El cachot

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no 3
Mensaje de Lourdes
Carta para el 150 aniversario de las apariciones
A
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C
D
E
F
G
H
I
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L
M
N
O
P
Q
R
S
T
U
V
X
Z
C... como Cachot
(Calabozo)
El abecedario que
proponemos aquí (estamos
en la letra C), es una ayuda
como preparación para el
150 aniversario de las
Apariciones de la Virgen
a santa Bernardita.
El “Guardián de la Gruta”
Mons. Jacques Perrier, nos
guía en esta larga marcha
hacia un jubileo que, para
el Santuario Nuestra Señora
de Lourdes, será el primero
del tercer milenio.
Con la presente carta del
obispo de Tarbes-Lourdes,
pasamos por el “cachot”
(el “calabozo”), ese
lugar estrecho y húmedo
donde vivía la familia
Soubirous cuando el Cielo
se manifestó… Dios ve la
miseria de su pueblo.
¡Y escucha nuestras súplicas!
F. V.
H
ay tres lugares que, aun hoy,
nos hablan de la infancia de
Bernardita.
• El molino de Boly es el lugar de
su nacimiento, el “molino de la felicidad”, durante el tiempo en que su
padre, Francisco Soubirous, se ganaba
honradamente su vida.
• Bartrès es un pequeño pueblo, muy
cerca de Lourdes, con la iglesia que
conoció Bernardita. Allí, una nodriza
crió a Bernardita durante más de un
año. Volvió a ese pueblo poco tiempo
antes de las Apariciones. En los prados circundantes, Bernardita cuidó las
ovejas; pero no hay que transformar a
Bernardita en pastora como a Juana de
Arco. Bartrès fue sobre todo para ella,
en esos meses de 1857, la separación
de su familia a quien tanto quería, la
autoridad un poco brusca de su antigua nodriza, Marie Laguës, y la imposibilidad de prepararse para la Primera Comunión, pues el párroco se había
ido de la parroquia.
• El “calabozo”, en Lourdes, fue el
cobijo de la familia Soubirous desde
noviembre de 1856. El lugar y la pa-
Separata de la revista Lourdes Magazine - primavera 2006
CONTACTO: Lourdes Magazine - François Vayne (director) - 1, avenue Mgr Théas
65108 Lourdes Cedex (France) - [email protected]
no 3
Mensaje de Lourdes
C... como Cachot
(Calabozo)
El cachot (calabozo) en la Historia
labra evocan toda la desgracia de los
Soubirous. En esta habitación oscura
de unos 16 metros cuadrados, vivieron Francisco, Luisa y sus cuatro hijos
durante dos años. La humedad hizo de
Bernardita una asmática incurable
que se vio varias veces al borde de la
muerte. El “calabozo” es la miseria.
Pero el calabozo es también la vergüenza. Los Soubirous eran muy conocidos en Lourdes, villa de 4.000
habitantes. Si habían ido al calabozo,
era porque estaban arruinados. Ciertamente, no eran los únicos molineros que pasaban dificultades en pleno siglo XIX cuando se avecinaba un
enorme cambio técnico, económico y
social. Sin embargo los Soubirous se
habían hundido más que los otros.
Su mala suerte desataba rumores. Se
decía que el padre no era demasiado
trabajador y que la madre bebía, siempre según las malas lenguas. Calumnias,
pero que intentaban explicar lo que les
estaba ocurriendo a los Soubirous.
Incapaz de pagar un alquiler, la familia había sido recogida por un primo
de Luisa en el bajo de su casa. Este
reducto insalubre, abandonado desde
1824, había servido de cárcel para el
puesto de gendarmería del que Lourdes podía enorgullecerse. Le había
quedado el nombre: “El cachot” (El
Calabozo).
Fue allí donde los gendarmes vinieron a detener al padre de Bernardita,
el 27 de marzo de 1857: se le acusaba
de haber robado dos sacos de harina.
No era cierto, pero en su miseria se
encontraba una explicación. Del “calabozo” familiar, Francisco Soubirous,
fue llevado al “calabozo” debodamente custodiado por los guardias: allí
permaneció nueve días.
Sabiendo esto, comprendemos mejor
que Bernardita y sus dos amigas se encontraran en un lugar casi inaccesible
el 11 de febrero de 1858 para buscar
leña: ellas no querían verse acusadas
de robo. Sabiendo esto, también podemos apreciar el despego de Bernardita
hacia el dinero después de las Apariciones. Nunca aceptó ni un céntimo de
las personas bien intencionadas que se
lo querían dar para su familia. Bernardita como san Francisco, amaba
ejercicio práctico
En el “cachot”, calle de los Petits Fossés, los Soubirous “gritaban”
sus oraciones, según testimonio del primo Sajous, que les había dejado ese alojamiento. La pobre familia de Bernardita, sólo tenía a Dios
en vísperas de las visitas de la Virgen María. La fe no los abandonó
nunca. Que esta oración tenaz y fiel sea nuestra fuerza en cualquier
circunstancia, en lo más íntimo de las noches oscuras. Siempre habrá
un amanecer...
François Vayne
Es una casa en el número 15 de la calle Petits Fossés.
En 1858 fue la casa donde viveron los padres de Bernardita.
Hasta 1824, había sido la cárcel de la ciudad de Lourdes, adosada poco
antes, a la muralla, al pie del castillo.
En 1856 era propiedad de André Sajous, primo de Luisa Soubirous.
En 1858 fue el hogar de los Soubirous. En el bajo, una habitación de 3,72
por 4,40 metros, con una chimenea y una sola ventana, más tarde dos, que
daban a un patio húmedo e insalubre.
Como único mobiliario, tres camas, una mala mesa, dos sillas, taburetes para los niños, un baúl, un pequeño armario y un aparador rústico, empotrado en la pared... De allí salió Bernardita el 11 de febrero para buscar leña
por la zona de Massabielle...
Ahora el “cachot” se ha convertido en un lugar sagrado de Lourdes, provisto de uno de los altares de la antigua iglesia parroquial de San Pedro, dedicada a Nuestra Señora de Todas las Gracias. A la entrada, en una sala, se
expone recuerdos de santa Bernardita, entre ellos su “capulet” (capucha),
uno de sus rosarios y una imagen de la Virgen, de madera dorada, salvada
del incendio de la iglesia parroquial, en 1905.
Dom Bernard Billet, monje de la abadía Nuestra Señora de Tournay, Altos Pirineos
la pobreza, y la experimentó desde el
principio con sus consecuencias: frío,
hambre, vestidos viejos.
Pero el “calabozo” no era sólo un tugurio: alojaba a una familia unida en
la fe, en la oración y en el amor. Las
dificultades no habían faltado pero la
confianza y el ánimo las superaban.
En torno a los Soubirous, no todos
sus parientes y vecinos tenían mala
voluntad. La ayuda coexistía con la
calumnia. Muy pronto, después de las
primeras apariciones, aunque todavía
nada había sido confirmado, el “calabozo” fue asaltado por los curiosos
mientras que los padres se preguntaban qué actitud tomar con aquella
hija a la que amaban pero que, por
sus visiones, podía crear más complicaciones.
Ahora, el “cachot”, al que se puede
llegar por la calle de la Gruta, está al
cargo de las hermanas de Nevers que
reciben a los visitantes todo el año.
+ Jacques PERRIER,
obispo de Tarbes-Lourdes
“Mensaje de Lourdes” también se difunde por internet en la página web
del Santuario Nuestra Señora de Lourdes www.lourdes2008.com
www.lourdes2008.com
CACHOT (Calabozo)
definición
Escuchemos al tío de Bernardita propietario de la casa: “La habitación era
oscura, insana... En el patio, estaban los servicios comunes que desbordaban y hacían el lugar infecto. Allí teníamos la basura... Yo alojaba allí a
españoles que venían a trabajar durante el invierno y se acostaban sobre las
baldosas con su manta, a veces sin paja”. La pobre familia fue a parar ahí
con tres pobres camas y un baúl para meter todas sus pertenencias.
P. André Doze
Alrededor del mundo
El P. Régis-Marie de La Teyssonnière, que preside la Asociación
de Obras Marianas (Francia), abre para nosotros las ventanas
sobre el mundo, gracias a los viajes que le llevan a todos los
continentes, al encuentro de las comunidades cristianas ligadas
a Nuestra Señora de Lourdes y a santa Bernardita. Una misión
de mediación que ha recibido de Mons. Jacques Perrier.
A través del mundo, ¡cuántos tugurios ruines e insalubres! Aquí, son las chozas
improvisadas sobre las aceras de las grandes ciudades europeas. Y los cartones
de embalar que sirven de techo, por una noche, a tantos marginados. Allá, sobre inmensas extensiones, están los barrios de latas de América latina, donde los
“alojamientos” están fabricados con toda clase de materiales extraños. Más allá,
vemos a millones que no tienen ni siquiera cuchitriles, ni chozas, para los que las
calles de Bombay o de cualquier ciudad de la India son su único domicilio. Por
todas partes existen condenados a una vida de miseria. No porque sean menos
inteligentes o menos despiertos que los demás. Sino porque, por una causa o por
otra, se encuentran excluidos de la sociedad. Analfabetismo, epidemias, malnutrición, son su mundo, pero también violencia, droga, prostitución. Si alguien se
acerca a ellos y les habla de Bernardita, comprenden enseguida que tienen una
amiga, una hermana, muy cercana, muy parecida, a quién se puede imitar. Entonces la alegría de un más allá de la cruz, enriquece el corazón de esos pobres. Y se
abren al Evangelio que transforma su vida. Soy testigo de ello.
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