PREGÓN FIESTAS DE AGOSTO DE BIENVENIDA 2012 Dª Julia Pecellín Delgado Buenas noches, queridos vecinos y forasteros, miembros de la corporación municipal, bienvenidos amigos y amigas. Para mí ésta es una noche muy especial porque vuelvo a mis orígenes, al pueblo que me vio nacer y crecer. Me reencuentro con su gente, la “gran familia”, que tanto para mí como para mis padres y hermana representa Bienvenida. Como bien conocéis la mayoría de los presentes viví mi infancia y adolescencia entre vosotros, a caballo entre dos calles, la Nava y Montemolín. Como escribiera el novelista Miguel Delibes “la patria es la infancia” y la mía está ligada a los rincones de Bienvenida, a las vivencias con sus vecinos, así que permítanme que en estos inicios del pregón haga un breve repaso de aquellos momentos. Llegaron Juan y Antonia un mes de febrero de 1974 al número 65 de la Nava. Allí vivieron sus primeros diez meses de recién casados para luego trasladarse un poco más arriba, al 29, junto a la casa de la señora Juliana, Mito “Botello” y Lola. Se me viene a la memoria matanzas en su casa o cuando a través de la pared del corral nos pasaba el huevo recién puesto para que se lo comiera “Julita”, así era como me llamaban ellos. Recuerdo largas tardes en casa de José, “el Alpargatero”, y Margarita, siempre bajo los cuidados y el cariño de mi tata Eusebia. Ella se encargó de hacer agradable y divertida mi infancia. A José me unía una relación muy entrañable, me encantaba que me subiera a su tractor o que Margarita me untara una tostada con caldillo recién hecho. En este listado de personas queridas no pueden faltar Nicasio, ni Margarita, la del campo. Tampoco Agustín, María Antonia, la del comercio, Ciriaco, Antonio “el Moro”, Lela, Eladia, la de Félix, Evaristo, Juana y Pepe “Carbonero”, Pedro, el de Visita o Manolito el de Prisca. Si felices fueron estos primeros años de vida, no menos los que transcurrieron en la calle Montemolín, en el número 16, cerca de la casa de la señora Juana y el señor José donde Gertrudis. De ellos conservo sentimientos muy especiales porque tanto a Constan, como a mí, nos trataron como a una más de la familia. Disfrutábamos cuando José nos montaba en la yegua o cuando Juana nos preparaba un guiso con alcachofas. Tampoco olvido a la señora Manuela y al señor Gabriel, los padres de Genoveva, y a Pepe, que nos acogieron, a mi hermana y a mí, cuando mi madre por motivos de salud se ausentó unas semanas de casa. En este peculiar y personal repaso tengo también presentes a Modesto y María Jesús, los padres de José Antonio. Él se marchó un verano del 98, en la flor de la vida, en mi memoria siempre guardaré su cariño, sus atenciones y siempre tendrá mi admiración por su capacidad de trabajo. Me vienen a la memoria días de juegos en el Escorial, junto a la casa de Uve y Fernanda, con quienes también compartí buenos momentos. En los años 80, como bien conocéis los más mayores, no era habitual que en todas las casas hubiera teléfono. Primero fue el de Quenano y Fabé, después el de Santos y Enriqueta, el de Ángela, y el de tantos otros, siempre a disposición de mis padres para que hablaran con los suyos. Una larga lista de nombres con los que nos sentimos agradecidos, no quiero aburrirles, no, pero continúo: a la señora Luisa y el señor Cayetano, a Gregoria, al señor José “Madruga”, a María , la de la moto, a Marín, … . Nací un 17 de abril de 1975, el mismo día, aunque años después, que Mary Ketty. La imagino sentada en la cocina siempre atendida, con paciencia y afecto, por su madre Carmelina. De mi etapa escolar conservo las mejores enseñanzas posibles, las que me trasmitieron mis maestras Elisa y Concha. De ellas aprendí la importancia de valores como el del esfuerzo o la constancia. En ocasiones, cuando nos mandaban tareas en equipo, era habitual hacerlas en casa de Manolito “Suspiro”, donde María Jesús nos recibía sin reparos y con amabilidad. Tenía 11 años cuando marché a estudiar al colegio de Fuente de Cantos. Cogía el autobús en el Llano Barrientos. Allí estaba siempre ella, a la espera de que nos fuéramos, nos despedía, a su hija y a mí, con una sonrisa, no es otra que Mary, la de Puchi. En época de exámenes de sus labios sólo salían palabras de ánimo y consuelo. En la parada era habitual que me encontrara a Blas, el de Carmen, la del comercio. Lo recuerdo tímido pero siempre atento. Los veranos eran para mí, como para cualquier niña de entonces y de hoy, temporadas muy bonitas. Disfrutaba de las cosas sencillas: de una jornada en la piscina, con unas chuches del kiosko de José. En días como estos de feria era feliz subiendo a la noria o montando en los coches de choque. O cuando la ocasión lo permitía, acercarme a la finca la Muela, con Antonia y Eugenio, a rebuscar peros o membrillos. No se me olvidan tampoco paseos con mi padre al campo de Vicente para ver los borregos. Al de Lucas donde cogía las hojas de mora para los gusanos de seda o cuando Pascual “Jarropo” nos traía algún conejo. En Semana Santa me gustaba asistir a la procesión del Viernes Santo, la del Santo Entierro, para escuchar los cantos de los Benedictos. Una tradición musical única en Extremadura que, a mi juicio, debería tener mayor reconocimiento. Poco después llegaba el mes de las flores y con él la novena en honor a la Virgen de los Milagros, con sus rifas de macetas, dulces, ganchillos o bordados de las Leonas. Perdonad que insista pero es que son tantas y tantas las personas de las que mantengo tan buenos recuerdos que no tendría páginas suficientes para seguir recogiendo sus nombres, ni palabras de agradecimiento, si me he olvidado de alguien que me perdone. Cuando me comentan o leo en los libros, las revistas o, ahora más de moda, en Internet que por las venas de los de Bienvenida corre sangre taurina a mí me gusta decir que lo que corre es sangre de muy buena gente. Al margen de estos trazos sobre mis vivencias a continuación me gustaría compartir con los presentes algunas reflexiones, impresiones sobre la Extremadura que por mi trabajo de periodista me ha tocado y me toca conocer. Otras sobre nuestros emigrantes y mayores, a los que creo que tanto debemos y a los que, que quede claro desde este momento, son a quienes quiero dedicar este inicio de nuestras fiestas. Alguien en alguna ocasión escribió que “los recuerdos no son espejos objetivos de la realidad, sino más bien, sombras afectivas alimentadas por la emoción, y después coloreadas por el cariño a las personas y a las cosas con las que hemos compartido nuestro tiempo”. Creo que recordar y valorar nuestro pasado es indispensable para no olvidar quiénes somos, de dónde venimos y comprender cómo han cambiado los tiempos. Atrás hemos dejado a una Extremadura de la emigración. Fueron cientos de miles las personas que, como mi padre, tuvieron que salir a buscarse la vida fuera de nuestra tierra. Unos la encontraron en Suiza, otros en Alemania, en Madrid o en Barcelona. Hay más de 650 mil extremeños repartidos por diferentes regiones y países. En los años cincuenta algunas poblaciones llegaron incluso a perder la mitad de sus vecinos, personas y familias, algunas hoy aquí presentes, que volvéis cuando el trabajo os lo permite, en ocasiones, cuando os jubiláis , regresáis con más frecuencia, e incluso algunos volvéis de nuevo aquí, a vivir como un vecino más del Bienvenida actual. Cuando salisteis del pueblo, poco os pudisteis llevar, sólo el dolor de quienes abandonan lo suyo cuando la pobreza aprieta, o cuando las posibilidades de progreso y mejoras estaban blindadas para otros lugares. Os marchasteis para apartaros de los males crónicos que padecía nuestra tierra, siempre alejada de la prosperidad y la industrialización. Trabajasteis en condiciones durísimas pero encontrasteis el camino para salir de la “crisis humana” de aquellos tiempos, unos de taxistas, otras en la construcción, en la industria metalúrgica o en la de coches. Lo sé. Durante este tiempo habéis llevado a Bienvenida y a Extremadura en vuestro corazón, habéis añorado esta tierra. Por eso cuando regresáis, a veces acompañados por vuestros nietos, os gusta mostrarles dónde nació el Papa Negro, los acercáis al silo y les explicáis que allí era donde se almacenaba el grano, o los lleváis al pilar de la calle Agua y les contáis alguna anécdota. Como recita el cantautor extremeño Pablo Guerrero en uno de sus temas “Extremadura tierra de conquistadores que apenas te dieron nada”. Y no le falta razón al de Esparragosa de Lares. De aquello siglos sólo heredamos pasar a los libros de historia por ser nuestra tierra cuna de aquellos personajes. Mucho después los esfuerzos se han dedicado a superar la sangría de la guerra civil y como os decía antes, la de la emigración, pero en los últimos tiempos hemos sido testigos del progreso: Extremadura, como el resto de regiones, y Bienvenida, como la mayoría de los pueblos, se ha desarrollado. Todos podemos ver y disfrutar de más y mejores servicios sanitarios, educativos, sociales, infraestructuras,…, avances hoy vapuleados y cuestionados por las circunstancias que nos rodean. La agricultura y la ganadería ya no son el principal y casi único sustento de los extremeños. Y con todo, afortunadamente, el campo se ha modernizado y permite vivir mejor a quienes os dedicáis a él. Me consta que ahora muchas de vuestras esperanzas están puestas en un proyecto importante, la posible instalación de una planta solar fotovoltaica, una de las energías del futuro, en las cercanías de Bienvenida. ¡Ojalá! salga adelante y dé empleo a quienes más lo necesitan, porque sois gente luchadora que habéis trabajado donde haya hecho falta, en la vendimia, recogiendo aceitunas, buscando espárragos o cosechando cereales. Estoy convencida de que aquí, en Bienvenida, hay futuro. Mirad, hace muchos años me enseñaron un proverbio que nunca he olvidado, me contaron que “del árbol vienen los frutos y del fruto nacen los bosques que llenan nuestros campos”, pues vuestros años, el de nuestros mayores, reflejan lo que dicen estas palabras. Los nietos que hoy veis correr por nuestras plazas y calles son el bosque que el árbol de vuestra vida os invitó a plantar. Si estos niños y niñas son el orgullo de vuestra casa, os lo debemos todo a vosotros, porque de vosotros, de los padres y de los abuelos, aprendimos a vivir, comprobamos el valor que tiene el sacrificio personal para mejorar en la vida y gracias a vosotros se ha construido un país y ha surgido un tiempo nuevo mejor que el que vivisteis de niños. Y digo más, soy mujer y creo que en nuestra democracia reciente, uno de los cambios más grandes que se han producido ha sido la incorporación de las mujeres al mundo del trabajo, al trabajo fuera de casa, claro está. Este avance, sin los abuelos, hubiera sido imposible. Gracias por lo que hacéis por la sociedad, sin los abuelos, que cuidáis de nuestros hijos cuando nosotros no podemos, sería muy difícil eso que llaman de forma muy rimbombante, la conciliación de la vida laboral y familiar. A las ongs y a las asociaciones de voluntarios les hacen muchos homenajes públicos por la labor que desempeñan, y se lo merecen, pero creo que la ong más importante y desinteresada del mundo sois los abuelos, porque sin vosotros el país se paralizaría, pensando en quién iría a recoger a los nietos a la salida del colegio o quién cuidaría de ellos cuando se ponen malitos. Os necesitamos, os necesitamos a todos, por lo que fuisteis, por lo que hicisteis por nosotros y por todas las cosas que aún tenéis que enseñarnos y recordémoslo siempre: del árbol nace el fruto y del fruto todo el bosque, el bosque son vuestros nietos y su vida la empezasteis a sembrar el día que lo disteis todo por nosotros. No puedo terminar sin acordarme de nuestra patrona, la virgen de los Milagros que este año celebra el 75 aniversario de la llegada de la imagen actual. Quiero reconocer el trabajo de la Hermandad, los cuidados que le brinda la ermitaña a nuestra madre y, a su ermita, para que todo esté perfecto, y la fe que todos y todas tenemos en ella. Una fe que a buen seguro llevara a superar los momentos difíciles, las enfermedades que en estos momentos padecen algunos y algunas de nuestras vecinas. A todos ellos, y aquí por respeto no voy a nombrar a nadie, les envió mi cariño, todo mi ánimo y mi más sincero apoyo porque, como suele decirse, con empeño se sale y ese no os falta. Confío en que, más pronto que tarde, también se salga de la tan manida “crisis económica”, que deje de ser noticia “la prima de riesgo”, la palabra rescate o los malos augurios de algunas instituciones económicas. Por el bien de todos y, sobre todo, de las futuras generaciones, espero que volvamos a la senda de progreso y bonanza de la que nunca debimos salir. Como es de bien nacido ser agradecido, vuelvo a mostrar mi gratitud y la de mi familia a todo el pueblo de Bienvenida por las muestras de cariño que recibimos. Y gracias, José Manuel, gracias alcalde, Antonio, y a todos los miembros de la corporación municipal, también agradecida por haberos acordado y confiado en mí para dar el pregón de este año. En definitiva, digo bien alto y claro que: puedo presumir que soy de pueblo, que como sucede al resto de las personas, soy todo lo que me pasa, a mí me pasó que me crié en este pueblo y como la felicidad, no sólo se vive, sino que también se recuerda, cada vez que recuerdo mi infancia y adolescencia entre estas paredes y entre vosotros la sensación que brota resulta muy agradable. Y además, estoy convencida de que la Bienvenida de hoy es una localidad amable para vivir, para vivir con calidad, algo que hoy todos valoramos mucho. Bienvenida tiene un alma especial, soy afortunada y por eso extiendo mi gratitud a todos vosotros. Abuelos del mundo, mil gracias por vuestro talento natural y vuestra fuerza, nuestro modelo. Gracias a todos por vuestra paciencia, por haberme escuchado, por estar aquí. Buenas noches y ¡felices fiestas, Bienvenida! (ULTIMA DESPEDIDA) A estas alturas de la noche, todos estáis deseando de disfrutar de la feria así que no os robo más tiempo: ¡queridos amigos y amigas de Bienvenida!, por unas horas, dejemos aparcada la tan traída y llevada crisis y que hoy, como ayer, estos días de fiestas sean un buen momento para recordar que hay mucho por hacer, mucho que corregir, mucho por lo que luchar, por lo que trabajar y que lo hagamos todos unidos. Que comience la diversión, declarado inaugurada la Feria 2012. Buenas noches amigos.