23 - Unión de Periodistas de Cuba

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El periodismo en Cuba: La Revolución (Cap. 23)
1960, año tenso en el
escenario periodístico
Juan Marrero
Luego del final de Diario de la
Marina y su entierro simbólico, la
situación en el escenario
periodístico se mantuvo muy tensa
en el año 1960.
Cuatro días después, el 16 de
mayo, la crisis estalló en el
vespertino Prensa Libre. Sus
directivos, incluyendo a Sergio
Carbó y Humberto Medrano,
abandonaron la publicación. Los trabajadores del diario encontraron los originales de un
editorial contra el Gobierno Revolucionario y otro escrito, rodeado por una gruesa orla negra,
simbolizando luto, sobre los cuales existía intención de publicarlos. Ante tal provocativa
maniobra, los trabajadores deciden continuar la publicación del periódico, y aprueban en una
asamblea la designación de Mario Kuchilán, el chino, conocido columnista de la sección Babel,
como director.
Precisamente, el 24 de mayo, Prensa
Libre publica una carta que entregaron
Baldomero Álvarez Ríos y Juan Emilio
Friguls al Presidente de la República,
Osvaldo Dorticós Torrado, para
que durante su gira por Argentina,
Uruguay, Venezuela, Perú, Brasil y
México la pusiese en manos de los
dirigentes de las organizaciones
periodísticas en esos países. En la carta
denunciaban las maniobras de los
empresarios periodísticos cubanos contra
la Revolución.
A finales del propio mes, se pone fin a
las coletillas y Baldomero Álvarez Ríos es
electo Decano del Colegio Nacional de
Periodistas, a la vez que esa institución
saluda la designación de Mario Kuchilán,
a quien Batista torturó salvajemente
después del Golpe de Estado de 1952,
como director de Prensa Libre.
Un acontecimiento histórico ocurre el 6
de junio: la proyección en los cines de
La Habana del primer Noticiero ICAIC
Latinoamericano, que estuvo dedicado al
viaje del presidente Dorticós por los países latinoamericanos. (Sobre la fundación de este
Noticiero y sus ediciones posteriores trataremos con mayor amplitud en el capítulo siguiente de
esta obra).
La fuga de los directores de medios al servicio de la contrarrevolución prosigue en junio: lo
hace Manolo Fernández, dueño y director de Radio Progreso, y sus trabajadores proponen para
ese cargo a Marcos Behmaras, destacado humorista, escritor y periodista. Al mes siguiente,
Miguel Angel Quevedo abandona la revista Bohemia, y sus trabajadores deciden continuar
editando esa publicación bajo la dirección de Enrique de la Osa.
Otro periódico provincial es fundado por la Revolución: Surco, en la provincia de Holguín. El año
anterior habían comenzado a publicarse Adelante, de Camagüey, y Adelante Revolucionario, de
Matanzas (este último tomó, a partir del 5 de diciembre de 1961, el nombre de Girón)
En septiembre y octubre de 1960,
se producen las intervenciones por
el Gobierno Revolucionario de las
empresas Circuito CMQ S.A.,
Radiocentro y Radio Reloj S.A., de
los hermanos Mestre. Como
interventor fue nombrado el
periodista Gregorio Ortega.
También se confiscan los bienes
que tenían esos empresarios en
droguerías, agencias de venta de
automóviles y accesorios,
propiedades inmobiliarias, entre
ellas el edificio Focsa, y una
empresa publicitaria.
El último mes del año se intervienen
las emisoras Radio Caribe y Radio
García Serra, y los propietarios del
periódico Información abandonan el
país. Sus talleres pasan a la
Imprenta Nacional.
Un sabotaje, mediante sustancias inflamables arrojadas en los conductos de aire acondicionado
de CMQ, que destruyó todos los controles maestros de la TV y de la radio, y los equipos de
proyección y microndas, ocurrió el 15 de diciembre.
A este tipo de acciones terroristas comenzó a incitar la emisora Radio Swan, fundada por la CIA
el 5 de octubre, en un islote cercano a Cuba como parte de los preparativos de la invasión de
Playa Girón. Esa radio intentó “ablandar” sicológicamente al pueblo cubano y, además,
transmitía mensajes en clave dirigidos a la fuerza mercenaria que se adiestraba militarmente en
Guatemala, Nicaragua y en territorio de Estados Unidos (Nueva Orleans y Miami, según
confesión de la CIA casi 40 años después) y a sus supuestos aliados dentro de Cuba. La
agencias UPI y AP se encargaban de distribuir por todo el mundo versiones de lo transmitido
por Radio Swan, cables que se publicaban en miles de periódicos de Estados Unidos, América
Latina y todo el mundo. Las mentiras cruzaban fronteras en pocos minutos.
Radio Swan comenzó a operar en la
banda de ondas medias con una
frecuencia cuidadosamente escogida
para penetrar en toda Cuba y causar la
menor interferencia nociva posible a las
emisoras de Estados Unidos. Dotada de
un transmisor de 50 000 kilowatts,
según unas fuentes, y de 750 000 a 800
000 otras, la emisora ocupaba el canal
de 1 160 kilohertz. Radio Swan era una
operación clandestina, pero como tal no
fue jamás inscrita en el Registro
Internacional de Frecuencia de la Unión
Internacional de Telecomunicaciones.
Esta emisora significó para la CIA una
erogación mensual de 400 000 a 500
000 dólares para mantener una
programación que llegó a contar con tres
horarios: matutino, mediodía y nocturno. Los programas de grababan en Miami y eran enviados
en cintas magnéticas por avión al islote, perteneciente al territorio de Honduras. Para los
noticieros se utilizaban trasmisores ilegales de ondas cortas instalados en las cercanías de
Miami, los cuales dirigían sus señales hacia la isla Swan, donde eran captados y retransmitidos
por las frecuencias de radiodifusión. Poco antes de la invasión de Playa Girón, Radio Swan fue
dotada de un transmisor adicional en la banda internacional de onda corta de 49 metros,
también dirigido hacia Cuba. Esa emisora incitaba a la subversión y el sabotaje. Esta era la
característica de sus mensajes: “Obrero, tu que conoces la maquinaria destrúyela, nadie mejor
que tú puede destruirla sin que los comunistas se den cuenta...no la engrases, deja caer arena
en los mecanismos...” Y, de igual forma, llamaba a realizar atentados a los dirigentes
revolucionarios, quemar cañaverales y otras instalaciones que la Revolución había
nacionalizado.
Varios periodistas que habían abandonado el país trabajaron para los “servicios informativos” de
esa emisora, donde lo que primó fue la mentira, la calumnia y los llamados a la subversión y a
la realización de actos terroristas.
Y, entretanto, la Revolución siguió impulsando a lo largo de todo este año 1960 la publicación
de libros, en ediciones masivas, con el papel y en las imprentas de algunos periódicos
abandonados por sus dueños. Esto lo significó Fidel Castro, al hacer la clausura el 8 de
septiembre, del Congreso de la Federación Nacional de Obreros del Calzado.
Fidel dijo entonces: “Una buena noticia, ¿se acuerdan ustedes de "La Marina"?, ¿se acuerdan
ustedes de "El País" y de "Excelsior"?, ¿se acuerdan dónde se editaba "Selecciones"?, ¿se
acuerdan de todos aquellos talleres donde nuestros obreros tenían que estar trabajando y
donde la república gastaba tanto papel para embutir al pueblo? ¡Quién nos iba a decir que esos
mismos obreros, con ese mismo papel, con ese mismo esfuerzo puedan imprimir un libro cada
cuarenta y ocho horas!, ¿qué les parece?, ¡"El tiburón y la sardina" lo imprimieron en cuarenta
y ocho horas! Es decir que, donde mismo antes se engañaba al pueblo, con esos mismos
gastos y con esa misma maquinaria, vamos nosotros a proveer al pueblo de todo el material
para que el pueblo lea y aprenda, y analice por sí mismo, pero que tenga la oportunidad de
leer.
Antes… muchos que sabían leer y escribir no
tenían la oportunidad de comprar un libro,
los libros estaban muy caros; en cambio
estaban los periódicos esos con un montón
así de hojas de anuncios clasificados, de
editoriales contrarrevolucionarios, de
escritos contrarrevolucionarios, para
engatusar al pueblo, para desorientar al
pueblo, ¿defendiendo a quién?, ¿a ese
pueblo, defendiendo al guajirito,
defendiendo al obrero, defendiendo al que
vivía en el barrio Las Yaguas? ¡No!;
¿promoviendo que se construyeran casas,
que se le diera tierra a la gente, que se
hicieran escuelas, que se hicieran
hospitales? ¡No!, ¡qué va!, promoviendo
que los monopolios ganaran más todavía,
promoviendo que los especuladores
especularan más, promoviendo que los ricos
fueran más ricos y los pobres fueran más
pobres. Eso es lo que
promovían. Hablaban de que si la "libertad
de prensa", ¡era la libertad de venderse al
mejor postor!, la libertad de defender sus
intereses, los intereses de las minorías
privilegiadas contra el pueblo.
“…ahí está la Imprenta Nacional que tiene unas cuantas imprentas; no ha tenido que gastarse
el Gobierno Revolucionario ni un centavo. Ahora los obreros están contentos porque, claro,
¿qué obrero podía estar contento imprimiendo editoriales del "Diario de la Marina"? Los
obreros están orgullosísimos del trabajo que están haciendo ahora; comprenden muy bien el
beneficio que le van a prestar a nuestro país
“El primer libro impreso fue “La fábula de El tiburón y la sardina" (de Juan José Arévalo), que se
vendió y se agotó…Ya tenemos hecho el segundo; miren qué bonito (LO MUESTRA AL PUBLICO
Y APLAUDEN). ¿Saben por cuánto? ¡Por treinta centavos! ¿Qué les parece? Este se titula "El
pequeño ejército loco de Sandino" (de Gregorio Selser). Toda esa literatura que, por supuesto,
no la dejaban ni entrar; no quería el imperialismo que se supiera lo que pasó en Nicaragua.”
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