Cómo moldear el carácter de nuestros niños Los niños necesitan Desesperadamente ser moldeados Primera Parte Enseñanzas dadas por el Pastor Sugel Michelén, entre el 5 de enero de 1992 y el 22 de septiembre de 1998, en la Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo, de República Dominicana 1 Este material se utiliza con permiso de su propietario. Autor: Pastor Sugel Michelén Guía de estudio: Rev. Javier Muñoz Edición: Julio Benítez Impreso en los talleres del Centro de Publicaciones Biblos. Medellín, 2008 FUNDACIÓN IBRC Carrera 40 No. 22 A-70 Bogotá D.C. www.ibrcvirtual.org email: [email protected] Tel. (57 1) 2441438 – 2444212 – Cel. 3002181144 2 CONTENIDO Pág 1. Los niños necesitan desesperadamente ser moldeados 2. Es responsabilidad personal de los padres moldear el carácter de sus hijos 3. La extensión de la responsabilidad de los padres 4. El ejemplo de los padres, ¿Para bien o para mal? 5. El “Yo” en su justo nivel 6. El temor de Jehová es la sabiduría 7. ¿Qué ven sus hijos en usted? 8. Frutos de un árbol con buena raíz 9. El dominio propio en el comer 10. El dominio propio en las emociones 11. El extraordinario dominio propio en el hablar 12. El hogar a la manera de Dios 13. El dominio propio en el uso de las posesiones 14. El dominio propio en la sexualidad 3 4 13 23 33 43 55 62 70 79 90 98 108 118 128 Cómo moldear el carácter de nuestros niños 1. Los niños necesitan desesperadamente ser moldeados Enseñanzas dadas por el Pastor Sugel Michelén, entre el 5 de enero de 1992 y el 22 de septiembre de 1998, en la Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo, de República Dominicana INTRODUCCIÓN descubrimientos personales o las experiencias Muchos padres hemos estado esperando esta como padres, sino más bien como siervos de serie para revisar algunos conceptos del Dios y como cristianos que al igual que pasado y para continuar aprendiendo con ustedes necesitan escuchar la voz de Dios con materiales que han llegado a la iglesia en los respecto a estas cosas. últimos años. Por un lado muchos estamos en También debemos tener en cuenta lo que la empresa de criar hijos, sean niños, sean comentó uno de nuestros Pastores en un culto adolescentes, y por otro lado, en la iglesia hay de oración pasado, que muchas iglesias se un altísimo porcentaje de jóvenes que destruyen precisamente en la segunda y probablemente en unos pocos años estarán tercera generación. Nuestra iglesia es de metidos en el mismo asunto y deben tener primera generación y esperamos que Dios nos desde ahora una perspectiva correcta de conceda la luz necesaria para poder construir levantar niños, desde el punto de vista de ahora el fundamento que permitirá que la Dios. Otros que están sentados en la iglesia iglesia bíblica de Nuestro Señor Jesucristo son abuelos o tíos, y también para ellos será continúe, por muchos años más, brillando con muy beneficioso entender el por qué los que la luz de la gloria de Dios, hasta que Nuestro son padres hacen lo que hacen, y de ese modo Señor vuelva. serán de ayuda, y no de estorbo, como muchas Para que esto sea posible los padres debemos veces ocurre. tomar muy en serio la tarea que Dios ha Aparte de todo esto, hay un punto en el que puesto sobre nuestros hombros, moldear el todos seremos beneficiados en esta serie de carácter de nuestros hijos; Dios no espera que sermones, y es que al hablar sobre la ellos se moldeen solos, ese no es el plan de responsabilidad que tenemos los padres de Dios. Tampoco que lo hagan los abuelos, ni moldear el carácter de nuestros hijos, por las abuelas, y mucho menos los amigos de obligación tendremos que tocar textos de la nuestros hijos. Hermanos ese no es el plan de Escritura que nos van a hacer ver cuál es el Dios; tampoco Dios ve como algo adecuado carácter que Dios espera de nosotros. que una niñera se ocupe de realizar esa labor, eso es una crueldad. Dios espera que los No podremos nunca moldear el carácter de padres moldeen el carácter de sus hijos. Esta nuestros hijos si al mismo tiempo no estamos trabajando con nuestro propio carácter, y en es la enseñanza de la Palabra de Dios. Él ha ese punto todos seremos tocados en esta serie dicho claramente: “Padres, no provoquéis a de sermones; así que, aunque usted no sea ira a vuestros hijos, sino criadlos en la padre y tampoco piense serlo en un futuro disciplina y amonestación del Señor”. Y cercano, ni sea abuelo o tío de nadie, será este tema probablemente nos tome cerca de altamente beneficioso que se exponga a las unos 30 estudios. enseñanzas que comenzamos a dar. Como dije al principio usaremos varios Por otro lado se debe hacer una advertencia trabajos grabados y escritos, entre los que aquí. No somos expertos en educación debo dar un crédito especial a una serie de infantil, sino pastores. Así que el propósito no sermones que el Pastor Greg Nicholls predicó es traspasarles las elucubraciones, ni unos años atrás en la iglesia Bautista de 4 Trinity, y a un libro escrito el siglo pasado por John C. Abbot, titulado “La madre y el hogar” y, aunque el contenido fue enfocado hacia las madres de la iglesia, pensamos que puede ser beneficioso para todos los que puedan leer en inglés este libro, porque es inigualable, es una joya. razones bíblicas: En primer lugar, por la realidad del pecado que mora en el interior de cada uno, Proverbios 22:15: “La necedad está ligada – amarrada, atada, entremezclada- en el corazón del muchacho; mas la vara de la corrección la alejará de él”. Siempre que hablemos de la crianza de nuestros hijos tendremos que tocar ese texto, por obligación. Nuestro texto contiene dos partes, una positiva y una negativa; la negativa tiene que ver con la realidad del pecado que mora en nuestro interior, ¿Qué nos dice Salomón? Que “…la necedad está ligada al corazón del muchacho…”; la parte positiva tiene que ver con la efectividad de la corrección paterna: “…mas la vara de la corrección la alejará de él”. ¿Por qué necesitan nuestros hijos desesperadamente que nos ocupemos en moldear el carácter de ellos? Por la realidad del pecado que mora en nosotros. Nuestros hijos no son papeles en blanco que están esperando ser dañados por ese horrible y pecaminoso mundo que está fuera de las puertas de nuestros hogares, eso no es verdad; ellos vinieron de fábrica con la necedad ligada en su corazón. Por ello Agustín de Hipona decía en sus Confesiones, mientras trataba de confesar todos sus pecados y va al tiempo cuando está en los brazos de su madre, cuando era un bebito y dice: “¿Quién me recordará el pecado de mi infancia? Porque nadie está limpio de pecado ante vuestros ojos, ni siquiera el niño de un solo día de nacido”. Él comenta, luego de ver algunas manifestaciones de rabia y de envidia en los niños pequeños, sobre la supuesta inocencia del niño y dice lo siguiente: “Así que el niño es inocente, si, pero sólo en la endeblez de sus miembros infantiles, pero no en su ánimo infantil”. En estos días escuché lo que decía un psicólogo norteamericano, que no es creyente: “Si le damos a un niño de uno o dos años la fuerza de un hombre de treinta, sería un asesino sicópata”. Cuando usted ve un bebito TRES PRESUPOSICIONES BÁSICAS Antes de pasar a considerar la tarea que tenemos de moldear el carácter de nuestros hijos, hay tres presuposiciones básicas para establecer. En primer lugar, la Biblia enseña que nuestros hijos necesitan desesperadamente ser moldeados por nosotros. Dios ha hecho al hombre una criatura muy dependiente de sus padres; nuestros hijos necesitan comida, abrigo, amor, atención, educación, etc.; pero así como necesitan todas esas cosas, también necesitan desesperadamente ser moldeados por nosotros. En segundo lugar, veremos que es nuestra responsabilidad personal, como padres, moldear el carácter de nuestros hijos; esa es nuestra responsabilidad, y cuando hablamos de padres, nos referimos al padre, varón, y a la madre, mujer. En tercer lugar, veremos la enorme importancia que tiene nuestro ejemplo en el cumplimiento de ese deber. Así que, podemos resumir esas tres presuposiciones básicas en tres palabras claves: Necesidad, Deber y Ejemplo. Nuestros hijos necesitan ser moldeados, nosotros tenemos ese deber, y en el cumplimiento de ese deber nuestro ejemplo es importantísimo. Lo primero que vamos a hacer es echar los cimientos, y luego sí construir el edificio. 1. NUESTROS HIJOS NECESITAN SER MOLDEADOS La primera suposición es que nuestros hijos necesitan urgentemente, desesperadamente, ser moldeados por nosotros como padres. Y para probar este principio vamos a dar tres 5 rabiando porque no le quiere dar algo, si ese bebito tuviera la fuerza de un hombre de treinta años, lo golpearía, y eso es lo que Agustín y nuestro texto dicen: “La necedad está ligada –amarrada, atada- al corazón del muchacho”. Esa resistencia que vemos en el niño a obedecer, esa ira que manifiesta cuando no se cumple su voluntad, esas no son niñerías, la Biblia la llama necedad. Entendiendo, claro está, que en la mentalidad de un hebreo la palabra “necedad” señala esa propensión al mal que hay en el corazón de todo hombre, hay una propensión al mal que viene de fábrica ligada en el corazón de todos; nuestra naturaleza está corrompida por causa de la caída del primer hombre y de la primera mujer. Cuánto trabajo nos da enseñarle a nuestros niños buenos modales, pero solo basta que salgan a la calle y escuchen una mala palabra y usted verá como la aprenden de inmediato; cuánto trabajo nos da que nuestros niños no mientan, que nuestros niños obedezcan la orden del padre ¿Quién le enseñó a ese bebé a mentir? Nadie le enseñó, la necedad vino ligada a su corazón; la corrupción de nuestra naturaleza caída. Esto es lo que Dios nos enseña en su Palabra, en Salmos 51:5 dice el salmista David: “En maldad he sido formado, pecador me concibió mi madre”; y debo aclarar que el escritor no está diciendo aquí que la relación sexual que hubo entre su papá y su mamá fue un pecado, porque eso es sagrado, eso es santo a los ojos de Dios, el sexo no es pecaminoso, siempre y cuando se mantenga en el marco del matrimonio, y allí tenemos Cantar de los Cantares para demostrarlo. Pero David está diciendo: “Mi madre me concibió pecador”; cuando estaba en los brazos de mi madre, yo era un impío, dice. Y en Salmos 58:3 dice el mismo David: “Se apartaron los impíos desde la matriz”. Como veíamos en Efesios 2:3, el Apóstol Pablo dice “…y éramos por naturaleza hijos de ira…” lo mismo que los demás; no nacemos justificados, no nacemos inocentes; así que nuestros hijos no tienen que salir de la casa para aprender el mal. Al respecto dice un autor: “Esto no es algo que ellos toman o aprenden por medio de la imitación de malas conductas, aunque eso puede reforzarlo pero no es la fuente”; la mala conducta de los amiguitos de nuestros hijos va a reforzar su maldad, pero no es la fuente; nuestros niños vinieron originalmente con esa propensión al mal. Al principio se manifestará a través de pecados infantiles, pero ese principio de maldad que lleva a un niño pequeño a empujar a su compañerito de juego que le ha quitado un juguete, es el mismo principio de maldad que lleva al adulto de 30 años a disparar un revólver, es el mismo principio de maldad sólo que más maduro y ahora desarrollado; no nos dediquemos a moldear el carácter de nuestros niños y esa hierba mala que vino sembrada en sus corazones dará su fruto tarde o temprano, de una forma u otra. Como dijo alguien: “No podemos darnos el lujo de tratar a pecadores como si no lo fueran”. ¿Por qué razón debemos dedicarnos con urgencia a moldear el carácter de nuestros hijos? En primer lugar, por la realidad del pecado que mora en el interior de cada uno. 2. LA EFECTIVIDAD DE LA CORRECCIÓN PATERNA En segundo lugar, por la efectividad de la corrección paterna. Noten que nuestro texto tiene una mala noticia y una buena noticia, y ambas son ciertas; así como nos dice que la necedad está ligada al corazón del muchacho, también nos enseña que Dios nos ha provisto de un remedio, la vara de la corrección; por eso Dios hizo a nuestros hijos con una partecita acolchada aquí detrás para que nosotros no les hagamos daño y para que usemos la vara de la corrección. Dios es el autor de la vida humana, Él es quien sabe cómo funcionamos mejor y cuáles son los estímulos a los cuales respondemos como seres humanos. 6 a pasear”, llega mañana y no lo saca a pasear; y a medida que el tiempo va pasando la credibilidad del padre comienza a ser minada; pero naturalmente los niños tienden a creer lo que los padres dicen, y cuando discuten con un amiguito acerca de algo el argumento clave es: “Mi papá me lo dijo o…mi mamá me lo dijo”, ese es el argumento más grande que se puede dar porque Dios en su gracia común ha puesto credulidad en el corazón de nuestros niños. 2 Dependencia de sus padres para guianza y protección. Dios ha puesto en el niño una fuerte necesidad de cuidado, de guía y de protección, y al mismo tiempo ha puesto en ellos un instinto que los mueve a buscar esa guía y esa protección de sus padres; nosotros somos esa seguridad de nuestros hijos. Recuerdo cuando niño, que visitamos un circo al que había asistido mucha gente y cuando iba con mi madre me solté de su mano por un momento, y no la veía aunque ella estaba casi al lado mío, y sentí por un instante cómo el corazón se me iba a salir por la boca y que mis piernas no podían sostenerme en pie; nosotros somos la seguridad de nuestros hijos; esa es la manera en que Dios planificó la vida humana. Imagínense lo fuerte que es para un niño, si eso es así, ver a su padre y a su madre actuando en medio de una depresión sin saber qué hacer, toda su seguridad se va al piso, nosotros somos la seguridad de nuestros hijos, ellos están esperando nuestra dirección y nuestra guía. Por eso, busque a un niño que no tiene una dirección clara en su hogar y en unos años encontrará a un hombre inseguro, a un hombre que no sabe qué hacer con su vida, ¿Por qué? Porque en su casa no le pusieron límites claros, no le dijeron claramente cuáles eran las paredes entre las cuáles podía moverse. Nuestros niños necesitan guianza y protección. 3 Dios en su gracia común también ha puesto en los niños el deseo de complacer a los padres. A ellos les encanta que les digamos que lo han hecho bien; les gusta ver como sonreímos con aprobación cuando Los sicólogos de hoy nos dicen que la vara de la corrección no es necesaria, que eso causa frustración al niño. Debo decirles que la psicología tiene apenas 100 años y que andan dando tumbos desde hace 100 años para acá, pero ellos nos dicen hoy que no se le puede pegar a los niños, que eso es una crueldad, que sólo una bestia humana puede pegarle una pela a un niño. Pero, Dios es el creador de la vida, él creó a los mismos sicólogos, y ese Dios que creó todas las cosas dice en su Palabra que la vara de la corrección alejará la necedad del muchacho. Sabemos que hay muchos padres que golpean a sus hijos bestialmente, eso es verdad; sabemos que hay muchos padres que han abusado y que abusan de su autoridad, y cuando un padre le pega airado a su niño es un abusador; él está abusando porque su niño no puede devolverle el golpe, está abusando de su tamaño y de su autoridad, pero el hecho de que existan tales “especímenes” de padres no atenta contra la enseñanza de nuestro Dios. El hecho de que hay padres crueles e inmisericordes, y debo aclarar aquí que tan inmisericorde es el que abusa de su hijo como el que nunca le pega, es una crueldad no amarrar esa maldad que vino ligada a su corazón, es una crueldad. El hecho de que hay padres que abusan de la autoridad que Dios ha puesto sobre ellos no atenta, no elimina, no borra la realidad de nuestro texto. Dios en su gracia común ha puesto en los niños por lo menos cinco cosas que nos permiten trabajar eficazmente, no perfectamente, en cuanto a su crianza; por ellas nuestra disciplina paterna es efectiva en la vida de nuestros hijos. 1 Credibilidad en las palabras de los padres. Los niños nacen con una propensión hacia la credibilidad en nuestras palabras. Puede suceder que a medida que pasa el tiempo esa credibilidad pueda verse minada por una causa u otra, como cuando le decimos al niño: “Si haces esto te voy a pegar”, el niño lo hace y no se le pega; o cuando le decimos al niño: “No te preocupes que mañana te saco 7 hicieron aquello que nosotros les mandamos hacer. 4 Dios además les ha puesto a ellos el ánimo recíproco del amor que les damos. Cuando sonreímos a nuestros niños ellos tienden a sonreírnos de vuelta, aún cuando son tan pequeñitos que no saben hablar, que saben sonreír, ellos captan nuestra sonrisa como un gesto de amor; y cuando nos sonríen de vuelta lo que están haciendo en responder ese gesto de amor que hemos tenido con ellos; y cuando aprenden a hablar y nosotros como padres tomamos a nuestros hijos y les damos un abrazo y les decimos: “Te amo”, generalmente los niños nos dicen: “Y yo te amo” también. ¿Por qué? Porque Dios ha puesto en nuestros hijos el interés de responder nuestro amor, hay una tendencia innata en ellos; es posible que esa tendencia también sea minada con el paso de los años; por eso es que algunos padres no ven que sus hijos les devuelven el amor que ahora les manifiestan, pero eso no elimina la realidad de lo que estamos diciendo. Los niños naturalmente están interesados en responder el amor de sus padres. 5 Hay en ellos una marcada tendencia a imitarnos y debo decir aquí que esto es para bien o para mal: los niños imitan a sus padres. Por eso es que dice el Apóstol Pablo en Efesios 5:1: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados”, Si sois hijos de Dios debéis imitar a Dios. Ellos imitan nuestros buenos y malos hábitos, imitan nuestros gestos, la forma que tenemos de hacer las cosas. Recuerden la historia de la señora que cada vez que iba a poner el pez en el sartén le cortas las dos puntas, y el niño le pregunta: ¿Mami, por qué cada vez que vas a poner el pez en el sartén le cortas las dos puntas? Y dice: “Bueno, porque yo siempre vi a mi madre cortarle las dos puntas”. El niño va donde la abuela y le pregunta: ¿Abuela, por qué cada vez que vas a poner el pez en el sartén le cortas las dos puntas? Y ella le responde: “Bueno, porque yo siempre vi a mi madre cortarle las dos puntas”. Después el niño va donde la bisabuela que todavía está viva y le pregunta: ¿Por qué cada vez que ibas a poner el pez en el sartén le cortabas las dos puntas? Y la bisabuela le dice: “Bueno, porque no me cabía en el sartén”; pero a medida que el tiempo fue pasando la madre y la hija siguieron haciendo lo mismo, porque nosotros aprendemos por imitación. Aprendemos los buenos y malos hábitos de nuestros padres, hablamos como ellos, caminamos como ellos, nos paramos como ellos, inconscientemente los imitamos y lo que es más dramático aún, nosotros tendemos a imitar las idiosincrasias de nuestros padres, si un niño crece en un hogar donde las cosas de Dios son obviamente tomadas en serio, él también las tomará en serio. Pero si crece en un hogar donde sus padres sólo hablan de trabajo, de lo que desean tener, de lo que desean comprar, escuchan como la madre se frustra porque no tiene esto, porque no tiene aquello; rara vez ven a la madre o al padre con un libro en la mano, sólo entonteciéndose viendo televisión, los escuchan cómo critican a las personas fuera y dentro de la iglesia, rara vez escuchan a los padres alabar a Dios, expresar sus agradecimientos por las bendiciones recibidas, si ese es el ambiente en el que crecen los niños, ese es el estilo de vida que imitarán; están captando silenciosamente cuáles son las cosas que realmente tienen valor a los ojos de sus padres y ese es el camino que seguirán. Ellos están imitando la idiosincrasia del padre que sólo piensa en hacer dinero, hacer dinero, y de la madre sólo en comprar, en comprar. Nosotros nos podemos dedicar a trabajar con nuestros niños, a criarlos en la disciplina y amonestación del Señor, porque Dios en su gracia común ha puesto cinco elementos esenciales en el corazón de nuestros hijos: Ellos creen lo que ustedes le dicen, ellos dependen de ustedes para guianza y protección, ellos desean agradarlos, ellos tienden a responder a nuestro amor y hay en ellos una tendencia innata a imitarnos. Ellos están orgullosos de sus padres y Dios ha 8 hecho esto así para que nuestro trabajo con ellos pueda dar resultados. Es cierto que nuestra crianza de los niños no los hará cristianos, no es la gracia común la que lleva a los hombres hacia la salvación sino la gracia especial de Dios. Dios tiene una gracia común a través de la cual da dones y beneficios a todos los hombres a creyentes e incrédulos, justos e injustos; Dios hace llover sobre justos e injustos, hace salir su sol sobre malos y buenos, pero no es esa gracia que trae a los hombres hacia la salvación, sino la gracia especial. Por más que disciplinemos a un niño y por más que le enseñemos la Palabra de Dios, no podremos cambiarle el corazón de piedra por uno de carne, sólo Dios puede hacer eso. Pero Dios utilizará esa disciplina, primero, para frenar la maldad que hay en su corazón, y eso es bueno, y en segundo lugar, Dios puede usar esa disciplina en su gracia especial para traerlos a Cristo y hacer un uso poderoso de ellos para su gloria. Cuántos hermanos están hoy en esta iglesia redimidos por la sangre de Cristo, pero lamentan que sus padres no hayan sido más consistentes controlando sus pasiones y sus hábitos pecaminosos, que se lamentan ¿Por qué mis padres no fueron más consistentes? Hoy son cristianos, es verdad, pero ¿Cuánto problema tienen para ejercer el dominio propio, para ser disciplinados en su vida de piedad? Sus padres nunca pusieron un freno a su holgazanería, estudiaban cuando querían, se levantaban de la cama cuando querían, no le pusieron freno a su mucho dormir, a las horas que pasaron frente al televisor y ¿Qué tenemos hoy? A un creyente que tiene que vencer muchos obstáculos para tener una vida disciplinada de piedad, a un creyente con muy mal hábito de lectura y con muchos hábitos pecaminosos que vencer. Eso es lo que tenemos, eso no los justifica de ningún modo, no estamos aquí justificando eso, los deberes escriturales son para todos los creyentes, no importa la crianza que hayan recibido. Cuando Dios dice que debemos ser disciplinados en la vida de piedad, debemos ser disciplinados en la vida de piedad, aunque nuestros padres no nos hayan educado para eso. Pero, lo que estamos diciendo aquí es que es indudable que la crianza de nuestros padres tiene una influencia fuerte y determinante en nuestras vidas. Aunque debo hacer aquí una nota pastoral, yo no digo esto para que nos sintamos molestos y amargados con los padres que Dios nos ha dado; Dios es soberano y Él nos ha dado a nuestros padres; por otro lado, nuestros padres no eran cristianos, no los juzguemos duramente, ellos no sabían lo que estaban haciendo, no tenían la luz que nosotros tenemos, pero, nosotros si tenemos esa luz, ellos si tenían cierta justificación o excusa, pero nosotros no tenemos justificación, no tenemos excusa; por amor a vuestros hijos no esperen para comenzar a moldear el carácter de ellos, porque mientras más tarde comiencen, más dura será la arcilla para darle forma, más dura y más difícil será. ¿Por qué debemos dedicarnos a moldear el carácter de nuestros hijos? En primer lugar, por la realidad del pecado que mora en cada uno; en segundo lugar, por la efectividad de la corrección paterna y en tercer lugar, por los trágicos resultados que vendrán si descuidamos ese deber. Proverbios 29:15: “La vara y la corrección dan sabiduría; pero, el muchacho consentido avergonzará a su madre”. Al igual que nuestro texto anterior, este contiene una noticia buena y una mala ¿Cuál es la buena noticia? Que la vara y la corrección dan sabiduría; que Dios se place en usar esos medios de su gracia común para obrar en nuestros hijos su gracia especial; la vara no sólo lo alejará de la necedad sino que la vara le dará sabiduría. Pero también tenemos aquí una mala noticia: “el muchacho consentido avergonzará a su madre”. He aquí el resultado que debemos esperar si descuidamos a nuestros hijos; no podemos desatender a nuestros hijos sin escapar de los resultados que engendramos en este texto. Aunque aquí también debemos hacer otra nota 9 aclaratoria, no todos los niños e hijos que al final causan vergüenza a los padres fueron desatendidos; yo conozco hijos de padres piadosos que los educaron en la disciplina y amonestación del Señor y en algún momento se extraviaron. No necesariamente todo hijo que avergüenza a su padre es porque él lo desatendió, el texto no está diciendo eso; lo que está diciendo es que todo el que lo desatiende causará su vergüenza; desatender a nuestros hijos traerá consecuencias ¿Cuál es la consecuencia? Seremos avergonzados. Nuestros hijos tienen maldad en sus corazones y si los desatendemos esa maldad crecerá y nosotros seremos avergonzados ¿Cuándo será? Cuando veamos manifestarse la rudeza de nuestros hijos, su egoísmo, su falta de dominio propio; ese bebito muy tierno algún día crecerá y será un niño rudo y rebelde que no puede estar tranquilo en ningún sitio; y por más que usted diga que su niño es “hiperactivo”, la gente se sentirá molesta en el supermercado, en la consulta del dentista, en la casa de su amigo, se sentirá molesta porque su hijo es un incontrolable, no “hiperactivo”. Y ¿Sabe qué pasará? Se sentirá avergonzado de su hijo porque no lo puede controlar, porque es un incontrolable, eso es lo que el texto está diciendo: “…el muchacho consentido causará vergüenza a sus padres”. Y dice John Abbott algo que me puso a temblar en su libro: “Vuestra felicidad futura está en manos de vuestros hijos. Ellos podrán ensombrecer todas vuestras expectativas, amargar todas vuestras alegrías y haceros tan miserables que la única esperanza y alivio sea la muerte”. Esos que están ahora en la victoria por ser unos narcotraficantes, esas que están en las calles ejerciendo la prostitución, también tuvieron padres y fueron bebitos inocentes, fueron niños pequeños en las manos de sus padres; y eso es lo que Abbott está diciendo: “…el muchacho consentido avergonzará a sus padres”. Muchas personas evaden este deber de moldear el carácter de sus hijos diciendo que no tienen tiempo, y ¿Saben lo triste del asunto? Es verdad que no tienen tiempo, viven tan centrados en sí mismos, tan dedicados a agradarse a ellos mismos que ciertamente no tienen tiempo, el tiempo que se requiere para moldear el carácter de su niño, eso no se hace en una hora, no se hace en dos, ni en una semana, ni en un mes, eso requiere de tiempo; y si la madre lo que prefiere es tomar su carro en las mañanas y salir a hacer todas las diligencias que quiera, o visitar a papi o a mami, o a hacer cualquier otra cosa que pueda sacarla de la casa, o hacer cualquier otra cosa, ¡Claro que no tiene tiempo! Pero no importa, ella tiene una señora del servicio maravillosa, tan maravillosa aunque no sería capaz de darle las llaves de donde guarda sus joyas y sus brillantes, pero coloca en sus manos el alma de su hijo; y claro, no solamente están las niñeras, para eso también están los abuelos, para dejarles los niños todos los fines de semana e irse a andar con el marido, porque ella también tiene que “disfrutar de la vida”. Pero, Dios le ha dado un vientre para fecundar un niño y después de nacido tiene que criarlo y eso requiere de tiempo; moldear el carácter de un niño no se hace en un día, ni en dos, ni en un año, ni en diez, eso es una labor que requiere de esfuerzo, esa es una labor que requiere mortificar el maldito egoísmo que tenemos en el corazón. Aquí no estamos jugando, estamos hablando de algo serio. Y ¿Qué pasa con el padre? Él tampoco tiene tiempo, él está dedicado a cosas más importantes ¿Y cuáles son esas cosas “más importantes”? Hacer dinero y hacerse de un nombre, para que la gente diga: “Oh, sí, yo conozco a fulanito de tal, él es amigo de mucha gente influyente de aquí, a sus fiestas van todos los apellidos prominentes de este país”. Hombres que tampoco tienen tiempo para criar a sus hijos. Vayan a sus casas para ver el desastre de familia que tienen. Ellos tienen villas en los puntos más selectos de la ciudad, casa en Miami, cuentas de banco fuera, pero vayan a sus casas para ver esas “familiotas” que tienen, hijos que no sirven para nada. ¿Saben por qué? Porque sus 10 padres no tenían tiempo, ellos estaban demasiado ocupados haciendo dinero y forjándose un nombre, y en el poco tiempo libre esos “pobres” padres estaban tan saturados y cansados que no lo podrían emplear para estar un rato con sus hijos, porque, después de todo, “ellos también necesitan tiempo para descansar”. Es verdad que no tienen tiempo porque son materialistas y deben arrepentirse de este pecado. Padres, y cuando hablo de “padres” hablo a los varones, padres de nuestra iglesia, es sobre ustedes que recae la mayor responsabilidad en la crianza de sus hijos, no sobre sus esposas; es verdad que ellas son las que tienen más tiempo con ellos, y así fue que Dios lo planificó, no para que la mamá se vaya a buscar un trabajo fuera “para realizarse como mujer”. ¿Se quiere realizar como mujer? Dedíquese a la crianza de sus hijos; ese es un trabajo que Dios no lo delegó a cualquiera, se requiere de mucha inteligencia y de mucha sagacidad espiritual para poder criar a un muchacho; y el mundo nos ha vendido la imagen de que la mujer inteligente está en la calle trabajando, y que la pobre estúpida está en la casa criando a sus hijos. Pero esa es una imagen completamente distorsionada de lo que enseña la Escritura. Pero, aún así debemos repetir: “No es sobre las madres que cae la mayor responsabilidad, es sobre los padres”. Son ustedes los que están llamados a marcar las pautas para la crianza de sus hijos; ustedes son los que ponen las reglas, ustedes son los que deben conocer cuáles son las debilidades de sus hijos, ustedes son los que deben planificar cómo van a trabajar con las debilidades de ellos; y por otro lado, ustedes también están llamados a trabajar directamente con sus hijos para moldear su carácter. Y eso hay que tomarlo en cuenta a la hora de elegir un trabajo, en ocasiones deberá tener el coraje de decirle a su jefe que usted es un hombre de familia y que no va a descuidar a su esposa e hijos por una maldita carrera, y se requiere de coraje, de valor para hablarle a su jefe, pero hay que decírselo, porque no somos padres sin hijos, tenemos hijos y esposa que atender; y tenemos que ser valientes y decirle al jefe: -Lo siento mucho-, y cuando el jefe nos diga: -No vas a llegar a ningún lado-, le diremos: -Está bien, no llegaré a ningún lado pero en el tribunal de Dios no tendré que bajar la cara avergonzado cuando mis hijos sean arrojados en el infierno, sin mi culpa-. Con esto no estoy diciendo que deje su trabajo y que se pase el día entero en su casa, sin hacer nada, porque eso no es propio de un hombre. Aquí estamos hablando de prioridades, de pensar cuidadosamente cómo vamos a planificar nuestro horario, de tal manera que cumplamos con nuestras responsabilidades laborales, pero sin descuidar a nuestras esposas y sin descuidar a nuestros hijos, porque Dios ha puesto sobre nuestros hombros esa responsabilidad. Dios ha puesto sobre nuestros hombros una importantísima tarea: Moldear el carácter de nuestros hijos, y ellos lo necesitan desesperadamente. Descuidar esa tarea no sólo es un pecado contra Dios, sino también una crueldad contra nuestros hijos. Nuestra influencia va a ser determinante en los años futuros de nuestros hijos, ellos no pueden moldearse solos y nosotros dejaremos en ellos marcas indelebles, estemos conscientes de eso o no, sea para bien o para mal. Y para concluir, quiero dejar en sus mentes dos ejemplos, uno positivo y otro negativo, que usa John Abbott en su libro; por un lado el ejemplo de la madre de George Washington y, por el otro, el ejemplo de la madre de Byron. Dice Abbott: “Washington tuvo una madre que hizo de él un buen muchacho, e infundió en su corazón aquellos principios que lo llevaron a ser el benefactor de su país y uno de los ornamentos más brillantes del mundo. La madre de Washington merece la gratitud de su nación. Ella enseñó a su hijo los principios de la obediencia, del valor moral y de la virtud. Ella, en gran medida, formó el carácter del héroe y del estadista. Fue en el contexto de su hogar que ella enseñó a su hijo 11 juguetón a gobernarse a sí mismo, y así fue preparado para la brillante y útil carrera que luego prosiguió. Tenemos una deuda con Dios por el don de Washington, pero no estamos menos endeudados por el don de su inestimable madre. Si hubiese sido una madre débil, indulgente e infiel, las energías desenfrenadas de Washington posiblemente le habrían elevado al trono de un tirano o a la desobediencia juvenil; probablemente le habrían preparado el camino para una vida de crimen y un sepulcro deshonroso, y hoy estaríamos hablando de Washington como de un perverso. Pero ese hombre tuvo una madre dedicada y fiel que forjó en el corazón de su muchacho lo que llegó a ser”. Pero también tenemos el ejemplo negativo de Byron, un poeta inglés, autor de obras atormentadas, impetuosas, violentas, como fueron también su propio carácter y su propia vida. Ese hombre murió en el año de 1824, es decir, 25 años después de la muerte de Washington y nueve años antes que se publicara en Inglaterra en libro de John Abbott. Por eso para los lectores de este hombre el ejemplo de Byron estaba muy fresco en sus mentes. Dice Abbott: “Byron tuvo una madre que era exactamente lo opuesto a la Señora Washington, y ese carácter de la madre fue transferido al hijo; así que no nos debemos maravillar de su carácter, ni de su conducta, porque lo vemos como la consecuencia casi necesaria de la educación que recibió y de las escenas presenciadas en el salón de su madre. Por un tiempo la madre le permitía desobedecer sin castigo, mientras que en otras ocasiones, en un estallido de ira, saltaba sobre él para golpearlo”. Y qué imagen más familiar para nosotros, el padre y la madre que durante un tiempo dejan a su hijo hacer lo que le da la gana, porque no los está molestando, pero en un momento dado el padre está molesto por algo y salta sobre su hijo y lo golpea. ¿Qué le están enseñando a su hijo con esto? El autor dice: “De ese modo ella le enseñó a desafiar toda autoridad divina y humana; eso fue lo que Byron aprendió de su madre, no porque ella se lo quiso enseñar, pero indirectamente se lo enseñó. Ella le enseñó a entregarse sin restricción al pecado, a entregarse a sí mismo al poder de sus pasiones locas. Ella le enseñó a entregarse a ese mar de libertinaje y de maldad en cuyas olas Byron fue echado durante toda su vida. Si los crímenes del poeta merecen la execración –es decir el aborrecimiento- del mundo, el mundo no puede olvidar que fue su madre quien fomentó en el corazón juvenil de su hijo aquellas pasiones que hicieron de su hijo una maldición para sus contemporáneos”. ¿Qué queremos lograr de nuestros hijos? Porque cualquier cosa que nosotros queramos lograr, distinto a que ellos sean unos depravados y perversos, requiere de esfuerzo de parte nuestra. Que Dios nos ayude a tomar en serio las advertencias que hemos escuchado en este día, porque nuestros hijos, la iglesia y el mundo, necesitan desesperadamente que nosotros los tengamos en cuenta. ¿Por qué nuestros hijos necesitan desesperadamente que nos ocupemos de guiarlos en la disciplina y amonestación de Nuestro Señor? Primero, por la maldad que mora en sus corazones, segundo, por la efectividad de la corrección materna, tercero, por las trágicas consecuencias que nos vendrán si descuidamos esa labor. Seremos avergonzados. Que Dios nos ayude, que Dios abra nuestro entendimiento y nos ponga un peso en nuestros corazones para que trabajemos bíblicamente por nuestros hijos. 12