pdf Cibergénero y géneros multiformes en la narrativa de Alejandro

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CIBERGÉNERO Y GÉNEROS MULTIFORMES
EN LA NARRATIVA DE ALEJANDRO LÓPEZ
Anna Wendorff
Universidad de Łódź
[email protected]
RESUMEN: Las estructuras discursivas que actualmente son utilizadas en la red construyen
una nueva perspectiva para la literatura y dan amplios espacios a un campo de experimentación
no formalizado. A partir de aquí, surge también un debate importante: ¿Cómo se construye el
concepto de cibergénero o género multiforme de lo literario y cómo en la llamada “literatura
tradicional” se reflejan estos conceptos? ¿Son las formas tecnológicas que operan en la red o
son las formas de narrar las que cambian? Puesto que la virtualidad se puede definir como una
ficcionalidad en sí misma o mucho más allá, una metaficcionalidad, donde todo lo representado
se escapa de su dimensión escrituraria y pasa a una dimensión abierta sobre un soporte que se
torna absolutamente efímero, tratamos de establecer esa relación entre literatura tradicional y
literatura digital.
Palabras clave: narrativa argentina, géneros, metaficcionalidad, trama policial, cibergéneros.
ABSTRACT: The nowadays discourse structures used on the Internet present new perspectives
for literature and build up a wide area of unregulated experimentation. This is also where an
important debate comes into place, i.e. how should we formulate the concept of cybergenre or
multiform genre in the field of literature and how these concepts are reflected in what is called
traditional literature? Are these technological forms operating online or narrative forms that are
changing? Since the virtuality can be defined as fiction itself, or even far beyond, as metafiction
where everything that is represented escapes from its writing dimension and reaches an unlimited
dimension based on a medium that has become totally ephemeral, we are trying to establish a
relationship between traditional literature and digital literature.
Key words: Argentinian narrative, genres, metafictionality, criminal plot, cybergenres.
En el presente trabajo nos proponíamos inicialmente realizar un estudio enfocando
los textos de Alejandro López desde dos perspectivas centrales:
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Cibergénero y géneros multiformes en la narrativa de Alejandro López
1. Desentramar las construcciones metaficcionales de una literatura hipertextual en
los espacios virtuales.
2. Estudiar los cambios de trasfondo en la literatura: nuevos esquemas y soportes
para la representación de lo literario en los marcos hipermediales e hipertextuales.
Pero al adentrarnos en su obra narrativa nos damos cuenta de que las construcciones
discursivas y los procedimientos usados en su novela aplican estas fórmulas de una
manera inversamente proporcional a lo planteado. Digamos que utiliza los esquemas
de la red, sus formas discursivas de forma contraria e inversa, aunque nunca se alejará
totalmente de ella; que su textualidad no estará aplicada sobre el soporte digital (al menos de manera directa), sino que manejará las ideas de éste, formas y conceptos, y los
aplicará a la literatura, utilizando como medio para ella su soporte tradicional: el libro.
Así que, toda vez que identificamos esta inversión, concedemos que aparece otra
trasposición de elementos, lo que nos conduce hasta su carácter paródico-cómico (Bajtin
1989), que desarrollaremos más adelante. Los términos de la carnavalización están
por doquier y no paran de aparecer en la fuente de López. A esta conjunción/pastiche
habrá que agregar algunas categorías para la interpretación de sus distintos recursos
textuales, tales como los de la semiosfera (Lotman / Navarro 1996) y seguidamente
algunas ideas y definiciones de Northrop Frye propuestas en su libro Anatomía de la
Crítica (Frye / Simons 1977).
No sólo de estas perspectivas se nutre la novelística y casi toda la narrativa lopeciana, sino también de formatos y esquemas supraficcionales, a través de la combinación
de discursos narrativos, personajes que actúan en la vida real y que se mueven y se
desplazan al mismo tiempo en la vida de la ficción, o dentro de los lenguajes de red.
Todo un repertorio de modalidades discursivas y contextualizadas para dar fuente a una
trilogía, conclusa o inconclusa (este dato se desconoce). Sin embargo, allí la literatura se
vale del discurso teatral, cinematográfico, televisivo, de la canción, lenguaje periodístico
(periodismo basura), los ya conocidos emoticones, conversaciones por messenger, chats
locales (quilombo.com, “el chat más guay del Paraguay”), mails, recortes periodísticos,
declaraciones testimoniales, informes judiciales, fotografías, vídeos,1 etc.
Las estructuras discursivas que actualmente son utilizadas en la red construyen una
nueva perspectiva para la literatura y dan amplios espacios a un campo de experimentación que todavía no está formalizado. Desde el espacio literario a la red y viceversa.
A partir de aquí, surge también un debate importante: ¿Cómo se construye el concepto
de ‘cibergénero’ o género multiforme de lo literario? ¿Cómo a través del espacio virtual
estos conceptos devienen totalmente transformados? ¿Son las formas tecnológicas que
operan en la red las que modifican el espacio de lo literario o son las formas de narrar
las que cambian? Puesto que la virtualidad se puede definir como una ficcionalidad
total, totalizante y/o totalizadora en sí misma, o puesto que se puede definir también
como que en ella se producen y generan estructuras meta-metaficcionales, donde todo
�� Interzona [en línea]. Buenos Aires, 2009: <http://www.interzona.com> (fecha del último acceso:
18 de abril de 2008).
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lo representado se escapa de su dimensión escrituraria y pasa a un orden mucho más
abierto que actúa sobre un soporte distinto del que en la cultura tradicional impera:
¿Podríamos entender la combinación de géneros y formas discursivas como un nuevo
arte de narrar, una nueva experiencia de la narrativa? Este otro soporte intenta a la vez
encontrar sus propiedades en distintos formatos, para lo cual el concepto tradicional
de literatura se desvanece.
El fin último de Alejandro López no pareciera ser transformar el hecho literario;
a pesar de ello, Beatriz Sarlo lo critica y coloca en una “zona gris”, en una especie
de ausencia de lo literario bosquejado bajo un rutinario costumbrismo (Sarlo 2007).
Más allá de ese esquema, la narrativa de López, y en el caso específico de Keres cojer? = guan tu fak, se combina de una multiplicidad funcional que actúa de manera
preponderante cada vez más en la literatura, y me parece que en ese contexto intenta
desarrollar su literatura López. Esta es la combinación: narración, medio libro-narración,
medio red, usando lenguaje “informático/informatizado” en el libro, soportando vídeos
en medio de la red; es decir, combinando, digamos pulcramente, los signos, las narraciones, los discursos.
En este sentido nos preguntamos: ¿Cómo ciertos mecanismos y procedimientos literarios y narrativos se ejecutan y traspasan de un medio a otro a partir de la aparición
del ciberespacio? Para tratar de responder esta pregunta nos servimos de esa narrativa
de Alejandro López (Argentina, 1968) y trabajamos solamente con una parte de su
trilogía, de la cual la primera novela es Keres cojer = guan tu fak (López 2005), y
aún faltan dos para completar el trío. Lo que Alejandro López aborda es un campo
que para la literatura resulta profundamente experimental; lo hace a través de una
novela de trama policial, inclusive rayana en las formas de una literatura popular, que
intenta romper el formato tradicional de “texto” y condensa nuevos procedimientos
narrativos a través de un conjunto de conversaciones por msn, e-mail y artículos de
diarios, además icluye la referencia de vídeos que los personajes visitan.
Desde el principio debemos también aclarar que no podemos hablar en exclusiva de
un cibergénero. Su carácter alusivo al lenguaje de la red no hace, hasta donde creíamos,
que esta novela pudiera completarse sobre el soporte de la red. Pero de acuerdo con
sus estructuras y estrategias textuales hay ciertos condicionantes, comportamientos y
procedimientos narratológicos que debemos aclarar como una estructura multiforme,
y que, aprovechando lo que originariamente es parte de otro orden o sistema, ahora
López lo utiliza en su narrativa.
Keres cojer? = guan tu fak es una novela que no utiliza los procedimientos de la
narrativa tradicional, sino que los transforma y los combina, y las figuras de todo su
orden se encuentran en niveles de carácter implícito. La narración y todo lo que sucede
en la novela están realmente en la mente del lector; la novela es total; el discurso es
parte de una semiosfera (Lotman / Navarro 1996). En un artículo de Jaime Alazraki
sobre Borges (Alazraki 1984) aquél explica en torno a las distintas relaciones y definiciones del texto lo siguiente:
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Cibergénero y géneros multiformes en la narrativa de Alejandro López
Los procesos de transformación y de imitación de un texto pueden tener a su vez
fines lúdicos, satíricos o serios. Si la transformación responde a una intención lúdica
estamos en presencia de la “parodia”. Si la transformación de un texto es seria estamos en el dominio de la “transposición”. Cuando en lugar de transformar un texto
se lo imita, la imitación puede adquirir también tres formas o regímenes diferentes.
La imitación lúdica deriva en el “pastiche”; la imitación satírica da lo que Genette
llama “charge” o “caricatura” y, como ésta, se apoya en lo singular de un estilo; la
imitación seria produce la “continuación”, es decir un lenguaje que imita, prolongando,
un estilo famoso o prestigiado o simplemente emulado.
Hemos dicho al principio de nuestro artículo que Alejandro López juega con los
mecanismos paródicos del texto, que escribe una novela cargada de mucho humor local,
fuerte, agresivo, mordaz (con voces o referencias argentinas y en muchas ocasiones
lunfardas —v.g., “éste es el que te garchó, enchastre”, etc.—). A pesar de ello, López, y a partir de la definición que nos da Alazraki, ni parodia ni transpone ni imita.
¿Qué ocurre entonces? Si la referencialidad se encuentra cargada de parodia es para
convertirla en un género serio, puesto que persigue un fin muy particular y específico,
además, que intenta construir los contextos narrativos de una manera teatralizada, es lo
que Alazraki nos explica como una forma de emulación. Es decir, que en Keres coger
= guan tu fak estaríamos en presencia de un texto que emula los medios y las formas
discursivas de la red. No se usa para la destrucción de ciertos modelos discursivos,
sino para otorgarles un mayor valor, una predestinación de ulteriores significados y
significaciones.
Tratamos de establecer cercanías y distancias en esa relación entre literatura tradicional y literatura digital. En este sentido exploramos las múltiples maneras en la que
una ciberliteratura, o una literatura que se vale de algunos nuevos modos de “narrar”,
construye marcos de entrada/salida, juegos especulares que van y vienen de un medio
a otro, de un espacio a otro. Entre una literatura “prima” objetual, asentada en el textoformato de un papel, y “otra literatura” fuente, de destino; literatura que se construye
a través del espacio digital y, por ende, virtual, virtualizada, en el uso de estrategias
y procedimientos discursivos de red aplicados al trasunto literario.
Aunque seamos conscientes de que la literatura de López no quiere engastarse en el
formato y soporte del medio digital, lo que sí podríamos constatar es que López utiliza
los procedimientos de manera opuesta. Básicamente, tratando de sacar del lenguaje
de la red sus mayores fortunas y construirlas en cierta parte como su propia forma
narrativa, a pesar de que corra el riesgo de que eso allane lo mejor en términos del
discurso literario que pudiera sacarse a esta novela, e inclusive a este tipo de literatura.
Es precisamente lo que critica Beatriz Sarlo en su libro Escritos sobre literatura
argentina (Sarlo 2007); saca punta poniendo en total desventaja a la novela de López.
Si por un lado el autor de Keres cojer? = guan tu fak trata de hacer de su lenguaje
un elevado nivel de discurso literario en el marco de lo llamado “popular” y de lo
mediático usando para ello un conjunto sin fin de formas y expresiones. Por otro
lado Beatriz Sarlo (2007: 467) desmitifica el valor literario de la obra, colocándola
como una tabula rasa en materia de cualquier modelo que nos haya querido “vender”
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Alejandro López, sean éstos un discurso de red o simplemente un discurso tradicional
que usa los modelos de la red; a pesar de ello, Sarlo resulta muy dura cuando critica
la novela y explica:
La literatura se vuelve high fidelity etnográfica. Socialmente determinados como
si fueran figuras pensadas por un marxista ingenuo, los personajes son delgadas
láminas de discurso compuesto respondiendo al final de ocultar cualquier trabajo
de representación. Aplanados por la mímesis, lo que se muestra tiene el interés de
un reality-show. Si Puig era el pop. López es la televisión de estos años: programas
donde todos son más estúpidos de lo necesario.
Ya lo hemos mencionado anteriormente en torno a un discurso que a cada paso
se “desmoraliza” y se debilita (nos referimos al discurso de lo pornográfico en la
literatura). El autor intenta construir un esquema y presentarlo como nuevo modelo
literario valiéndose precisamente de la utilización de un tipo de habla-lenguaje que
pudiéramos llamar “manido”, o lleno de lugares comunes, para el cual de todas formas encontrará sus seguidores y sus traductores. Pero éste es el punto de debate más
cortante en el texto de López, y precisamente debido al carácter híbrido de su obra
que juega en distintas plazas al mismo tiempo. Lo que López intenta hacer (pareciera,
al menos desde nuestra lectura) es poner en riesgo el concepto de “literatura” en todo
el sentido de la palabra.
Decir que ya no hay escritores como Borges o Arlt no significa nada y puede
significar una verdad de perogrullo, pero el uso del lenguaje de los medios en la literatura ha dado un cambio de perfil sustancial y eso de alguna forma nos coloca un
poco a su lado. Es probable que el iniciador de todo este cambio haya sido el escritor
argentino Manuel Puig, cuando en su obra nos remite al uso de ciertos procedimientos que se pudieran considerar “extraliterarios” atendiendo a mecanismos del pop art,
pero fundamentalmente a géneros de índole de la cultura popular o el lenguaje de los
medios de masas, específicamente para Puig, el cine. Beatriz Sarlo (2007: 464) nos
lo define muy claramente:
Fue un maestro de los lenguajes privados y de las formas que el arte popular y los
géneros populares le dieron al deseo. Todo esto es bien sabido. Pero lo fundamental
de Puig fue establecer la legitimidad de su método, que se despliega magníficamente
en Boquitas pintadas, la novela donde se emplea a fondo. Su método está sostenido
en un respeto moral por los géneros populares y por el imaginario de masas.
Ahora bien Alejandro López usa los mismos mecanismos de Manuel Puig, agregando a la vez un nuevo elemento, y es que ya no parece importante y significativo
que éste sea un lenguaje derivado de lo popular, sino que principalmente use todo
el discurso generado en los lugares populares de la red, especialmente el chat de
Messenger Hotmail (y no otro), el cual, además, puede considerarse una de las redes
más ampliamente usadas en América Latina, y que ha roto con un molde mínimo de
escritura, debido inclusive a la forma de elaboración anti-sofisticada que este sistema
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Cibergénero y géneros multiformes en la narrativa de Alejandro López
utiliza. López nos inmiscuye en todo lo que a este ambiente rodea, y precisamente sus
personajes, que están ampliamente emparentados por múltiples redes, aquí se muestran dominados por un universo: el escatológico.2 Están agotados y ahorcados por los
modelos políticos y económicos aplicados a un país (en este caso concreto, el modelo
neoliberal impuesto a la Argentina de los noventa: Menem / De La Rúa), y que trasiega
con aires de primer mundo ubicándose en las esferas de un mundo derruido, perdido,
por los sinsabores de la incultura, el deterioro de los medios educativos, los valores
traspuestos, la transculturación, etc.; se sirve de esa cultura no popular, sino cultura
que podríamos denominar basura, producto de los efectos y los embates de vivir ya,
en tiempos de globalización (Mato 1995), en una sociedad que no es precisamente
productora o generadora de ideas, sino más bien que se muestra carente de ellas.
López marca el fin de juego que se ha producido en torno a las identidades, la
subjetividad desarrollada al máximo, propias de un criterio y lenguaje postmodernos.
No me parece que intente producir una literatura de shock, o de impacto, a través de
la cual Sarlo genera una crítica mordaz contra la novelística de López. Al contrario,
queda más que entendido que en Keres coger? = guan tu fak esto es cosa superada.
Baudrillard mismo ya lo explica de sobrada manera en su libro El crimen perfecto
(Baudrillard 1997), y lo que sí está desde nuestra lectura es la devastación de un mundo, que ya está devastado, para el cual además todos sabemos eso, pero que a la vez
pareciera que hacemos caso omiso de ello. Vinculados ahora, obligados a internarnos
en un mundo completamente irreal, López estructura su narratividad en la novela
desde afuera, colocando en entredicho todos los discursos. La realidad e irrealidad de
los personajes son parte de su propio contexto, y no nos hace falta estar conectados
a la red a través de una máquina u ordenador para ser parte de un universo ciber,
en el que ya vivimos inmersos. Precisamente ésta es la esencia del rizoma (Deleuze
/ Guattari 1997), en la que todo se vuelve objeto de esa cibercultura. En El crimen
perfecto Baudrillard (1997: 17) asevera:
Así se ha realizado la profecía: vivimos en un mundo en el que la más elevada función del signo es hacer desaparecer la realidad, y enmascarar al mismo tiempo esa
desaparición. El arte no hace hoy otra cosa. Los media no hacen hoy otra cosa. Por
eso están condenados al mismo destino. […] Como ya nada quiere ser exactamente
contemplado, sino sólo visualmente absorbido y circular sin dejar huellas, dibujando
en cierto modo la forma estética simplificada del intercambio imposible, es difícil
hoy en día recobrar las apariencias. De suerte que el discurso que lo explicara sería
un discurso en el que no hay nada que decir, el equivalente de un mundo en el que
no hay nada que ver.
Lo que intenta afirmar Alejandro López no radica pues, en la esencia del shock,
tal como ya hemos explicado, sino precisamente en la banalidad de sus discursos, en
su allanamiento, en el que la red ha sido capaz de aplanar hasta el más mínimo de
los sentidos, sin que ello resulte controversial para nadie: ni para el lector ni para el
2. En el sentido de ‘doctrina de los finales’.
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no-lector. Y no será López quien intente ponernos al tanto de ello, ni quien intente
hacer etnografía descriptiva de su discurso, porque lo que allí se genera no describe
en absoluto nada. No hay, stricto sensu, discurso narrativo, obra, narración ni diálogo,
una dialogicidad diluida precisamente en una anti-dialogicidad en la que los personajes
hablan y andan cada uno por su lado.
Si la vanguardia se ha inspirado en el campo de la ficción sobre la ficción, la
postvanguardia se aleja de esta concepción de la ficcionalidad, porque, si todo es
ficción (al modo de Luis Tavira), ya nada sería ficción, y, a la vez, si todo es una
descripción de la realidad, ya nada es parte de la realidad. El interregno de la novela
está alojado entonces entre esta posibilidad de la ficción y aquélla en la que también
pueda ser parte de una realidad: lo que podríamos denominar una “ficcionalidad y
ficcionalización intermedia, realidad y realización intermedia”, y que se aloja a mitad
de camino. Precisamente, si algo otorga intención a la obra, está en el marco de ese
demodé, de eso de lo que ya nadie se escandaliza, y no existe tal pretensión de osadía,
sino de marca, huella de viaje multiforme.
Estamos ante la presencia de un monstruo, de un gigante que abruma nuestras
esferas intelectuales. Y si Beatriz Sarlo piensa que la obra se aburre en una especie
de costumbrismo marchito entonces cabría bien la pregunta: ¿Qué nos mantiene precisamente cerca de ella? Si todo lo que dice ya está aparentemente dicho por otra
literatura, o por los lenguajes de la televisión, la red, el periodismo sensacionalista,
¿qué hace de suyo la novela en el discurso literario y en sus roturas para mantenernos fijos a ella? Me parece que es exactamente esto, primero, lo que sería parte de
una literatura cercana en el lenguaje de redes que refiere a su carácter anti-narrativo
y, segundo, como trasfondo, lo que López nos muestra: el aburrimiento de la vida
contemporánea en la que vivimos.
Todos los personajes están tan aburridos de lo mismo que no consiguen excitarse
con casi nada y generan a partir de ahí todo su discurso anti-novela, anti-narrativo,
pues, aunque no lo declaran, saben también en el fondo que son parte de un texto
narrativo creado a partir de un escritor llamado Alejandro López. Están inmiscuidos
en el marco de una semiosfera (Lotman / Navarro 1996) ya vastamente reconocida
por ellos. Es decir, uno de los principios utilizados por López es la ruptura de lo que
Lotman nos explica en torno a la frontera semiótica:
La frontera semiótica es la suma de los traductores-filtros bilingües pasando a través
de los cuales un texto se traduce a otro lenguaje (o lenguajes) que se halla fuera
de la semiosfera dada.
En los diálogos entre Vanessa, travesti que se prostituye, y Ruth, amiga de ésta
(personajes en torno a los cuales gira toda la novela), se pueden observar estas rupturas
de las fronteras, tal como nos lo plantea Lotman. Un lenguaje se trueca por otro, en
el lenguaje de la red los filtros se diluyen, se rompen y todo gira en torno a lo fictivo,
trasegado por la cámara, por la conversación (“chat”), es la significancia de ausencia
de otredad, el contacto con algo que es a la vez nada o virtual, imaginario, que está
en el otro lado de la red, en algún lugar en el ciberespacio.
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Cibergénero y géneros multiformes en la narrativa de Alejandro López
En la novela Keres cojer? = guan tu fak los lenguajes se truecan y se decantan en
otros, sin pasar por esos filtros o traductores, y si la semiosfera es precisamente una
‘persona semiótica’ (Lotman / Navarro 1996) que está delimitada por unos ciertos filtros
que construyen las fronteras, se observa en los personajes de Vanessa y Ruth que, a
partir de ellas, las fronteras y los sistemas donde se desenvuelven se desarticulan, se
desordenan, se esfuman. Son precisamente sus nombres y definiciones de ellas mismas la constitución de una semiosfera inserta dentro de otra, en este caso la red. Esa
ruptura total, ese vaciamiento, ese nivel de desconexión, es un principio fundamental
del funcionamiento de la red, donde todos los elementos tienen su espacio y conexión
con otros, pero sólo de forma aparente, reiteramos, de forma virtual.
Lo que les condiciona a escribirse, y estar “mil horas” conectadas a la red, radica
en la centralidad de ese hastío. Son personajes que vienen, parten de un mundo y que
muestran no su lado “malo”, sino su contexto propiamente humano. Por muy malos
que puedan parecer o inclusive lo sean, los personajes sólo hablan de su lado humano,
muestran su lado humano. No es la degradación lo que intenta superar López, ni la
literatura de pornografía, tal como critica Sarlo, sino mostrarnos una cierta producción
de sentido y prácticas de significado de unos personajes que se hallan cansados de
estar en el mismo lugar y que sólo se desenvuelven en la esfera de lo virtual.
Vanessa, el personaje desde donde parte toda la historia, está planificando un viaje
a los Estados Unidos, viaje que todos de antemano sabemos que no va a realizar; que
su propia historia le resulta una ficción; que es una pura ilusión inclusive de su vida
misma; que se aferra a ideas, promesas, signos, elementos ficcionalizados por la cultura
de la banalización, por la cultura del fetiche, por una cultura necrofílica (Fromm 1975)
que abunda cada vez más en los espacios de una cierta condición de marginalidad. La
concupiscencia de la red le ofrece entonces la posibilidad de escapar de ese espacio,
de ese mundo que la oprime y que la coloca en su lugar unidimensional (Marcuse
1970). Ese espacio ficcional que se ha creado a partir de la panacea del modo de
vida “americana”, en torno al cual Vanessa y Ruth desenvuelven parte de sus diálogos,
construye una de las premisas de toda esa virtualidad en la que se desarrollan cada
una de las narraciones y diálogos.
Una de las esencias del lenguaje de la red es que rompe con las formas de lectura
y de escritura tradicionales que hemos conocido. Los protohipertextos borgianos y
cortazarianos (v.g., el cuento de Borges El jardín de los senderos que se bifurcan y
la novela de Cortázar Rayuela) ya lo pusieron de manifiesto. La red es una poderosa
metáfora que conserva en su estructura interna una gran y amplia descripción de lo
social. Toda literatura, y en especial la novela como género, es también una forma de
sociología. En este caso describen precisamente el centro de un nudo complejo que ha
transformado lo social. La red en el sentido de Baudrillard es una red que se desplaza
no de un lugar a otro, de un punto a otro, sino que se desenvuelve en ese espacio
cultural diverso que es a la vez intangible, inmanente. Cada una de las voces de López
articulan esa angustia, esa pulsión, ese debate sociológico, ese estar en medio de, ese
estar entre, ese estar fuera del lugar. Por un lado, asistimos a la transformación de un
género; por otro lado, al desvanecimiento del mismo. La propia noción de género se
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diluye con la dilución de las fronteras entre los discursos y sus formas de presentación.
¿Nos referimos a cibergéneros?, o, mejor, ¿a géneros multiformes? Géneros devenidos
en materia de transdicciones, géneros que se valen de cualquier elemento para describirse y “salir a flote”. Son textos que están en construcción constante.
Keres cojer? = guan tu fak está en plena formación, no muestra ni el fin ni el
principio de algo, no lo resume tampoco. Se define en la propia amalgama de discursos que se dispersan, que se esparcen sin fronteras. Hoy en día vemos autores que se
vuelcan a las redes para escribir su literatura, otros que vuelcan las redes a su literatura
para transformarla. Pareciera que esto es lo que ha hecho López, construir su propio
laberinto, o su propia red. No sabemos bien cuándo y dónde empieza una y termina
la otra. No es seguro, pero en principio me gustaría suponer que el destino ulterior
de la literatura se ha desplazado de ese lugar cerrado que era el libro. A partir de allí
juega en los tonos de la hibridación, de la multiplicidad, de la cultura de lo versátil,
de lo residual. Reiteramos entonces la pregunta: ¿Estamos ante la construcción de un
nuevo género, de géneros débiles, que se fusionan, se traspasan, se trastocan entre
unos y otros, que pierden su orden y su límite?; o si, por el contrario: ¿Asistimos a
una nueva forma de propiedad literaria? Estando ante eso, podríamos también preguntarnos si esta literatura de Alejandro López juega en los espacios y en los tonos de la
cibercultura, y si podríamos entonces empezar a pensar en unos cibergéneros, géneros
multiformes, los grandes híbridos, que no sólo tienen que estar escritos en el marco y
en el espacio de la llamada red para considerarse tales, sino que nos demuestran que
la red y el contexto de la virtualidad lo han inundado todo. Volcados en ese contexto,
todo deja el legado de lo real para constituirse en el universo virtual.
Bibliografía
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