Pasión por el mármol La profesión de ser una mujer feliz

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Sábado, 5 de marzo de 2016
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La profesión de ser una mujer feliz


Por Francisnet
Díaz Rondón
Fotos: Ramón Barreras
N
ADIE imaginaba que aquella niña llegara tan lejos. Por
su timidez apenas salía a
la calle en el pequeño poblado de San
Diego del Valle, Cifuentes. Le gustaba mantenerse en casa, lejos de la
algarabía juvenil de los chicos de su
edad.
Sin embargo, el destino sorprendió a muchos cuando la hoy
teniente coronel Elizabeth Torres
Yera rompiera todos los pronósticos y se hiciera militar. Incluso, ahora funge como segunda jefa de una
unidad bajo su mando. En San Diego pasó la niñez y adolescencia,
hasta que la carrera militar la llevó a
residir en el reparto José Martí, de
Santa Clara.
Todo comenzó cuando le llamaron la atención los estudios de un
primo, alumno de la escuela militar
Camilo Cienfuegos, de Villa Clara.
Desde entonces, fue parte de su vida.
«Hice las pruebas de ingreso
en la secundaria de San Diego y entré a los ‘‘Camilitos’’. Fue difícil separarme de la familia, al principio
pensaban que no lo iba a lograr»,
recuerda.
Para Elizabeth la disciplina militar no le resultó compleja, pues en
casa ya estaba acostumbrada al
orden y la organización.
«No pasé tanto trabajo en cuanto
a la exigencia. Me adapté rápido a la
previa, etapa en la que se pasa tiempo sin ir a la casa, recibiendo clases
—La teniente coronel Elizabeth Torres Yera es una de esas mujeres cubanas que a base de voluntad y sacrificio ha cumplido sus
sueños como madre y profesional. Sirva este trabajo para homenajear a todas las mujeres este 8 de Marzo.
Cada 8 de Marzo
la teniente
coronel
Elizabeth
celebra
doblemente la
fecha, el Día
Internacional de
la Mujer y el
cumpleaños de
su padre.
y prácticas en el terreno, hasta de
noche.
«Desde que yo tenía meses de
nacida, mi mamá se incorporó a trabajar de inmediato, por lo que me quedé a vivir con mi abuela. Ella tiene un
carácter fuerte, serio, es una persona
muy correcta, y eso influyó mucho en
mi personalidad», manifiesta.
Al concluir los «Camilitos», Elizabeth ingresó en la disciplina de Mando táctico en técnicas de comunicaciones —hoy especialidad en Comunicación— en el Instituto Técnico Militar (ITM) José Martí, en La Habana.
«Es una especialidad muy bonit a. Ves el resultado a través del
trabajo, además tiene que ver con
la técnica y el hombre que la maneja. Estar en un lugar determinado, a
una distancia lejos de otra persona
a la espera de una información, te
motiva. La preparación resulta muy
importante, si no no puedes realizar la labor con los medios de comunicación», explica.
Al graduarse en 1998 fue ubicada en Jagüey Grande, Matanzas. Ahí
inició su etapa como profesional y
un nuevo capítulo en su vida.
«Estuve un año trabajando allí.
Como mujer debí superar algunos
obstáculos, pero siempre conté con
el apoyo de mis compañeros. Con
el paso del tiempo traté de estar
cerca de mi familia, y al año me trasladaron para Villa Clara en una unidad de tanques, donde me mantuve nueve años.
«La carrera militar es algo complicada porque te exige mucho tiempo. No se circunscribe solo al horario laboral de ocho horas, se necesita más. Pero siempre se puede
lograr», expresa la teniente coronel.
Convertirse en madre
transformó para bien la
vida de Elizabeth, aunque
también le exigió mucho
como mujer. Combinar ese
rol con su responsabilidad
al frente de una unidad militar ha sido para ella un
gran desafío.
«Cuando me gradué no
tenía hijos, por lo que no
existía el compromiso de
ser madre y atender un hogar. Ahora sé lo complicado
que es. Se necesita del respaldo de la familia, porque
si no tienes en la casa quien
te ayude y apoye, resulta muy
difícil», dice.
Confiesa Elizabeth que
ser madre lleva cierta organización, pues debe estar pendiente de las tareas
del niño. A veces, sin darse
cuenta, se aleja un poco de
la familia porque las responsabilidades le absorben mucho
tiempo. No obstante, continúa su
profesión con orgullo, a pesar de los
contratiempos.
Ante la pregunta de qué es lo
más hermoso de su carrera, no duda en contestar.
«Lo más bonito es lo que soy
ahora, lo que he logrado en mi profesión y mi familia. No hay nada más
satisfactorio que tu hijo te diga un día
con alegría que ha obtenido buenos
resultados en un examen, y al siguiente, llegar a la unidad y sentir que todo
está bien. Soy una mujer feliz».
Pasión por el mármol


Por Idalia Vázquez Zerquera
y Dayana Darias Valdés (estudiante de Periodismo)
Fotos: Ramón Barreras Valdés
En un viejo molino que data de
1909, tritura los peñascos para
obtener el polvo de mármol que
emplea en la producción de las
baldosas.
H
ACE apenas ocho años el campesino Elsio Fernández Olivera dio un
vuelco a su vida para dedicarse a
producir baldosas de mármol en el municipio de Cifuentes.
Natural del poblado de Abreu, en Cienfuegos, devino villaclareño cuando conoció a
su esposa Deisy Valdés Trimiño y se asentó en
el consejo popular Braulio Coroneaux.
Aun cuando en la familia no existe una tradición de albañiles, El Indio, como todos le llaman por su piel cobriza, aprendió a componer
losas con el empleo de desechos de mármol.
Poco a poco, empezó a juntar equipos para emprender la tarea. En un viejo molino de
piedras de procedencia canadiense que data
«Las personas que tienen
referencia de mis losas vienen
desde Encrucijada, Placetas,
Quemado de Güines, Calabazar
de Sagua y Varadero a hacer
los encargos», refiere El Indio al
lado de su colección.
De las manos de Elsio —y con el
apoyo de varios ayudantes— salen las
baldosas de 33 x 33 cm, elaboradas con
desperdicios de la cantera de Fomento.
Allí recupera pedruscos rojos y cremas;
mientras que el negro lo localiza en la
mina de Guao, Cienfuegos.
Mucho esfuerzo hace el granitero
para trasladar la materia prima hasta
su casa, al tener que alquilar el transporte, pero su pasión por el mármol lo
Los pedruscos de mármol de color rojo,
inspira a seguir adelante.
«Vendo a 200,00 pesos el metro cuacrema y negro los consigue de desechos
drado, mas puedo llegar a un acuerdo
de las canteras de Fomento y Guao.
con los clientes. Si desean pulirlas después de colocadas, voy a las viviendas
a completar el trabajo».
de 1909, tritura los cantos de mármol y los
convierte en polvo para su posterior elaboraElsio se ha hecho sentir con sus losas en
eventos provinciales de materiales de la consción. Acompañan el avituallamiento una prensa, un disco de picar y una pulidora de piso,
trucción, gracias al apoyo brindado por el Goentre otros instrumentos improvisados.
bierno cifuentense. Recuerda con orgullo la
presencia del Comandante de la Revolución
Sin menospreciar el terruño, lamenta vivir
lejos de Cifuentes, pues a pesar de ser el
Ramiro Valdés Menéndez en el Centro de
Convenciones Bolívar, donde elogió sus proúnico cuentapropista dedicado a esta labor
en Villa Clara, su creación es poco conocida.
ducciones.
Pero este hombre moldeado por el trabajo no tiene ambiciones, y cuando aparece un
vecino en busca de algunas baldosas, las
ofrece con gusto, sin mediar dinero a cambio.
Refiere Amado Rodríguez Morffi (Pipo), el
presidente del consejo popular, que las losas de El Indio, usadas también en el enchape de mesetas y baños, tienen un acabado
perfecto, así como los pasos y descansos de
escalera añadidos a su colección, a la que
pretende sumar columnas jónicas.
Elsio pudiera aportar más si su pequeña
industria se incorporara a un proyecto de desarrollo local para apoyar la construcción
de viviendas por esfuerzo propio, o fuera contratado por una entidad estatal, experiencia
que aplica VICLAR con éxitos en Placetas.
De esta forma aseguraría los materiales y
mejoraría sus condiciones de trabajo.
En «Braulio Coroneaux», a unos 15 kilómetros de Cifuentes, El Indio atiende a las
personas que, sin importarles la distancia,
se interesan por sus baldosas cuando se trata de adquirir un producto de calidad.
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