El chaval y los frailes

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El chaval y los frailes
El chaval y los frailes
Era un chico muy guasón que cuidaba
cabras, todos los domingos su madre le cortaba
el pelo para que no pillara
«bichitos», y a él le daba mucha rabia que le llamasen
pelón.
Un lunes, después de desayunar cogió sus cabras y se fue
al monte, en eso pasan
unos frailes andando y le dice el más
gordo al chico:
— ¿De donde eres, pelón?
— De la cabeza, señor.
— Di, ¿Este camino adonde va?
— A ningún sitio, este camino se está quieto.
— ¡Anda, con lo pequeño que es, y se las sabe todas!
— comenta uno de ellos.
— Pues lo que seguro que no sabe es el padrenuestro, — afirma
el gordo.
Y le contesta el chiquillo: — Tampoco saben ustedes los dientes
que tiene una cabra.
Cada puerta anda bien en su quicio, y cada uno
en su oficio.
Así que se marchan los frailes no muy contentos, porque un chiquillo
les había dicho la
última palabra, y ellos no supieron
que responderle.
Al regreso, por si volvían ha encontrar al chiquillo, preguntaron
en el pueblo que
cuantos dientes tiene una cabra y les dijeron que cuatro.
Así que cuando vieron al chico
a lo lejos se pusieron muy contentos:
— Hola rapaz, di, ya te has aprendido el padrenuestro.
— Ya les he dicho que cuando me digan ustedes los dientes que
tiene una cabra les
digo yo el padrenuestro.
— Que si que lo sabemos, ¿Con qué cada puerta anda
bien en su quicio, y cada uno en
su oficio?, ji, ji, ji, chico listo
— le dice el gordo.
— A ver, ¿Cuantos tiene?
— ¡Cuaaaatro! — Le cantan los frailes.
Y dice el chico: — ¿Arriba o abajo?
Y como no lo sabían se quedaron con las ganas.
Cuento tradicional
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