N O T A S S O B R E LA TRADUCCIÓN E N E L S I G L O D E ORO: BANDELLO FRANCOESPAÑOL M . a SouEDAD ARREDONDO En la historia de la novela corta española nadie parece hoy dudar de la influencia de la novelística italiana. La afirmación de González de Amezúa, que atribuye a Cervantes el título de «creador de la novela corta española», 1 no es incompatible con el reconocimiento de la deuda de nuestros autores áureos para con Boccaccio, Bandello, Straparola, etc.2 Está, sin embargo, poco estudiado aún 3 el fenómeno traductor, previo a esta innegable influencia. Los años ochenta del siglo xvi son testigos de una especie de entusiasmo traductor que, junto a la aparición de las Novelas 4Ejemplares en 1613, va a ser una de las causas del triunfo masivo de la novela corta en el siglo xvii español. De esa profusión de traducciones me interesa destacar la de las novelas de Bandello. En5 primer lugar, porque suponen una interesante —aunque no única — muestra de traducción en segundo grado, ya que, como 1. Agustín González de Amezúa, Cervantes creador de la novela corta española, Madrid, Clásicos Hispánicos, reimpresión, 1982. 2. Véase, p o r ejemplo, Caroline B. Bourland, «Boccaccio a n d t h e Decameron in castilian a n d catalan literature» Revue Hispanique X I I (1905), p p . 1-232. Id., The Short story in Spain in the seventeenth century, Nueva York, B u r t Franklin, 1973, p p . 11-18. Y m á s recientemente Jean-Michel Laspéras, La nouvelle en Espagne au Siècle d'Or, Montpellier, Université, 1987, p p . 96-102. 3. Véanse aspectos relacionados con este t e m a en Jean-Michel Laspéras, «La t r a d u c t i o n et ses théories en E s p a g n e aux XVe et xvi e siècles» Revue des Langues Romanes LXXXIV (1980), p p . 81-92. 4. Las razones d e este éxito y la novela corta c o m o l i t e r a t u r a de m a s a s en Evangelina Rodríguez, Novela corta marginada del siglo XVII español: formulación y sociología en José Camerino y Andrés de Prado, Valencia, Universidad, 1979. 5. Leucipe y Clitofonte, p o r ejemplo, fue t r a d u c i d o en 1617 p o r Diego d e Agreda y Vargas p a r t i e n d o de la versión italiana. S u t r a d u c c i ó n fue t a n alab a d a p o r sus c o n t e m p o r á n e o s (Juan Ruiz de Alarcón, Céspedes y Meneses y el licenciado Francisco d e B a r r e d a ) , c o m o d e n o s t a d a p o s t e r i o r m e n t e p o r Menéndez Pelayo. 217 es sabido, el texto español n o p a r t í a del original italiano, sino de lo que Menéndez Pelayo llamó la «paráfrasis francesa» 6 de Boaistuau y Belieforest. E n segundo lugar porque, a u n q u e no es m i intención det e n e r m e en la fidelidad de la versión francesa, sí quiero señalar la presencia de la misma, y p o r ende de la nouvelle, en la posterior trayectoria de la novela corta española. Si bien Caroline B . Bourl a n d 7 minimizó su influencia, el propio Menéndez Pelayo reconoce que gracias a la versión francesa, y a su traducción española, se conoció masivamente a Bandello en España, ya que n o existe traducción del italiano conocida. Pero es que, además, y pese a la prohibición del texto francés en 1583,8 las Histoires Tragiques de Boaist u a u y Belleforest debieron de circular b a s t a n t e p o r España, como lo d e m u e s t r a n los n u m e r o s o s ejemplares 9 que sólo en la Biblioteca Nacional de Madrid existen de ellas. Autores de la época que se refieren a la novela corta no mencion a n sólo las italianas, sino también las francesas. Así, Lope al decir que este género y estilo es «más u s a d o de italianos y franceses que de españoles»; 10 o Luis Gay tan de Vozmediano, t r a d u c t o r de los Hecatommithi de Giraldi Cinthio, al afirmar q u e «hasta a o r a se h a usado poco en E s p a ñ a este genero de libros, p o r n o a u e r començado a traduzir los de Italia y Francia». 11 El propio Cervantes, cuando se j a c t a de la originalidad de sus Ejemplares, afirma que, salvo las suyas, «todas son traducidas de lenguas extranjeras». 1 2 Por o t r a p a r t e , Boaistuau y Belleforest n o e r a n tampoco desconocidos en España. Del p r i m e r o se tradujo u n t r a t a d o moral, titulado Theatro del mundo, en 1585; 13 y de los dos autores, Boaistuau y Belleforest, j u n t o a Claudio Tesserant, u n a especie de miscelánea, Las historias prodigiosas y maravillosas, en 1586.14 6. Marcelino Menéndez Pelayo, Orígenes de la novela, II, Madrid, Bailly Bailliere, 1931, p. XXIII. 7. The Short story in Spain, op. cit., p. 59, nota 34. 8. Véase Jean-Michel Laspéras, La nouvelle en Espagne, op. cit., p. 59. 9. Signaturas R-i 217, R-i 218, R-i 86, R 24861, 5/6608. Sólo de la primera signatura existen seis volúmenes, del II al VII. 10. Novelas a Marcia Leonarda, éd. F. Rico, Madrid, Alianza, 1968, p. 27. Terminado ya este trabajo he leido el art. de Manuel Alvar, «Reelabóración y creación en el Castigo sin venganza» Revista de Filologia Española LXVI (1986), pp. 1-38, en donde se señala la importancia del Bandello francoespañol para esta obra de Lope. 10. Novelas a Marcia Leonarda, ed. Francisco Rico, Madrid, Alianza, 1968, página 27. 11. Primera parte de las cien novelas de M. Iuan Baptista Giraldo Cinthio, Toledo, Pedro Rodriguez, 1590, prólogo s.p. 12. Novelas Ejemplares, ed. Juan Bautista Avalle Arce, Madrid, Castalia, 1982, I, prólogo al lector, p. 65. 13. Valladolid, Diego Fernández de Córdoba, 1585. El traductor es Baltasar Pérez del Castillo. 14. Medina del Campo, por Francisco del Canto, 1586; Madrid, Luis Sánchez, 1603. El traductor es Andrea Pescioni. 218 Otra cuestión es, al margen de su difusión, la estima o valoración de la traducción francesa de las Novelle de Bandello. Volviendo a Menéndez Pelayo, los traductores franceses «habían estropeado el texto con fastidiosas e impertinentes adiciones»,15 mientras que JeanMichel Laspéras opina que, ya en la selección que llevaron a cabo, escogiendo las tramas cruentas y trágicas y descartando las picantes 16 y de burlas, se aprecia una finalidad moralizadora. Lo que resulta indudable es que, sean cuales fueren las manipulaciones francesas, éstas hubieron de incidir tanto en la práctica de la traducción, como en la propia teoría de nuestra novela corta áurea, porque fue el Bandello francés, y no el italiano el que se conoció en España. Este Bandello francés, del que partió el traductor Millis, fue un tomito titulado XVIII Histoires tragiques extraictes des oeuvres italiennes de Bandél et mises en langue Françoise,11 realizado en colaboración por Boaistuau y Belieforest. Este detalle del trabajo en equipo resulta interesante para comprobar hasta qué punto difieren las teorías novelísticas de los dos traductores. Boaistuau, que tradujo las seis primeras historias, se refiere en la breve dedicatoria al Abbé des Noiers a la finalidad de entretenimiento del libro: «il m'a semblé convenable à votre fortune, vous faire maintenant offre de ie ne scay quoy de plus gay, à fin d'adoucir et donner quelque relasche à vos ennuis passés» (pp. 4-5). En cambio, la dedicatoria de Belleforest al duque de Orléans, más extensa e interesante en cuanto a prácticas traductoras y a conciencia narrativa, parece insistir en la utilidad y didactismo de las novelitas. Así por ejemplo, menciona que pueden servir para «la formation des bonnes meurs» (p. 303), para «l'institution et discipline de la ieunesse de nostre temps» (p. 306), y apunta el provecho que se puede extraer de historias del tiempo pasado, «seruans d'exemple au presens» (p. 306). -1 La palabra «ejemplo» y su derivado «ejemplares», que ha hecho correr ríos de tinta a partir de las novelas cervantinas, 18 puede relacionarse —desde 19luego— con la amplia trayectoria del exemplum medieval español. Pero no se debe olvidar que aparece ya en el título de la traducción española de Bandello. El traductor Millis Go15. Orígenes de la novela, op. cit., p. XXIII. 16. La nouvelle en Espagne, op. cit., p. 60. 17. Utilizo la edición de Lyon, 1561, signatura de la Biblioteca Nacional de Madrid R 24861. 18. Además de la interpretación de Amezúa, véase Bruce Wardropper, «La eutrapelia en las Novelas Ejemplares de Cervantes» en Actas del VII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, Roma, Bulzoni, 1982, pp. 153-169. También Alberto Sánchez, «De las Novelas Ejemplares de Cervantes a las Novelas morales de Lugo y Dávila» Anales Cervantinos XX (1982), pp. 136-151. 19. Véase para ello Jean-Michel Laspéras, La nouvelle en Espagne, op. cit., pp. 113-151. 219 dînez *> llamó a la o b r a Historias trágicas exetnplares, sacadas del Bandello veronés, Nueuamente traduzidas de las que en la lengua Francesa adornaron Pierres Bouts tau, y Francisco de Belleforest.21 Y, en la línea de Belleforest, Millis manifiesta en el prólogo al lector que «El Bandello Veronés escriuió m u c h a s historias Trágicas sucedidas en su tiempo, o poco antes, p a r a con ellas a p a r t a r a los que las leyessen de vicios y peligros a que esta sugeta la vida humana.» (s. f.). De acuerdo con estos prólogos, Belleforest y Millis se pronuncian a favor de u n a finalidad didáctica, frente a la deleitable de Boaistuau. Lógicamente, a tales propósitos h a b r í a de corresponder u n distinto resultado novelístico, si d a m o s crédito a la sinceridad de los tres traductores, lo que no siempre es aconsejable, como veremos. Por lo q u e respecta a los dos franceses, existen —efectivamente— diferencias entre las seis narraciones, escuetas, de Boaistuau y las doce siguientes de Belleforest; este último introduce digresiones y amplifica los desenlaces con comentarios aleccionadores como el de la historia séptima: «Et voilà que c'est de la prouidence diuine, et de quel poids est esbralee (sic) sa balance: et combien sont vituperables» (p. 375). Estos distintos resultados parten, sin embargo, de u n a estimación igualmente despectiva de Bandello p o r p a r t e de los dos t r a d u c t o r e s franceses, y así se refleja en sus versiones respectivas. Boaistuau se disculpa a n t e el lector p o r q u e «ie ne me suis assuiecty au style de Bandel : car la phrase m'a semblé tant rude, ses termes impropres, ses propos tant mal liez, et ses sentences tant maigres, que i'ay eu plus cher la refondre tout de neuf et la remettre en nouuelle forme, que me rendre si superstitieux imitateur, n'aiiant seulement prins de luy que le suiet de l'Histoire» (Auertissement au Lecteur, pp. 6-7). De estas p a l a b r a s cabe esperar u n a traducción libre, en la que se h a modificado, sobre todo, el estilo del texto base. Por su lado Belleforest, después de anunciar que p a r t e de u n a u t o r italiano «assez grossier», reconoce que p o r la invención y verdad de la historia, «et p o u r le fruit que l'on en p e u t tirer, ne doit estre priué de l'honneur, ny la ieunesse Françoise du proufit d'estre 20. Sobre este personaje, véase Menéndez Pelayo, Orígenes de la novela, op. cit., p. XXIII, nota. 21. Utilizo la edición de Valladolid, p o r Lorenzo d e Ayala, a costa de Miguel Martínez, 1603 (colofón: en Valladolid, p o r los herederos de B e r n a r d i n o de Santo Domingo, 1603), de la q u e existe u n ejemplar en la Biblioteca Nacional de Madrid. Se t r a t a del m i s m o texto q u e apareció en Salamanca, p o r Pedro Lasso i m p r e s s o r a costa de J u a n de Millis Godínez, 1589. Ambos llevan Aprobación de Juan de Olave, 1584. 220 mis en nostre langue» (p. 302). Para ello ha «embellecido» y enriquecido al autor con «sentences, l'adoption d'histoires, harangues, et epistres»; ha introducido un sumario, lo que también hacía Boaistuau —aunque más brevemente— y ha retocado los desenlaces «selon le suiet, y accommodant les sentences qui me sembloient faire pour l'institution de la vie et formation des bonnes meurs» (páginas 302-303). Estas explicaciones indican no sólo una corrección de estilo, sino una adaptación encaminada al didactismo. Así parece confirmarlo la insistencia de Belleforest en llamar a su Bandello «historien», ya que sus historias son ciertas, «ou aduenues de nostre eage ou qui n'en sont gueres eslongnees» (p. 304). Sabido es el prestigio de la historia frente a la ficción y, además, el carácter didáctico y ejemplar de la primera, que puede servir de modelo para el presente y el futuro. Este detalle, ausente en el prólogo de Boaistuau, es hábilmente recogido por Millis de Belleforest, y por eso afirma en su prólogo que las historias de Bandello cuentan hechos recientes, «que no dize cosa que no la aya visto, informándose, o teniendo relación cierta de personas fidedignas y escrituras autenticas», por lo que «deue ser tenido en mucho su trauajo y inuención» (s. f.). De ahí, para Millis, procede el valor de las narraciones, al que ha de añadirse el de los propios traductores franceses, que «las adornaron y pusieron en forma de historia [...] con tal arte y buena orden, que me pareció no seria razón que la nuestra [lengua] careciesse de cosa que se le podia seguir tanto fruto» (s.f.). Esta mención del «fruto» de la obra induce a pensar en una readaptación española que lo recalcara sobre la versión francesa. Así parecía creerlo también Menéndez Pelayo, cuando afirmaba que de las dieciocho historias francesas «escogió Millis catorce, las que le parecieron de mejor ejemplo» ^ para sus Historias Trágicas Exemplares. Por el contrario, el traductor español se limita a escoger las catorce primeras, sin alterar siquiera el orden de las mismas, salvo en las dos últimas, decimotercera y decimocuarta, que eran en francés decimocuarta y decimotercera. A pesar de que su teoría de la utilidad novelística se aproximaba más a la de Belleforest que a la de Boaistuau, el traductor Millis sigue con igual fidelidad el texto de las seis primeras que el de las doce restantes. Ni siquiera añade a los finales de Boaistuau las amplificaciones aleccionadoras de Belleforest, que traduce punto por punto, 23 y que hubieran aumentado el «aprovechamiento» de las seis primeras historias. En cuanto al estilo, sólo se manifiesta en el prólogo al lector: 22. Orígenes de la novela, op. cit., p. XXIII. 23- Compárese el texto de Millis con las últimas frases de la séptima historia, antes citados: « aquí se ve quanta es la prouidencia diuina y el peso con que se pesa en su balança, y quan dignos son de reprehension» (f. 222 vto.). 221 «las recogi, añadiendo, o quitando cosas superfluas, y que en el Español no son tan honestas como deuieran, tanto que la [lengua] Francesa tiene algunas solturas que acá no suenan bien. Hallarse han mudadas sentencias por este respeto» (s.f.). De la m i s m a m a n e r a o p i n a J u a n de Olave en la Aprobación, considerando las historias a l t a m e n t e provechosas «fuera de algunas m a n e r a s de h a b l a r algo desembueltas, que en la lengua Francesa (donde esta m a s estendido) deuen permitirse, y en la n u e s t r a no suen a n bien» (s.f.). Ninguna o t r a consideración acerca de técnicas o conductas del t r a d u c t o r , salvo estas vaguedades moralizantes de «solturas» y «man e r a s desenvueltas» que, p o r o t r a p a r t e , suponen escasísimas modificaciones en el texto y t o d a s de poca entidad. Frente a la p o s t u r a de los traductores franceses, el breve prólogo de Millis carece del inter é s q u e poseen afirmaciones como las siguientes: «En el traduzir no he guardado el rigor de la letra, porque como cada lengua tenga su frasis, no tiene el de la una buena consonancia en la otra: solo he procurado no apartarme del sentido que tuuieron los que lo escriuieron, y aun en aquesto he excedido en algunos particulares casos porque dizen algunas cosas que en aquesta lengua no fueran bien recebidas.» M Estas p a l a b r a s de Andrea Pescioni en sus Historias prodigiosas y maravillosas traducidas del francés suponen u n a cierta t o m a de post u r a a n t e la t a r e a t r a d u c t o r a , de la que dice «que n o m e fue tan fácil como m e auia persuadido», lo que indica —al menos— u n planteamiento problemático de su labor. Bien es cierto que ni Millis ni Pescioni se a d o r n a r o n con méritos ajenos, al estilo de Belieforest, del que Charles Sorel opinaba así: «Il a fait encore imprimer plusieurs livres comme siens mais il auroit possible mieux fait de ne vouloir parestre que leur traducteur, plustot que de s'en dire l'autheur, n'y ayant pas mis beaucoup de sien.» a E s t a frase de Sorel, j u n t o a sus reflexiones sobre traducción, amplificación e imitación, se asemeja a las malévolas insinuaciones que J u a n Pérez de Montalbán dirigía a los «autores» de novelas. Defendiendo la originalidad de sus novelitas tituladas Sucessos y prodigios de amor en ocho novelas ejemplares, atacaba a quienes «piden a otrar 24. Historias prodigiosas y marauillosas de. diuersos sucesos acaescidos en el mundo. Escripias en lengua Francesa por Pedro Bouistau, Claudio Tesserant y Francisco Beleforest, op. cit., prólogo al cristiano lector, s.p. 25. Charles Sorel, Bibliothèque Française, ed. Myron Low Kocher, Chapel Hill, University of North Carolina, 1965, 2 vols. La cita en II, cap. XI, p. 383. Todo el capítulo posee interés para la teoría de la traducción en lengua francesa. 222 naciones pensamientos prestados: deue de ser porque con solo el trabajo de traduzir (que en mi opinion es lo mismo que trasladar) se hallan Autores de libros».26 Las citas de dos narradores contemporáneos de ambos lados de los Pirineos nos llevan al eterno 2 7 problema de la fidelidad del traductor, que se interfiere en los Siglos de Oro con la práctica de la imitación, tan habitual como desprovista de las connotaciones peyorativas que posee actualmente. Ante un texto extranjero, cabe la posibilidad de traducir literalmente, lo que Montalbán llama «trasladar», o de adaptarlo con arreglo a la moda, la mentalidad, el gusto del autor o del país receptor. Boaistuau y Belleforest escogen la traducción libre: el primero modifica el estilo, y el segundo, además, el contenido. El resultado sobre el que va a actuar Millis ya no son las M más de doscientas Novelle de Bandello, sino las dieciocho trágicas Histoires, pasadas por un filtro y una óptica francesa. Ante este producto literario, el traductor Millis Godínez adopta la postura de «trasladar», porque el texto sólo va a ser retocado en algunos aspectos. Éstos se refieren, más que a cuestiones estilísticas o a teorías novelísticas, a aspectos muy concretos de léxico, relacionados con la tan cacareada «desenvoltura» francesa. A la actitud de los dos traductores franceses, infiel si se quiere, pero plenamente literaria, se opone la casi absoluta fidelidad de Millis, impresor o mercader de libros que, según Menéndez Pelayo, «presumía de cierta 29 literatura». Por lo tanto, manipulación consciente y confesada por parte de escritores profesionales, frente a la versión casi literal de un traductor que conocía, sin duda, la lengua francesa, pero carecía de conciencia literaria. Por ello las manipulaciones que Millis lleva a cabo en las Histoires Tragiques son más de índole comercial que artística. En primer lugar, suprime cuatro de las dieciocho novelitas, lo que puede explicarse por razones prácticas de formato y número de páginas. 30 26. J u a n Pérez de Montalbán, Sucessos y prodigios de amor, Madrid, a costa d e Alonso Pérez, 1624, prólogo, s.p. 27. Véase u n p l a n t e a m i e n t o reciente en Marie-France Delport, «Les horloges du t r a d u c t e u r » Bulletin HL·panique LXXXVII (1985), p p . 363-386. 28. E l calificativo «trágico» es u n t a n t o gratuito p o r q u e , si bien h a y en los textos pasajes sangrientos y crueles, n o t o d o s son d e desenlace trágico. Boaist u a u ya se justificaba p o r q u e «il se puisse t r o u u e r quelque histoire, laquelle n e r e s p o n d r à en t o u t à ce qui est r e q u i s en la Tragédie» (auertissement au Lecteur, p . 7), alegando q u e a c t u a b a t a n l i b r e m e n t e en el título c o m o en el resto. N o o b s t a n t e , el t é r m i n o hizo fortuna, especialmente en Francia, donde la m o d a d e las histoires tragiques continuó con a u t o r e s c o m o François dé Rosset y Jean-Pierre Camus. Véase, a este respecto, Maurice Lever, «Les paradis du mal» en Le roman français au XVIIe siècle, París, P.U.F., 1981, págin a s 96-97. 29. Orígenes de la novela, op. cit., p . X X I I I . 30. Véase e s t a deducción en Jean-Michel Laspéras, La nouvelle en Espagne, op. cit., p . 61. 223 A continuación, divide las catorce historias en capítulos, «porque la lectura larga no canse» (prólogo, s.f.). Y, finalmente, sustituye o escamotea 31 términos atrevidos que pudieran estorbar la aprobación de un libro de base italiana (!) y de versión francesa (H), es decir, sumamente sospechoso de deshonestidad. Con estos retoques y el adjetivo de «exemplares» en el título, el Bandello francés es ya español y fuente para —ahora sí— posibles adaptaciones posteriores. Entre ellas puede servir de ejemplo la novelita Eduardo, rey de Inglaterra, primera de las XVIII Histoires Tragiques y de las Historias Trágicas Exemplares, que aparece igualmente en la colección titulada Novelas morales útiles por32 sus documentos, publicada en 1620 por Diego de Agreda y Vargas. De las doce novelas recogidas por don Diego la cuarta, que es la que nos interesa, responde muy exactamente a un criterio de adaptación cultural. El autor, que pudo conocer al menos dos versiones anteriores —la francesa y la española— remodela el texto de la siguiente manera: 1. Conserva, básicamente, el tema: la persecución amorosa de una dama —casada primero, y viuda después— por parte de su rey. La peripecia es la misma y el feliz desenlace también. 2. Igualmente conserva los caracteres de los protagonistas, intensificando en el rey y en la dama pasión y castidad, respectivamente. 3. Suprime las divisiones en capítulos de la traducción española y opta por el texto seguido y, además, amplificado. 4. La mayor extensión procede de la introducción de descripciones, inexistentes casi en las dos versiones anteriores, y de digresiones, costumbristas en unos casos, y didácticas las más de las veces. 5. En cuanto al estilo, Agreda no sigue literalmente los textos anteriores, sino que desarrolla libremente el argumento. 6. Finalmente, la transformación del texto, desde el título hasta el desenlace, se realiza en función de la coherencia y unidad 31. Los escamoteos y sustituciones a que se refiere Laspéras {La nouvelle en Espagne, p. 61) no me parecen tantos, ni tan palpables. Algunos hay, efectivamente, en los títulos y sumarios —es decir, lo más visible—, lo que corrobora mi hipótesis de que los cambios obedecen a meras razones de censura; pero se mantienen, en cambio, situaciones escabrosas sin apenas alteraciones. A este respecto, véase mi comunicación titulada «Erotismo trágico en el siglo xvi», presentada en el Coloquio sobre Eros literario, Universidad Complutense, diciembre de 1988 (en prensa). Manuel Alvar en el art. cit. en nota 10, pp. 2-5, señala en la traducción española algunos errores, adiciones y supresiones de escasa trascendencia, afirmando su fidelidad al texto francés. 32. Primera edición, Madrid, lunti, 1620, Las citas de la obra corresponden a la edición de Novelistas posteriores a Cervantes, de Eustaquio Fernández Navarrete, Madrid, BAE, XXXIII, 1950, II, pp. 490-502. De las Novelas Morales de Agreda me ocupo en un artículo que aparecerá en Criticón, 1989*. 224 de toda la colección. Así, los títulos explicativos en los que se resumía el contenido se ven reemplazados p o r u n título meram e n t e informativo: Eduardo, rey de Inglaterra. Y el desenlace feliz, con m a t r i m o n i o entre el rey y la dama, se amplifica en Agreda con la inclusión de los «aprovechamientos» morales, comunes a las doce novelas. Para ello el a u t o r añade los comentarios inspirados p o r la conducta de los personajes, bajo las fórmulas: «se nos muestra», «nos avisa», «nos enseña», «advierte», etc. E n t r e estas modificaciones de la novela «moral» con respecto a los dos textos de p a r t i d a hay algunas muy explícitas, como la que se refiere al p r i m e r encuentro del rey y la dama. E n las Histoires Tragiques (H.T.) se encarece la h e r m o s u r a de ésta expresando la admiración general del ejército real hacia ella: «de sorte qu'on ne parloit en toute l'armée que de ses graces et vertus, mais surtout de son excellente et extreme beauté» {H.T., p. 12). Aspecto seguido al pie de la letra en las Historias plar es (H.T.E.): Trágicas Exem- «de suerte, que en el exercito no se trataua sino de sus gracias y virtudes, y sobre todo de su extremada y singular hermosura» (H.T.E., f. 10 vto.). Agreda, sin embargo, prefiere destacar la impresión que la belleza p r o d u c e en el rey, p a r a explicar así la anómala pasión amorosa; no se referirá, p o r t a n t o , a la opinión general, sino sólo a la actitud regia: «admirando tanta gentileza, quedó tan enamorado, que inclinándose ella para besarle la mano con la debida reverencia, él con mucha humanidad y con sobrado amor la recogió en los brazos y, levantándola del suelo, valiéndose de la usanza de la tierra, la besó en el rostro» (p. 491). Actitud que deja a los caballeros del séquito «admirados y suspensos». Este m o n a r c a devorado p o r la pasión i n t e n t a r á conseguir a la dama, honesta en extremo, y se rebajará h a s t a el p u n t o de solicitar la intervención del p a d r e de ésta, subdito ejemplar. E n este episodio Agreda introduce cambios de intensificación sicológica, como el encabezar el p a r l a m e n t o del m o n a r c a con tres vocativos, «Marqués, p a d r e y amigo» (p. 494), encaminados a ganar p a r a su causa al noble 225 y fiel caballero, c u a n d o las versiones anteriores se dirigían a él sólo con su título, que era, p o r cierto, el de conde. El respeto p o r la m o n a r q u í a , p a t e n t e en las novelas de Diego de Agreda, aconseja la supresión de calificativos negativos, como «injusta» y «deshonesta». Por ello, el fragmento «une si iniuste et deshonneste requeste eust sorty de la bouche d'un Roy» {H.T., p. 29). «que demanda tan injusta y deshonesta uuiera salido de boca de un rey» {H.T.E., f. 21 vto.). se convierte en: «¿Cómo tan honrado vasallo pudiera creer que se le propusiera semejante demanda?» {Eduardo, rey de Inglaterra, p. 495). Asimismo, desaparecen términos demasiado elocuentes p a r a juzgar los propósitos del rey e impropios de u n noble, p o r m u y ofendido que estuviera. Así, la frase del p a d r e quejándose de ser «le ministre infame [... ] et d'estre le ruffien effronté de l'honneur de ma fille» {H.T., p. 32). «el ministro infame [... ] y el afrentoso alcahuete de la honra de mi hija» {H.T.E., f. 23 vto.). se reduce a: «pues queréis que sea el ministro de mi vituperio?» rey de Inglaterra, p. 495). {Eduardo, Tampoco hallamos vocablos que se considerarían «desenvueltos», ausentes ya en la versión española, m u y atenta a la sustitución sistemática de «violar» y «violación». Así lo indica la frase en que la dama, presionada p o r todas partes p a r a complacer al rey, se presenta ante el mismo temerosa: «craingnant de estre violée» {H.T., p. 51) «temiendo ser corrompida» {H.T.E., f. 34 vto.) «temiendo alguna violencia» {Eduardo, rey de Inglaterra, p. 500), donde t a n t o Millis como Agreda eluden el término m á s claro y denotativo. Sin embargo, el t r a d u c t o r es a veces m á s atrevido y menos «ejemplar», c u a n d o mantiene detalles que Agreda omitirá, como el siguiente que se halla en el desenlace, inmediatamente anterior al feliz matrimonio: 226 «ie ne veux autre chose de vous que le chaste baiser» {H.T., p. 54). «no quiero otra prenda de vos sino un casto beso» (H.T.E., f. 37 r.). O el que se refiere a la consumación del m a t r i m o n i o —«sacramento» en Agreda— con el contento «que peuvent iuger ceux qui en ont fait essay de semblable plaisir» (H.T., pp. 55-56). «quanto podran juzgar los que uuieran hecho semejante prueba» (H.T.E., f. 38 r.). Frase ésta en la que se constata u n a de las piruetas «ejemplares» del t r a d u c t o r Millis, que se deja en el tintero el t é r m i n o plaisir, jugando hábilmente con la posible censura. De estos ejemplos puede deducirse, creo, la fidelidad y escasas modificaciones de la traducción de Millis y, como consecuencia, la influencia de la traducción francesa. Porque si ésta fue seguida paso a paso p o r su p r i m e r difusor, el Bandello conocido p o r los españoles que n o leían el italiano fue el Bandello de Boaistuau y Belleforest, con las modificaciones de estilo y de contenido que ellos le imprimieron. Sería necesario cotejar minuciosamente la versión francesa con la italiana, p a r a c o m p r o b a r el alcance de la adaptación de los traductores galos, y ello desborda los límites de este estudio. Sin embargo, sí puede afirmarse q u e la pretendida ejemplaridad de las Historias Trágicas Exemplares, salvo en términos m u y concretos, es m á s francesa que española. P o r q u e sobre la versión de las Histoires Tragiques Millis actuó como t r a d u c t o r respetuoso, m á s que como a d a p t a d o r cultural. H a b r á que esperar hasta el siglo x v n p a r a u n a auténtica adaptación de la novela corta italiana a la española. El caso de Agreda, como el de otros novelistas, es ya el resultado de la práctica española sobre u n modelo foráneo: concretamente, la novella italiana, «adornada» y t r a n s f o r m a d a a la francesa, y «moralizada» según la peculiar m a n e r a de entender la ejemplaridad de la novela corta poscervantina. Por u n curioso fenómeno de vaivén literario, 33 u n Bandello españolizado —como el de Agreda— volverá a Francia c u a n d o allí triunfe n u e s t r a novela corta, en la p r i m e r a mitad del siglo xvii. 33. Véase, para ello, M." Soledad Arredondo, «Novelas cortas: de las Novelas Ejemplares a las nouvelles de Charles Sorel» Tigre 4 (1988), pp. 43-60. Para la novela corta española en Francia, véase mi tesis Charles Sorel y sus relaciones con la novela española, Madrid, Universidad Complutense, 1986, capítulo V, y las pp. 595-597 que tratan del tema de Eduardo, rey de Inglaterra en las Nouvelles choisies de Sorel. 227