Nueva Recopilación de los Fueros de la Provincia de

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Nueva Recopilación de los Fueros
de la Provincia de Guipúzcoa
Fuente: Gipuzkoa Geroztik - Museo virtual sobre la historia y el patrimonio del territorio
histórico de Gipuzkoa
Recopilación, confirmación y edición: éstos serían los
tres objetivos buscados por los poderes provinciales cuando
llevaron a la imprenta el compendio normativo de la
Provincia a finales del siglo XVII. De este modo,
culminaban la serie iniciada con los antiguos cuadernos de
hermandad en el siglo XIV.
Las tareas de actualización de las ordenanzas
provinciales se habían sucedido a lo largo de todo el siglo
XVI, sin llegar a alcanzar la perfección o utilidad esperada
por los junteros. Así ocurrió, por ejemplo, con las obras de
recopilación encargadas al Bachiller Zaldibia, y luego a
Zandategi y Cruzat. La obra dirigida por estos dos últimos,
en 1583, sí fue empleada como material básico, al que se
añadieron nuevas disposiciones a lo largo del XVII. Todas
estas correcciones e innovaciones, algunas ya alejadas de
los originales, debieron superar el visto bueno del
Corregidor, y al final Carlos II firmó el 3 de abril de 1696 la
definitiva autorización de impresión, con la que se
sancionaba positivamente la compilación efectuada por el
tolosarra Miguel Aranburu. El proceso, sin embargo, ni fue
lineal ni estuvo exento de dudas y sobresaltos.
La impresión de 1696 pone fin a un proceso que, en su
última parte, arranca en 1681, cuando el mismo Aranburu
recibe el encargo de la Junta de confeccionar,
primeramente, un inventario del Archivo Provincial, y, ya
en 1685, de compilar y organizar las ordenanzas anteriores.
Desde 1691, las Juntas dudan entre seguir usando esta
recopilación como venían haciéndolo con la de 1583, o
imprimirla formalmente. Esta segunda opción planteaba
dos soluciones: imprimirla sin permiso real, o solicitar
dicho permiso, con el riesgo de que les fuera denegada la
licencia de impresión o, peor, se cuestionaran en parte o
totalmente los contenidos; por otro lado, su impresión con
licencia le otorgaba mayor legitimidad y fuerza legal. Al
final se solicitó licencia, y el Consejo Real hizo recaer la
responsabilidad en el Corregidor, Juan Antonio de Torres.
Éste, asesorado por el propio Aranburu, tardará un año en
cotejar la veracidad y oportunidad de la documentación.
El propio Aranburu seguirá realizando tareas de
coordinación e intermediación entre todos los cuerpos y
representantes políticos implicados en velar por la
corrección de los textos y su “legalidad”. Y, lo más
importante, consiguió también, mediante la licencia arriba
señalada, la potestad para que la Provincia se arrogase
durante 10 años la exclusividad de la publicación.
La tarea de impresión recayó en Bernardo de Ugarte,
ayudado por dos oficiales, y su ritmo de trabajo, aunque
bueno, estuvo condicionado por las dificultades de
abastecimiento de papel: llegaron hasta Burdeos en plena
guerra para conseguirlo. El trabajo se realizó bajo la
supervisión directa de Aranburu, en cuya casa se vio
obligado a trabajar el impresor. El trato inicial contemplaba
una tirada de 3.000 ejemplares encuadernados. Aunque la
impresión fue un triunfo de la Provincia, ya que cumplía
sus objetivos políticos y organizativos, no fue un negocio en
el sentido económico. Pese a que se esperaba una buena
venta en Sevilla, Cádiz y América, lugares claves en la
emigración vasca y guipuzcoana, a finales de 1697 más de
la mitad de los ejemplares seguían sin venderse.
La Nueva Recopilación no esperó mucho para pasar su
verdadera prueba de fuego: el cambio dinástico y las
reticencias de los Borbones. Así, en 1704, el fiscal del
Consejo Real no parece muy de acuerdo con varias de las
disposiciones recogidas en este texto, en especial en materia
arancelaria; pero, dado el posicionamiento favorable de la
Provincia y su colaboración militar con la nueva dinastía en
la Guerra de Sucesión, finalmente se produce la
confirmación, acompañada de la coletilla “sin perjuicio de
nuestra regalía y real patrimonio”, usada desde 1702.
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