Orientaciones - 7 2011 "¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!» (Salmo 8) qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!» Distribución de la oración Introducción DIOS SE REVELA COMO CREADOR Y SEÑOR. Meta y objetivo para este mes Lo primero que aparece en los comienzos del Génesis es que Dios crea el mundo por amor: “y vio Dios que todo era bueno”. Pero muy especialmente crea al hombre y a la mujer por AMOR. Somos creados a Su imagen y semejanza: (Gen. 1, 26-31). Descubrir al Dios Trinitario como Señor, que nos crea en libertad, que se nos da, que es AMOR. Sentirnos una partecita de esa creación, sentirnos regalo de Dios. Abrirnos en acción de gracias y alabanza: “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?”. Salir de nosotros mismos (alabar, hacer reverencia, servir). Eso es salvar (ganar) la vida. Texto clave para esta semana Sal 8: Sumergirme en la grandeza de la creación: «Al ver el cielo, obra de tus manos, la luna y la estrellas que has creado: ¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor; le diste dominio sobre la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies: todos los rebaños y ganados, y hasta los animales salvajes; las aves del cielo, los peces del mar y cuanto surca los senderos de las aguas. ¡Señor, nuestro Dios, La cuestión de la Creación se hace cada día más importante, máxime teniendo en cuenta el afán de dominio del hombre y el abuso de las cosas. Semana primera: Dios creador de todas las cosas Por el acto creativo todas las criaturas tenemos una igualdad fundamental: todos hemos sido creados. Hemos pasado de la nada al ser. Mirar las cosas es mirar los símbolos de Dios. El símbolo es una palabra griega que significa “bastón” que poseo y lo rompo dando la mitad al otro. Donde me encuentro con él uno mi trozo de bastón. Las cosas son sacramentos, señales visibles de lo invisible. Lo diabólico es lo no-simbólico, lo que impide la alianza con Dios. Y esto es lo primero. Lo primero es la alianza, no el pecado. San Ignacio miraba las estrellas y se derretía en amor de Dios, o cuando paseaba, rengo, con su bastón señalaba a las flores, diciéndoles: “Calla, calla! Ya sé lo de lo que me estás hablando!”. También las cosas tienen su razón de ser y sus relacionamientos. No es la ley del más fuerte, como decía Darwin, lo que prevalece, sino la ley del que mejor sabe relacionarse. Los dinosaurios eran fuertes pero desaparecieron; las hormigas son débiles pero abundan en todos lados. Todo fue creado por un Dios que es comunidad, y las cosas son más divinas cuanto más saben relacionarse. Página | 1 Orientaciones - 7 2011 Semana segunda. Dios Trino nos ha creado a su imagen y semejanza La Trinidad nos está creando, siempre, desde su esencia de Amor. Somos “de su estirpe, de su raza”. (Pablo a los atenienses, Hch 17, 28-29). Somos participes de la naturaleza divina (Pedro 2, carta 1,4). «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sea con todos vosotros. Amén» (2 Co. 13:14) En nuestra fe, Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Nos ha creado a su imagen y semejanza. Lo que existe primero en nosotros es la comunidad, no la individualidad. El amor quiere hacer unidad con las otras personas. Nuestro amor es limitado pero somos fundamentalmente seres comunitarios, relaciones, personas antes que individuos. Y esto marca nuestro ser en nuestra más profunda realidad. Semana tercera: Dios nos ha creado porque nos ama. Su amor permanece por siempre, me llama por mi nombre, me constituye en Suyo. La distancia entre nosotros y Dios, si consideramos sólo los extremos (mi libertad y la libertad de Dios), es un abismo. Pero es el amor de Dios el que tiende el puente. El amor tiene la fuerza de unir los extremos más extremos. Es el Espíritu quien clama en nosotros la filiación con Dios. “Tú, Señor, formaste mis entrañas, me tejiste en el seno de mi madre” (Sal 139,13); “Antes que te formaras en el vientre de tu madre te conocí” (Jer. 1,5). Dios me ama como yo soy para que yo sea como Él me ama. El amor de Dios me da la consistencia de mi ser. Rechazar el amor de Dios es rechazarme a mí mismo. Soy su hijo/a amado/a. Soy una chispa de su fuego, una gota de su océano, un destello de su Amor. Todo aquel que se siente hijo/a conoce el actuar y el modo de ser de su Padre! Cuarta semana: Dios nos crea como sujetos libres. La libertad de Dios es absoluta y ha creado una libertad humana. Dios acepta otra libertad que El mismo asume hasta sus consecuencias. Hay algo en nuestra libertad que Dios mismo no puede manejar: la elección del mal. Si hay posibilidad de amar y de pecar es porque nuestra libertad posee algo que Dios permite, aún a costa de su propia infelicidad. ¿Cómo se realiza nuestra libertad? Nuestra libertad se hace plena siendo disponibles ante la voluntad de Dios. La libertad humana acepta el diálogo con Dios, y nos constituye como hijos “co-creadores” en todo lo que conduce al bien. Por ello la libertad es un don sagrado que nadie puede arrebatarnos. Muchas veces el uso del libre albedrío quedó ofuscado, interferido, desviado, por creencias y mandatos que no son propios del amor de Dios. Por ejemplo, la tentación de manipular la libertad del otro con caprichos, normativas condicionantes, reglas, amenazas, etc. Pero en esta meditación podemos centrarnos en todas las cosas buenas en las que los seres humanos colaboramos con Dios en embellecer el mundo. Podemos asomarnos a ese mundo distinto soñado por el Padre desde siempre, en el que están incluidos el bien común, la solidaridad, la construcción de un ámbito donde las relaciones humanas sean de amistad, de confianza, de corresponsabilidad. Recordar lo meditado el mes anterior: la libertad nos lleva a saber elegir. Dios nos ha creado libres porque nos ama. Tenemos el apoyo suficiente de parte Suya para colaborar en el acierto de las opciones. Pero esa ayuda se vuelve EXTRA ORDINARIA para todos los que nos sentimos sus hijos, y que valoramos la gracia de los Sacramentos. Propuesta: seguir haciéndome consciente del Obrar de Dios en mí como su creatura. Página | 2