Sobre las preposiciones directivas en español (a, en) y en

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Sobre las preposiciones directivas en español (a,
en) y en portugués (a, em, para) con algunos
verbos de movimiento: un análisis comparativo
Masterproef voorgedragen tot het behalen van de graad van
Master in de taal- en letterkunde: Frans – Spaans
Gregory Suy
Taal-en letterkunde: 2 talen
Promotor: Prof. Dr. Eugeen Roegiest
Tutora: Clara Vanderschueren
Gante, 2010 – 2011
Deseo dar las gracias a todas las personas que han contribuido a realizar esta investigación.
En primer lugar quiero expresar mi mayor agradecimiento al profesor E. Roegiest y a Clara
Vanderschueren. Mil gracias por los buenos consejos que me han dado. Su guía y ayuda han
sido de valor incalculable. Sin sus conocimientos y esfuerzos este trabajo nunca hubiera sido
posible.
Igualmente doy las gracias a mis padres, que siempre me han apoyado incondicionalmente y
que me han enseñado a darlo todo para alcanzar sus objetivos.
Finalmente, agradezco de corazón a Nathalie porque siempre nos hemos podido animar
mutuamente en la realización de nuestra tesina. También estoy en deuda contigo por tus
increíbles conocimientos informáticos que a mí, a veces, me faltan.
Índice de materias
0. Introducción.............................................................................................................................1
I.
Primer capítulo: la parte teórica ...............................................................................3
1.1
Introducción..........................................................................................................3
1.2
La noción preposición ...........................................................................................4
1.2.1
Los orígenes y el nacimiento de la categoría de las preposiciones ..................4
1.2.2
Las preposiciones: esencia .............................................................................5
1.2.3
Lo que distingue las preposiciones de las conjunciones ..................................7
1.2.4
Conmutación de las preposiciones..................................................................9
1.3
La clasificación de los verbos de movimiento ..................................................... 14
1.3.1
La conceptualización del movimiento .......................................................... 14
1.3.2
La clasificación de los verbos de movimiento: VVDD y VMMs .................. 15
1.3.3
El punto de vista de Tesnière: verbos ‗intrínsecos‘ y ‗extrínsecos‘ ............... 17
1.3.4
La oposición ―Movimiento/Desplazamiento‖ ............................................... 18
1.3.5
La estructura del movimiento según Talmy .................................................. 19
1.4
Explicación de las preposiciones estudiadas ........................................................ 24
1.4.1
Presentación del objeto de estudio ................................................................ 24
1.4.2
La preposicion a en español: análisis ........................................................... 25
1.4.3
La preposición a en portugués: similitudes y divergencias para con el español ....... 29
1.4.4
La preposición en: análisis ........................................................................... 32
1.4.5
La preposición em: similitudes y divergencias para con el español ............... 36
1.4.6
La preposición para en portugués: análisis ................................................... 40
1.4.7
La locución preposicional para dentro de: análisis ....................................... 44
1.5
Explicación de los verbos estudiados .................................................................. 45
1.5.1
Introducción................................................................................................. 45
1.5.2
La oposición entre verbos causativos y no causativos ................................... 46
i
1.5.3
El verbo entrar en ambas lenguas: análisis ................................................... 48
1.5.4
El punto de vista de Ibarretxe-Antunano acerca de la conmutación entrar en/a ....... 51
1.5.5
El verbo caer/cair: análisis .......................................................................... 55
1.5.6
El verbo saltar: análisis................................................................................ 59
1.5.7
Los verbos tirar/atirar y lanzar/lançar: análisis ........................................... 62
II.
Segundo capítulo: Estudio lexicográfico: comparación de los diccionarios ............ 66
2.1
Introducción........................................................................................................ 66
2.2
El estudio lexicográfico ...................................................................................... 68
2.2.1
El verbo caer/cair: diferencias semánticas ................................................... 68
2.2.2
El verbo entrar en ambas lenguas: diferencias semánticas ............................ 72
2.2.3
El verbo saltar en ambas lenguas: diferencias semánticas ............................ 78
2.2.4
El verbo lanzar/lançar: diferencias semánticas ............................................ 82
2.2.5
El verbo tirar/atirar: diferencias semánticas ................................................ 86
III.
Tercer capítulo: la parte empírica ........................................................................... 93
3.1
Introducción........................................................................................................ 93
3.2
El estudio empírico ............................................................................................. 94
IV.
3.2.1
El verbo caer/cair ........................................................................................ 94
3.2.2
El verbo entrar en ambas lenguas .............................................................. 101
3.2.3
El verbo saltar en ambas lenguas ............................................................... 107
3.2.4
El verbo lanzar/lançar ............................................................................... 115
3.2.5
El verbo tirar/atirar ................................................................................... 123
Conclusión .......................................................................................................... 131
Bibliografía ..................................................................................................................... 134
ii
Lista de abreviaturas
CC: Complemento Circunstancial
CREA: Corpus de Referencia del Español Actual
DRAE: Diccionario de la Real Academia Española
LMS: Lenguas de marco satelital
LMV: Lenguas de marco verbal
RAE: Real Academia Española
SP: Sintagma Preposicional
VMMs: Verbos de Manera de Moverse
VVDD: Verbos de Desplazamiento
iii
“Prepositions seem to be that part of a second language
which causes students the greatest difficulties.
Even after extensive residence in a foreign country and
after achieving a near-native proficiency in pronunciation
and most other aspects of the grammar, one speaking a
second language rarely develops the same intuitive control
over those small but extremely important particles‖
(Moody, R.)
0.
Introducción
La presente disertación profundizará en el tema de las preposiciones de movimiento
combinadas con algunos verbos particulares, y en particular en la comparación del sistema
español con aquél portugués. Por un lado, cabe observar que a lo largo de la historia del
estudio lingüístico, las descripciones globales de las preposiciones siempre han ocupado un
lugar central y por consiguiente los estudios que tratan del tema, generalmente llevando a
resultados comparables, son numerosos. Por otro lado, no son escasos los lingüistas que se
han dedicado al análisis de ciertos verbos directivos específicos. Por esa razón, no hemos
optado por dar descripciones de los varios hechos y factores que se relacionan con el
movimiento en general, sino que nos hemos propuesto indagar en un tema bastante particular
y bien delimitado, a saber la comparación de dos preposiciones españolas y sus equivalentes
en portugués, en contacto con algunos verbos precisos, caracterizados por el sema [+
movimiento]. De este modo, nos ha parecido particularmente interesante examinar cómo se
comportan las preposiciones españolas a y en, así como sus formas correspondientes en
portugués a y em. Sin embargo, ya podemos confesar que nuestro estudiado corpus1 mostrará
que – en los contextos en que los hispanohablantes emplean a o en – los lusohablantes no se
limitan a estas dos preposiciones, sino que frecuentemente suelen insertar para, e incluso la
locución preposicional para dentro de, por lo cual estas dos formas también desempeñarán un
papel esencial en el curso de esta investigación. En cuanto a las formas verbales que hemos
incluido en el corpus, se trata de los siguientes verbos de movimiento, respectivamente
enumerados en español y en portugués: caer/cair, entrar/entrar, lanzar/lançar, saltar/saltar,
tirar/atirar.
Cómo sabemos bien, todo nativohablante de una lengua cualquiera tiene una cierta
sensibilidad lingüística, inherente, que para un estudiante de segunda lengua, o sea una que no
es su lengua materna, es sumamente difícil de alcanzar. Aun cuando uno casi ha alcanzado el
grado máximo de conocimiento del léxico así como de la gramática, el juego de lengua como
lo hace un nativo, así como aquellos sutiles matices tan difíciles de captar, nunca serán
asimiladas de una manera comparable 2 . Las preposiciones precisamente son unas de estas
partículas que pueden poner trabas al dominio perfecto de una lengua y justamente por ello
1
El Corpus de Referencia del Español actual (CREA) para los datos españoles y CETEMPúblico para los datos
portugueses.
2
Aunque esto es objeto de un debate en el que no nos queremos meter ahora.
1
constituyen un ámbito lingüístico que aviva nuestro interés de escrutarlo. En el análisis que
sigue, de hecho, no solo visaremos a explicar observaciones lingüísticas, sino que también
formará parte de nuestra intención hacer más consciente el hablante de una segunda lengua
del contenido semántico del mensaje que transfiere. Es decir, en la lengua real las
preposiciones no siempre se comportan conforme la reglas gramaticales que hemos aprendido
y es preciso ver más allá de nuestras narices.
No obstante, antes de poder pasar al estudio empírico hace falta establecer la materia
de estudio. Por eso, el primer capítulo constará de un ahondamiento en las preposiciones y los
verbos mismos que serán investigados, describiéndolos de manera individual. Igualmente,
explicaremos algunas nociones claves, de interés fundamental en esta indagación, así como
las clasificaciones existentes sobre los verbos de movimiento. El segundo capítulo, servirá
más o menos de introducción a la parte empírica. Presentaremos un estudio lexicográfico en el
que algunos diccionarios notables de la lengua española y portuguesa serán comparados, con
el fin de obtener un inventario semántico de los sentidos espaciales posibles. El tercer capítulo
consiste en el estudio empírico en el que analizaremos en un corpus el comportamiento de las
preposiciones consideradas en combinación con nuestros cinco verbos, y proporcionaremos
asimismo porcentajes precisos de los resultados obtenidos. Nuestra pregunta de investigación
será la siguiente: ¿en qué medida las preposiciones – sobre todo con respecto a a y en en
español, mientras que añadimos para y para dentro de en portugués – tienen la capacidad de
conmutar con un verbo en cuestión, y cuáles son los elementos que atribuyen a esta
conmutación? Cabe señalar que a través de la disquisición entera, prestaremos particular
atención a los aspectos semánticos y sintácticos, tanto a nivel de la preposición como a nivel
de la forma verbal. Nuestro objetivo final será de ofrecer un panorama más amplio sobre el
concepto de movimiento, así como de llegar a conclusiones claras sobre la manera de expresar
este movimiento en ambas lenguas.
2
I.
Primer capítulo: la parte teórica
1.1
Introducción
La primera parte de nuestro examen constará de cuatro subdivisiones. En primer lugar
pondremos en claro la noción de preposición (1.1.), presentando sus orígenes, su esencia, lo
que la difiere de las conjunciones – ¿realmente es una parte del discurso aparte? –, para
terminar con una representación de sus posibilidades de conmutación. Después, se dará una
vista general acerca de la clasificación de los verbos de movimiento (1.2.). Abordaremos el
tema de la conceptualización extralingüística del movimiento, así como su clasificación y
estructura con respecto a los verbos. En tercer lugar, pormenorizaremos las preposiciones
mismas que formarán el núcleo de este examen, describiendo sus usos, al igual que sus
particularidades semánticas y sintácticas (1.3.). En cuarto lugar, detallaremos los cinco verbos
que consideraremos en esta indagación, dividiéndolos en categorías y exponiendo sus
características principales en ambas lenguas iberorrománicas (1.4.). Señalamos que esta
sección se funda en las gramáticas, los artículos y los manuales, es decir, el conjunto de obras
lingüísticas ya escritas hasta hoy en día, que ponen sobre el tapete el tema de movimiento y
desplazamiento.
3
1.2
La noción preposición
1.2.1 Los orígenes y el nacimiento de la categoría de las preposiciones
Las reflexiones sobre la lengua, remontan a los griegos, quienes fueron los primeros en
destacar la importancia de analizar la lengua (M. Luisa López, 1970: 13-14). Así, en Crátilo y
El Sofista Platón define las dos clases de palabras más prominentes, haciendo una primera
diferencia entre las cosas, que suele llamar onoma, o sea nombre, y una segunda clase
constituida por los verbos – rhêma – que designan acciones. No obstante, Aristóteles detalla
más, observando la necesidad de describir una tercera clase que refiere a todos los elementos
de la lengua que ponen en relación un elemento a otro, o sea, aquellas palabras que sirven de
‗lazo‘ y que reciben el nombre de sundesmos, traducido como coniuncto por los estoicos
(Fagard, 2006: 25-26). Cabe observar que este término podía hacer referencia tanto a lo que
hoy nombramos conjunciones, como a las preposiciones. M. Luisa López apunta que fueron
estos mismos estoicos que, a principios del siglo IV, eligieron el término preposición por su
carácter prepuesto. Además, hacían hincapié en su función de palabras de enlace. Sin
embargo, es preciso darse cuenta de que esta afirmación de M. Luisa López no cuadra
enteramente, dado que haría falta buscar el origen de la noción preposición ya en el segundo
siglo antes de Cristo. Así, según Barrenecha (1962), el término preposición hubiera adquirido
su primera resonancia e importancia al entrar en la lista de las ‗ocho partes del discurso‘ –
nombre (onoma), verbo (rhèma), participio (metokhé), artículo, pronombre, preposición,
adverbio y conjunción – propuesta por Dionisio de Tracia, igualmente oriundo de Grecia, en
su obra maestra Tekhne Grammatiké.
Más tarde, después de la Edad Media, la preposición fue definida sintácticamente
como ‗partícula colocada delante‘, y morfológicamente se señalaba por su invariabilidad, es
decir, no lleva desinencias. En 1492 La renombrada Gramática Castellana de Antonio de
Nebrija definió esta clase gramatical como ―Una de las diez partes de la oración, la cual se
pone delante de las otras por aiuntamiento o por composición‖ (1970: 15).
En el período humanista, Francisco Sánchez de las Brozas – el Brocense – destacó aún
más el valor de la preposición, considerándola como la más importante de las partículas, ya
que rigen los casos al nombre (1970: 16).
4
1.2.2
Las preposiciones: esencia
Como ya hemos señalado, el estudio de las preposiciones a través de la historia de la
lingüística ya ha sido desbordante y por regla general se han formulado definiciones bastante
similares para describir y abarcar la noción. En general se acepta la afirmación de Pottier
(1962: 124-125), quien notifica lo siguiente:
―Cada preposición puede aplicarse, por una primera diferenciación teórica que divide
en nuestras lenguas el universo en universo dimensional (el espacio y el tiempo) y en
universo nocional, a tres posibilidades de aplicación: espacio, tiempo y noción‖.
Cifuentes Honrubia (1996: 1) informa que en todas las lenguas del mundo las preposiciones
forman una clase cerrada, lo cual facilita su análisis profundo. Aun así, es preciso matizar esta
afirmación puesto que la clase cerrada a la que Cifuentes Honrubia se refiere, es la de las
preposiciones simples, que también suelen llamarse ‗primitivas‘, como nos participa Prytz
(1994: 47). Este mismo autor señala que las preposiciones simples castellanas son las
siguientes: a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por,
según, sin, so, sobre, tras. Aun así, Prytz (1994: 47) subraya que hace falta observar que las
preposiciones cabe y so son consideradas formas anticuadas, y por consiguiente varios
lingüistas no las incluyen en sus descripciones, disminuyendo así el número de preposiciones
primitivas castellanas de 19 a 17. En lo referente a las preposiciones simples en portugués,
Masip Viciano (1996: 29) apunta que este sistema conoce las siguientes 18 formas simples: a,
ante, após, até, com, contra, de, desde, em, entre, para, per, perante, por, sem, sob, sobre,
trás. No obstante, al tratar de las preposiciones en su totalidad, no podemos olvidar las
preposiciones accidentales, en la terminología de Masip Viciano (1996: 29), cuya
categorización no siempre es idéntica, al depender del lingüista que la describe. Formas del
tipo mediante, durante, excepto, salvo, incluso, etc. se integran en esta clase, así como algunas
palabras cuya función principal es la de adverbio o conjunción: más, menos, mientras,
cuando, aun, como, etc. Sin embargo, estas preposiciones no suelen combinarse con los
verbos que estudiaremos más adelante en este estudio, así que no entraremos en detalle
respecto a estas formas. Un tercer tipo de preposiciones, lo forman las locuciones. Tal como
las preposiciones accidentales, éstas no se integran en una clase cerrada. La única locución
preposicional que tendremos en cuenta en esta investigación es la portuguesa para dentro de,
por cuanto que nuestro corpus ha probado su frecuencia no es insignificante en contacto con
los verbos en cuestión, lo que nos ha obligado incorporar su análisis en esta indagación.
Conforme M. Luisa López (1970: 128-129) las preposiciones se caracterizan por tres
5
rasgos diferentes, o sea, uno formal, otro funcional y un tercero semántico. Primero, como ya
alegado más arriba, su forma es invariable, por lo que toca al aspecto morfológico. Segundo,
observa la autora que su única función consiste en expresar una relación entre dos sintagmas
A y B. De ahí que carecen tanto de género como de número, o sea que no se declinan o
conjugan.
En cuanto a esta función de elemento de relación, igualmente cabe citar a Gili y Gaya
(1954: 245-246), que expresa su opinión acerca de la esencia de toda preposición:
―La función propia de toda preposición consiste en servir de nexo entre un elemento
sintáctico cualquiera y su complemento. El elemento sintáctico relacionado es inicial
de la relación; complemento es terminal, cualquiera que sea el orden con que uno y
otro se construyan. [...] Por esto la preposición va siempre unida a su término,
formando con él una unidad sintáctica y fonética que no puede destruirse sin alterar el
sentido.‖
Prytz (1994: 48-49) señala a propósito de esta última frase que tiene más importancia
hacer hincapié en la función que desempeña el conjunto de la preposición y su término,
prestando menos atención al lazo entre la preposición y ―el elemento inicial‖.
La gramática de Francisco Matte Bon (1995: 273) no sólo agrega que ―cada
preposición ya lleva en sí una imagen vacía de dos elementos‖, sino que también aduce que la
preposición aparece a condición de que esas dos plazas se cubran y que, además, la
preposición las relacione entre ellas. En último lugar, M. Luisa López (1970: 129) nos
participa que cada preposición, en realidad, solamente concuerda con un determinado
significado. Masip Viciano (1996: 27) anota a este respecto que siguen siendo palabras
gramaticales que ―no tienen significado propio; solo en contexto y, aun así, poco denso‖.
A nivel fonético, Prytz (1994: 49) apunta que las preposiciones no llevan acento. No
obstante, en cuanto a este rasgo fonético cabe admitir que podemos encontrar excepciones,
sobre todo en contraposiciones. Pensemos por ejemplo en una oración del tipo ―¿Quiere usted
café con o sin azúcar?‖, en la que las preposiciones sí se acentúan. Una respuesta a dicha frase
muestra un contraejemplo al rasgo sintáctico, visto que perfectamente sería posible contestar
con la única preposición, sin más. Por añadidura, la preposición española según, claramente
está marcado por un acento. El mismo fenómeno lo topamos con tres preposiciones
portuguesas: após, até y trás.
A nivel sintáctico, Prytz (1994: 49) anota que la preposición, por regla general,
precede a un sintagma nominal. Aun así, es bastante frecuente topar la preposición antepuesta
a un adjetivo (―pasar por tonto‖, ―caer de flaco‖), alternando la función sintáctica de éste.
6
Masip Viciano (1996: 27) agrega que ―la preposición generalmente va introducida por un
elemento sintáctico léxico y que rige un sustantivo complementario terminal, en proclisis, con
el que forma una unidad sintáctica y fonética‖. Trujillo (1971: 236) comparte esta opinión,
expresando que ―Siempre aparece la preposición unida a un elemento nominal y formando
con él una unidad acentual. Como es bien sabido, el sintagma así formado posee autonomía
sintáctica, propiedad de la que carece el nombre en las lenguas que no tienen flexión casual.‖
En nuestro examen el elemento léxico, es decir, de plena significación, que introduce la
preposición, siempre será un verbo, aunque teóricamente también puede ser un sustantivo, un
adjetivo y un adverbio.
Asimismo, la Real Academia Española subraya en su Esbozo de una nueva gramática
española (1979: 206) que son proclíticas todas las preposiciones. De este modo, el castellano
tiene una declinación preposicional, haciendo las veces del sistema casual latín. Aparte de
indicar el género, número, persona, etc. una de las funciones esenciales de los casos en latín,
era la expresión de los diversos tipos de movimiento. Por lo tanto, las preposiciones españolas
fundamentales son, esencialmente, preposiciones de movimiento (1979: 208). Said Ali (1971:
203) anota que las preposiciones existentes en las lenguas románicas provienen de los casos
oblicuos del latín. Efectivamente, en latín clásico las preposiciones – unas cuarenta
aproximadamente – únicamente estaban reservadas a los casos acusativo y ablativo, pero a lo
largo de la evolución hacia las lenguas románicas, el genitivo (de, desde) y el dativo (a, para,
en/em) igualmente han empezado a expresarse por medio de preposiciones (Waluch-De la
Torre, 2006: 1).
La Gramática da Língua Portuguesa de Vázquez Cuesta & Mendes da Luz
(1971: 550) nota, a su vez, que las preposiciones españolas y portuguesas coinciden por regla
general. Este rasgo se debe lógicamente a la semejanza general entre ambas lenguas ibéricas.
Aun así, añaden los gramáticos que existen pequeñas diferencias que son precisas de captar y
que a menudo ponen trabas para los traductores. En las páginas que siguen trataremos de
poner en claro un aspecto de esta problemática.
1.2.3
Lo que distingue las preposiciones de las conjunciones
Es claro que al inicio de la descripción lingüística preposiciones y conjunciones eran
consideradas lobos de la misma camada. Como dijimos, Platón ni siquiera se dio cuenta de
estos elementos de relación, dedicando solamente atención a los sustantivos y los verbos.
Aristóteles, por su lado, notó la importancia de estos elementos aunque definió lo que hoy
conocemos como preposiciones y conjunciones bajo un mismo término: sundesmos. El
7
primero en distinguir estas dos clases era Dionisio de Tracia, pero sin embargo sigue siendo
un tema fuertemente examinado actualmente. Ahora bien, es preciso preguntarse en qué
precisamente se diferencian las preposiciones de las conjunciones y si realmente pertenecen a
clases diferentes tal y como los verbos, los adjetivos y los sustantivos por ejemplo. Aunque
varias gramáticas tratan de esta oposición – entre otras las de Alarcos Llorach (1995), Bosque
& Demonte (1999) y Matte Bon (1995) para citar algunas – hemos optado por basarnos en la
representación de Gómez Torrego (1998), que nos parece mejor estructurada.
Gómez Torrego (1998:134) señala primeramente que existen tres características que
asemejan las conjunciones a las preposiciones. De esta forma, destaca que ambas partes del
discurso son átonas – salvo los casos de excepción dentro de la clase de preposiciones, ya
enumeradas aquí arriba (cf supra 1.2.2.). Encima, las conjunciones tampoco tienen la
capacidad de desempeñar funciones nominales: ―no pueden ser actualizadores, ni
modificadores, ni sujetos, ni complementos directos, ni complementos indirectos, ni
complementos de régimen, ni complementos circunstanciales, ni atributos, etc.‖ (Gómez
Torrego, 1998: 137). Una tercera peculiaridad en común, como ya lo sabemos de Aristóteles,
es la función relacionante entre determinadas palabras.
No obstante, lo que nos interesa más es que el mismo autor (1998: 134) igualmente
proporciona tres argumentos a favor de la separación categorial entre preposición y
conjunción. Una primera gran diferencia consiste en el hecho de que las últimas subordinan
oraciones con verbo en forma personal, mientras que los primeros subordinan sustantivos,
pronombres, grupos nominales, adjetivos, grupos adjetivales, oraciones con verbo en forma
no personal, adverbios o grupos adverbiales. Gómez Torrego ilustra su afirmación mediante
las siguientes dos oraciones:
Necesito de tu amistad (preposición)
Necesito que seas mi amigo (conjunción, no se dice *necesito de seas mi amigo)
La segunda desemejanza supone que las conjunciones son aptas a unir elementos del mismo
nivel sintáctico, o sea, sin que haya una relación de dependencia sintáctica. Verbigracia:
Elena es guapa y elegante (Gómez Torrego, 1998: 134)
La tercera divergencia que el lingüista plantea es la posibilidad que poseen las conjunciones
de ―unir una palabra (o secuencia oracional) con una oración dependiente o subordinada‖, por
ejemplo:
Quiero que vengáis a casa. (Gómez Torrego, 1998: 134)
Gili y Gaya (1954: 244) adiciona que las conjunciones, de hecho, sirven como palabras de
relación en una oración compuesta, mientras que las preposiciones relacionan palabras dentro
8
de una oración simple. A pesar de esta diferencia, el lingüista opina que el significado de
ambas partes del discurso se define contextualmente.
1.2.4 Conmutación de las preposiciones
Otro aspecto que merece una digresión es la posibilidad de conmutación que tienen las
preposiciones. Hay que tener en cuenta que en esta parte pondremos el acento en las
posibilidades de conmutación dentro de la clase de las preposiciones directivas 3. Aparte de a,
en/em y para, que forman el núcleo de este estudio, igualmente estarán involucradas las
preposiciones hasta y hacia en esta parte.
Cabe observar, antes de todo, que ciertos verbos se construyen con una preposición
fija, y que consecuentemente serán tachados de agramaticalidad si los hallamos sin la
aparición de esta preposición. Pensemos en algunos ejemplos directivos como acercarse a o
alejarse de4. Obviamente, también hallamos ejemplos no directivos del tipo pensar en, soñar
con, etc. No obstante, hay que matizar esta necesidad de expresión de la preposición fija, ya
que no aparece si no hay término expresado o si ya ha sido mencionado anteriormente y
consiguientemente queda subyacente, verbigracia:
¿Qué vamos a hacer ahora? Pues, ¡más vale alejarnos enseguida!
Se observa en este ejemplo que el verbo alejarse no expresa la preposición con el término, por
cuanto que refiere a la deixis espacial, o sea, la persona que habla refiere a un alejamiento del
lugar en que se sitúa en el momento de habla (alejarse de aquí). Sin embargo, tales
construcciones no forman parte del verdadero objeto de estudio, así que no especificaremos
más en cuanto a este aspecto.
Trujillo (1971: 245) subraya que todas las preposiciones indican la dependencia de
cierto término, lo que significa que el valor sintagmático siempre es idéntico. Lo que discierne
las preposiciones entre ellas es el valor paradigmático, originado por las oposiciones
contraídas entre sí. Aun así, a nivel paradigmático no se elige de modo completamente libre,
puesto que las conmutaciones preposicionales no son tan frecuentes en un contexto dado.
Fíjese en que una alternancia de preposición en un mismo contexto siempre conlleva una
modificación del sentido de la oración. Además, en ciertas ocasiones la carga semántica de
una preposición se puede mostrar incompatible con el contexto semántico. Roegiest (1980 :
18) observa igualmente que el contexto inmediato ejerce fuerte influencia en el valor
3
Recordamos que aquí todavía estamos tratando las preposiciones directivas en su totalidad, mientras que más
adelante restringiremos más nuestro campo de estudio
4
Verbos pronominales propios
9
semántico de la preposición. Trujillo ejemplifica la alternancia preposicional a través de los
siguientes ejemplos (1971: 245):
Viene a la calle
Viene de la calle
Viene por la calle
que, a pesar de indicar sentidos diferentes, resultan perfectamente gramaticales, mientras que
no se suele decir viene en la calle, porque el contexto impone restricciones a la conmutación,
o sea que hay bloqueo por el valor semántico de los términos relacionados (1971: 245).
Trujillo agrega que ―Basta con alterar uno u otro para comprobarlo: está en la calle, viene en
automóvil. Esto significa que el valor semántico de los términos relacionados establece límites
a las posibilidades de conmutación‖ (1971: 245). Además, Roegiest (1980: 19) señala que por
medio de estos ejemplos se entiende que cada preposición permite un abanico de matices,
dependiendo del número de contextos diferentes en los que puede figurar. El papel del
contexto puede ser más o menos prominente, de modo que a veces da lugar a preguntas del
tipo ¿Todas las preposiciones poseen un valor semántico independiente o no? De ahí también
la polémica acerca del estatuto de la preposición como parte del discurso o acerca de la
noción de ‗palabra vacía‘, que gran parte de los lingüistas suelen atribuir a la preposición. Por
añadidura, citamos a Trujillo (1971: 246), quien destaca la importancia de ambos sintagmas A
y B en el análisis de las preposiciones. Igualmente cabe observar que la cita justifica y
muestra el interés fundamental de nuestra parte empírica (cf. infra, III), en la que
averiguaremos el comportamiento preposicional de a y en, con una serie de verbos de
movimiento:
―Puede resultar cómodo prescindir del término A, porque así las posibilidades de
conmutación aumentan, pero las preposiciones no pueden analizarse fuera del texto,
pues, como ya hemos visto, su valor semántico se relaciona tanto con A como con B.
En la calle puede depender de está, pero no de viene; en cambio, en el tren puede
depender tanto de uno como de otro. El valor semántico de la preposición, en cada
caso, no puede establecerse únicamente en función del término regido, es decir, en
función de los sintagmas en el tren y en la calle por sí solos, sino también en función
de la incompatibilidad del segundo sintagma con viene. Es cierto que el valor en
lengua de una preposición no depende en sí mismo del valor de un término o de otro,
pero no es menos cierto que tal valor sólo puede deducirse a la vista de los términos en
el nivel de habla y de todos los casos comprobables.‖
10
Como ya hemos planteado en un estudio anterior5, un punto esencial en la descripción de las
posibilidades de conmutación de los verbos de movimiento es el choque, en castellano, entre
‗aféresis initiva‘ por un lado y ‗aféresis finitiva‘ por otro. Antes de poder ir más al grano, cabe
explicar lo que implica la noción de ‗aféresis‘. La lingüista polaca Waluch-De la Torre (2006:
23) observa que
―cuando se trata de un sentido de aproximación o prospectivo que señala hacia el
punto final del vector, estamos ante el sema de ‗aféresis‘. Si tratamos, pues, de los
rasgos mínimos de contenido que solamente hacen referencia a una fase del desarrollo
temporal, con exclusión de las demás, el sema de aféresis implicaría el ‗futuro‘. Las
preposiciones exclusivas de este grupo son las siguientes: a, contra, hacia, hasta,
para.‖
Esto significa que las preposiciones que pertenecen a esta categoría siempre refieren a una
meta o una orientación, es decir, un punto de llegada, que todavía no ha sido alcanzado y al
que estamos dirigiéndonos. ‗Aféresis‘ se opone así a ‗eféresis‘ 6– de y desde – que subrayan
un punto de partido que ya ha sido dejado.
Ahora bien, teniendo en mente la definición de ‗aféresis‘, cabe subrayar la oposición
que existe entre las ‗initivas‘ y las ‗finitivas‘ al interior de esta clase. Las primeras incluyen
las preposiciones para y hacia porque ambas poseen el sema ‗orientación‘. No obstante, con
el empleo de para esta orientación generalmente será determinada e indica una ‗finalidad‘,
mientras que hacia no acarrea el sema de ‗determinación‘ y pone el acento en la mera
direccionalidad (Waluch-De la Torre, 2006: 7-10):
A la mañana siguiente salieron padre e hija para Barcelona (J.R. Arana: El Cura,
p.54)
Siempre pendiente de la brújula, siguió guiando a sus hombres hacia el norte invisible
(G.G. Márquez: Cien años de soledad, p. 21)
Las formas ‗finitivas‘ a y hasta, en cambio, siempre implican el ‗alcance del límite‘. A pesar
de ello, Waluch-De la Torre (2006: 23) apunta que ―el punto final no debe ser alcanzado.
Significa solamente que el sentido de la preposición fija allí el punto final de su desarrollo‖.
5
Las preposiciones directivas en español y en portugués (a, hasta, para, hacia vs a, até, para): un análisis
comparativo (2010)
6
Waluch-De la Torre (2006: 23) describe la noción de ‗eféresis‘ mediante las siguientes palabras: ―si la posición
o el desarrollo del sentido es un alejamiento o un movimiento retrospectivo, que parte del punto de origen del
vector, hablamos del sema ‗eféresis‘. Estos rasgos mínimos de contenido solamente hacen referencia a una fase
del desarrollo temporal con exclusión de las demás: el sema ‗eféresis‘ implica ‗pasado‘. A las preposiciones
marcadas con esta característica pertenecen: de y desde.‖
11
Es más, a difiere de hasta por la ‗puntualidad‘ que designa, mientras que la segunda
preposición entraña ‗extensión‘. Ahora bien, por regla general, las ‗initivas‘ a y hasta
perfectamente pueden conmutar entre sí, así como es el caso de las ‗finitivas‘ para y hacia.
No obstante, conmutaciones preposicionales fuera de la propia clase se aceptan mucho más
difícilmente. Verbigracia:
Acaban de ascenderlo a/hasta general (*para/hacia)
Lo prolongaron para/hacia allá (*a/hasta)
Sin embargo, señalamos que en ciertos casos asimismo hay choque dentro de la misma
categoría. Pensemos por ejemplo en una oración del tipo:
―Yo, por ejemplo, no he sabido lo que quería decir pretérito hasta (*a) años después
de acabar la carrera‖ (P. Baroja, Juventud, p. 113).
Además, la preposición a posee un carácter más neutro que las demás preposiciones que
estamos tratando. De esta manera, se deshace con más facilidad de la etiqueta ‗aféresis
finitiva‘.
Llama la atención que en portugués los equivalentes preposicionales no se delimitan
tanto como en español, o sea que, los límites entre ‗aféresis finitiva‘ y ‗aféresis initiva‘ no
parecen presentarse de manera tan estricta (Waluch-De la Torre, 2006). Así por ejemplo, la
‗initiva‘ para aparece sin problemas como substituto de a o até en portugués. Pensemos en las
correlaciones españolas fijas de…a y desde…hasta, que no son tan fijas del todo en portugués.
Los siguientes gráficos, presentados por Waluch-De la Torre (2006: 7-10) muestran la
diferencia en ambas lenguas:
En español:
12
En portugués:
Igualmente salta a la vista que até en varias ocasiones se junta con la preposición a cuando se
pospone un artículo definido. Los lingüistas Vázquez Cuesta & Mendes da Luz (1971: 555)
advierten que se trata de una novedad, o sea, un uso moderno en la lengua portuguesa. En
español, al contrario, este fenómeno no se da, puesto que sería contradictorio mezclar la
‗puntualidad‘ de a con la ‗extensión‘ de hasta. Qué se compare estas dos oraciones:
Fico até à tarde, quando muito, até ao por do sol (cit. por la Academia das Ciências
de Lisboa, p.403)
He leído hasta la página diez solamente (Morera Pérez, 1988: 213)
Ahora bien, en lo que sigue profundizaremos en las posibilidades de conmutación entre las
preposiciones a y en/em en español y en portugués. De todos modos, nos propondremos
probar que a López (1970: 165) le falta la razón cuando participa – una visión un tanto
simplista a nuestro parecer – que la elección de a o en, con algunos verbos como entrar,
penetrar, caer, subir, echar, etc., simplemente constituye una oposición facultativa. Será, sin
embargo, sobre todo en nuestro segundo y tercer capítulo que realmente nos entrometeremos
en esta indagación.
13
1.3
La clasificación de los verbos de movimiento
1.3.1 La conceptualización del movimiento
Es bien sabido que la lengua que utilizamos, sirve para representar nuestra propia
conceptualización del mundo. De ahí, como lo señala Boons (1988: 5), un fenómeno
extralingüístico como el movimiento determina en cierta medida la forma lingüística que
empleamos. Cifuentes Honrubia (1999: 59) observa que esta conceptualización del
movimiento, en el fondo, no es sino una categorización de las relaciones físicas en términos
gramaticales. La lengua refleja lo que percibimos, lo que se conoce como la ‗iconicidad‘. Por
lo tanto, cabe darse cuenta de que la oposición esencial entre interpretación estática y
dinámica – reposo y movimiento – depende de nuestra conceptualización de lo percibido, es
decir, las entidades extralingüísticas. Respecto a esta formulación, Crego García (2000: 18)
añade que la conceptualización del movimiento se relaciona, aparte de la Lingüística y la
Física, con dominios de la Geometría, e incluso la Antropología y la Psicología. Conforme
este autor (2000: 17), son las relaciones espaciales que forman el núcleo de la totalidad de
experiencias físicas del ser humano:
―El espacio es en la existencia del hombre una variable constante que, junto al tiempo,
constituye una intuición pura apriorística, imprescindible para el ser humano habida
cuenta de que tiempo y espacio son, según Kant, las dos formas puras de la intuición
sensible, y es a través de estos parámetros como la humanidad completa los tres
eslabones principales existenciales: ser (o existir)  estar  moverse o desplazarse‖
Teniendo en mente este principio, se puede comprender que algunos lingüistas como Fillmore
(1968), Lyons (1968, 1977) y Anderson (1971) consideran que tanto a nivel gramatical como
semántico las expresiones espaciales constituyen una cuna, es decir, una base para otros tipos
de expresiones. Dicho de otro modo, en la opinión de dichos lingüistas las estructuras
espaciales forman la esencia, poseen un carácter prioritario, por lo cual algunos los consideran
‗primitivos lingüísticos‘. Así, se defiende igualmente que los empleos temporales derivan de
los usos espaciales. Un argumento fuerte que los partidarios aducen a favor del origen local,
consiste en el hecho de que las preposiciones, en el inicio esencialmente direccionales,
también se utilizan sin problemas en estructuras temporales – eventualmente con uso
metafórico como veremos más adelante. Por ejemplo:
Vamos de Sevilla a Granada
14
Trabajamos de las siete y media a las cinco
Igualmente merece la pena mencionar que el estudio de la semántica del desplazamiento se
apoya en varios aspectos. De este modo queremos focalizar que el concepto del movimiento o
de la direccionalidad se estudia a través de la totalidad de clases de palabras. No es solo una
clase de palabras, los verbos por ejemplo, que contienen toda la información y que abarcan el
territorio. Lo que cuenta es la interrelación entre varios componentes de la frase, como los
sustantivos, adjetivos, adverbios y – por supuesto – las preposiciones (Waluch-De la torre,
2006: 4). Cifuentes Honrubia (1999: 59) apunta que es precisamente en la elección de estas
últimas partículas que se acumula más información acerca de la dirección y el sentido
tomados por el desplazamiento.
1.3.2 La clasificación de los verbos de movimiento: VVDD y VMMs
En las últimas décadas, varios autores ya se han dedicado a estudios sobre los verbos de
movimiento7. Consiguientemente, tenemos mucha información acerca de este tema a nuestra
disposición por un lado, mientras que existe abundancia de clasificaciones propuestas con
respecto a estos verbos de movimiento por otro lado. Como no es posible dar una vista de la
totalidad de clasificaciones – y también porque algunos nos parecen mejor que otros – hemos
optado por describir las que nos parecen de mayor interés, y que igualmente son más
pertinentes con referencia a los verbos y las preposiciones que hemos analizado en la parte
empírica.
Una importante distinción8 que se hace dentro de la clase de los verbos de
movimiento es la división entre Verbos de Desplazamiento (VVDD) y Verbos de ―Manera de
Moverse‖ (VMMs9). A los VVDD, que Demonte (2010) suele llamar verbos de movimiento
con una dirección inherente (‗inherently directed motion verbs‘), pertenecen verbos del
siguiente tipo: ir, llegar, salir, venir, volver, regresar, retroceder, entrar, irrumpir, penetrar,
subir, bajar, caer, descender, acercarse, aproximarse, alejarse, desplazarse, dirigirse,
distanciarse, atravesar, cruzar, pasar, … (Demonte, 2010). Verbigracia:
7
Sin embargo Morimoto apunta que ―En la tradición de la gramática española, el interés hacia los verbos de
movimiento se centraba principalmente en su empleo perifrástico (ir a + infinitivo; volver a + infinitivo; llegar a
+ infinitivo; andar + gerundio, etc.)
8
No obstante, a un nivel aún más alto se elige primeramente entre verbos causativos (como tirar y lanzar) y nocausativos (cf. infra, 1.5.). La distinción aquí propuesta concierne a los verbos no-causativos (como entrar, caer
y saltar)
9
Utilizamos las mismas abreviaciones que Morimoto (2001)
15
Juan llegó a la fiesta
Espero volver al Golden Gate el año próximo
Obsérvese que los verbos caer y entrar, que estudiaremos detenidamente más adelante,
forman parte de este grupo.
Demonte (2010) señala a propósito de esta clase verbal que su función esencial
consiste en la especificación de la dirección del movimiento. En los términos de Morimoto
(2001: 44) ―designan un desplazamiento con referencia a un determinado tipo de recorrido o
trayectoria10‖. Esto significa que los VVDD siempre implican una meta, o sea, un límite final.
En la otra clase de verbos, los de Manera de Moverse – ‗manner of motion verbs‘ en
inglés (Demonte, 2010) – encontramos entre otros volar, nadar, correr, saltar, botar, girar,
rodar, pasear, flotar, bailar, patalear, temblar, cojear, bordear, serpentear, retorcerse,
tambalearse, escurrirse, menearse, contonearse, bambolearse, balancearse…:
Mi hermana vuela ahora hacia Nueva York
Bailé toda la noche
Obviamente, los verbos que se inscriben en esta clase se emplean para determinar la manera
del movimiento expresado por el verbo. Como se percibe, en este grupo se integra el verbo
saltar, que aparecerá en nuestro corpus (cf. infra, III)
Lamiroy (1991: 65-66) nota que el desplazamiento expresado por ambos grupos
verbales, es decir, los VVDD y los VMMs, se determina por el significado léxico del verbo
mismo. No obstante, la naturaleza de este desplazamiento difiere en los dos grupos. De este
modo, Lamiroy plantea que los primeros implican una orientación o dirección determinada
del desplazamiento. Al contrario, los segundos ―señalan la existencia de un desplazamiento,
sin concretar, a nivel léxico, qué tipo de trayectoria está implicada en dicho desplazamiento‖.
Es necesario tener conciencia de que un verbo o bien indica la dirección del movimiento, o
bien la manera, pero no existen verbos que lo expresan ambos 11.
Observa Jackendoff (1990: 88-91) que es preciso atribuir dos funciones a los dos
grupos de verbos, con respecto a la organización de la estructura conceptual del movimiento.
En su terminología, los VVDD, por su posesión del sema [+ dirección], tienen una función
‗GO‘, mientras que los VMMs se caracterizan por la función ‗MOVE‘, lo cual permite
establecer una diferencia nítida entre verbos del tipo entrar, aproximarse y verbos como
10
Más adelante (cf. infra, 1.3.5.) explicaremos detalladamente lo que entraña esta noción.
11
Sin embargo, Morimoto (2001: 46) apunta que hay ciertas excepciones. Pensemos por ejemplo en un verbo
como escalar.
16
bailar, agitar. Esquemáticamente podemos mostrar la diferencia de la siguiente manera
(Morimoto, 2001: 64):
- Los VVDD: [Evento IR ([Objeto], [Trayectoria])]
- Los VMMs: [Evento MOVERSE ([Objeto])]
1.3.3 El punto de vista de Tesnière: verbos ‗intrínsecos‘ y ‗extrínsecos‘
Cuando tratamos la diferencia entre VVDD y VMMs, resulta particularmente interesante el
punto de vista de Tesnière. Así, Morimoto (2001: 44) observa que Tesnière distingue entre
dos tipos de verbos de movimiento: ‗intrínsecos‘ y ‗extrínsecos‘. Tesnière (1959: 538) señala
que el punto de vista semántico funda la base para esta oposición. Por una parte, los VMMs –
caminar, correr, nadar, saltar, etc. – inciden en lo ‗intrínseco‘, lo que es ―el medio o modo
empleado por el sujeto para moverse‖. Por otra parte, los verbos ‗extrínsecos‘ – ir, venir,
salir, entrar, etc. – ―se refieren al desplazamiento en sí y el espacio recorrido por el cambio de
lugar del sujeto‖
Ahora bien, Tesnière igualmente apunta (1959: 529) que por la naturaleza ‗intrínseca‘
y dado que no insisten en una dirección inherente, los VMMs tienen la capacidad de
interpretar el movimiento sin que haya un cambio de lugar. Sin embargo, esta interpretación
puede ser más o menos natural según el VMMs introducido. Sería natural con saltar 12 ,
tambalear, etc. puesto que fácilmente nos podemos imaginar contextos sin cambio de lugar.
Al contrario, con caminar, correr, etc. es menos natural y únicamente en algunos contextos
muy restringidos la idea de desplazamiento puede ser anulada. Morimoto (2010: 45)
ejemplifica por medio de la imagen de una ardilla que ―camina‖ en su jaula giratoria.
Por añadidura, anota Crego García (2000: 50-51), retomando Tesnière, que esta
diferencia ‗intrínseca‘ y ‗extrínseca‘ corresponde a una diferencia entre ‗movimiento‘ y
‗desplazamiento‘:
―Le mouvement est intrinsèque, c‘est-à-dire que la nature du mouvement qu‘il faut
faire pour obtenir un déplacement donné est liée aux conditions somatiques du sujet
qui le fait […]. Les mouvements sont aussi divers que les corps des sujets appelés à les
accomplir‖ (Tesnière, 1959: 308)
―Le déplacement au contraire est extrinsèque. C‘est qu‘il est un changement de lieu et
que, comme tel, il ne se centre pas sur le sujet qui est appelé à l‘exécuter, mais sur
12
Claro que en nuestro corpus (cf. supra, 3.) este verbo siempre implicará un movimiento de un punto A hacia
un punto B por la combinación del verbo con un SP direccional.
17
l‘espace dans lequel il s‘effectue. […] C‘est que le déplacement relève de l‘espace, et
par là même de la géométrie dans l‘espace‖ (Tesnière, 1959 : 308-309)
Crego García (2000 : 50-51) especifica, aún refiriéndose a las ideas de Tesnière, lo que
implican estas condiciones somáticas del sujeto. Apunta que cada movimiento implica una
meta, pero existen tantas maneras y hay tantos medios para alcanzarla, como hay cuerpos de
estos sujetos: ―para ir de un punto situado sobre la ribera a otro punto situado a un kilómetro,
el hombre camina (o corre), el pájaro vuela, el pez nada, la serpiente repta‖ (Crego García,
2000: 50). Por lo que es del desplazamiento, únicamente cuenta el espacio en el que tiene
lugar la acción de desplazarse. Crego García (2000: 51) observa que ―las nociones que lo
sustentan se oponen por pares – o por movimiento contrarios en los términos de Lamiroy
(2000: 71) – según los ejes tridimensionales del espacio: arriba/abajo, delante/detrás, a la
derecha/izquierda (subir(se)/bajar(se), ir(se)/venir(se), entrar/salir)‖
1.3.4 La oposición ―Movimiento/Desplazamiento‖
En cuanto a la oposición Movimiento/Desplazamiento, Cifuentes Honrubia (1999: 62) cuenta
que esta distinción sobre todo ha sido estudiada en la tradición francesa por lingüistas como
Boons, Laur, Lamiroy y Guillet. Cabe observar que según Cifuentes Honrubia (1999: 60) el
desplazamiento corresponde a los VVDD, mientras que el movimiento caracteriza los VMMs.
Así, el lingüista observa, retomando Bennet (1972), que el desplazamiento implica las tres
fases origen, dirección y meta, por lo cual pone énfasis en el carácter actancial de la
construcción sintáctica (1999: 60) Por consiguiente, siempre requiere un cambio de lugar y
―los límites de salida y llegada recortan también lugares‖ (Cifuentes Honrubia, 1999: 62).
Dervillez-Bastuji (1982-307) comparte esta opinión y apunta que
―Todo desplazamiento puede ser reducible a un vector geométrico del que se puede
definir la magnitud, la dirección y el sentido. La magnitud del vector AB es la
distancia recorrida entre A y B; el sentido del vector define una orientación secundaria
según sea considerado positivamente como yendo de A hacia B, o negativamente
como yendo de B hacia A. La categoría semántica del desplazamiento articula, pues,
una oposición entre el punto de partida y el de llegada, resultante de la doble
orientación vectorial según la dirección y el sentido‖.
Al contrario, el movimiento supone una alternancia de posición o de estado, pero no cambia la
referencia espacial. Únicamente insiste en la manera del desarrollo de la acción. Esta diferente
conceptualización entre movimiento y desplazamiento se articula a nivel sintáctico por medio
de tres tests (Cifuentes Honrubia, 1999: 62).
18
El primer test plantea que el movimiento no exige la presencia de un complemento de
lugar, o sea que es opcional y consecuentemente la expresión de la localización precisa no
será interpretada como obligatoria, verbigracia:
Juan bailó durante toda la noche (en la Plaza Mayor)
Juan llevó a su primo a la escuela / *Juan llevó a su primo
Se nota que el desplazamiento, sin embargo, no puede prescindir del complemento de lugar y
la frase resulta agramatical sin su presencia.
Según el segundo test, los verbos de desplazamiento son los únicos de los dos tipos
que tienen la posibilidad de combinarse con complementos locales que insisten en el origen,
la llegada, o ambos. Los verbos de movimiento no se combinan con estos complementos
porque carecen de la implicación de dirección:
Envió la pelota a/hasta la grada norte
*Bailó hasta el final de la pista
El tercer test que podemos aplicar concierne a la preposición por (o a través de), pospuesta al
verbo. Con los verbos de desplazamiento la dirección del movimiento indicará un cierto
camino, mientras que los verbos de movimiento refieren a una localización genérica o
indeterminada:
Llegó a casa por la Universidad
Bailó por todas las discotecas de la ciudad
1.3.5 La estructura del movimiento según Talmy
Antes de poder ir más al grano y de poder captar bien la esencia de las nociones y
explicaciones que serán propuestas a continuación, cabe informar sobre la manera en que
Talmy describe y clasifica el movimiento. En su tipología acerca de la composición semántica
de un evento de movimiento (1985) describe los elementos esenciales para definir el concepto
de movimiento. Cabe señalar que, con referencia a la estructura del movimiento en los
términos de Talmy, nos concentraremos en las descripciones de Crego García (2000) y
Demonte (2010).
Ante todo, es preciso darse cuenta de que la clasificación de Talmy acerca de las
nociones fundamentales relacionadas al movimiento, conciernen a un punto de vista
lingüístico-tipológico universalista. Nuestro interés principal obviamente sigue siendo la
conceptualización del movimiento en español y en portugués, pero nos parece importante dar
una visión de conjunto en primer lugar, que también tiene en cuenta esta conceptualización en
las otras lenguas del mundo (Crego García, 2000: 24).
19
Crego García (2000: 25) señala que según Talmy, son cuatro los conceptos básicos
que desempeñan un papel en la definición de la estructura del movimiento, denominada
situación de movimiento (motion situation). Demonte (2010) habla de los cuatro componentes
internos de los que consta el acto del movimiento en que ―un objeto se mueve respecto de otro
siguiendo un determinado curso‖. En cuanto a la definición de estos cuatro componentes,
citamos a Talmy (1985: 61):
―Un Movimiento, expresado en una raíz verbal que puede estar implícita o explícita,
una Trayectoria, la ruta o dirección que sigue una Figura —el elemento que se mueve
desde un origen hasta una meta pasando por uno o más hitos— en su traslado hacia o
respecto de un Fondo, esto es, el marco u objeto de referencia con respecto al cual se
caracteriza la trayectoria o la situación de la figura‖.
Ahora bien, Crego García (2000: 25) agrega que hace falta establecer una clara distinción
entre la Figura (figura o variable element) y el Fondo13 (ground o reference element), que
respectivamente forman el objeto primario y el objeto secundario. Nos basamos en el cuadro
presentado por el mismo lingüista (2010: 25), que señala las seis diferencias esenciales entre
estos dos componentes:
Objeto primario
Objeto secundario
a. posee variables espaciales para
a. actúa como objeto de referencia con
determinar
características espaciales conocidas
b. más movible
b. de naturaleza estática
c. de dimensiones reducidas
c. de dimensiones amplias
d. concebido como geométricamente
d. concebido como geométricamente
simple (generalmente como un punto)
complejo
e. más saliente
e. menos saliente
f. más reciente en las escena
f. menos reciente en la
escena/memoria
En concreto, esta relación asimétrica que muestra la oposición Figura/Fondo se ve reflejado
en una estructura locativa como :
Juan (figura) fue a Madrid (fondo) (Crego García, 2010: 26)
13
También se conoce el Fondo como la Base (Crego García, 2000: 25)
20
Mediante este ejemplo, Crego García pone en claro que los constituyentes de Figura y de
Fondo siempre serán ‗nominales‘, mientras que la Trayectoria (Path), que especifica el
camino, se expresa en términos preposicionales, y el verbo designa el Movimiento. Sin
embargo, Crego García (2000: 27) matiza porque según él este cuarto componente también
puede referir a un estado (be), en vez de un verdadero movimiento (move). Pensemos en
verbos como vivir, quedarse y permanecer por ejemplo.
Apunta Talmy (1985: 61) que otros dos componentes más son dignos de mención. Se
trata de la Manera y la Causa, ambos eventos externos o co-eventos, que se juntan a la raíz
del verbo principal. Demonte (2010) observa que para Talmy ―la Manera se refiere a factores
como el patrón de movimiento de la Figura, la velocidad, el grado de esfuerzo implicado en el
Movimiento, etc‖.
Según Talmy (1985), las lenguas del mundo constan de dos grandes tipos14 diferentes
que se definen a medida de la codificación sintáctica y léxica de los constituyentes
Movimiento, Trayectoria, Manera y Figura. Además, la manera en que se expresa la dirección
y los elementos presentes que indican la dirección de este movimiento, son de importancia
fundamental en la separación de ambos tipos. Así, Talmy hace una distinción entre las
lenguas de marco verbal (LMV), que también se conocen bajo el término inglés ‗Verb-framed
languages‘, y las lenguas de marco satelital (LMS), en inglés ‗Satellite-framed languages‘. A
las LMV pertenecen las lenguas románicas – así el español y el portugués entran en esta clase
verbal entonces – así como el turco, el japonés, el bantú y las lenguas semíticas (Demonte,
2010). En estas lenguas se percibe la particularidad de que el verbo principal fusiona la
expresión del Movimiento con la Trayectoria. Otro componente básico, la Manera, tendrá
recurso a otras maneras de expresión. Demonte (2010) apunta que en estas lenguas no hay
relación alguna entre la expresión de la Manera y el verbo, sino que hay más hermandad con
la adjunción o subordinación. Crego García (2000: 31) propone el siguiente modelo
tipológico15:
14
Aunque en realidad podemos distinguir un tercer tipo de lenguas, que fusiona en el verbo principal el
Movimiento con la Figura (Demonte, 2010). No obstante, este tipo no será discutido en este examen ya que su
interés con respecto al español es mínimo.
15
Sin embargo, hemos adaptado la terminología usada por Crego García, por cuanto que este lingüista emplea
los términos ingleses.
21
FIGURA MOVIMIENTO TRAYECTORIA FONDO MANERA/CAUSA
Move
Be
―surface verbs‖
Las LMS, al contrario, se caracterizan por una fusión del Movimiento con la Manera,
mientras que el verbo principal no expresa el componente Trayectoria. Sin embargo, la
Trayectoria se expresa por medio de satélites que están en contacto con el verbo. Demonte
(2010) observa que en esta clase de verbos incluimos todas las lenguas indoeuropeas salvo las
románicas, el chino, el ruso y el warlpiri. Talmy apunta que ―las partículas del inglés, los
prefijos (in)separables del alemán, los prefijos verbales del latín y del ruso, los co-verbos del
chino son todos ellos satélites‖. El modelo tipológico que Crego García (2000: 30) introduce
cuando refiere a estos verbos es el que presentamos aquí debajo:
FIGURA MOVIMIENTO TRAYECTORIA FONDO MANERA/CAUSA
Move
Be
―surface verbs‖
Sin embargo, la parte que acabamos de presentar puede quedar un tanto confusa y teórica. Por
eso, pondremos en claro la diferencia entre estos dos tipos de lenguas – LMV y LMS – por
medio de dos ejemplos. Ante todo, resumiendo este tema, citamos a Talmy cuando plantea la
diferencia acerca del Trayectoria en ambos tipos de lenguas:
―This category refers to the variety of paths followed, or sites occupied by the Figure
Object. (a) It is a regular component in the Motion-verb systems of many language
families, for example Polynesian, Semitic, and Romance, as in forms like Spanish
entrar ‗move in‘, salir ‗move out‘, subir ‗move up‘, bajar ‗move down‘, pasar ‗move
past/through‘. (b) Path is the main category expressed by the satellites of most IndoEuropean languages outside of Romance, as in English with forms like in, out, up,
down, past, through.‖
22
Obsérvese ahora lo que difiere en las siguientes dos oraciones en español e inglés:
(a). La botella entró a la cueva (flotando)
The bottle floated into the cave
(b). La botella salió de la cueva (flotando)
The bottle floated out of the cave
Se percibe claramente que en español – y también sería así en portugués – el verbo principal,
es decir, la forma léxica, focaliza el movimiento y la trayectoria. El gerundio, por su parte, se
emplea para referir a la manera. En inglés, en cambio, el verbo designa el movimiento y la
manera, mientras que son los ‗satélites‘ into y out of los que muestran la trayectoria. Aun así,
cabe señalar que en el verbo español entrar, todavía se nota la presencia de ―un prefijo que
funciona como las amalgamas de los satélites ingleses (in/intro)‖. Cabe observar que con el
verbo subir también se percibe la presencia de un prefijo inherente, a saber sub, que
significativamente también desempeña el mismo papel de los satélites ingleses. Por esa razón,
se puede concluir que en español los verbos que incorporan la dirección del movimiento, por
regla general, se limitan a los ejes interior y vertical (Cifuentes Honrubia, 1999: 150).
Para terminar, todavía queremos introducir brevemente el término Boundary
crossing, denominado por Slobin y Hoiting (1994), que ha sido traducido al español como
cruce de frontera. Llama la atención en qué medida difiere su representación sintáctica en
español e inglés16. Cifuentes Honrubia (1999: 90) señala que, en español y en otras lenguas
similares, la implicación de una trayectoria que refiere al cruce de una frontera o de un límite
nunca puede estar presente con VMMs. De este modo, el español siempre tiene recurso a
VVDD como entrar, penetrar y salir por ejemplo, para referir al cruce de una frontera. Sin
embargo, en inglés la situación es bastante diferente. Qué se comparen los siguientes dos
ejemplos de Cifuentes Honrubia (1999: 90):
He ran downstairs into the cellar
Corrió escaleras abajo y entró en el sótano
Es obvio entonces que en español la manera y el cruce de la frontera no se pueden expresar
mediante una sola forma verbal, o sea que el resultado de la actividad se expresa en un
predicado secundario.
16
Más adelante, al describir el verbo entrar (cf. infra, 1.5.3.) entraremos más en detalle con respecto a este
término.
23
1.4
Explicación de las preposiciones estudiadas
1.4.1 Presentación del objeto de estudio
En esta parte presentaremos más detalladamente la esencia y la función de las preposiciones
analizadas en el corpus (cf. infra, III). Por lo tanto, el presente análisis se limitará a la
descripción de las preposiciones a17 – en ambas lenguas –, en/em, e igualmente para y para
dentro de por lo que toca al portugués. Asimismo, es importante destacar que este estudio
focaliza la descripción de los usos preposicionales con sentido espacial. Cabe observar que un
sentido espacial, como veremos, no forzosamente debe conllevar un desplazamiento, o sea, un
desplazamiento de un punto A hacia un punto B. Acuérdense de la importante diferencia entre
estatismo y dinamismo dentro de la clase de los verbos. Pues bien, las preposiciones que
estudiaremos aquí también dan prueba de esta oposición. No obstante, es obvio que los usos
que implican un verdadero desplazamiento dinámico son mayoritarios, por lo cual pondremos
el acento en ellos. Además, en algunos casos, aunque será en menor medida, también
mencionaremos el uso temporal así como el uso nocional, por cuanto que son inherentes a
estas preposiciones también y no podemos apartarlos simplemente. El uso nocional
corresponde a lo que Morera Pérez (1988: 363) llama usos abstractos, es decir, los empleos
con interpretación más bien figurada. Nuestro método de trabajo será el siguiente: en primer
lugar describiremos el comportamiento de la preposición en cuestión en español. Después,
procederemos del mismo modo con respecto al portugués, intentando a la vez de completar y
de mostrar las diferencias que se ocasionan en ambas lenguas. No obstante, este
procedimiento solo cuenta para las preposiciones a y en/em, dado que en español no
presentaremos el equivalente de para y de la locución preposicional para dentro de, lo que se
debe al hecho de que únicamente en portugués sean frecuentes al combinarse con los verbos
estudiados en el corpus18. Igualmente, queremos advertir que las preposiciones en cuestión se
muestran a menudo muy afines. Por eso, en múltiples contextos casi se solapan, adicionando
sutilísimos matices. Por lo tanto, notamos que los límites entre estas preposiciones son vagos,
de modo que en las descripciones que siguen las preposiciones se podrán involucrar en cierta
medida, es decir, resulta difícil o casi imposible describir la función de una preposición sin
incluir otras preposiciones en su descripción. Como ya se puede deducir entonces, el buen
17
18
No trataremos el uso de a + OD humano
Recordamos que se trata de los verbos caer/cair, entrar/entrar, saltar/saltar, lanzar/lançar, tirar/atirar
24
entendimiento de las siguientes descripciones será fundamental para poder captar bien, más
adelante, la diferencia semántica de la conmutación preposicional en nuestro corpus.
1.4.2 La preposicion a en español: análisis
Derivando de la forma latina ad, generalmente seguida de un acusativo o de un ablativo, esta
preposición se manifiesta en la mayoría de las lenguas románicas como a. La desaparición de
la ‗d‘ probablemente está a la base de los varios empleos híbridos de esta preposición, que
además empezó a usarse ante el dativo, en las lenguas románicas (Waluch-De la Torre, 2006:
7).
Según la gramática de Vázquez Cuesta & Mendes da Luz (1971: 550), la preposición
en cuestión es la más utilizada tanto en español como en portugués 19 . En cuanto a su
definición espacial, las gramáticas generalmente votan al unísono. Como ya hemos señalado
(cf. supra, 1.2.4), la preposición a está marcada por el sema ‗aféresis finitiva‘ – tal como es el
caso de hasta –, por lo cual esencialmente hace referencia a un ‗alcance del límite‘, es decir,
una ‗finalidad‘ 20 . Sin embargo a difiere de hasta por la expresión de una ‗puntualidad‘,
mientras que hasta insiste más en la ‗extensión‘. Además, Roegiest (1977: 256) observa que a
tiene una función exclusivamente directiva y que anuncia un término-punto. Dicho de otro
modo, a indica un movimiento hacia un límite o un término del movimiento. Por lo tanto, el
miembro que se pospone a la preposición, o sea, el régimen sustantivo, debe implicar una
referencia a un lugar. Dicha anotación se aclara a través de frases del tipo:
Una vieja con mantilla de paño sale al pórtico (Divinas palabras, 16)
No iba a ninguna parte (Barraca, 25)
Lágrimas que caían a la tierra (Azul, 33)
En la definición de Morera Pérez (1988: 146), el lingüista no solo señala estas características
principales, sino que también hace hincapié en las muchas posibilidades de conmutación de
esta preposición:
―la preposición a señala la dirección y el punto en el que acaba el movimiento, y puede
ser conmutada con todos los demás elementos de relación que contengan el sema
‗+sentido‘‖
19
Los gramáticos se refieren, sin embargo, a la totalidad de empleos preposicionales: en el espacio, en el tiempo
y en la noción.
20
Zwarts (2005: 742) también usa el término de ‗preposiciones télicas‘ cuando trata a y hasta (y también de y
desde)
25
Vista la frecuencia del uso de la preposición a y su alta facultad de ser reemplazada por otras
preposiciones, tenemos la prueba de que se trata de una preposición general y neutra que
puede ocupar varias funciones. No obstante, cabe observar que todas estas preposiciones aptas
a conmutar con a, por supuesto, acarrean diferencias semánticas cuando la reemplazan.
Coste & Redondo (1965: 313) añaden que el movimiento de aproximación con un
término preciso que la preposición a expresa, se puede manifestar bajo tres formas. Por un
lado puede introducir un complemento de lugar:
“Llega el año de 1627 ; Góngora, enfermo, endeudado, y el ánima dolorida, regresa a
su vieja casa de Córdoba” (F.García Lorca)
Por otro lado puede introducir un complemento de tiempo:
“Se remontó a la fecha de su nacimiento e hizo un breve cálculo.” (C. Laforet, La
llamada, p. 11)
Finalmente, se utiliza también cuando indicamos un movimiento figurado.
―Hemos llegado a la conclusión de siempre: que no sabemos nada...” (A.M. de Lera,
Los olvidados, p. 182)
En todos los ejemplos arriba mencionados se observa que a sigue implicando finalidad y la
dirección del movimiento, formando así sus rasgos fundamentales. La conceptualización
espacial de la función de a se puede demostrar por medio del gráfico presentado abajo por
Waluch – De la Torre (2006:7):
No obstante, tratando de la función directiva de la preposición a, no olvidemos la
construcción popular a por, regida por verbos de movimiento, que se ha ido instalando
poquito a poco en la lengua castellana desde la segunda mitad del siglo XIX 21 (Morera Pérez,
1988: 148). Por un lado, los escritores clásicos tachan dicha construcción como neologismo
advenedizo. Hasta fue censurada por la RAE en 1931 por solecismo, nos participa De Bruyne
(1999: 689). Por otro lado se ve apoyada por los más concienzudos que la justifican conforme
tres argumentos (Morera Pérez, 1988: 148): primero destacan que la unión de preposiciones
21
No es el caso del español de América, donde la construcción a por está prácticamente ausente (Bosque &
Demonte, 1999: 690)
26
no es nada innovadora en la lengua española. Pensemos por ejemplo en por entre, para con,
etc. Segundo, la construcción sirve para desambiguar. Pongamos por ejemplo la frase “Vine
por ti” que uno podría interpretar de tres maneras diferentes: “Vine a causa de ti” (o por tu
causa), “Vine en tu lugar” (haciendo las veces del otro) o “Vine a por ti” (vine a buscarte).
Como último argumento aducen que no sólo los autores modernos emplean esta locución,
sino que escritores como Azorín y Unamuno también ya la introducían en sus obras.
Sin embargo, M. Luisa López (1970: 134-135) declara que la preposición a no solo se
utiliza para expresar un movimiento hacia un límite con la expresión del término, sino que
también tiene la posibilidad de expresar la coincidencia con el límite, como veremos en los
siguientes ejemplos (cit. por Fábregas, 2007):
Estoy a la derecha
Juan está al piano
La entrada está al norte
La nave espacial está al sol
Juan está al límite de sus fuerzas
Demonte (2010) observa que la preposición a tiene una función locativa 22 en tales empleos.
Dos aspectos claramente saltan a la vista: en vez de expresar un movimiento, la preposición
refiere a un estado resultante, y el sintagma preposicional (SP) coaparece con un verbo
estativo. Es más, Fábregas (2007) observa que a locativo, de hecho, equivale al at del inglés.
Cabe observar que en estos empleos locativos, es sobre todo el régimen que desempeña un
papel importante. Así, citamos a Roegiest (1977: 262) quien señala que
―En la mayoría de los casos, la aparición de a es independiente de la influencia del
verbo regente. Pero algunas veces, bien sea raramente, el uso de a se debe
exclusivamente al régimen del verbo. […] a se justifica precisamente por la expresión
de una ‗localización relativa‘, más que – solución de facilidad – por una fijación
progresiva, sin duda alguna presente, en algunos giros con a estático.‖
Roegiest (1977: 263) igualmente percibe, así como Waluch-De la Torre (2006: 97) quien
también destaca el sema ‗situacional‘, que esta construcción locativa representa un tipo de
‗yuxtaposición‘. Así, a locativo se antepone a los nombres de lugar del tipo: lado, borde,
orilla, pie, oeste, este, costado, flanco, espalda, fondo, izquierda, derecha, norte, sur, etc.
Según Waluch-De la Torre (2006: 97), los sustantivos de esta serie todos expresan un plano o
una línea. Por añadidura, adiciona que estos usos locativos expresan el sema de ‗proximidad‘.
22
Como veremos más adelante (cf. infra, 1.4.3.) tal uso entra en competencia con la preposición en. Las
diferencias entre locativo con a o con en serán tratadas en la descripción de esta última preposición.
27
Según la autora, la función locativa de a se asemeja mucho a la locución preposicional junto a
por cuanto que el sema de ‗proximidad‘ también está presente en esta locución. Aun así,
difieren con respecto al sema de ‗separacion‘, que trae consigo la locución junto a. No
obstante, Mendizábal de la Cruz (1996: 313) apunta que a con función locativa no siempre
indica cercanía o proximidad, sino que también puede hacer referencia a una distancia. Así, el
autor nos ofrece los siguientes ejemplos, que ambos incluyen una medida de longitud (metro y
kilómetro):
Aparecieron los tornillos a tres metros de distancia.
A más de cuatrocientos kilómetros de aquí, en su antiguo cuarto de niño, se preparaba
para dormir.
Concluimos que el sema ‗proximidad‘ solamente se presenta con verbos como sentar, poner
algo, dejar, etc., designando el lugar de acción (Waluch-De la Torre, 2006: 97):
Pon los libros ahí, a la derecha de los cuadernos
Finalmente, Roegiest (1977: 265) señala que ―A se prefiere igualmente ante un inventario bien
delimitado de nombres abstractos, como sombra, sol, viento, brisa, aire, luz, lumbre, fuego,
brasa, frio, calor, abrigo, amparo, peligro, etc.‖. El autor ejemplifica mediante, entre otros,
estos dos ejemplos:
Tenderme a la sombra de un árbol es una de las cosas que me gustan más (S.J. Arbó,
La hora negra, p.61)
Tenía la cara llena de concavidades […] a la luz de la única bombilla de la lámpara
(C. Laforet, Mis páginas mejores, p.18)
El autor añade (1977: 265) que además de la relación espacial, estas frases están marcadas por
una connotación causal. Así, el empleo de a se justifica porque ―esos nombres pueden, en vez
de situar el objeto X en la zona que cubren (localización), ejercer su acción en él
(exposición)‖. Teniendo en mente este principio se entiende que un hispanohablante
conceptualizará una frase como sentarse en el sol de otra manera que sentarse al sol
(Roegiest, 1977: 265).
Además, el autor (1977: 265) observa que un matiz comparable está presente en el
empleo de a con SP que refieren a un nombre inalienable como las partes del cuerpo:
Sonja vestía falda gris y jersey verde, y llevaba al cuello un collarcito también verde,
de menudas cuentas (G. Torrente Ballester, Don Juan, p.45)
Tenía al pecho la cruz de no sé qué cosa (Alarcón, cit por Coste/Redonde, p.332)
No obstante, Morera Pérez (1988: 179) señala que hace falta distinguir otro tipo de empleo
locativo, bastante parecido al que acabamos de describir. Así, la ubicación puntual locativa de
28
a se percibe asimismo cuando el regente denota una enfermedad, un dolor o un mal, y el
régimen refiere a un órgano corporal. Además, con a se añade un matiz de afectación, puesto
que expresa el verdadero punto en que se localiza el mal. En cambio, la preposición en hace
alusión al ámbito en el que se localiza la enfermedad 23. De igual modo es posible intercalar
de, mas no aporta matización semántica alguna:
Una enfermedad a/en/de los ojos
1.4.3 La preposición a en portugués: similitudes y divergencias para con el español
Vista la semejanza general entre ambas lenguas iberorrománicas, como ya dicho más arriba,
la preposición portuguesa a concuerda en la mayoría de sus usos con los del español. Por
consiguiente, su uso directivo no diferirá tanto de a en español. Subrayamos que la
descripción de a en español nos sirve como punto de partida. Por esa razón, trataremos tanto
de las divergencias, como de las semejanzas entre el español y el portugués con respecto a la
preposición en cuestión. Por añadidura, consideramos el portugués peninsular como la norma
en este trabajo. Sin embargo, donde sea pertinente, haremos referencia a algunos hechos
brasileños, por cuanto que no podemos apartar sencillamente su particularidad.
Ahora bien, referente al uso espacial, las características principales de a igualmente
destacan una dirección con alcance del límite en portugués (Cunha & Cintra, 1984). Así, los
dos gramáticos apuntan que a expresa ―direção ou movimento para algum ponto, de
aproximação e final junção de uma cousa a outra‖. Waluch-De la Torre (2006: 115- 116)
ejemplifica por medio de las siguientes oraciones:
[…] sabe como são os filhos, sim meu pai, não meu pai, mas vem a Lisboa sem
nenhum ânimo, e tem de vir para que o médico possa acompanhar a evolução da
doença, [...]
[...] o capítulo que trata dos amorreus é interessantíssimo, Pois eu fui ao cinema com
a minha mulher, Ah, fez Tertuliano Máximo Afonso desviando os olhos, [...]
No obstante, Vázquez Cuesta & Mendes da Luz (1971: 551-554) afirman que entrambas
lenguas no siempre coinciden perfectamente. Una característica particular de a en portugués
consiste en el hecho de que pueda conllevar un significado accesorio de temporalidad y de
23
Más sobre el matiz que aporta en, al tratar la descripción de esta preposición (cf. infra, 1.4.4.)
29
retorno próximo, rasgo que el español no comparte. De manera similar, la preposición para24
– que retomaremos detalladamente más adelante al tratarla (cf. infra, 1.4.6.) – también tiene la
posibilidad de exteriorizar temporalidad en portugués, pero con esta preposición la estancia en
un sitio, expresada por el complemento B de la frase, subsiste más. Gärtner (1998: 136)
complementa que el empleo de para pone de relieve una ‗permanencia‘, mientras que se
rechaza el regreso directo que a implica. Cabe observar que en portugués este significado
temporal se manifiesta generalmente con un verbo de movimiento. En la mayoría de los casos
será el verbo ir (Waluch-De la Torre, 2005:7), verbigracia:
Vou hoje a Lisboa (por pouco tempo) e amanhã irei para Madrid (para ficar)
En español, por su lado, no se percibe este matiz de duración en un sitio. Así, la frase
correspondiente se construye simplemente con la preposición a, también donde el portugués
exige para25. Por consiguiente, en español la persona a quien está dirigida la siguiente oración
no puede saber si refiere a una temporalidad de poco o de mucho tiempo26, lo cual puede
provocar cierta ambigüedad:
Hoy voy a Lisboa y mañana iré a Madrid.
La diferente conceptualización de a y para en portugués se puede ilustrar mediante el
próximo gráfico (Waluch – De la Torre, 2006: 7):
Lo que se observa en estas dos representaciones demuestra que la preposición a se comporta
diferentemente en portugués y en español. Mientras que en español refiere tanto al alcance del
límite, como al matiz de finalidad, el portugués divide estos dos rasgos entre a y para.
En cuanto al uso locativo de a, las diferencias con el español son mínimas27. Gärtner
24
Esta preposición entra en competencia con a en varios usos directivos (cf. infra, 1.4.6.), lo cual corrobora la
afirmación de que las fronteras entre ‗aféresis initiva‘ y ‗aféresis finitiva‘ son más nítidas en español, donde a y
para son separadas estrictamente (cf. supra, 1.2.4.)
25
Moody (1972), proponiéndose enseñar el portugués a no-nativos, apunta que ―our students run into difficulties
when they discover that "I am going to Bahia" may be translated by vou a or para Bahia. This confusing
situation is compounded by the fact that most of our charges know Spanish, and Spanish would tend to reverse
the prepositions. In this instance where Portuguese says para, Spanish would probably say a (me voy a Bahia).
26
En español se deberá echar mano a otra estructura para indicar la permanencia en un sitio, como ―por +
tiempo‖
27
Aquí todavía no estamos hablando de las posibilidades de conmutación entre a y en/em (cf. infra, 1.4.4.) en el
uso locativo, que sí difiere en las dos lenguas
30
(1998: 129) argumenta que en portugués a se usa igualmente para referir a una localización
que se halla en las cercanías directas del complemento, es decir, apunta una ubicación
concreta tal como en español. Asimismo participamos que el verbo introducido igualmente
suele ser estático:
Ela está à janela
Estamos sentados à mesa
Roegiest (1985: 2) señala que en un contexto estático, que generalmente se expresa por medio
de la preposición em, son cuatro las clases lexicales que pueden hacer aparecer a en
anteposición al sustantivo, refiriendo de esta manera a una ‗localización relativa‘. La primera
clase concierne a los ―nombres cuantitativos que designan la distancia‖. En la segunda clase
encontramos ―ciertos nombres de lugar concretos ‗relativos‘ (lado, direita, esquerda, pe,
norte, sul, beira, entrada, porta,…). También suele aparecer a con ―nombres abstractos
(―agentes físicos‖) (sol, sombra, vento, ar, frio, fogo, luz,…), formando así una tercera clase.
En cuarto lugar, finalmente hallamos las ―partes del cuerpo (ombro, mão, …). Los siguientes
ejemplos, propuestos por el mismo autor (1985: 2), dan prueba de esta afirmación:
(1) A dois metros, a agua surgia, cristalina, pura, inesgotável. (G. Andrada, O homem
e o sardão, p.2)
(2) Eram automóveis, que transportavam gente alegre; senhores graves, que
passeavam ou discutiam às portas dos cafés. (G. Andrada, O homem e o sardão,
p.24)
(3) A luz inquieta das chamas, quase a não reconheceu. (G. Andrada, O homem e o
sardão, p.30)
(4) Um cãozinho que tinham dado a Sofia, pequeno, delgado, leve, buliçoso, olhos
negros, como um guizo ao pescoço. (S. da Silveira, Lições de português, p.314)
Se nota que en realidad estas cuatro clases también están presentes en español (cf. supra,
1.4.2.), por lo cual repetimos que los criterios para la aparición de a locativo equivalen casi
perfectamente con los del español.
Aparte de las estructuras locativas, Waluch-De la Torre (2005: 9) notifica que en
ciertas ocasiones los lusófonos tienden a emplear la preposición a cuando en español
aparecería en, como fue el caso en latín y en otras lenguas romances antiguas, que preferían la
presencia de en. Esto prueba que, por la parte de este aspecto del uso preposicional, el español
se ha quedado más en el uso antiguo, como enseñan estos ejemplos:
Ir de mal a peor (ptg.)
31
Ir de mal en peor (esp.)
Demorou a trazer os cónvites uma hora (ptg.)
Tardó en traer las invitaciones una hora (esp.)
La preferencia en portugués por el uso de a marca un matiz de límite, mientras que en español
la preposición en, por su parte, subraya un espacio o tiempo más amplio pero
conceptualmente cerrado, como veremos más adelante (cf. infra, 1.4.4.)
Asimismo, señalan las lingüistas Vázquez Cuesta & Mendes da Luz (1971: 553) que
―a preposição a emprega-se também em português para indicar o lugar onde está situada uma
coisa qualquer.‖ El español, al contrario, prefiere tener recurso a la preposición en en tales
casos, denotando una localidad menos exacta que aquella señalada por em. Que se comparen
los próximos ejemplos:
Mora à Lapa (ptg.)28
Vive en Lapa (esp.)
Esse trecho vem a páginas cento e tal (ptg.)
Ese fragmento viene en las páginas ciento y pico (esp.)
1.4.4 La preposición en: análisis
Como ya lo hemos planteado (cf. supra, 1.4.1), en la descripción de las preposiciones es
necesario referir a la interrelación de estas partículas. Por esa razón, es difícil describir una
preposición en cuestión sin referirse a divergencias y similitudes con respecto a las demás
preposiciones. Es claro que cada preposición difiere en cuanto a sus rasgos esenciales y más
característicos. De ahí también que hemos mencionado que la alternancia preposicional
siempre conlleva una diferencia a nivel semántico, por sutil que sea. Así, visaremos a dar en
primer instante lo que realmente caracteriza la preposición en, pero igualmente compararemos
ciertos usos con la preposición a, así como con otras preposiciones.
Ahora bien, por lo que toca a la preposición en, se constata que por regla general las
gramáticas y las demás obras que están a nuestra disposición comparten una misma opinión.
Así, se defiende que en se caracteriza por el sema ‗no movimiento‘, mientras que a se opone a
este sema, por cuanto que el ‗movimiento‘ es inherente a esta preposición29 – tal como es el
caso de las demás preposiciones marcadas por el sema ‗aféresis‘: hasta, hacia y para
28
Sin embargo, este empleo aún se presenta como marginal, por cuanto que en portugués la norma sigue siendo
―Mora na Lapa‖.
29
Aunque hemos visto que a también conoce usos locativos (cf. supra, 1.4.2.)
32
(Trujillo, 1971: 265) 30 . Consiguientemente, como lo observa Roegiest (1977: 255), la
preposición en tendrá esencialmente una función locativa 31.
Sin embargo, pretender que en se limita a esta función puramente locativa sería
erróneo, dado que existen contextos en los que la preposición en aparece con un verbo
directivo, lo que normalmente está reservado a la preposición a. Roegiest (1985: 11-12) nota
que solo en algunas circunstancias determinadas, la preposición en tiene la posibilidad de
aparecer pospuesta a un verbo directivo, y únicamente ―cuando el significado del verbo
enfoca el término del trayecto y lo define como un término con límite doble 32‖. En realidad, el
autor propone siete grupos diferentes, pero en esta investigación solamente consideraremos
dos, ya que se trata de los tres verbos no-causativos que comentaremos en la parte empírica
(cf. infra, III). Se trata de ―los verbos de ingreso‖ por un lado (como entrar) y algunos
―verbos que tienden a la expresión de un movimiento vertical‖ (como caer y saltar).
Pues bien, cabe preguntarse por qué estos verbos directivos suelen entrar en contacto
con la preposición en en vez de a33. Según Gili y Gaya (1954: 250) la combinación de en con
verbos de movimiento concierne a un resto de usos antiguos. Trujillo (1971: 178) comparte
esta opinión, citamos:
―La complejidad semántica de en, pareja de su frecuencia, tiene su principal causa
también en la herencia casual latina, pues, como es sabido, in podía regir acusativo,
cuando expresaba el movimiento hacia un límite, o ablativo, con valor estático.
También sabemos que los valores dinámicos de aproximación los va acaparando en
castellano a, no sin una larga vacilación de usos etimológicos dinámicos de en, de los
cuales guarda la lengua actual indudables vestigios. En textos antiguos es frecuente el
en dinámico.‖
Aún más importante, nos parece la segunda parte de la cita en que el autor escribe lo
siguiente: ―El español mantiene aún, como hemos dicho, la preposición [en] cuando el
movimiento se verifica entre los límites‖.
Así, llegamos a un punto esencial en la descripción de en con verbos de movimiento,
30
Señalamos que Morera Pérez (1988: 116) no utiliza los términos de ‗movimiento‘ y ‗no movimiento‘, sino que
habla de [+ sentido] y [- sentido] respectivamente
31
Señalamos que Roegiest (1977) difiere entre usos estáticos, dinámicos y directivos. Sin embargo en nuestra
descripción ‗dinámico‘ será equivalente de ‗directivo‘ ya que en el fondo ambos implican un ‗movimiento‘ que
se opone al ‗reposo‘ que caracteriza el uso estático. Además, aunque el autor aduce buenas argumentos para
diferir entre dinámico y directivo, nosotros no haremos esta distinción porque este estudio subraya los usos
verdaderamente directivos, y sobre todo en nuestro corpus (cf. infra, III).
32
Este término ‗límite doble‘ quedará más claro a continuación
33
Morera Pérez (1988 : 149) señala sin embargo que entrar suele construirse con la preposición a en la mayor
parte de Hispanoamérica, así como en Canarias.
33
por cuanto que esta preposición refiere a un ―movimiento hacia el interior de algo‖ (Morera
Pérez, 1988: 149), o sea que los semas de ‗límites cerrados‘ y de ‗interiorización‘ son
inherentes a esta preposición. Dicho de otro modo, mientras que a refiere a la ‗dirección del
movimiento‘, la preposición en destaca los ‗límites del lugar hacia el que un objete se mueve‘
(1988: 361). Gili y Gaya (1954: 250) agrega que las oraciones caer en el agua o entrar en la
iglesia implican el final del movimiento, mientras que caer al agua y entrar a la iglesia
representan el movimiento mismo 34. Los siguientes gráficos, presentados respectivamente por
López (1970: 136) y Waluch-De la Torre (2006: 9) muestran claramente que en acarrea la
conceptualización de una ‗interiorización‘ y que además hace referencia a ‗limites cerrados‘:
Verbo
[
Objeto ------ --> *
] (López)
(Waluch-De la Torre)
Según Roegiest (1985: 265) los usos directivos de las preposiciones a y en refieren ambos a
un movimiento, con implicación del término. Sin embargo, lo que realmente distingue estas
preposiciones es que las primeras anuncian un ‗término-punto‘, mientras que en el caso de las
segundas se trata de un ‗término-zona‘, o sea, son movimientos paralelos pero la diferencia
reside en el desenlace. Por esa razón, se podría decir que el sema ‗aféresis‘ tanto se puede
atribuir a la preposición en como a la preposición a. Es decir, las dos preposiciones
corresponden al movimiento retrospectivo de la preposición de – que indica ‗eféresis‘ – y
solamente difieren por ―la naturaleza semántica del termino considerado‖ (Schmidely apud
Roegiest, 1977: 257)
A pesar de las explicaciones acerca del uso directivo de en, es preciso que tengamos
en mente que la preposición en cuestión sigue siendo más empleada en un contexto estático,
visto que la idea de reposo – tanto con referencia al espacio como al tiempo – prevalece (Gili
34
A pesar de esta diferencia semántica, Morera Pérez (1988: 363) observa que es precisamente por el carácter
‗finitivo sin extensión‘ que en el habla la preposición a se suele confundir con en.
34
y Gaya, 1954: 250). Waluch-De la Torre (2006: 97) señala que a diferencia de los usos
locativos de a, la preposición en no marca la frase por el sema ‗proximidad‘, sino que
simplemente refiere al lugar en que la noción verbal se realiza. Además, López (1970: 164)
participa que la preposición a concierne a un límite simple (bidimensional), mientras que en
siempre hace referencia a un límite doble (tridimensional) por su sema ‗interioridad‘:
(<----------(x)---------->)
Sin embargo, tal como en el caso de a, la preposición en adquiere un sentido puramente
locativo con verbos estáticos del tipo permanecer, quedarse, estar, hallarse, continuar, etc.
(Morera Pérez, 1988: 373). Por ejemplo:
Estar en clase
Hallarse en el huerto
Roegiest (1977: 261) participa que una particularidad del uso locativo de en reside en
el hecho de que no solo tiene la capacidad de referir a una ‗interioridad‘, sino que también a
una ‗superioridad‘. En el primer caso, en puede alternar con la locución preposicional dentro
de, mientras que en el segundo caso la substitución por sobre es posible. El autor igualmente
observa que el uso de en con el valor de sobre implica una bidimensionalidad en vez de una
tridimensionalidad. Que se comparen estos dos ejemplos citados por Mendizábal de la Cruz
(1996: 313):
Encontré los lapiceros en el cajón (= dentro de)
Encontré los lapiceros en la mesa (= sobre)
Referente a este aspecto, la aportación de Pottier (1962: 325-340) merece una digresión.
Antes de tratar la diferencia entre ‗interioridad‘ y ‗superioridad‘ con respecto a la preposición
en, el lingüista esboza brevemente el sistema francés de las preposiciones à, en, dans y sur:
*
 * 
 * 
à
en
dans
*
sur
Pottier (1962: 326) observa que si se considera un límite simple, se emplea à o sur (sur le
journal, sur le sol, à terre). En cambio, en un espacio tridimensional, o sea, con dos límites, se
usa en o dans (dans le journal, se regarder dans la glace, en France35). Sin embargo, con
respecto al sistema español Pottier (1970: 339-340) apunta lo siguiente:
35
Según Pottier (1962: 326) la diferencia entre ―en France‖ y ―au Pérou‖ corresponde a una diferente visión
porque se opone respectivamente lo extensivo a lo puntual.
35
―L‘espagnol n‘oppose pas l‘intériorité intégrée (dans) à l‘intériorité intégrante (en) au
moyen de l‘élément de relation. « La maison est en feu » se dira « La casa está
ardiendo » etc… Le en espagnol correspond plutôt à l‘intériorité intégrée. Il a un autre
emploi très étendu, qui concurrence le domaine de sobre. En signifie « à l‘intérieur des
limites de » ; en position horizontale, on a l‘effet de sens de dans ; en position
verticale, on a l‘effet de sens de sur ».
Además, el lingüista añade las siguientes dos representaciones para aclarar aún más la
diferente conceptualización en español y en francés:
......
*
.....
*
EN
dans
EN
sur
Para concluir observa que:
―[…] alors que sobre signifie aussi bien la superposition médiate qu‘immédiate (« los
árboles se inclinan sobre el río ; siéntate sobre esta silla »), en ne peut exprimer que la
superposition immédiate (« en la mesa »). […] Ainsi en s‘oppose tantôt à fuera, tantôt
à bajo. Dans les cas douteux (en el aparador = « sur le buffet » ou « dans le buffet »),
on emploie les prépositions univoques (sobre el aparador, dentro del aparador).‖
Resumiendo la descripción de en, podemos decir brevemente que predomina en los contextos
estáticos y con algunos verbos dinámicos bien delimitados. Al contrario, la preposición a
habitualmente prevalece detrás de un verbo directivo.
1.4.5 La preposición em: similitudes y divergencias para con el español
En cuanto a la descripción de la preposición portuguesa em, no solo compararemos sus
particularidades con su equivalente español en36, sino que también – como lo hemos hecho
con respecto al español – pondremos el acento en los contrastes que presenta con a. Además,
ya introduciremos brevemente la preposición para en portugués, que en algunos contextos,
junto con a, se opone estrictamente a em en contextos tanto directivos como locativos.
Roegiest (1985: 1) señala que, tal como en español, las preposiciones portuguesas a y
36
Aunque señalamos otra vez que habrá más definiciones similares que diferentes, por la similitud general entra
ambas lenguas.
36
em conciernen a una oposición ―movimiento vs reposo‖. De esta manera, em será la
preposición por excelencia en construcciones no directivas, lo que la distingue de a y también
de para (cf. infra, 1.4.6.). Citamos a Blaskovski (2009: 425), quien señala lo siguiente:
―[…] o sentido de movimento expressa aproximação de um limite (a e para) e
tendência para uma posição de contato ou de interioridade (na preposição em). Já o
sentido de situação expressa coincidência, concomitância (preposição a), posição no
interior, dentro de limites (preposição em) e finalidade, direção (preposição para)‖
Moody (1972) igualmente apunta que la preposición a refiere a un punto determinado en el
espacio. En cambio, la preposición em señala ―a two- or three-dimensional space which the
moving entity enters or otherwise comes into contact with‖. Es decir, si el hablante emplea la
preposición em no se interesa tanto en el movimiento en sí, sino que le interesa la inclusión en
el punto de llegada (Blaskovski, 2009: 434), verbigracia: ir no restaurante. Lo que se observa
es que se subraya de nuevo la oposición entre ‗límite simple‘ (a) y ‗límite doble‘ (em).
En cuanto al uso locativo, citamos en primer lugar a Travaglia (1985: 15), quien
apunta que
―No estabelecimento da imagem representativa básica das preposições utilizam-se dois
traços fundamentais: localização e direção. A direção é a negação da localização (ou
posição ou situação), implica movimento e pode ser uma direção determinada ou
indeterminada e é, portanto, dinâmica. A localização pode ser um ponto de partida ou
de chegada, ou no caminho entre os dois. Pode ainda ser pontual ou não-pontual
(quando o elemento localizado pode estar ―dentro‖ da localização)‖
Ahora bien, según Mollica (1996 apud Blaskovski, 2009: 435), dos factores desempeñan un
papel importantísimo en la selección de preposición, o sea, en la mayor o menor integración
entre preposición y locativo. El primer factor concierne al índole semántico de la preposición.
Así, lugares que refieren a un espacio cerrado – como cinema, estádio, sala, etc. –
seleccionarían generalmente la preposición em. Al contrario, un locativo que refiere a un lugar
abierto – praia, parque, etc. – tiende a construirse con a (o para). Según el estudio de Mollica
(1996 apud Blaskovski, 2009: 428), otro factor que se debe tener en cuenta es el grado de
definitud del locativo: em suele combinarse con locativos bien definidos, a y para se juntan a
locativos menos definidos, y que denotan consecuentemente un lugar difícilmente
identificable, no formando parte del universo de conocimiento del locutor. En otras palabras,
la selección preposicional en un contexto locativo depende también de si se trata de un lugar
37
conocido o desconocido por parte del hablante37. Sin embargo, la autora no da ejemplos por lo
cual sería particularmente interesante, en futuros estudios, comprobar la veracidad de esta
afirmación en un corpus.
Es preciso recordar que Roegiest (1985: 2) ya señaló que ―el paralelismo se manifiesta
hasta en la mayoría de las ‗excepciones‘, incluso en las mismas condiciones de rección‖. Así,
presentó cuatro clases de nombres que prefieren la selección de a en un contexto estático:
―nombres cuantitativos que designan la distancia, ciertos nombres de lugares concretos
‗relativos‘, nombres abstractos y partes del cuerpo‖. Sin embargo, el autor observa que
existen determinados contextos en que tanto la selección de a o em perfectamente sería
posible. Aun así, añade que a sigue refiriendo a una ‗localización relativa‘, en tanto que em
denota la ‗localización interior‘: ao meio/no meio, a um canto/num canto, ao centro/no
centro, ao capítulo/no capítulo,…
Waluch-De la Torre (2006: 99), por su parte, notifica que la ‗ubicación absoluta‘ se
restringe más a la preposición em en portugués que a su equivalente español en. Que se
comparen las siguientes frases:
Se sentó al borde38 de la cama
Sentou-se na berma da cama
Aun así, la autora observa que en portugués la aparición de a no sería enteramente incorrecta,
pero es em que asume todo el valor de ‗ubicación absoluta‘, así que generalmente las
posibilidades de conmutación se restringen más en portugués.
Ali (1971: 102) informa que la preposición em, tal como en español, no se limita a la
representación de una ‗interioridad‘, sino que también puede conceptualizar la ‗superioridad‘:
Os homens estão na casa (interioridad)
O livro fica na mesa (superioridad)
Sin embargo no entraremos en detalle en cuanto a este rasgo, visto que el fenómeno es igual
al español, que ya hemos descrito aquí arriba (cf. supra, 1.4.4.).
Asimismo es digno de mención que la preposición em difiere de su equivalente
español en, visto que en portugués es mucho más común usarla ―para describir un recorrido
(trayectoria) por una superficie‖ (Waluch-De la Torre, 2006: 9). En español, en cambio, la
preposición por es la norma en tales empleos. La autora corrobora su afirmación por medio de
estos ejemplos:
37
―Em consequência disso, a escolha da preposição se daria em dois níveis diferentes: no nível sintático, a
preposição seria selecionada pelo verbo; no nível semântico, ela harmonizaria com o conteúdo semântico do
adjunto ou do argumento do verbo‖ (Blaskovski, 2009: 442)
38
Hemos visto que el sustantivo borde es una de las excepciones que permite el uso de a locativo.
38
Andar na praia (ptg.)
Andar por la playa (esp.)
Correr no campo (ptg.)
Correr por el campo (esp.)
Además, para que no haya confusión, la autora (2006: 9) propone los siguientes dos gráficos
que muestran bien que en español en está fuera de lugar porque implica una ‗interioridad‘ con
‗doble límite‘, mientras que por representa una trayectoria:
En último lugar, dicho sea de paso, todavía queremos señalar que en Brasil la preposición em
casi siempre sustituye a (Pontes, 1992: 22). El autor apunta que la desaparición de a ―se deve
ao fato de ser esta preposição átona e muito reduzida fonologicamente‖. Además, mientras
que en Portugal aún se distingue claramente, a nivel fonológico, entre la preposición a pura –
más cerrada – y la misma preposición contraída con el artículo definido à – más abierta –, ya
no se hace esta distinción en Brasil 39 . Por esa razón, el portugués brasileño empezó a
introducir la preposición em en casi todos los usos que corresponden a la preposición a en
portugués peninsular (Pontes, 1992: 22):
―Por isto, o povo, sentindo a confusão da preposição com o artigo a, teve necessidade
de substituir a preposição a pela preposição em, que tem um fonema a mais ( y/) e
que, quando diante de um artigo, apresenta a forma no (na e plurais).‖
El lingüista adiciona (1992: 22) que otro factor determinante en la desaparición casi total de la
preposición a, puede consistir en el hecho de que la lengua portuguesa conozca una
preponderancia de la letra a. Así, la introducción de em tendría que servir de evitación de
largas cadenas de vocales. A pesar de todo ello, Pontes (1992: 22-23) expresa que en dos
circunstancias a puede mantenerse. En primer lugar habla de algunas construcciones fijas,
―restos de construções literárias ou lusitanas‖:
Ele está à porta
Vou à cidade
39
―Já no Brasil, nós não temos esta distinção, e a crase, por isto, ficou um sinal meramente gráfico, sem
nenhuma contrapartida fonológica‖ (Pontes, 1992: 22).
39
No obstante, el autor matiza, por cuanto que incluso en las oraciones que acabamos de citar la
preposición em está ganando terreno cada vez más, y por eso no sería anormal oír en Brasil
ele está na porta y vou na cidade. Sin embargo, cabe señalar que la escuela asume un papel
en la conservación de la preposición a, así que la gente más educada se dejará tentar menos
rápidamente por la generalización de em (Pontes, 1992: 24).
1.4.6 La preposición para en portugués: análisis
Respecto a la descripción de para en portugués, nos parece en primer instante de interés
fundamental justificar cuáles son las razones para la integración de esta preposición en
portugués únicamente, y no en español. Pues bien, aparte de los resultados que nos ha
proporcionado el corpus que comentaremos más adelante (cf. infra, III) nuestra justificación
consta de algunos hechos descritos por varios lingüistas.
Primeramente, repetimos que en portugués – y solamente en esta lengua – las
preposiciones para, de formación tardía en latín vulgar, resultante de la aglutinación de per +
ad, y a conllevan un matiz de temporalidad en contextos directivos. Esto significa que para,
como lo anota el Dicionário da língua portuguesa (Academia das Ciências de Lisboa: 2744),
implica ―direcção para um lugar de longa permanência‖. En cambio, a se opone a esta
característica, demostrando una permanencia en un determinado sitio de corta duración. Por
esa razón, los lusohablantes, cuando se expresan en español, a menudo sustituyen la
preposición a por para con verbos de movimiento (Waluch-De la Torre, 2006: 6). Sin
embargo, en tales casos la oración pronunciada generalmente disonará, puesto que el valor
semántico atribuido a la frase no es aquél que el locutor tenía en mente.
Segundamente, Waluch-De la Torre (2006: 96) destaca que en portugués para se
acerca mucho más a la preposición a que en español, porque en algunos contextos españoles
con a locativo obligatorio la preposición para será la norma en portugués Así, la autora
polaca subraya que en castellano la preposición a puede tener función locativa detrás de los
verbos dar y caer, o cuando está regida por ―un nombre que denota parte de edificio, si el
régimen es un sustantivo locativo (‗orientación locativa‘)‖. Copiamos la ejemplificación que
propone la autora (2006: 97):
[…] acabó por acercarse a la ventana que daba a la plaza […] (esp.)
[…] ahora por detrás de esta puerta que da al pasillo […] (esp.)
40
Sin embargo, señala (2006: 97) que en tales construcciones la aparición de a sería imposible
en portugués vista la implicación del sema de ‗permanencia‘, que requiere la introducción de
para:
[…] acabou por se aproximar da janela que dava para o largo, [...] (ptg.)
[...] agora por trás desta porta que dá para o corredor, [...] (ptg.)
A pesar de ello, Waluch-De la Torre (2006: 102) observa que cuando en español ―la
preposición a está regida por un sustantivo que denota parte de un accidente geográfico o
lugar, p.ej.: camino, montaña, río, etc.‖, en portugués la conmutación entre para y a sería
posible, por cuanto que el sema de ‗permanencia‘ está, en este caso, menos patente:
[…] sólo el Terreiro do Paço, abierto al río y al cielo, es azul en las sombras […]
(esp.)
[…] só o Terreiro do Paço, aberto para o rio e para o ceu, é azul nas sombras […]
(ptg.)
[…] Don Juan V está en una sala del torreón, cara al rio […] (esp.)
[…] D. João V está numa sala do torreão, virada ao rio [...] (ptg.)
Sin embargo, cabe señalar que en general el uso de para como locativo es excepcional en
ambas lenguas iberorrománicas. No obstante, parece que en español aún resulta un poco más
frecuente, dado que sería posible encontrar una frase del tipo
El jefe está para Madrid
que en portugués haría recurso a la preposición por:
O chefe está por Madrid
Otro argumento que aboga por la integración de para y, por consiguiente, su afinidad con a,
lo constituye el hecho de que Vázquez Cuesta & Mendes da Luz (1971: 558-559) notan que
en portugués para a menudo hace las veces de la preposición a en la frase española
equivalente, indicando movimientos figurados:
Tira a rojo (esp.)
Puxa para o vermelho (ptg.)
Como cuarto argumento alegamos que con verbos ablativos40, que se aproximan al concepto
de adlatividad41, los lusos de nuevo prefieren para en vez de a (Waluch-De la Torre, 2006:
12):
Partió a Brasil (esp.)
40
Waluch-De la Torre (2006: 12) nota que ―este tipo de verbos suele emplearse en las construcciones genitivas,
que en las dos lenguas requieren la preposición de‖. Es decir, estos verbos refieren a una procedencia local.
41
Waluch-De la Torre (2006 : 13) observa que implica ―finalidad, destino, límite o meta de la trayectoria del
objeto‖
41
Partiu para o Brasil (ptg.)
Siempre sale a pasear con su novia (esp.)
Sempre sai para passear com a namorada dele (ptg.)
El mismo fenómeno se presenta con los verbos bajar (esp.) y descer (ptg.). Sin embargo, en
portugués igualmente hace falta involucrar la preposición en en la conmutación preposicional
posible (Waluch-De la Torre, 2006: 12):
María baja a la calle (esp.)
Maria desce para a rua (ptg.)
Maria desce na rua (ptg.)
Fíjese aquí en que la preposición para no es sinónimo de em del todo, puesto que
gráficamente la autora presenta las diferencias semánticas de la siguiente manera:
En español:
En portugués:
Otro argumento que alegaremos concierne a los verbos venir (esp.) y vir (pt.) que se
conceptualizan diferentemente en español cuando poseen un valor semántico de causa. Así,
Waluch-De la Torre (2006: 13) señala que la preposición a refiere a un grado bajo de
determinación, así como a un límite. Para, por su parte, implica además de un grado mayor de
determinación, una idea de finalidad:
Vengo a (para) saberlo (esp.)
Venho para sabê-lo (ptg.)
Como último argumento asimismo aducimos que el Dicionário sintático de verbos
portugueses de Busse (1994), el autor menciona la posibilidad de para como regencia
preposicional de los verbos que consideraremos en el corpus – atirar, cair, entrar, saltar –,
salvo en el caso de lançar. Sin embargo, en la parte empírica (cf. infra, III) comprobaremos
en qué medida nos podemos fiar de esta afirmación.
42
Pues bien, en cuanto a las características esenciales de para en portugués con verbos
de movimiento, que tal vez ya queden claras parcialmente, Cunha & Cintra (1984: 567)
advierten que la práctica de para supone ―uma tendencia para um limite, finalidade, direcção,
perspectiva‖. Repetimos que en portugués el uso de a, que generalmente conmute libremente
con para42 – esto no es el caso en español donde el choque entre ‗aféresis initiva‘ y ‗aféresis
finitiva‘ restringe más las posibilidades de conmutación –, implica más la idea de dirección
que el término del movimiento.
Además, Vázquez Cuesta & Mendes da Luz (1971: 559) observan que para
perfectamente puede substituir las locuciones preposicionales em direcção a, o com destino
a43:
Dirigiu-se em direcção à janela.
Dirigiu-se para a janela.
No obstante, la Academia das Ciências de Lisboa (2001: 2744) agrega que en estos contextos
el movimiento no necesariamente debe implicar un desplazamiento de un punto A hacia un
punto B:
A casa está virada para sul (A. Vasconcelos, Raízes da música popular brasileira,
p.155)
Además, para sin problema alguna puede referir a una localización aproximada. Así por
ejemplo, el verbo morar, que en portugués se construye normalmente con em, poniendo de
este modo énfasis en la localización precisa, se puede combinar con para cuando refiere a una
localización imprecisa (2001: 2744):
Morava para os lados de Benfica
En español, al contrario, no se echaría mano a un cambio preposicional para designar la
diferencia entre un referente precisado o no. En esta lengua, la preposición en se construye
simplemente con el verbo vivir para designar una precisión:
El señor vive en Madrid.
42
Aunque Vázquez Cuesta & Mendes da Luz (1971: 558-559) señalan que ciertos verbos casi únicamente se
contruyen con para: caminhar, continuar, fugir, navegar, prosseguir, seguir.
43
En un estudio anterior (2010), ya hemos comprobado empíricamente que la preposición española hacia, que
refiere a una mera orientación indeterminado, tal como em direcção a y com destino a, se traduce en la mayoría
de los casos por la preposición para en portugués. De esta manera para cubre en portugués tanto para
(orientación determinada) como hacia (orientación indeterminada) del español.
43
Ahora bien, cuando uno quiere referir a una localización inconcreta, la preposición en se
integra una locación del tipo en los alrededores de, en las afueras de, en los contornos de, lo
que se ve reflejado en el siguiente ejemplo:
El señor vive en las afueras de Madrid.
1.4.7 La locución preposicional para dentro de: análisis
Por lo que respecta a la locución preposicional portuguesa para dentro de podemos ser
breves. Así, la locución en cuestión se caracteriza por una parte por la preposición para, que
indica la dirección con finalidad, y por otra parte tenemos dentro de que implica
‗interioridad‘, tal como en el caso de em con que generalmente hace la competencia, como
veremos en el corpus (cf. infra, III). Sin embargo – y en este aspecto la preposición em difiere
– entendemos bien que esta locución muy difícilmente entra en estructuras locativas, ya que la
preposición para lo bloquea. Así, la variante locativa descartará para de la locución
preposicional:
Estamos dentro da casa (*para dentro da casa)
Sin embargo, en un contexto directivo para dentro de es la forma correcta, mientras que
dentro de es agramatical
Vamos para dentro da casa (* dentro da casa)
Ahora bien, en la parte empírica describiremos entre otros en qué contextos la interioridad
representada por para dentro de difiere de la de em, es decir, ¿cuáles son los criterios que
llevan a la aparición del uno o del otro?
44
1.5
Explicación de los verbos estudiados
1.5.1 Introducción
En esta parte tendremos el objetivo de presentar las funciones principales, tanto a nivel
semántico44 como sintáctico, de los verbos estudiados en el corpus, que son, lo repetimos,
caer/cair, entrar/entrar, lanzar/lançar, saltar/saltar, tirar/atirar. Obviamente, de nuevo
focalizaremos la conmutación preposicional, sobre todo con respecto a las preposiciones a y
en/em. Por eso, será imprescindible tener bien en mente las diferentes conceptualizaciones
que hemos propuesto con respecto a estas preposiciones (cf. supra, 1.4.). Intentaremos aclarar
en qué consiste realmente esta alternancia preposicional que surge, entre otros, con los verbos
considerados y, además, cuál es la relación entre la selección de preposición y la realidad
extralingüística. Asimismo, explicaremos en qué medida los verbos se relacionan con los
cuatro conceptos de ‗estados‘, ‗actividades‘, ‗realizaciones‘ y ‗logros‘, que determinan la
estructura subeventiva de un verbo (Pustejovsky, 1991 apud Roegiest, 2010: 41). Igualmente
advertiremos que aquí no pondremos el acento en la clasificación del tipo de movimiento,
visto que ya la hemos descrito más arriba (cf. supra, 1.4.). Señalamos asimismo que en esta
parte se enfocarán sobre todo los verbos españoles. Las publicaciones sobre el español nos
facilitan efectivamente más información sobre la alternancia preposicional de los verbos
atirar, cair, entrar, lançar y saltar que los estudios sobre el portugués. No obstante, donde
sea posible, nos referiremos a semejanzas y diferencias con la lengua portuguesa. Además,
será en el estudio del corpus (cf. infra, III) donde sacaremos una conclusión definitiva en
cuanto a la alternancia de las preposiciones que se presenta con los verbos considerados, así
que tanto prestaremos atención a los datos portugueses como a los resultados en español.
Dicho de otro modo, en la parte empírica iremos en busca de una posible confirmación de lo
que ya ha sido escrito sobre este asunto, lo que plantearemos ahora.
44
Aunque el verdadero estudio semántica será pormenorizada en la parte lexicográfica (cf.infra, II)
45
1.5.2 La oposición entre verbos causativos 45 y no causativos
Antes de todo, nos parece de interés esencial describir en qué consiste la oposición entre los
verbos causativos y no causativos. Como ya lo hemos planteado al describir los verbos de
movimiento en general (cf. supra, 1.4.), dentro de esta clase de verbos, es decir la totalidad de
verbos de movimiento, existe una separación estricta ente los VVDD y los VMMs. No
obstante, cabe observar que esta diferencia no se efectúa sino en un segundo nivel, por cuanto
que en un nivel más alto se oponen en primer lugar los verbos causativos a los verbos no
causativos. Ahora bien, ¿en qué reside la distinción entre estas dos categorías verbales? Crego
García (2000: 91) observa que ―[…] se considera que las construcciones transitivas están
dotadas de un valor causativo porque en éstas el sujeto se erige en la causa del movimiento
que funciona de objeto‖. Sin embargo, el autor (2000: 91) añade que un verbo transitivo no
necesariamente debe integrar valores causativos. Así, ejemplifica mediante los siguientes
ejemplos:
Pedro corre los 100 metros lisos
El hombre pasó el puente
El autor (2000: 91) señala que en estos casos no se trata de un uso causativo del verbo, por la
siguiente razón:
―Como objeto, aceptan un signo léxico que viene a servir como ‗expansión‘ semántica
del lexema verbal, más o menos necesaria, pero, en todo caso, constreñida a la esfera
del predicado y sin repercusiones para la relación semántica entre el verbo y el sujeto‖.
Sin embargo, los dos ejemplos que acabamos de citar se pueden transformar en usos
causativos mediante unas sutiles adaptaciones, verbigracia:
Pedro corre a su hermano
El hombre pasó la noticia
El autor (2000: 91-92) observa que en estos casos, con los mismos verbos, se trata de un uso
transitivo causativo. Corrobora su afirmación por medio de esta explicación:
―El signo léxico que les acompaña como objeto presenta unos rasgos semánticos que,
lejos de delimitar el contenido del lexema verbal, lo reorientan hacia el propio objeto,
de forma que su presencia altera la relación semántica entre el verbo y el sujeto‖
Además, no se trata siempre de verbos transitivos cuando nos referimos al parámetro de
‗causatividad‘. Así por ejemplo, un verbo intrínsecamente intransitivo puede estar ante un
proceso de transitivización causativa. Crego García (2000: 93) señala que en tal caso el sujeto
45
Los verbos causativos también se conocen bajo el nombre de verbos factitivos
46
de la intransitiva pasa a ser objeto correferencial de la construcción transitiva, agregando un
matiz de ―componente paciente o afectado y una dimensión de autonomía motriz‖. Además de
todo ello, se introducirá un nuevo sujeto en la transitiva, que posee el valor de causa:
El perro pasea por la playa (intransitivo)  Yo paseo al perro por la playa (transitivo
causativo)
Un test importante para descubrir la naturaleza causativa, lo constituye la introducción de la
perífrasis causativa hacer + infinitivo o hacer + construcción subordinada encabezado por que
(Crego García, 2000: 93):
Yo paseo al perro por la playa  Hago pasear al perro por la playa / Hago que el
perro pasee por la playa
Asimismo, es digno de mención – y ahora nos basamos en Lingüística española: La oración y
el sintagma verbal de Roegiest (2010) – que ciertas estructuras intransitivas que se construyen
con el clítico se pueden convertirse en estructuras transitivas causativas en que el sujeto de la
intransitiva será el COD afectado en la variante transitiva (2010: 55). La presencia del clítico
en la oración intransitiva destaca la ausencia de agente, es decir, indica la pérdida de un
argumento causante. Cabe señalar que este fenómeno únicamente se presenta con verbos
transitivos cuyo objeto es capaz de ser tanto el objeto cambiado como el origen del cambio
(2010: 55):
La ropa se seca (al sol) (intransitivo)
El sol seca la ropa (transitivo causativo)
Sin embargo, el mismo fenómeno se da con verbos sin clítico en la forma intransitiva. Estos
verbos pertenecen a los llamados ‗neutros‘, que apenas constan de unos veinticinco verbos no
pronominales. Por ejemplo (2010: 56):
Los precios aumentaron considerablemente con la introducción del euro (intransitivo)
La introducción del euro aumentó considerablemente los precios (transitivo causativo)
Obsérvese sin embargo que únicamente los neutros admiten la perífrasis con hacer +
infinitivo, mientras que no es el caso de los verbos con clítico se, es decir, las formas
pronominales (2010: 56):
La introducción del euro hizo aumentar los precios
* El sol hizo secar la ropa
Por esa razón, se deduce que los neutros denotan eventos con un cambio provocado por el
objeto mismo, sin causa real (‗internamente causados‘). Los pronominales, en cambio, se
caracterizarían por la presencia de una causa externa real (‗externamente causados‘) (2010:
56-57).
47
En cuanto a los cinco verbos que tendremos en cuenta en el corpus, ya hemos visto (cf.
supra, 1.3.) que los verbos no causativos diferencian entre VVDD (entrar y caer) y VMMs
(saltar), que se oponen a los causativos tirar y lanzar. Así, por un lado, tanto entrar como
caer son intransitivos, sin que exista la posibilidad de una transformación transitiva 46 . El
verbo saltar, por otro lado, admite tanto la estructura intransitiva como transitiva – compárese
por ejemplo las frases Juan salta (movimiento vertical, intransitivo) y Juan salta un valle
(transitivo) – pero la construcción transitiva no es causativa. En cambio, los verbos tirar(se) y
lanzar(se) poseen tanto usos intransitivos pronominales como usos transitivos causativos,
como especificaremos más adelante (cf. infra, 1.5.7.). Por su índole causativo, no
consideraremos los verbos tirar y lanzar – no se puede negar, sin embargo, que en el sentido
propio refieren a cierto modo de desplazar un objeto o una persona – como pertenecientes a
una misma clase de VMMs del tipo saltar, bailar, volar, etc. Además de todo ello, Galán
Rodríguez (1993) aduce otro argumento para oponer caer, entrar y saltar a tirar y lanzar.
Este lingüista (1993: 148) observa que los primeros se señalan por la presencia de un sujeto
que realiza el movimiento que se efectúa, o sea que el sujeto es agente. En los segundos, el
sujeto es la causa de un desplazamiento realizado por un objeto, pero el sujeto mismo queda
inmóvil.
1.5.3
El verbo entrar en ambas lenguas: análisis
Como ya sabemos, el verbo entrar pertenece a los VVDD. Por eso, siempre implica una
referencia inherente a una trayectoria marcada por la dirección, así como a un término de la
dirección, es decir, un punto final. De ahí también que en general el verbo exige un
complemento circunstancial (CC) de lugar 47, y que se caracteriza como verbo ‗adlativo‘ 48.
Marcados por el sema de ‗adlatividad‘, lo son todos los verbos que indican una meta. Estos
verbos también se suelen llamar goal verbs en algunas clasificaciones (Waluch-De la Torre,
2006: 6). La autora nos propone, gráficamente, el siguiente modelo:
46
Sin embargo, Seco (1999) observa que en un contexto de deporte un uso transitivo sería posible con el sentido
de ―acometer violentamente [a alguien]‖. Por ejemplo: ―La dureza de Sanchís se salió de carril cuando le entró
a Guillot y lo dejó malparado‖. Además, observa Moliner (1998) que incluso el uso causativo con el verbo
entrar es posible, aunque sea muy marginal. Apunta que en algunas regiones, como Andalucía por ejemplo, se
podría oír una oración del tipo ―Ya no se acuerda de que fui yo quien le entró en esta empresa‖. Además, entrar
igualmente puede ser transitivo en una frase como Entro el coche en el garaje.
47
Por esta selección de un CC de lugar el verbo no puede ser transitivo. El argumento de ubicación que entrar
requiere, solo se puede expresar mediante un SP. En inglés la situación difiere, por cuanto que en esta lengua el
verbo enter sí es transitivo, verbigracia: John entered the room (Morimoto, 2001: 98)
48
Tal como los verbos volver, subir, arribar, trepar, atracar, llegar (Waluch-De la Torre, 2006: 6)
48
Roegiest (1977: 258) señala que por estas características intrínsecas del verbo en cuestión,
raras veces se combina con un complemento de origen.
Según Morimoto (2001: 99) ―el verbo entrar tiene lexicalizadas tanto la función de
trayectoria A como la de ubicación EN-INTERIOR-DE‖. Además, Crego García (2000: 62)
añade que por la presencia de este rasgo de ‗interiorización‘, el verbo es télico, con un final
bipolar, es decir, un ‗límite doble‘. El mismo autor (2000: 63) opina que por esas razones, el
verbo entrar debería considerarse como un ‗logro‘ (―achievement‖). Pero, ¿en qué consiste un
‗logro‘ en términos lingüísticos? Pues bien, en el artículo Verbs and Times (1967) de Vendler,
que ha sido adoptada más tarde por Dowty (1979), se distinguen cuatros clases aspectuales
(Roegiest, 2010: 39). Aparte de los ‗estados‘, las ‗actividades‘ y las ‗realizaciones‘, tenemos
los ‗logros‘, que se caracterizan por tres semas fundamentales: [+ dinámico], [+ télico] y [+
puntual]. Roegiest (2010: 41-42) apunta, a propósito de la visión de Pustejovsky (1991), que
los ‗logros‘
―expresan la culminación de un evento en un estado resultante […], enfocan
únicamente el momento en que se alcanza el punto final […], se definen como
cambios de estado mínimos, no descomponibles en partes más pequeñas.
Efectivamente, las fases iniciales, internas y finales se suceden tan rápidamente que no
se distinguen‖.
Lo que igualmente llama la atención es que el verbo entrar, en realidad integra un prefijo en(in-), lo que se debe al hecho de que el verbo proviene de la forma latina intrāre. Este verbo
latín, a su vez, proviene de intra, que significa ‗en el interior de‘ (Cifuentes Honrubia, 1999:
202). Por eso, parecería lógico que la preposición por excelencia detrás de un verbo como
entrar sea en, por cuanto que el verbo posee el prefijo en-, lo cual da prueba de una
‗interiorización‘ 49 . Sin embargo, hay que matizar, visto que la preposición a también es
posible en combinación con un verbo de ingreso como entrar (Roegiest, 1977: 274).
Ahora bien, podemos preguntarnos entonces ¿cuándo se utiliza la preposición a y
cuándo en con el verbo entrar? Morera Pérez (1988: 149-150) indica que en algunas zonas
dialectales se suele emplear la preposición a en circunstancias en que el español normativo
49
Roegiest (1977: 274) apunta que ―En español en no aparece detrás de un V directivo sino en circunstancias
determinadas, cuando el significado del V enfoca el término del trayecto y lo define como un término con límite
doble.‖ Estas características son inherentes al verbo entrar.
49
exige la aparición de en. Aun así, el lingüista (1988: 149) cita lo siguiente: ―Aunque de ambas
maneras se alude a una misma designación, sin embargo, en las construcciones con a se
significa la ‗dirección del movimiento‘, mientras que con en se pone el acento en los límites
del lugar hacia el que se dirige el mismo‖:
Entré tranquilamente al ascensor (E. Sábato: El túnel, p.79)
La posibilidad de conmutación se debe probablemente a dos razones. Primeramente, a es la
preposición más neutra y consiguientemente conmute con todo el resto de las preposiciones
de sentido. Segundamente, la preposición a es más común en un contexto de movimiento,
mientras que en se restringe más a verbos y usos estáticos.
Roegiest (1977: 274) observa que no solo ―se califica principalmente de
americanismo‖, sino que el uso de a también era frecuente en la península en el siglo XIX.
Hoy en día, también lo podemos hallar en ciertos contextos bien determinados. Citamos a
Roegiest (1977: 274), quien señala lo siguiente: ―A parece emplearse con más frecuencia
cuando otro sintagma en el enunciado – en este caso por + N (Nombre) – pone de relieve el
aspecto durativo de la acción‖. El mismo autor nos ofrece dos ejemplos que corroboran
fuertemente su afirmación:
Entramos a la casa por una puerta muy baja, […] (F. García Pavón, Cuentos
republicanos, p. 47)
Doña Prudencia, la otra realquilada, se alojaba en una pequeña habitación, a la que
se entraba por el pasillo (López Salinas, cit. por Coste/Redondo, p. 379)
Por añadidura, Rodolfo Lenz (1935: 514 apud Roegiest, 1977: 274) comunica que a es más
frecuente cuando el sentido espacial se hace más abstracto:
Luego entró al Instituto y por las noches era su madre quien le tomaba las lecciones
(Unamuno, cit. por Coste/Redondo, p. 379)
Sin embargo, cabe señalar que los puristas siguen condenando cualquier empleo de a cuando
se combina con el verbo entrar (Roegiest, 1977: 274). Así, según estas personas, a pesar de
todos estos argumentos a favor del empleo de a, en las oraciones que acabamos de citar el
único uso correcto sería con la preposición en.
En cuanto al portugués, no se puede constatar muchas desemejanzas notables con
respecto al verbo entrar (así como con respecto al resto de los verbos de ingreso). Aun así,
Roegiest (1985: 12) señala que en portugués el uso de a tal vez sea aún más excepcional que
en español. No obstante, añade que en portugués la preposición para será más frecuente, lo
50
cual constituye otro argumento para la incorporación de esta preposición en nuestro corpus50.
El autor (1985: 18) igualmente apunta que para ―alude a la finalidad de la acción‖ y que ―se
añade la connotación intencional‖. La preposición em, en cambio, tiene ―valor de inclusión
que corresponde al movimiento de interiorización expresado por entrar‖.
Busse (1994: 202) observa, finalmente, que en portugués entrar, como ya lo sabemos,
puede ser intransitivo sin o con un SP en un sentido espacial. No obstante, es obvio que en
una oración como Juan entra, o sea, sin SP, siempre hay una referencia a una ubicación final
presente subyacentemente. En cuanto a los SP que se combinan con entrar en portugués, el
gramático notifica la posibilidad de para + nombre o em + nombre. Sin embargo, lo particular
es que por un lado no menciona la posibilidad de un SP encabezado por a, lo cual
verificaremos en el corpus, y que por otro lado adiciona la posibilidad del verbo en cuestión
de figurar sin SP alguno51:
Decorreu meia hora e a alta silhueta morena de Rosário não havia meio de entrar
aquela porta, por mais que os olhos de Horácio, já exasperados, o exigissem.
1.5.4 El punto de vista de Ibarretxe-Antunano acerca de la conmutación entrar en/a
Por lo que toca a esta parte, nos basaremos en un estudio de Ibarretxe-Antunano52 (2003). En
este examen la autora vasca demostrará cuáles son, según ella, los elementos determinantes
para la selección de a o en con el verbo entrar. Tal como será el objetivo en nuestra parte
empírica (cf. infra, III), la autora rechazará fuertemente la afirmación de López (2003: 165166), de que la selección de a o en ―constituye una oposición facultativa‖ con verbos como
entrar (y también caer).
En primer lugar Ibarretxe-Antunano (2003: 30) igualmente destaca que entrar refiere a
un movimiento ―towards the interior of something‖, pero añade que la alternancia entre a y en
se debe a un parámetro importante: ‗force dynamics‘ (Talmy, 1988 apud Ibarretxe-Antunano,
2003: 30)
Antes de entrar en detalle con respecto a este parámetro, es preciso mencionar que
según Ibarretxe-Antunano (2003: 32) – la lingüista se basa en observaciones de Kita (1999),
quien estudió el verbo hairu (entrar) en japonés – el verbo entrar puede conceptualizarse de
50
Señalamos que en el corpus iremos más al grano con respecto a esta alternación, y porcentajes y números
exactos serán dados.
51
Esta observación tendría que ser verificada en futuros estudios empíricos
52
Cabe observar que la autora, a pesar de ser española, escribe en inglés. Por esa razón, los términos y las citas
que copiaremos aparecerán en inglés.
51
dos maneras diferentes en español. Así, distingue entre una situación A y una situación B. La
primera concierne a una visión prototípica, o sea que un objeto se mueve hacia el interior de
otro objeto más grande:
(Situación A)
La segunda situación implica un movimiento opuesto. El objeto más grande incorpora el
objeto más pequeño, así que acaba ubicándose en el interior del objeto más grande:
(Situación B)
Cabe observar que la situación A podría corresponder a las dos frases siguientes
(a) El cuadrado entra en el triángulo
(b) El cuadrado le entra al triángulo
Sin embargo, en el caso de la situación B únicamente la frase (b) sería conveniente. Además,
estos dos ejemplos muestran ya que el uso del dativo le favorece el empleo de la preposición
a.
No obstante, la alternancia preposicional es mucho más compleja. Así, nos parece
necesario involucrar el concepto de ‗force dynamics‘ de Talmy (1988 apud IbarretxeAntunano, 2003: 37):
―Talmy‘s ‗force dynamics‘ deals with the issue of how entities interact with respect to
force [in such different situation as] the exertion of force, resistance to such exertion
and the overcoming of such resistance, blockage of a force and the removal of such
blockage‖.
Según Talmy (1988 apud Ibarretxe-Antunano, 2003: 38-39) un elemento esencial en la
alternancia entre entrar a y entrar en, con respecto a la noción de ‗force dynamics‘, concierne
al concepto de ‗boundary crossing‘. Sabemos que entrar implica un movimiento hacia el
interior de algo. Ahora bien, se habla de ‗boundary crossing‘ – este término ha sido traducido
al español como ‗cruce de la frontera‘ – cuando nos referimos al momento exacto en que una
entidad entra en otra:
52
―boundary crossing‖
Sin embargo, este cruce de la frontera no siempre se efectúa de la misma manera. Así, Talmy
(1988) observa que se puede realizar de una manera suave. En el caso de la situación A, el
cuadro (‗trajector‘) se mueve hacia el interior del círculo (‗landmark‘) sin que haya alguna
resistencia por una de las entidades implicadas. En este caso se emplea el término de ‗neutral
force dynamic relation‘ (Talmy, 1988 apud Ibarretxe-Antunano, 2003: 39) y será
generalmente la preposición en que acompaña al verbo entrar. No obstante el cruce de la
frontera también se puede realizar con la necesidad de un esfuerzo extra por parte de una de
las entidades. Por un lado, puede ser que el círculo ofrece resistencia al movimiento interior
del cuadro, lo que se llama ―a negativa force dynamic relation‖. Por otro lado, el cuadro puede
dificultar su propio movimiento interior, ofreciendo resistencia. En tal caso, el cuadro
necesitará una fuerza externa para poder hallarse en el interior del círculo, lo que se llama ―a
positive force dynamic relation‖. Será en estos dos casos que la preposición a será más
frecuente al combinarse con entrar. Señalamos que en el caso de la situación B, tenemos
exactamente el mismo fenómeno pero será simplemente el círculo que hace el movimiento
(‗trajector‘) y el cuadro será la entidad estática (‗landmark‘). Por consiguiente, podemos
concluir que la manera en que el cruce de la frontera se efectúa, será determinante para la
selección de a o en. Además, la autora (2003: 44) da algunos ejemplos para que todo quede
claro. Así, ejemplifica la ―neutral force dynamic relation‖ por medio del siguiente ejemplo:
Entra en calor
Observamos entonces que se introduce la preposición en porque la persona que se calienta es
‗trajector‘ y el calor es ‗landmark‘. Asimismo, no hay resistencia alguna por parte de una de
las entidades implicadas, o sea que ningún elemento pone trabas al ‗boundary crossing‘.
Además, en este ejemplo el verbo entrar se utiliza con una función metafórica, por cuanto que
refiere a ―empezar a sentir algo‖ (2003: 45).
El ejemplo ofrecido para determinar la ―negative force dynamic relation‖ es el
siguiente:
No pude entrarle a la lengua griega
53
Se observa que la lengua griega impide al locutor de entrar, es decir, de adquirir
conocimientos de ella. Consiguientemente, el locutor será ‗trajector‘ y la lengua griega
‗landmark‘ (2003: 44).
Ahora bien, en cuanto a la ―positive force dynamic relation‖, echaremos mano del
mismo ejemplo que acabamos de citar, modificando la frase ligeramente. Así, la frase
siguiente será positiva en vez de negativa:
Al final pude entrarle a la lengua griega
En este ejemplo el esfuerzo suplementario viene de la parte del locutor, y es por su propia
perseverancia que ha podido adquirir conocimiento de la lengua griega. Sin embargo, tanto en
el caso de una ―negative force dynamic relation‖ o ―positive force dynamic relation‖, se usa la
preposición a, visto que en ambos casos el cruce de la frontera no es suave y que una de las
entidades implicadas exige un esfuerzo.
No obstante, Ibarretxe-Antunano (2003) agrega que dos factores más pueden
desempeñar un papel en la determinación de la preposición. En primer lugar habla de la
metonimia (2003: 47), y más precisamente la metonimia ―activity for place‖. Así, la autora
ejemplifica a través de estas dos frases:
Entro a la escuela a las 9.30
Entro en la escuela a las 9.30
Ahora bien, en cuanto a la diferencia semántica entre estas dos oraciones, citamos a Lakoff &
Johnson (1999 apud Ibarretxe-Antunano, 2003: 47):
―My claim is that when the preposition a co-occurs with goals that allow this type of
metonymical process, the purposive meaning of the preposition a pops up, so that the
meaning does not longer refer to a physical motion to the landmark, but to a
metaphorical understanding of ‗purpose as destinations‘. […] The preposition en does
not convey the same metaphorical meaning of ‗purpose‘ as the preposition a does, but
simply that of ‗location‘. As a consequence it refers to the physical entering the
landmark‖.
En otras palabras, el uso de la preposición a implica que el locutor empieza sus clases a las
9.30, mientras que la preposición en refiere a que el locutor llega a la escuela a las 9.30. Es
más, se observa que en la traducción al inglés la preposición también difiere. Los dos
ejemplos, con a y en, se traducirían respectivamente de la siguiente manera (2003: 47):
I go to school at 9.30
I go into school at 9.30
54
Esta traducción también demuestra que el ejemplo con entrar a no es sino un equivalente de
voy a la escuela.
Otro factor que puede influir en la selección de preposición es la deixis (2003: 47).
Así, pongamos por ejemplo estas dos frases (2003: 48):
Estaba trabajando (en mi habitacióni) cuando Pedro entró eni la habitacióni.
Estaba trabajando (en mi habitacióni) cuando Pedro entró ak la habitaciónk.
En el primer ejemplo se emplea en porque el lugar en que se sitúa el hablante y el en que
Pedro entra, refieren al mismo lugar. En el segundo ejemplo, el hablante y Pedro se
encuentran en diferentes habitaciones.
1.5.5 El verbo caer/cair: análisis
En cuanto al verbo caer, derivando de la forma latina cadere53, nuestra descripción será más
breve. Cabe señalar primeramente que Roegiest (1985: 11) participa que caer pertenece a ―un
grupo de verbos que tienden a la expresión de un movimiento vertical‖. Por la presencia de
este rasgo, es uno de los pocos verbos que admiten la alternancia preposicional entre en y a.
Obsérvese que es precisamente la expresión de un movimiento vertical lo que forma el rasgo
principal que distingue este verbo de entrar, porque aparte de ello ambos son VVDD con una
dirección inherente que indican una finalidad, que además siempre son intransitivos –
repetimos que por esa razón son meros verbos no causativos – y que poseen un sujeto agente
implicado en la acción. (Demonte, 2010). Sin embargo, Cifuentes Honrubia (1999: 2006)
observa que se debe matizar el sema de ‗agentividad‘ con referencia al verbo caer. Así, el
lingüista alega el argumento de que una agentividad prototípica está presente en el caso de
que el sujeto voluntariamente hace la acción. Sin embargo, el autor agrega que ―si alguien se
cae no tiene que ser porque obligatoriamente el sujeto realice la acción.‖, por lo cual diríamos
que en tal caso disminuye la ‗agentividad‘. No obstante, Cifuentes Honrubia (1999: 96)
apunta que hasta en los contextos en que el sujeto no realiza la acción de manera voluntaria, el
sema de ‗agentividad‘ sigue siendo pertinente porque ―la fuerza que causa dicho
desplazamiento parece diluida en la acción del sujeto‖. Además, corrobora su afirmación
alegando el argumento de que todas las pruebas de agentividad son aplicables al verbo caer
(1999: 96). Así, el verbo en cuestión da lugar a enunciados imperativos, igualmente admite la
introducción de adverbios como deliberadamente, intencionalmente, premeditadamente,
53
Según Ernout y Meillet (1959) ―es difícil reconstruir algún tipo de amalgama en latín, pues ha recurrido a una
raíz *kad- que no tiene correspondiente claro‖.
55
adrede, voluntariamente y a posta, asimismo puede aparecer subordinada a núcleos
predicativos como ordenar o persuadir, y finalmente no se opone a ―la presencia de una
expresión modificadora de tipo final‖ (Cuartero Otal, 2000: 9):
¡Cáete!
Se cayó deliberadamente
Te ordeno que te caigas
Se cayó para cobrar el seguro
Aparte de la presencia del vector vertical de gravedad que implica un movimiento hacia abajo
(Morimoto, 2001: 84), el verbo caer se opone a entrar porque no solo puede hacer referencia
a un destino, sino que también tiene la posibilidad de indicar un punto de partida, o sea, un
origen. Pues bien, esto significa que caer se puede combinar con las preposiciones marcadas
por el sema de ‗eféresis‘, es decir, implicando ‗pasado‘. Repetimos que las preposiciones que
poseen este sema son de y desde. Morimote (2001: 76) ilustra por medio de estos ejemplos:
La mujer cae de su balcón gravemente herida
Caer desde el segundo piso
También hemos visto (cf. supra, 1.5.3.) que el verbo entrar se conceptualiza como un ‗logro‘.
En cuanto al verbo caer, la conceptualización puede hacerse de dos diferentes maneras. Así,
podemos imaginarnos perfectamente que caer igualmente se interpretaría como un ‗logro‘. En
el caso de esta interpretación se subrayaría o bien el origen o bien la llegada, que ambos hacen
referencia a los semas ‗dinamicidad‘, ‗telicidad‘ y ‗puntualidad‘. A pesar de ello, Cifuentes
Honrubia (1999: 96) advierte que es más conveniente hablar de una ‗realización‘
(―accomplishment‖) en el caso del verbo caer porque, según él, implica un proceso. Para
determinar las características de una ‗realización‘, nos referimos a Roegiest (2010: 40-42)
quien apunta que las realizaciones comparten con los logros los semas de [+ dinámico] y [+
télico], pero se distinguen por la ausencia de una ‗puntualidad‘. En otras palabras, ―constan de
una primera fase de proceso y una segunda de estado alcanzado‖. Ahora bien, en sentido
concreto tenemos que admitir que caer implica un momento inicial y otro final, aunque estos
dos momentos se pueden seguir muy rápidamente.
No obstante, Crego García (2000: 60) señala que según el lingüista Boons el verbo
caer no es ni un ‗logro‘, ni una ‗realización‘, sino una mera ‗actividad‘ (―activity‖) porque en
su manera de conceptualizar el verbo, sería atélico con una orientación intrínseca pero ―sin
que intervengan obligatoriamente los estados final e inicial‖ (Boons apud Crego García, 2000:
60). Según Roegiest (2010: 40-41) las actividades se caracterizan, aparte de la falta de
‗telicidad‘, por la ‗dinamicidad‘ y la ‗no puntualidad‘, tal como en el caso de las
56
realizaciones. Por añadidura, las actividades refieren a un desarrollo prolongado que además
es homogéneo. Es claro que esta conceptualización de Boons únicamente refiere al hecho de
estar cayendo, por breve que sea, sin que un punto de partida A y un punto de llegada B,
inferior, sean presentes.
En cuanto a los criterios que definen la alternancia preposicional entre a y en, pues, no
podemos plantear ya diferentes aserciones como lo hemos hecho con el verbo entrar, por lo
cual será nuestro corpus el que dará el resultado definitivo con respecto a los elementos que
influyen en la selección de preposición. A pesar de ello, Roegiest (1980: 91-92) notifica que
en la clase de los verbos que refieren a un movimiento vertical, la preposición en puede hacer
las veces de a. Sin embargo, el autor (1980: 92) anota que esta alternancia no se permite en
cualquier situación. Mientras que en depende de la naturaleza léxica del nombre regido, esto
no es el caso de a. Así, la alternancia no se observa sino con nombres que refieren a un lugar
inferior, por cuanto que solo en estos casos la preposición en puede hacer su aparición. Como
veremos enseguida (cf. infra, 1.5.6) esta particularidad será determinante en la
conceptualización de los otros tres verbos – saltar, tirar, lanzar – que describiremos, pero no
tanto cuando hablamos de caer, puesto que este verbo siempre refiere a un lugar inferior. Por
consiguiente, a y en conmuten libremente en oraciones del tipo:
caer al suelo
caer en el suelo
Pero con un verbo como escupir, en cambio, que tiene la posibilidad de combinarse con un
régimen que denota un lugar superior, se nota que únicamente en el caso de que el régimen
refiere a un lugar inferior la preposición en aparecerá (1980: 92):
Escupió en el suelo
Escupió al cielo
Conforme Gili y Gaya (1954: 250) hay, sin embargo, una diferente conceptualización según la
preposición introducida. Mientras que en, un resto del latín, pone el acento en el final del
movimiento, a subraya el movimiento mismo (cf. supra, 1.4.4.).
Aun así, demostraremos en la parte empírica (cf. infra, III) que hace falta tener en
cuenta la totalidad de rasgos descritos. Así, veremos que la suma de las entidades presentes en
una oración determinan la selección de preposición, es decir, tenemos que fijarnos a la vez en
el verbo, la preposición, el régimen, y en ciertas ocasiones incluso en el regente y otros
factores que desempeñan un papel importante en la selección preposicional. Sin embargo, más
adelante entraremos en detalle con respecto a este aspecto.
No obstante, Morera Pérez (1988: 365) observa que con un régimen que expresa
57
‗líquido‘ o ‗recipiente‘, en contextos de verticalidad, la preposición en es la única preposición
posible. El lingüista agrega que ―en adquiere el sentido ‗localización final interior‘ y que por
ese matiz la conmutación con dentro de es posible‖:
Cayó dentro del baño
Como igualmente ya hemos señalada (cf. supra, 1.4.6.), el verbo caer puede ser empleado en
contextos locativos, acercándose de esta manera al verbo dar que denota una ‗orientación‘ del
sujeto locativo (Roegiest, 1977: 273). Como en el caso de la mayoría de los verbos directivos,
insiste ante todo en la dirección terminativa del movimiento, oponiéndose a la referencia al
origen del movimiento (Roegiest, 1977: 273). Visto que ya hemos tratado este punto, no nos
pararemos demasiado en esto.
En cuanto al sistema portugués, parece que no hay diferencias notables a señalar. Así,
Roegiest (1985: 13) apunta que un verbo como cair, equivalente de caer en español, puede
construirse tanto con a como em, al igual que el español. Además, agrega – pero esto ya ha
sido señalado al describir las preposiciones en y em (cf. supra, 1.4.4, 1.4.5.) – que ―em pone
de relieve no el trayecto de la dirección, sino el término con su modalidad bidimensional‖.
Moody (1972) afirma este aspecto bidimensional del verbo caer por medio de las siguientes
palabras: ―With motion, em shows that one entity moves to come into contact or be in contact
with or inside another. The verb cair combines with em to convey this meaning.‖ Roegiest
(1985: 13) igualmente cita a Willis (1965), quien apunta que por esta modalidad bidimesional
―Caiu no chão, implies falling to the ground from a sitting or standing position‖ (Willis, 1965
apud Roegiest, 1985: 13).
En último lugar, señalamos que Busse (1994: 92) observa que en un contexto directivo
el uso de la preposición para, tal como en el caso del verbo portugués entrar, será bastante
frecuente. Así, el autor nos ofrece el siguiente ejemplo:
A jarra caiu para o chão e partiu-se
Asimismo, hace hincapié en que cair, seguido de em, frecuentemente refiere a un sentido
abstracto, verbigracia:
Nessa não caio eu!
Cair nas boas graças de alguém
58
1.5.6 El verbo saltar: análisis
A primera vista se diría que el tercer verbo que estudiaremos, saltar, se opone estrictamente a
los dos anteriores. Una primera diferencia con entrar y caer/cair concierne al hecho de que
casi todas las gramáticas comparten la opinión de que saltar es un VMMs en vez de un
VVDD. Por lo tanto, saltar no hará referencia a una dirección inherente con una meta
implicada, sino que meramente indicará cómo, o sea, de qué manera una determinada entidad
se desplaza. Además, este verbo igualmente se opone a los anteriormente descritos porque
además de un uso intransitivo, conoce usos transitivos (Cifuentes Honrubia, 1999: 153). Por
ejemplo:
Saltar la valle
Repetimos, sin embargo, que este uso transitivo no será causativo, por lo cual se mantiene la
frontera nítida con los verbos lanzar/lançar y tirar/atirar.
A pesar de todo ello, cabe observar que saltar comparte ciertas particularidades con
entrar y caer. Así, en los tres verbos es el sujeto mismo que se desplaza y consiguientemente
está implicado en la acción. Igualmente es digno de mención que saltar tiene en común con el
verbo caer la descripción de ―un trayecto orientado en el eje gravitatorio‖ (París, 2006: 3). No
obstante en el caso de caer únicamente puede referir a un lugar inferior, mientras que los
valores alternativos de saltar son tanto abajo como arriba. Pero también se puede observar un
rasgo que saltar comparte con entrar solamente, a saber la imposibilidad de ser introducido
en una estructura locativa.
No obstante, la situación es más compleja porque saltar no debe implicar movimiento,
o sea que no forzosamente hay un cambio de lugar (cf. supra, 1.3.3.). Así, citamos a Cifuentes
Férez (2008: 215-216):
― […] we would like to raise the issue of the semantic nature of ‗Jump‘ (Spanish
‗Saltar‘). On the whole, this motor pattern category seems to be quite connected with
self-contained motion in the sense that when the Figure jumps, hops or pronks, it does
not necessarily change its overall location. However, if jumping verbs are followed by
prepositional phrases encoding direction, they can also express translational motion.
Unlike ‗Walk‘ and ‗Run‘, which seem to need or imply the Figure‘s change of
location (unless the Figure is walking or running on a treadmill), it might be argued
that ‗Jump‘ in English and in Spanish is characterised or defined by the Figure‘s rising
from the ground using its legs, which might take place at a single location or from a
location to another.
59
Se observa entonces que en la realización sintáctica más simple de saltar el verbo describe
una acción sin trayecto implicado. En tal caso, saltar refiera a ―una pérdida abrupta e
instantánea de contacto con una base de sustentación por un movimiento ascendente‖ (París,
2006: 7). Una realización más específica, según París (2006: 7-8) sería la adición de un
trayecto, que puede ser ascendente (a), descendente (b) e incluso horizontal (c). El autor
(2006: 7-8) ejemplifica a través de los siguientes ejemplos:
(a) Pedro saltó al tercer escalón de arriba
(b) Pedro saltó al foso
(c) Pedro saltó a la vereda.
Según París (2006: 7) esta variabilidad prueba que, al contrario de caer, la orientación no
constituye parte del sentido principal de saltar. Cifuentes Férez (2008: 215-216) concluye de
la siguiente manera: ―jump-saltar is expected to be described as both self-contained and
translational motion, characterised by the energetic Figure‘s pushing off the ground.‖
Igualmente cabe observar que el sentido nuclear de saltar, en que no hay movimiento,
corresponde a lo que se suele llamar una ‗actividad‘, tal como en el caso de correr o caminar
por ejemplo. Así, el evento también es atélico, no puntual, pero sí es dinámico. No obstante,
estos verbos no son enteramente iguales, visto que Dervillez-Bastuji (1982: 297) señala que
en el caso de correr y caminar se percibe una modificación de las marcas espaciales, mientras
que no es así con saltar o bailar, que se limitan al movimiento del objeto dentro de una marca
espacial. Además, una prueba de la semejanza entre saltar y bailar, lo constituye el hecho de
que el verbo latín saltare era un frecuentativo de salire – que dio salir – y significaba tanto
bailar como dar saltitos (Corominas & Pascual, 1984). Sin embargo, Dervillez Bastuji (1982:
297) va aún más lejos, sosteniendo que
―El movimiento no dirigido es asimilable a un estado: bailar o saltar es producir un
movimiento no orientado, es decir, reducible a un círculo cuya miniaturización da el
punto. En consecuencia, se considerará insuficiente la oposición entre movimiento/no
movimiento.‖
No obstante, esta afirmación nos parece poco acertada porque las características del verbo
saltar no cuadran en absoluto con las descritas por Roegiest (2010: 40), quien señala que los
‗estados‘ siempre se oponen al sema de ‗dinamicidad‘. Además de ello, un ‗estado‘
generalmente pertenece a uno de los tres grupos siguientes: ―las indicaciones de lugar (estar,
yacer), los estados atributivos (parecer) o mentales (saber, querer)‖ (2010: 40).
En el caso de que el verbo saltar se combina con un SP (o si es transitivo, sin SP)
60
nos parece más conveniente hablar de una realización porque el desplazamiento, sea
ascendente, descendente o horizontal, siempre refiere al abandono de un punto A y la llegada
en un punto B, por lo cual el evento será télico, no puntual y dinámico.
Por lo que es de la alternancia preposicional entre a y en, tendremos que averiguar los
resultados obtenidos en el corpus (cf. infra, III). Como también es el caso de caer, se trata
aquí de un verbo que refiere a un movimiento vertical, por lo cual se justifica la posibilidad de
conmutación entre estas dos preposiciones (Roegiest, 1980: 91-92). Probablemente la
selección de a o de en, dependerá mucho del tipo de régimen. Así, basándonos en las
descripciones de Roegiest (1980: 91-92), nos podemos imaginar que saltar en únicamente se
aplica con un movimiento hacia abajo. Al contrario, saltar a permite tanto una referencia a un
lugar inferior como superior. Sin embargo, tendremos que averiguar en el corpus si, por
ejemplo, el matiz de interiorización no lleva a la selección de en incluso cuando hay un
movimiento hacia arriba.
En cuanto al portugués, solo podemos decir, por el momento, que Roegiest (1985: 13)
incluye el verbo saltar dentro del grupo de verbos que posibilitan la conmutación
preposicional entre a y em, y que además hay pocas diferencias con el sistema español, por
cuanto que ambas preposiciones ponen de relieve los mismos aspectos en portugués y en
español.
Asimismo, el linguista Ali (1971: 212) apunta que ―dizeres que signifiquem ‗lugar
para onde‘, se construem em português geralmente com a ou para e‖. Aun así, observa que se
usa todavía la preposición em con sentido directivo junto a verbos como, entre otros, saltar.
Ali (1971: 72) ejemplifica por medio de la siguiente frase:
Assi, fogem os Mouros, e o piloto, que ao perigo grande os guiara, crendo que seu
engano estava noto, tambem foge saltando na agua amara54(Camões, Lus. 2, p.28)
En último lugar, remitimos a Busse (1994: 370) y salta a la vista que, con respecto al verbo
saltar, únicamente considera el uso intransitivo, transitivo y con un SP introducido por para.
Así, ni siquiera da cuenta de la posibilidad de combinación con las preposiciones a y em. Sin
embargo, demostraremos en la parte empírica que esta interpretación es completamente
errónea – y de hecho las demás obras que acabamos de mencionar también prueban que la
conmutación con a y em perfectamente es posible.
54
No hemos adaptado la ortografía del ejemplo propuesto por Ali (1971: 212)
61
1.5.7 Los verbos tirar/atirar y lanzar/lançar: análisis
En las descripciones lingüísticas que tratan de tirar/atirar y lanzar/lançar, se observa que
generalmente estos dos verbos no difieren tanto por lo que es de su clasificación verbal. Así, a
nivel sintáctico, constatamos que lo que cuenta para un verbo también será válido para el otro,
o sea que sus diferencias son mínimas. Por esa razón, hemos optado por describir estos dos
verbos a la vez. Ahora bien, uno podría preguntarse sin duda alguna ¿por qué integrar ambos
verbos – si realmente son tan idénticos – en este estudio? Pues bien, por un lado nos parece
extremamente interesante averiguar por medio de una investigación empírica (cf. infra, III) si
en la lengua real la selección preposicional nos ofrece resultados idénticos, o si hay una
diferencia notable, lo cual – tal vez subyacentemente – implicaría una diferente
conceptualización de la acción expresada por el verbo. Además, más adelante (cf. infra, II)
veremos, por medio de un escrutinio de algunos diccionarios, que a nivel semántico hay una
ligera diferencia del matiz expresado 55.
Antes de todo, pondremos en claro la etimología de ambos verbos. En cuanto al verbo
tirar, Corominas & Pascual (1984 apud Cifuentes Honrubia, 1999: 213) señalan que hasta
hoy en día no se sabe con certeza de dónde viene este verbo. Así, ponen sobre el tapete dos
posibles orígenes. Según una primera conjetura sería un verbo cuyo origen no tiene
parentesco alguno con el latín, al contrario de la mayor parte del vocabulario de las lenguas
románicas. Los dos autores señalan que el verbo, aunque es muy dudoso, podría derivar del
germánico teran, que significaba desgarrar. Otra hipótesis, a lo mejor un poco más probable,
supone que el verbo viene del término que fue dado a ―la flecha en el lenguaje de los partos,
enemigos del ejército romano, nombre que hubo de ser tir, como en todos los dialectos
iranios‖. Esta palabra simplemente sería adoptada en la jerga militar latina y de este modo
habría evolucionado hacia el verbo que conocemos actualmente. (Corominas & Pascual,
1984).
Por lo que es del verbo lanzar, parece que se conoce su origen con más seguridad.
Citamos a Corominas & Pascual quienes afirman lo siguiente:
―lanzar: tomado del latín tardío lanceare, ‗manejar la lanza‘, formado sobre lancea,
‗lanza‘, con lo que podríamos pensar en algún tipo de amalgama factitiva instrumental
en el origen del significado, desplazándose metonímicamente hacia el significado
55
Sabemos que sinónimos perfectos no existen. Dicho de otro modo, los valores semánticos de dos (o más)
palabras pueden cubrirse parcialmente (solapamiento), pero nunca serán palabras enteramente idénticas.
62
direccional por el propio hacer de la acción con la lanza, y siendo el significado actual
una generalización por extensión metafórica.‖
En lo referente a las características principales de estos verbos, salta a la vista que, en realidad
tirar y lanzar refieren a un cierto modo de desplazamiento, por lo cual los consideraremos
VMMs, tal como el verbo caer. Sin embargo, no podemos medir estos tres verbos con el
mismo rasero, porque tanto tirar como lanzar se caracterizan por la posesión de usos
transitivos causativos, por lo cual se oponen estrictamente a caer, así como también a los dos
verbos anteriores entrar y saltar (Crego García, 2000: 116-117). Además, únicamente con los
verbos tirar y lanzar el sujeto no está implicado en el desplazamiento56. Sin embargo, estos
verbos introducen, por su transitividad, un objeto directo (OD) que realiza el desplazamiento.
El término del movimiento será expresada por medio de un CC de lugar, tal como en el caso
de los demás verbos. Sin embargo, al contrario de los otros tres verbos, el objeto desplazado
no siempre se mueve hacia un lugar final, sino que también puede ser una persona que se
considera como meta. En este caso, un objeto indirecto (OI) estará presente y por consiguiente
la oración será ditransitiva, o sea, trivalente. Para ejemplificar, presentamos los siguientes
ejemplos:
Juan tira la basura (OD) a la calle57 (CC de lugar)
Juan lanza un proyectil (OD) al cielo (CC de lugar)
Juan tira una pelota (OD) a Pablo (OI)
Juan lanza un proyectil (OD) al señor (OI)
Una prueba para determinar si se trata de un CC de lugar o de un OI, aparte del rasgo [+
humano] que generalmente caracteriza a los OI58, es la pronominalización mediante el clítico
le. Se observa que únicamente en el caso de los OI esta pronominalización se hace posible:
*Juan le tira la basura (a la calle)
Juan le tira una pelota (a Pablo)
Aun así, cabe observar que tirar y lanzar igualmente conocen la variante pronominal en que
se trata de un tiro o de un lanzamiento del sujeto mismo. En otras palabras, el sujeto se tira o
56
También es así con los verbos meter y poner, que no consideraremos en este estudio (Cifuentes Honrubia,
1988: 181)
57
Obsérvese que Cifuentes Honrubia (1999: 79) señala que una frase como ―Tira el papel a la calle supone
concebir un desplazamiento de forma que si alguien realiza esa acción no puede hacerlo desde la calle, sino que
tiene que encontrarse situado en otro lugar, una casa por ejemplo; pero esta misma escena sería imposible de
expresar mediante tira el papel en la calle, pues solo puede ser válida como localización de la acción, pero no
como lugar del término‖
58
No obstante, no debe ser un humano. En una frase como ―Tiro algo al Ganges‖ podríamos imaginarnos por
ejemplo un contexto religioso en que se ejecuta un ritual que concierne al tiro de un objeto en este río. En tal
caso, la paráfrasis por le sí sería posible: ―Le tiro algo al Ganges‖
63
se lanza a sí mismo, por lo cual está implicado en la acción, tal como es el caso de los demás
verbos:
Pablo se tira / se lanza al agua
En el ejemplo aquí arriba se observa que el agente es sujeto y objeto a la vez. Cifuentes Férez
(2008: 205) habla de ‗forced motion‘, o sea, una moción que requiere un esfuerzo, cuando
trata de los verbos tirar(se) y lanzar(se) (y también incluye el verbo arrojar(se)):
―Forced Motion (3 verbs, 2.44% of Spanish manner verbs): arrojar(se), lanzar(se) and
tirar(se) meaning ‗to throw, to throw oneself‘. These verbs encode the fact that the
Figure performs a high-energetic movement in its motion. This group of verbs
functions basically as agentive verbs, which are made self-agentive motion verbs by
adjoining the reflexive pronoun ‗se‘‖.
Además, igualmente existen usos intransitivos sin variante pronominal. Sin embargo hay que
matizar, por cuanto que en tal caso podemos estar ante dos tipos de usos. Así, el verbo será o
bien causativo porque en realidad equivale a los transitivos, pero con OD presente
subyacentemente, o bien será no causativo con un sentido de disparar. Con este último
sentido percibimos que ya no se trata del mismo valor semántico, es decir, el sentido del
verbo ha cambiado:
Ahora voy a tirar (la pelota)
Ahora voy a tirar (con un revólver)
También cabe observar que el verbo tirar es bastante frecuente en un contexto de deporte. Así
por ejemplo podemos encontrar oraciones del siguiente tipo:
Tirar a puerta
Tirar a gol
Tirar a canasta
Pues bien, por un lado tenemos inclinación a considerar estos usos como intransitivos porque
no hay OD presente. Por otro lado, se puede poner en tela de juicio si no hay siempre un OD
presente de modo subyacente – en estos casos sería un balón –, tal como en el caso del
ejemplo citado aquí arriba.
Asimismo, cabe preguntarse si los verbos tirar y lanzar dan prueba de una ‗actividad‘,
una ‗realización‘, o un ‗logro‘59. Ahora bien, ambos verbos siempre refieren a una meta final,
por lo cual serán considerados como eventos télicos. Consecuentemente, se puede deducir que
una conceptualización como ‗actividad‘ ya no entra en consideración. Según Cifuentes
59
Obviamente ya descartamos la posibilidad de que sea un ‗estado‘ por la ‗dinamicidad‘ implicada.
64
Honrubia, 1999: 96) la frontera es borrosa entre ‗realización‘ y ‗logro‘ – ambos son dinámicos
y télicos – con los dos verbos en cuestión. Así, el lingüista (1999: 96) apunta que la diferencia
reside en la duración del desplazamiento: un ‗logro‘ implicaría un momento muy breve entre
la fase del abandono de un punto de origen y la fase de la llegada en un punto final, mientras
que ‗una realización‘ referiría a un mayor lapso de tiempo entre estas dos fases. Ahora bien,
según el autor (1999: 78-79) una frase como lo tiró al suelo se consideraría como un ‗logro‘,
mientras que lo tiró al abismo sería más bien una ‗realización‘.
Por lo que es de las posibilidades de conmutación de estos dos verbos, Roegiest (1980:
91-92) observa que con el empleo de tirar y lanzar, al igual que los verbos caer y saltar, hay
una referencia a un movimiento vertical lo que permite la aparición de la preposición en al
lado de a. Sin embargo, lo que distingue la selección de preposición será aquí también la
naturaleza del régimen. De este modo, un nombre que refiere a un lugar superior llevará
generalmente a la selección de a, mientras que una referencia a un lugar inferior tanto dará
ocasión a la preposición a como en (Roegiest, 1980: 92):
Tirar / Lanzar algo al aire
Tirar / Lanzar algo al mar / en el mar
Asimismo, Waluch-De la Torre (2006: 188) observa que los dos verbos en cuestión contienen
el sema de ‗violencia‘ o ‗hostilidad‘, tanto en español como en portugués. Por eso, la autora
apunta que a se acerca a menudo a contra, verbigracia (2006: 188):
El viento lanzó contra las ventanas un aguacero que resonó como mil latigazos (esp.)
O vento lançou contra as janeles uma bátega que soou como o estalido de mil
chicotes. (ptg.)
Por lo que es del portugués, los verbos atirar y lançar igualmente admiten la alternancia
preposicional entre a y em (Moody, 1972). Cabe señalar que en general las mismas reglas que
hemos aplicado al español también serán válidas para el portugués. Sin embargo, aparte de
averiguar en qué medida los resultados corresponden en ambas lenguas con respecto a la
selección de a y en/em, también estudiaremos en el corpus (cf. infra, III) cuál es la
importancia de la preposición para y de la locución preposicional para dentro de al
combinarse con atirar y lançar. De todos modos, Busse (1994) no habla de un posible SP
encabezado por para o para dentro de. No obstante, vista la finalidad a la que refiere para en
portugués, esta observación nos sorprende. Sin embargo, únicamente después del estudio
empírico podremos llegar a un resultado definitivo.
65
II. Segundo capítulo: Estudio lexicográfico: comparación de los
diccionarios
2.1
Introducción
En las siguientes páginas nos propondremos como objetivo un estudio lexicográfico de los
cinco verbos considerados en ambas lenguas iberorrománicas: caer/cair, entrar/entrar,
lanzar/lançar, saltar/saltar, tirar/atirar. Más precisamente, compararemos los diferentes
significados que los diccionarios suelen atribuir a estos verbos, o sea que focalizaremos sobre
todo atención en la semántica. Para efectuar este análisis con el mayor esmero, hemos echado
mano de tres diccionarios explicativos de la lengua española que serán abreviados de la
siguiente manera a lo largo del texto: Moliner60, Seco61 y DRAE62. Por lo que toca a los dos
diccionarios que tratan de la lengua portuguesa, utilizaremos las siguientes abreviaturas:
Verbo63 y Houaiss64.
Sin embargo, destacamos que no será un estudio lexicográfico típico que da cuenta de
la totalidad de sentidos posibles de un verbo particular. En este estudio únicamente
subrayaremos los diferentes valores semánticos que están relacionados al concepto de
desplazamiento. Además, solo consideraremos los usos espaciales que se construyen con las
preposiciones que estudiamos en esta investigación, por lo cual se percibe que no
desatenderemos totalmente el factor sintáctico. En otros términos, nos pararemos aquí en los
posibles sentidos directivos de los verbos que podremos encontrar en el corpus, lo cual solo
forma una pequeña parte de la totalidad de empleos posibles con los verbos en cuestión. De
este modo, esta parte servirá, de hecho, como puente entre el primer y el tercer capítulo, en
que analizaremos los ejemplos del corpus. Además, este estudio lexicográfico ya introducirá
la distinción esencial entre usos concretos y abstractos de los verbos.
Igualmente queremos señalar que no será nuestro objetivo concluir qué diccionario es
60
Moliner M. (1998): Diccionario de uso del español, Madrid: Gredos. 2 vol.
61
Seco M., Andrés O. & Ramos G. (1999): Diccionario del español actual, Madrid: Aguilar. 2 vol.
62
Real Academia Española (2001) : Diccionario de la Real Academia Española, Madrid: Espasa-Calpe, 22ª
edición
63
Acadêmica Das Ciências de Lisboa (2001): Dicionário da língua portuguesa contemporâneo, Lisboa: Verbo
63
Houaiss, A. (2009): O dicionário Houaiss da língua portuguesa
66
el de más mérito. Los diferentes diccionarios únicamente sirven para que tengamos a nuestra
disposición un abanico más amplio de valores semánticos posibles. Por consiguiente, no nos
interesa en qué posición los diccionarios ponen un determinado sentido en la descripción del
verbo.
En cuanto al método de trabajo, cabe señalar que compararemos de modo directo y
concreto. Esto significa que no procederemos describiendo diccionario por diccionario,
enumerando los significados mencionados en él, sino que enseguida iremos en busca de los
significados que concuerdan en los diferentes diccionarios. Obviamente, la descripción
exacta, los términos y los ejemplos diferirán según el diccionario empleado. Por esa razón, no
nos propondremos comparar en qué medida la descripción precisa de un sentido particular
difiere en los diccionarios, sino que trataremos de reducir a un inventario semántico. Esto
quiere decir que agruparemos los sentidos que convergen en los diferentes diccionarios para
poder describirlas a la vez. Además, ciertos significados – o ciertos detalles interesantes de
mencionar – se hallarán en un diccionario, mientras que en otro no figurarán. Por eso, siempre
intentaremos buscar en primer lugar los significados directivos que concuerdan, y después
señalaremos cuáles son los significados reservados a un diccionario en particular. A pesar de
esta comparación directa, mantendremos una separación clara entre los diferentes verbos, es
decir, los verbos serán descritos uno por uno. Además, no haremos mención de las múltiples
expresiones fijas mencionadas en los diccionarios, aunque puedan ser directivas en cierto
sentido, ya que no han sido adoptadas en el corpus.
67
2.2
El estudio lexicográfico
2.2.1 El verbo caer/cair: diferencias semánticas
Por lo que es de los tres diccionarios españoles, observamos que el primer significado
descrito, en realidad, refiere a la acción prototípica del verbo caer, por lo cual las definiciones
propuestas mayoritariamente coinciden en los tres diccionarios. Así, encontramos que el
verbo caer implica un movimiento verticalmente inferior – de arriba abajo – causado por el
propio peso del cuerpo que realiza la acción. La definición que nos parece más adecuada es la
propuesta por el Seco, que define la acción prototípica de caer como ―ir al suelo, o hacia
abajo, por efecto de la gravedad‖. Además, los tres diccionarios insisten en que el objeto
desplazado tanto puede ser humano (1) como inhumano (2).:
(1)
Es fácil ver accidentes de cochecitos en los que el niño cae al suelo y la madre
corre calle abajo persiguiendo la rueda (Seco)
(2)
Las manzanas maduras caen al suelo (DRAE)
Como observamos en estos dos ejemplos, los diccionarios tienen bien en cuenta que este
primer valor semántico del verbo frecuentemente se emplea con un CC de lugar, como hemos
visto en los ejemplos (1) y (2) en que el suelo cumple esta función. No obstante, un CC de
lugar expresado no es necesario, como muestra el siguiente ejemplo:
(3)
Se ha caído la lámpara65 (Moliner)
Igualmente es preciso detenerse en una particularidad observada por el Seco, en que se nota
que el movimiento hacia abajo no forzosamente debe ser con la intervención de la ley de
gravedad, verbigracia:
(4)
El sol caía vertical (Seco)
El segundo significado que hallamos en los diccionarios concierne a un sentido que
frecuentemente requiere la forma pronominal del verbo, pero no siempre. En este caso, el
movimiento realizado generalmente es provocado por una pérdida de equilibrio, así que el
cuerpo en cuestión sufre una caída que únicamente se detiene al entrar en contacto con la
tierra u otra superficie. La definición más conveniente para definir este segundo sentido es la
65
El verbo caer es meramente intransitivo. Ahora bien, la presencia o no de un CC de lugar no cambia nada a la
intransitividad intrínseca del verbo caer.
68
siguiente: ―Perder [alguien o algo] el equilibrio, pasando a apoyarse sobre una base que no es
la normal‖ (Seco).
(5)
¡Ay, que me caigo!
(6)
El niño se ha caído
(7)
No pudo detenerse y cayó al río
Como se puede observar, en los ejemplos (5) y (6) se trata de un uso pronominal del verbo,
mientras que se emplea la forma no pronominal en el ejemplo (7). Además, cabe preguntarse
– como lo hace el Moliner – si este segundo sentido realmente es tan diferente del primero, o
si se trata de un mero matiz. De todos modos, en ambos casos la acción realizada se interpreta
como un uso concreto del verbo. Esto significa que hay un verdadero movimiento vertical,
físico, hacia un punto inferior implicado y que este movimiento es perceptible con nuestros
sentidos.
No obstante, con respecto al tercer significado del verbo caer, observamos que son los
usos abstractos que entran en consideración. Por consiguiente el movimiento hacia abajo no
debe ser literal, sino que frecuentemente se caracteriza por un movimiento vertical en el
sentido figurado. Así, el Seco define este uso abstracto como ―Entrar [en una situación
(compl. EN, o predicat) que se considera negativa o poco deseable para la pers. o cosa de que
se habla]. Los ejemplos que proponemos provienen del mismo diccionario:
(8)
Quienes quisieron hacerle caer en la trampa no lo consiguieron
(9)
[…] la película puede caer en lo grotesco […]
(10) Parménides cae en el panteísmo
Sin embargo, es digno de observación que este tercer significado a menudo implica una
pasada de una persona en cierto estado de decadencia o desmejoramiento:
(11) Caer en el abatimiento (Seco)
(12) Caer en la desesperación (Seco)
(13) Caer en desgracia (Seco)
(14) Caer en una depresión (DRAE)
(15) Caer en recesión (DRAE)
69
Además, el DRAE añade un matiz semántico suplementario. De este modo, el DRAE observa
que la entrada en un estado de decadencia también puede referir al hecho de ―Incurrir en
algún error o ignorancia o en algún daño o peligro‖:
(16) Caer en una tautología.
Para terminar la descripción de los significados del verbo caer – repetimos que se trata aquí
únicamente de los sentidos pertinentes para el trabajo empírico (cf. infra, III) – queremos
señalar que, a pesar de haber descrito este verbo como meramente intransitivo (cf. supra,
1.5.5.), los diccionarios concuerdan que en la lengua coloquial existen usos transitivos de este
verbo, con el sentido de ―dejar caer algo‖. Así, sería posible encontrar una frase del tipo:
Sujétalo bien, no lo caigas (Seco). Visto que no hemos incorporado este uso en el corpus no
nos extenderemos más sobre este uso transitivo.
Por lo que es del portugués, de nuevo observamos que con respecto al primer
significado tanto el Verbo como el Houaiss refieren al mismo concepto de movimiento hacia
un punto que se sitúa más abajo. Además, en ambos diccionarios las definiciones se muestran
muy parecidas y afines. Por eso, nos concentraremos en la descripción del Verbo, que reza
así: ―Ir parar ao chão involuntariamente, estando antes em sítio elevado‖. Encima, en lo
referente al segundo significado, el Verbo integra, al igual que los diccionarios españoles, la
pérdida de equilibrio, como se observa en la siguiente definición: ―Perder o equilibrio,
precipitando-se no solo; ir ao chão. ≈ Tombar‖. No obstante notificamos que, tal como era el
caso de las ejemplificaciones del Moliner, los ejemplos propuestos, tanto por lo que concierne
al primer como al segundo sentido conreto, carecen de CC de lugar:
(17) Ele ia a correr e caiu (Verbo)
(18) Tinham caído perto do rio (Verbo)
Sin embargo, hay que matizar por lo que concierne a la falta de CC de lugar en la
ejemplificación. De este modo, aparte de los ejemplos (17) y (18) que no tienen CC alguno,
los diccionarios portugueses proponen frases que se caracterizan por la presencia de una
preposición que posee el sema de ‗eféresis‘. De ahí que podríamos pensar que según el Verbo
y el Houaiss el origen de la caída es más fundamental que el punto de llegada:
(19) Caiu da janela
(20) O gato caiu da varanda abaixo
70
Obsérvese además que tanto en estos dos últimos ejemplos, como en los que no poseen CC de
lugar, se trata de empleos concretos del verbo, es decir, refieren a una acción física
perceptible.
Por lo que es del uso abstracto del verbo cair en combinación con las preposiciones
consideradas, ambos diccionarios apuntan que es frecuente una referencia al hecho de
―Incorrer em erro ou logro‖ (Verbo):
(21) Caiu no erro / na asneira / na esparrela de lhe dar a morada. (Verbo)
(22) Durante o depoimento, caiu em contradição. (DRAE)
No obstante, con respecto a este uso abstracto, el Verbo agrega un matiz semántico. Así, el
diccionario en cuestión nota que cair se emplea en un sentido abstracto que significa ―ser
tomada e dominada uma fortaleza ou construção semelhante, por forças adversárias‖:
(23) A praça forte caiu às mãos do inimigo.
Sin embargo, el Houaiss nos informa también la posibilidad de encontrar el verbo cair en
combinación con una de las preposiciones consideradas cuando se refiere al hecho de ―mudar
(uma atitude, um procedimento, etc.) para pior, descambar‖:
(24) Cair no ridículo.
Además, el mismo diccionario observa que igualmente puede aparecer el verbo con una
referencia a ―entrar em determinado estado ou situação; mergulhar:
(25) Cair no sono.
Para terminar la descripción de caer/cair, agrupamos los diferentes sentidos pertinentes en
nuestro trabajo en la siguiente tabla:
71
Concreto
Abstracto
español
portugués
―Ir al suelo, o hacia abajo, por efecto de la
gravedad‖ (Seco)
 ejemplificación con prep. de
‗aféresis‘
―Dicho de un cuerpo: perder el equilibrio
hasta dar en tierra o cosa que lo detenga‖
(DRAE)
―Entrar [en unas situación (compl. en, o
predicat) que se considera negativa o poco
deseable para la pers. o cosa de que se
habla‖ (Seco)
―Incurrir en algún error o ignorancia o en
algún daño o peligro‖ (Seco)
―Ir para ao chão involuntariamente, estando
antes em sítio elevado‖ (Verbo)
 ejemplificación con prep. de
‗eféresis‘
―Perder o equilíbrio, precipitando-se no
solo; ir ao chão‖ (Verbo)
―mudar (uma atitude, um procedimento,
etc.) para pior, descambar‖ (Houaiss)
―Incorrer em erro ou logro‖ (Verbo)
―entrar em determinado estado ou situação;
mergulhar‖ (Houaiss)
Pues bien, es obvio que en ambas lenguas estos verbos están marcados por empleos concretos
y abstractos. Por eso, además de las características sintácticas, nos preguntaremos si en un
corpus arbitrario será más frecuente un empleo concreto o abstracto del verbo (cf. infra, III).
2.2.2 El verbo entrar en ambas lenguas: diferencias semánticas
Por lo que es del verbo entrar, comenzaremos de nuevo con la descripción de los valores
semánticos mencionados en los diccionarios españoles. Observamos que los tres diccionarios
nos proponen definiciones similares con respecto al primer sentido, que forma la gran
mayoría de los empleos del verbo entrar. La definición que encontramos en el Seco es ―Pasar
del exterior al interior [de un lugar limitado o cerrado (compl. EN o, más raro A)].
Constatamos que hay una clara referencia al límite doble que implica el verbo entrar, como lo
hemos señalado más arriba (cf. supra, 1.5.3.). Además, cabe mencionar que este sentido
prototípico del verbo tanto admite usos concretos como abstractos. Los otros dos diccionarios
comparten la misma opinión. Así, hallamos por un lado ejemplos concretos del tipo siguiente:
(26)
Entrar en la casa (Moliner)
(27)
Entra la bola en la tronera (Moliner)
y por otro lado tenemos los ejemplos abstractos como:
(28)
El parto fue bien y la niña entró en la vida de forma feliz (DRAE)
(29)
Entra él solo en la ratonera (Seco)
72
Sin embargo, es digno de mención que el Seco y el Moliner distinguen un significado
suplementario, que a nuestro parecer no se diferencia tanto del primer sentido descrito, por
cuanto que igualmente implica un movimiento hacia el interior de algo, con implicación de un
límite doble. Así, los diccionarios definen este uso como ―Ser admitido o tener autorización
para entrar [en alguna parte]‖:
(30)
Para conseguir entrar en alguna parte los chicos se dejaban pervertir por los
viciosos (Seco)
(31)
Entraba en palacio. ≈ Tener entrada (Moliner)
Pues bien, aquí de nuevo se trata de un movimiento hacia el interior de algo, y el límite doble
claramente se percibe en estos dos ejemplos. De ahí también que no nos parece muy lógica la
distinción con el primer sentido.
Además, el DRAE igualmente añade un matiz semántico porque distingue un uso que
refiere a la penetración o introducción de cierto objeto en otro. Ahora bien, se podría decir
que de nuevo estamos ante una mera variante del primer sentido, como en los ejemplos (30) y
(31). Aun así, se puede entender por qué se trata de un significado individual. Así, es bastante
difícil imaginarse una meta con límites cerrados en el siguiente ejemplo:
(32)
El clave entra en la pared
Igualmente vale la pena mencionar que el verbo entrar se usa frecuentemente con el mismo
valor de caber (o incluso encajar), por el mismo matiz de interioridad. Aunque los tres
diccionarios insisten en los mismos principios, la definición del Moliner nos parece la más
completa por lo cual la emplearemos aquí: ―Poder colocarse una cosa por su tamaño alrededor
o en el interior de otra‖:
(33)
El corcho no entra en la botella (Moliner)
(34)
El libro no entra en el cajón del estante (DRAE)
En lo referente a los empleos abstractos, señalamos en primer lugar dos sentidos que solo
hemos encontrado en el Seco. Se trata de lo que el diccionario precisa mediante los términos
―Pasar a tratar [un tema (compl. EN)]‖ por un lado, y de la definición ―Pasar a estar [en un
tiempo o en una situación]‖ por otro lado. Un ejemplo del primer significado sería:
(35)
No entro en la cuestión sobre la utilidad o beneficio de la llegada de este
dinero […]
73
El segundo significado se ejemplifica a través de la siguiente frase:
(36)
Un buen reglaje de frenos, antes de entrar de lleno en el invierno, nunca está
de más.
Ahora bien, pasemos a algunos empleos abstractos del verbo entrar que los tres diccionarios
comparten. El DRAE señala que entrar semánticamente puede referir al hecho de ―Empezar a
sentir lo que el nombre signifique‖. En los tres diccionarios el ejemplo proporcionado, que
corresponde a este sentido, es el siguiente:
(37)
Entrar en calor
Sin embargo, el Moliner observa que el empleo de entrar es perfectamente posible cuando
uno empieza a sentir calor, pero no es posible con su antónimo, o sea que la frase entrar en
frío sería agramatical.
Además de ello, apuntamos que la gran mayoría de los usos abstractos restantes se
caracterizan por la pertenencia a una asociación, colectividad, clase, actividad, empresa, etc.
Más precisamente, se trata generalmente de personas (ejemplos (38) – (41)) o cosas (ejemplo
(42)) que empiezan a formar parte de otra entidad o que se incorporan a algo:
(38)
Echándole en cara que él entró en la corporación de gracia, en tanto ellos, los
jóvenes, hubieron de someterse a las inciertas peripecias de una oposición
(Seco)
(39)
Entrar en una sociedad comercial (DRAE)
(40)
Entrar en la milicia (DRAE)
(41)
Entrar en el ejército (Moliner)
(42)
Esta casa entra en la categoría de las de lujo (Moliner)
En cuanto a este rasgo de pertenencia a una clase, cabe señalar que no todos los ejemplos son
del tipo que acabamos de citar. Así, parece que este rasgo de ‗pertenencia‘ puede ser más
específico en ciertos casos. En el Seco se mencionan dos diferentes clases. La primera de éstas
se define de la siguiente manera: ―Estar incluida [una cosa (suj) en otra]‖:
(43)
En el arte mayor entraban, junto al dodecasílabo predominante, endecasílabos
de acentuación muy varia
La segunda clase de la que hace mención el Seco concierne a ―Intervenir o tomar parte [en
algo, esp. una acción]:
74
(44)
[…] Robi, el padre, entró también en el juego
Por añadidura, el DRAE igualmente conoce dos sentidos, caracterizados por la pertenencia de
cierta entidad a un grupo, que no encontramos en los otros diccionarios. El primero es el
siguiente: ―Formar parte de la composición de ciertas cosas‖:
(45)
Los cuerpos que entran en una mezcla
El segundo sentido se define como ―Intervenir o tomar parte en lo que el nombre signifique‖:
(46)
Entrar en un negocio, en un torneo, en una conjuración, en disputas
Finalmente, se observa que el Moliner igualmente apunta un sentido único. Se trata de ―Ser
uno de los componentes de cierta cosa‖:
(47)
En estas pastas no entra huevo.
Por lo que es del portugués, se nota también que el primer sentido mencionado, lógicamente,
concuerda en ambos diccionarios. Así, el Verbo y el Houaiss destacan el movimiento de fuera
hacia adentro. En el Verbo encontramos la siguiente definición: ―Passar do lado exterior para
o interior de um espaço, de fora para dentro. ≠ SAIR‖:
(48)
O comboio entrou na estação (Verbo)
(49)
Fez fila para entrar no cinema (Houaiss)
Sin embargo, alguna particularidad llama nuestra atención. Obsérvese que este primer sentido
del verbo refiere a un uso concreto en que una persona o un objeto realiza un movimiento,
físico en el caso del ejemplo (49), hacia el interior de algo. No obstante, tal como lo hemos
observado con los diccionarios españoles, el Houaiss parece distinguir un uso que a nuestro
parecer no difieren tanto del sentido que acabamos de explicar. Así, el diccionario apunta que
hay que considerar ―introducir-se em; invadir‖ como un sentido individual, pero en realidad
no se trata sino de una oración como las dos anteriores.
(50)
A água da enchente entrou em todas as salas
En el Verbo se apuntan dos sentidos concretos que igualmente encontramos en español. Así,
el diccionario explica que el verbo entrar puede denotar la acción de ―Penetrar no interior,
passar através‖. El ejemplo propuesto es el siguiente:
(51)
O prego não entra na parede
75
Ahora bien, tal como era el caso del ejemplo (32) por lo que es de los diccionarios españoles,
tenemos que admitir que en el ejemplo (51) se trata de un movimiento hacia el interior pero
con un límite doble que no se percibe tan claramente como en los ejemplos (48) – (50).
Además, advertimos una definición que reza así: ―Passar através de uma abertura, passagem,
entrada‖ (Verbo). Pues bien, aunque los diccionarios portugueses no lo mencionan, se trate en
este caso de un empleo de entrar que es sinónimo de caber, lo cual se observa en el siguiente
ejemplo propuesto por el Verbo:
(52)
Este tabuleiro não entra na porta do forno
Ahora bien, los demás sentidos que encontramos en los dos diccionarios dan prueba de un uso
abstracto. En primer lugar mencionaremos los que coinciden. Así, ambos diccionarios
mencionan que entrar puede equivaler al verbo incluir-se (em). El ejemplo que utilizamos
proviene del Verbo:
(53)
O seu nome entra na lista de candidatos
Además, ambos demuestran que entrar se suele emplear en un sentido de ―tomar parte em‖, o
sea, equivaliendo al verbo participar:
(54)
Entrar numa competição
Tal como en los diccionarios españoles, el Verbo y el Houaiss notan que el rasgo de
‗pertenencia a un grupo‘ a menudo está presente con los usos abstractos de entrar. En el
Houaiss encontramos la siguiente definición: ―iniciar-se em ou abraçar; começar a participar
de ou abraçar determinada actividade, experiência, situação, posição, grupo, etc.‖. Sin
embargo, el Verbo únicamente cita ejemplos con un SP encabezado por em:
(55)
Entrar numa empresa
(56)
Entrar numa familia
(57)
Entrar num emprego
mientras que en el Houaiss observamos que la preposición para también puede hacer su
introducción:
(58)
Entrar para a nossa família […]
Igualmente cabe señalar que el Verbo da la posibilidad de referir al hecho de ―Passar para
outro estado, época, sitação‖ por medio del verbo entrar. El Houaiss concuerda con respecto a
76
esta definición, aunque precisa que es necesario distinguir entre ―começar a estar em (um
estado, uma situação, uma actividade)‖:
(59)
Despeja o sal quando a água entra em ebulição
y ―passar a sentir (determinado emoção, sensação etc.) ou apresentar (determinado estado,
condição, reacção etc.)‖:
(60)
Entrou em pânico sem motivo aparente
Finalmente, cabe señalar que ambos diccionarios se caracterizan por algunos sentidos que no
tienen equivalente en el otro. Se trata de un significado en el Verbo y tres en el Houaiss. Por
lo que es del Verbo, se observa que contiene el siguiente sentido suplementario: ―começar a
falar, a tratar de. ≈ ABORDAR‖. El ejemplo que encontramos en el diccionario es éste:
(61)
Entrar na questão
Por lo que se refiere al Houaiss, apunta tres sentidos que solamente hallamos en este
diccionario. Se trata de ―atingir, alcançar (determinado ponto, idade, cifra, fase, período
etc.)‖, ―captar em profundidade; encarnar; personificar‖ y ―fazer parte de, ser usado em‖. El
diccionario propone, respectivamente, los siguientes ejemplos:
(62)
Entrámos numa nova era
(63)
Entrar numa personagem
(64)
Não entra açúcar na confecção desse gelado
En la siguiente tabla repetimos los diferentes sentidos del verbo en cuestión en ambas lenguas
para que las semejanzas (y diferencias) queden más claras:
77
español
Concreto
Abstracto
―Pasar del exterior al interior [de un lugar limitado o
cerrado (compl. en o, más raro, a)]‖ (Seco)
―Dicho de una cosa: Encajar o poderse meter en otra,
o dentro de otra‖ (DRAE)
―Pasar a tratar [un tema (compl. EN)]‖ (Seco)
―Pasar a estar [en un tiempo o en una situación]‖
(Seco)
―Empezar a sentir lo que el nombre signifique‖
(DRAE)
―Estar incluida [una cosa (suj) en otra]‖ (Seco)
―Intervenir o tomar parte [en algo, esp. una acción]‖
(Seco)
―Ser uno de los componentes de cierta cosa‖ (Moliner)
―captar em profundidade; encarnar; personificar‖
(Houaiss)
portugués
―Passar do lado exterior para o
interior de um espaço, de fora para
dentro. ≠ Sair‖ (Verbo)
―Passar através de uma abertura,
passagem, entrada‖ (Verbo)
―começar a falar, a tratar de. ≈
Abordar‖ (Verbo)
―Passar para outro estado, época,
sitação‖ (Verbo)
―começar a estar em (um estado,
uma situação, uma actividade)‖
(Houaiss)
―incluir-se (em)‖ (Verbo)
―tomar parte em‖ (Houaiss)
―fazer parte de, ser usado em‖
(Houaiss)
fazer parte de, ser usado em‖
(Houaiss)
2.2.3 El verbo saltar en ambas lenguas: diferencias semánticas
En cuanto al verbo saltar, cabe señalar que las descripciones encontradas en los cinco
diccionarios son más breves en comparación con los dos verbos anteriores. Sin embargo, no
significa que este verbo se caracteriza por menos tipos de empleos posibles, sino que conoce
un gran número de usos abstractos que no se relacionan con el concepto de movimiento. Por
consiguiente, estos usos no han sido considerados.
Por lo referente a los usos que sí hemos tenido en cuenta, señalamos primeramente que
los diccionarios observan que saltar, en sentido concreto, puede referir a la acción de dar un
salto en el aire, con un movimiento vertical, pero sin desplazamiento de un punto A hacia un
punto B: ―Elevarse [una pers. o cosa] separándose de su punto de apoyo con impulso y
rapidez, para caer en el mismo sitio o en otro diferente‖ (Seco). Ilustramos esta definición a
través del siguiente ejemplo, que provienen del Seco:
(65)
Con estas patas el animal [la rana] puede saltar y nadar perfectamente.
Además, se nota que saltar se suele emplear en un contexto de desplazamiento de un punto
hacia otro. Encima, con tales usos se expresa generalmente un CC de lugar por medio de un
SP encabezado por a. No obstante, los diccionarios hacen una diferencia entre un sentido que
implica un movimiento vertical superior (ejemplo (66)) o horizontal (ejemplo (67)), y otro
sentido que refiere a un movimiento vertical inferior (ejemplo (68)). Sin embargo, como
78
veremos, el movimiento horizontal será abstracto. Así, se distingue entre la definición
―Desplazarse [a un lugar] elevándose sobre el suelo con impulso y rapidez‖ (Seco):
(66)
William Holden…saltó al último vagón
(67)
Pepe subió el automóvil que llevaba la cuadrilla de Aruza y saltó con ella a
Méjico
y ―Lanzarse [desde un punto a otro inferior], esp. para caer de pie‖ (Seco):
(68)
– Venga, Sas – gritó Artola. Sas saltó al muelle
Además, el DRAE adiciona que este primer sentido frecuentemente suele tener una
interpretación abstracta, por ejemplo:
(69)
Saltar a la fama
En cuanto a los demás usos abstractos, el Seco y el Moliner observan que saltar se emplea a
menudo con el sentido de ―Pasar a estar [en un lugar o en una situación (compl. A) de manera
repentina‖ (Seco):
(70)
El tema de las relaciones España-Mercado Común ha saltado estos últimos
días al primer plano de la actualidad (Seco)
(71)
La noticia saltó a la primera página de los periódicos (Moliner)
Además, el Seco muestra que también es posible emplear saltar para referir al hecho de ―Ir
[de un lugar o una situación a otros de la misma serie] sin pasar por los elementos o grados
intermedios]‖:
(72)
De la lección seis saltamos a la ocho
(73)
De becario saltó a redactor a los dos años
El último uso abstracto hallado en los diccionarios se limita generalmente a un contexto de
deporte. De hecho, en cierta medida corresponde también al desplazamiento horizontal del
que ya hemos hablado. Así, el Seco y el DRAE apuntan la siguiente definición: ―Salir [un
jugador o un artista de circo al campo de juego o a la pista] corriendo o saltando‖ (Seco):
(74)
Hubo un tiempo, futbolísticamente feliz, en el que ambos conjuntos saltaban al
campo a ganar
79
Como sabemos, los usos que acabamos de tratar son todos intransitivos. No obstante,
queremos señalar que, como ya dicho (cf. supra, 1.5.6.), el verbo saltar también puede ser
transitivo con un sentido espacial. El DRAE ejemplifica por medio del siguiente ejemplo:
(75)
Saltar una zanja
Por añadidura, el Seco observa que el verbo saltar puede ser transitivo con un OD que refiere
a una medida de distancia o de altura. Por regla general, estamos de nuevo en un contexto de
deporte, y más precisamente se refiere por regla general al atletismo:
(76)
Juan saltó 5, 43 m. en longitud
En portugués, la situación no difiere tanto. El primer sentido que el Verbo y el Houaiss
mencionan es el de dar saltos en un lugar determinado sin desplazamiento implicado. Visto
que ambas definiciones son similares, únicamente copiaremos la que el Verbo utiliza, a saber:
―Dar um impulso que eleva o corpo no ar por alguns momentos; dar saltos. ≈ PULAR,
SALTITAR‖. Este sentido se aclara por medio de una frase como:
(77)
As crianças corriam e saltavam no jardim
Por lo que toca al segundo sentido, observamos que se trata de un verdadero desplazamiento
en que el agente abandona un punto de origen para llegar a otro punto. De nuevo las
definiciones propuestas en ambos diccionarios no distan mucho. El Verbo describe este tipo
de desplazamiento como ―Passar de um lugar para outro com um impulso; dar um salto para
um determinado lugar‖:
(78)
Saltou da varanda para o jardim (Verbo)
(79)
Saltou para o tejadilho sem dificuldade (Verbo)
(80)
Saltou para o barco (Houaiss)
Lo que es bastante llamativo es que ambos diccionarios ejemplifican por medio de la
preposición para con este sentido meramente espacial. Así, tenemos otra prueba que en
portugués para se inmiscuye en la alternancia a/em.
El tercer sentido descrito por los diccionarios igualmente es concreto como los dos
anteriores, pero en este caso el desplazamiento no es dirigido. Además, mientras que en el
segundo sentido que hemos descrito un desplazamiento vertical hacia un punto determinado
inferior o superior está implicado, aquí siempre se trata de un movimiento descendente. De
esta manera, notamos en el Verbo una definición del tipo ―Lançar-se no espaço, num
80
movimento descendente‖. Además, llama la atención que, contrariamente al ejemplo (68), los
diccionarios portugueses ejemplifican por medio de una preposición que indica ‗éferesis‘.
Recordamos que esto también era el caso en la descripción de cair (cf. ejemplos (19) y (20)):
(81)
O acróbata saltou do trapézio.
Para terminar, señalamos que ambos diccionarios observan un mismo sentido abstracto. Así,
el Houaiss define este significado como ―passar de uma posição inferior para outro superior,
sem passar pelas intermediárias‖:
(82)
O aluno saltou da primeira para a terceira classe. (Verbo)
(83)
Saltar de repórter para editor-chefe do jornal. (DRAE)
Visto que con este sentido se enfoca tanto un punto de origen como un punto de llegada,
ambos en sentido figurado, parece imprescindible la presencia de una preposición de
―aféresis‖ al lado de la preposición marcada por el sema de ―eféresis‖ – y esto igualmente
vale para el español.
En la siguiente tabla aclararemos de manera estructurada en qué medida los diferentes
sentidos descritos aquí arriba difieren o concuerdan en ambas lenguas iberorrománicas:
Concreto
Abstracto
español
portugués
―Elevarse [una pers. o cosa]
separándose de su punto de apoyo
con impulso y rapidez, para caer en
el mismo sitio o en otro diferente‖
(Seco)
―Desplazarse [a un lugar]
elevándose sobre el suelo con
impulso y rapidez‖ (Seco)
―Lanzarse [desde un punto a otro
inferior], esp. para caer de pie‖
(Seco)
―Ir [de un lugar o una situación a
otros de la misma serie] sin pasar
por los elementos o grados
intermedios]‖ (Seco)
―Pasar a estar [en un lugar o en una
situación (compl. A) de manera
repentina‖ (Seco)
―Salir [un jugador o un artista de
―Dar um impulso que eleva o corpo
no ar por alguns momentos; dar
saltos. ≈ Pular, Saltitar‖ (Verbo)
―Passar de um lugar para outro
com um impulso; dar um salto para
um determinado lugar‖ (Verbo)
―Lançar-se no espaço, num
movimento descendente‖ (Verbo)
―passar de uma posição inferior
para outro superior, sem passar
pelas intermediárias‖ (Houaiss)
circo al campo de juego o a la
pista] corriendo o saltando‖ (Seco)
81
2.2.4 El verbo lanzar/lançar: diferencias semánticas
Por lo que es del verbo español lanzar, de nuevo observamos que la descripción del primer
sentido no difiere mucho en los tres diccionarios. Salta a la vista que los tres diccionarios
destacan el sema de ‗violencia‘ que lanzar conlleva. Con más precisión, el Seco lo define
como ―Impulsar, generalmente con violencia [a alguien o algo hacia un lugar (compl adv o
ci)]‖. En el Moliner se agrega que este impulso puede ser ―con la mano, con un dispositivo o
mecanismo, con un explosivo o con un golpe‖. Por lo que es de las preposiciones combinables
con el verbo en cuestión, llama la atención que el DRAE únicamente observa que un SP con la
preposición contra sería posible. Pues bien, como hemos visto más arriba (cf. supra, 1.5.7.)
esta preposición sirve para focalizar aún más el sema de ‗violencia‘, pero no significa que otra
preposición sería agramatical. Así, el Seco y el Moliner observan que aparte de contra, la
preposición a también puede encabezar el SP66 Visto que no integraremos el uso de contra en
la parte empírica (cf. infra, III), nos limitaremos a los ejemplos propuestos por el Seco y el
Moliner respectivamente:
(84)
Durante una lucha entre capulettos y monotescos un actor lanzó a otro al patio
de butacas
(85)
Lanzar una piedra al estanque
Otro sentido que los diccionarios tienen en común es más abstracto. Se trata generalmente del
lanzamiento figurado de un sonido. El Seco lo define como ―Con determinados nombres de
acción: Hacer con intensidad o violencia [lo que el n. significa]. Generalmente referido a un
sonido o una mirada‖. Además, en el DRAE y el Moliner se apunta que este significado
corresponde a los verbos dar, proferir y exhalar:
(86)
Lancemos los vivas de rigor a nuestro amado Príncipes
(87)
Lanzar un alarido (DRAE)
(88)
Lanzar un suspiro [un ay, una queja] (Moliner)
Cabe observar que estos empleos frecuentemente se construyen sin CC de lugar, aunque es
posible su aparición, como lo notamos en el ejemplo (86).
Un tercer sentido del verbo que los diccionarios señalan, igualmente abstracto, es el de
―Hacer público [algo, esp. una prohibición o condena]‖ (Seco):
66
Sin embargo, ninguno de los tres diccionarios menciona la posibilidad de un SP con en. Ahora bien, esto será
averiguado en el corpus (cf. infra, III)
82
(89)
Desde estas columnas lanzamos la llamada de este gran alcalde a las
autoridades provinciales y nacionales.
El Moliner añade que este sentido, en realidad, aún es más frecuente con substantivos como
―acusación, calumnia, noticia, bulo y palabras semejantes‖.
En último lugar – en realidad estamos anticipando a los hechos – señalamos
brevemente un uso abstracto que no hemos integrado en nuestro propio corpus por su
demasiada alta frecuencia. Por eso, no nos ha parecido interesante estudiarlo porque siempre
aparece bajo la misma forma y en el mismo contexto semántico. De este modo, este uso se
considera más como una expresión fija. No obstante los diccionarios que hemos empleado lo
interpretan como un sentido en sí. Se trata de la siguiente expresión:
(90)
Lanzar al mercado (un producto) (Seco)
Por lo que toca al portugués, el primer sentido descrito por ambos diccionarios asimismo
refiere al acto prototípico del lanzamiento de un objeto que recorre una trayectoria: ―Obrigar
um objecto que se tem na mão a seguir numa dada direcção, dando-lhe um impulso forte e
repentino com a mão e o braço e largando-o súbitamente, fazendo-o deslocar-se no ar ou
sobre uma superfície; fazer o lançamento‖ (Verbo). Además, los diccionarios señalan que
generalmente un punto de llegado está implicado, por lo cual la presencia de un CC de lugar
será frecuente67:
(91)
Lançar as redes ao mar
(92)
Lançar a moeda ao ar
No obstante, salta a la vista que ambos diccionarios distinguen un sentido del verbo que a
nuestro parecer no es nada diferente del primero. Así, el diccionario Verbo argumenta que
otro sentido refiere a ―fazer cair ou cair‖. A pesar de ello, este diccionario señala que este
sentido equivale a los verbos arremessar y atirar, tal como en el caso del primer sentido
explicado. Además, el ejemplo que ofrece no difiere mucho de los ejemplos (93) y (94). La
única diferencia concierne a la selección de preposición:
(93)
Lançaram o corpo do alto da falésia para o mar
En el Houaiss, por su parte, se señala un sentido en que no realmente se trata de un
desplazamiento realizada por la acción física del sujeto mismo, sino que un cierto mecanismo
67
Repetimos que la meta también puede expresarse por medio de un OI
83
efectúa el lanzamiento. Sin embargo, concierne igualmente a un desplazamiento concreto de
un punto A hacia un punto B. La definición que encontramos en el diccionario es esta:
―projectar por meio de dispositivo propulsor‖. Asimismo, cabe señalar que aquí de nuevo la
preposición empleada es a, verbigracia:
(94)
Lançar um projéctil teleguiado ao campo do inimigo
También se nota que ambos diccionarios señalan el uso pronominal del verbo, en que,
consiguientemente, el agente será sujeto y objeto a la vez. Dicho de otro modo, el agente se
lanza a sí mismo. En el Verbo se lo define de la siguiente manera: ―Deslocar o corpo ou uma
parte do corpo em determinada direção, geralmente de repente e com força‖. El Houaiss
agrega que con este sentido el verbo pronominal lançar(-se) es sinónimo de precipitar(-se) o
arrojar(-se), lo cual muestra que una cierta ‗violencia‘, como en español, está implicada en el
movimiento:
(95)
Lançaram-se nos braços um do outro (Verbo)
(96)
Lançou-se à primeira cadeira que viu (Houaiss)
Ahora bien, pasemos a los usos abstractos del verbo lançar. Sin embargo, encontramos
solamente un sentido que coincide en los dos diccionarios 68 . Señalamos que la definición
propuesta por ambos diccionarios es muy parecida. Para no caer en lo repetitivo,
selecionamos una de las dos: ―Fazer começar ou começar determinada actividade; fazer dar
início ou dar início a uma acção, geralmente com entusiasmo e energia‖ (Verbo):
(97)
Às nove em ponto, lançava-se ao trabalho (Verbo)
(98)
Pôs de lado a preguiça e lançou-se às tarefas (Houaiss)
Cabe señalar que en el Verbo hemos encontrados dos usos abstractos más. Así, este
diccionario describe que lançar tiene la posibilidad de equivaler a verbos como deixar o pôr,
por cuanto que significan ―Fazer ficar em determinado estado ou situação‖:
(99)
A recessão lançou grande parte da população no desemprego
(100) A notícia lançou-a num enorme desespero
68
No obstante, hemos encontrado más usos abstractos que coinciden, pero que no están relacionados al
concepto de movimiento y que por eso no han sido integrados en el corpus.
84
Asimismo señala el Verbo que tal como en español el verbo en cuestión puede referir al
lanzamiento de un sonido. El diccionario propone la siguiente definición: ―Emitir um som,
repentinamente e com energía‖:
(101) Lançar um grito
Para terminar, apuntamos que ambos diccionarios señalan que en portugués, también al igual
que en español, el verbo lançar está reservado a expresiones como:
(102) Lançar no mercado (um produto)
No obstante es digno de mención que en portugués se usa la preposición em, mientras que es
a en español.
Para mayor claridad, presentamos la siguiente tabla que muestra cuáles son los
sentidos de lanzar/lançar que hemos considerado:
español
portugués
Concreto
―Impulsar, generalmente con violencia [a alguien o
algo hacia un lugar (compl adv o ci)]‖. En el Moliner
se agrega que este impulso puede ser ―con la mano,
con un dispositivo o mecanismo, con un explosivo o
con un golpe‖ (Seco)
 Eventualmente pronominal
Abstracto
Con determinados nombres de acción: Hacer con
intensidad o violencia [lo que el n. significa].
Generalmente referido a un sonido o una mirada‖
(Seco)
―Hacer público [algo, esp. una prohibición o
condena]‖ (Seco)
―Obrigar um objecto que se tem na
mão a seguir numa dada direcção,
dando-lhe um impulso forte e
repentino com a mão e o braço e
largando-o súbitamente, fazendo-o
deslocar-se no ar ou sobre uma
superfície; fazer o lançamento‖
(Verbo)
 No pronominal
―Deslocar o corpo ou uma parte do
corpo em determinada direção,
geralmente de repente e com força‖
(Verbo)
 pronominal
―Emitir um som, repentinamente e
com energía‖ (Verbo)
―Fazer começar ou começar
determinada actividade; fazer dar
início ou dar início a uma acção,
geralmente com entusiasmo e
energia‖ (Verbo)
―Fazer ficar em determinado estado
ou situação‖ (Verbo)
85
2.2.5 El verbo tirar/atirar: diferencias semánticas
En último lugar, nos queda la descripción del verbo español tirar, junto con su equivalente
portugués atirar. Por lo que toca al español, el primer sentido que hallamos en los tres
diccionarios, en realidad, equivale al uso prototípico de lanzar. Es más, en las descripciones
de los diccionarios considerados, simplemente se introduce el verbo lanzar para explicar que
se trata de un mero sinónimo referente a este primer sentido. La definición que presentamos
es la del Seco: ―Lanzar (impulsar [algo o alguien hacia un lugar determinado])‖. Como ya lo
hemos señalado al tratar el verbo lanzar (cf. supra, 2.2.4.), se observa de nuevo que el sujeto
que realiza la acción no padece el desplazamiento, porque un OD hace su introducción y este
objeto será desplazado por la acción física del sujeto. Asimismo, es preciso tener en cuenta
que este desplazamiento, tal como en el caso de lanzar, implica una cierta ‗hostilidad‘, por lo
cual podemos decir que el sema de ‗violencia‘ igualmente está presente. Además, tanto un CC
de lugar como un OI pueden hacer referencia a la meta alcanzada por el objeto desplazado,
como se observa en los siguientes ejemplos. Sin embargo, cabe observar que el CC de lugar
se construye aquí con la preposición en, lo que no es posible con un OI:
(103) Nos tiraban piedras (Seco)
(104) Juan tiraba piedras a Diego (DRAE)
(105) Le recogieron los Hermanos de la Doctrina Cristiana, porque gritaba como un
descosido, tirado en la cuneta.
Como se percibe claramente en el ejemplo (103), dicho sea de paso, un OI no necesariamente
debe expresar la preposición de manera explícita. Se observa que en esta oración el
pronombre nos refiere a a nosotros. En cambio, un CC de lugar requiere la expresión de la
preposición.
Por lo que toca a la similitud entre tirar y lanzar, señalamos que tirar se caracteriza
por algunos empleos que no pueden ser expresados por medio del verbo lanzar. Por
consiguiente, observamos que a nivel semántico emergen ciertas diferencias con respecto al
verbo lanzar, y que por lo tanto no podemos calificar estos dos verbos como meros
sinónimos. Pues bien, en los tres diccionarios encontramos que tirar se utiliza para referir al
hecho de ―Hacer caer una cosa con un movimiento propio, voluntario o involuntario‖
(Moliner). En el Seco este valor semántico se verifica por medio del siguiente ejemplo:
(106) Una mujer abrió una ventana, se asomó y tiró a la calle unas flores marchitas
86
Ahora bien, nos podemos preguntar ¿cuál es la diferencia con el primer sentido descrito? En
ambos casos se trata de una acción realizada por un sujeto que no se desplaza él mismo, sino
que es un OD que efectúa el desplazamiento. Además, la meta siempre está implicada. Sin
embargo, la diferencia esencial reside en el hecho de que esta meta siempre se ubica en un
lugar verticalmente inferior. Por eso, aunque no siempre será así como lo demuestra el primer
sentido, lo que distingue fundamentalmente el verbo tirar del verbo lanzar será que tirar es
más frecuente cuando refiere a un punto de llegada situado más abajo. Esto también explica
por qué el Moliner considera la oración Tirar algo al aire como una expresión fija69 en vez de
interpretarla como un uso que pertenece al primer sentido que hemos descrito. Por esta
implicación inherente de lugar inferior en el eje gravitatorio, se observa igualmente que el CC
de lugar, subyacentemente entendido, frecuentemente se omite. El Moliner ofrece el siguiente
ejemplo de un movimiento – en el caso de que la acción se realice – involuntario:
(107) Ve despacio, no tires lo que llevas en la bandeja
Además, cabe mencionar que el sema de ‗violencia‘ está menos presente en este segundo
sentido. No obstante, la diferencia con el primer sentido es mínima. Sin embargo, es claro que
el sentido de dejar caer algo de manera involuntaria, como en el ejemplo (107), no sería
posible mediante el verbo lanzar.
Un tercer significado que los diccionarios comparten concierne a un uso más
específico, así como más delimitado contextualmente. Por la similitud entre las tres
definiciones, nos limitaremos a presentar la que figura en el Moliner: ―Echar una cosa a la
basura o ponerla en el sitio de las cosas desechadas que se destruyen o hacen desaparecer‖. En
un contexto que admite este uso del verbo tirar, el CC de lugar generalmente no se expresa
porque se focaliza el hecho de tirar algo, es decir, de deshacerse de algo. El lugar final en que
este objeto se sitúa no es pertinente. Qué se compare estos dos ejemplos:
(108) Esos zapatos ya están para tirarlos (Moliner)
(109) Esta camisa está para tirarla (DRAE)
Aun así, se puede expresar el CC de lugar encabezado por una preposición, que en general
será a la basura o algo parecido. Ilustramos a través de un ejemplo del Seco:
(110) Ese abrigo está para tirarlo a la basura.
69
Sin embargo, los otros dos diccionarios no van tan lejos, y no integran esta oración en la lista de expresiones
fijas del verbo tirar.
87
En último lugar mencionamos que otros dos usos del verbo tirar son muy frecuentes, acaso
aún más delimitados en el contexto. Por un lado, tirar se emplea en un contexto de deporte,
refiriendo al lanzamiento de un balón. La definición del DRAE nos parece la más completa de
las tres: ―En ciertos deportes de balón, pelota, etc., lanzarlos o impulsarlos para conseguir un
tanto‖. El Seco ejemplifica con esta oración:
(111) Iba hacia la portería, pero al ver a su rival tendido en el suelo, no tiró a gol
Por otro lado, tirar se emplea a menudo como sinónimo de, como el DRAE precisa, ―Disparar
la carga de un arma de fuego, o un artefacto explosivo‖. Aunque sería posible la presencia de
un CC de lugar o de un OI, los diccionarios no lo mencionan. Esto significa que este empleo,
por excelencia, refiere a un acto sin meta visada. El Moliner ilustra este significado mediante
el siguiente ejemplo:
(112) Me parece vergonzoso que un país, para solucionar sus problemas, tenga que
recurrir a tirar tiros.
Finalmente, es digno de mención que este verbo igualmente puede ser pronominal. En el
fondo, la situación no difiere tanto del uso pronominal del verbo lanzar(se). En este caso será
de nuevo el agente que se tira a sí mismo, desempeñando a la vez el papel de sujeto y de
objeto. El verbo pronominal se combina tanto con un CC de lugar (los ejemplos (115) y
(116)), como con un OI (el ejemplo (117)). Por añadidura, tanto la preposición a como en son
aptos a encabezar el CC de lugar 70:
(113) Tirarse al suelo (Moliner)
(114) Tirarse en la cama (DRAE)
(115) Al abrir la puerta, se encontró con Miguel, que se tiraba a ella con un grito
agudo (Seco)
Llama la atención que todos los empleos que hemos descrito con respecto al verbo tirar son
concretos. Sin embargo, el verbo tirar igualmente conoce usos más abstractos, pero conforme
los diccionarios se construyen o bien con otras preposiciones (116), o bien no implican una
referencia espacial (117), verbigracia:
(116) El mozo tenía…un cabello negro y reluciente de brillantina tirado hacia atrás.
(Seco)
70
Es claro que la conceptualización difiere según la preposición seleccionada, como lo hemos planteado en el
primer capítulo y como lo profundizaremos en la parte empírica (cf. infra, III)
88
(117) Tira a la familia de su padre
En cuanto al portugués, se observa que el primer sentido que hemos descrito con referencia al
verbo español tirar, también vale para el verbo portugués atirar. Ambos diccionarios que
hemos empleado afirman que atirar esencialmente refiere al tiro de un objeto que se desplaza
por la acción realizada por un sujeto inmóvil. Utilizamos la definición empleada en el Verbo
que reza así: ―Impelir para longe de si, fazendo, com os braços, um movimiento brusco e
lançando o que se segurava‖. Además, se apunta en ambos diccionarios, tal como en español,
que con este sentido el verbo en cuestión es sinónimo de lançar. Ilustramos este significado
por medio de dos ejemplos hallados en el Houaiss. Obsérvese que en portugués la preposición
para se emplea al lado de a:
(118) Atirou a jarra ao chão
(119) Atiraram os cavalos para as águas do Salado […]
Además, ambos diccionarios observan que el uso pronominal del verbo, cuyos rasgos ya han
sido explicados supra, es frecuente. De nuevo observamos que la selección preposicional
puede diferir con este uso:
(120) Atirou-se para o sofá e adormeceu. (Houaiss)
(121) Atirou-se na cama (Verbo)
No obstante, como se observa, hay poca ‗violencia‘ implicada en esta frase. Por eso, el
Houaiss distingue un uso pronominal que sí conlleva el matiz de hostilidad o violencia, por
cuanto que refiere a un ataque físico:
(122) O leão atirou-se à sua presa
Ambos diccionarios igualmente destacan que atirar se emplea como sinónimo de disparar.
No obstante, el Verbo divide este uso de atirar en dos grupos. Así, distingue entre ―Lançar um
projéctil, com o objectivo de atingir determinado alvo, através de um engenho acionado
manual ou mecanicamente‖:
(123) Os arqueiros atiravam flechas venenosas aos inimigos.
y ―Disparar uma arma de fogo; fazer disparos ou dar tiros‖:
(124) Atirar uma bola para o ar
89
Igualmente mencionamos que, tal como en español, atirar se distancia del valor semántico
inherente a lançar, que implica ‗violencia‘. Conforme el Verbo, atirar únicamente posee este
sema cuando se contruye con un SP encabezado por contra71:
(125) A tempestade atirou o navio contra as rochas
Para terminar igualmente queremos mencionar que los diccionarios portugueses señalan que
atirar se suele emplear en un contexto abstracto, y eso tanto en forma nominal como
pronominal. Por lo que es de los usos abstractos nominales, el Verbo apunta que los
encontramos en frases del siguiente tipo:
(126) A crise atirou-nos para o desemprego
(127) A política desastrosa do governo atirou o país para a bancarrota.
Según el diccionario en cuestión estos ejemplos refieren a un empleo sobre todo familiar para
designar lo que significa ―Colocar em determinado estado ou situação, geralmente
indesejável‖.
En el Houaiss se observa que atirar igualmente puede tener valor de ―dizer súbita ou
violentamente; lançar‖. Acuérdense de que el siguiente ejemplo, con atirar, parece ser más
frecuente con lanzar en español conforme el Moliner:
(128) Atirar calúnias no decurso de uma discussão
Finalmente, con referencia a los usos abstractos pronominales, el Verbo apunta que atirar
tiene la posibilidad de exteriorizar un matiz que implica ―Começar, com grande energia,
esforço, ou entusiasmo‖:
(129) Atirar-se ao trabalho
(130) Temos que nos atirar à tarefa de reconstruir o país
El mismo diccionario nota que la forma pronominal puede referir a un segundo uso abstracto,
que se describe por médio de la siguiente definición: ―Fazer alguma coisa que implica riscos,
por estar acima das posses, dos hábitos, das possibilidades ou daquilo que seria dado a
esperar-se de alguém, tendo em conta o meio e as circunstâncias‖:
(131) Decidiu atirar-se a uma carreira política.
71
A pesar de ello, Waluch-De la Torre (2006:188) señala que lançar también admite contra. Sin embargo, en
este caso se trata de un refuerzo del sema de ‗violencia‘. (cf. supra, 1.5.7.)
90
Por lo que concierne a estos dos usos pronominales, el Houaiss observa que en estos casos
igualmente se podría introducir el verbo lançar-se sin modificar la conceptualización a nivel
semántico.
Como última observación, informamos que conforme el Verbo el uso pronominal
conoce un tercer uso abstracto. A gran diferencia del ataque físico al que refiere el uso
concreto, este empleo denota un ataque con palabras:
(132) No seu artigo, ela atirou-se ao governo.
Los diferentes significados de tirar/atirar se presentan del siguiente modo en un esquema.
Llama la atención que los diccionarios españoles destacan más sentidos concretos, mientras
que en portugués los sentidos abstractos parecen ser mejor descritos:
Concreto
español
portugués
―Lanzar (impulsar [algo o alguien hacia
un lugar determinado])‖ (Seco)
―Impelir para longe de si, fazendo, com os braços,
um movimento brusco e lançando o que se
segurava‖ (Verbo)
 Eventualmente pronominal
 Eventualmente pronominal
―Hacer caer una cosa con un movimiento
propio, voluntario o involuntario‖
(Moliner
―Echar una cosa a la basura o ponerla en
el sitio de las cosas desechadas que se
destruyen
o
hacen
desaparecer‖
(Moliner)
―En ciertos deportes de balón, pelota,
etc., lanzarlos o impulsarlos para
conseguir un tanto‖ (DRAE)
―Disparar la carga de un arma de fuego,
o un artefacto explosivo‖ (DRAE)
Abstracto
―Lançar um projéctil, com o objectivo de atingir
determinado alvo, através de um engenho
acionado manual ou mecanicamente‖ (Verbo)
―Disparar uma arma de fogo; fazer disparos ou dar
tiros‖ (Verbo)
―Colocar em determinado estado ou situação,
geralmente indesejável‖ (Verbo)
―dizer súbita ou violentamente; lançar‖ (Houaiss)
―Começar, com grande energia, esforço, ou
entusiasmo. Lançar-se‖ (Verbo)
 Pronominal
―Fazer alguma coisa que implica riscos, por estar
acima das posses, dos hábitos, das possibilidades
ou daquilo que seria dado a esperar-se de alguém,
tendo em conta o meio e as circunstâncias. ≈
Lançar-se‖ (Verbo)
 Pronominal
―Atacar com palavras‖ (Verbo)
91
Ahora bien, en resumen, hemos observado que en realidad los usos concretos descritos por los
diccionarios no distan mucho de lo que ya había sido señalado en el primer capítulo. Es decir,
tanto caer/cair como saltar, en ambas lenguas, refieren esencialmente a un movimiento en el
eje gravitatorio. Sin embargo, mientras que el primer verbo destaca un movimiento hacia
abajo, el verbo saltar puede referir a movimientos inferiores, superiores e incluso
horizontales. Por lo que es del verbo entrar, se confirma que en ambas lenguas implica un
movimiento hacia el interior. Los verbos tirar/atirar y lanzar/lançar finalmente, implican
ambos una acción en que el agente participa – es la causa – pero no se desplaza él mismo,
salvo cuando el verbo aparece bajo forma pronominal. Además, estos dos verbos se
distinguen porque con lanzar/lançar el sema de ‗violencia‘ está más saliente. Igualmente
hemos observado que tirar puede implicar un movimiento involuntario por un lado, y que la
meta visada, en comparación con lanzar, más frecuentemente se encuentra en un lugar
inferior.
Pues bien, queda claro que en esta parte hemos focalizado la semántica de los verbos.
Sin embargo, en el corpus que sigue iremos en busca de los factores que influyen en la
selección preposicional. Estos factores serán en su mayor parte sintácticos, por lo cual
referiremos más al primer capítulo en la parte que sigue. No obstante, donde sea pertinente,
trataremos de averiguar si hay una relación entre la semántica del verbo y la selección de
preposición. Lo que sin duda llama la atención es que los diccionarios portugueses no tratan
de la locución preposicional para dentro de. Por eso, será aún más importante determinar
cuáles son los elementos que hacen surgir esta locución.
92
III. Tercer capítulo: la parte empírica
3.1
Introducción
Con la tercera parte de esta investigación llegamos a nuestra propia investigación, es decir, el
trabajo empírico. Nos hemos propuesto estudiar cinco verbos directivos en español, así como
sus equivalentes en portugués. Recordamos que los verbos estudiados son caer/cair,
entrar/entrar, lanzar/lançar, saltar/saltar, tirar/atirar, en contextos que requieren la
preposición a o en por lo que toca al castellano, y a, em, para y para dentro de en portugués.
Nos preguntaremos en esta investigación cuáles son las posibilidades de conmutación de estas
preposiciones, combinadas con los verbos considerados, en ambas lenguas iberorrománicas.
Trataremos de deducir lo que esta conmutación realmente implica, tanto a nivel semántico
como sintáctico, y cuáles son los elementos que influyen en la selección de preposición. De
ahí también que, donde nos parece pertinente, haremos referencia a la teoría descrita sobre los
verbos estudiados (cf. supra, 1.3.) y las preposiciones consideradas (cf. supra, 1.4.) por un
lado, así como intentaremos relacionar ciertas oraciones encontradas con las clasificaciones
propuestas por los diccionarios por otro lado (cf. supra, II.).
Para poder efectuar esta investigación, hemos compilado un corpus de cien ejemplos
por verbo en cada lengua, lo que corresponde a un total de mil oraciones analizadas. En
cuanto a nuestra base de datos utilizada para la obtención de los ejemplos españoles, hemos
echado mano del Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) de la Real Academia
Española. Todos los ejemplos provienen de periódicos españoles. Referente al portugués,
hemos utilizado el corpus CETEMPúblico, que proporciona ejemplos del periódico portugués
O Público.
En este estudio hemos prestado atención a diferentes criterios. Lógicamente, antes de
todo era de importancia seleccionar cuál era precisamente la preposición empleada con el
verbo en cuestión. Luego, nos hemos preguntado si el uso directivo era concreto o abstracto,
es decir, en un sentido más figurado. Asimismo nos hemos propuesto estudiar detenidamente
el tipo y la función del régimen, que aparece pospuesto a estas preposiciones. Igualmente
recordamos que en esta parte ofreceremos porcentajes y cifras precisos. Además, tal como lo
hemos hecho en otras partes de este estudio, los verbos serán descritos individualmente, o sea
que compararemos cada vez la forma española de un verbo en cuestión con el equivalente en
portugués.
93
3.2
El estudio empírico
3.2.1 El verbo caer/cair
Por lo que es de la conmutación preposicional del verbo español caer, los hechos hablan por
sí solos. En nuestro corpus hemos encontrado 87 oraciones en las que caer se combina con la
preposición en. Por consiguiente, solo en el 13% de los casos la preposición a ha sido
empleada. Sin embargo, es preciso analizar cuáles son los elementos que influyen entonces en
la selección preposicional. Lo que llama la atención es que en los ejemplos construidos con a,
se trata en todos los casos de usos concretos del verbo. En cambio, de las 87 frases que
introducen la preposición en, la gran mayoría se caracteriza por un uso abstracto del verbo.
Más precisamente, únicamente 5 oraciones de los 87 podemos clasificar como verdaderos
usos concretos del verbo. De este modo, se observa que el verbo caer – repetimos que,
además de ser un contexto espacial, se trata de un corpus arbitrario en que hemos
seleccionado los primos cien ejemplos que se combinan con una de nuestras preposiciones
consideradas – esencialmente conoce empleos abstractos. Por lo tanto, en total obtenemos un
número de 82 ejemplos abstractos del verbo. Sin embargo, como ya lo hemos señalado en el
capítulo anterior, no todas estas frases abstractas son iguales. Así, notamos que el uso de en,
abstracto, frecuentemente refiere a un régimen que denota una cierta ideología, un estilo o una
doctrina. Con más precisión, este fenómeno ha sido encontrado en 14 oraciones, de las cuales
presentamos los seis más salientes:
(1) […] José Luis Garci agradeció este galardón por parte de una de una ciudad en
donde vivió su primer beso, su primer amor, y su primera novia, pero sin caer en
un "nacionalismo exacerbado" porque España "es un país de belleza
extraordinaria".
(2) […] el director de cine era amante de la polémica y no temía caer en el populismo
en asuntos como la inmigración y el Islam.
(3) […] aunque la previsión de que comenzaran las lluvias nos motivó a esperar para
no caer en el alarmismo
(4) cómo integrar en el mundo moderno la supuesta sabiduría ancestral de la India
sin caer en el inmovilismo de corte tradicional ni en el consumismo frenético de
las sociedades actuales
94
(5) […] no se debe caer en el determinismo genético y justificarse diciendo "está
escrito en los genes".
(6) En fin, estamos en San Isidro y no quiero caer en un excesivo derrotismo que nos
amargue la fiesta […]
También frecuente son los usos abstractos que refieren a una caída al figurado, implicando así
cierta degradación. En realidad, integramos estos usos en el corpus porque se trata de un
movimiento abstracto. Dicho de otro modo, la persona en cuestión cae de un estado a otro
inferior, o sea, peor:
(7) Con el agravante, además, de que esos jóvenes necesitan una forma de mantenerse
y, dadas las circunstancias, se corre el riesgo de que puedan caer en la
delincuencia.
(8) no comprende la actitud de estos jóvenes en Canarias, porque al dejar los centros
pueden caer en la marginación y ser explotados por las mafias.
(9) Sin embargo, Sidgmore no quiso caer en el desánimo […]
Sin embargo, el régimen no siempre es un sustantivo. En los siguientes ejemplos, observamos
que también puede ser un adjetivo que denota la meta abstracta de la ‗caída‘:
(10)
Y sin caer en lo hortera.
(11)
[…] dosifica la tensión dramática sin caer en lo superfluo ni en lo efectista ni
en lo sensiblero ni en lo escabroso
Además, cabe señalar que no forzosamente se trata de una persona que padece una
degradación, sino que también puede ser un objeto que refiere a un conjunto más amplio,
como se observa en este ejemplo:
(12)
En los países democráticos, la cárcel debe tender siempre a ser una medida
proporcional al delito, y no la panacea frente a los problemas de inseguridad
ciudadana, si no se quiere caer en un tipo de sociedad represiva
Por lo que es de los usos concretos en combinación con la preposición en, observamos que los
ejemplos son escasos en nuestro corpus, por cuanto que solamente encontramos 5 oraciones
de este tipo. Señalamos que 3 están marcadas por un regente humano, como se nota en este
ejemplo:
(13)
El hombre sale a cazar y muere al caer en una balsa.
95
Igualmente hallamos 2 ejemplos en los que el regente es inhumano, verbigracia:
(14)
Tres heridos al caer una avioneta en la carretera
Por lo referente a las oraciones en las que la preposición a aparece, repetimos que por la
referencia a un lugar verticalmente inferior esta preposición entra en competencia con en
(Roegiest, 1980: 91-92). Sin embargo, una notabilidad llama la atención, porque la aparición
de a parece ser exclusivo al uso concreto del verbo. Además, de los 13 ejemplos, 3 tienen el
sustantivo suelo como régimen. Agregamos igualmente que el regente otra vez tanto puede
ser humano (ejemplo (15)) como inhumano (ejemplo (16)), verbigracia:
(15)
[…] por lo que J.F.D. se tropezó y para no caer al suelo se sujetó al policía.
(16)
Al perder su sujeción en la pared, la viga se desplazó sin llegar a caer al suelo
Por añadidura, en 7 casos la caída concreta se propone una meta con referencia al agua. Salta
a la vista que en cuatro frases el regente es inhumano:
(17)
[…] tras caer un autocar al río Duero
(18)
Según los testigos, el aparato quedó destrozado antes de caer al agua.
(19)
El 1 de enero del año siguiente, fallecieron 27 personas al caer al mar, cerca
de Menorca, un avión que realizaba un vuelo "charter" entre Argel y Menorca
(20)
En Mugaire (Navarra) un portugués perdió la vida en un accidente al caer al
río el camión que conducía después de haber chocado con un turismo […]
mientras que solamente en 3 ejemplos el regente es humano, por ejemplo:
(21)
Lo peor: desengancharse del foot-strap (agarradero para el pie en la balsa) y
caer al agua.
Sin embargo, en esta frase no hay regente humano que está presente de manera explícita. Aun
así, se percibe que la acción a la que se refiere, únicamente puede ser realizada por una
persona.
Por lo que es de las tres oraciones concretas restantes que se construyen con a,
señalamos que se trata de los siguientes ejemplos, todos con regente humano 72:
72
Da la casualidad que en estas tres frases se trata de una caída con consecuencias fatales.
96
(22)
El titular del Juzgado de Instrucción número 49 de Madrid ha comenzado a
investigar las circunstancias en que se produjo la muerte de un bebé al caer a
las vías del Metro […]
(23)
Muere un bebé de cuatro meses al caer a las vías del tren en Madrid
(24)
Muere un operario al caer al vacío desde un edificio en obras
Teniendo en mente estos principios que acabamos de señalar con respecto al sistema español,
cabe preguntarse en qué medida la alternancia preposicional en portugués difiere de los
hechos descritos. Queremos señalar antes de todo que conforme los resultados del corpus, hay
más usos concretos, en total, en portugués que en español. Así, encontramos 39 oraciones
concretas en portugués, lo que es más que el doble de los usos concretos del español. No
obstante, a pesar de este número se observa que en portugués también son los usos abstractos
que siguen formando la mayor parte de los ejemplos analizados.
Ahora bien, una primera observación bastante llamativa con respecto a la alternancia
preposicional es que em sigue siendo la preposición más dominante, tal como era el caso de su
equivalente español en. Aun así, cabe matizar porque esta dominancia ya se restringe un poco
más. Mientras que en español el 87% de los ejemplos se construye con la preposición en, será
en el 68% de las oraciones portuguesas con el verbo cair que encontramos la preposición em.
Igualmente digno de mención es que en español hemos observado que se trata en su mayor
parte de usos abstractos cuando empleamos en. Pues bien, en portugués esta tendencia no
cambia radicalmente, pero tampoco podemos hablar de un contraste sorprendente entre usos
abstractos y concretos, como es el caso en español. De este modo, de los 68 ejemplos que
hacen aparecer em, 40 serán abstractos y 28 concretos.
Por lo que es de los usos abstractos observamos que tal como en español la referencia
a cierta ideología requiere la introducción de esta preposición. Para mayor claridad,
ilustramos mediante estos ejemplos:
(25)
Trata-se de lutar por causas universais sem cair no imperialismo do universal
sob todas as suas formas
(26)
Estarei a cair no maquiavelismo, ao marcar distâncias entre a moral e a
política?
Encima, notificamos que tal como en español el uso de cair en sentido abstracto,
generalmente refiere a un tipo de degradación social. Contrariamente a los ejemplos
españoles, en portugués únicamente hemos encontrado regímenes sustantivos.
97
(27)
O facto de ter caído na droga, só o tornou numa pessoa que precisa de ajuda e
não de ser estigmatizada pela sociedade e ser expulsa do nosso convívio.
(28)
[...] a seca fora um castigo dado pelos antepassados aos filhos que, ao
alcançarem a independência, caíram no pecado da violência [...]
Por lo que toca a los usos concretos de cair con la preposición em, observamos que aquí
algunas diferencias notables se perciben con respecto al español. De esta manera, en
portugués advertimos sobre todo sustantivos del tipo chão, mar, água, oceano, etc.:
(29)
[…] um subchefe da PSP tirava notas acerca de um toldo caído no chão .
(30)
[...] o cockpit e a área da primeira classe, a parte do avião que se partiu e caiu
primeiro no mar [...]
(31)
De acordo com os passageiros, o acidente não provocou pânico, já que o
avião deslizou suavemente até sair da pista e cair na água.
(32)
Era um míssil balístico que sobrevoou o território japonês e caiu no Oceano
Pacífico.
Como hemos señalado más arriba en este capítulo, a pesar de que según la teoría a y en
conmuten libremente con movimientos verticalmente inferiores, el español parece reservar,
por lo que es de nuestro corpus, estos usos concretos a la preposición a. Sin embargo, no
podemos concluir que el contraste entre ambas lenguas iberorrománicas es tan radical, visto
que en portugués igualmente encontramos los mismos sustantivos de los ejemplos que
acabamos de citar en combinación con la preposición a. Incluso observamos que en nuestro
corpus el régimen a água solamente ha sido encontrado con la preposición em, mientras que
no es así con o chão, o mar, o rio, y otras palabras similares. Los siguientes ejemplos parecen
apropiarse de la mayoría de los usos concretos con a en portugués:
(33)
[...] quando a aplicação do vestido se partiu e os enfeites caíram todos ao
chão.
(34)
Tabarly desapareceu na noite de 12 para 13 de Junho ao largo do País de
Gales, depois de ter caído ao mar quando tentava executar uma manobra com
o seu barco Pen Duick.
(35)
No próximo dia 9 de Maio haverá um ensaio geral e nós gostaríamos de
também testar o plano a pôr em prática, já com os meios humanos e os
equipamentos a usar, na eventualidade de alguém cair ao rio.
98
Es más aún, mientras que en el caso de a los usos concretos se limitan a regímenes de este
tipo, solo parecen formar una parte de los usos concretos de em. Así, es importante señalar
que en portugués, mucho más que en español, encontramos ejemplos que realmente destacan
el matiz de ‗interiorización‘, es decir, con ‗límite doble‘, como se lo espera de la preposición
em:
(36)
O infanticídio teria tido lugar no dia 12 de Janeiro deste ano, depois de o
bebé, ao nascer, ter caído na sanita onde se encontrava Maria Lucília.
Además, la mejor prueba que em denota una mera ‗interiorización‘ concierne al hecho de que
el régimen del siguiente ejemplo únicamente ha sido encontrado con em:
(37)
O corpo estava caído no interior da loja, com as chaves da porta na mão.
Por lo que es de la preposición a, ya sabemos que sus usos concretos no difieren mucho de los
del español. Sin embargo, en español los 13 ejemplos eran todos concretos, lo que difiere
ligeramente en portugués. En esta lengua, hemos encontrado 12 frases con a. La mayoría, 8
oraciones, se emplea en un contexto concreto, por lo cual podemos decir que la diferencia
entre ambas lenguas no es tan grande. Pues bien, visto que ya hemos comentado de qué tipo
son los usos concretos de a en los ejemplos (33) – (35), es preciso preguntarse ¿cuáles son los
usos abstractos de a entonces? En dos casos el régimen es os pés, como veremos en el
ejemplo siguiente:
(38)
Kazintsev acredita que a Rússia lhe vai cair aos pés.
En los otros dos ejemplos el uso abstracto refiere a una clasificación o posición:
(39)
Destaque ainda para a recuperação de José Carlos Macedo que, depois de
cair à 33.ª posição após a 1.ª etapa em que teve problemas de caixa de
velocidades no seu Renault Clio 16 V
(40)
Falhando a travagem na chicane após o túnel, o britânico teve de trocar de
pneus, caindo ao 15.º lugar.
La posible combinación de cair con la preposición para, por su parte, parece ser la causa de la
menor dominancia de em en portugués. Así, encontramos esta preposición en el 18% de los
ejemplos analizados en el corpus. Además, de estas 18 frases, 17 son abstractas. Cabe señalar
que la referencia a una clasificación o posición de la que hemos hablado en los ejemplos (39)
99
y (40) aún es más frecuente con para, por cuanto que hemos encontrado 3 ejemplos con esta
preposición que hacen prueba de este fenómeno. Ilustramos a través del siguiente ejemplo:
(41)
Este G.P. de San Marino acabou, de facto, por ser fácil para Alain Prost que
apenas teve alguns problemas nas primeiras dez voltas, depois de um mau
arranque em que caiu para o 3.º lugar.
Igualmente es preciso apuntar que el empleo abstracto de para parece ser reservado a la
denotación de cierto valor, número o porcentaje, sobre todo en el contexto del mundo de
finanzas, como se observa en estas frases:
(42)
As acções cotadas na Bolsa de Zurique caíram, a meio da sessão, para valores
inferiores ao alcançados na abertura, com dealers a culparem a falta de
orientação pelo sucedido.
(43)
No final da semana, o dólar caía para os 110 ienes face à proximidade de um
encontro entre Bentsen e o primeiro-ministro japonês, Morihiro Hosokawa.
Agregamos que semánticamente el verbo cair no difiere mucho de descer en estos contextos,
lo cual se observa sobre todo cuando se hace referencia a porcentajes:
(44)
[...] ao mesmo tempo que a taxa de absorção desceu para 5,2 por cento e a
taxa de cedência de curto prazo caiu para 7,2 por cento.
Por lo que toca al único uso concreto del verbo cair en combinación con para, señalamos que
se trata del siguiente ejemplo:
(45)
Manuel Goulart Carrinho caiu subitamente para o lado, tendo sido assistido
por Defensor Moura, médico e presidente da autarquia vianense.
Sin embargo, igualmente encontramos una oración con el mismo régimen que pertenece a los
usos abstractos:
(46)
O John acabou por cair para o lado e adormecer.
Obsérvese que calificamos el ejemplo (45) como concreto porque tanto la presencia del
adverbio súbitamente como la presencia del sustantivo médico nos hacen deducir que la caída
ha provocado un verdadero choque. En el ejemplo (46), sin embargo, la ‗caída‘ se entiende en
sentido figurado, es decir, la persona en cuestión simplemente se pone a su lado y no implica
un movimiento de un punto verticalmente superior hacia otro punto inferior.
100
En último lugar, nos queda la locución preposicional para dentro de. Ahora bien, esta
locución ha sido encontrada en el 3% de las oraciones analizadas. Además, todos estos
ejemplos conciernen a usos concretos del verbo. Esta locución, en el fondo, refiere a lo que
llamaremos una ‗interiorización máxima‘. En otros términos, una condición para poder hallar
la locución para dentro de es que verdaderamente implica un movimiento hacia el interior,
con un límite doble implicado:
(47)
O que quer que fosse que o sustentava, começava a desintegrar-se enquanto ia
caindo, caindo para dentro do vulcão, escreve Lowry.
3.2.2 El verbo entrar en ambas lenguas
Por lo referente al verbo entrar en español, la preposición en es aún más frecuente que con el
verbo caer. Más precisamente, hallamos esta preposición en el 90% de los ejemplos
analizados en el corpus. Sin embargo, como ya lo habíamos señalado (cf.supra, 1.5.3), esto se
debe a la ‗interiorización‘ a la que refieren tanto el verbo entrar como la preposición en. De
ahí que ya podríamos decir que la teoría descrita parece confirmarse mayoritariamente. No
obstante de estos 90 ejemplos con en, solamente 35 conciernen a un uso concreto del verbo,
por lo cual se nota otra vez que el uso abstracto del verbo es más frecuente.
En cuanto a estos usos abstractos de entrar, llama la atención que 16 ejemplos aluden
al hecho de formar parte de un grupo o de una organización. Ilustramos por medio de los
siguientes ejemplos:
(48)
[…] porque Londres exige la ruptura de este corsé presupuestario para entrar
después en el club del euro.
(49)
Las encuestas muestran que otros grupos socialdemócratas van a tener unos
resultados muy marginales en las urnas y no podrán entrar en el Parlamento.
(50)
Y los países de Europa central y del Este pretenden entrar en la UE, pero no
están dispuestos a que les restrinjan enseguida su soberanía recuperada hace
muy poco tiempo.
Igualmente apuntamos que una parte de los usos abstractos refiere a la entrada figurada en lo
que podríamos llamar cierto estado (físico o de ánimo) o trance, como lo observamos en estos
ejemplos:
101
(51)
Un cine para el que debes ir predispuesto a entrar en su ritmo.
(52)
Y lo que ve agonizar es un formato que, con la despedida de estos tres clásicos
de los 90 parece entrar en coma.
(53)
Loren no es un jugador para disputar un partido cada tres meses, necesita
rodaje, le cuesta entrar en forma y tampoco Corino y Pikabea estuvieron a la
altura.
Por añadidura, tres de los empleos abstractos implican un contexto de entrada en internet,
como aclaramos por medio de los siguientes ejemplos:
(54)
Esperando ese día -y qué despacio viene el condenado- me doy el gusto de
entrar en la Red como una hacker, a caballo de mi propio programa, en el que
me veo más guapa, joven y rompedora.
(55)
El objetivo de la segunda fase es que los alumnos puedan entrar en la web
para comunicarse con sus profesores, compartir apuntes y programación.
(56)
[…] o bien entrar en www.softonic.com y buscar la palabra cookie.
Por lo referente a los usos concretos del verbo en cuestión, apuntamos que un ejemplo
prototípico referiría a un movimiento hacia el interior de algo, con implicación de una
tridimensionalidad, o sea un límite doble. Ahora bien, en el corpus, lógicamente, hemos
hallado ciertas oraciones que se caracterizan por este rasgo, implicando realmente límites
cerrados. Por ejemplo:
(57)
Al parecer, tenían prisa por entrar en el recinto.
(58)
Antes de entrar en el castillo encontrará en el bosque a Rinaldo Gandolfi
(59)
Ya por la tarde, Su Alteza Real se encontró con las universitarias que salían de
clase e incluso se detuvo unos segundos antes de entrar en el coche para que le
tomaran unas instantáneas.
Sin embargo, estos límites no siempre entrañan el mismo grado de cierro. De este modo, en el
fondo, un límite doble está presente en el siguiente ejemplo, aunque es muy difícil indicar las
fronteras. Dicho de otro modo, el momento del ―boundary crossing‖ no es fácilmente
determinable:
(60)
Se trata de partículas de polvo y roca que se incendian al entrar en la
atmósfera.
102
Además, el uso concreto del verbo entrar también es frecuente con lugares geográficos. En
este caso, las fronteras sí son claras 73, pero son mucho más extensos que los de los ejemplos
(58) – (60):
(61)
[…] respecto a los 'sin papeles' detenidos en el mismo periodo de 2000 cuando
intentaban entrar ilegalmente en España.
(62)
Doce miembros del Frente Polisario que querían entrar en Marruecos fueron
detenidos el día 8 cerca de la frontera argelino-marroquí por una patrulla del
Ejército Nacional Popular argelino.
(63)
[…] y conseguí entrar en Ur, una ciudad sumeria de 4.200 años de
antigüedad.
Igualmente observamos un ejemplo en que la meta propuesta del movimiento interior, en
combinación con entrar, da una impresión pleonástica:
(64)
[...] lo que deja un espacio enorme para entrar en el interior del coche.
Por lo que concierne a la preposición a con el verbo entrar, únicamente hemos encontrado 10
oraciones. Tal como en el caso del verbo caer, los usos concretos son más frecuentes con a,
contrariamente a la preposición en. Cabe señalar que mediante la preposición a la
incorporación en un grupo o en una organización igualmente se puede expresar, en sentido
abstracto obviamente:
(65)
Nació en mayo de 1919 en la provincia central de Santa Clara y estudió
Medicina, pero la abandono antes de graduarse para entrar a la orquesta de
Arsenio Rodríguez
En cuanto a los usos concretos de a se podría decir que generalmente refieren a la entrada en
un lugar más abierto, que no implica tanto la ‗interiorización‘ como es el caso de la
preposición en, lo cual se nota en un ejemplo del siguiente tipo:
(66)
Y todo ello por culpa del niño José Pérez "Larita", al que no se le ocurrió otra
cosa que hacer la trastada de entrar a los corrales durante el mediodía y
pinchar a los toros con INMOVILÓN
73
Aunque la delimitación de la frontera de un país nos parece más nítida que la de una ciudad por ejemplo.
103
Además, las observaciones de Roegiest (1977: 274) en las que el autor argumenta que entrar
a es más frecuente cuando por + Nombre ―pone de relieve el aspecto duratitvo de la acción‖,
se verifican a través de los siguientes dos ejemplos:
(67)
El arzobispo y los sacerdotes recorrieron en procesión el trayecto hasta el
claustro, que rodearon antes de volver a entrar a la Catedral por la puerta del
Amparo.
(68)
[…] donde entran en contacto con las mafias con el objetivo de entrar a Europa
por Canarias por considerarla la vía más "fácil" de acceso, dado que el
Mediterráneo presenta mayores complicaciones, agregaron.
Sin embargo, observamos que en nuestro corpus hay una excepción. El SP está encabezado
por a mientras que la meta visada claramente indica un espacio con límite doble. Además, por
+ Nombre no está presente en la siguiente oración:
(69)
A los salones y recepciones se accede desde el patio de los Surtidores, desde el
salón se puede entrar a una sala del siglo XVI, al mirador y a la torre de
Maldonado.
Aun así, observamos que una preposición marcada por el sema de ‗aféresis‘ desde figura en
esta oración. Pues bien, una hipótesis podría ser que este elemento influye en la selección de
la preposición a pospuesta al verbo entrar, porque en realidad una frase como desde el salón
se puede entrar a una sala del siglo XVI equivale a se puede entrar a una sala del siglo XVI
por el salón. Sin embargo, este aspecto tendría que ser estudiado empíricamente para probar
esta afirmación.
En cuanto al portugués, salta a la vista que al igual que el verbo cair, la preposición
em es menos dominante en comparación con el equivalente español. Sin embargo, sigue
siendo la preposición más utilizada lo que es normal con un verbo de ‗interiorización‘ como
entrar. Ahora bien, en el 75% de los ejemplos del corpus portugués observamos la presencia
de em. Tal como en español, los usos abstractos son ligeramente mayoritarios. Así, 44 frases
conciernen a un uso abstracto, mientras que 31 frases son concretas. Por lo que es de las frases
abstractas, notamos que en portugués también refieren frecuentemente a la integración en un
grupo o una organización:
(70)
Antes de entrar na Polícia Civil você foi Fuzileiro Naval.
104
(71)
Poderiam também procurar desvalorizar a sua moeda para entrarem no euro
com uma taxa de câmbio mais fraca e assim obter ganhos de competitividade
[...]
Igualmente señalamos que tal como en español el uso abstracto de a se suele emplear en
ejemplos del tipo siguiente, denotando sobre todo cierto trance como se lo puede llamar:
(72)
Basta fechar os olhos e entrar no ritmo.
(73)
Os confrontos entre sócios entraram na rotina e tornou-se banal o discurso de
defesa dos interesses minoritários.
Además, parece que en portugués los usos abstractos de em a menudo refieren a una
temporalidad, lo que no ha sido constatado en los ejemplos analizados en el corpus español:
(74)
Teoricamente, o mercado de risco está em condições de entrar num período de
correcção.
(75)
Nós vamos entrar numa fase de recuperação de massa salarial, porque os
reajustes nominais ficam mais importante.
(76)
O projecto de avaliação das universidades vai entrar numa nova fase: a da
formação dos coordenadores e demais pessoal a quem competirá fazer a
avaliação e elaborar o respectivo relatório.
Otra observación que particularmente ha sido observada en la lengua portuguesa, mientras
que está ausente en español, concierne al hecho de que entrar em con sentido abstracto se
emplea a menudo con referencia a un contexto militar con el régimen sustantival guerra,
verbigracia:
(77)
O Daguestão está também já pronto a entrar na guerra .
(78)
Anunciou pretender a maior desnuclearização da história, retirou centenas de
mísseis e pediu aos Eua para entrar na Guerra [...]
Por lo que es de la preposición em con sentido concreto en portugués, observamos que la
teoría generalmente se confirma. De este modo, esta preposición se emplea cuando el régimen
permite una interiorización, es decir, cuando está marcado por un límite doble, verbigracia:
(79)
Para ajudar a acalmar os recém-chegado, os Ss prometiam-lhes um banho
reconfortante, pediam-lhes que pendurassem as roupas em cabides numerados
e que entrassem numa sala repleta de chuveiros e torneiras falsas [...]
105
(80)
Na ocasião, entrou na loja e, aproveitando a distracção da empregada, ter-seá apoderado das notas, reza a versão da proprietária.
(81)
Foi pelas 14h00 que 10 ciganas entraram no SuperCompra, armadas de
tesouras e facas e, aparentemente, sem carteiras .
(82)
Não, não quer entrar no carro, não quer ajuda, a mãe disse-lhe que não devia
falar com estranhos.
Además, observamos en portugués que todos los regímenes que refieren a un lugar geográfico
se construyen necesariamente con la preposición en, lo que también hemos observado con
respecto al español:
(83)
Os cubanos entraram em Cabinda a partir do porto congolês de Ponta Negra.
(84)
O que diriam os turistas quando entrassem em Lisboa pela nova ponte?
Del ejemplo (85) deducimos que en portugués la presencia de un sintagma por + Nombre no
es óbice para la aparición de em, contrariamente a la mayoría de los casos españoles 74.
Por lo referente a la preposición a con el verbo entrar en portugués, cabe notar que
esta preposición solamente ha sido encontrada en dos casos, lo que se debe al papel bastante
importante que para desempeña en combinación con entrar, y que por lo tanto reduce los
casos con a. Señalamos que de los dos ejemplos en los que hallamos a, uno es abstracto:
(85)
A Kaos ganhou a força que tem -- tendo todo o mérito -- a partir do momento
em que a Tribal entrou ao barulho.
y otro es concreto:
(86)
O remate saíu fortíssimo, fazendo a bola entrar ao ângulo da baliza de Ádamo
Ahora bien, como acabamos de decir, la presencia de a es menor en portugués que en español,
lo que se debe al 22% de ejemplos con para en portugués. De las frases que se construyen con
para, 19 conciernen a un uso abstracto. Hemos visto que en español y en portugués las
preposiciones en y em frecuentemente refieren, en sentido abstracto, a la incorporación a un
grupo u organización. Sin embargo, parece que en portugués es aún más frecuente el empleo
de para con tal referencia, verbigracia:
(87)
Entrei para o Movimento das Forças Armadas [...]
74
Para que tengamos certeza con respecto a esta afirmación, un estudio empírico tendría que hacerse para
averiguar en qué medida por + Nombre influye en la selección de preposición en portugués
106
(88)
O Japão está particularmente nervoso com a perspectiva de a Coreia do Norte
entrar para o restrito clube atómico [...]
(89)
[...] Steven Grayer, da Ovarense, está a 50 pontos de entrar para o clube dos
jogadores que marcaram 1000 ou mais pontos.
En cuanto a los usos concretos de para, llama la atención que en los tres ejemplos el régimen
refiere a la entrada en un coche. Pues bien, por la implicación de límites cerrados se diría que
la preposición por excelencia con tal régimen es em. Además, en el ejemplo (83) hemos
demostrado que esta preposición, como en español, se emplea con el sustantivo portugués
carro. No obstante, en nuestro corpus la preposición para es más frecuente en portugués
cuando se refiere al hecho de entrar en un coche. Aun así, la conceptualización del
movimiento diferirá. Así, es probable que para refiere más a la dirección con implicación de
un punto final. Ilustramos por medio del siguiente ejemplo:
(90)
Foi quando se preparava para entrar para o carro celular que Jacques
Kebangmin logrou escapar [...]
Finalmente, por lo que toca a la locución para dentro de, parece que su combinación con
entrar es difícil. Pues bien, en realidad, el verbo entrar es sinónimo de ir para dentro de. Así,
se entiende que entrar para dentro de suena pleonástico. No obstante, hemos encontrado un
ejemplo en el corpus. De hecho, semánticamente no se distingue de los usos concretos con
em. Además, se trata de un uso concreto, tal como en los 3 ejemplos con el verbo cair. El
ejemplo encontrado es el siguiente:
(91)
O Público visitou dois faróis submetidos a terríveis borrascas, apenas
primaveris, e pôde pressentir o que aquilo seria, se fosse a sério: água a entrar
para dentro das casas ou a partir os vidros da lanterna do farol [...]
3.2.3 El verbo saltar en ambas lenguas
El análisis del verbo saltar en español demuestra que este verbo se opone estrictamente a los
dos anteriores por lo que es de la conmutación preposicional. Mientras que con los verbos
caer y entrar la mayor parte de los ejemplos se combina con en, es totalmente diferente en el
caso de saltar. De esta manera, observamos que solo en el 3% de los ejemplos analizados la
preposición en aparece, mientras que hallamos a en 97 oraciones. Encima, este verbo
igualmente se opone a los dos anteriores porque no hay dominancia de los usos abstractos.
107
Más precisamente, de los 100 ejemplos los usos abstractos y concretos se dividen
perfectamente.
Por lo que es de los 97 ejemplos con a, 48 conciernen a un uso abstracto. Además,
observamos que en 4 oraciones el sentido figurado implica un movimiento horizontal con un
régimen que denota un lugar geográfico, tal como ha sido apuntado en el ejemplo (67) de la
parte lexicográfica. Por ejemplo:
(92)
Celebró su primera exposición individual en 1928 en el Ateneo de Madrid,
poco antes de saltar a París, donde se reencontraría con Buñuel […]
(93)
Mary Paz recorrerá durante las próximas fechas diversos centros culturales
madrileños para continuar durante dieciocho días por la Comunidad de
Castilla-La Mancha, seguir por Murcia para saltar a Asturias antes de arribar
a Andalucía […]
Igualmente cabe apuntar que los usos abstractos con a suelen emplearse para referir al hecho
de pasar de una situación a otra de manera repentina75:
(94)
En "Braveheart", Gibson, que saltó al estrellato con "Mad Max" y es más
conocido por su papel de policía en la serie "Arma letal", hace el papel de
William Wallace […]
(95)
Tras la primera representación, los críticos han alabado la maravillosa voz de
la hasta ahora desconocida soprano alemana Christine Schäfer, que ha
conseguido saltar a la escena internacional con su interpretación de Lulú.
(96)
El tema Canarias ha vuelto a saltar al primer plano de la actualidad
comunitaria.
También informamos que saltar a es común cuando el régimen contiene el sintagma la
política. Así, hemos hallado 6 ejemplos abstractos que demuestran esta afirmación.
Ilustraremos a través de las siguientes tres frases:
(97)
La versión que daba anteayer la COPE incidía en que González habría
advertido, sin embargo, a Aznar en su reciente cita que Conde quiere saltar a
la política el próximo otoño, tras la aparición de su libro.
75
Sin embargo, contrariamente al sentido explicado por los diccionarios, no hay referencia alguna al punto de
origen abstracto en estos ejemplos. Por eso, no aparece una preposición que se caracteriza por el sema de
‗eféresis‘.
108
(98)
George y Barbara Bush que, desde hace ahora un año, son ciudadanos de a
pie, están dispuestos a volver a saltar a la arena política […]
(99)
[…] jugaba al tenis y conseguía casarse con la guapa oficial de la comunidad
antes de saltar al terreno de la política.
Por lo referente a los usos concretos de saltar con la preposición a, señalamos que en la
mayoría de los casos encontramos regímenes que refieren a un lugar verticalmente inferior.
De este modo, hallamos ejemplos del tipo siguiente:
(100) Siempre caigo parada, pero sé perfectamente que quien insiste en saltar al
vacío termina rompiéndose las piernas.
(101) Cuando el personal de la escuela se acercaba en lancha al lugar, Antonio F.
A., un buzo de 33 años de Motril, saltó al mar equipado con un traje de
neopreno […]
(102) Dos días más tarde, y mientras prestaba declaración en el juzgado,
protagonizó un nuevo intento de fuga y logró, pese a estar esposado, acercarse
a una ventana y saltar a la calle.
Sin embargo, salta a la vista que los empleos concretos muy frecuentemente introducen la
preposición que marca ‗eféresis‘ desde, que precisa el punto de origen, pospuesta al régimen
del verbo saltar:
(103) Antonio Gutiérrez, secretario general de Comisiones Obreras, sufre una
fractura en una rodilla tras saltar a la pista desde un ala del avión.
(104) […] o saltar al vacío desde un noveno piso.
(105) La víctima burló la vigilancia del puerto e intentó saltar al barco desde lo alto
de la estación marítima, pero se precipitó al agua tras golpearse la cabeza con
el muelle.
(106) […] salvaron con la fuerza de sus brazos a un ciudadano que saltó al vacío
desde una altura de diez metros […]
Igualmente cabe apuntar que en el primer y en el segundo capítulo hemos mencionado que
saltar, en sentido concreto, tiene la posibilidad de expresar un movimiento hacia una meta
verticalmente superior. No obstante, por sorprendente que pueda ser, en nuestro corpus
ningún ejemplo ha sido encontrado que da prueba de un movimiento hacia arriba.
En cambio, lo que sí hemos hallado con frecuencia es un uso, igualmente definido por
109
los diccionarios, que no implica un verdadero salto, sino que refiere más a un paso o una
entrada que implica cierta ‗violencia‘. Pues bien, en realidad, el verbo saltar se acerca así a
correr. Añadimos que este uso del verbo generalmente se limita a un contexto de deporte, en
que el régimen concierne a sustantivos como el terreno, la pista, el campo, la cancha, etc.:
(107) Nada más saltar al campo, Isidro marcó un soberbio gol […]
(108) Así pues, Albert Costa y Albert Portas tendrán que esperar 24 horas para
saltar a la central y dirimir el título
(109) Ganó Argentina porque tuvo un entrenador que acertó una vez más en los
cambios, haciendo saltar al terreno a Daniel Valencia por Kempes […]
(110) Se armó la fiesta de presentación contra el Bayern Munich de mi amigo Lothar
Matthäus y al fin pude saltar al césped del Sánchez Pizjuán con el diez en la
espalda […]
También merece la pena mencionar que el sema de ‗violencia‘ está aún más presente cuando
se trata de un animal que realiza el movimiento. Sobre todo advertimos este uso con
referencia a los toros en las lidias:
(111) Como fulminado por una rayo cayó el sexto toro, nada más saltar a la arena.
(112) […] con los cornupetos que tenían que saltar al ruedo […]
Por lo que concierne a los tres ejemplos con en, apuntamos que solo en un caso el uso es
concreto. Esta observación es bastante sorprendente porque según la teoría a y en deben ser
conmutables cuando la meta se sitúa en una posición inferior, como en los ejemplos (101) –
(103). Sin embargo, el ejemplo con en, en sentido concreto, concierne a una frase particular
porque el régimen implica una mera interioridad. Ahora bien, el siguiente ejemplo muestra
claramente que, a pesar de la preferencia por la preposición a con el verbo saltar, en es la
única preposición en español que se emplea cuando se trata de un verdadero movimiento
hacia el interior de algo:
(113) En una calle céntrica de Beverly Hills un coche descapotado corre a toda
velocidad, pero un hombre logra saltar en su interior.
En cuanto a la conmutación preposicional con el verbo saltar en portugués, observamos que
la situación difiere enteramente. Mientras que en español a se emplea en casi la totalidad de
los ejemplos, es la preposición para que en portugués encabeza la mayor parte de los SP
pospuestos al verbo. De esta manera, hemos observado que esta preposición hace su
110
introducción en el 77% de los casos. Contrariamente a la preposición de mayor influencia en
español, a, observamos que para conoce más usos abstractos que concretos. Así, en 46 frases
para tendrá un sentido figurado, y en 31 ejemplos el uso será concreto.
Por lo que es de los usos abstractos, señalamos que para se emplea en un sentido que
está reservado a la preposición a en español. De este modo, para muchas veces refiere al paso
a determinada situación de manera repentina:
(114) Em Junho do ano passado, a AR aprovava as alterações à Lei 30/84, numa
altura em que os alegados abusos do Sis já tinham saltado para as páginas dos
jornais [...]
(115) Foi justamente no Comité Central que reuniu após o frustrado golpe de estado
na URSS que o seu nome saltou para os jornais.
Además, observamos que tal como en el caso del verbo cair, para puede hacer referencia a
una posición o clasificación, por cuanto que hemos encontrado este uso en 6 ejemplos.
Obsérvese también que el empleo con saltar es el antónimo de cair en las siguientes
oraciones. Cabe observar que por regla general se trata de deportes:
(116) Com este triunfo, Barbosa saltou para o segundo lugar da classificação no
campeonato, com 38 pontos [...]
(117) Ganhando por 7-1 ao Foggia, a Lazio saltou para o terceiro lugar,
ultrapassando a Fiorentina e a Roma.
pero no siempre:
(118) [...] conservando a qualidade de construção e acabamento tipicamente
japonesas, os Sunny sofreram uma cura de musculação e saltaram para os
primeiros lugares da categoria quando falamos de prestações puras.
Otra característica que saltar para comparte con cair es que puede aludir a valores
financieros:
(119) Depois de uma manhã calma, em que o marco / escudo atingiu o mínimo de
101,15 escudos, a paridade entre ambas as moedas saltou para os 102,25
escudos.
Por lo que es de los usos concretos de la preposición para, notamos que el desplazamiento en
el eje gravitatorio puede referir a movimientos inferiores, superiores y horizontales. Con los
111
movimientos hacia abajo el régimen generalmente concierne a sustantivos del tipo o chão, o
mar, o rio, a rua, a água y palabras similares:
(120) Foi com coletes como este que muitos passageiros do Titanic morreram ao
saltar para o mar, partindo o pescoço com o impacto.
(121) À chegada, na aflição de terem sido descobertos, outros dois jovens saltaram
para a água numa zona rochosa [...]
(122) Os ocupantes da Bedford saltaram para o chão e retiraram-no à força do
interior do Peugeot [...]
Cabe repetir que el verbo cair igualmente suele construirse con los mismos regímenes. No
obstante, recordamos que con este verbo son las preposiciones a y em que encabezan el SP –
salvo en el caso de a água que solo se construye con em – mientras que en el caso del verbo
saltar es la preposición para que se apropia de todos los ejemplos con estos regímenes.
Cuando saltar posee un régimen que implica un lugar verticalmente superior es
igualmente la preposición para que se introduce. Además, el regente tanto puede ser humano
como inhumano:
(123) Há festa, há festa na minha aldeia, os foguetes saltam para o ar [...]
(124) Não é o Marlboro Man - a saltar para o cavalo e a verificar as baterias [...]
Señalamos, sin embargo, que estos dos ejemplos son los únicos en los que se constata un
movimiento superior. Aun así, su frecuencia es mayor que en español, por cuanto que en esta
lengua no hemos encontrado ningún ejemplo con saltar que indica un movimiento hacia
arriba.
Por lo que es de los casos en los que saltar refiere a un movimiento horizontal, es
preciso informar que tal como en español se trata generalmente de un sinónimo de correr, por
cuanto que no hay verdadero salto implicado. Encima, una cierta ‗violencia‘ o ‗hostilidad‘
caracteriza estas frases:
(125) A orquestra dispara e os pares saltam para a pista.
(126) [...] uma ou duas cabras saltava para a auto-estrada?
En cuanto a em y para dentro de, percibimos una peculiaridad. Tanto la preposición simple
como la locución preposicional figuran 9 veces en el corpus. Es más, de estos 9 ejemplos, 2
son abstractos y 7 concretos en ambos casos. Pues bien, se percibe por lo tanto que em y para
dentro de se muestran muy afines. Aun así, nos percatamos de algunas diferencias. Con em
112
generalmente se trata de un movimiento horizontal sin que haya un salto implicado, tal como
los ejemplos (126) y (127) que se construyen con para. Por eso, regímenes parecidos serán
introducidos. Sin embargo, informamos que em es menos utilizado que para en estos
contextos:
(127) O capitão da equipa saltou no relvado depois da vitória [...]
(128) Como a primeira cena na qual a dançarina fala com a tela e, a seguir, o
dançarino salta no palco.
Además, encontramos un ejemplo con em, mientras que el régimen es o rio, lo que por regla
general exige la preposición para:
(129) Saltar no rio a meio do Inverno, depois de uma sauna a 99 graus centígrados.
Por lo que es de la locución para dentro de ya habíamos planteado que se emplea de
preferencia cuando podemos hablar de una mera interiorización. Dicho de otro modo, para
dentro de requiere un sustantivo con límite doble – generalmente un vehículo –, mientras que
oraciones anteriores han demostrado que un límite doble no es óbice para la aparición de em.
Que se observe los siguientes ejemplos:
(130) O fugitivo saltou então para dentro do tanque, que saiu tal como tinha
entrado.
(131) Imediatamente, meia dúzia de agentes de segurança salta para dentro de dois
automóveis [...]
(132) Num ápice, saltaram para dentro da nau portuguesa, trespassando todos os
que se atreveram a enfrentá-los num combate desigual.
(133) Saltar para dentro de um comboio em andamento acelerado e assumir a
direcção foi a metáfora que João Távora utilizou [...]
Vista esa necesidad de régimen con límite doble también entendemos por qué el empleo de
para dentro de, en contrario a para (y em), parece reducirse fuertemente con un régimen del
tipo a água, o mar, o rio, etc. No obstante, la siguiente oración sí es posible. Igualmente
refiere a una meta en el agua, pero con límites cerrados:
(134) [...] não têm sequer coragem para saltar para dentro de uma piscina.
113
Asimismo cabe agregar que en nuestro corpus hemos encontrado un ejemplo con para dentro
de, en sentido abstracto, en que el régimen no es un sustantivo, sino un pronombre personal.
Se trata de la siguiente frase:
(135) Mas os pesadelos, até este de Lynch, ao mostrar-se, ganham uma vida
autónoma, prontificam-se a saltar para dentro de nós e depois somos nós
quem os derrama naquilo que vê.
Finalmente, la combinación de saltar con la preposición a ha sido observada en 5 ejemplos
del corpus. En todos los casos se trata de un uso abstracto, más o menos fijo en la lengua.
Verbigracia:
(136) [...] o que isto revela é que a sua vida mental é caracterizada pela fleuma
paciente em ouvir tudo, mesmo tudo, antes de saltar à conclusão de que já
percebeu de que se trata76.
(137) Conhecida como templo da technomusik, Antuérpia poderá igualmente ver
saltar à superfície manifestações extra-oficiais.
76
Sin embargo, también se puede oír saltar para a conclusão.
114
3.2.4 El verbo lanzar/lançar
Por lo que es del verbo lanzar, observamos que tal como en el caso del verbo saltar, la gran
mayoría de las oraciones analizadas – el 91 % – se construye con un SP encabezado por la
preposición a. Esto probablemente se debe a que, como ya sabemos, el verbo en cuestión
puede aparecer tanto con un CC de lugar como con un OI, lo que difiere de los tres verbos
anteriores. Ahora bien, cuando la meta puede ser pronominalizada mediante le, entra en
consideración un OI. Además, los OI únicamente pueden combinarse con la preposición a,
mientras que los CC de lugar se construyen o bien con a, o bien con en. Si sabemos que en el
46% de los ejemplos el punto de llegada del lanzamiento implica un OI, se entiende que es
obvio que la preposición a será mucho más frecuente en total. Sin embargo, dentro de las
construcciones con un CC de lugar, a también parece ser mayoritario. Así, de los 54 ejemplos
con un CC de lugar, 45 introducen a y solo en 9 frases encontramos en. Además, señalamos
que el uso abstracto es más común con lanzar. Así, con 72 frases abstractas y solo 28
concretas este verbo se comporta más o menos como entrar y caer, pero no como saltar por
cuanto que este verbo divide los usos abstractos y concretos.
En cuanto a los usos abstractos de la preposición a, notamos que se trata de 65
ejemplos. Igualmente cabe observar que las frases con OI y con CC de lugar se equilibran en
el uso abstracto. Además, por lo que es de los OI, es claro que normalmente – pero no siempre
(cf. supra, nota 58) – hacen referencia a una persona. Por lo tanto, el régimen puede referir a
un nombre propio, lo cual hallamos en 4 ejemplos de los usos abstractos. Ilustramos a través
de estas dos oraciones:
(138) El presidente de la Federación Española de Fútbol no se ha recatado en sus
comparecencias públicas en Viena ante los informadores en lanzar duros
ataques a Antonio Baró, presidente de la Liga Profesional […]
(139) Y aprovechó para lanzar un elogio interesado a Aznar: "Muy inteligente eso de
pasar página respecto al GAL".
Obsérvese que aquí no se trata del lanzamiento de un objeto, sino que los dos ejemplos aquí
arriba implican que uno lanza, de manera negativa o positiva, palabras a alguien.
Obviamente, el OI abstracto no siempre se construye con nombres propios, sino que el
régimen también puede ser un sustantivo que refiere a una persona o, más frecuente, a un
grupo de personas:
115
(140) Fiel a su hábito de lanzar a jóvenes promesas, El Güito presenta a dos
bailaores de apenas catorce años, Noé Barroso y Raúl Fernández […]
(141) Los cientos de curiosos que se habían agolpado en las inmediaciones de la
calle Bailén no pararon de lanzar vítores a la pareja.
(142) […] tanto en Extremadura como en Andalucía, podían impunemente lanzar el
mensaje viperino a los ancianos pensionistas, a los jubilados, a los
subsidiados, a los beneficiarios del PER, a los colocados a dedo en sus puestos
de trabajo o por medio del infalible tráfico de influencias
De nuevo, se observa que en sentido abstracto el lanzamiento implica una acción verbal. De
ahí también que, como ya percibimos este fenómeno en el ejemplo (143), en 15 oraciones
abstractas el régimen es el sustantivo un mensaje (de tranquilidad), por ejemplo:
(143) Aunque el entrenador quiso lanzar un mensaje de tranquilidad a los
aficionados madridistas […]
(144) El ministro aprovechó la ocasión para lanzar un mensaje de tranquilidad a los
inversores extranjeros […]
No obstante, el OI también puede ser expresado por un régimen que alude a una organización
o una comunidad, verbigracia:
(145) Joxe Juan González de Txabarri, del PNV, la calificó de "éxito evidente" tras
lanzar "un mensaje" claro a ETA […]
(146) La estadounidense Martina Navratilova, nueve veces campeona de Wimbledon,
aprovechó un programa de televisión de la BBC 2 para lanzar un mensaje a la
comunidad gay […]
Por lo que es de los OI en el uso concreto, solo encontramos 11 ejemplos, lo que se debe a
que los usos abstractos son más frecuentes en general. No obstante, los mismos regímenes
suelen emplearse. Así, encontramos pospuesto a la preposición un nombre propio, un
sustantivo que denota una persona o un grupo de personas, un sustantivo que refiere a una
organización, e incluso un pronombre personal77:
(147) […] los sevillistas esperaban agazapados para lanzar balones a Suker y a
Moya.
77
En este caso el verbo se emplea bajo forma pronominal
116
(148) […] luego se levantó y corrió hacia la barra para lanzar su camiseta a un
hincha […]
(149) […] pero no para las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que
quieran lanzar víveres y suministros básicos con paracaídas a los refugiados
albano-kosovares […]
(150) Los trabajadores protagonizaron incidentes mientras se concentraban frente a
la sede del Gobierno vasco, al lanzar piedras y cascos de botellas a la policía
autónoma que custodiaba el edificio.
(151) Cuando se iba a lanzar a mí -dijo el acusado- lo golpeé con un martillo de
mango largo.
En cuanto a los CC de lugar, repetimos que en estos casos también encontramos en. Sin
embargo, sigue siendo mayoritaria la aparición de a. Los usos abstractos de lanzar a con un
CC de lugar pueden denotar un paso repentino a otra situación, tal como en el caso de saltar:
(152) Que la versión cinematográfica de una novela puede convertirla en un
auténtico "best seller" y lanzar a su autor a la fama resulta ser una verdad
incuestionable en nuestros días.
No obstante, generalmente refiere a una introducción o al hacer público de algo:
(153) Y eso en el año en que la factoría de Figueruelas ha alcanzado su récord de
producción, al lanzar a la calle 433.275 unidades de los modelos Corsa y
Tigra […]
(154) Que no se aproveche también la ocasión para lanzar al mundo una muestra de
nuestra creación.
Además, este sentido se relaciona eventualmente con un contexto de internet:
(155) […] dirige una empresa de importación de productos gastronómicos
españoles, negocio que acaba de lanzar a la Red.
Los casos de lanzar a, con un CC de lugar, en sentido concreto se restringen a 14 oraciones.
Observamos que tales oraciones tratan del lanzamiento real de un objeto que alcanza un punto
de llegada. Esta meta puede situarse en una posición verticalmente inferior. En estos casos
encontramos los regímenes que también son frecuentes con saltar y caer: el vacío, el mar, etc.
Por ejemplo:
117
(156) […] cuenta un militar que vio lanzar al vacío a ¡una chica embarazada de
ocho meses y medio!
(157) […] que aprovechó para lanzar al mar las cenizas del presentador.
Sin embargo, la meta igualmente puede referir a una posición superior, como veremos en los
siguientes ejemplos:
(158) Cohetes Vostok como el de la fotografía […] fueron utilizados por los
soviéticos para lanzar sus satélites y naves al espacio.
(159) ¿No querían lanzar a la termosfera un transbordador espacial?
Además, es digno de observación que lanzar a se emplea en 5 frases en un contexto de
deporte. Sin embargo, los diccionarios únicamente tratan de este sentido al describir el verbo
tirar. El CC de lugar generalmente es un sustantivo del tipo gol, puerta, canasta, y palabras
similares. El OD suele no expresarse, pero refiere normalmente a un balón, una pelota, etc.
Agregamos que se puede vacilar entre una interpretación con un movimiento superior o
horizontal
(160)
[…] mi primera intención fue la de lanzar a la canasta, pero me di cuenta de
que era mejor pasar la bola hacia nuestro hombre libre.
(161) El jugador holandés estaba a punto de lanzar a puerta cuando un defensa de
Lecce le hizo una falta en el área.
En cuanto a los 9 ejemplos con la preposición en, sabemos que necesariamente se trata de un
CC de lugar. En 7 casos el uso es abstracto. Lo primero que salta a la vista es que el el OD de
nuevo refiere generalmente a sustantivos como un mensaje, una advertencia, una noticia, etc.:
(162) […] el filme pretende "lanzar un mensaje de vida en un mundo donde hay
demasiada muerte y demasiada negrura".
(163) Esta es la advertencia que acaba de lanzar un equipo de investigadores
holandeses en la revista Nature […]
(164) Se trataba de un agitador local, un tal Adolf Hitler, que acababa de lanzar una
arenga antijudía en una concentración multitudinaria, en un circo del
extrarradio".
Igualmente llama la atención que hemos encontrado la preposición a con el régimen la Red
(cf. ejemplo (156)), pero es la preposición en que se presenta en el siguiente ejemplo:
118
(165) La empresa acaba de lanzar su sitio en Internet para facilitar la venta e
información de los productos.
Por lo que es de los usos concretos, solo hemos encontrado 2 ejemplos. Como ya lo hemos
apuntado (cf. supra, 1.5.5.), Roegiest (1980: 91-92) señala que con verbos como lanzar entre
otros, a es la única preposición posible con una referencia a un lugar superior, mientras que
esta preposición entra en competencia con en cuando se trata de un movimiento hacia abajo.
No obstante, en nuestro corpus, tanto los movimientos hacia abajo como hacia arriba siempre
se construyen con a. Es llamativo que en sentido concreto únicamente la mera interiorización
parece ser óbice para la aparición de en, tal como en el caso de saltar (cf. ejemplo (114)):
(166) […] rompieron dos lunas del establecimiento a fin de lanzar una botella de
líquido inflamable en su interior.
(167) Los funcionarios no pudieron, sin embargo, evitar el atentado porque los
terroristas dejaron el vehículo empleado para lanzar las granadas en el
interior de la cantina reservada a los trabajadores del Port Autònom.
En portugués, la situación difiere y observamos que para de nuevo desempeña un papel
bastante importante en la alternancia preposicional. No obstante, no tiene tanto impacto como
en el caso de saltar, sino que la frecuencia de para es comparable con los verbos entrar y
cair. De este modo, encontramos esta preposición en el 17% de los ejemplos del corpus. Sin
embargo, contrariamente a entrar y cair, no es em que se apropria de la mayor parte de
empleos, sino que a y em mantienen cierto equilibrio. Aun así, percibimos que a se prefiere
ligeramente, por cuanto que aparece en el 45% de los casos mientras que em figura en el 36%
de los ejemplos. Por lo que es de la locución preposicional para dentro de, notamos que la
hallamos dos veces. Tal como en español, el uso abstracto es más común globalmente. Es
notable que en ambas lenguas iberorrománicas el verbo en cuestión conoce 72 ejemplos
abstractos y 28 ejemplos concretos en el corpus. En cuanto a la frecuencia de los CC de lugar
y los OI, de nuevo los primeros son más usados. Los porcentajes son más dispares con lançar
que con el equivalente español. Así, en portugués el 67% de los ejemplos posee un CC de
lugar, y en el 33% de las oraciones analizadas encontramos un OI.
Por lo que toca a la preposición a, es claro que con esta preposición sobre todo
hallamos un régimen que tiene la función de OI. Este OI generalmente refiere a nombres
propios, sustantivos que refieren a una persona o a un grupo de personas, comunidades o
organizaciones y pronombres personales. Además, el OD frecuentemente refiere a una acción
119
verbal, como en español, y concierne a sustantivos como farpa, repto, aviso, apelo, etc.
Asimismo cabe observar que el sustantivo mensagem ha sido hallado una sola vez, a gran
diferencia de los 15 casos con el sustantivo mensaje en español:
(168) Jacques Barrot, ministro do Trabalho e dos Assuntos Sociais, lançou um apelo
aos grevistas: Não se fechem nos vossos medos e nos interesses imediatos.
(169) Karadzic lançou um repto aos dirigentes dos países ocidentais e ameaçou com
o caos para a república em caso de acção armada dos países aliados.
(170) O exército argelino, verdadeiro detentor do poder, lançou entretanto um aviso
à sociedade civil, pela voz do ministro da Defesa.
(171) Foi uma forma do tribunal lançar uma mensagem firme e pedagógica às
comunidades africanas que se entregam a esta prática .
(172) Gouveia não se conformou e foi aproveitando todos os pretextos para lançar
algumas farpas ao Governo.
Igualmente cabe mencionar que frecuentemente se encuentra el sustantivo portugués desafio
en posición de OD. En nuestro corpus hemos encontrado 5 ejemplos de este tipo, verbigracia:
(173) A moção termina lançando quatro desafios à sociedade portuguesa [...]
Por lo que concierne a los usos concretos de a, llama la atención que los 8 ejemplos se
construyen todos con un CC de lugar. Además, la meta implicada siempre hace referencia a
un lugar que se ubica en el agua, como se percibe en los siguientes ejemplos:
(174) [...] revoltado com a presença de repórteres de uma cadeia da televisão
francesa, decidiu lançar ao Mediterrâneo a câmara televisiva.
(175) O capitão morrera durante a viagem com uma overdose e o seu corpo fora
lançado ao mar.
(176) [...] as águas utilizadas na produção de concentrado de urânio em Saelices el
Chico eram lançadas ao Águeda.
excepto en el siguiente caso, en que, dicho sea de paso, el verbo aparece bajo forma de
participio pasado:
(177) Lançada a semente à terra, há que dar-lhe condições e tempo para germinar.
120
Con la preposición em, observamos que hay más ejemplos marcados por el uso abstracto que
concreto. Dentro de estos usos abstractos notamos que algunos implican un deterioro de
situación, tal como lo notan los diccionarios:
(178) Fim dos Programas Ocupacionais lança 2.700 no desemprego.
(179) [...] estão neste momento asseguradas as condições de salvaguarda de alguns
meios financeiros que não lancem na miséria as famílias assim desempregadas.
Igualmente señalamos que se encuentra ejemplos con lançar em que los diccionarios
describen como una acción que implica la dedicación a una ocupación con entusiasmo:
(180) Não terá então sido por puro capricho e absoluto risco que Estefan se lançou
neste projecto [...]
(181) Depois de se ter lançado na aventura de pôr no ar a primeira estação
comercial portuguesa de televisão [...]
Cuando em se emplea en un contexto concreto, la meta del movimiento, contrariamente a la
preposición a, puede ubicarse tanto en una posición verticalmente inferior como superior:
(182) Isto é dos produtos, sustenta a mulher do pescador, aludindo aos químicos que
as explorações industriais e agrícolas lançam no rio [...]
(183) Este responsável afirma que se limitou a utilizar a água que ele próprio lançou
no canal, para o limpar.
(184) Um impacto como este, segundo a comunidade científica, deverá ter lançado
na atmosfera terrestre uma enorme quantidade de poeira e detritos [...]
(185) Estes aviões poderiam atravessar os céus lançando na baixa estratosfera
poeiras que bloqueassem a luz do sol.
Sin embargo, nos sorprende que se emplea em con movimientos hacia arriba porque en el
fondo es mucho más común la preposición para en tal caso78. Así, encontramos 6 ejemplos
concretos que refieren a un lugar verticalmente superior, mientras que con em solo hemos
hallado los ejemplos (185) y (186). Ilustramos a través de las siguientes frases:
(186) Do lixo todo que vai ser queimado, quantas dioxinas vão ser lançadas para a
atmosfera?
78
Además, recordamos que en español la preposición en no suele emplearse con un movimiento hacia arriba.
121
(187) No lançamento seguinte, a ter lugar em 1 de Setembro, o Ariane irá lançar
para o espaço o satélite português PoSat-1.
(188) Mas ultrapassou as situações mais delicadas com a sua bonomia e lançando
para o ar o seu bordão da noite [...]
Lo que igualmente llama la atención es que encontramos el fenómeno contrario, o sea que se
introduce para mientras que en realidad alude a una ‗interiorización‘ lo que se expresa
normalmente con em o para dentro de. Obsérvese que en el siguiente caso los límites dobles
claramente están presentes, lo cual nos hace pensar, deduciéndolo del análisis de los verbos
anteriores, que en portugués la norma sería una construcción con la locución preposicional
para dentro de:
(189) Foi abatido à coronhada e o corpo acabou por ser lançado para um buraco
pedregoso.
Encima, cabe señalar que hay algunos usos abstractos de para. No obstante estas frases son
difícilmente clasificables bajo una misma denominación porque los empleos divergen. Que se
compare estos tres ejemplos:
(190) A formação permanente dos leigos e a necessidade de valorização dos
domingos são outras duas ideias lançadas para a reflexão.
(191) O avançado de Reconquista, uma cidade rural na província de Santa Fé, diz
querer imitar Mario Kempes, cujos seis golos lançaram a Argentina para o seu
primeiro triunfo num Mundial, em 1978.
(192) Não há pachorra, suspira Jorge Monteiro no último degrau, lançando um
olhar para a enorme escadaria.
En cuanto a para dentro de, apuntamos que de nuevo el límite doble es una exigencia para
que esta locución pueda hacer su introducción. Así, encontramos dos frases que además son
concretas, como suele ser el caso con esta locución. Asimismo, notamos que en el ejemplo
(194) se hace referencia a un volcán, tal como en el único ejemplo de para dentro de cuando
se combina con el verbo cair (cf. ejemplo (47)):
(193) […] o sábio que se lançou para dentro do Etna.
(194) [...] e quatro pessoas foram mortas quando uma granada foi lançada para
dentro de um café da cidade.
122
3.2.5 El verbo tirar/atirar
Vista la relativa semejanza a nivel semántico, nos propondremos en la descripción del verbo
español tirar y su equivalente portugués atirar preguntarse sobre todo en qué medida estos
verbos concuerdan o se distinguen, sintácticamente, de lanzar y lançar. Además, donde sea
posible buscaremos el lazo o justamente la diferencia con los otros verbos descritos.
Igualmente, como lo hemos hecho con cada verbo, trataremos de oponer el verbo en cuestión
en ambas lenguas.
En cuanto al español, enseguida salta a la vista una particularidad. De esta manera
advertimos un resultado notable por cuanto que la distribución entre las preposiciones en y a
no difiere de la del verbo lanzar. Con ambos verbos la construcción con en aparece en el 9%
de las frases analizadas en el corpus. Por consiguiente, será a que es la preposición más
frecuente de lejos, puesto que la encontramos en el 91% de los casos. Sin embargo, no
podemos dejarnos deslumbrar por esta similitud, puesto que un análisis más profundo nos
hace notar que tirar se oponen estrictamente a lanzar en cierto punto. Así, en el estudio de
cualquier verbo considerado – salvo en el caso de saltar en que los porcentajes se dividen –
hemos observado que los usos abstractos son más numerosos. Sin embargo, la situación
difiere con tirar. En el 87% de los ejemplos – un número asombroso en comparación con los
otros verbos – estamos ante un uso concreto, mientras que solo 13 oraciones se consideran
abstractas. También sabemos que tirar admite un OI al lado del CC de lugar. En la
descripción de lanzar hemos visto que estos porcentajes son bastante semejantes con este
verbo. Visto que un OI exige la preposición a, y teniendo en mente que la alternancia
preposicional es igual con tirar, propenderíamos a opinar que la distribución entre OI y CC de
lugar será más bien similar al resultado de lanzar. Aun así, nos equivocamos porque el CC de
lugar es mucho más frecuente con tirar. En el 88% de los casos es este complemente que
figura en la frase.
Por lo que es de la preposición a sabemos que es la más frecuente de las dos. Además,
puesto que un CC de lugar parece ser más común con el verbo tirar, deducimos que en la
mayoría de los casos a implica una meta que es un lugar en vez de referir a una persona u otro
elemento que puede ser beneficiario de la acción. En cuanto al uso concreto de a, que
encontramos en 79 oraciones de las 91, podemos decir que el CC de lugar en la gran mayoría
de los casos refiere a – lo que podemos llamar una meta típica – un punto más abajo como el
suelo, el agua, el rio, el mar, etc.:
123
(195) En las fiestas de los pueblos, es casi ritual tirar alguien al agua, el tonto del
pueblo, el ciego o la hija del alcalde.
(196) […] se concentran muchos inmigrantes del Magreb y de otros países
africanos, que en eso de tirar papeles al suelo se parecen bastante a los
españoles […]
(197)
No fumar dentro de las líneas de subte, no tirar los papeles al piso […]
(198) Mitterrand tiró el anillo al Sena y aquella ruptura debió influir decisivamente
en su personalidad.
(199) El juez dice que le han podido robar y tirar al río.
(200)
[…] no sé por qué, les ponían una inyección letal, los cargaban en un avión y
los tiraban al mar".
Sin embargo, cabe señalar que con el mismo tipo de régimen el movimiento no
necesariamente implica un movimiento verticalmente inferior. Qué se observe el siguiente
ejemplo, en que es obvio que el movimiento no implica el abandono de un punto A, para
llegar a otro punto B:
(201) En el surf, por ejemplo, con tirar la tabla al mar y hacerle unos mínimos
cuidados ya se puede competir.
Además, el punto de llegada puede ubicarse en una posición superior. Como en el caso de
lanzar, el régimen es un sustantivo del tipo el aire o la atmósfera:
(202) Y ese respiro, que fue como tirar una moneda al aire para ver si es cara o seca
[…]
(203) Para este científico, la situación está clara: "no podemos seguir
contaminando, porque todo lo que tiramos a la atmósfera nos lo acabamos
comiendo".
Asimismo percibimos que, como lo ha demostrado el estudio lexicográfico, el régimen
frecuentemente es un sustantivo como la basura o una palabra similar:
(204) […] ahora volvemos a comprar en las tiendas de segunda mano las prendas
que un día tiramos a la basura.
(205) Embalado el muerto, lo trasladaron a la calle y tiraron su cuerpo a un
contenedor de basura.
(206) Rara es la semana que no tire a la papelera alguna misiva de esa procedencia.
124
También observamos que 6 ejemplos conciernen a un tiro en el contexto de los deportes,
verbigracia:
(207) […] pero eso era tanto como creer que iba a tirar a gol este jugador sin tener
ángulo de tiro.
(208) Romário tuvo otra oportunidad para cederle otro balón a Bebeto, pero prefirió
tirar a puerta y el disparo lo rechazó Meola.
(209) En cinco minutos, Amavisca tiró al palo y Zamorano desechó ante Zubizarreta
un jugoso pase de Laudrup.
Es digno de mención que los diccionarios únicamente señalan este sentido cuando describen
el verbo tirar. Sin embargo, recordamos que con el verbo lanzar igualmente hemos
encontrado 5 frases similares. De esto deducimos que un régimen como gol, puerta, canasta
tanto se puede expresar con tirar como lanzar.
En cuanto a los 12 usos abstractos de a, señalamos que en 11 ejemplos un CC de lugar
aparece. Es notable que los regímenes generalmente se distinguen poco de los que
encontramos en el uso concreto. Sin embargo, se añade un sintagma a este régimen, que lo
priva de un posible uso concreto. Así, topamos 4 veces un sustantivo que refiere a un lugar
inferior, pero obviamente en sentido figurado. Ejemplificamos por medio de estos dos
ejemplos:
(210) La jubilación forzosa y cronológica es una manera de tirar al Duero del olvido
a nuestros sabios, catedráticos, investigadores.
(211) Después de Juan Luis Cebrián, hemos tirado al Duero de la indiferencia a
Tuñón de Lara.
Además, algunos usos abstractos tienen un régimen similar al de los ejemplos (205) – (207):
(212) Es que no hay más recetas para que nuestro mundo no tire a la basura tanto
talento humano desperdiciado […]
(213) No creo, pues, que a Pujol le resulte, en modo alguno, desagradable tirar a
González al cesto de los kleenex usados.
En cuanto a los usos con a en los que el punto de llegada es un OI, apuntamos que se trata
siempre de usos concretos. La meta generalmente refiere a un humano, lo cual puede
expresarse mediante un pronombre personal – todos bajo forma átona en nuestro corpus – o
un sustantivo:
125
(214) Que le hubieran tirado un clavel o un tomate. Pero no le tiraron nada. El
muerto al hoyo y el vivo al bollo.
(215) Nos tiró un pepinazo que nos rompió el parabrisas y nos rozó.
(216) Los alumnos, según la versión oficial israelí, tiraron piedras a los soldados
israelíes que intentaron disolverles […]
(217) Desde ese instante, los alborotadores empezaron a insultar y a tirar objetos
contundentes, como piedras y botellas, a los agentes acorralados.
Por lo que concierne a las 9 frases que se combinan con en, es obvio que se trata en todos los
casos de un CC de lugar que se introduce. Por añadidura, todas estas oraciones son concretas.
Aun así, contrariamente a lanzar, nunca refieren a una interioridad. Frecuentemente el
régimen es la calle o una palabra parecida que alude al pavimento:
(218) Uno trata de no tirar papeles en las calles y ve que desde los coches los
arrojan por las ventanillas.
(219) Un par de travesías antes, alguien sacó escombros de un contenedor y los tiró
en la calzada.
(220) Había llegado, según sus palabras, al Cerro Gaucho para tirar hojas y ramas
recolectadas en las veredas del barrio militar.
Ahora bien, pasemos a los resultados en portugués. En esta lengua observamos que los CC de
lugar, con un 85% de los ejemplos del corpus, suelen ser empleados más que los OI. Este
resultado es comparable al español. En cuanto a la preferencia por usos abstractos o
concretos, observamos que tal como en español, aunque sea de modo menos dominante, los
usos abstractos son más frecuentes. Así, estos empleos se apropian del 69% de los casos.
Además, por lo que es de la alternancia preposicional, notamos ciertas diferencias con
respecto al verbo lançar. La importancia de a en combinación con el verbo atirar se reduce al
34% de los casos en vez de las 45 oraciones con a por lo que concierne a lançar. La
preposición em, sin embargo, parece limitarse únicamente a 3 casos, mientras que
encontramos 36 veces la preposición em con lançar. Ahora bien, lo que pasa es que tal como
en el caso de saltar, la preposición para cobra mucha importancia. Más precisamente, el 58%
de los ejemplos que hemos analizado se caracterizan por la presencia de esta preposición. De
ahí también se infiere que esta preposición adopta muchos usos que se expresan con a –
recordamos que esta preposición cuenta por el 91% de los casos – en español. La locución
preposicional para dentro de, por su parte, aparece 2 veces en el corpus portugués.
126
En cuanto a la preposición a, observamos que la introducción de un CC de lugar es
más frecuente que un OI. Además, la mayoría de estos CC de lugar son concretos y poseen los
mismos regímenes que los verbos saltar y lanzar cuando denotan una meta verticalmente
inferior o superior:
(221) Uma mulher de 33 anos foi ontem de madrugada atirada ao rio Douro por
quatro indivíduos [...]
(222) [...] entrou no café e começou a dar murros no balcão, atirou ao chão vários
produtos em exposição e partiu uma cadeira [...]
(223) Segundo a Polícia Marítima, o homem, aparentando ter 50 anos, ter-se-á
atirado à água e morrido afogado, mas ainda não se sabe com rigor o que terá
acontecido.
(224) Acho que eles atiram 500 currículos ao ar; os que caem no sofá ficam, os
outros... É mesmo assim.
También cabe apuntar que, tal como en español, atirar se emplea cuando refiere a una meta
en el contexto de los deportes, por ejemplo:
(225) Portugal rematou duas vezes à baliza de Van Breukelen, enquanto os
holandeses apenas atiraram uma vez à baliza de Vítor Baía.
Sin embargo, observamos que en portugués este uso únicamente ha sido encontrado con el
verbo atirar, mientras que en español tanto tirar como lanzar tienen la posibilidad de
combinarse con a para expresar este uso.
Igualmente encontramos algunos usos abstractos de a que hacen referencia a un CC de
lugar. Se trata de ejemplos del tipo siguiente:
(226) a independência pode dar origem à proliferação dos nacionalismos, da
instabilidade, podem atirar ao precipício as conquistas das nações.
Por lo que es de los OI expresados mediante la preposición a, de nuevo pueden referir a una o
más personas – eventualmente bajo forma de pronombre personal –, así como a
organizaciones o comunidades. Por añadidura, encontramos tanto usos concretos (ejemplos
(228), (229) y (230)) como usos abstractos (ejemplos (231) y (232)):
(227) Um grupo de mulheres ameaçou atirar pedras aos jornalistas e um homem
com uma faca maltratou um cameraman de uma televisão [...]
127
(228) Em algumas zonas da cidade centenas de pessoas atiravam pedras à polícia
antes de serem varridas por jactos dos canhões de água.
(229) Quando alguém lhe atirava um peixe vivo, devorava-o de golada [...]
(230) [...] os rapazes atropelam-se para, como diz a canção, atirar beijinhos às
meninas que passeiam.
(231) [...] a qualidade de construção e de materiais utilizados neste modelo atiram
os seus preços de venda ao público para patamares um tanto superiores aos da
concorrência.
Por lo que es de para, constatamos que los regímenes con los que se combina esta preposición
no son tan diferentes de los que hemos descrito al tratar a. De nuevo, son los sustantivos
‗típicos‘ que se apropian de casi todos los casos. El punto de llegada, como siempre, salvo con
cair, puede ubicarse en una posición más arriba o más abajo. Lo que sí difiere es que el uso de
para parece ser más frecuente que el de a. Qué se compare los siguientes ejemplos:
(232) Jean-Marie lembrou o dia 16 de Outubro de 1984 quando o seu filho Gregory,
de quatro anos, foi morto e atirado para as águas do rio La Vologne [...]
(233) Parecia uma criança atirada para um mar revolto a quem disseram que
nadasse, conta alguém no documentário.
(234) Puxam-nos para dentro do quadro e atiram o quadro para o espaço.
(235) [...] atirou diversas pedras para o telhado da casa onde habitavam [...]
Igualmente observamos que el sentido del ejemplo (226), que se construye con a, no parece
ser óbice para la introducción de otra preposición. De este modo, vemos que la siguiente
oración introduce para. Sin embargo, como ya lo hemos apuntado (cf. supra, 1.4.6.), la
introducción de para no solo insiste en la dirección, como lo hace la preposición a, sino que
también implica la idea de ‗finalidad‘:
(236) [...] nunca apareceram três jogadores do Benfica livres de marcação,
prontinhos para atirar a bola para a baliza.
También es sorpresivo que para incluso se emplea cuando el régimen denota una mera
interiorización, es decir, cuando el límite doble claramente se percibe:
(237) A PSP praticamente não interveio, limitando-se a afastar um dos manifestantes
quando este tentava atirar panfletos para o interior do automóvel de Le Pen.
(238) Uma granada atirada para o interior de camião matou treze dos ocupantes.
128
(239) Apesar de ter sido um acto de honra e um castigo justo, ele foi atirado para a
prisão.
En sentido figurado, para puede referir, al igual que cair y saltar, a una posición o
clasificación:
(240) A Brincar a Brincar, Praça Pública, Renascer e Minas e Armadilhas atiram
para o sétimo lugar o Jornal da Noite da SIC, dois atrás da posição ocupada
na semana anterior.
(241) A integração da Global na Victoria, pertencente ao segundo maior grupo
alemão de seguros, atiraria a nova seguradora para o topo do ranking
português.
En cuanto a la preposición em, únicamente tres frases, todas concretas, han sido encontradas.
Lo que igualmente es bastante notable es que los dos ejemplos siguientes en cierta medida
implican un límite doble, por cuanto que el momento del ―boundary crossing‖ es perceptible,
pero no de manera tan clara como en los ejemplos (239) – (241) con para:
(242) Duas vasilhas vazias, atiradas no mesmo terreno baldio.
(243) Quanto a Png Soon Seng, ferreiro de Singapura com 45 anos, foi visto a atirar
um maço vazio de tabaco num parque.
El tercer ejemplo con em implica un sentido que también encontramos con el equivalente
español. Sin embargo en esta lengua la preposición utilizada es siempre a, mientras que en
portugués se emplea la preposición em:
(244) Depois de uma acção, é só pegar a pistola e atirar no lixo, revela, sem
constrangimentos, um jovem de 17 anos que vende as armas na Praça da Sé
[...]
En último lugar presentamos la locución preposicional para dentro de. Apuntamos que hace
su introducción en el 5% de los casos. Además, lo que ya habíamos planteado se confirma en
los siguientes ejemplos, por cuanto que el rasgo de interioridad y de límites cerrados está
mucho más presente que en los casos con em. Ilustramos por medio de estos dos ejemplos:
(245) Ficam à beira da estrada atirando lama para dentro dos buracos, na
esperança de que os condutores que passam lhes atirem algum dinheiro por
caridade [...]
129
(246) [...] um motim que começou de madrugada numa cela do estabelecimento
prisional Ary Franco levou um dos 1400 presos que esta cadeia alberga a
atirar uma bomba de fabrico caseiro para dentro de uma das celas.
Sin embargo, como hemos demostrado en los ejemplos (238) – (240), para igualmente tiene
la posibilidad de hacer referencia al rasgo de ‗interiorización‘. Aun así, cabe matizar porque
en las oraciones que se construyen con para dentro de, la ‗interiorización‘ realmente
constituye el foco de todos los ejemplos encontrados. En cambio, con para la referencia a una
‗interiorización‘ solo forma una pequeña parte de la totalidad de sus usos. Además, aparte del
ejemplo (240), las dos frases con para que tienen como régimen el sustantivo o interior nunca
se podrían combinar con para dentro de porque sonaría pleonástico. No obstante, por su
implicación de interioridad parecería más lógico la aparición de em con tal régimen. Sin
embargo, los lusohablantes prefieren para, por lo cual se destaca más la dirección hacia una
meta con límite doble en vez de la mera integración dentro de estos límites cerrados con
focalización en el momento de la cruce de la frontera.
Para terminar, presentamos las siguientes tablas en las que repetimos, de manera más
estructurada, cuáles son todos los porcentajes precisos de los verbos, en ambas lenguas, con
respecto a la alternancia preposicional, el uso abstracto o concreto, y, con los verbos
lanzar/lançar y tirar/atirar, la relación entre los CC de lugar y los OI:
En español:
Verbo
a
en
Concreto
Abstracto
CC de lugar
OI
caer
13%
87%
18%
82%
/
/
entrar
10%
90%
42%
58%
/
/
saltar
97%
3%
50%
50%
/
/
lanzar
91%
9%
28%
72%
54%
46%
tirar
91%
9%
87%
13%
88%
12%
cair
entrar
saltar
lançar
atirar
11%
68%
18%
3%
39%
61%
/
/
2%
75%
22%
1%
36%
64%
/
/
5%
9%
77%
9%
45%
55%
/
/
45%
36%
17%
2%
28%
72%
67%
33%
34%
3%
58%
5%
69%
31%
85%
15%
En portugués:
Verbo
a
em
para
para dentro de
Concreto
Abstracto
CC de lugar
OI
130
IV. Conclusión
En este estudio nos hemos fijado como objetivo una descripción aclaradora de la alternancia
preposicional con cinco verbos bien delimitados en ambas lenguas iberorrománicas. Sin
embargo, antes de poder pasar a un estudio empírico resultaba primordial explicar
detenidamente en qué consiste la materia de estudio. Por eso, en el primer capítulo hemos
puesto en claro que las preposiciones sirven de nexo entre un elemento sintáctico y su
complemento, por lo cual, tanto a nivel sintáctico como fonético, forman una unidad con su
término que no se destruye sin alterar el sentido. Asimismo hemos alegado varias pruebas que
demuestran que no podemos confundir las preposiciones con las conjunciones – ambas
poseen una función relacionante –, como era el caso en la tradición antigua. Recordamos
igualmente que la conmutación preposicional, en contextos directivos, depende fuertemente
de los rasgos de ‗aféresis finitiva‘ (a/hasta) y de ‗aféresis initiva‘ (para/hacia). Únicamente
bajo algunas condiciones determinadas, preposiciones que pertenecen a una clase son
conmutables, en un mismo contexto, con las de la otra clase. Sin embargo, en portugués estas
fronteras parecen ser menos nítidas. Probablemente, este factor está a la base de los múltiples
empleos de para que substituyen a la preposición a en esta lengua
En cuanto a los verbos considerados en nuestra indagación – caer/cair, entrar/entrar,
saltar/saltar, lanzar/lançar y tirar/atirar – hemos señalado que no todos pertenecen a la
misma clase verbal. Así, se distinguen los verbos causativos lanzar/lançar y tirar/atirar,
mientras que los demás verbos no se caracterizan por este sema de ‗causatividad‘. Sin
embargo, saltar tiene en común con los verbos causativos considerados que expresa
esencialmente una manera de moverse. En cambio, caer/cair y entrar/entrar se oponen, por
cuanto que implican una dirección inherente. Además, la meta propuesta por los verbos
saltar/saltar, lanzar/lançar y tirar/atirar puede ubicarse en una posición verticalmente
inferior, superior, e incluso horizontal. Esto difiere de caer/cair, que siempre denota una meta
verticalmente inferior, y entrar/entrar en que el movimiento horizontal requiere un
movimiento interior. Aun así, los verbos lanzar/lançar se distinguen semánticamente de
tirar/atirar porque los primeros están más marcados por el sema de ‗violencia‘. Encima, el
movimiento verticalmente inferior (involuntario) parece ser más natural cuando se emplea
tirar/atirar.
También recordamos que las preposiciones a y en/em se oponen principalmente por la
131
interpretación dinámica y estática – movimiento vs reposo – respectivamente. Mientras que a
tiene función esencialmente directiva, en/em se emplean con más frecuencia en estructuras
locativas. Aun así, hemos observado que bajo algunas condiciones determinadas a puede
funcionar como preposición locativa, mientras que en tiene la posibilidad de combinarse con
algunos verbos directivos. No obstante, a siempre indica un ‗límite simple‘, mientras que
en/em exige un ‗límite doble‘, salvo con usos que refieren a una ‗superioridad‘. La
preposición para, por su parte, frecuentemente hace las veces de a. Ambas preposiciones
implican una dirección, pero en el caso de para el sema de ‗finalidad‘ igualmente aparece.
Encima, los usos locativos de para son excepcionales. Por lo que es de para dentro de, esta
locución preposicional parece estar reservada a los usos directivos.
En el segundo capítulo nos hemos dedicado a un estudio lexicográfico de tres
diccionarios de la lengua español, Moliner, DRAE y Seco, así como los diccionarios
portugueses Verbo y Houaiss. En esta parte hemos tratado de reducir a un inventario
semántico para que se capte bien de qué tipo son los ejemplos analizados en el corpus.
Igualmente hemos puesto el acento en la distinción entre usos concretos y abstractos del
verbo. Resultaba que por regla general los sentidos descritos en los diccionarios españoles y
los portugueses son bastante similares, excepto en el caso de tirar/atirar por cuanto que en
español se subraya los usos concretos, mientras que en los diccionarios portugueses los usos
abstractos constituyen la gran mayoría.
En el tercer capítulo, la propia investigación, o sea, el estudio empírico ha sido
planteado. Sin embargo, queremos recalcar que visto el corpus relativamente restringido, no
podemos hablar de conclusiones definitivas, sino que es más conveniente observar ciertas
tendencias. De este modo, apuntamos que por regla general los usos abstractos son más
frecuentos que los concretos. No obstante, esto no cuenta del todo para el verbo saltar en
español, y aún mucho menos para los verbos tirar/atirar que claramente prefieren emplearse
en sentido concreto. Además, hemos señalado que en español la frecuencia de la preposición
a alcanza porcentajes altos. Sin embargo, esto no es el caso de caer y entrar, que,
respectivamente, por lo mera implicación de un movimiento verticalmente inferior y una
‗interiorización‘ suelen construirse con en. No obstante, los casos excepcionales, o sea, en los
que una preposición se introduce que no es la de mayor frecuencia, sus condiciones de
aparición parecen ser bien determinadas y delimitadas contextualmente. Igualmente
observamos que en portugués, la preposición para va acaparando muchos usos de a o em.
Este fenómeno sobre todo salta a la vista con los verbos saltar y atirar, visto que son los
únicos dos verbos portugueses en los que la frecuencia de para es más elevada que las otras
132
preposiciones. Tal como en español, se percibe que cair y entrar, por los rasgos que
acabamos de explicar, se construyen más frecuentemente con em. Sin embargo, lançar es el
único de los cinco verbos portugueses en el que a parece ser la preposición más usada. En
cuanto a la locución preposicional para dentro de, podemos decir que sobre todo desempeña
un papel importante junto al verbo saltar. Encima, un régimen que realmente insiste en el
límite doble y en los límites cerrados parece ser una condición para poder hallar esta locución.
Finalmente, por lo que toca a la conmutación entre CC de lugar y OI con los verbos
lanzar/lançar y tirar/atirar, notamos que en todos los casos la combinación con un CC de
lugar es más común. No obstante, observamos que esta oposición no es tan radical en el caso
de los verbos lanzar y lançar, mientras que las cifras son mucho más dispares con los verbos
tirar y atirar.
A partir de las observaciones hechas en este estudio, ya se puede señalar ciertas
tendencias y dejar cuestiones fuera de consideración. Sin embargo, en investigaciones futuras
nos parece particularmente interesente indagar en qué medida los porcentajes de nuestro
estudio empírico difieren en el español de América así como en brasileño. Igualmente
opinamos que merecen un estudio empírico algunos verbos como poner, meter y echar, para
que se pueda comparar sus frecuencias con las que nosotros hemos obtenido.
133
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