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La Cultura en Boca también es para pocos
El club cierra uno de sus últimos espacios abiertos al barrio
Por Boca Es Pueblo, octubre de 2016
Hace aproximadamente un mes y medio, las autoridades de Boca Juniors decidieron cerrar
definitivamente uno de los últimos espacios del club destinados al barrio de La Boca.
Quienes gestionan nuestra institución resolvieron que se comience a exigir la inscripción como socios
para todos los chicos boquenses que asisten a los diversos cursos y talleres que brinda el
Departamento de Cultura.
Hasta esta nueva disposición, en el club se brindaban cursos y talleres de artes y oficios, artes
escénicas, música, danzas e idiomas destinados a pibes y pibas del barrio de La Boca, quienes podían
asistir de manera libre y gratuita, fueran o no socios de Boca.
Es decir, estos cursos y talleres se ofrecían sin importar la condición socio-económica de las familias
boquenses, algo que iba a contramano de las diversas políticas exclusivas que viene tomando el CABJ
desde hace ya dos décadas, tanto de cara al barrio como hacia los hinchas que desean ir a la cancha.
El cierre de disciplinas deportivas; el valor y encarecimiento constante de la colonia de vacaciones;
las dificultades para acceder a las instalaciones del club; el costo de los abonos a platea; la disposición
de no vender entradas a no socios; el cierre de la inscripción de socios y la única posibilidad de
asociarse como adherente y mediante tarjeta de crédito; los sucesivos recortes de presupuesto a las
pocos deportes que van quedando en el club; son sólo algunos ejemplos que muestran de manera
clara cómo el macrismo viene transformando un club con una fuerte identidad popular en una
institución para gente de alto poder adquisitivo y con cada vez menos inserción territorial.
Así, Cultura representaba uno de los últimos espacios institucionales verdaderamente inclusivo y
abierto al barrio. Además, era el contraargumento elegido por la dirigencia cada vez que se
denunciaba su intención de transformar a Boca en un club para pocos.
Aclaraciones que oscurecen
Esta decisión se tomó en medio de la cursada. Si bien no imposibilitó a los chicos que ya se
encontraban inscriptos a continuar las clases, sí clausuró la posibilidad de que se sumen nuevos pibes
no-socios durante el segundo semestre del año.
A partir del año que viene todos los que quieran realizar algún curso o taller en el club, deberán ser
socios. Quienes no lo sean, deberán asociarse. Para hacerlo, aquellos que no tengan padres socios o
sean mayores de cinco años, deberán inscribirse bajo la categoría de socios adherentes, que a su vez
impone el requisito de contar con tarjeta de crédito o débito, o bien abonar un “bono contribución”
por el valor de la cuota de adherentes. Esto implica tener que abonar mensualmente $170 para
quienes venían asistiendo de manera libre y gratuita.
Desde Cultura afirman que aquellas familias que no dispongan de tarjeta de crédito y no puedan pagar
el costo mensual de la cuota podrán solicitar becas. Para ello, un asistente social irá a visitar los
hogares donde se encuentren los chicos para constatar que las condiciones habitacionales y socioeconómicas se condigan con dicha imposibilidad. Es decir, para solicitar una beca en Boca, las
familias deberán demostrar ser pobres. Esto no sólo implica una mayor burocracia para asistir a los
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talleres a los que antes se accedía de manera libre y gratuita, sino que además estigmatiza a los chicos
y a sus padres, desincentivando la participación.
Según miembros del propio Departamento de Cultura, la nueva disposición se tomó debido a que
notaron que en otros clubes no existían actividades libres y gratuitas para socios y no socios; por lo
tanto, Boca no debía ser la excepción y debía exigir la presentación del carnet social para asistir a los
talleres.
Cabe aclarar que esto no es así. Hay muchos clubes que sí tienen actividades libres y gratuitas de cara
a los barrios donde se encuentran (San Lorenzo, Huracán y Rácing, por citar sólo algunos ejemplos).
No obstante, incluso si así fuera, Boca no debería aislarse o desentenderse de la realidad social del
barrio que lo cobija. Un barrio declarado en emergencia habitacional, dentro de la comuna con mayor
índice de hacinamiento de la Ciudad y entre las de mayores necesidades básicas insatisfechas. Un
barrio en el que el principal lugar de juego para los chicos es la calle, con todos los peligros que ello
implica. Un barrio al que el club le fue ocupando calles y terrenos en las últimas décadas sin devolverle
nada a cambio.
Si bien es el Estado el que debe garantizar el derecho a la vivienda, a una educación y una salud
inclusivas, y el crecimiento de los niños y adolescentes en un ambiente sano, el CABJ, desde su lugar,
tiene la responsabilidad ética y moral de intentar, al menos, contribuir a la solución de los problemas
de sus vecinos. Por respeto a su historia, a su identidad popular y al barrio que le dio vida y lo sostiene
hasta el día de hoy, Boca Juniors debería incluir a sus vecinos, sobre todo a los más chicos, y aportar
a su desarrollo tanto físico como cultural, tal como reza el artículo 1° de su Estatuto Social. Sin dudas,
esta decisión adoptada por las autoridades de nuestra institución va en el sentido contrario.
Además, cabe recordar que el CABJ dispone cada vez de menos actividades deportivas, culturales y
recreativas para los chicos, adolescentes y adultos del barrio. Año tras año decide cerrar disciplinas
con la excusa de que son un mero gasto, disminuyendo de manera notoria la vida social del club, y
con el objetivo de convertirlo simplemente en una institución de fútbol profesional.
La Cultura para pocos
El cierre de este espacio abierto a los vecinos del barrio no constituye para nada una decisión
económica sino puramente ideológica. Nuestra institución presupuesta gastar $4,209 millones en la
totalidad del Departamento de Cultura para el período comprendido entre julio de 2016 y junio de
2017, sólo 19,6% más que lo presupuestado para el ejercicio económico 2015/2016, lo que implicará
sin lugar a dudas una disminución en términos reales (descontando la inflación).
La totalidad de lo que nuestro club pretende invertir en Cultura representa sólo 0,36% del total de
egresos, es decir, un porcentaje menor a rubros como “Agasajos, buffet y refrigerios” (0,81%) y
“Obsequios” (0,61%), gastos meramente superfluos.
La inversión en Cultura resulta aún mucho más baja en relación con lo que nuestro club destina a
“Seguridad” (5,4% del total de egresos proyectado para el período 2016/2017), gasto que creció de
manera exponencial durante la gestión de Angelici y que no hace más que devolvernos a los socios y
vecinos un club literalmente vallado.
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Gráfico. Presupuesto destinado a “Cultura” en relación con gastos en “Agasajos y Obsequios” y en
“Seguridad”; porcentaje sobre el total de Egresos presupuestado por el CABJ
Fuente: Boca Es Pueblo en base a CABJ
No sólo el presupuesto en Cultura es bajo en relación con otros gastos de muchísima menor
relevancia, sino que se reduce año tras año, lo que demuestra de manera clara que “el desarrollo
integral de la cultura física, social, moral e intelectual” (art. 1°, Estatuto Social) de sus asociados y
vecinos no se encuentra entre las prioridades de los dirigentes.
Entonces, con esta nueva disposición por parte de las autoridades del CABJ, no se buscan mayores
ingresos o menores gastos sino, principalmente, desincentivar cada vez más la participación de los
vecinos del barrio en actividades del club.
No consideran que Boca deba cumplir una función social real en el barrio que le dio nacimiento y cada
vez más terrenos, más allá de la cosmética de la “fundación Boca Social”, la “Cena Solidaria Anual”
para ricos y famosos y la fundación Unidos Para Amar (UPA) La Boca, de la mujer de Angelici, que
además tampoco cuentan con presupuestos considerables.
Porque, como los propios dirigentes repiten una y otra vez, Boca “es un club de fútbol”, de fútbol
profesional, de fútbol lucrativo, ese que genera ingresos, que maximiza ganancias y minimiza costos,
que debe funcionar con gerencias bajo una gestión empresarial.
Porque no creen que Boca sea un club “atlético” ni social como lo desearon sus fundadores y lo
sostuvieron sus socios y vecinos durante 111 años, un club que “promueva el espíritu de unión y
sociabilidad entre sus asociados” (art. 1°, Estatuto Social) y vecinos.
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