Misión Compartida - Hermanas Hospitalarias

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Iluminación
XX CAPÍTULO GENERAL
MISIÓN COMPARTIDA
(Fundamentos teológicos y eclesiológicos)
En realidad juzgas que los
tiempos pasados son buenos
porque no son los tuyos (…)
Tenemos más motivos para
alegrarnos de vivir en este
tiempo que para quejarnos de
él”
San Agustín
Roma, 14 de Mayo 2012
HERMANAS HOSPITALARIAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
2
INDICE
1.- Introducción.
2.-Aspectos de la realidad
2.1.- Fortalezas
2.2.- Debilidades
2.3.- Itinerario de la Congregación
3.- Fundamentación-iluminación.
4.- Relectura de las claves del proceso.
5.- Modalidades y caminos.
6.- Propuesta.
Conclusión
1.- INTRODUCCIÓN.-
3
En la celebración del evento del Capitulo general, el Espíritu del Señor nos conduce a fijar
nuestra atención, discernimiento y compromiso en el ámbito de la misión compartida.
Lo primero que brota es el reconocimiento agradecido al camino que el Dios de la misericordia
va realizando con todos nosotros: hermanas, colaboradores y pacientes. Desde aquí nos
hacemos la misma pregunta que se hicieron María Josefa Recio y María Angustias Giménez
antes de la fundación de la Congregación: Jesús ¿Qué quieres de nosotros?.
Partimos de que el carisma de la Hospitalidad proporciona a la Congregación de Hermanas
Hospitalarias dos fundamentos valiosísimos para vivir y sacar inmensas riquezas espirituales,
apostólicas y evangelizadoras en el momento presente:
1.- Dios nos ha donado con su misericordia y hospitalidad una mirada y un corazón cordial
para todo lo humano, relacional y social. Esto nos proporciona la mirada contemplativa para
descubrir los “signos de los tiempos” en el momento presente y vislumbrar su voluntad.
2.- La hospitalidad, no pertenece al mundo sacral sino al patrimonio moral de nuestra sociedad1,
al ámbito secular. El carisma posibilita, que juntos hermanas y colaboradores llevemos la
presencia tan humana y tan cristiana de la caridad, a los límites del dolor de las personas
con dolencias psíquicas y otras patologías o minusvalías, espacios especialmente
necesitados de una hospitalidad que lucha por la dignidad de toda persona humana, por
los derechos humanos y la evangelización como Buena Noticia de Dios.
La creciente expansión de la Congregación, el nuevo contexto socio – espacial y la tipología que
conforma el desarrollo de la Misión Hospitalaria es un reto. Es decir, no es una nueva dificultad
sino una llamada de Dios a “cosas nuevas”. Esto supone, una reestructuración profunda del
pensamiento, de las bases eclesiológicas del ejercicio de la misión y de la forma de comprender
la Hospitalidad como carisma de Dios y de la Iglesia. Esto implica tanto a las Hermanas como a
los colaboradores2. Es un paso más en un largo itinerario y un aspecto cualificado en este
Capítulo general cuyo tema clave es la Reestructuración. Siendo verdad que la carencia de
vocaciones religiosas acentúa la desproporción entre Hermanas y Colaboradores, queremos
fijarnos más en los aspectos teológicos eclesiales de la misión compartida.
2.-BASES TEOLÓGICAS Y ECLESIOLÓGICAS DE LA REFLEXIÓN.1
JUAN PABLO II, Carta apostólica Salvifici Doloris, n.29, Roma, Vaticano, 11 de febrero de 1984.
Se denominan colaboradores al conjunto de personas que participan en la misión hospitalaria de muy
diversas formas. El rasgo distintivo es la participación en la misión y no una relación afectiva o de
sintonía religiosa. Los colaboradores no son meros trabajadores, sino profesionales que sintonizan con la
orientación con que un carisma colorea lo que es su tarea profesional y por eso su participación en la
misión carismática es inestimable y, frecuentemente muy generosa. Son personas humanamente
estimulantes y hospitalariamente eficaces que permiten llevar adelante la hospitalidad. (cfr.GUEVARA
LLAGUNO J.; MOLINA D. Desafíos teológicos y pastorales de la misión compartida, p.4). En la
Congregación comprendemos que juntos “ Formamos una comunidad plural e inclusiva, capaz de
establecer colaboración y comunión alrededor del rostro humano, con personas de buena voluntad, con
quienes comparten la fe en Jesucristo y con quienes encuentran en el carisma hospitalario su modo de
vivir la vida cristiana” (MII.n.10). Por esto, bajo el término colaborador encontramos personas que parten
desde diferentes concepciones de la vida y de la fe, pero todos pueden hacer un camino gradual de mayor
sintonía con el carisma hospitalario y la realización de la misión que de él deriva. Existe un proceso de
identificación, sin llegar necesariamente a la modalidad de laicos hospitalarios, que va orientada además
hacia la institucionalización como grupos. La realidad de Laicos Hospitalarios es un proyecto de futuro,
aún no real mientras que los colaboradores con diferente grado de identificación existen ya como tales.
2
4
Nos basamos esencialmente en un enfoque de la Misión, dentro de la Iglesia, tal como esta
aparece a partir del Concilio Vaticano II, tanto en la Lumen Gentium (lo que la Iglesia dice de sí
misma) como en la Gaudium et Spes (la misión de la Iglesia en el mundo).
.
Partimos del designio amoroso y salvíficos de Dios para todos los hombres, sin
distinción alguna y cómo en Cristo se manifiesta la plenitud de esta salvación. Jesús de
Nazaret, el Dios que se hace humano, para manifestar el amor y la salvación de Dios “ pasó por
el mundo haciendo el bien y sanando a los enfermos” (Hech 10,38; Const. 4). Por lo tanto las
curaciones en Cristo son signos de salvación y la hospitalidad que plasmamos
históricamente la Comunidad hospitalaria, se entiende como “anuncio de la salvación de
Dios en Cristo”. Por eso afirmamos que tenemos que ir colaborando, desde la hospitalidad,
para que en la historia se vaya encarnando la “Missio Dei”.
La Iglesia es Misterio de este Dios amoroso y salvador (L.G I), es sacramento de
salvación en la historia, esta es su Misión: Anunciar esta Buena Noticia a todos los seres. La
Iglesia es una comunidad de fe, esperanza y amor (L.G n.8) en la que todos sus miembros y
todas las vocaciones tienen su propia identidad y su función en esta comunidad (L.G II). Es el
Pueblo de Dios3, que abarca, con vínculos diferentes, desde los católicos a los paganos. Todos
ellos colaboran en la única Misión de anunciar la Buena Noticia. La perspectiva de la Iglesia
comunión enfatiza mucho más el carácter teológico, histórico-salvífico, eclesiológico y
sacramental de la Iglesia que la mera estructura externa, acentúa lo que une a las distintas
vocaciones y personas que lo que las diferencia. La Iglesia es el sacramento de Cristo en la
Iglesia, es una comunidad en fe y amor y su misión es ser Buena Noticia de Dios para los
hombres.
El Espíritu Santo regala a quien quiere sus carismas para beneficio del mundo y de la
Iglesia. La Comunidad hospitalaria, Hermanas y muchos de los colaboradores han recibido
este carisma de la hospitalidad para ser acogido, discernido y hecho servicio en el seno
de la Iglesia, según la interpretación de San Benito Menni, Mª Josefa Y Mª Angustias. La
realización en misión compartida de este carisma es la contribución específica con la que
realizamos la Misión de la Iglesia y a su vez la Iglesia con la presencia y el servicio hospitalario
de todos nosotros alcanza a llevar la Buena Noticia a nuestros destinatarios, de una forma propia
y específica.
Las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús tienen en su propio
nombre la expresión del carisma de la hospitalidad, pues su razón en la Iglesia es el ejercicio
de la caridad hospitalaria vivida en estado de consagración religiosa, según el modelo de
caridad perfecta, Cristo, simbolizado en su Corazón (cfr. Const 2).
La Hospitalidad como carisma nos lleva a vivir e impulsar la misión compartida
como parte de su dinamismo intrínseco, a la integración, acogida y comunión. Por otra parte
nuestro nombre “Hermanas” nos ofrece la clave en el modo de situarnos: como
hermanas, en fraternidad, en cordialidad , como hermanas con hermanos.
.
Esto no lleva a la indiferenciación de las diversas vocaciones. “La Iglesia ejerce su
misión por obra de todos sus miembros, aunque de diversas maneras (…). “En la Iglesia hay
3
La Iglesia como Pueblo de Dios (L.G II) nos dice que en la perspectiva de la historia de la salvación hay
elementos comunes y anteriores a cualquier distinción de orden carismático, funcional o ministerial.
5
variedad de ministerios pero unidad de misión” (AA, n.2)4. De modo que cada vocación tiene su
propio ministerio en función de la gran misión y este ministerio se ejerce desde la propia
identidad vocacional y carismática.
3.- ASPECTOS DE LA REALIDAD.3.-1.-Fortalezas.La centralidad del paciente o usuario, se convierte en clave de comunión e identidad de todos.
Muchos desde su fe cristiana viven también la misión también como clave de lectura del
evangelio y compromiso con la expansión del mismo. Es decir en este momento de la historia ya
no es solo la Congregación la que se compromete, transmite valores, y busca colaboradores
para su misión, sino que tantos colaboradores ya se han sentido atraídos y comprometidos en la
Hospitalidad con la persona que sufre, con el proyecto hospitalario, con su riqueza humana,
cristiana y solidaria. La relación y mutuo conocimiento entre Hermanas y colaboradores ha
progresado mucho y con ello la mutua valoración y el compromiso conjunto en la vida y misión
hospitalaria. Se ha normalizado la asunción de cargos de responsabilidad en los centros y en la
dirección estratégica de la realización en las diversas provincias.
A nivel de iluminación contamos con ricas indicaciones en los capítulos generales que nos sirven
de plataforma para hacer un camino en misión compartida.
En algunas Provincias, se esta llevando a cabo acciones formativas con Directivos, mandos
intermedios y personal en general sobre aspectos de la identidad institucional. En algunas se
han iniciado además grupos de crecimiento en la fe con un matiz hospitalario, se hacen
encuentros de oración y espiritualidad, en el ámbito del voluntariado hay personas, tanto
colaboradores como voluntarios y amigos de la hospitalidad y de la Congregación, que
demandan una mayor sistematización y hondura en el compartir la espiritualidad la vida y misión,
sea en la modalidad de colaboradores más comprometidos o de Laicos hospitalarios5.
Cada vez con mayor frecuencia y compromiso los colaboradores participan en Asambleas y
Capítulos de la Congregación con mutuo enriquecimiento. Estos espacios comunes y otros, son
marcos fundamentales para ir estableciendo “sentidos compartidos” en los elementos nucleares
que estructuran la finalidad y el estilo de la misión. El Marco de identidad de la Institución
supone una plataforma común de acercamiento a los aspectos fundamentales de la misión
hospitalaria para todos, Hermanas y colaboradores.
3.2.-Debilidades.Vemos que hay una notable diferencia entre la evolución de los planteamientos de “misión
compartida” a nivel de los Capítulos de la Congregación y los desarrollos concretos en la
realidad.
CONCILIO VATICANO II, Decreto “Apostolicam Actuositetem”, sobre el apostolado de los seglares,
Roma 18 Noviembre 1965, n.2.
5
Con este concepto se hace alusión a un laicado asociado a la espiritualidad de la Congregación de
Hermanas Hospitalarias de forma institucionalizada. Sin embargo es muy importante considerar el
proceso previo de formación, interiorización del carisma, crecimiento en la fe, comunidad de referencia,
discernimiento de la propia vocación laical hospitalaria, formas de compromiso en la diaconía
hospitalaria, etc, antes de llegar a la institucionalización de la asociación.
4
6
Faltan procesos formativos, diferenciados para colaboradores y para laicos hospitalarios6 que
desean mayor integración desde una opción vocacional cristiana.
El laicado hospitalario no se ha iniciado como tal, aunque hay muchos cristianos dentro del
colectivo de colaboradores.
Falta una opción de toda la Congregación para transmitir la interpretación de la hospitalidad en la
historia, se reduce al compromiso de algunas Hermanas.
Falta reflexión y discernimiento en la Congregación sobre el carisma y la misión compartidos
desde una eclesiología de comunión y la repercusión en la propia manera de comprenderlos
desde la modalidad de vida consagrada.
Hay falta de claridad en el contenido de los grandes temas de carisma y misión y qué queremos
decir cuando afirmamos que los colaboradores también reciben el carisma de la hospitalidad y
que compartimos la misma misión. Hace falta aclarar el sentido de estos conceptos y sus
diversas acepciones, a la vez hacer un camino de discernimiento para descubrir las
consecuencias y compromisos de la Congregación y los colaboradores al adentrarnos en ellos.
Bastantes grupos de Hermanas viven con perplejidad la comprensión de la misión hospitalaria 7,
el ministerio8 de la hospitalidad como misión del Instituto en la situación actual. ¿Puede existir la
misión carismática de la Congregación si no hay presencia de Hermanas?. ¿Bastan los criterios
de acción o es necesaria la presencia de las Hermanas?
Algunas corrientes de la Iglesia ponen en cuestionamiento la Vida religiosa apostólica,
considerándola como vida religiosa no tan completa como la contemplativa La ven
“secularizada”, y ahora no necesaria, porque la labor apostólica propia, ha sido absorbida por
la responsabilidad social.
Las Hermanas, en muchos casos conciben que la misión, antes propia ”9 la realizan ahora los
colaboradores, identificando totalmente la misión con la tarea apostólica.
6
Los laicos hospitalarios son una realidad futura, un camino por recorrer dentro de los procesos de
integración en el carisma y la misión.
7
Llamamos misión hospitalaria a la forma particular de vivir y realizar la misión sanadora y terapéutica
en favor “ de los enfermos mentales y disminuidos físicos y psíquicos, con preferencia pobres, y en otras
actividades apostólicas de acuerdo con nuestro carisma hospitalario” ( Const.3). El centro de esta misión
(ministerio) está claramente definido como “ continuando en la Iglesia y para el mundo la misión salvífica
de Jesús” y para unos destinatarios preferentes, tal como aparecen en Constituciones. Partiendo de este
centro, la misión se va ampliando en círculos concéntricos, para alcanzar primero a las personas con
dolencias psíquicas, que es un concepto abarcante de diversos modos de sufrimiento y se va abriendo a
otras necesidades. Esta misión hospitalaria o misión carismática es el modo como Hermanas y
colaboradores llevamos a cabo una contribución preciosa a la realización del Anuncio de la Buena
Noticia de la Iglesia. La misión carismática es el punto nuclear de la misión compartida. .
8
Ministerio es el ejercicio, el servicio a partir de un carisma reconocido, aprobado e institucionalizado
por la Iglesia para la construcción del Cuerpo de Cristo. El ministerio expresa el carisma y se realiza
desde la identidad vocacional. Se concreta en tareas específicas, pero sin identificarse ministerio y tareas.
El ministerio da lugar a una identidad. Dirigiéndose a las Hermanas dicen las Constituciones “nuestra
razón de ser en la Iglesia es el ejercicio de la caridad hospitalaria vivido en estado de consagración”
(Const.2). Lleva consigo un modo de vida, una espiritualidad, un tipo de relación social. El “ministro”, ya
sea persona o grupo comunitario se hace signo de la misión para los demás y para si mismo.
9
La misión evangelizadora de las Hermanas Hospitalarias (Const. nn.60-68) la vemos dentro de la misión
carismática que realizamos en misión compartida. Es una misión que vivimos y realizamos como
Comunidad fraterna, no individualmente. “ Enviadas por el Espíritu hacemos presente en el mundo la
salvación de Dios mediante el sagrado ministerio de la caridad, en unión y a ejemplo de Jesús que se
7
Hay un uso indiferenciado del término “misión”, referido tanto al ministerio de la hospitalidad en la
vida consagrada, como al modo de colaboración desde el carisma hospitalario en la única misión
de la Iglesia y haciendo referencia a la misión del Anuncio de la Buena Noticia, propio de toda la
Iglesia. También es utilizado para referirse a las “obras” hospitalarias, desde su vertiente de
empresa.
La Congregación tiene una concepción de las obras como ámbitos de realización de la misión
del Instituto y con mucha menor fuerza como misión eclesial10. Los centros están concebidos
dentro de un marco canónico de la misión de la vida consagrada y sin embargo la presencia de
Hermanas es exigua.
Faltan planes sistematizados de formación para la misión, con criterios comunes, con procesos
en identidad carismática y en crecimiento en la fe, a nivel general, concebidos como procesos
conjuntos de Hermanas y colaboradores.
Cuando se plantean diversos modos de vinculación al carisma y a la misión en el conjunto de
los colaboradores, surge incomodidad en parte de ellos que lo ven como grados o niveles
jerárquicos.
Falta conciencia del momento decisivo para la transmisión de los valores y cultura hospitalaria
en Europa que acompañe los cambios estructurales, organizativos y sociales de las obras
hospitalarias.
Los órganos de participación de Hermanas y colaboradores para el discernimiento, organización
y decisión en el ámbito de la misión compartida, son diversos y valiosos, tanto para discernir
como para ejecutar las decisiones, sin embargo, no están sistematizados congregacionalmente
y carecen de una formalización y reconocimiento, por esto hay gran desigualdad en los
procedimientos de cada Provincia.
Hay mayor conciencia de las dificultades de Hermanas y colaboradores en este proceso, que de
las riquezas que la dinámica eclesial de la comunión pueden generar a nivel de la renovación de
la vida consagrada hospitalaria y en relación a la interpretación y actuación del carisma.
inclinó sobre la humanidad doliente curándola de sus enfermedades” (Const. N.60) . Es una forma de
hacer presente la salvación de Dios, es decir la manera como colaboramos para hacer presente la Buena
Noticia de Dios. Así es nuestra forma de evangelizar en la Iglesia. (Const 64). “ La hospitalidad que nos
define se expresa: en un amor personal, fraterno, sincero y gratuito a las hermanas de la propia
comunidad; en una profunda actitud de bondad y ternura y en un servicio paciente, continuo, abnegado y
alegre a los enfermos, vivas imágenes de Jesús; en la acogida, con un estilo de vida sencillo y humilde a
todas las personas que llegan a nostras” (Const.n.5). Esto las Hermanas lo realizan según la propia
vocación o modo de vida cristiana: en estado de consagración religiosa, siguiendo a Cristo virgen, pobre,
obediente y misericordioso (Const. N.4), según el modelo de caridad perfecta, Cristo, simbolizado en su
Corazón (Const.n.2). La hospitalidad infunde su impronta en todas las dimensiones de la consagración de
las Hermanas Hospitalarias. La vocación personal, la consagración entra a formar parte de la raíz del
ministerio, en las personas consagradas.
10
La misión hospitalaria es evangélica y eclesial. Quienes participamos en esta misión recibimos en envío
de la Iglesia y, a través de ella, de Jesucristo mismo, enviado del Padre. Es una participación de la misión
salvadora y evangelizadora de la Iglesia. Se complementa con el resto de la misión eclesial como parcela
de la única viña. Las tareas concretas que comprenden la misión hospitalaria, desde la más profana a la
más religiosa forman parte de un único proceso de evangelización. La misión hospitalaria tiene una
dimensión antropológica, una dimensión social, evangélica y eclesial.
8
3.3·-ItInerario congregacional.
La experiencia Congregacional nos presenta un largo itinerario en el camino de comunión como es
la misión compartida. La colaboración de personas seglares ha sido una constante, desde los
orígenes, en las Obras hospitalarias. El mismo P. Menni la promovió para como una exigencia
indispensable para ofrecer la atención integral de calidad a las enfermas y a los centros en
general.
En el n. 26 del XIX Capitulo general que tiene como tema “la Misión Hospitalaria, Buena Noticia de
la Sanación para el hombre de hoy” (2006) se hace un esbozo de este camino con sus hitos mas
significativos desde 1980. Lo retomamos y lo completamos con los últimos documentos.
En el texto de las actuales Constituciones, aprobadas en el año 1983, el n. 67 trata de los
colaboradores en la misión y está dentro del apartado de la misión evangelizadora hospitalaria de
la Congregación. Dice así “compartimos de alguna manera, nuestra misión hospitalaria con otras
personas. Asumimos plenamente su condición de colaboradores, respetamos sus derechos,
favorecemos su vida de fe y tratamos de comunicarles el espíritu de nuestra Congregación en
orden a un mejor servicio hospitalario. También debemos asociar a esta tarea a los familiares de
los enfermos y ofrecerles la acogida y la ayuda propias de nuestro espíritu congregacional”.
La participación ha ido creciendo en número, valoración, significatividad y en una progresiva
comprensión del autentico enriquecimiento y complementariedad. Las razones son la disminución
del número de hermanas, pero también la exigencia profética del carisma y la creciente
participación y responsabilidad de los laicos en la comunión y misión de la Iglesia.
Para generar mayor sensibilidad en la Congregación, el año 1987 fue declarado año del
colaborador.
En 1988, el XVI Capítulo general afirma “Religiosas, colaboradores y voluntarios debemos
integrarnos en la misión del servicio al enfermo, que es el centro de nuestra acción,
convirtiéndonos en signos de comunión” (DCG. XVI, 1988, p. 16). “Se advierte sensibilidad e
inquietud por la integración de los laicos, incluso en puestos de responsabilidad” (p.18).
En 1987 sale a la luz el Reglamento general de las Instituciones, en cuya presentación la entonces
superiora general Sor Mª Dolores Aldaba afirmaba: “El reglamento que mantiene la lógica y
necesaria jerarquización de funciones que la organización de un centro hospitalario requiere, no le
pasa por alto la importancia y necesidad de la corresponsabilidad entre los distintos grupos y
personas que forman la comunidad laboral hospitalaria, Los pasos a que en este sentido hay que
ir dando repercutirán positivamente en el funcionamiento de los centros y por tanto en las mejores
prestaciones” .( Reglamento General, pp.8-9)
Documento del XVII Capitulo general (1994). En el chequeo sobre la realidad de la Misión se
presenta algunos puntos como: “Nuestra vida hospitalaria no es claro testimonio profético y se
explica que vamos creciendo en conciencia evangelizadora como primera misión y que eso
ayuda compartir el carisma con los colaboradores.” Otra afirmación es la “insuficiente
integración y corresponsabilidad de los colaboradores en la misión y se anota la sensible distancia
entre la comunidad religiosa y los colaboradores”, como factor que este ayudando sensiblemente a
su integración esta “el convencimiento de que estamos llamados a compartir el carisma y la
misión, la existencia de colaboradores abiertos e identificados con los valores. Se sigue anotando
que tenemos dificultad para delegar funciones y hay una cierta desconfianza reciproca, pero su
9
participación en áreas fundamentales de la organización hospitalaria es un hecho y marca un
camino de acercamiento comprensivo y confiado”. (DCG, p.12).
Este mismo año la Congregación presenta el documento “Proyecto Hospitalario integral” que es
“una respuesta a los cambios vertiginosos que impulsan a ofrecer respuestas sanitarias,
carismáticas y evangelizadoras en el mundo de la salud y a la vez nos pide situarnos desde
nuestra identidad, en un contexto de participación y condivisión del carisma recibido, de forma
que, junto con los laicos, ofrezcamos una válida contribución al desarrollo y humanización de
nuestra Misión hospitalaria (PHI, p.9-10). Este documento articula la Comunidad Hospitalaria y la
Obra Hospitalaria alrededor del carisma y estilo que constituye la Hospitalidad” (p.12). “La
Comunidad Hospitalaria (misión compartida) la constituyen todas aquellas personas que, de
diversas formas están implicadas en la Obra: enfermos o personas asistidas y sus familiares,
colaboradores, voluntarios y la comunidad religiosa” (pp.33-34).
El año 1998, dentro del proceso de colaboración e integración institucional, la Congregación
presenta el documento “Laicos Hospitalarios” como respuesta a un “signo especial de nuestro
tiempo hospitalario” que necesita ser interpretado en toda la hondura de su sentido y en toda la
fecundidad de su alcance. El signo es la presencia decisiva de colaboradores en la realización
de nuestros proyectos apostólicos” (L.H. p 7). Se desarrolla a la luz de las orientaciones del XVII
Capitulo General que planteaba: “Caminar corresponsablemente Hermanas y laicos en la Misión
Hospitalaria”. Esto abría varias líneas de trabajo: “Llevar con especial empeño adelante los
objetivos que afectan a Hermanas y colaboradores, incorporar personas con gran sensibilidad
hacia el mundo del dolor” y se hace notar que “el carisma no nos pertenece en exclusiva, es un
don del Espíritu para ser compartido, de alguna manera con otros creyentes y esto nos
compromete a identificar personas motivadas, que desde su condición de laicos, integrados
en la iglesia particular, puedan formar una asociación inspirada y animada en el espíritu de
la Congregación, con estatutos que definan su identidad, objetivos y finalidad de la misma”
(Cap. Gen XVII, p.42, 43).
A partir del Vaticano II sabemos que todo fiel cristiano puede participar de un carisma. También
del carisma hospitalario.(L.H.p. 12). La Superiora general continúa diciendo “ Se ha puesto de
relieve(…) la urgencia de la cooperación y la colaboración de todos al común proyecto de la
misión de la Iglesia. Se nos viene invitando incluso a la colaboración con los no creyentes, en
aquellos proyectos que favorezcan el bien común, la justicia, la promoción humana, etc, en los que
la distinta fe o su carencia no sea obstáculo para trabajar juntos. No podemos resistirnos a este
fenómeno que se señala como un signo de los tiempos”11 . El posicionamiento de apertura de la
Congregación obedece también a un interés de los mismos colaboradores que afirman: “ en el
diálogo nos sentimos al mismo tiempo libres e identificados con el proyecto de las Hermanas
Hospitalarias, y de este modo, podemos compartir la misión de la Congregación. Todos vivimos el
trabajo como vocación humana de servicio al enfermo, todos somos solidarios en algo más que en
el trabajo, en las actitudes básicas que exige el paciente, todos comulgamos en los mismos
valores, todos asumimos la cultura hospitalaria, todo ello en orden a una atención integral del
paciente” (Laicos h. p.16). Dentro de las posibles líneas de acción dice este documento: “ A los
colaboradores que libremente así lo deseen, nos atrevemos a ofrecerles el ser partícipes, con
nosotras, del espíritu del Buen samaritano, que es el Aliento de nuestra vida y de nuestra tarea
y les invitamos a beber de la misma fuente” (L.H.p. 17).
- El año 2000 se celebra el XVIII Capitulo general con el tema “Identidad hospitalaria, don y desafío
en la iglesia y en el mundo”. En el mismo se aborda una lectura espiritual de la realidad para
11
LOPEZ BEORLEGUI T. La entrañable misericordia del Padre, Congr. 16.11.1992, pp.42-43.
10
interpretar y acrecentar la espiritualidad desde los destinatarios preferentes del carisma: las
personas que sufren dolencias psíquicas. La Congregación afirma que ”Dios se nos revela, nos
interroga, nos llama y nos envía en el rostro de sus vivas imágenes” (p.4). La reflexión alrededor
del icono del encuentro de Jesús con el enfermo de Gerasa (Mc 5,1-20), un encuentro samaritano
con un enfermo psíquico, lleva a una relectura del carisma y de la espiritualidad que se puede
extender a todos los que continuamos en el tiempo esta historia de hospitalidad en tantas
comunidades y centros. El hombre que sufre es punto de encuentro de todos los que participan
en la misión hospitalaria. A su vez en este documento se vuelve a especificar el deseo de grupos
de colaboradores que desean participar de forma más comprometida en el carisma desde su
estado laical, piden que se busquen caminos para recorrer juntos “dejando que los colaboradores
beban del pozo de su misma espiritualidad laical. Nosotras Hermanas, estamos llamadas a
acoger lo genuino de los laicos en la vivencia e interpretación del carisma hospitalario”
(n.26).
El n.28 de dicho documento contiene aspectos significativos bajo el título bien iluminador:
Sarmientos todos de la única vid con los colaboradores “ La presencia de los colaboradores en
nuestros centros nos ha ayudado a replantearnos nuestra identidad carismática. Al mismo
tiempo, nos ha estimulado a reflexionar sobre su identidad de laicos, partícipes del carisma de
la hospitalidad. Su manera peculiar de vivir su vocación nos ha enriquecido y nos ha ayudado a
comprender mejor nuestra vocación” “algunos colaboradores y otras personas vienen
manifestando deseo de participar de forma más comprometida en nuestro carisma” Esto nos
exige por una parte, crecer en identidad carismática y vivir nuestra espiritualidad y por otra nos
pide ir discerniendo caminos para recorrer juntos. Somos sarmientos radicados en Cristo, la
verdadera vid, convertidos por El en una realidad viva y vivificante”.
En este documento el punto de referencia de la comunión entre Hermanas y colaboradores
está en Cristo, la verdadera vid y en el rostro del enfermo. Nuevamente hay una llamada a la
formación para crecer en identificación.
En el 2006 se celebra el XIX Capitulo General con el tema: “Misión Hospitalaria Buena Noticia”. El
texto bíblico que inspira la reflexión y el discernimiento es Hech 10,34-48. La novedad esencial con
respecto a la comprensión teológica de la Misión compartida la encontramos en la tercera parte del
documento que se basa en la afirmación de Pedro “Estos han recibido el Espíritu Santo igual
que nosotros” (Hech 10,47). La experiencia de la irrupción del Espíritu sobre el centurión
Cornelio, aún pagano, rompe los prejuicios de Pedro de cara a la incorporación de los que están
fuera del círculo de los primeros creyentes y sin embargo quieren vivir la justicia, la compasión y la
fe.“El carisma de la hospitalidad es un don del Espíritu, que el mismo da a quien quiere, que tiene
un destino universal para el bien de la humanidad (…) hay una gran pluralidad dentro del la causa
común: el enfermo” (DCG XIX, n.25, p.52). “Este proceso de acercamiento de todos, colaboradores
y religiosas, al valor del rostro humano como verdadera epifanía de Dios, es donde radica la
verdadera presencia revolucionaria de la Buena Noticia” (n.27).
“Por colaborador se entiende toda persona que trabajando en nuestras obras, colaboran en la
construcción del Reino, aunque no tengan clara conciencia de que con ello realizan históricamente
la misión sanadora de Jesús. Reservamos la expresión “laicos hospitalarios” a cuantos siendo
creyentes y asumiendo su vocación de laicos en la Iglesia y en el mundo, no solo quieren vivir el
carisma, la espiritualidad y la misión hospitalaria, sino que desean llegar a algún modo
institucionalizado de vinculación con la Congregación, aunque no trabajen en nuestras obras”
(n.27).
11
“De aquí surge la necesidad de que la comunidad religiosa esté dispuesta a despojarse de
toda pretensión de ser la única mediación histórica que hace presente la misión sanadora
de Jesús. Guiados por el espíritu, aceptamos acoger y reconocer con gozo y libertad interior a
todos los que aun sin saberlo, pertenecen a la nueva realidad de Dios, que llamamos Reino y que
ellos contribuyen a construir. Juntos seremos “buena noticia de que Dios sigue proponiendo su
sanación al hombre de hoy” (n.27)
En Enero de 2011 se publica el “Marco de Identidad de la Institución”. Este documento nace del
compromiso del XIX Capitulo General en el desarrollo de la reflexión sobre la Misión Hospitalaria.
Es una relectura del carisma y misión hospitalaria elaborado por Hermanas y colaboradores
y dirigido a la Institución. “Se entiende aquí por Institución la red de centros, personas, servicios y
actividades que comparten la misión y los valores hospitalarios, los objetivos institucionales y unos
criterios organizativos en relación directa con el carisma de la Congregación de Hermanas
Hospitalarias del sagrado Corazón de Jesús. Esta denominación, Institución, en este documento
se refiere al ámbito de la misión compartida y no tiene valor jurídico” (MII, n.7). Esta relectura
conlleva una presentación de la identidad institucional desde cinco vertientes: la historia, la
comunidad hospitalaria, la misión, los valores y el modelo asistencial. Pretende una identificación
de todos con lo esencial del carisma, de la misión y el estilo hospitalario desde la pluralidad
de vocaciones y proyectos de vida.
4.-FUNDAMENTACIÓN ECLESIAL.Desde la perspectiva de la Vida religiosa
A su vez el magisterio eclesial nos ofrece también su luz sobre la misión compartida.
El primer documento que nos presenta su orientación desde la teología de la Vida Consagrada de
199612.
“Debido a las nuevas situaciones, no pocos institutos han llegado a la convicción que su carisma
puede ser compartido con los laicos. Estos son invitados por tanto a participar de manera más
intensa en la espiritualidad y la misión del Instituto mismo. En continuidad con las experiencias
históricas de las diversas Ordenes seculares o Terceras ordenes, se puede decir que se ha
comenzado un nuevo capitulo, rico en esperanza, en la historia de las relaciones entre las
personas consagradas y el laicado” (V.C. 54).
“A la Vida Consagrada se le asigna un papel muy importante a la luz de la doctrina sobre la Iglesia
comunión. Se les pide a las personas consagradas que sean verdaderamente expertas en
comunión y vivan la respectiva espiritualidad como testigos y artífices de aquel proyecto de
comunión que constituye la cima de la historia del hombre según Dios (V.C. 46) “La Iglesia
encomienda a las comunidades de vida consagrada la particular tarea de fomentar la espiritualidad
de comunión” (V.C. 51).
Estas orientaciones se dirigen a los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y se les
exhorta a insertar a los laicos en su misión. El fundamento de la comunión se pone sobre las
12
JUAN PABLO II, Exhortación apostólica postsinodal, Vita consecrata, 25 de Marzo 1996, Solemnidad de
la Anunciación del Señor. (V.C)
12
actitudes de los propios miembros del Instituto para que los laicos puedan participar de manera
mas intensa en aspectos que se consideran “propios” de ese Instituto.
Desde la perspectiva laical.Años más tarde y contemplando la identidad de la Vocación laical en la Iglesia el Papa Juan Pablo
II afirma en la Christifideles Laici13 “ En la Iglesia comunión los estados de vida están tan unidos
entre si que están ordenados el uno para el otro. Su sentido profundo es el único y el mismo para
todos: ser una manera de vivir la común dignidad cristiana y la vocación universal a la santidad en
la perfección del amor. Son modalidades a la vez diversas y complementarias de modo que cada
una de ellas esta en relación con los otras y a su servicio” (ChL 55)
Atendiéndose a que se trata de la misión compartida entre los religiosos y laicos y en nuestro caso
también claramente con hombres de buena voluntad que aman y sirven al enfermo, es totalmente
necesaria la impostación complementaria desde el otro miembro de la relación, entre los laicos,
los colaboradores. Aquí la comunión pertenece a la identidad de la Iglesia, ella esta constituida por
diferentes modos de vivir la fe, por diferentes vocaciones. Ya con eso se descartan unas
prioridades de una vocación sobre otra, sino que hay una relación en igualdad para vivir la
dignidad cristiana y la vocación universal a la identidad en el orden del amor. Son dos modos de
vivir la vida cristiana, con su propia dignidad y sus características específicas.
Desde la Iglesia comunión.En el documento “Novo Millennio Ineunte14” del Papa Juan Pablo II, se afirma “se pretende hacer
de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión, este es el gran desafío que tenemos ante
nosotras en el milenio que comienza si queremos ser fieles al designio de Dios y responder a las
profundas esperanzas del mundo” y continuar. “No nos hagamos ilusiones, sin esta camino
espiritual de poco servirá los instrumentos externos de la comunión. Se convertirán en medios sin
alma, mascaras de comunión mas que modos de expresar el crecimiento” (NMI 43).
Desde la Vida religiosa en la Iglesia comunión.El 19 de Mayo del año 2002 aparece la instrucción “Caminar desde Cristo, un renovado
compromiso de la vida consagrada en el tercer Milenio”15. En el n.31 del mismo encontramos
preciosas indicaciones en el proceso de la comprensión de la “misión compartida” para los propios
Institutos religiosos: “Sólo en una eclesiología integral donde las diversas vocaciones son
acogidas en el interior de un único pueblo de convocados, la vocación a la vida consagrada puede
encontrar su específica identidad de signo y testimonio. Hoy se descubren cada vez más el hecho
de que los carismas de los fundadores y de las fundadoras, habiendo surgido para el bien
de todos, deben de ser puestos de nuevo en el centro de la misma Iglesia, abiertos a la
comunión y a la participación de todos los miembros del Pueblo de Dios”
13
JUAN PABLO II, Exhortación apostólica postsinodal Christifideles Laici, sobre la vocación y misión de
los laicos en la Iglesia y en el mundo, 30 de Diciembre 1988, fiesta de la Sagrada familia, Jesús, María y
José. (ChL)
14
JUAN PABLO II, Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte, Al concluir el gran jubileo del año 2000, 6
de Enero 2001, Solemnidad de la epifanía del Señor. (NMI)
15
CONGREGACIÓN PARA LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA Y SOCIEDADES DE VIDA
APOSTÓLICA. Instrucción Caminar desde Cristo, un renovado compromiso de la Vida consagrada en el
Tercer Millenio, Roma, 19 de Mayo 2002, solemnidad de Pentecostés. (Cd X)
13
“Si a veces, también en el pasado reciente, la colaboración se veía en términos de suplencia por la
carencia de personas consagradas, necesarias para el desarrollo de la actividad, ahora nace por la
exigencia de compartir las responsabilidades, no solo de la gestión de las obras del Instituto, sino
sobre todo en la aspiración de vivir aspectos y momentos específicos de la espiritualidad y de la
misión del Instituto. Se pide, por tanto, una adecuada formación de los consagrados así como
de los laicos para una recíproca y enriquecedora colaboración”.
“En este nuevo clima de comunión eclesial los sacerdotes, los religiosos y los laicos, lejos de
ignorarse mutuamente o de organizarse sólo en vista a actividades comunes, pueden
encontrar la relación justa de comunión y de una renovada experiencia de fraternidad
evangélica y de mutua emulación carismática, en una mutua complementariedad siempre
respetuosa de la diversidad. Una semejante dinámica eclesial redundará en beneficio de la
renovación y de la identidad de la vida consagrada. Cuando se profundiza la comprensión del
carisma se descubren nuevas posibilidades de actuación” (Cd X, n.31).
Este documento de la Sagrada Congregación para los Institutos de Vida consagrada y sociedades
de vida apostólica abre nuevas vertientes en el planteamiento reflexivo y práctico del tema: Se
entiende el compromiso de la misión compartida como extensión en la comprensión del
mandamiento del amor que preside la fraternidad dentro del Instituto religioso, de modo que toca
de lleno la concepción de vida de comunión y vida fraterna. Hace una llamada a salir de la teología
estricta de la vida consagrada hacia lo que llama una eclesiología integral. Desde ahí se hace una
llamada a colocar en el ámbito eclesial los carismas de los fundadores que hasta ahora se han
circunscrito al ámbito de los propios institutos, hay que abrirlos a la comunión y a la participación.
Los laicos pueden beber de la fuente de los fundadores directamente. Desde aquí se está
estableciendo un nuevo tipo de comunión. La novedad viene de que los mismos laicos han tomado
también la iniciativa para formar familias religiosas que comparten responsabilidades pero ante
todo la espiritualidad y la misión del Instituto en una verdadera fraternidad. Estas fraternidades
viven en complementariedad dentro de una unidad que respeta la diversidad de vocaciones. Para
esto es esencial la formación de todos: laicos y religiosos. Esta dinámica eclesial lleva a una
renovación de la identidad de la vida consagrada y a descubrir nuevas posibilidades del carisma
vivido en esta pluralidad.
5.- RELECTURA DE LAS CLAVES DEL PROCESO.Vemos cómo en el trascurso de la reflexión con los documentos capitulares de la Congregación
hay un avance, por una parte se avanza en la teología del laicado, en su valoración y por otra la
Congregación ha ido resituando el carisma de la hospitalidad, desde el proyecto fundacional que
ha constituido el Instituto, a verlo como un don que puede ser compartido por otros.
En los primeros documentos hasta 1994 se entiende el compartir como compartir la tarea y la
relación se establece sobre el trabajar con. El Instituto es el portador, manifestador y único
garante del carisma del los fundadores. De alguna manera aún el espíritu de la nueva eclesiología
del Vaticano II no influye en la comprensión de una relación que se pide sea respetuosa, valorando
a los que ayudan, cumpliendo debidamente las normas legislativas y respetando sus derechos.
En 1994, en el XVII capitulo general se inicia el planteamiento de que, estamos llamadas a
evangelizar y a compartir carisma y misión con los laicos. Aquí la eclesiología de comunión
que brota en el Sínodo de 1983 como desarrollo de los planteamientos conciliares de la Lumen
Gentium empieza a dar sus frutos. Sobre la base del redescubrimiento de la fuerza de la
consagración bautismal y el compromiso que conlleva para todo cristiano (LG 31), así como
14
sobre la llamada universal a la santidad, la Congregación toma conciencia de que el carisma no
le pertenece en exclusiva, su riqueza le desborda. Entonces se siente la llamada a abrir el
carisma, que antes “sólo” encarnaba la Congregación, a aquellos cristianos que sintonizaran y
leyeran su vida en esta clave de hospitalidad. Empezamos a hablar de todos juntos en la misión
como una Comunidad que la formamos Hermanas, pacientes, colaboradores, familiares. Es una
Comunidad que lleva una Obra alrededor del carisma. Esta es la impostación del documento
Proyecto Hospitalario Integral (1994).
Así surge el documento de “Laicos hospitalarios”. Se hace notar aquí un aspecto que va a ser
fundamental, se hace urgente la cooperación de todos en la misión de la Iglesia. Al centro de la
motivación está la misión hacia la que confluyen todos los cristianos en sus diferentes modos
de vida. “Nuestra razón de ser en la Iglesia es el ejercicio de la caridad hospitalaria” (Const.2),
vivido en estado de consagración las Hermanas y desde el estado laical los seglares.
Comienza aquí un proceso en el que progresivamente la Congregación, como garante y expresión
clara del carisma sigue colocada en el centro, pero abre sus puertas desde dentro a los
bautizados y hombres de buena voluntad que se sienten atraídos por la hospitalidad hacia
la persona que sufre en el ejercicio de la misión. Se empieza entonces a hablar de
colaboradores, comunidad hospitalaria, familia hospitalaria, de nuestra misión y nuestro
carisma. Todos ellos conciben este compartir el carisma y la misión, desde el Instituto. Este
contiene la lectura privilegiada y casi única del carisma, no sólo por la titularidad de las obras y la
tradición de su identificación e historia sino porque los colaboradores aunque van avanzando en el
conocimiento y aprecio de los que sustenta ese modo de entender la persona, ese modo de
proceder, esa historia, no tienen un conocimiento fuerte y progresivo que les haya llevado a un
camino de integración más fundamentada y reconocida por el mismo Instituto.
Se van creando foros de formación, reflexión y gestión carismática. La misión se considera la
del Instituto surgido como expresión genuina de la gracia carismática fundacional. Los laicos se
entienden a si mismos, dentro de este esquema, como cristianos que pueden encontrar la manera
de encarnar su propia vida de creyentes.
Pero este camino de sensibilización, que es significativo en muchos colaboradores, aún no tiene
procesos de formación sistematizados, de crecimiento en la fe desde el carisma y discernimiento
de nuevos modos de comprometerse desde su condición laical. La evolución real en el compartir
carisma y misión está en este punto en el momento actual y desde él debe ir avanzando. Hay
algunas iniciativas más sistematizadas pero el proceso está lejos de ser algo generalizado.
Sin embargo tenemos líneas marcadas en los documentos capitulares por donde podemos
avanzar en coherencia también con las orientaciones de la Iglesia.
El XVIII Capitulo General está centrado en la Identidad. El hombre que sufre es el punto de
encuentro de todos los que viven y expresan el carisma de la hospitalidad. En los aspectos que
aquí más nos interesan se reconoce el gran valor de la vocación laical y la importancia de acoger
lo genuino de la misma en la vivencia e interpretación del carisma (n.26). La presencia de
colaboradores en nuestros centros ayuda a las Hermanas a profundizar en la propia identidad
carismática, a reflexionar sobre la identidad de los laicos participes del carisma de la hospitalidad,
a discernir caminos para recorrer juntos. Todos tenemos la raíz en Cristo que es la vid y en la
clave de nuestra aportación específica a la gran misión de la Iglesia: la Hospitalidad para
con el hombre que sufre hecho desde diferentes vocaciones, ministerios, tareas y
servicios.
15
El XIX Capitulo General tiene como tema La Misión, Buena Noticia de la sanación de Dios para
el hombre de hoy. Por lo tanto el tema excede el punto de mira de la teología de la Vida religiosa
y se coloca en un planteamiento de la Misión en la Iglesia. De hecho el texto que ilumina la
reflexión y discernimiento es un texto fundamental del proceso de configuración de la Iglesia
como Misterio de salvación universal, como Iglesia bajo el impulso innovador del Espíritu
Santo. Pedro se siente interpelado en su concepción sobre la amplitud del Pueblo del Señor, el
Espíritu Santo se derrama sobre los gentiles de igual modo que sobre los cristianos. Bajo este
enfoque de la Misión, la Congregación mira su propia realidad de manera más abierta,
participativa, con la mirada del Reino. La misión carismática de la Hospitalidad como forma
específica de contribuir a la gran misión de la Iglesia supone una tarea y un envío. La tarea de la
hospitalidad no es una tarea vacía en ningún caso, siempre está llena de Dios: dar de
comer, acompañar, dar de beber, sanar a quien sufre. Aun en el caso de no ser
conscientes del envío, la tarea hospitalaria hecha con amor es misión, es amor de Dios
hecho sacramento de salvación. Además hay muchos que a la tarea sagrada suman la
conciencia de ser enviados. Esto es una riqueza también para la propia persona. Pero en ningún
caso la hospitalidad con sus gestos puede dejarse de considerar misión de Dios.
Esta visión genera una comprensión abierta y profunda, una visión de la misión como Missio
Dei, más allá de otros modos más recortados de concepciones de la misión restringidas sólo al
compartir con personas que participan de la fe, de los sacramentos y de la comunión con la Iglesia
visible. Desde esta visión y la experiencia concreta del ejercicio de la hospitalidad y alrededor de la
Misión salvífica de Dios, todos tenemos un espacio y un lugar. Podemos compartir la misión como
familia evangélica, aunque con diferentes grados.
Con la debida formación, con el compartir vida y entrega, con el intercambio de la rica experiencia
y el descubrimiento del propio don, con la apropiación del carisma de los fundadores por parte de
todos, con la búsqueda y actualización de los núcleos carismáticos como “sentidos compartidos” y
el compromiso como humanos, como hospitalarios, como cristianos y personas de buena voluntad,
se advierte en el horizonte un modelo de misión compartida que permite diversas encarnaciones
del carisma fundacional: como consagrados, como cristianos, como personas de buena voluntad.
Este horizonte no es alcanzable inmediatamente, necesita un camino progresivo, gradual y
laborioso en el que se impliquen del mismo modo las Hermanas como los colaboradores.
Estas diversas encarnaciones del carisma fundacional son legítimas y válidas y son todas ellas
expresión del carisma como don a la Iglesia. Aquí la Congregación ya no es el centro, todas las
vocaciones con el carisma en el corazón, pilotan alrededor de la misión, la forma de la
Congregación es una manera con una rica historia, garante del carisma, pero no es la única
interpretación. Esto entraña una auténtica novedad y supone una posibilidad de recreación del
carisma. El Instituto sigue con su compromiso de ser garante del carisma, de aportar su “modo”
específico desde la vocación consagrada en hospitalidad, así enriquece a las otras vocaciones y a
la inversa.
Pero los colaboradores laicos que hacen el camino de conocimiento, identificación y opción por la
hospitalidad, pueden llegar a ser también “garantes” del carisma con una intensidad igual
que la Congregación. Algunos Institutos apuntan hacia esta dirección, aun cuando todavía no
hayan consumado su proceso, porque no es fácil que diversos grupos de laicos y colaboradores
comprometidos hagan la propia relectura del carisma y se comprometan en este modo. Esta
modalidad lleva hasta el fondo las conclusiones de una eclesiología de comunión.
6.- MODALIDADES Y CAMINOS.-
16
El camino parte de trabajar conjuntamente e ir profundizando una relación, a medio y largo plazo.
Pero esto tiene niveles diferentes y esos niveles no son excluyentes en cada momento del
proceso ya que la misión compartida compromete a todos. No basta que la Congregación opte
por ir hacia un modelo de misión compartida, sino que los colaboradores, en su pluralidad de
situaciones e intereses establecen esta relación según su opción personal. En un colectivo amplio,
plural y heterodoxo lo normal es que convivan en cierta manera los tres modelos, aunque el
horizonte ideal de la propuesta se enmarque en uno. Aquí ponemos el énfasis en el
posicionamiento posible16 de la Congregación que busca el modo acorde a la voluntad de Dios y a
los signos de los tiempos.
1.- Primera modalidad:
El Instituto plantea la relación entre el Instituto y las personas que no pertenecen al mismo como
una ayuda externa al carisma y a la misión. Piensan que el carisma se circunscribe al ámbito de
la Congregación que lo posee como patrimonio exclusivo. Carisma fundacional y estado de
perfección se identifican totalmente. Los que trabajan como suplentes por la falta de religiosos
ayudan en las tareas pero no tienen nada que ver ni con el carisma ni con la misión.
TRABAJ
ADOR.
TRABAJ
ADOR.
TRABAJ
ADOR.
TRABAJ
ADOR.
Carisma
hospitalario
HERMANAS
TRABAJ
ADOR.
TRABAJ
ADOR.
TRABAJ
ADOR.
TRABAJ
ADOR.
2.- Segunda modalidad.El Instituto religioso se coloca en el centro, es único garante del carisma y del correcto
desarrollo de la misión. Están rodeados de laicos y como ellos también están llamados a la
santidad participan en grado rebajado de lo que el Instituto tiene la plenitud. Son como satélites
que participan “de alguna manera” de la fuerza del planeta, tienen algo de su espíritu y el
Instituto es quien les transmite ese espíritu, quien interpreta de manera exclusiva el carisma y las
modalidades de ejercicio de la misión. Las personas se comprometen con la misión del Instituto
en grado diverso y se descubre en bastantes la presencia del carisma y el compromiso en la
misión del Instituto17. Pueden institucionalizarse un laicado asociado al instituto con el mismo
espíritu. Es un sistema geocéntrico, que se va abriendo.
16
BOTANA, A. Compartir Carisma y misión con los laicos. La familia evangélica como horizonte.
Frontera Hegian 62. Vitoria/Gasteiz, 1992, pp.20-24.
17
Algunos de dichos carismas, por ejemplo la HOSPITALIDAD, están institucionalizados en la iglesia:
Forman los Institutos religiosos que contribuyen a la única misión de la Iglesia desde su propia lectura
carismática, sin embargo ningún Instituto agota el carisma del Espíritu aunque a él le configure
esencialmente. Históricamente estos carismas los vivían únicamente los religiosos. Ahora también somos
17
3.- Tercera modalidad.Se parte de una eclesiología de comunión y de un carisma que es derramado por el Espíritu
Santo, tanto sobre quienes viven su vida en la modalidad de la profesión de los consejos
evangélicos como sobre quienes viven en la vida secular y laical. La teología sobre el laicado
está plenamente presente y desarrollada en esta modalidad, y la identidad de los consagrados
en V:R encuentra refuerzo en la comunión e intercambio con los laicos y a la inversa. Esto crea
una sinergia que atrae hacia la misión evangelizadora de la Iglesia ejerciéndola de una manera
específica, en nuestro caso con la hospitalidad (misión carismática). El carisma dado por el
Espíritu obra desde dentro de cada uno y la misión eclesial está fuera y hacia ella convergen las
fuerzas. Los miembros del Instituto viven el carisma y la misión de manera integral pero no los
agotan y lo mismo los laicos, pero cada uno desde su vocación específica, unos como
consagrados en vida religiosa y otros como seglares. También el Espíritu en este ecosistema
puede depositar su don sobre personas creyentes de otras confesiones (AG 11,15), y hombres
de buena voluntad, de modo que puedan colaborar en la gran misión de Dios a favor del bien
común, de la paz y el amor. Entre todos existe una corriente de continua comunicación,
enriquecimiento, búsqueda y discernimiento en favor de la misión. Este paso de asunción de los
aspectos esenciales del carisma, de los valores , la finalidad carismática y la continua recreación
de los sentidos compartidos entre todos, es lo que decide la genuina fidelidad y la recreación
del carisma. Cada uno ofrece su propia interpretación del carisma genuino y lo ofrece para
enriquecimiento y discernimiento común en estructuras formales y organizadas. Desde ahí
brotan las opciones y los compromisos conjuntos. Carisma y misión desbordan a los que los
viven en el seno de la Iglesia. Cada grupo busca sus propias estructuras acordes con su
vocación, sin necesariamente ser comunes ni parecidas18. En el gran proceso e inicialmente es
normal que el Instituto apoye de forma especial en el descubrimiento del propio carisma, en la
formación, en el discernimiento de la propia forma de vivir la misión según el carisma, pero lo
normal es ir hacia un sistema armónico y complementario. Es un sistema heliocéntrico, todos
alrededor de la misión del anuncio de la Buena Noticia.
conscientes de que el Espíritu Santo los da a otros fieles que viven su propia vocación desde la óptica del
carisma de ese Instituto. Compartir el carisma lleva a poder compartir la misión propia de los Institutos
religiosos: “misión carismática” que es una concreción de la “misión católica” de la Iglesia, que todos los
bautizados compartimos. Esta misión carismática es la que llamamos misión compartida.
18
Desde la economía de la Iglesia comunión nace un respeto por las propias estructuras jurídicas, por la
espiritualidad y el nivel de los compromisos de cada vocación. Si en el pasado los laicos asociados han
asumido formas y estructuras de la vida religiosa en la actualidad sería muy conveniente que establezcan
su propios modelos organizativos y jurídicos, desde su vocación laical.
18
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6.-PROPUESTA.En este momento es preciso vincular esta realidad de la misión compartida a una formulación
teológica y profunda: entender la misión carismática de la Hospitalidad y también la misión
hospitalaria especifica de la Congregación19 dentro de esta Missio Dei20, encarnada
históricamente en una comprensión de la Iglesia como sacramento de salvación y Pueblo de
Dios.
Esto nos lleva a afirmar que tanto Hermanas como Colaboradores seglares estamos dentro de la
gran Misión de Cristo compasivo y misericordioso que sigue haciendo el bien y sanando y que se
hace históricamente presente en la Iglesia. Dentro de la Misión de Dios que compromete a todos
los hombres en una dinámica de amor y salvación. Por lo tanto todos nos tenemos que abrir a la
comunión, más allá de nosotros mismos. La misión de Dios, la misión de la Iglesia, es mucho
más grande que la misión hospitalaria y la misión y el carisma hospitalario superan la vivencia
específica que cada vocación realiza: como personas consagradas, como laicos o hombres de
buena voluntad.
Esta concepción de la misión debería tener enormes consecuencias para la colaboración entre
las Hermanas hospitalarias y los Colaboradores hospitalarios: si es Dios el que pone delante su
misión, es Dios quien elige y decide quien son sus colaboradores y por eso es el Señor el que
llama tanto a las Hermanas como a los Colaboradores, a cada uno para que lleve a cabo la
Misericordia Hospitalaria y cada uno para que le siga desde su vocación especifica. La vocación
y la misión son intransferibles. Es Dios el que suscita, el que mueve los corazones, tiene una
propuesta y es eso lo que nosotros queremos descubrir y recibir con agradecimiento y sacar las
consecuencias de ello.
19
En sentido estricto y según el Derecho canónico Una Congregación esta constituida por personas que
viven de forma estable, están consagrados con votos públicos en pobreza, castidad y obediencia, viven en
comunidad de vida. (cfr.CDC cc. 573-577)
20
Desde esta perspectiva, la misión no es primariamente una categoría explicativa de la forma de ser y
actuar del ser humano, sino del ser divino. En Dios la misión se define como “misión compartida”, nace
de las entrañas del Abba creador, engendra y envía al Hijo, que revela a Dios y salva y ama como Dios.
El continua su misión salvadora como resucitado en el tiempo (Mt 28,20). La misión del Espíritu nace del
Padre y del Hijo y continúa en el tiempo. Esta misión abarca a todos los hombres, indistintamente, y
nosotros “siervos inútiles” tenemos que manifestar ante todo que es Dios quien realiza la misión y hacer
evidente su forma. (cfr. GARCIA PAREDES, JCR, Fundamentos de la Misión compartida).
19
De esta verdad, se desprenden también una elevada responsabilidad para los laicos. En esta
perspectiva Misión quiere decir asumir una tarea que en sí es una dimensión del Reino, es
también envío de parte del Señor, cuya aceptación supone un ponerse en camino del Señor y
comprometerse como persona. Compartir la misión no es cogestionar unas tareas un repartir
funciones, es compartir una herencia espiritual y participar de una conciencia común de servir a
la utopia del evangelio, sirviendo a las personas necesitadas en clave de amor, acogida y
servicio (Const 5). Se trata de apostar juntos desde una vocación y responsabilidad de creyentes
y personas de buena voluntad en favor de personas necesitadas de la hospitalidad. En esta
realidad, unos y otros nos acogemos en toda nuestra identidad y diferencia.
Además de católica, la Misión Hospitalaria como Misión de Dios debe ser ecuménica, es decir en
colaboración también con cristianos de otras confesiones, con los creyentes de otras religiones y
con todos los hombres de buena voluntad como el Concilio Vaticano II y el mismo Magisterio
pontificio y episcopal insiste constantemente. La Iglesia Católica romana reconoce en todos los
bautizados la presencia del Espíritu, que reparte sus carismas a quienes ha elegido para el bien
común y de hecho admira con gozo entre los hermanos separados el ejercicio de la caridad
hacia el prójimo, realizado con generosidad y entusiasmo. Así mismo descubre en las diferentes
religiones no cristianas la presencia secreta de la gracia de Dios como semillas del Verbo, como
en todos los hombres de buena voluntad (Lc 9,40) dice el Señor, que también supone que
muchos obran a su favor sin saberlo expresamente “¿cuando te hemos visto desnudo y te
vestimos?”Cuando lo hiciste con uno de estos mas pequeños y necesitados, conmigo lo hicisteis
(Mt 25,31-46) .
Nuestra forma de vivir la misión compartida tiene que ser expresión de una Iglesia de comunión y
a la vez ser una forma de vivir la hospitalidad mutua ad intra y ad extra. Una clave de la
renovación de una Congregación religiosa está, sin duda, en ahondar y sacar todas las riquezas
que encierra el don del carisma propio, en nuestro caso: la Hospitalidad. A esta fuente nos
podemos acercar tanto Hermanas como colaboradores para iluminar y orientar el fundamento
actual de la misión compartida. Es decir el compartir es hospitalidad, un ejercicio de caridad, y
nuestro nombre como “Hermanas”, nos da el estilo de la hospitalidad en “misión compartida”. No
compartimos como quien es más o está más arriba, compartimos fraternalmente, de forma
cercana, como un hermano con un hermano, como una hermana con una hermana, en mutua
unión y enriquecimiento.
6.- PROCESOS PARA IR AVANZANDO.-
A.-Situar la realidad de la misión compartida dentro de una comprensión de
la Iglesia comunión.
1.-Ir dando mayor relieve al horizonte eclesial de la misión compartida, pasando de centrarnos
casi exclusivamente en la misión hospitalaria de la Congregación a ver la misión carismática
como modo de hacer visible y actuante desde la “misión compartida”, la salvación y la Buena
Noticia del Evangelio que es la gran misión de la Iglesia. En la Iglesia comunión, las diferentes
vocaciones son necesarias, se complementan en mutuo enriquecimiento y tienen su propio y
singular valor.
2.- Ir abriendo la perspectiva carismática, de pensar que la Congregación tiene el patrimonio
exclusivo del carisma hospitalario a valorar cómo el Señor por su Espíritu también lo derrama
sobre muchos colaboradores, dándoselo a quien quiere para colaborar en su misión. Esto tiene
sus consecuencias prácticas.
20
3.- De concebir la identidad vocacional y misionera desde la diferencia con las otras vocaciones
a ir mirándola desde lo que compartimos, desde lo que tenemos en común: vida, carisma,
compromiso, vocaciones para una misión común en la iglesia y para el mundo. Aquí se ubica el
ámbito de la misión compartida teológicamente.
4.- De concebir el carisma como “tarea que hay que realizar” a vivirlo como una manera
particular de vivir el Bautismo, una perspectiva global del Evangelio que afecta a toda la persona
y es un lugar de encuentro, al mismo nivel con otros bautizados que viven este mismo carisma
desde otros proyectos de vida.
5.- De una concepción de que la Congregación transmiten lo suyo a los colaboradores, como
fuente única, a una búsqueda de las claves del carisma considerando que los Fundadores ahora
pasan a ser colocados como patrimonio de la Iglesia y de su fuente pueden beber directamente
todas las personas que se sientan invitadas a ello.
B.-Optar por uno de los modelos teológico-eclesiales de la Misión
compartida.
6.- De una falta de definición teológica y eclesial en la relación entre la Congregación
(Hermanas) y los colaboradores en la Misión compartida en hospitalidad a una opción preferente
por uno de los modelos, que oriente la propuesta de formación y funcionamiento.
C.-Afianzar la responsabilidad de cada una de las vocaciones (consagrada,
laical, secular) en la Misión compartida.
7.-El carisma no es algo en grado secundario a la consagración religiosa, somos consagradas en
hospitalidad. Constituye la estructura de la vocación particular para vivir un proyecto de vida para
los religiosos de la misma institución, es generador de comunión y fraternidad en la
Congregación y en sus diferentes comunidades. Los constituye en verdaderos signos para todos,
pero sobre todo para los que viven el mismo carisma en cualquier vocación (VC 46;55.3).
8.- De concebir la responsabilidad por recrear el carisma y la misión desde el “compartir”, como
tarea de algunas Hermanas en activo, a asumirlo congregacionalmente y comprometiendo al
mayor número posible de las mismas en ello, en un momento decisivamente significativo para la
continuidad en las obras y su organización del carisma en acción.
9.- De concebir la misión como tarea y por lo tanto trasferible a otros, a asumir el ministerio de la
hospitalidad como personas consagradas, como responsabilidad inherente e intrasferible de la
vocación hospitalaria y con la que colaboramos en la misión compartida al anuncio de la Buena
Noticia de Dios.
10. De una actitud dudosa ante la validez actual de la consagración en hospitalidad y la vivencia
de una espiritualidad apostólica, a profundizar y actualizar la comprensión y valor actual de
nuestra consagración en hospitalidad y la mística de la vida apostólica, como preciosa para la
iglesia y el mundo, tal como se presenta en las Constituciones (nn.60-68).
11.- De una distancia cada vez más significativa entre comunidad religiosa y espacio de misión
compartida, a recuperar presencia y participación de Hermanas en el proceso de asimilación del
21
espíritu de los fundadores, estilo hospitalario, descubrimiento del propio carisma y recreación de
la misión carismática desde la vocación religiosa y laical.
12.- Es preciso reflexionar, estudiar y discernir nuevas estructuras jurídicas y organizativas de
las obras que acompañen la concepción de misión compartida y la riqueza del carisma
derramado también sobre muchos colaboradores, a la vez que ver cómo se plasma hoy el
ministerio apostólico de las Hermanas, dentro de una concepción teológica de la misión eclesial
dentro y fuera de las estructuras propias.
13.- Hay que buscar juntos la manera de acompasar crecimiento en identidad y misión
compartida y la adopción de estructuras organizativas. Las segundas dependen de las primeras.
D.-Redescubrir juntos la aportación de la Hospitalidad a la Misión de la
Iglesia en el mundo.
14.-El objetivo inmediato no debe ser la institucionalización sino el proceso de crecimiento y
búsqueda de los grupos que se encuentran invitados para ir hacia adelante. Ser “Laico
hospitalario” es una vocación y como tal requiere formación seria, discernimiento de si eso es
para uno mismo y compromiso. No es algo masivo.
15.-El grupo o asociación de laicos hospitalarios debe ir discerniendo y diseñando poco a poco
el estilo de vida que consideran propio y el modelo de vinculación con la Congregación u otros
modelos de asociación laical con vínculo sólo espiritual con el Instituto. La Congregación puede
sostener y acompañar, nunca dirigir este proceso, ya que los mismos interesados son los
protagonistas siguiendo al Espíritu.
16.- De tener variadas y múltiples plataformas informales para ejercer la búsqueda y el
discernimiento compartido sobre la misión carismática, entre Hermanas y colaboradores, a
buscar y definir lugares, espacios, situaciones y estructuras en las que esto queda establecido y
asegurado a nivel general y con el marco adecuado que lo regule.
15.- De hablar de la Institucionalización de “ Laicos Hospitalarios” a iniciar primero grupos de
crecimiento en la fe, con los mismos colaboradores interesados como protagonistas y primeros
responsables, desde la comunión de fe, la liturgia y el diaconado. Estos grupos de vida,
promovidos en los diferentes ámbitos en que la Congregación está presente, sean la plataforma
real y sólida sobre la que iniciar la institucionalización.
E.-Realizar un proceso formativo sistemático, gradual y progresivo, en
contexto de Misión compartida.
16.- De acciones y procesos formativos poco sistematizados a programas formalizados,
graduales, progresivos, diferenciados y orientados hacia la mayor calidad del ejercicio de la
hospitalidad en cada contexto socio-cultural. La base formativa actual debe partir de profundizar
y operativizar el “Marco de Identidad Institucional” para todos los colaboradores con la
participación activa de las Hermanas. La formación continuada, técnica y profesional debe
encontrar la metodología para situarse en el marco de los valores hospitalarios, de la centralidad
de la persona y de la corresponsabilidad. El camino de identificación y el proceso de recreación
del sentido de “misión compartida” requiere programas formativos de orden teórico, la
experiencia de compartir vida y experiencia y métodos de recreación de la dirección, gestión,
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organización y atención directa a las personas21., tiempos fuertes de convivencia y proyectos
asumidos y realizados conjuntamente. Procesos realizados con espíritu para crear una “misión
compartida” entre Hermanas y colaboradores.
17.-Es importante ofrecer, para quienes los deseen procesos de crecimiento en la fe cristiana,
que complementen todo lo anterior. Y esto no sólo para crear la asociación “Laicos
Hospitalarios”, sino porque dentro del colectivo de colaboradores hay muchos, que no deseando
ir hacia compromisos vocacionales tan definidos, quieren crecer en su fe y vivir su labor cotidiana
desde ahí. Por eso no hay que vincular estrictamente procesos de crecimiento en la fe y carisma
hospitalario con la posible creación de la asociación laicos hospitalarios.
18.- Es preciso establecer el proceso de identificación de los colaboradores como “laicos
hospitalarios” en su forma institucionalizada, como camino libre y personal para evitar la
percepción de algunos sectores como de círculos de “preferidos”, que no responde a una
concepción vocacional.
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El Marco de Identidad de la Institución es una plataforma de formación general que permite unidad y a
la vez diferentes abordajes y diferentes niveles de profundidad y desarrollo. Se puede ir haciendo un
acercamiento progresivo por parte de las personas: Fase de Iniciación o conocimiento global, fase de
desarrollo por niveles profesionales, competencias según las actividades o responsabilidades, por áreas de
interés o funciones específicas. Fase de asentamiento: Incidiendo en aspectos monográficos, temas, retos
nuevos y descubriendo las respuestas que podemos dar entre todos. Adquiere gran relevancia la
formación de los Directivos y la formación de formadores. El mismo Marco contiene un gran contenido
que permite procesos de crecimiento en la vocación cristiana bajo el carisma de la hospitalidad. Se
considera importante que fundamentalmente “ Hermanas y colaboradores” seamos transmisores de la
identidad institucional, con la convivencia, la reflexión, el compartir conocimientos, vida, experiencias y
retos. En temas especialmente profesionalizados o más novedosos y fuera de nuestras competencias, es
necesario la colaboración de personas externas.
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