149
13.- Comentario crítico al libro de Dan Brown
“El código Da Vinci”
En este breve artículo haremos un comentario general sobre el libro de
Dan Brown, “El Código Da Vinci”. En realidad, por su poco valor histórico,
el mencionado libro no merecería ningún comentario, pero dado su gran
éxito comercial, creemos que no se puede pasar por alto en una publicación de una universidad cristiana. Algunos podrían decir que las pretensiones de Brown eran simplemente el escribir una novela, pero a tenor de
lo manifestado en la introducción de la misma, las intenciones del autor
fueron más bien publicar un escrito del género ‘novela histórica’.
El comentario que sigue no se hace desde un punto de vista literario sino
desde un punto de vista histórico. Tampoco nos vamos a referir aquí a
la leyenda del Santo Grial ni a la historia de los templarios o al Priorato
de Sion, sino a las afirmaciones de los protagonistas del libro sobre los
primeros tiempos del Cristianismo.
Sinteticemos en un breve comentario los principales puntos de la trama
de libro y lo que allí se afirma.
1. En el libro se alude, sostenidamente, que el Santo Grial no es el
cáliz de la Ultima Cena de Jesús, como siempre se ha manifestado,
sino ‘documentos secretos’ sobre María Magdalena. Se sostiene que
ésta fue la mujer de Jesús y que tuvieron descendencia, pasando
por los merovingios, hasta llegar a la principal protagonista de la
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
novela. Se dice también que la vida de Jesús, tal como la difundió
la Iglesia está totalmente ‘falseada’. Los primeros evangelios, que
no son los llamados canónicos, nos contaban una historia totalmente distinta a la oficial de la Iglesia, una especie de culto no
machista sino feminista a una diosa. Pero esos evangelios fueron
destruidos y recién se descubrieron en el último siglo.
2. El libro afirma que en el siglo IV Constantino el Grande fijó el canon de los textos evangélicos y en vez de los primitivos evangelios
(como el de María de Magdala, o el de Felipe, y otros en número de
ochenta), se tomaron los cuatro (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) que
nosotros conocemos actualmente.
3. También se afirma que el dogma de la divinidad de Jesús fue determinado por Constantino en el 325 de nuestra era en el llamado
Concilio de Nicea. También se sostiene que gran parte del mensaje
cristiano, de la liturgia, de las fiestas, etc. pertenece al culto del
dios Mitra, de quien se dice que murió y resucitó.
4. En otras partes del libro, algunos protagonistas afirman que los
verdaderos documentos sobre los orígenes del Cristianismo son los
descubiertos en Nag Hammadi (Egipto) y en Qumran (Mar Muerto).
5. El ocultamiento de los documentos referidos a Jesús y su mujer,
María Magdalena, tiene relación con el desprecio a lo sexual y a
lo femenino que ha caracterizado la historia de la Iglesia. Por otra
parte, María Magdalena fue identificada en la historia oficial como
la ‘prostituta arrepentida’ del capítulo séptimo del Evangelio de Lucas, lo que determinó su pérdida de protagonismo en la historia
de la Iglesia.
6. Al Priorato de Sion, que surge en el siglo XI con los caballeros
templarios, pertenecieron eminentes científicos y artistas, como
Leonardo Da Vinci, Newton y otros que llegan hasta los tiempos
actuales.
7. Leonardo Da Vinci (pintor del siglo XV y comienzos del XVI) introdujo ‘códigos secretos’ en sus pinturas, especialmente en “La Ultima Cena”, y sobre el develamiento de esos códigos trata la novela.
La persona que está sentada en la pintura a la derecha de Jesús,
que habitualmente se considera que es el apóstol Juan, sería nada
152
Rogelio Tomás Pontón
menos que María Magdalena. Los protagonistas interpretan algunas geometrías de la pintura como prueba de que Leonardo sabía
que María era la esposa de Jesús.
8. Miembros del Opus Dei buscan dar con el paradero de los mencionados secretos y por ello recurren al asesinato de varias personas.
Sobre el final del libro esos miembros sufren un ‘misterioso’ proceso de rehabilitación.
Hasta el punto anterior un sintético resumen del contenido del libro “El
Código Da Vinci”. Haremos ahora un comentario crítico sobre los puntos
mencionados.
1. Los estudios más serios sobre los orígenes del Cristianismo muestran que los evangelios más antiguos son los cuatro que figuran
en el Canon de la Iglesia desde mediados del siglo segundo: Mateo,
Marcos, Lucas y Juan. Los tres primeros fueron escritos entre el
año 50 y el 80. El evangelio de Juan, que sería el último, se habría
escrito hacia fines del siglo primero, aunque algunos autores (John
Robinson, entre otros) le atribuyen una edad más temprana (existe un papiro, el John Rylands, que reproduce algunos versículos
de Juan, que es de comienzos del siglo segundo). Papías, hacia el
120, conoce los cuatro evangelios. El Canon de Muratori, hacia el
160, también los menciona, igual que Ireneo de Lyon (alrededor
del 170). Sigue todavía en discusión si el papiro 7Q5 (papiro 5 de
la cueva 7 de Qumran), de aproximadamente el año 50 de nuestra era, debe interpretarse como una partecita del evangelio de
Marcos (así lo interpretó el papirólogo José Callaghan y el recientemente fallecido Carsten Thiede, pero otros autores, como Émile
Puech –uno de los tres directores de publicación de los manuscritos de la cueva 4 de Qumran- no están de acuerdo).
2. Los evangelios gnósticos, que el libro “El Código Da Vinci” menciona
como más antiguos, como el de María de Magdala, el de Felipe, y
otros fueron escritos entre la segunda mitad del siglo segundo y
principios del tercero, o más tarde. De hecho, algunos de ellos son
conocidos desde hace varias décadas (se puede ver la excelente
publicación de Aurelio de Santos Otero, “Los evangelios apócrifos”).
153
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
3. Las referencias que en el libro se hacen a los Manuscritos del Mar
Muerto demuestran el poco conocimiento del autor con respecto a
los mismos. Publicados ya por la Oxford University Press los 39 volúmenes del material de las once cuevas de Qumran, el editor jefe
de los mismos, Emmanuel Tov, afirma que en ellos no hay nada
que tenga que ver con Jesús y los primeros cristianos.
4. La divinidad de Jesús está mencionada en un himno que cita San
Pablo en su carta a los Filipenses, de alrededor del año 50. Los
evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, especialmente este último, aluden a la divinidad de Jesús. Los teólogos del siglo segundo y especialmente del tercero (Tertuliano y Orígenes) ya tienen
desarrollada una ‘Cristología’. Entre el siglo II y el III surgen dos
escuelas cristológicas: la de Antioquia y la de Alejandría, cuyas
concepciones van a influir en los dogmas sancionados en los concilios ecuménicos a partir del siglo IV (en la obra en diez volúmenes “Mysterium Salutis”, editada por Lorher-Feiner, hay trabajos
muy profundos y detallados sobre la historia del Dogma Trinitario
y de la Cristología).
5. Constantino reunió el Concilio de Nicea en el 325 pero no fijó ningún dogma ni ningún canon. El Credo de Nicea, que se reza todavía en las distintas iglesias cristianas, fue dirigido contra los arrianos y no contra los gnósticos que pregonaban el mensaje de María
Magdalena, como hace creer “El Código Da Vinci”.
6. María Magdalena, ¿quién fue? En los evangelios canónicos se menciona que fue seguidora de Jesús pues éste le había curado expulsando de ella siete demonios. Es interesante aquí analizar un poco
qué significa la posesión diabólica. Para esto no creemos que exista
mejor referencia que la obra de John Meier, “Un judío marginal”, tomos 2 y 3. En aquella época las enfermedades síquicas eran consideradas una consecuencia de la posesión diabólica. Jesús, en esto
y en otros aspectos, asumió el conocimiento popular de la gente.
María Magdalena fue el primer testigo de la resurrección de Jesús
y, por lo tanto, su figura era ya muy importante en la primitiva
Iglesia. No debe confundirse con la pecadora del cap. 7 de Lucas ni
con María de Betania. Es cierto que en la Edad Media las tres mujeres terminaron confundiéndose, pero desde hace mucho tiempo
154
Rogelio Tomás Pontón
los especialistas han separado la vida de las mismas. Importantes
libros se han escrito últimamente sobre María Magdalena, y como
dijimos más arriba, existe un evangelio que lleva su nombre. El
mismo está publicado y comentado en una hermosa obra de la
profesora de Harvard, Karen L. King, “The Gospel of Mary of Magdala”.
7. Jesús, ¿estuvo casado con María? No hay ningún documento que
pruebe esto, ni aun el evangelio de Felipe que es citado en la novela que estamos analizando. Recordemos que este evangelio es
gnóstico y según esta doctrina lo sexual era malo, de ahí que el
texto que dice que “Jesús la besaba en la (boca)” debe interpretarse
como aludiendo a una relación totalmente espiritual. En el libro
del especialista en Nuevo Testamento Ben Witherington III, “The
Gospel Code”, se analiza detenidamente el mencionado texto en las
páginas 36 y 37. También se analiza esta cuestión en la obra citada
de Meier. De todas maneras, ¿cuál sería el problema si Jesús hubiera sido casado?
8. Los paralelismos entre la vida de Jesus y su doctrina y la de otros
fundadores de religiones, como Buda, Krishna, el Maestro de Justicia, Mitra y otros, no tienen ningún fundamento serio. Buda fue
un monje con una concepción ascética que contrasta totalmente
con la vida y doctrina de Jesús (se puede consultar el libro de Oldenberg, “Vida de Buda”). Krishna fue un vaquero cuya biografía,
narrada en el Bhagata Puraná, es muy posterior a los evangelios,
y salvo a un impostor como Louis Jacolliot (en su libro “La Biblia
en la India”), a nadie se le podría ocurrir algún parecido con la de
Jesús. Su nombre tampoco tiene relación, ya que Cristo significa
‘ungido’ mientras Krishna significa ‘negro’. Con respecto al Maestro de Justicia de los manuscritos de Qumran, especialmente las
deducciones que sacaron Dupont Sommer y John Allegro en los
años ‘50, tanto del Comentario de Habacuc, como del de Nahum,
de que este miembro de la comunidad de Qumran ‘había muerto y
resucitado’, se han demostrado totalmente equivocadas. Con respecto al famoso manuscrito 4Q285 (manuscrito número 285 de la
cueva 4 de Qumran), en donde algunos creyeron ver ‘el asesinato
del Mesías’ y por lo tanto un antecedente de Jesús, los expertos han
demostrado que el texto alude no a que el Mesías fue muerto sino,
por el contrario, a que el Mesías mató a sus enemigos. El contacto
155
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
con el culto de Mitra es muy posterior y es cierto que algunos puntos menores fueron tomados por la Iglesia primitiva de dicho culto,
como la celebración de la Navidad el 25 de diciembre, pero hoy la
relación sobre aspectos mayores ya no la sostiene nadie (se puede
ver la obra de Koenig y otros, “Cristo y las religiones de la tierra”, tomo
II, donde se analiza la relación entre Cristianismo y Mitraismo).
9. El mensaje que transmiten los cuatro evangelios, aceptados por
todas las iglesias cristianas, es la continuación del mensaje bíblico
del Antiguo Testamento: el mundo es bueno, la materia buena y
no hay en él ningún desprecio por lo carnal. El prólogo del Evangelio de Juan dice que “el Logos se hizo carne y habitó entre nosotros”.
Por el contrario, la literatura gnóstica que cita el “Código Da Vinci”
desprecia lo ‘corporal’ y ‘material’.
10.El mensaje del Nuevo Testamento, como el de todo el Antiguo, es
un mensaje de ‘Revelación’, no de ocultamiento o secretos. Como
dice Jesús, ese mensaje se revela a los más humildes; no necesita ‘códigos secretos’ ni logias de personas especiales. La obra que
comentamos hace del Cristianismo una cuestión para unos pocos
que se introducen en el misterio a través de símbolos y criptogramas. El verdadero Cristianismo, por el contrario, es ‘Revelación’ a
los más pequeños e ignorantes. Jesús dice que el que no se hace
como un niño no entrará en el Reino de los Cielos. Esto contradice
totalmente la filosofía implícita en “El Código Da Vinci”.
11.Con respecto a la tesis de que es María Magdalena y no Juan el que
está a la derecha de Jesús en la pintura “La última cena”, los especialistas en el arte de Leonardo no le encuentran fundamento. Es
cierto que la figura de Juan tiene rasgos femeninos, pero esa era la
imagen que tenía Leonardo del ‘hombre bello’. Si se mira atentamente la deteriorada pintura (una reproducción se puede ver en
la “Historia del Arte” del gran especialista e historiador Ernst Grombich) se puede ver que el tercer apóstol a la izquierda de Jesús
también tiene rasgos femeninos. Por otra parte, Jesús está rodeado
de los doce apóstoles, seis a un lado y seis al otro lado. Pretender
que uno de ellos es María Magdalena es dejar afuera algún otro
apóstol. Lo que pintó Leonardo fue la cena tal como lo narra el
evangelio de Juan, en el momento en que Jesús afirma que alguien
156
Rogelio Tomás Pontón
lo va a traicionar. Pedro, que está al costado de Juan, le pide a
éste que le pregunte a Jesús quién es el traidor. Es cierto que en la
pintura de Leonardo un brazo, portando un cuchillo, queda como
‘descolgado’ y no pertenecería a Pedro, pero es probable que ello
se deba al hecho que Leonardo muchas veces no terminaba sus
pinturas y las dejaba inconclusas.
12.Un último comentario sobre el libro en general. El éxito de ventas
que “El Código Da Vinci” ha tenido mundialmente es una muestra
del interés que tiene el público por los misterios de la vida que
nuestro siglo no está en condiciones de satisfacer y que sólo puede
cubrir la ‘religión’. Se une también al implícito deseo de mostrar
que en el fondo somos todos ‘pecadores’. Se acentúa la naturaleza
humana de Jesús, que muchas veces es dejada de lado en otras
publicaciones que sólo acentúan su naturaleza divina. Y, para no
ser tan críticos, aunque es una obra plagada de errores, su éxito
comercial puede llevar a muchas personas a leer libros ‘serios’ sobre estos temas.
Bibliografía
Witherington III, Ben, The Gospel Code, InterVasity Press, Downers Grove,
Illinois, 2004.
King, Karen L. The Gospel of Mary of Magdala, Santa Rosa, Calif.: Polebridge,
2003.
Meier, John, Un judío marginal, Editorial Verbo Divino, tres tomos, años
1998, 1999 y 2000.
157
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
García Martínez, Florentino, Los textos de Qumran, Ed. Trotta, Madrid, 1992.
En esta obra están traducidos al español todos los manuscritos no bíblicos rescatables de la cueva 4 de Qumran. García Martínez estuvo a
cargo de la publicación oficial de los manuscritos de la cueva 11. Es el
principal especialista español sobre los manuscritos del Mar Muerto.
Santos Otero, Aurelio de, Los evangelios apócrifos, 10° edición por la Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1999. En esta obra se pueden leer
los distintos evangelios apócrifos, como el de Felipe, el de Tomás, etc. y
una muy buena introducción a los mismos.
Feiner-Löhrer (eds), Myterium Salustis, Cristiandad, Madrid, 10 volúmenes,
1969 y siguientes. Esta obra es fruto de la participación de muchos
teólogos y biblistas.
Pagels, Elaine, The Gnostic Gospels, New York, Vintage Books, 1981. Hay traducción en español.
En los últimos tiempos se ha descubierto un pequeño fragmento que se
denominó “Jesús gospel’s wife”. Sobre el mismo se han publicado ya varios escritos pero creemos que el más sólido es el artículo del eminente
biblista Francis Watson: “The Gospel of Jesus Wife: How a fake Gospel-Fragment was composed”, 2012, publicado en Internet.
158
14.- Presentación de un artículo de William Phillips,
Premio Nobel de física 1997
Prestigia la Revista Invenio un artículo de William D. Phillips, Premio
Nobel de Física 1997, artículo publicado con la expresa autorización de
su autor.
En el mencionado artículo, titulado “Ordinary Faith, Ordinary Science”, el Dr.
Phillips aborda un tema sumamente importante en esta era de la ciencia,
cual es la relación entre la ciencia y la religión. En anteriores números de
Invenio se han publicado algunos artículos sobre esta cuestión, pero en
esta oportunidad es un científico reconocido internacionalmente el que
de una manera franca y sencilla nos muestra dos ‘ventanas’ de su vida,
como diría el famoso físico Freeman Dyson, como son la ciencia y la fe.
Es frecuente escuchar que ciencia y fe son incompatibles, y es por ello
interesante escuchar de un especialista que ambas actividades del ser
humano no tienen por qué estar en contradicción sino, más bien, pueden
ser complementarias.
El Dr. Phillips nació en 1948 en Wilkes-Barre, Pennsylvania, y desde pequeño se interesó por cuestiones relacionadas con la ciencia y la técnica.
Posteriormente recibió el título de Bachiller en Física en el Juniata College, Huntington, Pennsylvania, y luego el Doctorado en Física en el Massachusett Institute of Technology, Cambridge, publicando la tesis sobre “I.
The Magnetic Moment of the Proton in H20; II. Inelastic Collisions in Excited Na”,
bajo la supervisión del Profesor Daniel Kleppner.
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Phillips fue agraciado con un sinnúmero de premios y honores, entre
los que podemos mencionar su elección como miembro de la American
Academy of Arts and Sciences (1995), la Michelson Medal of the Franklin
Institute (1996), su elección en la National Academy of Sciences (1997),
el más arriba mencionado Premio Nobel de Física (1997), conjuntamente
con los físicos Steven Chu y Claude Cohen-Tannoudji, y finalmente, y
no por eso menos importante, con el Arthur L. Schawlow Prize in Laser
Science (APS) en 1998. Su actividad profesional se desarrolla en el National Institute of Standards and Technology, en Gaithersburg, Maryland,
donde dirige un grupo de investigación integrado por de 15 a 20 físicos.
El Dr. Phillips es autor o coautor de alrededor de 200 trabajos en publicaciones científicas y fue agraciado con sus compañeros con el Premio Nobel por la Royal Swedish Academy of Sciences “for development of
methods to cool and trap atoms with laser light”. Permítaseme, a un neófito
como yo, dar una muy pequeña explicación de esto, basándome en la
publicación de la mencionada Academia que se puede bajar de Internet
igual que su autobiografía (ver www.nobel.se/physics/laureates/1997).
La luz actúa mecánicamente sobre los objetos materiales lo que significa
que puede cambiar sus posiciones y velocidades. Esta acción mecánica es usada en el ‘laser cooling and trapping’ para reducir la velocidad
de una colección de átomos o confinarlos en un pequeño volumen. La
temperatura a la que se llega es de una millonésima de grado por arriba
del 0 absoluto (- 273°). Como dice la publicación de la Academia: “their
research is helping us to study fundamental phenomena and measure
important physical quantities with unprecedented precision”.
Con respecto a la otra ‘ventana’, la fe, digamos que William D. Phillips es
desde su niñez un miembro de la Iglesia Metodista. Él nació dentro de
una familia que siempre tomó la religión muy seriamente. Actualmente
forma parte de la Fairhaven United Methodist Church en Darnestown
MD, y canta en el coro evangélico de la mencionada iglesia. Se considera
un ‘ordinary Physicist and a ordinary Christian’ y como se puede deducir del
artículo que publicamos y de las hermosas canciones eclesiásticas cuyas
letras fue bebiendo desde la niñez, esa expresión ‘ordinary’ no es más
que la demostración de su gran humildad.
El artículo que publicamos y que nos fuera enviado por él, es también el
testimonio de su beneplácito al enterarse por nosotros que existía una
160
Rogelio Tomás Pontón
universidad metodista en la República Argentina, y es un testimonio que
ayuda a mostrar que entre ciencia y fe no tiene por qué existir ninguna
incompatibilidad. Esto también está corroborado por el premio que recibió en 1998 (el Arthur L. Schawlow Prize), premio otorgado por la American Physical Society en homenaje a uno de los dos inventores del láser,
quién no solo fue un gran científico sino también un gran cristiano.
161
15.- Los osarios de Talpiot y de Dominus Flevit,
¿pertenecen a la familia de jesús?
1. En Talpiot, al sudeste de la vieja Jerusalem, se encontraron en 1980
diez osarios. El arqueólogo Amos Kloner hizo un resumen de los diez
osarios, seis de los cuales tienen inscripciones. Las inscripciones dicen: ‘Jesús (¿) hijo de José’, ‘María’, ‘MariameneMara’, ‘José (¿)’, ‘Judas
hijo de Jesús’ y ‘Mateo’. De las seis inscripciones, cinco son en arameo y uno en griego (MariameneMara).
2. Según el Nuevo Testamento los hermanos de Jesús eran Santiago,
Simón, José y Judas. Tenía también hermanas. No entramos a discutir
aquí cual es el verdadero sentido de la palabra ‘hermano’ o ‘hermana’.
3. El programa de Discovery Channel (realizado por los productores
Cameron y Jacobovici) sostiene que los mencionados osarios pertenecen a la familia de Jesús de Nazareth. También dice que el osario
“MariameneMara’ debería traducirse como ‘María la Maestra’ o ‘María la Señora’, y que pertenecería a ‘María Magdalena’. La presencia
del osario de ésta en una tumba familiar implicaría que Jesús estaba
casado con ella y para eso se habría hecho la contraprueba del DNA.
Ese análisis mostró que no existía relación sanguínea.
4. El principal osario, ‘Jesús (¿) hijo de José’ es de lectura difícil en la
palabra Jesús. Detengámonos un momento en este osario. La pala-
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
bra Jesús en arameo está formada por cuatro letras, que son: yod
(equivalente en inglés y), shin (equivalente en inglés sh), vov (equivalente en inglés u) y ayin (equivalente en inglés a). Es decir que el
osario debería decir ‘Yeshua bar Yehosef’. Varios expertos no están de
acuerdo con esta trascripción. Así por ejemplo, el conocido biblista
Craig Evans dice “I can’t see Yeshua”, ‘Yo no puedo ver Jesús’. La misma opinión manifiesta el conocido especialista en lenguas Stephen
Pfann, quien más bien se inclina por ‘Chanun o Yadun hijo de José’.
Es cierto que una autoridad como Frank Cross traduce ‘Jesús hijo de
José’, pero de todas maneras él no cree que el osario pertenezca a
Jesús de Nazareth. Se puede leer a este respecto el comentario del
director de la Biblical Archeological Review, Hershel Shanks, en su
artículo “The Tomb of Jesus. My Take”, en el número de junio de la mencionada publicación. Allí se lee: “I recently talked to Cross, who told
me he was ‘upset’ at his appearance in the film”. En un análisis posterior, Pfann y su equipo, sostienen que la palabra Jeshua estaría sobreinscripta sobre otra palabra y no habría sido hecha con el mismo
instrumento que ‘hijo de José’. Un análisis detenido a este respecto
ha realizado Pfann con la publicación de fotografías de alta resolución que confirmarían su postura de que la palabra ‘Jeshua’ habría
sido añadida sobre otra palabra que podría ser ‘Chanun o Yadun’ (ver
su página web ‘The view from Jerusalem’).
5. Stephen Pfann sostiene que el osario ‘MariameneMara’ dice ‘Marieme kai Mara’ y contiene dos nombres ‘María y Marta’ escritos por dos
personas distintas, por lo tanto no sería de María Magdalena y no tiene sentido la contraprueba del DNA, ya que probablemente contenía
los restos de dos personas, lo que era bastante común en esa época.
Hay un osario, de los descubiertos en Dominus Flevit, que contiene
cinco nombres (ver el escrito de Pfann: “Mary Magdalene is now missing: A corrected reading of ossuaries CJO 701 and CJO 108”). Apoya la
interpretación de Pfann el Cardenal Carlo Martini, uno de los principales especialistas de griego neotestamentario del mundo.
6. Los mencionados nombres eran muy comunes en la época de Jesús.
José era el segundo entre los hombres después de Simón, María era
el segundo entre las mujeres después de Salomé, Jesús era el sexto
entre los hombres. También eran comunes Judas, Marta, etc. Se ha
descubierto otro osario que dice ‘Jesús hijo de José’. Según Richard
164
Rogelio Tomás Pontón
Bauckham, en su libro “Jesus and the Eyewitnesses”, de 2.625 nombres
masculinos, Jesús aparece en 99; José aparece en 218 y María, entre
328 nombres femeninos, aparece en 70.
7. De acuerdo a L.Y. Rahmani, “A Catalogue of Jewish Ossuaries”, de 917
osarios en las colecciones del Estado de Israel, sólo 231 están inscriptos con nombres. En total aparecen 286 inscripciones de nombres
personales en los 231 osarios. Los nombres son 72 y de esos nombres
16 constituyen el 75% de todos los nombres (214 en total).
8. El cálculo que aparece en la página web de Discovery sosteniendo
que el cluster de nombres de los osarios de Talpiot sería de la familia
de Jesús de Nazareth con una chance de 600 a 1, parte de una serie
de supuestos. Ese cálculo fue realizado por el profesor Andrey Feuerverger, pero en un escrito que éste dirigió a sus colegas (12 de marzo
del corriente año) admite que de variar esos presupuestos la probabilidad cambiaría sustancialmente. Por ejemplo, si la inscripción
“MariameneMara’ no correspondiera a María Magdalena el cambio
sería sustancial.
9. En un trabajo del matemático Joe D’Mello se indica cuál sería la correcta interpretación del cálculo probabilístico. Significaría que hay
1 chance en 600 de que este cluster de nombres no ocurra en una de
las 1.000 tumbas descubiertas. Para dilucidar el tema hay que usar
‘probabilidad condicional’ (teorema de Bayes) y debería interpretarse
así: ‘Si la familia de Jesús tenía una tumba, entre las 1.000 encontradas, existiría una chance de 599 en 600 de que fuera la tumba de la
familia de Jesús’. Matemáticamente: P(A/B), es decir la probabilidad
de A sí se da B. Esto se traduce como PB*P(A/B), siendo el símbolo *
multiplicación. Según el arqueólogo Kloner la probabilidad de que
la familia de Jesús, de Nazareth, tuviese una tumba en Jerusalem
es muy pequeña. Supongamos de 5%. Tendríamos: 0,05 x (599/600)
= menos de 0,05 de que sea la tumba de la familia de Jesús de Nazareth. Tengamos en cuenta que de haber tenido la familia de Jesús
una tumba en Jerusalem hubiese sido lugar de peregrinación desde
la antigüedad, y de hecho eso no ha ocurrido.
10. En el cálculo mencionado arriba de 600 a 1 se partió de la interpretación de ‘MariameneMarta’ como que significa María Magdalena, lo
cual hoy es negado por casi todos los especialistas. Uno de ellos, que
165
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
aparece en el programa como apoyando la interpretación del film,
Francois Bovon, profesor en la Universidad de Harvard, en un trabajo
que se puede bajar de internet dice que todo esto es “science fiction”.
11. Uno de los más reconocidos arameistas, Joseph Fitzmyer, sostiene en
su escrito “Together at Last?” que el problema más grande que tiene
la interpretación de Discovery Chanel es el nombre MAPIAMHNOY
H MAPA (mariamenou e mara) al interpretar la primera palabra como
‘Mariamne’, esto es como ‘María Magdalena’. De interpretarse así “no
se da explicación de la terminación masculina/neutral ou; además, el
griego mara se dice ser gratuitamente la palabra aramea para ‘Master’ o ‘Señor’. ¿Pero por qué debería un nombre griego con una terminación masculina o neutral, seguida por el término griego e (or), usar
un título arameo que se usa para ‘Lord’ (Señor) ser el nombre de una
mujer, específicamente de María Magdalena)”?
12. El film falla también cuando sostiene que el nombre ‘Yoseh’ que aparece en un osario no es común. Yoseh (hebreo) es equivalente a Iose
(griego) y es la abreviación de ‘Yehosef/Josef’. Es muy común.
13. También hay que tener en cuenta lo siguiente: ¿Por qué no se dice
del hermano de Jesús que aparecería en el osario como Yoseh, ‘Yoseh
hijo de Yehosef’ (José hijo de José)?
14. ¿No es una contraprueba que un osario diga ‘Judad hijo de Jesús’
cuando no sabíamos de su existencia? Por otra parte, en un osario
encontrado en Talpiot en 1926 aparece la inscripción “Jesús hijo de
Judad”. El profesor Pfann analiza esto en su página “The view from
Jerusalem” (mayo de 2007).
15. ¿Qué tiene que ver ‘Mateo’ en una tumba familiar si no era pariente
de Jesús sino un discípulo? Utilizar la existencia de un antecesor llamado Mateo extraído de la genealogía del Evangelio de Lucas, como
lo hace el profesor James Tabor, nos hace pensar que todos los parientes de Jesús fueron guardados en la tumba Talpiot, lo que para
nosotros no tiene mucho sentido.
16. Se ha esgrimido que uno de los osarios que faltan, el décimo, podría ser el de ‘Santiago hijo de José hermano de Jesús’. Pero según
Amos Kloner, el décimo osario no tenía ninguna inscripción y sus
dimensiones son distintas del osario “Santiago hijo de José hermano
166
Rogelio Tomás Pontón
de Jesús”. Nueva evidencia muestra que el propietario del osario de
Santiago, Oded Golan, lo tenía en su colección desde marzo de 1976,
cuatro años antes del descubrimiento de la tumba Talpiot.
17. ¿Por qué llamar a Jesús ‘hijo de José’ cuando los cristianos en el Nuevo Testamento lo llamaban ‘Jesús hijo de María’?
18. ¿Por qué hablar de una tumba de la familia de Jesús en Jerusalem si
ella era de Nazareth? Este argumento, conjuntamente con otros, lo
expresa la distinguida arqueóloga Jodi Magness en su escrito “Has
the Tomb of Jesus Been Discovered?” (Society of Biblical Literatura, SBL
Forum). También sostiene que creer que la tumba Talpiot pertenecía
a la familia de Jesús está en contradicción con los evangelios que son
la fuente antigua sobre el entierro de Jesús y que habla de una tumba, la de José de Arimatea, muy lejana a Talpiot. ¿Qué sentido tiene ir
a otra tumba prestada si se tenía una tumba (Talpiot) en Jerusalem?
19. Con respecto a los osarios de Dominus Flevit (lugar donde Jesús lloró
por Jerusalem, según nos narra el evangelio de Lucas), digamos lo
siguiente. Este sitio se encuentra en el este de lo que fue el Templo de
Jerusalem, al oeste del Huerto de los Olivos. Su distancia con respecto a la tumba Talpiot es de aproximadamente 2 millas, es decir unas
30 cuadras. En el film de Discovery Chanel parecería que están contiguos. El efecto buscado por los realizadores (Cameron y Jacobovici)
es ligar ambas tumbas y decir que pertenecen a un grupo cristiano,
los ebionitas. En Dominus Flevit se han encontrado 122 osarios de los
cuales 43 están escritos con nombres. Los nombres más comunes son
Simón, María, Marta, Salomé, Jesús, etc. La inscripción más llamativa
es “Simón hijo de Jonás (?)”, que podría referirse a Simón Pedro, el
apóstol de Jesús. Esta tumba fue analizada en los años cincuenta por
Bagatti y Milik y aunque el primero, sacerdote franciscano, creyó leer
‘Simón hijo de Jonás’, el segundo, uno de los más eminentes epigrafistas de los famosos manuscritos del Mar Muerto, no estuvo seguro
de esa interpretación. El Dr. Pfann hace un análisis exhaustivo de esa
inscripción en la página web de “The View from Jerusalem” de los días
30 y 31 de mayo, y 1, 3 y 4 de junio de 2007, llegando a la conclusión
que la inscripción dice ‘Shimon Barzillai’ no ‘Shimon Bar Jonah’. Por
lo tanto se puede seguir aceptando que la tumba de Simón Pedro
está en Roma como desde antiguo se creyó.
167
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
20. Con respecto al ‘chevron’ que aparece a la entrada de la tumba Talpiot y que también se encuentra en algunos osarios de Dominus Flevit, una v invertida y un pequeño círculo en el medio de la v, es un
símbolo que aparece en distintos monumentos arqueológicos que no
tienen orígenes cristianos. Se puede ver un análisis bastante detenido en “The View from Jerusalem” del 15 de mayo de 2007.
21. Terminamos con lo que dice el arqueólogo que dirigió la investigación arqueológica en Talpiot, Amos Kloner, todo este montaje realizado por Discovery Channel: “It’s nonsense”.
Bibliografía
Bovon, François. “The Tomb of Jesus”, 2007.
Caruso, Steve. “The Jesus Son of Joseph Inscription”, números 1, 2, 3 y 4, año
2007.
Evans, Craig A. “The Tomb of Jesus and Family? Second Thoughts”, 2007.
Fitzmyer, Joseph. “Together at Last”, 2007.
Gibson, Shimon. “The Final Days of Jesus. The Archaeological Evidence”, Harper
One, New York, 2009. El autor es uno de los arqueólogos que analizaron
la tumba de Talpiot.
“Hebrew Alphabet”, 2007
Heiser, Michael S. “The Jesus Ossuary: A Critical Examination”, 2003.
Heiser, Michael S. “The Jesus Ossuary: A Critical Examination”, 2003.
Kloner, Amos. “A Tomb with Inscribed Ossuaries in East Talpiyot, Jerusalem”,
1996.
168
Rogelio Tomás Pontón
Magness, Jodi. “Has the Tomb of Jesus Been Discovered?”, SBL Forum, 2007.
Pfann, Sephen J. “Cracks in the Foundation: The Jesus Family Tomb Story”. 2007
Pfann, Stephen “The View from Jerusalem”, éste es el sitio web de Stephen
Pfann y de la University of Holy Land que dirige. Entre los meses de
abril y junio de 2008, en sus páginas, el Dr. Pfann, eminente epigrafista,
ha realizado un análisis diario de los osarios de la tumba Talpiot y de
Dominus Flevit. Creemos que es el análisis más completo y profundo
sobre toda esta cuestión.
Pfann, Stephen J. “Mary Magdalene is Now Missing. A corrected reading of Rahmani Ossuary CJO 701 and CJO 108”, 2007.
Pfann, Stephen. “Has St. Peter returned to Jerusalem? The final resting place of
Simon Peter and the Family of Barzillai”, 2007.
Pfann, Stephen. “How do you solve a problem like Maria?”, 2007
Pfann, Stephen. “The Improper Application of Statistics in ‘The Lost Tomb of
Jesus’”, 2007
Quarles, Charles (editor), “Buried Hope or Risen Savior? The search for the Jesus Tomb”, B&H Academic, Nasville, 2008. En este libro es importante el
trabajo del escriturista Richard Bauckham titulado “The Names on the
Ossuaries”.
Rahmani, L. Y. “A Catalogue of Jewish Ossuaries in the Collections of the State
of Israel”, 1994.
Shanks, Hershel & Witherington III, Ben. “The Brother of Jesus”, Harper San
Francisco, 2003.
Shanks, Hershel. “The Tomb of Jesus. My Take”, junio de 2007.
“The Alphabet of Biblical Hebrew”, 2007
Todos los artículos anteriores se bajaron de Internet, menos el libro de
Shanks y Witherington III, el editado por Charles Quarles y el de Simon
Gibson.
169
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
En los últimos tiempos se han publicado algunos textos e imágenes
encontrados en una tumba contigua a Talpiot (que ahora se denomina
Talpiot A) y a la que se designa como Talpiot B. Ambas tumbas están
separadas por unos 80 metros. Algunos escritores han querido relacionarla con los primeros cristianos dado que una imagen es interpretada
como si fuera el ‘gran pez’ de Jonas, y que sería una señal cristiana de la
resurrección. Sobre esta cuestión ha escrito varios trabajos el eminente
especialista Chris Rollston que niega totalmente dicha interpretación. Se
pueden consultar sus escritos en internet.
170
Rogelio Tomás Pontón
16.- Juan Pablo II y la filosofía
Sin la menor duda la muerte de Juan Pablo II ha sido una de las pérdidas
más significativas para la humanidad. Y esta afirmación no implica que
se generalice el apoyo a todos los dichos o acciones del ilustre Papa. Pero
lo que no se puede negar es que su actuación, a lo largo de 27 años de
pontificado, fue de una riqueza acorde con la actuación destacada de sus
predecesores: León XIII, Pío X, Benedicto XV, Pío XI, Pío XII, Juan XXIII,
Pablo VI y Juan Pablo I. Todos ellos tuvieron alguna característica por la
que sobresalieron. Algunos fueron más abiertos en su concepción, como
el papa Juan, otros más cerrados, como Pío X, pero todos ellos fueron un
ejemplo para los líderes políticos contemporáneos.
Algunos valoran de Juan Pablo II esa capacidad de comunicación que
tuvo a lo largo de sus frecuentes visitas a los países y escenarios más
diversos, entablando contacto con la gente y construyendo puentes de
amistad y paz con funcionarios, clérigos y pueblos de distinta concepción política, ética y religiosa. Y esto es notable dado que el Papa Wojtyla
no era un hombre de postura flexible en todos los temas. Su concepción
en materia de moral era más bien ‘tradicionalista’, pero aun asumiendo
esa posición sabía tender los puentes de la comprensión con sus hermanos de otras religiones, agnósticos y aún ateos.
Uno de los capítulos más notorios de los últimos siglos, y especialmente
de las últimas décadas, es el proceso de ‘secularización’ que vive el mundo, proceso que avanza en forma sostenida, especialmente en los países
171
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
europeos. Hay pérdida de aceptación de muchas de las doctrinas religiosas
y morales tradicionales. Pero ese proceso, como muy bien mostró el pensador Romano Guardini en su obra “El ocaso de la Edad Moderna”, puede vislumbrarse con algún optimismo mientras nos limpie de formas religiosas
ya perimidas y nos haga más receptivos a la verdad religiosa fundamental,
cual es la relación Yo-Tu, de la criatura con su Creador, y al fundamento de
la ética cristiana, que es el “amor al prójimo como a uno mismo”.
La Iglesia Católica, que ya tiene dos mil años de existencia y que ha pasado por situaciones harto difíciles en ese largo período, tiene a este respecto singular experiencia. Recordemos las persecuciones sufridas en el
Imperio Romano, las invasiones bárbaras, el desorden moral y las luchas
internas de las familias romanas en el llamado ‘siglo oscuro de la Iglesia’,
la pornocracia del siglo X, la ruptura con la Iglesia Oriental, las cruzadas,
las persecuciones de los albigenses, la lucha entre el rey francés Felipe el
Hermoso y el papa Bonifacio, el cautiverio de Avignon en el siglo XIV, el
cuestionamiento de la filosofía realista por Guillermo de Okham, la desunión del Papado, el nacimiento del protestantismo con Lutero, Calvino
y Zwinglio, los choques con el liberalismo italiano y con la Alemania de
Bismarck, para llegar en el siglo XX a las guerras mundiales, al genocidio
de los judíos y a las persecuciones en los países comunistas y otros.
Pero, en contraste, en esos dos mil años el espíritu cristiano ha producido
hechos destacables, como las innumerables obras de caridad a lo largo y
ancho del mundo, el avance de la cultura benedictina, franciscana y dominicana, la obra de extraordinarios pensadores como Orígenes, Agustín,
Tomás de Aquino, Duns Scoto, Kepler, Newton, Maxwell, Romano Guardini, Karl Barth, Dietrich Bonhoeffer, Karl Rahner, Urs von Balthazar, Teilhard de Chardin; santos como Francisco de Asís y otros muchos, y en los
tiempos actuales Edith Stein y Maximilian Kolbe asesinados en los campos de concentración nazis (canonizados los dos últimos bajo el pontificado de Juan Pablo II); artistas que embellecieron el mundo con sus
pinturas como el Giotto, Miguel Angel, Rafael y el maestro Grünewald, o
con su música como Vivaldi, Bach, Mozart, Brunner y otros.
Ser el jefe espiritual de una comunidad que abraza a más de mil millones
de miembros no es tarea fácil, y más en una época en que el avance de la
ciencia ha llevado a crecientes cuestionamientos de las ideas religiosas
tradicionales y también a prácticas que chocan, muchas veces, con la
172
Rogelio Tomás Pontón
moral cristiana tal como la entiende la Iglesia católica que Juan Pablo II
dirigió durante un período tan largo.
Todos sabemos que muchos de los hijos espirituales de la Iglesia y aun
conocidos teólogos, como Hans Küng y otros –especialmente los llamados teólogos de la liberación, como Leonardo Boff- han cuestionado de
diversas formas algunas declaraciones o acciones de Juan Pablo II, pero
así y todo éste logró conducir la barca con firmeza.
Veamos primero algunos de los aspectos relacionados con lo doctrinal.
No existe duda alguna del papel trascendente que cumple la ciencia en
los últimos tiempos y, a este respecto, vamos a mencionar dos acontecimientos que están estrechamente ligados a la concepción cristiana del
mundo: el primero es el interrogante que abre la cosmología sobre el origen del universo; el segundo es el que está referido al origen del hombre.
Con respecto a lo primero, el origen del universo, digamos que, con el
correr de las décadas, se ha ido imponiendo la teoría del Big Bang, teoría
que afirma que el universo surgió hace aproximadamente 14.000 millones de años. Fue un sacerdote belga, el astrofísico George Lemaître, quien
la formuló por primera vez hacia 1928. Esa teoría, prácticamente confirmada en los años sesenta por el descubrimiento, por Penzias y Wilson, de
la ‘radiación de fondo’ de 3 grados de temperatura sobre el cero absoluto,
ha sufrido algunas modificaciones en las últimas décadas. Entre otras, en
la versión llamada ‘inflacionaria’ por parte de los astrofísicos Guth y Linde, quienes han desarrollado la concepción de un universo que surge de
la ‘nada’, rescatando un viejo concepto de la teología. Desde los primeros
años del pontificado de Juan Pablo II, los cosmólogos del Observatorio Astronómico del Vaticano, como los padres George Coyne, William Stoeger
y otros, ahora dotados de un moderno telescopio en el Monte Graham
(Arizona, EE.UU.), participan activamente en estas nuevas teorías. Y es el
jesuita Coyne, director del mencionado Observatorio, quien más ha hecho hincapié en el apoyo recibido de Juan Pablo II. Numerosas reuniones
científicas, especialmente en el año del Jubileo, se han realizado en Roma
con la presencia de grandes figuras de la ciencia internacional. Un joven
físico argentino, Juan Maldacena, uno de los principales expertos mundiales en la ‘teoría de las supercuerdas’, actualmente en la Universidad
de Princeton, fue galardonado hace un par de años con la medalla Pío XI,
otorgada por la Academia Pontificia de las Ciencias.
173
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Con respecto al segundo interrogante, la teoría de la evolución, recordemos que en 1859 Charles Darwin presentó, en su obra “El origen de las
especies”, su concepción evolucionista, que fue recibida con temor por
muchos cristianos. Si esta obra no se interpretaba correctamente se corría el riesgo de que la doctrina cristiana del origen del hombre quedase como una concepción arcaica, para épocas mitológicas o infantiles.
Aunque Pio XII dejó abierta la cuestión para los fieles católicos en su
encíclica ‘Humani Generis’ en 1950, esa apertura fue sumamente tímida.
El mismo Teilhard de Chardin, eminente paleontólogo jesuita evolucionista que participara del descubrimiento del Sinántropo u Hombre de
Pekín, no recibió en vida ni de su propia orden ni de la Iglesia de Roma
demasiadas muestras de aceptación. Al contrario, se le miró con aires de
sospechas. Por otra parte, nadie puede ignorar que en Estados Unidos, la
mayor parte de los grupos cristianos protestantes, se manifiestan aún
hoy día como ‘creacionistas’ en el sentido de que aceptan literalmente el
texto del Génesis bíblico: según ellos ‘el mundo fue creado en solo seis días de
24 horas” y de la teoría evolucionista ‘mejor es no hablar’.
Como un punto muy importante de Juan Pablo II sobre este tema está su
discurso a la Academia Pontificia de la Ciencias de octubre de 1996 donde
consideró que la teoría evolucionista era más que una mera hipótesis de
trabajo. Dijo el Papa textualmente en esa oportunidad lo siguiente:
“En su encíclica ‘Humani Generis’ (1950), mi predecesor Pío XII ya había afirmado que no había oposición entre la evolución y la doctrina de
la fe sobre el hombre y su vocación, con tal de no perder de vistas algunos puntos firmes...Teniendo en cuenta el estado de las investigaciones
científicas de esa época y también las exigencias propias de la teología,
la encíclica ‘Humani Generis’ consideraba la doctrina del evolucionismo
como una hipótesis seria, digna de una investigación y de una reflexión
profundas, al igual que la hipótesis opuesta...Hoy, casi medio siglo después de la publicación de la encíclica, nuevos conocimientos llevan a
pensar que la teoría de la evolución es más que una hipótesis. En efecto,
es notable que esta teoría se haya impuesto paulatinamente al espíritu
de los investigadores, a causa de una serie de descubrimientos hechos
en diversas disciplinas del saber. La convergencia, de ningún modo buscada o provocada, de los resultados de trabajos realizados independientemente unos de otros, constituye de suyo un argumento significativo
en favor de esta teoría”.
174
Rogelio Tomás Pontón
De todas maneras, Juan Pablo hizo algunas acotaciones que es necesario
recordar, como, por ejemplo, cuando más delante en su discurso dice
que, “a decir verdad, más que de la teoría de la evolución, conviene hablar de las
teorías de la evolución. Esta pluralidad afecta, por una parte, a la diversidad de
las explicaciones que se han propuesto con respecto al mecanismo de la evolución
y, por otra, a las diversas filosofías a las que se refiere. Existen también lecturas
materialistas y reduccionistas, al igual que lecturas espiritualistas. Aquí el juicio
compete propiamente a la filosofía y, luego, a la teología”.
Fue tan importante esta declaración que el fallecido Stephen Gould, uno
de los más eminentes biólogos de los últimos tiempos y con una clara concepción agnóstica en materia religiosa, le ha dedicado varias páginas conceptuosas en su obra “Rocks of Ages: Science and Religión in the Fullness of Life”.
A la mencionada afirmación del Pontífice hay que agregar el documento “Comunion and Stewardship: Human Persons Created in the Image of God”,
publicado por la Comisión Teológica Internacional, presidida por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, ahora Pontífice con el nombre de Benedicto XVI, y siempre muy cercano a Juan Pablo II. Allí, en el artículo 69,
se dice expresamente que “es importante notar que, de acuerdo a la concepción católica de la causalidad divina, la contingencia verdadera en el
orden creado no es incompatible con el propósito de una Divina Providencia”. Un poco antes, el documento afirmaba que ese proceso contingente abarca la selección natural y las variaciones genéticas azarosas,
es decir, lo que en principio constituye la doctrina básica del llamado
‘neodarwinismo’ o teoría sintética.
El acercamiento manifestado por el Pontífice a los distintos ámbitos de la
ciencia ha sido notable, especialmente a través de la Academia Pontifica
de la Ciencias. Eminentes científicos han sido y son integrantes de la mencionada Institución, algunos de ellos no católicos. Basta recordar entre los
más eminentes de la ciencia universal al gran físico Paul Dirac, fallecido
hace ya alrededor de veinte años. Desde hace más de diez años dicha Academia es presidida por el físico italiano Nicola Cabibbo, uno de los principales teóricos del mundo en la teoría de las partículas elementales.
No podríamos dejar de lado la notable apertura que se produjo con respecto al ‘caso Galileo’. Para ello, Juan Pablo II nombró una Comisión integrada por científicos, teólogos e historiadores, la que emitió un informe
que sirvió para mostrar con claridad que el ilustre florentino era un ‘teó175
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
logo’ superior a los críticos de la Inquisición Romana que le condenaron.
Galileo nunca creyó que la teoría de Copérnico, que él apoyaba, estuviera
en contra de las Sagradas Escrituras. Hoy sabemos, gracias a las cartas de
su hija, monja conventual, que su padre era un hombre de muchísima fe
y que se consideraba un hijo fiel de la Iglesia.
Juan Pablo II, en sus años previos al Pontificado, fue sobre todo un pastor,
pero siempre consideró que su pastoral tenía que ir unida a su profesión de filósofo. En este aspecto fue docente de la Universidad Católica
de Dublín en la cátedra de ética escribiendo durante toda su vida obras
fundamentadas en el realismo tomista y que él supo hacerle echar otras
raíces al contacto con la fenomenología. La influencia que tuvieron sobre él una serie de eminente filósofos, muchos de ellos de origen polaco,
como Roman Ingarde, Yzydora Dambska, Tadeusz Kotarbinski, Maria Ossowska y otros se deja sentir en muchos de sus libros. Recordemos a este
respecto su trabajo de tesis “Max Scheler y la ética cristiana” sobre el gran
filósofo judío alemán que tanto influyera sobre muchos de los jóvenes
teólogos del catolicismo, o su obra más importante “Persona y acción”. Pero
el contacto con la escuela de la fenomenología no le hizo abandonar en
ningún momento el firme piso del realismo tomista, aunque dejándolo
abierto al aporte realizado por un sinnúmero de filósofos contemporáneos pertenecientes a otras escuelas.
Una de las características de su pensamiento, explícita en ese pequeño
y hermoso libro de sus últimos años, “Memoria e Identidad”, es la lucha
entre las fuerzas de bien y el mal. En este sentido su pensamiento es
una versión filosófica y teológica de esa lucha, que en obras de cuentos
infantiles se encarna en personajes fantásticos, como en el “El Señor de
los Anillos” de Tolkien o en “Narnia” de C. S. Lewis. Dice Wojtyla en el libro
mencionado:
“He tenido la oportunidad de experimentar personalmente las ‘ideologías
del mal’. Es algo que nunca se borra de la memoria. Primero fue el nazismo. Lo que se podía ver en aquellos años era ya terrible. Pero muchos aspectos del nazismo no eran visibles en aquel período. No todos se daban
cuenta de la verdadera magnitud del mal que se cernía sobre Europa,
ni siquiera muchos de nosotros que estábamos en el centro mismo de
aquel torbellino. Vivíamos sumidos en una gran erupción del mal, y sólo
gradualmente comenzamos a darnos cuenta de sus dimensiones reales,
176
Rogelio Tomás Pontón
porque sus responsables trataban a toda costa de ocultar sus propios
crímenes a los ojos del mundo. Tanto los nazis durante la guerra como los
comunistas después, en Europa Oriental, intentaban esconder a la opinión pública mundial lo que estaban haciendo...Más tarde, una vez terminada la guerra, pensé para mí: Dios concedió al hitlerismo doce años
de existencia y, cumplido este plazo, el sistema sucumbió. Por lo visto,
éste fue el límite que la Divina Providencia impuso a semejante locura”.
Para Juan Pablo II la filosofía, al no tener como guía la metafísica, puede
derivar en caminos sin rumbo como ha ocurrido desde la edad moderna con algunas derivaciones del pensamiento cartesiano. Veamos lo que
nos dice más adelante en el libro mencionado:
“Para esclarecer mejor este problema hay que remontarse al período anterior a la ilustración y, específicamente, a la revolución que supuso el
pensamiento de Descartes en la filosofía. El cogito, ergo sum –pienso,
luego existo- comportaba una inversión en el modo de hacer filosofía.
En la época precartesiana, la filosofía, y por tanto el cogito, o más bien
cognosco, estaba subordinado al esse, que era considerado primordial.
A Descartes, en cambio, el esse le pareció secundario, mientras estimó
que lo principal era el cogito. De este modo, no solamente se producía
un cambio de rumbo en el modo de filosofar, sino también un abandono
decisivo de lo que había sido la filosofía hasta entonces, y particularmente, para santo Tomás de Aquino: la filosofía del esse. Antes todo se
interpretaba desde el prisma del esse y desde esta perspectiva se buscaba una explicación a todo. Dios, como el Ser plenamente autosuficiente
(Ens Subsistens), era considerado el fundamento indispensable de todo
ens no subsistens, ens participatum, de todos los seres creados y, por
tanto, también del hombre”.
Otro aspecto destacable de Juan Pablo II fue su ascética habilidad en el
trato con los políticos de las distintas naciones. No cabe duda sobre el
papel que jugó su persona en la caída del comunismo en distintos países
de Europa Oriental, comenzando en su querida Polonia. Vive en el recuerdo de muchos lo que Winston Churchill cuenta en sus “Memorias de la
segunda guerra mundial”, cuando ante su reflexión sobre el Estado del Va-
177
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
ticano, Stalin, en tono de sorna, le preguntó: ¿cuántas divisiones tiene el
Vaticano? Sin divisiones, la fuerte personalidad de Wojtila jugó un papel
fundamental en las distintas caídas de los regímenes antidemocráticos
comunistas desde el muro de Berlín a otros acontecimientos en Polonia,
Rumania y en la propia Unión Soviética. La presencia de premier soviético en esos años, Mihail Gorbachov, en el Vaticano, nos hace recordar a la
vigilia durante tres días y tres noches del emperador Enrique IV ante el
palacio invernal del Papa Gregorio VII en Canosa. Claro que el poder de
Juan Pablo II era totalmente espiritual y difería de la concepción del Papa
medieval que creía que el poder terrenal de los emperadores les estaba
sometido (concepción de las dos espadas que luego toma, a principios
del siglo XIV, el Papa Bonifacio VIII).
Sus viajes a los distintos confines del mundo lo constituyeron no sólo en
el Papa viajero sino en el principal hombre público viajero. En la mayoría
de esos lugares fue recibido en forma calurosa y masiva por la población,
la que también lo despidió masivamente en sus últimas horas y en sus
funerales. Es cierto que en algunos países la recepción no fue lo calurosa
que se esperaba, como en Nicaragua, pero aun en circunstancias difíciles
supo actuar con una habilidad, claridad y sencillez que impresionó a sus
interlocutores o críticos.
Y un último punto, que, como argentinos, no podemos dejar de recordar. El papel que Juan Pablo II cumplió en horas tristes y oscuras, por
distintas circunstancias, de la historia de nuestro país. A fines de 1978,
dos países hermanos –que fueran independizados por la misma persona,
el general Don José de San Martín- estuvieron a punto de entrar en un
conflicto armado por la cuestión del Beagle. Hubiera sido una guerra sumamente dañina que habría significado miles de compatriotas muertos
para ambas naciones. El Pontífice nombró como su delegado personal
en la mediación al Cardenal Samoré, y esta mediación dio los resultados
apetecidos por los amantes de la paz. Una segunda actuación fue en la
Guerra de Malvinas, cuando viajó a ambos países contendientes buscando la finalización del conflicto y evitar así la pérdida de vidas humanas.
Hace pocos años hemos ingresado en el siglo XXI y de la misma manera
que ciertos problemas han desaparecido, otros nuevos van surgiendo en
el andar. Dentro de la misma Iglesia Católica se reviven situaciones que
causan desvelo a muchos de sus hijos. Pero, como muy bien dice Juan Pa-
178
Rogelio Tomás Pontón
blo II, siguiendo a San Agustín, “el mal es siempre la ausencia de un bien que
un determinado ser debería tener, es una carencia. Pero nunca es ausencia absoluta del bien. Cómo nazca y se desarrolle el mal en el terreno sano del bien, es un
misterio. También es una incógnita esa parte del bien que el mal no ha conseguido
destruir y que se difunde a pesar del mal, creciendo incluso en el mismo suelo.
Surge de inmediato la referencia a la parábola evangélica del trigo y la cizaña (cf.
Mt 13, 24-30). Cuando los siervos preguntan al dueño ‘¿Quieres que vayamos a
arrancarla?’, él contesta de manera muy significativa: ‘No, que podríais arrancar
también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega, y cuando llegue la siega
diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero’ (Mt 13, 29-30)”.
Sigue diciendo Juan Pablo II: “Se puede tomar esta parábola como clave para
comprender toda la historia del hombre. En las diversas épocas y en distintos
sentidos, el ‘trigo’ crece junto a la ‘cizaña’ y la ‘cizaña’ junto al ´trigo’. La historia
de la humanidad es una trama de la coexistencia entre el bien y el mal. Esto significa que si el mal existe al lado del bien, el bien, no obstante, persiste al lado del
mal y, por decirlo así, crece en el mismo terreno, que es la naturaleza humana. En
efecto, ésta no quedó destruida, no se volvió totalmente mala a pesar del pecado
original. Ha conservado una capacidad para el bien, como lo demuestran las vicisitudes que se han producido en los diversos períodos de la historia” (“Memoria e
Identidad”, Madrid, Planeta, 2005, pág. 14-15).
Y en ese espíritu tan esperanzador, dejemos descansar al extraordinario
hombre que, en sus últimos minutos de vida, pidió en su idioma natal, el
polaco: “Pozwólcie mi odejść do Ojca”, que textualmente se traduce: “Déjenme retirarme a lo del Padre”.
179
17.- Recordando al maestro Romano Guardini
Romano Guardini nació en Verona (Italia) en 1885 y falleció en Munich
(Alemania) en 1968, y estas fechas y latitudes nos plantean un interrogante: ¿Fue italiano o alemán?
En realidad fue las dos cosas y sus escritos engloban ambas culturas: la
profundidad filosófica que viene del Norte y la extraordinaria profundidad artística que viene de la zona mediterránea. Desde pequeño vivió
en Alemania donde su padre fue cónsul en la ciudad de Maguncia, pero
siempre estuvo ligado culturamente a su país de origen. Recordemos sus
hermosas “Cartas del Lago di Como”.
¿Pero fue Guardini un filósofo o un teólogo?
Si entendemos por filósofo o teólogo a un profesor con escritos llenos de
citas y bibliografía, Guardini no fue ni lo uno ni lo otro. De todas maneras,
muchos pensadores lo han tomado como guía espiritual, entre ellos eminentes teólogos como Hans Urs von Balthazar, Karl Rahner y el actual
Pontífice de la Iglesia Benedicto XVI (Joseph Ratzinger).
¿Escribió Guardini algún tratado de filosofía? En realidad su único libro
de filosofía llevó por título “El contraste. Ensayo de una filosofía de lo vivoconcreto”. La recepción que recibió este libro escrito en 1925 fue tan fría
que el autor no lo volvió a editar en vida. Posteriormente a su muerte se
editó nuevamente. De este pequeño libro escribió el eminente físico Carl
Friedrich von Weiszaecker (que descubrió en 1937 el proceso nuclear en
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
el sol) palabras laudatorias y lo necesario que son en nuestra sociedad
maestros como Guardini.
Guardini, después de muchos dudas y carreras a medio terminar (química y ciencias económicas), abrazó la vocación sacerdotal y se ordenó
en 1910. Después de ejercer en varias parroquias, el obispo de su ciudad
lo mandó a la universidad de Friburgo para que hiciera su doctorado en
teología. Su tesis fue sobre San Buenaventura.
Posteriormente fue profesor en Berlín, Tubinga y finalmente Munich.
Sus mentores fueron entre otros el gran filósofo judío Max Scheler y
Theodor Haecker, y a lo lejos en el tiempo San Agustín, San Buenaventura, Dante Alighieri y Pascal.
Algunos de sus libros llegaron a ser famosos, como “El espíritu de la liturgia”, escrito en 1918, o sus sermones en la capilla de la Universidad de
Berlín que se volcaron en 1937 con el título de “El Señor”, obra que las
autoridades nazis advirtieron rápidamente que era un desafío indirecto
hacia el régimen, ya que para Guardini el único Señor era Jesucristo.
Finalmente, en 1939 fue despojado de su cátedra y en 1943 tuvo que guarecerse en casa de un amigo.
Después de la segunda guerra mundial se le ofreció la cátedra de Martín
Heidegger en Friburgo, pero finalmente ocupó una cátedra en Tubinga
hasta que a principios de 1948 la Universidad de Munich le ofreció una
cátedra para que desarrollase en libertad el temario que quisiera. Esta
cátedra se denominó “Visión Cristiana del Mundo”.
Al mismo tiempo que desarrolló sus clases académicas hasta 1962, estuvo a cargo de los sermones en la capilla de la Universidad. Estos sermones se volcaron posteriormente en cuatro volúmenes con el título de
“Verdad y Orden”, y en los mismos analizó los primeros capítulos del Génesis, los salmos, las fiestas litúrgicas, el Padrenuestro y muchos otros
temas.
Las obras que le llevaron toda una vida para concluirlas fueron la “Ética”,
que fue publicada después de muerte, y “Antropología Cristiana”, que no
llegó a terminar, aunque algunos libros le sirvieron de antecedente como
“Mundo y Persona” (1939).
182
Rogelio Tomás Pontón
Guardini no fue un escritor sistemático, en el sentido de escribir un tratado de teología, pero influyó sobre una serie de tratadistas, como Michael
Schmaus y Karl Rahner.
Muchos de sus escritos fueron ensayos, entre los cuales hay que recordar “La esencia de la obra de arte”, “Religión y Revelación”, “Preocupación por
el hombre”, “El ocaso de la edad moderna”, “El poder”, “El hombre incompleto
y el poder”, “La distinción del cristiano” y diversos libros sobre el mensaje
cristiano, como “La imagen de Jesús en el Nuevo Testamento”, “La madre del
Señor” y un admirable ensayo sobre la sicología de Jesús con el título de
“La realidad humana de Jesús”.
Otros ensayos tuvieron repercusión en la ciencia de sicología, como “La
aceptación de la vida” y “Las edades de la vida”. La lectura del primero hizo
que un eminente siquiatra desistiera del suicidio. El segundo es un libro
frecuentemente citado por el eminente sicólogo Igor Caruso.
Aconsejado por Max Scheler, en el sentido de que no escribía obras sistemáticas, elaboró análisis profundos sobre los escritos de eminentes
autores, como San Agustín, Dante, Pascal, Dostoievsky, Hölderlin, Rilke
y Mörike.
La vida de Romano Guardini no fue fácil dado su frágil salud física y
síquica. A pesar de ello, supo guiar a innumerables jóvenes a lo largo de
toda su vida. Su centro de operaciones fue el castillo de Rothenfels, junto
al río Main. Hacia 1924 convivían allí chicos y chicas de manera franca y
limpia, se cultivaba el canto y el baile, los deportes, las conferencias y los
oficios litúrgicos. Pero finalmente los nazis lo confiscaron en 1939.
Como dice el filósofo Alfonso López Quintás: “en las décadas de 1950 y
1960, Guardini llenaba todo Múnich y era considerado como un referente
de Alemania y Austria. Su magisterio empezaba a extenderse por otros
países, que se apresuraban a traducir sus obras más significativas. Tras
el Concilio Vaticano II (1962-1965), otros autores pasaron a primer plano
y la estrella de Guardini pareció apagarse. Pero, desde hace unos años, su
pensamiento ha vuelto a cobrar vigencia en muchas naciones, pues se
trata de un autor ‘clásico’ que supera las barreras de espacio y tiempo y
entusiasma en todo momento con lo bueno, lo noble, lo bello y lo justo,
valores eminentes que buscó durante su vida con tenacidad innaccesible
al desaliento”.
183
18.- Los manuscritos del Mar Muerto
Escuché sobre estos manuscritos a comienzos de los años ’60 en las clases del Padre Enrique Nardoni, eminente especialista en Sagradas Escrituras. Desde ese momento el tema me atrajo y aunque no me considero
un especialista ni mucho menos, no hay ninguna duda de que le he dedicado algo de mi tiempo.
Hace algunos años un periodista del diario local “La Capital” se apersonó a mi oficina en la Bolsa de Comercio de Rosario para hacerme una
entrevista sobre este tema y pocos días después el diario, en su edición
dominical, le dedicó toda una página a la misma. Quiso la fortuna que
ese mismo día, el Padre Nardoni que en ese entonces era profesor de Sagradas Escrituras en la Universidad de Dallas (Estados Unidos), estuviera
visitando a su hermana, en Rosario y al abrir el diario se encontró con el
artículo. Y nuevamente, después de varios años, tuve la suerte de encontrarme con este distinguido sacerdote.
Los manuscritos del Mar Muerto, o de Qumran, fueron descubiertos de
casualidad por unos beduinos a fines de 1946 o principios de 1947, en
una cueva en las cercanías del Mar Muerto (Palestina). Posteriormente, y
hasta el año 1956, se encontraron diez cuevas más, siendo la más importante, por la cantidad de manuscritos, la cueva número 4.
Fueron esos años difíciles desde el punto de vista político internacional,
dado que en 1948 las Naciones Unidades decidieron otorgarle a Israel
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
la soberanía sobre una parte del territorio de Palestina y esto originó el
estallido de la primera de las guerras entre árabes e israelitas. Por otra
parte, los descubrimientos en su mayoría se hicieron en las zonas ocupadas por los palestinos, de ahí que los conflictos han tenido importancia
hasta muchos años después y esto ha sido una de las principales razones
para la demora en la publicación de los manuscritos.
En la primera cueva se encontró un famoso pergamino sobre el libro de
Isaías, de varios metros de extensión, y también otros escritos importantes, como el llamado comentario de Habacuc. También se encontraron
escritos de las reglamentaciones de la propia comunidad que produjo
esos documentos.
En las cercanías de las cuevas existen unos restos arqueológicos de unos
edificios que ya se venían estudiando desde 100 años atrás y que fueron
identificados como de la Comunidad de los manuscritos, o Comunidad
de Qumran.
¿A quienes pertenecían estos manuscritos? Hasta el día de hoy es tema
de discusión, pero la gran mayoría de los especialistas sostiene que esos
manuscritos pertenecían a los esenios, grupo que habría construido las
instalaciones de Qumran unos 150 años antes de Cristo y que las abandonaron hacia el año 70 de nuestra era ante el avance de las tropas romanas en la primera guerra judaica. Ya de los esenios hablaba el famoso
historiador judío del primer siglo, Flavio Josefo.
Después de los primeros descubrimientos, en 1946 o 1947, los manuscritos pasaron por distintas manos dado que los poseedores de los mismos
no tenían noción sobre su significado. Un investigador judío, E. Sukenic,
pudo hacerse de un lote que luego publicó, mientras que el arquéologo
estadounidense John Trever pudo sacar fotografías del texto de Isaías,
fotografías que remitió al eminente lingüista William Albright, en EE.UU.,
quien a los pocos días confirmó la gran antigüedad del escrito.
Posteriormente, en 1949, el Sr. Harding, a cargo de la respectiva entidad
arqueológica de Jordania, y el Padre Roland de Vaux, director de la Escuela Bíblica de Jerusalem, visitaron la cueva número 1 y encontraron
innumerables fragmentos de distintos escritos del Antiguo Testamento
y de la Comunidad.
Luego se analizaron una serie de cuevas en donde se encontraron al186
Rogelio Tomás Pontón
gunos pequeños fragmentos y en la entrada de la cueva número 3 se
encontraron los misteriosos y famosos rollos de cobre. En estos rollos se
detallan una serie de lugares que contendrían grandes tesoros. Los rollos
fueron llevados a la Universidad de Manchester donde fueron cortados
para hacer acesible su lectura.
La sorpresa mayor sobrevino durante el año 1952 cuando una gran cantidad de fragmentos comenzaron a llegar a la ciudad de Jerusalem para
su venta. Pertenecían a la mayor de las cuevas, la número 4, que parece
haber sido la biblioteca de la comunidad. El número de fragmentos, muchos de ellos muy pequeños, llegaba a alrededor de 15.000. Es por ello
que, bajo la dirección del Padre de Vaux, se requirieron fondos a distintos
centros universitarios y a diferentes entidades, al mismo tiempo que se
solicitaba a las mismas enviar especialistas en las presuntas lenguas de
los manuscritos, fundamentalmente hebreo, arameo, griego y otras.
De esta manera se formó una Comisión Internacional que iba a estar a
cargo de la publicación de los mencionados fragmentos de la cueva 4 y
de otras cuevas. Como dijimos, el Padre de Vaux iba a ser el director y los
primeros integrantes fueron los siguientes:
F. M. Cross, profesor de la Universidad de Harvard, de religión protestante; J. M. Allegro, de la Universidad de Manchester, metodista y luego
agnóstico; Padre Jean Starcky, del Instituto Católico de París; Monseñor
P. Skehan, de la Universidad Católica de Washington; John Strugnell, del
Jesus College de Oxford, luego profesor en Harvard; C. H. Hunzinger, de
la Universidad de Göttingen y Padre Jozef Milik, de origen polaco y del
instituto de Investigaciones Científicas de Francia.
Milik y el Padre dominico P. Barthélemy ya habían comenzado a trabajar
en la publicación de los restos de manuscritos de la cueva número 1.
Ningún investigador judío integró la primera Comisión Internacional
dado que la misma funcionaba en el territorio de Jordania, en el Museo
Rockefeller sito en Jerusalem. Hacia allí se llevaron los miles de pedazos de manuscritos que se colocaron en las mesas de una amplia sala
debajo de vidrios y que fueron distribuidos segúna la capacidad de los
distintos integrantes de la Comisión. Los manuscritos bíblicos fueron
destinados a los doctores Cross y Skehan; los manuscritos no bíblicos en
arameo fueron destinados a Starcky; a Allegro se le confiaron algunos de
187
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
los comentarios bíblicos; a Strugnell algunos himnos y a Milik las obras
de la secta y libros apócrifos. También estaban a su cargo los rollos de
cobre, una docena de fragmentos de la cueva 5, y la publicación de los
fragmentos de la cueva 1 con Barthélemy. No hay duda que sobre Milik
recaía la mayor parte del material no bíblico. Se explica esto no sólo por
su enorme capacidad lingüística con el manejo de 19 lenguas sino que
tenía una capacidad ignata ‘visual’ para detectar donde encajaban los
distintos fragmentos. Alguien dijo de él que sin su intervención, no tendríamos hoy los manuscritos. Pero su seriedad era tal, que dedicaba a la
publicación del material toda una serie de introducciones históricas y
de relaciones que, por supuesto, demoraron la publicación. Sin la menor
duda, él ha sido el que más textos publicó.
Hasta principios de los años ’60 la identificación y unión de los distintos
fragmentos de manuscritos fue rápida, pero en los años posteriores la
demora en la publicación fue cada vez mayor. Por otro lado, algunos de
los investigadores se retiraron a sus países de origen y otros fallecieron.
A la muerte del Padre De Vaux le sucedió el Padre Benoit, y a la muerte
de este último el Dr. Strugnell. Durante la dirección de Strugnell se agregaron otros investigadores, algunos de ellos de origen judío. Recordemos
que en la guerra de Seis Días Israel tomó posesión de Jerusalem y del Museo Rockefeller. Los rollos de cobre quedaron en posesión de los jordanos.
Finalmente se nombró un triunvirato a cargo de la edición de todos los
manuscritos con la participación de investigadores judíos y cristianos,
incrementándose el número de nuevos investigadores, muchos de ellos
trabajando a la par de los ‘históricos’.
Los manuscritos del Mar Muerto, a pesar de la demora, están hoy totalmente publicados. En idioma español ha aparecido el tomo de Florentino
García Martínez, “Textos de Qumran”. García Martínez es uno de los principales expertos sobre los manuscritos y a su cargo estuvo la edición de los
pergaminos encontrados en la cueva número 11, con el apoyo de la Real
Academia de los Países Bajos.
¿Cuál es la importancia de estos manuscritos?
Desde el punto de vista de la literatura del Antiguo Testamento su importancia radica en la antigüedad de muchas de las copias de los textos
bíblicos, antigüedad que llega a casi 1.000 años en relación con los textos
188
Rogelio Tomás Pontón
que se tenían hasta ese momento. Hay copias que se remontan a 200
años antes de Cristo. Se encuentran representados todos los libros del
Antiguo Testamento menos el de Ester, aunque Milik ha analizado un
texto con un gran parecido.
Desde el punto de vista de la literatura no bíblica, nos ofrecen textos
que se escribieron cuando nació el cristianismo: libros apócrifos, textos
comunitarios como la Regla de la Congregación, la Regla de la Guerra y el
Documento de Damasco (de éste se había encontrado una copia a fines
del siglo XIX), salmos y cartas.
De la lectura de los textos no bíblicos percibimos muchas de las cosas
que se leen en los evangelios sinópticos y de Juan. Por ejemplo: en los sinópticos se dice que Jesús rebatiendo a los que le criticaban porque había
curado a un enfermo en día sábado, les dijo que si una oveja se caía en
un pozo ese día, ¿quién no la iba a sacar del mismo? En los manuscritos
de Qumran se dice expresamente que no hay que rescatar al animal si
se cae en un pozo un día sábado. Otro ejemplo: hasta el descubrimiento
de los manuscritos del Mar Muerto se decía que detrás del evangelio de
Juan estaba el pensamiento de los griegos. Como ha mostrado Albright,
hoy sabemos que el de Juan es un evangelio típicamente judío.
Entre los manuscritos del Mar Muerto y los evangelios existen similitudes, pero también grandes diferencias.
En los años ’50, el especialista francés Dupont Sommer sostuvo que un
personaje de Qumran, del que no conocíamos su existencia, el Maestro de
Justicia, era un “Cristo antes de Cristo”. Para ello se basó en algunos textos
del Comentario a Habacuc. Se dijo del Maestro de Justicia que había sido
asesinado y que se había aparecido a los suyos. Que era el Mesías que vendría al fin de los tiempos. Un pequeño libro de Jean Danielou puso en claro
que esos hechos sólo estaban en la mente del especialista francés.
Algo similar sostuvo posteriormente uno de los integrantes de la Comisión Internacional, John Allegro que creyó descubrir un texto donde el
Maestro de Justicia había sido crucificado.
Los otros expertos rebatieron rápidamente estas afirmaciones y más todavía cuando en un libro posterior Allegro afirmó que el origen del cristianismo estaba en el consumo de una planta de LSD, un hongo sagrado.
Hoy todas estas afirmaciones no tienen ningún sustento.
189
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
Entre los manuscritos del Mar Muerto y los evangelios y epístolas no hay
ninguna relación de dependencia y el Maestro de Justicia, en muchos aspectos, está en las antípodas de Jesús. De todas maneras el mundo en que
se desarrolla la comunidad de Qumran es un mundo semejante al de los
primeros cristianos y ha servido para dar más credibilidad a los evangelios.
Un papirólogo español, el Padre Callaghan, ha sostenido que un texto
griego encontrado en la cueva 7 es una partecita del evangelio de Marco,
es el llamado 7Q5. Otros especialistas, como el Padre Emile Puech no
están de acuerdo.
Sobre los manuscritos del Mar Muerto se han tejido una serie de fábulas,
especialmente en el libro titulado “El Escándalo de los Manuscritos del Mar
Muerto”, de Michael Baigent y Richard Leigh, o en el libro “Cristo de pie”,
de Dalmiro Sáenz y Alberto Cormillot o en “El Código Da Vinci” de Dan
Brown. Ninguno de estos escritores tiene competencia alguna sobre los
manuscritos. En lugar de perder tiempo en sus lecturas recomendamos
las obras de Milik, Cross, Pfann, Vanderkam, Puech, García Martínez, Tov,
Fitzmyer y otros, que fueron y son consumados expertos en la materia.
De la importancia de Jozef Milik para los manuscritos, recomendamos
los 2 amplios volúmentes de la “Revue de Qumran”, editados por Puech y
García Martínez en su honor.
La visión más amplia que conocemos sobre los manuscritos en un solo
volumen es la obra de VanderKam y Flint, “The meaning of the Dead Sea
Scholls”, 2004.
Para el texto de los manuscritos no bíblicos recomendamos la obra de
Florentino García Martínez, “Textos de Qumran”, Editorial Trota, 1993.
190
19.- Algunas reflexiones sobre una polémica
Alguien se podría preguntar que importancia puede tener hoy el recordar
una polémica que tuvo lugar hace exactamente 75 años, pero la razón
radica en que fue una de los encuentros intelectuales más comentados
y populares que registró nuestro país en el tema religioso, especialmente
por el protagonismo de los contendientes: Lisandro de la Torre y Monseñor Gustavo Franceschi.
En 1937 el tribuno santafesino dio una serie de charlas de filosofía en
un Instituto de Buenos Aires. En las mismas expresó sus ideas sobre la
religión y, especialmente, sobre el Cristianismo. En el comienzo versaron
sobre el tema social y la doctrina de la Iglesia Católica a este respecto.
De la Torre no era creyente y en esas charlas se manifestó crítico de todo
lo que tuviese relación con la Iglesia.
A raíz de esas charlas, monseñor Gustavo Franceschi salió a contestarle,
especialmente en la revista que dirigía, Criterio. Franceschi era un intelectual y en sus artículos fue directamente al choque. Basta nomás recordar
el primer artículo titulado “Ante una diatriba”, que nos parece ofensivo.
De la Torre contestó a los artículos de Franceschi y éste, a su vez, a los
artículos del primero en sucesivas tandas. Los del santafesino se publicaban en el diario La Tribuna y los del sacerdote en la revista Criterio. Por
supuesto que los del primero fueron mucho más populares, y era más
fácil para la gente tener acceso a los mismos.
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
En mi adolescencia leí los dos libros que posteriormente se publicaron de
ambos autores, y en mi casa, como manifiesto en el prólogo de este libro,
mi padre que era delatorrista guardaba los dos en su biblioteca particular y ello dio lugar a discusiones respetuosas entre nosotros.
Guardo admiración por ambos contendientes, aunque por distinto motivo. En Lisandro de la Torre mi admiración radica sobre la gran probidad
del tribuno político. En Monseñor Franceschi por su capacidad intelectual. De todas maneras, también tomo distancia de los dos. Los conocimientos en materia religiosa del político santafesino eran limitados. Los
contestaciones de Franceschi, pobres.
En un momento de la polémica, el clérigo no contestó más. Se dice que lo
hizo a pedido de la Curia, pero esto no está demostrado. Franceschi le había solicitado al tribuno limitarse a sólo dos temas, que no eran por otra
parte importantes y, aparentemente, este último se iba por las ramas.
A partir de allí, de la Torre pasó a escribir sobre otros temas que no estaban dentro de los lineamientos que originaron la polémica, que era más
bien ‘la cuestión social y los cristianos sociales’. En los nuevos capítulos
que desarrolló el santafesino, manifestó que la Biblia no era más que un
conjunto de mitos, especialmente el Pentateuco Hebreo, y que el Cristianismo era un plagio de las religiones de la India.
Sobre la historicidad o no del Pentateuco no nos detenemos ya que el
nivel del capítulo de Lisandro de la Torre es pobre. Su mayor fuente de
información es la obra de Ernesto Renán de mediados del siglo XIX, que
hoy nadie usaría por vetusta, aunque hay que reconocer la buena pluma
del ex sacerdote francés.
Con respecto a la relación con las religiones de la India, de la Torre tomó
como base de su argumentación el libro de Franz Griese, “La desilusión de
un sacerdote”. Este libro, a su vez, extraía sus argumentos del libro “Emancipación de Jesucristo” de Mathilde Ludendorff, esposa del general alemán
Erich Ludendorf. En ese libro, la escritora gnóstica alemana trató de mostrar la dependencia de Jesús del maestro hindú Sakyamuni Buda.
De la Torre también tomó como libro de cabecera el titulado “La Biblia en
la India” del juez Luis Jacolliot.
192
Rogelio Tomás Pontón
En algún momento, Franceschi aludió a la literatura ‘nacional socialista’
que servía de base intelectual al tribuno santafesino, pero el público no
entendió mucho a qué se refería. El libro de la señora Ludendorff no era
más que un programa para liberar al pueblo alemán de Jesucristo con
muy poca base científica.
El libro de Luis Jacolliot no era más que un conjunto de textos falsificados
como mostró muy bien el gran orientalista del siglo XIX, Federico Max
Müller (el escrito de Müller está reproducido en el libro de Anibal Fiori,
“El Cristo de la historia y de las escrituras”).
Según Lisandro de la Torre, y por lo tanto de Jacolliot, gran parte de las
enseñanzas de Jesús no eran más que una reproducción del libro “Bhagavad Gita”, y hasta el nombre de Jesucristo habría sido una copia casi literal
del nombre de Iezeus Christna. En realidad, el primero de los nombres era
inventado y el segundo estaba mal escrito, no se escribía Christna sino
Krishna, y mientras Cristo significa ungido, Krishna significa negro, lo que
se puede ver en las estatuas que lo representan siempre de ese color.
Por otra parte, la vida de Krishna, del cual no sabemos cuando vivió, no
está narrada en el “Bhagavad Gita” sino en el “Bhagavata Purana”. El primero consta de 18 cantos de conversaciones filosóficas entre Arjuna y su
maestro Krishna y está inserto en la gran colección de narraciones épicas
de la India llamada Mahabharata.
En cambio, el “Bhagavata Purana”, que habría surgido en el sur de la India
en el siglo X después de Cristo, aunque algunos le dan fechas posteriores,
narra algunas leyendas sobre la devoción a Krishna.
Aunque las mencionadas obras de la literatura hindú forman parte de la
cultura humana y por ello deben ser apreciadas, nada tienen que ver con
el Cristianismo y sería ridículo, hoy día, hablar de plagio de uno a otro.
¿Tuvo la polémica algún triunfador?
En realidad no, aunque el estilo popular del tribuno santafesino hizo que
la mayor parte del público lo considerase ganador.
Años después, en la década del ’40, un sacerdote de Buenos Aires, Restituto Pruneda, escribió un voluminoso libro titulado “El Brahmanismo
frente al Cristianismo”, donde con claridad mostró los errores de Jacolliot
y de Lisandro de la Torre. De todas maneras, no escribimos este artículo
193
Ensayos sobre ciencia, teología y fe.
para desmerecer al tribuno santafesino, sino para recordar una historia
que fue muy popular y en la que participaron dos meritorias figuras de
nuestro país.
194
Descargar